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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO
DECANATO EXPERIMENTAL DE HUMANIDADES Y ARTES
PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
Factores protectores y estilos de vida saludable en pacientes con
riesgo cardiovascular: un análisis de ruta.
Trabajo de Investigación presentado por:
Jesus M. GUERRERO ALCEDO
Y
Johanna G. SÁNCHEZ ANGULO
Tutor:
Víctor M. LÓPEZ GUERRA
Barquisimeto, Julio 2012
UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO
DECANATO EXPERIMENTAL DE HUMANIDADES Y ARTES
PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA
Factores protectores y estilos de vida saludable en pacientes con
riesgo cardiovascular: un análisis de ruta.
Trabajo de Investigación presentado por:
Jesus M. GUERRERO ALCEDO
Y
Johanna G. SÁNCHEZ ANGULO
Al programa de Psicología como un requisito parcial para obtener el título de Licenciado en
Psicología
Tutor:
Víctor M. LÓPEZ GUERRA
Barquisimeto, Julio 2012
ii
Dedicatorias
A mi padre, quien a pesar de su ausencia
física, su calor y amor me acompañó en
cada momento.
A mi madre por ser mi armonía presente,
quien a través de su amor puro me
obsequia la paz incondicional.
Johanna Sánchez.
A mis padres por apoyarme en cada paso
que di.
A mis hermanos por estar siempre pendiente
de mí.
Jesus Guerrero.
iii
Agradecimientos
A nuestro tutor Víctor López, por habernos encaminado en nuestro trabajo hasta el final.
A la Dra. María Gómez, quien con su interés aportó un grano de arena clave para realizar el
trabajo.
Al Dr. Gustavo Peña, quien con sus conocimientos nos ayudó a orientarnos en el camino.
Al Profesor Javier Martínez, por haber dedicado tiempo en observaciones fundamentales.
Al Centro de Cardiología de la Región Centroccidental (ASCARDIO), por habernos
permitido llevar a cabo nuestra investigación.
Finalmente, a nuestros compañeros Analy Marín y Juan Elías Mubayed, por compartir sus
conocimientos.
iv
ÍNDICE DE CONTENIDO
Pág.
DEDICATORIAS……………………………………………………………………….
AGRADECIMIENTOS………………………………………………………………….
ÍNDICE DE CONTENIDO ……………………………………………………………..
ÍNDICE DE TABLAS…………………………………………………………………...
ÍNDICE GRÁFICOS…………………………………………………………………….
ÍNDICE DE ANEXOS…………………………………………………………………..
RESUMEN………………………………………………………………………………
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………
MARCO TEÓRICO……………………………………………………………..………
Enfermedades cardiovasculares…………………….……………………………...........
Qué son las enfermedades cardiovasculares……………………………..…..............
Trastornos que afectan el corazón y los vasos sanguíneos…………………..…........
Enfermedad coronaria……………………………………………….………….
Enfermedad cerebrovascular………………………………………….…...........
ECV como fenómeno multicausal……………………………………………..……......
Enfermedad………………………………………………………………..…….
Salud…………………………………………………………………..…………
Enfoque biopsicosocial……………………………………………………..…………...
Psicología de la salud……………………………………………………..……………..
Factores asociados a la salud cardiovascular……………………………..……………..
Factores no modificables…………………………………………………..…………
Edad………………………………………………………………..……………
Sexo………………………………………………………………….…………..
Nivel socioeconómico…………………………………………………………...
Factores modificables…………………………………………………….…………..
Hipertensión arterial…………………………………………………………….
Factores modificables y estilos de vida saludable…………..….………………
Psicología Positiva, factores protectores y salud………………………….…………
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v
Resiliencia………………..…………………………………….…………………
Autoeficacia Generalizada……………...…………………………..……………
Apoyo social percibido………………………………………..………………….
MÉTODO……………………………………………………………………..…….......
Problema……………………………………………………………………………..
Hipótesis……………………………………………………………………………..
Definición de Variables……………………………………………………….……...
Variables endógenas………………………………………………………………
Estilo de vida saludable……………………………………………………….
Resiliencia…………………………………………………………………….
Autoeficacia generalizada…………………………………………………….
Apoyo social percibido……………………………………………………….
Variables exógenas……………………………………………………………….
Edad…………………………………………………………………………..
Sexo…………………………………………………………………………...
Nivel socioeconómico………………………………………………………...
Variables a controlar....……………………………………………………………
Tipo de investigación………………………………………………………………...
Diseño de la investigación……………………………………………………………
Participantes………………………………………………………………………....
Instrumentos……….…………………………………………………………………
Procedimiento………………………………………………………………………..
Ética en la investigación……………………………………………………………...
RESULTADOS……………………….…………………………………………….......
DISCUSIÓN………………………….…………………………………………………
CONCLUSIONES………………………………………………………………………
LIMITACIONES Y RECOMENDACIONES………………………………………….
REFERENCIAS…………………………………………………………………………
ANEXOS………………………………………………………………………..………
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ÍNDICE DE TABLAS
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Tabla 1: Operacionalización de la escala de estilo de vida saludable………………….
Tabla 2: Operacionalización de la escala de Resiliencia (RS)…………………………
Tabla 3: Operacionalización de la escala de Apoyo Social Percibido…………………
Tabla 4: Alpha de Cronbach de la escala de apoyo social percibo……………………..
Tabla 5: Alpha de Cronbach de la escala de autoeficacia generalizada………………..
Tabla 6: Alpha de Cronbach de la escala de resiliencia………………………………...
Tabla 7: Alpha de Cronbach de la escala de estilo de vida saludable………………….
Tabla 8: Estadísticos descriptivos de todas las variables implicadas en el modelo…….
Tabla 9: Diagnóstico de Colinealidad y autocorrelación……………………………….
Tabla 10: Coeficientes de regresión de la variable estilo de vida saludable……………
Tabla 11: Coeficientes de regresión del estilo de vida saludable con el apoyo social
percibido……..…………………………………………………………………………
Tabla 12: Relaciones entre la autoeficacia, el nivel socioeconómico y el estilo de vida
saludable ………………………………………………………………………………..
Tabla13: Coeficientes de regresión de la variable resiliencia…………………………..
Tabla 14: Coeficientes de regresión de la variable autoeficacia generalizada…………
Tabla 15: Coeficientes de regresión de la variable apoyo social percibido……………
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ÍNDICE DE GRÁFICOS
Pág.
Gráfico 1: Determinantes de la salud…………………………………………………
Gráfico 2: Modelo estructural propuesto…………………………..…………………
Gráfico 3: Histograma del estilo de vida saludable………………………………….
Gráfico 4: Histograma de la resiliencia……………………………………………….
Gráfico 5: Histograma de la autoeficacia generalizada……………………………….
Gráfico 6: Histograma del apoyo social percibido……………………………………
Gráfico 7: Histograma de la edad……………………………………………………..
Gráfico 8: Histograma del nivel socioeconómico…………………………………….
Gráfico 9: Diagrama de ruta obtenido…………………………………………………
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LISTA DE ANEXOS
Pág.
Anexo A: Escala de Apoyo social Percibido ………………………………..…………… 94
Anexo B: Escala De Graffar………………………………………………….………….. 96
Anexo C: Escala de Estilo de vida saludable………………………………….………… 97
Anexo D: Escala de Resiliencia………………………………………………………… 101
Anexo E: Escala de Autoeficacia Generalizada…………………………………………. 102
Anexo F: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de apoyos social
percibido ………………………………………………………………………………… 103
Anexo G: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de autoeficacia
generalizada……………………………………………………………………………… 107
Anexo H: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de resiliencia… 110
Anexo I: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de estilo de vida
Saludable………………………………………………………………………………… 113
RESUMEN
El objetivo de la presente investigación fue verificar la influencia de los factores
individuales como edad, sexo, nivel socioeconómico y factores protectores como la
resiliencia, autoeficacia generalizada y el apoyo social percibido, en los estilos de vida
saludable, en personas con riesgo cardiovascular, además de sus posibles interacciones.
Para ello, se aplicaron las escalas de Graffar, resiliencia, autoeficacia generalizada,
apoyo social percibido y estilo de vida saludable, en una muestra de 290 personas,
compuesta por 140 hombres y 150 mujeres, con edades comprendidas entre 35 y 65 años
que asisten como pacientes a ASCARDIO. A través de un análisis de ruta, se obtuvo que
las variables con mayor predicción sobre el estilo de vida saludable fueron el apoyo
social percibido (β= 0,272; p =0,000), específicamente el apoyo de amigos (β=0,308;
p=0,000), y la resiliencia (β= 0,166; p=0,010). Así mismo, se encontró que la
autoeficacia influye significativamente sobre la resiliencia (β= 0,499; p=0,000), y el
apoyo social percibido es un predictor significativo para la autoeficacia (β= 0,23;
p=0,000). En conclusión, los resultados de la presente investigación confirman, de forma
parcial el modelo propuesto, encontrándose que el estilo de vida saludable se puede
predecir en gran medida por variables de contenido psicológico, de forma directa e
indirecta. Además, la importancia de cada influencia de las variables predictoras, sobre
el estilo de vida saludable, puede verse diferenciada dependiendo de la dimensión
específica de la variable predicha y el número de variables que se relacionen en
conjunto, permitiendo verificar entonces la multicausalidad de la conducta, lo cual
brinda un aporte significativo para las intervenciones en el área.
10
Introducción
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) constituyen uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo, ya que representan la primera causa de muerte, iniciándose en países industrializados hasta extenderse a los países en vías de desarrollo (Díaz, Muñóz y Sierra, 2007; Pelegrín, García y Garcés, 2009). Venezuela no escapa de esta realidad, según las estadísticas del año 2006, las enfermedades del corazón ocuparon 25 % de la mortalidad para ese año, y en conjunto con las enfermedades cerebrovasculares representan más de 34 % del total de las causas de muertes del país (Blanco, 2011).
Diversos son los factores asociados a esta enfermedad, clasificados en no modificables tales como edad, sexo y nivel socioeconómico; y modificables como hipertensión arterial (HTA), diabetes mellitus (DM), sedentarismo, hipercolesterolemia y baja resiliencia; entre otros (Díaz, et al. 2007; Hernández y García, 2007; O’Donnell y Elosua, 2008; Vegas, Guimará y Vegas, 2011). Siendo la HTA unas de las principales causas de la ECV (Medrano, Cerrato, Boix y Delgado, 2005).
Actualmente se acepta que estos factores asociados al desarrollo de la ECV se encuentran relacionados a estilos o patrones de vida, los cuales determinan el proceso salud-enfermedad (Cerecero, Hernández, Aguirre, Valdés y Huitrón, 2009; Vives, 2007). Al respecto, Peña (2011) señala, que los estilos de vida o conductas conducen a la muerte debido a que las principales causas se relacionan con elementos comportamentales. Por lo que las ECV se pueden representar dentro de este contexto.
Sin embargo, durante mucho tiempo el interés en Psicología se ha centrado en el estudio y la intervención de esta patología, y la modificación de estos estilos de vida o conductas relacionadas a las ECV, se ha direccionado principalmente bajo un enfoque de disminución del riesgo, dirigido a evitar la enfermedad, y no a preservar la salud (Blanco, 2011).
A pesar de este énfasis patológico, el enfoque ha dado un giro desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha orientado hacia una perspectiva bienestarista (Vázquez, Hervás, Rahona y Gómez, 2009), pero a pesar de que esta propuesta hacia el bienestar ha permanecido por más de 50 años, en la actualidad su práctica es mínima (Blanco, 2011).
Es la Psicología Positiva, por iniciativa de Martin Seligman en 1998, que rescata y redirige un enfoque promotor de la salud, encaminado hacia el desarrollo de potencialidades de los seres humanos (Muñoz y Gaslonde, 2010). Esta visión permite
11
incorporar los factores positivos, aportando una nueva pauta a la investigación, de manera que favorece el alcance de un mayor desarrollo psicológico y social, constituyendo una estrategia para el fomento de estilos de vida saludable (Vázquez, et al. 2009). Por lo que no sólo son indispensables los aportes de la disminución del riesgo, sino además, de la potenciación de los recursos de protección de la salud.
Al igual que existen investigaciones que reportan factores de riesgo o patrones de vida asociados a las ECV, también se han reportado elementos protectores psicológicos que contribuyen a la maximización de estos estilos de vida, resguardando y promoviendo la salud (Blanco, 2011).
Dentro de estos factores promotores de conductas saludables, se encuentra la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, la Autoeficacia generalizada, el Apoyo social percibido, y por último la Resiliencia, como una integración de varios elementos (Olivari y Urra, 2007; Vegas y González, 2009; Ríos, Sánchez y Godoy, 2010). Estas variables positivas han cambiado la forma como se percibe la salud del ser humano, pasando de un modelo de riesgo basado en la carencia, a un modelo de promoción dirigido a las fortalezas, incrementando el nivel de bienestar; por lo que sería un gran aporte a la hora de promover factores de protección cardiovascular, aunque existan variables de riesgo como la HTA (Acosta y Sánchez, 2009).
A pesar de este enfoque esperanzador, los esfuerzos siguen dirigiéndose a la disminución del riesgo (Vásquez, et al. 2009), y la ECV sigue siendo la principal causa de muerte (O’ Donnell, et al. 2008); además, el direccionar las investigaciones sólo al riesgo, trae como consecuencia un vacío en los factores potenciadores de la salud. Sin embargo, considerar estos elementos positivos aislados tampoco sería suficiente; es necesario delimitar la conducta saludable como el resultado de múltiples variables individuales y sociales (Laham, 2008). Desde esta perspectiva, el modelo de ruta permite observar la interacción o la relación entre diversas variables, hasta llegar a la ejecución de la conducta (Angelucci, 2007), por lo que sería factible destacar este método interaccionista en el contexto de los estilos de vida saludable, lo que admitiría no sólo la visión integral del fenómeno, sino la verificación del modelo.
Partiendo de lo anterior, esta investigación se plantea como objetivo verificar empíricamente a través de un modelo de ruta, la influencia de los factores individuales como edad, sexo, nivel socioeconómico y factores protectores como la resiliencia, autoeficacia generalizada y el apoyo social percibido, en los estilos de vida saludable en personas con riesgo cardiovascular. Además, de establecer las posibles relaciones directas e indirectas entre estas variables.
12
Marco teórico El presente capítulo se encuentra estructurado en tres partes. En primer lugar, se
conceptualiza ampliamente las enfermedades cardiovasculares, enmarcando su
definición, los trastornos que comprende, la diferenciación de los términos dentro del
proceso salud/enfermedad, el impacto multicausal que engloba la enfermedad
cardiovascular, y el área de la Psicología que enfatiza su estudio, como lo es la
Psicología de la Salud.
En segundo lugar, se describen los factores asociados a la salud cardiovascular,
clasificados en no modificables o inherentes, tales como la edad, el sexo y el nivel
socioeconómico, además de los modificables como la hipertensión arterial (HTA).
Asimismo, se detalla cómo este factor modificable se relaciona a estilos de vida
saludable o comportamientos específicos.
Y por último, se encuentra la relación entre los estilos de vida saludable y la función
moduladora, que ejercen los elementos psicológicos protectores como lo son la
Resiliencia, la Autoeficacia Generalizada y el Apoyo social percibido, además de la
influencia de estos factores sobre la salud cardiovascular; y las variables
sociodemográficas que la modulan, tales como la edad, sexo y nivel socioeconomico
observando finalmente la interacción de las variables psicológicas protectoras y la
influencia que ejercen entre sí.
Enfermedades cardiovasculares Las enfermedades se evalúan de diferentes formas, lo cual varía en función de esa
evaluación, de tal forma que puede ser orientada por el sufrimiento que causa en la
familia como al que lo padece, la disponibilidad de atención humana y los materiales
que requieren, además del número de muertes que ocasionan (O’ Donnell, et al. 2008).
No hay duda, de la importancia que hoy en día tienen las enfermedades
cardiovasculares (ECV), las cuales evaluadas desde prácticamente cualquiera de los
puntos de vista anteriores, ocupan una posición importante, por lo que requiere una
atención primordial.
13
De acuerdo a Díaz, et al. (2007) Éstas constituyen uno de los principales problemas de salud pública en el mundo, personificando la primera causa de defunción al ocasionar 17 millones de muertes al año. Esto la hace responsable de 32 millones de pérdidas humanas tanto por eventos coronarios como por accidentes cerebro-vasculares, abarcando el 40-70 % de las veces, pérdidas fatales en países desarrollados. Sin embargo, se calcula que este problema es mucho mayor en países en vías de desarrollo (p. 65).
Representando Venezuela un país en vía de desarrollo con estadísticas elevadas de
mortalidad anual ocasionado por este conjunto de enfermedades (Blanco, 2011). Sin
embargo, para comprender en su totalidad la importancia del fenómeno cardiovascular,
es necesario conocer el marco conceptual del mismo.
Qué son las enfermedades cardiovasculares La enfermedad cardiovascular (ECV) se define como el conjunto de trastornos que
afectan el corazón y los vasos sanguíneos; lo cual engloba en primer lugar a la
enfermedad coronaria destacándose la angina de pecho y el infarto agudo de miocardio
(IAM); y en segundo lugar, los trastornos cerebrovasculares (Pelegrín, et al. 2009,
Blanco, 2011).
Trastornos que afectan el corazón y los vasos sanguíneos
Enfermedad coronaria
Esta enfermedad se define como la patología que afecta el funcionamiento adecuado
del corazón, lo cual va desarrollándose silenciosamente, sin que la persona se percate del
suceso, bien sea por el resultado de la ateroesclerosis o formación de placas o depósitos,
lo cual obstruye las arterias, o por la pérdida de la elasticidad de las arterias, conocida
como la arterioesclerosis, impidiendo, en ambos casos, el flujo sanguíneo de forma
funcional (Brannon y Feist, 2001).
Como resultado de la restricción de este suministro de sangre al corazón, puede
presentarse la angina de pecho, definida como un trastorno que comprende síntomas de
dolor intenso en el área precordial, con dificultad para la respiración, debido a la
limitación de oxígeno, lo cual se identifica como un signo de obstrucción parcial de las
arterias (Sánchez, Moreno, Marín y García, 2009).
14
Sin embargo, una obstrucción completa de cualquiera de las arterias coronarias,
bloquea el flujo sanguíneo, por lo tanto, se bloquea el suministro de oxígeno al corazón,
produciéndose la muerte del tejido coronario, lo que se conoce como Infarto Agudo de
Miocardio (IAM), manifestándose significativamente en trastornos coronarios, y se
exterioriza cuando se produce necrosis o la degeneración del tejido por la muerte de sus
células en el músculo cardiaco, como consecuencia de una obstrucción severa (Aguilar y
Garabito, 2008).
Sin embargo, estos trastornos no sólo incluyen al corazón; además, pueden afectar
las arterias que irrigan la cabeza y el cuello, limitando el flujo sanguíneo al cerebro, por
lo que, los trastornos cerebrovasculares son el segundo conjunto que engloba este
fenómeno (Brannon, et al. 2001).
Enfermedad cerebrovascular
Las enfermedades cerebrovasculares integran un conjunto de enfermedades que
“afectan el encéfalo, como resultado de un proceso patológico de los vasos sanguíneos.
Incluyen lesión de la pared vascular, obstrucción por trombos, ruptura de vasos,
alteración de la permeabilidad de la pared vascular y el incremento de la de la sangre”
(Fernández y Buergos, 2000, p. 22).
De esta manera, al desprenderse placas o compuestos por el torrente sanguíneo, en
cualquier momento se restringe el flujo de sangre en el área del cerebro, por lo que una
partícula pequeña puede bloquear por completo un vaso capilar, provocando la muerte
del tejido cerebral en un lapso de tres a cinco minutos, produciendo así un accidente
cerebrovascular (ACV) (Brannon, et al. (2001).
En algunas situaciones las obstrucciones se producen por exceso de plaquetas,
formando coágulos que se alojan en las arterias, lo que impide el paso del flujo de
sangre, conociéndose esto como una trombosis (Blanco, 2011).
Estos trastornos que engloban las enfermedades cardiovasculares, bien sea del
corazón o cerebrovasculares, anteriormente se veían como un fenómeno unicausal,
determinado por factores biomédicos. Sin embargo, a partir del cambio del concepto de
salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad la etiología se
aborda como algo multifactorial.
15
ECV como un fenómeno multicausal
Enfermedad
Hacer referencia sobre el término enfermedad, o el objeto concreto y real sobre el
cual se intenta realizar un constructo que lo detalle, describa y entienda, se hace
relevante dado que el fenómeno de enfermar, únicamente se puede dar en sujetos
concretos (Peña y Paco, 2003).
Por tanto, además de esclarecer el objeto concreto a quien se describe, al hablar de
enfermedad también se deben diferenciar tres términos: La patología (disease), el padecimiento (illness) y la enfermedad (sickness), la patología hace referencia a la mala funcionalidad de procesos biológicos y psicológicos, la cual designa las anormalidades funcionales o estructurales de base orgánica; la enfermedad se relaciona con las dimensiones sociales de la persona, en donde se insertan los procesos de la patología y a sus paradigmas ideológicos, sociopolíticos y económicos y; el padecimiento que incluye procesos de atención, percepción, respuestas afectivas, cognición y valoración directa ante la enfermedad y sus manifestaciones (Vergara, 2007, p. 43).
Esta dimensión cultural de la enfermedad, ha llevado a conceder un rol social
caracterizado por la incapacidad para desempeñar sus funciones normales, se le ha
adjudicado la connotación de “desviado social” aceptado por la medicina, que no
presenta oportunidad para responsabilizarse ni recuperarse, además de exigírsele
recuperación ante la situación (Peña, 2011).
La noción de enfermedad ha variado a través de los años. En comienzo la mayoría
de las explicaciones proceden de virtudes mítico-religiosas y eran los dioses quienes
curaban a través de hechizos, siendo los espíritus los responsables de las enfermedades.
Sin embargo, al pasar el tiempo, esta concepción ha cambiado hacia una perspectiva
biológica, siendo la pérdida de esta función la responsable del proceso de enfermedad
(Guerrero y León, 2008).
A pesar del cambio de una perspectiva mítica a un foco biológico, el interés se había
centrado en las manifestaciones del trastorno antes que en la propia capacidad del
individuo para controlar la expresión de la enfermedad, y es cuando a finales del siglo
XIX y comienzos del XX, se dirige la atención a observar un desplazamiento de la
concepción de la salud como un hecho ligado a condiciones multicausales, lo cual
permite ampliar el espectro hacia un paradigma sociobiológico, y es cuando por
iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en respuesta a este cambio de
foco, surge la necesidad de dar una nueva definición de salud (Vergara, 2007).
16
Salud
Aun cuando el panorama biológico se ha focalizado tradicionalmente en el síntoma
y la enfermedad, el concepto de salud ha cambiado paulatinamente hacia una noción
cada vez más amplia, que incluye aspectos del funcionamiento óptimo personal y no
únicamente la ausencia de enfermedad (Vásquez, et al. 2009). Así, “en las últimas
décadas hemos asistido a un giro en la conceptualización de salud, considerándose a la
misma como algo que hay que desarrollar y no como algo que hay que conservar”
(Becoña, Vásquez y Oblitas, 2004, p. 2).
De acuerdo con la OMS (1946), la salud se define como “un estado de completo
bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad o minusvalía”,
como hasta ese momento lo venía considerando el enfoque biologicista. Esto deja el
campo abierto en todos los ámbitos concernientes a la salud, pues hace hincapié a la
salud mental y física, así como la importancia de la calidad de las relaciones
interpersonales (García, Piqueras, Rivero, Ramos y Oblitas, 2008, p. 72).
Sin embargo, pensar que la definición de la OMS resuelve el problema del foco
unidireccional resulta utópico, puesto que el completo bienestar “es imposible al menos
en esta vida, además de retórica por no servir para planificar un programa de salud, y por
último es medicalizante, ya que todo lo que no sea un completo bienestar, pertenece al
ámbito medico” (Almirón, 2008, p. 57).
A pesar de las críticas, los autores han tomado esta nueva visión, por tanto, a partir
de este momento como base se tomará a la enfermedad como la dimensión social en
donde se insertan los procesos de la patología y los paradigmas ideológicos,
individuales, sociopolíticos y económicos, además de ver la salud como un fenómeno
multicausal, las dos dentro de un continuo. Este punto de vista, plantea una nueva
perspectiva multifactorial en la salud, lo que desplaza los determinantes simplemente
biológicos, por los biopsicosociales.
Enfoque Biopsicosocial de la salud y enfermedad
En la actualidad existe apoyo teórico sobre la necesidad de una nueva perspectiva si
se quiere progresar en la comprensión y control del proceso salud/enfermedad. Esto
plantea el modelo biopsicosocial, indicando la importancia de considerar los factores
17
psicológicos, sociales y culturales, junto a los biológicos como determinantes de la
enfermedad y su tratamiento, enfatizando la multicausalidad en el fenómeno (Oblitas,
2008).
Al respecto, Dahlgren y Whitehead (1991) como muestra de la diversidad de
factores asociados a la salud y enfermedad, detallan el modelo conocido como la cebolla
de los determinantes de la salud, lo cual se puede observar en el gráfico 1, donde se
representan factores biológicos, hereditarios y etarios; de la comunidad y de la sociedad,
además de aspectos culturales, laborales y socioeconómicos (Peña, 2011).
Sin embargo, esta concepción bienestarista de la OMS, aún no queda clara, es decir,
esta definición pretende polarizar a la enfermedad en el extremo opuesto o
“completamente” insano, desestabilizado en el plano psicológico, social y biológico, sin
existir matices o grados de bienestar o malestar.
A pesar de lo utópico que resulta el concepto de salud, se deja clara la participación
activa de la psicología dentro del proceso salud-enfermedad. Sin embargo, las
expresiones en Psicología y particularmente en las ciencias de la salud, han sido por
mucho tiempo materia de debate y limitante en la práctica profesional, producto de un
polifacético campo de conocimientos, generando ambigüedad en la terminología
utilizada (Almirón, 2008). A diferencia de otras disciplinas, esta ambigüedad se origina
al tomar palabras de uso común como vocabulario técnico, constituyendo un error
conceptual (Ribes, 2009).
Gráfico 1: Determinantes de la salud (Dahlgren y Whitehead, 1991). Este modelo es una representación de los diferentes niveles que interactúan e inciden sobre la salud, comenzando por el individuo, su estilo de vida, redes sociales y factores socioeconómicos; solapados unos entre otros.
18
De esta manera, es posible ver cómo específicamente “el análisis de las categorías
utilizadas por las ciencias del hombre para definir conceptos como salud y enfermedad,
normal y patológico” no escapa de la imprecisión, puesto que los criterios se encuentran
modulados por el desarrollo polémico entre el conocimiento científico y
conceptualizaciones sociales comunes (Almirón, 2008, p. 56).
Así pues, considerando esta aclaratoria sobre la dificultad para delimitar con
precisión estos términos, y el establecimiento de los organismos vivos a los que se
refiere, se puede intentar establecer e interpretar el proceso salud/enfermedad a partir de
la conceptualización más utilizada por los teóricos.
En vista de ello, Peña (2011) aclara en primera instancia que: La noción de salud se aplica a: [1] sistemas vivos (no a máquinas o entidades formales), de un modo más específico, [2] a individuos (no a sus partes o elementos funcionales), [3] con capacidad de auto-reconocimiento (no a quienes carecen de la posibilidad de conciencia). Por su parte, la enfermedad corresponde a: [1] sistemas vivos (no a máquinas o a entidades formales); específicamente a individuos o a sus partes o elementos funcionales. (p. 7)
En base a la necesidad de un cambio, se ha visto la importancia de trabajos de
equipos multiprofesionales, así como una marcada participación cada vez mayor de la
Psicología dentro del ámbito de la prevención y el tratamiento en la salud, por lo que
surge en 1978 la división 38 de la Asociación Americana de Psicología (APA),
denominada Psicología de la salud (García, et al. 2008).
Psicología de la Salud
Es evidente entonces, la necesidad perenne que se percibe en la población, inmersa
en un proceso de encontrar nuevos modos, pero en esta oportunidad pluralizados, que
soporten intervenciones efectivas ante los cambios en la actualidad, siendo el campo de
la salud un área necesitada por este ajuste, y es en este punto que la Psicología de la
Salud nace a finales de los años 70 en pro del desafío de un nuevo paradigma (Werner,
Pelicioni y Chiattone, 2002).
La Psicología de la salud se conceptualiza como “el campo de especialización de la
Psicología que aplica sus principios, técnicas y conocimientos científicos a la
evaluación, diagnóstico, prevención, explicación, tratamiento y/o modificación de
trastornos físicos o mentales o cualquier otro comportamiento relevante para el proceso
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salud/enfermedad” (Oblitas, 2008, p.22). Este campo, se ha abocado a nuevos esquemas
tales como la promoción de estilos de vida saludable, la prevención de enfermedades a
través de modificación de hábitos no saludables, tratamiento a enfermedades específicas
con un trabajo interdisciplinario, y a la evaluación y mejora del sistema sanitario
(Oblitas, 2008).
Estas herramientas psicológicas se aplican en áreas de la salud como la Psico-
oncología que se ocupa del paciente oncológico; Dolor crónico dividida en experiencia
sensorial, afectiva y cognitiva, Trastornos del sueño como el insomnio, Asma bronquial,
Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), Diabetes Mellitus (DM), Fibromialgia,
Síndrome del intestino irritable o dolor abdominal, además de trastornos
cardiovasculares o al ámbito de la Psicocardiología (García, et al. 2008). Sin embargo,
esta investigación dirigirá su atención específicamente a esta última área.
Así, se define la Psicocardiología como el área de la Psicología de la Salud, que
aplica sus herramientas a la prevención, evaluación y tratamiento de las ECV, dedicando
su atención principalmente a detectar y reducir factores de riesgos psicosociales a través
del apoyo psicológico, y la modificación de conductas y estilos de vida (Laham, 2008).
En este contexto, se han estudiado diversos factores de riesgos, descritos como todas
aquellas características bien sea biológicas o hábitos adquiridos, que aumentan la
vulnerabilidad para desarrollar la enfermedad (Acosta, et al. 2009). Estos factores
pueden caracterizarse por tener una relación autónoma y cuantitativa con la patología, la
existencia de un mecanismo causal que explique la asociación, y que la exclusión o
reducción del factor resulta en una regresión del proceso y de sus consecuencias clínicas
(Georgieva, 2007).
Estos factores se han clasificado en dos: No modificables y modificables.
Factores asociados a la salud cardiovascular
Factores no modificables Los factores no modificables son definidos como aquellos factores inherentes que
por sus características propias, ejercen condición propicia para la aparición o no de la
enfermedad, tales como edad, sexo y nivel socioeconómico (Pérez, 2003; Pelegrín, et al.
2009).
20
Edad
La edad es un factor que mantiene una relación directa con el inicio de la
enfermedad, se dice que a mayor edad, mayor es el riesgo de padecer algún tipo de
enfermedad cardiovascular, siendo fundamentalmente crítico a partir de los 35 años y
máximo el riesgo en los 60 años (Santin, 1999; Barrera, Cerón y Ariza, 2000; Bautista,
Vera, Villamil, Silva, Peña y Luna, 2002; Fernández, Díaz y Domínguez, 2003; Pérez,
2003; Segura, Agustí y Parodi, 2006).
La presión arterial, tanto sistólica (PAS) como la diastólica (PAD), se incrementa
asiduamente conforme avanza la edad, manteniéndose en los últimos años de vida. La
edad de inicio es a los 35 años, incrementándose ligeramente hasta las proximidades de
los 45 años, para sufrir una elevación a partir de dicha edad (Santín, 1999).
Aunque el envejecimiento no es causa directa de las patologías cardiovasculares,
estas son más comunes en personas de edad avanzada, puesto que al pasar los años, los
sistemas homeostáticos del organismo van perdiendo sus funciones y se van debilitando
de forma tal, que el organismo es más susceptible de padecer patología cardiovascular
(Georgieva, 2007).
Así como a mayor edad, mayor es la prevalencia de la enfermedad, en las personas
jóvenes los factores que se relacionan con su inicio dependen del sexo, siendo mayor la
protección en las mujeres, consumo de alcohol, tabaquismo, actividad física, entre otros;
mientras que en las personas de edad avanzada tienen mayor prevalencia los niveles de
tensión, colesterol y la diabetes (Sánchez, et al.2009).
Sexo
Además de la edad, según las estadísticas reportadas en los últimos años, indican
que los hombres por debajo de 50 años, tienen una incidencia más elevada de padecer
algún tipo de ECV, que las mujeres de la misma edad. Esto pudiese deberse a la relación
que existe entre los estrógenos sobre los vasos sanguíneos y el sistema cardiovascular en
las mujeres (Santin, 1999; Barrera, et al. 2000; Bautista, et al. 2002; Fernández, et al.
2003; Pérez, 2003; Segura, et al. 2006; Cuevas, 2008).
Sin embargo, otros estudios muestran que las mujeres a partir de 55 años presentan
mayor frecuencia de infarto, insuficiencia cardiaca y muerte cardiovascular (Alfonzo,
21
Bermejo y Segovia, 2006). Por lo que las ECV en las mujeres se asocian con la
menopausia y con el número e intensidad de factores de riesgo que desarrollen
(Georgieva, 2007).
No obstante, para realizar estudios donde esté incluida la variable sexo en el área de
la Psicología es importante diferenciarla en primera instancia del género. Al respecto,
García (2011) las diferencia argumentando que El sexo es una condición biológica con unas características físicas, orgánicas y corporales con las que nacemos, son naturales, y determinan a machos o hembras, es la construcción de origen biológico. Las características del sexo dependen de las células somáticas y de las células germinales o sexuales. Son de carácter universal. A diferencia del género que es una construcción social, son unas características establecidas a través de la historia, la cultura, la tradición, la religión, la sociedad, la educación, que generan ideas y comportamientos preconcebidos, diferencian cómo debe de ser lo masculino u hombre y como debe de ser lo femenino o mujer. No viene establecido en nuestra disposición genética, pero hace que forme parte de nuestra identidad, antes de haber nacido, ya predisponen como se deben de comportar los individuos según el sexo que tengan (p. 9).
Por lo que en esta oportunidad nos referiremos al sexo.
Nivel socioeconómico
Otra de las variables que tienen mayor repercusión en la incidencia de patologías
cardiovasculares es el nivel socioeconómico, definido por Adler y Ostrove (1999) como
la ocupación del individuo, los recursos económicos, el nivel social, y la educación,
considerando el nivel socioeconómico bajo, como el predictor significativo de la salud
cardiovascular, por tanto un nivel más elevado se relaciona a un factor que evita su
inicio, pudiendo referirse a un mejor acceso a los servicios de salud (Williams, Kooner,
Steptoe y Kooner, 2007; Jeemon y Reddy, 2010; Franks, Winters, Tancredi y Fiscella,
2011).
Por su parte, existen investigaciones que muestran una relación directa entre el bajo
nivel socioeconómico y eventos cardiovasculares, debido a que éstos están asociados en
gran medida a hábitos inadecuados, que elevan la frecuencia de factores de riesgo
(Olivan, 2010).
De acuerdo a ello, Rosvall, Engstrom, Berglund y Hegblad (2008), elaboran una
investigación con el objetivo de estimar la incidencia de algunos factores de riesgos tales
como consumo de tabaco, HTA, y la proteína C reactiva, según el estatus
socioeconómicos, sobre la ECV; resultando que las personas con bajo nivel
22
socioeconómico tenían un mayor riesgo de futuras ECV, es decir el ajuste de los factores
de riesgo dependen del nivel socioeconómico relativo (r= 0.6; p<0.05, n= 4268), lo cual
instiga a promover nuevos programas destinados a actuar según estos niveles.
Asimismo, Delpierre, Lauwers, Datta, Berkman y Lang (2009) se interesaron por el
nivel de educación como modulador de factores de riesgo cardiovascular y percepción
de salud. Estos autores llevaron a cabo un estudio donde el objetivo fue evaluar la
relación entre la percepción de salud y factores de riesgos como HTA, hemoglobina
glucosilada y colesterol total, dependiendo del nivel de educación y el sexo, resultando
que a menor nivel de educación en las mujeres, mayor era el riesgo de patología
cardiovascular (F= 4.61, p<0.05), mientras que en los hombres no fue significativo (F=
2.62, p>0.05).
Así Pérez (2003) enfatiza: El incremento del nivel económico conlleva la aplicación de mejores medidas higiénico-sanitarias, nuevas formas de alimentación y cambios en el estilo de vida, con lo que disminuyen, e incluso desaparecen, algunas enfermedades, mientras que aumentan otras relacionadas con la nueva situación (p.12).
En vista de ello, se estima que: en primer lugar, a menor edad, mayor es la salud
cardiovascular, y menor el nivel de riesgo a enfermar; en segundo lugar, la mujer
percibe más su estado de salud, y al mismo tiempo mantiene cuidados más altos respecto
a ella, además de tener más factores fisiológicos que la protegen; y, en tercer lugar, el
estatus socioeconómico se ha relacionado directa e indirectamente como un factor que
protege la salud, de manera que cuanto más altos son los niveles de salario, escolaridad y
ocupación, mejor será la salud cardiovascular (Faleiros y Geraldo, 2007).
Factores modificables Los factores modificables, son definidos como las características que pueden
transformarse con la intervención adecuada, tales como diabetes Mellitus (DM),
obesidad, tabaquismo, consumo de café, consumo de alcohol, sedentarismo,
hipercolesterolemia, patrón de conducta tipo A, emociones negativas, apoyo social
deficiente, ansiedad, depresión, estrés, baja resiliencia, Proteína C-Reactiva (Díaz, et al.
2007; Hernández y García, 2007; O’Donnell, et al. 2008; Vegas, et al. Vegas, 2011,
Blanco, 2011), apnea de sueño (Romero, 2010), e hipertensión arterial (HTA) (Ferrera,
23
Moine y Yañez, 2010). Sin embargo, para efecto de esta investigación se trabajará en
base al principal factor de riesgo como es la HTA.
Hipertensión arterial (HTA)
Al respecto, Medrano, et al. (2005) realizaron un estudio de metaanálisis en España,
donde incluyeron 48 reportes transversales comprendidos entre los años 1990-2003
sobre estos factores, encontrando tres principales riesgos: HTA (66.7 %), exceso de peso
(48.3%) y por último el tabaquismo (41.1 %).
Así pues, la HTA definida como la “elevación crónica de la presión sanguínea en las
arterias, bien sea por elevación de la presión sistólica, diastólica o ambas”, caracterizada
por niveles que se encuentren por encima de 120 mmHg la sistólica y 80 mmHg la
diastólica, representa uno de los principales riesgos cardiovasculares (Gaviria, Vinaccia,
Quiseno, Taborda, Ruíz y Francis, 2009, p. 38).
Esta elevación crónica, se clasifica según su etiología: en primaria, en la cual se
desconoce la causa orgánica evidente, aunque se ha indicado que los factores genéticos y
ambientales juegan un papel importante en su desarrollo; y secundaria, o de causa
conocida, resultante de la existencia de otra enfermedad (Aguilar, et al. 2008).
Actualmente se acepta de manera extensa, que este factor modificable se encuentra
modulado por estilos de vida, es decir que el desarrollo y progreso de las ECV
mantienen una relación con los factores de comportamiento.
Factores modificables y estilos de vida saludable
La combinación de dos o más factores de comportamientos, producen un efecto
acumulativo, o incluso sinérgico, que propicia una mayor incidencia de la ECV. La
combinación de una dieta poco saludable, inactividad física y factores como el consumo
de tabaco y alcohol inciden sobre estas enfermedades, “hay estudios que revelan que el
80% de los casos cardiovasculares podrían evitarse si se adoptan estilos de vida
saludables” (Cerecero, et al. 2009, p. 466).
Al respecto, Matarazzo (1984) propone que estilos de vida saludables tales como:
dormir siete u ocho horas cada día, desayunar cada mañana, nunca o rara vez comer
entre comidas, aproximarse al peso conveniente en función de la talla, no fumar, usar
24
moderadamente el alcohol u optar por un comportamiento sobrio y realizar con
regularidad alguna actividad física, contribuye no sólo a prevenir la enfermedad, sino
también a disminuir los costos y obtener beneficios físicos y económicos (Becoña, et al.
2004; Korp, 2008).
De acuerdo con Becoña, et al. (2004): Estos gastos ingentes que acarrean los costos médicos deberían ser un factor más que ayudara a la reflexión y al cambio a un enfoque preventivo, esto es, orientar los esfuerzos a la detección temprana de la enfermedad y a la modificación de conductas y estilos de vida que supongan un riesgo para él (…) Hay evidencia más que suficiente de que es más fácil y menos costoso ayudar a que una persona a que se mantenga saludable, que si hay que curarla de una enfermedad (p. 7).
Para entender la relación entre la ECV y los estilos de vida, es necesario definir esta
última como el “patrón multidimensional de acciones que la persona realiza a lo largo de
su vida y que se proyecta directamente en la salud; refiriéndose así a las pautas
personales de conducta, que pueden influir positiva o negativamente sobre la salud”
(Giraldo, Toro, Macias, Palencia y Palacio, 2010, p. 136).
Sin embargo, a pesar de que el área de la Psicología de la salud se formó con la
finalidad, no sólo de prevenir la enfermedad, sino también de promocionar la salud
(Oblitas, 2008), durante mucho tiempo el interés en Psicología se ha centrado en el
estudio y la intervención de la patología, por lo que la modificación de estos estilos de
vida o conductas relacionadas a las ECV, se ha direccionado bajo un enfoque de
disminución de riesgo, dirigido a evitar la enfermedad, y no a preservar la salud (Blanco,
2011; Acosta et al, 2009). Así, son muchas las investigaciones destinadas a enfocarse en
el riesgo, y a pesar de que este enfoque ha contribuido a conseguir algunos resultados,
no ha logrado modificar su lugar como la primera causa de muerte (O’ Donnell, et al.
2008).
Al respecto, Gorrochotegui, Mendoza, Escudero, Vincens y Romero (2008), en un
estudio realizado en Venezuela, incluyeron 35 pacientes adultos, tras una selección no
aleatorizada, utilizando un examen clínico rutinario y una entrevista estructurada para
constatar la presencia de factores de riesgo modificables y de protección, los hallazgos
mostraron que el 59% tenían sobrepeso. Y los alimentos más consumidos eran frutas (78
%), frituras (68%), pescado (41%), aceite de maíz (61%); las conductas no saludables
eran tabaco (32,4%) y alcohol (3%), además de descubrir factores psicológicos de riesgo
25
como estrés (56%), y la tenencia y cuidado de una mascota como un factor de protección
(78%), en conclusión, se identificaron factores de riesgos y de protección, algunos en
baja proporción y otros en alta.
De esta manera, aunque en el país se realizan estudios tomando en cuenta no sólo
los factores de riesgo sino de protección, los elementos protectores se limitan al cuidado
de una mascota o a elementos de orden alimentario, sin incorporar factores psicológicos.
Así, el desarrollo que ha predominado en la Psicología a lo largo del tiempo, se ha
centrado en la debilidad humana en general, dando lugar al enfoque patogénico, aspecto
que ha incidido en que la Psicología sea identificada como Psicopatología. Debido a esta
aproximación, la Psicología ha desarrollado una estrategia dirigida a las fortalezas y
factores protectores de los seres humanos, aspectos que en la actualidad intenta enfatizar
la Psicología Positiva (Contreras y Esguerra, 2006).
Psicología positiva, factores protectores y salud Este énfasis en la patología, creó un vacío importante en el estudio de los aspectos
positivos del ser humano, y como resultado se ha generado un movimiento en la
Psicología, enmarcado en el modelo salugénico, que conceptualiza el bienestar integrado
tanto por la satisfacción con la vida, como por fortalezas o rasgos positivos,
considerando estas dimensiones como factores promotores de la salud (Garassini y
Zavarce, 2010).
Así es como surge, por iniciativa de Martin Seligman en 1998 la Psicología Positiva
en respuesta a estas carencias, marcando sus inicios formales hacia el desarrollo de las
potencialidades del ser humano, la cual se define como “el estudio científico de las
experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su
desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos,
previendo y reduciendo la incidencia de psicopatología, a la vez que promociona las
potencialidades humanas” (Contreras, et al. 2006, p. 316).
Este enfoque estudia dos dimensiones del ser humano: las emociones positivas, y las
fortalezas tales como el optimismo, la creatividad, la gratitud, la sabiduría y la
resiliencia, causando bienestar en la persona (Oblitas, 2008).
26
En primer lugar, Blanco (2011) define las emociones positivas como “una respuesta
episódica, que inicia con una valoración cognitiva (…), caracterizada por una
experiencia subjetiva placentera y agradable, con expresiones corporales, cambios
fisiológicos, y una respuesta cognitiva que promueve repertorios de pensamientos
amplios, facilitando la adaptación y resolución de dificultades (p. 106).
De esta manera, las emociones positivas tienen un efecto protector sobre la salud
física, argumento que ha contribuido al aumento en las investigaciones de factores
positivos (Smart, Kubzansky, Maselko, Ackerson y Bauer, 2009).
Además de las emociones positivas, en segundo lugar se encuentran las fortalezas,
entendidas como aquellas “características estables que posee la persona, que son
valoradas como positivas y que potencian su bienestar a la par de que actúan como
barrera contra los malestares, tanto mentales como físicos” (Feldman y Rojas, 2010, p.
53).
Cada dimensión postula el bienestar en las personas de diferentes maneras. En
primer lugar, la perspectiva hedónica se basa en la presencia de emociones positivas
como felicidad, amor y alegría, en detrimento de las emociones negativas, tales como
tristeza, rabia, entre otras; y en segundo lugar, se encuentra la representación
eudaimónica la cual propone que se puede vivir de forma plena dando cabida a las
potencialidades humanas tales como optimismo, creatividad, resiliencia, confianza en sí
mismo, entre otras, por lo que la Psicología Positiva se basa tanto en elementos
emocionales positivos, como fortalezas humanas (Vásquez, et al, 2009; Oblitas, 2008).
Este enfoque no sólo engloba a personas con alguna enfermedad física o mental
instaurada, sino precisamente a las personas que aún se encuentran sin ninguna de éstas,
como es el caso de personas en riesgo. De acuerdo con ello, Garassini (2010) expresa: Esta realidad abarca a la población afectada por alguna enfermedad y las potencialidades representan un recurso para su recuperación, no sólo del cuerpo físico, sino también del cuerpo psíquico. Sin embargo, también es importante considerar aquellas personas que, sin padecer enfermedades tienen una enorme capacidad de recuperarse como personas íntegras a través de mecanismos psicológicos que le den una dimensión positiva a las situaciones críticas de la vida. Es este ámbito, el que ha dejado de lado la psicología como disciplina, es decir la promoción y prevención de la salud y el bienestar de las personas (p. 18,19).
En este sentido, se propone la aplicación de un nuevo enfoque de protección y
promoción en Psicología, dirigido a contribuir al estudio de las condiciones y procesos
relacionados con el desarrollo óptimo de los individuos, grupos e instituciones. Sus
27
aportes han dejado una huella en distintos campos de intervención, principalmente en el
área clínica, educativa y finalmente de la salud, promulgando factores de protección
(Contreras, et al. 2006).
Se entiende como factores de protección todas “aquellas características personales o
elementos del ambiente, o la percepción que se tiene sobre ellos, capaces de disminuir
los efectos negativos sobre la salud y el bienestar. Al aumentar estos factores disminuye
la vulnerabilidad y la probabilidad de enfermar” (Hernández, et al. 2007, p. 120-121).
Seligman (1998) propone las emociones positivas como factores de protección, y las
divide en tres categorías: relacionadas al pasado, presente y futuro. Las relacionadas al
pasado incluyen la satisfacción, la alegría, el orgullo y la serenidad. Las vinculadas al
presente incluye los placeres y la satisfacción, y por último las del futuro se refieren al
optimismo, esperanza y confianza (Oblitas, 2008).
Además, estas emociones positivas se ven consolidadas por una variedad de
elementos personales como son las variables cognitivas y sociales, llamadas fortalezas,
entre ellas la creatividad, la perspectiva, la valentía, la perseverancia, el sentido de la
vida, la autoconfianza, apoyo social o apoyo de equipo, y la resiliencia (Feldman, et al.
2010).
Resiliencia De estas fortalezas, la resiliencia intenta dar cuenta de las situaciones de desarrollo
saludable en presencia de factores de riesgo, que surge como un constructo teórico
orientado a la promoción de procesos superadores de las situaciones adversas iniciales.
Los abordajes caracterizados por una perspectiva positiva, pueden evitar la
patologización y cronificación de problemas sociales, ampliando el repertorio de
respuestas posibles como resultado de cada situación (Llobet y Wegsman, 2004).
Este constructo se define por Wagnild y Young (1993) como la característica de la
personalidad que regula los efectos negativos del estrés y promueve adaptación, la cual
se encuentra compuesta por cinco características: una visión equilibrada de la vida, un
sentido de propósito en la vida, la habilidad para luchar a pesar de las dificultades, el
reconocimiento de la vida de cada individuo como única y la creencia en el sí mismo y
sus capacidades (Lundman, Stranberg, Eiseman, Gustafson y Brulin, 2007).
28
Además Grotberg (1995) opina que la resiliencia es la “capacidad del ser humano
para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e, inclusive, ser transformado
por ellas” (Fiorentino, 2008, p.99).
Al respecto, Melillo y Suárez (2001), mencionan ocho pilares como los atributos
que aparecen con frecuencia en los niños y adolescentes considerados resilientes. Ellos
son: 1) Introspección: arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. 2. Independencia: saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento. 3. Capacidad de relacionarse: habilidad para establecer lazos e intimidad con otra gente, para equilibrar la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros. 4. Iniciativa: gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes. 5. Humor: encontrar lo cómico en la propia tragedia. 6. Creatividad: capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. 7. Moralidad: consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y capacidad de comprometerse con valores; este elemento ya es importante desde la infancia, pero sobre todo a partir de los 10 años. 8. Autoestima consistente: base de los demás pilares y fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por parte de un adulto significativo (Prada, 2005, p. 18).
Visto así, pareciera que es estática. Sin embargo, la resiliencia no es una habilidad o
capacidad que se adquiere de una vez y para siempre. Es resultado de un proceso
dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza de la situación, el
contexto y la etapa de la vida, y que puede evidenciarse de diferentes maneras
(Carretero, 2010).
Así Wagnild y Young (1993) proponen evaluar cinco dimensiones de la resiliencia
en adultos, tomando igualmente las fortalezas propuestas por el enfoque positivo, tales
como ecuanimidad, perseverancia, confianza en sí mismo, satisfacción personal y
sentirse bien solo (Salgado, 2005).
En primer lugar, la ecuanimidad o justicia se refiere a “tratar a todas las personas
como iguales, no dejando que los sentimientos personales influyan en decisiones sobre
los otros, dando a todo el mundo las mismas oportunidades” (Feldman, et al. 2010, p.
57).
En segundo lugar, la perseverancia se describe como la capacidad para “terminar lo
que se empieza, persistir en una actividad aunque existan obstáculos. Obtener
satisfacción por las tareas emprendidas y que consiguen finalizarse con éxito” (Feldman,
et al. 2010, p. 56).
29
En tercer lugar, la confianza en sí mismo, es la creencia en sus propias capacidades
(Fiorentino, 2008). En cuarto lugar, la satisfacción personal o sentido de vida se refiere a
la comprensión de que existir tiene un significado, así como la capacidad para evaluar
las propias contribuciones; y por último, en quinto lugar, percibir que la vida es única,
pudiendo enfrentar las situaciones, lo cual da un sentido de libertad y un significado
(Salgado, 2005).
Hay estudios que avalan la relación entre la resiliencia y la salud, considerándolo
como un mecanismo protector saludable.
Resiliencia como factor asociado a la salud
Acosta, et al. (2009) describen los factores de protección que favorecen la resiliencia
en pacientes crónicos terminales en México, a partir de una investigación en donde
llevaron a cabo entrevistas a 213 personas, englobando factores individuales, familiares
y de la comunidad, estos autores concluyeron que la resiliencia contribuye a la mejora de
la salud y que es necesario promoverla en estos pacientes.
Asimismo, Vargas y Villavicencio (2011) aplicaron una encuesta de resiliencia a 10
pacientes con amputación de extremidad inferior debido a diabetes, con el fin de medir
los niveles de resiliencia y así, predecir los recursos con los que podían contar los
pacientes para enfrentar la adversidad, encontrando características resilientes que le
permitirán crecer emocionalmente a partir de la experiencia de la amputación, por lo que
es necesario pensar en el apoyo que necesitan la mayoría de estos pacientes.
Específicamente en la ECV, Costa, Barontini, Forcada, Carrizo y Almada (2010),
determinaron si la baja resiliencia (BR) frente al estrés psicosocial crónico (EPC) se
asocia a HTA y daño de órgano blanco en pacientes ambulatorios libres de tratamiento,
además de comprobar, si esta asociación tiene relación con el patrón de activación
neuro-hormonal. Estos resultados sugieren que individuos con EPC unido a BR tienen
un alto riesgo para el desarrollo de HTA (F= 2.39, p<0.01)
En la comprensión de las personas frente a los problemas de salud, sin duda es
importante identificar las características o factores que puedan promover la resiliencia,
como el optimismo, la autoeficacia o el afrontamiento activo, y el apoyo social,
30
proporcionando recursos que apoyan en general la adaptación positiva (Smith, Dalen,
Wiggins, Tooley, Christopher y Bernard, 2008).
De manera que la resiliencia no es un recurso que se forme de la nada, es promovida
por factores protectores que pueden agruparse en tres grandes categorías: variables
individuales como la autoeficacia, apoyo social del sistema familiar y aquellos
provenientes de la comunidad. Sin embargo, el carácter protector que adquieren estos
factores se los otorga en la interacción que cada uno de ellos tiene con el medio que los
rodea en momentos determinados (Fiorentino, 2008).
En este sentido Prada (2005), destaca los factores protectores que sirven de soporte
en la construcción de la resiliencia: A nivel individual se encuentran: buenas habilidades cognitivas, incluyendo resolución de problemas y habilidades atencionales; buen temperamento en la infancia, que con el tiempo se desarrolla como una personalidad adaptable; una positiva percepción de sí mismo, así como autoeficacia, percepción de apoyo, fe y sentido de la vida; una mirada positiva de la realidad, una buena capacidad de autorregulación emocional y de los impulsos; saber reconocer los propios talentos y que a su vez estos sean reconocidos por la sociedad, y por último un buen sentido del humor (p. 18).
Así pues, se han destacado varios factores que la promueven y entre ellos se
encuentra la autoeficacia generalizada (AEG), como un elemento que además de formar
parte del enfoque resiliente, también es un factor que por sí solo, tiene relación directa
con los estilos de vida saludable y por tanto con la salud.
Autoeficacia generalizada (AEG) La teoría de la autoeficacia es una propuesta basada en un modelo unificador para
explicar el cambio conductual, lo cual interpreta la motivación como una actividad que
se manifiesta de forma espontánea, sin necesidad de minimizarla a una reacción ante un
estimulo especifico. Este término es propuesto por Albert Bandura (1992-1997) quien la
define como un sentimiento de confianza en las propias capacidades para poder manejar
de forma adecuada los distintos estresores vitales (Ríos, Sánchez y Godoy, 2010).
Las creencias de autoeficacia intervienen en el pensar, sentir y actuar. Por lo que si
alguien ha desarrollado la capacidad de superar los retos, pensará que los puede superar,
se sentirá seguro a la hora de emprenderla, su motivación será alta y llevará a cabo las
acciones necesarias para conseguirlo. Así pues, se relaciona directamente con estilos de
31
vida saludable, por lo que es razonable pensar que a mayor expectativas de autoeficacia,
mayor es la posibilidad de afrontar los estresores vitales, y a su vez, permite apreciar un
mejor estado de salud, así como llevar a cabo conductas más saludables, que protejan a
las personas frente a la enfermedad (Olivari, et al. 2007).
Esta teoría contempla dos conceptos, la expectativa de autoeficacia y la expectativa
de resultado. La autoeficacia alude a la creencia de la persona, acerca de poseer o no las
condiciones (habilidades) requeridas para ejecutar una acción, mientras que el resultado
alude a la creencia de la persona de que esa acción conduce a ese resultado. Tanto las
expectativas de autoeficacia como de resultado, intervienen en la habilidad de una
persona para afrontar situaciones de alto riesgo. Dichas expectativas están influenciadas
por creencias sociales y culturales (Melo y Castanheira, 2010).
Al respecto, Melo, et al. (2010) enfatizan que Hay una relación entre autoeficacia y las conductas de salud específicas. Se ha utilizado la percepción de autoeficacia en distintas áreas como las de elección vocacional, comportamiento saludable, funcionamiento físico, consecución de metas, manejo de enfermedades crónicas, uso de drogas, actividad sexual, fumar, realizar ejercicio, bajar de peso, y también la habilidad para recuperarse de los problemas de salud o evitar potenciales riesgos para la salud. Altos niveles de autoeficacia tienen consecuencias beneficiosas para el funcionamiento del individuo y su bienestar (p.658).
Y es en este contexto, que se toma como variable protectora de la salud.
Autoeficacia como factor asociado a la salud
Es evidente entonces que, la AEG es un constructo utilizado en “conductas tan
diversas en distintos dominios de salud como: manejo de enfermedades crónicas, drogas,
actividad sexual, consumo de cigarrillo, realizar ejercicios, pérdida de peso y la
habilidad para recuperarse de los problemas de la salud o para evitar riesgos” (Olivari, et
al. 2007, p. 11).
Al respecto, Villegas, Ferrer, Cianelli, Miner, Campos y Peragallo (2011), evaluaron
la relación entre la autoeficacia y el riesgo de VIH/SIDA en mujeres chilenas en
desventaja social, en una muestra de 496 personas entre 18 y 49 años. Las participantes
respondieron a una escala de conocimientos de conductas de riesgos y autoeficacia
asociada a VIH, compuesta por tres sub escalas; concluyendo que existe una débil
correlación positiva entre el nivel de conocimientos sobre el VIH/SIDA y la intención de
32
reducir conductas de riesgos (r=0.19; p<0.0001) y medianamente con la autoeficacia (r=
0.34; p<0.0001) en mujeres chilenas en desventaja social.
Por su parte, Álvarez y Barra (2010), realizaron un estudio descriptivo-correlacional,
de corte transversal, teniendo como objetivo determinar la relación de la autoeficacia
general y el estrés percibido con la adherencia terapéutica en pacientes en tratamiento
sustitutivo de hemodiálisis, estudiándose 54 pacientes. Esto se llevó a cabo por 4
elementos subjetivos; [1] el reporte de la adherencia global, [2] toma de medicamentos,
[3] bajo consumo de líquidos y [4] aceptación de la dieta, además de elementos objetivos
como la ganancia de peso interdiálisis y de la potasemia. Los resultados mostraron que
la autoeficacia generalizada presenta una relación con la adherencia global
autoinformada (r=0.29, p<0.05) y la adherencia al medicamento (r=0.36; p<0.01), pero
no con los indicadores objetivos del tratamiento: peso (r= -0.04, p<0.05) y la potasemia
(r=0.09; p<0.05). Mientras que el estrés percibido no mostró relación significativa con la
adherencia global (r=-0.05). Por lo que la Autoeficacia y estrés no representaron ningún
factor predictivo de adherencia en cuanto a los factores objetivos de los pacientes.
Al contrario, Ríos, et al. (2010) realizan una investigación, donde su objetivo fue
determinar la relación entre la personalidad resistente y la autoeficacia generalizada con
la percepción de salud, en personal de enfermería de cuidados intensivos y urgencias.
Estos autores utilizaron un estudio retrospectivo de corte transversal empleando como
instrumentos de medidas el cuestionario de salud GHQ-28 de Goldberg, la escala de
autoeficacia generalizada de Baessler y Schwarzer y la sub-escala de la personalidad
resistente (CDPE) de Moreno, quienes ponen de manifiesto que las variables de
autoeficacia y personalidad resistente se encuentran estadísticamente relacionadas con
un sentido positivo de la salud, actuando como factores de protección frente a malestar
psíquico (r=0.435; p<0.001).
Por su parte, Campos y Pérez (2007) evaluaron la relación entre la autoeficacia para
bajar de peso y el conflicto decisional, ambas variables relevantes en el cambio de
conductas y estilos de vida en salud. Utilizaron una muestra de 101 mujeres de nivel
socioeconómico bajo, atendidas en centros de atención en Argentina. Los resultados
indican que existe una relación inversa entre la autoeficacia para realizar ejercicio y el
33
conflicto decisional (r=-0.447; p<0.0001) por lo que a mayor autoeficacia para realizar
ejercicio físico, menor conflicto en la decisión de bajar de peso.
Igualmente, Rueda y Pérez (2004) examinaron el papel que desempeña la
personalidad y los elementos psicosociales, entre ellos la autoeficacia generalizada
(AEG) y la competencia percibida de salud (CPS), sobre el bienestar y el afrontamiento
de los problemas de salud. Los resultados mostraron que los rasgos de personalidad se
conectaron más con la satisfacción (r=0.58; p<0.001), mientras que la AEG (r=0.37,
p<0.001) y CPS (r=0.63; p<0.001) se vincularon a las conductas de prevención y el
bienestar.
Por último, Carpi, González, Zurriaga, Marzo y Buunk (2009), realizan un estudio
donde el objetivo fue analizar si la AEG y la percepción de control (PC) presentan
diferencias significativas en cuanto a la intención y las conductas predictivas de la
enfermedad cardiovascular. La muestra estuvo compuesta por 359 personas. Los datos
muestran que la AEG influye positivamente sobre la intención (r=0.57; p>0.01) y sobre
la conducta preventiva (r=0.32; p>0.01), mientras que la PC influye negativamente sobre
la intención (r=-0.16; p>0.01), pero no sobre la conducta (r=0.05; p>0.01).
Lo anterior muestra que si bien la autoeficacia se revela como una variable que
forma parte de la resiliencia, también se relaciona con el estilo de vida promotor de
salud (Cid, Merino y Stiepovich, 2006; Katch y Mead, 2010).
Sin embargo, la variable de la autoeficacia no se genera de la nada, se ve
influenciada por el apoyo social, la cual modula su desarrollo (Acuña y González, 2010).
De acuerdo con Avendaño y Barra (2008) La auto-eficacia forma parte del auto-concepto y se desarrolla en interacción con el ambiente social y el proceso de individuación, dado que éste permite la adquisición de conocimientos acerca de uno mismo y el mundo externo, el desarrollo de competencias y, por esta vía, la adquisición del sentido de eficacia personal. Los principales recursos de información de eficacia para los niños son la familia, los pares y la escuela. Estos recursos van apareciendo uno tras otro en la vida de un individuo, contribuyendo al desarrollo de un adecuado o inadecuado sentido de auto-eficacia y permitiendo la evolución desde el control externo hasta la autorregulación personal (p. 166).
De esta manera, se observa cómo la resiliencia y la autoeficacia se desarrollan en
interacción con otras variables, por lo que es importante, tomar en cuenta el apoyo social
como uno de los elementos que influye sobre ellas, y por lo tanto sobre el estilo de vida
asociado a la salud.
34
Apoyo social percibido El apoyo social se refiere a la existencia o disponibilidad de personas en quienes se
puede confiar o contar con apoyo en períodos de adversidad, estas personas son
significativas para enfrentar situaciones de dificultades (Vegas y González, 2009).
De acuerdo con Pacheco, Suárez y Angelucci (1998), el apoyo social puede
funcionar como factor protector de la salud, destacando su importancia en la
recuperación más rápida de una enfermedad, reduciendo riesgos asociados a ella, como
son los estilos de vida; existiendo tipos de poyos sociales como el familiar, amistades,
compañeros de estudio y trabajo; influenciada a la vez por la edad y el sexo.
De manera que: Si bien se ha considerado algunos de los papeles que juega el apoyo social con respecto a la salud es indispensable evaluar la influencia que pueden tener otras variables, como las sociodemográficas, al momento de examinar los efectos del apoyo social (…) se han reportado en relación con el género, que las mujeres tienden a percibir más apoyo social que los hombres, en consecuencia disminuye el reporte de síntomas tanto físicos como psicológicos por parte de éstas. Asimismo el apoyo social decrece con la edad. (Pacheco et al. 1998, p. 157)
En este sentido, el apoyo social influye sobre la autoeficacia y la resiliencia, pero a
la vez es influenciado por la edad y el sexo, por lo que a mayor edad menor apoyo
percibido, así como, ser mujer contribuye a la mayor percepción del mismo.
Sin embargo, es necesario diferenciar el apoyo social percibido del recibido,
definiéndose el primero, como la valoración cognitiva y subjetiva de estar rodeado por
personas de confianza, con las que puede contar en momentos de crisis, y el segundo se
precisa como el soporte objetivo o real a disposición para llevar a cabo una conducta de
ayuda bien sea instrumental, emocional o informativa (Vegas, et al. 2009).
Además de la relación entre el apoyo social y el bienestar, se ha encontrado
evidencia de que el apoyo social percibido tiene más impacto en la salud, a diferencia
del apoyo social recibido.
Al respecto, Dunn, Putallaz, Sheppard y Lindstrom (1987) resaltan que el apoyo
social percibido, cumple un papel moderador sobre la salud física, bienestar psicológico
y en las conductas en general. Estos autores destacan la importancia de evaluar tanto las
fuentes de donde proviene el apoyo social, así como, el nivel del mismo que recibe el
35
individuo. Planteando la importancia de las diferencias que se pueden encontrar en
personas de distinto sexo (Vegas, et al. 2009).
Así la influencia del apoyo social en la salud, se caracteriza por intervenir en la
reducción de situaciones estresantes, modulando la presión sanguínea, produciendo
efectos sobre el sistema inmunológico y endocrino de las personas, y promoviendo
conductas saludables tales como, evitar consumir alcohol, drogas, hacer dieta, realizar
ejercicios, entre otros (Pacheco, et al. 1998).
De esta manera, se ha planteado que el apoyo social percibido consiste “en la
información y recursos que ofrecen otras personas del entorno que minimizan la
percepción de amenaza, maximizan la percepción actual de control y facilitan la acción
directa y anticipatoria de los modos de comportamiento” (Vives, 2007, p. 4).
Sin embargo, hasta ahora a pesar de los avances, hay muchas deficiencias en esta
área de estudio, pues existe gran diversidad en la medida de apoyo social y poco
consenso en cómo debería definirse (Matud, Carballeira, López, Marrero e Ibáñez,
2002). Algunos refieren el efecto modulador que tiene sobre el estrés, y otros autores
manifiestan su relación indirecta sobre la salud, a través de otras variables como por
ejemplo la resiliencia (Rondón, 2011).
Pero a pesar de sus limitaciones, no se puede negar su relación directa o indirecta
con la salud. De manera que la presencia de apoyo incondicional de al menos una
persona significativa, además de factores comunitarios como la escuela y vecinos, estos
elementos facilitarían los estilos de vida en la persona, y reforzaría la fortaleza de la
resiliencia, por tanto es importante, además de desarrollar factores internos, afianzar los
apoyos externos de promoción de la resiliencia mediante programas que permitan la
participación social (Fiorentino, 2008).
Apoyo social como factor asociado a la salud
Al respecto, La Rosa, Martín y Bayarre (2007) realizan un estudio descriptivo de
corte transversal, con la finalidad de estudiar los factores psicosociales asociados a la
adherencia terapéutica, incluyendo una muestra de 263 pacientes hipertensos cubanos,
los resultados más relevantes fueron que las creencias que tiene el paciente acerca del
tratamiento como beneficio de la salud (86%), los conocimientos adecuados sobre las
36
características de la enfermedad (85,9%), los afrontamientos al tratamiento con
autoeficacia (93%) y la percepción de suficientes redes de apoyo social (78%), son los
que más se asocian a la adherencia terapéutica, encontrándose que el apoyo social
suficiente tiene un alto significado para la adherencia (81%) en comparación al apoyo
social insuficiente (9,5%).
Asimismo, Marín y Rodríguez (2001), determinaron la asociación entre el apoyo
familiar (AF) y el cumplimiento al tratamiento de la hipertensión arterial (HTA), en 80
pacientes residentes en México. Los resultados aportaron que el grupo control (sin
adherencia al tratamiento), se diferenciaba del grupo que tenían adherencia, dependiendo
de la ingesta de medicamentos, ejercicio y dieta. De manera que las personas con apoyo
social percibido, cumplieron mejor las indicaciones, como mayor ingesta de
medicamentos (92.7%), realizaron más ejercicio (82.3%) y se adhirieron a la dieta
(87.8%), en comparación a las personas con bajo apoyo social (50 %). Resultando que
el apego al tratamiento se vincula significativamente con el apoyo de los familiares.
Por otra parte, si bien se ha considerado el rol que juega el apoyo social vinculado a
los efectos beneficiosos en la salud y el bienestar, es necesario valorar el dominio que
ejercen los factores sociodemográficos sobre esta variable, como son la edad y el sexo,
verificándose que a mayor edad y ser hombre implica percibir menor apoyo social.
Al respecto, Fernández, Almuiña, Alonso y Blanco (2001), realizaron un estudio
exploratorio, con el objetivo de identificar los factores psicosociales más frecuentes en
las personas de la edad adulta avanzada, utilizándose como método para la elección de la
información, la encuesta de factores psicosociales en ancianos. Se identificaron doce
factores psicológicos y la misma cantidad de factores sociales. La mayor frecuencia en
los factores psicológicos fue la necesidad de ser escuchados y la pérdida de apoyo social
según la percepción de las personas en 98 %.
Pacheco, et al. (1988) realizan una investigación donde el sexo influye como un
elemento moderador sobre el apoyo social percibido. Estos autores refieren que las
mujeres perciben mayor apoyo social en comparación que los hombres. Por lo que es un
mecanismo protector para las mujeres.
A pesar de estos hallazgos, la mayoría de las investigaciones presentadas han sido
en enfermedades como DM, VIH/SIDA, o enfermedades crónicas en general, algunas
37
con limitaciones de corte metodológico. De manera que, no sólo se presentan
restricciones acerca del foco al que se ha dirigido principalmente la investigación como
lo es el del riesgo, sino limitación en la calidad de las investigaciones, además de una
mínima atención a los estudios en dirección al área cardiovascular a pesar de estar en los
primeros lugares como causa de mortalidad (Jeemon, et al. 2010).
En relación con la enfermedad cardiovascular, las investigaciones que se han
considerado se basan principalmente en: variables como emociones positivas (Blanco,
2011), AEG y apoyo social, mientras que la resiliencia se ha abordado desde la
perspectiva de carencias, es decir desde la baja resiliencia asociada al riesgo y no como
mecanismo promotor (O’Donnell, et al. 2008; Vásquez, et al. 2009).
En síntesis, si bien se han considerado variables no modificables asociadas a la salud
tales como edad, sexo y nivel socioeconómico; también se han encontrado variables
modificables como la HTA, que pueden ser moduladas por factores protectores
psicológicos tales como la resiliencia, AEG y el apoyo social percibido, a través del
estilo de vida saludable (Laham, 2008), abordándose hasta ahora principalmente desde el
riesgo.
De esta manera, existen cuatro rutas que marcan la influencia directa o indirecta de
estos factores protectores sobre la salud cardiovascular. En primer lugar la edad, el sexo,
el nivel socioeconómico, la resiliencia, la AEG y el apoyo social percibido, se relacionan
con la salud de manera directa o indirecta a través de estilos de vida saludables o
comportamientos asociados a la misma; en segundo lugar, el apoyo social percibido, y la
AEG influyen sobre la resiliencia; en tercer lugar, el apoyo social percibido se relaciona
a la variable de AEG, y, en cuarto lugar, el sexo y la edad se asocian a la percepción de
apoyo social.
Es evidente entonces, que diversos factores, contribuyen a preservar la salud,
incrementando el nivel de bienestar y las conductas favorables. Por lo que serían
primordiales a la hora de prevenir enfermedades en personas con riesgo cardiovascular,
específicamente con HTA, a la vez que permitiría tomar el camino hacia otro enfoque de
la salud y no solamente la disminución de la enfermedad; enfoque positivo al que se
dirige esta investigación.
38
Sin embargo, considerar la unidireccionalidad de las variables tampoco es suficiente; resulta necesario tomar en cuenta los múltiples elementos que proporcionan una conducta saludable (Laham, 2008).
Desde esta perspectiva, el análisis de ruta admite la posibilidad de observar la relación entre diversas variables necesarias para la realización de la conducta saludable (Angelucci, 2007), permitiendo así destacar la multicausalidad de la conducta, facilitando la parsimonia del fenómeno, además de la verificación del modelo propuesto.
Considerando lo anterior, la presente investigación tiene por objetivo verificar
empíricamente a través de un modelo de ruta de qué modo variables personales como la
edad, sexo, nivel socioeconómico, y factores protectores como AEG, Apoyo social
percibido y Resiliencia, se relacionan con los estilos de vida saludable en personas con
riesgo cardiovascular. Además, de establecer las posibles relaciones directas e indirectas
entre estas variables.
39
Método Problema
Al jerarquizarse las ECV como la primera causa de muerte a nivel mundial, y
siendo Venezuela un país que no escapa de la realidad; se enmarca entonces esta
enfermedad como uno de los problemas de salud pública más importantes, digna de
atención sanitaria (Díaz, et al. 2007)
Son muchos los factores asociados a la ECV, en primer lugar los de tipo inherente
o no modificables tales como edad, sexo y nivel socioeconómico (Pelegrín, et al. 2009);
y en segundo lugar como principal factor modificable la hipertensión arterial (HTA),
identificado este último, como un agente de riesgo y de prevención, relacionado a estilos
de vida saludable (Medrano, et al. 2005). Esta relación entre factores modificables y
estilos de vida es aceptada en la actualidad como una representación ineludible
(Cerecero, et al. 2009).
Por este motivo, la aceptación del concepto que vincula los factores modificables
con los estilos de vida saludable, traería consigo una reorientación teórica en el campo
de la salud, enfocándose entonces a factores conductuales. De esta manera, desde el
momento en el que se incorpora la conducta en el ámbito de la salud, la Psicología cobra
vigencia en el área.
Sin embargo, durante mucho tiempo el interés en Psicología sobre este tema se ha
centrado en el estudio de la patología, por lo que la modificación de estos estilos de vida
o conductas relacionadas a las ECV, se ha direccionado bajo un enfoque de disminución
de riesgos, dirigido a evitar la enfermedad, y no a preservar la salud (Blanco, 2011;
Acosta, et al. 2009). Pareciendo que mientras se prevenga la enfermedad, la salud queda
tácita, por lo que resulta necesario reorientar las investigaciones hacia el extremo
positivo de la salud, es decir a los factores de protección de la misma.
Es allí donde, basándose en la Psicología Positiva, se pretende redirigir el enfoque
negativo del riesgo, hacia el interés por las fortalezas humanas (Muñoz, et al. 2010). De
manera que los factores promotores asociados a conductas saludables, como la
autoeficacia generalizada (Ríos, Sánchez y Godoy, 2010), el apoyo social percibido, y la
resiliencia ayuden a promocionar conductas dirigidas a metas (Fiorentino, 2008).
Además de estos factores psicológicos de protección es necesario tomar en cuenta
40
aquellas variables individuales como edad, sexo y nivel socioeconómico que
contribuyen a conservar igualmente la salud.
Al respecto, son pocas las investigaciones orientadas hacia los elementos protectores, y las que han sido consideradas, se han relacionado cada variable en forma aislada, y eso pareciera es insuficiente; por lo que sería necesario delimitar la conducta como un producto multivariado (Laham, 2008). Por lo que el modelo de ruta consentiría observar la relación entre todos los elementos, resultando viable destacar este método interaccionista en el contexto de los estilos de vida saludable, como promotor de la salud cardiovascular.
Sin embargo, la importancia de la presente investigación no sólo reside en el
punto de vista teórico, sino además práctico, donde al tomar acceso a investigaciones
con variables de protección y promoción del ser humano, se logren 3 aportes
importantes: [1] Guiar el camino hacia el extremo olvidado, como lo es la promoción de
la salud y no simplemente la prevención de la enfermedad; [2] Otorgar el lugar al
profesional de la Psicología dentro del área de la salud, como un agente de cambio
positivo; y [3] El diseño e implementación de futuros programas, no sólo de prevención
de la enfermedad, sino además de promoción de la salud.
Así pues, partiendo de la importancia de los factores protectores y su contribución en los estilos de vida saludable como moduladores primordiales, además de la multicausalidad de la conducta, la presente investigación se plantea las siguientes interrogantes ¿Cómo influye la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, la AEG, el apoyo social percibido y la resiliencia, sobre los estilos de vida saludable en personas con riesgo cardiovascular? ¿Cómo es la relación entre estas variables? Por lo que en este sentido, este trabajo asume las hipótesis que se indican de seguido.
Hipótesis Hipótesis general: 1. Las variables personales como la edad, sexo, nivel socioeconómico, y factores
protectores como AEG, Apoyo social percibido y Resiliencia, inciden de manera directa o mediada sobre los estilos de vida saludables en personas con riesgo cardiovascular.
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Hipótesis específicas: 1. Una mayor edad, ser mujer, mayor nivel socioeconómico, alta percepción de apoyo
social, autoeficacia generalizada elevada, resiliencia alta, se asocia a un mayor estilo de vida saludable.
2. Mayor apoyo social percibido y autoeficacia generaliza elevada, se asocian a mayor resiliencia.
3. Mayor apoyo social percibido se asocia a autoeficacia generaliza elevada. 4. Menor edad y ser mujer, se asocian a mayor apoyo social percibido.
Se pretende verificar las relaciones planteadas en el siguiente modelo:
X1=Estilo de vida saludable; X2=Resiliencia; X3=AEG; X4=Apoyo social percibido;
X5=Edad; X6=Sexo; X7=Nivel socioeconómico. d1= error residual 1; d2= error residual
2; d3= error residual 3; d4= error residual 4.
Gráfico 2: Modelo estructural propuesto
Variables Variables endógenas
Estilo de vida saludable:
Definición Conceptual: Conjunto de pautas y hábitos comportamentales cotidianos de
una persona, y patrones de conducta individuales, que demuestran cierta consistencia en
42
el tiempo, bajo condiciones más o menos constantes y que tienen relación con la salud¸
tales como: actividad física, hábitos alimentarios, autocuidado y cuidado médico, sueño,
consumo de alcohol y drogas y recreación (Arrivillaga, Salazar y Correa, 2003).
Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala de estilos de vida saludable
elaborada por Salazar y Arrivillaga (2004), y adaptada a una población Venezolana por
Angelucci y Cañoto (2010). Así, un menor puntaje en la escala indica un nivel más bajo
de estilo de vida saludable, mientras que a mayor puntaje se interpreta como mejor estilo
de vida y hábitos más saludables (Véase en la Tabla 1).
Tabla 1.
Operacionalización de la escala de Estilo de Vida saludable, de acuerdo a Angelucci y
Cañoto (2010)
Variable Dimensión Ítems Estilo de vida saludable
No consumo de comida nociva
29 invertido, 30 invertido, 31 invertido, 32 invertido, 33, 34, 35, 36 invertido, 37 invertido, 38 invertido, 39 invertido, 43 invertido, 44 invertido, 51 invertido y 52 invertido.
Actividad física 1, 3, 4, 5, 6, 7, 22
Conductas preventivas 8, 9, 10, 13, 14, 16, 18 invertido, 19 invertido, 20, 25, 26, 27, 28, 40, 41, 42, 58,
Sueño 2, 53, 54 invertido, 55, 56 invertido, 57 invertido, 59 invertido y 60 invertido.
No consumo de drogas 23 invertido, 24 invertido, 45 invertido, 46, 47 invertido, 48, 49 invertido y 50
Chequeo médico 11, 12, 15, 17 y 21
Resiliencia
Definición Conceptual: Wagnild y Young (1993) la definen como la característica de la
personalidad que regula los efectos negativos del estrés y promueve adaptación, la cual
se encuentra compuesta por cinco características: una visión equilibrada de la vida, un
sentido de propósito en la vida, la habilidad para luchar a pesar de las dificultades, el
43
reconocimiento de la vida de cada individuo como única y la creencia en sí mismo y sus
capacidades (Lundman, et al. 2007).
Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala de Wagnild y Young (1993),
versión en español de Carratalá y Peña (2009), en la cual un mayor puntaje indica un
mayor nivel de resiliencia. El rango de las puntuaciones es de 23 a 161. Las
calificaciones que se encuentra por encima de 147 se consideran de alto nivel de
resiliencia, entre 121 a 146 equivalen a un nivel medio y las puntuaciones menores a 121
se evidenciarán como bajo nivel de resiliencia (Véase Tabla 2).
Tabla 2.
Operacionalización de la escala de Resiliencia (ER), de acuerdo a Carratalá y Peña
(2009).
Variable Dimensión Indicadores Resiliencia
Competencia Personal
1, 2, 3, 4, 5, 7, 9, 10, 11, 12, 13, 16, 18, 21,22 y 23
Aceptación de uno mismo y de la vida
6, 8, 14, 15, 17, 19, 20
Autoeficacia Generalizada (AEG):
Definición Conceptual: Bassler, Schwarzer y Jerusalem (1993) la definen como un
sentimiento de confianza en las propias capacidades, para poder manejar en forma
adecuada los distintos estresores vitales (Schwarzer, Bäbler, Kwiatek, Schröder y Zhang,
1997).
Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala de Autoeficacia Generalizada
elaborada por Bäbler, Schwarzer y Jerusalem (1993), y adaptada a la población chilena
por Cid, Orellana y Barriga (2010). El mayor puntaje obtenido en la escala indica que la
persona reporta una mayor autoeficacia general percibida.
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Apoyo social percibido
Definición Conceptual: valoración cognitiva y subjetiva de estar rodeado por personas
de confianza con las que puede contar en momentos de crisis, bien sea apoyo de
familiares, amigos, vecinos o en general (Vegas, et al. 2009).
Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala elaborada por Dunn, Putallaz,
Sheppard y Lindstrom (1987), y adaptada luego por Angelucci (2001) a la población
Venezolana en edad adulta. El mayor puntaje refleja un mayor apoyo social percibido de
acuerdo a los diferentes tipos de apoyos existentes (Véase Tabla 3).
Tabla 3.
Operacionalización de la escala de Apoyo Social Percibido, de acuerdo a Angelucci
(2001).
Variable Dimensión Indicadores Apoyo social percibido
Apoyo de amigos y cercanos 1, 4, 8, 9, 13, 14, 19, 20, 23 y 24
Apoyo familiar 2, 3 inverso, 5, 10, 15, 18, 21, 25, 26 y 27 inverso
Apoyo de grupos y comunidad religiosa
6, 7, 11, 12 inverso, 16, 17, 22 inverso y 28
Variables exógenas Edad
Definición Conceptual: “Edad acumulada por la persona desde su nacimiento”
(Bethelmy y Gómez, 2002, p. 36).
Definición Operacional: Edad reportada por la persona en el cuestionario.
Sexo
Definición Conceptual: “División Biológica de los animales y los organismos humanos
con base en su papel reproductivo” (Bethelmy, et al. 2002, p. 36).
Definición Operacional: Registrado en los datos de identificación del sujeto según su
condición de necimiento. Aparece la letra “M” si el sujeto nació con el sexo Mujer y
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“H” si nació con el sexo Hombre, las cuales a su vez serán codificadas como “0” y “1”
respectivamente.
Nivel Socioeconómico
Definición Conceptual: Nivel social o rango dentro de un grupo que se define a partir del
grado de ingreso monetario, condiciones de vivienda y nivel de educación presente en
dicho grupo de individuos que se desenvuelven en una sociedad” (Carratalá, et al. 2009,
p. 68)
Definición Operacional: Puntaje obtenido con la escala Graffar. A mayor puntaje
obtenido, más bajo es el nivel socioeconómico.
Variables controladas:
Las variables extrañas, son todas aquellas variables que si no se controlan, podrían
sesgar los resultados o dar otras interpretaciones alternativas de los resultados obtenidos,
y no precisamente a las variables estudiadas. Esto implica realizar la estrategia de
control de dichas variables, de acuerdo a la procedencia de las mismas: participante y
situación (Ramos, Catenas y Trujillo, 2004).
1. Referente al participante:
a. Edad: Se refiere a la edad reportada por los sujetos (Bethelmy, et al. 2002). La
edad requerida para esta muestra será en un rango comprendido entre 35 y 65
años, correspondiente al criterio de aparición de la hipertensión arterial.
b. Enfermedades comórbidas: Enfermedades tales como diabetes, insuficiencia
renal, patologías cardiovasculares instauradas, pérdida de la visión, enfermedad
obstructiva pulmonar, entre otras; que puedan limitar el estilo de vida de la
persona. Para ello se seleccionan sólo aquellos sujetos que presenten solamente
hipertensión arterial, sin otras patologías asociadas.
c. Pérdida de participantes: Se refiere al abandono de la colaboración como parte de
la muestra de las personas, para eso se aplicó las pruebas requeridas en una sola
oportunidad.
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d. Habilidad de lectura: Capacidad de la muestra para la lectura. Se tomó en cuenta
a las personas que presenten la habilidad de lectura, además de utilizar un
instrumento adaptado para un tipo de muestra.
2. Referente a la situación:
a. Instrucciones suministradas a los sujetos sobre la tarea a realizar: Al respecto, se
informó a los participantes del estudio, sin embargo no se dio detalles de la
investigación que implique el sesgo del estudio. Para ello se entregó una hoja con
la misma instrucción a todos y se leyó a todos por igual.
b. Características ambientales: Referida a la iluminación, ruido y temperatura. Se
mantuvo constantes para cada uno de los miembros de la muestra.
c. Características del investigador: referido al tono de voz y manera de interactuar
en general con los participantes. La persona que aplicó los instrumentos fue
siempre la misma para todos los sujetos.
d. Instrumentos: Escalas utilizadas en el estudio. Se utilizó la misma batería de
prueba para todos los sujetos de investigación.
Tipo de investigación De acuerdo a Kelinger y Lee (2002) esta investigación se considera dentro de las no
experimentales, ya que “no es posible manipular las variables o asignar aleatoriamente a
los participantes o los tratamientos”, es decir, se observa el fenómeno tal como se da en
su contexto natural, para después analizarlo (Hernández, Fernández y Baptista, 2006,
p.205).
Se enmarca como una investigación de tipo correlacional, definida como un tipo de
estudio que tiene como propósito evaluar la relación que exista entre dos o más variables
(Hernández, et al. 2006).
Además, el presente estudio es de campo, ya que busca de manera sistemática la
prueba de hipótesis sin la aleatorización ni la manipulación experimental de las variables
en estudio (Kerlinger, et al. 2002), así mismo, precede a la recolección de datos a través
de aplicaciones de los instrumentos de medidas referentes a Autoeficacia Generalizada,
Resiliencia, Apoyo social percibido, edad, sexo, nivel socioeconómico y estilos de vida
saludables.
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Según el nivel de elaboración de conocimiento es explicativo, ya que se medirá la
incidencia de unas variables sobre otras, tratando de establecer las relaciones entre
variables como Autoeficacia Generalizada, Resiliencia, Apoyo social percibido, edad,
sexo, nivel socioeconómico y estilos de vidas saludables (Arnau, 1978).
Diseño de investigación En relación a las características temporales, este estudio se enmarca en primer lugar
dentro de un diseño de corte transversal, ya que la medición se realizará en un corte
puntual del tiempo, es decir, los datos se recolectarán en un sólo momento, en un tiempo
único, y cuyo propósito será describir variables y analizar su influencia e interrelación
en un momento dado (Arnau, 1995; Hernández et. al, 2006).
En segundo lugar, para relacionar las variables se utilizará un diseño causal, a través
de un modelo de análisis de ruta, el cual constituye una estrategia multivariada, en la
cual se estiman relaciones directa e indirecta entre las variables, con el fin de encontrar
que los datos son consistentes con las inferencias propuestas, cuyas bases radican en
hallazgos válidos de investigaciones anteriores (Kerlinger, et al. 2002)
Este diseño, expresa formal y explícitamente una teoría mediante un modelo que se
puede representar en palabras, por ecuaciones matemáticas y habitualmente por un
diagrama de ruta, constituyéndose de esa manera en un sistema de hipótesis, procedente
de una teoría, el cual versa sobre los coeficientes de ruta (Angelucci, 2009).
Además, se distinguen los efectos directos en relación con los indirectos, mediante
la utilización de correlación y regresión, con lo cual una variable X puede tener un
efecto directo sobre Y, pero un efecto indirecto sobre Z (Kerlinger, et al. 2002). Dichas
influencias o efectos se reflejan en los llamados coeficientes de ruta, que en realidad son
coeficientes de regresión (β beta) (Grimm y Yarnold, 1995).
Para Sierra (1995) el diseño de ruta distingue los siguientes presupuestos: 1. El modelo debe representar relaciones de causa - efecto entre las variables. 2. Las relaciones planteadas en el modelo son lineales y aditivas. 3. El modelo debe ser un sistema cerrado o completo. Así cada variable dependiente debe ser considerada como completamente determinada por alguna combinación de las variables del sistema. 4. El modelo debe ser recursivo: es decir, las relaciones entre las variables que forman el modelo son asimétricas. No se deben asumir relaciones bidireccionales entre las variables, dos variables no pueden ser causa y efecto de otra. 5. Normalidad de los datos de las variables individuales.
48
6. Uso adecuado del coeficiente de correlación según el nivel de medida de la variable 7. Tamaño adecuado de la muestra para evaluar la significancia. 8. Debe existir nula o baja multicolinealidad, es decir, nula o baja correlación entre variables predictoras. 9. El nivel de medida de las variables debe ser de intervalo o de razón (Angelucci, 2009, p. 516).
En este sentido, la presente investigación veló por el cumplimiento de las
condiciones antes mencionadas para así utilizar el modelo planteado.
Participantes La población está conformada por las personas que asistan al Centro Regional de
Cardiología de la Región Centroccidental (ASCARDIO). La muestra estuvo conformada
por 290 personas, hombres y mujeres con edades comprendidas entre 35 a 60 años, con
diagnóstico médico de HTA, sin ninguna otra patología comórbidos, durante el período
comprendido entre los meses Marzo-Mayo del año 2012.
El muestreo fue de tipo no probabilístico intencional, el cual “se caracteriza por el
uso del juicio, y por el esfuerzo deliberado de obtener una muestra representativa,
incluyendo áreas o grupos típicos de la muestra” (Kerlinger, 1988, p.135).
Instrumentos Estilos de vida saludable: Medida mediante la escala de Estilos de vida saludable
elaborada por Salazar, et al. (2004), la cual fue adaptada en una población venezolana
por Angelucci, et al. (2010). Esta escala consta de 60 ítems, en donde se reflejan 6
factores: actividad física, recreación y manejo del tiempo libre, autocuidado y cuidado
médico, hábito alimentario, consumo de alcohol y otras drogas y sueño; las opciones de
respuestas se basan en cuatro alternativas: nunca, algunas veces, frecuentemente o
siempre, donde se deberá marcar con una X una de las cuatro opciones, los puntajes van
desde 0 a 3, siendo el puntaje mínimo de 0 y máximo de 180.
Esta escala presenta un coeficiente alfa de Cronbach de 0,81, donde todos los ítems,
excepto el número 58, correlacionaron de manera positiva con el puntaje total de la
prueba, lo que indica una alta consistencia interna; resultando la validez de constructo de
0.35, hallada bajo el análisis factorial con rotación varimax por el método de
componentes principales.
49
Resiliencia: Medida a través de la Escala de Resiliencia de Wagnild, et al. (1993)
versión adaptada a Venezuela por Carratalá, et al. (2009), conformada por 23 ítems en
forma de afirmación, las respuestas son de tipo Likert compuesta por siete opciones (1=
totalmente en desacuerdo a 7= totalmente de acuerdo). El mínimo puntaje es de 23 y el
máximo de 161, representando las puntuaciones más altas un mayor nivel de resiliencia.
Se evalúan en tres niveles: Alto= puntaje por encima de 147; Medio= Puntaje entre 121
a 146; Bajo= Las puntuaciones menores a 121. Esta escala está conformada por dos
factores principales: El primero, denominado competencia personal, conformado por 17
ítems y el segundo denominado aceptación de uno mismo y de la vida, consta de 8
ítems.
En relación a la confiabilidad, esta escala presenta un alfa de Cronbach de 0,93. Por
su parte, los autores midieron la validez de constructo relacionando los resultados de la
Escala de Resiliencia con dos variables: Satisfacción ante la Vida y Síntomas
Depresivos y encontraron que había una correlación positiva significativa entre
resiliencia y satisfacción ante la vida (r = 0,36; p < 0,001) y una correlación negativa
significativa entre resiliencia y síntomas depresivos (r = - 0,27; p < 0,001).
Autoeficacia generalizada: Medida a través de la escala de Bassler, et al. (1993)
versión adaptada en una población chilena por Cid, et al. (2010), consta de 10 ítems, con
un puntaje mínimo de 10 y un máximo de 40. Las respuestas son tipo Likert donde la
persona responde a cada reactivo de acuerdo a lo que ella percibe de su capacidad en el
momento: Incorrecto (1 punto); apenas cierto (2 puntos); más bien cierto (3 puntos) o
cierto (4 puntos).
Al respecto, la escala presenta un coeficiente alfa de Cronbach de 0,84, mientras que
la validez de constructo indica una correlación de 0,36, demostrando que existe una
relación positiva entre los ítems de la escala.
Apoyo social percibido: Medirá a través de la escala de apoyo social percibido
propuesta por Dunn, et al (1987) y adaptada al contexto venezolano por Angelucci
(2001), la cual se encuentra conformada por 28 ítems, configurada en tres factores o
50
dimensiones: apoyo de amigos y cercanos, apoyo familiar y apoyo de grupos y
comunidad religiosa. El formato de respuesta es de escala 0 que significa totalmente en
desacuerdo, a 3 que se refiere a totalmente de acuerdo. A mayor puntaje en apoyo de
amigos y cercanos, apoyo familiar y apoyo religioso, mayor apoyo percibido.
Al respecto, esta escala presenta un alfa de Cronbach de 0,85 y a su vez una validez
de constructo de 0,35, hallado bajo el análisis factorial por el método de componentes
principales de varimax.
Nivel Socioeconómico: Medida a través de la escala de Graffar, el cual permite obtener
el puntaje total del nivel de la persona. Consta de cuatro ítems en forma de afirmación,
cada una con cinco opciones de respuesta, que el sujeto deberá seleccionar con una X.
De esta manera, mide profesión del jefe de familia, profesión de la esposa (o) o cónyuge,
principal fuente de ingreso y condiciones de alojamiento.
Así el puntaje va de 1 a 5, donde 1 es el puntaje de la primera opción y 5 es el
puntaje de la opción 5. A mayor puntaje, menor es el nivel socioeconómico del sujeto.
Procedimiento Una vez obtenido la autorización, se procedió a solicitar el consentimiento o
aprobación de cada una de las personas que compondrá la muestra estudiada, a través de
un escrito, para luego originarse la aplicación de las escalas a la muestra seleccionada.
Para ello, se dieron las instrucciones para responder cada uno de los instrumentos,
esto se hará por escrito y de manera verbal, de acuerdo a cada escala aplicada. Durante
el trascurso de la aplicación el examinador estuvo presente, para evitar consultas con
otros sujetos e interrupciones importantes al responder el cuestionario. Se le hicieron las
respectivas acotaciones a todos los sujetos, los resultados son confidenciales y que de
ninguna manera personas ajenas a la investigación podrán tener acceso a la información
suministrada, esto con la finalidad de minimizar las respuestas sesgadas y asegurar
mayor honestidad en sus respuestas.
Por último, se corrigieron los instrumentos, teniendo en consideración las
especificaciones que ofrecen los autores de las mismas y se recopilaron los indicadores
51
en una base de datos del programa SPSS. Así el procedimiento finalmente se enmarca en
los siguientes pasos:
1. Se seleccionó la muestra con, con la ayuda de la enfermera encargada del área de
consulta externa, quien a través de la historia médica de cada paciente, selecciona
directamente la muestra con las características específicas del estudio.
2. Se pide el consentimiento de cada uno de los participantes y se procede a explicar el
objetivo de la colaboración.
3. Al obtener la muestra, fue un experimentador constante quien aplicó las pruebas a
través de la consigna de presentación: “Nosotros somos estudiantes de Psicología
quienes estamos realizando una investigación con el fin de relacionar los factores
que contribuyen a mejorar la salud en pacientes con hipertensión arterial, y mejorar
el servicio, por lo que sería de gran aporte su colaboración en la investigación. La
información obtenida será totalmente confidencial, lo cual será utilizada únicamente
con fines académicos. Se le entregará una serie de escalas que tendrán que responder
con la mayor honestidad posible. Cada escala tendrá sus instrucciones en el siguiente
orden de presentación”:
a) Hoja de datos de identificación de edad, sexo, diagnóstico médico, otras
enfermedades, ocupación.
b) Estilo de vida saludable: Consigna: “Con el objeto de evaluar las prácticas
relacionadas con el estilo de vida. Marque con una X la casilla que mejor describa
su comportamiento. Por favor conteste de la forma más sincera posible,
recordando que la información es confidencial y que no existe respuestas
correctas e incorrectas”. Tiempo de aplicación: 20 minutos de acuerdo a la
comprensión del sujeto.
c) Resiliencia: Consigna: “Lea las próximas proposiciones. A su derecha encontrará
siete números que van desde “1” (totalmente en desacuerdo) a la izquierda, hasta
“7” (totalmente de acuerdo). A la derecha. Haga un círculo en el número que
mejor refleje sus sentimientos con respecto a cada proposición. Por ejemplo: Si
está totalmente en desacuerdo, con la proposición marque el 1, si está neutral
marque el 4, si está totalmente de acuerdo, marque el 7”. Tiempo de aplicación:
10 minutos de acuerdo a la comprensión del sujeto.
52
d) Autoeficacia generalizada: Consigna: “A continuación se presenta una serie de
afirmaciones, marque una opción por cada afirmación, según la que se ajuste a su
caso, recuerde la honestidad en las respuestas”. Tiempo de aplicación: 10 minutos
de acuerdo a la comprensión del sujeto.
e) Apoyo social percibido: Consigna: “A continuación se presenta una serie de
situaciones relacionadas con el apoyo que recibimos de otros, le pedimos que
piense cada una de ellas y marque con una “X” la respuesta que se aplique a su
caso”. Tiempo de aplicación: 10 minutos de acuerdo a la comprensión del sujeto.
f) Nivel socioeconómico: Consigna: “Lea las próximas afirmaciones, y selecciones
la opción que más se adapte a su situación, seleccionándola con una X” Tiempo
de aplicación: 10 minutos de acuerdo a la comprensión del sujeto.
4. Descargar los datos a una hoja de Excel
Ética en la investigación En el Código de Ética se plantean los compromisos y responsabilidades de los
psicólogos que realizan tareas de investigación, con relación al respeto y cuidado de las
personas en su integridad y privacidad cuando se trabaja con sujetos de investigación.
Este respeto y temas éticos se ven enmarcados desde elementos como la elección del
tema, diseño, realización, publicación de resultados, conclusiones y posible aplicación
posterior de dichos resultados (Leibovich, 2000).
De acuerdo con Richaud (2007) La ética en la investigación es un tema muy amplio, ya que va mucho más allá de lo que común y rutinariamente conocemos acerca de respetar a los sujetos de investigación, sean estos animales o personas, no plagiar resultados de investigación o tener en cuenta el aporte de cada uno en el momento de decidir la autoría de un trabajo. Estos son requisitos elementales en un trabajo de investigación, pero la ética en la investigación científica es mucho más que eso y está enraizada en la ética de la persona del investigador. Los principios éticos relevantes en la práctica de la investigación con personas son el respeto, el beneficio y la justicia; de los cuales se desprenden distintas temáticas fundamentales a la hora de investigar, como el consentimiento informado de los participantes, los riesgos y beneficios, la validez, el manejo de los datos, la comunicación verbal y no verbal, entre otras (p. 5).
Todos los elementos anteriores implican saber realizar investigaciones en forma
ética y conducir a la habilidad para obtener resultados válidos, la cooperación necesaria
53
de los participantes y el apoyo social necesario para sustentar la ciencia, es por ello que
el código de ética del Psicólogo en Venezuela, plantea un capítulo referido a la
investigación con sujetos humanos o infrahumanos, donde se basa en honestidad,
respeto, no plagio de resultados o información de otros trabajos, dignidad, además del
consentimiento informado por los participantes (Leivobich, 2000).
Por lo que la presente investigación se sustentará en estos principios éticos con el fin
de dar información justa y balanceada.
54
Resultados De los instrumentos:
Previo a los resultados, se realizó un análisis de las escalas utilizadas en el estudio,
calculando la confiabilidad. La confiabilidad se define como “el grado en que un
instrumento de varios ítems, mide consistentemente un constructo en una muestra de la
población estudiada” (p.573). Este coeficiente de confiabilidad se expresa mediante la
letra r e indica la fuerza de asociación, variando entre -1 y +1, donde un valor de 0
indica que no existe relación entre los dos puntajes, mientras que un valor cercano a -1 y
+1 indica una relación muy cercana, siendo esta relación negativa o positiva. (Oviedo y
Campo, 2005).
Existen varias formas de calcular la confiabilidad, siendo la más utilizada la
medición de la consistencia interna a través del coeficiente alpha de Cronbach, la cual
funciona como una manera de ver si las respuestas de cada sujeto se relacionan a través
de toda la prueba, es decir, donde los ítems que la componen guardan una buena relación
entre ellos, por lo que este coeficiente permitiría al mismo tiempo ser un indicador de
validez de constructo. Para obtener la confiabilidad del instrumento, se utilizó el
coeficiente alfa descrito en 1951 por Lee J. Cronbach. Este coeficiente es el promedio de
las correlaciones entre los ítems que hacen parte de un instrumento, siendo el valor
mínimo aceptable 0,70 y el máximo de 0,90 o lo más cercano a estos valores (Oviedo, et
al. 2005).
En el caso de la escala de Apoyo Social Percibido, se encontró que el instrumento
presenta una confiabilidad de α= 0.86, lo que indica que posee una consistencia interna
alta. Estos resultados concuerdan con los de Angelucci (2001), donde reportan un alfa de
Cronbach de 0.85 en su investigación. Las correlaciones observadas entre el ítem y el
puntaje total en la escala aplicada en esta investigación, oscilan en un rango de 0.057 a
0.735, siendo las correlaciones más bajas las correspondientes al ítem 2 (0.057) y el ítem
3 (0.137), sin embargo, si se eliminaran estos ítems la confiabilidad no aumentaría
considerablemente. Además, se realizó la confiabilidad estratificada o por dimensión, en
donde la dimensión Apoyo de amigos y cercanos aportando un alpha de 0.87, indicando
que tiene una alta consistencia interna, mientras que en la dimensión Apoyo familiar se
observó un alpha de 0,61 y por último en apoyo de grupos y comunidad religiosa es
55
0,62, observándose baja consistencia en las dos últimas. Sin embargo, por mostrar una
alta consistencia interna a nivel general se decidió utilizar esta escala (ver tabla 4).
Tabla 4.
Alfa de Cronbach de la escala de Apoyo social percibido en comparación al estudio
previo donde se utilizó la escala.
Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de
Cronbach (Total)
Dimensiones de las Escalas
Confiabilidad alfa de
Cronbach (Dimensiones)
Apoyo social Percibido
Angelucci
(2001)
0,85
Reportados en
esta investigación.
0.86
Apoyo de amigos y cercanos
0.87
Apoyo familiar 0.61 Apoyo de grupos y
comunidad religiosa
0.62
Como segundo paso, se procedió a realizar un análisis de la estructura factorial por
medio del análisis de componentes principales para cada escala, fijando un autovalor de
1.5 (Bethelmy, et al. 2002; Manfredi y Tovar, 2004; Di Nardo, 2005). Esto permite
observar si los ítems se agrupan según las dimensiones que propone el autor original.
Así pues, se utilizaron aquellos ítems cuya carga factorial sea igual o mayor a 0.30 en la
matriz rotada, empleando rotación varimax (Di Nardo, 2005). Se observó que los ítems
se agruparon en tres factores, mostrando cierta concordancia con los tres factores
teóricos postulados por Dunn, Putallaz, Sheppard y Lindstrom (1987). Dichos factores
explican 39.64% de la varianza total (ver anexo f).
El primer componente denominado Apoyo de amigos y cercanos (autovalor= 7,556)
explica 26.99% de la varianza y está integrada por los ítem 1, 4, 7, 8, 9, 13, 14, 19, 22,
23, 24, 27 y 28, los cuales se corresponde con la dimensión Apoyo de amigos y cercanos
de la escala de apoyo social percibido (1987), a excepción de los ítems 7, 22 y 28 que se
corresponde originalmente con el factor apoyo de grupo y comunidad religiosa y el ítem
56
20 que se pertenece al factor apoyo familiar. Cabe destacar, que el ítem 20 también
cargo en este componente por encima de 0.30, sin embargo dado su contenido y su
mayor carga en el factor 2 se decidió ubicarlo en este factor.
El segundo componente denominado apoyo familiar (autovalor= 1, 90) explica el
6,79 % de la varianza y está integrado por los ítem 5, 10, 11, 15, 18, 20, 21, 25, los
cuales se corresponde al componente apoyo familiar de la escala original de apoyo social
percibido (1987), excepto el ítem 11 que se corresponde originalmente con el factor
apoyo de grupos y comunidad religiosa y el ítem 20 que se corresponde con el factor
apoyo de amigos y cercano. Cabe destacar que los ítem 2, 3 y 26 perteneciente a la
dimensión apoyo familiar de la escala original fueron excluidos de este factor por
mostrar una carga factorial inferior a 0.30.
El tercer componente factorial apoyo de grupos y comunidad religiosa (autovalor=1,
645) explica el 5, 87% de la varianza y está integrado por los ítems 6, 16 y 17, los cuales
corresponden al componente apoyo de grupos y comunidad religiosa de la escala
original de apoyo social percibido (1987).
Para la escala de Autoeficacia, se encontró que el instrumento presenta una
confiabilidad de α= 0. 899, lo que indica que posee una consistencia interna alta. Estos
resultados se puede contrastar a los reportados por Cid, Orellana y Barriga (2010), donde
registraron un alfa de 0.84 (ver tabla 5). Las correlaciones observadas entre el ítem y el
puntaje total en la escala en esta investigación, oscilan en un rango de 0,275 a 0,683;
siendo las correlaciones más bajas las correspondientes al ítem 1 (0.275) y el ítem 3
(0.470), sin embargo, si se eliminaran estos ítems la confiabilidad no aumentaría
considerablemente.
Tabla 5.
Alfa de Cronbach de la escala de Autoeficacia generalizada en comparación al estudio
previo donde se utilizó la escala
Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de Cronbach (Total)
Autoeficacia Generalizada
Cid, Orellana y Barriga (2010) 0,84 Reportados en esta investigación. 0. 89
57
El análisis de componente principal arrojó un sólo componente con autovalor de 5,
44 que explica el 54, 38% de la varianza total (Ver anexo G).
Para la escala de Resiliencia, se encontró que el instrumento presenta una
confiabilidad de α=0,937, lo que indica que posee una consistencia interna alta. Estos
resultados son los mismos arrojados por Carratalá y Peña (2009). El análisis de
confiabilidad por dimensión de la escala en esta investigación arrojó una alta
consistencia interna tanto para la dimensión competencia personal, así como para la
dimensión aceptación de uno mismo y de la vida respectivamente (α= 0.90 y α=0.87)
(ver tabla 6). Por otra parte, las correlaciones observadas entre el ítem y el puntaje total
en la escala en esta investigación, oscilan en un rango de 0.312 a 0.832; siendo las
correlaciones más bajas las correspondientes al ítem 21 (0.312) y el ítem 19 (0.370), sin
embargo si se eliminaran estos ítems la confiabilidad no aumentaría considerablemente.
Tabla 6.
Alfa de Cronbach de la escala de Resiliencia en comparación al estudio previo donde se
utilizó la escala.
Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de
Cronbach (Total)
Dimensiones de las Escalas
Confiabilidad alfa de
Cronbach (Dimensiones)
Resiliencia
Carratalá y Peña (2009)
0,93
Reportados en
esta investigación.
0,93
Competencia Personal
0.90
Aceptación de uno mismo y
de la vida
0.87
El análisis de componente principal arrojó un sólo componente con autovalor de 10,
48 que explica el 45,56% de la varianza total no rotada (Ver anexo H). Para el presente
estudio, el análisis del instrumento arrojó una estructura factorial de un sólo factor en
comparación con los dos factores obtenidos por Carratala y Peña (2009), sin embargo, se
58
decidió utilizar este instrumento por mostrar una alta consistencia interna que a su vez,
permitiría ser un indicador directo de la validez de constructo del instrumento.
En cuanto a la escala de Estilos de vida saludable, se encontró que presenta una
confiabilidad α=0,849, lo que indica que posee una alta consistencia interna. Estos
resultados concuerdan con los reportados por Angelucci y Cañoto (2010) donde se
observa un alfa de 0.81. El análisis de confiabilidad arrojó que las dimensiones de no
consumo de comida nociva (α=0.81), actividad física (α=0.75), y conductas preventivas
(α=0.73) presentan una alta consistencia interna, en contraste con las dimensiones de
sueño (α=0.66), no consumo de drogas (α=0.43) y chequeo médico (α=0.56) que
presentan baja consistencia (ver tabla 7).
Además, se observó que los ítems correlacionan con el puntaje total en un rango que
oscila, entre 0.153 y el 0. 714, siendo las correlaciones más bajas las correspondientes al
ítem 45 (0.153) y el ítem 21 (0.247); sin embargo si se eliminaran estos ítems la
confiabilidad no aumentaría considerablemente.
Del análisis de componente principal de la escala se obtuvieron 9 factores que
explican el 44,70% de la varianza total explicada (Ver anexo I). Para el presente estudio,
el análisis del instrumento arrojó una estructura de nueve factores en contraste con los
seis factores obtenidos por Salazar, et al. (2004). Por lo que los 9 factores en la presente
investigación algunos no mantienen correspondencia con los factores originales, dado
que los ítems no se agrupan del mismo modo. Esta variación puede ser explicada por las
diferencias existentes en la muestra original utilizada por Salazar, et al. (2004) versus a
la muestra que se utilizó en el presente estudio, en donde varían aspectos como el
número de sujetos, proporción de hombres y mujeres, promedio de edad, formación
académica de ambas muestras, entre otros factores.
A pesar de que la estructura resultante no se distribuye igual al estudio de base
anterior, se decidió utilizar este instrumento por presentar una alta consistencia interna,
ya que este es un indicador indirecto de la validez.
59
Tabla 7.
Alfa de Cronbach de la escala de estilos de vida saludable en comparación al estudio
previo donde se utilizó la escala.
Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de
Cronbach (Total)
Dimensiones de las
Escalas
Confiabilidad alfa de
Cronbach (Dimensiones)
Estilos de vida
saludable
Angelucci y
Cañoto (2010)
0,81
Reportados en esta investigación.
0,84
No consumo de comida
nociva
0.81
Actividad física
0.75
Conductas preventivas
0.73
Sueño 0.66 No consumo
de drogas 0.43
Chequeo médico
0.56
60
Del estudio de campo:
Una vez realizado el análisis de las escalas utilizadas, donde se obtuvo el valor de la
confiabilidad y la estructura factorial, se procedió a calcular los estadísticos descriptivos
con el objetivo de estudiar la distribución de los datos y el comportamiento de cada una
de las variables implicadas en el diagrama de ruta (ver tabla 8).
En cuanto al estilo de vida saludable se observa que los datos se distribuyen de
forma uniforme y normal alrededor de la media (Asimetría [As]= -,059; Curtosis [K]= -
,273), con la misma cantidad de valores en ambos lados, las calificaciones se encuentran
en una puntuación media de 114 en la escala, tomando en cuenta que el valor mínimo es
71 y el máximo 162; lo que indica que la población estudiada presenta un estilo de vida
saludable moderado, ubicado en el rango intermedio respectivamente, siendo la muestra
homogénea (Coeficiente de variación [CV]= 16%).
.
Gráfico 3: Histograma variable estilo de vida saludable
61
Asimismo, se observan puntuaciones moderadas en la escala de resiliencia siendo la
media 130, considerando un puntaje mínimo de 28 y máximo de 161, además se pudo
constatar que la distribución de los datos tienden a variar ligeramente hacia los valores
altos de la escala (As= 1,564; K= 2,008), mostrándose a su vez la muestra homogénea
(CV= 18%).
Gráfico 4: Histograma variable resiliencia
Por su parte, en la escala de autoeficacia generalizada, las personas puntúan en su
mayoría en el rango alto de la escala, obteniendo una media de 32, encontrándose
algunos datos por encima del valor de la media (As= -,286), considerando un valor
mínimo de 14 y un máximo de 37. La distribución tiende a orientarse hacia los valores
altos de la escala, siendo estos datos moderadamente homogéneos (K= 1,584 y CV=
21%).
62
Gráfico 5: Histograma variable autoeficacia generalizada
Con respecto al apoyo social percibido, se observan puntuaciones altas en la escala
con una media de 57 y una distribución simétrica y normal (As= -,799; K= ,401),
considerando un valor mínimo de 14 y un máximo de 84, este resultado permite indicar
que la mayoría de las personas del estudio presentan apoyo social percibido elevado.
Siendo los datos relativamente homogéneos (CV= 24%).
Gráfico 6: Histograma variable apoyo social percibido
63
Las puntuaciones arrojadas en la edad indican que la mayoría de las personas que
componen la muestra se encuentran en una media de edad de 51 años, encontrándose
distribuidos de forma simétrica y ligeramente normal (As= -,146; K= -1,006), tomando
en cuenta un mínimo de 35 y máximo de 65. Siendo homogéneos los datos (CV= 17%).
Gráfico 7: Histograma variable edad.
Por último, los resultados de la escala del nivel socioeconómico indican que la
mayoría de las personas tienen puntuaciones moderadas, obteniendo un puntaje medio
bajo de 4, considerando como valor mínimo el 1 y el máximo de 5, lo cual muestra que
el nivel socioeconómico al que pertenece la muestra es medio bajo. Además, la
distribución de los datos se describen como normal y simétrica, con la misma cantidad
de valores en ambos lados de la media (As= -,112; K= -,765), siendo estos valores
heterogéneos (CV= 30%).
64
Gráfico 8: Histograma variable nivel socioeconómico
En síntesis, la muestra estudiada se caracteriza por presentar una media de edad de
51 años, se ubica en el nivel socioeconómico medio bajo, muestra un moderado estilo de
conductas saludables, donde en su mayoría son medianamente resilientes, con alto nivel
de autoeficacia para llevar a cabo una conducta saludable, siendo el apoyo social de
mucha importancia para dicho objetivo (ver tabla 8).
Tabla 8.
Estadísticos descriptivos de las variables implicadas en el modelo
Media Mediana Desviación CV Asimetría (As)
Kurtosis (K)
Min obtenido
Máximo Obtenido
Estilo de vida saludable 114,39 115,00 17,967 16% -,059 -,273 71 162
Resiliencia 130,94 138,00 22,937 18% 1,564 2,008 28 161
Autoeficacia 32,62 34,00 6,817 21% -,286 1,584 14 37
Apoyo Social Percibido 57,08 59,00 13,630 24% -,799 ,401 14 84
Edad 51,10 52,00 8,471 17% -,146 -1,006 35 65 Nivel Socioeconómico 3,27 3,00 ,982 30% -,112 -,765 1 5
65
Así, luego del análisis de los estadísticos descriptivos se procedió a calcular las
relaciones planteadas en el diagrama de ruta. Para contrastar las hipótesis estadísticas
planteadas y basándose en el tipo de investigación correlacional, se procedió a estimar el
coeficiente de regresión estandarizado (Beta) mediante una técnica de cálculo de
correlación simple o múltiple, dependiendo del número de variables predictores de cada
variable endógena, usando para ello el método Producto Momento de Pearson. En cada
relación planteada, se midió la varianza explicada total (R²) y el error o varianza no
explicada (e), también llamadas medidas de bondad de ajuste, para ver el residuo y
observar en qué medida la variación total de la variable Y es explicada por el modelo de
regresión.
Estas relaciones varían según el grado y la dirección. El grado de la relación se
define en términos de intervalo que va desde -1.0 a 1.0, pasando por 0, en el cual 0
significa que no existe correlación, mientras que 1 o -1 se refiere a una correlación
perfecta. Como es visto, estas relaciones se plantean según el signo, pudiendo ser
positiva o negativa, cuando es positiva, al incrementar una variable aumenta la otra;
mientras que al ser la correlación negativa, un incremento de una variable se relaciona
con una disminución de la otra, conocida también como correlación inversa.
Para utilizar este estadístico, fue necesario evaluar los supuestos básicos de
multicolinearidad (tolerancia) y la autocorrelación según Durbin-Watson, obteniendo
como resultado que no se viola ningún supuesto, debido a que la autocorrelación no
excede el valor máximo de 2,5 y el valor de tolerancia que indica la multicolinearidad es
> a 0,10 (Gardner, 2003) (ver tabla 9).
Tabla 9.
Diagnóstico de Colinealidad y autocorrelación
Autocorrelación según Durbin- Watson 1,958 Colinealidad Tolerancia FIV Sexo ,968 1,033 Edad ,980 1,020 Nivel S. ,889 1,124 Autoeficacia G. ,711 1,407 Resiliencia ,707 1,415 Apoyo Social Percibido ,873 1,145 Variable dependiente: Estilo de Vida saludable.
66
A partir del cumplimiento de los supuestos de Pearson, se procede a verificar las
relaciones planteadas a través de un análisis de regresión simple o múltiple, según el
número de variables que afecten a la endógena, partiendo desde la derecha del diagrama,
considerando coeficientes significativos aquellos puntajes obtenidos igual o menor a
0,05.
En primer lugar, la relación planteada entre el estilo de vida saludable y las
variables de resiliencia, autoeficacia generalizada, apoyo social percibido, sexo, edad y
nivel socioeconómico, arrojó una correlación múltiple de 0,42, lo cual indica una
correlación positiva moderadamente alta entre estas variables, explicándose de forma
significativa el 16% de la varianza total del estilo de vida saludable por las variables
predictoras implicadas en el modelo de regresión (R² ajustada= 0.16, F=10.205, p
=0.000).
Al evaluar la importancia por orden jerárquico de cada una de las variables
predictoras sobre el estilo de vida saludable los resultados mostraron que las variables
que la predicen significativamente, fueron en primer lugar el apoyo social percibido (β=
0.272, p =0.000), y en segundo lugar la resiliencia (β =0.166, p = 0.010), es decir que a
mayor apoyo social y resiliencia, mayor fue el puntaje en la escala de estilo de vida
saludable (ver tabla 10).
Tabla 10.
Coeficientes de regresión del estilo de vida saludable
Significativo al 0.05 (*).
Coeficientes no estandarizados
Coeficientes tipificados
t Sig. Intervalo de confianza de 95,0% para B
B Error típ.
Beta Límite inferior
Límite superior
(Constante) Sexo Edad Nivel S. Autoeficacia Resiliencia Apoyo Social
64,744 9,947 6,509 ,000 45,166 84,323 ,316 1,966 ,009 ,161 ,873 -3,555 4,187 ,146 ,115 ,069 1,267 ,206 -,081 ,374
-1,120 1,046 -,061 -1,071 ,285 -3,178 ,939 ,250 ,169 ,095 1,482 ,139 -,082 ,581 ,130 ,050 ,166* 2,592 ,010* ,031 ,229 ,359 ,076 ,272* 4,716 ,000* ,209 ,508
67
Con base a este resultado, y considerando que las variables que predicen
fuertemente el estilo de vida saludable, como lo es la resiliencia y el apoyo social son
bastantes amplias, se procede a realizar un análisis pormenorizado, que permita estimar
cuáles de las dimensiones de cada una de estas variables, son las que ejercen mayor
influencia sobre el estilo de vida saludable.
De esta manera, el apoyo social percibido, conformado por el apoyo de familiares,
amigos y de grupos o comunidad religiosa, reveló que la dimensión que ejerce mayor
influencia positiva es el apoyo percibido de amigos (β =0.308, p = 0.000). Indicando que
a mayor apoyo social percibido de amigos, mayor es el estilo de vida saludable, bien se
puede observar que apoyo de familia () y comunidad () también son significativos, sin
embargo, se seleccionó sólo ese tipo de apoyo debido a que el interés principal era cuál
de los tres elementos era el más importante; mientras que en relación con la resiliencia,
al ver el peso de cada una de las dimensiones por separado sobre el estilo de vida
saludable, se observó que no existe un peso significativo desde el punto de vista
estadístico, es decir la influencia sobre el estilo de vida saludable se observa en
conjunto, pero no de forma separada (ver tabla 11).
Tabla 11. Coeficientes de regresión de estilo de vida saludable y las dimensiones del
apoyo social percibido y resiliencia.
Significativo al 0.05 (*)
Coeficientes no estandarizados
Coeficientes estandarizad
os
t Sig. Colinealidad Tolerancia FIV
B Std. Error Beta
APO
YO
(Constant) 88,371 4,188 21,099 ,000 Apoyo Amigos
,886 ,204 ,308 4,345 ,000* 0,597 1,674
Apoyo Familia
,430 ,176 ,153 2,435 ,015 0,755 1,324
Apoyo Grupo y Comunidad
-,200 ,264 -,051 -,757 ,449 0,673 1,485
RE
SIL
IEN
CIA
Competencia Personal
,154 ,097 ,143 1,582 ,115 ,395 2,529
Aceptación de uno mismo
,354 ,207 ,154 1,711 ,088 ,395 2,529
68
Además, se observó que la influencia sobre el estilo de vida saludable es moderada
también por el número de variables que se asocian a ella; de esta forma se observó que
en las relaciones simples con el estilo de vida saludable resultaron significativas la
autoeficacia con una relación positiva (r= 0,255 p= 0,000) y el nivel socioeconómico de
forma inversa (r= -0,166; p=0,002), es decir a mayor autoeficacia, y menor nivel
socioeconómico, mejor el estilo de vida (ver tabla 12)
Tabla 12:
Relaciones entre la autoeficacia, el nivel socioeconómico y el estilo de vida saludable.
Edad Sexo
Nivel socioeconómico Autoeficacia
Estilo de vida saludable
,037 ,048 -,163* ,255*
,531 ,414 ,005 ,000
290 290 290 290
Por otra parte, respondiendo a la segunda hipótesis respecto a la relación entre la
resiliencia y las variables de autoeficacia generalizada y apoyo social percibido, se
observa un coeficiente de correlación de 0,53 indicando que existe una relación positiva
moderada entre las variables, explicándose 28% de la variación total de la resiliencia,
por las variables predictoras de autoeficacia y apoyo social percibido, de forma
significativa (R² = 0.28, F = 22,325, p = 0.000).
Además se encontró que la variable que predice mejor la resiliencia es la
autoeficacia (β = 0.499, p =0.000), por lo que a mayor sentido de autoeficacia más alto
es el nivel de resiliencia en la escala (ver tabla 13).
69
Tabla 13.
Coeficientes de regresión de la resiliencia.
Significativo al 0.05 (*)
Como tercera hipótesis, la autoeficacia generalizada obtuvo un coeficiente de
correlación simple de 0,23 al asociarse a la variable de apoyo social percibido, arrojando
una relación positiva moderadamente baja entre ellas, lo cual indica que la variación
total de la autoeficacia es explicada en un 5% por el apoyo social percibido (R² = 0,05;
F = 16,164; p =0.000).
De acuerdo a la importancia que tiene el apoyo social sobre la autoeficacia
generalizada se encontró que el coeficiente estandarizado fue significativo (β =0.231,
p = 0.000). Indicando que a mayor apoyo social percibido, mayor es la autoeficacia
reportada en la escala (ver tabla 14).
Tabla 14.
Coeficientes de regresión de la autoeficacia generalizada Modelo Coeficientes no estandarizados Coeficientes
tipificados t Sig.
B Error típ. Beta (Constante) 26,043 1,683 15,475 ,000 Apoyo Social ,115 ,029 ,231 4,020 ,000* Significativo al 0.05 (*)
Finalmente, respondiendo a la cuarta hipótesis, se observó que el apoyo social
percibido al relacionarse con la edad y el sexo, arroja un coeficiente de correlación
múltiple de 0,098, indicando así una correlación positiva baja entre estas variables, y
explicando que el apoyo social percibido varía totalmente en un 3% por la edad y el
Coeficientes no estandarizados
Coeficientes estandarizados
t Sig. Durbin-Watson
Colinealidad Tolerancia FIV
B Error típ.
Beta 1,935
(Constante) 66,865 6,691 9,993 ,000 Apoyo Social
,164 ,087 ,097 1,891 ,060 0.947 1.056
Autoeficacia 1,678 ,173 ,499* 9,690 ,000* 0.947 1.056
70
sexo, no siendo significativo desde el punto de vista estadístico (R² = 0,003; F = 1,396; p
= 0,249). Con respecto a la importancia de las variables sobre el apoyo social, no se
encontró relaciones significativas ni con la edad, ni con el sexo (ver tabla 15).
Tabla 15:
Coeficientes de regresión del apoyo social percibido Modelo Coeficientes no
estandarizados Coeficientes tipificados
t Sig. Estadísticos de Colinealidad
Durbin- Watson
B Error típ.
Beta Tolerancia
FIV 1,665
(Constante) 62,758
4,947 12,686 ,000
Sexo 1,627 1,600 ,060 1,017 ,310 ,999 1,001 Edad -,128 ,095 -,079 -1,350 ,178 ,999 1,001
Significativo al 0.05 (*)
En resumen, los resultados de la presente investigación confirman de forma parcial
el modelo propuesto (ver gráfico 2). Así pues, se encontró que el estilo de vida saludable
se puede predecir en gran medida por el apoyo social percibido, específicamente por el
apoyo de amigos y en segundo lugar por la resiliencia. Por su parte, el nivel de
resiliencia se ve influido por la autoeficacia generalizada, y esta última variable se
determina significativamente a partir del apoyo social percibido.
En definitiva, el peso de la influencia de cada una de las variables predictoras del
estilo de vida saludable, puede verse diferenciada dependiendo de la dimensión
específica de la variable predicha, además de relacionarse a otras variables de forma
indirecta. Resultando en este caso una relación directa y significativa del apoyo social
percibido de amigos sobre el estilo de vida saludable, además de funcionar como
predictor indirecto sobre ella, la autoeficacia.
Finalmente el modelo resultante es el siguiente:
71
Gráfico 9: Diagrama de ruta obtenido
Discusión Esta investigación tuvo como objetivo verificar empíricamente a través de un
modelo de ruta, la influencia de los factores individuales como edad, sexo, nivel
socioeconómico y factores protectores como la resiliencia, autoeficacia generalizada y el
apoyo social percibido, sobre el estilo de vida saludable, en pacientes con riesgo
cardiovascular; además de establecer las posibles relaciones directas e indirectas entre
estas variables, enmarcándose estas relaciones en el área de la Psicología de la Salud.
Para identificar las direcciones de la influencia, se plantearon relaciones entre estas
variables a partir de resultados obtenidos en otras investigaciones, las cuales fueron
integradas en el presente estudio a través de un modelo de ruta, en el cual se propusieron
las relaciones con las siguientes cualidades:
a) Una relación directa y positiva entre la resiliencia y el estilo de vida.
b) Una relación directa y positiva entre la autoeficacia y el estilo de vida.
c) Una relación directa y positiva entre el apoyo social percibido y el estilo de vida.
d) Una relación directa y positiva entre la edad y el estilo de vida.
e) Una relación directa y positiva entre el sexo y el estilo de vida.
f) Una relación directa y positiva entre el nivel socioeconómico y el estilo de vida.
g) Una relación directa y positiva entre la autoeficacia y la resiliencia.
h) Una relación directa y positiva entre el apoyo social percibido y la resiliencia.
i) Una relación directa y positiva entre el apoyo social percibido y la autoeficacia.
j) Una relación inversa y negativa entre la edad y el apoyo social percibido.
k) Una relación directa y positiva entre el sexo y el apoyo social percibido.
Para poder saber en qué nivel se encuentra la muestra con respecto a cada variable,
la primera parte de la discusión se enmarca alrededor de los puntajes obtenidos en cada
escala utilizada y cómo esto coincide o no, con otros estudios.
Al respecto, la muestra estudiada con una edad promedio de 51 años, presenta un
nivel medio de estilo de vida saludable, logrando unos hábitos de vida moderados
dirigidos a preservar la salud y prevenir las complicaciones cardiovasculares. Estos
resultados concuerdan con una investigación realizada por Gorrochotegui, et al. (2008),
en un estudio realizado en Venezuela en pacientes adultos, donde se encontraron
73
factores de riesgo y de protección, enmarcadas estos últimos en conductas saludables
moderadas para el sistema cardiovascular, como lo es la alimentación, además del
consumo de cigarrillo y alcohol. Algunos factores en baja y otros en alta proporción,
siendo los principales en esta investigación los hábitos adecuados de sueño,
alimentación y la actividad física.
Estos resultados permiten fortalecer el hecho de que no sólo es indispensable la
disminución del riesgo en la población cardiovascular, dando lugar al enfoque
patogénico, sino que además es indispensable fortalecer el estilo de vida saludable y así
evitar gastos excesivos, que acarrean los costos médicos, orientándose, además, a la
modificación de conductas para preservar la salud, siendo esto uno de los objetivos
fundamentales en la Psicología de la Salud (Becoña, et al. 2004).
En vista de ello, se estima que la muestra presenta componentes y herramientas que
conducen no sólo a la prevención de la enfermedad cardiovascular, sino además a la
promoción de la salud, elementos esenciales tanto para preservar el área cardiovascular,
como para todo el organismo, de forma integral.
Como resultado de un nuevo enfoque, el objetivo principal sería un modelo
salugénico que integraría además del bienestar, las fortalezas o rasgos positivos en las
personas, siendo una de las variables importantes la resiliencia.
De esta forma, la muestra estudiada reporta características moderadas de resiliencia,
lo cual es necesario para llevar a cabo conductas saludables. Esto coincide con los
resultados obtenidos por Vargas et al (2011), quienes concluyeron que pacientes con
amputación de extremidad inferior debido a la diabetes, presentaban características
resilientes moderadas que le permitirían superar la situación de salud, por lo que resulta
necesario desarrollarla en cualquier tipo de paciente, indistintamente de la gravedad de
la situación.
Este constructo llamado resiliencia definido por Wagnild, et al. (1993) como una
característica que ayuda a regular los efectos negativos del estrés que promueve la
adaptación y por lo tanto la salud, si se refuerza en esta muestra, contribuiría a fortalecer
conductas dirigidas a evitar la cronificación de problemas físicos. Esta fortaleza
contribuye al desarrollo saludable en presencia de factores de riesgos como lo es la
HTA, funcionando como un mecanismo superador de problemas adversos y estresantes.
74
Otra variable importante de destacar es la autoeficacia generalizada, la cual
permite explicar el cambio conductual en la preservación de la salud, observándose una
alta prevalencia en la muestra, lo cual contribuye en gran medida al desarrollo de un
estilo de vida saludable, es decir que al presentar las personas altos índices de confianza
en las propias capacidades, manejan de forma adecuada los distintos estresores vitales
(Ríos, et al. 2010), por lo que es razonable pensar que a mayor expectativa de
autoeficacia, mejor es el estilo de vida. Estos resultados coinciden con los estudios
realizados por Rueda, et al. (2004) y Campos, et al. (2007), donde se identifica un nivel
alto de la creencia de autoeficacia en pacientes en el área de la salud, y es en éste
contexto que se toma como variable primordial en esta muestra.
Esto abre una puerta a la posibilidad de que si este constructo ha sido utilizado en
conductas tan diversas en el área de la salud, sería una propuesta que funcionaría como
un elemento catalizador de conductas saludables, influyendo sobre el modo de pensar,
sentir y actuar de la muestra seleccionada, de manera, que si alguien desarrollara esta
capacidad en su máxima expresión, estaría contribuyendo a su salud (Ríos, et al. 2010).
Sin embargo, la autoeficacia no es la única variable que se destaca en los resultados,
con respecto al apoyo social percibido, se observó que la muestra bajo estudio percibe
un apoyo social alto, es decir valoran subjetivamente estar rodeado por personas de
confianza con las que pueden contar en momentos de crisis, hallazgo similar a los
reportados en la investigación realizada por La Rosa, et al. (2007), donde la mayoría de
los pacientes hipertensos presentaban altos puntajes de apoyo social, relacionándose en
gran medida a la adherencia terapéutica, relacionándose a una recuperación más rápida
de una enfermedad, reduciendo no sólo riesgos asociados a ella, sino evitando caer en
conductas poco saludables, además de tener una función reguladora de la presión
sanguínea.
Una vez definidas, en la primera parte, las características de la muestra respecto a
cada variable, lo que sigue enmarca las relaciones múltiples planteadas en el diagrama
de ruta.
De esta manera, se encontró que el estilo de vida saludable está influenciado
significativamente por el apoyo social percibido y la resiliencia; siendo el apoyo social
la disponibilidad de personas en quienes se puede confiar o contar en períodos de
75
adversidad, siendo la resiliencia primordial para adaptarse a la adversidad. Esto quiere
decir que aquellas personas que reportan tener mayor resiliencia y percibir más el apoyo
social que lo rodea, se conducirían a un mejor estilo de vida saludable. Estos resultados
coinciden con los encontrados por algunos autores (Pacheco, et al. 1998; Acosta, et al.
2009; Costa, et al. 2010) en contraste con otros (Marín, et al. 2001)
Respecto al apoyo social, los resultados concuerdan con Pacheco, et al. (1998),
quienes refieren que el apoyo social percibido es un factor protector de la salud,
destacando la importancia para reducir riesgos asociados a ella, como lo es el estilo de
vida.
Sin embargo, por su parte Marín, et al. (2001), concluye que el tipo de apoyo que
más influye sobre el estilo de vida es el de la familia, lo cual es contrario a esta
investigación, reportándose mayor influencia del apoyo de amigos sobre el estilo de
vida, un elemento que es importante tomar en cuenta.
La segunda variable con mayor predicción del estilo de vida saludable fue la
resiliencia, el cual se refiere a la capacidad del ser humano para hacer frente a las
adversidades, donde se observó que a pesar de ser baja la relación, es significativa para
el desarrollo de conductas dirigidas a preservar la salud; esto coincide con los resultados
arrojados en una investigación realizada por Acosta, et al. (2009) y Costa, et al. (2010),
quienes revelan que a mayores niveles de resiliencia, mejor es el hábito del sueño, la
alimentación, actividad física, conductas preventivas, chequeo médico y menos consumo
de drogas lícitas e ilícitas, y por lo tanto menor el riesgo a desarrollar HTA.
Sin embargo, a pesar de haber encontrado relaciones significativas entre las
variables de resiliencia y apoyo social percibido con el estilo de vida saludable, se
observó que la fuerza de la predicción varía según la dimensión específica de cada
variable y el número de variables involucradas, siendo el apoyo de amigos el más
significativo.
Además, al realizar las relaciones de cada variable de forma simple y no múltiple, se
encontró que jerárquicamente según el nivel de importancia, el apoyo social percibido y
la resiliencia no son las únicas variables que influyen significativamente sobre el estilo
de vida saludable, sino además la autoeficacia (r= 0,255 p =0,000) y el nivel
socioeconómico (r= -0,166 p= 0,002). Es decir, que al plantear la interacción de todas
76
estas variables al mismo tiempo sobre el estilo de vida, algunas se ven neutralizadas por
otras, disminuyendo su nivel de influencia sobre el estilo de vida saludable.
Esto concuerda con Carpi, et al. (2009), quienes estudiaron las diferencias
significativas entre la autoeficacia y la percepción de control sobre las conductas
preventivas de la enfermedad cardiovascular; concluyendo que la autoeficacia influye
significativamente sobre la conducta preventiva, más que la percepción de control, por
lo que esta variable si se relaciona significativamente con el estilo de vida, cuando no se
presentan otras variables que puedan minimizar su efecto directo.
Por su parte, el nivel socioeconómico, de acuerdo con Rosvall, et al. (2008), influye
de forma significativa en el tipo de conducta que se realiza, afectando positiva o
negativamente la salud, es decir a mayor nivel socioeconómico, mayor es el estilo de
vida saludable. Sin embargo, este estudio tuvo una diferencia en la dirección de la
relación, mientras que en los resultados arrojados por Rosvall, et al. (2008) la dirección
de la relación fue positiva (r = 0,6 p < 0,05) en la presente investigación ocurrió lo
contrario (r= -0,166 p = 0,002), a menor nivel socioeconómico mejor fue el estilo de
vida saludable. Además, se observó que cuando están presentes otras variables, se
contrarresta su efecto directo sobre las conductas preventivas, pudiendo explicar esto
que el nivel socioeconómico en las relaciones múltiples no posee resultado significativo.
Por último, en cuanto a las variables sociodemográficas, se estimó en la muestra
estudiada que la edad y el sexo no presentan relaciones significativas con el estilo de
vida saludable, pudiendo explicarse porque en su mayoría prevalece la edad mayor a 50,
lo cual limita verificar algunas diferencias en los rangos de edad. Asimismo ocurre con
el sexo, donde resultaron relaciones no significativas respecto al estilo de vida saludable,
resultados que no coinciden con lo propuesto por Pacheco et al. (1998), donde se
observó que existe una diferencia en el estilo de vida de acuerdo al sexo, es decir las
mujeres presentaban mejor estilo de vida en relación a los hombres.
Si bien es cierto que las relaciones planteadas anteriormente representa la ruta
principal o directa hacia el estilo de vida saludable, existen otras relaciones que
interactúan hasta llegar a la conducta saludable, funcionando como variables
moderadoras.
77
En cuanto a la variable de resiliencia, en la presente investigación se encontró que a
pesar de que la autoeficacia no es un predictor significativo en las relaciones múltiples
planteadas sobre el estilo de vida saludable, si lo es para el desarrollo de la resiliencia, es
decir que a mayor autoeficacia, mayores son las características resilientes en la persona.
De manera que coincide con lo expuesto por Fiorentino (2008), donde señala que la
resiliencia no es un recurso que se forme de la nada, sino en la interacción con otras
variables, destacándose entre ellas la autoeficacia.
Esto permite observar, que si la autoeficacia no tiene efecto directo sobre el estilo de
vida saludable en interacción con otras, si lo tiene de forma indirecta sobre la resiliencia,
es decir, la resiliencia funciona también como una variable moderadora entre la
autoeficacia y el estilo de vida saludable.
Sin embargo, a pesar de encontrar una relación positiva significativa de la
autoeficacia, en el caso del apoyo social percibido no ocurre lo mismo, se observó que
esta última no influye significativamente sobre la resiliencia, lo cual va en contra de lo
que refiere Prada (2005), quien destaca que la percepción de apoyo funciona como
factor protector de la resiliencia. Esto podría explicarse porque los resultados de las
investigaciones anteriores presentan limitaciones en la medición de esta variable, por lo
que las deducciones arrojadas en esos estudios pueden estar sesgados.
Siendo entonces, la autoeficacia una variable principal sobre la resiliencia, existen
además otras variables que afectan, a su vez, su desarrollo.
De acuerdo a Acuña, et al (2010) la variable autoeficacia no se genera de la nada, se
desarrolla en interacción con el ambiente social y el proceso de individuación. Estos
recursos van apareciendo y contribuyen al desarrollo de un adecuado sentido de
autoeficacia. Es en este sentido que la variable apoyo social percibido entra en vigencia
como predictor importante de la autoeficacia. Mientras que la autoeficacia afecta de
forma directa la resiliencia, el apoyo social afecta la autoeficacia y a través de la
autoeficacia influye sobre la resiliencia, resultando la autoeficacia como variable
moderadora entre ellas dos. Esto concuerda por lo propuesto por Avendaño, et al.
(2008), quien acentúa que la autoeficacia se desarrolla en interacción con otras variables
y entre ellas con la percepción de apoyo, dado que permite adquirir conocimientos
78
acerca de sí mismo y del mundo, además de desarrollar competencias que contribuyen al
sentido de confianza en sí mismo.
Así como el apoyo social percibido afecta significativamente a la autoeficacia,
generalmente se plantea que existen variables sociodemográficas que influyen sobre ella.
Así pues, como última ruta planteada, se observó que la edad y el sexo no
representan predictores importantes respecto al apoyo social percibido, lo cual no
concuerda con Fernández, et al (2001) y Pacheco, et al. (1998), quienes concluyen que
la edad y el sexo tienen relación significativa y efecto directo sobre el apoyo social
percibido. Esto quiere decir, que el desarrollo de una variable de apoyo social se produce
indistintamente de la edad y el sexo, al menos en cuanto a los resultados de esta
investigación.
Sin embargo, a pesar de sus limitaciones, no se puede negar su relación indirecta
sobre la salud, de manera que al menos con la presencia de una persona significativa,
aumentaría la creencia de autoeficacia, la resiliencia y por lo tanto facilitaría el estilo de
vida saludable. Por lo que esta variable de apoyo social se enmarca en un mundo
multifactorial de la conducta.
En síntesis, se encontró que aquellas personas con apoyo social percibido de amigos,
niveles altos de autoeficacia, características resilientes, realizan conductas más
saludables, siendo esta última variable influenciada de forma directa e indirecta por las
otras.
De esta forma, los hallazgos de la investigación permiten verificar en parte, el
modelo planteado (ver gráfico 2 y 9). Lo que brinda un aporte significativo en el marco
de la psicología de la salud, específicamente en el área cardiovascular, lo cual admite
observar algunas variables enmarcadas en el auge de la psicología positiva como
protectores de la salud, más allá de la simple disminución del riesgo. Así, se pueden
considerar futuras investigaciones que amplíen el campo de las variables positivas,
además de incluirlas dentro de la prevención y tratamiento durante la práctica.
Cabe destacar que aunque no se encontraron todas las relaciones directas en el
modelo planteado, si existen relaciones indirectas a través de otras variables, siendo el
caso de la autoeficacia y la resiliencia, las cuales funcionan como variables moderadoras
en muchos casos. De esta manera, más allá de responder a todas las preguntas, esta
79
investigación abre la puerta a nuevas interrogantes, lo cual es igualmente significativo
para las intervenciones en el área.
80
Conclusiones Con base a los resultados obtenidos en la presente investigación, se puede plantear
que dentro de la población de pacientes que asisten a ASCARDIO, el nivel de estilo de
vida saludable está determinado principalmente por la percepción del apoyo social y por
la resiliencia, las cuales forman parte importante para desarrollar hábitos dirigidos a
preservar la salud, especialmente los hábitos referidos al sueño y consumo de droga.
A pesar de los hallazgos de que el estilo de vida se ve influenciado por variables
psicológicas, aún en la actualidad se le da mayor importancia al enfoque biomédico,
siendo necesario redefinir objetivos de intervención donde se tomen en cuenta el
desarrollo de las potencialidades o variables psicológicas que contribuyan no sólo a
prevenir la enfermedad, sino también a preservar la salud, y evitar aumentar el riesgo a
una enfermedad cardiovascular, incluso a otras complicaciones mayores.
Con la puesta en práctica de los elementos psicológicos anteriores, pueden
equilibrarse los procesos de compromisos que mantenga el paciente con su salud,
formando un ente activo en el proceso, que no sólo depende de medicamentos que
regulen su organismo, sino además de variables que se pueden modificar. Además,
conocer un posible efecto moderador que cumple la autoeficacia y la resiliencia sobre
otras variables conductuales de salud, permite seguir investigando a profundidad los
mecanismos psicológicos involucrados en el ámbito conductual de la salud. De manera
que el estilo de vida saludable se ve influenciado no sólo de forma directa sino indirecta
por otras variables, actuando sinérgicamente entre ellas.
Así mismo, las personas que poseen elevados niveles de autoeficacia, aumentan su
probabilidad de presentar características resilientes, al tiempo que si presentan una
percepción mayor de apoyo social, entonces aumenta su sentido de autoeficacia. Es
decir, a mayor nivel de apoyo, mayor es la autoeficacia, mayor la resiliencia y por lo
tanto mayor el estilo de vida saludable. Se destaca así la importancia de potenciar, no
sólo las variables que tienen relación directa con el estilo de vida, sino las que tienen
relación indirecta, siendo igualmente piezas claves en la preservación de la salud,
incluso, no sólo la variable en su totalidad es importante, sino cada dimensión cuenta
para potenciar la salud en la persona.
81
Así se permite concluir que:
a) Los pacientes en riesgo cardiovascular, específicamente con HTA, mantienen un
mejor estilo de vida a medida que perciben más apoyo.
b) A mayor resiliencia mayor es la capacidad de realizar conductas saludables.
c) En cuanto se sientan más capaces de llevar a cabo una conducta, entonces
aumentan el nivel de conductas saludables.
d) Si perciben mejor apoyo social, su sentido de autoeficacia aumenta.
e) Al aumentar el apoyo social percibido, incrementa el sentido de autoeficacia, la
resiliencia y por lo tanto el estilo de vida saludable.
f) Hay variables, que aunque se neutralizan bajo relaciones múltiples, mantienen
relación positiva o negativa significativa, cuando se relacionan directamente con
otras, como es el caso de la autoeficacia y el nivel socioeconómico sobre el estilo
de vida.
g) Además, cada variable presenta componentes específicos que contribuyen a
preservar la salud. Por lo que excluir una variable por no presentar relación
significativa directa, no es factible.
82
Limitaciones y recomendaciones En primer lugar, debe destacarse que los factores que pudieron haber afectado el
comportamiento de los datos, son los relativos a las características inherentes de la
muestra, además de las circunstancias que rodeaban el contexto, tales como ocultar
información por miedo a ser evaluado por el médico del área, la disponibilidad
inmediata de la persona y la situación afectiva que el paciente presentaba.
Además, se debe acentuar que las condiciones en las que fueron aplicadas las escalas
variaron de acuerdo a los días de aplicación, esto pudo haber afectado los datos. De
manera que los resultados arrojados no deben ser generalizados libremente a poblaciones
que no tengan características semejantes a la población estudiada.
Otra principal limitación es que el muestreo usado fue no probabilístico, impidiendo
la generalización de los resultados obtenidos.
Para futuras investigaciones se recomienda distribuir uniformemente las edades, de
manera que puedan estudiarse el mismo número de personas por cada rango de edad.
Además es importante observar, si los datos varían según el tipo de riesgo a contraer y la
enfermedad, por ejemplo una enfermedad cardiovascular, o enfermedad de diabetes, de
manera que permita dilucidar si estos elementos psicológicos se determinan en parte por
la gravedad del riesgo y la implicación física que posee, o por el tipo de enfermedad.
Se sugiere igualmente, incluir una mayor cantidad de variables, por lo que se
expandirían las relaciones de influencia y por lo tanto la multicausalidad de la conducta,
lo cual permite recomendar a la institución la factibilidad de incorporar al psicólogo y a
veces al psiquiatra según la severidad del caso, en el tratamiento de los pacientes, como
un agente promotor de salud y un elemento principal en el equipo de multiprofesionales
que los atiende, no sólo en la prevención de la enfermedad, sino en la preservación de la
salud y una mejor calidad de vida, desde la posibilidad de potenciar variables
psicológicas que cumplen una función igualmente reguladora, siendo un factor
indispensable el apoyo social, destacándose como elemento que contribuye a la mejora
del paciente.
83
Por último, se debe profundizar acerca del poder predictor que tienen las variables
mediadoras y moderadoras que no ejercen un efecto directo sobre otras variables,
permitiendo así verificar si las variables sociodemográficas como la edad y el sexo
influyen sobre otras variables psicológicas diferentes al apoyo social percibido y el estilo
de vida saludable.
84
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protección en enfermos crónicos terminales hospitalizados. Psicología
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¿Por qué ahora?. Revista Española de Cardiología, 59 (3), 259-263.
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94
ANEXOS
Anexo A: Escala de apoyo social percibido
DATOS DE IDENTIFICACIÓN Fecha Edad Sexo M:____ H:____
Posee una enfermedad como:
Hipertensión arterial: _____ Diabetes____ Insuficiencia renal:______ Pérdida de la visión:_____
Ocupación
INSTRUCCIONES
A continuación se presenta una serie de situaciones relacionadas con el apoyo que recibimos de otros, le pedimos que piense cada una de ellas y marque con una “X” la respuesta que se aplique a su caso.
Nada Muy poco
Regular Mucho
1. Tengo amigos que me apoyarán sin importar lo que esté haciendo o cómo me siento
2. Cuando tengo el apoyo de mi familia me siento más preocupado con lo que estoy haciendo
3. Pienso que la gente no necesita a otros y que uno puede solucionar las cosas uno mismo
4. Puedo contar con los compañeros que viven cerca de mí para que me ayuden cuando me siento preocupado
5. Recibo o recibí apoyo por parte de mis padres
6. Soy miembro de un grupo social (religioso, clubes, equipos, etc.)
7. Pido el apoyo de los otros
8. Aunque me sienta muy mal, mis amigos me hacen sentir alegre e importante
9. Tengo en quien confiar
95
10. Mi familia me proporciona satisfacciones y un sentimiento de fortaleza
11. Las personas deberían poder contar con orientación religiosa para obtener apoyo y tranquilidad
12. Creo en mí mismo y en la habilidad para manejar situaciones nuevas sin la ayuda de los otros
13. Cuando me siento infeliz o bajo estrés hay gente alrededor a quien recurrir
14. Mi relación con mis compañeros me hacen sentir bien
15. Durante mi crecimiento siempre había gente a mi alrededor a quien recurrir cuando lo necesitaba
16. Comparto actividades religiosas con mis compañeros
17. Para mí es importante contar con el apoyo emocional de la comunidad religiosa a la cual pertenezco
18. Me siento bien cuando le pido apoyo a mi familia
19. Para mí es importante contar con el apoyo emocional de mis amigos
20. Siento que los que están cerca de mi me hacen sentir importante
21. Puedo recurrir a mis padres cuando tengo un problema
22. Me siento solo como si no tuviera a nadie cerca
23. Los compañeros que están cerca de mi me hacen sentir que hay alguien que se preocupa por mí
24. Tengo amigos que me apoyarán, no importa lo que haga
25. Mis hermanos me brindan apoyo
26. Mis jefes me ayudan cuando lo necesito
27. Cuando tengo problemas me los guardo para mí
28. En mi organización prefiero trabajar en equipo
96
Anexo B: Escala de Graffar
Instrucciones
“Lea las próximas afirmaciones, y selecciones la opción que más se adapte a su
situación, seleccionándola con una X”
Profesión del jefe del hogar
1. Profesión universitaria. 2. Profesión técnica y superior o comerciantes o productores. 3. Empleados sin profesión universitaria. Bachiller técnico,
pequeños comerciantes o productores propietarios. 4. Obreros especializados, parte de los trabajadores del sector
informal de la economía (que no posean titulo profesional). 5. Obreros especializados y otra parte del sector informal de la
economía. Nivel de Instrucción de la esposa (o) cónyuge
1. Enseñanza universitaria o su equivalente. 2. Enseñanza secundaria completa. 3. Enseñanza secundaria incompleta. 4. Enseñanza primaria o alfabeta (con algún grado de instrucción
primaria). 5. Analfabetas.
Principal fuente de ingreso del hogar
1. Fortuna heredada o adquirida. 2. Ganancias, beneficios, honorarios profesionales. 3. Sueldo mensual. 4. Salario semanal, por día. 5. Donaciones de origen público o privado.
Condiciones de alojamiento
1. Vivienda con óptimas condiciones sanitarias y ambiente de gran lujo y grandes espacios.
2. Vivienda con óptimas condiciones sanitarias en ambientes con lujo, sin exceso y suficientes espacios.
3. Viviendas con buenas condiciones sanitarias en espacios reducidos o no, pero siempre menores que en las viviendas 1 y 2.
4. Vivienda con ambientes espaciosos o reducidos y/o con deficiencias en algunas condiciones sanitarias.
5. Rancho o vivienda con espacios insuficientes y condiciones sanitarias marcadamente inadecuadas.
Total Estrato social 4-6 I= Muy alto 7-9 II= Alto
10-12 III=Medio 13-16 IV= Bajo 17-20 V= Muy bajo
97
Anexo C: Escala de estilos de vida saludable.
98
99
100
101
Anexo D: Escala de Resiliencia.
102
Anexo E: Escala de Autoeficacia Generalizada Instrucciones A continuación se presenta una serie de afirmaciones, marque una opción por cada afirmación, según la que se ajuste a su caso, recuerde la honestidad en las respuestas.
ITEMS Incorrecto Apenas cierto Más bien cierto Cierto 1. Puedo encontrar la manera de
obtener lo que quiero aunque alguien se me oponga
2. Puedo resolver problemas difíciles si me esfuerzo lo suficiente
3. Me es fácil persistir en lo que me he propuesto hasta llegar a alcanzar mis metas
4. Tengo confianza en que podría manejar eficazmente acontecimientos inesperados
5. Gracias a mis cualidades y recursos puedo superar situaciones imprevistas
6. Cuando me encuentro en dificultades puedo permanecer tranquilo/a porque cuento con las habilidades necesarias para manejar situaciones difíciles
7. Venga lo que venga, por lo general soy capaz de manejarlo
8. Puedo resolver la mayoría de los problemas si me esfuerzo lo necesario
9. Si me encuentro en una situación difícil, generalmente se me ocurre qué debo hacer
10. Al tener que hacer frente a un problema, generalmente se me ocurren varias alternativas de cómo resolverlo
103
Anexo F
ANÁLISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE
LA ESCALA DE APOYO SOCIAL PERCIBIDO
Reliability Statistics
Cronbach's Alpha N of Items
,865 28
Descriptive Statistics
Mean Std. Deviation Analysis N
I01AS 2,20 ,862 283 I02AS 1,96 1,097 283 I03AS 1,56 1,179 283 I04AS 2,03 ,976 283 I05AS 2,39 1,017 283 I06AS 1,56 1,263 283 I07AS 1,76 ,988 283 I08AS 2,42 ,856 283 I09AS 2,53 ,822 283 I10AS 2,63 ,753 283 I11AS 2,48 ,864 283 I12AS ,96 1,037 283 I13AS 2,24 ,982 283 I14AS 2,48 ,827 283 I15AS 2,33 ,968 283 I16AS 1,60 1,217 283 I17AS 1,86 1,190 283 I18AS 2,56 ,790 283 I19AS 2,35 ,875 283 I20AS 2,42 ,832 283 I21AS 1,83 1,286 283 I22AS 2,02 1,101 283 I23AS 2,32 ,882 283 I24AS 1,94 1,043 283 I25AS 2,22 1,063 283 I26AS 1,35 1,247 283 I27AS 1,57 1,107 283
104
Descriptive Statistics
Mean Std. Deviation Analysis N
I01AS 2,20 ,862 283 I02AS 1,96 1,097 283 I03AS 1,56 1,179 283 I04AS 2,03 ,976 283 I05AS 2,39 1,017 283 I06AS 1,56 1,263 283 I07AS 1,76 ,988 283 I08AS 2,42 ,856 283 I09AS 2,53 ,822 283 I10AS 2,63 ,753 283 I11AS 2,48 ,864 283 I12AS ,96 1,037 283 I13AS 2,24 ,982 283 I14AS 2,48 ,827 283 I15AS 2,33 ,968 283 I16AS 1,60 1,217 283 I17AS 1,86 1,190 283 I18AS 2,56 ,790 283 I19AS 2,35 ,875 283 I20AS 2,42 ,832 283 I21AS 1,83 1,286 283 I22AS 2,02 1,101 283 I23AS 2,32 ,882 283 I24AS 1,94 1,043 283 I25AS 2,22 1,063 283 I26AS 1,35 1,247 283 I27AS 1,57 1,107 283 I28AS 2,17 1,096 283
105
Total Variance Explained
Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings
Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %
dimension0
1 7,556 26,985 26,985 7,556 26,985 26,985
2 1,900 6,786 33,771 1,900 6,786 33,771
3 1,645 5,874 39,645 1,645 5,874 39,645
4 1,472 5,259 44,904
5 1,208 4,313 49,217
6 1,185 4,233 53,450
7 1,034 3,692 57,142
8 ,980 3,499 60,640
9 ,929 3,318 63,959
10 ,871 3,112 67,071
11 ,828 2,958 70,029
12 ,777 2,777 72,806
13 ,752 2,684 75,490
14 ,673 2,404 77,894
15 ,671 2,396 80,290
16 ,612 2,185 82,475
17 ,585 2,090 84,566
18 ,564 2,015 86,580
19 ,534 1,906 88,486
20 ,470 1,678 90,165
21 ,459 1,641 91,806
22 ,409 1,460 93,266
23 ,382 1,363 94,629
24 ,369 1,320 95,948
25 ,325 1,162 97,111
26 ,316 1,128 98,238
27 ,294 1,049 99,287
28 ,200 ,713 100,000
Extraction Method: Principal Component Analysis.
106
Rotated Component Matrixa
Component
1 2 3
I01AS ,627 I02AS I03AS I04AS ,691 I05AS ,548 I06AS ,595 I07AS ,484 I08AS ,645 I09AS ,380 ,364 I10AS ,613 I11AS ,401 ,566 I12AS -,526 I13AS ,506 ,339 I14AS ,550 ,448 I15AS ,581 I16AS ,307 ,800 I17AS ,815 I18AS ,583 I19AS ,601 I20AS ,457 ,499 I21AS ,521 I22AS ,312 ,302 I23AS ,617 ,316 I24AS ,656 I25AS ,690 I26AS I27AS ,437 I28AS ,446
Extraction Method: Principal Component Analysis. Rotation Method: Varimax with Kaiser Normalization.
107
Anexo G
ANALISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE
LA ESCALA DE AUTOEFICACIA GENERALIZADA
Reliability Statistics
Cronbach's Alpha N of Items
,899 10
Descriptive Statistics
Mean Std. Deviation Analysis N
A01 2,72 1,211 284 A02 3,41 ,855 284 A03 3,36 ,869 284 A04 3,32 ,856 284 A05 3,26 ,903 284 A06 3,09 ,945 284 A07 3,17 ,979 284 A08 3,45 ,846 284 A09 3,29 ,918 284 A10 3,44 ,811 284
108
Total Variance Explained
Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings
Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %
1 5,438 54,376 54,376 5,438 54,376 54,376
2 ,902 9,023 63,399
3 ,682 6,825 70,224
4 ,636 6,365 76,588
5 ,527 5,271 81,859
6 ,506 5,056 86,916
7 ,391 3,915 90,830
8 ,343 3,433 94,264
9 ,311 3,114 97,377
10 ,262 2,623 100,000
Extraction Method: Principal Component Analysis.
Component Matrixa
Component
1
A01 ,524
A02 ,711
A03 ,685 A04 ,701
A05 ,814 A06 ,779
A07 ,826 A08 ,767
A09 ,748 A10 ,771
Extraction Method: Principal Component Analysis.
109
Component Matrixa
Component
1
A01 ,524
A02 ,711
A03 ,685 A04 ,701
A05 ,814 A06 ,779
A07 ,826 A08 ,767
A09 ,748 A10 ,771
Extraction Method: Principal Component Analysis.
a. 1 components extracted.
110
Anexo H
ANALISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE
LA ESCALA DE RESILIENCIA
Reliability Statistics
Cronbach's Alpha N of Items
,937 23
Descriptive Statistics
Mean Std. Deviation Analysis N
I01R 5,23 1,683 247 I02R 5,49 1,559 247 I03R 5,71 1,614 247 I04R 5,77 1,519 247 I05R 6,07 1,354 247 I06R 6,26 1,308 247 I07R 5,50 1,554 247 I08R 6,19 1,313 247 I09R 5,21 1,653 247 I10R 5,77 1,500 247 I11R 5,64 1,664 247 I12R 5,89 1,500 247 I13R 5,92 1,492 247 I14R 6,01 1,421 247 I15R 5,76 1,547 247 I16R 6,08 1,414 247 I17R 6,22 1,307 247 I18R 5,89 1,389 247 I19R 5,20 1,818 247 I20R 6,33 1,292 247 I21R 5,02 1,841 247 I22R 6,05 1,394 247 I23R 5,94 1,475 247
111
Total Variance Explained
Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings
Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %
1 10,480 45,564 45,564 10,480 45,564 45,564
2 1,339 5,823 51,387
3 1,281 5,571 56,957
4 ,968 4,209 61,166
5 ,867 3,768 64,934
6 ,818 3,554 68,489
7 ,728 3,166 71,655
8 ,696 3,024 74,680
9 ,635 2,759 77,438
10 ,615 2,675 80,114
11 ,592 2,572 82,686
12 ,526 2,285 84,971
13 ,470 2,044 87,015
14 ,463 2,015 89,030
15 ,408 1,774 90,803
16 ,366 1,592 92,395
17 ,320 1,390 93,785
18 ,305 1,325 95,110
19 ,281 1,221 96,331
20 ,268 1,163 97,495
21 ,209 ,910 98,405
22 ,193 ,838 99,243
23 ,174 ,757 100,000
Extraction Method: Principal Component Analysis.
112
Component Matrixa
Component
1
I01R ,522
I02R ,622
I03R ,577 I04R ,607
I05R ,771 I06R ,788
I07R ,587 I08R ,795
I09R ,530 I10R ,723
I11R ,482 I12R ,718 I13R ,803 I14R ,832 I15R ,727 I16R ,766 I17R ,802 I18R ,758 I19R ,370 I20R ,747
I21R ,312 I22R ,665
I23R ,686
Extraction Method: Principal Component Analysis.
a. 1 components extracted.
113
Anexo I
ANALISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE
LA ESCALA DE ESTILOS DE VIDA SALUDABLE
Descriptive Statistics
Mean Std. Deviation Analysis N
EV01 1,26 1,010 277 EV02 1,38 ,833 277 EV03 1,48 1,051 277 EV04 ,99 1,055 277 EV05 ,27 ,729 277 EV06 ,38 ,828 277 EV07 ,64 ,937 277 EV08 1,73 ,952 277 EV09 2,13 ,898 277 EV10 1,39 1,028 277 EV11 1,19 1,153 277 EV12 2,29 ,854 277 EV13 ,88 1,123 277 EV14 1,64 1,192 277 EV15 2,32 ,902 277 EV16 2,47 ,810 277 EV17 2,07 ,977 277 EV18 1,87 1,014 277 EV19 2,75 ,631 277 EV20 1,56 1,104 277 EV21 1,36 1,239 277 EV22 ,75 1,084 277
Reliability Statistics
Cronbach's Alpha N of Items
,849 60
114
EV23 2,81 ,563 277 EV24 2,72 ,576 277 EV25 2,38 ,883 277 EV26 1,94 1,127 277 EV27 2,23 1,020 277 EV28 1,90 1,060 277 EV29 2,18 ,863 277 EV30 2,10 ,979 277 EV31 2,55 ,763 277 EV32 2,10 ,821 277 EV33 1,99 ,853 277 EV34 1,55 ,945 277 EV35 1,83 ,966 277 EV36 2,20 ,794 277 EV37 2,10 ,898 277 EV38 2,20 ,782 277 EV39 2,47 ,694 277 EV40 1,87 1,005 277 EV41 1,58 1,141 277 EV42 2,15 ,961 277 EV43 2,27 ,776 277 EV44 2,34 ,686 277 EV45 2,68 ,804 277 EV46 1,82 1,262 277 EV47 2,70 ,615 277 EV48 1,48 1,387 277 EV49 2,95 ,228 277 EV50 2,09 1,336 277 EV51 1,86 1,104 277 EV52 2,62 ,699 277 EV53 1,86 1,025 277 EV54 2,27 ,815 277 EV55 1,90 ,914 277 EV56 2,01 ,989 277 EV57 1,62 ,980 277 EV58 1,25 1,096 277 EV59 2,12 ,862 277 EV60 2,76 ,634 277
115
Total Variance Explained
Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings
Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %
1 7,191 11,985 11,985 7,191 11,985 11,985
2 5,146 8,577 20,562 5,146 8,577 20,562
3 3,001 5,002 25,564 3,001 5,002 25,564
4 2,830 4,717 30,281 2,830 4,717 30,281
5 1,983 3,305 33,586 1,983 3,305 33,586
6 1,813 3,022 36,607 1,813 3,022 36,607
7 1,729 2,882 39,490 1,729 2,882 39,490
8 1,613 2,689 42,178 1,613 2,689 42,178
9 1,517 2,528 44,706 1,517 2,528 44,706
10 1,463 2,439 47,145
11 1,425 2,375 49,521
12 1,402 2,337 51,858
13 1,252 2,087 53,945
14 1,217 2,029 55,974
15 1,182 1,970 57,944
16 1,127 1,879 59,822
17 1,092 1,819 61,642
18 1,063 1,771 63,413
19 1,036 1,726 65,139
20 ,970 1,617 66,756
21 ,946 1,577 68,333
22 ,878 1,463 69,795
23 ,873 1,455 71,251
24 ,846 1,409 72,660
25 ,819 1,365 74,025
26 ,789 1,315 75,340
27 ,776 1,294 76,634
28 ,730 1,216 77,850
29 ,692 1,153 79,003
30 ,688 1,147 80,149
31 ,664 1,106 81,255
116
32 ,651 1,085 82,341
33 ,614 1,023 83,364
34 ,574 ,957 84,320
35 ,567 ,945 85,265
36 ,551 ,919 86,184
37 ,528 ,879 87,063
38 ,517 ,862 87,925
39 ,496 ,826 88,752
40 ,491 ,818 89,570
41 ,478 ,797 90,368
42 ,444 ,740 91,107
43 ,427 ,712 91,819
44 ,408 ,680 92,499
45 ,403 ,672 93,171
46 ,400 ,666 93,837
47 ,362 ,604 94,441
48 ,341 ,569 95,010
49 ,333 ,554 95,564
50 ,305 ,508 96,072
51 ,294 ,491 96,563
52 ,282 ,471 97,033
53 ,273 ,455 97,488
54 ,257 ,429 97,917
55 ,252 ,419 98,336
56 ,233 ,388 98,724
57 ,215 ,359 99,083
58 ,207 ,345 99,429
59 ,181 ,302 99,730
60 ,162 ,270 100,000
Extraction Method: Principal Component Analysis.
117
Rotated Component Matrixa
Component 1 2 3 4 5 6 7 8 9
EV01 ,332 ,652 EV02 ,596 EV03 ,561 EV04 ,527 ,589 EV05 ,672 EV06 ,661 EV07 ,638 EV08 ,321 ,549 EV09 ,359 ,532 EV10 ,360 ,389 EV11 ,521 EV12 ,622 EV13 ,453 ,413 EV14 ,338 ,350 ,332 ,306 EV15 ,619 EV16 ,438 EV17 ,359 ,453 EV18 EV19 -,337 EV20 ,456 EV21 ,406 EV22 ,511 EV23 ,345 -,442 -,457 EV24 ,353 -,312 -,318 EV25 ,610 EV26 ,569 EV27 ,713 EV28 ,518 EV29 ,529 EV30 ,336 ,451 EV31 ,705 EV32 ,641 EV33 ,516 EV34 ,445 EV35 ,421 EV36 ,623
118
EV37 ,545 EV38 ,709 EV39 ,704 EV40 ,407 EV41 ,522 EV42 ,463 EV43 ,634 EV44 ,571 EV45 ,333 EV46 EV47 ,454 EV48 ,606 EV49 -,321 EV50 ,686 EV51 ,445 -,318 EV52 ,651 EV53 ,456 ,384 EV54 ,620 EV55 -,367 ,328 EV56 ,737 EV57 ,715 EV58 ,621 EV59 ,594 EV60 -,455 ,378
Extraction Method: Principal Component Analysis. Rotation Method: Varimax with Kaiser Normalization.
a. Rotation converged in 9 iterations.