Ruta Vigo A Guarda Avance automático (recomendado) 14-04-2010.
Avance automático
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Reflexiones sobre la Pasión de Cristo
por la Sierva de Dios,
Madre Mercedes de Jesús, Monja
Concepcionista de Alcázar de San
Juan.
“He aquí que hago nuevas todas las
cosas”. El nuevo Adán
comenzaba a hacer nueva la creación,
purificándola con su santidad y amor.
La bendición de Dios llega más abundante en la prueba.
En el desierto florece la abundancia… y se escriben las más bellas páginas de amor
entre Dios y el alma.
La fidelidad de Dios se manifiesta en las pruebas.
Dios cuando hiere y purifica al hombre, no lo hace sin que experimente el bien en
sí.Queda algo de suavidad siempre en el
alma, el bálsamo del amor, que es la mano de
Dios.
La Cruz nos forma, nos madura. El
sufrimiento, la prueba son señales y
prendas de la presencia de
Dios en nuestras vidas…
Donde el hombre pone muerte, Dios saca y pone
vida.
Por los sufrimientos
llevados con amor y sufridos con ejemplaridad,
Dios bendice a su Iglesia.
El seguidor veraz de Cristo choca con
las tendencias humanas y encara
al pecado.Sin la
transformación en Cristo, no puede el hombre hallar su
perfección y plenitud.
Llegar a ello no podrá ser
sin sufrimiento, por la
contradicción que siente en sí del
pecado.
La cruz de Cristo es la gran sabiduría de Dios.
Participar los padecimientos
de Cristo con fe y paz
es estar destinados a participar de sus
consuelos.El sufrimiento nos
saca de nuestra carne y nos sitúa
en el espíritu.
Jesús en su pasión nos
enseña cómo nos aman Él y el Padre y
cómo debemos amar
nosotros.Lo que le hace ser Redentor a Cristo son los
hombres, el pecado del hombre que Él
tiene que superar con su
amor.
La entrada triunfal en Jerusalén fue el comienzo
de su Pasión, de su glorificación… porque la gloria del Redentor es
redimir.Y más intensa fue su gloria cuanto más
intenso fue el amor que tuvo que poner en ello.
Así sencilla y mansamente sale al encuentro de su humillación…
Él sabía que aquel triunfo iba a
contrastar más la humillación que
viviría el viernes de aquella misma
semana. Asume en sí el triunfo para decirnos que el triunfo no es el
camino que lleva a la vida, sino que “si el
grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).
Así el alma tiene que ir aprendiendo o haciéndose de esa mente divina, y cuando le alaben, huya porque no es el camino.El camino es el mismo que el suyo: la muerte y la deshonra humana.Cuando su vocación le exige una vida crucificada está en el verdadero camino: “El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna” (Jn 12, 25)
Servir a Jesús es compartir su Cruz. La experiencia amarga de la traición, que hizo turbar en su espíritu a Jesús, arrancó de su corazón con inmensa ternura el precepto del amor: “·Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros… Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13, 33s)
Comienza la demostración del amor de Jesús al Padre, su obediencia rendida y el amor al hombre
con su imponente ejemplo de vida. Empieza el Redentor su Obra. Se entregó a ella, y, como
siempre, comienza orando: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya”.Ahora falta la respuesta del
hombre, que puede estimularse por el
conocimiento de lo que le costó redimirnos.
Y Jesús, en esta angustia, prolongaba su oración. Él cuida
no ocultarnos su angustia y terror, sino que nos la
manifiesta para nuestra enseñanza, nos manifiesta su
humillante situación y también su entrega al Padre en medio de
esta angustia…
¡Oh Cisne divino, eterno enamorado de los hombres, que próximo a morir por su amor le entregas tus mejores cantos, las notas más
delicadas de tu melodía divina que es la unión que vives con tu Padre amoroso! ¿Qué más puedes hacer sino desangrar esas entrañas
amorosas que hablan de amor?
La Pasión de Cristo es una victoria sobre el pecado.
Allí, en el monte Calvario, como al principio en el Paraíso, nació el nuevo hombre. En la cima del Gólgota aleteó el espíritu redentor de Cristo. Allí, con su sangre, con su vida, con su amor, ha despertado a los hombres del sueño del pecado para hacernos vivir
nueva vida de amor y de gracia.
Jesús se manifestó en la cruz, como debe ser el
hombre que Dios creó: el que vence todo
con el amor.Del esfuerzo de Jesús, de su silencio, de su
amor brotó la disculpa y el perdón.
La muerte del pecado,
el triunfo de la santidad,
el del amor frente al odio,
fue la soledad del alma de Jesús el horrendo precio.
Ahora son dos silencios los que se unen para hacer más fecundo el amor… la redención.“Vosotros todos, los que pasáis por el camino
mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta” (Lam
1, 11s)¿Dónde podría buscar consuelo María ante su Hijo
muerto? ¿Dónde, si Él era su Vida? ¡Sólo en el silencio…
pues que ya sólo el silencio le quedaba en común con Él…!
Y sólo el silencio era capaz de consagrar sus sentimientos…
Oh muerte, donde brillan los albores
de la eternidad, que es el amor. Sólo en ese monte se habló
de amor, de rendimiento, de obediencia, de confianza, de
dependencia de Dios, de entrega
para contrarrestar el desamor, la soberbia, la
independencia, la desconfianza de
Dios que vivió el hombre
en otro monte del Edén…
No podremos recordar a los hombres, sin
sangre, lo que Cristo no hizo sin
sangre… la redención,
el acercamiento al Padre.
El convencimiento nos impulsará al
sacrificio.
Aquí reside el amor…
OIC
Realización:Monjas Concepcionistas de Alcázar de San
Juan
Texto:Sierva de Dios Madre Mercedes de Jesús
Egido
Música:“Adagio” de Albinoni
Año 2010
PAX PER SANCTITATEM