Autobiografía Académica Catalina Cortés

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Nací un 15 de Mayo de 1990. Mis primeros recuerdos de mi vida escolar datan de 1993, cuando me llevaron por primera vez al jardín de niños. Mi mamá afirmaba que era necesario que pasara tiempo con personas de mi edad pues en mi casa vivía rodeada de adultos de los que aprendía todo lo que escuchaba y, por ende, mis temas de conversación no estaban acorde a mi edad.

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A la edad de cuatro años estaba emocionada por entrar a kinder (Marzo de 1995) y comencé el largo camino de la enseñanza básica, en la que por mi fecha de nacimiento siempre aparecía

adelantada la primera mitad del año. Mi mamá siempre fomentó en mí la lectura

y los hábitos de estudio, por lo tanto nunca tuve problemas en el colegio.

Descubrí que el mejor modo de aprender lo que se me enseñaba era

poner atención y no distraerme cuando el profesor explicaba, de esa forma

nunca tuve que estudiar para una prueba ya que todo estaba almacenado en mi cerebrito. Me fascinaba todo lo que

aprendía y siempre quería saber más y leer más.

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Alrededor de quinto básico un profesor de ciencias trataba los contenidos

de la energía y materia, y entre esa información apareció la premisa de Lavoisier “la materia no muere ni se

destruye, solo se transforma”. Esto abrió mi mente a pensar en que ya que todo es

materia y energía, no existe la muerte ni la destrucción de algo sino que hay un

cambio de estado que implica que las cosas puedan formar parte de otra, pero nunca dejar de existir. En pocas palabras como

decía Parménides “lo que es, es, y no puede dejar de ser”. Esto me fue de gran

ayuda para no sentir la muerte de mi padre, en el año 1999, como una pérdida. Yo tenía

la convicción de que él no había muerto como me decían, ni se había ido al cielo, sino que estaba ahí, había cambiado de

forma y ahora podía encontrarlo en todas partes, en cada trozo de materia.

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Para el año 2001 yo tenía 11 años y me obsesioné con

la lectura de libros. Como mi mamá es fanática de los libros

tiene una amplia biblioteca en la casa y por toda la casa. Entonces

tomé mi primera novela: El defensor tiene la palabra de Petre

Bellú.

Al año siguiente me cambiaron de colegio, pasé mis últimos dos años de básica en un colegio de

mujeres en el que tuve profesores de excelente calidad y

compañeras que no respetaban a los profesores ni dejaban que ellos hicieran sus clases con

normalidad. Sin embargo, conocí excelentes personas y aprendí

mucho de ellas.

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Llegó la hora de comenzar la enseñanza media (2004) y con mis ganas de entrar a la universidad me cambiaron a un liceo mixto de solo 8 cursos (dos por nivel), donde sí era importante la figura

del profesor, había un ambiente de respeto mutuo y aprendí, a pesar de las distracciones propias de la edad, todo lo necesario para rendir

una PSU sin la necesidad de estudiar aparte.

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Salí del liceo en el año 2007 queriendo estudiar Artes. Mi mamá me convenció de no

hacerlo argumentando que me iba a morir de hambre, que

buscara una carrera relacionada pero producente (¡ja!). Ese año

postulé a carreras que no me interesaban para nada como

diseño gráfico y arquitectura. Finalmente no me matriculé en

ninguna, y decidí hacer un preuniversitario para no perder el

hilo del colegio y no llegar a rendir una nueva PSU en blanco.

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Pero tampoco me interesaba tanto asistir al preuniversitario (y pasar otro año más haciendo lo mismo que hace cuatro años), así que fui a muy pocas clases, pero conocí excelentes personas y mi puntaje no varió en ponderación, por lo

que ese año 2008 postulé a una carrera que sí tenía toda mi motivación: Pedagogía en Filosofía, en el Pedagógico. Mi mamá trató de decirme lo mismo que me decía con la carrera de Artes, pero esta vez pensé en mi

felicidad y no en mi bienestar económico.

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Cursé esta carrera por dos años (2009-2010), hasta

que finalmente la acumulación de

irresponsabilidades provocadas por la

desmotivación que me produjo un asunto

personal y una posterior enfermedad siquiátrica

relacionada con el mismo terminaron por pasarme la cuenta y quedé eliminada de la carrera, por haber

elevado una carta y volver a echarme un ramo por

inasistencia nuevamente.

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Como no había calculado la situación no rendí la PSU y tuve que esperar todo

el 2011 para poder dar la prueba y reingresar. Mi

intención era sin duda tomar otra carrera hasta que pudiese volver a Filosofía, pero en el transcurso del año las cosas

cambiaron. Comencé a trabajar en un colegio de básica como asistente de aula, experiencia

que me llevó varias reflexiones como futura educadora y

terminó por convencerme de que si realmente quería un

cambio en los modelos educativos debía partir por mí

misma y trabajando con las bases.

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Por lo tanto decidí que debía estudiar pedagogía básica, con el fin de generar nuevos elementos de enseñanza que me permitieran llegar a los alumnos destruyendo todos los

parámetros arbitrarios y necios que componían los modelos que yo conocía desde mi perspectiva de alumna y vistos ahora como educadora, pudiendo acceder a la vez a una

mayor cantidad de horas de trabajo con los niños que podían facilitar mi tarea de formación, a diferencia de Filosofía, que para la enseñanza media solo fomenta dos

horas a la semana.

Además, poquísimos colegios del país cuentan con el módulo “filosofía para la enseñanza básica”, siendo los colegios que lo imparten bien acomodados

económicamente, lo que también escapa a mis intereses -recuerdo que en la enseñanza media una profesora de matemáticas regresó a hacer clases luego de una larga enfermedad y habiendo renunciado al otro colegio donde trabajaba en el que le

pagaban unas 10 veces más. Cuando con mis compañeros le preguntamos por qué dejó el mejor trabajo y se quedó en este liceo donde ganaba mucho menos por más ardua

labor, ella respondió: ‘porque aquí me necesitan más’. Sus palabras me conmovieron y gracias a su ejemplo, también quiero ir donde realmente me necesiten.

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Entonces postulé muy segura a Pedagogía Básica, y claro, bajo la formación del Pedagógico. Saqué el mismo puntaje de siempre en la PSU y pude

acceder a esta carrera que me motiva mucho más que la anterior, pues esta vez no

estudio solo por querer saber más, sino que espero definir mi rol como profesora y conseguir técnicas y métodos que mejoren mi función educativa. De todas

formas pretendo terminar mi carrera pendiente una vez

egresada de la actual, y por supuesto, aplicar métodos y

contenidos que ahí aprendí en mi actual desempeño.

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Continuará…

Continuará …