Autor(es): Juan Roberto Calderón Maya, Héctor Campos ...Poco se sabe de las llamadas...
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Las Políticas Turísticas. El caso de Cancún, México
Documento para su presentación en el VI Congreso Internacional en Gobierno, Administración y Políticas Públicas GIGAPP-IUIOG. Centro de Ciencias Humanas y Sociales. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. (Madrid, España) del 29
Septiembre al 02 octubre de 2015.
Autor(es): Juan Roberto Calderón Maya, Héctor Campos Alanís
Email: [email protected]; [email protected]
Resumen/abstract: El crecimiento acelerado de la Zona Metropolitana de Cancún (ZMC), ha dado paso a dualidades espaciales y brechas sociales, que se expresan como desfases y distorsiones de una urbanización incontrolable, la cual en su mayoría ha tenido impactos negativos reflejado en el deterior ambiental de sus recursos naturales y en el deterioro urbano de. No obstante que la configuración espacial de la ZMC está definida por la zona urbana consolidada de la ciudad, se está formando un corredor urbano y de servicios, a lo largo de su costa. Poco se sabe de las llamadas “regiones” o colonias habitadas por una creciente población flotante, y cuya estructura urbana presenta serios problemas de satisfacción de necesidades y servicios básicos, lo que contrasta con las condiciones de la zona turística. Por lo anterior, el objetivo del presente trabajo, es realizar un diagnóstico del deterioro ambiental y urbano de la ZMC con énfasis en la contaminación ambiental del Sistema Lagunar de Nichupté en Cancún, México.
Palabras clave: Zona Metropolitana de Cancún (ZMC), deterioro ambiental, deterioro urbano.
Nota biográfica: Juan Roberto Calderón Maya es Doctor en Urbanismo y profesor-investigador adscrito a la Facultad de Planeación Urbana y Regional de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Héctor Campos Alanís es Maestro en Estudios Urbano y Regionales y profesor-investigador adscrito a la Facultad de Planeación Urbana y Regional de la Universidad Autónoma del Estado de México.
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Según datos del año 2010 del Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática
(INEGI), en el territorio del municipio hay un total de 554 localidades. La mayoría de
estas localidades son asentamientos y colonias irregulares conurbadas a la ciudad de
Cancún, aunque el INEGI las considera como centros de población independientes.
Retomando la metodología para la agrupación de las localidades de una zona
metropolitana de Orozco y Tapia (2011), para el análisis de la presente investigación, el
municipio se integra por el centro de población (Cancún y zona hotelera) y tres
delegaciones: Delegación Alfredo V. Bonfil, Delegación Leona Vicario y Delegación
Puerto Morelos, dentro de la cual pertenece la subdelegación Central Vallarta. La
evolución demográfica del municipio de Benito Juárez se deriva de una dinámica de
crecimiento urbano desordenado, motivada por su elevada atracción migratoria, lo cual
se muestra a través del crecimiento absoluto de la población a lo largo de diferentes
periodos de tiempo, como se observa en la siguiente tabla.
Tabla 1. Evolución demográfica del Municipio de Benito Juárez, 2000, 2005 y 2010
Localidad /Delegación Total de habitantes/Año
2000 2005 2010
Cancún 397,191 526,701 628,306
Alfredo v. Bonfil 8,148 13,822 14,900
Leona Vicario 4,599 5,358 6,517
Puerto Morelos 892 1,097 9,188
Central Vallarta 23 10 20
SUBTOTAL 410,853 546,988 658,931
% CON RESPECTO AL TOTAL MUNICIPAL
97.8% 95.4% 96.4%
Resto del Municipio 8,962 25,985 2,245
TOTAL DEL MUNICIPIO 419,815 572,973 661,176
Fuente: Elaboración propia con base en: Instituto de Planeación de Desarrollo Urbano
(IMPLAN), Municipio de Benito Juárez, 2008.
La evolución demográfica del municipio de Benito Juárez se deriva de una dinámica de
crecimiento urbano desordenado, motivada por su elevada atracción migratoria, lo cual
se muestra a través del crecimiento absoluto de la población a lo largo de diferentes
periodos de tiempo (Calderón, Orozco, 2012). El municipio de Benito Juárez en el año
2010, tenía una población de 661,176 habitantes según los resultados del XII Censo
General de Población y Vivienda, realizado por el INEGI, de ese total, 334,945 son
hombres y 326,231 son mujeres, por lo que el índice de población masculina es del
50.5%, la tasa de crecimiento anual de la población es de 5.6%, el segundo más elevado
de Quintana Roo, únicamente superado por el del municipio de Solidaridad; el 26.3% de
la población es menor de 15 años, mientras que el 55.9 se encuentra en el rango entre 64
y 15 años de edad. Finalmente, el 11.9% de la población de 5 años y más es hablante de
una lengua indígena (INEGI, 2010).
Los datos de la tabla 1 indican que en el año 2000, el 97.8% de la población del
municipio vivían en zonas urbanas y el 2.2% restantes, en zonas rurales. En 2005, la
situación se modificó ligeramente, pues el porcentaje en concentración de población en
zonas rurales se incrementó a 4.6%, mientras que en las zonas urbanas era de 95.4%.
Finalmente para el año 2010, la población es eminentemente urbana, pues el 96.4% de
ella vive en localidades que superan los 2,500 habitantes.
Modelo urbano de Cancún
La ciudad de Cancún se localiza en el municipio de Benito Juárez, está situada a 388 km
de la ciudad de Chetumal, capital del estado mexicano de Quintana Roo, que fue
residencia de los itzáes que llegaron del sur de la entidad. Los vestigios de la grandeza
de este grupo étnico maya se encuentran en la fortaleza de Tulúm, la Ciudad de Cobá y
Kohunlich, entre otros.
En la década de los sesenta, diversos estudios y diagnósticos de la realidad turística
mundial y del país revelaron la importancia del turismo como fuente de divisas, de sus
efectos concretos en la creación de empleos y de su impacto en el desarrollo económico
de las regiones. Como se carecía de una política turística de largo plazo y no operaban
instrumentos financieros de fomento a este sector, una de las prioridades del gobierno
mexicano fue fortalecer los destinos existentes (Acapulco, Mazatlán, Puerto Vallarta,
Zihuatanejo y Cozumel), diversificar la oferta turística y buscar otras posibilidades a
través de la construcción de ciudades turísticas integrales, como lo fue el caso de
Cancún.
Por lo anterior, en el año de 1968, el entonces presidente de México Gustavo Díaz
Ordaz, encomendó al Banco de México un Plan Nacional de Turismo (PNT). Ese plan
tenía el objetivo de contribuir al crecimiento del Producto Nacional y al equilibrio en la
balanza de pagos que, en aquellos tiempos, se financiaban con excesivos créditos del
exterior, mismo que incrementaron la deuda externa en el país. El PNT debía generar
oportunidades de inversión para el sector privado, crear empleos, alcanzar la
autodeterminación y la comercialización de la oferta turística nacional en el exterior y
lograr la autonomía tecnológica en los servicios turísticos, entre otras cosas. Por
aquellos tiempos Quintana Roo apenas tenía poco más de 40,000 habitantes,
concentrados en Chetumal, Cozumel e Isla Mujeres. Los censos de aquella época no le
daban importancia a la isla de Cancún, habitada sólo durante algunas temporadas del
año.
La estrategia del PNT como la principal política turística mexicana del año de 1968 se
encaminó a la consecución de su principal objetivo: consolidar el papel estratégico del
turismo en el desarrollo económico para incorporarlo al proyecto nacional como un
sector, de exportación de primer orden. Hace cuatro décadas, Cancún era una isla
desierta y pocos sabían de su existencia, pues se ubica en la región geográfica más
abandonada, desde el punto de vista de infraestructura y servicios básicos, de la
península de Yucatán en la zona del Caribe; estaba conformaba por una duna en forma
de siete, con algunos tramos apenas de 20 metros de ancho, separada de tierra firme por
dos estrechos canales que conectaban al mar con un amplio sistema de lagunas. La
Riviera estaba constituida por ciénagas pantanosas y en general rodeadas de manglares,
selva virgen y playas inexploradas. Su denominación exacta, incluso en algunos mapas,
aparece como “Kankun”, que en maya significa “olla de serpientes” o “nido de
serpientes”, según constan las primeras actas del Fondo de Infraestructura Turística
(INFRATUR) (antes de constituirse en lo que hoy se conoce como Fondo Nacional de
Fomento al Turismo –FONATUR–).
Luego de evaluar docenas de ubicaciones potenciales, a principios de 1969, el Banco de
México recomendó la creación de cinco centros turísticos integrales: Ixtapa, Los Cabos,
Loreto, Bahías de Huatulco y Cancún. El fondo INFRATUR continuó laborando con
intensidad en obras de infraestructura y de vivienda, tanto en el Proyecto Cancún en el
territorio de Quintana Roo como en el Proyecto Ixtapa-Zihuatanejo en el Estado de
Guerrero. La inversión realizada en 1973 fue de 298 millones, correspondiendo 204
millones a Cancún y 94 millones a Ixtapa-Zihuatanejo. A principios de 1974 se
empezaron a operar los primeros hoteles de esas zonas turísticas y a finales del año se
terminaron los aeropuertos internacionales de acceso.
Para el caso de Cancún, existía una serie de desventajas –lejanía con los principales
centros de población (1,820 km de la ciudad de México, 380 km de Chetumal, 321 km
de Mérida y 172 km de Valladolid), comunicaciones deficientes (carretera costera
Chetumal-Puerto Juárez inconclusa, aeropuerto lejano), mano de obra escasa y no
calificada, y capital local exiguo–, entre las razones para elegir Cancún, destacan
(además de la belleza del entorno natural y su cercanía con el esplendor de la cultura
maya): la posibilidad de competir en la cuenca caribeña (que recibía en ese entonces un
flujo anual de 4 millones de turistas), de explotar su rico litoral y de fortalecer el
desarrollo integral del Estado de Quintana Roo (INFRATUR, 1973). El Territorio de
Quintana Roo (aún no estado de la federación) estaba unido al resto del país por la
carretera Mérida-Valladolid-Puerto Juárez (construida apenas un sexenio antes); tenía
cuatro perímetros libres con estatus de zona fronteriza: Cozumel, Isla Mujeres, Xcalak y
Chetumal (ciudad que tuvo cierto auge comercial debido a la importación y ser ciudad
fronteriza con Belice), y ofrecía una actividad económica sumamente precaria. En estas
circunstancias, la creación de Cancún, como centro turístico integral, se presentaba
como el detonador económico de la región y como el cauce para reorientar los flujos
migratorios.
Oficialmente, el proyecto de fundación y construcción de Cancún, se autorizó en el año
de 1969, pero en la práctica inició en enero de 1970, cuando arribaron los primeros
técnicos de INFRATUR. Los objetivos iniciales fueron abrir un camino de Puerto
Juárez a la isla, diseñar el plan maestro de desarrollo y construir una aeropista
provisional (ubicada en la zona urbana y haciendo coincidir la pista con una vialidad,
que terminaría convirtiéndose en la actual avenida Kabah, frente al Parque Ecológico).
Las pautas básicas de este plan maestro de Cancún fueron tres: 1) la construcción de una
zona turística sin áreas residenciales permanentes, bajo el concepto de corredor turístico
(dada la característica del terreno), con instalaciones hoteleras, centros comerciales,
campos de golf y marinas; 2) la construcción de una zona habitacional para los
residentes permanentes; es decir, una ciudad integral en la parte norte de la reserva
territorial (con áreas residenciales y comerciales), vialidades, edificios públicos,
escuelas, hospitales y mercados; y 3) la construcción de un aeropuerto internacional, a
un costado del tramo carretero Cancún-Tulum (en ese entonces en construcción), en el
macizo continental, al sur de la isla.
El desarrollo de la Zona Hotelera se dividió a su vez en tres etapas. La primera abarcó
toda el área de Bahía de Mujeres hasta Punta Cancún y el litoral abierto del Caribe hasta
el límite interior de la Laguna Bojórquez; la segunda comprendía desde la laguna
Bojórquez hasta Punta Nizuc; y la tercera de Punta Nizuc hacia el sur, hasta los límites
de la reserva territorial. El diseño y trazo de la zona urbana respondió al concepto de
“supermanzanas”, que arquitectónicamente es conocido como “diagrama del plato
roto”. Manzanas de grandes dimensiones, separadas por grandes avenidas. El primer
trazo urbano en Cancún se realizó en torno a la que habría de convertirse en la arteria
principal de la ciudad, la avenida Tulum. Sobre el predio principal de esta zona se
ubicaría, posteriormente, el palacio municipal.
Las primeras obras de infraestructura de agua potable (abrir 16 pozos a 30 km para
contar con el vital líquido), de drenaje (perforar más de 100 km de zanjas para conducir
aguas residuales hasta plantas de tratamiento) y de electrificación (traer líneas de
conducción desde Tizimín, Yucatán, a 150 km de distancia) no se compararon en
dificultad y envergadura a la obra de ingeniería realizada en la Zona Hotelera. Aquí fue
necesario consolidar 240 has de suelo (100 para el campo de golf, 60 para el lote 18 A y
60 para Ruinas El Rey), rellenar de manera directa 80 has (65 para ensanchar la isla y
15 para la carretera que se construyó para el aeropuerto), y dragar 372 mil m3 en los
canales Sigfrido y Nichupté, a fin de equilibrar el intercambio de aguas entre el mar y
las lagunas.
En 1974 empezaron a funcionar los primeros hoteles de Cancún (el Playa Blanca, el
Bojórquez y el Cancún Caribe); se inauguró el aeropuerto internacional (con 2 mil 600
m de pista y capacidad para operar aviones de cabina ancha) y se fusionaron
INFRATUR y FOGATUR para formar el Fondo Nacional del Fomento al Turismo
(FONATUR). Es el mismo año en que el Territorio de Quintana Roo se convierte en
estado de la federación y el proyecto Cancún (perteneciente a la Delegación de Isla
Mujeres) forma parte del municipio Benito Juárez.
Para 1976, Cancún se había consolidado como destino turístico: 18 mil habitantes, flujo
migratorio estable, más de 5 mil empleos, mil 500 cuartos y más de 100 mil visitantes
en la temporada de invierno 76-77. El auge de urbanización de 1982 (con la
construcción de 5 mil 700 cuartos de hotel, 70 mil habitantes, Cancún fue convertida en
la ciudad más poblada de Quintana Roo) acarrea el desequilibrio ecológico del sistema
lagunar, por lo que se tuvieron que tomar medidas correctivas, como la disminución de
actividades turísticas sobre ella. Entre 1983 y 1988, Cancún registró un despegue
explosivo (más de 12 mil cuartos de hotel y 11 mil en proyecto) y una zona urbana con
más de 200 mil habitantes, lo que se traducía en un mayor requerimiento de servicios
básicos e infraestructura. En 1989, Cancún se convirtió en la ciudad con mayor
dinamismo de nuestro país. Contribuyó con uno de los más altos porcentajes de divisas
turísticas que ingresan a México y participó en forma sustancial en el producto interno
bruto de Quintana Roo. Actualmente, su población permanente ascendió a más de 500
mil habitantes, convirtiéndose en el centro turístico más importante del país y es la
ciudad más próspera de la península. Llegó a ser el primer destino turístico del Caribe,
superando a Bahamas y a Puerto Rico. A finales de la década de los noventa, las
expectativas hacia el futuro eran alentadoras. Al norte de la Zona Hotelera, en Puerto
Cancún, se proyectó la construcción de una marina de lujo con hoteles de bajo impacto
que serviría de enlace con Isla Mujeres; y al suroeste, rumbo al aeropuerto, la
construcción de más hoteles (ejemplo de ello, es el Hotel Moon Palace), campos de golf
y un moderno hospital. Además, en los 131 km del corredor turístico Cancún-Tulum se
programaron importantes desarrollos turísticos, que hoy en día no se han concretado.
Con la llegada del año 2000 y el nuevo siglo, Cancún se consolidó como el centro
turístico de playa más importante del país y el sexto a nivel mundial por el número de
visitantes anuales (SECTUR, 2001).
A partir del año 2000, se observó un desbordante crecimiento urbano de la ciudad, el
cual se caracteriza por una “dualidad urbana”. Por un lado, la zona hotelera con sus
grandes complejos turísticos y desarrollos inmobiliarios. Y por el otro, la creación y la
propagación de un gran número de “nuevas colonias urbanas y suburbanas”, mejor
conocidas como “Regiones”, las cuales, en su mayoría, presentan características
específicas de inseguridad, pobreza, desempleo, y, sobre todo, falta de infraestructura y
de servicios públicos. En ese momento, el modelo urbano integral proyectado para
Cancún desde un inicio no consideró ni planificó el crecimiento de nuevas áreas y sus
posibles afectaciones, lo cual, desde nuestro punto de vista, es uno de los factores
locales que cuestiona la competitividad turística de la ciudad. Entre los factores externos
que afectan la política turística de Cancún, se encuentran los cambios en el mercado o
alteraciones de la demanda, los motivos pueden ser variados, el ejemplo emblemático
más reciente fue el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 en las torres
gemelas de Nueva York, EE. UU., lo cual impactó la afluencia de visitantes extranjeros
hacia Cancún y, por ende, provocó la disminución de divisas por concepto de derramada
económica-turística y de la inversión extranjera en la construcción de nuevos
desarrollos hoteleros e inmobiliarios, desacelerando el crecimiento urbano que venía
mostrando la ciudad y, por consecuencia, se produjo la disminución en la generación de
empleos locales. Esta situación se acentúo en las “Regiones” ubicadas en los suburbios
de la ciudad, cuyo equipamiento e integración al ámbito urbano se ha postergado por las
prioridades y la presión que ejercen las actividades turísticas.
En 2005, la ciudad de Cancún alcanzó una población de 526 mil 701 habitantes, lo que
representó el 91.9% con respecto a la población total del municipio de Benito Juárez
(572 mil 973 habitantes) para el mismo periodo (INEGI, 2005). En 2007, la oferta
hotelera de Cancún se conforma por 29 mil 692 habitaciones distribuidas en 161
instalaciones de hospedaje, recibía a 2 millones, 431 mil 748 de turistas (INEGI, 2007).
Entre 2007 y 2008, y hasta la fecha, sobre la avenida Bonampak, en la zona centro de
Cancún, se inició la construcción de grandes desarrollos inmobiliarios caracterizados
por edificios verticales, entre los principales, destacan los proyectos de “Porto Cancún”,
“Las Olas”, “Novo Cancún” y “Residencial Cancún”, que consisten en departamentos
residenciales y oficinas para corporativos de lujo, los que están claramente destinados a
segmentos de la población (tanto local como externa) con altos ingresos económicos.
Estos proyectos dan un empuje al desarrollo urbano del centro de la ciudad, la cual en
los últimos ocho años ha dejado de formar parte de los proyectos estratégicos de los
gobiernos estatal y municipal, ya que todos se han centralizado en las zonas turística y
hotelera. Un aspecto de atención prioritaria es el problema vial dado por el incremento
del número de vehículos, lo cual genera caos y tráfico vehicular provocando que en
algunas zonas de la ciudad ya no se pueda transitar ni acceder peatonalmente.
Asimismo, en este periodo se incrementaron los asentamientos irregulares. Cancún, al
ser considerado todavía un polo de atracción turística que genera miles de empleos, ha
provocado un crecimiento poblacional extraordinario, lo cual trajo como consecuencia
la aparición de los fraccionamientos irregulares, especialmente en la zona norponiente
de la ciudad. Los habitantes de estos asentamientos irregulares exigen servicios públicos
básicos, lo cual ante las limitantes financieras del municipio son imposibles de
proporcionar. No se han implementando medidas que permitan ordenar y controlar este
tipo de fenómenos socio demográficos en la ciudad, ya que no hay acuerdos con el
cabildo municipal (IMPLAM, 2008).
Respecto al vínculo con el FONATUR, existen diversas incongruencias entre las
políticas turísticas, administrativas y jurídicas, como que no se ha dado cumplimiento
en su totalidad a donar áreas de servicios y equipamientos a la ciudad, como cualquier
otro desarrollador inmobiliario. Un ejemplo claro es que hasta este momento está
detenido el proceso de donación por 35 mil m2 para la construcción del nuevo centro
urbano de Cancún, así como un parque ecológico de 120 has. En síntesis, se resalta la
importancia de llevar a cabo sinergias entre los diferentes actores, tanto locales como
foráneos, con el propósito fundamental de instrumentar una política turística bajo el
enfoque ambiental y de desarrollo urbano congruente y con miras a conservar el entorno
para las próximas generaciones.
Fases de crecimiento urbano de la Zona Metropolitana de Cancún (ZMC)
El proceso de urbanización se caracteriza por el aumento de la población urbana y por el
crecimiento de las ciudades. Algunos autores y estudiosos sobre el urbanismo, como
Mumford (1956), consideran la existencia de tres grandes etapas: la ciudad
preindustrial, la ciudad industrial y la ciudad posindustrial. De acuerdo con el recorrido
anterior, Cancún se encuentra en la tercera fase, por lo que es posible identificar cinco
periodos generales de crecimiento urbano y en cada uno de ellos se identifica un ciclo
de auge-crisis: de 1969 a 1975, de 1976 a 1983, de 1984 a 1989, de 1990 a 2001 2002 a
la fecha. En algún momento de estos periodos de auge se previeron expectativas grises –
la falta de vuelos regulares, la devaluación de 1982, algunos desastres naturales y, más
recientemente, el colapso del turismo norteamericano a raíz de los atentados del 11 de
septiembre, así como la devaluación y crisis mundial del 2008 generada por
instituciones crediticias de los Estado Unidos de Norteamérica–; no obstante que
Cancún demostró su capacidad de recuperación en algunos casos, lo cierto es que no
sólo se ha visto mermada la calidad de la infraestructura y de equipamiento, sino más
aún su competitividad turística (Calderón y Orozco, 2009).
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2005) define
como zona metropolitana, al conjunto de dos o más municipios donde se localiza una
ciudad de 50 mil o más habitantes, cuya área urbana, funciones y actividades rebasan el
límite del municipio que originalmente la contenía, incorporando como parte de sí
misma o de su área de influencia directa a municipios vecinos, predominantemente
urbanos, con los que mantiene un alto grado de integración socioeconómica; en esta
definición se incluye además a aquellos municipios que por sus características
particulares son relevantes para la planeación y política turísticas y urbanas.
Foto 1.Vista aérea de la ZMC, 2014
Fotografía tomada por Juan Roberto Calderón Maya, 2014.
El INEGI, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) y la Secretaría de Desarrollo
Social (SEDESOL), han reconocido la existencia de una zona metropolitana en el
Estado de Quintana Roo, que es el caso de la Zona Metropolitana de Cancún (ZMC),
abarcando sólo dos municipios: Isla Mujeres y Benito Juárez.
Para el caso de la presente investigación, se retoma la metodología diseñada por Orozco
y Tapia (2011) para la clasificación y agrupación de una zona metropolitana para
simplificar y concretar el análisis de los procesos de ocupación urbana de esta zona
metropolitana. La ZMC se integra por el centro de población (Cancún y zona hotelera) y
tres delegaciones: Delegación Alfredo V. Bonfil, Delegación Leona Vicario y
Delegación Puerto Morelos, dentro de la cual pertenece la subdelegación Central
Vallarta. La ZMC ocupaba una superficie para el año 2005, de 3,010 km2 con una
población de 586,288 habitantes y una densidad media urbana de 119
habitantes/hectárea (INEGI, 2005). Para el año 2010, la población metropolitana tuvo
un incremento de 91,091 personas, llegando a 677,379 habitantes y aumentó su
superficie a 3,021 km2, es decir, en cinco años aumento 10 km2.
El surgimiento y desarrollo de Cancún se inscribe en el contexto de las políticas
turísticas nacionales dirigidas a la creación de Los centros turísticos integralmente
planeados que son, en el caso mexicano, una respuesta a la crisis del modelo económico
basado en la sustitución de importaciones, intentando capitalizar la masificación que la
actividad turística había alcanzado a mediados del siglo XX y la aparición del Caribe en
el escenario del turismo mundial (Calderón y Valenzuela, 2011).
Foto 2. Panorámica de la zona hotelera de Cancún, 2014
Fotografía tomada por Juan Roberto Calderón Maya, 2014.
El acelerado crecimiento demográfico que caracteriza en la última década a la ZMC, ha
creado conflictos y problemáticas como la falta de servicios urbanos (Tabla 3.6), el
crecimiento anárquico y grandes problemas de delincuencia y seguridad pública. La
evolución de los servicios públicos son indicadores a través de los cuales se trata de
explicar el proceso de ocupación urbana de este modelo costero (Calderón, 2013).
Se analizan los datos del crecimiento urbano presente en diferentes épocas de la Zona
Metropolitana de Cancún (ZMC) a partir de su análisis cartográfico durante el periodo
1976-2010, se identificó que los datos en cuanto a la superficie ocupada por la Zona
Urbana y los Asentamientos Humanos según la fecha en la cual se publicaron los datos
fuente, se presentan en la siguiente tabla.
Tabla 1. Superficie ocupada por la Zona Urbana y los asentamientos humanos en la
Zona Metropolitana de Cancún (ZMC), 1976-2010
Fecha según Serie Usos de Suelo y Vegetación
Denominación Superficie (ha)
1976 (80´s) Zona Urbana 485.907 1998 (90´s) Zona Urbana 3430.396
2005 Asentamientos Humanos 4833.570 Zona Urbana 4236.563
2010 Asentamientos Humanos 17581.977 Zona Urbana 4236.564
Serie Usos de Suelo y Vegetación Denominación Superficie (ha) I Zona Urbana 485.907 II Zona Urbana 3430.396 III Asentamientos Humanos 4833.570 III Zona Urbana 4236.563 IV Asentamientos Humanos 17581.977 IV Zona Urbana 4236.564
Fuente: elaboración propia (2012).
Partiendo de que el crecimiento del modelo urbano de la ciudad turística de Cancún es
producto de más de cuarenta años de intervención pública y privada, se presenta hoy en
día como un modelo urbano desarticulado, cuya dualidad urbana expone la opulencia de
la zona turística frente a la precariedad de las “regiones”. La dualidad urbana se aprecia
como resultado de la inoperancia de los mecanismos de intervención y planeación
urbana, los cuales fueron sólo considerados en función de las necesidades del sector
turístico, que se ha consolidado como rector del proceso de urbanización de toda la
entidad.
Foto 3. Panorámica de la Zona Hotelera yal fondo el centro de Cancún, 2014
Fotografía tomada por Juan Roberto Calderón Maya, 2014.
Haciendo el análisis para el caso específico de la ZMC, pero a nivel localidad, esta
situación puede contrastar con los más de 30 asentamientos irregulares que existen en la
periferia de la zona urbana de Cancún donde se carece de pavimento y del servicio de
agua potable, principalmente. A pesar de que la SEDESOL posiciona al municipio de
Benito Juárez con un grado de marginación “Muy Bajo”, siendo que más de 200 mil
habitantes se encuentran en situación de pobreza en algunas localidades rurales.
Figura 1. Crecimiento Urbano de la Zona Metropolitana de Cancún (ZMC), 1976-2010
Fuente: Calderón (2013) con base en INEGI, 1976, 1998, 2005 y 2010.
La base del proceso de urbanización turística de Cancún, ha sido históricamente el
consumo de espacios naturales y paisaje, lo cual ha conformado un sistema lineal de
ciudades costeras, ubicadas en la franja litoral, estás ciudades concentran el 74% de la
población de la entidad, su emplazamiento a lo largo de la línea de costa, contrasta con
la existencia de numerosas localidades dispersas con características rural-urbanas y
rurales acentuadas. No obstante que la importancia de Cancún estriba en el número de
visitantes que recibe cada año y en la derrama económica que aporta a la economía
estatal y nacional, su vertiginoso crecimiento turístico, no se corresponde con la
construcción y mejora de la infraestructura urbana (Campos et al, 2007:7).
En el modelo urbano de Cancún se observa una ciudad cada vez más polarizada
socialmente en cuanto al acceso a la vivienda, se pone de manifiesto, una segregación
residencial cada vez más marcada, característica del capitalismo subdesarrollado
contemporáneo, donde afloran grandes diferencias en cuanto al tipo de alojamiento,
infraestructura y servicios públicos disponibles, mismos que están cada vez más en
estrecha relación con el nivel de ingreso de la población. Por un lado, grandes
desarrollos hoteleros, inmobiliarios, comerciales y corporativos; por el otro, las
“Regiones” caracterizadas en su mayoría por zonas sin servicios básicos, de
infraestructura, vivienda precaria y sin servicios de salud (Calderón y Orozco, 2012).
Las consecuencia del crecimiento urbano desordenado y anárquico de Cancún, se
aprecian en la proliferación y alto flujo de vehículos en la zona hotelera, en el deterioro
ambiental, así como la falta de infraestructura y abastecimiento de servicios públicos, lo
cual no permite que la ciudad tenga una movilidad óptima, estos aspectos, evidencian
que el modelo urbano se encuentra en crisis, e incluso nos atrevemos a decir, en declive,
lo que limita cada vez más, el desarrollo urbano integral en beneficio de sus habitantes.
El caso de la ZMC es particularmente sintomático, ya que prolifera la tendencia a
desarrollar el diseño urbano que privilegia al automóvil sobre el peatón, está tendencia,
propia de las ciudades del centro del país, se observa en la falta de semáforos, islas y
cebras para los cruces de peatones; el diseño de grandes ejes como las avenidas López
Portillo y Tulum, son muy peligrosas para los peatones, los programas viales de “Uno a
Uno”, están dirigidos a organizar la circulación de vehículos, pero olvidan a los
peatones. Lo anterior significa que en Cancún se reproducen pautas urbanas que no le
corresponden en su condición de ciudad costera.
Foto 4. Nuevos desarrollos residenciales en el centro de Cancún, 2014
Fotografía tomada por Juan Roberto Calderón Maya, 2014.
El modelo urbano de la ZMC trae consecuencias negativas, principalmente para la
equidad social, el congestionamiento de las calles, genera que el uso de éstas sea
inequitativo para quienes caminan, quien más las utiliza son los automovilistas,
reduciendo la movilidad del resto de los ciudadanos. El acceso desigual al espacio y al
tiempo se refleja en el acceso desigual a los recursos necesarios para construir y
mantener las calles, a los combustibles fósiles para impulsar los vehículos, a la
atmósfera que recibe las emisiones de gases contaminantes, a la salud pública que sufre
por accidentes y contaminación, o el suelo que cede su lugar a la suburbanización, lo
cual evita la recarga de los mantis freáticos. La ZMC está cada vez más polarizada
socialmente en cuanto al acceso a la vivienda, se pone de manifiesto, una segregación
residencial cada vez más marcada, característica del capitalismo subdesarrollado
contemporáneo, donde afloran grandes diferencias en cuanto al tipo de alojamiento,
infraestructura y servicios públicos disponibles, mismos que están cada vez más en
estrecha relación con el nivel de ingreso de la población.
Discusión del impacto de las políticas turísticas. El caso de Cancún, México
Al analizar el comportamiento demográfico de Cancún durante el periodo 1976-2010, el
argumento de la necesidad de más reservas territoriales para zonas urbanas, no se
justifica, ya que en el último Censo General de Población y Vivienda (2010) hubo una
desaceleración considerable del crecimiento demográfico de la ZMC con respecto a
periodos anteriores (Calderón, 2013).
Una vez descrito el patrón de urbanización de la ZMC se resalta que la zona conurbada
es de relevante importancia ya que en ella radica una amplia complejidad que está
basada en la saturación turística y por ende, natural. Desde la perspectiva natural se ha
perdido parte de las líneas de playa o hasta han desaparecido debido a la apertura de
inversión más que nacional, extranjera, para la construcción de hoteles y desarrollos
inmobiliarios, lo que ha derivado en una disminución del ancho de las playas. Los
parámetros de grado de contaminación son predominantemente de medios a altos, lo
que se vincula al área de concentración de la zona hotelera de Cancún. Por otra parte, la
los arrecifes como parte de la atracción turística, para la práctica del buceo y snorkel,
han sido sobreexplotados y a tal grado que presentan un alto deterioro en su estructura.
Por otro lado, el Sistema Lagunar Nichupté es muy representativo par el turismo, ya que
rodea la zona conurbada de Cancún. En sus costados se han establecido restaurantes y
todo tipo de negocios asociados al turismo, los cuales desechan sus aguas residuales al
propio sistema, aunado a la contaminación que genera el combustible que desechan
yates y motos acuáticas que circulan diariamente.
Otra de las complejidades urbanas que se enmarcan la ZMC, es la masiva construcción
de desarrollos habitacionales de alto nivel social y económico. El deterioro desde la
perspectiva ambiental es muy alto, debido a que las exigencias de exclusividad son
mayores. Esta problemática de la saturación del suelo, ha incidido también en los
servicios externos y las demandas que la construcción de este tipo de hoteles genera
como discotecas, bares, cafeterías y restaurantes, lo que se refleja en que la capacidad
de infraestructura (vial y de servicios), tanto en cobertura como en calidad, se ha visto
saturada y sobrepasada.
El impacto de la política turística sobre el desarrollo urbano de la ZMC refleja por un
lado el incremento de inversiones extranjeras para el desarrollo de infraestructura
urbana nueva, pero por otro lado, también se incrementa el deterioro ambiental sobre los
recursos naturales (agua y suelo, principalmente). En estas condiciones, no es suficiente
diseñar y promover la inversión de nuevos proyectos de desarrollo turístico, sino que es
necesario replantear la coexistencia del turismo de alto impacto y la capacidad de carga
social y ambiental en términos de no rebasar los umbrales críticos de permanencia de la
ciudad. Los resultados presentados, proporcionan los elementos demográficos,
económicos y ambientales en las zonas costeras; asimismo, las asimetrías que se
provocan en términos socio territoriales y que llevan a escenarios críticos por los
cambios y transformaciones extremas del crecimiento urbano y económico, a través del
turismo. Estos cambios pueden traducirse en el alto nivel o grado de deterioro de las
condiciones sociales y ambientales de Cancún. Por un lado, la pobreza urbana y la
agudización de la pobreza de la periferia, al exterminarse las actividades agrícolas; la
expansión urbana; la alta migración; baja calificación de la mano de obra, que se
incorporará a las necesidades de las actividades turísticas especializadas en hotelería.
Por otro lado, la tendencia de sustituir las bases naturales por las económicas, lo cual
deriva en la pérdida de cobertura vegetal de manglares, litorales, disminución de playas,
destrucción de arrecifes, contaminación de ríos, cuerpos de agua y el mar, deforestación,
captura y tráfico de fauna y flora.
La ZMC se ha convertido en un centro urbano disfuncional, debido a la vertiginosa
actividad turística y a la dinámica urbana. Es evidente que su presión demográfica está
vinculada directa y estrechamente con el patrón de desarrollo económico, aunado a que
es una zona nueva urbanización, y tradicional crecimiento económico. Si bien es cierto
que los patrones de deterioro socio territorial surgieron del dinamismo turístico y de los
sectores generados de la apertura masiva de grupos inmobiliarios que contribuyeron en
la agudizaron del deterioro de las condiciones sociales y ambientales.
Es evidente desde esta perspectiva, el panorama de deterioro de la ZMC por lo que es
necesario y se requiere de un riguroso monitoreo y vigilancia costera tanto urbana como
ambiental a través de un ajuste integral de las actuales políticas turísticas que benefician
aspecto económicos obre otros tan importantes como el ambiental o social.
Conclusiones
El modelo urbano de la ZMC responde a la ausencia histórica de mecanismos de
planificación y ordenación urbana, lo que se expresa en la obsolescencia y deficiencia
de los servicios públicos, en el envejecimiento de la infraestructura y el equipamiento
turístico, escasa renovación, limitadas opciones recreativas, especulación inmobiliaria
en las áreas de reserva natural y la afectación irreversible de los ecosistemas naturales.
La ocupación territorial de la ZMC presenta una diversidad de formas en las que están
implícitos los intereses y las conductas de los agentes y la población que las ha creado,
así la modificación, la aparición de nuevos fragmentos o piezas urbanas y la expansión
de la marginalidad es producto de la intervención y la racionalidad social e institucional.
La ZMC enfrenta agudos problemas sociales, ecológicos, derivados de las formas y
mecanismos de producción y apropiación del espacio urbano. Un hallazgo de este
estudio, se sintetiza en la correlación de la actividad turística y la expansión de la zona
urbana, lo que ha alterado y modificado las áreas naturales protegidas (ANP) y la zona
de los manglares. El deterioro ambiental se ha visto reflejado y acentuado a partir de
corrupciones urbanísticas basadas en el otorgamiento de licencias de construcción a
desarrolladores inmobiliarios y empresarios.
El desorden urbano y el deterioro ambiental de la ZMC que este a su vez genera,
requiere de una mayor intervención estatal y privada para equilibrar las actividades
turísticas, ello con la finalidad de revertir el efecto de la pérdida de las ventajas
comparativas y mantener en el largo plazo su posicionamiento en el mercado turístico
nacional e internacional.
En este sentido, la actual política turística en la región, es como una pirámide que se
genera desde arriba procesos de exclusión al mantener, reproducir y valorizar la
“exclusividad”. En la cúspide de la pirámide se generan procesos de exclusión que
tienden a reproducirse a todos los niveles y escalas de la sociedad. Los sectores de la
elite que residen en Cancún, deben cambiar su estatus de residentes para convertirse en
turistas - huéspedes de los hoteles para poder gozar de las playas. La exclusión es un
sistema que termina por afectar a todos. El esfuerzo de las elites de la población
metropolitana, por distinguirse y por mostrar la exclusividad de sus lugares de ocio y de
reunión, corre a contracorriente de los esfuerzos (si es que los hay) de conformar una
“comunidad imaginada” que tienda a generar procesos de identidad colectiva.
Por su parte, los gobiernos estatal y municipal no se han destacado por construir una
política turística integradora. Si bien la ZMC es un mosaico multicultural, es la hora en
que no se ha puesto en marcha alguna iniciativa que permita desarrollar un modelo de
convivencia respetuoso entre personas y grupos de diferentes orígenes étnicos y
nacionales. Al clasismo se viene a sumar la discriminación étnica y racial, aspectos que
se reflejan tanto en el ámbito de la hotelería y los servicios, como en la convivencia
cotidiana.
En la ZMC, las clases sociales se tocan, pero no se mezclan. El contacto interclasista se
da por motivos laborales. Se trata de una relación entre patrón – trabajador que no
entraña un vínculo simbólico o afectivo, sino una relación instrumental jerarquizada.
Los resultados obtenidos en esta investigación confirman que la actual política turística
y los agentes que en ella intervienen, han conformado una red de relaciones
económicas, sociales y políticas que han configurado un modelo urbano, que ha
reproduce a paso acelerado las problemáticas socio ambientales de las ciudades
continentales, lo cual se debe a la ineficacia o ausencia de los mecanismos de
planeación, en los que se prioriza la competitividad turística de la ciudad, la que no
aporta beneficios distributivos y que éstos se centralizan en el auge de las economías
externas y la derrama en la economía local y regional es diferenciada.
Referencias
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Quintana Roo" en "Desarrollo Territorial y Sostenibilidad en Riesgo". ISBN: 978-607-
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Secretaría de Turismo (SECTUR). 2001. Informe Anual de Actividades. SECTUR,
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