Atalanta vol 4, nº 1, 2016

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ISSN: 2340-1176 VOL. 4, Nº 1, 2016 enero-junio

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Atalanta. Revista de las Letras Barrocas es una publicación semestral editada en el Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Sevilla

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ISSN: 2340-1176 VOL. 4, Nº 1, 2016

enero-junio

2

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Universidad de Sevilla, España

Secretaría Dr. Cipriano López Lorenzo,

Universidad de Sevilla, España

Edición de reseñas Dña. Laura Hernández Lorenzo

Comité de Redacción Dra. Natalia Fernández Rodríguez,

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Syracuse University, Estados Unidos

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España

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Dr. Ronald Surtz,

Princeton University, Estados Unidos

Editado en:

Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana

Universidad de Sevilla.

http://literaturaesp.us.es

Contacto: Atalanta: Revista de las Letras Barrocas

Publicación semestral editada en el

Dpto. de Literatura Española e Hispanoamericana.

Facultad de Filología

Universidad de Sevilla.

C/ Palos de la Frontera s/n. 41004, Sevilla (ESPAÑA)

www.revistaatalanta.com

DOI: 10.14643

3

ÍNDICE

Artículos

En torno a la autoría de la Crónica do Imperador Beliandro:

La hipótesis sobre Francisco de Portugal

Pedro Álvarez-Cifuentes 5-28

«Envidiosos de la grandeza y felicidad de su imperio». Las propuestas de Lorenzo de

Mendoza ante la amenaza holandesa a la hegemonía colonial ibérica

Antonio Valiente Romero 29-62

Autoría en la correspondencia epistolar de los primeros años de la polémica

gongorina (1613-1615)

María José Osuna Cabezas 63-86

Notas

La doble vía de transmisión de La vida es sueño y el establecimiento del estema

Alfredo Rodríguez López-Vázquez 87-110

4

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO

IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE PORTUGAL

Pedro Álvarez-Cifuentes

Universidad de Oviedo

España

RESUMEN:

Entre las novelas de caballerías manuscritas que permanecen inéditas en lengua portuguesa,

destaca la Crónica do Imperador Beliandro, una extensa obra de gran éxito durante el siglo

XVII que suele ser atribuida a la pluma de la condesa da Vidigueira, Leonor Coutinho de

Távora. En el presente artículo, se someten a examen los argumentos que defienden la autoría

de otros personajes históricos como Francisco de Portugal, el primer conde de Vimioso, o su

descendiente el comendador de Fronteira, también llamado Francisco de Portugal, unas

hipótesis que finalmente descartamos por ser inexactas o poco probables.

Palabras clave: Literatura portuguesa, Siglo de Oro, novela de caballerías, autoría.

On the authorship of the Crónica do Imperador Beliandro: the

hypothesis about Francisco de Portugal.

ABSTRACT:

Among the manuscript Portuguese romances of chivalry that remain unpublished, the Crónica

do Imperador Beliandro stands out as a long and very successful novel and is usually claimed to

have been written by the Countess of Vidigueira, Leonor Coutinho de Távora. In this paper, I

review the arguments that propose authorship by other historical figures, such as Francisco de

Portugal, the first Count of Vimioso, or his descendant the Commander of Fronteira, also called

Francisco de Portugal. Such hypotheses are finally dismissed as inaccurate or unlikely.

Keywords: Portuguese literature, Spanish Golden Age, chivalric romance, authorship.

ISSN: 2340-1176 Atalanta 2016, 4/1: 5-28

Pedro Álvarez-Cifuentes

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EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

7

a Crónica do Imperador Beliandro, una extensa novela de caballerías

escrita en lengua portuguesa a mediados del siglo XVII y generalmente

dividida en cuatro partes ―de extensión y cronología divergentes―, se

ha conservado en un total de cuarenta y cuatro testimonios manuscritos y

nunca fue llevada a la imprenta. La tradición bibliográfica portuguesa (João Franco

Barreto, Cristóvão Alão de Morais, Damião de Froes Perim, António Caetano de Sousa,

Frei José Pereira de Santa Ana, Diogo Barbosa Machado, Inocêncio Francisco de Silva,

entre muchas otras autoridades1) avala de forma casi unánime la atribución de la novela

a la pluma de la condesa da Vidigueira, Leonor Coutinho de Távora, a pesar de que una

serie de fuentes alternativas defiende otras hipótesis, más o menos fundamentadas,

sobre la verdadera paternidad del texto. Nos proponemos en este artículo someter a un

breve análisis esta aparente discordancia de atribuciones.

Por ejemplo, una mano anónima2 copió una nota en la portadilla de una copia de

la Crónica do Imperador Beliandro conservada en la Biblioteca Pública Municipal do

Porto bajo la signatura nº 548, en la que consigna: «História de D. Belindo por D. # D.

Fran.co

de Portugal pr.o Conde de Vimiozo». Como resulta obvio, al tratarse de una

anotación tardía conviene ser muy cautelosos con la información que transmite. El

propio título de la novela ya revela una cierta divergencia con respecto a la tradición

bibliográfica mayoritaria3. D. Belindo es el protagonista de la narración, un legendario

príncipe de origen portugués. En lo que se refiere al supuesto autor, el primer conde de

Vimioso, se llamaba en efecto Francisco de Paula de Portugal e Castro, habría nacido en

1480 y murió en 1549. Hijo natural del obispo de Evora, D. Afonso de Portugal, y

pariente cercano ―aunque por la vía ilegítima― de la familia real portuguesa, se

1 Para un análisis más detallado de los argumentos a favor de la autoría de Leonor Coutinho de Távora,

pueden consultarse Aurelio Vargas Díaz-Toledo, Os livros de cavalarias portugueses dos séculos

XVI-XVIII, Lisboa, Pearlbooks, 2012, pp. 107-113, y Pedro Álvarez-Cifuentes, «“Senhora de varonil

talento”: las caballerías perdidas de Leonor Coutinho de Távora», en Grandes y pequeños de la Literatura

Medieval y Renacentista. Actas del V Congreso Internacional de la SEMYR, en prensa. 2 Tal vez la del clérigo João Bautista de Castro (1700-1775), que ya era poseedor del códice BPMP 548

en torno a 1737. 3 Sobre los diferentes títulos que ha recibido la Crónica do Imperador Beliandro, véase Pedro Álvarez-

Cifuentes, «¿Belindo o Beliandro? La fijación del título de la Crónica do Imperador Beliandro»,

Tirant. Butlletí informatiu i bibliogràfic de literatura de cavalleries, 15, 2012, pp. 33-46. En relación a las

diferentes versiones de la novela, puede consultarse: Pedro Álvarez-Cifuentes, «Sobre copia y

rescritura: las diferentes versiones de la Crónica do Imperador Beliandro», en El texto infinito.

Reescritura y tradición en la Edad Media y el Renacimiento, ed. Cesc Esteve, Salamanca, Seminario de

Estudios Medievales y Renacentistas / Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas, 2014, pp. 271-

284.

L

Pedro Álvarez-Cifuentes

8

destacó en las batallas de Arzila (1508) y Azamor (1513) y, en el terreno literario,

cultivó preferentemente la lírica de tipo cancioneril, participando en numerosos

certámenes poéticos en la época del rey D. Manuel I. Según el testimonio de Diogo

Barbosa Machado en su Bibliotheca Lusitana (1741-1758), la primera gran obra de

referencia bibliográfica editada en lengua portuguesa:

[O primeiro conde de Vimioso] cultivou desde os primeiros annos a poesia, em que

fez admiraveis progressos na mayor idade. Pelas polidas e agudas sentenças que

proferio e escreveo alcançou a nobre antonomasia de Catão Portuguez, as quaes sem

declarar o author repetia a pessoas illustres para lhes increpar modestamente os

defeitos4.

Por su parte, el padre António Caetano de Sousa nos describe al primer conde de

Vimioso como «naturalmente eloquente, explicando-se por modo sentencioso que fazia

mais plausivel a graça e enfasi no modo de dizer; e assim forão celebres os seus ditos,

estimados como apophthegmas de hum antigo sabio», entre los que destaca «as

redondilhas muy sentenciosas, que principião: Que grande sem saboria / he ver Mundo,

e conhecello, / que grande graça seria / quanto se calla dizello»5. Para el polígrafo

luso-español Francisco Manuel de Melo (1608-1666), «bastava que os “Portugais” só

tivessem em sua casa aquele ilustre Conde de Vimioso, o primeiro D. Francisco de

Portugal, que foi a mina da galanteria e do aviso, por que, ele só, adubasse de discricao

toda a sua família»6. Sus descendientes ―especialmente su nieto, el tercer conde,

también llamado Francisco de Portugal (1550-1582)― apoyaron al pretendiente D.

António, prior de Crato, en su lucha por el trono portugués tras la desaparición del rey

D. Sebastião en 1578 y cayeron en una relativa desgracia con la proclamación de Felipe

II como nuevo monarca de Portugal7.

4 Diogo Barbosa Machado, Bibliotheca Lusitana, Coimbra, Atlântida Editora, 1967, II, p. 228.

5 António Caetano de Sousa, História Genealógica da Casa Real Portuguesa, eds. Manuel Lopes de

Almeida y César Pegado, Coimbra, Atlântida Editora, 1946, X, p. 329. 6 Francisco Manuel de Melo, Apólogos Dialogais, ed. Pedro Serra, Coimbra, Angelus Novus, 1999, II,

p. 92. 7 «Não aceitaram os da família Vimioso a hedionda espórtula de D. Cristóvam de Moura, que perdura

ainda na lembrança dos portugueses para execração dos traidores à pátria. Não ingressaram nas fileiras

dos lacaios heráldicos à roda do galopim de Filipe II, que desfazia com prebendas a intransigência dos

próceres à sua intrusão de tirano, quando os não afogava nas manápulas do carrasco. Bateram-se os

Vimiosos por D. António, prior do Crato: estiveram nos motins de Santarém, entre os aclamadores do

pretendente; entraram com êle em Lisboa, e com êle foram no rencontro de Alcântara; seguiram-no na sua

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

9

I. Un rocín portugués fidalgo

Esta atribución marginal de la Crónica do Imperador Beliandro al primer conde de

Vimioso ―que no goza de más predicamento que la tardía anotación del códice

portuense (datada en torno a 1731)― nos parece más bien una confusión del anónimo

relator con la figura de su tataranieto y tocayo Francisco de Portugal (1585-1632),

«fidalgo de mui distincta linhagem», que fue comendador de la Vila de Fronteira

(Portalegre) bajo la Orden de S. Bento de Avis8, como nos detalla el genealogista Alão

de Morais en su Pedatura Lusitana: Nobiliário das Famílias de Portugal (1667):

[D. Francisco de Portugal] teve tambem a Comenda de seu pae, e o prazo de

Alvarinha, foi hũ dos mais insignes cortesaos do seu tempo, e mui discreto, e

entendido, e poeta singular, compos hũ livro de varias rimas e prosas, e a Arte de

Galanteria, que despois de sua morte imprimio seu f.º D. Lucas. Casou com D.

Cecilia de Portugal, filha de Antonio Pereira de Berredo capitão de Tangere e geral

da armada9.

Los padres de don Francisco fueron Lucas de Portugal, superviviente de la batalla

de Alcazarquivir en 1578, y Antónia da Silva, hija del capitán-mayor de Lisboa Antão

Soares de Almada, de la familia de los condes de Avranches. Como descendiente de los

condes de Vimioso10

, el comendador de Fronteira pertenecía a una de las dinastías más

ilustres del reino portugués. Asimismo, cabe indicar que estaba estrechamente

emparentado con la familia del navegador Vasco da Gama, los condes da Vidigueira y

más tarde marqueses de Nisa, otro linaje de gran relevancia en Portugal y que también

fuga triste e desordenada para o estrangeiro, ao longo do país…» (Francisco de Portugal, Arte de

Galanteria, ed. Joaquim Ferreira, Porto, Domingos Barreira Ed., 1943, pp. 7-8). 8 El nombramiento consta en Arquivo Nacional da Torre do Tombo, Chancelaria da Ordem de Avis, lv.

10, f. 296v. 9 Cristóvão Alão de Morais, Pedatura Lusitana (Nobiliário de Famílias de Portugal), Porto, Livraria

Fernando Machado, 1943, III-2, p. 123. 10

Francisco de Portugal era bisnieto por parte de padre de la hija mayor del primer conde de Vimioso, la

precoz escritora Guiomar de Vilhena (1508-1585), que también fue condesa da Vidigueira por

matrimonio. «D. Guiomar de Vilhena era considerada uma senhora muito culta. Barbosa Machado diz

que se exercitava nos actos de piedade e devoção com tanto excesso, que podia servir de exemplo aos

espíritos mais austeros. Ocupava o seu tempo na leitura de livros ascéticos, donde extraía sólidos

documentos para orientação das suas acções. Talvez aqui tenha nascido a composição do seu livro

Consideraçoens pias sobre alguns passos de Nossa Senhora. João Franco Barreto refere-o como obra

impressa; Barbosa Machado confirma-o, apesar de nunca ter visto nenhum exemplar. Inocêncio também

se lhe refere, mas nunca viu a obra» (Ivone Maria Correia Alves, Gamas e Condes da Vidigueira.

Percursos e genealogias, Lisboa, Edições do Colibri, 2001, p. 171).

Pedro Álvarez-Cifuentes

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está íntimamente relacionado con la composición de la Crónica do Imperador

Beliandro, ya que la más probable autora de la novela, doña Leonor Coutinho, estaba

casada con el cuarto conde, don Francisco da Gama (1565-1632). Así, en la colección

de cartas dirigidas por el comendador de Fronteira a su amigo y pariente el obispo

Rodrigo da Cunha (1577-1643) ―conservadas en la Biblioteca da Ajuda, ms. 51-V-

5411

― constan numerosas alusiones a la familia de sus parientes da Vidigueira: las

expectativas despertadas por el nombramiento del conde Francisco da Gama como

Virrey de la India en 1622, los desastres del virreinato, su progresiva caída en desgracia

ante el rey Felipe IV y su deseo de regresar a Europa, el embargo de sus bienes, etc., así

como se deja adivinar una cierta preocupación en relación al bienestar de la joven Maria

Coutinho ―la hija mayor de los condes da Vidigueira― en la corte madrileña, donde

ejercía las funciones de menina de la reina Isabel de Borbón.

Muchos datos de la biografía de Francisco de Portugal siguen sin estar

esclarecidos, pero a partir de las informaciones contenidas en la Bibliotheca Lusitana de

Barbosa Machado, podemos aventurar la ciudad de Lisboa y el día 26 de julio de 1585

como lugar y fecha de nacimiento12

. Don Francisco y su esposa doña Cecília de

Portugal13

tuvieron ocho hijos: Lucas (o Luís), Diogo, Lourenço, António, Carlos,

Maria Antónia, Mariana y Madalena14

. Su biógrafo Francisco Luís de Vasconcelos, que

11

Hay dos ediciones modernas del epistolario completo: Francisco de Portugal, Poesias, Cartas

Inéditas e outras Fontes Manuscritas para o estudio da sua vida e obra, ed. Carlos Alberto Ferreira,

Coimbra, Coimbra Editora, 1947, y Francisco de Portugal, Epistolário a D. Rodrigo da Cunha (1616-

1631), ed. José Adriano de Freitas Carvalho, Porto, Centro Inter-Universitário de História da

Espiritualidade – Universidade do Porto, 2015. 12

Francisco de Portugal, op. cit., 2015, p. 14. 13

La esposa de Francisco de Portugal era hija de António Pereira Barredo, comendador de S. João de

Castanheira y de S. Gens y general de la Armada de Portugal, y de Mariana de Portugal, «senhora esta

representante de outro ramo dos Portugal que descendia de Martinho de Portugal, embaixador a Clemente

VII, bispo do Funchal e Primaz da Índia» (Francisco de Portugal, op. cit., 2015, p. 15). Cecília de

Portugal compiló un interesante cancionero manuscrito, que incluye composiciones de autores españoles

y portugueses tales como Juan de Salinas, Diogo Bernardes, Bernardim Ribeiro, Luís de Camões o el

propio Francisco de Quevedo (véase António Cirurgião, Cancioneiro de D. Cecília de Portugal,

Lisboa, Edição da Revista de Ocidente, 1972). 14

El primogénito Lucas de Portugal, maestresala del rey D. João IV y diputado de la Junta de los Tres

Estados, contrajo matrimonio con la dama Filipa de Melo, hija del gobernador de Mazagão y Ceuta

Francisco de Almeida y de Ângela de Melo (Cristóvão Alão de Morais, op. cit., III-2, p. 123), con los

que la condesa de Vidigueira, Leonor Coutinho, mantuvo una serie de transacciones comerciales a partir

de 1635, que dieron lugar a la dote de la joven Filipa: «Dona Lianor Coutinha Condesa da Vidigueira

conteuda no Registo deste padrão vendeo a Dom Fr.co

de Almeida e Dona Angella de Mello, sua molher,

os ditos cento catorze mil quinhentos trinta cruzados de juro conteudos neste Registo os quaes antes de

tirar padrão os derão a Dom Lucas Portugal e Dona Fellippa de Mello em parte do pagamento de sua

dote, aos quaes se a de fazer novo padrão dos ditos cento catorze mil e quinhentos trinta cruzados de

juro» (Arquivo Nacional da Torre do Tombo, Chancelaria de D. Filipe III, Próprios, lv. 35, f. 17v).

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

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escribió una entusiasta Memória da Vida e Obra de D. Francisco de Portugal, colmada

de anécdotas galantes, nos lo describe como:

Homem de mediana estatura, bem proporcionado de membros. Tinha o cabelo negro

e a barba bem povoada. Era alvo e gentil homem de rosto, os olhos espertos, muito

airoso a pé e a cavalo. Teve muita gracia no falar e uma tão natural fidalguia em

todas as suas acções, que não lhe fora possível dissimular quem era15

.

Según el siempre malicioso cronista Alão de Morais, sobre Francisco de Portugal

«falla D. Luis de Gongora no romance Murmuravan los rocines ett.ª»16

. Si esta

información es certera, el poeta cordobés nos describe al comendador de Fronteira en

términos menos elegantes, recurriendo a la voz de un rocín portugués de rancia

ascendencia:

Un castaño comenzó, / rocín portugués fidalgo, / cuyo pelo es un erizo, / por ser

fruta de castaño. / Con más paramentos negros / que el rocín de Arias Gonzalo, / que

en la cadera y el luto / más es tumba que caballo. / «Sirvo», les dijo, «a un ratiño, /

Macías enamorado, / tan flaco en la carne él, / como yo en las carnes flaco. […] /

Dos cosas pretende en corte, / y ambas me cuestan mis pasos: / la verde insignia de

Avís / y un serafín castellano. / Porque en África su abuelo / mató un león

cuartanario, / desde una palma subido, / de cuarenta arcabuzazos, / fatiga tanto al

Consejo, / y al Amor fatiga tanto, / que no irá cruzado el pecho, / sin ir el rostro

cruzado; / porque el padre de la moza / me dicen que le ha jurado / de darle la Cruz

en leño / que él pide al Consejo en paño»17

.

En este romance, en el que un variopinto grupo de equinos de las caballerizas del

Alcázar de Madrid discuten con ironía las circunstancias vitales de sus respectivos

amos, Góngora se esmera en ridiculizar todos los tópicos de los hidalgos portugueses en

la era de los Austrias, a saber: la proverbial melancolía o saudade, el sentimentalismo,

la caballerosidad extrema, la escasez de medios económicos, el orgullo desaforado por

Diogo, capitán de infantería, murió en el trágico naufragio del galeón São Nicolau en 1642, Lourenço fue

caballero de la Orden de Malta y tanto Carlos como António profesaron como frailes. Por su parte, Maria

Antónia de Portugal volvió a emparentar con la casa de Vidigueira, al contraer matrimonio con su primo

Paulo da Gama (António Caetano de Sousa, op. cit., X, p. 361). Una genealogía manuscrita menciona

también un hijo bastardo, un tal João da Gama (Francisco de Portugal, op. cit., 1947, p. 4). 15

Francisco de Portugal, op. cit., 1947, p. 4. 16

Cristóvão Alão de Morais, op. cit., III-2, p. 123. 17

Luis de Góngora, Romances, ed. Antonio Carreño, Madrid, Cátedra, 1988, pp. 248-250.

Pedro Álvarez-Cifuentes

12

las hazañas de los antepasados y el deseo de medrar en la corte mediante un matrimonio

más o menos ventajoso con una ricahembra castellana.

Por su parte, la Bibliotheca Lusitana no ahorra en elogios sobre Francisco de

Portugal, su refinada educación y su ingenio:

Nos primeiros annos se aplicou ás artes dignas de seu nacimento como erão jogar as

armas, manejar os cavallos, tocar varios instrumentos regulados pelos preceitos da

Musica, e cultivar as flores da Poesia para a qual o dotou tão prodigamente a

Natureza, que excedeo aos mayores corifeos do Parnasso Castelhano assim na

afluencia das vozes, como na subtileza dos conceitos, retratando tão fielmente nos

versos o seu espirito, que aquelles que se publicavão sem o seu nome erão logo

conhecidos por partos da sua Musa. Passando a Madrid frequentou o Palacio de

Filippe III. onde foy applaudido, e estimado pelo mais discreto cortezão daquelle

idade causando respeito aos inferiores, enveja aos iguais, e admiração aos mayores.

Entre todos se distinguia na pompa, e boa eleição dos vestidos, que trajava, posto

que a fazenda que possuia não era correspondente à sua qualidade. Ninguem podia

competir com elle assim na urbanidade do trato, como na promptidão das respostas,

e agudeza dos ditos, que sendo muitos jocosos nunca degenerarão em pueris18

.

En efecto, el comendador de Fronteira fue un gentilhombre vinculado a la corte de

los reyes Felipe III y Felipe IV en Madrid, en la que permaneció entre 1621 y 1623 y

entre 1626 y 1627, y de la que sacó inspiración para componer en castellano y portugués

su preciado Arte de Galantería (1670), un manual de finas maneras y anécdotas

cortesanas dedicado a «las damas de Palacio». Durante su prisión, primero en la

Misericordia de Lisboa y luego en el castillo de Almada ―entre 1627 y 1628, por haber

recusado embarcarse a la India19

―, don Francisco ya había expresado su intención de

componer «hum descurso [no qual se explique] como se hade dexar galantear huma

dama e ho ade fazer hum galante, que O Cortezano não tinha nenhuma notissia dos

18

Diogo Barbosa Machado, op. cit., II, p. 230. 19

Precisamente uno de los motivos alegados por don Francisco para no embarcarse en 1627 fue su

negativa a participar el proceso judicial contra el Virrey de la India, que no era otro que su pariente el

cuarto conde da Vidigueira, Francisco da Gama: «Recusou a commisão por causa das ordens severas, que

lhe davam contra o Viso-Rei, que então regia o Estado, e que era seu parente, em grau mui proximo, e seu

intimo amigo, dizendo: “Tenho muitos filhos, e pouca fazenda para mante-los; sei que nesta viagem posso

licitamente fazer grandes interesses; mas prefiro o perder todas estas vantagens, a passar pelo desgosto de

trazer preso para o Reino um fidalgo tam honrado, além de meu amigo, e parente”» (José Maria da

Costa e Silva, Ensaio biographico-critico sobre os melhores poetas portuguezes, Lisboa, Imprensa

Silviana, 1854, VII, p. 38).

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

13

nossos modos nem partecularizou isto»20

, esto es, un manual que reflejara la larga

tradición de maneras galantes de la corte portuguesa. La experiencia del comendador de

Fronteira en las lides cortesanas viene avalada por la siguiente anécdota: «por veces, se

oyó [decir] a Sus Altezas [los Reyes de España]: “Sólo cuando don Francisco de

Portugal está en Madrid parece esto palacio”»21

.

En su amplia correspondencia son frecuentes las alusiones a los principales

escritores españoles de la época, como el conde de Villamediana, Lope de Vega,

Francisco de Quevedo o el propio Góngora, con algunos de los cuales parece haber

mantenido una relación de estrecha amistad. Tras ejercer varias veces de capitán de las

Armadas del Reino y participar heroicamente en la defensa de Baía en 1624 ―«movido

da gloria e zelo da Patria»22

―, Francisco de Portugal, profesó como monje terciario en

el Convento de S. Francisco da Cidade, en Lisboa, donde según nos cuenta la

Bibliotheca Lusitana:

[…] foy acommetido de hum grande desmayo causado da debilidade a que o

reduzião as penitencias, e sendo promptamente socorrido pelos circunstantes ao

dezapertarlhe os vestidos o virão cingido com hum aspero cilicio que costumava

trazer havia muitos annos. Com tão religiosas virtudes se preparou o seu espirito

para a eternidade, o qual depois de recebidos os Sacramentos com grande piedade

passou a gozar da patria celeste a 5 de Julho de 1632, com 47 annos de idade23

.

Además de ser hombre de armas y hábil cortesano, Francisco de Portugal también

probó suerte en el cultivo de las letras. Escrita en la estela de Luis de Góngora y del

conde de Villamediana, su obra literaria circuló principalmente en forma manuscrita y

tan solo fue publicada de manera póstuma en 1652 por empeño de su hijo y heredero

Lucas de Portugal, si bien permanece prácticamente olvidada en la actualidad24

. La

mayor parte de su producción poética ―que incluye sonetos, canciones, motes,

20

Francisco de Portugal, op. cit., 1947, p. 120. La primera edición moderna del Arte de Galantería fue

realizada a mediados del siglo XX: Francisco de Portugal, Arte de Galanteria, ed. Joaquim Ferreira,

Porto, Domingos Barreira Ed., 1943. Existe asimismo una reciente edición a cargo del profesor Freitas de

Carvalho: Francisco de Portugal, Arte de Galantería, ed. José Adriano de Freitas Carvalho, Porto,

Centro Inter-Universitário de História da Filosofia – Universidade do Porto, 2012a. 21

Francisco de Portugal, op. cit., 2012a, p. 166. 22

Diogo Barbosa Machado, op. cit., II, p. 231. 23

Ibíd., p. 231. 24

Se ha afirmado que la obra de juventud de Francisco de Portugal habría sido impresa in quarto en

Madrid en torno a 1604, bajo el pseudónimo de Tomás de Jape (António Caetano de Sousa, op. cit., X,

p. 361), pero lamentablemente no se ha conservado ningún rastro de esta edición.

Pedro Álvarez-Cifuentes

14

redondillas, sextinas, octavas y romances en portugués y castellano― fue compilada

bajo el título Divinos e humanos versos25

, con una dedicatoria dirigida al príncipe D.

Teodósio (1634-1653), el malogrado primogénito del nuevo rey D. João IV de Portugal.

Esta edición de 1652 apareció acompañada de las Prisões e solturas de um alma,

compuestas de prosa y verso e inspiradas por la prisión de su autor en el castillo de

Almada. Otro extenso poema digno de mención sería la Fábula burlesca de Iphis e

Anaxarte, que recrea la mitología clásica en clave paródica26

. En lo que respecta a su

obra en lengua castellana, además del celebrado Arte de Galantería cabe destacar la

antología lírica titulada Tempestades y batallas de un cuidado ausente, que fue

publicada también de manera póstuma en las prensas lisboetas de Antonio Craesbeeck

de Melo en 1683.

Cuando Francisco de Portugal muere en Lisboa en 1632 gozaba de fama y

prestigio de poeta insigne y cultivado. Para el padre Caetano de Sousa, el comendador

de Fronteira «foy muy entendido, grande cortezão e poeta»27

. Francisco Manuel de

Melo lo considera «um dos sojeitos de mais aplauso que houve em nosso tempo, assim

neste reino [de Portugal] como no de Castela»28

. En su Diccionario Bibliographico

Portuguez, Inocêncio Francisco da Silva anota:

Foi D. Francisco dintincto alumno da eschola de Gongora, de quem soube imitar o

estylo, sem todavia copiar ou exagerar os defeitos, como tantos fizeram. As suas

poesias portuguezas são escriptas em linguagem pura, e elegante, posto que no

estylo descaia por vezes na affectação e conceitos, proprios do mestre, que tomara

por modelo. A sua versificação é sonora, e numerosa, e sabe rimar com facilidade.

Merecia ser mais conhecido do que é actualmente29

.

25

También existe una edición moderna: Francisco de Portugal, Divinos e humanos versos, ed. Maria

Lucília Gonçalves Pires, Porto, Centro Inter-Universitário de História da Filosofia – Universidade do

Porto, 2012b. 26

Maria Hermínia Maldonado, «Uma fábula burlesca de D. Francisco de Portugal», Boletim da

Biblioteca da Universidade de Coimbra, 35, 1980, pp. 283-322. 27

António Caetano de Sousa, op. cit., X, pp. 360-361. 28

Francisco Manuel de Melo, op. cit., 1999, II, p. 92. 29

Inocêncio Francisco da Silva, Diccionario Bibliographico Portuguez, Lisboa, Imprensa Nacional,

1858, III, p. 38.

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

15

II. El gusto por la caballería

La primera noticia que relaciona a Francisco de Portugal con la Crónica do Imperador

Beliandro la encontramos en el Hospital das Letras (1657) de Francisco Manuel de

Melo, quien había expresado en una carta a Lucas de Portugal que su difunto padre

«restituiu a Portugal, com muitos ganhos, a glória que Portugal lhe havia dado em seu

apelido»30

. Aunque, como el resto de Apólogos Dialogais de su autor, no vio la luz

hasta 1721, el Hospital das Letras había sido escrito en torno a 1657 y constituye una de

las primeras obras críticas sobre literatura portuguesa. Cuando Justo Lipsio, uno de los

cuatro interlocutores que participan en un debate sobre el estado actual de las letras31

,

manifiesta su interés por la literatura del momento, es informado sobre la lista de las

obras atribuidas al comendador de Fronteira:

As Tempestades e Batalhas, uma idea galante e namorada que imprimiu, em seus

dias, debaixo do nome de Tomás de Jape. Muitos anos depois de sua morte se

estamparam algumas rimas suas, com título de Divinos e Humanos Versos, a quem

deu forma de livro e pôs os remates Francisco Luís de Vasconcelos, cujas obras

também sem alguma razão houveram de padecer uma sorte semelhante, de seu

engenho bem desigual demerecida, porque o sangue da vea de sua musa foi muito

parente do sangue de suas veas, ilustre e ilustrado por avós e por estudos. Tinha

composto D. Francisco a Arte de Galanteria, o Solitário, os Espíritos dos Portugais

e um famoso livro de cavalerias que ainda hoje se guarda com o nome de Dom

Belindo32

.

Identificamos rápidamente este «famoso livro de cavalerias que ainda hoje se

guarda com o nome de Dom Belindo» con la Crónica do Imperador Beliandro, que,

como es sabido, circuló manuscrita bajo una serie de diversos títulos desde mediados

del siglo XVII. En realidad, desde el estricto punto de vista cronológico la atribución de

la novela al comendador de Fronteira sería factible, ya que su muerte no tuvo lugar

30

Francisco Manuel de Melo, Cartas familiares, ed. Maria da Conceição Morais Sarmento, Lisboa,

Imprensa Nacional – Casa da Moeda, 1981, p. 430. 31

En el Hospital das Letras «fazem a interlocução: os livros de Justo Lípsio na Crítica, Trajano Bocalino

nos Regáglios; D. Francisco de Quevedo nos Sonhos, e o Autor nos Diálogos. É cena uma livraria de

Lisboa» (Francisco Manuel de Melo, op. cit., 1999, II, p. 39). 32

Francisco Manuel de Melo, op. cit., 1999, II, p. 93.

Pedro Álvarez-Cifuentes

16

hasta 1632, apenas dieciséis años antes que la de la más probable autora Leonor

Coutinho (fallecida en un accidente de carroza en el Alentejo el 23 de enero de 1648).

En las cartas a su viejo amigo el obispo Rodrigo da Cunha, don Francisco ya

había manifestado un cierto interés por la literatura caballeresca, un género tan de moda

en aquel momento en la corte española ―«de Madrid [...] se me pede Olivante de

Laura33

, se por ventura se achar nesta caza de trás de alguma arqua, far-me-á V. S.

muita merçe mandar-mo, posto que nas cazas dos bispos mais sertos serão missais»34

―,

e insiste en el entretenimiento ocasionado por su lectura durante los días de lluvia o de

tristeza: «Se os framentos de Olivante se puderem qua remedear estima-lo-ey, porque

era apitite o que eu dezejava de sastisfazer o tempo choroso»35

. Este fragmento revela la

existencia de un circuito más o menos organizado de préstamo e intercambio de libros

―lo que la profesora Isabel Almeida denomina «uma rede de interesses determinada

pelo gosto cortesão»36

, que tal vez incluía también manuscritos de obras originales,

sometidos al escrutinio y los dictámenes de los amigos del autor, una costumbre muy en

boga durante el Siglo de Oro―.

Asimismo, al reseñar los festejos organizados en 1623 con motivo de la venida a

Madrid del príncipe de Gales, Carlos Estuardo37

―durante su cortejo de la infanta

María de Austria, la hermana de Felipe IV―, don Francisco comentará con ironía:

«aqui so de festas se trata, que querem comverter este ingles a puras canas. O

33

La voluminosa Historia del invencible caballero Don Olivante de Laura, Príncipe de Macedonia, que

por sus admirables hazañas vino a ser Emperador de Constantinopla (Barcelona, 1564) es un libro de

caballerías escrito por el leonés Antonio de Torquemada (1507-1569), autor también de la célebre

miscelánea titulada Jardín de flores curiosas (Salamanca, 1570). Durante el escrutinio de la biblioteca de

Alonso Quijano, opina el cura: «el autor de ese libro […] fue el mismo que compuso a Jardín de flores, y

en verdad que no sepa determinar cuál de los dos libros es más verdadero, o, por decir mejor, menos

mentiroso; sólo sé decir que éste irá al corral, por disparatado y arrogante» (Miguel de Cervantes, Don

Quijote de la Mancha, ed. Francisco Rico, Madrid, Santillana, 2011, p. 62). 34

Francisco de Portugal, Poesias, op. cit, 1947, p. 98. 35

Ibíd., p. 99. 36

Isabel Almeida, Livros Portugueses de Cavalarias, do Renascimento ao Maneirismo, tesis de

doctorado, Lisboa, Universidade de Lisboa, 1998, p. 71. 37

Sobre la repercusión de la visita del príncipe de Gales en la literatura española, véanse Zaida Vila

Carneiro, «Festejos y representaciones teatrales para agasajar a un Príncipe de Gales», en

Cuatrocientos años del «Arte nuevo de hacer comedias» de Lope de Vega: actas selectas del XIV

Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro:

Olmedo, 20 al 23 de julio de 2009, coords. Germán Vega García-Luengos y Héctor Urzáiz Tortajada,

recurso electrónico, 2010, II, pp. 1075-1084, y Zaida Vila Carneiro, «La repercusión en la poesía

española de la visita a España del Príncipe de Gales, Carlos Estuardo, en 1623», en La tinta en la

clepsidra. Fuentes, historia y tradición en la literatura hispánica, eds. Sònia Boadas, Félix Ernesto

Chávez y Daniel García Vicens, Barcelona, MMR, 2012, pp. 89-96. El proyecto de matrimonio fallido

nos recuerda ciertamente a la historia del rey de Inglaterra y la infanta Lindonisa de Portugal en la

Primera Parte del Beliandro.

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

17

cazamento paresse que não pode dexar de ser, e eu depois de visto disto crejo aos pez

junttos em Henrrique Frusto. A verdade he que terra que deu de sy D. Gilão o Cuidador

tudo dará»38

. Henrique Frusto es el cronista ficticio que declara como fuente el narrador

de la trilogía de Crónica de D. Duardos, de Gonçalo Coutinho (finales del siglo XVI).

El Palmeirim de Inglaterra de Francisco de Moraes (1544) ya mencionaba a un antiguo

cronista llamado «Anrique Frusto». Siguiendo los tópicos del falso traductor y el libro

encontrado, algunos códices de las distintas partes del D. Duardos la suponen

compuesta por un tal «Henrrique Frusto, chronista ingres, e tresladada em portugues por

Gomes Ennes de Zurara, que fes a Chronica del Rey Dom Afonço Henrriques de

Portugal, achada de novo entre seus papeis»39

. Por su parte, «Gilão o Cuidador» es uno

de los personajes del Amadís de Gaula y sus continuaciones. Como vemos, la

incredulidad provocada por la exigencia española de que el príncipe inglés se

convirtiera al catolicismo para poder casarse con la infanta evoca en don Francisco el

recuerdo de las novelas más disparatadas40

.

También en el Arte de Galantería opinará el comendador de Fronteira en defensa

de las fábulas caballerescas:

Ni veo razón por que se condenen estos libros, pues no hay ninguno en que no se

halle algo de bueno y los bien escritos son un modelo de todas las perfeciones que

nos ponen en camino que, siendo formado de lo fingido, es un retrato de lo

verdadero, de que todos los estados pueden tomar perfeción41

.

38

Francisco de Portugal, op. cit., 1947, p. 107. 39

La apócrifa referencia al historiador Gomes Eanes de Zurara (1410-1474) provocó un cierto revuelo

entre la crítica decimonónica: véanse al respecto las tesis doctorales de Raúl César Gouveia

Fernandes, Crônica de D. Duardos (Primeira Parte), cód. BNL 12904: edição e estudo, tesis de

doctorado, São Paulo, Universidade de São Paulo, 2006, pp. 36-45, y de Nanci Romero, Edição da

Crónica de D. Duardos (Segunda e Terceira Partes), tesis de doctorado, São Paulo, Universidade de São

Paulo, 2012, pp. 20-22. 40

También la Crónica de D. João II el propio Garcia de Resende había recurrido a la comparación con

las novelas de caballerías para evocar el lujo de las bodas del príncipe D. Afonso de Portugal con la

princesa Isabel, la hija mayor de los Reyes Católicos, en 1490: «cousa que se se houvesse de escrever

meudamente como foi, pareceria fábula de Amadis, ou Esplandião» (véase Isabel Almeida, op. cit, p.

33). Para una contextualización general de los usos de la literatura caballeresca, véase la monografía de

Pedro M. Cátedra, El sueño caballeresco. De la caballería de papel al sueño real de Don Quijote,

Madrid, Abada, 2007. 41

Francisco de Portugal, op. cit., 2012a, p. 152.

Pedro Álvarez-Cifuentes

18

La crítica ha relacionado esta defensa del género con la influencia que pudo

ejercer la lectura atenta de Corte na aldeia de Francisco Rodrigues Lobo (1616), que

habría sido, a su vez, un lector entusiasta de Miguel de Cervantes42

.

III. La confusión de los críticos

La atribución de la autoría del D. Belindo ―o Crónica do Imperador Beliandro― a

Francisco de Portugal se impuso a partir del impreciso testimonio de Francisco Manuel

de Melo, cuya fiabilidad nunca llegó a ser puesta en tela de juicio. Así, la recoge Teófilo

Braga en su Historia das Novellas Portuguezas de Cavalleria, al comentar el conocido

pasaje de la penitencia de Amadís de Gaula en la Peña Pobre, del que observa que fue

«imitado por Francisco de Portugal, na novella inedita de Dom Belindo»43

. Unas

páginas más tarde insiste en la misma idea al evaluar la influencia del Amadís sobre

textos posteriores ―«D. Francisco de Portugal imitou-o tambem na sua novella inedita

de Dom Belindo, no capitulo cincoenta»― y advierte que «no cap. 51 [do D. Belindo],

ha imitação do episodio do Arco dos Amantes»44

, refiriéndose a la prueba de la Torre de

Esmeralda de Niquea narrada en la Segunda Parte del Beliandro. Por sorprendente que

pueda resultar, estas informaciones no parecen entrar en conflicto con la frecuente

atribución del texto a la condesa da Vidigueira que aduce la mayor parte de la tradición

bibliográfica portuguesa, una información que Teófilo Braga debía conocer aunque

fuera indirectamente.

Ya en el siglo XX, también se hacen eco de la supuesta autoría del comendador de

Fronteira los críticos Avalle-Arce45

, Manuppella46

, Teensma47

, Colomès48

y Bouza49

,

42

Zulmira Coelho de Santos, «Rodrigues Lobo leitor de Cervantes?», en Cervantes en el espejo del

tiempo, ed. Mª Carmen Marín Pina, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza / Alcalá, Universidad

de Alcalá, 2010, pp. 431-440. Sobre el mismo asunto, puede consultarse también el artículo de José

Adriano de Freitas Carvalho, «A retórica da cortesía: Corte na Aldeia (1619) de Francisco

Rodrigues Lobo, fonte da Epítome de la eloquencia española (1692) de Francisco José Artiga»,

Península. Revista de Estudos Ibéricos, 0, 2003, pp. 423-441. 43

Teófilo Braga, Historia das Novellas Portuguezas de Cavalleria. Formação do Amadis de Gaula,

Porto, Imprensa Portugueza, 1873, p. 81. 44

Ibíd., p. 245. 45

Juan Bautista Avalle-Arce, «El arco de los leales amadores en el Amadís», Nueva Revista de

Filología Hispánica, VI, 1952, pp. 149-156. 46

Francisco Manuel de Melo, A Visita das Fontes. Apólogo Dialogal Terceiro, ed. Giacinto

Manuppella, Coimbra, Universidade de Coimbra, 1962.

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

19

entre otros. ¿Una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad? El

caso de Teensma es particularmente flagrante, ya que ―guiado por la conjetura del

Diccionario Bibliographico Portuguez de Inocêncio da Silva50

― defiende la autoría de

Francisco de Portugal y rechaza tajantemente la de Leonor Coutinho por estimar que el

estado de la lengua que reflejan los manuscritos sitúa su origen en el siglo XVI:

Estou inteiramente de acordo com [a] opiniao de Inocêncio […], e como D. Leonor

Coutinho viveu quando já era muito entrado o século XVII, não me parece fácil que

fosse ela a autora da obra [...] É de deduzir que deva atribuir-se a autoria do romance

a este último [D. Francisco de Portugal], como sendo mais lógico51

.

A nuestro modo de ver, la argumentación del crítico holandés carece de todo

fundamento, ya que el comendador de Fronteira y la condesa da Vidigueira fueron

estrictos contemporáneos y nacieron ambos en el último cuarto del siglo XVI.

Tras una ardua investigación, Aurelio Vargas Díaz-Toledo52

ha concluido que el

verdadero texto de caballerías compuesto por Francisco de Portugal no habría sido el D.

Belindo alegado por Francisco Manuel de Melo, sino más bien una continuación

portuguesa del castellano Belianís de Grecia, hasta la fecha desconocida, que el

investigador propone denominar «Quinta Parte» al retomar la acción novelesca justo en

el punto donde termina la Cuarta53

. El texto se ha conservado incompleto en el Arquivo

47

Benjamin Nicolaas Teensma, «Nótula sobre alguns manuscritos da Crónica do Imperador Beliandro

e da História da Grécia», Boletim Internacional de Bibliografia luso-brasileira, IV, 1963, pp. 110-114. 48

Francisco Manuel de Melo, Le Dialogue «Hospital das Letras», ed. Jean Colomès, Paris, Fundação

Calouste Gulbenkian – Centro Cultural Português, 1970. 49

Fernando Jesús Bouza Álvarez, Corre manuscrito. Una historia cultural del Siglo de Oro, Madrid,

Marcial Pons, 2001, p. 60. 50

Inocêncio Francisco da Silva, op. cit., V, pp. 178-179. 51

Benjamin Nicolaas Teensma, art. cit., pp. 112-114. 52

Aurelio Vargas Díaz-Toledo, «Una desconocida continuación del Belianís de Grecia en

portugués», en Rumbos del Hispanismo en el umbral de Cincuentenario de la AIH, vol. III – Siglo de Oro

(prosa y poesía), ed. Mª Luisa Cerrón Puga, Roma, Bagatto Libri, 2013, pp. 146-154. 53

Notable heredera de los Amadises y Palmerines, el Belianís de Grecia supone una de las «sagas

literarias más conocidas del género caballeresco castellano» y fue escrita en cuatro partes por el

licenciado burgalés Jerónimo Fernández (véase Daniel Eisenberg y Mª Carmen Marín Pina,

Bibliografía de los libros de caballerías castellanos, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2000,

pp. 263-274). Cabe reseñar la existencia de una alternativa Quinta parte de don Beleanís de Grecia y su

hijo Velflorán, con sus grandes echos, compuesta en castellano por un tal Pedro Guiral de Verrio, de la

que existen dos copias: el incompleto ms. 13.138 de la Biblioteca Nacional de Madrid y el cód. 5683 de la

Biblioteca Imperial de Viena ―mal catalogado en el pasado como copia manuscrita de la Tercera y

Cuarta Partes― (Aurelio Vargas Díaz-Toledo, art. cit., 2013, pp. 146-154). Conviene recordar que

también el autor del Quijote quiso aventurarse con una secuela del exitoso Belianís: «posiblemente el

Pedro Álvarez-Cifuentes

20

Nacional da Torre do Tombo (Lisboa) bajo la signatura nº 1144 de los «Manuscritos da

Livraria». La patente semejanza del título «Belianís» con el de la novela que nos ocupa

pudo provocar la confusión de Francisco Manuel de Melo ―cuya fuente desconocemos,

pero que tal vez se refería a un texto que apenas conocía de oídas y al que no había

prestado demasiada atención―, que fue arrastrada por la crítica posterior. En efecto, el

autor de los Apólogos Dialogais había expresado en varias ocasiones su escaso aprecio

por el género caballeresco54

. Por otra parte, a pesar de los halagos que le dedica, no nos

consta que Melo hubiera mantenido una relación demasiado estrecha con Francisco de

Portugal sino que, en la epístola que dirige a su hijo Lucas en 1651, apenas reconoce

estar familiarizado con su obra poética55

.

Ya en una temprana carta de 1616, el comendador de Fronteira había lamentado

las críticas de una tal doña Ana56

hacia un texto suyo denominado originalmente

Belflorão: «As novas [...] que D. Anna da de Belflorão são culpado de dezatado»57

. En

efecto, el texto localizado por Vargas Díaz-Toledo narra, entre otras complicadas

aventuras, los sufrimientos amorosos de Belflorao ―el hijo y heredero del caballero

Belianís de Grecia y la princesa Florisbela de Babilonia― por culpa de la linda

Belianisa. La carta nos permitiría, pues, datar esta continuación portuguesa del Belianís

en torno a mediados de la segunda década del siglo XVII.

Unos años más tarde, el 22 de junio de 1624, Francisco de Portugal informa a su

corresponsal Rodrigo da Cunha ―por aquel entonces obispo de Oporto― de un

repentino interés de otra dama de la corte, esta vez no identificada, por el fragmento

novelesco que había escrito en el pasado, y que ahora ha vuelto a mandar copiar y no

descarta reelaborar:

proyecto de Cervantes era escribir una nueva continuación de los libros I-II, subsanando las deficiencias

que encontraba en los libros III-IV» (Daniel Eisenberg y Mª Carmen Marín Pina, op. cit., p. 269). 54

«Juro a V. M. que toda a vida me enfadarão as damas dos livros de cavalerias, porque sempre as achava

acompanhadas de cachorros, de leoẽs, e de enãos. Tão inimigo sou destas taes sevandilhas, que nẽ em

livros mentirosos as sofro; veja V. M. que será nas cousas verdadeiras? Mas o que he humor, ou capricho

meu, não he razaõ que se assente por regra geral. Seja advertido para quem tiver outro tão mao gosto»

(Francisco Manuel de Melo, Carta de Guia de Casados, ed. Daniel Neto Rocha, Coimbra, Universidade

de Coimbra – Centro de Estudos de Linguística Geral e Aplicada, 2007, p. 37). 55

Francisco Manuel de Melo, op. cit., 1981, pp. 430-432. 56

Podría tratarse de la hispano-portuguesa Ana María de Manrique y Cárdenas (1594-1660), la hija del

duque de Maqueda y la duquesa de Nájera, dama de la reina Isabel de Borbón y futura esposa del

primogénito de los duques de Aveiro y primer duque de Torres Novas, Jorge de Lencastre, a la que el

comendador de Fronteira dedicó varios poemas y sirvió como «galán» en alguna fiesta palaciega

(Francisco de Portugal, op. cit., 2012a, p. 59). 57

Francisco de Portugal, op. cit., 1947, p. 95.

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

21

Pediran-se-me de Palacio huma dama, que bem encaresido está o ser mais que

mandar, os capitulos en que seguimos D. Belianes. Estou mandando-os tresladar e

detremino de lhe acresentar alguns naqueles muros de cristal se a perguisa me não

for à mão58

.

En esta carta, Francisco de Portugal reconoce haber escrito ―casi por pasatiempo,

luchando contra la desidia y la pereza― una nueva continuación del Belianís en lengua

portuguesa, que hasta ahora habría permanecido desconocida. Efectivamente, Ettore

Finazzi-Agrò ya había advertido (sin mucha repercusión por parte de la crítica) que

«neste passo se fala com clareza [...] do Belianís de Grecia, romance de cavalaria

castelhano (em quatro partes: I e II, 1547; III e IV: 1579), que nada tem que ver com a

Crónica de D. Belindo»59

. Sin embargo, fomentando el equívoco en lo que se refiere a

la autoría del texto, el crítico italiano confunde al comendador de Fronteira con su

pariente el tercer conde de Vimioso ―otro Francisco de Portugal (1550-1582), nieto del

primer conde y muerto contra los españoles en la batalla naval de Vila Franca, en las

Azores60

―, y no duda en identificarlo con la referencia señalada en el Hospital de las

Letras: «D. Francisco de Portugal, 3.º conde do Vimioso»61

. En un error similar recae

58

La misiva continúa: «VS. mandeme en que o sirva e se acazo se lembra de hum soneto feito ao Vasquo

de Lobeira dizem que pelo Infante Dom Luiz mandemo copiado que mo pedio Castel Rodrigo por andar

Amadiz muy valido do Infante Carlos quer parese justificar que são portuguezes aquelles sentim.tos

»

(Francisco de Portugal, op. cit., 1947, pp. 113-114.), un fragmento en el que el comendador de

Fronteira retoma la teoría que defiende el origen lusitano del clásico Amadís de Gaula. 59

Ettore Finazzi-Agrò, A Novelística Portuguesa do Século XVI, trad. Carlos Moura, Lisboa, Instituto

de Cultura Portuguesa, 1978, p. 110. «É curioso observar como o texto castelhano [do Belianís] nunca foi

publicado em terras portuguesas, nem foi nunca traduzido para a língua de Camões. Para além disso, na

extensa bibliografia cavaleiresca relacionada com o mundo luso, nunca se acha referência nenhuma de

que tenha sido conhecido, exceto por uma pequena alusão no capítulo 79 da sexta parte do Palmeirim de

Inglaterra, ou Clarisol de Bretanha, do escritor de Tavira Baltasar Gonçalves Lobato» (Aurelio Vargas

Díaz-Toledo, op. cit., 2012, p. 151). Como resulta evidente, la referencia del Clarisol puede deberse

simplemente a que su autor conociera la novela en su versión castellana. 60

No consta ningún interés del tercer conde de Vimioso por la literatura de caballerías. A pesar de que

«foy erudito e bem instruido nas línguas hebraica, grega e latina; soube a franceza, italiana e hespanhola e

a materna com propriedade, e em todas compunha com energia» (António Caetano de Sousa, op. cit., X,

p. 428), de su pluma apenas se conservan unas trovas en las que «judiciosamente increpava a El-Rey D.

Sebastião do intento de passar a Africa, distribuidas em tres poesias, que intitulou Avizo primeiro de

Franco a Sebasto» (Diogo Barbosa Machado, op. cit., II, p. 230). 61

Ettore Finazzi-Agrò, op. cit., p. 70. Sospechamos que esta monografía de Finazzi-Agrò es la fuente

errónea a la que recurren los catálogos on-line de la Biblioteca Nacional de Lisboa y el Arquivo Nacional

da Torre do Tombo que, sin citar el origen de la información, consignan con respecto a los ejemplares de

la Crónica do Imperador Beliandro que custodian: «Autoria incerta. Alguns autores atribuem-no a D.

Leonor Coutinho, condessa da Vidigueira (15--16--). Outros pensam ser seu autor D. Francisco de

Portugal, 3º conde de Vimioso (1550-1582)».

Pedro Álvarez-Cifuentes

22

Vargas Díaz-Toledo62

, que tiende a identificar al comendador de Fronteira con su

tatarabuelo el primer conde de Vimioso, que había fallecido en 1549. Como hemos

aclarado, aunque los tres comparten el mismo nombre y son miembros de la misma

familia, se trata de personajes diferentes y alejados casi una centuria en el tiempo63

.

IV. Un tal Francisco Manuel

Antes de concluir, cabe reseñar la atribución posterior del Beliandro a un desconocido

personaje denominado Francisco Manuel, la cual aparece consignada en el frontispicio

del códice nº HS.11.C.2 de la Biblioteca Universitaria de Utrecht (Holanda): «Author

desta obra D. Franc.co

Manoel». A partir de la descripción del holandés Teensma,

Finazzi-Agrò planteó una posible identificación de este «Francisco Manoel» con el

propio Francisco Manuel de Melo ―lo que supondría un insólito tour de force―,

aunque acabó descartando la hipótesis por considerarla poco verosímil:

A grafia é, com efeito, de mão tardia e mesmo querendo identificar «D. Fran.co

Manoel» con o autor do Hospital das Letras poder-se-ia perguntar o porquê de ele

mais tarde preferir atribuir a outro o seu livro64

.

Teensma ya había estimado que «o facto de a Chrónica do Emperador Beliandro

e a História de Grécia testemunharem uma psicologia bem alheia ao espírito de Dom

Francisco Manuel de Melo são para mim provas bastantes para qualificar de errónea a

indicação que se lê no frontispício do manuscrito de Utreque»65

. ¿Tal vez la anotación

apenas remite de forma oblicua a la información reseñada en el Hospital das Letras?

Téngase en cuenta que también en el códice nº 81 de la Biblioteca del Museu Nacional

de Arqueologia de Belém (Lisboa) aparecen algunas referencias marginales a un tal

62

Aurelio Vargas Díaz-Toledo, op. cit, 2012, p. 111. 63

Hay, todavía, un cuarto y último Francisco de Portugal (1679-1749), el octavo conde de Vimioso y

segundo marqués de Valença, notable erudito y miembro de la «Academia dos Ocultos», defensor de la

comedia nueva ante el auge de las modas afrancesadas y autor en 1739 de un Discurso apologético em

defesa do teatro espanhol (António Caetano de Sousa, op. cit., X, pp. 461-464; Diogo Barbosa

Machado, op. cit., II, pp. 232-234). 64

Ettore Finazzi-Agrò, op. cit., p. 70. 65

Benjamin Nicolaas Teensma, art. cit., p. 112.

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

23

«Manoel da Costa» o «Manoel Fr.co

da Costa» (fols. 266v y 267r), que parece ser el

copista o lector encargado del ejemplar. ¿Podría tratarse del mismo personaje?

Otro desconocido Francisco Manuel es el mencionado con cierta ligereza por

Francisco de Portugal en una carta del 16 de octubre de 1627 a Rodrigo da Cunha, en la

que refiere a propósito de una visita a Lisboa: «em caza de hum Dom. Fran.co

M.el

se

eixercitão os engenhos do lugar, que são tibeos»66

. Este personaje, cuyo talento literario

parece cuestionar el mordaz comendador de Fronteira, también suele ser identificado

con el propio Francisco Manuel de Melo, si bien no disponemos de grandes argumentos

que respalden esta consideración.

V. Conclusión: La maternidad del texto

Las teorías que relacionan la autoría original de la Crónica do Imperador Beliandro con

el primer conde de Vimioso (1480-1549) o con su nieto el tercer conde (1550-1582) nos

parece que pueden ser finalmente descartadas. Asimismo, el reciente hallazgo por parte

de Aurelio Vargas Díaz-Toledo de la inédita continuación portuguesa del Belianís de

Grecia adquiere una importancia capital, al poner en tela de juicio el papel ejercido por

Francisco de Portugal en la redacción de la novela generalmente atribuida a Leonor

Coutinho. No obstante, dada la afición que expresa el comendador de Fronteira en sus

cartas en relación a la lectura y reelaboración lúdica de textos caballerescos, cabría

formular la hipótesis de que hubiera intervenido de alguna forma en el dilatado proceso

de escritura del Beliandro ―téngase en cuenta que Francisco de Portugal era pariente

directo del marido de la condesa da Vidigueira y, en cierto modo, protector de su hija

Maria Coutinho en la corte madrileña del Pardo, lo que pudo afianzar los lazos

personales entre ambos67

―. Nos enfrentaríamos, entonces, a la tentadora posibilidad de

una autoría compartida o multiplicidad autorial, una circunstancia relativamente

frecuente en lo que se refiere a textos que circularon manuscritos durante los siglos

66

Francisco de Portugal, op. cit., 1947, p. 119. 67

En su reciente edición del Arte de Galantería (Francisco de Portugal, op. cit., 2012a, p. 153), el

profesor Freitas Carvalho distingue, efectivamente, el Belianis bosquejado por Francisco de Portugal del

D. Belindo compuesto por su «muito chegada parente» Leonor Coutinho, advirtiendo de la confusión

reseñada en el Hospital das Letras.

Pedro Álvarez-Cifuentes

24

XVII y XVIII, un momento en el que el concepto cerrado de «autor original» aún no

estaba desarrollado por completo.

A semejante posibilidad podría aludir con una metáfora de inspiración alquímica

el capitán Manuel da Madureira Lobo en su dedicatoria del ejemplar del Beliandro

conservado en la Library of Congress de Washington bajo la signatura nº 158, datada el

15 de junio de 1692, en la que escribe a su amigo António Estêvão da Costa a propósito

de la Primera Parte de la novela:

Ainda que paresa superfluo dizer que esta hystoria não he parto meo, pois ella por

sua elegancia e alto estilo da a conhecer o seu author, he contudo necessario que eu

o confese para que se conhesa que as fezes que levar este fenissimo ouro, não as

troche do mineral donde sahio, senão que as recebeo do crizol por onde passou68

.

En todo caso, la relación autorial de Francisco de Portugal con la Crónica do

Imperador Beliandro parece poco sólida y se trata, seguramente, del producto de una

larga confusión con la continuación portuguesa del Belianís de Grecia, hasta la fecha

desconocida.

En resumen, a falta de nuevos indicios al respecto, nos inclinamos a descartar de

manera casi definitiva la atribución propuesta por Francisco Manuel de Melo en el

Hospital das Letras ―una información, a todas luces inexacta, que la crítica posterior

se había obstinado en perpetuar sin llegar a someterla a una revisión concienzuda―.

Aunque es cierto que desmontar la hipótesis sobre Francisco de Portugal no implica

necesariamente atribuir la novela a Leonor Coutinho, si tenemos en cuenta la

significativa abundancia de fuentes directas e indirectas que defienden la autoría de la

condesa da Vidigueira69

podríamos empezar a despejar la incertidumbre sobre la

paternidad de la Crónica do Imperador Beliandro. O tal vez deberíamos escribir sobre

su maternidad.

68

Crónica do Imperador Beliandro (Primeira Parte), Library of Congress of Washington, Portuguese

Manuscripts Collection, ms. 152, p. 2. 69

Pedro Álvarez-Cifuentes, La Crónica do Imperador Beliandro: edición y estudio del ms. ANTT

875, tesis de doctorado, Oviedo, Universidad de Oviedo, 2014, pp. 102-116.

EN TORNO A LA AUTORÍA DE LA CRÓNICA DO IMPERADOR BELIANDRO: LA HIPÓTESIS SOBRE FRANCISCO DE

PORTUGAL

25

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RECIBIDO: NOVIEMBRE 2015

APROBADO: ENERO 2016 DOI: 10.14643/41A

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE

SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE

MENDOZA ANTE LA AMENAZA HOLANDESA A LA

HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

Antonio Valiente Romero

Universidad Nacional de Educación a Distancia

España

RESUMEN:

En 1630, tras una amplia experiencia como sacerdote y comisario de la Inquisición en el

virreinato del Perú, Lorenzo de Mendoza llegó a la corte, donde dio a la imprenta una serie de

memoriales dirigidos a Felipe IV, todos ellos con el trasfondo común de un imperio global,

integrado y estable. En varios de ellos abordó, con distinta especificidad, las amenazas que se

cernían sobre la hegemonía que aún ostentaba la Monarquía hispánica, con especial incidencia

en las actividades llevadas a cabo por los holandeses. En este artículo realizamos un análisis de

las reformas propuestas por Mendoza para consolidar la hegemonía colonial de los imperios

ibéricos, aportando una serie de conclusiones sobre la viabilidad de las mismas.

Palabras clave: Lorenzo de Mendoza, Unión Ibérica, hegemonía marítima, Carrera de Indias.

«Envidiosos de la grandeza y felicidad de su imperio». Lorenzo de

Mendoza’s proposals against the Dutch threat to the Iberian

colonial hegemony.

ABSTRACT:

In 1630, after a long experience as a priest and curator of the Inquisition in the Viceroyalty of

Peru, Lorenzo Mendoza came to the Court, where he gave to the press a series of

memorials addressed to Philip IV, all of them with the common background of a global,

integrated and a stable empire. In some of them he tackled, with different specificities, the

threats hovering over the hegemony that still held the Spanish Monarchy, with special emphasis

on the activities carried out by the Dutch. In this paper we attempt an analysis of the reforms

proposed by Mendoza to consolidate the hegemony of Iberian colonial empires, providing a set

of conclusions on the viability of them.

Keywords: Lorenzo de Mendoza, Iberian Union, maritime hegemony, Carrera de Indias.

ISSN: 2340-1176 Atalanta 2016, 4/1: 29-62

Antonio Valiente Romero

30

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

31

ntre 1630 y 1644, Lorenzo de Mendoza1 redactó y dio a la imprenta una

serie de memoriales dirigidos a Felipe IV, en los que las temáticas

fundamentales fueron el estatus de los súbditos portugueses en la

Monarquía Hispánica, la denuncia de las capturas de indios que llevaban

a cabo los bandeirantes de São Paulo en el área colonial castellana o su propia y

conflictiva experiencia como prelado episcopal de Río de Janeiro, entre otros asuntos.

En varios de ellos abordó, de forma transversal y en algún caso específica, las amenazas

que se cernían sobre la hegemonía que aun ostentaba la Monarquía, encarnadas

fundamentalmente en las actividades navales, bélicas y comerciales llevadas a cabo por

los holandeses. A lo largo de este estudio analizaremos la percepción que de estas

amenazas tenía nuestro memorialista, así como las reformas que propuso para hacer

frente a las mismas, concluyendo con algunas notas sobre la viabilidad de estas

propuestas.

Mendoza ha sido ya objeto de varios estudios. En el siglo XIX, Moreira de

Azevedo, en lo que hoy denominaríamos una novela histórica2, lo presenta como un

individuo de genio violento y costumbres impuras3. La descripción de Azevedo parece

reflejar el conjunto de acusaciones de las que Mendoza fue objeto como consecuencia

de sus conflictos con las oligarquías locales de Rio de Janeiro, estudiados por Coaracy4.

Rubert5 fue el primero en trazar su biografía, muy centrada en su periodo en Río

de Janeiro. Mediante el estudio de las fuentes primarias portuguesas, brasileñas,

españolas y vaticanas, despojó la figura de Lorenzo de Mendoza de los perjuicios que

arrastraba a consecuencia de las aseveraciones de Azevedo, concluyendo que fue un

organizador inteligente y de gran preparación6.

1 Es frecuente encontrar su nombre en la bibliografía como Lourenço de Mendonça, pero dado que en la

mayor parte de los textos que hemos manejado del autor este lo castellaniza, hemos optado por emplear

esta forma. También hemos modernizado la ortografía y la puntuación de las citas procedentes de sus

memoriales. 2 El mismo autor reconoce que no todos los personajes de su narración son reales: «Muitas das

personagens, que representão papel mais ou menos importante nesta narrativa, existirão em realidade na

época que esboçamos» (Moreira de Azevedo, Lourenço de Mendonça. Episodio dos tiempos coloniaes,

Río de Janeiro, Typ. Industria Nacional de J.C.C. Cotrim editor, 1868, p. 20). Asimismo en ningún punto

de la obra avala la veracidad de las acciones relatadas. 3 Ibíd., p. 16.

4 Vivaldo Coaracy, O Rio de Janeiro no século dezessete, Río de Janeiro, Jose Olympio, 1944.

5 Arlindo Rubert, «O prelado Lourenço de Mendonça: 1º bispo eleito do Rio de Janeiro», Revista do

Instituto Histórico e Geográfico Brasileiro, 311, 1976, pp. 13-33. 6 Ibíd., pp. 13 y 32-33.

E

Antonio Valiente Romero

32

Sus memoriales, sin embargo, no han llamado la atención de los historiadores

hasta los últimos años, especialmente el que constituye su obra de mayor envergadura:

Suplicación a su majestad católica del rey nuestro señor, que Dios guarde, ante sus

reales consejos de Portugal y de las Indias, en defensa de los portugueses (Madrid: s.n.,

1630). Cardim7 aborda el estudio de este texto desde la perspectiva de las identidades

nacionales, vinculando las ideas que Mendoza expone con la corriente de pensamiento

sobre las identidades nacionales que se desarrolla durante la década de los años 30 del

siglo XVII. Por su parte, Ramada Curto8 aborda su estudio en función al modelo de

«homem português nos trópicos» propuesta por Freyre9, que rechaza en sus

conclusiones. Finalmente Vilardaga10

retoma el estudio en el marco de las identidades

nacionales, caracterizando la trayectoria de Mendoza como reflejo de las

contradicciones de los súbditos de la Monarquía Hispánica del momento11

.

I. La forja de un arbitrista

[…] he navegado más de veinte y dos mil leguas y caminado por tierra más de tres

mil, tomando tantas noticias con rodear y estar en tantas partes o lo más del mundo,

lo que se halla en muy pocos. Y sólo por esta cualidad tan buena estiman mucho los

príncipes y repúblicas bien gobernadas a quien la tiene12

.

Estas palabras proceden del último memorial que Mendoza remitió a Felipe IV, poco

antes de abandonar para siempre los dominios del monarca. Dejaba tras de sí, no sólo

una ingente trayectoria viajera, también una dilatada experiencia en los dominios

coloniales portugueses y castellanos que había ido desgranando en sus memoriales

desde 1630.

7 Pedro Cardim, «“Todos los que no son de Castilla son yguales”. El estatuto de Portugal en la

Monarquía española en el tiempo de Olivares», Pedralbes: Revista d'història moderna, 28:2, 2008, pp.

521-552. 8 Diogo Ramada Curto, «O Padre Lourenço de Mendonça: entre o Brasil e o Peru (c. 1630-c. 1640)»,

Topoi, 11:20, 2010, pp. 27-35. 9 Gilberto Freyre, Contribuição para uma sociologia da biografia: o exemplo de Luís de Albuquerque,

governador de Mato Grosso, no fim do século XVII, Lisboa, Academia Internacional da Cultura

Portuguesa, 1968, 2 vols., p. 29. 10

José Carlos Vilardaga, «Identidades instáveis: um padre português no império dos Felipes»,

Antíteses, 7:13, 2014, pp. 517-534. 11

Ibíd., p. 532. 12

Biblioteca Nacional de España (BNE), Mss/2376, (s.f.).

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

33

Mendoza nació en Sesimbra en 1585, residiendo en esta población hasta el 13

de agosto de 1602, cuando ingresa en la Compañía de Jesús, en cuyo seno cursó los

estudios superiores13

. En 1615, cuando ya había realizado sus primeros viajes, sabemos

que ya no pertenecía a la orden Jesuita. Se estableció, entonces, en Potosí14

, donde

obtuvo el cargo de comisario del Santo Oficio. Pero sólo permaneció cinco años en la

Villa Imperial, pues en 1620 se trasladó a la confluencia entre las provincias de Chichas

y Lípez, para dedicarse al adoctrinamiento y reducción de los nativos15. Pero el proyecto

de Mendoza iba más allá y la elección de este emplazamiento no fue casual. Por una

parte, los indios de la zona no estaban sometidos al sistema de encomienda desde que el

corregidor de La Plata, Antonio de Hozmayo, los liberase en 156016

. Por otra, la historia

de los encomenderos anteriores a dicha resolución hacía presuponer la existencia de

importantes recursos mineros en la zona.

De forma paralela al proceso de evangelización de los indios, Mendoza fue

localizando los enclaves mineros y fundando reducciones junto a los mismos,

estableciendo, a lo largo de la década de 1620, los asientos mineros de Tatasi,

Chorolque, San Vicente, San Francisco, Monserrate, Chocaya y Sorocaya17

. La relativa

proximidad a Potosí hizo que pronto comenzasen a desplazarse a la zona mineros

dispuestos a iniciar las explotaciones, muchos de ellos portugueses, hecho comprensible

si consideramos que con este traslado se convertían en feligreses de un párroco

portugués y comisario de la Inquisición, que no podía tener prejuicios religiosos contra

ellos por razón de su origen. Por su parte los indios comenzaron a trabajar a jornal en las

minas, recibiendo el apelativo de «mingados», en contraposición a los «de

encomienda»18

.

13

Arlindo Rubert, art. cit., p. 13 y Diogo Barbosa Machado, Bibliotheca Lusitana historica,

critica e cronológica na qual se comprehende a noticia dos autores portugueses, e das obras, que

compuzeraõ desde o tempo da promulgaçaõ da Ley da Graça o tempo presente, Lisboa, Ignacio

Rodrigues, 1752, p. 31. 14

Archivo General de Indias (AGI). Charcas, 2, ramo 6, doc. 148. 15

Ibíd. 16

Francisco M. Gil García, Lipes en los siglos XIV-XVII. Construcción de una región geohistórica

identitaria en el altiplano surandino y clasificaciones coloniales, Madrid, Universidad Complutense de

Madrid, 2009, p. 273. En realidad los indios estuvieron inicialmente encomendados a Hernán Núñez de

Segura y Francisco de Tapia (Ibíd., pp. 352-353), que efectuaron labores mineras en la zona y finalmente

regresaron a la Península, quedando la mina oculta y volviendo la encomienda a la Corona (Ibíd., pp. 491-

492). 17

AGI. Charcas, 2, ramo 6, doc. 148. 18

Francisco M. Gil García, op. cit., p. 431.

Antonio Valiente Romero

34

Pero este incipiente sistema de poblaciones de indios asociadas a asientos mineros

pronto experimentó graves tensiones debido a dos factores:

- Composición de extranjeros: Las disposiciones que, desde 1560, restringían el

acceso de extranjeros a las colonias americanas de Castilla, se flexibilizaron en gran

medida respecto a los lusitanos cuando Portugal quedó integrada en la Monarquía

Hispánica en 1581. Sin embargo, a partir de 1620, debido a la mala coyuntura

económica, la Corona comenzó a exigir a los portugueses una composición, es decir,

una contribución económica para legalizar su situación, bajo amenaza de expulsión.

Esto afectaba directamente a los mineros de los establecimientos fundados por

Mendoza, que eran la cúspide del sistema extractivo.

- Relaciones entre indios y mineros: Las costumbres derivadas del empleo de

indios de encomienda en las explotaciones potosinas, de donde procedían la mayor parte

de los mineros, pronto derivó en una cierta proletarización de los indios asalariados en

las minas, sometidos a una actitud cada vez más abusiva.

Además de estas tensiones en los establecimientos mineros que había ido creando,

la experiencia de Mendoza sobre los problemas de integración existentes en las colonias

americanas se intensificó a partir de 1625, cuando fue nombrado visitador de las

provincias del sur por el obispado de La Plata19

. En los viajes que emprendió en el

desempeño de este cargo fue testigo de las incursiones que realizaban los habitantes de

diversas ciudades de Brasil, especialmente São Paulo, en el área colonial de Castilla,

para capturar y esclavizar indígenas. Señala, incluso, haber presenciado en 1625 cómo

300 brasileños llegaron a capturar en una operación de este naturaleza en torno a 7.000

indios, de los cuales solo un millar llegaron vivos a territorio portugués20

.

Estas experiencias llevaron a Mendoza a iniciar su actividad como memorialista.

Su primera tentativa tuvo lugar en América cuando remitió, en 1629, a través de la

audiencia de Charcas, un memorial manuscrito al Consejo de Indias en que se quejaba

del trato que recibían los indios de los asentamientos que había fundado21

. Pero

Mendoza había decidido llevar a cabo acciones de mayor calado y, cuando llegó a

Madrid en 1630, dio a la imprenta sus primeros memoriales, que debía haber redactado

19

Arlindo Rubert, art. cit., p. 14. 20

Ibíd. 21

AGI. Charcas, 419, lib. 4, ff. 241v-242r.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

35

con antelación. A partir de entonces sus obras impresas se articulan en dos etapas bien

diferenciadas.

La primera se inicia en 1630, cuando da a las prensas los memoriales suscitados

por las experiencias ya comentadas. Presentan un cierto tono optimista, en los que se

trasluce su confianza en poder aportar soluciones globales a los problemas que le

preocupan. En ellos se encuentran la mayor parte de las propuestas que analizaremos.

Los textos incluidos en este grupo son los siguientes:

1) [Sin título] El doctor Lorenzo de Mendoza, presbítero, dize: Que ha servido a V.M.

por tiempo de más de quince años…, [Madrid: s.n., 1630]22

.

2) Suplicación a Su Majestad Católica del rey nuestro señor, que Dios guarde. Ante sus

reales consejos de Portugal y de las Indias, en defensa de los portugueses, [Madrid:

s.n., 1630]23

.

3) Memorial a Su Majestad, que Dios guarde, en razón de la seguridad de su plata y

armada del Perú y de los galeones de Tierra Firme, [Madrid: s.n., 1630]24

.

La principal consecuencia que, para la trayectoria de Mendoza, tuvieron estos

textos fue su nombramiento como prelado episcopal de Río de Janeiro, cargo desde el

que la Corona consideró que podría atajar las incursiones que realizaban los

bandeirantes contra las reducciones de indios, situadas en el área castellana, para

esclavizarlos. De esta manera obtuvo respuesta positiva a una de sus peticiones y dedicó

a partir de entonces todos sus esfuerzos a la protección de los indígenas frente a la

esclavitud. Tomó posesión en Río de Janeiro en 1632. Su estancia en la ciudad se

prolongó hasta 1637 y fue especialmente traumática. A partir de su regreso a la

Península comienza la segunda etapa de su obra memorialística, caracterizada por un

mayor pesimismo. La mayor parte de sus reflexiones vuelven reiterativamente a lo

acaecido en la capital brasileña y a las capturas de indios, y el resto de cuestiones que

había abordado en su etapa anterior pasan a tener una presencia marginal. En este grupo

se encuentran los memoriales que publicó entre 1637 y 1643:

22

British Library (BL), 1324.i.2.(24.). 23

Biblioteca de La Universidad de Sevilla (BUS), A Res. 78/5/16(03). La línea argumental de este texto

ha sido analizada por Pedro Cardim (art. cit., pp. 521-552) desde la perspectiva de las identidades

nacionales, centrándose especialmente en el estudio de los conceptos de «español» y «extranjero» en el

marco de la argumentación de Mendoza. 24

BL, 1324.i.5.(8.).

Antonio Valiente Romero

36

4) [Sin título] S.C.R.M. El doctor Lorenzo de Mendoza, prelado con jurisdicción y

oficio episcopal de la diócesis de Río de Janeiro… [Madrid: s.n., 1638]25

.

5) [Sin título] Señor. El prelado de Río de Janeiro digo que en otro memorial doy

cuenta a Vuestra Majestad de mi venida a esta corte…, [Madrid: s.n., 1638]26

.

6) [Sin título] Señor. El prelado de la diócesis del Río de Janeiro del Brasil, suplica se

lea este memorial…, [Madrid: s.n., 1638]27

.

7) [Sin título] Señor. El doctor Lorenzo de Mendoza, prelado de la diócesis del Río de

Janeiro digo que un Pedro de Sosa…, [Madrid: s.n., 1638]28

.

8) [Sin título] Señor. El doctor Lorenzo de Mendoza, prelado del Río de Janeiro, digo

que postrado a los reales pies…, [Madrid: s.n., 1639]29

.

9) Justificación y satisfecho del obispo de Río de Janeiro en razón de su ida a Roma.

[Madrid: s.n., 1643]30

.

De estos memoriales, los que hemos consignado con los números 3 y 5 abordan

específicamente a distintas amenazas para la hegemonía de la Monarquía Hispánica. El

segundo de ellos presenta una importancia limitada, pues se basa en información oral

obtenida por Mendoza respecto a un posible ataque holandés a Río de Janeiro, rumor al

que dio credibilidad. Pese a ello es representativo de la preocupación que el autor sentía

por la amenaza holandesa y muestra sus conocimientos sobre navegación y

fortificación.

II. Caracterizando al enemigo

Para Mendoza la base fundamental de la hegemonía hispánica son las posesiones

coloniales, especialmente las americanas, porque aportan los recursos necesarios para la

ejecución de la política de la Monarquía en Europa. Por tanto, asocia directamente el

mantenimiento de los imperios coloniales castellano y portugués a la consolidación

indefinida de este estatus hegemónico. En Suplicación… en defensa de los portugueses

enumera los que considera factores fundamentales para la consecución de este objetivo:

25

BL, 1324.i.9.(14.). Se encuentra asimismo una versión en portugués en BNE, Mss/2369. 26

BL, 1324.i.9.(15.). 27

Biblioteca Nacional de Francia (BNF), RES FOL-OA-198, tomo 1, nº 13. 28

BNF, RES FOL-OA-198, tomo 1, nº 16. 29

Ibíd., nº 11. 30

BNE, Mss/2376.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

37

Bajando ahora a lo más particular de la conservación de las Indias son, entre otras,

tres causas las principales de que ella depende, son a saber: la primera, la

navegación y tratos de la mar. La segunda, la agricultura y las haciendas de raíz, que

en las Indias se han hecho y hacen cada día, y con esto la labor de las minas. La

tercera es la paz y unión de los españoles vasallos de vuestra majestad, en partes tan

remotas y apartadas de España, que es la cabeza a que de allá reconocen y el corazón

que, desde acá, les da vida, gobierno y justicia31

.

La potenciación de estos factores que propone Mendoza puede resumirse, por una

parte, en la consecución de una mayor cohesión e integración de las áreas coloniales

dependientes de los distintos reinos que conformaban la Monarquía Hispánica

(fundamentalmente Castilla y Portugal), lo que debería reforzar su adhesión a la

metrópoli y facilitar su colaboración defensiva. Y, por otra, en una racionalización y

mejora de las actividades económicas americanas y de las redes de transporte marítimo,

elementos determinantes para mejorar la financiación de la política hegemónica de la

Monarquía.

Las soluciones que propondrá en estos tres ámbitos responden a la percepción de

una amenaza genérica: la disgregación del imperio colonial. Esta se encuentra, además,

protagonizada por la actividad de un enemigo concreto:

[…] los herejes rebeldes, holandeses, que en estos tiempos tanto infestan e inquietan

el estado y fuerzas que vuestra majestad tiene en la India, Persia y China, no unidas

ni juntas, sino divididas y apartadas (que las hace esto más dificultosas de defender)

tendrán los dichos rebeldes esta por la mayor guerra que nos puedan hacer […]32

.

Para Mendoza los holandeses de las provincias rebeldes constituyen el enemigo

de la Monarquía por antonomasia, hasta el punto de que los relaciona con la práctica

totalidad de las amenazas y problemas a los que pretende dar solución. Para apostillar

esta concepción, alude a su experiencia en Extremo Oriente, como garantía de

veracidad:

31

BUS, A Res. 78/5/16(03), f.ol. 31r-v. 32

Ibíd., f. 23v.

Antonio Valiente Romero

38

Hablo, señor, como quien ha estado en la India algunos años y sabe las cosas de ella,

y conoce a los holandeses, que acá y allá no dejan cosa de que valerse contra

nosotros, procurando en todo apartar a aquellas gentes de nuestros tratos,

contrataciones y provechos33

.

Y, pocas líneas más adelante, los describe con las palabras que hemos utilizado en

el título de este artículo: «…extranjeros enemigos de vuestra majestad, y envidiosos de

la grandeza y felicidad de su imperio, y de los buenos ministros de que se sirve…»34

.

Ciertamente, la táctica desarrollada por los holandeses entre 1625 y 1630, tras el

varapalo de San Salvador de Bahía, propiciaba esta sensación de amenaza. La West-

Indische Compagnie (WIC), ante la considerable devaluación de sus acciones en la

bolsa de Ámsterdam, destinó todos sus recursos al pillaje indiscriminado de cualquier

embarcación española que sus unidades localizasen en el Atlántico. Los resultados

fueron espectaculares. Así, por ejemplo, a lo largo de 1627 capturaron un total de 55

embarcaciones y, en 1628, consiguieron hacerse con la flota de indias completa y todo

su cargamento, pues se encontraba en la bahía de Matanzas (Cuba) lista para iniciar su

singladura hacia la Península35

. La estrategia de recapitalización llevada a cabo por la

WIC, precisamente cuando Mendoza redactaba sus primeros memoriales, estaba

produciendo una suerte de guerra sicológica, que presentaba a los holandeses como un

enemigo omnipresente, capaz incluso de aislar a los imperios coloniales de sus

metrópolis occidentales.

Esta situación acrecentaba la fijación de Mendoza por los holandeses como el

enemigo supremo de la Monarquía, lo que le lleva a incurrir en ciertas exageraciones.

Esto se aprecia especialmente cuando trata la causa a la que consagró finalmente su

vida, esto es, la protección de los indios de las reducciones castellanas frente a las

incursiones que realizaban los bandeirantes brasileños, pues da a entender la

participación regular de holandeses en estas expediciones:

33

Ibíd., f. 24r. 34

Ibíd. 35

Enrique Garrido Díez de Baldeón, «Los años iniciales de la intervención bélica holandesa en

Brasil, 1621-1635», El Futuro del Pasado, 4, 2013, pp. 365-366.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

39

[…] y como con ellos va tanta gente extranjera de las dichas naciones del norte, se

profanan iglesias y cometen las bárbaras fierezas que, por honra de hombre

cristianos, no son para referir […]36

.

Aunque no podemos descartar totalmente una eventual colaboración de corsarios

holandeses en estas operaciones, sin duda esta sería esporádica en todo caso, más aun

considerando que el propio Mendoza señala que estas expediciones podrían

proporcionar un casus belli a los holandeses para justificar sus ataques a las posesiones

de la Monarquía:

[...] y los mismos holandeses, viendo y sabiendo la crueldad de tan injustas ventas,

quieren calificar y abonar su ida a aquellas partes a hacernos la guerra, dándole color

que es a libertar los indios tan vejados37

.

La aparente contradicción entre ambas afirmaciones se disipa atendiendo al

concepto extensivo de enemigo que aplica Mendoza a todos los residentes en áreas

dominadas por los holandeses, incluyendo a los eclesiásticos, aspecto que pone de

relieve explícitamente en un manuscrito autógrafo encuadernado junto a los memoriales

impresos que hemos manejado:

Asimismo advierto otra vez particularmente, en razón de todos y particularmente de

los religiosos, y de ellos los dichos frailes, que muchos de ellos son naturales de las

tierras que están por el enemigo, como son Pernambuco, Paraiba y Taima, y tienen

allá entre los enemigos a sus padres y parientes, como yo conozco a muchos, y

algunos de ellos son estos religiosos que últimamente han entrado a sacar y vender

estos indios de Castilla38

.

Esta caracterización de los holandeses tiene una fuerte componente ideológica. La

mentalidad de nuestro autor se basa en el ideal de servicio a Dios y al rey, que entiende

como un concepto único e indisoluble. Mediante este pretende coadyuvar al aumento

del poder de la Iglesia y, por extensión, de la Monarquía católica, su principal valedora.

Él mismo lo sintetiza aseverando que:

36

BL, 1324.i.9.(14.), f. 1v. 37

Ibíd., f. 2v. 38

BNF, RES FOL-OA-198, tomo 1, nº 17.

Antonio Valiente Romero

40

[...] las mayores dos excelencias que tienen y que se deben estimar más que la vida,

que son fe y religión para con Dios y la lealtad y naturaleza para con su rey, que es

vuestra majestad, y lo sea muchos años […]39

.

Y más adelante abunda en la relación entre la Monarquía católica y la Iglesia,

imprescindible en su esquema de pensamiento:

Que esta Monarquía española, que Dios ha dado a vuestra majestad, que la goce

muchos años, pues es el estado y género más perfecto de gobierno que hay y con la

cual vuestra majestad, que Dios guarde, es amparo de la fe católica, muro de la

Iglesia, defensor de la cristiandad, azote de los herejes, apóstol de los gentiles40

.

Dada esta concepción, las provincias rebeldes de los Países Bajos eran, además de

competidores de la Monarquía Hispánica, sus antagonistas ideológicos, pues encarnaban

la antítesis de los principios de Mendoza. Para él, no sólo habían traicionado a su señor

natural con su levantamiento, además se gobernaban mediante unos estados generales,

sin monarca, y se habían convertido en enemigos de la Iglesia y de Dios al abrazar la

Reforma.

Por tanto, en función a las actividades de este enemigo supremo, Mendoza

diseñará sus reformas y soluciones, orientadas fundamentalmente al mantenimiento y

consolidación de los imperios coloniales castellano y portugués, mediante una mayor

integración entre ambos reinos.

39

BUS, A Res. 78/5/16(03), f. 25v. 40

Ibíd., f. 38r-v. Esta declaración asocia claramente el pensamiento de Mendoza con un importante grupo

de portugueses de su generación «…que se identificaban con un poder ibérico como defensor y promotor

del catolicismo» (Vicente Montojo Montojo, y José Javier Ruiz Ibáñez, «Los portugueses y la

política imperial: de Flandes, Londres y Francia al sureste peninsular, entre oportunidades y

frustraciones», en Portugal na monarquia hispânica. Dinâmicas de integração e de conflito, coords.

Pedro Cardim, Leonor Freire Costa y Mafalda Soares da Cunha, Lisboa, Centro de História de Além-Mar,

2013, p. 29).

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

41

III. La reforma de las rutas marítimas: el diseño una red de

comunicaciones global para una Monarquía universal.

En sus escritos Mendoza muestra claramente que es consciente de que el nuevo

escenario en que se dirimirá la hegemonía europea es el Atlántico. Además, destaca la

importancia de la plata americana para el mantenimiento de la política castellana en

Europa, a diferencia de otras naciones que contaban con fuentes de financiación más

diversificadas. Esta última concepción no es nueva, pues existía en los últimos años del

reinado de Felipe II, época en que se desarrolla la formación intelectual de nuestro

autor. Buen ejemplo de ello es Álamos de Barrientos quien en su discurso41

a Felipe III

en 1598 afirmaba que

Las Indias occidentales, que sin duda es el fundamento de esta Monarquía como

cualquiera provincia de donde viene el dinero […] pues sin dinero quedaríamos sin

fuerzas y sin sustancia, y más estando habituados a los vicios que nos han enseñado

las riquezas y la gente que se ha venido tras ellas, y que faltando el oro y plata y

riquezas que vienen de aquellas partes, cesaría tras eso también el comercio y

bajarían las rentas reales, que el agua de aquella fuente es la que les da sustancia

[…]42

.

En nuestra opinión esta idea fue determinante para que Mendoza decidiese

abandonar la compañía de Jesús y establecerse, primero en Potosí y, posteriormente, en

la provincia de Chichas. Mediante ese primer proyecto integrador conseguía aunar en la

práctica el servicio a Dios (evangelización) y a la Monarquía (obtención de mayores

recursos mineros). En suma, consolidación de la presencia de la Monarquía católica en

América, la «fuente» de Álamos, para la obtención de más «agua».

Pero la situación había cambiado en gran medida desde que Álamos escribiese su

discurso. Finalizada la tregua de los 12 años, las provincias rebeldes de Flandes estaban

en disposición de disputar a la Monarquía la hegemonía en el mar, y esta era una de las

grandes preocupaciones de Mendoza. En su respuesta a esta amenaza nuestro autor

41

Discurso al rey nuestro señor del estado que tienen sus reinos y señoríos, y los de amigos y enemigos,

con algunas advertencias sobre el modo de proceder y gobernarse con los unos y los otros (BNE,

Mss/983). Obra también denominada El conocimiento de las naciones, atribuida por algunos autores a

Antonio Pérez (Iván Sánchez Llanes, «Álamos de Barrientos y el porqué de Flandes: necesidades

políticas, vinculaciones afectivas», Ab initio, 4, 2011, p. 51). 42

BNE, Mss/983, ff. 9v-10r.

Antonio Valiente Romero

42

muestra, en primera instancia, sus parámetros integradores, poniendo en entredicho la

prioridad que se atribuía a los castellanos en la Carrera de Indias:

Cuanto a la primera causa, que es la navegación, notorio es como ella y los oficios

tocantes a ella están no solamente en hombros de castellanos del Condado [de

Niebla], Triana, Sanlúcar y otras partes de aquella costa de la Andalucía, y asimismo

de vizcaínos y más vascongados, pero también en muy gran parte y cantidad sirven

en lo mismo los portugueses, como tan buen pilotos y marineros que son […]43

.

Pero no se trataba tan sólo de la integración de estos súbditos en la estructura

vigente de la Carrera de Indias. Mendoza apuesta por una reforma que abarcase todas

las rutas marítimas necesarias para el buen funcionamiento de las estructuras coloniales

portuguesas y castellanas en América. En este ámbito cobraban especial importancia los

portugueses, pues con su integración podrían quedar bajo control estatal las rutas que

proporcionaban esclavos africanos a las posesiones portuguesas y castellanas: «Y demás

de lo dicho, también con los negros que llevan los portugueses, se sirve los más de la

navegación de las Indias, como fragatas de Tierra Firme…»44

.

En esta idea convergen tanto parámetros prácticos, pues la drástica reducción de

las poblaciones indígenas americanas que se produce durante el siglo XVI hacía

imprescindibles los esclavos africanos en las colonias americanas, como éticos, pues

Mendoza dedicó la mayor parte de su vida a la protección del indígena frente a la

esclavitud y los abusos de los encomenderos, y era partidario de su sustitución, en lo

posible, por esclavos africanos. Además consideraba que la mayor integración de los

portugueses en la Carrera de Indias permitiría a la Casa de la Contratación ejercer

mayor control sobre algunas rutas de distribución americanas, como era la del río

Magdalena: «Canoas del Río Grande de la Magdalena para el Nuevo Reino de Granada,

barcos para el Río Chagres, por donde sube la más ropa de las flotas de Castilla para el

Perú…»45

.

Esta implicación sería además un elemento que permitiría la resolución del

conflicto que ya se venía dando en esta cuenca fluvial. Desde los primeros momentos de

desarrollo de esta ruta fueron los encomenderos castellanos, fundamentalmente los

43

BUS, A Res. 78/5/16(03), f. 31v. 44

Ibíd. 45

Ibíd.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

43

vecinos de Mompox, Tenerife y Tamalameque, los que controlaron la distribución de

las mercancías, utilizando para ello embarcaciones fluviales en las que bogaban sus

indios encomendados46

. Ya desde 1570 la Corona se mostró interesada en suavizar las

condiciones de trabajo de los indígenas en la cuenca y favorecer su sustitución por

esclavos africanos, aunque estas disposiciones tuvieron poco efecto debido al boicot de

los encomenderos, que llegaron a hacer prisioneros a los oficiales reales que pretendían

poner en práctica las disposiciones al respecto47

. El acceso a estas rutas de los asentistas

negreros portugueses probablemente hubiera terminado antes con un conflicto que aun

coleaba en 166348

, dificultando en gran medida el buen funcionamiento de la ruta

fluvial. Una situación parecida se experimentaba en el río Chagres49

, con el agravante

de que se trataba de la conexión fluvial con el denominado «Camino Real» que,

atravesando el istmo de Panamá, comunicaba el Atlántico con el Pacífico.

Pero la principal preocupación de Mendoza respecto a las rutas marítimas de la

Monarquía Hispánica era, como ya señalamos, la competencia holandesa. Por ello sus

propuestas no se limitaron a una mayor integración de los súbditos de los reinos

peninsulares en la Carrera de Indias o su extensión a rutas locales. Estudió los

derroteros holandeses50

y españoles, cotejándolos con los condicionantes climáticos que

se daban en cada zona cuando las embarcaciones discurrían por ellas. Según Mendoza,

los datos en que basó sus propuestas de reforma de la Carrera de Indias procedían de los

conocimientos cosmográficos que había acumulado en sus lecturas, la experiencia de

sus viajes y la obtención de información de primera mano de profesionales del mar,

incluyendo pilotos holandeses:

46

Arnovy Fajardo Barragán, «Los inicios de la navegación por el río Magdalena en el período

colonial: La boga indígena de los siglos XVI y XVII», Credencial historia, 284, 2013, p. 2. 47

Ibíd., p. 4. 48

Ibíd., p. 5. 49

Mª Carmen Borrego Plá, Cartagena de Indias en el siglo XVI, Sevilla, CSIC, 1983, p. 241. 50

De hecho, en algún caso incluso referencia algunos de los que consultó: «…cuando pasaron a la mar

del sur estuvieron en la dicha isla [Ilhabela] Jorge de Vitamborge y Oliverio Vander, holandeses, según se

ve de sus derroteros». (BL, 1324.i.9.(14.), f. 1v). No hemos podido identificar a ninguno de estos

navegantes, lo que nos induce a pensar que lo que realmente consultó Mendoza fueron las cartas náuticas

recopiladas en uno los «pilot-book» holandeses, muy populares durante la primera mitad del siglo XVII,

lo que explicaría la incoherencia de los nombres. El más conocido fue Zeespiegel,inhoudende een korte

Onderwysinghe inde konst der zeevaert, en beschryvinge der seen kusten van de Oostersche, Noordsche,

en Westersche schipvaart (Amberes, Willem Ianfz Blaeu, 1631), que contenía 111 cartas náuticas

(Gunther Schilder, «The netherland nautical cartography from 1550 to 1650», Revista da Universidade

de Coimbra, XXXII, 1985, p. 107).

Antonio Valiente Romero

44

[…] por la experiencia y conocimiento que tiene de las navegaciones del Mar del

Sur, así de Árica a Lima, como de Lima a Panamá y de allí otra vez a Árica, y de los

tiempos en los que entran y sólo pueden entrar en la mar del sur los enemigos

holandeses, ingleses u otros […] y asimismo por el conocimiento y experiencia del

viaje de las Indias y vuelta a España, porque todos los dichos viajes y navegaciones

los ha hecho […] y por tener con la experiencia y vista de ojos que ha dicho,

también ciencia de la cosmografía y arte de marear y navegar, y por haberlo

alcanzado de pilotos y capitanes holandeses e ingleses en la India […]51

.

En suma, consideraba que su nueva planificación sería avalada por cualquier

profesional del mar que fuese consultado al respecto «…por ser tan conforme al arte de

navegar y a la cosmografía, en que el suplicante es visto y perito, no sólo por ciencia,

pero por experiencia de haber navegado mucho»52

.

En base a sus conocimientos y a los datos recopilados, propuso una serie de

modificaciones en la Carrera, con cuya aplicación prometía

Que la armada y plata del Perú sea siempre segura, y no puede [sic: pueda] tener ni

correr riesgo de enemigos en la Mar del Sur, a donde por ser ya hoy tan fácil y

51

BL, 1324.i.5.(8.), f. 1v. Respecto a las fuentes de información utilizadas por Mendoza para trazar su

plan de reforma de la Carrera de Indias debió contar con más de las que reconoce en este párrafo, pues al

principio de su memorial asevera que «…si otros antes hubieren dado en el dicho medio y remedio que

propone… debieran haberlo dicho y propuesto…» (Ibíd.). Además el ejemplar que manejamos contiene

una abundante marginalia manuscrita por el autor, en la que abunda en los temas que trata y en una de

estas notas, referente a las distintas épocas del año para iniciar la navegación a América desde Flandes o

la Península Ibérica escribió: «En esta razón ha dado el señor don Francisco de Alfaro» (Ibíd., f. 8v).

Alfaro había sido fiscal de la Audiencia de Charcas desde 1597 hasta 1608, cuando fue promovido a oidor

(M. Carolina Jurado, «Un fiscal al servicio de Su Majestad: Don Francisco de Alfaro en la Real

Audiencia de Charcas, 1598-1608», Población y sociedad. Revista de estudios sociales, 21:1, 2014, pp.

107-108). En torno a 1599 remitió a Felipe III su Memorial cerca de las congruencias de la perpetuidad

de las encomiendas de indios: agravios y remedios, en que denunciaba los abusos que se cometían sobre

ellos y justificaba legalmente la figura del rey y sus funcionarios como protectores de los indios (M.

Carolina Jurado, «Memorial cerca de las congruençias de la perpetuydad de las encomiendas de los

indios: Un escrito inédito del Licenciado don Francisco de Alfaro, Charcas, circa 1599. Estudio crítico y

transcripción», Revista de historia del derecho, 46, 2013, p. 51). Fue el autor de Tractatus de officio

fiscalis: deque fiscalibus privilegiis (Valladolid, Imprenta de Luis Sánchez, 1606), considerada una de las

obras más importantes del derecho indiano (Javier Barrientos Grandón, «Notas sobre el dominio

de las minas en Indias en la obra de Francisco de Alfaro (c.1551-1644)», Revista de Derecho de Minas y

Aguas, VIII, 1997, p. 52) y, en 1612, como fruto de su comisión para la visita del Río de la Plata redactó

un reglamento sobre el servicio personal de los indios que atajaba los abusos de los encomenderos,

ampliamente estudiado y conocido como Ordenanzas de Alfaro (W. Javier Matienzo Castillo, «La

encomienda y las reducciones jesuíticas de América meridional», Temas americanistas, 21, 2008, pp. 70-

71). Probablemente debió coincidir con Mendoza en la audiencia, teniendo ambos en común su

implicación en la defensa de los indios. Además, Alfaro regresó a la Península en 1629 (M. Carolina

Jurado, art. cit., 2014, p. 100), por tanto, en la misma flota que Mendoza. 52

BL, 1324.i.2.(24.), f. 1v.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

45

ordinaria la entrada de los enemigos por los estrechos y por haber en la dicha Mar

del Sur la poca y muy costosa armada nuestras y no tantas fuerzas, ha tenido y tiene

gran riesgo y es hoy menester mucha seguridad y cuidado […]53

.

La reorganización de la Carrera que propone Mendoza se basa, en primera

instancia, en la consideración de que los holandeses sólo podían atravesar los estrechos

de Magallanes o Le Maire, para penetrar en el Pacífico, entre los meses de enero y

marzo, aseveración que justifica haciendo gala de sus conocimientos geográficos:

[…] porque en los otros meses del año, que es desde allí por delante, remontándose

el sol hasta acá de la línea, hasta 23 grados de la parte norte, queda apartado 80

grados del dicho estrecho por donde entran […] y se ve por experiencia que la

entrada de los enemigos puede ser solamente en el dicho tiempo, de mediado enero,

hasta marzo, que es el verano de aquel paraje54

.

La travesía holandesa hasta Extremo Oriente se articulaba en base a este

condicionante, lo que delimitaba claramente el periodo que podían destinar, bien en el

Atlántico, bien en el Pacífico, a interceptar las flotas españolas. Aprovechando esto,

Mendoza propone que la plata se transporte desde los distintos centros mineros hasta la

costa del Pacífico, concretamente a Árica o Lima, según el caso. Desde el primero de

los emplazamientos existiría una ruta regular que la transportase hasta Panamá, con la

correspondiente escala en Lima55

. La plata atravesaría el Istmo a través del «Camino

Real» y el Chagres, ruta cuya fluidez garantizarían los asentistas negreros portugueses,

hasta Puertobelo, punto donde sería embarcada la flota de Indias56

. La misma formación

que había transportado la plata por el Pacífico haría entonces la ruta inversa, llevando el

53

BL, 1324.i.5.(8.), f. 1v. 54

Ibíd., f. 4v. 55

Estas rutas ya existían, pero no se encontraban regularizadas administrativamente. Según Javier

Falcón Ramírez, («Ámbitos rutas marítimas españolas: Mar del Norte, Mediterráneo, Atlántico y

Pacífico», Cuadernos monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval, 1, 1989, pp. 28-30) la

consecución de la estabilidad de esta ruta era fundamental y la Corona era consciente de ello, pero nunca

consiguió hacer realidad su regularidad, debido a condicionantes naturales, tecnológicos y económicos. 56

La idea de integrar cursos fluviales en la Carrera de Indias para llevar la plata del Perú no era nueva. En

1626 Simão Estácio da Silveira había propuesto integrar los cursos del Marañón y Amazonas en la ruta,

para llevar a través de ellos la plata del virreinato del Perú directamente al Atlántico, prometiendo que se

suprimiría la invernada en La Habana y que la ruta quedaría reducida de diez meses a cuatro. Propuestas

parecidas, aunque de menor calado fueron las de Manuel de Sousa de Eça (1615) y Luis Aranha de

Vasconcelos (1626) (Alirio Cardoso, Maranhão na monarquia hispânica: intercâmbios, guerra e

navegação nas fronteiras das Índias de Castela (1580-1655), Salamanca, Universidad de Salamanca,

2012, pp. 208-210).

Antonio Valiente Romero

46

azogue y las mercaderías para su redistribución a Lima y Árica. Esta formación debía

iniciar su ruta hacia el norte en septiembre

[…] pues aun en este tiempo están los enemigos en la costa del Brasil, no sólo sin

poder llegar, pero ni aun llegar al estrecho para embocarle o desembocarle, que esto,

como queda demostrado, sólo lo puede hacer desde enero hasta marzo, y luego

nuestra armada y plata tiene todo octubre para venir y estar en Lima […] y luego

asimismo tiene la plata y armada para bajar57

a Panamá todo el mes de noviembre,

que es el mejor tiempo para bajar, por ser los vendavales y sures en su despedida, y

cuando se pone en ir a Panamá menos que en ningún tiempo del año, diferente de lo

cual es lo de ahora, por marzo y abril, por razón de las brisas58

y calmarías en

contrario59

.

Llegados a este punto cabría preguntarse qué impediría a los holandeses, una vez

doblado el cabo de Hornos, esperar en la costa americana al siguiente septiembre para

interceptar la próxima travesía de la flota del Pacífico que Mendoza proponía. Nuestro

autor había previsto la cuestión y en su razonamiento demuestra una vez más su buen

conocimiento de las rutas de las compañías holandesas:

[…] los enemigos salen de acá60

en verano, para poder ir a la mucha altura del

estrecho de enero siguiente en adelante a embocar y pasar […] y lo segundo que se

ha de advertir es que el enemigo en el dicho viaje hace solas dos cosas, que bien se

ven, a saber: la primera ver si pueden topar con la plata o armada y la segunda cosa

que hace es su viaje para la China e Islas Molucas […] si parece que por escapársele

esta [la flota] se puede temer esperará la del año siguiente, no hay que temer tal

recelo […] [porque] es esperar sobre el año que han navegado otros ocho o nueve

meses más. Y la segunda razón es que entonces viene a perder y dejar de hacer su

viaje a China y las islas Malucas, no gozando de las brisas de aquel año en que llegó

[…]61

.

57

Al referirse al hemisferio sur Mendoza utiliza el término «bajar» para referirse a los desplazamientos

hacia el norte, pues en este caso la latitud es decreciente. 58

Viento temporal del noreste en la costa oeste de Sudamérica. Forma parte de un sistema integrado por

dos corrientes simétricas, una en el hemisferio norte y otra en el sur, entre los 30º y 60º de latitud. Su

dirección varía dependiendo de las estaciones del año. 59

BL, 1324.i.5.(8.), f. 5r. 60

Se refiere a Europa, pues el memorial fue redactado e impreso en Madrid. 61

BL, 1324.i.5.(8.), f. 5v.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

47

Continúa Mendoza su razonamiento aseverando que precisamente la dinámica de

las brisas del Pacífico, que impediría a los holandeses continuar su viaje a Extremo

Oriente si decidían esperar a la flota de la plata, favorecería el viaje de ida y vuelta de

esta, siempre que la singladura se iniciara en septiembre. En su cálculo de la duración

media del viaje con su escala y operaciones de carga, tanto a la ida como a la vuelta, las

embarcaciones tendrían viento de popa en ambos trayectos, reduciendo así la

posibilidad de naufragios debidos a variaciones climáticas. Esta flota tendría su base en

el puerto del Callao de Lima, donde se encontraría a salvo de ataques enemigos en el

periodo que no estuviese realizando su singladura al norte. Además, cuando se

recibiesen avisos de que los holandeses doblaban el Cabo de Hornos, con fuerzas

inferiores a las de esta flota, podría salir a interceptarlos, siempre que esto no supusiese

alteraciones en la fecha de inicio de su singladura a Panamá62

.

Según la proposición de Mendoza, el coste de esta flota del Pacífico quedaría

ampliamente compensado por el ahorro que supondría la posibilidad de simplificar el

sistema dual de flotas (Nueva España y Tierra Firme). Este quedaría reducido a una sola

flota anual, pues la plata de Tierra Firme se embarcaría en Puertobelo63

, tras atravesar el

istmo por el «Camino Real» y el Chagres, mientras la procedente de Nueva España sería

enviada por vía marítima al mismo puerto, donde toda sería cargada en la flota de Indias

para su remisión a la Península.

Esta única flota debería partir de la España también en septiembre, con lo que,

según nuestro autor se evitaría el retraso y el sobrecoste que producían las invernadas en

Cartagena de Indias y la Habana:

[…] saliendo por fin de septiembre […] navegan estos galeones de acá y entran por

mediado noviembre, gozando de las brisas que, para llegar y navegar a Puertobelo

son en popa y muy favorables. Luego reciben su plata y negocian, y venden y

contratan y lo mismo las flotas yendo con ellos, y esto en todo diciembre, que es

cuando está de la otra banda de la mar del sur la Armada del Perú […] y luego

tienen todo enero para volver y despachar en Cartagena […] del cual saliendo y

sirviéndoles muy bien las brisas para ir a la vuelta del noroeste y a la habana, para

cuya ida y llegada tienen todo el mes de febrero, y el de marzo en adelante para

venir a España, que la experiencia ha mostrado cuan bueno sea entonces el viaje, y

62

Ibíd., ff. 6r-7v. 63

Ibíd., f. 8r.

Antonio Valiente Romero

48

vienen a entrar en España despedido el invierno de acá, y con menos temporales y

no con más enemigos […]64

.

Concluye Mendoza considerando las posibilidades de globalización que plantearía

el nuevo sistema, pues gracias al ahorro y a los mayores beneficios obtenidos sería

posible establecer comunicación marítima estable entre Puertobelo y los principales

puertos de Nueva España, por el Atlántico, y Acapulco por el Pacífico. Esto supondría

la conexión con la ruta seguida por el galeón de Manila 65

y, por tanto, una integración

total de las rutas de navegación españolas. De esta manera se crearía una red global de

comunicaciones marítimas, con centro en Puertobelo, que interconectaría todas las áreas

coloniales portuguesas y castellanas.

IV. El esclavismo como motor de la economía americana

Desde el punto de vista económico (actividades productivas y extractivas), Mendoza se

hace eco de las ideas que había expuesto Sancho de Moncada66

, arbitrista adscrito a la

denominada «Escuela de Toledo», que ya había demostrado que las malas condiciones

que comenzaba a experimentar la industria española estaban produciendo una

importante fuga de metales preciosos hacia otras regiones europeas que, cada vez en

mayor medida, se convertían en los proveedores de bienes de consumo de los mercados

peninsulares y americanos67

. Pero, a diferencia de Moncada, Mendoza no enfoca el

problema desde la perspectiva de los sectores productivos castellanos, sino americanos.

Para nuestro autor la solución se encontraría en un aumento considerable de la

intervención de los esclavos africanos en los procesos económicos americanos, con el

objetivo de sustituir totalmente a los indios de encomienda, para hacer la economía

colonial más competitiva, con la consecuente integración de los asentistas portugueses

64

Ibíd. 65

Ibíd., f. 11r-v. 66

Sancho de Moncada, Restauración política de España, primera parte. Deseos publicos al Rey don

Filipe Tercero. Ocho discursos, Madrid, Luis Sánchez, 1619, pp. 55-56. 67

Hemos citado a Moncada por la gran analogía que presenta su exposición sobre el tema con la que hace

Mendoza. Aun así hubo muchos otros arbitristas que plantearon la misma cuestión, entre ellos Martín

González de Cellorigo, Pedro Fernández de Navarrete o Francisco Fernández de la Mata (José Manuel

Díaz Blanco, «Pensamiento arbitrista y estructuras institucionales en la carrera de Indias (siglo XVII):

entre la desincentivación y la represión», Anuario de Estudios Americanos, 71:1, 2014, p. 51).

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

49

en estos procesos. El modelo parece inspirado en el sistema utilizado en los ingenios

azucareros brasileños, pero extendido, funcionalmente, a otros sectores productivos y,

geográficamente, a toda América. Mendoza se muestra explícitamente partidario de esta

economía esclavista, señalando que:

[…] en lo que toca a la segunda causa de la conservación de las Indias, que son las

haciendas de labor de vino, azúcar, ganados y muchos obrajes de paños y otras

cosas, ninguna de ellas valiera algo, si no fueran los dichos negros esclavos, que por

la mayor y principal parte las cultivan y benefician, así no ser los indios para tanto

trabajo, como por haber ido en tanta disminución. Y sin los dichos esclavos ¿Quién

puede negar cuan mal se pudieran servir las Indias? Ni sus oficios mecánicos de

todo género, ni los trajines y recuas de Panamá, que como se sabe y ve, todas las

dichas cosas dependen de ellos y con ellos se ahorran hartos trabajos a los indios

naturales68

.

Y, además, pone como ejemplo los primeros enclaves americanos en los que los

castellanos pusieron en práctica el sistema de encomienda y la drástica reducción de la

población indígena obligó a su sustitución por esclavos africanos:

Asimismo, quien puede negar que lo poco que ha quedado de las poblaciones y

haciendas en la isla Española de Santo Domingo, Puerto Rico, Margarita, Jamaica,

Isla de Cuba y ciudad de la Habana, y más lugares suyos y en otras islas y partes de

la costa de Tierra Firme, no lo hubiera ya, ni hubiera durado, si no fueran los dichos

negros esclavos, los cuales tienen en pie a Cartagena y a Panamá y a lo más de las

costas de Tierra Firme, porque ¿A dónde hay ya indios naturales en aquellas

partes?69

.

Y sentencia, en sintonía con las ideas de Moncada: «¡Así no hubieran salido tantas

riquezas para las naciones extranjeras! Que son ellas las que gozan nuestros trabajos»70

.

Pero no se trata simplemente de parafrasear la frase del arbitrista toledano, Mendoza

muestra que, por experiencia directa, conoce los principales géneros que los extranjeros

introducen en los mercados peninsulares y americanos. Así la plata

68

BUS, A Res. 78/5/16(03), ff. 31v-32r. 69

Ibíd., f. 32r. 70

Ibíd.

Antonio Valiente Romero

50

[…] luego sale, a manos de los extranjeros, y algunos enemigos de vuestra majestad,

va a Flandes por sus dixes71

, a la China por sus sedas baladíes, a Italia por sus

raxas72

, a París por sus trompas y aun a Turquía por sus alfombras73

.

Esta reforma de la economía americana no es para Mendoza un fin en sí mismo,

sino un medio que permita una cierta autosuficiencia de las colonias que limite la

necesidad en estos mercados de productos extranjeros. De esta manera, los metales

preciosos invertidos en estas adquisiciones revertirían finalmente en la Monarquía, para

apoyar así su política hegemónica. Por tanto, todos los aspectos de la economía colonial

debían quedar subordinados a las actividades mineras. En este campo, Mendoza

abogaba, una vez más, por la utilización masiva de esclavos africanos en estas

actividades, con la consecuente incorporación de los asentistas portugueses. Aunque en

las minas de plata era más habitual el empleo de indios (como él mismo auspició en los

asentamientos mineros que fundó), pone como ejemplo los resultados obtenidos en las

minas de oro, en las que el uso de esclavos era habitual:

[…] de la labor de las minas, aunque las de plata las labran indios, a lo menos todas

las principales de oro, que son Zaragoza, Los Remedios, Cáceres, Antioquia,

Guamoco, Cocle y otros asientos reales, se labran y benefician con los dichos negros

y ellos son los que han dado a España tanto oro […]74

.

En este sentido no sólo consideraba determinante el proceso extractivo en sí

mismo, también el de refinado, con especial atención al procedimiento de

amalgamación y la disponibilidad de su principal ingrediente: el azogue, cuya

redistribución ya vimos que contemplaba a través del viaje de vuelta de la flota del

Pacífico que proponía. Se trataba de hacer llegar a todos los mineros azogue de la mejor

71

«Evangelios, relicarios, chupadores, campanillas y otras bujerías pequeñas de cristal, plata u oro que

ponen a los niños en la garganta, hombros u otras partes para preservarlos de algún mal, divertirlos o

adornarlos… Por extensión se suelen llamar así las joyas u otros aliños que usan las mujeres y tal vez los

hombres, como también todo género de juguetes que sirven al adorno o al entretenimiento». (RAE A

1732). 72

«Especie de paño antiguo de baja estofa» (RAE A 1737). Aun así, el hecho de que Mendoza relacione

el concepto con su procedencia italiana, nos hace pensar que se refiere en realidad a sargas, tejidos cuya

armadura forma un característico trazo diagonal y que podían estar elaboradas con seda de cordoncillo o

lana (Antonio Valiente Romero, y Manuel Castillo Martos, «Impacto tecnológico de las

ordenanzas de la Junta General de Comercio en la producción de tejidos simples de seda: El caso de

Écija», Llull, 34:74, 2011, pp. 460-461). 73

BUS, A Res. 78/5/16(03), f. 37v. 74

Ibíd., f. 32r.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

51

calidad (que consideraba era el de Almadén), lo que debía redundar en el incremento de

la producción de una plata de mayor pureza:

Y ha advertido el daño del azogue que viene de Alemania y de mucho del Perú, del

cual daño se han quejado los mineros de Potosí los años atrás en el Consejo de

Indias, e importa más de un millón, haciéndosele el remedio facilísimo que el

suplicante ha dado y en que ha advertido75

.

Proponía, incluso, que se estudiase la viabilidad de la extensión del proceso al

refinado de oro, considerando que su aplicación podría tener ventajas equiparables al

caso de la plata:

[…] ha enseñado y advertido como los minerales de oro se beneficien con azogue,

con lo cual se aprovechará grandísima cantidad de oro que se pierde por ser volátil y

tan menudo, que no se alcanza a ver, con lo cual se sacará de hoy en adelante en las

Indias mucho más y se aprovecharán los desmontes y desechos, así en el reino de

Chile, como en Tierra Firme y Nueva España, y en esto se remite a la experiencia

que por cualquiera platero se puede mandar hacer […]76

.

Todo ello convertía el azogue en uno de los elementos más codiciados en las

colonias americanas, especialmente en los asientos mineros, lo que generaba una

oportunidad para los holandeses de practicar el contrabando y obtener beneficios a costa

de la Monarquía:

[…] y los de Perú y Potosí, vecinos, ser naturalmente inquietos, que bastará

mostrarles los enemigos cuatro quintales de azogue de Alemania, por el barato

precio que les puede estar puesto allá, para que hasta las mujeres e hijas les

entreguen, cuanto más la plata, por más azogue que allá hubiera nuestro, y muy

barato, porque todo lo mucho de este género siempre es allá muy poco,

particularmente hoy, cuando tantas minas de plata se han descubierto de nuevo77

.

Evidentemente esta dinámica podía hacerse extensiva a otros géneros, por lo que

Mendoza considera que un buen abastecimiento del mercado americano era la mejor

75

BL, 1324.i.2.(24.), f. 2r. 76

Ibíd. 77

BL, 1324.i.9.(15.), f. 3r-v.

Antonio Valiente Romero

52

arma para luchar contra el contrabando holandés. Ejemplifica la situación con el caso

del azogue, al considerarlo el elemento más determinante para la financiación de la

Monarquía, pues era imprescindible para realizar el proceso de amalgamación. Hasta tal

punto daba importancia a este procedimiento, que había estudiado incluso cómo la red

de transporte que había propuesto, también podía coadyuvar a un aumento de la

producción de plata por amalgamación. Para defender esto se basaba en su estudio de

los condicionantes climáticos, pues el proceso se practicaba en gran medida en ingenios

movidos por energía hidráulica, más productivos tras las épocas de lluvias, cuando los

cauces contaban con mayor caudal:

[…] ahora, saliendo por marzo […] sucede muchas veces no haber bien llovido y

ser las aguas tardías y haber falta de molienda, y se saca menos plata, y también

sucede en el mismo tiempo de las aguas, por estar muchos metales mojados y no

haber soles y comodidad de secarse, sino lluvias, no poder molerse y sacarse de ellos

la plata en aquel tiempo en que hasta ahora suele salir y, por lo contrario,

anticipándose cinco o seis meses para el septiembre […] se goza de todas las aguas

del año por entero, que están recogidas en las lagunas, y luego muelen hasta

septiembre, sin el impedimento de tener metales mojados78

.

Por tanto, la propuesta de Mendoza se fundamentaba en la necesidad de garantizar

todo lo posible el abastecimiento de los mercados americanos, con productos originarios

de la metrópoli o elaborados en las mismas colonias. Con ese fin le concede máxima

prioridad a la eficacia de la actividad extractiva y del refinado de metales preciosos y

apuesta por el uso indiscriminado de esclavos en el máximo número de sectores

productivos posibles. Estas propuestas implicarían necesariamente un mayor nivel de

integración entre los imperios coloniales portugués y castellano y además suponía un

aumento considerable del protagonismo de los asentistas negreros portugueses en la

economía americana.

78

BL, 1324.i.5.(8.), f. 10r-v.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

53

V. La integración defensiva de los imperios coloniales

Como ya puso de relieve Schwartz79

, el periodo de integración de Portugal en la

Monarquía Hispánica pude dividirse en dos etapas claramente diferenciables. A partir

de 1622 comienza a extenderse entre la sociedad portuguesa una sensación de

desencanto respecto a la unión, pero durante la primera etapa, entre 1581 y 1622, existió

una percepción muy positiva de la nueva situación por parte de los súbditos castellanos

y portugueses. De hecho, es durante este periodo cuando se aprecia un mayor aumento

de la presencia de portugueses en el ámbito colonial castellano, pues las fronteras se

hicieron permeables. Los asentistas negreros obtuvieron importantes contratos con la

Corona para la provisión de esclavos y, sobre todo, se consideraba que la integración en

la Monarquía Hispánica permitiría a Portugal mantener intacto su imperio colonial

frente a la acción de los nuevos competidores, especialmente los holandeses en Extremo

Oriente80

.

La juventud y formación intelectual de Mendoza transcurrió precisamente a lo

largo de la etapa en la que el optimismo respecto a la unión era palpable en todos los

niveles y esto marcó su pensamiento al respecto, más allá de 1622. No se trata de un

caso atípico pues, junto a muchos otros portugueses, puede encuadrarse en la

«generación de hombres del rey», definidos como «agentes que construían su proyecto

social convirtiéndose en especialistas del servicio al rey»81

.

Para nuestro autor los dos grandes imperios marítimos estaban condenados a una

integración cada vez mayor o, de lo contrario, perderían irremisiblemente su hegemonía

global. Por ello

La tercera y principal causa de la conservación y duración de las indias, y sin la cual

es imposible que ellas duren ni permanezcan es la paz y unión de los españoles82

unos con otros en ellas83

.

79

Stuart B. Schwartz, «Luso-Spanish relations in Hapsburg Brazil», The Americas, 25:1, 1968, p. 43. 80

El temor a la pérdida del imperio colonial por parte de los portugueses era bien conocida. Buen ejemplo

de ello es la frase del alemán Conrrado Rott en su proyecto de erarios, dirigido a Esteban de Ibarra en

1600: «Dícenme los portugueses que, perdiéndose la India, se ha perdido Portugal» (Anne Dubet,

«Guerra económica y guerra financiera. Génesis y fracaso de un arbitrio «flamenco» en tiempos de

Felipe II», Studia Historica. Historia Moderna, 27, 2005, p. 82). 81

Vicente Montojo Montojo, y José Javier Ruiz Ibáñez, op. cit., p. 20 82

Como ha puesto de relieve Pedro Cardim (op. cit., pp. 521-552) en su estudio de …defensa de los

portugueses… Mendoza utiliza diversos criterios para definir el concepto «español»: culturales,

Antonio Valiente Romero

54

Mendoza refuerza la importancia de este párrafo con una cita bíblica al margen:

«Omne regnum in se divisum desolabitur»84

. Es la misma cita que utilizó Hernán Cortes

en su Segunda carta de relación, al explicar a Carlos V cómo las divisiones entre las

distintas etnias indígenas serían una baza en su favor para tomar Tenochtitlán85

. El

extenso conocimiento histórico de que hace gala Mendoza en este memorial hace

improbable que se trate de una coincidencia, por lo que interpretamos que, velada pero

claramente, establece el paralelismo entre la suerte del imperio azteca frente a los

castellanos y la del imperio hispánico frente a los holandeses si persisten las divisiones

entre castellanos y portugueses.

Esta integración debía incluir las posesiones en Extremo Oriente, por ello

Mendoza cita explícitamente la fidelidad que mostraron los portugueses residentes en

estas colonias cuando se produjo la entronización de Felipe II como rey de Portugal:

Y si no, hable la india, como decía el magno Alonso de Alburquerque, que ella

hablará por si y por nosotros86

, adonde estando en el cabo del mundo y teniendo las

fortalezas y plazas divididas en tierras de varios reyes y enemigos tan poderosos,

que les pueden y aun desean hacer espaldas, con todo no se hallará que en tantos

años hayan faltado un punto a la natural fidelidad que, sin hacer agravio a ninguna

nación del mundo, tienen todas a sus reyes87

.

Partiendo de estas bases, Mendoza se muestra partidario de una integración

defensiva total de los reinos que integran la Monarquía Hispánica, siguiendo un

razonamiento tan sencillo como absolutista: todos pertenecen al mismo rey. Mediante

preguntas retóricas incide en este principio y enumera casos en los que se ha hecho uso

de esta integración defensiva:

geográficos, etc. siempre tendiendo a identificar a agrupar en este a los reinos peninsulares. En este caso

agrupa bajo este concepto tanto a castellanos como a portugueses. 83

BUS, A Res. 78/5/16(03), f. 32r. 84

Lucas 11, 17: «Todo reino dividido contra sí será devastado». 85

Hernán Cortés, Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador Carlos V, colegidas e ilustradas

por don Pascual de Gayangos, París, Imprenta Central de los Ferro-Carriles, 1866 [1520], p. 70). 86

Mendoza se refiere y parafrasea a Affonso de Albuquerque (1453-1515) que en su última carta al rey

Manuel I utilizó la frase «as cousas da india ellas falarám por mim e por elle» (Raymundo Antonio

Bulhão Pato, Cartas de Affonso de Albuquerque, seguidas de documentos que as elucidam, Lisboa,

Typographia da Academia Real das Ciencias, 1884, pp. 381-382). 87

BUS, A Res. 78/5/16(03), f. 32r.

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

55

Pido me digan si vuestra majestad, en cuanto y como rey de Castilla ¿es otra persona

distinta o apartada de si mismo que en cuanto rey de Portugal? ¿o al contrario?

Luego, según esta distinción imaginaria y fantástica que de vuestra majestad quieren

hacer, no fueran los castellanos de España a la restauración de la Bahía del Brasil, ni

los de las Filipinas socorrieran a Malaca y a Macao de la China, porque ni el Brasil,

ni Malaca, ni Macao son de Castilla, ni del rey en cuanto rey de Castilla, de donde

ellos son. Ni también los portugueses pelearían en Flandes ni servirían en Nápoles a

vuestra majestad, pues ni Nápoles ni Flandes, son de la Corona ni patrimonio de

Portugal, ni del rey en cuanto rey de Portugal. ¿Porque, señor, en materia tan grave y

en que no va menos que el amor y reputación y buena unión de los vasallos de

vuestra majestad, se ha de usar de estas distinciones imaginarias y fantásticas en la

real persona?88

Zanja nuestro autor la cuestión aseverando taxativamente que esta política de

integración defensiva debía ser llevada hasta sus últimas consecuencias:

Todos en la Indias, generalmente portugueses y castellanos, y unos y otros

españoles, es justísimo que acudan. Y consúmanse en esas guerras y necesidades de

vuestra majestad nuestras haciendas y vidas, y no se nos ultrajen nuestras honras, y

de toda nuestra nación y reino […]89

.

Es esta integración defensiva sobre la que menos incide Mendoza en sus

memoriales, aunque cuando alude a la cuestión lo hace de forma muy vehemente. No se

trata, por tanto, de una menor preocupación por estas cuestiones militares. De hecho,

cuando Mendoza redactó los memoriales de su primera etapa ya se habían llevado a

cabo acciones en este sentido, como la recuperación, en 1625, de San Salvador de Bahía

o el envío de fuerzas castellanas desde Filipinas, en 1622, para la defensa de Macao90

.

Incluso en una fecha tan temprana como 1583, la fortaleza portuguesa de Tidore fue

defendida por una guarnición procedente de Manila91

. Por tanto, la pretensión de

nuestro autor no es tanto proponer una nueva actitud como consolidarla.

88

Ibíd., f. 22v. 89

Ibíd., f. 29v. 90

Carlos Martínez Shaw, «El imperio colonial español y la república holandesa tras la paz de

Münster», Pedralbes, 19, 1999, p. 119. 91

Manuel Lobato, «As Filipinas e o Estado da Índia no tempo dos Áustrias. Tensão, convergência e

acomodação entre os impérios ibéricos na Ásia do Sueste», en Portugal na monarquia..., op. cit., p. 287.

Antonio Valiente Romero

56

Por otra parte, teniendo en cuenta las propuestas que hemos analizado en los

apartados anteriores, resulta evidente que, si eran aceptadas y se producía finalmente la

integración marítima y económica de los imperios coloniales, la defensiva sería una

consecuencia casi inevitable. Mendoza confiaba, pues, en que aportando sus soluciones

a los recurrentes problemas económicos de la Monarquía, que eran estructurales, el resto

de las dificultades se solventarían por sí mismas, un razonamiento muy similar al que

llevó al Conde Duque a proponer la Unión de Armas.

VI. Conclusiones

La amenaza holandesa, está presente en casi todos los memoriales de Mendoza, aunque,

a priori, en el tratamiento que da a estas cuestiones observamos una clara diferencia

entre las dos etapas que hemos marcado. En la primera la actitud es más decidida y

propone medios destinados a tomar la delantera frente a problemas futuros o probables,

en suma, las amenazas no están definidas de manera concreta, pues realmente la

Monarquía ostenta la hegemonía de manera indiscutible y la pretensión es consolidarla

de forma indefinida. En los memoriales de la segunda etapa la actitud es netamente

defensiva, Mendoza aporta respuestas a coyunturas concretas provocadas por enemigos

cuya identidad es clara. Esta diferencia la interpretamos en relación a la percepción por

parte del autor de la crisis de la hegemonía hispánica que comienza a gestarse a partir

del final de la tregua de los doce años.

Por otra parte la respuesta de la Corona a los memoriales presentados en 1630

condiciona de manera irreversible la trayectoria vital de Mendoza, así como su posterior

producción como memorialista. Los textos de la primera etapa abordan cuatro áreas

temáticas:

-Protección de los indios.

-Reforma de la carrera de indias.

-Economía esclavista en América.

-Integración defensiva de los imperios coloniales.

Su nombramiento como prelado de Río de Janeiro fue la consecuencia de la

sensibilización de la Corona respecto a las ideas de nuestro autor en cuanto a la primera

de las áreas temáticas, pero sobre las restantes, ni hubo respuesta ni se acometieron las

«ENVIDIOSOS DE LA GRANDEZA Y FELICIDAD DE SU IMPERIO». LAS PROPUESTAS DE LORENZO DE MENDOZA ANTE LA

AMENAZA HOLANDESA A LA HEGEMONÍA COLONIAL IBÉRICA

57

reformas indicadas. A partir de entonces Mendoza se volcó en la defensa de los indios,

mientras que los restantes temas aparecen en sus memoriales de la segunda etapa sólo

de manera tangencial, lo que nos indica que seguía manteniendo las mismas ideas a

nivel general, pero no pretendía ya seguir proponiendo su aplicación.

A excepción de la cuestión indígena, la falta de acogida de las propuestas de

Mendoza en la corte puede responder a varios factores. El primero de ellos es la falta de

claridad en su exposición. A la reforma de la Carrera de Indias dedicó un memorial

específico, pero en él sólo la cuestión de la ruta regular del Pacífico es explicada con

detenimiento, mientras que la centralidad de Puertobelo en el marco de una red de

comunicaciones integrada con Nueva España y Extremo Oriente simplemente son

apuntadas. Esto nos lleva al segundo factor, que es la confianza del propio autor en que

sus soluciones fuesen aplicables. Mendoza debía creer que sus propuestas eran

teóricamente factibles pero, el bagaje intelectual que demuestra en sus memoriales, nos

indica con total claridad que tenía que ser consciente de su difícil encaje con las líneas

generales de la política colonial castellana. En este marco, los principales escollos para

su aplicación eran los siguientes:

-La reforma de la carrera de indias que propone, con la integración de todas las

rutas oceánicas dotaría de una marcada posición de centralidad y preeminencia a

Puertobelo, que podría llegar a detentar incluso mayor protagonismo que los puertos

metropolitanos vinculados tradicionalmente al monopolio (Cádiz y Sevilla), lo que

chocaba frontalmente con el parámetro fundamental de relación desigual entre

metrópoli y colonia, que estaba totalmente consolidado.

-La integración de la Carrera de Filipinas en el marco de rutas marítimas globales

que propone Mendoza supondría una importante amenaza a la industria textil

metropolitana, que sería incapaz de competir con los productos chinos. De hecho la

Corona siempre intentó limitar, en mayor o menor medida, las cuotas máximas del

Galeón de Filipinas, para evitar que la distribución de estos géneros superase el marco

espacial del virreinato de Nueva España92

.

-La economía de carácter esclavista que Mendoza propone para el continente

americano implicaría la conversión de los portugueses en el agente económico

92

Antonio Valiente Romero, Economía e industria textil en la España Moderna: el Arte Mayor de la

Seda de Écija, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2014, pp. 245-252.

Antonio Valiente Romero

58

fundamental en el área colonial castellana, punto confrontaba directamente con la

tradicional primacía castellana que intentaba mantener la Corona.

-Para la sociedad castellana del momento sería imposible aceptar una

generalización de la producción de base esclavista a todos los niveles. Todas las

ordenanzas gremiales prohibían explícitamente el empleo de esclavos en la producción,

además de que hubiera supuesto una competencia intolerable para la ya maltrecha

industria castellana.

Se da el caso de que los puntos que hemos señalado son precisamente los que

aparecen en los memoriales de Mendoza meramente apuntados, mientras que aquellos

más acordes con la política colonial y económica oficial son profusamente explicados.

Esto nos lleva a concluir sobre la intencionalidad de Mendoza. Sus propuestas,

analizadas aisladamente, son de bajo perfil, pero en su conjunto implican cambios

estructurales de importancia. Ante la amenaza holandesa, nuestro arbitrista consideró

que más que proponer debía convencer y, para ello, optó por una estrategia, sin éxito,

consistente en una explicación parcial de sus propuestas, estimado que la aplicación de

aquellas aceptables para la Corona iniciaría un proceso que conduciría también a la

puesta en práctica de aquellas que no lo eran tanto.

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RECIBIDO: ABRIL 2016

APROBADO: MAYO 2016 DOI: 10.14643/41B

Antonio Valiente Romero

62

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE

LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA

GONGORINA (1613-1615)

María José Osuna Cabezas

Universidad de Sevilla

España

RESUMEN:

El objetivo de este trabajo es profundizar en los autores que participaron en la llamada

correspondencia epistolar entre los círculos de Góngora y Lope de Vega. Para ello se estudian

un total de cinco testimonios, difundidos entre 1613 y 1615, en los que participaron, al menos,

tres autores: Antonio de las Infantas y Mendoza, el propio Góngora y Lope de Vega o alguien

de su entorno. El estudio de estos autores permite, entre otras cuestiones, aportar nuevos datos

sobre el perfil humano y literario de Antonio de las Infantas. Asimismo, se arroja luz sobre la

discusión en torno a si las cartas de Góngora son auténticas y finalmente se establecen

interesantes y novedosas relaciones entre el autor o autores de las cartas anónimas y el autor del

Quijote apócrifo.

Palabras clave: Polémica gongorina, Antonio de las Infantas y Mendoza, Lope de Vega.

AUTHORSHIP IN THE EPISTOLARY CORRESPONDENCE OF THE EARLY

YEARS OF THE GONGORESQUE CONTROVERSY (1613-1615)

ABSTRACT:

The objective of this work is to delve into the authors who participated in the so called

epistolary correspondence between Góngora’s and Lope de Vega’s circles. To do this, a total of

five testimonies are studied, disseminated between 1613 and 1615, involving, at least three

authors: Antonio de las Infantas y Mendoza, Góngora himself and Lope de Vega or someone

close to him. Among other things, the study of these authors provides new data about the human

and literary profiles of Antonio de las Infantas. Likewise, light is shed on the discussion about

whether Góngora´s letters are authentic or not and eventually, interesting and innovative

relationships are established between the author or authors of the anonymous letters and the

author of the apocryphal Quijote.

Keywords: Gongoresque controversy, Antonio de las Infantas y Mendoza, Lope de Vega.

ISSN: 2340-1176 Atalanta 2016, 4/1: 63-86

María José Osuna Cabezas

64

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

65

l objetivo de este trabajo es profundizar en los autores que participaron

en la llamada correspondencia epistolar entre los círculos de Lope de

Vega y Góngora, acontecida en los primeros momentos de la polémica

gongorina, en concreto entre 1613 y 1615 y formada por los siguientes

documentos: Carta de un amigo de D. Luis de Góngora, que le escribió acerca de sus

«Soledades»; Carta de D. Luis de Góngora en respuesta de la que le escribieron; Carta

de don Antonio de las Infantas y Mendoza, respondiendo a la que se escribió a don Luis

de Góngora en razón de las «Soledades»; Respuesta a las cartas de don Luis de

Góngora y de don Antonio de las Infantas; y Carta que se escribió echadiza a don Luis

de Góngora1.

Para conseguir nuestro propósito explicaremos las características, el contenido y

las circunstancias de los testimonios que hemos mencionado. Posteriormente, nos

centraremos en los autores que participaron en este intercambio de misivas. En primer

lugar, aportaremos nuevos datos acerca del perfil humano y literario de Antonio de las

Infantas y Mendoza para demostrar que, aunque su nombre no aparece recogido en

ninguno de los listados de amigos y defensores de Góngora, tuvo una estrecha relación

con el cordobés, tanto en el plano personal como en el literario. En segundo lugar,

arrojaremos luz sobre la discusión suscitada acerca de si las cartas de Góngora son

auténticas. En tercer y último lugar, se establecerán interesantes y novedosas relaciones

entre el autor o autores de las cartas anónimas, posiblemente Lope de Vega, y el autor

del Quijote apócrifo.

I. CORRESPONDENCIA EPISTOLAR

El 13 de septiembre de 1613 Góngora recibe una carta anónima con el título de Carta de

un amigo de D. Luis de Góngora, que le escribió acerca de sus «Soledades». Basta leer

el comienzo de la misiva para percatarse de que el autor de la misma no es ningún

amigo de Góngora: «Un cuaderno de versos desiguales y consonancias erráticas se ha

1 Para datos sobre la cronología, ediciones, contenido y estructura de los testimonios que conforman esta

correspondencia epistolar, véase María José Osuna Cabezas, Las Soledades caminan hacia la corte:

Primera fase de la polémica gongorina, Vigo, Editorial Academia del Hispanismo, 2008, pp. 73-110.

E

María José Osuna Cabezas

66

aparecido en esta corte con nombre de Soledades»2. Supuestamente es un admirador de

la poesía que hasta ese momento ha escrito Góngora y esa admiración lo lleva a dudar

de que las Soledades hayan sido escritas por el cordobés y estas dudas se confirman por

estos hechos: por la escasa calidad que tienen, porque no se sabe en qué lengua están

escritas, y por estar difundidas por Andrés de Almansa y Mendoza, quien había

acompañado el poema de Góngora con unas Advertencias para inteligencia de las

«Soledades». Además, de la amistad y de la admiración a Góngora, surgen una serie de

consejos: que retire el poema, que niegue la autoría del mismo, que reflexione sobre el

vicio que puede introducir entre los muchachos «que procurarán imitar el lenguaje de

estos versos, entendiendo que vuesa merced habla de veras en ellos» y que desacredite a

Almansa y Mendoza contra el que se arremete sin piedad a lo largo de toda la carta3. En

el caso de que no ejecute estos consejos, el anónimo autor reta a Góngora a que le

explique lo que su poema tiene de útil, honroso y deleitable: «Y pues las invenciones en

tanto son buenas en quanto tienen de útil, honroso y delectable lo que basta para quedar

constituidas en razón de bien, dígame vuesa merced si hay algo desto en esta su

novedad, por que yo convoque amigos que lo publiquen y la defiendan, que no será

pequeño servicio, pues las más importantes siempre en sus principios tienen necesidad

de valedores»4.

El 30 de septiembre de 1613 Góngora responde a esta carta anónima: Carta de D.

Luis de Góngora en respuesta de la que le escribieron. Si el comienzo de la misiva

anónima había sido muy claro, con la misma claridad comienza el cordobés: «He tenido

opinión que nadie hasta hoy me ha quedado a deber nada, y así me es fuerza el

responder sin saber a quién»5. Tras otras apelaciones al destinatario, Góngora inicia la

defensa de su poema contestando punto por punto a las críticas recibidas y justificando

lo que su poema tiene de útil, honroso y deleitable, sin olvidar hacer una defensa de

Almansa y Mendoza, al que no solo ha encomendado la difusión de las Soledades, sino

2 Citamos siempre por la edición de Antonio Carreira, «La controversia en torno a las Soledades. Un

parecer desconocido, y edición crítica de las primeras cartas», en Hommage à Robert Jammes, ed. F.

Cerdán, Toulouse, Anejos de Criticón, 1994, vol. I, pp. 151-171; reimpreso en Gongoremas, Barcelona,

Península, 1998, pp. 239-266, pp. 250-253. 3 Para el papel que desempeñó Andrés de Almansa y Mendoza en la polémica gongorina, véase María

José Osuna Cabezas, «El papel de Andrés de Almansa y Mendoza en la polémica gongorina», en Edad

de Oro Cantabrigense: Actas del VII Congreso de la Asociación Internacional del Siglo de Oro (AISO),

ed. Anthony Close, Madrid, Iberoamericana-Vervuert, 2006, pp. 489-494. 4 Antonio Carreira, art. cit., pp. 252-253.

5 Citamos siempre por la edición de Antonio Carreira: Luis de Góngora, Obras Completas I, Madrid,

Biblioteca Castro, 2000, pp. 253-260.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

67

la de esta misma carta «por estrados, en el patio de palacio, puerta de Guadalajara y

corrales de comedias, lonjas de la bachillería donde le [de]parará a vuesa merced el

perjuicio que hubiere lugar de derecho»6.

El 15 de octubre de 1613, el anónimo falso amigo de Góngora recibió otra

respuesta a su carta, ahora de manos de un admirador del cordobés, Antonio de las

Infantas y Mendoza: Carta de don Antonio de las Infantas y Mendoza, respondiendo a

la que se escribió a don Luis de Góngora en razón de las «Soledades». Se trata de una

carta bastante extensa, en comparación con las dos anteriores, donde Antonio de las

Infantas persigue dos objetivos fundamentales: rebatir con argumentos lo manifestado

por el autor anónimo ─y para ello va a reproducir hasta treinta frases de la carta satírica

contra Góngora─ y defender a Andrés de Almansa y Mendoza de los virulentos ataques

de los que ha sido objeto. Si el arranque de las dos misivas anteriores no suscitaba dudas

acerca de la postura de sus autores, la despedida de Antonio de las Infantas es

igualmente contundente: «no osa firmar lo que da, y por si tuviere atrevimiento de

replicar a esto lo firmaré yo para que sepa a quién lo ha de escribir»7.

El 16 de enero de 1614, tres meses después de la carta de Antonio de las Infantas,

Góngora recibe otra carta anónima, mucho más extensa que la primera y mejor

estructurada en exordio, cuerpo doctrinal y epílogo: Respuesta a las cartas de don Luis

de Góngora y de don Antonio de las Infantas. En el largo exordio, el autor se presenta

como amigo de un «caballero soldado»8, es decir, como amigo del que había escrito la

primera carta. Según su información, este «caballero soldado» había pasado por Madrid

en el mes de septiembre y había tenido la ocasión de leer las Soledades gongorinas.

Dejándose llevar por la afición a la poesía y a las obras del cordobés, le había escrito esa

primera misiva con la buena intención de hacerle conocedor de la opinión que en la

corte circulaba sobre el poema y para recomendarle que no prosiguiera por ese camino.

Posteriormente, este «caballero soldado» tuvo que marcharse a Nápoles y esa

circunstancia le ha impedido tener conocimiento de la carta de Góngora y de la de

Antonio de las Infantas. Él, como amigo de este «caballero soldado», pensó responderle

a Góngora cuando recibió su carta, pero

6 Ibídem, pp. 253-254.

7 Citamos por la edición de Emilio Orozco, Lope y Góngora frente a frente, Madrid, Gredos, 1973, p.

207. 8 Ibídem, pp. 238-248.

María José Osuna Cabezas

68

[…] viendo que en Vm. es menos la modestia de filósofo que la furia de Poeta,

escogí el silencio, pareciéndome que el tiempo pondría a Vm. en verdadero

conocimiento de su obligación y quise más esperarlo que tentar el sufrimiento de

Vm. con nueva ocasión de manifestar la fragilidad de su prudencia, pues escribiendo

yo con mi ordinaria templanza me ponía en peligro de parecer a Vm. adulador, y

diciendo sin ella la verdad pude temer que su desgracia y su osadía de Vm. la

convirtiese en ponzoña9.

Además, estaba convencido de que con el paso del tiempo Góngora recapacitaría,

sobre todo, teniendo en cuenta que hasta el propio Andrés de Almansa excusaba la carta

del cordobés «por el camino de primer impulso, pues todos conocen la fuerza de una

cólera»10

. Finalmente, no ha tenido más remedio que contestar

visto que Vm. prosigue en hacer versos con su acostumbrada graciosidad,

ofendiendo la carta del ausente, como si fuera de enemigo, y que para esto mete

obreros valiéndose de la autoridad del Sr. don Antonio de las Infantas, […] no he

querido excusarme de decir a Vm. la ausencia de mi amigo para que por su silencio

Vm. le juzgue de discortés ni falto de suficiencia para responder a tantos papeles

como salen cada día en su ofensa dél y en favor de las Soledades11.

Y, en definitiva, va a responder por no «dejar al ausente solo el cuidado de

responder por entero».

Al final de la carta, este amigo del caballero soldado reclama una respuesta por

parte de Góngora: «Muy grande le tengo esperando la respuesta más aguda y menos

cuerda que Vm. promete al ausente. Suplico a Vm. me favorezca con ella, que sería

lástima se malograse»12

. Y parece que Góngora satisfizo el deseo de este anónimo

porque, entre el mes de enero de 1614 y el otoño de 1615, Andrés de Almansa difundió

por la corte una segunda carta firmada por Góngora. Esta carta se ha perdido, pero se

pueden conocer algunos elementos de su contenido por la respuesta a la misma, que

lleva el título de Carta que se escribió echadiza a don Luis de Góngora13

─citada

9 Ibídem, pp. 238-239.

10 Ibídem, p. 239.

11 Ibídem, p. 239. 12

Ibídem, p. 248. 13

Ibídem, pp. 263-266.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

69

normalmente por los especialistas como Carta echadiza─, fechada por Jammes en

otoño de 161514

.

El autor de esta carta, que también se esconde bajo el anonimato, afirma ser de

Lisboa, haber estudiado en la Universidad de Coimbra y ser amigo y vecino de Lope de

Vega en la madrileña calle Francos, donde, según los biógrafos de Lope, el dramaturgo

vivió desde finales del verano de 1610. El principal objetivo que tiene el portugués es

hacer una defensa de Lope de Vega, pues parece ser que, en la carta perdida de

Góngora, el cordobés aludía a un soneto burlesco que había compuesto Lope de Vega

parodiando los hipérbatos empleados por Góngora en las Soledades y que ha sido

identificado con el siguiente poema:

Inés, tus bellos ya me matan, ojos

y el alma, roban pensamientos, mía,

desde aquel triste que te vieron, día

no tan crueles, por tu causa, enojos.

Tus cabellos, prisiones de amor, rojos,

con tal, me hacen vivir, melancolía,

que tu fiera, en mis lágrimas, porfía,

dará de mis, la cuenta a Dios, despojos.

Creyendo que de mí, no, Amor, se acuerde,

temerario, levántase, deseo

de ver a quien, me, por desdenes, pierde.

Que es venturoso, si se admite, empleo,

esperanza de amor, me dice, verde,

viendo que, te, desde tan lejos, veo15

.

El portugués admite que este soneto lo ha escrito Lope de Vega, pero no con la

intención de burlarse de Góngora, sino de aquellos que, no teniendo su ingenio ─porque

Góngora es «único ingenio y inimitable»─ tratan de imitarlo («mochuelos que aquí le

14

Luis de Góngora, Soledades, ed. Robert Jammes, Madrid, Castalia, 1994, p. 642. 15

Este soneto está incluido en la comedia El capellán de la Virgen, dedicada a la vida de san Ildefonso.

Según Griswold Morley y Courtney Bruerton puede fecharse entre 1613-1616, «probablemente

1615». Véase Cronología de las Comedias de Lope de Vega, Madrid, Gredos, 1968, p. 298.

María José Osuna Cabezas

70

imitan bárbara y atrevidamente»). Además, el portugués le recuerda a Góngora que

Lope ya ha dado señales de su admiración hacia él cuando le dedicó el soneto que

comienza «Canta, cisne andaluz, que el verde coro».

Parece que Góngora también había acusado en su carta a Lope de ser hereje y

alumbrado, aunque cabe imaginar que lo haría de una forma indirecta. Así defiende el

portugués a su amigo:

Dice V.m. que conoce muy bien a los helvidianos, como quien tan bien los entiende,

adonde yo, con el vocabulario de los equívocos de Ledesma, hallo que no es San

Ilefonso por quien V.m. lo dice, sino Lope de Vega, el cual no sé cuándo o cómo se

haya entendido con herejes, si no lo dice V.m. por ser ministro del Santo Oficio, y

sobrino de don Miguel de Carpio, hombre por quien hoy dicen en Sevilla cuando

una cosa está caliente: «Quema como Carpio». Así mesmo añade V.m. que Dios

libre de ser alumbrado, aludiendo a diversos clérigos que con este nombre fueron

viciosos, no sé si en Córdoba, que, como soy de Lisboa, no estoy bien en las cosas

de Castilla16.

En cuanto al resto del contenido de la carta, es una repetición de razones y

explicaciones en busca de comprensión y disculpa. Se quiere dejar claro que Lope alaba

a Góngora y que todas sus críticas van destinadas a sus seguidores y, en cualquier caso,

toda la culpa la tiene Andrés de Almansa que es el que se ha dedicado a trasmitir

mentiras al cordobés sobre el afecto que le profesa Lope.

Con esta carta se da por terminado el intercambio de misivas entre Góngora,

Antonio de las Infantas y el autor o los autores que están detrás de las misivas

anónimas17

.

II. ANTONIO DE LAS INFANTAS Y MENDOZA

En las últimas décadas se ha venido afirmando que Antonio de las Infantas era un joven

cordobés admirador de la poesía de Góngora que había participado en la polémica

gongorina de forma ocasional, a petición de Góngora o por iniciativa propia, y que

16 Emilio Orozco, op. cit., p. 265. 17

Para más datos véase María José Osuna Cabezas, op. cit., pp. 73-110.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

71

quizás era pariente de Andrés de Almansa y Mendoza18

, aunque no tenemos pruebas

suficientes para afirmar tal parentesco. Sin embargo, ahora podemos aportar nuevos

datos acerca del perfil humano y literario de Antonio de las Infantas.

En el plano humano sabemos que Antonio de las Infantas era primo carnal de don

Francisco de Saavedra, sobrino de Góngora. Esta relación la descubrió Dámaso

Alonso19

al investigar las circunstancias en las que el sobrino de Góngora fue asesinado,

pero no estableció vínculos entre Antonio de las Infantas y la polémica gongorina, pues

en los momentos de publicación de sus trabajos desconocía los textos que conforman la

correspondencia epistolar. Posteriormente, muy pocos investigadores se han interesado

en profundizar en la figura de Antonio de las Infantas20

.

Como se indicaba anteriormente, don Francisco de Saavedra, sobrino de Góngora,

hijo de su hermana doña Francisca de Argote, murió tras participar en una pelea

callejera acontecida el 12 de noviembre de 1605, provocada por una discusión en torno

a los lugares que debía recorrer un toro atado con una maroma. El primer

enfrentamiento fue entre don Francisco de Mesa y don Francisco de Aguayo, que

recibieron a su vez ayuda de sus parientes: Francisco de Mesa la recibió de Francisco de

Saavedra, primo de él y sobrino de Góngora, y Francisco de Aguayo de su hermano don

Pedro de Heredia. En lo que respecta a Francisco de Saavedra, sabemos que en la

reyerta recibió dos heridas en la cabeza, que provocaron su muerte dos semanas después

cuando acababa de cumplir veintiún años. La familia Argote comienza entonces un

pleito contra los implicados y para poder presentar la querella ante las altas justicias de

la corte doña Francisca de Argote, madre del fallecido y hermana de Góngora, le otorga

un poder a seis personas, entre las que se encuentra un tal Lorenzo de las Infantas,

hermano de nuestro Antonio de las Infantas, quien a su vez participa como testigo en el

juicio pues había presenciado la pelea. En concreto, fue el testigo número trece y

cuando le pidieron los datos personales manifestó que era vecino de Córdoba y que

vivía en la casa de su hermano don Lorenzo, en la colación de San Nicolás de la Villa.

18

Emilio Orozco, op. cit., p. 194. 19

Dámaso Alonso, «Góngoras, Argotes y Saavedras, unidos por una querella», en Obras Completas VI:

Góngora y el gongorismo, Madrid, Gredos, 1982, pp. 117-151. 20

Prácticamente la única excepción es María José Osuna Cabezas, «Antonio de las Infantas y

Mendoza en el contexto de la polémica gongorina», en Compostella Áurea: Actas del VIII Congreso de la

Asociación Internacional del Siglo de Oro (AISO), coord. Antonio Azaustre Galiana y Santiago

Fernández Mosquera, Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela, 2011, I, pp.

355-363.

María José Osuna Cabezas

72

Además, se deduce que en el año de la reyerta, 1605, debía tener unos veintiún años, los

mismos que el sobrino de Góngora y que, por tanto, en el momento en el que escribió la

carta en defensa de Góngora habría de tener unos veintinueve años.

Si consultamos el árbol genealógico que diseñó Dámaso Alonso21

de los Argotes

y de los Saavedras, se comprueba que Antonio de las Infantas, junto a Lorenzo de las

Infantas y otros hermanos más, era hijo de don Luis de las Infantas y de doña Mencía

Manuel, quien a su vez era hermana de don Gonzalo de Saavedra, marido de la hermana

de Góngora y, por tanto, padre del sobrino del cordobés.

En definitiva, esta relación familiar entre Antonio de las Infantas y Góngora

demuestra que la participación de Antonio de las Infantas en la polémica gongorina

pudo estar suscitada no solo por la admiración que profesara a la poesía del cordobés,

sino por otros motivos de carácter más personal. No olvidemos, en este sentido, que

Góngora se mostró siempre muy afligido por la muerte de su sobrino y, sobre todo, por

no haber conseguido que se hiciera justicia contra los responsables de la misma. Y del

«aburrimiento, la desesperación por la actitud parcial y poco amistosa de la justicia y

por la lentitud»22

de aquel proceso y, sobre todo, de la sentencia definitiva

─«escandalosamente blanda» en palabras de Antonio Carreira23

─ contra uno de los

causantes, don Francisco de Aguayo, surgieron los tercetos que comienzan:

¡Mal haya el que en señores idolatra

y en Madrid desperdicia sus dineros,

si ha de hacer al salir una mohatra!24

Es lógico pensar, por tanto, que Góngora se sentiría en deuda con todos aquellos

que, como Antonio de las Infantas, colaboraron por reivindicar un castigo para los

culpables. Quizás este agradecimiento es el que justifica que Góngora, en 1613, el

mismo año en el que Antonio de las Infantas redactó la carta en defensa de las

Soledades, le dedicara un soneto en ocasión de la muerte de la mujer con la que iba a

21

Dámaso Alonso, art. cit., pp. 122-123. 22

Dámaso Alonso, «La muerte violenta de un sobrino de Góngora», en Obras Completas... op. cit., pp.

83-116, p. 114. 23

Luis de Góngora, Antología poética, ed. Antonio Carreira, Barcelona, Crítica, 2009, p. 152. 24 Luis de Góngora, op. cit., 2000, p. 275.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

73

casarse: A don Antonio de las Infantas, en la muerte de una señora con quien estaba

concertado de casar en Segura de la Sierra:

Ceñida, si asombrada no, la frente

de una y de otra verde rama obscura,

a los pinos dejando de Segura

su urna lagrimosa, en son doliente,

llora el Betis, no lejos de su fuente,

en poca tierra ya mucha hermosura:

tiernos rayos en una piedra dura

de un sol antes caduco que luciente.

¡Cuán triste sobre el pórfido se mira

casta Venus llorar su cuarta gracia,

si lágrimas las perlas son que vierte!

¡Oh Antonio, oh tú del músico de Tracia

prudente imitador! Tu dulce lira

sus privilegios rompa hoy a la muerte25

.

En el plano literario podemos afirmar que Antonio de la Infantas era poeta o

aficionado a la poesía y que participó en la Relación de las honras que se hicieron en la

ciudad de Córdoba a la muerte de la Serenísima Reina señora nuestra doña Margarita

de Austria, Córdoba, viuda de Andrés Barrera, 1612. Muchas ciudades españolas, al

igual que Córdoba, sintieron la necesidad de celebrar honras fúnebres por la muerte de

Margarita de Austria, ocurrida el 3 de octubre de 1611 como consecuencia de las

complicaciones que sufrió durante el parto de su octavo hijo Alfonso de Austria. En el

caso de Córdoba, se hizo construir por Blas de Marabel un bizarro y majestuoso túmulo

adornado por tarjetones con poesías latinas y castellanas. Entre las poesías castellanas se

pueden identificar algunas de Góngora, en concreto tres sonetos ─los que comienzan:

«A la que España toda humilde estrado», «No de fino diamante, o rubí ardiente»,

«Máquina funeral, que desta vida»─, una octava ─«En esta, que admiráis, de piedras

graves»─, y dos décimas ─«La perla que esplendor fue» y «Ociosa toda virtud»─26

.

Además, Góngora no se resistió a dedicar dos sonetos satíricos a las ciudades vecinas

25

Luis de Góngora, Sonetos completos, ed. Biruté Ciplijauskaité, Madrid, Castalia, 1989, p. 218. 26

Todas las composiciones mencionadas pueden consultarse en Luis de Góngora, op. cit., 2000, pp.

320-321 y 324-325 respectivamente.

María José Osuna Cabezas

74

que habían ofrecido unas honras fúnebres similares a Margarita de Austria: Al túmulo de

Écija, en las honras de la señora reina doña Margarita («Ícaro de bayeta, si de pino») y

A los túmulos que hicieron las ciudades de Jaén, Écija y Baeza en las honras de la

reina doña Margarita de Austria («Oh bien haya Jaén, que en lienzo prieto»)27

.

Junto a los poemas de Góngora, podemos encontrar en la Relación de las honras

otras composiciones de los más allegados amigos del cordobés, tales como don Pedro

de Cárdenas y Angulo, don Antonio de Paredes, el licenciado Vaca de Alfaro y nuestro

Antonio de las Infantas, que participó con un soneto que deja entrever una clara

influencia del estilo gongorino:

Esta de horror ceñida, si luciente,

que dos mundos asombra nube obscura

crepúsculos oculta, no luz pura,

del mejor sol que a España ornó la frente;

de cuyos rayos el Danubio Oriente,

ocaso el Tajo fue, quien piedra dura

de alto obelisco eternizar procura

memorias suyas hoy gloriosamente.

Nubes de llanto, bien si son centellas

las que despide de agua en turbio día

por las que estrecha en sí reliquias bellas,

pompa de la Imperial concha que cría

el Austria, reina cuyo pie ya centellas

pisa en dichosa eterna monarquía28

.

La participación de Antonio de las Infantas en la Relación de las honras, junto a

Góngora y a otros autores pertenecientes al círculo de amigos y defensores de la poesía

del cordobés, nos lleva a concluir que la relación entre Góngora y Antonio de las

Infantas abarcaba el plano personal, pero también el plano literario y que, a pesar de que

no se recoja su nombre en ninguno de los listados de amigos y defensores de Góngora29

,

27

Ibídem, pp. 322-323. 28

Relación de las honras que se hicieron en la ciudad de Córdoba a la muerte de la Serenísima Reina

señora nuestra doña Margarita de Austria, Córdoba, viuda de Andrés Barrera, 1612, fol. 5v. 29

El más conocido e importante, por extenso, es el que aparece en el manuscrito 3893 de la Biblioteca

Nacional, que corresponde a una fecha no precisa después de 1642. Fue publicado parcialmente por

Artigas, atribuyéndolo a Vázquez Siruela, y fue posteriormente editado por Ryan, que lo considera obra

de dos autores. Andrés de Almansa y Mendoza fue el primero en ofrecer una lista en sus Advertencias

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

75

con justicia pertenecía al ambiente que rodeaba a don Luis, de ahí que se legitime su

participación en la polémica gongorina.

III. GÓNGORA

Como hemos tenido ocasión de ver, Góngora participa en la correspondencia epistolar

con dos cartas cuya autenticidad ha sido puesta en duda fundamentalmente por el

prestigioso gongorista Robert Jammes, quien refiriéndose a la segunda de ellas ─a la

que se ha perdido─ manifiesta que «es dudoso que la haya escrito el propio Góngora, y

no se le deberá poner a su cuenta hasta, por lo menos, que haya aparecido el texto»30

.

En cuanto a la primera, Jammes también muestra reticencias para considerarla de

la pluma de Góngora por diversos motivos:

Confieso que se me hace difícil imaginar a Góngora contestando con paciencia a la

petición irónica ... de un corresponsal anónimo: ¿cómo iba don Luis a tomar en

serio la discusión escolástica que se le proponía para ponerle en ridículo? Tampoco

se puede creer que, para demostrar la «utilidad» de la poesía difícil, y concretamente

de su poema, contestara que podría servir para poner a prueba la perspicacia de los

estudiantes, como si se tratara de un manual de ejercicios para los colegios.

Añádanse algunos disparates, como la atribución al Testamento Viejo de «la gracia

de Pentecostés», o la curiosa explicación de la «desdicha de Babel», o la

afirmación, sorprendente por parte de un clérigo, de que «a mí me corren muchas

para inteligencia de las «Soledades». Francisco Fernández de Córdoba, Abad de Rute, hacia finales de

1617, incluye otra lista en su Examen del «Antídoto». En 1635 Martín de Angulo y Pulgar ofrece una lista

de admiradores y defensores de Góngora en una de sus Epístolas satisfactorias. En 1638 Andrés de

Ustarroz da a conocer su obra Defensa de la patria del invencible mártir San Lorenzo, donde ofrece un

listado de dieciocho nombres. Por último, hay que mencionar a Vaca de Alfaro Gómez y su obra de 1666

Lira de Melpómene, que se cierra con un listado de veintidós nombres. Para más información sobre estos

listados, así como para un análisis de las presencias y ausencias más significativas, véanse los trabajos de

María José Osuna Cabezas, «Enrique Vaca de Alfaro y su Lira de Melpómene en el contexto de la

polémica gongorina», en Tras el canon: La poesía del Barroco tardío, ed. Ignacio García Aguilar, Vigo,

Editorial Academia del Hispanismo, 2009, pp. 41-58; «Algunas reflexiones en torno a las Advertencias de

Almansa y Mendoza y la canonización de los partidarios de Góngora», en El parnaso versificado: La

construcción de la república de los poetas en los Siglos de Oro, coord. Pedro Ruiz Pérez, Madrid, Abada

Editores, 2010, pp. 463-479; «Canonización de los defensores de Góngora: A propósito de Angulo y

Pulgar y sus Epístolas satisfactorias», Atalanta: Revista de las Letras Barrocas, 2:2, 2014, pp. 37-53. 30

Luis de Góngora, op. cit., 1994, p. 632.

María José Osuna Cabezas

76

obligaciones de saber poco dél del Testamento Viejo por naturaleza y por oficio»,

y se concluirá que esta carta no puede ser de Góngora31

.

Al mismo tiempo que el gongorista francés pone en evidencia estas reticencias,

admite que hay otras partes de la carta que sí son dignas de haber sido escritas por el

cordobés como, por ejemplo, la metáfora bancaria que encabeza el segundo párrafo32

:

«Sin duda creyó V.m. haberse acabado el caudal de mis letras con esta Soledad, que

suele ser la última partida de los que quiebran; pues crea V.m. que a letra vista se pagan

en Parnaso, donde tengo razonable crédito».

Por último, Jammes señala cambios de estilo dentro de la carta y en concreto

opina que a partir del tercer párrafo hay un «bajón estilístico», en el sentido de que de

una serie de frases densas, cortantes, alusivas y graciosas se pasa sin transición a una

«discusión pedante, pesada, de poco vuelo y totalmente desprovista de humor», que

desaparece en gran medida en el último párrafo de la carta.

Todas estas reflexiones conducen finalmente al gongorista francés a concluir que

se podría admitir que Góngora escribió:

los párrafos 1, 2, y quizás 9 de la Carta en respuesta, y que lo demás ─es decir, los

párrafos 4, 5, 6, 7 y 8, con sus mediocridades, sus pedanterías y su confusión─ fue

añadido por algún admirador suyo (¿Almansa?) que juzgaría indispensable esta

interpolación: son cosas que ocurren todavía en nuestros días33

.

Por su parte, Antonio Carreira utiliza el inicio de la carta de Antonio de las

Infantas para apoyar la hipótesis de Jammes: «De las del Sr. don Luis de Góngora llegó

a mis manos una, que no sé si llame carta, y la razón de dificultar (si lo es) reservo a

apuntársela a V.m. llegando la ocasión: encárgueme de responder a ella por no coartar el

tiempo al ingenio superior y que él legase en niñerías»34

. La cuestión, sin embargo, no

es tan sencilla y el propio Carreira tiene dudas al respecto:

31

Ibídem, pp. 614-615. 32

Jammes se guía en todo momento por la estructura de la carta según la edición de Carreira, en la que

aparece dividida en nueve párrafos. Véase Antonio Carreira, art. cit., pp. 253-260. 33

Luis de Góngora, op. cit., 1994, p. 616. 34

Emilio Orozco, op. cit., p. 200.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

77

La fecha de la carta de don Antonio parece ser quince días posterior a la de

Góngora. Esto favorecería la conjetura de Jammes, si se admite que el poeta guardó

el borrador de su carta, aunque fechado, mientras que su amigo despachó la suya a la

corte, acaso a nombre del propio Mendoza, por ignorar el del verdadero destinatario.

De haberse producido así los hechos, hay que preguntarse si don Antonio escribió su

réplica con o sin anuencia de Góngora: por más lógico que sea lo primero, la torpeza

con que la lleva a cabo hace pensar en lo segundo, tanto más cuanto que del inicio

de la carta de Antonio de las Infantas parece inferirse que según Góngora no valía

la pena de perder el tiempo en contestar. En tal caso no se explica bien la forma

cómo el borrador se llegaría después a difundir, y de qué manera se habría ejecutado

en él la interpolación, pues no es razonable que Góngora lo conservara y dejara

copiar si no quería enviarlo; menos aún si conocía la respuesta de don Antonio35

.

A las reservas manifestadas por Carreira habría que añadir que precisamente los

pasajes que Jammes señala como los más dudosos han sido analizados por diversos

investigadores, que consideran que Góngora llevó a cabo una impecable defensa de su

poema y, en último término, de su estilo. Así, Dámaso Alonso, que cita cuatro pasajes

de la parte central de la carta, dice que Góngora «contestó a la acusación de oscuro con

conceptos tan netos y claros que demuestran cuán meditado tenía el asunto y cuán

decidida era su posición»36

. Por su parte, Antonio Vilanova37

lleva a cabo un profundo

estudio de la carta de Góngora, a la que pone en diálogo con algunos fragmentos del

Libro de la erudición poética de Luis Carrillo y Sotomayor, y determina que en ambos

textos podemos encontrar un verdadero manifiesto del culteranismo38

.

Teniendo en cuenta todas estas cuestiones, Carreira llega a la conclusión de que la

carta de Góngora «es no solo auténtica, sino la que Góngora nunca debería de haber

escrito. Si se hubiera reído del papel anónimo, como luego hizo del Antídoto,

tendríamos unas páginas menos de dudosa teoría literaria, pero acaso estarían completas

las Soledades»39

.

35

Antonio Carreira, art. cit., p. 261. 36

Dámaso Alonso, op. cit., pp. 134-135. 37

Antonio Vilanova, «Góngora y su defensa de la oscuridad como factor estético», en Homenaje a

José Manuel Blecua ofrecido por sus discípulos, colegas y amigos, Madrid, Gredos, 1983, pp. 657-672. 38

Para la reiterada utilización de los argumentos esgrimidos por Góngora, véase en general el libro de

Joaquín Roses Lozano, Una poética de la oscuridad: la recepción crítica de las Soledades en el siglo

XVII, Madrid, Tamesis, 1994. 39

Antonio Carreira, art. cit., p. 266.

María José Osuna Cabezas

78

En cualquier caso, el problema de la autoría de la carta de Góngora parece que

está lejos de una solución. Si aceptamos la propuesta de Carreira quedan sin explicación

las palabras con las que Antonio de las Infantas inicia su carta, porque se hace difícil

admitir que este respondiera a la carta anónima sin saber que Góngora ya había escrito

una respuesta o que por lo menos la preparaba, sobre todo, porque es evidente que

Antonio de las Infantas habló de la carta con el cordobés, puesto que fue él quien se la

mostró y de esa conversación Antonio de las Infantas sacaría la conclusión de que para

Góngora no merecía la pena contestar40

. Además, teniendo en cuenta los pocos días que

distan entre la carta satírica dirigida a Góngora y la respuesta de este, el cordobés tuvo

que empezar a concebirla prácticamente de inmediato.

Por otra parte, si se acepta la hipótesis de Jammes, surgen dos preguntas. La

primera es por qué Góngora o alguno de sus allegados no desmintieron la autoría. Si lo

hubieran hecho, la noticia hubiera llegado pronto a la corte, puesto que los adversarios

de Góngora parece que estaban bien informados de lo que pasaba en Córdoba41

. En

segundo lugar, si Góngora no la escribió, quién lo hizo. Jammes apunta a Almansa y

Mendoza, pero se hace difícil pensar que esto fuera así; Góngora no le habría confiado

la difusión de su segunda carta a alguien que había traicionado su confianza difundiendo

una primera carta falsa.

IV. AUTOR O AUTORES DE LAS CARTAS ANÓNIMAS: ¿LOPE DE VEGA?

Problemas y dudas plantea también la autoría de las cartas anónimas dirigidas a

Góngora. El autor o los autores se habían presentado bajo tres personalidades diferentes:

40

Como estamos hablando de hipótesis y conjeturas, es posible también que Góngora en un principio

decidiera no contestar y luego cambiase de idea, pero ya no se lo comunicara a Antonio de las Infantas,

por los motivos que fueren. En este sentido, es interesante tener también en cuenta unas palabras de la

Respuesta a las cartas de don Luis de Góngora y de don Antonio de las Infantas: «Así callaba persuadido

que lo que Vm. escribió era primero movimiento que tanto excusan los teólogos, y no le estaban mal a

Vm. que así lo entendieran todos, pues no procediendo tal carta de tal principio los mayores amigos de

Vm. la condenan por extranjera de los términos de cortesía y prudencia firmando también esta sentencia

su hijo Mendoza, que se hallaba contento de poder excusarla por el camino de primer impulso, pues todos

conocen la fuerza de una cólera...» (Emilio Orozco, op. cit., p. 239). 41

Esto se puede deducir, por ejemplo, de un fragmento del testimonio Respuesta a las cartas de don Luis

de Góngora y de don Antonio de las Infantas: «Muy conocido es el gran trabajo que costaron a Vm las

Soledades» (Emilio Orozco, op. cit., p. 242).

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

79

un amigo de Góngora, un amigo del caballero soldado que escribió la primera carta y un

portugués amigo y vecino de Lope.

Emilio Orozco fue el crítico que se atrevió a afirmar, sin reservas, que debajo de

esas tres personalidades se encontraba Lope de Vega42

. Los argumentos que esgrime

pueden ser resumidos en dos: el primero es que la crítica acepta sin discusión que la

Carta echadiza es de Lope y, aunque no la han relacionado con las dos anteriores, la

conexión que se establece entre ellas obliga a ponerlas en contacto; el segundo es que

desde fechas muy tempranas (1580-1590) ─cuando los dos aparecen en la vida literaria

a través del Romancero─ es evidente que Góngora y Lope de Vega se profesaron una

mutua enemistad, que se prolongó más allá incluso de la muerte de Góngora.

Precisamente a trazar la historia de esta enemistad dedicó Orozco un interesante y

ameno libro con el significativo título de Lope y Góngora frente a frente, en el que se

incluyen algunos de los primeros testimonios de la polémica gongorina, así como un

gran número de poemas satíricos que se dirigieron el cordobés y el madrileño

mutuamente ante cualquier ocasión, ya fuera literaria o personal.

Después de Orozco, otros críticos aceptaron dicha autoría, hasta que fue puesta en

duda de nuevo por Jammes y Carreira. Estos dos investigadores consideran que no hay

argumentos sólidos para determinar que son de Lope, aunque admiten que

probablemente fueron escritas por algún amigo suyo. No obstante, Jammes no es tan

tajante a la hora de rechazar la autoría de Lope para la segunda misiva, Respuesta a las

cartas de don Luis de Góngora y de don Antonio de las Infantas:

[…] se puede sin embargo admitir que la atribución a Lope es menos inverosímil

porque, a diferencia de las otras dos que se le achacan, presenta ciertos rasgos

estilísticos que, a primera vista, hacen pensar en los que suelen aparecer en la prosa

de Lope: abundancia de largos paréntesis, en los que se ingieren anécdotas,

procedentes en general de la tradición clásica; copiosa lista de referencias a

personajes de la Antigüedad, no siempre fáciles de identificar: Sócrates,

Archidames, Alcateo («orador famoso»), Filipo, Agis («embajador espartano»),

Horacio, Aristóteles, Aristipo, Lavoto («sabio capitán lacedemonio»), Herodoto,

Tácito, Menócrates («médico»), el rey Agesilao, el príncipe Antacidas, Virgilio,

42

Ibídem.

María José Osuna Cabezas

80

Cicerón, Catón Senior, Homero, Píndaro, Juvenal, Marcial, Terencio, Plauto, Solón,

Platón, Tucidides, Licurso…43

.

Por tanto, en lo único que parece haber consenso es en que si no son de Lope,

tienen que ser de alguien de su círculo. Precisamente algunas alusiones que se hacen del

autor de estas misivas en la carta de Góngora parecen aludir más que a una persona

concreta a un grupo: «Y no sé en qué fuerzas fiado me escribe una carta, más que

ingeniosa, atrevida, pues queriendo cumular mil fragmentos de disparates (como de

diferentes dueños, de donde los infiero los tiene el papel)...»44

; «Y así, solo digo que, si

no pareciere a vuesa merced lo contrario, y a esos discípulos ocultos como

Nicodemus...»45

.

Por último, queremos insistir sobre un aspecto muy poco tratado hasta ahora por

los críticos: la relación, ya apuntada por Mª José Osuna46

, que se puede establecer entre

el autor de estas misivas y, sobre todo, de la Carta echadiza contra Góngora y el

autor del Quijote apócrifo. Como sabemos, el falso Alonso Fernández de Avellaneda, en

el prólogo a su obra, además de criticar a Cervantes llamándole manco, viejo y

envidioso, defiende a Lope, como si de él mismo se tratara:

Él Cervantes tomó por tales ofender a mí y, particularmente, a quien tan

justamente celebran las naciones más extranjeras y la nuestra debe tanto, por haber

entretenido honestísima y fecundante tantos años los teatros de España con

estupendas e innumerables comedias, con el rigor del arte que pide el mundo y con

la seguridad y limpieza que de un ministro del Santo Oficio se debe esperar47

.

Tenemos aquí la mención al Santo Oficio y los aires de grandeza de Lope, de los

que tanto se había burlado Góngora, por ejemplo, en el soneto que comienza «Por tu

vida, Lopillo, que me borres», inspirado en el hecho de que Lope había estampado en la

portada de la Arcadia el escudo de los Carpio para dejar constancia de su origen noble,

ya que se hacía descendiente de Bernardo del Carpio, hijo de la nobleza cántabra que

43

Luis de Góngora, op. cit., 1994, p. 624. 44

Antonio Carreira, art. cit., pp. 254-255. 45 Ibídem, p. 259. 46

María José Osuna Cabezas, op. cit., pp. 108-110. 47

Alonso Fernández de Avellaneda, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Luis

Gómez Canseco, Madrid, Biblioteca Nueva, 2000, p. 196.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

81

presumía de fundadora de Castilla y de haber iniciado la Reconquista. Las diecinueve

torres del escudo y la leyenda «De Bernardo es el blasón, las desdichas mías son»

sirvieron a Góngora para hacer esta burla, sin escapársele que hacía poco tiempo que

Lope se había casado con una carnicera. Y, en cualquier caso, estas palabras de

Avellaneda nos hacen recordar inmediatamente las del autor de la Carta echadiza,

cuando también defiende a Lope con todo ahínco de la acusación de hereje y

alumbrado, sacando a relucir su condición de ministro del Santo Oficio48

.

Según Edward C. Riley, Cervantes, en el prólogo a la primera parte de su obra, se

había referido satíricamente a Lope y, en concreto, a la Arcadia y a El peregrino en su

patria49

. Góngora no solo había satirizado estas dos obras sino también la Dragontea,

las Rimas, La Hermosura de Angélica y la Jerusalén conquistada.

Avellaneda, aunque no tenía remilgos a la hora de lanzar insultos a Cervantes,

también reconocerá en algunos momentos de la obra la genialidad de su Quijote y el

impacto que había causado en la corte. Por tanto, demuestra mantener una postura poco

clara: críticas a Cervantes y reconocimiento de algunos de los valores de su obra. Se

trata de la misma actitud que mantiene el autor de las cartas contra Góngora: alabanzas

y vituperios se mezclan.

Reparemos también en que el Quijote de Avellaneda se publica en 1614 y que,

según la crítica, su autor lo terminó con mucha precipitación, tal vez por el anuncio de

la segunda parte que había hecho Cervantes en el prólogo a sus Novelas ejemplares,

publicadas en los últimos meses de 1613. Así pues, tanto Avellaneda como el grupo que

lo rodeaba estarían agitados por estas fechas, que son precisamente las mismas en las

que se desarrolla el intercambio de misivas entre el círculo de Lope y el de Góngora.

Por su parte, Antonio Pérez Lasheras50

ha insistido recientemente en las relaciones

que se pueden establecer entre el autor de la primera carta contra Góngora y el autor del

falso Quijote, mediante el cotejo de los siguientes textos:

Y no sé en qué fuerzas me escribe una carta, más que ingeniosa, atrevida, pues

queriendo cumular mil fragmentos de disparates (como los diferentes dueños, de

48

Téngase en cuenta lo malintencionado que puede ser sacar a relucir cuestiones de castas tanto a

Góngora como a Cervantes, ya que los dos fueron acusados en varias ocasiones de judaizantes. 49

Véase E. C. Riley, Introducción al «Quijote», Barcelona, Crítica, 1990, pp. 44-46. 50

Antonio Pérez Lasheras, Sin poner los pies en Zaragoza (Algo más sobre el Quijote y Aragón),

Zaragoza, Rolde de Estudios Aragoneses, 2009, pp. 148-151.

María José Osuna Cabezas

82

donde infiero los tienen el papel) no supo organizarlos, pues están tan faltos de

artículos y conjunciones copulativas que carta de vizcaíno; de donde se colige tener

buen resto de ignorancia, pues tanta se traslada del corazón al papel, y hallo ser

cierto que nemo dat plus quam habet (Carta de D. Luis de Góngora en respuesta de

la que le escribieron).

En esto poco que he visto he hallado tres cosas en este autor dignas de reprehensión.

La primera es algunas palabras que he leído en el prólogo; la otra, que el lenguaje es

aragonés, porque tal vez escribe sin artículos, y la tercera, que más le condena por

ignorante, es que yerra y se desvía de la verdad en lo principal de la historia, porque

aquí dice que la mujer de Sancho Panza mi escudero se llama Mari Gutiérrez, y no

se llama tal, sino Teresa Panza; y quien en esta parte tan principal yerra, bien se

podrá temer que yerra en todas las demás de la historia (Quijote, II, 59).

De la comparación de estos dos textos se deduce que hay una misma acusación

por parte de Góngora y Cervantes, quienes quizás conocían la identidad o identidades

que se escondían bajo el anonimato: el autor o autores de la primera carta que recibió

Góngora y del Quijote apócrifo escriben sin artículos.

En conclusión, se podría decir que nos encontramos ante similares motivos de

enemistad, ante similar estilo, ante similar postura hacia el rival y ante mismas fechas y

no sabemos si ante el mismo autor. Son muchos los nombres que se han barajado como

posibles autores del Quijote apócrifo, algunos realmente absurdos y sin ningún

fundamento: fray Luis de Aliaga, alguno de los dos hermanos Argensola, Francisco

López de Úbeda, Juan Ruiz de Alarcón, Alfonso Lamberto, Tirso de Molina, Guillén de

Castro, Alonso de Ledesma, Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo y un largo etcétera51

.

De todas las atribuciones nos interesa la que concierne a Lope. El primero en atribuirle

el falso Quijote fue Ramón León Mainez en 1876 en su Vida de Cervantes, a quien

seguirían otros como Díez Lozano. En 1944, Justo García Soriano, aunque propone

como autor a Alonso Castillo de Solórzano, piensa que este fue animado y ayudado por

Lope y concretó aún más: «Donde más patentes se muestran la intervención y el influjo

51

Cfr. Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Luis Gómez

Canseco, Madrid, Biblioteca Nueva, 2000, pp. 36-47.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

83

de Lope en el libro de Avellaneda, es en el prólogo»52

. Dos años después,

Entrambasaguas53

opinaba que desde luego Lope había participado y dado su anuencia

y, en fin, la misma idea reforzarán otros investigadores como Nicolás Marín.

Recientemente Gómez Canseco, tras un análisis detenido y riguroso de esta cuestión,

afirma que el Quijote de Avellaneda «no pudo escribirse sin la anuencia y la

participación de Lope ... La posibilidad que ahora me resulta más verosímil ... es la

de una composición auspiciada por Lope, en la que él también participaría activamente,

pero al mismo tiempo fragmentada y obra no hay que descartar la posibilidad de

manos distintas, aunque todas amigas del Fénix»54

. Sean de quien sean esas manos,

parece que se podrían identificar con las que habían cogido la pluma para atacar a

Góngora.

V. A MODO DE CONCLUSIÓN

El estudio de la autoría de los testimonios que conforman la correspondencia epistolar

entre los círculos de Lope y Góngora pone en evidencia la necesidad de que la crítica

gongorina siga ahondando, al menos, en tres cuestiones. La primera de ellas es estudiar,

en su justa medida, el perfil humano y literario de los participantes en la polémica

gongorina pues, como hemos tenido ocasión de ver a propósito de Antonio de las

Infantas, son todavía muchos los datos que se pueden aportar sobre todos aquellos que,

por unos motivos u otros, se vieron inclinados a participar en el debate en torno a la

nueva poesía. La segunda cuestión es la necesidad de reflexionar sobre la actitud que

mantuvo Góngora ante la recepción de las Soledades, tanto en el género de la prosa

como en su poesía, normalmente de corte satírico, para comprender las estrategias que

pudo ir utilizando el cordobés a medida que contemplaba como la balanza se iba

inclinando a favor o en contra de su gran poema. La tercera y última necesidad es poner

en diálogo los testimonios de la polémica con otros textos y documentos de la época.

52

Justo García Soriano, Los dos Don Quijote: Investigaciones acerca de la génesis de «El Ingenioso

Hidalgo» y de quién pudo ser Avellaneda, Toledo, Talleres Tipográficos de Rafael Gómez-Menor, 1944,

p. 205. 53

Joaquín de Entrambasaguas, Estudios sobre Lope de Vega, Madrid, C.S.I.C., 1946, vol. I, p. 133. 54

Miguel de Cervantes, op. cit., p. 59.

María José Osuna Cabezas

84

Atendiendo a estas tres cuestiones estaremos más cerca de comprender la repercusión e

importancia que adquirió el debate suscitado en torno a las novedades gongorinas.

Bibliografía citada

Alonso, Dámaso, «Góngoras, Argotes y Saavedras, unidos por una querella», en

Obras Completas VI: Góngora y el gongorismo, Madrid, Gredos, 1982, pp. 117-

151.

——, «La muerte violenta de un sobrino de Góngora», en Obras Completas VI:

Góngora y el gongorismo, Madrid, Gredos, 1982, pp. 83-116.

Carreira, Antonio, «La controversia en torno a las Soledades. Un parecer

desconocido, y edición crítica de las primeras cartas», en Hommage à Robert

Jammes, ed. F. Cerdán, Toulouse, Anejos de Criticón, 1994, vol. I, pp. 151-171;

reimpreso en Gongoremas, Barcelona, Península, 1998, pp. 239-266.

Cervantes, Miguel de, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Luis

Gómez Canseco, Madrid, Biblioteca Nueva, 2000.

Entrambasaguas, Joaquín de, Estudios sobre Lope de Vega, Madrid, C.S.I.C., 1946,

vol. I.

Fernández de Avellaneda, Alonso, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha,

ed. Luis Gómez Canseco, Madrid, Biblioteca Nueva, 2000.

García Soriano, Justo, Los dos Don Quijote: Investigaciones acerca de la génesis de

«El Ingenioso Hidalgo» y de quién pudo ser Avellaneda, Toledo, Talleres

Tipográficos de Rafael Gómez-Menor, 1944.

Góngora, Luis de, Sonetos completos, ed. Biruté Ciplijauskaité, Madrid, Castalia,

1989.

——, Soledades, ed. Robert Jammes, Madrid, Castalia, 1994.

——, Obras Completas I, ed. Antonio Carreira, Madrid, Biblioteca Castro, 2000.

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Morley, Griswold y Bruerton, Courthney, Cronología de las Comedias de Lope de

Vega, Madrid, Gredos, 1968.

Orozco, Emilio, Lope y Góngora frente a frente, Madrid, Gredos, 1973.

AUTORÍA EN LA CORRESPONDENCIA EPISTOLAR DE LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POLÉMICA GONGORINA (1613-1615)

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Riley, E. C., Introducción al «Quijote», Barcelona, Crítica, 1990.

Roses Lozano, Joaquín, Una poética de la oscuridad: la recepción crítica de las

Soledades en el siglo XVII, Madrid, Tamesis, 1994.

Vilanova, Antonio, «Góngora y su defensa de la oscuridad como factor estético», en

Homenaje a José Manuel Blecua ofrecido por sus discípulos, colegas y amigos,

Madrid, Gredos, 1983, pp. 657-672.

RECIBIDO: ABRIL 2015

APROBADO: MAYO 2016 DOI: 10.14643/41C

María José Osuna Cabezas

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LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL

ESTEMA

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

Universidade da Coruña

España

RESUMEN:

A partir del descubrimiento de una nueva edición del siglo XIX (Sevilla, 1877), que no está

filiada con las conocidas, pero presenta un texto anterior al de la edición princeps de Madrid, se

analizan las variantes de las ediciones de Madrid 1636, Zaragoza 1636, suelta a nombre de Lope

de Vega (Liverpool), edición de Lisboa 1647 y ediciones Vera Tassis y Pseudo Vera Tassis. Se

propone un nuevo estema que contempla la doble transmisión, manuscrita y editorial, y

relaciona la edición de 1877 con una edición obtenida a partir del manuscrito de la compañía de

Cristóbal de Avendaño.

Palabras clave: Calderón, La vida es sueño, ecdótica, transmisión textual.

The double way of transmission of La vida es sueño and the

setting of its stemma

ABSTRACT:

Starting from the discovery of a new edition from the nineteenth century (Seville, 1877), not

related to the already known ones but with an earlier text to the princeps edition of Madrid, we

analyze the variants of the editions of Madrid 1636, Zaragoza 1636, a suelta attributed to Lope

de Vega (Liverpool), Lisbon 1647, and the editions Vera Tassis and Pseudo Vera Tassis. We

propose a new stemma that takes into account the double transmission, handwritten and

editorial, and we also relate the edition from 1877 with a new edition obtained from the

manuscript of Cristóbal Avendaño’s Company.

Keywords: Calderón, La vida es sueño, textual criticism, textual transmission.

ISSN: 2340-1176 Atalanta 2016, 4/1: 87-110

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

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LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTEMA

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as doce comedias editadas en la Primera parte de comedias de Pedro

Calderón de la Barca tienen distinto tipo de transmisión1. El príncipe

constante, la última del volumen, presenta, según Iglesias Feijóo «un

estado textual desastroso»2. Frente al texto de esa Primera parte

disponemos de un manuscrito con gran cantidad de variantes que obliga a plantearse la

historia de la tradición textual de esta obra y de las demás. Por otra parte, al menos

cinco de las doce obras fueron atribuidas en sueltas a Lope de Vega (entre ellas La vida

es sueño y La devoción de la cruz).

En el caso de La vida es sueño la edición de Zaragoza, el mismo año de 1636, en

que aparece en Madrid la Primera parte ofrece un texto completamente diferente, que

ha causado notables quebraderos de cabeza a la crítica. El debate sobre este texto

zaragozano ha estado centrado sobre todo en la cuestión de si se trata o no de la primera

versión de la obra, supuestamente refundida por Calderón para la edición madrileña a

cargo de su hermano José. El hecho es que, tras los debates que suscitó la edición

preparada por Ruano de la Haza, el texto de La vida es sueño se ha venido editando

conforme a la edición madrileña, dando por sentado que Calderón la supervisó. Esta

decisión editorial supone algo no demostrado: que la fijación del texto y el

establecimiento del estema pueden prescindir de las variantes que presenta el texto

zaragozano, lo cual es simplemente un parti pris que se ha asumido sin el ahondamiento

crítico que requiere la importancia de un buen número de variantes donde M y la familia

textual asociada a Z difieren en lecciones que no pueden achacarse a modificaciones

ulteriores de la compañía teatral cuyo texto sirve de base a la edición de Zaragoza. Dos

de esas variantes aparecen ya en el célebre monólogo inicial de Rosaura y al menos una

de ellas tiene argumentos ecdóticos y críticos suficientes para sostener la prioridad

textual de Z frente a M: «bajaré la cabeza enmarañada» (M) frente a «bajaré la

esperanza enmarañada» (TE), lección que parece a todas luces un error, o bien de la

edición o bien del «traslado» que ha servido para dicha edición o bien de un texto

anterior al que siguen la edición de Zaragoza y también la edición a nombre de Lope de

Vega (LIV), que presenta la variante, mucho más atinada «la aspereza enmarañada».

1 Pedro Calderón de la Barca, Primera parte de comedias de don Pedro Calderón de la Barca,

Madrid, María de Quiñones, 1636. 2 Pedro Calderón de la Barca, Comedias I, primera parte de comedias, ed. de Luis Iglesias Feijóo,

Madrid, Biblioteca Castro, 2006, p. XLII.

L

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

90

Dado que esta lección «aspereza enmarañada», la siguen también Vera Tassis, la suelta

Yg 352 de la Bibliothèque Nationale de Paris, las dos sueltas de la British Library ―C

108 bbb.20 y T. 1737 (19)―, y la suelta del Institut del Teatre ―59.096―, parece claro

que la tradición testimonial B ofrece «aspereza enmarañada», frente a «cabeza

enmarañada», de la edición de Madrid de 1636, que en principio representa a la

tradición testimonial A. Sucede que la tradición testimonial A (en adelante ttA y ttB)

presenta también la variante «aspereza enmarañada», de forma mayoritaria: las Pseudo

Vera Tassis (PVT) coinciden con la edición de Eugenio de Ochoa3, la de Orellana

4 y

también con un testimonio muy importante del siglo XIX, que hasta ahora se ha

escapado a la crítica, y que ni siquiera está catalogada en el minuciosa bibliografía

Reichenberger5, ni está en la catalogación hecha por Germán Vega, que termina en

18336. Se trata de la edición de la colección El Teatro Español, en Sevilla, en la

Imprenta Gironés y Orduña, hacia 18877.

Llamaremos TE a esta edición, relacionada textualmente con la princeps

madrileña M y con las ediciones Pseudo Vera Tassis. Antes de continuar el análisis

conviene detallar algunos puntos importantes de la colección sevillana El teatro

español: en su tomo I (1887), además de El alcalde de Zalamea y A secreto agravio,

secreta venganza, edita una loa y un auto sacramental inéditos con el título La prudente

Abigail y atribución a Calderón, y edita también la comedia de Mira de Amescua Más

vale fingir que amar o examinarse de Rey, hasta entonces inédita y cuyo manuscrito

está en los fondos catalogados por Paz y Meliá. Más adelante editará también una

comedia inédita de Claramonte, El secreto en la mujer, también a partir del manuscrito

catalogado por Paz y Meliá. Eso deja claro que el responsable de la colección tiene

acceso a los fondos bibliográficos de la BN madrileña y, con toda seguridad, siendo una

colección editada en Sevilla, al Archivo de Indias.

3 Eugenio de Ochoa, Tesoro del teatro español, tomo tercero, teatro escogido de Calderón de la Barca,

París, Buadry, 1838. 4 Francisco José Orellana, Teatro selecto antiguo y moderno, nacional y extranjero, Barcelona,

Establecimiento tipográfico editorial de Salvador Manero, 1866, tomo I. 5 Calderón sueltas in the collection of the Hispanic Society of America, ed. Szilvia E. Szmuk, Kassel,

Reichenberger, 2002. 6 Germán Vega García-Luengos, La segunda versión de La vida es sueño, Liverpool, University of

Liverpool, 2000. 7 Pedro Calderón de la Barca , La vida es sueño, Sevilla, Imprenta Gironés y Orduña, 1887.

LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTEMA

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Resumiendo el ejemplo anterior sobre las variantes «cabeza»/ «aspereza»/

«esperanza»/ «espesura»: tanto Zaragoza 1636 como Madrid 1636 son desviantes

respecto a la matriz general de cada una de sus dos familias, que mayoritariamente leen

«aspereza enmarañada»; Z se desvía en «esperanza enmarañada», M se desvía en

«cabeza enmarañada», transmitida rutinariamente por la crítica y las ediciones Doze

Comedias, (Lisboa, Creaesbeeck, 1647 y Colonia, Texera, 1697) coinciden en «espesura

enmarañada», que parece deturpación a partir de Z.

El sintagma «aspereza enmarañada» aparece, con cambio de orden, en otra obra

de Calderón: «cuando de su ameno espacio/ la enmarañada aspereza/miro discurrir»

(auto sacramental El golfo de las sirenas). En este caso la asonancia es en -e-a, lo que

obliga a cambiar el orden de adjetivo y sustantivo. Por otro lado en el auto sacramental

El cordero de Isaías se repite el verso «¡A la cumbre, a la aspereza», que refuerza la

idea de que «aspereza enmarañada» tiene el mismo soporte escenográfico que en La

vida es sueño. A cambio «cabeza», en la obra de Calderón tan solo aparece adjetivada

con «triste cabeza»; las demás ocurrencias textuales aparecen con el sustantivo sin

adjetivar. En estas condiciones hay que plantearse si el texto de la princeps madrileña

transmite siempre la mejor variante. Conocemos al menos un ejemplo, dentro de este

fragmento inicial, en que un editor (Iglesias Feijóo) que ha manejado diferentes textos,

se decide por enmendar un sustantivo siguiendo el texto de Zaragoza («rienda») frente

al de Madrid («rueda»). Hay que tomar en consideración la posibilidad de que no sea el

único caso.

El itinerario textual de las variantes de este verso es muy interesante, ya que en

LC y en CAT encontramos: «la espessura» y en Z «la esperanza». Parece claro que

«espesura» y «esperanza» son variantes de «aspereza», como aparece en la edición TE y

como avala el usus scribendi calderoniano. Se trata de explicar cómo aparece «cabeza»

en M, ya que las variantes de «aspereza» tienen una explicación muy fácil como error

cometido en una copia manuscrita hecha apresuradamente. La sustitución «aspereza»

por «cabeza» requiere intervención consciente, pero no necesariamente de Calderón.

La segunda variante es más espectacular y afecta de modo crucial a la sintaxis;

frente a «¿dónde, rayo sin llama/pájaro sin matiz, pez sin escama» (M) la edición TE

propone «luz de rayo sin llama/ pájaro sin matiz, pez sin escama». ¿Cómo explicar el

cambio «luz de» por «donde»? La transmisión aquí no puede venir de impreso, pero sí

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

92

de manuscrito, si en el original el sintagma está agrupado: «luzde», que un copista

inexperto entiende como «donde». En manuscrito, y en esa dirección es comprensible el

error; en impreso y en la dirección opuesta, es muy difícil explicar que «donde» se

transforme en «luz de». Desde el punto de vista sintáctico, la secuencia «luz de rayo sin

llama» corresponde a las que siguen «pájaro sin matiz», «pez sin escama» y «bruto sin

instinto natural». El sintagma «luz de rayo» no está en Calderón, pero sí está su

equivalente: «como una luz de un relámpago» (en el auto sacramental A Dios por razón

de estado). Parece evidente que «luz de relámpago» es muy difícil de meter en un

heptasílabo. Pero ¿de qué tipo de copia manuscrita hablamos y en qué medida afectaría

esto al establecimiento del estema?

La explicación tiene que ver con lo que Don W. Cruickshank precisa en su

biografía sobre Calderón:

El manuscrito del autor se entregaba al apuntador, que sacaba una copia en limpio y

copiaba, además, las partes de cada personaje. Sólo el apuntador tenía el texto

completo: los distintos actores disponían únicamente de los versos que les

correspondían8.

Es decir, dada una comedia, desde el principio se dispone de dos textos: el

manuscrito original del autor, propiedad del empresario de la compañía, y la copia o

traslado que tenía el apuntador. Además de ello, la comedia se encontraba, fragmentada,

en los papeles de actor; esto es lo que sin duda explica el texto deturpado del Burlador

de Sevilla, rescatado a partir de una serie de actores que van a parar a la compañía de

Roque de Figueroa (entre ellos Juan Bezón, que hacía el papel de Catalinón y su mujer,

la Bezona, seguramente la segunda dama). En el caso de La vida es sueño, las

diferencias entre la ttA y la ttB se explican a partir de que la línea A procede del

traslado hecho para el apuntador el momento de la primera copia, y la línea B, al texto

que se ha ido modificando desde 1630, fecha más probable de composición y abril de

1634, en que Cristóbal de Avendaño muere en un incidente nocturno. El texto que

Avendaño majaría en esa fecha tenía que incluir las sucesivas modificaciones hechas

con los cambios de actores en una compañía a lo largo de cuatro años. El texto del

apuntador, en cambio, puede contener errores de copia manuscrita a partir del original.

8 Don W. Cruickshank, Calderón de la Barca, Madrid, Gredos, 2011, p. 276.

LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTEMA

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La «segunda versión» de la obra, no es una revisión del texto por parte de

Calderón como ha sostenido Ruano de la Haza, sino la modificación del texto por la

compañía, que legalmente tiene derecho a adaptar y modificar todo lo que sea necesario

a partir del texto que ha adquirido (probablemente por 800 reales hacia 1630), con ius

utendi et abutendi. Según ello, el original de Calderón debía de ser «aspereza

enmarañada», que es la lección compartida en ttA y en ttB y las variantes que hemos

visto corresponderían a sucesivas modificaciones o deturpaciones. Está claro que

«esperanza» y «espesura» son deturpaciones; no es fácil encontrarle una explicación a

«cabeza». Pasemos ahora otro ejemplo de transmisión: está en la misma réplica inicial

de Rosaura, que en ttA es: «te desbocas, te arrastras y despeñas» y en ttB «te arrastras,

precipitas y despeñas», con la particularidad de que en la suelta a nombre de Lope ese

verso y el anterior están omitidos, lo que evidencia que Z no procede de LIV, sino de

una edición anterior. Edición en donde en el verso 8 se encuentra «aspereza»,

mantenida en mantenida en el texto atribuido a Lope y modificada en Z, pero

coincidente en los demás testimonios de ttB. La explicación de Cruickshank está

avalada por los testimonios documentales que se conocen en materia de manuscritos:

manuscritos autógrafos, copias íntegras del texto y manuscritos de distintas manos de

una misma comedia. ¿Qué relación tiene esta base documental con los testimonios

editoriales? Parece evidente que para editar una comedia hay que disponer de un texto

íntegro y que ese texto puede venir por dos vías distintas: el manuscrito autógrafo o el

traslado de copia hecho, bien por el empresario teatral, que solía ser el primer actor y

director de la compañía, bien por el empresario para el apuntador. Dos copias

manuscritas diferentes, en las cuales puede haberse producido lo habitual: errores de

copia en uno o en otro manuscrito. Según ello, si un editor no dispone del manuscrito

original, tiene dos posibilidades distintas de traslado de copia: la del empresario y la del

apuntador. La del empresario es la que tiene más posibilidades de incluir atajos,

correcciones, enmiendas o deturpaciones y la del apuntador es la que tiene más

posibilidades de acercarse a la textualidad de origen. Podemos considerar que X es la

copia manuscrita del apuntador y que Y es la copia «deturpable» del empresario. A

partir de ahí podemos deducir que si hay dos ediciones muy cercanas cronológicamente,

el manuscrito X va a producir la edición α y el manuscrito Y va a producir la edición β.

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

94

Ω

X

α

Y

β

En donde Ω representa el Texto Ideal (el manuscrito del autor sin errores), X es la

copia usada por el director de la compañía, Y el traslado del apuntador, y alfa y beta los

dos tipos de transmisiones editoriales. En el caso de La Vida es sueño, omega sería el

autógrafo de Calderón, X la copia de Avendaño e Y la copia de aA (apuntador de la

compañía de Avendaño). Se trata de saber qué relaciones de transmisión podemos

postular entre M, Z, LIV y TE respecto a los elementos de ese estema. La hipótesis

propuesta por Ruano de la Haza, establecía que Z correspondía a la primera versión y M

a una segunda versión reelaborada por Calderón para la imprenta madrileña de la

princeps. El propio Ruano ya había advertido que «la hipótesis que acabo de exponer es

pura fantasía y, como tal, tan demostrable como la de Sloman»9. En efecto, la hipótesis

de Sloman, de que La vida es sueño procedía de una recomposición de Yerros de

naturaleza, escrita en 1634, es una hipótesis ya refutada documentalmente10

; la de

Ruano ha sido refutada teóricamente, con lo que propia observación de que es «pura

fantasía» resulta un juicio muy atinado. A partir de ahí, y conforme al estema deducido

de las observaciones documentales aportadas por Cruickshank, el problema teórico

(ecdótico) consiste en ordenar los documentos M, LIV, Z y TE, asumiendo que TE es

una edición relacionada o bien con un manuscrito (X o Y) o bien con una edición

impresa (alfa, beta o quizás gamma). La exposición de este problema, en términos

ecdóticos, debe limitarse al análisis de las variantes. Que, simplemente en la primera

secuencia escénica, antes de la aparición de Segismundo, ofrece gran número de

variantes significativas. La primera de ellas la discrepancia textual entre ttA y ttB en el

verso 8:

9 José María Ruano de la Haza, La primera versión de La vida es sueño de Calderón, Liverpool,

Liverpool University Press, 1992, p. 30. 10 Albert E. Sloman, The dramatic craftmaship of Calderón, Oxford, Dolphin Books, 1958.

LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTEMA

95

ttA: «te desbocas, te arrastras y despeñas»

ttB: «te arrastras, precipitas y despeñas»

Esta variante nos sitúa dentro del primer discurso de Rosaura y su interpretación

tiene que ver con la variante anterior: «luz de rayo/donde rayo». Si la elección es a favor

de «luz de rayo», la pregunta sería «¿al confuso laberinto/ de esas desnudas peñas/ te

desbocas, te arrastras y despeñas?» Lo que parece más natural que duplicar «¿dónde?» y

contestar en la propia réplica con «al confuso laberinto», lo que convierte la pregunta en

una pregunta retórica. Este segundo ejemplo es menos evidente que el primero, pero

concuerda con él en que la transmisión que explica ambas variantes es por vía

manuscrita. Conviene no olvidar, en todo caso, que todos los textos del XVII coinciden

en «donde» (sin tilde, adverbio de lugar), frente al «dónde» interrogativo que es una

interpretación tardía. Vera Tassis edita «donde» y no incluye signo de interrogación al

final del período.

No son las únicas discrepancias textuales que presenta M respecto al conjunto Z,

TE, LIV, LC y CAT. En realidad no hay dos, sino al menos tres líneas de transmisión

diferentes, como se deduce de la variante del siguiente verso de Rosaura:

M: «y por si acaso mis penas/ pueden aliviarte en parte»

TE: «y por si acaso mis penas/ pueden en algo aliviarte»

Z, LIV, LC y CAT: «y por si sus desperdicios/ pueden consolarte en parte»

Como se ve, TE coincide con M en el primer verso y en el verbo «aliviarte»,

frente a la variación de los demás testimonios y del verbo «consolarte». A cambio, M y

la serie derivada de Z coinciden en el final del segundo verso: «en parte», frente a «en

algo», variante de TE. Estilísticamente parece superior «en algo aliviarte», frente a

«aliviarte/consolarte en parte», al evitar la rima interna «arte-arte». Se trata de saber si

hay algún otro argumento que pueda avalar esta observación estilística. Las expresiones

«en algo» y «en parte» las usa Calderón indistintamente, lo mismo que los verbos

«aliviarte» y «consolarte». Sin embargo la relación «aliviar + mis penas» sí está en El

Conde Lucanor. A cambio «desperdicios» solo aparece en una comedia tardía de

Calderón y se refiere a los «desperdicios de una merienda». Estas variantes se explican

con la siguiente secuencia de transmisión: «pueden en algo aliviarte» (TE) a «pueden

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

96

aliviarte en parte» (M), a «pueden consolarte en parte» (Z y derivadas). El microsistema

de variantes permite proponer un estema en el que M y TE están más cercanos entre sí,

y son anteriores cronológicamente al conjunto de testimonios asociados a Zaragoza:

la aspereza enmarañada TE

luz de rayo sin llama

acaso mis penas

en algo aliviarte

la cabeza enmarañada M

donde rayo sin llama

acaso mis penas

aliviarte en parte

LIV

Z

Este es un estema transitorio, porque la filiación LIV-Z tiene que poder

demostrarse.

La descripción LIV corresponde al ejemplar donde la obra se edita a nombre de

Lope de Vega, lo que hace pensar que se trata de una edición anterior a 1635, lo que

encaja con que Zaragoza, donde se modifica «aspereza» en «esperanza» sería posterior.

En este caso, además de las transmisiones manuscritas tendríamos al menos una edición

impresa y fraudulenta. Que podría corresponder a β o a γ, pero no a α, que está

relacionado con ttA. Admitiendo esto debemos asumir también que hay también otra

edición intermedia, como se demuestra por una omisión de dos versos en el monólogo

inicial de Rosaura:

la esperanza enmarañada

donde rayo sin llama

y por si sus desperdicios

consolarte en parte

la aspereza enmarañada

donde rayo sin llama

y por si sus desperdicios

consolarte en parte

LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTEMA

97

TE/M

natural, al confuso laberinto

de estas desnudas peñas [sus, en M]

te desbocas, te arrastras y despeñas:

quédate en este monte

donde tengan los brutos su Faetonte.

[edición intermedia: fragoso + precipitas]

LIV

al fragoso, al desierto laberinto.

Quédate en este monte

donde tengan los brutos su Faetonte.

Z

al fragoso, al desierto laberinto

de esas desnudas peñas

te arrastras, precipitas y despeñas.

Quédate en ese monte

donde tengan los brutos su Faetonte.

Los dos versos que faltan en LIV, pero están en las demás ediciones,

corresponden seguramente a una omisión editorial involuntaria, es decir a un error del

cajista, que ha saltado líneas. Esto quiere decir que Z no deriva directamente de LIV,

sino de una edición anterior que contiene la variante «te arrastras, precipitas y

despeñas», frente a «te desbocas, te arrastras y despeñas», común a TE y a M. La

conjetura más sencilla es que el verso «te desbocas, te arrastras y despeñas» ha sido

copiado como «te arrastras y despeñas» (que es un heptasílabo impecable), y que la

compañía teatral que tiene el manuscrito con esa omisión lo corrige para transformarlo

en un endecasílabo, introduciendo «precipitas», las cuatro sílabas que faltan. En este

momento parece claro que para explicar todas las variantes textuales hay que aceptar

una doble vía de transmisión, manuscrita e impresa. Y que Z no puede derivar

directamente de LIV, sino de una edición anterior que contenga los versos omitidos en

LIV. Se trata de saber cuál es la relación de esa edición con TE, que es la que mantiene

las lecturas conjuntas con TE («aspereza enmarañada») y con M («donde», «rayo sin

llama»). Es decir: analizar cuál es el nudo que relaciona alfa con beta y ambas con LIV,

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

98

M y Z. Si asumimos que el cambio «luzde» por «donde» solo puede haber sido

producido por mala lectura del manuscrito, ese texto intermedio no es una edición, sino

un traslado de amanuense. Es decir, se trataría de un manuscrito de compañía teatral,

que, una vez copiado, puede sufrir las habituales correcciones, enmiendas y añadidos

habituales en una compañía en el proceso de la representación y los posibles cambios

del elenco. Un verso interesante para acercarnos a este problema es el que dice Clarín

casi al final de su primera réplica:

TE/M: «y dos los que del monte hemos rodado»

LIV: «y dos en efeto los que hemos rodado»

Z: «y en efeto los dos que hemos rodado»

Esta fuerte discrepancia se explica a partir de un texto original «y dos los que del

monte hemos rodado» que se copia con omisión del sintagma «del monte»: «y dos los

que hemos rodado». A la vista de que el verso es hipométrico se le añade un ripio

interno «en efeto», que es la fase LIV y luego se corrige el orden de los elementos del

sintagma «y en efeto los dos que hemos rodado», transmitido por Z a sus derivadas.

Pero seguramente esto no se hace en la imprenta de la suelta LIV, sino en una edición

anterior de la que deriva LIV, ya que este tipo de correcciones no son de cajista, sino de

actor que enmienda un verso mal medido. Es decir, es una enmienda de compañía

teatral, no de edición de imprenta.

Hasta ahora hemos visto que en varios casos los textos de M y TE son

convergentes respecto al conjunto de los demás textos. Y hemos visto también que hay

divergencia entre lecciones alternativas «cabeza/aspereza» y «donde/ luz de». De hecho,

en esa misma tirada inicial de Rosaura hay otra divergencia importante: donde la

princeps lee «que abrasa al sol el ceño de su frente», TE lee, en convergencia con los

demás textos «que arruga al sol el ceño de su frente». La discrepancia textual

«arruga/abrasa» se puede atribuir a una mala lectura de manuscrito, pero difícilmente de

un texto impreso.

En manuscrito la «ga» y la «s» son confundibles y también lo son la «u» y la «a».

En esas condiciones las secuencias internas «-rr-» y «-br» también pueden ser

confundidas por un amanuense poco atento, inexperto o ambas cosas. En cualquier caso,

independientemente del proceso de transmisión, la alternativa «arruga» frente a

LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTEMA

99

«abrasa» está muy sólidamente avalada por varios ejemplos de obras de Calderón, que

nos dan en conjunto la secuencia «arruga + ceño + frente + monte». En el caso de El

príncipe constante: «ceño arrugado y esquivo» y «cuando la frente arruga»; en El divino

Orfeo: «esa arrugada frente»; en El indulto general: «el ceño arrugado» y en A tu

prójimo como a ti una homología muy llamativa del pasaje de La vida es sueño: «el

arrugado ceño de aquel monte». Según esto, la variante de la princeps debe ser

considerada una desviación de los usos calderonianos contrastados. Hay más ejemplos

que refuerzan esta hipótesis.

Si pasamos ahora al segundo acto, en el diálogo entre Clarín y Clotaldo tenemos

una importante variación en donde TE se opone a todas las demás lecciones; es decir: en

donde converge M con las ediciones que tienen «aspereza» y «al fragoso, al desierto

laberinto» frente a «natural, al desierto laberinto». La variante es esta:

TE M/Z/VT/LIV/CAT

se cante por mí esta letra: se cante por mí esta letra:

“Clarín que rompe al albor “Clarín que rompe al albor

no suena mejor”. no suena mejor”.

CLO. Tu queja ――――――――――

por estar tan bien fundada, CLO. Tu queja está bien fundada.

ha de quedar satisfecha. Yo satisfaré tu queja.

Esta divergencia es de gran calado, ya que el texto transmitido por TE usa el

sintagma «tu queja» para completar el octosílabo que hace asonancia -e-a, continúa con

una subordinada causal y completa la asonancia de «tu queja» con «satisfecha». A

cambio el texto común deja aparte la letra del clarín e integra «tu queja» en un nuevo

octosílabo, repitiendo otra vez «tu queja» para rescatar la asonancia. Si la transmisión se

ha hecho de TE a la fuente de M y las demás ediciones el ajuste ha consistido en

transformar: «Tu queja, por estar tan bien fundada» en una abreviación «Tu queja está

bien fundada». Y la repetición del sintagma «tu queja» a comienzo del primer verso y al

final del segundo no es el mejor ejemplo de estilo. Si la transmisión se ha hecho de la

fuente de M a TE hay que reconocer un trabajo de reelaboración muy importante: se ha

rescatado la rima, se ha eliminado la repetición y se han modificado dos secuencias

usando una leve amplificatio: «está bien fundada» por «por estar tan bien fundada» y

«yo satisfaré» por «ha de quedar satisfecha». La estilística está más bien de parte de la

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

100

transmisión desde TE al texto común a M y el resto de ediciones. Así pues,

textualmente, hay argumentos para sostener que el texto de TE es anterior a todos los

demás textos y que el estema debe plantearse de acuerdo con esa hipótesis, frente a la

añeja costumbre crítica de priorizar la edición de la Primera parte de 1636. Según ello,

el parlamento inicial de Rosaura habría que editarlo así:

ROSAURA: Hipogrifo violento

que corriste parejas con el viento,

luz de rayo sin llama,

pájaro sin matiz, pez sin escama

y bruto sin instinto

natural, al confuso laberinto

de estas desnudas peñas

te desbocas, te arrastras y despeñas:

quédate en este monte

donde tengan los brutos su Faetonte,

que yo, sin más camino

que el que me dan las leyes del destino,

ciega y desesperada,

bajaré la aspereza enmarañada

de este monte eminente

que arruga al sol el ceño de su frente.

Hemos puesto en cursiva los puntos de discrepancia con el resto de las ediciones.

En el caso de las discrepancias con la princeps tenemos «luz de/donde; aspereza/cabeza;

arruga/abrasa». En el caso de a edición zaragozana las discrepancias son: «luz de /

donde; natural / al fragoso; confuso / desierto; desbocas / precipitas; ciega / sola;

aspereza / esperanza». No contamos como variante el error métrico de Z: «que el que

me dan leyes del destino», en donde falta una sílaba para completar la medida del verso.

Es muy fácil resumir esto: entre TE y M hay 3 discrepancias textuales; entre TE y Z hay

6, sin contar ese error de omisión. La tipología de las discrepancias entre TE y M apunta

a que la transmisión es por medio de manuscrito y no de impreso.

LA DOBLE VÍA DE TRANSMISIÓN DE LA VIDA ES SUEÑO Y EL ESTABLECIMIENTO DEL ESTEMA

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I. LA EDICIÓN PSEUDO VERA TASSIS Y LA VENTANA DE CLOTALDO

En el encuentro de Clotaldo con Rosaura, al final de este primer episodio o cuadro,

tenemos un buen ejemplo de las tres líneas o familias en los avatares del texto de La

vida es sueño. El cotejo de M, Z y TE en el pasaje siguiente es una buena prueba. De

acuerdo con la princeps el texto sería el siguiente:

Este es mi hijo y las señas

dicen bien con las señales

del corazón, que por verle

llama al pecho, y en él bate

las alas, y no pudiendo

romper los candados, hace

lo que aquel que está encerrado

y, oyendo ruido en la calle,

se arroja por la ventana.

Clotaldo duda ante las «señales del corazón» que le hacen intuir su relación con

esa Rosaura en hábito de hombre. La imagen de su curiosidad e intriga Calderón la

compara a alguien que está encerrado, que no puede salir por la puerta y oye ruido en la

calle. Según el texto de la princeps se arroja por la ventana. Aquí hay discrepancias con

TE y con la línea relacionada con Z:

TE Z, LIV, CAT

se asoma por la ventana sale a la ventana; así

Esto parece menos drástico que la propuesta madrileña del batacazo. Hay, pues,

tres variantes: «se arroja», «se asoma» y «sale a». ¿Cuál de las tres variantes propone

Vera Tassis, editor de esta obra en 1685, cuatro años después de la muerte de Calderón?

Vera Tassis sigue la lectura de TE, «se asoma por la ventana». Descarta, por lo tanto, el

texto de la Primera parte, por más que el editor sea el hermano de Calderón. Ya hemos

visto que en la princeps hay lecturas muy discutibles y que la variante «abrasa/arruga»

solo era comprensible en una transmisión manuscrita. Otro tanto suceden en

«arroja/asoma», que tienen tres sílabas y las mismas vocales. En el caso de Z/LIV/CAT

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hay que asumir que el verso está remodelado, como lo está la obra entera. Y si Vera

Tassis descarta la lección de la princeps y prefiere «se asoma» frente a «sale a la

ventana», común a Z y a varias ediciones, hay que aceptar que tal vez esté haciendo la

suya a partir de un texto anterior a las dos ediciones de 1636. Un texto que, por otra

parte, requiere enmiendas en otros pasajes y que no está relacionado con M porque

coincide con TE en «aspereza enmarañada» y con TE y M en «te desbocas, te arrastras

y despeñas», frente a «te arrastras, precipitas y despeñas». Y tiene que ser un texto

anterior a LIV, la suelta donde la obra se atribuye a Lope de Vega, porque Vera Tassis

edita versos que están omitidos en LIV. Según eso, Vera Tassis debería darnos un texto

más cercano a TE que a M. Y eso es lo que sucede en el pasaje inicial de Rosaura, en

donde frente a las 3 discrepancias entre TE y M y las 6 entre TE y Z/CAT/LIV, Vera

Tassis solo difiere en «luz de/donde». Vera Tassis está siguiendo un ejemplar muy

cercano a TE, pero que contiene variantes que requieren enmiendas, que no habrían sido

necesarias de haber seguido a TE.

Hay muy pocas variantes significativas desde el punto de vista ecdótico entre el

texto de TE y la edición de Vera Tassis, pero las que hay son suficientes para postular la

existencia de esa edición intermedia entre 1630 y 1635; en el segundo acto, también en

una réplica de Clarín, encontramos una importante:

TE VT

A costa de cuatro palos A costa de cuatro palos

que el llegar aquí me cuesta que el llegar aquí me cuesta

de un alabardero rubio de un alabardero rubio

que encontré por allá fuera que barbò de su librea

El texto de VT coincide con las demás ediciones, incluida la princeps de Madrid.

Y la variante no se puede explicar ni por error de cajista ni por distracción de

amanuense. Se trata de saber qué elementos objetivos permiten dilucidar cuál de los dos

versos es más probable en el uso calderoniano. En el texto común, transmitido hasta

ahora por todos los editores, tenemos dos elementos poco frecuentes: «barbó» y

«librea».

El verbo «barbar» tan solo lo usa Calderón en el entremés Los dos Juan Ranas,

bastante tardío. Y «librea» en singular, solo lo usa una vez, en El Conde Lucanor. A

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cambio la locución «allá fuera» la utiliza en siete obras, casi todas ellas de la misma

época que La vida es sueño: La dama duende, Basta callar, Casa con dos puertas, Los

cabellos de Absalón, No hay burlas con el amor y Cada uno para sí. Cualquiera de los

dos versos es posible en Calderón, pero es bastante más probable para esa época la

variante TE. Y el hecho de que la variante más general esté dentro de una réplica de

Clarín apunta a una posible intervención de compañía teatral, que modifica el verso

original con intención cómica.

Otro ejemplo de interés en ese segundo acto está en el pasaje en que Basilio

recrimina a Segismundo:

TE PVT

creyendo hallarte advertido pensando hallarte advertido

de hados y estrellas triunfando de hados y estrellas triunfando

con tanto rigor te vea con tanto rigor te vea,

y que la primera acción y que la primera acción

que has hecho en esta ocasión que has hecho en esta ocasión

un grande homicidio sea un grave homicidio sea

Es imposible confundir «pensando» con «creyendo», ni en manuscrito ni en

impreso. Más problemática es la posible confusión «grave/grande». Pero resulta que

aquí es donde el usus scribendi calderoniano está más a favor de la variante TE: el

sintagma «un grande» aparece 9 veces en otras obras calderonianas; el sintagma «un

grave» no reaparece en ninguna. Así que también aquí la estadística está a favor del

texto TE.

Hay, además, en el diálogo entre Clotaldo y Clarín un verso omitido en PVT pero

que sí aparece en TE y que es necesario para completar la décima. Véase:

TE PSV

¿Yo por dicha solicito Yo, por dicha, solicito

dar muerte a mi padre? Nó. Dar muerte à mi padre? No:

¿Arrojé del balcón yo arroje del bolcon yo [sic: balcón]

al Icaro de poquito? al Icaro de poquito?

Digan cual es mi delito ________________

¿Yo sueño o duermo? ¿A qué fin Yo sueño, ò duermo? A què fin

me encierran? me encierran?

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

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En PVT falta el verso «Digan cuál es mi delito?», que sin embargo aparece en TE.

No es pensable que el cajista de la imprenta Gironés y Orduña se haya percatado de que

la Pseudo Vera Tassis faltaba un verso y, en un rapto de genio, lo haya restituido. Está

claro que la edición TE está siguiendo el original fuente de la Pseudo Vera Tassis. En

todas las ediciones relacionadas con M y Z el verso alternativo es: «yo muero ni

resucito». Esto apunta, conforme al modelo que estamos siguiendo, a que la fuente de la

Pseudo Vera Tassis es posterior a la fuente utilizada por TE, y que en el paso de α a β se

ha producido esa omisión editorial, rescatada por medio del verso «yo muero ni

resucito». Escénicamente parece más plausible que Clarín proteste exigiendo que le

digan cuál es su delito, motivo interno a la obra y no que proponga la idea disyuntiva de

morir o resucitar, verso construido seguramente a partir del siguiente verso: «¿Yo sueño

o duermo?», motivos que sí están en la obra.

En la misma línea se encuentra la tríada «arrestaba/arrastraba/obligaba», que solo

aparece como tríada si se hace entran en el cotejo la edición Pseudo Vera Tassis.

TE PVT Z y otros

tanto tu honor me arrestaba me arrastrava me obligaba

En este caso el texto de TE coincide con el texto de la princeps. La variante «me

arrastrava», de PVT parece una lectio facilior al no entender la idea de «me arrestaba».

Y el conjunto de ediciones relacionadas con LIV y Z, incluyendo a Vera Tassis,

coinciden en enmendar esto en «me obligaba», para dejar más claro el sentido. Sin

embargo, la variante «arrestar/arrestarse», verbo que usa Calderón en otras comedias,

tiene una segunda acepción que encaja perfectamente aquí. La tomo del NDLC, en la

variante pronominal: «Arrojarse, atreverse, osar, acometer alguna empresa o cosa

grande, de grave compromiso»11

. Así pues «tanto tu honor me arrestaba», común a M y

a TE significa «tanto tu honor me arrojaba a comprometerme». La corrección en «me

obligaba» es de una fase tardía de la transmisión textual: la que corresponde a la edición

fraudulenta a nombre de Lope de Vega (¿Sevilla 1634?) y a la fuente de la que se hace

esa edición (¿circa 1633?). El texto de Zaragoza es el tercero en la transmisión.

Hay otro ejemplo significativo, en donde, en este caso PVT coincide con M frente

a TE, y el conjunto LIV/Z y derivados da un texto divergente. 11 NDLC, Nuevo diccionario de la lengua castellana, París, Imprenta Rosa y Bouret, 1860.

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TE: «En la desdicha, en las obras»

M y PVT: «en la dicha y en las obras»

Z, VIT y otros: «en el nombre y en las obras»

No es pensable que TE esté corrigiendo un verso métricamente impecable. A

cambio hay que preguntarse por qué LIV y Z enmiendan «en la dicha» por «en el

nombre». La explicación, conforme al estema que hemos propuesto, es que el original

decía «en la desdicha» (que es lo coherente para la historia de Rosaura) y que se

transmitió mal por pérdida de la sílaba inicial. Esa segunda transmisión se corrige en la

fuente común a LIV y Z, sustituyendo «dicha» por «nombre».

Hay una variante de importancia que atañe a la atribución de una secuencia de

versos en el episodio del tercer acto en que Basilio va huyendo por el monte. En TE los

versos se reparten entre un soldado y Segismundo.

SOLDADO En lo intrincado del monte,

entre sus espesas ramas,

el Rey se esconde.

SEGISMUNDO Seguidle,

no quede en sus cumbres planta

que no examine el cuidado

tronco a tronco y rama a rama.

En la princeps y en la Pseudo Vera Tassis y derivadas la réplica del soldado se

atribuye a Segismundo. Esto es muy atinado escénicamente, ya que aludir a Basilio

como «el Rey» es más propio de un soldado que de Segismundo, que lo trata, en la

réplica siguiente, de «mi padre», igual que Clotaldo le había dicho «a tu padre has de

hacer guerra». El reajuste de esos versos encaja con un cambio en el elenco,

suprimiendo el personaje del soldado.

Por último, en los versos finales en romance de asonancia -a-a TE omite el verso

necesario para mantener los impares sin rima: «¡Qué discreto y qué prudente!» Se trata

del único caso de omisión de verso en toda la comedia, achacable a despiste del cajista

de la imprenta. El verso está en M y está también en las derivadas de M.

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En todo caso las variantes mínimas entre el texto de TE y el de la Pseudo Vera

Tassis (la omisión de un monosílabo, un cambio de una letra, un cambio de orden) no

tienen valor ecdótico claro, pero forman un conjunto suficiente como para postular la

existencia de una transmisión manuscrita añadida que explique estas variantes mínimas

sin acudir a intervención de compañía teatral. Se trata de posibles errores de copia

manuscrita o posibles errores de cajista al leer un manuscrito.

TE PVT

a trueque a trueco

etéreas salas etéreas alas

las hubieras las huviera

cerrad de esa cerrad esa

por verle por verlo

lo que pasa lo que passe

Válgame el Cielo Valedme, Cielos

ó de morir ù de morir

como aurora como à Aurora

ciencia sciencias

vestido vestiglo

el cielo el camino el cielo camino

á cuya violencia y cuya violencia

son razones con razones

beleño veleno

un águila vna Aguila

tú lo sabes vos lo sabeis

se vence le vence

despejado y despojado despojado y despejado

acrecienta se acrecienta

Es bien que de una vez Es bien de vna vez

le aconseja la aconseja

decir lo que pasa dezir quanto passa

os ha de dar le ha de dar

en replicar que replicar

entrometido entremetido

de larel del laurel

de ese balcón deste balcón

de llegarme del llegarme

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de ese balcón deste balcón

por derecho de su ley por derechos de su ley

la luz y sombra fría la luz, sombra fría

síncope del día síncopa del día

de deleites de delitos

o es verdad o si es verdad

soltarle soltarte

como dudoso quanto dudoso

para otra dama por otra dama

Alégrome Heme holgado

en sus venas en sus penas

aprecie precie

llevarselo llevarsele

los dos ambos [acotación]

y de qué ò de què

despertar dispertar

en este cuarto en esse quarto

como entre sueños entre sueños

escucharle escucharte

aherrojado arrojado

despertar dispertar

aunque ninguno y aunque ninguno

sueños son sueño son

y otros bajan otros bajan

tan secreto San Secreto

no le huelgo no le huelo

se le quites se la quites

capullos capillos

si fuera si fuere

al riesgo el riesgo

de uno al otro de vno en otro

tendidas alas rendidas alas

no juzgara a liviandad sin juzgar a liviandad

no me has dado no me la has dado

que padre que padres

una acción una ocasión

por fuerza que fuerça

y a propósito y a su propósito

infeliz infelize

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descuelga descuelgo

confieso confuso

o es verdad o si es verdad

del valor, la confianza del valor y la confianza

si es sueño, o si es si es sueño, si es

bien es sueño bien no es sueño

cruel consigo cruel contigo

figurar figura

al del el del

humo humor

vencerla vencerle

Dadme la mano Dame la mano

La conclusión de este análisis es clara: el texto sevillano de 1887 procede de un

texto previo al que utiliza la edición de Pseudo Vera Tassis y que es muy cercano a la

princeps madrileña. Una edición hecha a partir de α. El traslado o copia que tenía el

apuntador de la compañía de Cristóbal de Avendaño y que al morir Avendaño en marzo

de 1634 pudo haber vendido dicho traslado a cualquier editor, pero probablemente a uno

sevillano habituado a comerciar con Indias y que, publicando con falso pie de imprenta

(en Zaragoza, Huesca, Tarragona, Valencia, Lisboa o Barcelona), podría obtener

pingües beneficios, tal vez editando la comedia a nombre de Lope de Vega, como lo

está el ejemplar de la Sydney Jones Library de Liverpool. En todo caso es seguro que la

edición sevillana de 1887 es necesaria para reconstruir debidamente el proceso de

transmisión y para avalar cualquier hipótesis sobre la transmisión.

Bibliografía citada

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de la Barca, Madrid, María de Quiñones, 1636.

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comedias famosas de varios autores, Zaragoza, [s.n.], 1636.

——, Doze comedias las mas grandiosas qve asta ahora han salido de los meiores, y

mas insignes poetas. Segvnda parte, Lisboa, Pablo Craesbeeck, 1647.

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——, La gran comedia, La vida es sveño. En Primera parte de comedias del celebre

poeta español, don Pedro Calderon de la Barca, Madrid, Francisco Sanz, 1685.

——, La vida es sueño, Sevilla, Imprenta Gironés y Orduña, 1887.

——, Comedias I, primera parte de comedias, ed. de Luis Iglesias Feijóo, Madrid,

Biblioteca Castro, 2006.

Cruickshank, Don W., Calderón de la Barca, Madrid, Gredos, 2011.

NDLC, Nuevo diccionario de la lengua castellana, París, Imprenta Rosa y Bouret,

1860.

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Orellana, Francisco José, Teatro selecto antiguo y moderno, nacional y extranjero,

Barcelona, Establecimiento tipográfico editorial de Salvador Manero, 1866, tomo

I.

Rodríguez López-Vázquez, Alfredo, «La fecha de La vida es sueño y el entremés La

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University of Liverpool, 2000.

RECIBIDO: ABRIL 2016

APROBADO: MAYO 2016 DOI: 10.14643/41D

Alfredo Rodríguez López-Vázquez

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Apéndice

Primera página de La vida es sueño de la edición de Sevilla, Imprenta Gironés y Orduña, 1877.