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Aspectos para el estudio de la cuestión migratoria en México
Participantes
Dr. Humberto Monteón González Dr. Roberto Melvilla Aguirre M. en C. Gabriea María Luisa Riquelme Alcantar M. en C. Consuelo García Guerrero M. en C. Jesús Enrique Morales Rico
Índice
Resumen 3Introducción 4 Materiales y métodos de la investigación. 9 Resultados de la investigación México- EUA, albores de una vecindad incómoda 12 Manuel Gamio, pensamiento y acción en torno a la cuestión migratoria
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Discriminación sin fronteras 74 Repunta el racismo 76Cananea, la guerra y la buena vecindad 84
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Resumen
El fenómeno migratorio en los Estados Unidos de América se ha tornado en algo
cada vez más complejo y de delicado manejo. La decisión oficial sancionada por la
Cámara de Representantes y el Senado de los Estados Unidos de erigir un muro
en nuestra frontera norte, aunado a los intentos legales por criminalizar la
migración indocumentada que tiene como objetivo a millones de compatriotas y
ciudadanos provenientes de Centro y Sudamérica, viene a complicar laya de por
sí, históricamente, compleja relación con los vecinos del Norte. El triunfo de los
demócratas en las pasadas elecciones del 7 de noviembre de 2006, parecieran
enviar un mensaje pragmático de reconocimiento al papel que juega la mano de
obra indocumentada en los Estados Unidos.
La comprensión de la problemática migratoria tiene raíces muy profundas que se
hunden en el tiempo y que es necesario recuperar permanentemente para no
extraviar nuestra memoria. En el presente trabajo nos propusimos recuperar
páginas que han permanecido en blanco o que la historiografía nos ha entregado
con inventarios incompletos, para contar con elementos de juicio que nos permitan
entender el contexto y tendencias en las que, nuestro país se encuentra inmerso.
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Introducción
La muerte de un(a) migrante dejó hace tiempo de ser una noticia importante, se
pueden recorrer las cercas que existen en nuestra frontera con los EUA y ahí por
miles están las cruces con los nombres de aquellos (as) que quedaron en el
intento de aventurarse en busca del sueño americano; están por supuesto, las
cruces de los(as) sin nombre, los desconocidos(as) suman miles los migrantes
muertos de uno y otro lado. Ahí están los testimonios, y también esta nuestra
insensibilidad y sordera.
Se puede también recorrer las páginas de la llamada prensa nacional, ha tiempo
que el sufrimiento y muerte de un(a) indocumentado(a) dejo de ser una noticia que
ameritó las ocho columnas
La muerte (injusta, innecesaria) como un hecho de la cotidianeidad de una
extensa e incomoda frontera ya no conmueve a casi nadie.
En su celebre novela La Peste, Alberto Camus muestra como, las desgracias y
tragedias de lograr al principio un impacto estremecedor, a fuerza de instalarse en
nuestra visión cotidiana va perdiendo fuerza la descarnada, lo brutal que nos
indignaba, impactando, nos vamos acostumbrando a la desgracia ajena, dejó de
conmovernos. ¿Qué son diez mil, veinte mil muertos? se pregunta Camus, si
acaso sólo polvo de la imaginación. Para que realmente una tragedia de esta
dimensión tenga la dimensión humana y no quede encerrada en una fría cifra,
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tendríamos que verlos morir a todos juntos y acaso añadir algo; los cadáveres de
algunos de nuestros seres queridos sobre esa espeluznante montaña de muertos,
para así, sólo así, recuperar nuestra capacidad de dolor y humanidad que hemos
ido arrojando por los caminos.
En el caso de los migrantes indocumentados, hubo tiempo cuando las tragedias
nos conmovían , por ejemplo, en julio de 1987, fueron encontrados 18 jóvenes que
murieron atrapados en un carro de ferrocarril cerrado herméticamente, en el
Estado de Texas, a escasos 20 kilómetros de la frontera norte de nuestro país: El
hecho causó profunda indignación en la sociedad mexicana, que llevó al propio
presidente de la republica a montar una guardia luctuosa frente a los féretros de
seis cuerpos que pudieron ser identificados, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
La llegada de los cuerpos a .los estados de Zacatecas y Aguascalientes provocó
la participación espontánea de miles de personas en las ceremonias religiosas que
se hicieron en su memoria y durante los sepelios.
La tragedia no fue sólo entonces para los familiares, como si se tratara de un
accidente de los que ocurren a diario, sino que conmovió a todo el país y más
profundamente a la población que vive en regiones donde la emigración a los
Estados Unidos se ha convertido en el pilar fundamental para el sostenimiento de
sus habitantes.
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Nueve años más tarde, el 1 de abril de 1996, en Riverside, California, tuvo lugar
una persecución de inmigrantes mexicanos (20) que terminó en una paliza
propinada a dos de ellos – una mujer y un hombre- junto al vehículo en el que eran
transportados. Lo novedoso del incidente fue que las escenas de persecución y de
los golpes fueron captadas por una estación de televisión y transmitidas, casi de
inmediato tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. Las declaraciones y
reacciones que este incidente provocó en México ocuparon los espacios
principales – primeras planas y encabezados de ocho columnas – de buena parte
de la prensa mexicana.
Pero somos de memoria corta. Desde 1983 – con la Operación Guardián – a la
fecha la cifra de migrantes indocumentados muertos en diferentes circunstancias
en su intento por cruzar la frontera con Estados Unidos, ronda si no es que supera
los 4 mil muertos.
La ganancia que llegan a obtener los denominados polleros oscila entre 2 mil 500
y 5 mil dólares por persona, y cada año de lo que fue la administración de Vicente
Fox en el orden de medio millón de connacionales intentaron ingresar
subrepticiamente a los Estados Unidos.
De la pérdida de vidas de manera directa a través de los medios aparecen los
“polleros” o “coyotes”, pues son quienes operan el tráfico humano, y sin el menor
escrúpulo abandonan en muchos casos a los indocumentados en las situaciones
más adversas y peligrosas.
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Pero existían muchos otros culpables: de un lado el desempleo, el subempleo, los
bajos salarios, la inflación, y en suma una profunda crisis que sufre un país
subdesarrollado como el nuestro, históricamente incapaz de dar ocupación
permanente y bien remunerada a su población; y por otro lado la condición de
“ilegal” del trabajador en los Estados Unidos, que si bien permite al patrón
norteamericano no pagar salarios adecuados no prestaciones y despedirlo cuando
ya no lo necesita, obliga a los indocumentados a entrar al país vecino
clandestinamente, pagando fuertes sumas de dinero, y a vivir ante el riesgo de ser
aprehendidos y expulsados por la patrulla fronteriza.
La migración de mexicanos a los Estados Unidos es contraria al interés nacional,
pero el que millones de jóvenes se vean obligados a salir de su país y de que
parte del principal recurso con que contamos -la fuerza de trabajo- no puede ser
aprovechado en beneficio de México, hace de la inmigración un problema que
afecta nuestra soberanía.
Desde fines del siglo XIX los Estados Unidos eran ya una de las potencias a nivel
mundial. Su desarrollo económico principalmente en las regiones sur y sureste,
requirió de grandes contingentes de trabajadores a quienes se pudieran emplear
temporalmente (no fue todo para las actividades agrícolas y la construcción de
vías de ferrocarril) y pagar más barato. Y México contaba con ese excedente de
mano de obra.
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Tal demanda permanente desde los EUA implicó para México el que determinadas
regiones se especializaran en el envío de trabajadores al mercado
norteamericano.
Más el hecho de que la migración tenga un origen binacional no significa que sea
tratado corresponsablemente por ambos países; es indudable que los Estados
Unidos se llevan la mayor tajada. El carácter predominantemente “ilegal” de las
migraciones hace del trabajador un individuo de segunda clase, sin derecho a
prestaciones sociales y laborales, sin posibilidades de sindicalización y menos de
contratación colectiva, en los peores trabajos y más mal pagados. Esto es lo que
algunos autores llaman el inframercado de trabajo, y es sin duda uno de los
aspectos medulares del problema, por las ventajas económicas que ello
representa. Entre 1942 y 1964 los gobiernos de México y los Estados Unidos
negociaron convenios de emergencia para contratar “braceros” mexicanos.
Aunque durante este tiempo las condiciones laborales fueron menos
desfavorables para los mexicanos, lo cierto es que tales convenios sólo regularon
parte de la migración laboral, ya que durante ese periodo, por cada trabajador
contratado legalmente había dos o tres trabajadores indocumentados.
De 1965 en adelante la “ilegalidad” del trabajador ha significado enormes ventajas
para los patrones, pero tal condición presiona a la baja de los salarios. Esa es la
razón por lo cual la ley Simpson-Rodino no frenó la migración indocumentada a los
Estados Unidos.
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La ley Simpson Rodino se aprueba durante la administración del Ronald Reagon,
la propaganda previa enarboló un viejo discurso, hoy por cierto de moda
nuevamente, las cifras que reportaba anualmente el Servicio de Inmigración.
Material y Método empleado en esta investigación. Para el trabajo hemerográfico, el período de estudio se centró, básicamente en los
años 2000 a 2006 revisándose prácticamente día a día los siguientes diarios: La
Jornada, Reforma, Milenio Diario y a partir de 2003, El Universal. El seguimiento de la
información fue indiscriminado considerando todo tipo de material periodístico, esto es,
notas informativas, artículos, editoriales, reportajes y entrevistas.
La metodología de trabajo consistió en obtener físicamente el material día a día; se
indicaba la información que se consideraba valiosa para nuestro proyecto; se
recortaban las noticias relativas a migrantes de todo el mundo, pero dando especial
atención a la migración mexicana y centroamericana.
A continuación, se pegaron en hojas blancas tamaño carta, escribiendo en la parte
superior derecha la fuente de donde se obtenía la información (nombre del periódico,
sección, día y página).
Para efectos de sistematización de la información, se elaboró un tesaurus (palabras
clave) con lo cual la información recabada fue teniendo ya elementos de clasificación
que nos permitieron tener una idea muy precisa del comportamiento noticioso de la
información que se iba reuniedo.
Tomando en cuenta este tesaurus, se procedió a acomodar la información pegada en
folders mensuales y en orden descendente por fecha.
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Un paso siguiente fue la generación de una base de datos que concentró el tesaurus,
añadiendo otros campos de interés; el concentrado final quedó de la siguiente manera:
nombre de la fuente, autor(es), página, género periodístico, tema y subtemas y
observaciones. La información se concentró en Microsoft Excel.
Para la entrega de resultados se sumaron el total de notas de cada tema analizando
aspectos que se detallan en este escrito; ofreciendo finalmente las conclusiones a que
se llegó al término del estudio.
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Resultados
De
La
Investigación
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México-EUA, albores de una vecindad incómoda
Dr. Humberto Monteón González M. en C. Gabriela María Luisa Riquelme Alcantar
Antecedentes: México en la mira Hacia mediados de la década de los treinta del siglo XIX, las relaciones entre
México y los Estados Unidos de América, que hasta entonces podían catalogarse
en términos generales de cordiales, entran en un proceso de franco deterioro,
proceso éste que culmina con una guerra, de graves consecuencias para México.
Hay en Estados Unidos quienes sostienen que la cuestión de Texas y todo lo que
ésta desató, fue consecuencia del esclavismo que imperaba entonces en el sur de
los Estados Unidos. Veremos la inconsistencia de estas tesis al hurgar un poco en
el pasado.
Texas jugó el papel de detonante en un plan extraordinariamente más amplio y
ambicioso, un plan que correspondía plenamente a una política oficial que, al
margen de diferencias de enfoque de gobernantes y de partidos políticos en los
Estados Unidos de entonces, como eje central de coincidencia entre Norte y Sur,
tuvo siempre los términos expansión y anexión. Este es el fondo real, otra cosa
es la forma como se desenvolvió esta trama histórica, tan rica en episodios de
toda índole, en lo que por cierto, muchos han buscado y encontrado “pruebas
documentales” para justificar lo injustificable, para arrojar tierra sobre un hecho
real incontrovertible y concreto: el yanqui fue un invasor que de un tajo cercenó y
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arrebató a su meridional vecino, es decir a México, más de la mitad del territorio
donde un pueblo recién comenzaba a fincar su futuro, a poco más de un cuarto de
siglo de haber conquistado su independencia, después de tres siglos del yugo
colonial español.
El deseo irrefrenable por engullirse a México nació mucho antes de lo de Texas,
los datos que así lo demuestran son abundantes; referiremos pues, tan sólo
algunos.
Tenía tan sólo un día de estrenada la flamante Declaración de Independencia, es
decir, era el 5 de julio de 1776, cuando Thomas Jefferson planteó la necesidad de
construir el país como ESTADO CONTINENTAL. Al preguntarle qué significaba
eso, afirmó sencillamente quería tomar o comprar las Floridas a España, la
Luisiana a Francia, el Oregón a Inglaterra y la Nueva España a España.
No existe en la Historia Universal otro imperio que a edad tan bisoña haya
mostrado colmillos tan impresionantes y apetito más voraz. De ello dio cuenta el
Conde de Aranda a Carlos III después de que, por instrucciones del monarca,
recorriese todo el continente americano. En el extenso y detallado informe que con
carácter secreto presentó Aranda en 1783, como profecía se escuchó esta
advertencia sobre los Estados Unidos:
Esta república federal ha nacido pigmea […] Vendrá un día en que será un gigante, un coloso temible de esas comarcas […] El primer paso […] será apoderarse de las Floridas para dominar el Golfo de México. Después de habernos hecho dificultoso el comercio con la Nueva España aspirará a la
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conquista de este vasto imperio que no nos será posible defender contra una potencia formidable establecida en el mismo continente y, a más de eso limítrofe […] ¿Cómo podemos nosotros esperar que los americanos respeten el reino de la Nueva España cuando tengan facilidad de apoderarse de este rico y hermoso país? (cit. por Medina, 1968)
Jefferson se llevó a la tumba el anhelo de construir un “estado continental”; sin
embargo, dejó esa tesis de herencia a sus predecesores.
La advertencia del conde de Aranda no encontró eco en los monarcas españoles,
que nada hicieron por tomar medidas tendientes a apuntalar las amplias regiones
del norte de la Nueva España a fin de preservarlas de la futura amenaza.
Entre los testimonios que dejaron constancia del peligro, sobresale la muy
conocida advertencia de embajador español en Washington, Luis de Onis, al
virrey de México, Francisco Xavier Venegas, en nota reservada, fechada en
Filadelfia, el 10 de abril de 1812:
Cada día se van desarrollando más las ideas ambiciosas de esta república y confirmándose sus miras hostiles contra España. V. E.- continuaba Onis-, se halla enterado ya por mi correspondencia, que este gobierno se ha propuesto nada menos que fijar sus límites en la embocadura del río Norte o Bravo, siguiendo su curso hasta el grado 31 y desde allí tirando una línea recta hasta el mar Pacifico, tomándose por consiguiente las provincias de Texas, Nueva Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de la provincia de Nueva Vizcaya y la Sonora. Parecerá un delirio este proyecto a toda persona sensata, pero no es menos seguro que el proyecto existe, y que se ha levantado un plan expresamente de estas provincias por orden del gobierno, incluyendo también en dichos límites la Isla de Cuba, como una pertenencia natural de esta república […] (Matute, 1973:387)
Sin embargo, la rueda de la historia marchaba inexorable, el imperio colonial se
hundía, el vetusto sistema feudal representado por España poco tenía ya que
hacer en el continente americano.
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Todo este período, desde fines del siglo XVIII y durante toda la lucha
independentista de México, está lleno de historias de expediciones contra el
territorio mexicano, organizadas en territorio norteamericano y patrocinado, o por
lo menos, permitidas por las autoridades norteamericanas.
Para la víspera de la consumación de la independencia de México, los Estados
Unidos habían adquirido la Luisiana pagando a Napoleón quince millones en 1803;
el Oregón por medio de exploraciones e invocaciones y la Florida por compra
hecha a España en 1819, en cinco millones. Todas estas adquisiciones
aumentaron su sed de territorio.
En 1820, el puritano Moisés Austin, de Luisiana, obtiene del gobernador español
de Texas permiso para introducir 300 familias norteamericanas. Cada colono
recibe de acuerdo con el plan 640 acres, más 320 para la esposa y 100 para cada
hijo. Los colonos prometen profesar la fe católica, juran fidelidad al rey y se
obligan a defender el territorio contra los indios y los filibusteros.
En 1821 Moisés Austin muere y su hijo Stephen continúa la empresa. En 1823, el
gobierno independiente ratificó la concesión de Austin. Stephen se pone
personalmente al frente de la colonia bajo la autoridad del Gobernador de Texas.
Austin quedó facultado para organizar a los colonos en una milicia de la cual sería
jefe, con facultades para mantener el orden, hacer cumplir la ley y administrar
justicia. La población de San Felipe de Austin, fundada en 1823, fue la cabecera
de la colonia y el centro de la influencia norteamericana en Texas.
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La sustitución de las autoridades españolas por funcionarios mexicanos en Texas
no cambió, ni por un momento, la inmigración ya iniciada anteriormente. La
ambición por las tierras aumentó. Además de las innumerables peticiones dirigidas
a las autoridades, por la mal guardada línea fronteriza se filtraban sin cesar los
pobladores como en país propio.
No había sospecha, el México independiente abría generosamente sus puertas a
la colonización, que ya tocaba su retaguardia. Unida Texas a Coahuila en un solo
Estado Federal, la legislatura local no vaciló en aprobar, en 1825, una ley
destinada a atraer más y más colonos al oeste. Estos llegaron masivamente.
Los primeros embajadores El 5 de noviembre de 1823 se instala y abre sus sesiones el Segundo Congreso
Constituyente en un ambiente cargado de sublevaciones y pronunciamientos en
todo el país. El español Gabriel de Yermo se rebela en Tierra Caliente; Reguera
en Tehuacán; Vicente Gómez, en Puebla; el Octavo Regimiento acaudillado por
españoles, en Querétaro y el general Lobato en la ciudad de México. Por otra
parte, Texas, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas declaran sus soberanías;
Guatemala se separa del Imperio Mexicano y con Honduras, El Salvador,
Nicaragua y Costa Rica, se constituyen en República Federal con el nombre de
Provincias Unidas en Centroamérica, cuya Constitución se aprueba el 22 de
noviembre de 1824. Este es, en términos muy generales, el cuadro prevaleciente
cuando, como un verdadero procónsul apareció por tierra mexicana en 1825, Joel
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Poinsett, primer embajador de Estados Unidos en México. Fue este un personaje
sombrío. De él se tenían ya, por cierto, amplias referencias.
En efecto, en un sondeo informal de Poinsett en las conferencias del 7 y 8 de
diciembre de 1822, Francisco de Paula Azcárate, comisionado de Iturbide relata
que éste perseguía cinco objetivos:
Primero.- Apoderarse de todas las tierras feracísimas y ricas de
minerales que he referido (Texas, parte del Reino de León, la mayor
parte de la provincia de Coahuila, la Sonora y California Baja, toda la
Alta y el Nuevo México). Segundo.- Tener puertos en uno y otro mar
para hacer exclusivamente el comercio interior de las provincias
mediterráneas de nuestro territorio por el río Grande del Norte cuya
navegación facilitaríase con botes de vapor; Tercer.- Hacerse
exclusivamente del cometido de la peletería de castor, oso marta,
síbolas, grasas y otros renglones […]; Cuarto.- Apropiarse
exclusivamente la pesquería de la perla que se hace en las costas
interiores y exteriores de ambas Californias, la de la nutria, la del
ballenato, la de la cachaza, la de la sardina y la de la concha […];
Quinto.- Apropiarse también del comercio de cabotaje. (Medina,
1968:248-249).
Las pretensiones de Monroe, presentadas a través de Poinsett en 1822 y que
Iturbide, categórico, rechazó, volverán a ser manejadas por Poinsett, embajador
en 1825, sólo que en esta ocasión, conociendo que sus pretensiones territoriales
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no tendrían buena acogida entre los mexicanos, cambia de táctica y se dedica a
conspirar contra México. José Vasconcelos, entre otros, relata en su “Breve
Historia de México” que Poinsett se rodeó de una camarilla de incondicionales a
quienes repartió dinero a manos llenas, organizó reuniones en su flamante
embajada donde fungía de maestro y animador de las logias yorkinas, a través de
las cuales crea el “Partido Americano”.
Tras bastidores, Poinsett intriga, divide, enreda, azuza, maneja el entreguismo
criollo, prepara la mutilación territorial. Hasta que la presión de la opinión pública
mexicana obliga a que Poinsett sea retirado del país. Nadie mejor que Anthony
Butler, el embajador que sucedió a Poinsett en México, para describir la obra del
primer procónsul norteamericano:
Su primer paso – escribió el 21 de mayo de 1830 Butler a Van Buren,
Secretario de Estado- había sido formar una institución egoísta que se
extendió por toda la comunidad, que admitió en su seno a toda clase de
gente, sin discriminación alguna y que acabó siendo la directora de los
destinos de la nación […] Esta sociedad toma posesión del gobierno,
arruina las finanzas, desorganiza el ejército, destruye la confianza
pública, y quita de lugares de responsabilidad a todos aquellos cuyo
patriotismo hubiera sido una garantía de buena administración[…]
(Medina, 1968:249)
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Y esto lo escribía nada menos que el nuevo pro-cónsul, designado por el
presidente Andrew Jackson y que portaba como principales credenciales un buen
conocimiento de Texas y un firme deseo de que los Estados Unidos se quedaran
con ese territorio. (Conell-Smith, 1977:100)
El coronel Anthony Butler, que poseía tierras en Texas con fines especulativos,
preparó para el presidente Jackson dos informes sobre Texas. En uno describía
los recursos naturales de esta provincia, en el otro, los argumentos que podrían
emplearse para empujar a México a la venta.
Por supuesto, dados los antecedentes dejados por Poinsett en México, al nuevo
embajador no le fue posible avanzar en nada lo relativo a la cesión de la provincia
texana. Jackson seguía paso la situación mexicana. Butler escribía informes
esperanzadores; sin embargo, el último mensaje de Poinsett cobraba mayor
importancia en la medida en que se prolongaban las negociaciones de Butler.
Poinsett, al concluir su misión en México, había expresado:
Estoy convencido de que nunca lograremos extender nuestro territorio
al Sur del Sabinas, sin tener antes que chocar con esta gente y evitar
que entren en una alianza con algún poder extranjero. (Guerra,
1975:197).
Con Jackson en la presidencia de los Estados Unidos, el proyecto de anexión de
Texas recibió un nuevo y definitivo impulso. Antecedentes de rebelión de la
población texana contra las autoridades mexicanas ya se habían producido en
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1821, después de 1826, 1827 y 1829, pero habían sido tan sólo, una especie de
ensayos generales.
A principios de 1833, Jackson instruye a Butler que dé por concluida toda
negociación sobre Texas. El Presidente, como veremos más adelante, se había
decidido ya por un camino diferente, la instancia diplomática terminaba; la vía
violenta determinaría el rumbo a partir de ese momento. Jackson ya había entrado
en serias pláticas con otro amigo suyo, Sam Houston.
Anexión y esclavismo
Al estudiar la cuestión texana no debe omitirse la referencia a la esclavitud, sistema
preponderante en los estados sureños de la Unión. Esto, en la coyuntura histórica
de finales de los veinte buscaba desesperadamente su supremacía sobre los
estados del norte.
En su documentado libro sobre el tema de las invasiones norteamericanas a
México, el historiador mexicano Gastón García Cantú escribió que para 1829 el
precio de los esclavos había descendido en los estados sureños. Abel P. Upshur
(Secretario de Estado en 1843) expresó durante la Convención de Virginia en 1829:
Nada es más fluctuante que el valor de los esclavos; una de las últimas leyes de Luisiana lo redujo en veinticinco por ciento a las veinticuatro horas de conocerse el proyecto. Si nos tocara la suerte – y confío que así sucederá – de adquirir Texas, el precio de los esclavos aumentaría. (cit. por García, 1981:43).
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Así pues, la adquisición de Texas estaba llamada a elevar considerablemente el
valor de los esclavos.
El debate sobre los esclavos pronto llegó al senado. Allí John C. Calhoum,
vicepresidente de los Estados Unidos expresó que la esclavitud era la base más
segura y estable del mundo para las instituciones libres, señalando con respeto a
Texas que:
Existen poderosas razones para que Texas forme parte de la Unión. Los Estados del Sur, poblados por esclavos, están profundamente interesados en prevenir que la nación disponga de un poder que los moleste; y los intereses marítimos y manufactureros del Norte están igualmente interesados en hacer a Texas parte de la Unión. (cit. por García, 1981:44).
Miles y miles de esclavos traídos de África llegaban a Cuba en tránsito a los
Estados esclavistas del Sur. El aumento desorbitante de la población de esclavos
fortalecía la tesis anexionista, pues según se argumentaba en los altos niveles de la
administración yanqui y abiertamente se debatía con la prensa, Texas,
perteneciendo a un país donde estaba prohibida por ley la esclavitud, constituía un
atractivo para los esclavos que se fugaban de las plantaciones de Arkansas y
Luisiana.
Sobre ese aprobioso sistema del mercado de esclavos hay que dar brevemente
algunos datos. Se calcula que por cada esclavo sacado de África, cinco morían,
durante la cacería en sus aldeas o de enfermedades y hambre durante la travesía.
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Para los esclavistas, la muerte de los negros no constituía una pérdida lamentable.
Los negros morían por millares en las plantaciones de Santo Domingo, Cuba,
Jamaica y las Bermudas, lo mismo que en Luisiana. Se calcula que tan sólo el
número de esclavos procedentes del Congo fue de 13’250,000. Los informes
británicos dan la cifra de más de 20 millones de esclavos llegados a América,
calculándose en cien millones el número de seres humanos sacados de África para
ser esclavizados en las Antillas y los Estados Unidos. (García, 1981:43).
Según García Cantú, en la obra que ya hemos referido, la demanda de las tierras
algodoneras, con Texas a la vista como nuevo estado, daba grandes utilidades. La
esclavitud, más que la tierra empobrecida, era la verdadera riqueza. Sin embargo,
es importante destacar que la desmembración de México como lo muestran
múltiples y diversas fuentes, se hubiera producido igual con o sin la esclavitud. Ya
antes Estados Unidos había adquirido la Luisiana y las Floridas, el Oregón, y
después del desgarramiento de México, toma la Filipinas, Puerto Rico, Panamá, e
impone a Cuba la Enmienda Platt.
Sam Houston, el otro amigo de Jackson
El fracaso de Butler significó el agotamiento de la vía diplomática. Sam Houston,
otrora soldado bajo las órdenes de Jackson en la Florida y en Nueva Orleáns, es
llamado por su antiguo jefe y amigo, el presidente de los Estados Unidos.
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Roosevelt, el del “Gran Garrote”, describió así a Houston, gigantón de más de seis
pies de estatura. El gran héroe texano debía fuerte y peleaba recio. Temible en la
batalla y hábil en el consejo, arrogante y audaz, sediento de aventuras y de peligros,
camorrista, con profundos instintos para el bien y para el mal, puede tomarse, con
ligeras variantes de carácter, como el tipo de vikingo del mundo antiguo. Hay que
adicionarle la virtud de un profundo y agudo apego a su país, los Estados Unidos,
en su conjunto. (Guerra, 1975:198).
Como se ve, todo un ejemplar, a la altura de una tarea: Texas.
Houston se había retirado a vivir entre los indios Cherokees, cerca de la frontera con
Texas, adoptando las costumbres de esta tribu que le llegó a considerar miembro.
Sus nuevos hermanos le habían rebautizado: su nombre era “gran bebedor” o “gran
borracho”.
En 1830, cuando los colonos texanos se preparaban a romper con México, Houston
es llamado a Washington. Por instrucciones de Jackson, Houston traza el plan que
debía desarrollarse para independizar la provincia y anexarla a los Estados Unidos.
Los texanos necesitaban en aquellos momentos un jefe para declararse en abierta
rebeldía. Jackson tuvo la habilidad de proporcionárselos. En la historiografía
norteamericana este pasaje no se ha ocultado; Augustus Buell, entre otros, abordó
el punto referente al patrocinio de Houston por parte del presidente Jackson.
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Con la misión de arrancarle Texas a los mexicanos, Houston se despide de Jackson
en 1832. Según McElroy, el diálogo de despedida entre los viejos amigos fue este:
Jackson deseó buena suerte en todos los casos; reconocimiento, si obtiene usted
éxito […] Voy a Texas – respondió Houston – a hacerme un hombre otra vez en ese
nuevo país. Seré presidente de una gran república. Y habré de traerla a los Estados
Unidos. (Guerra, 1975:198).
Tanta era la confianza de Jackson en Houston, que ordenó la suspensión de toda
gestión diplomática sobre el caso Texas. Houston penetró en tierra texana y con
celeridad puso en marcha su plan, cuidando en todo momento de hacer aparecer al
gobierno de Washington ajeno al problema y respetuoso de las leyes y de los
derechos de México. Jackson tuvo siempre, desde un principio, los detallados y
secretos informes de Houston sobre la evolución de los acontecimientos.
Texas declara la guerra a México Los acontecimientos políticos de 1835 en México (Ley del 3 de octubre de 1835 con
la que de hecho cayó el sistema federal y se instauró el centralismo) le sirvieron al
movimiento texano de pretexto para sublevación.
El 7 de noviembre de 1835, la Convención de Austin declaró al pueblo que Texas en
guerra con el Gobierno de México, diciéndose en el acta respectiva que: Por cuanto
el general Antonio López de Santa Anna y otros caudillos militares han demolido a
fuerza de armas las instituciones federales de México, y disuelto el pacto social que
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existía entre Texas y los demás miembros de la confederación mexicana, por tanto,
el pueblo justo de Texas, haciendo uso de sus derechos naturales, declara
solemnemente:
1º. Que ha tomado las armas en defensa de sus derechos y libertades […] 2º. Que Texas no está ligado moral o civilmente ya por el Pacto de la Unión […] 3º. Que no reconoce que las actuales autoridades de la nominal República Mexicana tengan derecho de gobernar dentro de los límites de Texas […] 5º. Que se cree con derecho durante la desorganización del sistema federal y el reinado del despotismo, para separarse de la Unión, para establecer un gobierno independiente, o adoptar las medidas que juzgue mejor para proteger sus derechos y libertades […] (O’ Gorman, 1979: 78-80).
El 2 de marzo de 1836, la Convención de Texas había proclamado la República. Su
Declaración de Independencia es una burda imitación de la de los Estados Unidos.
Una parte de ese documento histórico fue omitido por los “próceres” de la
independencia de Texas, precisamente donde dice: Para nosotros son verdades
incontrastables que todos los hombres nacen iguales […] Texas, el mismo año de
su “independencia” tenía ya 300 mil esclavos.
Categóricamente, México se negó a reconocer la independencia de Texas. Ocupaba
por entonces la presidencia de la república uno de los personajes más nefastos de
toda nuestra historia, Antonio López de Santa Anna.
La decisión fue someter a los texanos. Santa Ana decide encabezar y dirigir
personalmente el castigo a los sublevados; improvisa un ejército, reúne fondos
porque las rentas del Estado estaban agotadas y emprende una marcha de dos mil
kilómetros, seguido de soldados pobremente vestidos, mal alimentados y con armas
heredadas del virreinato.
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El 2 de octubre se produjo el primer choque armado entre mexicanos y texanos.
Houston había sido elegido comandante en jefe del ejército. En una de sus primeras
disposiciones al asumir el mando, dirigió al pueblo de los Estados Unidos un
llamamiento en solicitud de voluntarios para que lo ayudaran a resistir al “usurpador”
mexicano. La agitación fue exitosa: se ofrecieron extensas concesiones de tierras, y
el incentivo fue tan poderoso que un torrente de voluntarios penetró en la provincia.
Con tal fuerza se manifestó la insaciable sed de tierra del oeste, que, según declara
Roosevelt, la mayoría de los que pelearon por la independencia de Texas no estaba
formada por colonos establecidos previamente en el territorio, sino por aventureros
de los Estados Unidos, que acudieron a ganarse concesiones de terrenos. Del otro
lado de la frontera fluía la ayuda para los insurrectos. Reuniones públicas se
realizaban en todo el sur para recolectar fondos. En Nueva York funcionaba
abiertamente una oficina de reclutamiento.
Las unidades texanas llevaban el nombre de su lugar de procedencia: batallón de
Nueva Orleáns, de Nueva York salían buques cargados de armas.
A las protestas oficiales de México, el gobierno de Estados Unidos, contrario a lo
que indicaban múltiples pruebas sobre su clara injerencia en la guerra, respondía
por voz de su secretario de estado Forsyth, que su país aplicaba los mismos
principios observados durante la guerra de independencia contra España. El 18 de
junio de 1836, sin siquiera ruborizarse, Forsyth diría en el seno de la Comisión de
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Negocios Extranjeros del Senado: El gobierno de Estados Unidos no ha tomado
parte en la contienda que divide Texas y México, sino que ha manifestado su
intención de mantener la más estricta neutralidad […] si ciudadanos particulares de
los Estados Unidos, movidos por la simpatía hacia los que creían que luchaban por
la libertad e independencia contra la opresión y la tiranía, se ha mezclado en la
contienda, lo han hecho sin la autorización de su gobierno […] (Medina, 1968:272).
La lucha, por otra parte, fue muy breve. Santa Anna, ya en el teatro de operaciones,
se dedicó a hacer todo lo opuesto a lo indicado por las leyes de la guerra y a
contravenir con terquedad lo que aconseja el sentido común. En el Álamo, fuerte
defendido por varios centenares de soldados, Santa Anna extermina a todos los
prisioneros que caen en sus manos. Houston levanta como grito de guerra a partir
de ese momento la consigna “Remember the Alamo”. Santa Anna, el fiasco más
grande que México haya tenido como soldado, es sorprendido por Houston en San
Jacinto, donde es derrotado desastrosamente. Santa Anna logra escapar, pero no
sería por mucho tiempo; disfrazado y errante por el desierto es capturado por los
soldados de Houston. Ya prisionero, por el mendrugo de su vida, Santa Anna para
recobrar su libertad, firma un tratado reconociendo la independencia de Texas.
En Estados Unidos, el triunfo de Houston causó un enorme júbilo. Jackson lo festejó
con mayor agrado. Houston se convirtió en un héroe tan grande como los más
famosos de la antigüedad, y San Jacinto, a partir de entonces, se contó entres las
más célebres batallas de la Historia.
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Jackson y “la espera paciente”
Vencido Santa Anna, la segunda parte del plan de Houston, la anexión, se puso
rápidamente en marcha. En septiembre de 1836, esta cuestión fue sometida, de
acuerdo con la Constitución Texana, a un plebiscito popular. Como se esperaba, por
abrumadora mayoría la opinión favorable al plan anexionista. Sin embargo, el
proyecto tropezó con algunos obstáculos políticos en los Estados Unidos.
La cuestión esclavista se había impuesto como el problema fundamental de la
política norteamericana. El propósito de no aumentar ni el número de estados
esclavistas ni la fuerza del Sur, ejercía un efecto paralizador sobre los instintos
expansionistas de muchos hombres del Norte. El mismo John Quince Adams, que
había favorecido la adquisición de Texas, se oponía ahora a las miras de los
texanos y los sudistas. Jackson mismo tuvo que contener sus ímpetus. La unión
podía dividirse, y él, hombre del Sur, quería mantenerla y se sentía responsable de
su conservación. Además, esto se producía en un contexto preelectoral, así que
decidió mejor no forzar los acontecimientos, al fin que Texas estaba segura y por
algún tiempo podía esperar y no comprometer los éxitos del Sur. Así que en lo
referente a la anexión adoptó la célebre política de “la espera paciente”. Envió
agentes a Texas y ante México cumplió su papel de parecer neutral en el conflicto
hasta el final, auque a esto, por supuesto, nadie en México dio crédito, pues si algo
estaba claro en ese conflicto, era el papel de Estados Unidos como principal
instigador.
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Durante ocho años Texas sería un Estado independiente, reconocido como tal por
las grandes potencias, Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Finalmente, en marzo
de 1845 el Congreso de los Estados Unidos, por resolución conjunta de ambas
cámaras, votó por la anexión, precisamente cuando el presidente John Tyler estaba
por dejar la presidencia. La situación planteada por esta resolución al nuevo
presidente, James K. Polk.
Anexión igual a despojo
La toma de Texas constituyó un abierto despojo y una provocación contra México.
Veamos la evaluación que sobre el suceso hizo Teodoro Roosevelt:
Cabe admitirse francamente que la conducta de lo fronterizos norteamericanos, a lo largo de todo el conflicto, no puede justificarse en el terreno de la moralidad internacional o de la ley […] La conquista de Texas podría clasificarse, propiamente hablando, junto con las conquistas similares de los piratas nórdicos. Las virtudes y las faltas de los texanos eran idénticas a las de aquellas bárbaras edades […] poseían […] las cualidades de una raza joven y fuerte, en la cual rebosaba el orgullo de su fuerza y de su confianza en sí misma. Mostraban constantemente, por otra parte, los vicios bárbaros de la insolencia, la jactancia, la ignorancia y la crueldad. El derecho de los demás les inspiraba el mayor desprecio; las posesiones de razas débiles las consideraban como una presa que les pertenecía, sencillamente. (Medina, 1968: 207-208)
La flamante República de Texas, el 19 diciembre de 1836, por decreto de su
congreso, fijó arbitrariamente las fronteras, haciéndolas llegar hacia el sur hasta el
río Bravo, justamente como era el viejo deseo del gobierno de Washington. Ya en
este siglo, un biógrafo de Jackson, William Summer, al referirse a la
correspondencia oficial de este período entre México y Estados Unidos, ha dicho
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que estos documentos no pueden ser leídos por ningún norteamericano sin
avergonzarse, pues en su opinión, sería difícil encontrar un ejemplo igualmente
grosero de intimidación de parte de una gran potencia hacia una pequeña. (Medina,
1968:276)
Tocó el turno a los franceses México, mientras tanto, se desangraba envuelto en luchas intestinas. La cuestión
texana había causado una profunda indignación en el pueblo, que acremente
censuraba la manera irresponsable y antipatriótica como el gobierno se había
conducido. Por lo tanto, para la clase gobernante era necesario que la opinión
pública distrajera su atención de este problema. La intransigencia de los franceses
brindó esa oportunidad al gobierno del general Anastasio Bustamante. Ocurre que
por aquellos días, el embajador francés hizo una reclamación por daños causados a
ciudadanos franceses; entre dichos daños, estaba el referente a un francés, dueño
de una pastelería en Tacubaya, quien afirmaba que en un motín los soldados se
habían comido 60,000 pesos de pasteles. La negativa mexicana a indemnizar a los
súbditos de Francia fue motivo suficiente par que se enviara la escuadra francesa al
mando del almirante Bazoche a bombardearnos Veracruz.
De marzo de 1838 a marzo de 1839, los franceses mantienen la ocupación militar
del puerto, obligando finalmente al gobierno mexicano a pagar las exigencias
indebidas de los franceses.
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En ese ínterin, el caso Texas había, en efecto, pasado a segundo término, pero no
sería por mucho tiempo. Texas era, no el final de una aventura expansionista, sino
solamente el principio.
El 4 de marzo de 1845 se instala James Polk en la Casa Blanca, éste se encuentra
con que la mitad de su programa electoral respecto a la expansión exterior con la
reciente “adquisición” de Texas, se había cumplido. Esto no desanimó al nuevo
presidente, que traía ya, por cierto, bien madurado un proyecto más ambicioso: el
estado continental que soñó Jefferson. Su mirada estaba puesta en el océano
Pacífico. La situación caótica que imperaba en México le aconsejaba que el
momento era inmejorable para la acción.
Sirva el dato siguiente para mostrar el panorama político de aquellos años: tan sólo
de 1835 a 1848, desfilaron ante el Congreso mexicano en calidad de jefes del
Ejecutivo, ocho generales y un civil.
Es oportuno abrir un paréntesis para recordar que el siglo XIX está caracterizado en
la historia contemporánea como el siglo de las conquistas por medio de la fuerza
bruta. Inglaterra formó su Imperio Colonial subyugando a la India, aplastando la
resistencia heroica del Transvaal, apoderándose por medio de excursiones de tipo
fenicio de más de la mitad de África y por medio de actos de piratería de casi toda
Oceanía. Francia, rezagada de Inglaterra formó por medio de la conquista su vasto
imperio colonial. Todas las demás naciones de Europa, una más, otra menos,
formaron por medio de la fuerza bruta sus colonias.
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En ese marco tan favorable a la violencia, los Estados Unidos, como hemos visto,
pronto descollaron. La “fatalidad geográfica”, como se ha dado en llamar a nuestra
vecindad, nos colocaría en primerísimo lugar de una larguísima lista de agresiones
que se ha realizado bajo las banderas de eso que se dio en llamar Destino
Manifiesto.
La doctrina del Destino Manifiesto se desprendía de manera natural de la tantas
veces traída y llevada, y vuelta a traer Doctrina Monroe, que por cierto, a decir de
don Isidro Fabela, desde el punto de vista del Derecho de Gentes, no era ni doctrina
ni era nada.* (Fabela, 1958: 155-157), sólo que, dada la necesidad de justificar la
futura agresión a México, fue elevada por Polk a la categoría de “doctrina”
continental.
La historiadora Josefina Zoraida Vázquez (Vázquez, 1977) ha escrito que para la
década de 1840, el expansionismo se había convertido en una verdadera fiebre que
empezaba a racionalizar su ambición. El clima de ambición de tierras estaba listo
para convertirse en un verdadero movimiento que sólo esperaba un nombre. John L.
Sullivan acuñó en 1845 la frase feliz, Destino Manifiesto, que expresaba ese
* El presidente Venustiano Carranza en su momento fijó de manera clara, lo que ha sido ya una tradicional posición de México ante la llamada Doctrina Monroe: “La Doctrina Monroe –declaró Carranza- Constituye un protectorado arbitrario, impuesto sobre los pueblos que no lo han solicitado ni tampoco lo necesitan. La Doctrina Monroe no es recíproca y por consiguiente es injusta, y si se cree necesario aplicarla a la repúblicas hispanoamericana, podría aplicarse igualmente al mundo entero. Se trata de una especie de tutela sobre la América española que no debiera existir bajo ninguna excusa… El Gobierno de mi país –puntualizó Carranza- no reconoce ni puede reconocer tal Doctrina, puesto que ella establece, sin la voluntad de todos los pueblos de América, un criterio y una situación que no se le ha consultado y por lo mismo esa Doctrina ataca la soberanía y la independencia de México, y constituiría, sobre todas las naciones de América una tutela forzosa” (cit. por Isidro Fabela, 1958: 157).
32
conglomerado vago de ideas y sentimientos, justificatorio de las ambiciones
norteamericanas y que él mismo articuló en doctrina.
Y profetas no le faltaron a esta “doctrina”, ni propagandistas profundos que la
agitaron hasta envenenar al pueblo norteamericano. Walt Whitman fue uno de los
nuevos “Pedros Ermitaños”, que con su pluma emborronó cuartillas y cuartillas de
odio y de justificación para todo lo que el angloamericano hiciera contra los
mexicanos, a quienes los Sullivan y los Whitman consideraban seres de una raza
despreciable. Estamos justificados ante el mundo atizando el fuego de la guerra, -
escribió Whitman en junio de 1846-, pues hemos tratado a México con mayor
lenidad que la que hasta ahora nos había merecido un enemigo; pues México,
aunque despreciable en muchos aspectos, es un enemigo que merece una vigorosa
lección. (Vázquez, 1977: 109.)
“Será nuestro, porque lo necesitamos” Aprovechándose de la desorganización prevaleciente en nuestro país, del caos
económico, social y político, de la pulverización del pueblo en múltiples cacicazgos,
de la falta de patriotismos en los más notables generales y políticos centralistas, el
presidente Polk ordenó la agresión y la invasión del territorio mexicano. La señal
que puso a funcionar su plan la constituyó la anexión de Texas.
Además, Polk había puesto en marcha una doble táctica, ya antes probada contra
México con mucho éxito, sobre todo por Jackson. Por una parte, presionaba al
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gobierno mexicano con toda una serie de falsos y abultados reclamos de
indemnización de ciudadanos norteamericanos, mientras que por la otra, promovía
la agitación entre los colonos norteamericanos que, repitiendo el esquema de
Texas, habían ido poblando California y Nuevo México y que según el plan deberían
declararse independientes y pedir su anexión a los Estados Unidos.
Polk había previsto que la anexión de Texas irritaría a los mexicanos y brindaría la
oportunidad para la guerra de conquista, en caso de que México no se sometiera a
una venta forzosa de sus grandes provincias.
El General Taylor, jefe superior de las tropas federales del Suroeste, recibió órdenes
de acumular sus soldados en la Luisiana, próximos a la frontera de Texas
dispuestos a entrar en acción a la primera orden.
Existe un testimonio de un valor histórico extraordinario. Bajo las órdenes de Taylor,
en el cuarto Batallón iba el oficial Ulises S. Grant, general en jefe de las Tropas de
la Unión contra el Sur, años más tarde vencedor de Lee y Presidente de los Estados
Unidos. En sus “Memorias”, refiriéndose a los movimientos de tropas ordenados por
Taylor, Grant escribió:
No había indicación oficial respecto de que marcha […] a la frontera occidental de Luisiana fuera ocasionada en modo alguno por la proyectada anexión de Texas; pero se tenía entendido, generalmente que tal era la verdadera causa. Ostensiblemente estábamos destinados a evitar que entraran partidas de filibusteros a Texas, pero en realidad nuestro objetivo era amenazar a México en caso de que pareciera prepararse para la guerra. Generalmente los oficiales de ejército se mostraban indiferentes respecto de que la anexión se consumara o no; pero no todos pensaban de esta manera.
Por lo que a mí se refiere- concluyó Grant-, me oponía resueltamente a esta medida, y aún hoy considero la guerra que de ella resultó como una de las
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más injustas que haya empeñado jamás una nación fuerte contra una débil. Era el caso de una república siguiendo el mal ejemplo de las monarquías europeas, al no tener en cuenta la consideración de la justicia con sus deseos de adquirir mayor territorio. (Medina, 1968: 287).
Estas palabras de Grant, así como los testimonios y denuncias de norteamericanos
como William Jay, que se opuso en su momento de manera resuelta a la guerra de
expansión impuesta a México, deja sin sustento a la muy difundida patraña de que a
México corresponde la responsabilidad de haber iniciado la guerra. El mensaje del
presidente Polk al Congreso Americano (11 de mayo de 1846), pidiéndole que se
declare el Estado de Guerra contra México, ha quedado en la historia como un
monumento ignominioso comparable sólo con los que el nazifacismo produciría
mucho después para justificar su despiadada agresión contra pueblos pacíficos.
Grant en sus ya referidas “Memorias” desenmascaró a Polk al decir:
Fuimos enviados a provocar un combate; pero era esencial que México
lo comenzara. Era dudoso que el Congreso declarara la guerra; pero si
México atacaba nuestras tropas, el ejecutivo podía anunciar que México
le había agredido. (Cit. por García: 222).
Taylor proporcionó el dato final:
Provocamos en la frontera, reconocería y Polk pudo en el Congreso decir, entre muchas otras cosas que […] después de reiteradas amenazas, México ha traspasado la línea divisoria de los Estados Unidos, ha invadido nuestro territorio y ha derramado sangre americana en suelo americano. Ha proclamado que las actividades han comenzado y que las dos naciones se encuentran en guerra. Como la guerra existe, y como a pesar de todos nuestros esfuerzos para evitarla, existe por un acto de México mismo, nos vemos apremiados por todas las consideraciones del deber y del patriotismo, a vindicar con decisión el honor, los derechos y los intereses de nuestro país […] (Vázquez, 1977:62).
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Es ampliamente conocida la posición de Abraham Lincoln acusando a Polk de haber
engañado al Congreso. El Historiador norteamericano H. H. Bancroft con honestidad
y elocuencia escribió:
La guerra de los Estados Unidos contra México fue un negocio premeditado y determinado de antemano. Fue el resultado de un plan deliberado de asalto que el más fuerte organizó contra el débil. Los altos puestos políticos eran ocupados en Washington por hombres sin principios. En esta categoría estaban los senadores y diputados. No hablemos del presidente ni de los miembros de su gabinete. Había, además, la gran horda de los demagogos y politicastros que se complacían en satisfacer los instintos de sus partidarios. Estos últimos eran los propietarios de esclavos, los contrabandistas y los asesinos de los indios, que con sus impías bocas manchadas de tabaco, juraban por los sagrados principios del 4 de julio que habían de extender el predomino angloamericano del Atlántico al Pacífico. Y esta gente, desposeía de las nociones de lo justo y de lo injusto, estaba dispuesta cínicamente a disponer de todo cuanto pudiese saquear, invocando para ello el principio único de la fuerza […] El historiador norteamericano concluía su denuncia expresando: México, pobre, débil y luchando para alcanzar un puesto entre las naciones, va a ser humillado, desmembrado, invadido y devastado por la brutalidad de su vecino del norte. ¡Y este es un pueblo cuyo mayor orgullo se cifra en su libertad cristiana y en sus antecedentes puritanos! Veremos como empezaron entonces los Estados Unidos a emplear toda su energía en descubrir pretextos plausibles para robar a un vecino más débil una vasta extensión territorial. ¿Y para qué? Para establecer allí la esclavitud. (Medina, 1968: 305-306).
Guerra o paz, dos posiciones México respondió a la guerra con el derecho y también con la guerra. Sin embargo,
las fuerzas reaccionarias, representadas por el clero y los llamados centralistas
ataron de manos a la nación; les preocupó más la participación masiva del pueblo
en la guerra, que combatir al invasor. No fueron pocas las páginas dignas y heroicas
que los mexicanos escribieron en defensa de la patria. La guerra adquirió un
profundo carácter popular y de liberación nacional.
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Consumada la victoria militar del invasor en la ciudad de México, los conservadores
y el clero se apresuraron a firmar la paz y acceder a las pretensiones anexionistas
yanquis. Las voces dignas de Don Melchor Ocampo, de Mariano Otero y muchos
otros patriotas de no aceptar la paz e iniciar una guerra de guerrillas contra el
invasor, no fueron escuchados. La paz – dijo indignado Ocampo-, la paz no sería
para México sino al tiempo mismo que el sello de una endeble ignominia, la
condición más ventajosa para un conquistador. (Cit. por García, 1981: 76).
Ocampo acusó con vehemencia la trampa que significaba firmar la paz con Polk,
desenmascaró la rapacidad de éste, que se expresaba en las conversaciones a
través del enviado especial, el diplomático Trist. En el Congreso de Michoacán
propuso que en lugar de acceder a la pretensiones del invasor se organiza en su
contra la guerra de guerrillas ya que era imposible para el México de entonces
resistir al ejército norteamericano oponiéndole otro.
Abandonemos – afirmaba Ocampo- nuestras grandes ciudades,
salvando en los montes lo que de ellas pudiera sacarse, porque
perjudicial, a más de estéril, sería su defensa, si alguna se pretendiese,
pues que sólo produciría la destrucción material de sus edificios […] y
ya que no nos es dado imitar el bárbaro y selvático pero heroico y
sublime valor con que los rusos incendiaron su capital sagrada; ya que
la de una república de 1847 ha de mostrar menor apego a la
independencia que la de un pueblo de esclavos de 1812; imitemos por
37
lo menos la táctica de nuestros padres en su gloriosa lucha por la
independencia. (Cit. por García, 1981: 77).
Sin embargo la corriente entreguista y antipatriótica buscaba a toda costa el
entendimiento con el invasor. No hubo la fuerza para la respuesta, esa misma que
pocos años después sepultaría en el Cerro de la Campañas los planes de
dominación de Napoleón el Pequeño.
La bolsa o la vida: Guadalupe - Hidalgo La invasión a México concluyó con la firma el 2 de febrero de 1848 del tratado de
Guadalupe Hidalgo. Por medio del tratado, los Estados Unidos recibieron la
confirmación de su título de Texas y se hizo de los enormes territorios de Nuevo
México, Arizona y de la Alta California. Los Estados Unidos convinieron en pagar a
México 15 millones de dólares y hacerse cargo de las reclamaciones de sus
nacionales al gobierno mexicano. El límite entre las dos naciones, quedó
establecido, más o menos en los términos en que el viejo sueño de expansión le
había concebido. Se pretendía incluir también, concesiones especiales a los
Estados Unidos en el Istmo de Tehuantepec. La resistencia mexicana a ceder en
este punto y dada la prisa de Polk por asegurar lo “conquistado” y no exponer más a
una eventual ruptura por la parte mexicana, que significara la reanudación de la
guerra justa de liberación del pueblo mexicano, precipitó la firma. Tehuantepec
podía esperar.
Las presiones contra Polk fueron muchas, pero veamos de que índole, en el senado
de los Estados Unidos se dio una fuerte oposición al Tratado de Guadalupe-Hidalgo.
38
Una mayoría de representantes en el senado plantearon enardecidos que los
norteamericanos debían aprovechar la oportunidad para apoderarse de “todo
México”. El Destino Manifiesto era en verdad muy elástico, y muchos no
comprendían por qué no se avanzaba de una buena vez incluyéndose a todo
centroamérica, y los que se oponían lo hacían por prejuicios reciales: los mexicanos
eran considerados “raza menor” (¡cosas del pasado!).
Vale la pena traer las reflexiones de Polk al respecto; el carácter de guerra de rapiña
se manifiesta en sus propias palabras y, por otra parte, muestra cuánta razón tenía
Ocampo. En su diario, Polk refiere los argumentos que presentó a los miembros de
su gabinete:
Yo consideraba – escribió Polk – las consecuencias de rechazar el convenio. La mayoría de una rama del Congreso es opuesta a mi administración. Me han acusado falsamente de que la guerra fue declarada y llevada adelante con el propósito de conquistar a México. Si ya rechazo ahora un tratado hecho con arreglo a las condiciones que yo mismo fijé en abril último, con la aprobación unánime del gabinete, lo probable es que el congreso no me conceda ni hombres ni dinero para proseguir la guerra. Si así ocurriese, el ejército que ahora se halla en México se iría al final verme obligado a retirarlo, perdiéndose las dos provincias de California y Nuevo México, que se le ceden a los Estados Unidos por este tratado. Si los oposicionistas triunfaran después, en la elección presidencial próxima, el país perdería, con toda probabilidad, las ventajas que este tratado le asegura. (Guerra, 1975: 225).
Entre las fuerzas patrióticas y progresistas de los Estados Unidos, México ha tenido
siempre verdaderos amigos. Desde el punto de vista de la historia la piedra de toque
ha sido siempre la actitud ante el tema que hemos tratado. Se necesita dignidad y
coraje para expresar como lo hiciera ese ilustre norteamericano, gran amigo de
México, William Z. Foster
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“[…] el colosal robo infringido a México en esa guerra, constituye una de las páginas más vergonzosas de la historia de los Estados Unidos”. (Foster, 1951).
Lucha desigual es injusta El investigador Manuel Medina Castro es uno de los especialistas que con mayor
abundancia de pruebas, lucidez de juicio y análisis ha desenmascarado el mito que
construyó y aún difunde la historiografía norteamericana sobre la gloria de las armas
de los ejércitos de Taylor y Scout, pues en efecto, ¿qué de glorioso puede tener
confrontación tan desproporcionada? 17 millones de europeos y descendientes de
europeos y 3 millones de esclavos, contra 4 millones de indios y 3 millones de
mestizos y blancos. Desigual además desde el punto de vista del desarrollo histórico
de ambas sociedades.
Chocaron dos sociedades, la agresiva pujanza del capitalismo angloamericano y por
la otra el medievo hispanoamericano en la agonía. Un estado mendigo y una iglesia
millonaria conspirando contra la República, se enfrentaban nada menos que al
abanderado de la Revolución Industrial.
La infantería norteamericana usaba fusil de percusión, con bayoneta. La infantería
mexicana, viejos fusiles ingleses de chispa. La caballería norteamericana llevaba
mosquetón, pistola y sable. La mexicana, mosquetón de chispa, sable y lanza.
La artillería norteamericana disparaba abuses de 15 y 16 centímetros; las baterías
disponían de carros de municiones que las abastecían durante el combate. La
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mexicana carecía de obuses, era arrastrada por mulas, se abastecía a lomo de
mula. El núcleo del ejército norteamericano – 100 mil, incluyendo 8 mil de flota – era
el ejército profesional. México no tenía ejército profesional.
En el ejército norteamericano, el soldado siempre estuvo bien pagado. En el
mexicano hubo tropas que jamás recibieron paga alguna.
Sin embargo, y pese a todas las diferencias anotadas, otro de los mitos difundidos
por la historiografía norteamericana se refiere a la aparente facilidad con que
obtuvieron las victorias militares.
50 mil mexicanos murieron en esa guerra, los daños materiales fueron muy
considerables. La derrota significó para el país la pérdida de más de la mitad de su
territorio: 2,263,866 Km2; México perdió más de 100 mil habitantes que vivían en los
territorios que la fuerza obligó a México ceder. Además, como ha denunciado el
economista José Luis Ceceña, Estados Unidos ocupó de manera ilegal, nueve islas
del Archipiélago del Norte que no fueron incluidas en el tratado de Guadalupe-
Hidalgo. Dichas islas todavía están ilegalmente bajo el control de los Estados
Unidos y son las siguientes: Santa Rosa, Santa Cruz, San Nicolás, Santa Bárbara,
Farallones, Anacapa, Santa Catalina, San Miguel y San Clemente. (Ceceña, 1976:
23)
Humeaban aún los campos de batalla cuando la diplomacia yanqui volvía a la carga
para adquirir nuevos territorios. Por fortuna para ellos, siempre hubo en el México de
aquellos años, alguien a quien encontrarle el precio: Santa Anna.
41
Los Estados Unidos le hicieron fuerte empeño a la compra de la Baja California y la
parte septentrional de los estados de Coahuila, Chihuahua y Sonora, pero “sólo”
lograron adquirir mediante la compra de Gadsen (1853) la Mesilla, localizada en la
parte sur de Nuevo México y Arizona. Santa Anna recibió por esa nueva traición, 10
millones. La extensión de la Mesilla era de 117,900 Km2.
El atraco a México constituyó el acta de nacimiento del imperialismo
norteamericano. Terminaba un episodio, la historia reservaría aún mucho más.
A consecuencia de la guerra, el desmembramiento del territorio nacional, un sector
de la población mexicana quedó separada políticamente del resto de la nación. Esta
separación, por la proximidad geográfica y el proceso de migración que se inicia
poco después del fin de la guerra, no lograría cortar los lagos étnico-nacionales
entre las comunidades mexicanas de ambos lados de la frontera (Cfr. Gómez Arnan,
et al., s.f.:2)
El desarrollo del capitalismo en los territorios anexados trajo consigo el despojo de
los medios de producción de los mexicanos a favor de la clase dominante
norteamericana, y el establecimiento de un sistema de racismo y discriminación,
creándose así las condiciones para la formación de una minoría étnico-nacional. La
población de ascendencia mexicana constituye, desde sus orígenes, un sector
superexplotado debido a su posición de clase y a su pertenencia a un grupo
nacional conquistado. La situación de doble opresión se continúa, históricamente,
con la masiva aportación e no de obra barata proveniente de México. Gómez Arnau
42
et al., señalan que la presencia de los trabajadores migrantes mexicanos fue en
factor esencial en el desarrollo capitalista del suroeste de los Estados Unidos: la
agricultura, la minería, la ganadería y las comunicaciones ferroviarias de esta
región, fueron posibles gracias al esfuerzo y a los conocimientos técnicos
mexicanos.
43
Bibliografía Ceceña, José Luis. (1976). México en la órbita imperial. México: Ed. El caballito. Conde de Aranda, Dictamen reservado El Rey Carlos III sobre la independencia de las colonias de América. 1783. Cit. por Manuel Medina Castro. (1968). Estados Unidos y América Latina. Siglo XIX. La Habana, Cuba: Casas de las Américas. Conell-Smith, Gordon. (1977). Los Estados Unidos y la América Latina. México: Fondo de Cultura Económica. Gómez Arnan, Remedios, José Antonio Gómez Mandujano y Gilberto López y Rivas (s.f.). Los Chicanos. Bibliografía comentada (manuscrito). Fabela, Isidro. (1958). Buena y mala Vecindad. México: Edit. América Nueva. Guerra Ramiro. (1975). La Expansión territorial de los Estados Unidos. La Habana, Cuba: Edit. de Ciencias Sociales. García Cantú, Gastón. (1981) Las invasiones norteamericanas en México. 3ª. Edición, México: Serie Popular ERA. Matute, Alvaro. (1973). Antología. México en el siglo XIX. Fuentes e interpretaciones históricas. México: Lecturas Universitarias, UNAM. Medina Castro, Manuel. (1968). Estados Unidos y América Latina, siglo XIX. La Habana, Cuba: Edit. Casa de las Américas. O’Gorman, Edmundo. (1979). Historia de las divisiones territoriales de México. México: Edit. Porrúa. Vásquez, Josefina Zoraida. (1977). Mexicanos y norteamericanos ante la guerra del 47. México: Ediciones Atenco. William, Foster Z. (1951). Outline political history of the americas. New York: S.E.
44
Manuel Gamio, pensamiento y acción en torno a la cuestión migratoria
Dr. Roberto Melville
Migración y repatriación
Todo el siglo XX puede caracterizarse por un intenso movimiento migratorio entre
México y los Estados Unidos. Los mexicanos han buscado trabajo con regularidad
en los Estados Unidos desde 1890. Inicialmente era un fenómeno temporal y
característico de las zonas fronterizas, pero con la construcción de los ferrocarriles
–como rutas de la migración y sitios de empleo- la migración creció
significativamente, incorporándose la región central al flujo migratorio,
principalmente desde los estados de San Luis Potosí, Guanajuato, Michoacán y
Jalisco. Con el estallido de la revolución en 1910, la migración mexicana hacia los
Estados Unidos se convirtió en un fenómeno masivo en búsqueda de trabajo y de
amparo frente a situaciones adversas y violentas. Con la crisis económica de
1929, las condiciones y oportunidades de trabajo se desvanecieron y los
migrantes retornaron en masa. Y se calcula que más de millón de mexicanos y
también sus hijos nacidos en Estados Unidos regresaron a México, algunos
voluntariamente y otros deportados por la fuerza. Ciertos apoyos e impulsos
provenían de la asistencia institucional, tanto de beneficencias privadas, como de
instancias gubernamentales, de ambos gobiernos. Todas estas modalidades de
retorno de migrantes son tratados por los estudiosos como parte del fenómeno de
la repatriación.
45
Los trabajos de Manuel Gamio acerca de la emigración mexicana y la
readaptación de los repatriados se ubican en este periodo inmediatamente anterior
a la crisis. Luego, una vez que se desató la II Guerra Mundial y los Estados Unidos
enlistaron a sus jóvenes en el ejército para mandarlos a los frentes de batalla,
tienen que reclutar trabajadores de fuera nuevamente. Y el movimiento migratorio
se revirtió nuevamente al abrirse de nuevo oportunidades de trabajo en el campo y
también en las ciudades en las muy diversas ramas del trabajo humano. Esta
corriente migratoria ha estado sujeta a diversas reglamentaciones y programas
desde entonces a la fecha, tales como el programa Bracero de 1942 a 1964, y
otras modalidades de migración indocumentada. A partir de 1940 millones de
mexicanos, hombres y mujeres, han incorporado a sus condiciones de existencia
la emigración al norte en búsqueda de trabajo o de satisfacción de aspiraciones
socioculturales, y se ha adaptado a variadas condiciones socioculturales adversas
y económicamente ventajosas a la vez. Envían remesas de dólares a sus hogares
en México y eventualmente retornan a su país con ahorros o sin ellos. Los jóvenes
capturados repetidas veces y deportados por la Patrulla Migratoria. Los adultos
con un largo historial de trabajo en Estados Unidos se quedan allá con sus
pensiones o se regresan a México para disfrutar su vejez en sus lugares de
origen.
Los trabajos de Manuel Gamio sobre la emigración y la repatriación de mexicanos
se hicieron en un momento decisivo de la historia de México. La consolidación del
poder presidencial y la unificación de las fuerzas políticas en un partido oficial
estuvieron acompañadas por grandes reformas estructurales. La reforma agraria,
la expropiación del petróleo, la modernización de la economía mexicana, la
negociación y resolución de los conflictos con Estados Unidos, y el conflicto
46
religioso sacudieron y configuraron a la nación mexicana en esta década de los
años treintas. Este fue el medio social y político en el que Manuel Gamio se
desempeñó como antropólogo y como estudioso de los grandes problemas
nacionales. Este contexto fue el motivo de muchas frustraciones e incertidumbres,
así como de renovadas esperanzas para el trabajo profesional. (Gamio [1935]
1987: 19)
Migración y repatriación durante el gobierno de Cárdenas El tema de la repatriación quedó plasmado en el Plan sexenal, en la sección de la
política migratoria. El Partido Nacional Revolucionario estaba dominado entonces
por la figura de su fundador, el ex presidente Elías Calles. Y se supone que este
plan contenía una serie de directrices elaboradas por el partido con el fin de
orientar y controlar la actuación del nuevo gobernante. Sabemos que Manuel
Gamio participó en la redacción del plan, particularmente en todo lo concerniente a
población rural. No sabemos si tuvo participación en el siguiente texto, pero como
observaremos con cuidado hay una gran semejanza con sus ideas acerca de la
repatriación
En lo que toca a la repatriación (PNR 1934), el Plan sexenal dice
Para reincorporar a nuestros emigrados: a) Organización de un servicio especial de repatriación que en combinación con el
servicio consular estimule y facilite el retorno de los repatriados; y, por otra parte, se haga cargo de su distribución y acomodamiento dentro del territorio nacional, tomando en consideración las condiciones demográficas, étnicas y económicas de las distintas regiones;
b) Derivación de la corriente de repatriados hacia los campos de cultivo o centros donde puedan encontrar ocupación para resolver el problema de los desocupados;
c) Establecimiento de colonias agrícolas de repatriados en regiones apropiadas desde el punto de vista de su situación geográfica, condiciones climatéricas y de fertilidad; de preferencia en zonas poco pobladas pero suficientemente cercanas a
47
d) centros de población para provocar, por una parte, la reincorporación de los recién
llegados, y por otra la asimilación de sus conocimientos útiles por los habitantes comarcanos;
e) Para los fines de la medida anterior, el Gobierno formulará un plan técnico de acontecimiento de terrenos nacionales susceptibles de ser concedidos y procurará recuperar aquellas tierras nacionales enajenadas ilegalmente o en condiciones gravosas para el Estado;
f) Creación de un fondo especial destinado al fomento y desarrollo de las colonias agrícolas de repatriados entretanto éstas se hallen en condiciones de bastarse a sí mismas.
Independiente de estas directrices políticas, el tema de la repatriación estuvo
presente a lo largo de los años del gobierno de Lázaro Cárdenas por otras
razones. Como gobernador de Michoacán, su estado natal, Cárdenas conoció de
primera mano las perturbaciones nocivas que provocó la llegada de millares de
compatriotas que no encontraban trabajo en Estados unidos y fueron expulsados a
México. Asímismo, el gobierno de Cárdenas recibió desde el primer día de su
gobierno diversos amagos del gobierno norteamericano de forzar nuevos retornos
de mexicanos indigentes que eran atendidos por la beneficencia pública de aquel
país. El gobierno se preparó para atajar estos amagos de repatriación.
Al respecto, en los primeros años del gobierno de Cárdenas, se
emprendieron diversos estudios con el fin de conocer las condiciones
prevalecientes entre los mexicanos en Estados Unidos. Estos estudios tenían
como objetivo elaborar un plan de contingencia para atender el retorno de
indigentes expulsados. Pues las autoridades del condado de Los Angeles
parecían proclives a deshacerse de aquellos mexicanos indigentes sostenidos por
los servicios de beneficencia. El gobierno hizo lo posible por desarticular tales
intentos.
48
Desde los años veinte, con la creación de la Comisión Nacional de
Irrigación se consideró el reclutamiento de agricultores mexicanos residentes en
Estados Unidos para venir a colonizar las nuevas áreas abiertas al riego. Se
pretendía crear en el medio rural una clase media de agricultores. Tales planes
siguieron estando presentes en las principales obras proyectadas para el
aprovechamiento de las aguas en la frontera, tales como los casos de la presa El
Azúcar sobre el río San Juan, en Tamaulipas, la presa Don Martín sobre el río
Salado, en Chihuahua, y las obras de defensa sobre el Río Bravo.
Para dar cumplimiento a los preceptos del Plan sexenal, se aprobó la nueva Ley
Nacional de Población, que regularía la política de migración del gobierno
mexicano. Esta ley fue aprobada en diciembre de 1935, y su promulgación se
pospuso hasta agosto de 1936. Esta ley proponía diversos cambios organizativos
en las estructuras de gobierno. En el Departamento Demográfico, por ejemplo, se
crearon tres secciones, la de Estudios Demográficos, la de Registro Nacional de
Población y la de Repatriación. La creación de una instancia específica para
atender a los repatriados era una novedad que respondía a los lineamientos del
Plan Sexenal (Alanis 2000: 161-162).
Una vez aprobada la ley, el 21 de octubre de 1937 en un pronunciamiento oficial,
el gobierno mexicano declaró su interés en llevar a cabo una campaña de
repatriación. Fernando Alanís (2000: 179) señala tres grandes factores para
explicar que la política de repatriación se moviera hacia delante: En primer lugar
está la decisión del presidente de elaborar un plan con ciertas características;
luego la firma de un acuerdo con las autoridades angelinas donde el gobierno de
49
México se comprometió a llevar adelante un plan general de repatriación; y
finalmente, la inminencia de la caída del gobierno republicano en España, con el
cual Cárdenas había establecido un compromiso formal de acoger eventualmente
a los españoles que desearan refugiarse en México.
A mí me parece que podemos añadir un cuarto factor a ser considerado: el
reclutamiento de Manuel Gamio .para trabajar en la Secretaría de Gobernación a
partir de mediados de 1938. Más adelante, podremos identificar que además de la
atención a mexicanos indigentes que deseaban repatriarse, o que expresaban
deseos de volver a sus lugares de origen, con los cuales el gobierno mexicano se
comprometió a proporcionarles pasajes de ferrocarril para su retorno; en el año
1938 y 1939 se puso en marcha un proyecto piloto de repatriación de mexicanos
residentes en Texas, con las características precisamente que Manuel Gamio
había formulado en sus escritos desde 1930.
Esta marcha hacia delante del programa de repatriación tiene varios momentos.
Uno de ellos es la solicitud que Cárdenas formuló a los gobernadores pidiéndoles
su cooperación para hacer posible esta campaña en gran escala. Otro momento
significativo fue el discurso que Gildardo Magaña, enviado de Cárdenas, pronunció
con motivo de la celebración de los 25 años del periódico La Prensa de San
Antonio. Magaña invitó a los campesinos de la región de Texas a volver a la patria.
Esta invitación no estuvo dirigida a las personas indigentes y sin trabajo, sino a
personas que tenían algo que perder en la empresa de repatriarse. Magaña se
dirigió a personas con experiencia en la agricultura, propietarios de animales y
50
aperos, y con suficientes medios para sostenerse hasta la primera cosecha y de
esta manera aportaran sus potencialidades al desarrollo nacional (La Prensa, 21
febrero 1938).
Asimismo, otro paso significativo de esta campaña fue cuando los cónsules
mexicanos en el extranjero recibieron instrucciones para elaborar censos de
aquellos compatriotas interesados en volver a México.
Crítica a las iniciativas de repatriación Una contribución importante al planteamiento del problema de la adaptación y ajuste
cultural de los repatriados de regreso en sus comunidades es la de Bogardus (1933).
Este autor proporcionó las primeras cifras oficiales del movimiento de repatriación,
inmediatamente después de la crisis de 1929 y formuló la necesidad de mayor
investigación de campo.
Una primera contribución es la de Paul Taylor, quien al igual que Gamio trabajó
contratado por el SSRC en proyectos de migración mexicana. Este autor llevó a
cabo un estudio de caso en la comunidad de Arandas, Jalisco, seleccionada
precisamente por la frecuencia de la emigración a los Estados Unidos, y también
porque después de experiencias en aquel país, muchos habían regresado. Los
resultados de la investigación de Taylor parecen confirmar la observación de Gamio
de que los migrantes al volver recuperan las viejas costumbres locales. El capítulo III
del estudio en Arandas está dedicado al análisis de los cambios culturales
resultantes. (Taylor, [1933], 1991: 207-208).
A este planteamiento responde el estudio James Carl Gilbert. Esta es una muy
importante contribución a estos estudios sobre el retorno de los migrantes
51
mexicanos. Gilbert proporcionó en 1933 importantes datos de campo de tipo
comparativo, a partir de diferentes experiencias de repatriación; estudió la
comunidad de Pénjamo, en Guanajuato; dos comunidades de Michoacán, Purépero
(pueblo no agrarista) y Etúcaro (ejido agrarista); y dos casos de repatriación
supervisada por el gobierno mexicano, la de Pinotepa, en Oaxaca, y la de Don
Martín, en Coahuila.
Gilbert pudo observar que la mayoría de los repatriados había vuelto a los pueblos
pequeños y no a las ciudades. Éstas últimas como centros de comercio y riqueza,
donde las ideas y las mercancías se mueven más libremente, son a su vez
receptoras de cambios culturales de origen importado e irradian nuevos patrones
culturales hacia las zonas rurales. Por ello es difícil saber con certeza en los pueblos
pequeños donde Gilbert observó cambios culturales, si éstos se derivaban de la
presencia de los repatriados a ese lugar o más bien de la influencia cultural de las
ciudades cercanas. Sin embargo, hizo algunas interpretaciones interesantes. El
conflicto cultural no se presentaba siempre entre los repatriados. Era mucho más
probable en aquellos que habían sido expuestos al medio urbano norteamericano,
que aquellos que habían permanecido sólo en contextos de trabajo rural. Era más
probable hallar conflictos entre los que habían permanecido durante largo tiempo en
Estados Unidos que entre aquellos con estancias cortas. Un repatriado le dijo al
investigador que en Estados Unidos había adquirido habilidades para el manejo de
maquinaria e instrumentos agrícolas, pero que aquello no tenía sentido pues en su
pueblo no había tales herramientas. Gilbert encontró muchas ilustraciones de
repatriados que se habían ajustado a los viejos modos de vida y que no habían
tenido parte activa en un cambio cultural en sus comunidades.
52
James Gilbert hizo observaciones de primera mano en el distrito de riego Don
Martín, las cuales son de gran valor, por la repercusión que este caso tuvo en la
formación de nuevas colonias en Matamoros. Don Martín (hoy Venustiano Carranza)
fue la primera gran obra emprendida por la Comisión Nacional de Irrigación. La presa
fue concluida en 1932, con un costo de 35 millones de pesos y con una capacidad
para 1,300 millones de metros cúbicos. Cuando James Gilbert visitó Don Martín en
noviembre de 1933 había unos 1493 colonos, y por lo menos el 40% de ellos eran
repatriados, que estaban cultivando 30,000 hectáreas; y se anticipaba que para 1935
se cultivarían 60,000. Las impresiones de Gilbert de esta experiencia de repatriación
supervisada fueron muy positivas: la proximidad con el Estado de Texas y la
homogeneidad climática favorecía la adaptación de los colonos, y que ellos pudieran
visitar con relativa facilidad a sus familias que se habían quedado en Estados
Unidos. El gobierno a través de la Comisión Nacional de Irrigación les había ofrecido
facilidades para adquirir la tierra e iniciar las siembras. Los repatriados estaban
haciendo sus siembras como lo hacían anteriormente en Texas. El sitio estaba bien
comunicado, y los repatriados tenían fácil acceso a los mercados norteamericano
para la compra de insumos y venta de sus cosechas. Gilbert subraya en clara
referencia a las preocupaciones de Gamio: "Don Martín es una región pionera, sin
conflictos culturales y poca regresión a los viejos patrones culturales" (Gilbert, 1934:
122). No podía este autor, sin embargo, anticipar acontecimientos posteriores a su
visita de estudio. Una catástrofe sobrevino a esta región pocos años más tarde. La
falta de registros hidrométricos previos, indujeron a error a los ingenieros americanos
53
y mexicanos que construyeron la presa. Después de la visita de Gilbert, en 1934 y
nuevamente en 1937 dejó de llover y el agua acumulada resultó insuficiente para
atender las necesidades de riego de los colonos. Grandes y pequeños agricultores
se disputaban la distribución del agua y al no poder llegar a acuerdo apelaron a las
autoridades centrales. En 1938 la presa se secó y eran tan graves las carencias que
tuvo que trasladarse a los colonos a la región de Matamoros.
Ideas de Manuel Gamio para la repatriación En octubre de 1938, Gamio se hizo cargo del Departamento Demográfico de la
Secretaría de Gobernación. Este nombramiento implicaba un cierto compromiso
de García Téllez con las ideas de un proyecto piloto de repatriación que Manuel
Gamio había esbozado en el libro Mexican Immigration to the United States (1930)
(Cfr Apéndice VII).
Esta idea es muy singular y original. En el tratamiento que hacía el gobierno
mexicano, se tendía a resaltar las penalidades por las que atravesaba el mexicano
que migraba al Norte, se hacía notar que las justas aspiraciones de un
mejoramiento social y económico de los mexicanos que optaban por migrar no
siempre se alcanzaban, pero que a pesar de que se habían marcado fuera, las
puertas de México permanecían abiertas en caso de que desearan volver. En esta
misma introducción podrán encontrarse algunas referencias a declaraciones del
presidente Cárdenas y del canciller Ramón Beteta que reflejan este punto de vista,
cuando están anunciando algo muy aproximado al proyecto piloto que Gamio tenía
54
en mente. El planteamiento original de Manuel Gamio es proporcionar un balance
general positivo del fenómeno de la migración, y señalar en particular aquellos
cambios en el carácter y personalidad de los migrantes, fruto del choque y
adaptación a la forma de vida norteamericana, y de las virtudes adquiridas por los
mexicanos emigrantes que podrían ponerse al servicio de las metas de la
Revolución Mexicana, si estos volvieran a su patria, pero en condiciones
adecuadas, fruto de una cuidadosa planificación.
La forma más expresiva de este concepto es cuando Gamio compara a la
migración a Estados Unidos a una gran universidad en la que se han inscrito
millares de mexicanos casi analfabetos a quienes difícilmente el gobierno les
habría proporcionado educación a través de los programas. Estas son sus
palabras:
El gobierno revolucionario está íntimamente convencido de que el progreso del país depende de un modo fundamental de la educación de sus retrasadas masas sociales y para conseguir tal objeto ha desarrollado grandes esfuerzos. Desgraciadamente, los resultados obtenidos en esta materia todavía no pueden satisfacer las aspiraciones nacionales, lo cual debe en primer término, a imposibilidad económica, pues una cosa es el laudable buen deseo y otra la posibilidad material de financiar la educación de diez o más millones de almas. Los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos sufrieron amargas humillaciones y penalidades, pero en cambio ese país desempeñó el papel de una gigantesca universidad en la que un millón de compatriotas de las clases incultas, aprendieron a templar el carácter, a elevar integralmente su carácter cultural, a subvenir a sus necesidades materiales, a ahorrar una cantidad mínima de diez millones de pesos anuales (Nota: tal es el promedio anual que por medio de giros postales enviaron los mexicanos a su país por largo tiempo) y a revelarse como un poderoso auxiliar de la educación del pueblo (Gamio [1935] 1987: 72)
55
Las ideas de Gamio fueron ampliamente conocidas por personas cultas, y por los
funcionarios del gobierno ubicados en diferentes ramas de la burocracia. Y aún
más traducidas a políticas públicas como tendremos la oportunidad de observar.
Por ejemplo, los ingenieros Miguel Yépez Solórzano y Alejandro Brambila,
encargados de elaborar el estudio socioeconómico y agrícola para el sistema de
riego en el Río Salado, en el estado de Coahuila, dedican una amplia sección de
su estudio (1930: 177-191) al fenómeno de la migración y sus implicaciones para
los proyectos de colonización de los sistemas de riego en el norte de México,
donde citan ampliamente el trabajo de Gamio para concluir finalmente:
Lo que el gobierno se propone hacer es todavía más amplio, no sólo contener la emigración, también procurar la repatriación de los mexicanos que se encuentran en Estados Unidos y que por el momento carezcan de trabajo, pues la experiencia que ellos han adquirido, puede favorecer el desarrollo de nuestra agricultura y el mejoramiento de la industria [énfasis en el original] (Yépez y Brambila 1930:190-191).
Pero dada la manera como regresaban los inmigrantes a México, individualmente
o en pequeños grupos, éstos eran nuevamente absorbidos en las viejas
condiciones de vida de los pueblos pequeños y de la cultura rural atrasada.
Vuelven a emigrar y vuelven a retornar, y cada vez ocurre lo mismo. “Para obtener
un fruto duradero de lo que estos hombres han aprendido sería necesario
organizar grandes centros, situados a buena distancia de los sitios tradicionales”
(Gamio 1930: 50).
56
Para Gamio, México está conformado básicamente por tres grupos sociales y
culturales diferenciados, una minoría blanca o de origen europeo, un amplio sector
de población indígena y un tercer grupo constituido por elementos mestizos. Una
de las cuestiones que importan al antropólogo es identificar las causales del atraso
cultural y las penurias económicas que aquejan a los sectores mayoritarios.
Gamio ha acogido con entusiasmo y optimismo la corriente revolucionaria, pues
tiene la expectativa de que a partir de ella se forjará una gran nación. Pero los
gobernantes tienen una gran responsabilidad en el proceso desencadenado para
satisfacer las aspiraciones de las masas. Estos deberán conducirse con
honestidad e inteligencia poniendo en práctica los medios más idóneos para el
cumplimiento de las obligaciones gubernamentales (Gamio 1918: 8).
Gamio tenía marcadas preferencias por ciertos rasgos culturales y desdeñaba
otros como ejemplos de degradación cultural. De tal suerte que al describir a la
sociedad mexicana con una composición heterogénea de grupos, todos éstos
estaban constituidos por una mezcla de rasgos positivos y negativos, pero en cada
uno de ellos prevalecían ciertos rasgos con signos progresistas o degenerativos
que los caracterizaban. Bajo estas premisas, el grupo de raza blanca y cultura
europea era tenido en relativa estima por los rasgos positivos que le
caracterizaban. El grupo indígena mayoritario era representativo del atraso
económico y cultural, al que tanto antropólogos como gobernantes estaban
comprometidos a ver superado. El grupo mixto, fruto del mestizaje entre los dos
57
grupos anteriores, no era la mejor mezcla posible, pero por su presencia numérica
creciente en la nación mexicana, y su participación en el proceso revolucionario,
representaba las mayores esperanzas de la nación. Estas ideas estaban muy
influenciadas por diversas corrientes científicas de la época, por un lado la
corriente eugenética –a la que con vigor se había opuesto Franz Boas- y por otro
diversas teorías evolucionistas –que tuvieron una enorme influencia en el
surgimiento de la ciencia antropológica en el siglo XIX, y en el pensamiento
positivista mexicano-.
Para Manuel Gamio, la migración fue un factor influyente en el proceso
revolucionario. Esta interpretación está basada en una teoría de aculturación. Esto
quiere decir que el contacto entre grupos culturales tiene una enorme influencia
como causal del cambio. La proximidad fronteriza y luego la construcción de vías
férreas habían tenido una influencia positiva en las clases que demandaban
mejores condiciones de vida, y trajeron del norte hacia el sur la fiebre de cambio
revolucionario. Pero así como el contacto cultural tiene influencias benéficas,
también puede producir cambios regresivos. Este era el tipo de cambios
observables en los migrantes que retornaban a sus lugares de origen
individualmente. No obstante las habilidades y nuevas costumbres adquiridas en
Estados Unidos, al volver a sus hogares en los puntos de origen, se dejaban influir
por el medio cultural local y volvían a hacer suyas las costumbres que una vez
habían abandonado en su experiencia migratoria. No obstante que esto podía
observarse repetidamente en México, Manuel Gamio fue capaz de imaginar como
a su regreso, si los migrantes repatriados fueran considerados como elementos
58
positivamente valiosos, podrían aprovecharse tales elementos inteligentemente
para sumar esta influencia de las masas aculturadas en Estados Unidos a la labor
de transformación de los gobiernos revolucionarios.
El otro aspecto que hay que considerar cuidadosamente es la complejidad
involucrada en los procesos de repatriación. Esta es la aportación de Gamio a la
acción gubernamental. Es necesaria una acción concertada entre diversas
secretarías y órdenes de gobierno (federal, estatal y local). Hay que mantener una
comunicación estrecha con los individuos que desean repatriarse, antes, durante y
después de la repatriación. Además del trabajo de Manuel Gamio, contamos con
la tesis de James Carl Gilbert concluida en 1934, que estudió con trabajo de
campo y visitas a las colonias de repatriados, los ajustes o adaptaciones que
experimentaron los movimientos repatriados desde sus lugares de expulsión hasta
los lugares de recepción.
En un manuscrito de 1931, Gamio elaboró nuevamente sus ideas acerca de la
repatriación:
Estos individuos [los braceros mexicanos] que etnológicamente comúnmente son indios o mestizos, alcanzaron en el país vecino una etapa cultural mucho más avanzada que la de millones de sus compatriotas de la misma clase social que nunca han salido del suelo nativo. Estos hombres formaban allí una sociedad ideal. Sus conceptos de nacionalidad y patria se exaltaron y engrandecieron en el amargo destierro. Ideas y hábitos de cooperación, socialización, ahorro, altruismo y fraternidad florecieron... Este florecimiento se debe precisamente a las adversas condiciones de aislamiento a que los orillaban la hostilidad social y los prejuicios raciales de que fueron victimas en el medio norteamericano, forzándolos y estimulándolos a agruparse y evolucionar en los estados unidos más favorable y rápidamente que lo
59
habían hecho antes de establecerse allí. Su ínfimo nivel cultural también se elevó, pues un buen porcentaje de analfabetos, que son la mayoría de los grupos que por primera vez emigran a los Estados Unidos, aprendieron rápidamente a leer y escribir... El ambiente geográfico climatérico extremoso y bien distinto de aquel en que se habían desarrollado eliminó a algunos cuya constitución no pudo resistir, pero los restantes supieron defenderse... [..].cambiaron su incompleta alimentación de tipo exclusivamente vegetariano por dieta omnívora en la que pan, carne, huevos, leche, azúcar, grasa, legumbres y otros alimentos indispensables sustituyeron o más bien dicho complementaron al maíz, al frijol, al chile y otros vegetales que consumen en México. [..].adoptaron una indumentaria más completa que les permitía resistir las inclemencias del tiempo. Mejoraron también su habitación, implementos domésticos, etcétera. La más interesante de sus conquistas fue la adquisición de técnicas y de disciplina en el trabajo. En efecto, valiéndose de los métodos más modernos, aprendieron a manejar maquinaria industrial de todas clases [..]. Al repatriarse, estos hombres trajeron consigo automóviles, camiones, herramientas industriales y agrícolas, implementos domésticos, animales y muchas otras cosas que pueden serles de gran utilidad en México (Gamio, 1931).
Gamio abordó en su trabajo “Mexican Immigration to the United States” las causas
de una larga trayectoria de infortunadas experiencias de repatriación, donde los
mexicanos al volver a México no revaloraban las disposiciones culturales
adquiridas, sino que se asimilaban a las costumbres locales preexistentes. O bien
por la falta de un auxilio oportuno de las autoridades los repatriados dilipendiaban
sus ahorros, y se desmoralizaban en el intento de incorporar a su trabajo las
habilidades aprendidas en el medio norteamericano.
A lo largo de 1933 Manuel Gamio participó en los trabajos emprendidos por el
Partido Nacional Revolucionario para elaborar un plan sexenal, esto es un plan de
gobierno que se pondría en manos del próximo presidente. Una comisión
organizadora giró diversas invitaciones a intelectuales y especialistas en diversos
60
ramos. La sección que aborda el problema agrario –uno de los más agudos-
quedó integrada por cuatro sectores: el referente a aspectos ambientales a cargo
del ingeniero Pastor Rouaix, el de economía rural con el licenciado Mario Sousa a
la cabeza, el de producción rural conducido por el doctor Enrique Beltrán, y el
relativo a los aspectos de población rural lo dirigió Manuel Gamio. En 1935 aceptó
formar parte de la comisión encargada de diseñar el proyecto educativo, fundado
en la educación de tipo socialista, y motivado por las expectativas creadas por
este nuevo gobierno; escribió una serie de ensayos que reunió en un libro titulado
Hacia un México Nuevo. (González Gamio 2004: 133-137).
Fernando Alanís nos indica en su tesis sobre la repatriación (2000: 163) que la Ley
General de Población, expedida por Cárdenas en diciembre de 1935, y
promulgada meses más tarde en agosto de 1936 (DO, 29 agosto 1936)
“básicamente retomó las propuestas en materia de población del Plan Sexenal, y
al mismo tiempo, hizo hincapié en la política migratoria que el régimen cardenista
intentaría poner en práctica”. Ésta buscaba resolver los principales problemas
demográficos del país: procurar el aumento de la población mediante el
crecimiento natural, la repatriación y la inmigración. Para alcanzar sus metas se
creó en la secretaría de gobernación la Oficina General de Población. Se buscó
impedir la emigración de la población, autorizándose solamente las salidas de
aquellos que contaban con contratos de trabajo.
61
También se creó un Departamento de Repatriación que se encargaría de fomentar
“el retorno de los mexicanos, colocándolos en lugares y medios en donde pudieran
serles útiles los conocimientos adquiridos, dotándolos de las herramientas
necesarias para convertirlos en factores de producción” acomodando a repatriados
e inmigrantes en colonias agrícolas e industriales. Resulta tentador señalar la
influencia de Manuel Gamio en la ley y las instituciones encargadas de ponerla en
práctica, luego de su participación en la comisión redactora del Plan Sexenal, pero
conocedor de la compleja ruta que siguen las ideas en nuestra sociedad no me
atrevo más que a invitar a los interesados a profundizar en el estudio de los
procesos culturales y políticos imbricados en la formulación de políticas públicas.
Para los fines de este trabajo bastará decir que hay suficientes indicadores de la
producción de ideas por parte de Manuel Gamio desde los inicios de sus
investigaciones sobre la migración mexicana en colaboración con el Social
Science Research Council en 1926 hasta su nombramiento como Jefe del
Departamento Demográfico de la Secretaría de Gobernación en 1938, como para
proponer la idea de que ésta era la ocasión esperada de proceder conforme a sus
parámetros de un proyecto exitoso de repatriación, y preservando la suspicacia del
académico experimental acerca de los resultados de un proyecto de ingeniería
social como el que tenía en mente.
62
La decisión presidencial
El presidente Cárdenas asumió un compromiso solemne con el plan de
repatriación en la conmemoración del XXVII aniversario de la revolución mexicana.
Ante más de 25 mil atletas que ese domingo desfilaron y dieron una exhibición de
gimnasia y atletismo, Cárdenas se manifestó orgulloso del éxito en tan corto
tiempo del programa de educación física que el gobierno venía patrocinando, y
simultáneamente se declaró preocupado por “el estado deprimente que sufren
numerosos grupos de nuestros connacionales emigrados del suelo mexicano”.
A pesar de que la nación tiene escasos recursos, Cárdenas asume la
responsabilidad solidaria de proporcionar “eficaz ayuda a la demanda de auxilio y
a la repatriación y reincorporación de nuestros connacionales, hoy abatidos por las
circunstancias y alejados de la patria”. Para romper con el prejuicio egoísta de que
se trata de un problema ajeno, “no buscado por las mayorías”.
Cárdenas se ocupó en primer lugar y más extensamente del problema de la
repatriación. En este compromiso público, Cárdenas conceptualiza la repatriación
como un mecanismo para sacar de sus apuros a nuestros paisanos trayéndolos a
México e incorporándolos a la obra constructiva de su gobierno (El Universal, 22 de
noviembre de 1938).
63
El concepto de Gamio sobre la repatriación es muy diferente al expuesto por el
presidente. Para Gamio, los migrantes mexicanos en Estados Unidos son
portadores de aprendizajes culturales muy valiosos, que podrían aprovecharse y
sumarse a la obra revolucionaria si se auspicia un regreso planificado a
asentamientos agrícolas, que se convertirían en polos de radiación de hábitos de
trabajo y habilidades técnicas. Traerlos a México no sería una carga, sino una
forma de elevar el potencial de las acciones emprendidas por el gobierno.
Cárdenas informa a la nación (1939) El primero de septiembre, como es común en México, el presidente informa al
Congreso sobre las actividades del gobierno. Hay interés en conocer las
referencias de Cárdenas al plan de repatriación. En primer lugar se refirió al
refugio otorgado a los hispanos y las restricciones impuestas a los judíos. En
cumplimientos de deberes universales de hospitalidad
se abrieron las puertas de México a los elementos republicanos que no puedan estar en su patria sin peligro de sus vidas y por considerar. Además, que se trata de una aportación de fuerza humana y de raza afín a la nuestra en espíritu y en sangre, que fundida con los aborígenes contribuyó a la formación de nuestra nacionalidad.
La oposición ha atacado esta medida, y Cárdenas espera que pasada la agitación
electoral se apreciarán los beneficios que recibe México con esta disposición. Tal
política de puertas abiertas con “la población asimilable”, contrasta con una actitud
restrictiva asumida ante otros inmigraciones –se refiere a los judíos- “que
generalmente se mantienen divorciadas de los elementos nacionales a los que
64
desplazan de sus actividades económicas, se concentran en los centros urbanos y
administran sus capitales especulativos sin asociarse definitivamente a los
destinos del país”.
Y luego en dos párrafos acerca de la repatriación de los compatriotas que viven en
Estados Unidos señala:
Se está prestando atención preferente a la reintegración a la patria de nuestros connacionales, que en búsqueda de mejores condiciones de vida salieron a los Estados Unidos, en donde contribuyeron al engrandecimiento agrícola e industrial de importantes regiones, y quienes atraviesan ahora por serias dificultades debidas al abatimiento de las oportunidades de trabajo. Estos grupos, templados en la lucha de la vida y que se han mantenido leales a su tierra natal, representan una adquisición valiosa para el progreso del país. Se encomendó a las Secretarías de Gobernación y de Relaciones Exteriores la organización del regreso de los mexicanos, tanto de aquellos que quieren volver a sus lugares de origen, como de quienes desean dedicarse al cultivo de la tierra en las distintas zonas del país, en donde se dispone de extensiones suficientes.
Un conteo de repatriados
A todo lo largo del proceso se indicó que el problema no era la falta de dinero o
medios de transporte, sino “la capacidad de la Colonia para absorber a los
repatriados”. McKay afirma que es difícil estimar el número exacto de repatriados
que se llegaron a establecer en la Colonia 18 de Marzo. Para fines de julio de
1939, un poco mas de 600 familias habían recibidos sus lotes de tierra en la
colonia (La Prensa, julio 1939).
Sin embargo, tenemos información de que los interesados continuaron regresando a
México, en forma individual y sin el patrocinio gubernamental. Según McKay el resto del
año 1939 y buena parte de 1940, cientos de familias, muchas de ellas originarias del Valle
del Río Grande de Texas lograron instalarse en la colonia (Mc Kay 1982: 426).
65
Acerca de las repatriaciones en California podemos agregar, éstas fueron
numerosas pero del tipo donde el gobierno los enviaba sus lugares de origen, y de
aquellas familias que fueron a radicarse al norte de la Baja California donde
fueron atendidos por el gobierno de dicha entidad.
Balance de este plan de repatriación
Un balance por parte de Manuel Gamio de este plan de repatriación quedó
enunciado en comparación con los frutos cosechados por las agencias de
desarrollo en el valle del Mezquital, donde Gamio estuvo trabajando a lo largo de
toda su vida.
puede citarse la construcción de la espaciosa carretera de Laredo, que cruza el valle de extremo a extremo, caminos vecinales, irrigación con presas, y canales derivados del río Tula, apertura de pozos e instalación de bombas, escuelas primarias y normales agrícolas, centros de capacitación y alfabetismo, hospitales, etc. Actividades análogas a las arriba descritas han sido llevadas a cabo en otras regiones desérticas o semi-desérticas de nuestro país. Sin incurrir en indebido pesimismo [respecto al valle del Mezquital] es indiscutible que los resultados obtenidos en algunas de ellas, por ejemplo en las de Matamoros (Estado de Tamaulipas), han sido incomparablemente más fructíferos que los que se han conseguido en el Mezquital (Gamio 1952: 221).
La explicación formulada en este artículo acerca de la diferencia de resultados entre
las dos regiones consiste, en primer término en que los migrantes son originarios de
regiones mestizas, liberadas de las influencias de las tradiciones indígenas; comen
trigo y carne, usan zapatos, su casa y menaje son modestos pero satisfacen las
necesidades básicas, emplean herramientas y métodos modernos en la agricultura,
y medicinas y tratamientos médicos. En segundo término, Gamio atribuye una
66
influencia positiva a la migración: incorporaron muchas características culturales
útiles de un medio social más elevado que aquel en que hasta entonces había vivido.
"El progreso que estos campesinos alcanzaron al regresar a México dependió casi
exclusivamente de los medios económicos con que pudieron contar". En el
Mezquital, en cambio, esos medios económicos no son suficientes para elevar
efectiva y permanentemente las condiciones de vida local, pues a ello se oponen
factores [culturales] adversos que lo contrarrestan, y que no existen en Matamoros
(Gamio 1952: 218-223).
El pequeño experimento mexicano de repatriación puesto en práctica en 1939 fue
diseñado por Manuel Gamio. Es una consecuencia aplicada de su estudio sobre la
Migración mexicana a los Estados Unidos, que por primera vez se publicó en
español en 2002. Uno de los ingredientes de ese experimento era que debía
estudiarse cuidadosamente las circunstancias, los candidatos, las tierras a donde se
les iba a repatriar. El propio Manuel Gamio estuvo involucrado en el estudio de las
tierras de la ex hacienda La Sauteña que se iban a destinar para instalar a la colonia
mexicana. Otro requisito importante era el enfoque integral. Manuel Gamio había
desarrollado este método de estudios integrales en su trabajo –tesis de doctorado en
antropología para la Universidad de Columbia (1924?)- sobre la población del valle
de Teotihuacan. Este estudio estaba diseñado para demostrar que la gobernanza de
cada una de las regiones de México reclamaba de sus gobernantes un enfoque
integral, una coordinación de actividades entrelazadas entre sí, para procurar el
bienestar de los gobernados. Similar enfoque integral desarrolló el Dr Gonzalo
67
Aguirre Beltrán, al conceptuar muchos años más tarde, rescatando esta tradición
intelectual de Gamio, en los Centros Coordinadores Indigenistas.
Pues bien, en el caso de la repatriación de mexicanos a la Colonia “18 de Marzo”,
podemos ver numerosos rasgos de un trabajo coordinado, con la participación de
diversas secretarías de estado, así como funcionarios de los diferentes niveles de
Gobierno. Es indudable que el gobierno de Cárdenas tuvo que hacer nuevos
nombramientos, reemplazar empleados que no tenían mayor interés en el logro de
los objetivos trazados, y en otros casos marchar con los elementos que ahí estaban,
a los que se procuró convencer y entusiasmar. Hay un buen número de casos de la
participación individual e institucional.
Otra importante idea de Manuel Gamio es la caracterización positiva de los
migrantes mexicanos y su potencial para una influencia transformadora de la
sociedad mexicana en caso de reintegrarse por medios premeditados. Las
experiencias del retorno de mexicanos en general habían dejado diversas lecciones.
Se pensaba que no era una empresa en la que el gobierno debiera involucrarse.
Cuantas veces lo había intentado había fracasado rotundamente. Se citan como
ejemplos dos movimientos de repatriación, uno a El Coloso Guerrero, y otro a
Pinotepa Nacional, Oaxaca. Gamio conocía estas experiencias y sus consecuencias
en el ánimo público, por ello a la propuesta de Gamio se anexó un capital para la
repatriación libre de mexicanos menesterosos, o de aquellos que por cualquier razón
querían volver a México. Se convino en mantener esta puerta siempre abierta, aun
cuando se había saturado la colonia 18 de Marzo. Sabemos que una vez concluido
68
el programa de repatriación en agosto de 1939 los colonos siguieron alentando a sus
antiguos vecinos a venir a la colonia, donde encontrarían trabajo y tierras. En 1940,
Las condiciones de Estados Unidos variaron de aquellas que prevalecían en los
años treintas. Se abrieron millares de oportunidades de trabajo. En 1942, los
Estados Unidos y México firmaron un acuerdo para reclutar nuevamente a
mexicanos para que vinieran ocupar los puestos de trabajo que los jóvenes
enlistados en el ejército habían dejado vacantes, el programa Bracero. Éste duró
hasta 1964, mientras las circunstancias socioeconómicas así lo aconsejaron, Y luego
se dio unilateralmente por terminado. Dejó un mal sabor de boca y no se ha vuelto a
firmar un tratado bilateral sobre la migración.
Los migrantes continúan yendo y volviendo a Estados Unidos y a México, sin el
amparo de las leyes, por cientos de miles, sin el amparo de la protección de las
leyes. Como nos enseña este ejemplo de la repatriación de mexicanos para llevarlos
a colonizar otras tierras, estos experimentos de ingeniería social son enormemente
complejos. Hay una serie de efectos no premeditados. No obstante el sabor de boca
que estas experiencias hayan dejado, es una tarea irrenunciable, proporcionar bases
institucionales y protección elemental para que el movimiento migratorio ocurra, si no
en condiciones ideales, sí en condiciones reguladas, y sin riesgos mortales en el
proceso mismo.
69
Evaluación del proyecto de repatriación
Quince años después, Manuel Gamio evaluó el proyectote repatriación,
comparando las experiencias del Mezquital y Matamoros:
Actividades análogas a las arriba descritas [refiriéndose a las actividades en el Mezquital] han sido llevadas a cabo en otras regiones desérticas o semi-desérticas de nuestro país. Sin incurrir en indebido pesimismo, es indudable que los resultados obtenidos en algunas de ellas, por ejemplo en las de matamoros (Estado de Tamaulipas), han sido incomparablemente más fructíferos que los que se han conseguido en el mezquital; desconcertante disparidad que trataremos de explicar y se debe en principio a la pronunciada diferencia que respecto a antecedentes históricos, estructura social y funcionamiento, existe entre los habitantes de uno y otro lugar, y en seguida, a falta de conocimiento científico integral de los problemas que entraña este Valle [del Mezquital], así como al carácter de las soluciones prácticas de que han sido objeto , pues casi siempre resultaron unilaterales. Conocemos las circunstancias en que comenzaron a florecer las principales colonias algodoneras de Matamoros, porque designados por el presidente Cárdenas presidimos la comisión que estudió la hacienda La Sauteña e, inmediatamente después y en compañía del Sr. Lic. Ramón Beteta, recorrimos buena parte del estado de Texas para invitar a establecer en aquella región a trabajadores mexicanos que vivían en el lado americano. Estos repatriados alcanzaron extraordinario éxito, debiéndose a ellos en gran parte que matamoros sea hoy la primera región algodonera de México. Casi todos esos individuos procedían de parajes y rancherías de Tamaulipas y Coahuila, donde nunca había habido indios que legaran ideas y tradiciones culturales de origen autóctono o si acaso en insignificante proporción, de modo que racial, cultural, y psicológicamente puede filiárseles como criollos en cuyo modo de ser y vivir no hay influencias de tipo autóctono, sino occidental: la alimentación incluye trigo y carne, el uso de zapatos está generalizado, la casa y el menaje son modestos pero satisface las necesidades básicas de la vida; herramientas modernas, avanzados cultivos agrícolas, empleo de medicinas y tratamientos médicos, etc. A cambio de los prejuicios raciales de que estos individuos fueron víctimas durante su estancia en Estados Unidos, aprendieron el manejo de herramientas y maquinaria modernas, avanzados métodos de cultivo y cosecha, hábitos higiénicos y deportivos, etc.; incorporándose además muchas otras útiles características culturales de un medio social de más elevado nivel que aquel que hasta entonces habían vivido. Tales antecedentes indican que el progreso que estos campesinos alcanzaron al regresar a México dependió casi exclusivamente de los medios económicos con que pudieron contar, los cuales consistían en crédito, tierras, herramientas, ganado y semillas que el Gobierno les ayudó a agenciar; esto además de lo que ya poseían y trajeron de los Estados Unidos. (Gamio 1952: 218-219)
70
Me parece que esta cita es muy elocuente del balance muy positivo que Gamio ha
conservado de la intervención en el caso de Matamoros, donde enfatiza lo que
“ellos” los repatriados han logrado con las cualidades que adquirieron durante la
migración a Estados Unidos y los elementos de tipo económico principalmente que
les proporcionó el gobierno mexicano. Este caso de los repatriados es punto de
crítica para los resultados poco halagüeños de planes puestos en acción en otras
partes que atribuibles a la falta de conocimiento antropológico de los elementos
culturales que deben ser tomados en cuenta en las regiones indígenas, y no sólo
medios de tipo económico.
Esta aplicación a la realidad mexicana de las ideas de Gamio realizada en 1939,
constituye una justificación para volver a sus ideas, para revisarlas nuevamente y
pensarlas en función de un nuevo contexto contemporáneo de inicios del siglo
XXI.
71
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72
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73
Discriminación sin fronteras
M. en C. Jesús Enrique Morales Rico M. en C. Consuelo García Guerrero
Cientos de millones de indígenas y de miembros de minorías étnicas son víctimas
de racismo en todo el mundo, sin que algún país aparezca libre de este flagelo.
El rechazo y discriminación hacia los inmigrantes de la primera y segunda
generación es una realidad que nadie puede negar. No habría otra manera de
explicar los estallidos sociales en los suburbios franceses. Pero las injusticias y
discriminación pesan sobre las minorías étnicas no sólo de Francia, sino de otros
países europeos que sufren una segregación más o menos disimulada en lo que
hace al empleo, la vivienda y la educación.
Datos de organismos no gubernamentales, como el Observatorio europeo de los
Fenómenos Racistas y Xenófobos con sede en Viena, llegó en el año 2005 a
conclusiones muy severas en estos tres campos. Así, por ejemplo, en materia de
empleo señaló que “los trabajadores migrantes o que pertenecen a minorías
étnicas están agrupados de manera desproporcionada en las categorías
profesionales más bajas, en los sectores laborales menos prestigiosos.” (El
Universal, 4 de diciembre de 2005, p. A7)
En materia de vivienda, “los grupos minoritarios, los inmigrantes, los refugiados y
los solicitantes de asilo sistemáticamente son víctimas de alguna forma de
74
discriminación o racismo”. En el dominio de la educación, estos mismos grupos
obtienen los resultados escolares más bajos y están sobre representados en los
establecimientos menos apreciados y en las clases de educación especial.
Se carece de estadísticas oficiales pero las investigaciones la confirman, por
medio de vías indirectas y las pruebas de discriminación muestran que ésta está
presente en las prácticas cotidianas. En Alemania, en Francia, en Gran Bretaña,
en Suecia especialmente, investigadores, periodistas e incluso funcionarios por
distintas vías y aplicando diversos instrumentos han comprobado que los
candidatos de origen extranjero tienen menos posibilidades de ser contratados en
empleos que otros aspirantes.
En el ámbito de la vivienda se han reportado en la flamante Unión Europea
discriminaciones a gitanos y polacos. Por ejemplo, ésta se expresa bajo la forma
de anuncios de renta que precisan: “Excepto inmigrantes”, “No a personas de
color”, o bien, “Reservado a ciudadanos nacionales”. Entre las formas de
discriminación indirecta, se mencionan rentas irracionalmente elevadas, esperas
más prolongadas, exigencia de documentos superfluos.
La segregación es la regla en la mayoría de los países, en detrimento de los
gitanos del Este, y de los magrebies, turcos y africanos en Europa occidental. En
el ámbito educativo, los reportes señalan una agudización de la segregación en
varios países de Europa.
75
En todos los países existen países que luchan contra la discriminación. Hay leyes,
códigos y cartas que fijan los principios a respetar. Pero como subraya el
Observatorio europeo de Fenómenos racistas y Xenófobos, “las actitudes y las
prácticas todavía necesitan cambiar”. Se necesita tiempo, voluntad, el equivalente
de una verdadera revolución cultural, es decir, política y social. Pero de eso
depende la credibilidad de los valores que Europa pretende encarnar (El
Universal, 4 de diciembre de 2005, p. A7).
Repunta el racismo El año 2000, justo el año puente entre el segundo y tercer milenios, Alemania,
Gran Bretaña, Francia, España y Suecia, experimentaron los mayores
incrementos en el número de actos de violencia racial, ataques antisemitas, así
como de intimidaciones y amenazas contra inmigrantes y minorías étnicas, según
reportó en su momento el Observatorio Europeo sobre el Racismo y la Xenofobia
(Milenio Diario, 20 de diciembre de 2001, p. 40).
En Alemania, la xenofobia y el racismo repuntaron, así lo muestran las cifras del
Ministerio del Interior Alemán en Berlín acerca de delitos y crímenes atribuidos a la
extrema derecha.
Hacia el mes de agosto del año 2000, los ultrajes y agresiones contra minorías
étnicas se dispararon. El Ministerio del Interior Alemán declaró desconocer las
causas del “claro aumento de estos delitos” (Milenio Diario, 12 de octubre de 2000,
76
p. 28), que podrían haber estado motivados por la amplia resonancia que tuvieron
los crímenes y delitos en el debate público y los medios de comunicación.
Así, el Ministerio recordó que después de los incidentes xenófobos en Rostock de
1992, cuando centenares de vecinos de un barrio aplaudieron a un grupo de ultras
que salieron a la “caza” de inmigrantes vietnamitas, y después del atentado
incendiario contra una vivienda de turcos en Soligen, en 1993, también subió el
número de incidentes xenófobos y racistas.
Por otra parte, el mismo debate puede haber sensibilizado a la administración y la
policía. En agosto de 2000, la prensa alemana denunció que el número de
muertes originado por la violencia ultraderechista desde la reunificación alemana
(1990) superaba los noventa, cuando las cifras oficiales reflejaban un número
sensiblemente inferior.
Los crímenes y delitos racistas y xenofóbicos han mantenido desde entonces a
nuestros días una tendencia al aumento, no solo en acciones y actos delictuosos,
sino que se ha reflejado en el aumento de la membresía de las organizaciones de
ultra derecha que se mantienen constantes y a la alza en activismo y
provocaciones en contra, prioritariamente de los inmigrantes. Por ejemplo, de
acuerdo con las estadísticas policíacas en 2001 hubo 15,951 “ofensas criminales”
motivadas por extremistas de derecha, de las cuales 2,368 fueron clasificadas
como “agresiones de propaganda”, es decir de incitaciones a la violencia racial, la
difamación o la distribución de panfletos racistas.
77
En Gran Bretaña, los actos de violencia y agresiones raciales crecieron todavía
más..50%; entre estos, el capítulo sobre incidentes de orden racial sucedidos en
Inglaterra y Gales aumentaron de 23, 049 en 1999 a 47,814 en el año 2000.
En Francia, crecieron los niveles de violencia racial, ya que de 40 “incidentes
serios” conocidos en 1999, pasaron a 146 en el año 2000.
En España, Amnistía Internacional ha hecho públicos los actos de brutalidad
policíaca en contra de poblaciones norafricanas. Las autoridades españolas han
militarizado su frontera con Marruecos en la ciudad de Melilla, una localidad
europea enclavada en territorio africano para evitar el paso de inmigrantes
llegados desde todos los puntos de África. Una doble cerca de espino de 9
kilómetros de longitud y casi 6 metros de altura, impide el acceso a los
indocumentados que buscan entrar a Europa desesperadamente.
En los últimos años se han registrado decenas de muertes y centenares han
resultado heridos en su intento por cruzar la frontera. La mayoría de las víctimas
han sucumbido por los disparos de la policía marroquí que vigila el otro lado de la
franja, han perecido aplastados o desgarrados entre las púas de la cerca. También
se han documentado maltratos y abusos por parte de las fuerzas de seguridad.
78
La protección de la frontera fue reforzada tras las primeras avalanchas de
hombres y mujeres (algunas cargadas con niños). Cientos de soldados españoles
vigilan la zona para evitar que los africanos lleguen a Europa.
En el otro lado, y mientras esperan su turno, los inmigrantes se esconden en
bosques y campamentos improvisados.
La elevación de la cerca y la militarización de la zona han suscitado fuertes críticas
internacionales. El diario Wall Street Journal tachó al gobierno del presidente José
Luis Rodríguez Zapatero de practicar el “Apartheid” y de ofrecer una actitud
hipócrita por defender la “alianza de las civilizaciones” mientras construye un muro
para impedir la llegada de los africanos.
“El muro del Apartheid” se eleva hasta ser más alto que el antiguo muro de Berlín.
A diferencia del de Israel, que tanto critican los políticos europeos, éste no está
destinado a detener terroristas y salvar vidas, sino que pretende mantener
alejados a los subsaharianos que buscan una vida mejor”, indicaba el periódico
americano en su edición del 26 de septiembre de 20051 .
También las autoridades de la Unión Europea ven con malos ojos la iniciativa
española.
1 Aún esperamos una crítica de similar contundencia referida al muro que los E.U.A pretenden construir en la frontera con nuestro país.
79
El Comisario de Justicia de la Unión Europea ha señalado: “No quiero decir que a
veces no sea necesaria una protección, pero Europa no puede ser una fortaleza.”
(Reforma, Internacional, 16 de octubre de 2005, p.5).
Mientras las críticas arrecian desde el exterior, la derecha española demanda un
mayor blindaje de sus fronteras. El Presidente de Consejo de Melilla, Juan José
Imbroda, llegó a solicitar la construcción de un muro de cemento para evitar que
los inmigrantes puedan trepar por la cerca.
En los discursos de la derecha española no faltan palabras como “invasión”,
“defendernos” o “amenaza externa”.
“La obligación capital del gobierno es protegernos y tomarse las cosas en serio.
En Melilla no lo están haciendo y se permite que Marruecos incumpla sus
obligaciones sin emitir queja alguna. Estamos ante una situación que amenaza a
nuestra seguridad”, sentenció Mariano Rajoy, presidente del opositor Partido
Popular (PP).
Políticos y medios de comunicación de España han acusado a Marruecos de no
hacer ningún esfuerzo por poner freno a las avalanchas de inmigrantes ilegales.
Como respuesta, Marruecos militarizó en octubre de 2005 las zonas fronterizas y
muchos subsaharianos han muerto o han sido heridos durante el despliegue de
tropas. Algunas organizaciones humanitarias como “Médicos sin fronteras” han
80
denunciado que las autoridades de Marruecos transportan detenidos hasta el
desierto donde se les abandona a su suerte.
El 30 de diciembre de 2004, el gobierno de Rodríguez Zapatero llevó a cabo la
mayor regularización de inmigrantes de la historia de España, poniendo en marcha
leyes especiales para convertir en ciudadanos a miles de extranjeros que vivían
como clandestinos. Caso setecientas mil solicitudes de residencia fueron
recibidas.
Cifras del Ministerio del Interior de España hablan de más de dos millones de
inmigrantes con permiso de residencia, y otro millón y medio sin papeles en regla
(Reforma, 16 de octubre de 2005, p. 5-A).
Según datos del Ministerio del Trabajo, cerca del 32% de los clandestinos que
pidieron regularizar su situación trabajaban en el servicio doméstico, un 21% en la
construcción, 14% en actividades ganaderas y agrícolas, más de un 10% en la
hostelería, y casi un 5% en comercios.
La derecha española emprendió una campaña contra el gobierno de Rodríguez
Zapatero, acusándole de provocar con la política de regularización masiva de
inmigrantes un “efecto llamada”.
81
A pesar de las deportaciones y los sufrimientos acumulados, la mayor parte de los
subsaharianos que atraviesan la frontera logran quedarse en Europa pues piden
asilo, evaden el control policíaco o aprovechan los vacíos legales.
En Suecia, los casos de “incitación racial” alcanzaron el número de 825, cuando el
promedio estaba estacionado en los cien.
Las organizaciones no gubernamentales de algunos países, sin embargo, se
quejan de las amplias diferencias entre sus estadísticas y las oficiales. A este
respecto, las ONG italianas registraron en su país, por ejemplo, 259 asesinatos
raciales entre 1995 y el 2000, mientras que para la policía no existió ninguno. En
Alemania, la cifra oficial en este rubro, y en el mismo lapso, es cinco veces menor
a la que ofrecen las ONG. En Italia es 10 veces menor el registro policiaco de
ataques con raíz xenófoba, y cuatro en España.
También las organizaciones neonazis y los grupos que las sostienen despuntaron
en 2000, sobre todo en Finlandia, de nueva cuenta, en Alemania, España y
Suecia. Según reportes del Observatorio Europeo (Milenio Diario, 20 de diciembre
de 2001, p.40) los crímenes perpetrados habían crecido en gravedad y violencia
en Finlandia y Suecia, y revela que estas organizaciones están tendiendo a actuar
más a nivel local que internacional, como hasta hace poco.
El país con el más rápido crecimiento de adhesiones neonazis es España donde
en 1993 había apenas 2,300 militantes y ya para 2001, 10,400 miembros
82
engrosaban las filas de 55 organizaciones de las que tienen conocimiento las
autoridades, aunque podrían ser, reconocen al menos el doble, gracias en parte a
la ayuda que han encontrado en el uso de internet.
En este campo, los extremistas alemanes han logrado elevar su presencia en la
Web con más de 800 sitios (2001), siendo que en 1999 sólo tenían 333. Para
lograr una mayor difusión de su mensaje, estas organizaciones han aprovechado
la escena musical y según El Observatorio, los conciertos de ciertos grupos se han
convertido en el lugar ideal para las concentraciones skinheads, y para algunas
compañías disqueras su principal plataforma de propaganda.
Las organizaciones antirracistas europeas, además, expresan su preocupación
por la existencia de una estación radial neonazi en Dinamarca, a la que acusan de
ser un medio de agitación para el movimiento fascista internacional. Los
inmigrantes más discriminados son los originarios de África del Norte, de Bosnia y
de Albania, y en general aquellos que profesan la religión islámica, así como la
comunidad judía. Hacia el año 2001, Luxemburgo era el único país de la Unión
Europea donde no había registrados casos de racismo.
83
Cananea, la guerra y la buena vecindad
Dr.Humberto Monteón González
M.en C. Gabriela María Luisa Riquelme Alcantar
El mineral de Cananea, Sonora, fue descubierto en 1760. En comunicación
fechada en febrero de 1763, el gobernador Tienda informó al virrey, marqués de
Cruillas, sobre la necesidad de fundar un real para beneficiar metales en un paraje
llamado La Cananea. En el curso del siglo XIX las propiedades mineras de la
región pasarán por varias manos hasta que el coronel William C. Greene funda el
30 de septiembre de 1899, The Cananea Consolidated Copper Company (las 4C).
Greene llega no sólo con planos para explotar los minerales cupríferos de la zona,
él sentó las bases de un imperio que iría más allá: en donde había un caserío
disperso, escasamente poblado por gambusinos, crecería una ciudad, * crearía
una serie de empresas que absorberían, prácticamente, el total de las actividades
productivas de la región. Todas, por supuesto controladas por Greene.
Así, por ejemplo, en 1901 crea el Banco de Cananea; el 10 de marzo de 1901,
"uno de los tentáculos del imperio comenzó a edificarse [...] cuando el rey de cobre
fundó The Turkey Track Cattle Company"*, empresa dedicada a la ganadería, para
lo cual adquirió vastas extensiones de terrenos de los municipios de Cananea,
Naco, Agua Prieta y Santa Cruz, colindantes todos ellos, con territorio de los EUA.
Al año siguiente por instrucciones de Greene se construye el sistema telefónico, el
acueducto, las bombas de agua y el ferrocarril urbano. El 15 de agosto de 1902
funda otro monopolio, The Cananea Cattle Company, S.A., empresa que
monopoliza la compraventa de inmuebles y el comercio en general.
Para 1906 ordena la construcción del Hospital del Ronquillo y ya se ha apropiado
incluso del rastro de la ciudad. La escritura de la Cananea Cattle, escribe José
84
Luis Trueba, deja ver claramente las ambiciones del coronel Greene al
monopolizar la tierra y la vida económica de la región.
En poco tiempo, Greene se convirtió en un poderoso latifundista, señor de horca y
cuchillo, su latifundio permaneció intocable hasta 1958; su superficie: 600,000
hectáreas. **
Con Greene se genera una nueva minería, la cual sería marcada, como a punta
Federico Besseser, por su "dependencia con respecto al capital y los mercados
internacionales (dependencia progresivamente orientada hacia los Estados
Unidos), su modernización tecnológica y diversificación productiva, y su
desplazamiento hacia las regiones norteñas".*
Así, Cananea constituye un ejemplo claro de transformación en nuevo centro
urbano, en clave minero; el cual corresponde a lo que Francisco Zapata define "...
como una forma de organización de la cual la vinculación entre un centro
productor (una mina, un puerto, una fundición...) y los servicios para mantener a
sus trabajadores son muy estrechos. Esta estrecha vinculación tiene como
correlato el hecho de que el enclave está geográficamente aislado [...]"
Por su parte, René Villarreal al referirse a la economía de enclave señala como
característico para este modelo: a) Que al estar orientado el mercado hacia el
exterior, la industria nacional se enfrenta a una competencia externa que la frena;
b) El ahorro y la acumulación de capital provienen básicamente de rentas,
intereses y beneficios, que aunque se generen dentro, pertenecen a los
extranjeros quienes regularmente las repatría: los términos del intercambio de los
productos primarios no sólo son inestables sino que además se deterioran en el
largo plazo."
Cananea, en el sentido que apunta Besserer y Villarreal, fue un típico enclave
minero. Según Héctor Aguilar Camín, Cananea contaba para 1891 con
85
aproximadamente 100 habitantes y 10 años más tarde, cuando las 4C contaba ya
con su planta de extracción y beneficio completa, la población del mineral había
aumentado a 14,000 personas.
La fundación The Cananea Consolidated Cooper Company, con la visión y
ambición de su creador, implicaba construir todo, desde abrir las bocas de las
minas hasta la sección de fundición, desde las casas habitación para los
trabajadores y empleados, hasta las vías de comunicación.
El enclave se convirtió en un polo de atracción, la fuerza de trabajo que no podía
encontrarse en la zona se suplió con migrantes que llegaron de muchos estados
de la República. Incluso de algunos estados del vecino país del Norte. Estos
trabajadores eran, por regla general, gente relacionada con la minería, es decir,
que contaban con una experiencia previa. Otro grupo de trabajadores lo
constituyeron artesanos proletarizados y campesinos que habían perdido sus
tierras o carecían de recursos para ponerlos a trabajar.
A esta primera generación de obreros habría que añadir trabajadores de otras
nacionalidades: chinos, japoneses, etc. José Luis Trueba observa como
característico para esta primera generación obrera que el sistema productivo que
privó en las 4C se apoyó, básicamente, en el principio de la prolongación de la
jornada y el esfuerzo físico del obrero.
El trabajo se dividía en: Trabajo en las minas subterráneas y organización en
cuadrillas para la extracción del mineral. Los trabajadores subterráneos extraían el
mineral con herramientas primitivas (picos, palas, barretas, etc.). Esto generaba
una mayor incidencia de silicosis y otras patologías. "Los elementos principales de
desgaste en este tipo de proceso laboral, son los que derivan de un esfuerzo
grande, la jornada prolongada y las características de algunos objetos de trabajo.
Esta combinación entre trabajo duro y largas horas de trabajo, origina fatiga y un
alto consumo de calorías. La prolongación de la jornada laboral, necesariamente
86
tiene como contraparte pocas horas de descanso, lo que significa una reposición
deficiente de las energías gastadas".
En lo que se refiere al trabajo organizado en cuadrillas eran una organización de
defensa profesional, donde se aprendía y desarrollaba un oficio.
Esta joven clase obrera generó inicialmente formas de organización como el
mutualismo, que, permitía conservar el individualismo, ideológicamente les eran
más atractivas las doctrinas anarquistas.
El primer sindicato minero en Cananea se fundó en 1926 y se llamó de Oficios
Varios. En Mayo de 1930, En el Club de Luz y Fuerza, de orientación anarquista,
se fundó el Sindicato Nueva Orientación. A inicio de los años treintas cuando este
sindicato planteó la firma del primer contrato colectivo la Compañía Minera fundó
otro sindicato con los empleados de confianza, al cual llamaron Sindicato de
Obreros y Empleados. El gobierno intervino y ambos sindicatos se fusionaron
dando origen al gran Sindicato Obrero Mártires de 1906, logrando la firma del
primer contrato colectivo en 1936.
Por esos años el Sindicato de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de
la República Mexicana realizaba una intensa labor de concientización y
organización en los centros mineros del país; así, con la participación de
delegados del Comité Ejecutivo Nacional, se creó la Sección 65 a la cual se
adscribieron todos los mineros cananenses.
El coronel Greene logró monopolizar todo, no sólo la producción minera también la
producción agrícola y ganadera. El latifundio se mantuvo a lo largo de la
revolución (1910-1917) sin mayores problemas, pudiendo sortear con facilidad los
que se le llegaron a presentar con los distintos ejércitos.
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El Artículo 27 de la Constitución tampoco afectó al rey del cobre. Lo que sí fue
visto como una real amenaza para los intereses del latifundio fue la llegada al
poder del Gral. Cárdenas y el nuevo impulso que con él cobraba la reforma
agraria. Los descendientes de Greene recurrieron al expediente de fraccionar su
propiedad en un gran número de compañías fantasmas en el periodo que va del 4
de enero al 26 de diciembre de 1935, las cuales continuaron subdividiéndose entre
1938 y 1941.
Pasado el "peligro cardenista" se creó Ranchos de Cananea, S.A., el 30 de
diciembre de 1944, siendo socios y propietarios todos los descendientes del
extinto Rey del Cobre. Así, con múltiples argucias, se mantendrá el imperio hasta
el 31 de julio de 1958, cuando se logra la expropiación de este latifundio
disfrazado, resultado de una lucha que encabezó el dirigente campesino Jacinto
López, y que tuvo entre otras organizaciones protagonistas a la Sección 65 del
Sindicato Minero.
En la historiografía de Cananea, como se apunta en la precisa observación de
José Luis Trueba, que sirve de epígrafe a esta introducción, existen lagunas muy
notorias, la gesta de los huelguistas de 1906 sí ha sido abordada; Cananea
empieza a parecer, ciertamente, en los trabajos sobre la minería en México se
vienen produciendo, y aún aspectos particulares de vida cotidiana y episodios
distintos de la vida del mineral se esclarecen por distintos autores y en memorias
de viejos pobladores de Cananea, particularmente mineros.
Sin embargo, podríamos atribuir al aún escaso volumen de producción
bibliográfica sobre los mineros cananenses a la proverbial carencia de fuentes, si
bien es cierto que hoy existe un archivo histórico de la mina en la propia ciudad de
Cananea, más cierto aún es que a raíz de la "mexicanización" del mineral
realizada en tiempos del presidente Echeverría gran parte de los archivos
"emigraron" a EUA. Esto por una parte, por otra, aún los centros formadores de
historiadores no logran encausar a los futuros clionautas hacia los territorios de la
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historia del trabajo y de los trabajadores, cuando esto ocurra en estos minerales
encontrarán los historiadores ricos filones que aguardan su explotación.
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