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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO DECANATO EXPERIMENTAL DE HUMANIDADES Y ARTES PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA Factores protectores y estilos de vida saludable en pacientes con riesgo cardiovascular: un análisis de ruta. Trabajo de Investigación presentado por: Jesus M. GUERRERO ALCEDO Y Johanna G. SÁNCHEZ ANGULO Tutor: Víctor M. LÓPEZ GUERRA Barquisimeto, Julio 2012

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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO

DECANATO EXPERIMENTAL DE HUMANIDADES Y ARTES

PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

Factores protectores y estilos de vida saludable en pacientes con

riesgo cardiovascular: un análisis de ruta.

Trabajo de Investigación presentado por:

Jesus M. GUERRERO ALCEDO

Y

Johanna G. SÁNCHEZ ANGULO

Tutor:

Víctor M. LÓPEZ GUERRA

Barquisimeto, Julio 2012

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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO

DECANATO EXPERIMENTAL DE HUMANIDADES Y ARTES

PROGRAMA DE LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

Factores protectores y estilos de vida saludable en pacientes con

riesgo cardiovascular: un análisis de ruta.

Trabajo de Investigación presentado por:

Jesus M. GUERRERO ALCEDO

Y

Johanna G. SÁNCHEZ ANGULO

Al programa de Psicología como un requisito parcial para obtener el título de Licenciado en

Psicología

Tutor:

Víctor M. LÓPEZ GUERRA

Barquisimeto, Julio 2012

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Dedicatorias

A mi padre, quien a pesar de su ausencia

física, su calor y amor me acompañó en

cada momento.

A mi madre por ser mi armonía presente,

quien a través de su amor puro me

obsequia la paz incondicional.

Johanna Sánchez.

A mis padres por apoyarme en cada paso

que di.

A mis hermanos por estar siempre pendiente

de mí.

Jesus Guerrero.

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Agradecimientos

A nuestro tutor Víctor López, por habernos encaminado en nuestro trabajo hasta el final.

A la Dra. María Gómez, quien con su interés aportó un grano de arena clave para realizar el

trabajo.

Al Dr. Gustavo Peña, quien con sus conocimientos nos ayudó a orientarnos en el camino.

Al Profesor Javier Martínez, por haber dedicado tiempo en observaciones fundamentales.

Al Centro de Cardiología de la Región Centroccidental (ASCARDIO), por habernos

permitido llevar a cabo nuestra investigación.

Finalmente, a nuestros compañeros Analy Marín y Juan Elías Mubayed, por compartir sus

conocimientos.

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ÍNDICE DE CONTENIDO

Pág.

DEDICATORIAS……………………………………………………………………….

AGRADECIMIENTOS………………………………………………………………….

ÍNDICE DE CONTENIDO ……………………………………………………………..

ÍNDICE DE TABLAS…………………………………………………………………...

ÍNDICE GRÁFICOS…………………………………………………………………….

ÍNDICE DE ANEXOS…………………………………………………………………..

RESUMEN………………………………………………………………………………

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………

MARCO TEÓRICO……………………………………………………………..………

Enfermedades cardiovasculares…………………….……………………………...........

Qué son las enfermedades cardiovasculares……………………………..…..............

Trastornos que afectan el corazón y los vasos sanguíneos…………………..…........

Enfermedad coronaria……………………………………………….………….

Enfermedad cerebrovascular………………………………………….…...........

ECV como fenómeno multicausal……………………………………………..……......

Enfermedad………………………………………………………………..…….

Salud…………………………………………………………………..…………

Enfoque biopsicosocial……………………………………………………..…………...

Psicología de la salud……………………………………………………..……………..

Factores asociados a la salud cardiovascular……………………………..……………..

Factores no modificables…………………………………………………..…………

Edad………………………………………………………………..……………

Sexo………………………………………………………………….…………..

Nivel socioeconómico…………………………………………………………...

Factores modificables…………………………………………………….…………..

Hipertensión arterial…………………………………………………………….

Factores modificables y estilos de vida saludable…………..….………………

Psicología Positiva, factores protectores y salud………………………….…………

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Resiliencia………………..…………………………………….…………………

Autoeficacia Generalizada……………...…………………………..……………

Apoyo social percibido………………………………………..………………….

MÉTODO……………………………………………………………………..…….......

Problema……………………………………………………………………………..

Hipótesis……………………………………………………………………………..

Definición de Variables……………………………………………………….……...

Variables endógenas………………………………………………………………

Estilo de vida saludable……………………………………………………….

Resiliencia…………………………………………………………………….

Autoeficacia generalizada…………………………………………………….

Apoyo social percibido……………………………………………………….

Variables exógenas……………………………………………………………….

Edad…………………………………………………………………………..

Sexo…………………………………………………………………………...

Nivel socioeconómico………………………………………………………...

Variables a controlar....……………………………………………………………

Tipo de investigación………………………………………………………………...

Diseño de la investigación……………………………………………………………

Participantes………………………………………………………………………....

Instrumentos……….…………………………………………………………………

Procedimiento………………………………………………………………………..

Ética en la investigación……………………………………………………………...

RESULTADOS……………………….…………………………………………….......

DISCUSIÓN………………………….…………………………………………………

CONCLUSIONES………………………………………………………………………

LIMITACIONES Y RECOMENDACIONES………………………………………….

REFERENCIAS…………………………………………………………………………

ANEXOS………………………………………………………………………..………

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ÍNDICE DE TABLAS

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Tabla 1: Operacionalización de la escala de estilo de vida saludable………………….

Tabla 2: Operacionalización de la escala de Resiliencia (RS)…………………………

Tabla 3: Operacionalización de la escala de Apoyo Social Percibido…………………

Tabla 4: Alpha de Cronbach de la escala de apoyo social percibo……………………..

Tabla 5: Alpha de Cronbach de la escala de autoeficacia generalizada………………..

Tabla 6: Alpha de Cronbach de la escala de resiliencia………………………………...

Tabla 7: Alpha de Cronbach de la escala de estilo de vida saludable………………….

Tabla 8: Estadísticos descriptivos de todas las variables implicadas en el modelo…….

Tabla 9: Diagnóstico de Colinealidad y autocorrelación……………………………….

Tabla 10: Coeficientes de regresión de la variable estilo de vida saludable……………

Tabla 11: Coeficientes de regresión del estilo de vida saludable con el apoyo social

percibido……..…………………………………………………………………………

Tabla 12: Relaciones entre la autoeficacia, el nivel socioeconómico y el estilo de vida

saludable ………………………………………………………………………………..

Tabla13: Coeficientes de regresión de la variable resiliencia…………………………..

Tabla 14: Coeficientes de regresión de la variable autoeficacia generalizada…………

Tabla 15: Coeficientes de regresión de la variable apoyo social percibido……………

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ÍNDICE DE GRÁFICOS

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Gráfico 1: Determinantes de la salud…………………………………………………

Gráfico 2: Modelo estructural propuesto…………………………..…………………

Gráfico 3: Histograma del estilo de vida saludable………………………………….

Gráfico 4: Histograma de la resiliencia……………………………………………….

Gráfico 5: Histograma de la autoeficacia generalizada……………………………….

Gráfico 6: Histograma del apoyo social percibido……………………………………

Gráfico 7: Histograma de la edad……………………………………………………..

Gráfico 8: Histograma del nivel socioeconómico…………………………………….

Gráfico 9: Diagrama de ruta obtenido…………………………………………………

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LISTA DE ANEXOS

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Anexo A: Escala de Apoyo social Percibido ………………………………..…………… 94

Anexo B: Escala De Graffar………………………………………………….………….. 96

Anexo C: Escala de Estilo de vida saludable………………………………….………… 97

Anexo D: Escala de Resiliencia………………………………………………………… 101

Anexo E: Escala de Autoeficacia Generalizada…………………………………………. 102

Anexo F: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de apoyos social

percibido ………………………………………………………………………………… 103

Anexo G: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de autoeficacia

generalizada……………………………………………………………………………… 107

Anexo H: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de resiliencia… 110

Anexo I: análisis de confiabilidad y componente principal de la escala de estilo de vida

Saludable………………………………………………………………………………… 113

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RESUMEN

El objetivo de la presente investigación fue verificar la influencia de los factores

individuales como edad, sexo, nivel socioeconómico y factores protectores como la

resiliencia, autoeficacia generalizada y el apoyo social percibido, en los estilos de vida

saludable, en personas con riesgo cardiovascular, además de sus posibles interacciones.

Para ello, se aplicaron las escalas de Graffar, resiliencia, autoeficacia generalizada,

apoyo social percibido y estilo de vida saludable, en una muestra de 290 personas,

compuesta por 140 hombres y 150 mujeres, con edades comprendidas entre 35 y 65 años

que asisten como pacientes a ASCARDIO. A través de un análisis de ruta, se obtuvo que

las variables con mayor predicción sobre el estilo de vida saludable fueron el apoyo

social percibido (β= 0,272; p =0,000), específicamente el apoyo de amigos (β=0,308;

p=0,000), y la resiliencia (β= 0,166; p=0,010). Así mismo, se encontró que la

autoeficacia influye significativamente sobre la resiliencia (β= 0,499; p=0,000), y el

apoyo social percibido es un predictor significativo para la autoeficacia (β= 0,23;

p=0,000). En conclusión, los resultados de la presente investigación confirman, de forma

parcial el modelo propuesto, encontrándose que el estilo de vida saludable se puede

predecir en gran medida por variables de contenido psicológico, de forma directa e

indirecta. Además, la importancia de cada influencia de las variables predictoras, sobre

el estilo de vida saludable, puede verse diferenciada dependiendo de la dimensión

específica de la variable predicha y el número de variables que se relacionen en

conjunto, permitiendo verificar entonces la multicausalidad de la conducta, lo cual

brinda un aporte significativo para las intervenciones en el área.

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Introducción

Las enfermedades cardiovasculares (ECV) constituyen uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo, ya que representan la primera causa de muerte, iniciándose en países industrializados hasta extenderse a los países en vías de desarrollo (Díaz, Muñóz y Sierra, 2007; Pelegrín, García y Garcés, 2009). Venezuela no escapa de esta realidad, según las estadísticas del año 2006, las enfermedades del corazón ocuparon 25 % de la mortalidad para ese año, y en conjunto con las enfermedades cerebrovasculares representan más de 34 % del total de las causas de muertes del país (Blanco, 2011).

Diversos son los factores asociados a esta enfermedad, clasificados en no modificables tales como edad, sexo y nivel socioeconómico; y modificables como hipertensión arterial (HTA), diabetes mellitus (DM), sedentarismo, hipercolesterolemia y baja resiliencia; entre otros (Díaz, et al. 2007; Hernández y García, 2007; O’Donnell y Elosua, 2008; Vegas, Guimará y Vegas, 2011). Siendo la HTA unas de las principales causas de la ECV (Medrano, Cerrato, Boix y Delgado, 2005).

Actualmente se acepta que estos factores asociados al desarrollo de la ECV se encuentran relacionados a estilos o patrones de vida, los cuales determinan el proceso salud-enfermedad (Cerecero, Hernández, Aguirre, Valdés y Huitrón, 2009; Vives, 2007). Al respecto, Peña (2011) señala, que los estilos de vida o conductas conducen a la muerte debido a que las principales causas se relacionan con elementos comportamentales. Por lo que las ECV se pueden representar dentro de este contexto.

Sin embargo, durante mucho tiempo el interés en Psicología se ha centrado en el estudio y la intervención de esta patología, y la modificación de estos estilos de vida o conductas relacionadas a las ECV, se ha direccionado principalmente bajo un enfoque de disminución del riesgo, dirigido a evitar la enfermedad, y no a preservar la salud (Blanco, 2011).

A pesar de este énfasis patológico, el enfoque ha dado un giro desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha orientado hacia una perspectiva bienestarista (Vázquez, Hervás, Rahona y Gómez, 2009), pero a pesar de que esta propuesta hacia el bienestar ha permanecido por más de 50 años, en la actualidad su práctica es mínima (Blanco, 2011).

Es la Psicología Positiva, por iniciativa de Martin Seligman en 1998, que rescata y redirige un enfoque promotor de la salud, encaminado hacia el desarrollo de potencialidades de los seres humanos (Muñoz y Gaslonde, 2010). Esta visión permite

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incorporar los factores positivos, aportando una nueva pauta a la investigación, de manera que favorece el alcance de un mayor desarrollo psicológico y social, constituyendo una estrategia para el fomento de estilos de vida saludable (Vázquez, et al. 2009). Por lo que no sólo son indispensables los aportes de la disminución del riesgo, sino además, de la potenciación de los recursos de protección de la salud.

Al igual que existen investigaciones que reportan factores de riesgo o patrones de vida asociados a las ECV, también se han reportado elementos protectores psicológicos que contribuyen a la maximización de estos estilos de vida, resguardando y promoviendo la salud (Blanco, 2011).

Dentro de estos factores promotores de conductas saludables, se encuentra la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, la Autoeficacia generalizada, el Apoyo social percibido, y por último la Resiliencia, como una integración de varios elementos (Olivari y Urra, 2007; Vegas y González, 2009; Ríos, Sánchez y Godoy, 2010). Estas variables positivas han cambiado la forma como se percibe la salud del ser humano, pasando de un modelo de riesgo basado en la carencia, a un modelo de promoción dirigido a las fortalezas, incrementando el nivel de bienestar; por lo que sería un gran aporte a la hora de promover factores de protección cardiovascular, aunque existan variables de riesgo como la HTA (Acosta y Sánchez, 2009).

A pesar de este enfoque esperanzador, los esfuerzos siguen dirigiéndose a la disminución del riesgo (Vásquez, et al. 2009), y la ECV sigue siendo la principal causa de muerte (O’ Donnell, et al. 2008); además, el direccionar las investigaciones sólo al riesgo, trae como consecuencia un vacío en los factores potenciadores de la salud. Sin embargo, considerar estos elementos positivos aislados tampoco sería suficiente; es necesario delimitar la conducta saludable como el resultado de múltiples variables individuales y sociales (Laham, 2008). Desde esta perspectiva, el modelo de ruta permite observar la interacción o la relación entre diversas variables, hasta llegar a la ejecución de la conducta (Angelucci, 2007), por lo que sería factible destacar este método interaccionista en el contexto de los estilos de vida saludable, lo que admitiría no sólo la visión integral del fenómeno, sino la verificación del modelo.

Partiendo de lo anterior, esta investigación se plantea como objetivo verificar empíricamente a través de un modelo de ruta, la influencia de los factores individuales como edad, sexo, nivel socioeconómico y factores protectores como la resiliencia, autoeficacia generalizada y el apoyo social percibido, en los estilos de vida saludable en personas con riesgo cardiovascular. Además, de establecer las posibles relaciones directas e indirectas entre estas variables.

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Marco teórico El presente capítulo se encuentra estructurado en tres partes. En primer lugar, se

conceptualiza ampliamente las enfermedades cardiovasculares, enmarcando su

definición, los trastornos que comprende, la diferenciación de los términos dentro del

proceso salud/enfermedad, el impacto multicausal que engloba la enfermedad

cardiovascular, y el área de la Psicología que enfatiza su estudio, como lo es la

Psicología de la Salud.

En segundo lugar, se describen los factores asociados a la salud cardiovascular,

clasificados en no modificables o inherentes, tales como la edad, el sexo y el nivel

socioeconómico, además de los modificables como la hipertensión arterial (HTA).

Asimismo, se detalla cómo este factor modificable se relaciona a estilos de vida

saludable o comportamientos específicos.

Y por último, se encuentra la relación entre los estilos de vida saludable y la función

moduladora, que ejercen los elementos psicológicos protectores como lo son la

Resiliencia, la Autoeficacia Generalizada y el Apoyo social percibido, además de la

influencia de estos factores sobre la salud cardiovascular; y las variables

sociodemográficas que la modulan, tales como la edad, sexo y nivel socioeconomico

observando finalmente la interacción de las variables psicológicas protectoras y la

influencia que ejercen entre sí.

Enfermedades cardiovasculares Las enfermedades se evalúan de diferentes formas, lo cual varía en función de esa

evaluación, de tal forma que puede ser orientada por el sufrimiento que causa en la

familia como al que lo padece, la disponibilidad de atención humana y los materiales

que requieren, además del número de muertes que ocasionan (O’ Donnell, et al. 2008).

No hay duda, de la importancia que hoy en día tienen las enfermedades

cardiovasculares (ECV), las cuales evaluadas desde prácticamente cualquiera de los

puntos de vista anteriores, ocupan una posición importante, por lo que requiere una

atención primordial.

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De acuerdo a Díaz, et al. (2007) Éstas constituyen uno de los principales problemas de salud pública en el mundo, personificando la primera causa de defunción al ocasionar 17 millones de muertes al año. Esto la hace responsable de 32 millones de pérdidas humanas tanto por eventos coronarios como por accidentes cerebro-vasculares, abarcando el 40-70 % de las veces, pérdidas fatales en países desarrollados. Sin embargo, se calcula que este problema es mucho mayor en países en vías de desarrollo (p. 65).

Representando Venezuela un país en vía de desarrollo con estadísticas elevadas de

mortalidad anual ocasionado por este conjunto de enfermedades (Blanco, 2011). Sin

embargo, para comprender en su totalidad la importancia del fenómeno cardiovascular,

es necesario conocer el marco conceptual del mismo.

Qué son las enfermedades cardiovasculares La enfermedad cardiovascular (ECV) se define como el conjunto de trastornos que

afectan el corazón y los vasos sanguíneos; lo cual engloba en primer lugar a la

enfermedad coronaria destacándose la angina de pecho y el infarto agudo de miocardio

(IAM); y en segundo lugar, los trastornos cerebrovasculares (Pelegrín, et al. 2009,

Blanco, 2011).

Trastornos que afectan el corazón y los vasos sanguíneos

Enfermedad coronaria

Esta enfermedad se define como la patología que afecta el funcionamiento adecuado

del corazón, lo cual va desarrollándose silenciosamente, sin que la persona se percate del

suceso, bien sea por el resultado de la ateroesclerosis o formación de placas o depósitos,

lo cual obstruye las arterias, o por la pérdida de la elasticidad de las arterias, conocida

como la arterioesclerosis, impidiendo, en ambos casos, el flujo sanguíneo de forma

funcional (Brannon y Feist, 2001).

Como resultado de la restricción de este suministro de sangre al corazón, puede

presentarse la angina de pecho, definida como un trastorno que comprende síntomas de

dolor intenso en el área precordial, con dificultad para la respiración, debido a la

limitación de oxígeno, lo cual se identifica como un signo de obstrucción parcial de las

arterias (Sánchez, Moreno, Marín y García, 2009).

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Sin embargo, una obstrucción completa de cualquiera de las arterias coronarias,

bloquea el flujo sanguíneo, por lo tanto, se bloquea el suministro de oxígeno al corazón,

produciéndose la muerte del tejido coronario, lo que se conoce como Infarto Agudo de

Miocardio (IAM), manifestándose significativamente en trastornos coronarios, y se

exterioriza cuando se produce necrosis o la degeneración del tejido por la muerte de sus

células en el músculo cardiaco, como consecuencia de una obstrucción severa (Aguilar y

Garabito, 2008).

Sin embargo, estos trastornos no sólo incluyen al corazón; además, pueden afectar

las arterias que irrigan la cabeza y el cuello, limitando el flujo sanguíneo al cerebro, por

lo que, los trastornos cerebrovasculares son el segundo conjunto que engloba este

fenómeno (Brannon, et al. 2001).

Enfermedad cerebrovascular

Las enfermedades cerebrovasculares integran un conjunto de enfermedades que

“afectan el encéfalo, como resultado de un proceso patológico de los vasos sanguíneos.

Incluyen lesión de la pared vascular, obstrucción por trombos, ruptura de vasos,

alteración de la permeabilidad de la pared vascular y el incremento de la de la sangre”

(Fernández y Buergos, 2000, p. 22).

De esta manera, al desprenderse placas o compuestos por el torrente sanguíneo, en

cualquier momento se restringe el flujo de sangre en el área del cerebro, por lo que una

partícula pequeña puede bloquear por completo un vaso capilar, provocando la muerte

del tejido cerebral en un lapso de tres a cinco minutos, produciendo así un accidente

cerebrovascular (ACV) (Brannon, et al. (2001).

En algunas situaciones las obstrucciones se producen por exceso de plaquetas,

formando coágulos que se alojan en las arterias, lo que impide el paso del flujo de

sangre, conociéndose esto como una trombosis (Blanco, 2011).

Estos trastornos que engloban las enfermedades cardiovasculares, bien sea del

corazón o cerebrovasculares, anteriormente se veían como un fenómeno unicausal,

determinado por factores biomédicos. Sin embargo, a partir del cambio del concepto de

salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la actualidad la etiología se

aborda como algo multifactorial.

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ECV como un fenómeno multicausal

Enfermedad

Hacer referencia sobre el término enfermedad, o el objeto concreto y real sobre el

cual se intenta realizar un constructo que lo detalle, describa y entienda, se hace

relevante dado que el fenómeno de enfermar, únicamente se puede dar en sujetos

concretos (Peña y Paco, 2003).

Por tanto, además de esclarecer el objeto concreto a quien se describe, al hablar de

enfermedad también se deben diferenciar tres términos: La patología (disease), el padecimiento (illness) y la enfermedad (sickness), la patología hace referencia a la mala funcionalidad de procesos biológicos y psicológicos, la cual designa las anormalidades funcionales o estructurales de base orgánica; la enfermedad se relaciona con las dimensiones sociales de la persona, en donde se insertan los procesos de la patología y a sus paradigmas ideológicos, sociopolíticos y económicos y; el padecimiento que incluye procesos de atención, percepción, respuestas afectivas, cognición y valoración directa ante la enfermedad y sus manifestaciones (Vergara, 2007, p. 43).

Esta dimensión cultural de la enfermedad, ha llevado a conceder un rol social

caracterizado por la incapacidad para desempeñar sus funciones normales, se le ha

adjudicado la connotación de “desviado social” aceptado por la medicina, que no

presenta oportunidad para responsabilizarse ni recuperarse, además de exigírsele

recuperación ante la situación (Peña, 2011).

La noción de enfermedad ha variado a través de los años. En comienzo la mayoría

de las explicaciones proceden de virtudes mítico-religiosas y eran los dioses quienes

curaban a través de hechizos, siendo los espíritus los responsables de las enfermedades.

Sin embargo, al pasar el tiempo, esta concepción ha cambiado hacia una perspectiva

biológica, siendo la pérdida de esta función la responsable del proceso de enfermedad

(Guerrero y León, 2008).

A pesar del cambio de una perspectiva mítica a un foco biológico, el interés se había

centrado en las manifestaciones del trastorno antes que en la propia capacidad del

individuo para controlar la expresión de la enfermedad, y es cuando a finales del siglo

XIX y comienzos del XX, se dirige la atención a observar un desplazamiento de la

concepción de la salud como un hecho ligado a condiciones multicausales, lo cual

permite ampliar el espectro hacia un paradigma sociobiológico, y es cuando por

iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en respuesta a este cambio de

foco, surge la necesidad de dar una nueva definición de salud (Vergara, 2007).

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Salud

Aun cuando el panorama biológico se ha focalizado tradicionalmente en el síntoma

y la enfermedad, el concepto de salud ha cambiado paulatinamente hacia una noción

cada vez más amplia, que incluye aspectos del funcionamiento óptimo personal y no

únicamente la ausencia de enfermedad (Vásquez, et al. 2009). Así, “en las últimas

décadas hemos asistido a un giro en la conceptualización de salud, considerándose a la

misma como algo que hay que desarrollar y no como algo que hay que conservar”

(Becoña, Vásquez y Oblitas, 2004, p. 2).

De acuerdo con la OMS (1946), la salud se define como “un estado de completo

bienestar físico, mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad o minusvalía”,

como hasta ese momento lo venía considerando el enfoque biologicista. Esto deja el

campo abierto en todos los ámbitos concernientes a la salud, pues hace hincapié a la

salud mental y física, así como la importancia de la calidad de las relaciones

interpersonales (García, Piqueras, Rivero, Ramos y Oblitas, 2008, p. 72).

Sin embargo, pensar que la definición de la OMS resuelve el problema del foco

unidireccional resulta utópico, puesto que el completo bienestar “es imposible al menos

en esta vida, además de retórica por no servir para planificar un programa de salud, y por

último es medicalizante, ya que todo lo que no sea un completo bienestar, pertenece al

ámbito medico” (Almirón, 2008, p. 57).

A pesar de las críticas, los autores han tomado esta nueva visión, por tanto, a partir

de este momento como base se tomará a la enfermedad como la dimensión social en

donde se insertan los procesos de la patología y los paradigmas ideológicos,

individuales, sociopolíticos y económicos, además de ver la salud como un fenómeno

multicausal, las dos dentro de un continuo. Este punto de vista, plantea una nueva

perspectiva multifactorial en la salud, lo que desplaza los determinantes simplemente

biológicos, por los biopsicosociales.

Enfoque Biopsicosocial de la salud y enfermedad

En la actualidad existe apoyo teórico sobre la necesidad de una nueva perspectiva si

se quiere progresar en la comprensión y control del proceso salud/enfermedad. Esto

plantea el modelo biopsicosocial, indicando la importancia de considerar los factores

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psicológicos, sociales y culturales, junto a los biológicos como determinantes de la

enfermedad y su tratamiento, enfatizando la multicausalidad en el fenómeno (Oblitas,

2008).

Al respecto, Dahlgren y Whitehead (1991) como muestra de la diversidad de

factores asociados a la salud y enfermedad, detallan el modelo conocido como la cebolla

de los determinantes de la salud, lo cual se puede observar en el gráfico 1, donde se

representan factores biológicos, hereditarios y etarios; de la comunidad y de la sociedad,

además de aspectos culturales, laborales y socioeconómicos (Peña, 2011).

Sin embargo, esta concepción bienestarista de la OMS, aún no queda clara, es decir,

esta definición pretende polarizar a la enfermedad en el extremo opuesto o

“completamente” insano, desestabilizado en el plano psicológico, social y biológico, sin

existir matices o grados de bienestar o malestar.

A pesar de lo utópico que resulta el concepto de salud, se deja clara la participación

activa de la psicología dentro del proceso salud-enfermedad. Sin embargo, las

expresiones en Psicología y particularmente en las ciencias de la salud, han sido por

mucho tiempo materia de debate y limitante en la práctica profesional, producto de un

polifacético campo de conocimientos, generando ambigüedad en la terminología

utilizada (Almirón, 2008). A diferencia de otras disciplinas, esta ambigüedad se origina

al tomar palabras de uso común como vocabulario técnico, constituyendo un error

conceptual (Ribes, 2009).

Gráfico 1: Determinantes de la salud (Dahlgren y Whitehead, 1991). Este modelo es una representación de los diferentes niveles que interactúan e inciden sobre la salud, comenzando por el individuo, su estilo de vida, redes sociales y factores socioeconómicos; solapados unos entre otros.

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De esta manera, es posible ver cómo específicamente “el análisis de las categorías

utilizadas por las ciencias del hombre para definir conceptos como salud y enfermedad,

normal y patológico” no escapa de la imprecisión, puesto que los criterios se encuentran

modulados por el desarrollo polémico entre el conocimiento científico y

conceptualizaciones sociales comunes (Almirón, 2008, p. 56).

Así pues, considerando esta aclaratoria sobre la dificultad para delimitar con

precisión estos términos, y el establecimiento de los organismos vivos a los que se

refiere, se puede intentar establecer e interpretar el proceso salud/enfermedad a partir de

la conceptualización más utilizada por los teóricos.

En vista de ello, Peña (2011) aclara en primera instancia que: La noción de salud se aplica a: [1] sistemas vivos (no a máquinas o entidades formales), de un modo más específico, [2] a individuos (no a sus partes o elementos funcionales), [3] con capacidad de auto-reconocimiento (no a quienes carecen de la posibilidad de conciencia). Por su parte, la enfermedad corresponde a: [1] sistemas vivos (no a máquinas o a entidades formales); específicamente a individuos o a sus partes o elementos funcionales. (p. 7)

En base a la necesidad de un cambio, se ha visto la importancia de trabajos de

equipos multiprofesionales, así como una marcada participación cada vez mayor de la

Psicología dentro del ámbito de la prevención y el tratamiento en la salud, por lo que

surge en 1978 la división 38 de la Asociación Americana de Psicología (APA),

denominada Psicología de la salud (García, et al. 2008).

Psicología de la Salud

Es evidente entonces, la necesidad perenne que se percibe en la población, inmersa

en un proceso de encontrar nuevos modos, pero en esta oportunidad pluralizados, que

soporten intervenciones efectivas ante los cambios en la actualidad, siendo el campo de

la salud un área necesitada por este ajuste, y es en este punto que la Psicología de la

Salud nace a finales de los años 70 en pro del desafío de un nuevo paradigma (Werner,

Pelicioni y Chiattone, 2002).

La Psicología de la salud se conceptualiza como “el campo de especialización de la

Psicología que aplica sus principios, técnicas y conocimientos científicos a la

evaluación, diagnóstico, prevención, explicación, tratamiento y/o modificación de

trastornos físicos o mentales o cualquier otro comportamiento relevante para el proceso

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salud/enfermedad” (Oblitas, 2008, p.22). Este campo, se ha abocado a nuevos esquemas

tales como la promoción de estilos de vida saludable, la prevención de enfermedades a

través de modificación de hábitos no saludables, tratamiento a enfermedades específicas

con un trabajo interdisciplinario, y a la evaluación y mejora del sistema sanitario

(Oblitas, 2008).

Estas herramientas psicológicas se aplican en áreas de la salud como la Psico-

oncología que se ocupa del paciente oncológico; Dolor crónico dividida en experiencia

sensorial, afectiva y cognitiva, Trastornos del sueño como el insomnio, Asma bronquial,

Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), Diabetes Mellitus (DM), Fibromialgia,

Síndrome del intestino irritable o dolor abdominal, además de trastornos

cardiovasculares o al ámbito de la Psicocardiología (García, et al. 2008). Sin embargo,

esta investigación dirigirá su atención específicamente a esta última área.

Así, se define la Psicocardiología como el área de la Psicología de la Salud, que

aplica sus herramientas a la prevención, evaluación y tratamiento de las ECV, dedicando

su atención principalmente a detectar y reducir factores de riesgos psicosociales a través

del apoyo psicológico, y la modificación de conductas y estilos de vida (Laham, 2008).

En este contexto, se han estudiado diversos factores de riesgos, descritos como todas

aquellas características bien sea biológicas o hábitos adquiridos, que aumentan la

vulnerabilidad para desarrollar la enfermedad (Acosta, et al. 2009). Estos factores

pueden caracterizarse por tener una relación autónoma y cuantitativa con la patología, la

existencia de un mecanismo causal que explique la asociación, y que la exclusión o

reducción del factor resulta en una regresión del proceso y de sus consecuencias clínicas

(Georgieva, 2007).

Estos factores se han clasificado en dos: No modificables y modificables.

Factores asociados a la salud cardiovascular

Factores no modificables Los factores no modificables son definidos como aquellos factores inherentes que

por sus características propias, ejercen condición propicia para la aparición o no de la

enfermedad, tales como edad, sexo y nivel socioeconómico (Pérez, 2003; Pelegrín, et al.

2009).

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20

Edad

La edad es un factor que mantiene una relación directa con el inicio de la

enfermedad, se dice que a mayor edad, mayor es el riesgo de padecer algún tipo de

enfermedad cardiovascular, siendo fundamentalmente crítico a partir de los 35 años y

máximo el riesgo en los 60 años (Santin, 1999; Barrera, Cerón y Ariza, 2000; Bautista,

Vera, Villamil, Silva, Peña y Luna, 2002; Fernández, Díaz y Domínguez, 2003; Pérez,

2003; Segura, Agustí y Parodi, 2006).

La presión arterial, tanto sistólica (PAS) como la diastólica (PAD), se incrementa

asiduamente conforme avanza la edad, manteniéndose en los últimos años de vida. La

edad de inicio es a los 35 años, incrementándose ligeramente hasta las proximidades de

los 45 años, para sufrir una elevación a partir de dicha edad (Santín, 1999).

Aunque el envejecimiento no es causa directa de las patologías cardiovasculares,

estas son más comunes en personas de edad avanzada, puesto que al pasar los años, los

sistemas homeostáticos del organismo van perdiendo sus funciones y se van debilitando

de forma tal, que el organismo es más susceptible de padecer patología cardiovascular

(Georgieva, 2007).

Así como a mayor edad, mayor es la prevalencia de la enfermedad, en las personas

jóvenes los factores que se relacionan con su inicio dependen del sexo, siendo mayor la

protección en las mujeres, consumo de alcohol, tabaquismo, actividad física, entre otros;

mientras que en las personas de edad avanzada tienen mayor prevalencia los niveles de

tensión, colesterol y la diabetes (Sánchez, et al.2009).

Sexo

Además de la edad, según las estadísticas reportadas en los últimos años, indican

que los hombres por debajo de 50 años, tienen una incidencia más elevada de padecer

algún tipo de ECV, que las mujeres de la misma edad. Esto pudiese deberse a la relación

que existe entre los estrógenos sobre los vasos sanguíneos y el sistema cardiovascular en

las mujeres (Santin, 1999; Barrera, et al. 2000; Bautista, et al. 2002; Fernández, et al.

2003; Pérez, 2003; Segura, et al. 2006; Cuevas, 2008).

Sin embargo, otros estudios muestran que las mujeres a partir de 55 años presentan

mayor frecuencia de infarto, insuficiencia cardiaca y muerte cardiovascular (Alfonzo,

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21

Bermejo y Segovia, 2006). Por lo que las ECV en las mujeres se asocian con la

menopausia y con el número e intensidad de factores de riesgo que desarrollen

(Georgieva, 2007).

No obstante, para realizar estudios donde esté incluida la variable sexo en el área de

la Psicología es importante diferenciarla en primera instancia del género. Al respecto,

García (2011) las diferencia argumentando que El sexo es una condición biológica con unas características físicas, orgánicas y corporales con las que nacemos, son naturales, y determinan a machos o hembras, es la construcción de origen biológico. Las características del sexo dependen de las células somáticas y de las células germinales o sexuales. Son de carácter universal. A diferencia del género que es una construcción social, son unas características establecidas a través de la historia, la cultura, la tradición, la religión, la sociedad, la educación, que generan ideas y comportamientos preconcebidos, diferencian cómo debe de ser lo masculino u hombre y como debe de ser lo femenino o mujer. No viene establecido en nuestra disposición genética, pero hace que forme parte de nuestra identidad, antes de haber nacido, ya predisponen como se deben de comportar los individuos según el sexo que tengan (p. 9).

Por lo que en esta oportunidad nos referiremos al sexo.

Nivel socioeconómico

Otra de las variables que tienen mayor repercusión en la incidencia de patologías

cardiovasculares es el nivel socioeconómico, definido por Adler y Ostrove (1999) como

la ocupación del individuo, los recursos económicos, el nivel social, y la educación,

considerando el nivel socioeconómico bajo, como el predictor significativo de la salud

cardiovascular, por tanto un nivel más elevado se relaciona a un factor que evita su

inicio, pudiendo referirse a un mejor acceso a los servicios de salud (Williams, Kooner,

Steptoe y Kooner, 2007; Jeemon y Reddy, 2010; Franks, Winters, Tancredi y Fiscella,

2011).

Por su parte, existen investigaciones que muestran una relación directa entre el bajo

nivel socioeconómico y eventos cardiovasculares, debido a que éstos están asociados en

gran medida a hábitos inadecuados, que elevan la frecuencia de factores de riesgo

(Olivan, 2010).

De acuerdo a ello, Rosvall, Engstrom, Berglund y Hegblad (2008), elaboran una

investigación con el objetivo de estimar la incidencia de algunos factores de riesgos tales

como consumo de tabaco, HTA, y la proteína C reactiva, según el estatus

socioeconómicos, sobre la ECV; resultando que las personas con bajo nivel

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socioeconómico tenían un mayor riesgo de futuras ECV, es decir el ajuste de los factores

de riesgo dependen del nivel socioeconómico relativo (r= 0.6; p<0.05, n= 4268), lo cual

instiga a promover nuevos programas destinados a actuar según estos niveles.

Asimismo, Delpierre, Lauwers, Datta, Berkman y Lang (2009) se interesaron por el

nivel de educación como modulador de factores de riesgo cardiovascular y percepción

de salud. Estos autores llevaron a cabo un estudio donde el objetivo fue evaluar la

relación entre la percepción de salud y factores de riesgos como HTA, hemoglobina

glucosilada y colesterol total, dependiendo del nivel de educación y el sexo, resultando

que a menor nivel de educación en las mujeres, mayor era el riesgo de patología

cardiovascular (F= 4.61, p<0.05), mientras que en los hombres no fue significativo (F=

2.62, p>0.05).

Así Pérez (2003) enfatiza: El incremento del nivel económico conlleva la aplicación de mejores medidas higiénico-sanitarias, nuevas formas de alimentación y cambios en el estilo de vida, con lo que disminuyen, e incluso desaparecen, algunas enfermedades, mientras que aumentan otras relacionadas con la nueva situación (p.12).

En vista de ello, se estima que: en primer lugar, a menor edad, mayor es la salud

cardiovascular, y menor el nivel de riesgo a enfermar; en segundo lugar, la mujer

percibe más su estado de salud, y al mismo tiempo mantiene cuidados más altos respecto

a ella, además de tener más factores fisiológicos que la protegen; y, en tercer lugar, el

estatus socioeconómico se ha relacionado directa e indirectamente como un factor que

protege la salud, de manera que cuanto más altos son los niveles de salario, escolaridad y

ocupación, mejor será la salud cardiovascular (Faleiros y Geraldo, 2007).

Factores modificables Los factores modificables, son definidos como las características que pueden

transformarse con la intervención adecuada, tales como diabetes Mellitus (DM),

obesidad, tabaquismo, consumo de café, consumo de alcohol, sedentarismo,

hipercolesterolemia, patrón de conducta tipo A, emociones negativas, apoyo social

deficiente, ansiedad, depresión, estrés, baja resiliencia, Proteína C-Reactiva (Díaz, et al.

2007; Hernández y García, 2007; O’Donnell, et al. 2008; Vegas, et al. Vegas, 2011,

Blanco, 2011), apnea de sueño (Romero, 2010), e hipertensión arterial (HTA) (Ferrera,

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23

Moine y Yañez, 2010). Sin embargo, para efecto de esta investigación se trabajará en

base al principal factor de riesgo como es la HTA.

Hipertensión arterial (HTA)

Al respecto, Medrano, et al. (2005) realizaron un estudio de metaanálisis en España,

donde incluyeron 48 reportes transversales comprendidos entre los años 1990-2003

sobre estos factores, encontrando tres principales riesgos: HTA (66.7 %), exceso de peso

(48.3%) y por último el tabaquismo (41.1 %).

Así pues, la HTA definida como la “elevación crónica de la presión sanguínea en las

arterias, bien sea por elevación de la presión sistólica, diastólica o ambas”, caracterizada

por niveles que se encuentren por encima de 120 mmHg la sistólica y 80 mmHg la

diastólica, representa uno de los principales riesgos cardiovasculares (Gaviria, Vinaccia,

Quiseno, Taborda, Ruíz y Francis, 2009, p. 38).

Esta elevación crónica, se clasifica según su etiología: en primaria, en la cual se

desconoce la causa orgánica evidente, aunque se ha indicado que los factores genéticos y

ambientales juegan un papel importante en su desarrollo; y secundaria, o de causa

conocida, resultante de la existencia de otra enfermedad (Aguilar, et al. 2008).

Actualmente se acepta de manera extensa, que este factor modificable se encuentra

modulado por estilos de vida, es decir que el desarrollo y progreso de las ECV

mantienen una relación con los factores de comportamiento.

Factores modificables y estilos de vida saludable

La combinación de dos o más factores de comportamientos, producen un efecto

acumulativo, o incluso sinérgico, que propicia una mayor incidencia de la ECV. La

combinación de una dieta poco saludable, inactividad física y factores como el consumo

de tabaco y alcohol inciden sobre estas enfermedades, “hay estudios que revelan que el

80% de los casos cardiovasculares podrían evitarse si se adoptan estilos de vida

saludables” (Cerecero, et al. 2009, p. 466).

Al respecto, Matarazzo (1984) propone que estilos de vida saludables tales como:

dormir siete u ocho horas cada día, desayunar cada mañana, nunca o rara vez comer

entre comidas, aproximarse al peso conveniente en función de la talla, no fumar, usar

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moderadamente el alcohol u optar por un comportamiento sobrio y realizar con

regularidad alguna actividad física, contribuye no sólo a prevenir la enfermedad, sino

también a disminuir los costos y obtener beneficios físicos y económicos (Becoña, et al.

2004; Korp, 2008).

De acuerdo con Becoña, et al. (2004): Estos gastos ingentes que acarrean los costos médicos deberían ser un factor más que ayudara a la reflexión y al cambio a un enfoque preventivo, esto es, orientar los esfuerzos a la detección temprana de la enfermedad y a la modificación de conductas y estilos de vida que supongan un riesgo para él (…) Hay evidencia más que suficiente de que es más fácil y menos costoso ayudar a que una persona a que se mantenga saludable, que si hay que curarla de una enfermedad (p. 7).

Para entender la relación entre la ECV y los estilos de vida, es necesario definir esta

última como el “patrón multidimensional de acciones que la persona realiza a lo largo de

su vida y que se proyecta directamente en la salud; refiriéndose así a las pautas

personales de conducta, que pueden influir positiva o negativamente sobre la salud”

(Giraldo, Toro, Macias, Palencia y Palacio, 2010, p. 136).

Sin embargo, a pesar de que el área de la Psicología de la salud se formó con la

finalidad, no sólo de prevenir la enfermedad, sino también de promocionar la salud

(Oblitas, 2008), durante mucho tiempo el interés en Psicología se ha centrado en el

estudio y la intervención de la patología, por lo que la modificación de estos estilos de

vida o conductas relacionadas a las ECV, se ha direccionado bajo un enfoque de

disminución de riesgo, dirigido a evitar la enfermedad, y no a preservar la salud (Blanco,

2011; Acosta et al, 2009). Así, son muchas las investigaciones destinadas a enfocarse en

el riesgo, y a pesar de que este enfoque ha contribuido a conseguir algunos resultados,

no ha logrado modificar su lugar como la primera causa de muerte (O’ Donnell, et al.

2008).

Al respecto, Gorrochotegui, Mendoza, Escudero, Vincens y Romero (2008), en un

estudio realizado en Venezuela, incluyeron 35 pacientes adultos, tras una selección no

aleatorizada, utilizando un examen clínico rutinario y una entrevista estructurada para

constatar la presencia de factores de riesgo modificables y de protección, los hallazgos

mostraron que el 59% tenían sobrepeso. Y los alimentos más consumidos eran frutas (78

%), frituras (68%), pescado (41%), aceite de maíz (61%); las conductas no saludables

eran tabaco (32,4%) y alcohol (3%), además de descubrir factores psicológicos de riesgo

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25

como estrés (56%), y la tenencia y cuidado de una mascota como un factor de protección

(78%), en conclusión, se identificaron factores de riesgos y de protección, algunos en

baja proporción y otros en alta.

De esta manera, aunque en el país se realizan estudios tomando en cuenta no sólo

los factores de riesgo sino de protección, los elementos protectores se limitan al cuidado

de una mascota o a elementos de orden alimentario, sin incorporar factores psicológicos.

Así, el desarrollo que ha predominado en la Psicología a lo largo del tiempo, se ha

centrado en la debilidad humana en general, dando lugar al enfoque patogénico, aspecto

que ha incidido en que la Psicología sea identificada como Psicopatología. Debido a esta

aproximación, la Psicología ha desarrollado una estrategia dirigida a las fortalezas y

factores protectores de los seres humanos, aspectos que en la actualidad intenta enfatizar

la Psicología Positiva (Contreras y Esguerra, 2006).

Psicología positiva, factores protectores y salud Este énfasis en la patología, creó un vacío importante en el estudio de los aspectos

positivos del ser humano, y como resultado se ha generado un movimiento en la

Psicología, enmarcado en el modelo salugénico, que conceptualiza el bienestar integrado

tanto por la satisfacción con la vida, como por fortalezas o rasgos positivos,

considerando estas dimensiones como factores promotores de la salud (Garassini y

Zavarce, 2010).

Así es como surge, por iniciativa de Martin Seligman en 1998 la Psicología Positiva

en respuesta a estas carencias, marcando sus inicios formales hacia el desarrollo de las

potencialidades del ser humano, la cual se define como “el estudio científico de las

experiencias positivas, los rasgos individuales positivos, las instituciones que facilitan su

desarrollo y los programas que ayudan a mejorar la calidad de vida de los individuos,

previendo y reduciendo la incidencia de psicopatología, a la vez que promociona las

potencialidades humanas” (Contreras, et al. 2006, p. 316).

Este enfoque estudia dos dimensiones del ser humano: las emociones positivas, y las

fortalezas tales como el optimismo, la creatividad, la gratitud, la sabiduría y la

resiliencia, causando bienestar en la persona (Oblitas, 2008).

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26

En primer lugar, Blanco (2011) define las emociones positivas como “una respuesta

episódica, que inicia con una valoración cognitiva (…), caracterizada por una

experiencia subjetiva placentera y agradable, con expresiones corporales, cambios

fisiológicos, y una respuesta cognitiva que promueve repertorios de pensamientos

amplios, facilitando la adaptación y resolución de dificultades (p. 106).

De esta manera, las emociones positivas tienen un efecto protector sobre la salud

física, argumento que ha contribuido al aumento en las investigaciones de factores

positivos (Smart, Kubzansky, Maselko, Ackerson y Bauer, 2009).

Además de las emociones positivas, en segundo lugar se encuentran las fortalezas,

entendidas como aquellas “características estables que posee la persona, que son

valoradas como positivas y que potencian su bienestar a la par de que actúan como

barrera contra los malestares, tanto mentales como físicos” (Feldman y Rojas, 2010, p.

53).

Cada dimensión postula el bienestar en las personas de diferentes maneras. En

primer lugar, la perspectiva hedónica se basa en la presencia de emociones positivas

como felicidad, amor y alegría, en detrimento de las emociones negativas, tales como

tristeza, rabia, entre otras; y en segundo lugar, se encuentra la representación

eudaimónica la cual propone que se puede vivir de forma plena dando cabida a las

potencialidades humanas tales como optimismo, creatividad, resiliencia, confianza en sí

mismo, entre otras, por lo que la Psicología Positiva se basa tanto en elementos

emocionales positivos, como fortalezas humanas (Vásquez, et al, 2009; Oblitas, 2008).

Este enfoque no sólo engloba a personas con alguna enfermedad física o mental

instaurada, sino precisamente a las personas que aún se encuentran sin ninguna de éstas,

como es el caso de personas en riesgo. De acuerdo con ello, Garassini (2010) expresa: Esta realidad abarca a la población afectada por alguna enfermedad y las potencialidades representan un recurso para su recuperación, no sólo del cuerpo físico, sino también del cuerpo psíquico. Sin embargo, también es importante considerar aquellas personas que, sin padecer enfermedades tienen una enorme capacidad de recuperarse como personas íntegras a través de mecanismos psicológicos que le den una dimensión positiva a las situaciones críticas de la vida. Es este ámbito, el que ha dejado de lado la psicología como disciplina, es decir la promoción y prevención de la salud y el bienestar de las personas (p. 18,19).

En este sentido, se propone la aplicación de un nuevo enfoque de protección y

promoción en Psicología, dirigido a contribuir al estudio de las condiciones y procesos

relacionados con el desarrollo óptimo de los individuos, grupos e instituciones. Sus

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27

aportes han dejado una huella en distintos campos de intervención, principalmente en el

área clínica, educativa y finalmente de la salud, promulgando factores de protección

(Contreras, et al. 2006).

Se entiende como factores de protección todas “aquellas características personales o

elementos del ambiente, o la percepción que se tiene sobre ellos, capaces de disminuir

los efectos negativos sobre la salud y el bienestar. Al aumentar estos factores disminuye

la vulnerabilidad y la probabilidad de enfermar” (Hernández, et al. 2007, p. 120-121).

Seligman (1998) propone las emociones positivas como factores de protección, y las

divide en tres categorías: relacionadas al pasado, presente y futuro. Las relacionadas al

pasado incluyen la satisfacción, la alegría, el orgullo y la serenidad. Las vinculadas al

presente incluye los placeres y la satisfacción, y por último las del futuro se refieren al

optimismo, esperanza y confianza (Oblitas, 2008).

Además, estas emociones positivas se ven consolidadas por una variedad de

elementos personales como son las variables cognitivas y sociales, llamadas fortalezas,

entre ellas la creatividad, la perspectiva, la valentía, la perseverancia, el sentido de la

vida, la autoconfianza, apoyo social o apoyo de equipo, y la resiliencia (Feldman, et al.

2010).

Resiliencia De estas fortalezas, la resiliencia intenta dar cuenta de las situaciones de desarrollo

saludable en presencia de factores de riesgo, que surge como un constructo teórico

orientado a la promoción de procesos superadores de las situaciones adversas iniciales.

Los abordajes caracterizados por una perspectiva positiva, pueden evitar la

patologización y cronificación de problemas sociales, ampliando el repertorio de

respuestas posibles como resultado de cada situación (Llobet y Wegsman, 2004).

Este constructo se define por Wagnild y Young (1993) como la característica de la

personalidad que regula los efectos negativos del estrés y promueve adaptación, la cual

se encuentra compuesta por cinco características: una visión equilibrada de la vida, un

sentido de propósito en la vida, la habilidad para luchar a pesar de las dificultades, el

reconocimiento de la vida de cada individuo como única y la creencia en el sí mismo y

sus capacidades (Lundman, Stranberg, Eiseman, Gustafson y Brulin, 2007).

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Además Grotberg (1995) opina que la resiliencia es la “capacidad del ser humano

para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e, inclusive, ser transformado

por ellas” (Fiorentino, 2008, p.99).

Al respecto, Melillo y Suárez (2001), mencionan ocho pilares como los atributos

que aparecen con frecuencia en los niños y adolescentes considerados resilientes. Ellos

son: 1) Introspección: arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta. 2. Independencia: saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas; capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento. 3. Capacidad de relacionarse: habilidad para establecer lazos e intimidad con otra gente, para equilibrar la propia necesidad de afecto con la actitud de brindarse a otros. 4. Iniciativa: gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas progresivamente más exigentes. 5. Humor: encontrar lo cómico en la propia tragedia. 6. Creatividad: capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden. 7. Moralidad: consecuencia para extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y capacidad de comprometerse con valores; este elemento ya es importante desde la infancia, pero sobre todo a partir de los 10 años. 8. Autoestima consistente: base de los demás pilares y fruto del cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por parte de un adulto significativo (Prada, 2005, p. 18).

Visto así, pareciera que es estática. Sin embargo, la resiliencia no es una habilidad o

capacidad que se adquiere de una vez y para siempre. Es resultado de un proceso

dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la naturaleza de la situación, el

contexto y la etapa de la vida, y que puede evidenciarse de diferentes maneras

(Carretero, 2010).

Así Wagnild y Young (1993) proponen evaluar cinco dimensiones de la resiliencia

en adultos, tomando igualmente las fortalezas propuestas por el enfoque positivo, tales

como ecuanimidad, perseverancia, confianza en sí mismo, satisfacción personal y

sentirse bien solo (Salgado, 2005).

En primer lugar, la ecuanimidad o justicia se refiere a “tratar a todas las personas

como iguales, no dejando que los sentimientos personales influyan en decisiones sobre

los otros, dando a todo el mundo las mismas oportunidades” (Feldman, et al. 2010, p.

57).

En segundo lugar, la perseverancia se describe como la capacidad para “terminar lo

que se empieza, persistir en una actividad aunque existan obstáculos. Obtener

satisfacción por las tareas emprendidas y que consiguen finalizarse con éxito” (Feldman,

et al. 2010, p. 56).

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29

En tercer lugar, la confianza en sí mismo, es la creencia en sus propias capacidades

(Fiorentino, 2008). En cuarto lugar, la satisfacción personal o sentido de vida se refiere a

la comprensión de que existir tiene un significado, así como la capacidad para evaluar

las propias contribuciones; y por último, en quinto lugar, percibir que la vida es única,

pudiendo enfrentar las situaciones, lo cual da un sentido de libertad y un significado

(Salgado, 2005).

Hay estudios que avalan la relación entre la resiliencia y la salud, considerándolo

como un mecanismo protector saludable.

Resiliencia como factor asociado a la salud

Acosta, et al. (2009) describen los factores de protección que favorecen la resiliencia

en pacientes crónicos terminales en México, a partir de una investigación en donde

llevaron a cabo entrevistas a 213 personas, englobando factores individuales, familiares

y de la comunidad, estos autores concluyeron que la resiliencia contribuye a la mejora de

la salud y que es necesario promoverla en estos pacientes.

Asimismo, Vargas y Villavicencio (2011) aplicaron una encuesta de resiliencia a 10

pacientes con amputación de extremidad inferior debido a diabetes, con el fin de medir

los niveles de resiliencia y así, predecir los recursos con los que podían contar los

pacientes para enfrentar la adversidad, encontrando características resilientes que le

permitirán crecer emocionalmente a partir de la experiencia de la amputación, por lo que

es necesario pensar en el apoyo que necesitan la mayoría de estos pacientes.

Específicamente en la ECV, Costa, Barontini, Forcada, Carrizo y Almada (2010),

determinaron si la baja resiliencia (BR) frente al estrés psicosocial crónico (EPC) se

asocia a HTA y daño de órgano blanco en pacientes ambulatorios libres de tratamiento,

además de comprobar, si esta asociación tiene relación con el patrón de activación

neuro-hormonal. Estos resultados sugieren que individuos con EPC unido a BR tienen

un alto riesgo para el desarrollo de HTA (F= 2.39, p<0.01)

En la comprensión de las personas frente a los problemas de salud, sin duda es

importante identificar las características o factores que puedan promover la resiliencia,

como el optimismo, la autoeficacia o el afrontamiento activo, y el apoyo social,

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proporcionando recursos que apoyan en general la adaptación positiva (Smith, Dalen,

Wiggins, Tooley, Christopher y Bernard, 2008).

De manera que la resiliencia no es un recurso que se forme de la nada, es promovida

por factores protectores que pueden agruparse en tres grandes categorías: variables

individuales como la autoeficacia, apoyo social del sistema familiar y aquellos

provenientes de la comunidad. Sin embargo, el carácter protector que adquieren estos

factores se los otorga en la interacción que cada uno de ellos tiene con el medio que los

rodea en momentos determinados (Fiorentino, 2008).

En este sentido Prada (2005), destaca los factores protectores que sirven de soporte

en la construcción de la resiliencia: A nivel individual se encuentran: buenas habilidades cognitivas, incluyendo resolución de problemas y habilidades atencionales; buen temperamento en la infancia, que con el tiempo se desarrolla como una personalidad adaptable; una positiva percepción de sí mismo, así como autoeficacia, percepción de apoyo, fe y sentido de la vida; una mirada positiva de la realidad, una buena capacidad de autorregulación emocional y de los impulsos; saber reconocer los propios talentos y que a su vez estos sean reconocidos por la sociedad, y por último un buen sentido del humor (p. 18).

Así pues, se han destacado varios factores que la promueven y entre ellos se

encuentra la autoeficacia generalizada (AEG), como un elemento que además de formar

parte del enfoque resiliente, también es un factor que por sí solo, tiene relación directa

con los estilos de vida saludable y por tanto con la salud.

Autoeficacia generalizada (AEG) La teoría de la autoeficacia es una propuesta basada en un modelo unificador para

explicar el cambio conductual, lo cual interpreta la motivación como una actividad que

se manifiesta de forma espontánea, sin necesidad de minimizarla a una reacción ante un

estimulo especifico. Este término es propuesto por Albert Bandura (1992-1997) quien la

define como un sentimiento de confianza en las propias capacidades para poder manejar

de forma adecuada los distintos estresores vitales (Ríos, Sánchez y Godoy, 2010).

Las creencias de autoeficacia intervienen en el pensar, sentir y actuar. Por lo que si

alguien ha desarrollado la capacidad de superar los retos, pensará que los puede superar,

se sentirá seguro a la hora de emprenderla, su motivación será alta y llevará a cabo las

acciones necesarias para conseguirlo. Así pues, se relaciona directamente con estilos de

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vida saludable, por lo que es razonable pensar que a mayor expectativas de autoeficacia,

mayor es la posibilidad de afrontar los estresores vitales, y a su vez, permite apreciar un

mejor estado de salud, así como llevar a cabo conductas más saludables, que protejan a

las personas frente a la enfermedad (Olivari, et al. 2007).

Esta teoría contempla dos conceptos, la expectativa de autoeficacia y la expectativa

de resultado. La autoeficacia alude a la creencia de la persona, acerca de poseer o no las

condiciones (habilidades) requeridas para ejecutar una acción, mientras que el resultado

alude a la creencia de la persona de que esa acción conduce a ese resultado. Tanto las

expectativas de autoeficacia como de resultado, intervienen en la habilidad de una

persona para afrontar situaciones de alto riesgo. Dichas expectativas están influenciadas

por creencias sociales y culturales (Melo y Castanheira, 2010).

Al respecto, Melo, et al. (2010) enfatizan que Hay una relación entre autoeficacia y las conductas de salud específicas. Se ha utilizado la percepción de autoeficacia en distintas áreas como las de elección vocacional, comportamiento saludable, funcionamiento físico, consecución de metas, manejo de enfermedades crónicas, uso de drogas, actividad sexual, fumar, realizar ejercicio, bajar de peso, y también la habilidad para recuperarse de los problemas de salud o evitar potenciales riesgos para la salud. Altos niveles de autoeficacia tienen consecuencias beneficiosas para el funcionamiento del individuo y su bienestar (p.658).

Y es en este contexto, que se toma como variable protectora de la salud.

Autoeficacia como factor asociado a la salud

Es evidente entonces que, la AEG es un constructo utilizado en “conductas tan

diversas en distintos dominios de salud como: manejo de enfermedades crónicas, drogas,

actividad sexual, consumo de cigarrillo, realizar ejercicios, pérdida de peso y la

habilidad para recuperarse de los problemas de la salud o para evitar riesgos” (Olivari, et

al. 2007, p. 11).

Al respecto, Villegas, Ferrer, Cianelli, Miner, Campos y Peragallo (2011), evaluaron

la relación entre la autoeficacia y el riesgo de VIH/SIDA en mujeres chilenas en

desventaja social, en una muestra de 496 personas entre 18 y 49 años. Las participantes

respondieron a una escala de conocimientos de conductas de riesgos y autoeficacia

asociada a VIH, compuesta por tres sub escalas; concluyendo que existe una débil

correlación positiva entre el nivel de conocimientos sobre el VIH/SIDA y la intención de

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reducir conductas de riesgos (r=0.19; p<0.0001) y medianamente con la autoeficacia (r=

0.34; p<0.0001) en mujeres chilenas en desventaja social.

Por su parte, Álvarez y Barra (2010), realizaron un estudio descriptivo-correlacional,

de corte transversal, teniendo como objetivo determinar la relación de la autoeficacia

general y el estrés percibido con la adherencia terapéutica en pacientes en tratamiento

sustitutivo de hemodiálisis, estudiándose 54 pacientes. Esto se llevó a cabo por 4

elementos subjetivos; [1] el reporte de la adherencia global, [2] toma de medicamentos,

[3] bajo consumo de líquidos y [4] aceptación de la dieta, además de elementos objetivos

como la ganancia de peso interdiálisis y de la potasemia. Los resultados mostraron que

la autoeficacia generalizada presenta una relación con la adherencia global

autoinformada (r=0.29, p<0.05) y la adherencia al medicamento (r=0.36; p<0.01), pero

no con los indicadores objetivos del tratamiento: peso (r= -0.04, p<0.05) y la potasemia

(r=0.09; p<0.05). Mientras que el estrés percibido no mostró relación significativa con la

adherencia global (r=-0.05). Por lo que la Autoeficacia y estrés no representaron ningún

factor predictivo de adherencia en cuanto a los factores objetivos de los pacientes.

Al contrario, Ríos, et al. (2010) realizan una investigación, donde su objetivo fue

determinar la relación entre la personalidad resistente y la autoeficacia generalizada con

la percepción de salud, en personal de enfermería de cuidados intensivos y urgencias.

Estos autores utilizaron un estudio retrospectivo de corte transversal empleando como

instrumentos de medidas el cuestionario de salud GHQ-28 de Goldberg, la escala de

autoeficacia generalizada de Baessler y Schwarzer y la sub-escala de la personalidad

resistente (CDPE) de Moreno, quienes ponen de manifiesto que las variables de

autoeficacia y personalidad resistente se encuentran estadísticamente relacionadas con

un sentido positivo de la salud, actuando como factores de protección frente a malestar

psíquico (r=0.435; p<0.001).

Por su parte, Campos y Pérez (2007) evaluaron la relación entre la autoeficacia para

bajar de peso y el conflicto decisional, ambas variables relevantes en el cambio de

conductas y estilos de vida en salud. Utilizaron una muestra de 101 mujeres de nivel

socioeconómico bajo, atendidas en centros de atención en Argentina. Los resultados

indican que existe una relación inversa entre la autoeficacia para realizar ejercicio y el

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33

conflicto decisional (r=-0.447; p<0.0001) por lo que a mayor autoeficacia para realizar

ejercicio físico, menor conflicto en la decisión de bajar de peso.

Igualmente, Rueda y Pérez (2004) examinaron el papel que desempeña la

personalidad y los elementos psicosociales, entre ellos la autoeficacia generalizada

(AEG) y la competencia percibida de salud (CPS), sobre el bienestar y el afrontamiento

de los problemas de salud. Los resultados mostraron que los rasgos de personalidad se

conectaron más con la satisfacción (r=0.58; p<0.001), mientras que la AEG (r=0.37,

p<0.001) y CPS (r=0.63; p<0.001) se vincularon a las conductas de prevención y el

bienestar.

Por último, Carpi, González, Zurriaga, Marzo y Buunk (2009), realizan un estudio

donde el objetivo fue analizar si la AEG y la percepción de control (PC) presentan

diferencias significativas en cuanto a la intención y las conductas predictivas de la

enfermedad cardiovascular. La muestra estuvo compuesta por 359 personas. Los datos

muestran que la AEG influye positivamente sobre la intención (r=0.57; p>0.01) y sobre

la conducta preventiva (r=0.32; p>0.01), mientras que la PC influye negativamente sobre

la intención (r=-0.16; p>0.01), pero no sobre la conducta (r=0.05; p>0.01).

Lo anterior muestra que si bien la autoeficacia se revela como una variable que

forma parte de la resiliencia, también se relaciona con el estilo de vida promotor de

salud (Cid, Merino y Stiepovich, 2006; Katch y Mead, 2010).

Sin embargo, la variable de la autoeficacia no se genera de la nada, se ve

influenciada por el apoyo social, la cual modula su desarrollo (Acuña y González, 2010).

De acuerdo con Avendaño y Barra (2008) La auto-eficacia forma parte del auto-concepto y se desarrolla en interacción con el ambiente social y el proceso de individuación, dado que éste permite la adquisición de conocimientos acerca de uno mismo y el mundo externo, el desarrollo de competencias y, por esta vía, la adquisición del sentido de eficacia personal. Los principales recursos de información de eficacia para los niños son la familia, los pares y la escuela. Estos recursos van apareciendo uno tras otro en la vida de un individuo, contribuyendo al desarrollo de un adecuado o inadecuado sentido de auto-eficacia y permitiendo la evolución desde el control externo hasta la autorregulación personal (p. 166).

De esta manera, se observa cómo la resiliencia y la autoeficacia se desarrollan en

interacción con otras variables, por lo que es importante, tomar en cuenta el apoyo social

como uno de los elementos que influye sobre ellas, y por lo tanto sobre el estilo de vida

asociado a la salud.

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34

Apoyo social percibido El apoyo social se refiere a la existencia o disponibilidad de personas en quienes se

puede confiar o contar con apoyo en períodos de adversidad, estas personas son

significativas para enfrentar situaciones de dificultades (Vegas y González, 2009).

De acuerdo con Pacheco, Suárez y Angelucci (1998), el apoyo social puede

funcionar como factor protector de la salud, destacando su importancia en la

recuperación más rápida de una enfermedad, reduciendo riesgos asociados a ella, como

son los estilos de vida; existiendo tipos de poyos sociales como el familiar, amistades,

compañeros de estudio y trabajo; influenciada a la vez por la edad y el sexo.

De manera que: Si bien se ha considerado algunos de los papeles que juega el apoyo social con respecto a la salud es indispensable evaluar la influencia que pueden tener otras variables, como las sociodemográficas, al momento de examinar los efectos del apoyo social (…) se han reportado en relación con el género, que las mujeres tienden a percibir más apoyo social que los hombres, en consecuencia disminuye el reporte de síntomas tanto físicos como psicológicos por parte de éstas. Asimismo el apoyo social decrece con la edad. (Pacheco et al. 1998, p. 157)

En este sentido, el apoyo social influye sobre la autoeficacia y la resiliencia, pero a

la vez es influenciado por la edad y el sexo, por lo que a mayor edad menor apoyo

percibido, así como, ser mujer contribuye a la mayor percepción del mismo.

Sin embargo, es necesario diferenciar el apoyo social percibido del recibido,

definiéndose el primero, como la valoración cognitiva y subjetiva de estar rodeado por

personas de confianza, con las que puede contar en momentos de crisis, y el segundo se

precisa como el soporte objetivo o real a disposición para llevar a cabo una conducta de

ayuda bien sea instrumental, emocional o informativa (Vegas, et al. 2009).

Además de la relación entre el apoyo social y el bienestar, se ha encontrado

evidencia de que el apoyo social percibido tiene más impacto en la salud, a diferencia

del apoyo social recibido.

Al respecto, Dunn, Putallaz, Sheppard y Lindstrom (1987) resaltan que el apoyo

social percibido, cumple un papel moderador sobre la salud física, bienestar psicológico

y en las conductas en general. Estos autores destacan la importancia de evaluar tanto las

fuentes de donde proviene el apoyo social, así como, el nivel del mismo que recibe el

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35

individuo. Planteando la importancia de las diferencias que se pueden encontrar en

personas de distinto sexo (Vegas, et al. 2009).

Así la influencia del apoyo social en la salud, se caracteriza por intervenir en la

reducción de situaciones estresantes, modulando la presión sanguínea, produciendo

efectos sobre el sistema inmunológico y endocrino de las personas, y promoviendo

conductas saludables tales como, evitar consumir alcohol, drogas, hacer dieta, realizar

ejercicios, entre otros (Pacheco, et al. 1998).

De esta manera, se ha planteado que el apoyo social percibido consiste “en la

información y recursos que ofrecen otras personas del entorno que minimizan la

percepción de amenaza, maximizan la percepción actual de control y facilitan la acción

directa y anticipatoria de los modos de comportamiento” (Vives, 2007, p. 4).

Sin embargo, hasta ahora a pesar de los avances, hay muchas deficiencias en esta

área de estudio, pues existe gran diversidad en la medida de apoyo social y poco

consenso en cómo debería definirse (Matud, Carballeira, López, Marrero e Ibáñez,

2002). Algunos refieren el efecto modulador que tiene sobre el estrés, y otros autores

manifiestan su relación indirecta sobre la salud, a través de otras variables como por

ejemplo la resiliencia (Rondón, 2011).

Pero a pesar de sus limitaciones, no se puede negar su relación directa o indirecta

con la salud. De manera que la presencia de apoyo incondicional de al menos una

persona significativa, además de factores comunitarios como la escuela y vecinos, estos

elementos facilitarían los estilos de vida en la persona, y reforzaría la fortaleza de la

resiliencia, por tanto es importante, además de desarrollar factores internos, afianzar los

apoyos externos de promoción de la resiliencia mediante programas que permitan la

participación social (Fiorentino, 2008).

Apoyo social como factor asociado a la salud

Al respecto, La Rosa, Martín y Bayarre (2007) realizan un estudio descriptivo de

corte transversal, con la finalidad de estudiar los factores psicosociales asociados a la

adherencia terapéutica, incluyendo una muestra de 263 pacientes hipertensos cubanos,

los resultados más relevantes fueron que las creencias que tiene el paciente acerca del

tratamiento como beneficio de la salud (86%), los conocimientos adecuados sobre las

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36

características de la enfermedad (85,9%), los afrontamientos al tratamiento con

autoeficacia (93%) y la percepción de suficientes redes de apoyo social (78%), son los

que más se asocian a la adherencia terapéutica, encontrándose que el apoyo social

suficiente tiene un alto significado para la adherencia (81%) en comparación al apoyo

social insuficiente (9,5%).

Asimismo, Marín y Rodríguez (2001), determinaron la asociación entre el apoyo

familiar (AF) y el cumplimiento al tratamiento de la hipertensión arterial (HTA), en 80

pacientes residentes en México. Los resultados aportaron que el grupo control (sin

adherencia al tratamiento), se diferenciaba del grupo que tenían adherencia, dependiendo

de la ingesta de medicamentos, ejercicio y dieta. De manera que las personas con apoyo

social percibido, cumplieron mejor las indicaciones, como mayor ingesta de

medicamentos (92.7%), realizaron más ejercicio (82.3%) y se adhirieron a la dieta

(87.8%), en comparación a las personas con bajo apoyo social (50 %). Resultando que

el apego al tratamiento se vincula significativamente con el apoyo de los familiares.

Por otra parte, si bien se ha considerado el rol que juega el apoyo social vinculado a

los efectos beneficiosos en la salud y el bienestar, es necesario valorar el dominio que

ejercen los factores sociodemográficos sobre esta variable, como son la edad y el sexo,

verificándose que a mayor edad y ser hombre implica percibir menor apoyo social.

Al respecto, Fernández, Almuiña, Alonso y Blanco (2001), realizaron un estudio

exploratorio, con el objetivo de identificar los factores psicosociales más frecuentes en

las personas de la edad adulta avanzada, utilizándose como método para la elección de la

información, la encuesta de factores psicosociales en ancianos. Se identificaron doce

factores psicológicos y la misma cantidad de factores sociales. La mayor frecuencia en

los factores psicológicos fue la necesidad de ser escuchados y la pérdida de apoyo social

según la percepción de las personas en 98 %.

Pacheco, et al. (1988) realizan una investigación donde el sexo influye como un

elemento moderador sobre el apoyo social percibido. Estos autores refieren que las

mujeres perciben mayor apoyo social en comparación que los hombres. Por lo que es un

mecanismo protector para las mujeres.

A pesar de estos hallazgos, la mayoría de las investigaciones presentadas han sido

en enfermedades como DM, VIH/SIDA, o enfermedades crónicas en general, algunas

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37

con limitaciones de corte metodológico. De manera que, no sólo se presentan

restricciones acerca del foco al que se ha dirigido principalmente la investigación como

lo es el del riesgo, sino limitación en la calidad de las investigaciones, además de una

mínima atención a los estudios en dirección al área cardiovascular a pesar de estar en los

primeros lugares como causa de mortalidad (Jeemon, et al. 2010).

En relación con la enfermedad cardiovascular, las investigaciones que se han

considerado se basan principalmente en: variables como emociones positivas (Blanco,

2011), AEG y apoyo social, mientras que la resiliencia se ha abordado desde la

perspectiva de carencias, es decir desde la baja resiliencia asociada al riesgo y no como

mecanismo promotor (O’Donnell, et al. 2008; Vásquez, et al. 2009).

En síntesis, si bien se han considerado variables no modificables asociadas a la salud

tales como edad, sexo y nivel socioeconómico; también se han encontrado variables

modificables como la HTA, que pueden ser moduladas por factores protectores

psicológicos tales como la resiliencia, AEG y el apoyo social percibido, a través del

estilo de vida saludable (Laham, 2008), abordándose hasta ahora principalmente desde el

riesgo.

De esta manera, existen cuatro rutas que marcan la influencia directa o indirecta de

estos factores protectores sobre la salud cardiovascular. En primer lugar la edad, el sexo,

el nivel socioeconómico, la resiliencia, la AEG y el apoyo social percibido, se relacionan

con la salud de manera directa o indirecta a través de estilos de vida saludables o

comportamientos asociados a la misma; en segundo lugar, el apoyo social percibido, y la

AEG influyen sobre la resiliencia; en tercer lugar, el apoyo social percibido se relaciona

a la variable de AEG, y, en cuarto lugar, el sexo y la edad se asocian a la percepción de

apoyo social.

Es evidente entonces, que diversos factores, contribuyen a preservar la salud,

incrementando el nivel de bienestar y las conductas favorables. Por lo que serían

primordiales a la hora de prevenir enfermedades en personas con riesgo cardiovascular,

específicamente con HTA, a la vez que permitiría tomar el camino hacia otro enfoque de

la salud y no solamente la disminución de la enfermedad; enfoque positivo al que se

dirige esta investigación.

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38

Sin embargo, considerar la unidireccionalidad de las variables tampoco es suficiente; resulta necesario tomar en cuenta los múltiples elementos que proporcionan una conducta saludable (Laham, 2008).

Desde esta perspectiva, el análisis de ruta admite la posibilidad de observar la relación entre diversas variables necesarias para la realización de la conducta saludable (Angelucci, 2007), permitiendo así destacar la multicausalidad de la conducta, facilitando la parsimonia del fenómeno, además de la verificación del modelo propuesto.

Considerando lo anterior, la presente investigación tiene por objetivo verificar

empíricamente a través de un modelo de ruta de qué modo variables personales como la

edad, sexo, nivel socioeconómico, y factores protectores como AEG, Apoyo social

percibido y Resiliencia, se relacionan con los estilos de vida saludable en personas con

riesgo cardiovascular. Además, de establecer las posibles relaciones directas e indirectas

entre estas variables.

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39

Método Problema

Al jerarquizarse las ECV como la primera causa de muerte a nivel mundial, y

siendo Venezuela un país que no escapa de la realidad; se enmarca entonces esta

enfermedad como uno de los problemas de salud pública más importantes, digna de

atención sanitaria (Díaz, et al. 2007)

Son muchos los factores asociados a la ECV, en primer lugar los de tipo inherente

o no modificables tales como edad, sexo y nivel socioeconómico (Pelegrín, et al. 2009);

y en segundo lugar como principal factor modificable la hipertensión arterial (HTA),

identificado este último, como un agente de riesgo y de prevención, relacionado a estilos

de vida saludable (Medrano, et al. 2005). Esta relación entre factores modificables y

estilos de vida es aceptada en la actualidad como una representación ineludible

(Cerecero, et al. 2009).

Por este motivo, la aceptación del concepto que vincula los factores modificables

con los estilos de vida saludable, traería consigo una reorientación teórica en el campo

de la salud, enfocándose entonces a factores conductuales. De esta manera, desde el

momento en el que se incorpora la conducta en el ámbito de la salud, la Psicología cobra

vigencia en el área.

Sin embargo, durante mucho tiempo el interés en Psicología sobre este tema se ha

centrado en el estudio de la patología, por lo que la modificación de estos estilos de vida

o conductas relacionadas a las ECV, se ha direccionado bajo un enfoque de disminución

de riesgos, dirigido a evitar la enfermedad, y no a preservar la salud (Blanco, 2011;

Acosta, et al. 2009). Pareciendo que mientras se prevenga la enfermedad, la salud queda

tácita, por lo que resulta necesario reorientar las investigaciones hacia el extremo

positivo de la salud, es decir a los factores de protección de la misma.

Es allí donde, basándose en la Psicología Positiva, se pretende redirigir el enfoque

negativo del riesgo, hacia el interés por las fortalezas humanas (Muñoz, et al. 2010). De

manera que los factores promotores asociados a conductas saludables, como la

autoeficacia generalizada (Ríos, Sánchez y Godoy, 2010), el apoyo social percibido, y la

resiliencia ayuden a promocionar conductas dirigidas a metas (Fiorentino, 2008).

Además de estos factores psicológicos de protección es necesario tomar en cuenta

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40

aquellas variables individuales como edad, sexo y nivel socioeconómico que

contribuyen a conservar igualmente la salud.

Al respecto, son pocas las investigaciones orientadas hacia los elementos protectores, y las que han sido consideradas, se han relacionado cada variable en forma aislada, y eso pareciera es insuficiente; por lo que sería necesario delimitar la conducta como un producto multivariado (Laham, 2008). Por lo que el modelo de ruta consentiría observar la relación entre todos los elementos, resultando viable destacar este método interaccionista en el contexto de los estilos de vida saludable, como promotor de la salud cardiovascular.

Sin embargo, la importancia de la presente investigación no sólo reside en el

punto de vista teórico, sino además práctico, donde al tomar acceso a investigaciones

con variables de protección y promoción del ser humano, se logren 3 aportes

importantes: [1] Guiar el camino hacia el extremo olvidado, como lo es la promoción de

la salud y no simplemente la prevención de la enfermedad; [2] Otorgar el lugar al

profesional de la Psicología dentro del área de la salud, como un agente de cambio

positivo; y [3] El diseño e implementación de futuros programas, no sólo de prevención

de la enfermedad, sino además de promoción de la salud.

Así pues, partiendo de la importancia de los factores protectores y su contribución en los estilos de vida saludable como moduladores primordiales, además de la multicausalidad de la conducta, la presente investigación se plantea las siguientes interrogantes ¿Cómo influye la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, la AEG, el apoyo social percibido y la resiliencia, sobre los estilos de vida saludable en personas con riesgo cardiovascular? ¿Cómo es la relación entre estas variables? Por lo que en este sentido, este trabajo asume las hipótesis que se indican de seguido.

Hipótesis Hipótesis general: 1. Las variables personales como la edad, sexo, nivel socioeconómico, y factores

protectores como AEG, Apoyo social percibido y Resiliencia, inciden de manera directa o mediada sobre los estilos de vida saludables en personas con riesgo cardiovascular.

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Hipótesis específicas: 1. Una mayor edad, ser mujer, mayor nivel socioeconómico, alta percepción de apoyo

social, autoeficacia generalizada elevada, resiliencia alta, se asocia a un mayor estilo de vida saludable.

2. Mayor apoyo social percibido y autoeficacia generaliza elevada, se asocian a mayor resiliencia.

3. Mayor apoyo social percibido se asocia a autoeficacia generaliza elevada. 4. Menor edad y ser mujer, se asocian a mayor apoyo social percibido.

Se pretende verificar las relaciones planteadas en el siguiente modelo:

X1=Estilo de vida saludable; X2=Resiliencia; X3=AEG; X4=Apoyo social percibido;

X5=Edad; X6=Sexo; X7=Nivel socioeconómico. d1= error residual 1; d2= error residual

2; d3= error residual 3; d4= error residual 4.

Gráfico 2: Modelo estructural propuesto

Variables Variables endógenas

Estilo de vida saludable:

Definición Conceptual: Conjunto de pautas y hábitos comportamentales cotidianos de

una persona, y patrones de conducta individuales, que demuestran cierta consistencia en

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el tiempo, bajo condiciones más o menos constantes y que tienen relación con la salud¸

tales como: actividad física, hábitos alimentarios, autocuidado y cuidado médico, sueño,

consumo de alcohol y drogas y recreación (Arrivillaga, Salazar y Correa, 2003).

Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala de estilos de vida saludable

elaborada por Salazar y Arrivillaga (2004), y adaptada a una población Venezolana por

Angelucci y Cañoto (2010). Así, un menor puntaje en la escala indica un nivel más bajo

de estilo de vida saludable, mientras que a mayor puntaje se interpreta como mejor estilo

de vida y hábitos más saludables (Véase en la Tabla 1).

Tabla 1.

Operacionalización de la escala de Estilo de Vida saludable, de acuerdo a Angelucci y

Cañoto (2010)

Variable Dimensión Ítems Estilo de vida saludable

No consumo de comida nociva

29 invertido, 30 invertido, 31 invertido, 32 invertido, 33, 34, 35, 36 invertido, 37 invertido, 38 invertido, 39 invertido, 43 invertido, 44 invertido, 51 invertido y 52 invertido.

Actividad física 1, 3, 4, 5, 6, 7, 22

Conductas preventivas 8, 9, 10, 13, 14, 16, 18 invertido, 19 invertido, 20, 25, 26, 27, 28, 40, 41, 42, 58,

Sueño 2, 53, 54 invertido, 55, 56 invertido, 57 invertido, 59 invertido y 60 invertido.

No consumo de drogas 23 invertido, 24 invertido, 45 invertido, 46, 47 invertido, 48, 49 invertido y 50

Chequeo médico 11, 12, 15, 17 y 21

Resiliencia

Definición Conceptual: Wagnild y Young (1993) la definen como la característica de la

personalidad que regula los efectos negativos del estrés y promueve adaptación, la cual

se encuentra compuesta por cinco características: una visión equilibrada de la vida, un

sentido de propósito en la vida, la habilidad para luchar a pesar de las dificultades, el

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43

reconocimiento de la vida de cada individuo como única y la creencia en sí mismo y sus

capacidades (Lundman, et al. 2007).

Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala de Wagnild y Young (1993),

versión en español de Carratalá y Peña (2009), en la cual un mayor puntaje indica un

mayor nivel de resiliencia. El rango de las puntuaciones es de 23 a 161. Las

calificaciones que se encuentra por encima de 147 se consideran de alto nivel de

resiliencia, entre 121 a 146 equivalen a un nivel medio y las puntuaciones menores a 121

se evidenciarán como bajo nivel de resiliencia (Véase Tabla 2).

Tabla 2.

Operacionalización de la escala de Resiliencia (ER), de acuerdo a Carratalá y Peña

(2009).

Variable Dimensión Indicadores Resiliencia

Competencia Personal

1, 2, 3, 4, 5, 7, 9, 10, 11, 12, 13, 16, 18, 21,22 y 23

Aceptación de uno mismo y de la vida

6, 8, 14, 15, 17, 19, 20

Autoeficacia Generalizada (AEG):

Definición Conceptual: Bassler, Schwarzer y Jerusalem (1993) la definen como un

sentimiento de confianza en las propias capacidades, para poder manejar en forma

adecuada los distintos estresores vitales (Schwarzer, Bäbler, Kwiatek, Schröder y Zhang,

1997).

Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala de Autoeficacia Generalizada

elaborada por Bäbler, Schwarzer y Jerusalem (1993), y adaptada a la población chilena

por Cid, Orellana y Barriga (2010). El mayor puntaje obtenido en la escala indica que la

persona reporta una mayor autoeficacia general percibida.

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44

Apoyo social percibido

Definición Conceptual: valoración cognitiva y subjetiva de estar rodeado por personas

de confianza con las que puede contar en momentos de crisis, bien sea apoyo de

familiares, amigos, vecinos o en general (Vegas, et al. 2009).

Definición Operacional: Puntaje obtenido en la escala elaborada por Dunn, Putallaz,

Sheppard y Lindstrom (1987), y adaptada luego por Angelucci (2001) a la población

Venezolana en edad adulta. El mayor puntaje refleja un mayor apoyo social percibido de

acuerdo a los diferentes tipos de apoyos existentes (Véase Tabla 3).

Tabla 3.

Operacionalización de la escala de Apoyo Social Percibido, de acuerdo a Angelucci

(2001).

Variable Dimensión Indicadores Apoyo social percibido

Apoyo de amigos y cercanos 1, 4, 8, 9, 13, 14, 19, 20, 23 y 24

Apoyo familiar 2, 3 inverso, 5, 10, 15, 18, 21, 25, 26 y 27 inverso

Apoyo de grupos y comunidad religiosa

6, 7, 11, 12 inverso, 16, 17, 22 inverso y 28

Variables exógenas Edad

Definición Conceptual: “Edad acumulada por la persona desde su nacimiento”

(Bethelmy y Gómez, 2002, p. 36).

Definición Operacional: Edad reportada por la persona en el cuestionario.

Sexo

Definición Conceptual: “División Biológica de los animales y los organismos humanos

con base en su papel reproductivo” (Bethelmy, et al. 2002, p. 36).

Definición Operacional: Registrado en los datos de identificación del sujeto según su

condición de necimiento. Aparece la letra “M” si el sujeto nació con el sexo Mujer y

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45

“H” si nació con el sexo Hombre, las cuales a su vez serán codificadas como “0” y “1”

respectivamente.

Nivel Socioeconómico

Definición Conceptual: Nivel social o rango dentro de un grupo que se define a partir del

grado de ingreso monetario, condiciones de vivienda y nivel de educación presente en

dicho grupo de individuos que se desenvuelven en una sociedad” (Carratalá, et al. 2009,

p. 68)

Definición Operacional: Puntaje obtenido con la escala Graffar. A mayor puntaje

obtenido, más bajo es el nivel socioeconómico.

Variables controladas:

Las variables extrañas, son todas aquellas variables que si no se controlan, podrían

sesgar los resultados o dar otras interpretaciones alternativas de los resultados obtenidos,

y no precisamente a las variables estudiadas. Esto implica realizar la estrategia de

control de dichas variables, de acuerdo a la procedencia de las mismas: participante y

situación (Ramos, Catenas y Trujillo, 2004).

1. Referente al participante:

a. Edad: Se refiere a la edad reportada por los sujetos (Bethelmy, et al. 2002). La

edad requerida para esta muestra será en un rango comprendido entre 35 y 65

años, correspondiente al criterio de aparición de la hipertensión arterial.

b. Enfermedades comórbidas: Enfermedades tales como diabetes, insuficiencia

renal, patologías cardiovasculares instauradas, pérdida de la visión, enfermedad

obstructiva pulmonar, entre otras; que puedan limitar el estilo de vida de la

persona. Para ello se seleccionan sólo aquellos sujetos que presenten solamente

hipertensión arterial, sin otras patologías asociadas.

c. Pérdida de participantes: Se refiere al abandono de la colaboración como parte de

la muestra de las personas, para eso se aplicó las pruebas requeridas en una sola

oportunidad.

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46

d. Habilidad de lectura: Capacidad de la muestra para la lectura. Se tomó en cuenta

a las personas que presenten la habilidad de lectura, además de utilizar un

instrumento adaptado para un tipo de muestra.

2. Referente a la situación:

a. Instrucciones suministradas a los sujetos sobre la tarea a realizar: Al respecto, se

informó a los participantes del estudio, sin embargo no se dio detalles de la

investigación que implique el sesgo del estudio. Para ello se entregó una hoja con

la misma instrucción a todos y se leyó a todos por igual.

b. Características ambientales: Referida a la iluminación, ruido y temperatura. Se

mantuvo constantes para cada uno de los miembros de la muestra.

c. Características del investigador: referido al tono de voz y manera de interactuar

en general con los participantes. La persona que aplicó los instrumentos fue

siempre la misma para todos los sujetos.

d. Instrumentos: Escalas utilizadas en el estudio. Se utilizó la misma batería de

prueba para todos los sujetos de investigación.

Tipo de investigación De acuerdo a Kelinger y Lee (2002) esta investigación se considera dentro de las no

experimentales, ya que “no es posible manipular las variables o asignar aleatoriamente a

los participantes o los tratamientos”, es decir, se observa el fenómeno tal como se da en

su contexto natural, para después analizarlo (Hernández, Fernández y Baptista, 2006,

p.205).

Se enmarca como una investigación de tipo correlacional, definida como un tipo de

estudio que tiene como propósito evaluar la relación que exista entre dos o más variables

(Hernández, et al. 2006).

Además, el presente estudio es de campo, ya que busca de manera sistemática la

prueba de hipótesis sin la aleatorización ni la manipulación experimental de las variables

en estudio (Kerlinger, et al. 2002), así mismo, precede a la recolección de datos a través

de aplicaciones de los instrumentos de medidas referentes a Autoeficacia Generalizada,

Resiliencia, Apoyo social percibido, edad, sexo, nivel socioeconómico y estilos de vida

saludables.

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47

Según el nivel de elaboración de conocimiento es explicativo, ya que se medirá la

incidencia de unas variables sobre otras, tratando de establecer las relaciones entre

variables como Autoeficacia Generalizada, Resiliencia, Apoyo social percibido, edad,

sexo, nivel socioeconómico y estilos de vidas saludables (Arnau, 1978).

Diseño de investigación En relación a las características temporales, este estudio se enmarca en primer lugar

dentro de un diseño de corte transversal, ya que la medición se realizará en un corte

puntual del tiempo, es decir, los datos se recolectarán en un sólo momento, en un tiempo

único, y cuyo propósito será describir variables y analizar su influencia e interrelación

en un momento dado (Arnau, 1995; Hernández et. al, 2006).

En segundo lugar, para relacionar las variables se utilizará un diseño causal, a través

de un modelo de análisis de ruta, el cual constituye una estrategia multivariada, en la

cual se estiman relaciones directa e indirecta entre las variables, con el fin de encontrar

que los datos son consistentes con las inferencias propuestas, cuyas bases radican en

hallazgos válidos de investigaciones anteriores (Kerlinger, et al. 2002)

Este diseño, expresa formal y explícitamente una teoría mediante un modelo que se

puede representar en palabras, por ecuaciones matemáticas y habitualmente por un

diagrama de ruta, constituyéndose de esa manera en un sistema de hipótesis, procedente

de una teoría, el cual versa sobre los coeficientes de ruta (Angelucci, 2009).

Además, se distinguen los efectos directos en relación con los indirectos, mediante

la utilización de correlación y regresión, con lo cual una variable X puede tener un

efecto directo sobre Y, pero un efecto indirecto sobre Z (Kerlinger, et al. 2002). Dichas

influencias o efectos se reflejan en los llamados coeficientes de ruta, que en realidad son

coeficientes de regresión (β beta) (Grimm y Yarnold, 1995).

Para Sierra (1995) el diseño de ruta distingue los siguientes presupuestos: 1. El modelo debe representar relaciones de causa - efecto entre las variables. 2. Las relaciones planteadas en el modelo son lineales y aditivas. 3. El modelo debe ser un sistema cerrado o completo. Así cada variable dependiente debe ser considerada como completamente determinada por alguna combinación de las variables del sistema. 4. El modelo debe ser recursivo: es decir, las relaciones entre las variables que forman el modelo son asimétricas. No se deben asumir relaciones bidireccionales entre las variables, dos variables no pueden ser causa y efecto de otra. 5. Normalidad de los datos de las variables individuales.

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48

6. Uso adecuado del coeficiente de correlación según el nivel de medida de la variable 7. Tamaño adecuado de la muestra para evaluar la significancia. 8. Debe existir nula o baja multicolinealidad, es decir, nula o baja correlación entre variables predictoras. 9. El nivel de medida de las variables debe ser de intervalo o de razón (Angelucci, 2009, p. 516).

En este sentido, la presente investigación veló por el cumplimiento de las

condiciones antes mencionadas para así utilizar el modelo planteado.

Participantes La población está conformada por las personas que asistan al Centro Regional de

Cardiología de la Región Centroccidental (ASCARDIO). La muestra estuvo conformada

por 290 personas, hombres y mujeres con edades comprendidas entre 35 a 60 años, con

diagnóstico médico de HTA, sin ninguna otra patología comórbidos, durante el período

comprendido entre los meses Marzo-Mayo del año 2012.

El muestreo fue de tipo no probabilístico intencional, el cual “se caracteriza por el

uso del juicio, y por el esfuerzo deliberado de obtener una muestra representativa,

incluyendo áreas o grupos típicos de la muestra” (Kerlinger, 1988, p.135).

Instrumentos Estilos de vida saludable: Medida mediante la escala de Estilos de vida saludable

elaborada por Salazar, et al. (2004), la cual fue adaptada en una población venezolana

por Angelucci, et al. (2010). Esta escala consta de 60 ítems, en donde se reflejan 6

factores: actividad física, recreación y manejo del tiempo libre, autocuidado y cuidado

médico, hábito alimentario, consumo de alcohol y otras drogas y sueño; las opciones de

respuestas se basan en cuatro alternativas: nunca, algunas veces, frecuentemente o

siempre, donde se deberá marcar con una X una de las cuatro opciones, los puntajes van

desde 0 a 3, siendo el puntaje mínimo de 0 y máximo de 180.

Esta escala presenta un coeficiente alfa de Cronbach de 0,81, donde todos los ítems,

excepto el número 58, correlacionaron de manera positiva con el puntaje total de la

prueba, lo que indica una alta consistencia interna; resultando la validez de constructo de

0.35, hallada bajo el análisis factorial con rotación varimax por el método de

componentes principales.

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49

Resiliencia: Medida a través de la Escala de Resiliencia de Wagnild, et al. (1993)

versión adaptada a Venezuela por Carratalá, et al. (2009), conformada por 23 ítems en

forma de afirmación, las respuestas son de tipo Likert compuesta por siete opciones (1=

totalmente en desacuerdo a 7= totalmente de acuerdo). El mínimo puntaje es de 23 y el

máximo de 161, representando las puntuaciones más altas un mayor nivel de resiliencia.

Se evalúan en tres niveles: Alto= puntaje por encima de 147; Medio= Puntaje entre 121

a 146; Bajo= Las puntuaciones menores a 121. Esta escala está conformada por dos

factores principales: El primero, denominado competencia personal, conformado por 17

ítems y el segundo denominado aceptación de uno mismo y de la vida, consta de 8

ítems.

En relación a la confiabilidad, esta escala presenta un alfa de Cronbach de 0,93. Por

su parte, los autores midieron la validez de constructo relacionando los resultados de la

Escala de Resiliencia con dos variables: Satisfacción ante la Vida y Síntomas

Depresivos y encontraron que había una correlación positiva significativa entre

resiliencia y satisfacción ante la vida (r = 0,36; p < 0,001) y una correlación negativa

significativa entre resiliencia y síntomas depresivos (r = - 0,27; p < 0,001).

Autoeficacia generalizada: Medida a través de la escala de Bassler, et al. (1993)

versión adaptada en una población chilena por Cid, et al. (2010), consta de 10 ítems, con

un puntaje mínimo de 10 y un máximo de 40. Las respuestas son tipo Likert donde la

persona responde a cada reactivo de acuerdo a lo que ella percibe de su capacidad en el

momento: Incorrecto (1 punto); apenas cierto (2 puntos); más bien cierto (3 puntos) o

cierto (4 puntos).

Al respecto, la escala presenta un coeficiente alfa de Cronbach de 0,84, mientras que

la validez de constructo indica una correlación de 0,36, demostrando que existe una

relación positiva entre los ítems de la escala.

Apoyo social percibido: Medirá a través de la escala de apoyo social percibido

propuesta por Dunn, et al (1987) y adaptada al contexto venezolano por Angelucci

(2001), la cual se encuentra conformada por 28 ítems, configurada en tres factores o

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50

dimensiones: apoyo de amigos y cercanos, apoyo familiar y apoyo de grupos y

comunidad religiosa. El formato de respuesta es de escala 0 que significa totalmente en

desacuerdo, a 3 que se refiere a totalmente de acuerdo. A mayor puntaje en apoyo de

amigos y cercanos, apoyo familiar y apoyo religioso, mayor apoyo percibido.

Al respecto, esta escala presenta un alfa de Cronbach de 0,85 y a su vez una validez

de constructo de 0,35, hallado bajo el análisis factorial por el método de componentes

principales de varimax.

Nivel Socioeconómico: Medida a través de la escala de Graffar, el cual permite obtener

el puntaje total del nivel de la persona. Consta de cuatro ítems en forma de afirmación,

cada una con cinco opciones de respuesta, que el sujeto deberá seleccionar con una X.

De esta manera, mide profesión del jefe de familia, profesión de la esposa (o) o cónyuge,

principal fuente de ingreso y condiciones de alojamiento.

Así el puntaje va de 1 a 5, donde 1 es el puntaje de la primera opción y 5 es el

puntaje de la opción 5. A mayor puntaje, menor es el nivel socioeconómico del sujeto.

Procedimiento Una vez obtenido la autorización, se procedió a solicitar el consentimiento o

aprobación de cada una de las personas que compondrá la muestra estudiada, a través de

un escrito, para luego originarse la aplicación de las escalas a la muestra seleccionada.

Para ello, se dieron las instrucciones para responder cada uno de los instrumentos,

esto se hará por escrito y de manera verbal, de acuerdo a cada escala aplicada. Durante

el trascurso de la aplicación el examinador estuvo presente, para evitar consultas con

otros sujetos e interrupciones importantes al responder el cuestionario. Se le hicieron las

respectivas acotaciones a todos los sujetos, los resultados son confidenciales y que de

ninguna manera personas ajenas a la investigación podrán tener acceso a la información

suministrada, esto con la finalidad de minimizar las respuestas sesgadas y asegurar

mayor honestidad en sus respuestas.

Por último, se corrigieron los instrumentos, teniendo en consideración las

especificaciones que ofrecen los autores de las mismas y se recopilaron los indicadores

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51

en una base de datos del programa SPSS. Así el procedimiento finalmente se enmarca en

los siguientes pasos:

1. Se seleccionó la muestra con, con la ayuda de la enfermera encargada del área de

consulta externa, quien a través de la historia médica de cada paciente, selecciona

directamente la muestra con las características específicas del estudio.

2. Se pide el consentimiento de cada uno de los participantes y se procede a explicar el

objetivo de la colaboración.

3. Al obtener la muestra, fue un experimentador constante quien aplicó las pruebas a

través de la consigna de presentación: “Nosotros somos estudiantes de Psicología

quienes estamos realizando una investigación con el fin de relacionar los factores

que contribuyen a mejorar la salud en pacientes con hipertensión arterial, y mejorar

el servicio, por lo que sería de gran aporte su colaboración en la investigación. La

información obtenida será totalmente confidencial, lo cual será utilizada únicamente

con fines académicos. Se le entregará una serie de escalas que tendrán que responder

con la mayor honestidad posible. Cada escala tendrá sus instrucciones en el siguiente

orden de presentación”:

a) Hoja de datos de identificación de edad, sexo, diagnóstico médico, otras

enfermedades, ocupación.

b) Estilo de vida saludable: Consigna: “Con el objeto de evaluar las prácticas

relacionadas con el estilo de vida. Marque con una X la casilla que mejor describa

su comportamiento. Por favor conteste de la forma más sincera posible,

recordando que la información es confidencial y que no existe respuestas

correctas e incorrectas”. Tiempo de aplicación: 20 minutos de acuerdo a la

comprensión del sujeto.

c) Resiliencia: Consigna: “Lea las próximas proposiciones. A su derecha encontrará

siete números que van desde “1” (totalmente en desacuerdo) a la izquierda, hasta

“7” (totalmente de acuerdo). A la derecha. Haga un círculo en el número que

mejor refleje sus sentimientos con respecto a cada proposición. Por ejemplo: Si

está totalmente en desacuerdo, con la proposición marque el 1, si está neutral

marque el 4, si está totalmente de acuerdo, marque el 7”. Tiempo de aplicación:

10 minutos de acuerdo a la comprensión del sujeto.

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52

d) Autoeficacia generalizada: Consigna: “A continuación se presenta una serie de

afirmaciones, marque una opción por cada afirmación, según la que se ajuste a su

caso, recuerde la honestidad en las respuestas”. Tiempo de aplicación: 10 minutos

de acuerdo a la comprensión del sujeto.

e) Apoyo social percibido: Consigna: “A continuación se presenta una serie de

situaciones relacionadas con el apoyo que recibimos de otros, le pedimos que

piense cada una de ellas y marque con una “X” la respuesta que se aplique a su

caso”. Tiempo de aplicación: 10 minutos de acuerdo a la comprensión del sujeto.

f) Nivel socioeconómico: Consigna: “Lea las próximas afirmaciones, y selecciones

la opción que más se adapte a su situación, seleccionándola con una X” Tiempo

de aplicación: 10 minutos de acuerdo a la comprensión del sujeto.

4. Descargar los datos a una hoja de Excel

Ética en la investigación En el Código de Ética se plantean los compromisos y responsabilidades de los

psicólogos que realizan tareas de investigación, con relación al respeto y cuidado de las

personas en su integridad y privacidad cuando se trabaja con sujetos de investigación.

Este respeto y temas éticos se ven enmarcados desde elementos como la elección del

tema, diseño, realización, publicación de resultados, conclusiones y posible aplicación

posterior de dichos resultados (Leibovich, 2000).

De acuerdo con Richaud (2007) La ética en la investigación es un tema muy amplio, ya que va mucho más allá de lo que común y rutinariamente conocemos acerca de respetar a los sujetos de investigación, sean estos animales o personas, no plagiar resultados de investigación o tener en cuenta el aporte de cada uno en el momento de decidir la autoría de un trabajo. Estos son requisitos elementales en un trabajo de investigación, pero la ética en la investigación científica es mucho más que eso y está enraizada en la ética de la persona del investigador. Los principios éticos relevantes en la práctica de la investigación con personas son el respeto, el beneficio y la justicia; de los cuales se desprenden distintas temáticas fundamentales a la hora de investigar, como el consentimiento informado de los participantes, los riesgos y beneficios, la validez, el manejo de los datos, la comunicación verbal y no verbal, entre otras (p. 5).

Todos los elementos anteriores implican saber realizar investigaciones en forma

ética y conducir a la habilidad para obtener resultados válidos, la cooperación necesaria

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53

de los participantes y el apoyo social necesario para sustentar la ciencia, es por ello que

el código de ética del Psicólogo en Venezuela, plantea un capítulo referido a la

investigación con sujetos humanos o infrahumanos, donde se basa en honestidad,

respeto, no plagio de resultados o información de otros trabajos, dignidad, además del

consentimiento informado por los participantes (Leivobich, 2000).

Por lo que la presente investigación se sustentará en estos principios éticos con el fin

de dar información justa y balanceada.

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54

Resultados De los instrumentos:

Previo a los resultados, se realizó un análisis de las escalas utilizadas en el estudio,

calculando la confiabilidad. La confiabilidad se define como “el grado en que un

instrumento de varios ítems, mide consistentemente un constructo en una muestra de la

población estudiada” (p.573). Este coeficiente de confiabilidad se expresa mediante la

letra r e indica la fuerza de asociación, variando entre -1 y +1, donde un valor de 0

indica que no existe relación entre los dos puntajes, mientras que un valor cercano a -1 y

+1 indica una relación muy cercana, siendo esta relación negativa o positiva. (Oviedo y

Campo, 2005).

Existen varias formas de calcular la confiabilidad, siendo la más utilizada la

medición de la consistencia interna a través del coeficiente alpha de Cronbach, la cual

funciona como una manera de ver si las respuestas de cada sujeto se relacionan a través

de toda la prueba, es decir, donde los ítems que la componen guardan una buena relación

entre ellos, por lo que este coeficiente permitiría al mismo tiempo ser un indicador de

validez de constructo. Para obtener la confiabilidad del instrumento, se utilizó el

coeficiente alfa descrito en 1951 por Lee J. Cronbach. Este coeficiente es el promedio de

las correlaciones entre los ítems que hacen parte de un instrumento, siendo el valor

mínimo aceptable 0,70 y el máximo de 0,90 o lo más cercano a estos valores (Oviedo, et

al. 2005).

En el caso de la escala de Apoyo Social Percibido, se encontró que el instrumento

presenta una confiabilidad de α= 0.86, lo que indica que posee una consistencia interna

alta. Estos resultados concuerdan con los de Angelucci (2001), donde reportan un alfa de

Cronbach de 0.85 en su investigación. Las correlaciones observadas entre el ítem y el

puntaje total en la escala aplicada en esta investigación, oscilan en un rango de 0.057 a

0.735, siendo las correlaciones más bajas las correspondientes al ítem 2 (0.057) y el ítem

3 (0.137), sin embargo, si se eliminaran estos ítems la confiabilidad no aumentaría

considerablemente. Además, se realizó la confiabilidad estratificada o por dimensión, en

donde la dimensión Apoyo de amigos y cercanos aportando un alpha de 0.87, indicando

que tiene una alta consistencia interna, mientras que en la dimensión Apoyo familiar se

observó un alpha de 0,61 y por último en apoyo de grupos y comunidad religiosa es

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55

0,62, observándose baja consistencia en las dos últimas. Sin embargo, por mostrar una

alta consistencia interna a nivel general se decidió utilizar esta escala (ver tabla 4).

Tabla 4.

Alfa de Cronbach de la escala de Apoyo social percibido en comparación al estudio

previo donde se utilizó la escala.

Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de

Cronbach (Total)

Dimensiones de las Escalas

Confiabilidad alfa de

Cronbach (Dimensiones)

Apoyo social Percibido

Angelucci

(2001)

0,85

Reportados en

esta investigación.

0.86

Apoyo de amigos y cercanos

0.87

Apoyo familiar 0.61 Apoyo de grupos y

comunidad religiosa

0.62

Como segundo paso, se procedió a realizar un análisis de la estructura factorial por

medio del análisis de componentes principales para cada escala, fijando un autovalor de

1.5 (Bethelmy, et al. 2002; Manfredi y Tovar, 2004; Di Nardo, 2005). Esto permite

observar si los ítems se agrupan según las dimensiones que propone el autor original.

Así pues, se utilizaron aquellos ítems cuya carga factorial sea igual o mayor a 0.30 en la

matriz rotada, empleando rotación varimax (Di Nardo, 2005). Se observó que los ítems

se agruparon en tres factores, mostrando cierta concordancia con los tres factores

teóricos postulados por Dunn, Putallaz, Sheppard y Lindstrom (1987). Dichos factores

explican 39.64% de la varianza total (ver anexo f).

El primer componente denominado Apoyo de amigos y cercanos (autovalor= 7,556)

explica 26.99% de la varianza y está integrada por los ítem 1, 4, 7, 8, 9, 13, 14, 19, 22,

23, 24, 27 y 28, los cuales se corresponde con la dimensión Apoyo de amigos y cercanos

de la escala de apoyo social percibido (1987), a excepción de los ítems 7, 22 y 28 que se

corresponde originalmente con el factor apoyo de grupo y comunidad religiosa y el ítem

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56

20 que se pertenece al factor apoyo familiar. Cabe destacar, que el ítem 20 también

cargo en este componente por encima de 0.30, sin embargo dado su contenido y su

mayor carga en el factor 2 se decidió ubicarlo en este factor.

El segundo componente denominado apoyo familiar (autovalor= 1, 90) explica el

6,79 % de la varianza y está integrado por los ítem 5, 10, 11, 15, 18, 20, 21, 25, los

cuales se corresponde al componente apoyo familiar de la escala original de apoyo social

percibido (1987), excepto el ítem 11 que se corresponde originalmente con el factor

apoyo de grupos y comunidad religiosa y el ítem 20 que se corresponde con el factor

apoyo de amigos y cercano. Cabe destacar que los ítem 2, 3 y 26 perteneciente a la

dimensión apoyo familiar de la escala original fueron excluidos de este factor por

mostrar una carga factorial inferior a 0.30.

El tercer componente factorial apoyo de grupos y comunidad religiosa (autovalor=1,

645) explica el 5, 87% de la varianza y está integrado por los ítems 6, 16 y 17, los cuales

corresponden al componente apoyo de grupos y comunidad religiosa de la escala

original de apoyo social percibido (1987).

Para la escala de Autoeficacia, se encontró que el instrumento presenta una

confiabilidad de α= 0. 899, lo que indica que posee una consistencia interna alta. Estos

resultados se puede contrastar a los reportados por Cid, Orellana y Barriga (2010), donde

registraron un alfa de 0.84 (ver tabla 5). Las correlaciones observadas entre el ítem y el

puntaje total en la escala en esta investigación, oscilan en un rango de 0,275 a 0,683;

siendo las correlaciones más bajas las correspondientes al ítem 1 (0.275) y el ítem 3

(0.470), sin embargo, si se eliminaran estos ítems la confiabilidad no aumentaría

considerablemente.

Tabla 5.

Alfa de Cronbach de la escala de Autoeficacia generalizada en comparación al estudio

previo donde se utilizó la escala

Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de Cronbach (Total)

Autoeficacia Generalizada

Cid, Orellana y Barriga (2010) 0,84 Reportados en esta investigación. 0. 89

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57

El análisis de componente principal arrojó un sólo componente con autovalor de 5,

44 que explica el 54, 38% de la varianza total (Ver anexo G).

Para la escala de Resiliencia, se encontró que el instrumento presenta una

confiabilidad de α=0,937, lo que indica que posee una consistencia interna alta. Estos

resultados son los mismos arrojados por Carratalá y Peña (2009). El análisis de

confiabilidad por dimensión de la escala en esta investigación arrojó una alta

consistencia interna tanto para la dimensión competencia personal, así como para la

dimensión aceptación de uno mismo y de la vida respectivamente (α= 0.90 y α=0.87)

(ver tabla 6). Por otra parte, las correlaciones observadas entre el ítem y el puntaje total

en la escala en esta investigación, oscilan en un rango de 0.312 a 0.832; siendo las

correlaciones más bajas las correspondientes al ítem 21 (0.312) y el ítem 19 (0.370), sin

embargo si se eliminaran estos ítems la confiabilidad no aumentaría considerablemente.

Tabla 6.

Alfa de Cronbach de la escala de Resiliencia en comparación al estudio previo donde se

utilizó la escala.

Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de

Cronbach (Total)

Dimensiones de las Escalas

Confiabilidad alfa de

Cronbach (Dimensiones)

Resiliencia

Carratalá y Peña (2009)

0,93

Reportados en

esta investigación.

0,93

Competencia Personal

0.90

Aceptación de uno mismo y

de la vida

0.87

El análisis de componente principal arrojó un sólo componente con autovalor de 10,

48 que explica el 45,56% de la varianza total no rotada (Ver anexo H). Para el presente

estudio, el análisis del instrumento arrojó una estructura factorial de un sólo factor en

comparación con los dos factores obtenidos por Carratala y Peña (2009), sin embargo, se

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58

decidió utilizar este instrumento por mostrar una alta consistencia interna que a su vez,

permitiría ser un indicador directo de la validez de constructo del instrumento.

En cuanto a la escala de Estilos de vida saludable, se encontró que presenta una

confiabilidad α=0,849, lo que indica que posee una alta consistencia interna. Estos

resultados concuerdan con los reportados por Angelucci y Cañoto (2010) donde se

observa un alfa de 0.81. El análisis de confiabilidad arrojó que las dimensiones de no

consumo de comida nociva (α=0.81), actividad física (α=0.75), y conductas preventivas

(α=0.73) presentan una alta consistencia interna, en contraste con las dimensiones de

sueño (α=0.66), no consumo de drogas (α=0.43) y chequeo médico (α=0.56) que

presentan baja consistencia (ver tabla 7).

Además, se observó que los ítems correlacionan con el puntaje total en un rango que

oscila, entre 0.153 y el 0. 714, siendo las correlaciones más bajas las correspondientes al

ítem 45 (0.153) y el ítem 21 (0.247); sin embargo si se eliminaran estos ítems la

confiabilidad no aumentaría considerablemente.

Del análisis de componente principal de la escala se obtuvieron 9 factores que

explican el 44,70% de la varianza total explicada (Ver anexo I). Para el presente estudio,

el análisis del instrumento arrojó una estructura de nueve factores en contraste con los

seis factores obtenidos por Salazar, et al. (2004). Por lo que los 9 factores en la presente

investigación algunos no mantienen correspondencia con los factores originales, dado

que los ítems no se agrupan del mismo modo. Esta variación puede ser explicada por las

diferencias existentes en la muestra original utilizada por Salazar, et al. (2004) versus a

la muestra que se utilizó en el presente estudio, en donde varían aspectos como el

número de sujetos, proporción de hombres y mujeres, promedio de edad, formación

académica de ambas muestras, entre otros factores.

A pesar de que la estructura resultante no se distribuye igual al estudio de base

anterior, se decidió utilizar este instrumento por presentar una alta consistencia interna,

ya que este es un indicador indirecto de la validez.

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59

Tabla 7.

Alfa de Cronbach de la escala de estilos de vida saludable en comparación al estudio

previo donde se utilizó la escala.

Instrumento Investigaciones Confiabilidad alfa de

Cronbach (Total)

Dimensiones de las

Escalas

Confiabilidad alfa de

Cronbach (Dimensiones)

Estilos de vida

saludable

Angelucci y

Cañoto (2010)

0,81

Reportados en esta investigación.

0,84

No consumo de comida

nociva

0.81

Actividad física

0.75

Conductas preventivas

0.73

Sueño 0.66 No consumo

de drogas 0.43

Chequeo médico

0.56

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60

Del estudio de campo:

Una vez realizado el análisis de las escalas utilizadas, donde se obtuvo el valor de la

confiabilidad y la estructura factorial, se procedió a calcular los estadísticos descriptivos

con el objetivo de estudiar la distribución de los datos y el comportamiento de cada una

de las variables implicadas en el diagrama de ruta (ver tabla 8).

En cuanto al estilo de vida saludable se observa que los datos se distribuyen de

forma uniforme y normal alrededor de la media (Asimetría [As]= -,059; Curtosis [K]= -

,273), con la misma cantidad de valores en ambos lados, las calificaciones se encuentran

en una puntuación media de 114 en la escala, tomando en cuenta que el valor mínimo es

71 y el máximo 162; lo que indica que la población estudiada presenta un estilo de vida

saludable moderado, ubicado en el rango intermedio respectivamente, siendo la muestra

homogénea (Coeficiente de variación [CV]= 16%).

.

Gráfico 3: Histograma variable estilo de vida saludable

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61

Asimismo, se observan puntuaciones moderadas en la escala de resiliencia siendo la

media 130, considerando un puntaje mínimo de 28 y máximo de 161, además se pudo

constatar que la distribución de los datos tienden a variar ligeramente hacia los valores

altos de la escala (As= 1,564; K= 2,008), mostrándose a su vez la muestra homogénea

(CV= 18%).

Gráfico 4: Histograma variable resiliencia

Por su parte, en la escala de autoeficacia generalizada, las personas puntúan en su

mayoría en el rango alto de la escala, obteniendo una media de 32, encontrándose

algunos datos por encima del valor de la media (As= -,286), considerando un valor

mínimo de 14 y un máximo de 37. La distribución tiende a orientarse hacia los valores

altos de la escala, siendo estos datos moderadamente homogéneos (K= 1,584 y CV=

21%).

Page 63: asdsada

62

Gráfico 5: Histograma variable autoeficacia generalizada

Con respecto al apoyo social percibido, se observan puntuaciones altas en la escala

con una media de 57 y una distribución simétrica y normal (As= -,799; K= ,401),

considerando un valor mínimo de 14 y un máximo de 84, este resultado permite indicar

que la mayoría de las personas del estudio presentan apoyo social percibido elevado.

Siendo los datos relativamente homogéneos (CV= 24%).

Gráfico 6: Histograma variable apoyo social percibido

Page 64: asdsada

63

Las puntuaciones arrojadas en la edad indican que la mayoría de las personas que

componen la muestra se encuentran en una media de edad de 51 años, encontrándose

distribuidos de forma simétrica y ligeramente normal (As= -,146; K= -1,006), tomando

en cuenta un mínimo de 35 y máximo de 65. Siendo homogéneos los datos (CV= 17%).

Gráfico 7: Histograma variable edad.

Por último, los resultados de la escala del nivel socioeconómico indican que la

mayoría de las personas tienen puntuaciones moderadas, obteniendo un puntaje medio

bajo de 4, considerando como valor mínimo el 1 y el máximo de 5, lo cual muestra que

el nivel socioeconómico al que pertenece la muestra es medio bajo. Además, la

distribución de los datos se describen como normal y simétrica, con la misma cantidad

de valores en ambos lados de la media (As= -,112; K= -,765), siendo estos valores

heterogéneos (CV= 30%).

Page 65: asdsada

64

Gráfico 8: Histograma variable nivel socioeconómico

En síntesis, la muestra estudiada se caracteriza por presentar una media de edad de

51 años, se ubica en el nivel socioeconómico medio bajo, muestra un moderado estilo de

conductas saludables, donde en su mayoría son medianamente resilientes, con alto nivel

de autoeficacia para llevar a cabo una conducta saludable, siendo el apoyo social de

mucha importancia para dicho objetivo (ver tabla 8).

Tabla 8.

Estadísticos descriptivos de las variables implicadas en el modelo

Media Mediana Desviación CV Asimetría (As)

Kurtosis (K)

Min obtenido

Máximo Obtenido

Estilo de vida saludable 114,39 115,00 17,967 16% -,059 -,273 71 162

Resiliencia 130,94 138,00 22,937 18% 1,564 2,008 28 161

Autoeficacia 32,62 34,00 6,817 21% -,286 1,584 14 37

Apoyo Social Percibido 57,08 59,00 13,630 24% -,799 ,401 14 84

Edad 51,10 52,00 8,471 17% -,146 -1,006 35 65 Nivel Socioeconómico 3,27 3,00 ,982 30% -,112 -,765 1 5

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65

Así, luego del análisis de los estadísticos descriptivos se procedió a calcular las

relaciones planteadas en el diagrama de ruta. Para contrastar las hipótesis estadísticas

planteadas y basándose en el tipo de investigación correlacional, se procedió a estimar el

coeficiente de regresión estandarizado (Beta) mediante una técnica de cálculo de

correlación simple o múltiple, dependiendo del número de variables predictores de cada

variable endógena, usando para ello el método Producto Momento de Pearson. En cada

relación planteada, se midió la varianza explicada total (R²) y el error o varianza no

explicada (e), también llamadas medidas de bondad de ajuste, para ver el residuo y

observar en qué medida la variación total de la variable Y es explicada por el modelo de

regresión.

Estas relaciones varían según el grado y la dirección. El grado de la relación se

define en términos de intervalo que va desde -1.0 a 1.0, pasando por 0, en el cual 0

significa que no existe correlación, mientras que 1 o -1 se refiere a una correlación

perfecta. Como es visto, estas relaciones se plantean según el signo, pudiendo ser

positiva o negativa, cuando es positiva, al incrementar una variable aumenta la otra;

mientras que al ser la correlación negativa, un incremento de una variable se relaciona

con una disminución de la otra, conocida también como correlación inversa.

Para utilizar este estadístico, fue necesario evaluar los supuestos básicos de

multicolinearidad (tolerancia) y la autocorrelación según Durbin-Watson, obteniendo

como resultado que no se viola ningún supuesto, debido a que la autocorrelación no

excede el valor máximo de 2,5 y el valor de tolerancia que indica la multicolinearidad es

> a 0,10 (Gardner, 2003) (ver tabla 9).

Tabla 9.

Diagnóstico de Colinealidad y autocorrelación

Autocorrelación según Durbin- Watson 1,958 Colinealidad Tolerancia FIV Sexo ,968 1,033 Edad ,980 1,020 Nivel S. ,889 1,124 Autoeficacia G. ,711 1,407 Resiliencia ,707 1,415 Apoyo Social Percibido ,873 1,145 Variable dependiente: Estilo de Vida saludable.

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66

A partir del cumplimiento de los supuestos de Pearson, se procede a verificar las

relaciones planteadas a través de un análisis de regresión simple o múltiple, según el

número de variables que afecten a la endógena, partiendo desde la derecha del diagrama,

considerando coeficientes significativos aquellos puntajes obtenidos igual o menor a

0,05.

En primer lugar, la relación planteada entre el estilo de vida saludable y las

variables de resiliencia, autoeficacia generalizada, apoyo social percibido, sexo, edad y

nivel socioeconómico, arrojó una correlación múltiple de 0,42, lo cual indica una

correlación positiva moderadamente alta entre estas variables, explicándose de forma

significativa el 16% de la varianza total del estilo de vida saludable por las variables

predictoras implicadas en el modelo de regresión (R² ajustada= 0.16, F=10.205, p

=0.000).

Al evaluar la importancia por orden jerárquico de cada una de las variables

predictoras sobre el estilo de vida saludable los resultados mostraron que las variables

que la predicen significativamente, fueron en primer lugar el apoyo social percibido (β=

0.272, p =0.000), y en segundo lugar la resiliencia (β =0.166, p = 0.010), es decir que a

mayor apoyo social y resiliencia, mayor fue el puntaje en la escala de estilo de vida

saludable (ver tabla 10).

Tabla 10.

Coeficientes de regresión del estilo de vida saludable

Significativo al 0.05 (*).

Coeficientes no estandarizados

Coeficientes tipificados

t Sig. Intervalo de confianza de 95,0% para B

B Error típ.

Beta Límite inferior

Límite superior

(Constante) Sexo Edad Nivel S. Autoeficacia Resiliencia Apoyo Social

64,744 9,947 6,509 ,000 45,166 84,323 ,316 1,966 ,009 ,161 ,873 -3,555 4,187 ,146 ,115 ,069 1,267 ,206 -,081 ,374

-1,120 1,046 -,061 -1,071 ,285 -3,178 ,939 ,250 ,169 ,095 1,482 ,139 -,082 ,581 ,130 ,050 ,166* 2,592 ,010* ,031 ,229 ,359 ,076 ,272* 4,716 ,000* ,209 ,508

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67

Con base a este resultado, y considerando que las variables que predicen

fuertemente el estilo de vida saludable, como lo es la resiliencia y el apoyo social son

bastantes amplias, se procede a realizar un análisis pormenorizado, que permita estimar

cuáles de las dimensiones de cada una de estas variables, son las que ejercen mayor

influencia sobre el estilo de vida saludable.

De esta manera, el apoyo social percibido, conformado por el apoyo de familiares,

amigos y de grupos o comunidad religiosa, reveló que la dimensión que ejerce mayor

influencia positiva es el apoyo percibido de amigos (β =0.308, p = 0.000). Indicando que

a mayor apoyo social percibido de amigos, mayor es el estilo de vida saludable, bien se

puede observar que apoyo de familia () y comunidad () también son significativos, sin

embargo, se seleccionó sólo ese tipo de apoyo debido a que el interés principal era cuál

de los tres elementos era el más importante; mientras que en relación con la resiliencia,

al ver el peso de cada una de las dimensiones por separado sobre el estilo de vida

saludable, se observó que no existe un peso significativo desde el punto de vista

estadístico, es decir la influencia sobre el estilo de vida saludable se observa en

conjunto, pero no de forma separada (ver tabla 11).

Tabla 11. Coeficientes de regresión de estilo de vida saludable y las dimensiones del

apoyo social percibido y resiliencia.

Significativo al 0.05 (*)

Coeficientes no estandarizados

Coeficientes estandarizad

os

t Sig. Colinealidad Tolerancia FIV

B Std. Error Beta

APO

YO

(Constant) 88,371 4,188 21,099 ,000 Apoyo Amigos

,886 ,204 ,308 4,345 ,000* 0,597 1,674

Apoyo Familia

,430 ,176 ,153 2,435 ,015 0,755 1,324

Apoyo Grupo y Comunidad

-,200 ,264 -,051 -,757 ,449 0,673 1,485

RE

SIL

IEN

CIA

Competencia Personal

,154 ,097 ,143 1,582 ,115 ,395 2,529

Aceptación de uno mismo

,354 ,207 ,154 1,711 ,088 ,395 2,529

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68

Además, se observó que la influencia sobre el estilo de vida saludable es moderada

también por el número de variables que se asocian a ella; de esta forma se observó que

en las relaciones simples con el estilo de vida saludable resultaron significativas la

autoeficacia con una relación positiva (r= 0,255 p= 0,000) y el nivel socioeconómico de

forma inversa (r= -0,166; p=0,002), es decir a mayor autoeficacia, y menor nivel

socioeconómico, mejor el estilo de vida (ver tabla 12)

Tabla 12:

Relaciones entre la autoeficacia, el nivel socioeconómico y el estilo de vida saludable.

Edad Sexo

Nivel socioeconómico Autoeficacia

Estilo de vida saludable

,037 ,048 -,163* ,255*

,531 ,414 ,005 ,000

290 290 290 290

Por otra parte, respondiendo a la segunda hipótesis respecto a la relación entre la

resiliencia y las variables de autoeficacia generalizada y apoyo social percibido, se

observa un coeficiente de correlación de 0,53 indicando que existe una relación positiva

moderada entre las variables, explicándose 28% de la variación total de la resiliencia,

por las variables predictoras de autoeficacia y apoyo social percibido, de forma

significativa (R² = 0.28, F = 22,325, p = 0.000).

Además se encontró que la variable que predice mejor la resiliencia es la

autoeficacia (β = 0.499, p =0.000), por lo que a mayor sentido de autoeficacia más alto

es el nivel de resiliencia en la escala (ver tabla 13).

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69

Tabla 13.

Coeficientes de regresión de la resiliencia.

Significativo al 0.05 (*)

Como tercera hipótesis, la autoeficacia generalizada obtuvo un coeficiente de

correlación simple de 0,23 al asociarse a la variable de apoyo social percibido, arrojando

una relación positiva moderadamente baja entre ellas, lo cual indica que la variación

total de la autoeficacia es explicada en un 5% por el apoyo social percibido (R² = 0,05;

F = 16,164; p =0.000).

De acuerdo a la importancia que tiene el apoyo social sobre la autoeficacia

generalizada se encontró que el coeficiente estandarizado fue significativo (β =0.231,

p = 0.000). Indicando que a mayor apoyo social percibido, mayor es la autoeficacia

reportada en la escala (ver tabla 14).

Tabla 14.

Coeficientes de regresión de la autoeficacia generalizada Modelo Coeficientes no estandarizados Coeficientes

tipificados t Sig.

B Error típ. Beta (Constante) 26,043 1,683 15,475 ,000 Apoyo Social ,115 ,029 ,231 4,020 ,000* Significativo al 0.05 (*)

Finalmente, respondiendo a la cuarta hipótesis, se observó que el apoyo social

percibido al relacionarse con la edad y el sexo, arroja un coeficiente de correlación

múltiple de 0,098, indicando así una correlación positiva baja entre estas variables, y

explicando que el apoyo social percibido varía totalmente en un 3% por la edad y el

Coeficientes no estandarizados

Coeficientes estandarizados

t Sig. Durbin-Watson

Colinealidad Tolerancia FIV

B Error típ.

Beta 1,935

(Constante) 66,865 6,691 9,993 ,000 Apoyo Social

,164 ,087 ,097 1,891 ,060 0.947 1.056

Autoeficacia 1,678 ,173 ,499* 9,690 ,000* 0.947 1.056

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70

sexo, no siendo significativo desde el punto de vista estadístico (R² = 0,003; F = 1,396; p

= 0,249). Con respecto a la importancia de las variables sobre el apoyo social, no se

encontró relaciones significativas ni con la edad, ni con el sexo (ver tabla 15).

Tabla 15:

Coeficientes de regresión del apoyo social percibido Modelo Coeficientes no

estandarizados Coeficientes tipificados

t Sig. Estadísticos de Colinealidad

Durbin- Watson

B Error típ.

Beta Tolerancia

FIV 1,665

(Constante) 62,758

4,947 12,686 ,000

Sexo 1,627 1,600 ,060 1,017 ,310 ,999 1,001 Edad -,128 ,095 -,079 -1,350 ,178 ,999 1,001

Significativo al 0.05 (*)

En resumen, los resultados de la presente investigación confirman de forma parcial

el modelo propuesto (ver gráfico 2). Así pues, se encontró que el estilo de vida saludable

se puede predecir en gran medida por el apoyo social percibido, específicamente por el

apoyo de amigos y en segundo lugar por la resiliencia. Por su parte, el nivel de

resiliencia se ve influido por la autoeficacia generalizada, y esta última variable se

determina significativamente a partir del apoyo social percibido.

En definitiva, el peso de la influencia de cada una de las variables predictoras del

estilo de vida saludable, puede verse diferenciada dependiendo de la dimensión

específica de la variable predicha, además de relacionarse a otras variables de forma

indirecta. Resultando en este caso una relación directa y significativa del apoyo social

percibido de amigos sobre el estilo de vida saludable, además de funcionar como

predictor indirecto sobre ella, la autoeficacia.

Finalmente el modelo resultante es el siguiente:

Page 72: asdsada

71

Gráfico 9: Diagrama de ruta obtenido

Page 73: asdsada

Discusión Esta investigación tuvo como objetivo verificar empíricamente a través de un

modelo de ruta, la influencia de los factores individuales como edad, sexo, nivel

socioeconómico y factores protectores como la resiliencia, autoeficacia generalizada y el

apoyo social percibido, sobre el estilo de vida saludable, en pacientes con riesgo

cardiovascular; además de establecer las posibles relaciones directas e indirectas entre

estas variables, enmarcándose estas relaciones en el área de la Psicología de la Salud.

Para identificar las direcciones de la influencia, se plantearon relaciones entre estas

variables a partir de resultados obtenidos en otras investigaciones, las cuales fueron

integradas en el presente estudio a través de un modelo de ruta, en el cual se propusieron

las relaciones con las siguientes cualidades:

a) Una relación directa y positiva entre la resiliencia y el estilo de vida.

b) Una relación directa y positiva entre la autoeficacia y el estilo de vida.

c) Una relación directa y positiva entre el apoyo social percibido y el estilo de vida.

d) Una relación directa y positiva entre la edad y el estilo de vida.

e) Una relación directa y positiva entre el sexo y el estilo de vida.

f) Una relación directa y positiva entre el nivel socioeconómico y el estilo de vida.

g) Una relación directa y positiva entre la autoeficacia y la resiliencia.

h) Una relación directa y positiva entre el apoyo social percibido y la resiliencia.

i) Una relación directa y positiva entre el apoyo social percibido y la autoeficacia.

j) Una relación inversa y negativa entre la edad y el apoyo social percibido.

k) Una relación directa y positiva entre el sexo y el apoyo social percibido.

Para poder saber en qué nivel se encuentra la muestra con respecto a cada variable,

la primera parte de la discusión se enmarca alrededor de los puntajes obtenidos en cada

escala utilizada y cómo esto coincide o no, con otros estudios.

Al respecto, la muestra estudiada con una edad promedio de 51 años, presenta un

nivel medio de estilo de vida saludable, logrando unos hábitos de vida moderados

dirigidos a preservar la salud y prevenir las complicaciones cardiovasculares. Estos

resultados concuerdan con una investigación realizada por Gorrochotegui, et al. (2008),

en un estudio realizado en Venezuela en pacientes adultos, donde se encontraron

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73

factores de riesgo y de protección, enmarcadas estos últimos en conductas saludables

moderadas para el sistema cardiovascular, como lo es la alimentación, además del

consumo de cigarrillo y alcohol. Algunos factores en baja y otros en alta proporción,

siendo los principales en esta investigación los hábitos adecuados de sueño,

alimentación y la actividad física.

Estos resultados permiten fortalecer el hecho de que no sólo es indispensable la

disminución del riesgo en la población cardiovascular, dando lugar al enfoque

patogénico, sino que además es indispensable fortalecer el estilo de vida saludable y así

evitar gastos excesivos, que acarrean los costos médicos, orientándose, además, a la

modificación de conductas para preservar la salud, siendo esto uno de los objetivos

fundamentales en la Psicología de la Salud (Becoña, et al. 2004).

En vista de ello, se estima que la muestra presenta componentes y herramientas que

conducen no sólo a la prevención de la enfermedad cardiovascular, sino además a la

promoción de la salud, elementos esenciales tanto para preservar el área cardiovascular,

como para todo el organismo, de forma integral.

Como resultado de un nuevo enfoque, el objetivo principal sería un modelo

salugénico que integraría además del bienestar, las fortalezas o rasgos positivos en las

personas, siendo una de las variables importantes la resiliencia.

De esta forma, la muestra estudiada reporta características moderadas de resiliencia,

lo cual es necesario para llevar a cabo conductas saludables. Esto coincide con los

resultados obtenidos por Vargas et al (2011), quienes concluyeron que pacientes con

amputación de extremidad inferior debido a la diabetes, presentaban características

resilientes moderadas que le permitirían superar la situación de salud, por lo que resulta

necesario desarrollarla en cualquier tipo de paciente, indistintamente de la gravedad de

la situación.

Este constructo llamado resiliencia definido por Wagnild, et al. (1993) como una

característica que ayuda a regular los efectos negativos del estrés que promueve la

adaptación y por lo tanto la salud, si se refuerza en esta muestra, contribuiría a fortalecer

conductas dirigidas a evitar la cronificación de problemas físicos. Esta fortaleza

contribuye al desarrollo saludable en presencia de factores de riesgos como lo es la

HTA, funcionando como un mecanismo superador de problemas adversos y estresantes.

Page 75: asdsada

74

Otra variable importante de destacar es la autoeficacia generalizada, la cual

permite explicar el cambio conductual en la preservación de la salud, observándose una

alta prevalencia en la muestra, lo cual contribuye en gran medida al desarrollo de un

estilo de vida saludable, es decir que al presentar las personas altos índices de confianza

en las propias capacidades, manejan de forma adecuada los distintos estresores vitales

(Ríos, et al. 2010), por lo que es razonable pensar que a mayor expectativa de

autoeficacia, mejor es el estilo de vida. Estos resultados coinciden con los estudios

realizados por Rueda, et al. (2004) y Campos, et al. (2007), donde se identifica un nivel

alto de la creencia de autoeficacia en pacientes en el área de la salud, y es en éste

contexto que se toma como variable primordial en esta muestra.

Esto abre una puerta a la posibilidad de que si este constructo ha sido utilizado en

conductas tan diversas en el área de la salud, sería una propuesta que funcionaría como

un elemento catalizador de conductas saludables, influyendo sobre el modo de pensar,

sentir y actuar de la muestra seleccionada, de manera, que si alguien desarrollara esta

capacidad en su máxima expresión, estaría contribuyendo a su salud (Ríos, et al. 2010).

Sin embargo, la autoeficacia no es la única variable que se destaca en los resultados,

con respecto al apoyo social percibido, se observó que la muestra bajo estudio percibe

un apoyo social alto, es decir valoran subjetivamente estar rodeado por personas de

confianza con las que pueden contar en momentos de crisis, hallazgo similar a los

reportados en la investigación realizada por La Rosa, et al. (2007), donde la mayoría de

los pacientes hipertensos presentaban altos puntajes de apoyo social, relacionándose en

gran medida a la adherencia terapéutica, relacionándose a una recuperación más rápida

de una enfermedad, reduciendo no sólo riesgos asociados a ella, sino evitando caer en

conductas poco saludables, además de tener una función reguladora de la presión

sanguínea.

Una vez definidas, en la primera parte, las características de la muestra respecto a

cada variable, lo que sigue enmarca las relaciones múltiples planteadas en el diagrama

de ruta.

De esta manera, se encontró que el estilo de vida saludable está influenciado

significativamente por el apoyo social percibido y la resiliencia; siendo el apoyo social

la disponibilidad de personas en quienes se puede confiar o contar en períodos de

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75

adversidad, siendo la resiliencia primordial para adaptarse a la adversidad. Esto quiere

decir que aquellas personas que reportan tener mayor resiliencia y percibir más el apoyo

social que lo rodea, se conducirían a un mejor estilo de vida saludable. Estos resultados

coinciden con los encontrados por algunos autores (Pacheco, et al. 1998; Acosta, et al.

2009; Costa, et al. 2010) en contraste con otros (Marín, et al. 2001)

Respecto al apoyo social, los resultados concuerdan con Pacheco, et al. (1998),

quienes refieren que el apoyo social percibido es un factor protector de la salud,

destacando la importancia para reducir riesgos asociados a ella, como lo es el estilo de

vida.

Sin embargo, por su parte Marín, et al. (2001), concluye que el tipo de apoyo que

más influye sobre el estilo de vida es el de la familia, lo cual es contrario a esta

investigación, reportándose mayor influencia del apoyo de amigos sobre el estilo de

vida, un elemento que es importante tomar en cuenta.

La segunda variable con mayor predicción del estilo de vida saludable fue la

resiliencia, el cual se refiere a la capacidad del ser humano para hacer frente a las

adversidades, donde se observó que a pesar de ser baja la relación, es significativa para

el desarrollo de conductas dirigidas a preservar la salud; esto coincide con los resultados

arrojados en una investigación realizada por Acosta, et al. (2009) y Costa, et al. (2010),

quienes revelan que a mayores niveles de resiliencia, mejor es el hábito del sueño, la

alimentación, actividad física, conductas preventivas, chequeo médico y menos consumo

de drogas lícitas e ilícitas, y por lo tanto menor el riesgo a desarrollar HTA.

Sin embargo, a pesar de haber encontrado relaciones significativas entre las

variables de resiliencia y apoyo social percibido con el estilo de vida saludable, se

observó que la fuerza de la predicción varía según la dimensión específica de cada

variable y el número de variables involucradas, siendo el apoyo de amigos el más

significativo.

Además, al realizar las relaciones de cada variable de forma simple y no múltiple, se

encontró que jerárquicamente según el nivel de importancia, el apoyo social percibido y

la resiliencia no son las únicas variables que influyen significativamente sobre el estilo

de vida saludable, sino además la autoeficacia (r= 0,255 p =0,000) y el nivel

socioeconómico (r= -0,166 p= 0,002). Es decir, que al plantear la interacción de todas

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76

estas variables al mismo tiempo sobre el estilo de vida, algunas se ven neutralizadas por

otras, disminuyendo su nivel de influencia sobre el estilo de vida saludable.

Esto concuerda con Carpi, et al. (2009), quienes estudiaron las diferencias

significativas entre la autoeficacia y la percepción de control sobre las conductas

preventivas de la enfermedad cardiovascular; concluyendo que la autoeficacia influye

significativamente sobre la conducta preventiva, más que la percepción de control, por

lo que esta variable si se relaciona significativamente con el estilo de vida, cuando no se

presentan otras variables que puedan minimizar su efecto directo.

Por su parte, el nivel socioeconómico, de acuerdo con Rosvall, et al. (2008), influye

de forma significativa en el tipo de conducta que se realiza, afectando positiva o

negativamente la salud, es decir a mayor nivel socioeconómico, mayor es el estilo de

vida saludable. Sin embargo, este estudio tuvo una diferencia en la dirección de la

relación, mientras que en los resultados arrojados por Rosvall, et al. (2008) la dirección

de la relación fue positiva (r = 0,6 p < 0,05) en la presente investigación ocurrió lo

contrario (r= -0,166 p = 0,002), a menor nivel socioeconómico mejor fue el estilo de

vida saludable. Además, se observó que cuando están presentes otras variables, se

contrarresta su efecto directo sobre las conductas preventivas, pudiendo explicar esto

que el nivel socioeconómico en las relaciones múltiples no posee resultado significativo.

Por último, en cuanto a las variables sociodemográficas, se estimó en la muestra

estudiada que la edad y el sexo no presentan relaciones significativas con el estilo de

vida saludable, pudiendo explicarse porque en su mayoría prevalece la edad mayor a 50,

lo cual limita verificar algunas diferencias en los rangos de edad. Asimismo ocurre con

el sexo, donde resultaron relaciones no significativas respecto al estilo de vida saludable,

resultados que no coinciden con lo propuesto por Pacheco et al. (1998), donde se

observó que existe una diferencia en el estilo de vida de acuerdo al sexo, es decir las

mujeres presentaban mejor estilo de vida en relación a los hombres.

Si bien es cierto que las relaciones planteadas anteriormente representa la ruta

principal o directa hacia el estilo de vida saludable, existen otras relaciones que

interactúan hasta llegar a la conducta saludable, funcionando como variables

moderadoras.

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77

En cuanto a la variable de resiliencia, en la presente investigación se encontró que a

pesar de que la autoeficacia no es un predictor significativo en las relaciones múltiples

planteadas sobre el estilo de vida saludable, si lo es para el desarrollo de la resiliencia, es

decir que a mayor autoeficacia, mayores son las características resilientes en la persona.

De manera que coincide con lo expuesto por Fiorentino (2008), donde señala que la

resiliencia no es un recurso que se forme de la nada, sino en la interacción con otras

variables, destacándose entre ellas la autoeficacia.

Esto permite observar, que si la autoeficacia no tiene efecto directo sobre el estilo de

vida saludable en interacción con otras, si lo tiene de forma indirecta sobre la resiliencia,

es decir, la resiliencia funciona también como una variable moderadora entre la

autoeficacia y el estilo de vida saludable.

Sin embargo, a pesar de encontrar una relación positiva significativa de la

autoeficacia, en el caso del apoyo social percibido no ocurre lo mismo, se observó que

esta última no influye significativamente sobre la resiliencia, lo cual va en contra de lo

que refiere Prada (2005), quien destaca que la percepción de apoyo funciona como

factor protector de la resiliencia. Esto podría explicarse porque los resultados de las

investigaciones anteriores presentan limitaciones en la medición de esta variable, por lo

que las deducciones arrojadas en esos estudios pueden estar sesgados.

Siendo entonces, la autoeficacia una variable principal sobre la resiliencia, existen

además otras variables que afectan, a su vez, su desarrollo.

De acuerdo a Acuña, et al (2010) la variable autoeficacia no se genera de la nada, se

desarrolla en interacción con el ambiente social y el proceso de individuación. Estos

recursos van apareciendo y contribuyen al desarrollo de un adecuado sentido de

autoeficacia. Es en este sentido que la variable apoyo social percibido entra en vigencia

como predictor importante de la autoeficacia. Mientras que la autoeficacia afecta de

forma directa la resiliencia, el apoyo social afecta la autoeficacia y a través de la

autoeficacia influye sobre la resiliencia, resultando la autoeficacia como variable

moderadora entre ellas dos. Esto concuerda por lo propuesto por Avendaño, et al.

(2008), quien acentúa que la autoeficacia se desarrolla en interacción con otras variables

y entre ellas con la percepción de apoyo, dado que permite adquirir conocimientos

Page 79: asdsada

78

acerca de sí mismo y del mundo, además de desarrollar competencias que contribuyen al

sentido de confianza en sí mismo.

Así como el apoyo social percibido afecta significativamente a la autoeficacia,

generalmente se plantea que existen variables sociodemográficas que influyen sobre ella.

Así pues, como última ruta planteada, se observó que la edad y el sexo no

representan predictores importantes respecto al apoyo social percibido, lo cual no

concuerda con Fernández, et al (2001) y Pacheco, et al. (1998), quienes concluyen que

la edad y el sexo tienen relación significativa y efecto directo sobre el apoyo social

percibido. Esto quiere decir, que el desarrollo de una variable de apoyo social se produce

indistintamente de la edad y el sexo, al menos en cuanto a los resultados de esta

investigación.

Sin embargo, a pesar de sus limitaciones, no se puede negar su relación indirecta

sobre la salud, de manera que al menos con la presencia de una persona significativa,

aumentaría la creencia de autoeficacia, la resiliencia y por lo tanto facilitaría el estilo de

vida saludable. Por lo que esta variable de apoyo social se enmarca en un mundo

multifactorial de la conducta.

En síntesis, se encontró que aquellas personas con apoyo social percibido de amigos,

niveles altos de autoeficacia, características resilientes, realizan conductas más

saludables, siendo esta última variable influenciada de forma directa e indirecta por las

otras.

De esta forma, los hallazgos de la investigación permiten verificar en parte, el

modelo planteado (ver gráfico 2 y 9). Lo que brinda un aporte significativo en el marco

de la psicología de la salud, específicamente en el área cardiovascular, lo cual admite

observar algunas variables enmarcadas en el auge de la psicología positiva como

protectores de la salud, más allá de la simple disminución del riesgo. Así, se pueden

considerar futuras investigaciones que amplíen el campo de las variables positivas,

además de incluirlas dentro de la prevención y tratamiento durante la práctica.

Cabe destacar que aunque no se encontraron todas las relaciones directas en el

modelo planteado, si existen relaciones indirectas a través de otras variables, siendo el

caso de la autoeficacia y la resiliencia, las cuales funcionan como variables moderadoras

en muchos casos. De esta manera, más allá de responder a todas las preguntas, esta

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79

investigación abre la puerta a nuevas interrogantes, lo cual es igualmente significativo

para las intervenciones en el área.

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80

Conclusiones Con base a los resultados obtenidos en la presente investigación, se puede plantear

que dentro de la población de pacientes que asisten a ASCARDIO, el nivel de estilo de

vida saludable está determinado principalmente por la percepción del apoyo social y por

la resiliencia, las cuales forman parte importante para desarrollar hábitos dirigidos a

preservar la salud, especialmente los hábitos referidos al sueño y consumo de droga.

A pesar de los hallazgos de que el estilo de vida se ve influenciado por variables

psicológicas, aún en la actualidad se le da mayor importancia al enfoque biomédico,

siendo necesario redefinir objetivos de intervención donde se tomen en cuenta el

desarrollo de las potencialidades o variables psicológicas que contribuyan no sólo a

prevenir la enfermedad, sino también a preservar la salud, y evitar aumentar el riesgo a

una enfermedad cardiovascular, incluso a otras complicaciones mayores.

Con la puesta en práctica de los elementos psicológicos anteriores, pueden

equilibrarse los procesos de compromisos que mantenga el paciente con su salud,

formando un ente activo en el proceso, que no sólo depende de medicamentos que

regulen su organismo, sino además de variables que se pueden modificar. Además,

conocer un posible efecto moderador que cumple la autoeficacia y la resiliencia sobre

otras variables conductuales de salud, permite seguir investigando a profundidad los

mecanismos psicológicos involucrados en el ámbito conductual de la salud. De manera

que el estilo de vida saludable se ve influenciado no sólo de forma directa sino indirecta

por otras variables, actuando sinérgicamente entre ellas.

Así mismo, las personas que poseen elevados niveles de autoeficacia, aumentan su

probabilidad de presentar características resilientes, al tiempo que si presentan una

percepción mayor de apoyo social, entonces aumenta su sentido de autoeficacia. Es

decir, a mayor nivel de apoyo, mayor es la autoeficacia, mayor la resiliencia y por lo

tanto mayor el estilo de vida saludable. Se destaca así la importancia de potenciar, no

sólo las variables que tienen relación directa con el estilo de vida, sino las que tienen

relación indirecta, siendo igualmente piezas claves en la preservación de la salud,

incluso, no sólo la variable en su totalidad es importante, sino cada dimensión cuenta

para potenciar la salud en la persona.

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81

Así se permite concluir que:

a) Los pacientes en riesgo cardiovascular, específicamente con HTA, mantienen un

mejor estilo de vida a medida que perciben más apoyo.

b) A mayor resiliencia mayor es la capacidad de realizar conductas saludables.

c) En cuanto se sientan más capaces de llevar a cabo una conducta, entonces

aumentan el nivel de conductas saludables.

d) Si perciben mejor apoyo social, su sentido de autoeficacia aumenta.

e) Al aumentar el apoyo social percibido, incrementa el sentido de autoeficacia, la

resiliencia y por lo tanto el estilo de vida saludable.

f) Hay variables, que aunque se neutralizan bajo relaciones múltiples, mantienen

relación positiva o negativa significativa, cuando se relacionan directamente con

otras, como es el caso de la autoeficacia y el nivel socioeconómico sobre el estilo

de vida.

g) Además, cada variable presenta componentes específicos que contribuyen a

preservar la salud. Por lo que excluir una variable por no presentar relación

significativa directa, no es factible.

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82

Limitaciones y recomendaciones En primer lugar, debe destacarse que los factores que pudieron haber afectado el

comportamiento de los datos, son los relativos a las características inherentes de la

muestra, además de las circunstancias que rodeaban el contexto, tales como ocultar

información por miedo a ser evaluado por el médico del área, la disponibilidad

inmediata de la persona y la situación afectiva que el paciente presentaba.

Además, se debe acentuar que las condiciones en las que fueron aplicadas las escalas

variaron de acuerdo a los días de aplicación, esto pudo haber afectado los datos. De

manera que los resultados arrojados no deben ser generalizados libremente a poblaciones

que no tengan características semejantes a la población estudiada.

Otra principal limitación es que el muestreo usado fue no probabilístico, impidiendo

la generalización de los resultados obtenidos.

Para futuras investigaciones se recomienda distribuir uniformemente las edades, de

manera que puedan estudiarse el mismo número de personas por cada rango de edad.

Además es importante observar, si los datos varían según el tipo de riesgo a contraer y la

enfermedad, por ejemplo una enfermedad cardiovascular, o enfermedad de diabetes, de

manera que permita dilucidar si estos elementos psicológicos se determinan en parte por

la gravedad del riesgo y la implicación física que posee, o por el tipo de enfermedad.

Se sugiere igualmente, incluir una mayor cantidad de variables, por lo que se

expandirían las relaciones de influencia y por lo tanto la multicausalidad de la conducta,

lo cual permite recomendar a la institución la factibilidad de incorporar al psicólogo y a

veces al psiquiatra según la severidad del caso, en el tratamiento de los pacientes, como

un agente promotor de salud y un elemento principal en el equipo de multiprofesionales

que los atiende, no sólo en la prevención de la enfermedad, sino en la preservación de la

salud y una mejor calidad de vida, desde la posibilidad de potenciar variables

psicológicas que cumplen una función igualmente reguladora, siendo un factor

indispensable el apoyo social, destacándose como elemento que contribuye a la mejora

del paciente.

Page 84: asdsada

83

Por último, se debe profundizar acerca del poder predictor que tienen las variables

mediadoras y moderadoras que no ejercen un efecto directo sobre otras variables,

permitiendo así verificar si las variables sociodemográficas como la edad y el sexo

influyen sobre otras variables psicológicas diferentes al apoyo social percibido y el estilo

de vida saludable.

Page 85: asdsada

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ANEXOS

Anexo A: Escala de apoyo social percibido

DATOS DE IDENTIFICACIÓN Fecha Edad Sexo M:____ H:____

Posee una enfermedad como:

Hipertensión arterial: _____ Diabetes____ Insuficiencia renal:______ Pérdida de la visión:_____

Ocupación

INSTRUCCIONES

A continuación se presenta una serie de situaciones relacionadas con el apoyo que recibimos de otros, le pedimos que piense cada una de ellas y marque con una “X” la respuesta que se aplique a su caso.

Nada Muy poco

Regular Mucho

1. Tengo amigos que me apoyarán sin importar lo que esté haciendo o cómo me siento

2. Cuando tengo el apoyo de mi familia me siento más preocupado con lo que estoy haciendo

3. Pienso que la gente no necesita a otros y que uno puede solucionar las cosas uno mismo

4. Puedo contar con los compañeros que viven cerca de mí para que me ayuden cuando me siento preocupado

5. Recibo o recibí apoyo por parte de mis padres

6. Soy miembro de un grupo social (religioso, clubes, equipos, etc.)

7. Pido el apoyo de los otros

8. Aunque me sienta muy mal, mis amigos me hacen sentir alegre e importante

9. Tengo en quien confiar

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95

10. Mi familia me proporciona satisfacciones y un sentimiento de fortaleza

11. Las personas deberían poder contar con orientación religiosa para obtener apoyo y tranquilidad

12. Creo en mí mismo y en la habilidad para manejar situaciones nuevas sin la ayuda de los otros

13. Cuando me siento infeliz o bajo estrés hay gente alrededor a quien recurrir

14. Mi relación con mis compañeros me hacen sentir bien

15. Durante mi crecimiento siempre había gente a mi alrededor a quien recurrir cuando lo necesitaba

16. Comparto actividades religiosas con mis compañeros

17. Para mí es importante contar con el apoyo emocional de la comunidad religiosa a la cual pertenezco

18. Me siento bien cuando le pido apoyo a mi familia

19. Para mí es importante contar con el apoyo emocional de mis amigos

20. Siento que los que están cerca de mi me hacen sentir importante

21. Puedo recurrir a mis padres cuando tengo un problema

22. Me siento solo como si no tuviera a nadie cerca

23. Los compañeros que están cerca de mi me hacen sentir que hay alguien que se preocupa por mí

24. Tengo amigos que me apoyarán, no importa lo que haga

25. Mis hermanos me brindan apoyo

26. Mis jefes me ayudan cuando lo necesito

27. Cuando tengo problemas me los guardo para mí

28. En mi organización prefiero trabajar en equipo

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96

Anexo B: Escala de Graffar

Instrucciones

“Lea las próximas afirmaciones, y selecciones la opción que más se adapte a su

situación, seleccionándola con una X”

Profesión del jefe del hogar

1. Profesión universitaria. 2. Profesión técnica y superior o comerciantes o productores. 3. Empleados sin profesión universitaria. Bachiller técnico,

pequeños comerciantes o productores propietarios. 4. Obreros especializados, parte de los trabajadores del sector

informal de la economía (que no posean titulo profesional). 5. Obreros especializados y otra parte del sector informal de la

economía. Nivel de Instrucción de la esposa (o) cónyuge

1. Enseñanza universitaria o su equivalente. 2. Enseñanza secundaria completa. 3. Enseñanza secundaria incompleta. 4. Enseñanza primaria o alfabeta (con algún grado de instrucción

primaria). 5. Analfabetas.

Principal fuente de ingreso del hogar

1. Fortuna heredada o adquirida. 2. Ganancias, beneficios, honorarios profesionales. 3. Sueldo mensual. 4. Salario semanal, por día. 5. Donaciones de origen público o privado.

Condiciones de alojamiento

1. Vivienda con óptimas condiciones sanitarias y ambiente de gran lujo y grandes espacios.

2. Vivienda con óptimas condiciones sanitarias en ambientes con lujo, sin exceso y suficientes espacios.

3. Viviendas con buenas condiciones sanitarias en espacios reducidos o no, pero siempre menores que en las viviendas 1 y 2.

4. Vivienda con ambientes espaciosos o reducidos y/o con deficiencias en algunas condiciones sanitarias.

5. Rancho o vivienda con espacios insuficientes y condiciones sanitarias marcadamente inadecuadas.

Total Estrato social 4-6 I= Muy alto 7-9 II= Alto

10-12 III=Medio 13-16 IV= Bajo 17-20 V= Muy bajo

Page 98: asdsada

97

Anexo C: Escala de estilos de vida saludable.

Page 99: asdsada

98

Page 100: asdsada

99

Page 101: asdsada

100

Page 102: asdsada

101

Anexo D: Escala de Resiliencia.

Page 103: asdsada

102

Anexo E: Escala de Autoeficacia Generalizada Instrucciones A continuación se presenta una serie de afirmaciones, marque una opción por cada afirmación, según la que se ajuste a su caso, recuerde la honestidad en las respuestas.

ITEMS Incorrecto Apenas cierto Más bien cierto Cierto 1. Puedo encontrar la manera de

obtener lo que quiero aunque alguien se me oponga

2. Puedo resolver problemas difíciles si me esfuerzo lo suficiente

3. Me es fácil persistir en lo que me he propuesto hasta llegar a alcanzar mis metas

4. Tengo confianza en que podría manejar eficazmente acontecimientos inesperados

5. Gracias a mis cualidades y recursos puedo superar situaciones imprevistas

6. Cuando me encuentro en dificultades puedo permanecer tranquilo/a porque cuento con las habilidades necesarias para manejar situaciones difíciles

7. Venga lo que venga, por lo general soy capaz de manejarlo

8. Puedo resolver la mayoría de los problemas si me esfuerzo lo necesario

9. Si me encuentro en una situación difícil, generalmente se me ocurre qué debo hacer

10. Al tener que hacer frente a un problema, generalmente se me ocurren varias alternativas de cómo resolverlo

Page 104: asdsada

103

Anexo F

ANÁLISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE

LA ESCALA DE APOYO SOCIAL PERCIBIDO

Reliability Statistics

Cronbach's Alpha N of Items

,865 28

Descriptive Statistics

Mean Std. Deviation Analysis N

I01AS 2,20 ,862 283 I02AS 1,96 1,097 283 I03AS 1,56 1,179 283 I04AS 2,03 ,976 283 I05AS 2,39 1,017 283 I06AS 1,56 1,263 283 I07AS 1,76 ,988 283 I08AS 2,42 ,856 283 I09AS 2,53 ,822 283 I10AS 2,63 ,753 283 I11AS 2,48 ,864 283 I12AS ,96 1,037 283 I13AS 2,24 ,982 283 I14AS 2,48 ,827 283 I15AS 2,33 ,968 283 I16AS 1,60 1,217 283 I17AS 1,86 1,190 283 I18AS 2,56 ,790 283 I19AS 2,35 ,875 283 I20AS 2,42 ,832 283 I21AS 1,83 1,286 283 I22AS 2,02 1,101 283 I23AS 2,32 ,882 283 I24AS 1,94 1,043 283 I25AS 2,22 1,063 283 I26AS 1,35 1,247 283 I27AS 1,57 1,107 283

Page 105: asdsada

104

Descriptive Statistics

Mean Std. Deviation Analysis N

I01AS 2,20 ,862 283 I02AS 1,96 1,097 283 I03AS 1,56 1,179 283 I04AS 2,03 ,976 283 I05AS 2,39 1,017 283 I06AS 1,56 1,263 283 I07AS 1,76 ,988 283 I08AS 2,42 ,856 283 I09AS 2,53 ,822 283 I10AS 2,63 ,753 283 I11AS 2,48 ,864 283 I12AS ,96 1,037 283 I13AS 2,24 ,982 283 I14AS 2,48 ,827 283 I15AS 2,33 ,968 283 I16AS 1,60 1,217 283 I17AS 1,86 1,190 283 I18AS 2,56 ,790 283 I19AS 2,35 ,875 283 I20AS 2,42 ,832 283 I21AS 1,83 1,286 283 I22AS 2,02 1,101 283 I23AS 2,32 ,882 283 I24AS 1,94 1,043 283 I25AS 2,22 1,063 283 I26AS 1,35 1,247 283 I27AS 1,57 1,107 283 I28AS 2,17 1,096 283

Page 106: asdsada

105

Total Variance Explained

Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings

Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %

dimension0

1 7,556 26,985 26,985 7,556 26,985 26,985

2 1,900 6,786 33,771 1,900 6,786 33,771

3 1,645 5,874 39,645 1,645 5,874 39,645

4 1,472 5,259 44,904

5 1,208 4,313 49,217

6 1,185 4,233 53,450

7 1,034 3,692 57,142

8 ,980 3,499 60,640

9 ,929 3,318 63,959

10 ,871 3,112 67,071

11 ,828 2,958 70,029

12 ,777 2,777 72,806

13 ,752 2,684 75,490

14 ,673 2,404 77,894

15 ,671 2,396 80,290

16 ,612 2,185 82,475

17 ,585 2,090 84,566

18 ,564 2,015 86,580

19 ,534 1,906 88,486

20 ,470 1,678 90,165

21 ,459 1,641 91,806

22 ,409 1,460 93,266

23 ,382 1,363 94,629

24 ,369 1,320 95,948

25 ,325 1,162 97,111

26 ,316 1,128 98,238

27 ,294 1,049 99,287

28 ,200 ,713 100,000

Extraction Method: Principal Component Analysis.

Page 107: asdsada

106

Rotated Component Matrixa

Component

1 2 3

I01AS ,627 I02AS I03AS I04AS ,691 I05AS ,548 I06AS ,595 I07AS ,484 I08AS ,645 I09AS ,380 ,364 I10AS ,613 I11AS ,401 ,566 I12AS -,526 I13AS ,506 ,339 I14AS ,550 ,448 I15AS ,581 I16AS ,307 ,800 I17AS ,815 I18AS ,583 I19AS ,601 I20AS ,457 ,499 I21AS ,521 I22AS ,312 ,302 I23AS ,617 ,316 I24AS ,656 I25AS ,690 I26AS I27AS ,437 I28AS ,446

Extraction Method: Principal Component Analysis. Rotation Method: Varimax with Kaiser Normalization.

Page 108: asdsada

107

Anexo G

ANALISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE

LA ESCALA DE AUTOEFICACIA GENERALIZADA

Reliability Statistics

Cronbach's Alpha N of Items

,899 10

Descriptive Statistics

Mean Std. Deviation Analysis N

A01 2,72 1,211 284 A02 3,41 ,855 284 A03 3,36 ,869 284 A04 3,32 ,856 284 A05 3,26 ,903 284 A06 3,09 ,945 284 A07 3,17 ,979 284 A08 3,45 ,846 284 A09 3,29 ,918 284 A10 3,44 ,811 284

Page 109: asdsada

108

Total Variance Explained

Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings

Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %

1 5,438 54,376 54,376 5,438 54,376 54,376

2 ,902 9,023 63,399

3 ,682 6,825 70,224

4 ,636 6,365 76,588

5 ,527 5,271 81,859

6 ,506 5,056 86,916

7 ,391 3,915 90,830

8 ,343 3,433 94,264

9 ,311 3,114 97,377

10 ,262 2,623 100,000

Extraction Method: Principal Component Analysis.

Component Matrixa

Component

1

A01 ,524

A02 ,711

A03 ,685 A04 ,701

A05 ,814 A06 ,779

A07 ,826 A08 ,767

A09 ,748 A10 ,771

Extraction Method: Principal Component Analysis.

Page 110: asdsada

109

Component Matrixa

Component

1

A01 ,524

A02 ,711

A03 ,685 A04 ,701

A05 ,814 A06 ,779

A07 ,826 A08 ,767

A09 ,748 A10 ,771

Extraction Method: Principal Component Analysis.

a. 1 components extracted.

Page 111: asdsada

110

Anexo H

ANALISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE

LA ESCALA DE RESILIENCIA

Reliability Statistics

Cronbach's Alpha N of Items

,937 23

Descriptive Statistics

Mean Std. Deviation Analysis N

I01R 5,23 1,683 247 I02R 5,49 1,559 247 I03R 5,71 1,614 247 I04R 5,77 1,519 247 I05R 6,07 1,354 247 I06R 6,26 1,308 247 I07R 5,50 1,554 247 I08R 6,19 1,313 247 I09R 5,21 1,653 247 I10R 5,77 1,500 247 I11R 5,64 1,664 247 I12R 5,89 1,500 247 I13R 5,92 1,492 247 I14R 6,01 1,421 247 I15R 5,76 1,547 247 I16R 6,08 1,414 247 I17R 6,22 1,307 247 I18R 5,89 1,389 247 I19R 5,20 1,818 247 I20R 6,33 1,292 247 I21R 5,02 1,841 247 I22R 6,05 1,394 247 I23R 5,94 1,475 247

Page 112: asdsada

111

Total Variance Explained

Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings

Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %

1 10,480 45,564 45,564 10,480 45,564 45,564

2 1,339 5,823 51,387

3 1,281 5,571 56,957

4 ,968 4,209 61,166

5 ,867 3,768 64,934

6 ,818 3,554 68,489

7 ,728 3,166 71,655

8 ,696 3,024 74,680

9 ,635 2,759 77,438

10 ,615 2,675 80,114

11 ,592 2,572 82,686

12 ,526 2,285 84,971

13 ,470 2,044 87,015

14 ,463 2,015 89,030

15 ,408 1,774 90,803

16 ,366 1,592 92,395

17 ,320 1,390 93,785

18 ,305 1,325 95,110

19 ,281 1,221 96,331

20 ,268 1,163 97,495

21 ,209 ,910 98,405

22 ,193 ,838 99,243

23 ,174 ,757 100,000

Extraction Method: Principal Component Analysis.

Page 113: asdsada

112

Component Matrixa

Component

1

I01R ,522

I02R ,622

I03R ,577 I04R ,607

I05R ,771 I06R ,788

I07R ,587 I08R ,795

I09R ,530 I10R ,723

I11R ,482 I12R ,718 I13R ,803 I14R ,832 I15R ,727 I16R ,766 I17R ,802 I18R ,758 I19R ,370 I20R ,747

I21R ,312 I22R ,665

I23R ,686

Extraction Method: Principal Component Analysis.

a. 1 components extracted.

Page 114: asdsada

113

Anexo I

ANALISIS DE CONFIABILIDAD Y DE COMPONENTE PRINCIPAL DE

LA ESCALA DE ESTILOS DE VIDA SALUDABLE

Descriptive Statistics

Mean Std. Deviation Analysis N

EV01 1,26 1,010 277 EV02 1,38 ,833 277 EV03 1,48 1,051 277 EV04 ,99 1,055 277 EV05 ,27 ,729 277 EV06 ,38 ,828 277 EV07 ,64 ,937 277 EV08 1,73 ,952 277 EV09 2,13 ,898 277 EV10 1,39 1,028 277 EV11 1,19 1,153 277 EV12 2,29 ,854 277 EV13 ,88 1,123 277 EV14 1,64 1,192 277 EV15 2,32 ,902 277 EV16 2,47 ,810 277 EV17 2,07 ,977 277 EV18 1,87 1,014 277 EV19 2,75 ,631 277 EV20 1,56 1,104 277 EV21 1,36 1,239 277 EV22 ,75 1,084 277

Reliability Statistics

Cronbach's Alpha N of Items

,849 60

Page 115: asdsada

114

EV23 2,81 ,563 277 EV24 2,72 ,576 277 EV25 2,38 ,883 277 EV26 1,94 1,127 277 EV27 2,23 1,020 277 EV28 1,90 1,060 277 EV29 2,18 ,863 277 EV30 2,10 ,979 277 EV31 2,55 ,763 277 EV32 2,10 ,821 277 EV33 1,99 ,853 277 EV34 1,55 ,945 277 EV35 1,83 ,966 277 EV36 2,20 ,794 277 EV37 2,10 ,898 277 EV38 2,20 ,782 277 EV39 2,47 ,694 277 EV40 1,87 1,005 277 EV41 1,58 1,141 277 EV42 2,15 ,961 277 EV43 2,27 ,776 277 EV44 2,34 ,686 277 EV45 2,68 ,804 277 EV46 1,82 1,262 277 EV47 2,70 ,615 277 EV48 1,48 1,387 277 EV49 2,95 ,228 277 EV50 2,09 1,336 277 EV51 1,86 1,104 277 EV52 2,62 ,699 277 EV53 1,86 1,025 277 EV54 2,27 ,815 277 EV55 1,90 ,914 277 EV56 2,01 ,989 277 EV57 1,62 ,980 277 EV58 1,25 1,096 277 EV59 2,12 ,862 277 EV60 2,76 ,634 277

Page 116: asdsada

115

Total Variance Explained

Component Initial Eigenvalues Extraction Sums of Squared Loadings

Total % of Variance Cumulative % Total % of Variance Cumulative %

1 7,191 11,985 11,985 7,191 11,985 11,985

2 5,146 8,577 20,562 5,146 8,577 20,562

3 3,001 5,002 25,564 3,001 5,002 25,564

4 2,830 4,717 30,281 2,830 4,717 30,281

5 1,983 3,305 33,586 1,983 3,305 33,586

6 1,813 3,022 36,607 1,813 3,022 36,607

7 1,729 2,882 39,490 1,729 2,882 39,490

8 1,613 2,689 42,178 1,613 2,689 42,178

9 1,517 2,528 44,706 1,517 2,528 44,706

10 1,463 2,439 47,145

11 1,425 2,375 49,521

12 1,402 2,337 51,858

13 1,252 2,087 53,945

14 1,217 2,029 55,974

15 1,182 1,970 57,944

16 1,127 1,879 59,822

17 1,092 1,819 61,642

18 1,063 1,771 63,413

19 1,036 1,726 65,139

20 ,970 1,617 66,756

21 ,946 1,577 68,333

22 ,878 1,463 69,795

23 ,873 1,455 71,251

24 ,846 1,409 72,660

25 ,819 1,365 74,025

26 ,789 1,315 75,340

27 ,776 1,294 76,634

28 ,730 1,216 77,850

29 ,692 1,153 79,003

30 ,688 1,147 80,149

31 ,664 1,106 81,255

Page 117: asdsada

116

32 ,651 1,085 82,341

33 ,614 1,023 83,364

34 ,574 ,957 84,320

35 ,567 ,945 85,265

36 ,551 ,919 86,184

37 ,528 ,879 87,063

38 ,517 ,862 87,925

39 ,496 ,826 88,752

40 ,491 ,818 89,570

41 ,478 ,797 90,368

42 ,444 ,740 91,107

43 ,427 ,712 91,819

44 ,408 ,680 92,499

45 ,403 ,672 93,171

46 ,400 ,666 93,837

47 ,362 ,604 94,441

48 ,341 ,569 95,010

49 ,333 ,554 95,564

50 ,305 ,508 96,072

51 ,294 ,491 96,563

52 ,282 ,471 97,033

53 ,273 ,455 97,488

54 ,257 ,429 97,917

55 ,252 ,419 98,336

56 ,233 ,388 98,724

57 ,215 ,359 99,083

58 ,207 ,345 99,429

59 ,181 ,302 99,730

60 ,162 ,270 100,000

Extraction Method: Principal Component Analysis.

Page 118: asdsada

117

Rotated Component Matrixa

Component 1 2 3 4 5 6 7 8 9

EV01 ,332 ,652 EV02 ,596 EV03 ,561 EV04 ,527 ,589 EV05 ,672 EV06 ,661 EV07 ,638 EV08 ,321 ,549 EV09 ,359 ,532 EV10 ,360 ,389 EV11 ,521 EV12 ,622 EV13 ,453 ,413 EV14 ,338 ,350 ,332 ,306 EV15 ,619 EV16 ,438 EV17 ,359 ,453 EV18 EV19 -,337 EV20 ,456 EV21 ,406 EV22 ,511 EV23 ,345 -,442 -,457 EV24 ,353 -,312 -,318 EV25 ,610 EV26 ,569 EV27 ,713 EV28 ,518 EV29 ,529 EV30 ,336 ,451 EV31 ,705 EV32 ,641 EV33 ,516 EV34 ,445 EV35 ,421 EV36 ,623

Page 119: asdsada

118

EV37 ,545 EV38 ,709 EV39 ,704 EV40 ,407 EV41 ,522 EV42 ,463 EV43 ,634 EV44 ,571 EV45 ,333 EV46 EV47 ,454 EV48 ,606 EV49 -,321 EV50 ,686 EV51 ,445 -,318 EV52 ,651 EV53 ,456 ,384 EV54 ,620 EV55 -,367 ,328 EV56 ,737 EV57 ,715 EV58 ,621 EV59 ,594 EV60 -,455 ,378

Extraction Method: Principal Component Analysis. Rotation Method: Varimax with Kaiser Normalization.

a. Rotation converged in 9 iterations.