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    Asuncin (Te) mata

    Felicita cartonera 2009

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    Cualquier um

    Edgar Pou

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    Nadie se imagina lo parecido que un mazakaragua es a un ratn. Unratn pequeo. Ese color medio tmido,sucio y de cuando los recuerdos apenasrecobran el verdadero sentido del tiempo. Estoy hablando de los minutos

    acumulados en vano en lugares extraos, un ascensor, un bondi.Como este enel que estamos bajando suavemente por el kaaru. Demorndose an endesaparecer.

    Notemos por ejemplo esta mujer, que tras dudar unos instantes de repentese ha sentado bruscamente a mi lado. No la miro, s que a partir de ahora solotendr ojos para el mazakaragua.Abro la ventanilla y el viento suave me secala cara que ya empezaba a sudar.Pero no mis manos. Mis manos est tranquilas,como debe ser.Sobre la palma abierta de la izquierda est acurrucado elmazakaragua.l tampoco mira a la mujer.

    Los primeros momentos de la mujer versus el mazakaragua fueron

    deperdiciados en tratar de sentir que realmente no era un raton disfrazado.Los momentos ms intensos y placenteros vienen despus: la hipnticamirada del animalito.No era la nica como se sabe.A decir verdad, apenas sedaba cuenta de que era la ltima en caer prendada del bichito su rubor inicialaumentaba un punto ms.

    Pero era un privilegio para ella estar al lado del personaje principal.Desde su lugar poda claramente darse cuenta del tamao exquisito de los

    ojos del mazakaragua.Y adems se poda apreciar su lengua, algo verdosa, que a esa hora del

    atardecer en que las dudas se encienden en cualquier cabeza llena de ruido,produca una leve paranoia pictrica.Debo confesar que realmente la lengua se asoma poco antes de su ataque

    aletargante. Pero esta vz pr una extraa razn se demor. Y fue as que losdems pasajeros tambin pudieron oirlo cantar. Un canto que en casa tiene otrosignificado. Otro por no decir opuesto. Solo el chofer con sus auriculares estabaajeno totalmente al encanto que iba envolviendo las hileras de asientos.

    La hora: 16 en punto. El sol giraba persiguiendo la sombra del cerroCaacupe y como una bandera anticuada eramos arriados hacia la ltima curva,siempre descendiendo. Yo apretaba los dientes con una impaciencia casi

    ertica.Son esos momentos en que quiero ser devorado violentamente por untigre en celo...El mazakaragua cerr la boca por un instante y fue como si mi chicle

    desovara un gusto a salmuera en mi saliva .Volvamos a los ojos del mazakaragua: redondos, hiperoscuros, todo eso

    combinado con un acentuado estrabismo. Esa mezcla le daba un aire severo yausente al mismo tiempo. Agreguemos lo de impdico. Por esa tendencia deestar como ofrecido, a la vera del camino.

    Fue en ese instante en que dio su fatdico saltito al regazo de la mujer. Lamir de reojo y pude notar su creciente excitacin, ese placer risueo de haber

    sido electa.

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    Pero tambin la mirada aprobadora de los dems pasajeros no haca msque aumentar su complacencia. Era la tmida favorita. No hizo nada ms queseguir mirndolo, sin atreverse a tocarlo. Quiz no lo acarici por que no sabasi ese era el gesto correcto para el caso.

    Y ni l sufra al parecer la torpeza palmaria de esa mujer para darlemuestras de cario. La verdad que yo, su dueo,yo el gordo sudoroso (solo lafrente) tena por l un afecto slido y severo, de padre a hijo , de esposo aesposa.

    Soy un hombre que, sin prodigar una sonriza siquiera, puede sercalificado de corazn de oro. En ese momento la expresin de mi rostro es hastasi se quiere trgica, como si estuviese en alguna misin apocaltica.

    Cuando el bondi sali de la ltima curva al final del cerro, el sol no erams que un picor en las 42 nucas temblorosas. Todas las brisas eran una sola alatravezar de punta a punta el silencioso colectivo.

    La tarde avanzaba hacia la noche y el mazakaragua empez su ataque.La mujer dormitaba profundamente, recostada sobre mi hombro izquierdo. Elresto estaba como sumido en un trance de derretimiento espontneo.Solo elchofer segua inclume gracias a sus auriculares grises.El canto apenas haba empezado pero no iba a durar mucho. A veces le ocurreque tras los primeros minutos se sume en un mutismo que dura das. De unsalto empec a recorrer los asientos con mi mochila a un costado cargando lasbilleteras, joyas y celulares, no tenamos mucho tiempo.

    Recuerdo que la ltima vez, en uno de los bolsos de una seora pelirojahaba un gato malhumorado y feroz. Casi nos agu la fiesta. l no lo vio ysigui cantando. Rpidamente pude asfixiar al felino, all mismo en el malditobolso de cuero marrn que le sirviera de cubil.

    Como siempre me ocurre cuando estoy por acabar un trabajo me pongoun tanto depre. Pero solo un poco. Nos bajamos antes de alcanzar el puesto depeaje de Samber. Alli tomamos un taxi que en menos de 45 minutos nos dej enla calle Brasil casi Estados Unidos, es decir en nuestra querida Asuncin,nuestra dulce guarida desde hace unos meses.

    Le d una taza de arroz al mazakaragua y lament ( con una sonriza singracia ante el espejo) que en estos das tan llenos de noticias banales en lasprimeras planas, nunca apareciera la ms leve alusion a nuestras andanzas. .

    Apuesto que me aburrir irremediablemente esta semana me dije alterminar de razurarme la barba que me haba costado 2 meses de pacienciakoreana hacer crecer.

    Apuesto que no me ocurrir nada que valga la pena durante muchotiempo. Empiezan los tiempos de vacas flacas pens. Mi tiempo porantonomasia.

    S que fue para l una tarde divertida.No s cuanto le queda de vida al mazakaragua. S que est por morir.

    Ocurra lo que ocurra, lo dejar hacerlo solo.

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    Hombre inodoroNatalia Daporta

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    Es el hombre inodoro. Le gusta comer caca y eso es lo que yo le doy.El nenito es rubio, eso se nota, pero no se le ve cara. Me sorprendo de

    poder leer una letra tan chiquita, tan pero tan chiquita que cabe en un

    fotograma. Un tesoro de tiras de celuloide en un basurero callejero. Y unhombre de guantes tiznados trae ms y aplasta el rollo del nene rubio que le dacaca a alguien.

    Lo sepulta bajo otra cantidad de latas achatadas, llenas a su vez de rollos,llenos a su vez de fotogramas. Qu tirs, le pregunto. Pelculas, me dice, comosi no fuera obvio, como si una no pudiera darse cuenta o fuese boba, o nohubiera visto una pelcula nunca, o fuese, directamente, ciega. Pienso en Ulises,el ciego. Hace tres das vena caminando por esta misma calle y me lo encontr,preguntando si estaba en Iturbe. Los tres tipos parados en la esquina de la playade venta de autos de Yegros y Fulgencio R. Moreno lo miran como si los ciegos

    fueran ellos. Y, adems, se quedan mudos. Otro tipo pasa, mira la escena, perofinge que es sordo y sigue de largo.Yo paro y le digo: Iturbe es en la otra esquina, vamos juntos. Ulises me

    agarra del brazo y me habla durante una cuadra. Estudia periodismo y no lepregunto, pero supongo que le gustara ser locutor, o tal vez ya lo sea, porquetiene una hermosa voz. Llegamos a la esquina, me pide que lo ayude a cruzar ynos despedimos. Me quedo con las ganas de preguntarle si es cierto eso quedicen de los ciegos, que no ven todo negro, sino todo mbar, pero para esohubiera tenido que preguntarle tambin cmo se qued ciego o si es ciego denacimiento y en ese caso cmo le hubiera explicado lo que es negro, lo que es

    mbar. El est lejos todava de su destino, pero yo no me animo a acompaarlo.Por ah me lo vuelvo a encontrar. Yo lo reconocer, el no. Creo.Me intriga lo del nenito. Quin ser el hombre inodoro? Come caca? Enserio, o en sentido figurado? Cmo se la da, por dios? A la noche sueo conl.Cuando lo vi estuve segura de que era una criatura. Era chico, aunque nohaba nada que sirviera de referencia: una puerta, otra persona. Podra tenertanto cinco como nueve aos. Tena un halo dorado, entre angelical y siniestro,alrededor del pelo, cortado al plato, ese corte que se dice que le hacen lasmams a los hijos de pelo lacio y que consiste en ponerles un plato sopero en lacabeza y cercenar todo lo que sobra. Pero a la noche sueo con el fotograma: el

    nene no es un nene. Es un extraterrestre o una especie de Yasy Yater. Nunca leveo la cara, pero veo que se desparrama, que le salen tentculos y que el rubiose vuelve verde, cosa -esta ltima- que le suele suceder tambin a las que setien con tintura barata o agua oxigenada. El nene-extraterrestre repite una vezy otra: Es el hombre inodoro. Le gusta comer caca y eso es lo que yo le doy. Nocon letras de subttulo. Con voces diferentes. Voz infantil de doblaje, vozestentrea, voz de androide, voz de locutor de Ulises. De a poco todas las vocesse van superponiendo y me asusto. Un resquicio de conciencia en el sueo mepermite despertarme, y ya no puedo volver a dormir. En el celular son las tres yveinte, en mi reloj son las tres. Es el hombre inodoro. Le gusta comer caca y eso

    es lo que yo le doy. Me confundo y ya no recuerdo si el celular est adelantadoo el reloj est atrasado.

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    Es por el miedo.Al nenito. A la caca. A las voces que, aunque ya estoy despierta, no se

    evaporan. Al contrario, retumban en la habitacin. Suenan ms fuerte.Si voy ahora tal vez llegue antes que el recolector de basura o que los

    carriteros, esa marabunta depredadora de la fauna urbana. Desde mi casa, a esahora, me tomara menos de veinte minutos. Voy. Me quedo. Voy. Hace dosmeses me puse la antitetnica, pienso a favor del argumento de ir, porque antesde dormir vi el programa del Dr. Drew, que deca a la cmara -despus deentrevistar a un grupo de neoyorquinos a quienes les deca as, a granel, queseguro que todos tenan el virus de la verruga genital- que uno debe hacerseresponsable de su estado de salud para poder tener una vida sexual activa en suadultez. Voy. Est fresco y est oscuro, pero la oscuridad iluminada del alba esmejor que la oscuridad de mi habitacin llena de voces y de halos rubios. Meacuerdo del tipo con guantes y antes de salir saco de abajo de la pileta de lacocina un par de goma, amarillos.

    Llego al contenedor. Las latas de pelculas estn todava ah. Pero ahorahay muchas ms, la del nenito debe estar necesariamente sepultada, tal vez enel fondo mismo. Pienso en cmo voy a hacer para encontrarla. Debera sacartodas las latas. Una por una, una a una. Apilarlas en la vereda, y revisar losrollos. Intento sacar cuentas: a razn de 24 fotogramas por segundo, decenas depelculas, eso da..., da a quin engao, los nmeros me odian y por eso semezclan y me sudan las manos, por los guantes de goma y de los nervios.Pienso en irme, porque la tarea se presenta gigantesca, sobre todo una vez queempiece a sacar lo de arriba y tenga que meterme adentro para alcanzar lasotras latas. Pero no fui hasta ah para irme sin el mnimo esfuerzo.

    Pienso tambin en llamar a alguien para que me ayude y no se me ocurrea quien. Escucho otra vez la voz que dice: Es el hombre inodoro. Le gusta comercaca y eso es lo que yo le doy. Cierro los ojos y frunzo la nariz, me digo carajo yme digo que cruc la ciudad en plena madrugada huyendo de la voz y la vozme persigui y me encontr.La voz est unida a un cuerpo. Es Ulises, el ciego. Lo veo del otro lado delcontenedor, metiendo la mano, agarrando una lata y olindola. Quiero ver sitiene olor a caca, dice. Cmo ver, le digo yo, vos no eras ciego, no sos ciego. Yel contesta que es una forma de decir, que nadie dira quiero oler si tiene olor acaca o quiero oler si es de color mbar.

    Yo lo miro. Me callo y lo miro.Qu mirs, me dice. Yo le reclamo, cmo sabs que te miro, si sos ciego.

    Soy ciego, pero no boludo, responde. No te creo, le digo, no s si sos ciego, y meparece que sos medio boludo, o boludo no, pero tenebroso, o malo,o cualquiercosa oscura y que da miedo, qu hacs ac. A esta altura Ulises ya no meescucha, sigue agarrando latas y olindolas como un animal. Lejos de aplicar unmtodo clasificatorio y lgico, como el que a mi se me ocurri, l agarra las latasal azar, las acerca a su cara, prende la aspiradora de su narz y despus las tirapara cualquier lado, algunas incluso otra vez dentro del contenedor. Yoempiezo a decirle: as no vas a ... pero me callo, porque ya s que no me escuchao que me escucha y no le importa lo que digo. Se detiene en una lata en especial

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    y le dedica dos aspiradas, una ms de lo que vena haciendo hasta el momento,no podramos decir lo habitual, porque no es habitual andar oliendo latas depelculas a las cuatro de la maana, en una calle cntrica y desolada. Ac est,masculla, da media vuelta y con toda naturalidad enfila hacia Yegros. Le gritoque espere, que la pelcula es ma, que yo la vi primero, que yo la vine a buscary que a el no le sirve para nada, porque es ciego. Ciego de mierda, le digo. El yaest doblando la esquina.

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    La Venus de mantenimientoEver Romn

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    Antes de comenzar a ensimismarme, era una persona relativamente servicial.En la oficina caan a mi cargo la organizacin de cumpleaos, rifas,

    memorndums para todo tipo de diligencias. Incluso organizaba actividadescompletamente ajenas a la Municipalidad pero sin las cules la calidad de vidade los empleados pblicos sera simple resta. En las oficinas de laMunicipalidad de mi ciudad ramos muchsimos empleados. Una cantidad queno paraba de crecer y crecer. An ahora, que yo no estoy ms all, puedoasegurar que sigue creciendo la cantidad de empleados. Probablemente, sigacreciendo durante siglos, hasta que, un da, como suele suceder en este tipo decasos, la oficina ya no haga falta y los empleados sean simplemente despedidos.O puede incluso que los empleados pierdan el inters en ir a trabajar, intersque por otra parte no tienen, y las oficinas queden poco a poco despobladas.

    Esta posibilidad es remota e impensable, pues nada gusta ms a los habitantesde mi ciudad que cobrar un sueldo sin hacer nada. Y el objetivo principal detodos es, en el fondo, pertenecer a la casta privilegiada de empleados pblicos,de la cual una vez, durante ms de diez aos, yo form parte. Por viejasfotografas en blanco y negro que se exhiben en un museo, se ve laMunicipalidad cuando se constituy por primera vez. Ocupaba un predioextenso, lleno de rboles, y el edificio era apenas una casa de un solo piso conamplias habitaciones bien ventiladas. Hay una foto en la que se ve al primerintendente. Est sentado en un gran escritorio, la oficina tiene unos pocos librosy papeles, todo rigurosamente ordenado; repantigado en su silln, con el

    corpachn imponente, el hombre de grandes bigotes sonre al fotgrafomientras en una mano sostiene una pluma para escribir y en la otra mano tieneuna guampa de mate. A su lado estn parados dos enjutos personajes devestimenta formal, ojerosos. El retrato irradia calma y optimismo. En otrasfotografas se ven las oficinas, con un escritorio en cada una en donde afanososempleados sonren. El blanco y negro de las imgenes les confiere un aire irreal,y es an ms irreal si uno las compara con el actual estado de esta institucin.Pues aunque el predio sigue siendo el mismo, ya no hay un solo rbol, sino queen cada espacio disponible fueron erigidas torres de quince pisos llenas deoficinas minsculas atestadas de gente, cruzadas de corredores y escaleras,

    siempre con transito complicado. El tiempo que trabaj all los empleadosaumentaban ao tras ao. A medida que se sucedan los gobiernos municipales,cada autoridad elegida traa consigo un nuevo grupo de empleados deconfianza, que se sumaban como mejor podan a los empleados ya existentes.Yo entr siendo adolescente, como secretario de un poltico que se retir muypronto. Fue gracias a una recomendacin de mi hermana Helga, que nuncasupe cmo entr en contacto con una enredada cadena que deriv en un puestode trabajo para m. Cundo mi jefe me vio, me asign un escritorio pequeo,que compart con otros cuatro secretarios de ms o menos mi misma edad. Notenamos nada que hacer, salvo hacer fotocopias o dividirnos semanalmente la

    preparacin del mate que compartamos con regularidad. Cuando mi jefeanunci su retiro, nos quedamos sin oficina. Qued bogando por varios puestos

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    imprecisos durante algunos aos, dependiendo de cada gobierno que ibapresentndose. El ltimo ao lo pas en Recursos Humanos, sin hacer nadaparticular salvo cumplir un horario, aunque figuraba como secretario de otropoltico que no se presentaba nunca al trabajo. En la oficina de este polticohaba otros secretarios suyos que se haba trado por su cuenta. Yo fui de-signado por el Sindicato de Empleados de la Municipalidad para trabajar enesta oficina, puesto que era un empleado con derechos de antigedad y comoya en otros gobiernos haba quedado sin una funcin especfica. Pero no cuajen esta oficina. No me daban tareas, lo cual dentro de todo es muy normal, perotampoco me dieron un escritorio ni gaveta para guardar mis cosas. Los nuevossecretarios de este poltico eran gente muy egosta y mostraban mucho recelo demi presencia. Por suerte, pronto ocup la oficina de otro poltico, cuyasecretaria, Romina, se haba hecho amiga ma muy rpido, para guardar miscosas. Pero como en esta nueva oficina tampoco tena trabajos que realizar, fuidando vueltas de oficina en oficina, buscando qu hacer, hasta que me hicieronun lugar en Recursos Humanos. All, donde tampoco haba nunca nada quehacer, gracias a la ayuda de mi nueva amiga, empec a trabajar para losempleados que no tenan trabajo y que, como yo, deseaban a toda costa haceralgo; pues vagar de pasillo en pasillo por los edificios gigantescos de laMunicipalidad resulta agobiador si lo hacemos da tras da, de ocho de lamaana a cuatro de la tarde, durante semanas, meses, aos. Y es tambin muydoloroso recorrer los pasillos y no ver ms que empleados deprimidos,vagando de este a aquel rincn, tomando mate, fumando cigarrillos, comiendoempanadas, engordando. Los nicos que disfrutan en esta situacin son losnuevos empleados que llegan con cambios de gobierno. Creen, en suingenuidad, estar en un paraso al ganar un sueldo relativamente bueno sinhacer nada. Pero muy pronto, al ao, se dan cuenta de su error. Entoncesempiezan a peregrinar apesadumbradamente de pasillo en pasillo. Buscan untema de conversacin trivial con el primero que se topan; despus ya dejan debuscar siquiera un tema de conversacin; y despus no hacen ms que estarparados y fumar cigarrillos. Engordan. El estmago de los hombres vaabultndose, las caderas de las mujeres adquieren una espantosa consistenciagelatinosa. Uno puede conocer, por el molde del cuerpo de los empleados, laantigedad que tienen. Los culos gigantes, vrices, granos en las caras, ojosamarillos de tanta yerba y tabaco, son marcas que deja en uno la vidamunicipal. La voz se hace cada vez ms ronca, casi ininteligible. Las mujeresacostumbran a combatir este problema con actitudes promiscuas. Uno cami-naba por los pasillos y ve piernas regordetas de secretarias abrindose ycerrndose, mostrando el pubis afeitado sin ropa interior. O blandas tetasmecindose sin sostn y maquillados rostros sonrientes y manos de blandomovimiento que te buscaban la mejilla para posarse suaves a la menoroportunidad. Si a alguien se le ocurre, en un arranque de optimismo, meter enun limpio corral a baados y lustrados chanchos, no esperar que se conservenpulcros con el paso de los das. Los chanchos empezarn lamindose el cuerpopara quitarse el lustre, se mojarn con la cubeta de agua que se les ponga parabeber, luego se revolotearn en tierra, ensucindose; luego derramarn el agua

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    de la cubeta para obtener barro, se hundirn en el barro, emergern del barro,disfrutarn el barro como si fuera un manjar. Un corral pequeo no puedeevitar volverse aburrido. Los chanchos, ya hartos del barro, comenzarn a darvueltas de aqu para all en el corral ya emporcado, se mirarn entre s, bajarnla mirada, se tirarn otra vez en el barro, esta vez ya sin mucho entusiasmo sinocomo si fumasen un gran porro contra el insomnio. Despus las chanchascomenzarn a mirar a los chanchos, y los chanchos a las chanchas, e inventarndesganados juegos para pasar el rato en chapoteo y chapoteo. Cuando lossecretarios de la Municipalidad de mi ciudad, luego de pasarse casi toda lamaana encerrados ante su escritorio, o de estar parados y fumando en unpasillo, o de pasarse el da dando vueltas entre pasillo y pasillo, ven a algunasecretaria abandonada en su clamoroso paseo, se paran ante ella impidindoleel paso y le indican un pasillo cualquiera. Inmediatamente dan media vuelta ypoco despus la secretaria marcha tras ellos, perdindose en algn piso enreparacin de los edificios municipales. Siempre hay pisos en reparacin en losedificios de la Municipalidad de mi ciudad. Uno no tiene ms que ir a lasoficinas de mantenimiento para informarse. Algunos pisos tardan meses antesde volver a ser habitados, pues los empleados de mantenimiento se encargan dehacerlos funcionales para los raptos secretos. Y en estos pisos se encierran lossecretarios municipales con las secretarias. Yo acostumbraba cada tanto a ir amirar, cuando no haba nada particular con qu entretenerse. Fue as comoconoc a Romina. Llegu al piso cuarto de la torre 3, donde poco antes hubo unprincipio de incendio en el que se quemaron algunos documentos contables dela administracin anterior. El olor a holln era penetrante e irritaba los ojos. Noobstante, el trfico de secretarias y secretarios era intenso. Llegu con el matelisto y un paquete de cigarrillos. Me traje una silla para estar ms cmodo y unalinterna para ver mejor, pues en el piso haban cortado la luz y las ventanaseran pequeas y casi no entraba sol. Me acomod frente a una cubetaennegrecida por el humo y me dispuse a esperar a que la ocupe alguna pareja.Ah lleg una mujer y me suplic que entrara con ella a la cubeta. Le dije queestaba cansado, que solo haba venido a mirar. Segu sirvindome mate y lamujer se arrodill frente a m y me abri el cierre del pantaln. Al notar que porms que chupaba no me vena una ereccin le repet que estaba cansado y leinvit mate. Se sent en mi regazo y unos minutos despus lleg una secretariade la Oficina de Prensa con dos secretarios que no conoca y tras ellos unimpdico gordo, que siempre est de mirn y disfruta masturbndose mientrasobserva a las parejas. El tro entr en la cubeta luego de preguntar nos si estabalibre y el gordo se acomod al lado nuestro quitndose los pantalones. Yoalumbr al tro con la linterna y uno de los secretarios ponder mi accin. Lasecretaria tena unas enormes tetas lechosas que se sostena con las manosmientras los dos secretarios se las laman como perros sedientos. La secretariaaullaba y las bocas de los secretarios empezaron a recorrerle el cuello, laespalda, chapoteando en baba, mordiendo, animales, y el gordo a nuestro ladoempez a masturbarse con frenes. Entonces la mujer que estaba en mi regazosinti una violenta arcada y vomit encima del gordo, con tanto cuidado de nomancharme que casi no me di cuenta. El gordo se espant y de un bofetn

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    arroj a la mujer de mi regazo y sta fue a parar a unos metros de m,deslizndose por el piso. Dentro de la cubeta la secretaria felaba a los dossecretarios, metindose un pene en la boca mientras aprisionaba el otro entresus lechosas tetas, movindose como una anguila, toda humedad. La secretariatena una boca enorme y por momentos se tragaba completamente los dospenes, con testculos incluidos. Era un espectculo bastante agradable, pero nopude disfrutar porque los gemidos del gordo masturbndose a mi lado mequitaban concentracin. Le ped que se fuera a otra cubeta sino quera que levomite tambin. El gordo recogi sus cosas y yo volv a cebarme mate, pero yahaba perdido el inters. Entonces record a la mujer. La vi tirada a unos metrosde m, convulsionando por el llanto. Me acerqu y le tend la mano, luego lasent y le arregl los cabellos y le acarici delicadamente la cara para calmarla.Haba acariciado antes otras mejillas, pero pocas veces disfrut al hacerlo. Esdecir, acariciar una mejilla no pasaba de ser un gesto automtico, que ms quesentir la mejilla ajena me haca sentir mi mano recorriendo una superficie queno me despertaba ninguna emocin. Pero el rostro de la mujer era tan suavehumedecido por las lgrimas, que aunque dur apenas unos segundos lo sentcon mucha intensidad. Ella me sonri y yo le sonre. Nos miramos largossegundos hasta que nos brillaron los ojos. Fue hermoso. An ahora, alrecordarlo, me embarga una dulce emocin. Me llamo Romina, me dijo lamujer. En una institucin como la Municipalidad, donde hay miles deempleados y a cada nuevo mandato se suman ms y ms, ponerse a decirnombres o andar preguntndolos resulta completamente intil. Es imposiblerecordarlos todos. Hay muchas tcnicas que se aplican, como por ejemplodesignar a los empleados por grupos. Mantenimiento, Prensa, RecursosHumanos, etc. Las caras no importan, pues terminan parecindose muyrpidamente. Uno solamente debe recordar la dependencia de cada empleadopara cuando requiera alguna cosa en especial. Entonces, los de Mantenimientousan overoles, los de Prensa camisas con rayas, los de Recursos Humanoscamisas blancas, los secretarios de polticos corbatas con el color de su partido,los izquierdistas van en remera y usan barba, etc. Las secretarias, sin embargo,son todas iguales. Si bien uno aprende los uniformes y tiene as un panoramapara desenvolverse con comodidad, nunca es posible hacer nada con lassecretarias. Carecen completamente de identidad individual y son parte de uncorpus de minifaldas y camisas escotadas que se multiplican por cientos en lospasillos y oficinas. Es imposible individualizar a las secretarias. Y cuandoRomina me dijo su nombre, mientras me sonrea y yo le acariciaba las mejillas,supe inmediatamente que habra un nombre de secretaria que me sabra y queasociara a un rostro, un peinado, a una particular forma de caminar. Lasecretaria de la cubeta empez a quejarse a los gritos y esto nos sac, a Rominay a m, de nuestro encandilamiento. Al parecer los secretarios se habanolvidado de la secretaria. Mientras los dos secretarios se felaban mutuamente, lasecretaria iba vistindose a los manotazos, gritando, fuera de s. Romina seasust y de un tirn me oblig a levantar campamento. Corriendo, salimos delpiso. Al otro da, yo ya tena una gaveta donde guardar mis cosas.

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    Por conversaciones mantenidas con Romina pude deducir un vago mapa de suvida y, al compararlos, ver que no se diferenciaba mucho del mo. Viva con lamadre en un barrio donde hay una catedral bastante fea pero muy famosa enmi ciudad, y el barrio lleva el nombre de dicha catedral. Planeamos varias veceshacer una excursin por su barrio, pero invariablemente lo olvidbamos a lahora de la salida. Uno pasa encerrado durante ocho horas en un edificio catico,donde no hay nada ms que hacer que recorrer una y otra vez pasillos y pasillosdonde otra gente tambin camina sin parar y al pasar estas ocho horas esimposible recordar algn plan que se haya hecho. Romina era capaz de hablardurante 20 horas seguidas, pero siempre muy coherentemente. Parece queestamos en un matadero, me deca, la ciudad es un corral gigantesco dondenosotros pastamos como vacas y entre nosotros se mezclan los troperos, quepor no tener nada que hacer se ponen a pastar tambin. Ves la cara deindiferente amargura de todo el mundo? Cara de rumiantes tenemos todos. Noves siempre masticar y masticar a la gente? Rumoreantes. Todo el tiemporumoreando. Sospechamos de todos, todos sospechan de nosotros. Cualquierapuede ser el tropero que nos vigila. Pero como los troperos no tienen una caraespecial ni llevan uniforme, estn tranquilamente y a nadie le importa. Uncorral lleno de estpidas vacas! No tenemos hroes, somos una ciudad decagones. Cuando nos sacan del corral, nos llevan por un callejn, y nosotrosavanzamos como las vacas, con los ojos dulces y abiertos, con ojos vacos, y ninos imaginamos que al final del callejn alguien nos dar un martillazo en lanuca, o una pualada, para despus desangrarnos y sacarnos el cuero y vendernuestra carne en las carniceras. Nos entregamos con ojos redondos!Generalmente por las maanas Romina estaba de buen humor. De su casa traaun enorme termo de caf con leche, que gustbamos de tomar en tacitas deplstico, acodados en alguna de las ventanas, mirando pasar coches y coches.Mientras tombamos caf, Romina acostumbraba a desplegar su metforavacuna. Al final del callejn del matadero cmo se llama ese caminitoangustiante que lleva a las vacas al quirfano? Donde alguien les da el estoquefinal? Yo, por supuesto, no tengo idea. Ah al final del callejn, los troperosesperan a las vacas travestidos de vacas, te das cuenta? Los troperos tambinson vacas! Tambin con los ojos redondos. Y entonces ah no pueden dar elestoque a nadie. Y al final del callejn, los troperos no hacen ms que abrir unapuerta que conduce a otro callejn por donde las vacas continan el angustiosocamino. Este nuevo callejn a su vez termina en un mataderito donde otrostroperos-vacas no saben qu hacer y le abren a las vacas otra puerta a otrocallejn y as Cundo vamos a parar de caminar por este callejn? Cundovan a darnos el estoque para ya de una vez ir a las carniceras? Probablementenunca y es un bajn. Como nunca tuve con qu replicar sus teoras, aunque nolas comparta en absoluto, asenta a medida que ella me iba hablando. Ves aaquel tipo de all, el de mantenimiento. Su nombre es, segn el identificador dela pechera, Amrico Moreira. Pods imaginarte un nombre ms acertado? Sedice que Amrica Morir, se dice eso, pero sabs algo?, esto no va a pasar.

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    Romina invariablemente tena comentarios optimistas sobre polticainternacional, pues como todos los de mi ciudad, mostraba una fe ciega en quealgo estara ocurriendo en alguna parte que, por un efecto colateral, nosarreglara la vida a nosotros. Lo que estn haciendo los venezolanos, lo queestn haciendo en Bolivia, ya nos va a tocar tambin a nosotros. Esto estdestinado a mejorar. Por eso es importante que vengan ms extranjeros a vivirac, que vengan espaoles, que vengan argentinos, chilenos. Pues si de nosotrosdependiera no se conseguira nunca nada. No hay en la historia una decisinms idiota que la de no habernos anexado al Ro de la Plata en la poca de lacolonia. No somos capaces de hacernos cargo de nosotros mismos. Somos unalstima Cuando los comentarios adquiran este tenor aburrido y deprimente,aprovechaba para preguntarle acerca de su vida fuera de la oficina. Laastrologa, que es la sicologa de la edad Media, dice todo sobre m. Soy Aries.Tambin tengo una mam. Y un padrenuestro, que todas las noches estconmigo. Y estudio Historia. Etc. Cuando haca demasiado calor para tomarcaf con leche, bebamos grandes cantidades de agua fra, siempre acodados enuna ventana que da a la calle. Lo peor de este calor infernal es que no nos haceya nada. La gente dice: parecemos estpidos porque el calor nos adormece. Esmentira! Parecemos estpidos porque somos estpidos! El calor para nosotrosno es ms que una excusa perfecta para justificar nuestra perenne miradavacuna. Que me mata el calor; que no quiero caminar porque hace calor; que noquiero hacer ningn movimiento porque hace calor. Que no puedo pensarporque hace calor. Excusas. El sol, como le ocurre a la gente del Caribe, noscarga de energa. Somos bateras sobrecargadas, deberamos andar explotandotodo el tiempo, te das cuenta? Energa solar es lo que nos sobra Pero somosbateras inservibles. Como esas bateras de coches viejos que se dejan sin usaren los talleres. Alguna vez nos va a servir esa batera, dicen los mecnicos,pero nunca llega este alguna vez. Te das cuenta? Estamos sometidos al algunavez; el alguna vez nos sodomiza. Yo no quiero vivir como una vaca en unmatadero. Estoy llena de sol, te das cuenta? Si me conectan un camin de dosejes lo podra hacerlo arrancar y funcionar por cinco mil kilmetros, por 30 milkilmetros, x 190 mil kilmetros hasta que explote. Por eso necesito ir a bailarcada viernes. Si no voy a bailar los viernes mis brazos, mis piernas deendurecen, mi cuerpo se pone como si fuera yeso y empiezo a marchitarmecomo una planta chaquea en plena sequa, o de los contrario me pudro comouna planta que tiene demasiada agua. No quiero ser una planta, mucho menosuna vaca. Necesito moverme, correr, bailar, siento que me desparramo de sol sio hago algo, sino gasto este exceso de energa que tengo Necesito ser una cosaen ebullicin. Efectivamente, cuando Romina hablaba en estos trminos veacmo su cuerpo se volva luminoso, irradiaba calor como un foco de 400 watts yle corra sudor por la comisura de los labios y las aletas de la nariz. Podradecirse que se volva una cosa siniestra y bella, como un colorido sapo decermica o un diente de oro. Alrededor de ella no haba ms que depresin, yomismo no emita ms que una luz gris, los empleados municipales caminabancerca nuestro cada vez ms marrones, ms color caqui, gomosos, dejando un

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    rastro repugnante como la baba de los caracoles. Y en medio de este lamentableespectculo, Romina arremeta perorando.

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    Realmente de no haber conocido a Romina aqulla vez, ahora tendra que hacerun esfuerzo inmenso para encontrar algo que valga la pena de esa etapa de mivida. No exagero diciendo que muchos como yo desconoceran como ajenas odemasiado inciertas de no ser por Romina aquella poca compartida deespantosa vida de empleado pblico. En las oficinas de la municipalidad de miciudad nunca hubo una persona cmo ella, que con su sola presencia y sinproponrselo, empez a generar una ebullicin que nos encendideliciosamente la temperatura del alma de nuestra dinmica cotidiana. Rominafue empleada en la Municipalidad de mi cuidad gracias a una complicada yextensa cadena de amigos y familiares que conocan a uno de los polticos quetomaron cargo el ltimo gobierno. Fue contratada para una funcin quesiempre desconoci, as que se pasaba el da conversando conmigo. Tena 19aos, era muy alegre y le encantaba bailar. Cada lunes tena alguna ancdota defiesta para entretenernos por das. Por mi parte le hablaba de mi hermanaHelga, de mi madre, del tedio de los ltimos aos en la Municipalidad. Juntosideamos un plan para agenciarles todo tipo de tareas a los deprimidosfuncionarios municipales. Organizamos cursos de capacitacin, que dictabanlos empleados con ms aos en la institucin. Un calendario de cumpleaos,que nos daba normalmente dos a tres fiestas diarias de madia hora cada una, enlas que comamos empanadas y fumbamos cigarrillos en alguno de los pisossin usar. Estas fiestas resultaban, por ms esfuerzo de nuestra parte, muytediosas, pues los empleados no tenan de qu conversar entre s y la comidaduraba muy poco. Entonces organizamos las fiestas de cumpleaos durante laspausas de los cursos de capacitacin, en los que el inters de los asistentes seevaporaba en no ms de media hora. As tenamos media hora de curso, mediahora de cumpleaos en que los asistentes tenan como tema de conversacin loscursos y luego otra media hora de curso en que se paliaba los huecos grises conancdotas de las fiestas de cumpleaos. Esto hizo que de 9 de la maana a 10:30la vida de la institucin adquiriera una agitacin bastante particular.Empezamos a ser conocidos por los dems empleados, que nos trataban condeferencia. Luego, cuando las fiestas y los cursos comenzaron a hacersemontonos, organizamos encuentros de intercambio cultural, donde habaconciertos folclricos, lecturas de poesa y obras de teatro. Cuando tambin estose volvi montono y no alcanzaba con mezclar los cursos, cumpleaos yencuentros culturales, organizamos encuentros con empleados de otrasinstituciones municipales de ciudades vecinas. Estas actividades tuvieronmucho xito al principio y dejaban la institucin vaca de gente algunos das.Romina y yo no asistamos a estos encuentros sino que nos pasbamos el daplaneando ms actividades. A las pocas semanas, empezaron las quejas porqueen las otras instituciones donde iban los empleados no tenan nada que hacer,pues el problema de depresin era intenso en estos sitios y los empleados de

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    nuestra municipalidad se mostraban demasiado hiperactivos para los otros yterminaban crendose grupos separados donde los empleados no hacan msque mirarse las caras. Llegaban entonces a nuestra institucin cada vez msdeprimidos. Romina y yo ideamos un plan nacional extenso, conseguimosfondos de los polticos que estaban encantados de tener sus oficinasdesocupadas, y este plan consista en recorridos tursticos por el pas que serealizaban mensualmente y duraban de tres a cuatro das. El plan tuvo un xitoinmenso. Tuve la oportunidad de ir con Romina a numerosos destinos, encaravanas de colectivos con miles de empleados que como langostas arrasabancon todo lo que encontraban a su paso. Por el impacto econmico que esto tuvoen los pueblos, aparecieron notas en los peridicos y la televisin. Muchospueblos empezaron un tmido crecimiento econmico gracias al consumo de losempleados municipales. Sin embargo los periodistas exageraban el impactoeconmico en los pueblos, hablando de progreso y pasos gigantes en eldesarrollo del pas, que prontamente el Estado tom en serio nuestro proyecto ylo hizo extenso a ministerios y otros organismos. Todas las instituciones delEstado crearon una dependencia encargada exclusivamente para elentretenimiento de sus empleados. Primeramente nos era bastante llamativoque en un pueblo nos encontrsemos con empleados del Ministerio deHacienda o el de Agricultura. En pocos meses, sin embargo, nuestros viajes, queya para entonces incluan cursos de capacitacin en historia, literatura, msica ydestinos tursticos relevantes en cada regin, amn de una rigurosaorganizacin en la compra de productos comestibles y suvenires, erancompartidos por muchos empleados ministeriales, militares, mdicos,sacerdotes e incluso haba una caravana de vehculos particulares que nossegua a todas partes. En los pueblos nos reciban con vtores y festivales. Luegose nos sumaron los senadores y diputados nacionales. Entonces los pueblos,adems de lucrar econmicamente, organizaron asambleas para pedir reformasa los polticos. En cada pueblo nos esperaba una asamblea popular, conformadapor desempleados, comerciantes, campesinos sin tierra, terratenientesdescontentos, inmigrantes desahuciados, etc., lo cual generaba peleas y acritudgeneral. Como Romina y yo vimos que esto amenazaba gravemente nuestroproyecto, empezamos a visitar los pueblos unos das antes de las caravanas, yen estas visitas nos adentrbamos en todos los pedidos populares y luegoredactbamos complejos y efectivos discursos para los polticos. Esto no gustnada, pero los polticos se dieron cuenta de que no haba opcin. Nadie estabadispuesto a volver a las oficinas estatales, a su tedio mortfero. Ya para entoncesestas caravanas eran la nica actividad de todos los ministerios y dependenciasmunicipales. Pero, como era de esperarse, a los pocos meses los asamblestaspopulares cayeron en la cuenta de que ninguna de las promesas era cumplidapor los polticos. Conseguimos entonces que el presidente nos acompaaraalgunos viajes, para que con su presencia nos visemos ms respetables. Elefecto fue completamente opuesto. Por ms seductores que redactbamos lostextos y por ms nfasis que ponan los polticos, no logrbamos calmar losnimos. Entonces la prensa empez con noticias que hablaban de promesasfalsas, de mala praxis estatal, ese tipo de cosas. El estado volvi intervenir. Esta

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    vez, con la creacin de un Ministerio de Ayuda al Empleado Pblico. Porsupuesto, no nos llamaron para ningn cargo. De la noche a la maana,dejamos de trabajar y empezamos a formar parte de estas caravanas quevisitaban cerros, lagos, cataratas, bosques, siempre lugares despoblados. Eranviajes conmovedores.Llegbamos a un sitio, un gua explicaba el lugar, nos ponamos los trajes debao o los zapatos de escalar, y empezbamos a recorrer lo que haba. Salvocuando haba accidentes o al contar los asistentes faltaban algunos en la lista, obien porque se haban perdido en la aventura, o bien porque haban huido, noencontrbamos absolutamente nada atractivo para comentar despus. Loscoches de civiles que nos acompaaban dejaron de seguirnos. Luego la prensanos abandon. Tambin los empleados empezaron a pedir licencias para noasistir. Y, tambin y pronto, Romina y yo volvimos a nuestra rutina municipaldiaria.

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    Meses despus, Romina cay en una profunda depresin. Lo que le ocurri sinembargo es completamente comprensible, pues para un espritu tan vivo comoel de ella, que haba logrado un protagonismo ejemplar y una hiperactividadacorde a su organismo, no le result nada fcil volver a la gris vida de secretariamunicipal. Lo peor de todo fue que nadie se acerc a decirnos, por ejemplo, quenuestra faena fue inspiradora, o para agradecernos por lo que habamos hechopor nuestra vida laboral, sino que simplemente olvidaron todo. Nos olvidaron.Pronto, salvo algunos que compartan invariablemente con nosotros lospasillos, olvidaron nuestros nombres. Y al chocar con nosotros, ya sea poraccidente o porque nosotros forzbamos el contacto para buscar una reaccin,ni siquiera osaban una disculpa o un pedido de explicacin. Daban un paso alconstado y continuaban su camino. Recuerdo que cuando o el rumor de quenuevamente estaban siendo usufructuados los pabellones vacos de los edificiosmunicipales para las aburridas orgas de los empleados, le pregunt a Rominasi tal vez ocupndonos de organizar mejor esta costumbre quiz logremosnuevamente encausar a nuestros compaeros de trabajo hacia acciones que lesquite la depresin. Pero Romina ignor mi idea. Ya haba ignorado otras ideasmas anteriormente. Debo decir que estaba empezando a ignorarmesistemticamente. Pero yo no quise darme por vencido y fui a visitar un pisoque sufri un incendio haca poco. En el camino, subiendo escaleras yascensores, me cruc con secretarios gordos y babosos, al igual que conemperifolladas secretarias que translucan una tierna lubricidad. Me di cuentade que el imperio del onanismo haba vuelto triunfal. Esto me entristeci, perono me arredr. Segu avanzando por ms pasillos y escaleras hasta que di con elpiso recientemente incendiado. Haba agua en las paredes y el piso, pues elincendio haba sido considerable y tuvieron que intervenir los bomberos. Lasparedes estaban adornadas de un color negro amarronado, y el intenso olor aholln era disimulado con un aroma a lavanda que seguramente los deMantenimiento rociaron para evitar que invada los pisos aledaos. Dentro del

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    piso, vi al gordo masturbador, solo, apesadumbrado, con los pantalonesbajados hasta las rodillas, sentado en una silla giratoria carcomida por el fuego.Tena una oficina totalmente quemada, solo la puerta dejaba adivinar que habasido una oficina, pues el resto, el interior, era solo negrura y humedad. Laoficina estaba vaca. El gordo, al parecer, tambin estaba vaco. No quiero decirque se haya masturbado recientemente, sino que no tena inspiracin. Su bocaentreabierta, los brazos que apretaba contra su pecho resollando, me llenaronde desazn. Dnde est la gente?, le pregunt. Ayer vinieron, hoy todava no,me dijo. Como no tena razn para quedarme ms tiempo all, adems de que elgordo no gozaba de mi simpata, rehce mi camino para darle a Romina miltima gran idea: La Oficina Burdel Itinerante. Consista mi idea en equiparsemanalmente una oficina en buenas condiciones para que sea ocupada por lasparejas, por varias a la vez para ser ms especfico, en las que las secretarias ylos secretarios se desahogaran, a la vez que esta oficina estara provistaespecialmente de asientos cmodos para secretarios como el gordo, para quecada encuentro es realice en condiciones higinicas impecables. As, tras unsorteo semanal, una de las oficinas sera la sede de estos encuentros, y losganadores, es decir los empleados de la oficina, podran gozar de los favores detodos los asistentes, adems de contar con amplios asientos reclinatorios paraobservar. Pero cuando encontr a Romina, ella no me prest el menor inters.Cuando se lo dije me mir indiferente y no me dijo nada. Simplemente diomedia vuelta y se alej, como lo hacan los dems empleados cuando losatropellbamos en los pasillos, pero este alejarse no fue como el de estosempleados, pues me di cuenta en la piel que de que quien Romina se alejaba noera solo de m, sino tambin de ella misma. Como cuando una vbora cambia depiel, y se aleja olvidndose de su antigua piel, pero se aleja ya no brazoscruzados sobre el pecho, la boca entreabierta, como si le costara respirar. Estoera comprensible por el espantoso olor a holln del piso. Frente a l se abrasiendo serpiente, sino simplemente siendo una cosa grcil y brillosa, muertaaunque an provista de energa y movimiento, y lo que deja atrs, su antiguapiel, sea a fin de cuentas su propia vida. Romina se alej de m esa maanacomo un cuerpo que deja librada al azar su propia alma. No la segu. Admitcon dolor que yo ya no le interesaba. Que ella misma ya no se interesaba. Enposteriores acercamientos comprob que ya no quera hablar con nadie, que yano poda hablar con nadie. Fue nuestro alejamiento ms doloroso, pero solosignific el comienzo de nuestro alejamiento definitivo. Yo la segu observandodurante algn tiempo ms, cuando las visitas de los empleados a las oficinasincendiadas comenzaron nuevamente a hacerse usuales, y el gordo sala por lastardes con una amarga sonrisa en la cara, seal de que el da le haba brindadocierto sosiego. Llegaba a la oficina e iba inmediatamente a alguno de los pisosabandonados acompaada por algn secretario. Fui tras ella cada vez quepoda, me sum a la actividad un par de veces, pero luego perd el inters y yani siquiera iba a verla. Un da me lleg un rumor muy extrao. Me dijeron queRomina ya nunca sala de un piso que estaba en reparacin. Quiero decir: yanunca iba siquiera a su casa. Tena un colchn que le pasaron los deMantenimiento, una cobija, jabn, algunas mudas de ropa consistentes

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    nicamente en camisones y medias con ligueros. Cobraba precios exorbitantespor lo que muy pocos se animaban con ella, aunque los que lo hacan lorecordaban como una experiencia fantstica, nica. Se cre un mito en torno aella. Le decan la Venus de Mantenimiento. Apenas cobr el mes siguiente, fui averla. El piso que ocupaba era sombro, sin luces, producto de otro incendio dedocumentos. Pero en vez de holln, el olor que desprenda era a canela. Un olorintenso a canela. Mareaba. Tuve que atajarme de las paredes para no caermientras avanzaba. Luego de atravesar un pasillo encontr un camino hechocon velas aromticas que segua hasta una cubeta del fondo. Segu el camino develas, el olor iba suavizndose por lo que pude caminar con ms seguridad.Pero segua embriagado. Apart unas cortinas de raso, de un color moradosuave con bordes de oro viejo y finas rayas rojas, y entr a los aposentos deRomina. Una gran cama de sbanas blancas ocupaba toda la dependencia, eratan grande que no dejaba espacio para caminar. En el centro de la cama, conmedio cuerpo cubierto por las sbanas, estaba Romina, mirndome con unasonrisa. Estaba resplandeciente, como si su cuerpo hubiera absorbido todas lasluces de las velas. Se sent en la cama y me tendi los brazos. Aipota ne rendycherehe, 1me dijo con una hermosa voz ronca. Ced, de alma. Al volver a laoficina de Recursos Humanos, hacia el final de la tarde, encontr los pasilloscompletamente vacos. Camin hasta la puerta, sal. An haba mucho sol.

    1 Guaran: Quiero que te enciendas por m. O bien: Quiero tu saliva por m (N. A.)

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    Cuando yo pago, yo elijo la mesa que vamos a usar y hoy la quiero en lavereda. As de simple y que vengan ya dos birras en la champaera!

    Ya se perdi mucho tiempo en el trabajo, ahora a liberarse de la rutinabebiendo cerveza. Estoy destrudo, esparcido como un vale reventado sobre lamesa. Hoy el trabajo fue demasiado pesado, les digo a los perros. Ambosasienten dciles, laburadores de da y bebedores nocturnos empedernidos.

    Ricardo, que est en el otro extremo de la mesa, me retruca diciendo quepasa si la rutina en s es beber cerveza porque ya es cosa de todos los das y lemando a la puta, que no tome entonces, que se vaya a otro lado por argelado.Dice que solo es una broma. Todo sea por chupar cerveza y con una sonrisafalsa se queda. De todos modos, a mi costado est Juan, un tipo que jams traebromas pesadas, solamente ancdotas que generalmente inmiscuyen a todas las

    pendejas que uno desea

    pero que no dan pelota porque todo est muyenfrascado en el laburo y all, el jefe es el nico churro. Claro, porque daascensos a las novatas que estn dispuestas a descender cabezas hasta subragueta. Y hace aos que est en el negocio as que la suya no es suerte deprincipiante sino suerte de explotador.

    Por suerte, ya es viernes as que zape la mufa laboral!Se est bien en esta mesa cuadrada con los perros, para redondear el da,

    nada mejor que una birra bien fra. Ja ja! Hasta suena a jingle radial la frase. Juan y Ricardo la celebran alzando los vasos espumosos. Salud! Claro, sebrinda pues por lo que nunca hay, corrijo y agrego: salud, amor y dinero.

    Un destartalado mnibus de la lnea 2 (o era de la lnea 7? No, no deliro.Los colores son los mismos) pasa haciendo un ruidazo por la calle General Daz,as que mis ltimas palabras no llegan a los odos de mis comensales, o debodecir bebensales (aunque no todo lo que beben sale), pero igual noms todosalzan sus vasos sin preocuparse mucho de la razn del brindis. Pero algooyeron o intuyeron de lo que agregu porque ahora Juan me sale con unamelanclica historia de una tal Delmira que labura cerca del ministerio. Y esoque apenas es su primer vaso. Por all su ancdota es buena, por all es bola, sise juntan lo bueno y lo ficticio ya ser muy irreal. Le escucho con atencin,mientras van y vienen los vasos de espumosa birra.

    Despus de la ancdota, casi devolvemos de tanta risa y decimos que esapendeja est mal de la cabeza. Sugiero cambiarle el nombre: Deliria en vez deDelmira. Vengan dos birras ms, maestro!

    La conversacin sigue alegre, haciendo ecos dentro de cada uno. No dapara ir al bao, todos queremos escuchar lo que se dice en torno a esachampaera, el jarrn de la flor de conspiracin contra el jefe.

    El mozo lleva billetes y trae botellas. El toque pues es acumular botellasvacas en la mesa. Un espectculo.

    La nica queja viene de Ricardo porque, ndajek, las sillas de plsticoson incmodas aqu. Con ganas luego le retruco por cul: no quers pio un sof

    cama y una masajista purte tambin a tu lado?

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    Juan y yo empezamos a rer, ahogando en risotada la respuesta deRicardo. Cuando nuestro coro risible se va apagando, desde la otra esquinaviene cruzando hacia el bar una mujer flaca, greuda, con una nena,probablemente su hija, a ofrecer flores, caramelos y globos en este bar.

    Cuando se acerca a la mesa le extiendo un billete y le digo que flores paraborrachos no pero que un globo me viene bien. Los perros me salen con eso depara que comprs un globo y les digo que para mi nio adentro. Para tu ooadentro!, grita Ricardo que ya se pone denso.

    Iba comprarle algo a la nena pero tambin a putearle a su vieja portenerle as.

    Justo cuando la nena estira un brazo para pasarme el globo amarillo y yome levanto para retarle a la vieja por explotadora, se cae de la mesa tambaleanteuna de las botellas y al romperse sobre uno de los pies de la nena, empieza asangrar profusamente.

    La mam me grita de todo y cuando me est por dar un botellazo salto ala calle. Les digo a los perros que hay que rajar antes que lleguen las cmaras delos noticieros. Nadie nos va creer que fue un accidente.

    Huir a tiempo no es cobarda, sobre todo si uno ya est medio mareado.Despus de llevar a la nena a Emergencias Mdicas gracias a sus ruegos

    a un taxista despistado que pas por all, la madre se present en la ComisaraTercera para denunciar el hecho, dando un vuelco a la versin para que elaccidente se transformara en agresin.

    La nena con el pie vendado y la hemorragia contenida. La mam con lafuria desatada.

    Ambas se sentaron en el descascarado banquillo de madera de laguardia de la Tercera mirando su oscuro patiecito frontal mientras se preparabael encabezamiento de la nota en un cuaderno de denuncias an ms oscuro.

    La madre cont lo ocurrido para ver si con la denuncia podan cobrarlealgo al tipo, una vez que se lo individualizara. Insisti que un polica laacompae hasta el bar para tomar datos. Queran sacarle plata como sea, msque una mera indemnizacin.

    Un tipo medio panzn, o sea flaco con panza - empez diciendo la viejaque se vea ms flaca al decir esto frente a un oficial verdaderamente gordo queencaraba el turno nocturno, quiz para comer a solas a sus anchas- 25 aoslento, pelo negro, moreno, remera de Cerro

    Seora, dame na una descripcin ms precisa, todos los borrachos anteso despus del partido tienen remera de su clubse plague el oficial quesuspiraba de calor. Del fondo, vino una voz de otro polica acotando quemuchos andan descamisados luego del partido.

    Y estaba hablando solo en su mesa, tomando varias cervezas ya y eseborracho se lanz contra m con una botella y termin tirndole por el pie de mihija un poco, mir na como qued su pie ang

    - Hablando solo? En qu bar me dijiste que pas esto?- Y estaba hablando solo ah en una de esas mesitas en la vereda del barNavarro.- Entonces ya s quin es No tena una cicatriz cerca de su mueca?

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    El gordo oficial mostr con su dedo del medio una especie de cortetransversal en la mueca.

    - Yo no vi de cerca su mano- refiri la vieja sin captar a que vena eso.- Yo vi que tena una marca en esta parte de su mano- abri la boca la nena ycon una ua ennegrecida mostr el trazo coincidente con lo expresado por elpolica quien, al escuchar esto, resopl alejando el bolgrafo negro del acta ydando libertad a los sudorosos dedos de su puo cerrado:

    - Es l, se es el hijo nico de un seccionalero que termin sus das decampaa poltica con un tiro por la espalda. Eso le ha dejado mal, ese tipo estloco, habla solo, simula que trabaja. Siempre anda chupando por all. Una vezintent suicidarse en otro bar de esa zona. De balde vas a hacer la denuncia, note va servir para nada -busc su taza de caf para ofrecerle algo en estamadrugada- ese tipo no tiene ni un guaran, no vas a poder quitarle nada, ni lavida.

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    El SecuestroJeu Azerru

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    En una cantina con piso de tierra, sentados alrededor de una mesitadesvencijada y con varios oos vacos, se hallaban cuatro compaerosbebiendo en vasitos de plstico el ureo elixir que conocan desde nios.

    Tincho, Tyson, Cuchi y Luch eran los apodos de cada uno,compaeros de escuela en la infancia, y colegas en el delito desde la juventud.Uno de ellos era paraguayo, dos brasileros y el otro argentino, pero todos sehaban criado y conocido de pequeos en la misma cuadra, donde sus familiasecharon races. Actualmente se hallaban viviendo en un barrio perifrico aFernando de la Mora, en un terreno que ellos y cien familias ms habantomado ilegalmente y que, a pesar de las amenazas de expulsin por la polica yel ejrcito, pensaban defender con sus vidas.Sus existencias fueron por dems azarosas, salpicadas de exabruptos, perodosen la crcel, crmenes y drogadiccin. A pesar de ello, los cuatro compaeros

    siempre demostraron tener una inteligencia especial para el crimen, y engeneral, nunca fueron inculpados por los actos graves cometidos, sino porincidentes pequeos, rias callejeras o raterismo. Los ltimos golpes habansalido a la perfeccin, y en ese momento se hallaban en un impasse, puesto queel dinero se les estaba acabando y necesitaban perpetrar algn nuevo atracopara sobrevivir un tiempo ms. Su existencia siempre haba estado acompaadade violencia y peligro, y ya estaban acostumbrados a vivir cada da como sifuera el ltimo.

    - Bueno... - dijo Cuchi, bebiendo en un sorbo las ltimas gotas de sucerveza - Qu lo que vamos a hacer? Yo ya estoy seco, y empec otra vez a

    deber plata...- No te queda nada? - lo increp Luch - Y qu hiciste con tus ochentamillones de la joyera?

    - Ndera... Ochenta millones noms eran. Y eso fue hace cinco meses... Laplata se acaba cheraa.

    - Tus chongas lo que te sacan toda tu plata... - le dijo Tincho - Esa vidaque llevs no tiene nada bueno.

    - Todo lo contrario, es muy buena... - se defendi Cuchi - Cara, pero muybuena...

    - Djenlo tranquilo. - intercedi Tyson, que por lo general era el autor

    intelectual de la mayora de los golpes del grupo - Yo tambin estoy sin plata, ynecesito urgente una buena cantidad. As que es hora de que retomemos eltrabajo. Suficiente tiempo ya estuvimos quietos. La investigacin del asalto a la

    joyera no llev a nada, sino ya hubiera pasado algo, y podemos hacer otra cosaas grande para aguantar un poco ms.

    - S, Pero qu? - insisti Cuchi - No quiero ms arriesgar mi vida comola ltima vez. Nos salvamos de pedo, y se muri Tony... - paus por unmomento - Tenemos que hacer algo menos arriesgado, esa plata no vale lavida...

    - Yo estuve pensando mucho la vez pasada... - dijo Tyson - Creo que

    deberamos probar el secuestro. Est de moda y parece que sale bien.

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    - Ests loco pio vos? - le recrimin Tincho - Jodido es ese tema. Hay queaguantar varios meses con el ato atado hasta que suelten la plata, que siemprees menos de lo que peds.

    - Y bueno... Peds ms de lo que quers y despus negocis hasta llegarah, todos hacen eso... - le dijo Luch.

    - Evidente. - lo apoy Tyson.- Encima la gente rica es tan tacaa que prefiere que se muera su familiar

    antes de pagar. Ya viste lo que le pas a la modelo esa ex novia del intendente.- Bueno, pero era la ex. - se defendi el cabecilla - Hay que ser tavyrn

    para secuestrar a una ex.- Yo no s... - insisti Tincho - Todos los ricos andan siempre bien

    protegidos, con guardaespaldas, chofer, armados...- Tsh. - lo ignor Tyson - Bola eso es. Nada que ver. Ya ves a esta ltima

    que raptaron del parque, se fue sola en su 4x4 a caminar. Fcil ko es.- No, no me gusta. - repiti Tincho - Encima despus tens que

    esconderte un ao, porque esa gente se enoja tanto que paga a la polica y a losinvestigadores para encontrarte y recuperar su dinero, matndote luego ytirndote en una zanja.

    - La otra opcin es el secuestro express, como en tu valle, Luch. - dijoCuchi a su compaero.- No, dejate de joder. - le respondi este - Tens que hacer todo un operativocomando para ganar tres millones de guaranes. Es una boludez. Si te vas aarriesgar, hacelo por una buena plata, y no por monedas, porque al final si teatrapan vas a ir preso la misma cantidad de aos si secuestrs un buen botn ohacs uno Express.

    - Pero ahora Caratallada est haciendo secuestros Express, y parece quele va bien. Hace uno cada quince das y con eso vive. - insisti Cuchi.

    - Caratallada es un boludo. - sentenci Luch - Obvio que le va mejorahora, si antes se dedicaba a robarle el pelo a las mujeres en los colectivos... -sonri maliciosamente - Pero nosotros somos mucho mejores que l... Nopodemos rebajarnos a su nivel...

    - Y no s que podemos hacer entonces. - dijo Cuchi, levantando loshombros.

    - Se me ocurri una cosa. - habl entonces Tyson, con una sonrisadibujada en la cara, observando un afiche poltico pegado a una columna dealumbrado pblico cerca suyo - Podemos hacer una combinacin de ambostipos de secuestro de manera a raptar a alguien desprotegido y cobrarlocarsimo a cualquier rico...

    - Qu?! - preguntaron todos al unsono.- Les explico...

    * * * * *

    Jos Rodrguez Alvarenga se encontraba dormitando en una habitacin amplia,enredado entre sbanas y las esbeltas piernas de una voluptuosa mujer,tambin dormida. Con total descaro sus cuerpos permanecan parcialmentedesnudos y mostrando todo su esplendor a la cmara filmadora del techo, de la

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    cual ninguno conoca su existencia. Repentinamente son un telfono celular, y Jos salt del lecho en forma automtica. Mir el identificador de llamada ydud un momento en atender, pero como era una llamada poco comn, la tomde todos modos.

    - S?.. - Pregunt dubitativo.- Jos, Dnde ests? - dijo una voz femenina del otro lado.- En un almuerzo de negocios, querida. - respondi l.- A las tres de la tarde? - inquiri ella.- Es que nos retrasamos... - se justific, mientras la rubia acompaante se

    levantaba y pona una bata - Estamos en la sobremesa.- Bueno, no importa... No s para qu me meto en tus cosas. Escuchame,

    debido a tu reunin esta, supongo que no habrs visto el noticiero.- No... - dijo l, un poco distrado, ya que Sayi haba entrado a la ducha

    con mamparas de cristal, enjabonando su hermoso cuerpo y hacindole sealespara que la acompaara.

    - Bueno, atendeme bien. Raptaron a una tal Herminia Gimnez, chiperade Capiat. - empez a explicarle la esposa.

    - Chipera? Qu? - pregunt l confundido - No me pods contar loschismes hoy a la noche? Estoy en medio de una reunin de negocios, como tecoment antes... - le dijo, con intenciones de terminar la llamada y acudir a sucita con la naturaleza.

    - Jos! Dejate de joder y atendeme! - grit su mujer de forma repentina ynerviosa. - No es un chiste lo que te voy a decir, aunque lo parezca. Un grupode malvivientes rapt a esta seora, muy conocida en su comunidad y muyquerida por todos en la ruta, donde tiene su puesto de chipa...

    Mientras tanto la rubia del otro lado del vidrio se mova de manera muysensual y jugaba consigo misma, intentando atraer al hombre de negocios, queapenas poda contenerse.

    - Y piden un rescate de un milln de dlares por ella.- Cmo? Un milln de dlares por la chipera? Y qu, su familia vende

    droga adentro de la chipa para tener tanta plata?- No pues! Hoy parecs estpido! - le reclam ella - Nos piden un

    milln de dlares a nosotros!- Qu!? - exclam l volviendo en s, volteando para no distraerse con

    Sayi y tratando de concentrarse en lo que su esposa le deca.- Eso! dicen que decidieron que furamos los padrinos de Herminia y

    quieren que nosotros les demos un milln de dlares por la chipera en menosde una semana, o la matan.

    - Pero que la maten! Qu carajo me importa! - exclam Jos.- Mi vida... Parece que no entends... - le dijo la esposa apenas pudiendo

    mantener la calma - Vos sos candidato a gobernador de ste departamento, laselecciones son en un mes, Quin te va a votar si dejs que maten a la chipera,pudiendo haber salvado su vida? Peor an, amenazaron seguir raptando ymatando ms gente hasta que les demos la plata.

    - Par, par, par. - pidi l, enfriando la cabeza - Me ests jodiendo.

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    - Ya te dije que no.- Yo no pienso darles un peso a unos atos que raptan a una chipera y

    me piden, a m!, un palo verde.

    - Cuntos palos verdes ya gastaste en la campaa? Cuntos palosverdes ganaste con las ltimas licitaciones del estado? Creo que tens quepensar bien lo que vas a hacer, y tal vez asumir el gasto como parte de lainversin en la campaa.

    - No, ni cagando, con lo difcil que fue conseguir esa plata. Lo que voy ahacer es llamar al comisario Escauriza para que investigue y se encargue de losdesubicados esos.

    - El comisario ya est ac conmigo en el PC. Ven y veamos qu se puedehacer.

    - Bueno, voy. - dijo l, cortando. En ese momento unas manos mojadas leacariciaron la espalda y el vientre, bajando rpidamente hacia sus zonasntimas.

    - Me tengo que ir... - dijo l, intentando desprenderse de los brazos que loaprisionaban.

    - Quedate quince minutos ms, Gordi. - le susurr Sayi al odo - Qudiferencia puede hacer?

    Jos cerr los ojos, intentando ordenar las ideas.* * * * *

    - A ver, pongamos las cosas en claro. - dijo Jos a los dems. Se hallabanreunidos l, su esposa Carolina, el comisario Escauriza y Juan Francisco, suasesor de imagen. La reunin era a puertas cerradas, pero su resultado serapblico, puesto que todos los medios se hallaban afuera asediando el local yesperando una pronunciacin oficial del candidato. - Estos maleantes raptaron auna persona cualquiera, esta chipera, madre de siete hijos y duea de unalbergue que da de comer a nios de la calle. Esta persona no tiene nada quever con nosotros, es ms, es opositora, y piden que yo pague un milln dedlares para que la liberen. Un milln de dlares por una persona que no valenada, que gana cien dlares al mes, por lo que debera trabajar, a ver... - dijotomando una calculadora y haciendo unas operaciones - ...Unos ochocientosaos para devolverme el dinero! Es una locura! Comisario, decime ya mismoqu averiguaste...

    - Bueno... - empez a hablar el comisario, un poco nervioso - No haymucho que decir. No es lo mismo raptar a alguien importante, conocido ocustodiado que raptar a un transente o a un cualquiera. Luego de muchoinvestigar, descubrimos que los maleantes utilizaron un vehculo blanco decuatro puertas y con los vidrios polarizados. Suponemos que es el mismo VWGol que encontramos abandonado hoy por la siesta en 10 compaa Ac Ver.El lugar es inhspito y no hay ninguna pista ms. El clima es muy seco y por lotanto no hay huellas tiles en el camino de tierra que nos puedan servir paraidentificar el vehculo en el cual continuaron la huda. Tampoco hay huellasdactilares.

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    - O sea, tanta vuelta para decirme que no tens idea de nada, quinesson, dnde pueden estar... Explicame para qu te pago? - se enfad Jos.- Bueno, el otro dato relevante que poseemos es la foto de la chipera, atada auna silla de madera que enviaron junto a la carta, escrita con puo y letra de laseora, donde dice que la matarn en una semana si no les damos el dinero. Dela foto no hemos podido sacar ninguna conclusin, y la letra parecera ser de laseora, segn nos han comentado sus parientes, ya que es una persona humildeque hizo hasta el sextogrado. Y se nota en los errores de ortografa y la psima caligrafa.

    - Y con su letra espantosa me pide un milln de dlares. - murmur Jos.- Un milln. - asinti el comisario - En efectivo. O pueden ser euros

    tambin...- Pero seguro que piden eso porque en realidad estn queriendo sacar

    unos quinientos mil dlares. - apunt Juan Francisco. - Les diremos que notenemos ese monto y que apenas podemos conseguir unos doscientos cincuentamil, que es el fondo de reserva de la campaa. Adems podemos hacer unacruzada de solidaridad televisiva y pedir fondos al gobierno para completar.

    - Francisco! - exclam Jos ofuscado - Vos ya ests asumiendo quevamos a pagar... Existe la opcin de no hacerlo... Quin sabe, quizs no hablenen serio.

    - Esta gente es de lo peor, - afirm Juan Francisco - estoy seguro quedicen la verdad. Es un plan demasiado loco, pero muy hbil Vale la pena quematen a la doa, siendo que amenazan con raptar y matar a cualquier otrapersona despus? Esto har que no podamos proteger a nadie, y que toda laciudadana entre en histeria colectiva. Me parece que el costo poltico puede serdemasiado grande. Adems, bastantes problemas tenemos con las acusacionesde corrupcin que existen acerca de tu perodo como diputado, y luchar contraeso y al mismo tiempo con el temor colectivo no es bueno.

    - Y por qu no esperamos y vemos qu ocurre? - pregunt Carolina. -Porque darles el dinero significara aceptar que tenemos mucho, y esoimplicara en el fondo que hemos sido corruptos.

    - Vale la pena esperar? - inquiri Juan Francisco - Esta es una situacindelicada, pero tenemos que saber utilizarla a nuestro favor. Debemosconsiderar lo que hagamos como una inversin, que bien realizada, nos d lavictoria en las elecciones.

    - Cmo? - quiso saber Jos.- Primero, negociemos con los secuestradores. Digmosles que

    necesitamos veinte das para conseguir el dinero, y bajemos el monto lo msposible. Supongo que ofrecindoles doscientos cincuenta mil de entrada,podremos, mediante tire y afloje, rondar los cuatrocientos o quinientos mil.Estirando el tiempo, lograremos que la chipera est a salvo ms o menos unasemana antes de la finalizacin del perodo electoral. La utilizaremos comobandera en los actos de cierre de campaa. Eso tendr un efecto positivo en lamoral del electorado. Jos Rodrguez Alvarenga, salvador de todos, de losindefensos, y de cada uno de nosotros... - dijo l extendiendo las manosmostrando un cartel imaginario. - Podra salir bien. Peor sera que se conozca a

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    Jos Rodrguez Alvarenga como el culpable de la muerte de la chipera. Elinescrupuloso, el soberbio...

    - Pero qu garanta tenemos de que no harn lo mismo otra vez?- Aunque parezca paradjico, esta gente tiene palabra y honor. Adems,

    si llegara a suceder lo mismo, podramos preparar un buen discurso diciendoque como no se puede confiar en este tipo de lacra social, siendo que ya hemossido estafados una vez, entonces no volveremos a pagar nunca ms por algosemejante. Y quedaremos bien.

    Eso es cierto - apunt Carolina - Tenemos que pensar en el futuro, entu candidatura a presidente para el prximo perodo.

    La candidatura a presidente no creo que sea un problema. - dijo Jos -La gente tiene mala memoria, eso lo sabemos todos.

    Eso no es tan cierto. - afirm Juan Francisco - Tiene mala memoria paralas cosas importantes, pero los detalles ridculos como ste te perseguirn paratoda la vida.

    Me preocupa mucho esto. - les expres Jos a los dems - No por m,sino por el futuro del pas... Nosotros sentaramos las bases de lo que podraocurrir en el futuro. Piensen que se hiciera costumbre este tipo de acto salvaje,nadie estara a salvo. Los pobres y ciudadanos comunes porque son potencialesvctimas de raptos, y los ricos y poderosos porque es imposible estar a salvo deser extorsionados.

    Pero hay que analizar un poco ms profundamente el tema. - hablCarolina - Primero, nuestra situacin es diferente a la de la mayora de la gentepoderosa, puesto que estamos en etapa de finalizacin de campaa. Si raptan aun vendedor ambulante en el futuro y piden dinero, digamos, a algnempresario, ste no tiene motivo alguno por el cual pagar. Salvo por la culpaque podra sentir por no haber salvado una o varias vidas. Pero siendo que todala gente poderosa cuenta con tantas vidas cercenadas en su haber, de maneradirecta o indirecta, no creo que deje de dormir por ello.A eso iba yo. - insisti Juan Francisco - La liberacin de la doa pondr denuestro lado a la gen te comn que al final es la que decide quien gana laselecciones, mientras que los ricos pueden mostrarse un tanto molestos, pero enel fondo no se vern afectados. Tal vez sucedan otros intentos semejantes,confiados en que la primera vez funcion, pero una vez que descubran que enrealidad nadie est dispuesto a pagar por la vida de un extrao, probablementese termine esta prctica.

    - Todas son hiptesis. - dijo Jos - Pero la realidad es impredecible. Hoypor la maana jams hubiera sospechado estar viviendo esto, y aqu estoy.Podemos suponer muchas cosas, pero jams sabremos lo que al final suceder.Tal vez los empresarios puedan sacrificar un honor inexistente y no pagar, perolos polticos siempre nos veremos amenazados.

    - Y qu podemos hacer... - asinti Juan Francisco - Unos pobres tiposinventaron una forma de recuperar lo que se le ha robado al pueblo por tantotiempo, o ms bien, cobrar un adelanto de lo que se habr de robar... Lo nicoque podemos hacer nosotros es vadear la situacin y virarla a nuestro favor, loque ocurra luego no es importante.

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    Jos estaba furioso, pero se contuvo y no dijo nada. Esper unos segundos parareponerse y respir hondo. - Est bien. - dijo - Haremos lo que te parezca mejor.Prepara un discurso para dar a los medios en conferencia de prensa, resaltandolas motivaciones por las cuales haremos lo que haremos. Indica especialmentefactores que causen emotividad en el pueblo, como el hecho de no dejar a sietenios hurfanos y cosas por el estilo. Cuando se comuniquen los captorespediremos la extensin de tiempo tal como indicaste, y esperemos que usted,comisario, sea capaz de recuperar mi dinero y atrapar a los maleantes una vez asalvo la seora. No quiere fallar en eso.- No seor!- Carolina. Te quiero a mi lado mientras hable con la prensa. Tenemos que darimagen de familia unida y solidaria. Tra a Tamara y a Victoria tambin. Si faltaalgn medio de prensa, lo convocaremos. Esperemos que todo salga bien.- Saldr, te lo aseguro... - le dijo Juan Francisco.- Y si no sale, yo mismo raptar a alguien para que mis rivales polticos paguenaquello que perd. - dijo sonriendo, un tanto en broma - Bueno, se levanta lasesin. Y que Dios se apiade de nosotros si nos equivocamos...

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    PalmaAna Mara Strahm

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    Asuncin rebulla con ese clima de fin de semana que ya desde elviernes se empieza a sentir en el microcentro. Las vendedoras acomodaban sus

    mercaderas, en su mayora prendas de vestir, en las veredas de la cntricaPalma, porque sbado sigue siendo el da de mayor venta por esa costumbrean no del todo olvidada de palmear. Adems ltimamente abundaban losturistas, especialmente brasileos y argentinos.

    Se desprendi la blusa blanca y se la sac con la ltima duda. La polleracay al suelo con la vergenza. Nadie la miraba. No dud al desprenderse elsostn. Los rayos del sol enseguida se abrazaron a la piel desnuda, el pelosuelto le caa sobre la espalda. No llevaba aros, cadenita, anillo ni joya alguna.Finalmente, con un gesto decidido, pero suavemente, como si estuviera enpresencia del hombre amado, se baj la tanga negra y sac los pies de la breve

    prenda, la ms ntima, el ltimo escudo ante la inmisericorde mirada de losdems.Apenas conserv los zapatos negros, de finos tacos altos. Tampoco se

    sac los lentes obscuros. Ya entonces un hombre que pasaba por la plaza sequed mirndola boquiabierto, una vendedora de perfumes par en seco ante elinesperado cuadro de una mujer desnuda en medio de la Plaza Uruguaya.

    Respir profundamente y dio un paso, luego otro, y otro ms. Camindejando ropa, vergenza, prejuicios y cualquier duda atrs, regia sobre sustacos altos, hacia la arteria de mayor movimiento comercial de Asuncin. CruzMxico y simplemente camin, moviendo las piernas sincrnicamente, con ese

    balanceo rtmico que involucra todo el cuerpo, y slo algunas mujeres sabenhacerlo.Miradas de asombro, alguna que otra guasada, bocinazos. Caminaba

    como si nada, fingiendo demencia. Ningn atisbo de desequilibrio se podavislumbrar en su actitud. Flotaba, pareca desplazarse en una pasarela, porencima de los dems, mirando hacia adelante, siempre al frente. Nunca a loscostados, nunca a la gente. Saba que a la menor vacilacin le caeran encima.No vio las miradas incrdulas de las vendedoras que salan de los comercios aver qu pasaba, ni escuch los silbidos lujuriosos de los taxistas. Una ola derumores, un revuelo escandalizado se iba levantando a medida que avanzaba

    sobre Palma.Nadie se atrevi a tocarla. Algunos tipos atinaron a decirle alguna cosa, para noquedar malparados. Uno se hizo el caballero, se acerc e intent cubrirla con susaco azul oscuro, pero ella esquiv el gesto protector con elegancia. No faltquienes le sacaron fotos con el celular, otros llamaban inmediatamente a algnsocio para contarle la extraa escena, sin separar los ojos de la piel desnuda. Loshombres la observaban curiosos, de arriba a abajo, hacia adelante y hacia atrs,no pudiendo evitar desear penetrarla. Los ojos masculinos se pasearon por supiel, siguiendo casi siempre el mismo itinerario, obviando el rostro yempezando por los senos bajando por el vientre detenindose en el pubis

    depilado, y deslizndose luego sobre y entre el par de piernas regias; lamanoseaban sin tocarla, se resbalaban por la espalda, rodeando su cintura y

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    perdindose en la curvatura exuberante de sus nalgas. La figura desnuda sereflejaba en las vidrieras de las tiendas, en los cristales de los lentes de sol quelos transentes se sacaban para ver mejor esa visin incongruente en plenomedioda en plena calle Palma en pleno corazn caliente e infartado deAsuncin. La gente que almorzaba en el Lido dej la barra ondulante y saliafuera para ver que lo que pasa, los agentes de la Polica Urbana no acertarona detenerla, llamaron por radio a sus superiores a pedir instrucciones.

    Los cambistas quedaron mudos y se les detuvo el grito de "Cambio!!!!" enla garganta cuando la vieron caminando por la otra vereda. Hayjuela-granputa!!!! Unos chicos que salieron del colegio para palmear se miraron entreellos y sonrieron como idiotas y abrieron enormes las bocas Hijademil!!!Ningn tropiezo, ninguna desincronizacin de las piernas sobre los tacos altos.Ningn registro de agua abierto, ningn desnivel en la vereda la hizo caer,nadie la detuvo, nadie le cerr el paso. Senta plenamente el sol, las miradasinvadir todos los centmetros de su piel, escuchaba un confuso rumor depalabras y msica de los vendederos de ceds mau entreverndose en el aire; derepente percibi claramente varios disparos de cmaras fotogrficas. Estesonido fue creciendo cuadra a cuadra; la prensa se haba enterado y all estabansobre la presa: los que cubran Parlamento salieron volando con sus mviles, losde Palacio tambin, el rumor corri como plvora. Los periodistas no pudieronarrancarle declaracin alguna; sin embargo los fotgrafos se dieron un festn,todos los ngulos, todos los detalles, lograron cientos de imgenes de la insitadesnudez abrindose paso en la ciudad sin rostro. Se tiraban al piso, seagachaban, trepaban cualquier cosa que les diera mejor perspectiva, pero no leimpidieron el paso. Los camargrafos lograron tomas interesantes que pu-dieron transmitir en vivo, antes que, hacia O Leary, la mujer doblarabruscamente la cuadra y cuando nadie lo esperaba, abri la puerta trasera de unMitsubishi Galant, subi decidida mientras el vehculo se pona en marcharpidamente.

    Al da siguiente, todos los diarios coincidieron en el tema de portada,Mujer desnuda escandaliz a la ciudadana. "Inslito paseo por calle Palma".Yiyi en bola se pase por Palma. Las fotos eran fantsticas, casi surrealistas,aunque los diarios ms serios distorsionaron las zonas ntimas. Lossensacionalistas mostraban todo, an as las fotos tenan mayor calidad artsticaque las que suelen ilustrar sus portadas. En las radios se hablaba de laexhibicionista de calle Palma y se teja todo tipo de hiptesis. En las oficinascntricas el comentario era yo le vi boluo!!!!. Que puerca decan las seorascon cara de asco. Estaba buena decan los tipos o Qu puta! en todas susposibles connotaciones.

    La noticia recorri internet, y tuvo repercusin en varios medios delexterior, por su rareza y tambin por la belleza de la misteriosa mujer.Mediticamente fue una bomba -una noticia comparable a que un hijo noreconocido del seor presidente salga a luz- y si ella quera llamar la atencinpoda darse por bien servida. Los periodistas locales empezaron a ras-trearla,no se escapara, llegaran a ella. S o s.

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    En la sala de su departamento con la televisin y la radio prendidas, unamujer en camisn hojea las pginas de ABC mientras espera que suene eltelfono.

    - Te dije que ibas a tener noticias de m murmura, mientras hacezapping en los canales nacionales y piensa que s, tendra que afirmar un pocola zona de los muslos y tonificar los glteos.

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    DIOS TE MIRADamin Cabrera

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    Siempre que estiro el pestillo y trato de estrangular el chirrido con unatoallita o con el ruedo de mi piyama, los ruidos se cuelan por las hendidurascon una resonancia mortal y en mi casa se suscitan las ceremonias. No alcanza

    con toser o fingir rechinamientos, la audicin de abuela descifra esos engaos, yentonces los murmullos viajan a travs de las oquedades del machimbrado, seproyectan contra mi cara en forma de escupitajo, y hubiese sido preferiblehundir el pelo bajo las sbanas y mojarse dos dedos, mis dciles tenazas consaliva tibia, antes que dejarse vapulear por Antonio, pero ya el pestillo estcorrido, por mi ventana entra el frescor de la noche, he visto a Antonioagacharse detrs de los ligustros, y el litigio entre abuela y yo est comenzado,entonces para qu aquello y esotro; naumbre.

    Correr el pestillo, deleitarse con ese sutil contraste trmico, saludar con laseal convenida con la deferencia de las seoras, parar la oreja, sobresaltarse y

    meterse bajo las sbanas, y fingir sueo profundo, y ronquidos y chiflidos.Abuela cierra la ventana, previa inspeccin de la habitacin mira debajo de micama y desparrama las ropas del ropero-. Chke che ahendupaite la rejapva hna.Por ms que ake jepe, chekpe ahechapaite la rejapva. As es que reetrankilisma chvechke ambojta tata neakrangure apillr rekomete algn pecado. Siempre elentusiasmo grande en cualquier empresa y siempre las mutilaciones espurias.Cambiar a la telenovela cuando en aquel canal aquella pelcula porque miabuela devota; dejar de lavarse y cerrar la llave de la ducha porque puedeque el ojo me espe a travs de algn agujero que asegura haber abierto en lapared, y que aunque yo no lo vea me aterra en la soledad del cubculo; en fin,

    temblar cuando cualquier placer por temor de que ella lo arruine. Una vez soque ella portaba un bistur.Llova en el baldo y Antonio me recit Noche oscura del alma, hoy mi grito deguerra. El pobre ignorara el sentido cabal de la metfora de San Juan de la Cruz-o la que lo sigue ignorando soy yo?-, no creo que se sepa otro poema, no spor qu lo sabra de memoria, pobrecito, lo cierto es que en el poema se cifrauna muerte ideal para m: Lejana de conocer el amor, ms afecta a losreconocimientos del cuerpo: Y soy cabalmente, o casi-casi, una mrtir -o se dicemstica? l me ama con violencia, cree que as es mejor amante, y quizs lo sea;siempre me empuja ms lejos, siempre demanda ms de m, pero siempre

    abuela, siempre la omnipresente presta a juzgarme, y jams llego dondequisiera. Esa noche ideal, esa vigilia libre es hacia donde voy, y el vendr a miencuentro para descuajarme, pero siempre abuela, la todopoderosa.

    La noche es larga, pero lo que dara por demorarla ms, para ralentizar elmovimiento de la luna.

    Un brazo tapndome los ojos, una mano taladrando el colchn con misdedos. Mi mano es una tarntula taladrando el colchn. La tarntula tiembla, seescabulle en el revoltijo de sbanas y sus ojos pulidos y lubricados se llenan devisos lunares, a dona aranha subiu pela parede, y la araa se aferra al pestillo y lodestraba con presteza. Rgida, estrictamente inmvil cuando entra abuela.

    Mbaiko hna, Jessica?, y la tarntula cabizbaja, sumisa, tengo demasiado calor.

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    Est muy cansada la pobre, se rasca una axila y se aleja arrastrando suspantuflas.

    Vuelvo a tenderme sobre el colchn, yo tambin un poco extenuada porlos interminables simulacros, tan repleta de sopores, en el lmite entre elabatimiento y la anulacin, pero no resignada, lejos de m.Antonio se acerc, lo s porque puedo sentir que los vestigios de su ltimocigarrillo se filtran por las paredes, por la ventana, y el olor me entibia el pecho.Hago memoria del primer cigarrillo que fum; l me ense a fumar:Escenificacin de un cuento que le hace poco, antes de entrar a la universidad:Abre la cajetilla atropelladamente y con un gesto me invita a fumar. Acasoapenas nos une alguna amistad, y a l eso le apena un tanto a m no tanto, ohinsensible de m. Agitados y confundidos en el humo epicreo, inconcientes dednde nos encontramos.

    Entro yo o sals vos? No s, me da igual. Sal sin ser notada. Antonio meaprieta contra s por encima del gabn mientras caminamos un poco agachadosa travs del matorral, me palpa los senos con apuro, los aprieta torpemente.Arrodillate ac un ratito. Me agarra de los cabellos. Dale si que, un poquitonoms.

    Lejos de m la auto-lstima, ese sentimiento de los caritativos frente alespejo. He de confesar que esto es sumamente de mi agrado; o si no para quaspirar el olor cido del sudor de Antonio, dejarse ensuciar como lperfectamente sabe hacerlo, dejarse lastimar con cario, para qu la serenidadcadavrica ante los espoleos de abuela, las penitencias.

    Caminamos otro trecho hasta un descampado. l me quita el gabn, loextiende sobre el pasto hmedo y se acuesta resoplando, con sus piernasabiertas; la sacude. Heme aqu mirndolo, parada, quieta, impvida.

    Aos domingos, isso quando eu anda morava em Araucana, eu custumava ir namissa do padre Azevedo. Ento, um dia o vereador brigou com o padre, no lembro bemqual era el problema, e disse que ele era meio viado e que tinha tentado estuprar umestudante que no quis revelar a identidade. Nessa Semana Santa a imagen da VirgenMaria chorou sangue.

    Ya voy a terminar, y vos? Llegaste?En navidad habamos bajado, mi abuela y yo, hasta el ro a comprar un

    pac para la cena, como lo sola hacer mi abuelo. Yo misma lo aderec y lo metal horno. Pusimos la mesa para nosotras dos no haba invitado-, mientras yohabra la cidra y ella tomaba su laxante, la perra mi abuela le haba puestoPrincesa- se rob el pescado y lo devor en unos instantes a grandes bocados.Entre las dos la matamos. No s por qu recuerdo eso ahora los muslos deAntonio son gruesos y tibios-, lo ms probable es que no haya ninguna relacinentre eso y esto otro. Qu porno que sos.

    Pronto va a amanecer. Cuando vuelva a casa voy a estar sucia,atravesada de humedad, hediendo a mierda; un hedor pertinaz que me va adoler hasta mucho despus. Abuela va a estar ah, se habr vaciado de lgrimasa lo largo de la noche y esta madrugada, pero no le va a temblar el prpado, lamano tiesa y la boca fruncida para juzgarme, presta para castigarme. Puedo

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    adivinarla dormida en mi cama, puedo adivinar sus muecas desparramndoseen su cara de camo achicharrado, y, obvio, los mismos regaos o algnzarpazo en la cara. Voy a fingir que me importa y que estoy sumamentearrepentida. Qu le voy a decir?: Quedeme y olvideme.

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    EL DIVAGUE DEL ROCKERO

    MELANCLICOMontserrat lvarez

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    Con los perros tenemos una banda, Billiboy y sus drugos. Tocar muyfuerte. Soy el vocalista. Marco cada consonante y letra como si estuvieradiciendo algo grave y urgente, de vida o muerte, que hay que entender ya

    mismo, aunque las letras no parecen justificar esto. Es ms, dudo que seentiendan y a veces hasta que tengan un sentido. El bajo y el guitarrista caen entrance como hacen en Oriente los derviches, unos tipos que profesan algunareligin. Juanjo y Lalo saltan dos, tres, un montn de veces, giran y dan aullidosque, si pegan, por desgracia no se pueden ensayar ni repetir. Alfonso, elbaterista, es el tipo ms fuerte que he visto en toda mi vida. En los platosdescarga su furia de mamut sin matar a nadie ni terminar preso y su fuerzabruta, amorfa, adquiere una especie, no de orden, pero s como de forma.Mejor eso y no que rompa todo o mate a un atorrante, o habra que visitarlo enTacumb y pasarle un cinco mil para su caa. Cuando Lalo y Juanjo, bajo y

    guitarra, quedan tirados de kare, se echa a cada uno en un hombro y losdeposita en algn