AVANCECIENTÍFICOYNAVEGACIÓN · cuadrante de Davis. ... Ambos instrumentos podían presentar...
-
Upload
vuongthuan -
Category
Documents
-
view
218 -
download
0
Transcript of AVANCECIENTÍFICOYNAVEGACIÓN · cuadrante de Davis. ... Ambos instrumentos podían presentar...
AVANCE CIENTÍFICO YNAVEGACIÓN
Ricardo ARROYO RUIZ-ZORRILLA
Capitán de corbeta (RNA)
Situación de la ciencia en España a principios de siglo
España estuvo ausente en lo que se ha dado en llamar revolución cientí
fica desarrollada en el siglo XVII, por ello cuando en 1700, se produce la llega
da de Felipe V primer monarca de la dinastía borbónica, España apenas cuen
ta con instituciones en las que se cultive la ciencia, la Universidad está
anquilosada y la Marina está desmembrada. Antes de que termine la guerra
de sucesión comenzarán a fundarse las primeras instituciones: 1712 la Biblio
teca Nacional, 1713 la Real Academia de la lengua, a las que seguirán mas
adelante las Reales Academias de Medicina y de la Historia.
En relación con los asuntos marítimos, Felipe V crea en 1714 la Armada
Real, que aglutina en una sola institución las diversas fuerzas navales existen
tes hasta entonces. Para formar a los oficiales de la naciente Armada, en
1717 se crea la Real Compañía de Guardiamarinas. Ese mismo año se trasla
da desde Sevilla a Cádiz, la Casa de Contratación, centro de control del co
mercio marítimo con América.
En aquellos años, los únicos centros existentes en España para la forma
ción de marinos eran la Casa de Contratación, que contaba para ello con los
cargos del piloto mayor, el catedrático del Arte de la navegación y cosmogra
fía y los diversos cosmógrafos, y el Real Colegio de San Telmo, que había sido
promovido por la Universidad de Mareantes de Sevilla.
Patino, al crear la Real Compañía de Guardiamarinas había separado las
funciones del comandante de la compañía, al que le correspondía la formación
militar de los guardiamarinas y las funciones del director de la Academia, al
que le correspondía la formación académica. Por ello, Patino nombra director
de la Academia a Pedro Antonio de Orbe hasta entonces piloto mayor de la
Casa de Contratación, que además había acumulado en su persona el resto de
los cargos científicos de la institución. Como segundo maestro nombra a Pe
dro Manuel Cedillo, hasta entonces profesor de matemáticas del Colegio de
San Telmo.
Por tanto los conocimientos de astronomía que se imparten son netamente
clásicos, basados en las teorías geocéntricas de Ptolomeo y las nuevas tesis
de Nicolás Copérnico, dadas a conocer en su obra De Revolitionibus Orbium
35
Coelestium, en las que se establecían el sistema heliocéntrico sobre la mecá
nica celeste, se desconocían.
En 1735, Diego Bordick, teniente de la compañía presenta un nuevo plan
de estudios para la Academia en el que se autoriza a que los maestros puedan
explicar a Copérnico y especialmente a Tycho Brahe, «por adaptarse más a la
postura de la Iglesia». Con ello se da una el primer paso para la incorporación
a los saberes náuticos de los trabajos que la astronomía europea está llevando
a cabo, para resolver el problema de la longitud.
La medición del meridiano de 1736
Las mediciones realizadas por los astrónomos franceses Picard y Cassini a
principios de siglo, les inducen a pensar que la forma de la tierra es una esfera
oblonga, en lugar de la forma achatada que sostiene la hipótesis newtoniana. Para
resolver la cuestión la Academia de Ciencias de París pretende realizar las
correspondientes mediciones geodésicas y astronómicas en Laponia y en Perú.
En 1736, se organiza la expedición al Perú, para efectuar la medición del
meridiano. Componen la expedición francesa Louis Godín, Charles Marie de la
Condamine y Pierre Bouger. En representación de España, son designados: Jorge
Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa, dos jóvenes guardiamarinas de 21 años y
de 19 años, a los que se asciende a tenientes de navio para que tengan el rango
adecuado
La estancia de Juan y Ulloa en Perú se prolongan durante ocho años, en
los cuales adquieren una gran experiencia en el cálculo matemático y en otras
disciplinas. Este hecho, va a suponer un gran avance para los conocimientos
en cuanto se relaciona con la navegación.
A su regreso Jorge Juan y Antonio de Ulloa dan a conocer los resultados
científicos de la expedición con sus Observaciones astronómicas y phisicas y
Relación histórica del viaje. De esta última obra se hacen en el siglo XVIII, tres
ediciones francesas, siete inglesas, una holandesa y dos alemanas. Así mismo,
con el título de Reflexiones sobre América Meridional, entregan al marqués de
la Ensenada un informe reservado, también conocido como noticias secretas de
América, al que nos referiremos mas adelante.
Como ha escrito Ricardo Cerezo, «Sin temor a caer en la exageración se
puede decir que la aportación de ambos marinos fue la base renovadora del pen
samiento científico español en el transcurso del siglo XVIII».
El avance científico del arte de navegar en el siglo XVIII. Antes de
comentar los avances experimentados por el arte de navegar, en el último tercio
36
del siglo XVlll vamos a examinar brevemente el estado de los llamados cuatro
términos de la navegación": rumbo, distancia, latitud y longitud.
El rumbo. Desde la introducción en el Mediterráneo hacia el siglo XIII,
de la aguja náutica, los navegantes podían conocer los rumbos magnéticos,
pero se desconocía las variaciones de la declinación magnética. El insigne
matemático español Julio Rey Pastor afirma que el hecho científico más rele
vante del descubrimiento de América fue el descubrimiento de la declinación
magnética. En efecto. Colón en su diario transcrito por el P. Las Casas escribe
«en este día, al comienzo de la noche, las agujas nordesteaban y a la mañana
siguiente nordesteaban algún tanto». Humboldt, mantiene una posición semejan
te. Edmund Hallcy, es considerado por algunos como el padre de la cartogra
fía magnética, sin embargo los verdaderos pioneros en el estudio de la declina
ción magnética fueron los cosmógrafos portugueses y españoles, especial
mente Alonso de Santa Cruz. Halley publicó en 1701 la primera carta de lí
neas isógonas del Atlántico, a la que seguiría otra del índico y otra de parte del
Pacífico. Las grandes expediciones marítimas del XVIII, produjeron numero
sos estudios sobre el magnetismo aunque no sería hasta el siglo XX, cuando se
completasen los trabajos.
Para medir la distancia navegada William Bourne ya en 1577 había
descrito en su A Regimentfor the sea la corredera de barquilla, sin embargo
este instrumento no fue muy aceptado por los marinos que preferían calcular
la distancia recorrida a ojo por la astilla flotante, con los consiguientes erro
res. El uso de la corredera de barquilla no se generaliza hasta el primer cuarto
del siglo XVII y en el XVIII se introducen algunas modificaciones, aunque bási
camente es el mismo instrumento. Tras la medición del meridiano, se ajustó la
distancia entre los nudos de la corredera, para obtener una medición más exac
ta. Además se presentaron nuevos mecanismos como el de Henry Pitot, en
1740, compuesto por dos tubos de cristal uno recto y otro curvado. En el tubo
recto el agua subía al nivel del mar, en el curvado la altura del líquido vanaba
con la marcha de la nave.
La latitud. Los navegantes fenicios ya conocían que la latitud es igual a
la altura del polo celeste sobre el horizonte. El polo celeste lo señalaba la
estrella polar. Otro procedimiento consistía en tomar la altura meridiana del
sol, para lo cual era necesario conocer la declinación solar Alfonso X, El sa
bio, en sus Libros del Saber de la Astronomía, dejó resuelto el problema para
conocer la latitud, a partir de la altura meridiana del sol. Al componer en 1476
Abraham Zacuto sus célebres tablas sobre la declinación solar, conocidas como
Almanach Perpeteum dejó expedito el camino para hallar la latitud a partir de
37
la altura meridiana del sol. Una vez conocida la latitud, al ser desconocida la
longitud para hallar la situación del buque o dicho de otro modo «Echar el
punto», había que emplear métodos de aproximación: rumbo y distancia = punto
de fantasía - rumbo y latitud observada = punto de escuadría o latitud y
distancia = punto de fantasía y altura.
El problema de la longitud y su resolución
La longitud seguía siendo un problema pendiente de resolver. En 1598
Felipe III, había ofrecido un premio al que lo resolviese, ofreciendo 6.000
ducados de renta perpetua, 2.000 más de renta vitalicia y 1.000 de ayuda de
costa. Además de otros países el parlamento inglés también estableció un pre
mio de 20.000 libras y creó el Comité de Longitudes, para resolver las pro
puestas que se presentasen.
Al descubrir Galileo los satélites de Júpiter, en 1610, optó al premio es
pañol, proponiendo un procedimiento basado en los eclipses y ocultaciones de
los satélites de Júpiter, que era no era apropiado. Oportunistas y también cien
tíficos de prestigio se presentaron a los diversos premios. Tras varias opcio
nes, se llegó a la conclusión de que para hallar la hora del meridiano de refe
rencia y compararla con la hora local, operación con la que se obtenía la
longitud del lugar, sólo podía resolverse a través de dos soluciones: utilizando
el método de las distancias lunares o comparando directamente la hora local
con la del meridiano de referencia, utilizando para ello un reloj que se pudiera
transportar a bordo de un buque.
El método de las distancias lunares
El método de las distancias lunares consistía en medir la distancia angular
entre la luna y el sol o entre la luna y una estrella determinada y además tomar las
alturas de ambos astros sobre el horizonte. Realizadas las tres mediciones había
que corregir la distancia lunar observada por refracción y paralaje. Era necesario
hallar las alturas verdaderas de la luna y el astro, corrigiéndolas por paralaje y
refracción, lo que era conocido como despejar la distancia y al no disponer de
tablas era necesario resolver el problema aplicando la trigonometría. Efectuada
esta operación se calculaba la hora en el meridiano de referencia. Todo este pro
ceso era muy laborioso y era necesario resolverlo por medios trigonométricos
como ya se ha dicho. Con la altura de uno de los astros se trabajaba el horario,
obteniendo así la hora civil local. Comparando la hora civil local con la del meridia-
38
no de referencia, y convirtiéndola en grados y minutos de arco, se obtenía la
diferencia en longitud.
Resumiendo, para aplicar prácticamente el método de las distancias lu
nares se precisaba resolver tres cuestiones: a) Conocimiento de la posición de
las estrellas en el zodiaco; b) un mejor conocimiento de los movimientos de la
luna y c) disponer de un buen instrumento.
La posición de las estrellas quedó resuelta en 1725, con la publicación del
catálogo Historia Coelestis Britannica. A estudiar los movimientos de la
luna, se dedicaron prestigiosos astrónomos como Pingré, D'Alambert, Euler,
Mayer y Halley. Esté último estuvo 18 años dedicado al estudio de los movi
mientos de la luna. En 1753 Tobías Mayer publicaba en Gotinga sus Novae
Tabulae mottum solis et lunae, tras haber mejorado los cálculos hechos por
Euler.
Mayer envió sus tablas al Comité de Longitudes y tras su muerte, el
Comité reconoció el valor de su trabajo y entregó a su viuda un premio de tres
mil libras. Los datos calculados por Mayer, fueron empleados por el astróno
mo real inglés Nevil Maskelyne en 1761, para la aplicación práctica de las
observaciones lunares a la determinación de la longitud en la mar, durante un
viaje a Santa Elena, para observar el tránsito de Venus por el disco solar. Al
comprobar que las tablas de Mayer, eran útiles para hallar la longitud en la
mar, a su regreso publicó la British Mariner 's Guide, posteriormente se pu
blicaron en el Nautical Almanach a partir de 1767. La publicación incluía las
efemérides de la luna, dato necesario para obtener su ángulo horario, pues
como ha señalado el insigne tratadista García Franco «ayudan mucho los da
tos de las efemérides, efectuadas a priori y que evitan mucho trabajo al mari
no».
Entretanto en Francia La Caille después de un viaje al cabo de Buena Espe
ranza publicó en 1761 en Connaissance des Temps un método gráfico y un alma
naque válido sólo para un mes (julio). Posteriormente Lalande reprodujo en 1774
en Connaissance des temps las tablas para corregir las distancias publicadas por
el Nautical Almanak.
Años más tarde, concretamente en 1800, el español José Mendoza y Ríos,
daría a conocer unas tablas mucho mas completas que las anteriores, que fueron
utilizadas a lo largo del siglo xix.
Los instrumentos de reflexión
Además de conocer los movimientos de la luna, era necesario tomar su
altura con exactitud. Hadley, solucionó la cuestión al presentar en 1731 en la
39
Royal Society de Londres el primer instrumento de reflexión el octante, ins
trumento mucho más preciso que los utilizados hasta entonces. El sector de
arco utilizado o limbo en este instrumento tenía 45 grados, una octava parte de
la circunferencia, con lo que se podían medir ángulos de hasta 90 grados El
nuevo instrumento era muy superior a los utilizados hasta entonces incluido el
cuadrante de Davis. Al coincidir las dos imágenes, la del astro reflejada y la
del horizonte, permitía tomar la altura de un astro con una visual única. También
permitía medir ángulos, fuera de la vertical, un hecho definitivo para determinar la
longitud por medio de las distancias lunares. La escala del limbo podía apreciar
hasta 20 minutos de arco y al utilizarse el nonius se llegaba apreciar un minuto de
arco.
El nonius había sido inventado por el portugués Pedro Nunes. En esencia es
una reglilla o escala auxiliar, que puede deslizarse a lo largo de la arista de la
escala principal, apreciando lecturas mucho más exactas.
En 1759 John Campbell construiría el primer sextante, cuyo sector abarcaba
60 grados, de ahí su nombre sextante, que permite medir ángulos de hasta 120
grados. Ambos instrumentos podían presentar errores de construcción: Que el
limbo y el nonius no estuviesen bien divididos, que la alidada no girase en el centro
del sector o que los espejos nos tuvieran sus caras paralelas. A mediados de siglo
Tobías Mayer inventó un círculo de reflexión, que abarcaba los 360 grados. Este
instrumento era el más apropiado para la medición de las distancias lunares, pero
su mayor peso y volumen hacían su manejo más incómodo, por lo que no se
extendió su uso
Uno de los problemas que podían plantearse en un instrumento de reflexión
era una errónea graduación del limbo. Para solucionarlo Jesse Ramdsen en 1775
construyó una máquina. Los constructores de sextantes, utilizaron la máquina ideada
por Ramdsen para dividir correctamente los limbos de sus instrumentos. Con ello
se consiguió mejorar notablemente la graduación del limbo.
España había tenido durante años una gran tradición en la construcción
de instrumentos náuticos en los siglos XVI y xvn a través de la Casa de Con
tratación, puesto que además de controlar su fabricación, se había creado el
cargo de cosmógrafo fabricador de instrumentos para la navegación. Al que
dar descolgada de la revolución industria, en España dejaron de producirse los
nuevos instrumentos náuticos.
La utilización de relojes o la cronometría
El otro procedimiento para obtener la longitud mediante los relojes, no es
muy complicado. Bastaba con transportar a bordo, el reloj con la hora del
40
meridiano de partida y compararlo con la hora local a bordo. La diferencia
horaria que se obtiene se transforma en grados y nos da longitud. Este proce
dimiento había sido ya anunciado por Fernando Colón en la Junta de Badajoz
«La otra forma de obtener la longitud sería formar un instrumento fluente». El
cosmógrafo de Carlos V, Alonso de Santa Cruz, ya había ideado un sistema
puramente teórico. Varios países habían ofrecido jugosos premios en metáli
co, para los que inventasen un reloj que se pudiera utilizar en los buques,
soportando los movimientos del buque en la navegación. Huygens había pre
sentado ya en 1674 un reloj con resorte espiral que no podía utilizarse en la
mar.
En 1735 el carpintero John Harrison, presentó su primer cronómetro marino,
el Time-Keeper, en el Comité de Longitudes y fue probado por primera vez en un
viaje de Portsmouth a Lisboa y en 1737 y fue aceptado por el Comité de Longitu
des. Posteriormente el cronómetro de Harrison pasó otras pruebas (Portsmouth a
Jamaica en 1761), etc, y finalmente el 9 de Febrero de 1765 los comisarios de
longitudes, declararon que el invento se ajustaba al acta del concurso y que proce
día hacer la entrega del premio de 10.000 libras, aunque hasta 1773 no se entregó
la totalidad del premio.
En Francia los relojeros Charles Le Roy y Ferdinand Berthoud, construyeron
relojes de precisión por métodos diferentes Al ser la construcción de cronómetros
marinos muy precisa y cara, su presencia a bordo de los buques no se generalizó
hasta mediados del siglo siguiente.
El primer meridiano origen de las longitudes
Una vez resuelta la cuestión de hallar la longitud en la mar, seguía sin
resolverse la cuestión del meridiano origen de las longitudes, ya que así como
la latitud es una coordenada absoluta, que se mide a partir de la línea del
ecuador terrestre, la elección del meridiano de referencia es completamente
arbitraria. Ptolomeo había elegido como primer meridiano el que pasaba por
Alejandría, Piteas de Marsella lo fijó en la isla de Thule así sucesivamente.
Con los avances de la navegación marítima aumentó la confusión ya que cada
país escogió el de su capital o el de alguna de sus ciudades. En España: Ma
drid y San Fernando, la isla de Hierro. Holanda el meridiano de Amsterdam.
Inglaterra entre otros varios el de Greenwich, Francia el de París. Lamenta
blemente en el siglo XVIII, no se adopta, ninguna solución. Hay que esperar al
Congreso Internacional celebrado en Washigton en 1884, para que se impon
ga el sentido común ya que «el unificar longitudes y horas era igualmente
deseable a los intereses de la ciencia como a los de la navegación» y que
41
«utilidad científica y práctica, sobrepasa en mucho a los sacrificios y dificulta
des». Como es sabido se eligió como meridiano cero el de Greenwich, contán
dose la longitud en dos direcciones de 0o a 180°. La longitud E será positiva y
la W negativa. También se dividió la tierra en husos horarios de 15 grados.
Los avances de la ciencia náutica, en España
Acabamos de ver la estrecha relación existente entre la astronomía y la
navegación científica, cuyos principales protagonistas han sido una serie de astró
nomos europeos y los trabajos realizados en su respectivos observatorios Ha lle
gado el momento de preguntarnos ¿Cómo está la situación en España?
El Observatorio de Cádiz
El primer observatorio que hubo en España, se instaló en Cádiz, a pro
puesta de Jorge Juan (formulada en Diciembre de 1749). Ensenada pretendía
enviar a algunos guardiamarinas a Londres, pero prevaleció la propuesta de
Jorge Juan y al fin en 1753 se instaló el observatorio anejo a la Compañía de
Guardiamarinas.
Recordemos que el observatorio de Greenwich, se había fundado en 1675,
por Carlos II y que tenía como objetivo fundamental «contribuir a determinar
la longitud en la mar y perfeccionar el arte de la navegación». Estaba dirigido
por un comité, presidido por el astrónomo Flamsteed. El observatorio de París,
dependía totalmente de la Academia de Ciencias y los trabajos de sus presti
giosos astrónomos (inicialmente los Cassini) estuvieron vinculados a la deter
minación de la figura de la Tierra y al levantamiento del mapa de Francia. Por
el contrario el observatorio de San Fernando, formaba parte de la Academia
de Guardiamarinas y estaba concebido para adiestrar a los cadetes en el co
nocimiento de la astronomía. Entre otros instrumentos se adquirió un cuarto
de círculo mural de seis pies de radio construido por John Bird. Las primeras
observaciones se llevaron a cabo por Juan y Godín, sobre los satélites de Júpiter,
eclipses parciales de luna, etc. Las continuas ausencias de Juan y Godín, impidie
ron que se desarrollase un programa de observaciones más ambicioso. A la muer
te de Godín en 1760, fue nombrado director de la Academia y del Observatorio
(ambos cargos eran conjuntos), Gerardo Henay, etapa en la que pocas observa
ciones se realizaron.
Es a partir de 1768, cuando se nombra director a Vicente Tofiño, el
período de mayor brillantez del observatorio. Tofiño inicia un plan de instruc-
42
ción a los guardiamarinas. En 1769, los astrónomos franceses, quieren observar el
tránsito de Venus por el disco solar y solicitan autorización para ello a España.
Componen la expedición el abate Chappe, los oficiales Vicente Doz y Salvador
Medina y científicos criollos. Durante la estancia en California a causa de una
epidemia murieron Chappe y Salvador Medina, quedando al frente de la expedi
ción Vicente Doz. Tras la comunicación a las academias europeas de los resulta
dos del viaje, el observatorio de Cádiz, adquiere una proyección internacional no
tablemente prestigiada.
Entre 1773 y 1777 Vicente Tofiño y José Várela realizan una serie de obser
vaciones astronómicas, que fueron publicados en dos volúmenes. Este trabajo
consolidó el prestigio del observatorio y a consecuencia del mismo Tofiño fue
nombrado miembro de la Academia de París. En 1769, la Compañía de
Guardiamarinas es trasladada a San Fernando, lo que va repercutir en la marcha
del observatorio, puesto que Tofiño pretende crear en el observatorio una Escuela
de Astronomía. Por otra parte se había reavivado la idea de crear un curso de
estudios mayores, formado con los cadetes mas capacitados y ello podía incre
mentar las actividades del Observatorio.
En 1783, siendo director de la Academia de Guardiamarinas Vicente Tofiño,
el ministro Antonio Valdés le ordena la «construcción de exactas cartas que pres
ten una fundada confianza a nuestros navegantes». Tras arduos trabajos realiza
dos con la fragata Santa María Magdalena y el bergantín Vivo, la primera parte
del Atlas marítimo de España, se publica en 1786 y la segunda en 1789, junto con
el Derrotero de las costas de España en el Mediterráneo y su correspondien
te en África para inteligencia y uso de las cartas esféricas Madrid 1787 y
Derrotero de las costas de España en el Océano Atlántico y de las islas
Azores o Terceras para inteligencia y uso de las cartas esféricas. Madrid
1789. La ejecución de esta gran obra acrecentó la fama del observatorio, ya que
Tofiño eligió a los oficiales mas cualificados para ello. Se utilizaron las últimas
adquisiciones de instrumental científico adquirido por el observatorio, que a partir
de entonces se convierte en un centro hidrográfico de la Armada. En 1786, se
publicaron por primera vez, en el Estado General de la Armada, para los años
1786 y 1787, «las tablas astronómicas variantes sacadas del conocimiento de los
tiempos y arregladas al meridiano de París con el fin de que cualquier navegante
tenga a mano lo preciso». En la misma publicación se incluían por primera vez en
España las distancias lunares tomadas del Nautical Almanak inglés. En 1792, siendo
ya director del observatorio, Cipriano Vimercati, se publicó el primer Almanaque
Náutico español, calculado por el personal del observatorio, que incluía unas ta
blas de distancias lunares.
Sobre las actividades de este observatorio el almirante Manuel Catalán
ha escrito «El Real Observatorio de Cádiz no sólo marcó el estudio sistemáti-
co de la Astronomía en España, sino que impulsó la modernización de la Cien
cia española».
La difusión del método de las distancias lunares y la cronometría en
España
La difusión del método de las distancias lunares en España se debe a José de
Mazarredo. En 1772, estaba embarcado en la fragata Venus, que al mando de
Juan de Lángara, se dirigía a Filipinas. El 13 de febrero, Mazarredo en una noche
despejada, se fijó que Aldebarán estaba cerca de la luna y pensó que era un buen
momento para obtener la longitud por medio de la distancia entre la luna y la
estrella. Para ello contó con la colaboración de Lángara y del oficial de guardia
Ruiz de Apodaca, para efectuar la observación simultáneamente. Apodaca
tomó la altura de la luna, Lángara la de Aldebarán y Mazarredo la distancia
angular entre ambos astros. Hicieron varias series de observaciones y como
no disponían de almanaque, ni tablas resolvieron los necesarios triángulos es
féricos. Carlos Martínez Valverde aclara que en todo el cálculo emplearon 48
horas, y hallaron una longitud 2 grados más al oeste de la estimada, enmendando
el rumbo y recalando con toda exactitud unos días después en el cabo de Buena
Esperanza.
En 1774, Mazarredo hizo otro viaje en la fragata Rosalía, que también esta
ba al mando de Lángara. Este viaje tenía por objeto experimentar todos los proce
dimientos de navegación conocidos hasta el momento y especialmente calcular la
longitud. Situaron con toda exactitud la isla de la Trinidad de los mares de Brasil y
reconocieron la isla de Asunción. Mazarredo dio a conocer el método en la Es
cuela de Guardiamarinas de Cartagena y en 1779 en su obra Colección de ta
blas para los usos más necesarios para la navegación. El método difundido
por Mazarredo, fue usado ampliamente.
En cuanto a la adquisición de relojes, la Marina española compró en 1774
cuatro cronómetros a Berthoud y otros cuatro en 1776. A la vista de los informes
emitidos sobre su utilidad por Javier de Winthuysen, Tofiño, Mazarredo y otros
oficiales, se compraron otros dos al inglés Arnold, que había simplificado los relo
jes de Harrison Los cronómetros fueron utilizados en diversas expediciones. En
1789 se montó en el Observatorio de Cádiz un taller de cronometría, a cargo de
Cayetano Sánchez.
En la actualidad se conservan en el Museo Naval, varios de los cronómetros
adquiridos en aquellos tiempos, entre ellos el Arnold n.° 71, utilizado por Malaspina
en su viaje.
44
La navegación
El enorme avance científico experimentado en el siglo XVIII, tiene un
claro reflejo en la navegación, tanto en las expediciones de carácter científi
co, como en el incremento que experimentan las actividades comerciales
La expedición Malaspina ha eclipsado a otras expediciones marítimas
llevadas a cabo en último tercio del siglo XVIII, pero no debemos olvidar otros
viajes de investigación que tuvieron como destino el Río de la Plata, las costas
de California, Filipinas, el Pacífico, las Antillas etc. Entre 1753 y 1800, se
llevaron acabo, nada menos que 44 expediciones con objetivos, tan diversos
como los conocimientos hidrográficos, geológicos, botánicos, zoológicos,
etnológicos, demográficos y geográficos. También se llevaron a cabo expe
diciones geopolíticas. Se realizaron 20 expediciones a América del Sur; 3 al Pací
fico; 3 al virreinato de Nueva España; 10 a la costa noroeste de América y 7 a
Cuba y las Antillas.
Es evidente que no podemos referirnos a todas las expediciones del siglo
XVIII, por ello nos limitaremos a reseñar brevemente la expedición Malaspina,
sin olvidar a aquellas que tuvieron como escenario las costas del americanas
de Pacífico norte, navegaciones en las que los españoles en más de una oca
sión se adelantaron a célebres navegantes como Cook. La mayor parte de
estas arriesgadas navegaciones partieron del nuevo apostadero de San Blas y
que pretendían conocer los movimientos de navegantes como Vithus Bering,
Aleksey Chirikov y otros, en aguas de Alaska y Canadá.
Los nombres de "Juan Pérez, Bruno Heceta, Juan Francisco de la Bode
ga y Quadra, Ignacio de Arteaga" y otros han quedado vinculados para siem
pre a unas navegaciones exploratorias, con escasos medios, pero con un tesón
difícil de superar. Los navegantes españoles llegaron hasta la isla de
Hichinbrook en 60° 13 N y a pesar de que muchos de los nombres bautizados
por ellos han desaparecido, todavía persisten lugares con la toponimia en es
pañol. La actual isla de Vancouver, inicialmente se llamó Isla de Quadra y
Vancouver. El tiempo ha borrado el nombre de Quadra, pero no sus navega
ciones.
La expedición Malaspina
La expedición Malaspina es sin duda el proyecto más ambicioso político-
científico de ilustración española y responde a una serie de necesidades culturales
de la monarquía de Carlos III, El proyecto es propuesto por Alejandro Malaspina
y José Bustamante.
45
Malaspina para su proyecto consulta con Antonio de Ulloa, Juan de Lán
gara y José de Mazarredo entre otros y cuenta en su ejecución con Dionisio
Alcalá Galiano, Cayetano Valdés, Juan Vernacci, Juan Gutiérrez de la Con
cha. En Acapulco se unieron José Espinosa y Tello y Ciriaco Cevallos. Para
los trabajos de cartografía se contó con Felipe Bauza y naturalistas del pres
tigio como Tadeo Haenke, Antonio Pineda, Luis Née y una serie de dibujantes
como Cardero, Pozo, Suna, Guío, etc. Resumiendo podemos decir que era una
empresa típicamente ilustrada, en la que participaban marinos y científicos
ilustrados de gran prestigio. Como ha señalado Andrés Galera, el proyecto es fiel
reflejo de las necesidades diplomáticas y culturales de la monarquía a finales del
siglo XVlll: la reforma política del imperio y la inquietud científica de la España
ilustrada.
Para la expedición, que de acuerdo con el proyecto se proponía dar la
vuelta al mundo, se construyeron especialmente equipadas para la larga mi
sión, las corbetas Atrevida y Descubierta. La expedición salió de Cádiz, el 30
de julio de 1789, visitando los puertos de Montevideo, Río de la Plata, Puerto
Deseado, y las Malvinas. Después de pasar por el cabo de Hornos, estuvieron
en la isla de Chiloé, islas de Juan Fernández, Valparaíso, El Callao, Guayaquil
y Panamá. Bustamante con la Atrevida llegó a Acapulco el 1 de febrero de
1791 y la Descubierta mandada por Malaspina, llegó a San Blas el 29 de
marzo del mismo año.
En Méjico la expedición recibe instrucciones de la corte, en las que se les
ordena que se verifique la existencia de un paso entre el Pacífico y el Atlántico.
Se les adjunta una copia del informe del francés M. Buache, de la Academia de
Ciencias de París, que defiende la existencia del paso, basándose en el viaje rea
lizado por el español Ferrer Maldonado en 1588. De acuerdo con el virrey
Revillagigedo, se decide dividir la expedición: En Acapulco, se quedarán Alcalá
Galiano y Valdés, otras seis personas de la expedición y una parte del material
científico. Las corbetas salen de Acapulco el 1 de mayo de 1791 y llegan a Mulgrave
(Alaska) el 23 de junio, después navegan hasta el archipiélago de la Reina Carlota
y descienden hacia Nutka (Vancouver) sin encontrar el paso. En vista de ello
regresan al puerto de Acapulco.
El 20 de diciembre de 1791, salen hacia Guam (Marianas) y desde allí a
Filipinas, en donde muere el naturalista Antonio Pineda (Luzón). Permanecen en
Filipinas durante seis meses. Desde Filipinas visitan el archipiélago de la Sonda,
las Molucas, Nueva Guinea, Nueva Holanda, Nueva Zelanda, Bahía Botánica
(Sidney) arhipiélago de los Amigos. Desde allí regresan al continente americano,
concretamente al puerto de El Callao. Nuevamente doblaron el cabo de Hornos.
Entran en las Malvinas, más tarde fondean en Montevideo y finalmente llegan a
Cádiz el 24 de septiembre de 1794.
46
El balance de la expedición es inmenso y como ha escrito Mercedes Palau
«En todos los lugares visitados se midieron y calcularon las mareas, se exploraron
y reconocieron los alrededores y se recolectaron minerales animales y plantas. Se
estudiaron razas y lenguas». Además se levantaron más de 400 cartas (185 ma
nuscritas. 200 borradores y 27 grabadas) muchas de las cuales fueron editadas
por la Dirección General de Hidrografía, sin referencias a Malaspina. Las cartas
levantadas comprendían el litoral oriental americano desde Montevideo hacia
el sur, costa patagónica, islas Malvinas, Chile y Patagoma occidental, Perú,
Ecuador Centroaménca, California y costa noroeste, archipiélagos de Filipi
nas, Marianas, Australia y las islas Vavao. La mayor parte de los trabajos
fueron realizados por el alférez de fragata Felipe Bauza y los pilotos Juan
Maqueda, Sánchez y Hurtado. Lamentablemente una gran parte de los resul
tados de la expedición fueron ocultados al entrar en prisión Malaspina y no
fueron hechos públicos hasta que Novo y Colson, los dio a conocer parte en
1885.
Regresemos nuevamente a Acapulco, en el momento en que Alcalá Galiano
y Valdés, se desgajan de la expedición Malaspina. A bordo de las goletas Sutil y
Mexicana salen de Acapulco el 8 de abril de 1792, hacia Nutka. Una vez en la
zona iniciaron la exploración del estrecho de Juan de Fuca, para hallar el preten
dido paso del noroeste. Tras explorar todo el estrecho se dirigieron a Nutka, en
donde encontraron a Bodega y Quadra que estaba allí con el bergantín Activo.
También se encontraron con dos barcos ingleses. El 30 de agosto, regresaron a
Acapulco, sin encontrar el inexistente paso, como ya les había ocurrido a Cook y
La Perouse. Se grabaron 9 cartas
La navegación comercial
Un buen número de historiadores coinciden en afirmar que la política
comercial americana de Fernando VI (1746-1759) estuvo marcada por el in
forme ordenado por el marqués de la Ensenada a Jorge Juan y Antonio de
Ulloa, con motivo de su participación en la expedición para la medición del
meridiano. Los autores del trabajo Noticias secretas de América, como fue
titulado en 1826, proponían dos importantes cuestiones relacionadas con el
tráfico marítimo comercial: Supresión de monopolio de Cádiz y supresión del
sistema de flotas y galeones. Con esta medida, se pretendía transportar a
América productos españoles a mejor precio. Aunque Fernando VI lo intenta,
la oposición de los mercaderes españoles hizo imposible su puesta en practica,
si bien comenzaron a permitirse los llamados navios de registro, al margen de
las flotas.
47
Este breve repaso a las obras de náutica, nos muestra con toda claridad que el
tránsito del Arte de la Navegar a la Ciencia de la Navegación ha terminado.
Bibliografía básica utilizada
Capel, Horacio: Geografía y Matemáticas en la España del siglo XVIII. 1982.
Catalán, Manuel: Astronomía y Cartografía en los siglos XVIIy XVIII. 1987.
Cerezo, Ricardo: La participación española en la medición del meridiano.
1987
Cerezo, Ricardo: La expedición Malaspma. 1987.
García Franco, Salvador: Historia del Arte y Ciencia de Navegar. 1947.
García-Frías, Juan: Prólogo a la edición facsímil de Examen Marítimo de
Jorge Juan. 1968.
Lafuente, Antonio y Peset, José Luis: Carlos IIIy la Ciencia de la Ilustración.
1987.
Lafuente, Antonio y Selles, Manuel: El Observatorio de Cádiz. (1753-1831).
1988
Martínez-Hidalgo, José M.a: Historia y Leyenda de la aguja magnética.
Martínez-Valverde, Carlos: Artículo sobre Mazarredo en la Enciclopedia Ge
neral del Mar. 1984.
Palacio Atard, Vicente y otros: España y el mar en el siglo de Carlos III. 1989.
Selles, Manuel. Instrumentos de navegación. 1984.
Selles, Manuel y Lafuente, Antonio: Formación de pilotos en la España del
siglo Xl'III. En la Ciencia Moderna y el Nuevo Mundo.
Avance científico y navegación
Resumen de lo tratado en la conferencia
Se inicia con un prólogo, en el que se describe la situación de la ciencia en
España, tras la instalación en el trono de la dinastía borbónica. Instituciones cien
tíficas creadas por Felipe V, base del primer impulso científico. El marqués de la
Ensenada impulsor del avance científico. Análisis del estado a mediados de siglo
del arte de navegación, en sus cuatro términos: rumbo, distancia, latitud y longitud.
50
El problema de la longitud. Premios y propuestas para su solución. Descripción
del proceso para hallar la longitud por el sistema de las distancias lunares. Des
cripción de la invención de los instrumentos de reflexión: Octante y Sextante.
Construcción de relojes marinos y pruebas efectuadas para su aprobación. El
primer meridiano origen de las longitudes.
Los avances de la ciencia náutica en España y su aplicación en la formación
de marinos ilustrados : El Observatorio de Marina de San Fernando. El curso de
Estudios Mayores o Sublimes. El oficial de marina astrónomo. La navegación:
expediciones científicas. La expedición Malaspina - La navegación comercial. El
informe de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, conocido como Noticias secretas de
América. El decreto de Libre comercio y su influencia en la formación de pilotos.
Comentarios sobre algunos de los tratados de náutica más relevantes de la segun
da mitad del siglo xvm.
51