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ADONIS FERRO E S S A Y A propósito de DES-CONCIERTO 9 · El Banquete Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam | Performance, guión, música, instalación, objeto y pintura | Mayo - Junio 2018 por Dannys Montes de Oca (Matanzas, 1967) crítica, investigadora y curadora de arte, directora de la Bienal de La Habana y del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam “Adonis Ferro. Otro Des-concierto. Ahora por un banquete” DES-CONCIERTO 9 · El Banquete (catálogo). Desde que la Muestra de Jóvenes Realizadores 2013 de la Cinemateca de Cuba le exhibiera como invitado especial, Adonis Ferro no ha dejado de experimentar dentro de una unidad —convergente— de medios, contenidos e interpretaciones diver- sas de lo real. Pero a esta vocación le anteceden su formación en terrenos tan disímiles y fértiles como los estudios de piano, el entrenamiento dentro de la música experimental, su graduación en el campo de las Ciencias Informáticas y varios años de preparación autodidacta dentro de la pintura, el dibujo, el objeto-obra, la instalación, la escritura poética y/o poesía visual, la fotografía, el video, el cine experimental, el uso de los nuevos medios tecnológicos y hasta la performance en su sentido actoral. Tan rápido ha sido este recorrido que no habría razones para la sorpresa frente a sus, hoy, numerosos “Des-conciertos”. Los tres primeros “Des-conciertos” realizados en 2015 para la exposición Entre, Dentro, Fuera (Pabellón Cuba, 12 Bienal de La Habana)* parecían establecer ciertas pautas dentro del modelo “happening” y “acontecimiento”, enmarcándolos dentro de referentes como la creación musical, el teatro y el territorio fronterizo entre estas unidades semánticas; aun cuando —desde luego— las piezas iban en su propuesta mucho más allá. Sin embargo lo que me interesaba de estas, era una cierta capacidad para obrar desde operatorias, resortes y dispositivos de manipulación sorprendentemente cercanos a los de la industria del entretenimiento, dinámica que fue tenida en cuenta como aportación al contexto interdisciplinar, participativo y de relaciones afectivas que queríamos desarrollar los curadores. Los “Des-conciertos” se iniciaban dentro de un juego de palabras relativo a la concepción del espectáculo musical, la confluencia (concierto) de voces, lo teatral como concepción espacial, y el espectáculo como expectativa o norma de convivencia. Dentro de ello eran tenidos en cuenta los reality show, las antípodas de lo público y lo privado y hasta los

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a d o n i s f e r r oe S S A Y

A propósito de DES-CONCIERTO 9 · El BanqueteCentro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam | Performance, guión, música, instalación, objeto y pintura | Mayo - Junio 2018

por Dannys Montes de Oca (Matanzas, 1967)crítica, investigadora y curadora de arte, directora de la Bienal de La Habana y del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam

“Adonis Ferro. Otro Des-concierto. Ahora por un banquete” DES-CONCIERTO 9 · El Banquete (catálogo).

Desde que la Muestra de Jóvenes Realizadores 2013 de la Cinemateca de Cuba le exhibiera como invitado especial, Adonis Ferro no ha dejado de experimentar dentro de una unidad —convergente— de medios, contenidos e interpretaciones diver-sas de lo real. Pero a esta vocación le anteceden su formación en terrenos tan disímiles y fértiles como los estudios de piano, el entrenamiento dentro de la música experimental, su graduación en el campo de las Ciencias Informáticas y varios años de preparación autodidacta dentro de la pintura, el dibujo, el objeto-obra, la instalación, la escritura poética y/o poesía visual, la fotografía, el video, el cine experimental, el uso de los nuevos medios tecnológicos y hasta la performance en su sentido actoral. Tan rápido ha sido este recorrido que no habría razones para la sorpresa frente a sus, hoy, numerosos “Des-conciertos”.

Los tres primeros “Des-conciertos” realizados en 2015 para la exposición Entre, Dentro, Fuera (Pabellón Cuba, 12 Bienal de La Habana)* parecían establecer ciertas pautas dentro del modelo “happening” y “acontecimiento”, enmarcándolos dentro de referentes como la creación musical, el teatro y el territorio fronterizo entre estas unidades semánticas; aun cuando —desde luego— las piezas iban en su propuesta mucho más allá. Sin embargo lo que me interesaba de estas, era una cierta capacidad para obrar desde operatorias, resortes y dispositivos de manipulación sorprendentemente cercanos a los de la industria del entretenimiento, dinámica que fue tenida en cuenta como aportación al contexto interdisciplinar, participativo y de relaciones afectivas que queríamos desarrollar los curadores.

Los “Des-conciertos” se iniciaban dentro de un juego de palabras relativo a la concepción del espectáculo musical, la confluencia (concierto) de voces, lo teatral como concepción espacial, y el espectáculo como expectativa o norma de convivencia. Dentro de ello eran tenidos en cuenta los reality show, las antípodas de lo público y lo privado y hasta los

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casinos y parques temáticos tipo World Adventure y Universal Studios –paradigmáticos en su orquestada manipulación de las grandes masas.

En este sentido el “Des-concierto” presuponía arribar a algo donde no iba a ocurrir lo que se esperaba o donde, por el contrario, encontraríamos un “otro” tipo de hallazgo y conciliación. Nuestras expectativas debían quedar frustradas, afecta-das o en el mejor de los casos transformadas. A partir de aquí otras muchas variantes debieron sumársele puesto que como operatoria tal formulación debió entrar en un proceso de cuestionamiento a fin de ser enriquecida e incluso —como he dicho en otras ocasiones— convertirse en su antípoda.

Surgirían otros “Des-conciertos” en apariencia más anónimos, conectados a la tecnología celular, a la ejecución a dis-tancia, al impacto inesperado sobre otros acontecimientos, al efecto shock de no saber qué estaba pasando o, en su extremo, donde nunca habría de saberse lo ocurrido. En todos ellos la importancia del lugar del público es una ganancia que en el campo de las artes visuales cubanas no tiene precedente, puesto que tampoco lo tiene acción alguna de esta naturaleza entre sus llamados artistas plásticos.

Hay un hilo conductor dramatúrgico, literario, escritural que tiene en cuenta la dinámica de comportamiento de la acción y que es determinante en la conducta del público; dinámica que se completa con otra lógica de naturaleza también literaria, a veces científica, pero al final esencialmente plástica: suele llevar con lujo de detalles una guía o bitácora de cada paso o nivel de la investigación, y estos bocetos o apuntes pueden llegar a alcanzar una dimensión (y realización) escultórica y/o ambientales.

En todos sus “Des-conciertos” ha existido un cuestionamiento de la verdad, ya que lo que se cuenta, lo que ocurre, tiene una doble temporalidad respecto al suceso inicial, sea este de inspiración en lo real o en lo literario; lo mismo ocurre también con su narrativa posterior, es decir, con la forma en que el suceso trasciende o llega a un público originalmente ausente. Curiosamente El Banquete de Platón no es contado como hecho en sí sino a posteriori, donde la “verdad” queda nuevamente en entredicho al quedar la narración no en voz de uno de los participantes sino en la de alguien a quien le ha sido contada. Asimismo en el “arreglo narrativo” que suponen estos “Des-conciertos” inspirados en obras anteriores, sean éstas escritas por Ferro —La Espina del Diablo (Galería Servando, 2015)— o en textos de la literatura universal como El Banquete, el público ha sido emplazado como observador a un doble acto de interpretación, en tanto le queda un re-encuentro con el hecho y la acción, en términos narrati-vos y temáticos, así como su colocación en el universo de referentes artísticos y reales de la contemporaneidad.

Así como El Banquete en sus diálogos y discursos ha sido dedicado a desentrañar el valor y la trascendencia del Amor en todas sus variantes y con ello a revelar interioridades de la sociedad ateniense analizada por Platón; El Banquete de Adonis Ferro no solo se inspira en aquel y es su versión al contener algunos de sus elementos más significativos: la música, la creatividad (creación de instrumentos únicos, originarios, diríase fundacionales), la referencia a un círculo casi cerrado, sectario (presentes también en La Espina del Diablo), sino que —en ambas— se remonta por oposición, al origen mismo del teatro, el rito y las fiestas Dionisíacas como representaciones proto-teatrales, con lo cual ratifica su orientación post-dramá-tica y su singularidad dentro de una vertiente artística no canónica.

Como en antiguos banquetes atenienses, El Banquete de Ferro invita o integra a un conglomerado de artífices de diferentes disciplinas: escritores, escenógrafos, actores, cantantes líricos, luthiers, concertistas, diseñadores, fotógrafos, etc; de igual modo que, en su época, Apolodoro, Agatón, Alcibíades, Aristófanes, Fedro, Sócrates, protagonizaron aquellos encuentros intelectivos y or-giásticos junto a saltimbanquis, flautistas, esclavos, guerreros, amantes de todo tipo y hasta mujeres pitonisas y sacerdotisas. Si bien se exalta el valor de la inteligencia y la virtud ciudadanas concentradas en un elegido grupo, también el de la tolerancia ante la diversidad, el del equilibrio entre los placeres y el deseo, entre el corazón y la razón, entre el poder y la subordinación.

Este coro de voces, escuchándose los unos a los otros en sus diferencias, recelos y admiraciones mutuas, conformaron un tipo de colectividad, un tipo de ordenamiento de ciudades y comunidades, que como en los sofismas sobre el Amor, inten-taban corresponderse con una idea universal del Bien y la Belleza, que descansaba en el reconocimiento de los contrarios, aunque ya se sabe cuan distantes estaban los unos de los otros. En este sentido los “Des-conciertos” devienen igualmente modelos sensoriales y procedimientos expresivos orientados a legitimar su propia investigación sobre la convergencia y transversalidad de los medios y la posibilidad de dialogar acerca de una problemática interrogándola desde perspectivas que pueden al mismo tiempo enriquecerla y cuestionarla.