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    AVISOS DE LA PROVIDENCIA ENLAS CALAMIDADES PBLICAS

    por

    SAN ALFONSO DE LIGORIO

    CON LAS LICENCIAS NECESARIAS

    MADRID

    1900

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    NDICE

    CAPTULO I........................................................................................6

    DIOS NOS AMENAZA CASTIGARNOS PARA SUBSTRAERNOS DELCASTIGO...........................................................................................6

    CAPTULO II.....................................................................................11LOS PECADORES NO QUIEREN CREER EN LAS AMENAZAS DE DIOSHASTA QUE LLEGA EL CASTIGO......................................................11

    CAPTULO III....................................................................................17DIOS USA DE MISERICORDIA HASTA CIERTO PUNTO, Y DESPUS

    CASTIGA.........................................................................................17

    CAPTULO IV....................................................................................22SOBRE LAS CUATRO PRINCIPALES PUERTAS DEL INFIERNO............22

    CAPTULO V.....................................................................................29LAS PRCTICAS DE DEVOCIN EXTERIOR DE NADA SIRVEN SI NO SEARROJA DEL ALMA EL PECADO.......................................................29

    CAPTULO VI....................................................................................33DIOS ENVA LOS CASTIGOS EN ESTA VIDA NO PARA NUESTRARUINA, SINO PARA NUESTRO BIEN.................................................33

    CAPTULO VII...................................................................................38DIOS NOS CASTIGA EN ESTA VLDA PARA SER MISERICORDIOSO CONNOSOTROS EN LA OTRA.................................................................38

    CAPTULO VIII..................................................................................43

    CAPTULO IX....................................................................................47LA SANTSIMA ES MEDIADORA ENTRE DIOS Y EL PECADOR............47

    SPLICAS A JESS Y MARA PARA ALCANZAR ALGUNOS ESPECIALESBENEFICIOS....................................................................................52

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    CUATROPALABRASDEL TRADUCTORESPAOL

    En este siglo, ms que en ningn otro, parece deben leerse con el mayorinters losAvisos de la Providencia en las calamidades pblicas;puespudiera decirse que el Cielo ha reservado para la presente generacin el msterrible de los castigos. La guerra exterminadora, hermanadel hambre y que lleva

    en su seno todos los males, ha desoladorepetidamentevastas comarcas; la tierraha tembladoso nuestros pies y ha devoradopueblos enteros; una enfermedadtancruel como incomprensible, vomitada del centro del Asia, ha recorrido todo globo,llevando consigo el estrago y la muerte; ros salidos de madre, inundaciones,incendios han contribuido al cuadro general de la desolacin: el hombre se hamancomunado con la Naturaleza para destruir, y el espritu de vrtigo que hasembradoen el seno de las sociedadesy de las familias una discordia, al parecereterna, es un triste pronuncio de nuevos trastornos y calamidades. Guerras

    fratricidas, atentados horrorosos, crmenes que hacen estremecer la Naturaleza,todo manifiesta que el mundo, siempre enfermo, ha llegado ya a una especie decrisis moral; y el castigo de los castigos, la ltima calamidad, es la que amenazaala afligida tierra. Parece que Dios, cansadoya de tanta iniquidad, ha abandonado,hasta cierto punto, a los hombresa su rprobosentido, y ha permitido que el error,la duda, la indiferencia y la impiedad inundasen como un nuevo diluvio lasnaciones ingratas, y sepultasen en un letargo de muerte la mayor parte de la

    humanidad. Gran Dios, qu ser de la tierra si tras ese torrente de crimen noderramisdesde vuestro trono otro torrente de expiaciny de misericordia!

    En nuestros tiempos de desgracia es, pues, cuando urge escuchar losavisos saludables que nos da Dios en los castigos que nos enva. Preciso esbuscar en su clemenciainagotable un refugio, un asilo, una esperanza. Uno de lossantos a quienes nuestro siglo venera sobre los altares, y que conoca bien susdolencias, escribi estos avisos de salud. Inspirado por el espritu del Seor, queguiaba su pluma, parece un sincero intrprete de su voluntad, colocadocomo otro

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    Crisstomoen medio de los desrdenes de Constantinopla; se muestra como unmediador entre la tierra culpable y el Cielo, justamente indignado por nuestrosdelitos. Su voz es la misma voz de Dios anunciada al mundo por medio de loaprofetas, evangelistas y santos que cita a cada momento. Nada ms

    sencillamente enrgico, pero nada ms dulce e insinuante. San Ligorio es elFrancisco de Sales de nuestra poca. Suave y blando como el santo obispo deGinebra, habla al corazn de una manera irresistible: su lenguaje tiene la fuerzade la uncin y de la santidad. Su principal objeto se reducea probar y hacer que elalma se penetre de la triste verdad de que la causa de todas nuestras desgraciasy calamidades es el pecado; y con una celeste dulzura invita a los hombrescorrompidoso extraviadosa que arrojen este monstruo de su corazn. A pesar delas nubes opacas con que se presenta el Cielo airado a nuestros ojos, hace oraquellas palabras de consuelo y de vida que el profeta haca resonar sobre lafulminada NniveY Nnive se arrepinti y fue salva... Ah, ojal la voz de esenuevo No pueda detener el diluvio de males que amenaza sumergirnos! Diosest indignado; su espada levantada, y la voz del Justo desde los cielos todavaanuncia salud! Puedan nuestros cortos esfuerzos extenderla algn tanto como undbil eco sobre nuestra patria, que, en medio del afligido mundo, necesita an dela Providenciauna misericordia especial... Tales son nuestros deseos.

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    CAPTULO I

    DIOS NOS AMENAZA CASTIGARNOS PARA

    SUBSTRAERNOS DEL CASTIGO

    Ay! Me consolar en la prdida de

    aquellos que combaten, y quedar vengado

    de mis enemigos.

    Is I, 24

    As se explica Dios cuando habla de castigos y de venganzas; dice que sujusticia le obliga a vindicarse de sus enemigos. Mas observadlo atentamente yrepararis que, aun amenazndonos, parece dar muestras de su dolor en verseforzado a castigar criaturas que l ha amado hasta rescatarlas al precio de su

    vida. Este Dios, que es el Padre de las misericordias y que tanto nos ama, lejos decomplacerse en atormentarnos, est, muy al contrario, mucho ms dispuesto aperdonarnosy a consolarnos(Jerem29, 11)

    Si as es, se dir, por qu nos castiga Dios? O, a lo menos, por quparece que quiere castigarnos? Por qu, decs? No por otra razn, sino porquequiere usar de misericordia con nosotros. Su clera actual no es sino paciencia ymisericordia. Si el Seor se muestra irritado, no es para castigarnos, sino para que

    renunciemos al pecado y pueda El entonces perdonarnos: Dios amenazacastigarnos para substraernos del castigo.

    Las amenazasde los hombresson ordinariamenteel efecto del orgullo y dela impotencia; as es que, cuando pueden vengarse, se guardan muy bien deamenazarpor temor de que, advertidos sus enemigos, no eviten los males que lespreparan. No amenazan sino cuando se ven en la impotencia de vengarse, y deeste modosatisfacer en parte su pasin por el temor que inspiran a sus enemigos.

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    Muy diferentes son las amenazas de Dios. No nos amenaza ciertamenteporque se halle en la impotencia de castigarnos, pues puede todo lo que quiere,sino que tiene paciencia para que nos arrepintamosy evitemosel castigo (Sab 9,11) No nos amenazapor odio que nos tenga, ni para que nos atormente el temor.

    Dios amenaza por amor, a fin de que nos convirtamos y escapemosdel castigo;amenaza porque no nos quiere perdidos; en una palabra, porque ama nuestrasalmas (II Pedro 3, 9) Dios amenaza, verdad es; pero, sin embargo, espera,suspende el castigo, porque no quiere que nos condenemos, pero s que noscorrijamos (Sab 9, 27) Las amenazas del Seor, pues, no son sino efecto de labondad y de la ternura; hcenos percibir la voz de su amor para librarnos de laspenas que hemosmerecido.

    Cuarenta das pasarn an, exclam Jons, y Nnive ser destruida (Juan5, 4) Desventurada Nnive! Lleg ya el tiempo de tu castigo, yo te lo anuncio departe del Seor. Sepas que, dentro de cuarenta das, tu ciudadquedaraniquiladay no existir ya ms en el mundo.

    Nnive hizo penitencia, y no fue castigada (Juan III, 10) Jons, temiendopasar por falso profeta, se afligi y se lament de ello al Seor, dicindole: Yohaba huido a Tarsis, porque s que sois misericordioso; que amenazis y quedespus no castigis (Juan IV, 2) Entonces el profeta parti de Nnive, y,

    retirndose al campo, se puso debajo de una yedra, para estar al abrigo de losrayos abrasadores del sol. Qu hizo entonces el Seor? Hizo secar la yedra, yJons se afligi por esto tan profundamente, que deseaba la muerte. Entonces ledijo el Seor (Joan.; IV, 10): T te lamentas porque no puedes gozar de lasombra de un arbolillo que t no has criado, y no quieres que perdone a loshombresque he criado y han salido de vais manos.

    La desgracia que el Seor haca anunciar a Nnive no era, segn San

    Basilio, una profeca, sino una simple amenaza, por cuyo medio quera convertiraquella ciudad. Dios se manifiesta con frecuencia irritado, porque quiere sermisericordioso con nosotros; nos amenaza, no para castigarnos, sino parahacernosevitar el castigo.

    Cuando alguno nos clama guardaos!, aade San Agustn, no tieneintencin de daarnos. As es precisamente como Dios se porta con nosotros. lamenaza, dice San Jernimo, no para infligirnos la pena, sino para librarnos de

    ella si el aviso basta para corregirnos.7

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    Oh Dios mo! Cuanto ms dispuesto estis a salvarnos, entonces escuando parece que os enconis contra nosotros; mas vuestras amenazas notienen otro objeto que hacernos arrepentirnos de nuestros pecados. Podra elSeor castigarnos de improviso, hacindonosmorir sbitamente, sin concedernos

    el tiempo de hacer penitencia; pero nos muestra anticipadamente su enojo, paraque nos arrepintamosy evitemosel castigo.

    El Seor deca a Jeremas (Jerem 26, 3): Vete y di a los pecadores, si esque quieren escucharte; vete a decirles que, si abandonan el pecado, no lesenviar los castigos con que tena intencin de castigarlos. Lo mismoos anunciael Seor: si os corregs, revocar el decreto que contra vosotros tiene preparado.Observa San Jernimoque Dios no aborrece el hombre, sino su pecado; y aade

    San Crisstomoque Dios llega hasta olvidar nuestros pecados, cuando nosotrosnos acordamosde ellos; es decir, que cuando, despus de habernos humillado,nos corregimosy le pedimosperdn, nos lo concedesegn su promesa(II Par 12,7)

    Mas, para corregirnos, es menester que temamosel castigo; pues sin estono mudaremos de vida. Verdad es que Dios protege al que espera en sumisericordia (Salmo17, 51); mas esta esperanzano debe ser destituida de temor;porque la esperanzaque no va acompaadade temor degenera en presuncin y

    en temeridad (Salmo 113, 19). Se halla muy a menudo en la Escritura que elSeor habla de la severidad de los juicios, del Infierno y del gran nmero dedesgraciados que se precipitan en l (Luc 12, 4; Mat 7, 13) Y por qu? Porquequiere que el temor nos arranque a los vicios, a las pasiones y a las ocasionespeligrosas, y que podamospor este medio esperar la salud. Un piadoso temor deDios santifica al hombre; as David peda al Seor la gracia de temer, a fin de queel temor destruyese en l las afecciones de la carne (Salmo 108, 120) Debemos

    temer, pues, con motivo de nuestras faltas; mas este temor, en vez de abatirnos,debe excitarnosa la confianzaen la misericordia de Dios.

    David deca al Seor: Perdonarme, porque mi pecado es grande (Salmo26, 11) David hablaba as porque saba que la misericordia de Dios brilla con msresplandor all donde es mayor la miseria, y que el esperar en esta misericordia lehonra ms cuanto miss gravementese ha pecado. Esta esperanzase funda en lapalabra de Dios, que ha prometidosalvar al que espera en El (Salmo36, 42).

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    El temor do Dios nada tiene de penoso; al contrario, inunda, de alegra elfondo de los corazones (Eccl 1, 21), porque el temor mismo conduce a esperarfirmemente en Dios, y el alma halla en ello su felicidad (Eccl 34, 16-17) S, lorepito, su felicidad; porque este temor conserva la hombre lejos del pecado (Eccl

    1, 27), y excita en nuestros corazones un grande deseo de observar la ley delSeor (Salmo111, 1).

    Es menester, pues, persuadirseque Dios no se complacejams en castigar.Es por esencia la bondad infinita, dice San Len: no desea otra cosa quecolmarnos de beneficios y hacernos dichosos. Cuando castiga, se ve forzado aello; su justicia es quien lo exige. El castigo disgusta al corazn de Dios (Is 28,21). Algunas veces parece que quiere castigarnos (Jerem 18, 11); mas a qu

    fin? Porque quiere vernos corregidos y librados de las penas que hemosmerecido.

    El Seor se llama el Padre de las misericordias y no el Padre de lasvenganzas; su naturaleza le lleva a ejercitar la compasin, mas nosotros leobligamosa emplear la severidad. Quin puede comprender cun grande es lamisericordia de Dios? Asegranos David que Dios, aun cuando est irritado, secompadecenuestros males (Salmo69)

    Su clera misma est llena de bondad; se encende para socorrernos yamenaza para perdonarnos. Se manifiesta Dios armado de instrumentos decastigo, y no lo hace por otra cosa sino para vernos arrepentidos de las ofensasque cometemos. Dios tiene en su mano un arco tirante, a punto de arrojar laflecha; mas no dispara, porque desea que baste el terror para corregirnos, y queas evitemos el castigo. Yo quiero espantarles, dice el Seor, a fin de que elterror los mueva a salir del fango del pecado y a volver a M (Os 6, 1) S; elSeor est impaciente por perdonarnos; nos ama y nos quiere, a pesar de

    nuestras faltas y de nuestra ingratitud.David deca a Dios: Socorredme en mis tribulaciones; as es

    cmo debemos rogar tambin nosotros. Seor, haced que la calamidad queactualmentenos aflige nos abra los ojos, para que abandonemosel pecado; pues,si no lo dejamos, el pecado nos arrastrar a un castigo sin fin, a una eternacondenacin.

    Qu hacis, pues? No veis que Dios est irritado contra vosotros, y

    fatigado de aguardar? No veis que los castigos van aumentando cada da?9

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    Observa San Crisstomoque con razn van en aumento los castigos cuando semultiplican las prevaricaciones.

    Dios est irritado; mas, no obstante su clera, me manda, como hizo alprofeta Zacaras, deciros de su parte, (Zac 1, 2): Pecadores, vosotros me habis

    abandonado y me habis obligado a que retirase de vosotros mi gracia; no meforcis, pues, a que os eche repentinamente de mi presencia, a que os castiguepor el Infierno, en donde no hay ms remedio ni perdn que esperar. Poned untrmino a vuestras prevaricaciones; alejaos para siempre del pecado; convertos:Yo prometoperdonarostodos los pecadosque habis cometido, y recibiros en misbrazos como a mis hijos. Decidme, pues: por qu queris perderos? Ved conqu bondad os habla el Seor (Ezeq 18, 34) Cmo queris vosotros mismos

    arrojaros en el abismodel fuego eterno?Volved a M: Yo os espero con los brazosabiertos para acogerosy perdonaros.

    No lo dudis, oh pecadores! aade el Seor, aun cuando vuestrospecados fuesen abominables, tornarais blancos como la nieve (Is 1, 18) Animo,pues: mudad de vida y venid a M; Dios es quien os habla, quien os llama: si Yono os perdonaseaade,acusadmede infidelidad y de impostura. Mas no: Yono faltar jams a mi palabra; vuestras conciencias embrutecidasquedarnpor migracia tan blancas como la nieve. No, hijos mos, si os corregs, no os castigar,

    porque. Yo soy Dios y no un hombre(Os 11, 9)Por estas ltimas palabras quiere el Seor darnos a conocer que los

    hombresno olvidan jams una injuria; pero que El olvida todas las ofensasque harecibido del pecador cuando le ve arrepentido (Ezeq 28, 22) Volvamos, pues, muyprontamente al Seor; pero sea muy prontamente, porque bastante le hemosofendido, y no aumentemosms su indignacin. Vedle cmo nos llama, dispuestoenteramentea perdonarnos, con tal que nos arrepintamosde nuestras faltas y nos

    prometamosmudar de vida.Hganseahora los actos de contricin y de buen propsito, dirigindonosen

    seguida a la SantsimaVirgen, para obtener por su poderosaintercesinel perdnde los pecadosy la virtud de la perseverancia.

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    CAPTULO II

    LOS PECADORES NO QUIEREN CREER EN LAS

    AMENAZAS DE DIOS HASTA QUE LLEGA EL CASTIGO

    Si no hacis penitencia, todos os

    perderis.

    Luc 13, 3

    Despus que el Seor hubo prohibido a nuestros primeros padres el gustarfruto vedado, la desgraciada Eva se acerc al rbol; compareci la serpiente y ledijo: Por qu os ha prohibido el Seor alimentaros de tan bello fruto? Evacontest: Por temor de no exponernosa la muerte (Gen 3, 3)

    He aqu la debilidad de Eva. El Seor haba decretado absolutamente lapena de muerte, pero Eva empez a dudar. Si yo como del fruto, deca, morir

    quiz.Viendoel demonio que Eva tema poco las amenazasde Dios, la alent y le

    dijo: No temas, no morirs; as la enga y la arrastr a comer el frutoprohibido. As es tambin cmo el demonio no cesa de engaar a tantosdesgraciadospecadores.

    Dios les amenaza y les dice: Haced penitencia: de lo contrario, oscondenaris como tantos otros. El demonio les dice: No temis, continuad

    divirtindoos, porque Dios es lleno de misericordia; despus ya os perdonar, ytambin os salvaris. Dios nos intimida con sus amenazas a fin de querenunciemosal pecadoy nos salvemos;el demonio, al contrario, tiende a librarnosdel temor, a fin de que continuemos pecando y que nos condenemos. El mayornmero ay!, creyendo ms gustosos al demonio que a Dios, acaba porcondenarse.

    Quin sabe cuntos hay en este pas que no piensan an en mudar devida, esperando que el Seor se aplacar y no castigar?Los pecadores no

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    creen en las amenazas del Seor sino en el momento que llega el

    castigo. La manode Dios va a herirles, y ellos no piensanen convertirse.

    Cuando Lot supo de cierto por el Seor que al fin quera Este sepultar laciudad de Sodoma, se apresur a noticiarlo a sus yernos (Gen 19, 14) Mas stos

    no dieron fe a lo que se les anunciaba, parecindolesque Lot quera chancearseyponerles miedo con aquella amenaza. Vino el castigo, y fueron devoradospor lasllamas.

    Qu aguardamos? Dios nos advierte que el castigo es inminente:detengmonos, pues, y no esperemosa que Dios mismonos detenga. Escuchad,oh pecadores!, lo que dice San Pablo: Consideradla justicia que ha ejercitado elSeor con respecto a tantos pecadores que han sido castigados y arrojados al

    Infierno; consideradde otra parte la misericordia de Dios con respecto a vosotros(Rom 11, 22). Deteneos: si os corregs, si evitis las ocasiones, si frecuentis losSacramentos; en una palabra, si vivs cristianamente, el Seor os perdonar; de locontrario tambin os perderis, pues Dios bastante os ha esperado. Dios esmisericordioso, pero tambines justo. Su misericordia es para el que le teme, y nopara el que se obstina.

    Se lamenta el pecador cuando es castigado, y dice: Por qu el Seor haquerido que yo perdiese este bien? por qu me ha quitado la salud, o se me hallevado este hijo, este pariente? Ah, pecadores! exclama Jeremas, quderechotenis de quejaros?No desea el Seor hacerosperder este bien, quitaroseste hijo, arrebataros esto pariente; l estaba dispuesto a favoreceros; pero lasblasfemias que habis lanzado contra l y contra sus santos, vuestrasmaledicencias, vuestras obscenidadesy el escndalo que habis dado, se lo hanimpedido(Jerem5, 25). No es Dios quien nos hace desgraciados, sino el pecado(Prov 14, 34). Sin razn, pues, nos quejamosde Dios cuando se muestra severo

    con nosotros; mucho ms crudamente le tratamos nosotros pagando sus graciascon nuestra ingratitud.

    Se engaan los pecadores creyendo llevar la felicidad por medio delpecado, porque el pecado es quien les aflige y los hace desgraciados (Deut 28,48). Ya que t no has querido servir a tu Dios con el placer que l comunicaa susservidores, servirs a tu enemigo, sers afligido y pobre, y este enemigo acabarpor hacerte perder el alma y el cuerpo. David dice que el pecador se cava, con

    sus propias culpas, el abismoen que ha de ser sumergido(Salmo7, 19).12

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    Ved el hijo prdigo, que, para vivir en libertad y divertirse a sus anchuras,dej la casa de sus padres; mas, precisamente por haberla dejado, se vioreducido a cuidar cerdos y cay en tan espantosa miseria, que ni aun podaquedar saciado con el grosero alimento que les daba (Luc 15) Cuenta San

    Bernardino de Sena que un hijo impo arrastr a su padre por tierra. Y qusucedi? Este malvadofue tambin un da arrastrado por su hijo; mas, llegandoaun cierta punto, exclam: Basta, detente: yo no arrastr a mi padre sino hastaaqu. Detente, pues, t tambin, pecador!

    Dice Baronio que la hija de Herodas, la que hizo cortar la cabeza de SanJuan Bautista, pasandoun da sobre un ro helado, el hielo se rompi de repente,y ella se hundi hasta el cuello, de suerte que, agitndosepara salvarse, qued la

    cabezaseparadadel tronco.As es cmo se hizo patente el castigo del Cielo. Dios es justo, pecador:cuando es llegado el tiempo de la venganza, el pecador queda ahogado por elmismolazo que haba preparadocon sus propias manos(Salmo9, 16).

    Temblemos de espanto al ver que los dems son castigados, siendonosotros igualmente culpables. Cuando la torre de Silo aplast a diez y ochopersonas, dijo el Seor a los que le rodeaban: Creis que ellos eran los nicospecadores?Vosotros lo sois tambin; y, si no hacis penitencia, pereceris comoellos (Luc 13, 4) Cuntos desgraciados se pierden porque esperan falsamenteen la misericordia de Dios! Ellos continan su mala vida, diciendo que Dios esmisericordioso. No hay duda, Dios es misericordioso, y por esto ayuda al queespera en su misericordia (Salmo 17, 31); es decir, al que espera con la intencinde corregirse, mas no al que espera queriendocontinuar en ofenderle. Semejanteesperanza no es agradable at Seor; al contrario, la detesta y la castiga (Job 11,20).

    Infelices pecadores! Vosotros no conocis en qu consiste vuestra mayordesgracia, y es que estis perdidos, y no lo percibs. Estis ya condenados allnfierno, y os chanceis, os diverts, despreciis las amenazasdel Seor, como siestuvierais seguros que no os castigar. De dnde sacis esta malditaseguridad?S, maldita, porque ella es tal que os arrastra infaliblementeal Infierno(Ezeq 38, 11) El Seor se complace en esperar; pero, cuando d la hora delcastigo, condenara las penas eternas a estos desdichadospecadoresque viven

    tranquilos, comosi no hubieseInfierno para ellos.13

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    Detengmonos, pues, en la senda de la iniquidad; corrijmonos, siqueremos librarnos de los terribles estragos que nos amenazan. Si no cesamosde pecar, el Seor se ver forzado a castigarnos (Salmo 36, 9) Los que seobstinan sern expulsados, no slo del Paraso, sino tambin de la Tierra, por

    temor de que con sus malos ejemplos no arrastren consigo a los dems alInfierno. Pero penetrmonos bien de que estos azotes temporales son nada encomparacinde las penas eternas. La segur est ya en la raz del rbol (Luc 3, 9)Si se cortan las ramas, el rbol vive todava; mas, cuando se cortan las races,est perdido sin remedio y se le arroja al fuego. El Seor tiene la mano levantadapara descargar el golpe sobre vosotros, y vosotros permanecis an en sudesgracia. Temblad! Pronta est la segur a caer sobre la raz. Tembladque Diosno os haga morir en el pecado, y que no os precipite al Infierno, en donde vuestraprdida ser irremediable!

    Mas hasta ahora, diris, he cometido grandes pecados, y Dios ha tenidosiempre paciencia, sin que me haya castigado; lo mismo espero que suceder enlo sucesivoNo hablis as, dice el Seor (Eccl 5, 4): Dios sufre, verdad es, perosu paciencia no es eterna; sufre hasta cierto punto, y despus lo hace pagar todo(Reyes 12). El abuso de las misericordias contribuye a la condenacin de losingratos (Jerem 12, 3) La multitud de estos desdichados que no quieren

    corregirse ser vctimade la Justicia divina, y condenadosa la muerte eterna. Mascundosucederesta desgracia?Cuandohaya llegado el da de las venganzas.Preciso es, pues, temer que este da no se acerque para ellos, si no se deciden adejar el pecado. Mas ellos esperan salvarse porque conservan algunas prcticasde piedad, mientras que continanviviendoen el desorden.

    Y esperan salvarse! Mas el hombre recoger lo que haya sembrado. Quhabis sembrado vosotros? Habis sembrado blasfemias, venganzas, robos,

    impurezas. Qu queris, pues, esperar? El que siembra pecados no puedeesperar sino los castigos del Infierno. Contina, pues, hombre culpable, viviendorevolcado en el fango de las torpezas; t no haces ms que aadir combustible,hasta que llegue el da en que el fango que te rodea se convierta en pez paranutrir ms y ms la llama voraz que ha de devorarte eternamentetus entraas.

    Hay hombres, dice San Crisstomo, que fingen no ver los castigos quetienen delante de sus ojos; otros hay que no quieren temer el castigo mientras nole vean llegar; mas suceder con todos estos hombres como sucedi con todos

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    los que vivan en tiempo del diluvio. El patriarca No anunciaba a los pecadoreslos castigos que el Seor les preparaba. Estos desgraciados no daban crdito asus amenazas; y aunqueviesen que No edificabael arca, ni menospensabanencorregirse. Ellos continuaron viviendo en el pecado, hasta que el castigo lleg, y

    los sumergi a todos.La pecadoracitada en el Apocalipsis deca: Yo soy reina, y nada tengo que

    temer. Continu viviendoen la impureza, y glorindosede no ser castigada; massobrevinode repente el castigo tal comolo haban predicho(Apoc 18, 7)

    Quin sabe si hoy es el ltimo da en que os llama el Seor? Refiere SanLucas (Luc 13, 7) que el propietario de un campo, habiendo encontrado unahiguera que tres aos haca no daba fruto, mandcortarla y echarla al fuego para

    que desembarazase su puesto. Djole el viador: Veamos primero si este aoproducealgn fruto, y si no, la quemaris.

    Muchosaos hace que viene Dios a visitar vuestra alma, y hasta el presenteno ha encontrado ms frutos que abrojos y espinas, es decir, pecados.Escuchemos la voz de la Justicia divina que clama: Cortad este rbol, perocontesta la misericordia: Aguardemos un poco ms: veamos otra vez si estedesgraciado quiere convertirse. Temblad, pues, porque la misericordia est deacuerdo con la justicia para quitaros la vida y precipitaros al Infierno, si pronto,pronto, ahora mismono os corregs.

    Temblemos, y hagamos de manera que no se cierre sobre nuestrascabezas la abertura del pozo (Salmo 68, 16) El pecado va estrechando poco apoco la salida del estado de condenacin en que ha cado el pecador, y al fin sehalla aquella salida de tal modo cerrada que es imposible el salir de ella. Estadesgracia acontececuandoel pecador pierde la luz y no hace caso de nada (Prov18, 3); desprecia la ley de Dios, los avisos, los sermones, las amenazas y las

    excomuniones; se mofa hasta del Infierno, y acaba algunas veces por usar deeste lenguaje impo: Muchosen l caen; muy bien puedo yo caer.

    El que as habla, puede salvarse? Puede salvarse, no hay duda; pero esmoralmenteimposible que se salve.

    Habis llegadohasta el punto de despreciar los castigos de Dios? Ah! Si atan fatal desgracia hubiereis llegado, qu debis hacer ahora? Querisabandonaros a la desesperacin? No, hermano mo: dirigos a la Santsima

    Virgen. Aun cuando estuvieseis desesperado, dice Blosio que Mara es la15

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    esperanza de los desesperados, y el socorro de aquellos que se hallanabandonados. Oh Reina ma! dice San Bernardo, el desesperado queespera en Vos, ya no es desesperado.

    Mas se dir: si Dios quiere que yo sea condenado, qu esperanza puedo

    tener? No, hijo mo, no quiero verte condenado. El Seor es quien habla: Noquiero la muerte del impo. Qu queris, pues, Seor? Quiero que elpecador se convierta y viva (Ezeq 33, 21). Arrojaos, pues, a los pies de Jesucristo,que os espera con los brazos abiertos.

    (Haced el acto de dolor)

    16

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    CAPTULO III

    DIOS USA DE MISERICORDIA HASTA CIERTO PUNTO,

    Y DESPUS CASTIGA

    No habis fundido vuestra gloria

    usando de indulgencia con vuestro pueblo?

    Is 26, 15

    Tantas veces, Seor, habis perdonado a este pueblo; le habisamenazado de muerte con temblores de tierra, con la peste con que habisafligido a los pueblos vecinos; habis usado con ellos de misericordia; habisperdonado; mas qu habis conseguido? Acaso este pueblo ha dejado laculpa? No; aun se ha portado peor: despus de algunos momentos de temor, osha ofendido de nuevo, ha provocado otra vez vuestra clera. Qu pensis

    vosotros, pecadores miserables? Pensis que Dios aguarda siempre, perdonasiempre, y no castiga jams? Ah, no, no es as! Emplea la misericordiahasta cierto punto; empieza despus la justicia, y castiga.

    Preciso es penetrarse de esta verdad: que el Seor no puede dejar deaborrecer el pecado. Dios es la misma santidad; no puede, pues, dejar deabominar a este horrible monstruo, enemigo suyo, cuya malicia est en oposicindirecta con sus divinas perfecciones. Y si Dios aborrece el pecado, debe denecesidadaborrecer al pecador que est estrechamenteunido con el pecado(Sab14, 9) Ved con qu fuerza se queja el Seor, en la Escritura Santa, de aquellosque le desprecianpara aliarse con tu enemigo! (Is 1, 2). Escuchadmeoh cielos!,dice el Seor; escchameoh tierral, observa la ingratitud de los hombres haciaM! Yo los aliment, Yo los cri como hijos mos, y ellos me pagan con injurias ydesprecios. Los animales faltos de razn son reconocidos a su amo, y mis hijosme han desconocidoy abandonado.(Is 1, 3-4)

    Los brutos son agradecidos con aquel que les hace bien. Ved, si no, con

    qu fidelidad sirve un perro al amo que le alimenta. Mas, vosotros, cmo os17

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    portis con Dios, que os ha dado el alimento y los vestidos; que os ha conservadola vida mientras vosotros le estabais ofendiendo?Qu pensis, pues, hacer en losucesivo? Queris vivir siempre del mismo modo? Creis tal vez que no habrcastigo ni infierno para vosotros? Sabed, pues, que as como el Seor no puede

    dejar de aborrecer el pecado, porque es Santo, del mismo modo no puede dejarde castigarlo cuandoel pecador se obstina, porquees Justo.

    Cuando Dios castiga, se ve obligado a ello por nuestras culpas, porque nose place en castigarnos. No se complace el Seor en vernos condenadosdiceel Sabio, porque no quiere la perdicin de los seres que ha criado (Sab 1, 14).No hay jardinero alguno que plante un rbol con el designio de cortarle y arrojarleal fuego. As, segn San Crisstomo, Dios aguarda por mucho tiempo antes de

    castigar a los pecadores; espera que se corrijan para poder ser con ellosmisericordioso (Is 30, 17) El Seor es pronto en salvar, lento en castigar. Almomento que David hubo dichopequ, el profeta le anunci el perdn que Diosacababa de concederle (II Reyes 12, 13) Ms deseo tiene Dios de perdonarnosque nosotros de conseguir el perdn.

    Mas, cuando se trata de castigos, aguarda, avisa, anuncia antes de herir(Ams3, 7). Al fin, cuandove que no queremosceder ni a sus beneficios, ni a susavisos, ni a sus amenazas, se ve forzado a castigarnos, y entonces; cuando noscastiga, nos hace ver las gracias que antes nos ha hecho (Salmo49, 21).

    Mas yo s, dicen algunos, que la misericordia de Dios es grande y quetendr piedad de m; por otra parte, de cualquier pecado que yo cometa; ya mearrepentir y me salvar.

    No hables as, os dice el Seor (Eccl 5, 6). Y por qu? Porque, si bien esverdad que Dios sufre a los pecadores, mas no podemos saber cunto tiemposer de su voluntad el sufrirnos. A cuntos no ha precipitado al Infierno luego de

    cometido su primer pecado?No siempreaguarda, ni aguardasiempre; no aguardasino hasta un punto determinado (Mac 6, 14). Cuando ha llegado el da de lavenganza, cuando se ha colmado la medida de los pecados que Dios hadeterminadoperdonar, entoncesno usa ya de misericordia; castiga sin remisin.

    No se desplomaronlos muros de Jeric a la primera vuelta del Arca santa,ni a la quinta, ni a la sexta, sino a la sptima(Jos 7, 20) As ser de vosotros, diceSan Agustn; Dios os ha perdonadoel primer pecado, el dcimo, el centsimoy tal

    vez el milsimo; os ha llamadotantas veces, y os llama aun ahora: temed, temed18

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    que no sea sta ya la ltima vuelta del arca; es decir, el ltimo recurso, despusdel cual, si no mudis de vida, todo ser acabado para vosotros (Hebr 9, 7) Lamaldicin est pronta a caer sobre est alma, que ha sido tantas veces rociadapor la lluvia de las gracias celestiales, y que, hasta ahora, en vez de frutos, no ha

    producidosino espinas y pecados; ella acabar por caer en las llamas eternas delInfierno. Cuandoel trminoha llegado, Dios castiga sin misericordia.

    Cuando Dios quiere castigar, puede y sabe hacerlo (Is 1, 18). Cuantasciudades han sido destruidas y sepultadas a causa de los pecados de sushabitantes, que Dios no quiso sufrir ms!

    Pasando un da Jesucristo cerca de la ciudad de Jerusaln, la mir, y,considerando las desgracias que deban descargar sobre ella a causa de sus

    iniquidades, llor. Desdichadaciudad! No te quedar piedra sobre piedra, porqueno has querido conocer el favor que te he concedido visitndote con tantosbeneficios y con tantas seales de mi amor, ingrata! T me desprecias y meexpulsas de tu seno, a M que tantas veces he querido reunir tus hijos y t no lohas querido.

    Quinsabe si a estas horas el Seor est mirandotu alma, pecador, y llorasobre ella, porque ve que t no quieres hacer el menor caso de la visita que teest haciendoactualmente, junto con la invitacin que te hace de mudar de vida?

    Cuntas veces he querido convertirte dice el Seor, con las luces quete he enviado! T no has querido escucharme, te has hecho del sordo, t hascontinuado huyendo de M. Pronto estoy a abandonarte; y, si te abandono, turuina es inevitable; ya no tiene remedio. Cuando el enfermo no quiere tomarremedios, el mdico mismo se los presenta y se esfuerza en hacrselos tomar;mas, si el enfermo los desecha obstinadamente, el mdico le abandona (Jerem51, 9)

    Cuntos remedios, cuntas inspiraciones no os ha presentado el Seorpara libraros de la muerte eterna! Qu ms debo hacer? Si os condenis, culpavuestra es; podris quejaros de Dios, que de tantas maneras os ha llamado?Dios nos llama por los avisos interiores, por los sermones, por las lecturas, porsus beneficios; nos llama, en fin, por las calamidades temporales, para hacernostemer y evitar las calamidadeseternas.

    Observa San Bernardino de Sena que para ciertos pecados, sobre todo los

    escndalos, el remedio ms oportuno para alejarlos son los castigos temporales.19

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    Mas cuando ve el Seor que los beneficios no sirven sino para hacer a lospecadoresms audacesen sus crmenes; cuandove que no se hace caso algunode sus amenazas; en una palabra, cuando ve que no se le quiere ya escuchar,abandona los pecadores y les castiga con la muerte eterna (Prov 1, 24).

    Vosotrosos burlis de mis palabras, de mis amenazasy de mis azotes; llegar elltimo castigo, y entoncesser Yo quien me burlar de vosotros.

    Ah! Con qu rigor sabe Dios castigar cuando le place! Saca el castigo delos motivos mismos del pecado (Sab 11, 18). Los judos dieron muerte aJesucristo por temor que los romanos no se apoderasen de los bienes queposean y les despojasende todo cuanto tenan; mas este mismocrimen fue pocotiempo despus la causa por la cual los romanos entraron en su pas y les

    despojaron de todo lo que tenan; ellos perdieron sus almas queriendo salvar susbienes; lleg el castigo y perdieron sus riquezas y sus almas. As sucede conmuchoshombres: pierden el alma para salvar los bienes terrestres, mas Dios, quees justo, permite despus que se hallen sumergidos en la miseria en esta vida, ycondenadosen la otra.

    Ah, pecadores, no provoquis ms la clera de vuestro Dios! Sabedque decuanta ms misericordia ha usado con vosotros, cuanto ms tiempoos ha sufrido,mayor ser el castigo que os espera si no cesis de ofenderle. Escuchad el

    lenguaje con que habla a un alma a la cual ha colmado de beneficios: Ay de ti,Corozan! Si yo hubiese concedido a un pagano las gracias que a ti te heconcedido, ya tal vez se hubiera santificado, y habra hecho penitencia de suspecados; pero t te has vuelto santo? O a lo menos, has hecho penitencia detantos pecadosmortales, de tantos malos pensamientos, de tantas maledicencias,de tantos escndalos? Tiembla, pues: irritado estoy contra ti. Alzada tengo lamano para herirte: mi venganzaser terrible, y tu muerte prxima.

    Mas, diris, qu debemos hacer? Hemos de abandonarnos a ladesesperacin?

    No, hermanos mos; no quiere Dios que nos abandonemos a ladesesperaei6n. He aqu lo que debemoshacer (Hebr 4,16): Corramospresurososal trono de la gracia, a fin de que el Seor nos conceda el perdn de nuestrospecados y aleje el castigo que est ya sobre nuestras cabezas, in auxiliooportuno;es decir, que Dios no est tal vez dispuesto a concedernosmaanalo

    que quiere concedernoshoy. Presentmonosahora mismoal trono de la gracia, al20

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    mismoJesucristo d Juan 2, 2); Jess es quien, por el mrito de su sangre, puedeobtenernosel perdn. Mas no tardemosy presentmonossin demora.

    El Salvador, durante el tiempo de su predicacin en la Judea, curaba losenfermos y conceda gracias a los que se apresurabana pedrselas; al contrario,

    nada conceda a los descuidados y a los que le dejaban pasar sin pedirle algo.Esto haca decir a San Agustn:Temo al Seor que pasa;esto es, que tanpresto como el Seor nos ofrece su gracia, debemos darnos prisa deaprovecharnos de ella; de otro modo, el Salvador pasar sin concedernos favoralguno(Salmo94, 8).

    Hoy os llama Dios: arrojaos, pues, hoy a sus brazos. Si esperis a maana,Dios no os llamartal vez, y quedaris abandonados.La SantsimaVirgen, que es

    la Reina y la Madre de las misericordias, es tambin, segn San Antonio, un tronode gracia. Si Dios est irritado contra vosotros, seguid el consejo de SanBuenaventura: dirigos a la Esperanzade los pecadores; a Mara, que es la Madrede la santa esperanza (Eccl 24, 24). Ms es de notar que la esperanza santa noes sino la del pecador que se arrepiente de sus faltas y que quiere corregirse. Sise quiere continuar en el vicio y lisonjearse que Mara ayudar y salvar, es unaesperanza temeraria. Arrepintmonos, pues, de los pecados cometidos;resolvamos corregirnos; dirijmonos entonces con confianza a Mara; Ella nosayudar, Ella nos alcanzarla salud.

    (Acto de dolor)

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  • 7/29/2019 Aviso de la Providencia en las calamidades pblicas

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    CAPTULO IV

    SOBRE LAS CUATRO PRINCIPALES PUERTAS

    DEL INFIERNO

    Puestas estn sus puertas sobre la

    Tierra.

    Lamentaciones2, 9.

    Muy ancho es el camino que conduce al Infierno, y muy grande el nmerode los que entran en l. El Infierno tiene muchaspuertas; mas estas puertas estnsobre la Tierra. Estas puertas son los vicios por los cuales los hombresofendenalSeor y llamansobre si los castigos y la muerte eterna. Entre todos los vicios, haycuatro especialmente, a saber: el odio, la blasfemia, el robo y la impureza, quehacen caer ms vctimas en el Infierno, y que ms provocan ac en la Tierra el

    castigo de Dios. Estas son las cuatro puertas por las cuales entran el mayornmerode los que se condenan.

    El odio es la primera puerta del Infierno. El Paraso es el reino del amor, ascomo el Infierno es el del odio. Padre mo, dir alguno: yo soy reconocidoy amo amis amigos, mas no puedo sufrir al que me hace algn tuerto. Los brbaros, losidlatras hablan y obran comovos.Lo mismo hacen los paganos. Es naturalamar a los que nos hacen bien; y esto lo hacen, no slo los infieles, sino aun losanimales. Mas escuchad lo que os digo, aade Jesucristo: escuchad cul es miley, la ley del amor: quiero que vosotros, discpulos mos, amis aun a vuestrosenemigos, haced bien al qu os quiere mal; y, cuando no podis otra cosa, rogada lo menos por aquel que os persigue; entonces seris hijos de Dios, que esvuestro Padre. Con razn, pues, dice San Agustn que slo el amor distingue elque es hijo de Dios del que es hijo del demonio. As han obrado los santos; elloshan amadoa sus enemigos.

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    Santa Catalina de Sena haba sido indignamente difamada por una mujer:esta mujer cay enferma, y Santa Catalina la asisti por largo tiempo, como sihubiese sido su sirviente.

    San Acayo vendi sus bienes para socorrer a un hombre que le haba

    quitado la reputacin.Un asesino haba atentado a la vida de San Ambrosio: el Santo le seal

    una suma suficiente para que pudiese vivir con decencia. He aqu personas quese pueden llamar a boca llena hijos de Dios. Cosa admirable!, dice Santo Tomsde Villanueva: perdonamos por respeto a un amigo las injurias que se nos hanhecho: por qu no queremosobrar as cuandoes Dios el que lo manda?

    Cunto debe esperar obtener el perdn el que perdona las ofensas? l

    tiene a favor suyo la promesa del Seor, que dice: Perdonad y se osperdonar. Perdonandoa los dems, vos os habis proporcionadoa vos mismoel perdn; mas, el que quiere vengarse, puede esperar que Dios le remitir susofensas? Al pronunciar la oracin dominical, sella El mismo su decreto cuandollega a aquellas palabreas:Seor, perdname, como perdono yo a misenemigos. Cuando alguno quiere vengarse, dice al Seor: No me perdonis,Seor, porque yo no quiero perdonar. As es cmo pronuncia su sentencia contra

    s mismo:No lo dudis: juzgados seris sin misericordia, porque no la queris usarcon vuestro prjimo. Si vengaros queris, renunciad al paraso. Los vengativostienen un infierno en este mundo y en el otro. El que alimenta el odio en sucorazn, no tiene nunca ms un momento de paz, dice San Crisstomo, y esdevoradosin cesar por la turbaciny el frenes.

    Mas diris vosotros: Este hombre ha despedazado mi reputacin en elconcepto pblico; me ha herido en lo mis delicado de mi honor; yo quiero, pues,vengarme.

    Queris quitarle la vida? Con que sois vos dueo de la vida de unhombre? No: ella no pertenece sino a Dios slo (Sab 16, 23). Querisvengarosde vuestro enemigo?TambinDios se vengar de vos. Slo a Dios espermitida la venganza(Deut 32, 35).

    Pero cmo podr restablecerse mi honor? Cmo! Para restablecervuestro honor intentis pisotear el honor del mismo Dios? No sabis que

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    deshonris a Dios todas cuantas veces obris contra su ley? (Rom 2, 13) Cules vuestro honor? Es el de un pagano, de un idlatra; el honor de un cristianoconsiste en obedecer a Dios y observar su ley. Mas se me tendr por uncobarde.

    DecidmepreguntaSan Bernardo,si vuestra casa estuviera a punto dedesplomarse, quisierais no huir por temor de que os llamasencobarde? Y, paraevitar esta calificacin, os condenaris vos mismo a desplomaros en el abismodel Infierno? Si perdonis, seris elogiado por todos los hombres de bien. Sideseis vengaros, dice San Crisstomo,haced bien a vuestro enemigo; sta es lanica venganzapermitida a un cristiano.

    Es falso que se pierda el honor cuando, despus de haber recibido una

    injuria, se dice: yo soy cristiano, y as no puedo ni quiero vengarme; lejos deperder el honor, se adquiere entonces y se salva el alma. Al contrario, el que sevenga ser castigado de Dios, no slo en la otra vida, sino tambin en estemundo. Aun cuando lograse escapar de la justicia de los hombres, no podraesperar, despus de la venganza, sino una existencia desgraciada; debera llevaruna vida errante; estara sin cesar atormentadopor el temor de los jueces y de losparientes de aquel a quien hubiese muerto, y sobre todo por sus remordimientos;en una palabra, sera desgraciado en esta vida, y el Infierno le aguardara en la

    otra.Qu debemos, pues, hacer si alguno nos ofende? Recurrir al momento a

    Dios y a la Santsima Virgen, pedirle la fuerza para perdonar, y decir all mismo:Seor, yo perdono por vuestro amor la injuria que se me hace; perdonadmeVoslas injurias sin nmeroque os he hecho.

    Pasemos ahora a la segunda puerta del Infierno, es decir, a la blasfemia.Hombres hay que en las adversidades no dirigen sus golpes contra sus

    semejantes, sino contra Dios: unos blasfeman de los santos; otros llegan a laaudacia extremade maldecir al mismoDios. Sabis lo que es la blasfemia?DiceSan Crisstomoque no hay pecadomayor(Horn., I, ad Pop.) Todos los demspecados no se cometen, segn San Bernardo, sino por debilidad; la blasfemia esoriginadade la malicia (Ser. 33).

    Con razn, pues, San Bernardo llama diablico el pecado de blasfemia,porque el blasfemador ataca a Dios y a sus santos. Es peor an que los

    crucificadores de Jesucristo: aquellos desdichados no le reconocan por Dios,24

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    mientras que los blasfemos, sabiendo que lo es, van a insultarle cara a cara.Peores son que los perros, pues estos animales no muerden al amo que losmantiene; los blasfemadores, al contrario, insultan a Dios en el momento mismoque les colma de beneficios. Qu pena, pues, ser suficiente para castigar un

    crimen tala horrible, dice San Agustn? (DeCiv., c. IX) As, no debe admirarnosque, en tanto que exista este pecado, no cesen de afligirnos las calamidades, diceel Papa Julio III en la Bula XXIII.

    Se lee en el prefacio de la Pragmtica-Sancin en Francia, que, cuando elrey Roberto rogaba por la paz del reino, le asegur el Crucificado que no latendra hasta que de l hubiese desterrado la blasfemia (Lorin in cap. XXIVLevit.).

    El Seor en la Santa Escritura amenazadestruir el pas en donde reina estevicio detestable (Is. 1, 4).

    Si se siguiera el consejo de San Juan Crisstomo, sera menesterdespedazar la boca de los blasfemos. San Luis, rey de Francia, mand que semarcasen con un hierro encendido los labios del blasfemo. Un gentilhombreincurri en este castigo; se intercedi intilmentepor l. San Luis fue inflexible; y alos que le acusaban de crueldad les contestaba que prefera dejarse quemar l

    mismolos labios antes que sufrir en mi reino una tan enormeinjuria contra Dios.Dime, pues, blasfemo: de qu pas eres? Ya te lo dir yo primero: t eresdel Infierno. En la casa de Caifs conocieron que San Pedro era del pas deGalilea; su lenguaje lo probaba. El tuyo no es el de los condenados?(Apoc 16,11).

    Mas explcate: qu pretendes conseguir con tus blasfemias? Honor? No, pues el que blasfemaes aborrecido de todo cuanto hay de honrado sobre latierra. Acaso bienes temporales? No; este funesto vicio es a menudocastigado con maldiciones temporales (Prov 14, 34). Placer? No: quplacer puede sentir el blasfemo? La blasfemia es un gusto de condenado, y,desde que pasa el furor, los remordimientos se dejan percibir en el fondo delcorazn: Para qu insultar al Seor? Para qu ultrajar a los santos? Qu malos han hecho? Os ayudan, ruegan a Dios por vosotros, y vosotros los maldecs!Dejad ahora mismo y a toda costa este vicio detestable. Si ahora no os corregs,le conservaris hasta la muerte, como ha sucedido con tantos desdichados que

    han muerto con la blasfemiaen los labios.25

  • 7/29/2019 Aviso de la Providencia en las calamidades pblicas

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    Mas qu debo hacer, Padre mo, cuando la pasin me transporta? GranDios! No hay otras expresiones? No se puede decir: Virgen Santsima,ayudadme,alcanzadmepaciencia?Cesar el rapto de la clera, y os conservarisen la gracia de Dios. Si blasfemis, os veris ms afligido ac en la Tierra y

    castigadopor toda la eternidad.Consideremos otra puerta del Infierno, por la cual entra gran nmero de

    personas. Esta puerta es el robo. Hay hombres que adoran, por decirlo as, eldinero, mirndolo como a su Dios y su ltimo fin (Salmo 113, 14). Pero falladaest su condenacin, los ladrones no poseern el Cielo (I Cor 6, 10). Verdad esque el robo no es el pecado ms grave, pero es el ms peligroso para la saludeterna, dice San Agustn; pues para obtener el perdn de los otros pecadosbasta

    tener de ellos un verdadero arrepentimiento; mas para el robo es indispensable,adems, la restitucin, que es siempre difcil. Cada da lo vemos por experiencia:los hurtos son innumerables, y rarsimaslas restituciones.

    Guardaosbien de tomar o de retener los bienes de otro; si lo habis hecho,por desgracia, restituidlos de poco en poco, si no podis todo de golpe. El bienajeno os hace pobre en esta vida, y desgraciadoen la otra. Vos habis despojadoa los otros, y los dems os despojarn a su turno (Hab 2, 9). El bien de otro llevaconsigo la maldicin sobre la casa que le conserva (Zac 5, 3); es decir, que quien

    posee el bien de su prjimoperder, no solamentelo que ha robado, sino tambinlo que posee suyo. El bien ajeno es un fuego que devora todo lo que encuentra.

    Atended, madres y esposas, si vuestros hijos o vuestros maridos introducenen la casa bienes de otro; lamentaosde ello; guardaosde aplaudirlo, ni aun con elsilencio. Habiendo odo Tobas un cordero que daba balidos en su casa,Cuidado, dijo, que no sea robado: devolvedle. Hombres hay que toman el biende otro, y que procuran despus aquietar su conciencia por medio de limosnas.

    San Crisstomodice que el Seor no quiere ser honrado con lo que pertenece aotros.

    Los robos de los ricos consisten en los actos de injusticia, en los daos queocasionan con la injusta detencin de lo que es debido a los pobres; stos sontambin robos que obligan a la restitucin; mas sta, es, por desgracia, muy difcilde practicar; as es que muchosse condenanpor causa de los robos.

    La cuarta puerta del Infierno es el pecadode impureza; sta es la puerta por

    la cual entra mayor nmerode pecadores.26

  • 7/29/2019 Aviso de la Providencia en las calamidades pblicas

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    Los impdicos consideran que Dios tendr piedad de este pecado, porquesabe que somos de carne. Y qu! Dios tiene compasin de este pecado? Masse lee en la Escritura que por este pecado envi Dios sobre la Tierra las msespantosas catstrofes. Observa San Jernimo que leemos haberse Dios

    arrepentidode haber criado al hombre, en especial por el pecadode la carne (Gen6) Dios no ha castigado pecado alguno, ni aun sobre la Tierra, con tanto rigorcomo el de la impureza, dice Eusebio(Ep. ad Dam.) En castigo de este pecadohizo caer fuego del cielo sobre cinco ciudades, y permiti que pereciesen en lasllamas todos sus habitantes. Por causa de este pecado, principalmente, el diluviouniversal destruy todo el gnero humano, a excepcin de la familia de No. Estees un vicio que ya castiga Dios a menudoen este mundo de una manera terrible.Ya que t has querido olvidarme, dice el Seor, y me has abandonado por unmiserable placer, quiero que aun en esta vida sufras la pena de tus crmenes.

    Dios tiene compasin de este pecado? Atended que este delito es el quearrastra mayor nmero de almas al Infierno. Asegura San Remigio que la mayorparte de los condenadoslo son por causa de este pecado. Del mismosentir es elP. Seeri, siguiendoa San Bernardo(T. 4, Serm. 21), y a San Isidoro d. 2, sent.c. 39). Santo Tomsdice que este pecado es muy agradable al demonio, porque,el que cae en este muladar del Infierno, queda pegado en l y no puede casi

    levantarse. Este vicio quita hasta la luz, y el pecador queda tan ciego, que casillega a olvidarse de Dios, dice San Lorenzo Justiniano (De lib. vit Os. v. 4)Desconocea Dios, no obedece ya ni a Dios ni a la razn; slo obedece a la vozde los sentidos, que le arrastra a obrar como un bruto.

    Casi siemprelos hbitos criminales se conservanhasta la muerte. Se hallanhombresde edad madura, viejos decrpitos, que tienen los mismospensamientosy cometen los mismos pecados que cometan en su juventud. As es cmo sus

    faltas se multiplican, y vienen a ser innumerables. Preguntad a este desdichadocuntas veces ha consentido en los malos pensamientos, y os contestar: quinpuede acordarse de ellos? Mas si vos no sabis el nmero de vuestros pecados,ya los sabe Dios, y no ignoris vosotros que un solo pecado de mal pensamientobasta para precipitaros en el Infierno. Qu ser, pues, por tantas torpezas en lasque se estn revolcando estos desgraciados, como animales inmundos? Ohespantosopecado, cuntas almas precipitas en los Infiernos!

    27

  • 7/29/2019 Aviso de la Providencia en las calamidades pblicas

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    Mas, Padre mo, cmo hacerlo para resistir a tantas tentaciones? Ah, yosoy muy dbil! Si sois dbil, por qu no os encomendis a Dios y a laSantsima Virgen, que es la Madre de la pureza? Para qu exponeros a lastentaciones? Por qu no mortificis vuestros ojos? Por qu miris objetos que

    excitan las tentaciones?Por qu os abandonis sin reserva al mal y a todas susconsecuencias, pues que la impureza conduce con frecuencia a otros pecados,como son los odios, los robos, y, sobre todo, las confesiones y las comunionessacrlegas, o por efecto de reticencias o por defecto de contricin?

    Si sois culpable de este pecado, no quiero arrancarostoda esperanza: salidenseguida de este estado infernal, ahora que Dios os ilumina y os tiende la manopara ayudaros. Huid desde este momento las ocasiones: sin esto, todo est

    perdido; los juramentos, las lgrimas, los propsitos, no sirven de nada. Quitad lasocasiones; encomendaos en seguida a Dios y a Mara, que es la Madre de lapureza. Cuando seis tentado, no os entretengis con la tentacin: nombrad,invocad al instante a Jess y a Mara. Sus Nombres sagrados ahuyentan eldemonio, y apagan estos ardores infernales. Si el demonio no cesa de tentaros,continuadinvocandoa Jess y a Mara, y a buen seguro que no sucumbiris. Paraarrancar de raz este hbito, haced alguna prctica especial de piedad dirigida aMara, rogadle con confianza. Por la maana, al levantaros, rezad con fervor la

    oracin anglica en honor de su pureza; haced lo propio al acostaros, y, sobretodo, penetraos bien de esta verdad: que si rehusis actualmente la gracia deDios y os obstinis en vuestro pecado, tal vez ay! no os corregiris de l jams.

    (Acto de dolor)

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  • 7/29/2019 Aviso de la Providencia en las calamidades pblicas

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    CAPTULO V

    LAS PRCTICAS DE DEVOCIN EXTERIOR DE NADA

    SIRVEN SI NO SE ARROJA DEL ALMA EL PECADO

    No os burlis ms de las amenazas del

    Seor; no sea que vuestras cadenas so

    endurezcan ms todava.

    Is. 28, 22

    Dios mandaa Jons que vaya a predicar a Nnive; el profeta desobedecealSeor, y se embarca para ir a Tarsis. Se levanta sbitamente una furiosatormenta, que amenazasumergir el navo. AdvirtiendoJons que la tempestadnohaba sobrevenido sino para castigarle, dice a los marineros: arrojadme al mar.Los marineros echaron al profeta al mar, y se calm la tempestad. Si Jons no

    hubiese sido arrojado al mar, la tempestad no hubiera cesado. Induzcamos coneste ejemplo que, si no expulsamosel pecado de nuestros corazones, no cesarla tormenta, esto es, la calamidad. Nuestros pecadosson los vientos funestos queexcitan las tempestades, y que nos hacen naufragar (Is 64, 6). Mientras nosafligen las calamidades hacemos penitencias exteriores, novenas, procesiones,exposicionesdel SantsimoSacramento; mas, si no nos corregimos, todo esto dequ sirve? Todas vuestras devociones son poco menos que intiles cuando noabandonamosel pecado, porqueestas devocionesno aplacana Dios.

    Si queremos aplacar al Seor, preciso es que alejemos la causa de suclera; debernosalejar el pecado. El paraltico peda a Jesucristo la salud; mas elSalvador, antes de curarle de la enfermedaddel cuerpo, le cur de la del alma: leconcedi el dolor de sus pecados, y le dijo en seguida que ya estabanperdonados.

    El Seor aleja ante todo la causa de la enfermedad, dice Santo Toms; esdecir, los pecados, y luego despus cura la enfermedad. La raz del mal es el

    pecado: as el Seor, despusque hubo curado aquel paraltico, le dijo: Gurdate,29

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    hijo mo, de pecar de nuevo; porque, si pecas, volvers a caer enfermoms de loque estabas. Esta es la advertencia que da el Eclesistico (Eccl 39, 9) Esmenester primeramente dirigirse al mdico del alma a fin de que os libre delpecado, y en seguida recurrir al mdico del cuerpo a fin de que os libre de la

    enfermedad.En una palabra, el pecado, o mejor nuestra obstinacin en el pecado, es el

    origen de todos nuestros castigos, dice San Basilio (In c. IX, Is.) Nosotroshemos ofendido al Seor, y no queremos de ello arrepentirnos. Preciso esescucharle cuando nos llama con la voz de las calamidades, pues de lo contrariose ver precisado a lanzar contra nosotros sus maldiciones (Deut 28, 15) Cuandoofendemos a Dios, provocamos a todas las criaturas a que se vuelvan contra

    nosotros. Cuando un esclavo se rebela contra su amo, dice San Anselmo, excitacontra s no solamentela clera de su amo, sino tambinla de toda su familia; as,cuando ofendemos a Dios, llamamos a todas las criaturas para que nos aflijan.Irritamos sobre todo contra nosotros dice San Gregorio (Hom. XXXV) lascriaturas de que nos servimospara ofender a Dios. La misericordia de Dios impideque estas criaturas no nos destruyan; mas, cuando ve que despreciamos susamenazasy que continuamospecando, se sirve de estas criaturas para vengarsede los insultos que le hacemos(Sab 5, 17-27).

    Si no aplacamos al Seor corrigindonos, no podremos substraernos delcastigo. Hay locura mayor, dice San Gregorio, que figurarse que Dios cesar decastigarnos en tanto que no queremoscesar de ofenderte? Se asiste a la iglesia,se va al sermn; mas no nos acercamosa la confesin, no queremos mudar devida. Cmoqueremosser librados de las calamidades, si no alejamos la causade ellas? No cesando de irritar al Seor, a qu admirarse de que el Seor nocese de afligiros? Creis que el Seor se aplaca vindoos practicar alguna obra

    exterior de piedad, sin pensar por otra parte en arrepentiros de vuestras faltas, sinrestablecer el honor que habis mancillado, sin restituir lo que habis robado, sinalejaros, en fin, de estas ocasiones que os alejan del Seor? No os burlis delSeor, dice el profeta Isaas (Is 28, 27), pues esto sera redoblar las cadenasqueos arrastran al Infierno. No pequemos, pues, no irritemos al Seor; el azote estya amenazando vuestras cabezas: no soy el profeta Isaas; pero puedoaseguraros que el azote del Seor est para descargar si no nos rendimosa susamenazas.

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    No sufre Dios que se burlen de El. No os he mandado, dice (Jerem12, 22),darme pruebas puramenteexteriores; lo que quiero es que escuchis mi voz, quemudis de vida, que hagis una buena confesin, porque sabis que todasvuestras pasadas confesiones son nulas, porque todas eran inmediatamente

    seguidas de numerosasreincidencias. Quiero que renunciis a esta propensin, aaquella compaa; quiero que tratis de restituir lo que habis robado; de repararlos perjuicios que causasteis. Haced lo que os digo: entoncesser lo que deseis;ser Dios de misericordia (Jerem7, 13).

    No ignoran los pecadores lo que han de practicar para volver a entrar engracia con Dios; mas se obstinan en no hacerlo. Cuntas personas, despus dehaber escuchado las instrucciones pblicas, los avisos de sus confesores, salen

    de la iglesia y se hacen peores que antes! Es ste el modo de aplacar al Seor?Cmopueden presumir estos pecadores desdichados que el Seor los libertarde los azotes con que les aflige? (Salmo4).

    Honrad a Dios, no en apariencia, sino con las obras (esto es lo quesignifican aquellas palabras: sacrificium justititiae): llorad vuestros pecados,frecuentadlos sacramentos, mudadde vida: despus, esperaden el Seor. Si porlo contrario esperis, sin cesar de cometer pecados, no es esto una verdaderaesperanza, sino una temeridad. Es un engao del demonio, que os hace msabominablesa los ojos del Seor, y provocasobre vosotros ms castigos.

    El Seor est irritado: levantada est su mano para castigaros con el azoteterrible con que os amenaza. Qu queris hacer para escapar do l? (Mat 5, 5).Preciso es hacer una verdaderapenitencia. Preciso es cambiar el odio en dulzura,y la intemperancia en sobriedad: menester es observar los ayunos mandadosporla Iglesia; menester es abstenerse de esta cantidad de vino que abate al hombrehasta el nivel del bruto; menester es huir las ocasiones. Si queris producir frutos

    dignos de penitencia, debis aplicaros a servir a Dios con tanto mayor fervor,cuanto ms le habris ofendido (Rom 6, 19) Esto es lo que hicieron Santa MaraMagdalena, San Agustn, Santa Mara Egipciacay Santa Margarita de Cortona.

    Por su penitencia, estos pecadores se hicieron ms agradables a Dios quemuchos otros que haban cometido menos pecados, pero que eran tibios. DiceSan Gregorio que el fervor de un pecador es ms grato a Dios que la tibieza de uninocente; la penitencia de un pecador alegra al cielo ms que la perseverancia de

    los justos, si despusdel pecadoama a Dios con ms fervor que el justo.31

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    He aqu lo que se llama hacer dignos frutos de penitencia; no basta, pues,venir a la iglesia y hacer alguna obra de piedad. Si no se deja el pecado y laocasin de pecar, esto es burlarse de Dios e irritarle siempre ms y ms (Mat 8,9).

    Se dice normalmente: Mara nos ayudar, nuestros santos patronos noslibrarn; imposible es que los santos nos ayuden cuando no queremos librarnosdel pecado. Los santos son los amigos de Dios, y por esto mismo estn muydistantes de inclinarse a proteger los pecadoresobstinados.

    Temblemos, pues: el Seor ha publicado ya la sentencia que condena alfuego todos los rboles sin fruto. Cuntos aos hace que estis en el mundo?Qu frutos de buenas obras habis producido hasta ahora? Qu honor habis

    dado a Dios con vuestra conducta?Vos no habis cesado de amontonar pecadosa pecados, desprecios a desprecios, insultos a insultos; ste es todo el fruto quehabis dado; ste es todo el honor que habis tributadoal Seor. A pesar de todo,Dios quiere concederos an el tiempo para corregiros, para llorar vuestrospecados, para amarle durante el resto de vuestra vida.

    Qu queris hacer, pues? Cul es vuestra resolucin? Deteneos: daosentera y sinceramenteal Seor. Qu aguardis?Queris que sea ya tarde, queel rbol sea cortado y arrojadoal fuego del Infierno?

    Concluyamos. El Seor me ha encargado el instruiros, y me manda aanunciaros de su parte que est pronto a detener el torrente de calamidadesquehaba preparado; pero a condicin que os convirtis verdaderamente. Temblad,pues, si no habis resuelto an mudar de vida; entregaos, sin embargo, al mspuro jbilo, si queris en verdad, volver al Seor (Salmo 104, 3) Ojal inunde deconsuelo al corazn que busca a Dios! Pues, para quien le busca, Dios es todoamor y compasin (Lament 3, 23). Incapaz es el Seor de desechar un alma que

    se humilla y se arrepiente de sus faltas (Salmo 50). Regocijaos, pues, si tenisverdadera intencin de corregiros. Si temis a la justicia divina con motivo detantos crmenes de que os reconocis culpables, recurrid a la Madre demisericordia, dirigos a la SantsimaVirgen, que protege eficazmentea cuantos serefugian bajo su manto protector.

    (Acto de dolor)

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    CAPTULO VI

    DIOS ENVA LOS CASTIGOS EN ESTA VIDA NO PARA

    NUESTRA RUINA, SINO PARA NUESTRO BIEN

    No os alegris de las desgracias con

    que nos agobiis.

    Tob 3, 22

    Seor deca Tobas (Tob 3, 21), el que os sirve tiene la certeza de quedespusde la pruebaalcanzarla corona, y que despusde la tribulacin de estavida quedar libre de la pena que haba merecido (Tob 3, 21-22) Despus de lastempestadesy de los infortunios nos concedis la calma, y despusde los llantosnos enviis la paz y la alegra. Digmosle, pues, y no cesemosde repetir: No nosenva Dios las desdichas de esta vida para nuestra ruina, sino para nuestro bien;

    es decir, a fin de que dejemos el pecado, y que, recobrando la gracia, podamosescapar de los castigos eternos.

    Dice el Seor que derramael temor en nuestros corazonespara que no noshagamosesclavos de las delicias de la Tierra, y que para poseerlas no pensemos

    jams en ser ingratos y en abandonarle (Jerem32, 40). Qu hace el Seor parallamar a su gracia a los pecadoresque le han abandonado?Se muestra indignadoy les amenaza con castigos en esta vida (Salmo 55, 8). Les colma Dios detribulaciones, a fin de que la afliccin mismales impela a abandonarel pecadoy arecurrir a l. Qu hace una madre que quiere destetar a su hijo? Pone hiel en supecho. Esto mismohace el Seor para atraer a l las almas, y despegarlas de losplaceres de la Tierra, que los hacen olvidar la eterna salud; derramaamargura ensus placeres, en sus fiestas, en una palabra, sobre todo cuanto poseen, a fin deque, no hallandoya paz en las cosas terrestres, recurran a Dios, nico que puedecontentarles (Os 6, l).

    Si permito dice el Seor,que los pecadoresno dejen de deleitarse en el

    pecado, no cesarn de dormir en l; necesario es, pues, que les aflija para33

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    despertarles de su letargo y volverlos a M. Cuandose vean afligidos exclamarn:Qu hacemos? S no abandonamosel vicio, Dios no se aplacar, y continuarcon justicia, castigndonos. Valor, pues, volemosa sus plantas, que l nos curarde nuestras dolencias. Si nos ha afligido con sus castigos, nos consolar por su

    misericordia.En el tiempo de mis aflicciones deca David, he buscado al Seor y no

    he quedadoburlado en mi esperanza, porquel me ha consolado(Salmo36, 3)

    As que el profeta le daba gracias de haberle humillado despus que pec,pues por este medio le haba enseadoa observar la divina ley (Salmo 118, 71).La afliccin del pecado es a un mismo tiempo un castigo y una gracia, dice SanAgustn. Es un castigo, por respeto a sus pecados; pero es una gracia, porque

    libra de la pena eterna, y le da la seguridad de que Dios quiere ser misericordiosocon tal que se corrija, y que acepte reconocido esta tribulacin que le hace abrirlos ojos y le vuelve a llamar a la va de salud.

    Dice San Bernardo que es imposible pasar de los placeres de la Tierra losdel Cielo (Salmo 36, 7). As dice el Seor (Dan 4, 22): No envidies, hijo mo, alpecador que prospera en el vicio; prospera, es verdad, pero en su camino, no enel camino de Dios. Prospera a veces el pecador, a pesar de su mala conducta,mientras t, que caminas por las sendas del Seor, te ves afligido. Mas se ha deaguardar el fin: el pecador ser feliz en este mundoy desgraciadoen la eternidad;t, al contrario, sers afligido en la Tierra y feliz en el Cielo. Regocjate, pues,pecador, y da gracias al Seor cuando te castiga en esta vida, porque es unaseal que quiere en el otro ser misericordiosocontigo.

    El Seor dice a Nabuco: quiero que por espacio de siete aos te alimentesde heno como los brutos, para darte a entender que Yo soy el rbitro supremo,que doy y quito a mi placer los reinos de los hombres, y para que renuncies a tu

    orgullo. As fue: este rey orgulloso se corrigi, dio gracias a su Dios (De int.Dom., cap. 45), y el Seor le volvi el reino porquehaba mudadode conducta.

    Ay de nosotros cuandoDios no nos castiga en la Tierra de los pecadosquecometemos!Seal es que nos reserva para el castigo eterno.

    Qu se ha de decir cuando el mdico ve podridos los miembros de unenfermoy no los corta? No se habr de decir que abandonaa aquel enfermoa lamuerte? Ay de aquellos pecadores a quienes el Seor ya no habla ni muestra su

    indignacin! Vendr un da, dice el Seor, en que conoceris quin soy Yo;34

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    entonces os acordaris de las gracias que os habr hecho, y veris, con grandeconfusin vuestra, cun enormees vuestra ingratitud. Ay, pues, del pecador queno deja el vicio, y a quien permite el Seor, para castigarle, que alcance el objetode sus deseos criminales! (Salmo 80). Seal es sta que Dios quiere pagarle en

    esta vida un poco de bien que ha hecho, reservndosecastigarle en la eternidadpor todos los pecados que ha cometido (Is 36, 10) Porque el da de la venganzallegar; los pecadoressern rechazadosdel Paraso y precipitadosen el Infierno.

    Alejad de m, Seor, esta terrible misericordia. Si os he ofendido, os ruegome castiguis en esta vida; pues si no queris castigarmeac en la Tierra, sercastigadoeternamenteen la otra vida. Tal es la oracin que San Agustn diriga alSeor: castigadmeoh Dios mo! aqu en el mundo; cortad, romped, a fin de que

    no hayis de castigarmeen la eternidad.Jons, cuando hua de Dios, dorma en el navo. Mas, viendo Dios que eldesgraciado profeta estaba a punto de ser herido con la muerte temporal, le hizollamar por el piloto.

    Esto es lo que hace con vos el Seor en este momento; vos os habaisdormido en el pecado; vos os habais privado de la gracia divina; en una palabra,estabais condenadoal Infierno; lleg la calamidad, y esta calamidades la voz deDios que os dice: despirtate, pecador; tiempo es ya de pensar en lo que debes ati y a tu alma; abre los ojos, ve el Infierno abierto a tus pies. Cuntos desdichadosfueron a l condenadospor muchosmenospecadosde los que t has cometido, yt duermes, y ni piensas siquiera en confesarte, ni en librarte de la muerte eterna!Date prisa en salir de este lazo infernal en que te has metido; ruega a Dios que teperdone; rugale, a lo menos, si no ests resuelto a corregirte, que te d luz parailustrarte y para hacerte conocer el infeliz estado en que te hayas. Haced uso delaviso del Seor.

    Jeremas vio primero una vara, despus un vaso puesto en el fuego. SanAmbrosio dice a este propsito, que, quien no se corrige por el azote temporal,ser precipitado en el fuego eterno del Infierno. Pecadores, ya veis que el Seor,por medio de este azote, os habla al corazn y os llama a la penitencia. Decidme:qu le respondis? El hijo prdigo no pens en su padre en tanto que pudo viviren las delicias; mas cuando se vio reducido a la ms espantosa miseria, cuandose vio abandonadode todo el mundo, y que, forzadoa guardar cerdos, no poda ni

    aun alimentarse de su alimento, se arrepinti de sus faltas, y dijo en su corazn:35

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    Cuntos sirvientes estn bien alimentados en la casa de mi padre, en tanto queyo muero aqu de hambre! Me levantar y volver a mi padre. As lo hizo, y fueacogido por su padre con la mayor ternura.

    Ved lo que debis practicar tambin. Ved qu vida tan desdichadase lleva

    cuando se vive alejado de Dios. Es una vida llena de hiel, de espinas y deamargara. Ni puede ser de otro modo, porque os hallabais en la enemistad delSeor, nico que puede haceros feliz. Ved cun dichosa es la vida de losservidoresde Dios, quienesdisfrutan de una paz continua, es decir, disfrutan de lapaz del Seor, que, segn el Apstol, supera a todos los placeres de los sentidos(Filip 5, 7). Qu hacis, pues? No consideris que sufrs y sufriris dosinfiernos, el uno en esta vida y el otro en la otra?

    Animo, pues; decid tambin: Ir a mi Padre;salir quiero de este letargomortal en que vivo sumergido y en estado de condenacin; quieto volver al miPadre Celestial. Verdad es que mucho le tengo ofendido, alejndomede El consumo disgusto suyo; mas l es mi Padre todava. Pero qu diris a vuestroPadre cuando a El volvis? Decidle lo que el hijo prdigo deca a su padre: Padremo, confieso mi falta; he obrado mal dejando a un padre que tanto me amaba;conozco que no soy digno de que me llamis hijo vuestro; perdonadme yrecibidme a lo menos en calidad de servidor, y castigadme despus como osplazca.

    Qu feliz seris si hablis y obris as! Os suceder lo que al hijo prdigo,cuando el padre le vio a sus pies pidiendo perdn de su crimen; que, lejos dedesecharle, le recibi en su casa, le estrech entre sus brazos y le abraz comohijo suyo. Le hizo despus vestir con un traje precioso, lo cual significa que, si leimitamos, quedaremosrevestidos de la gracia. Hizo celebrar una gran fiesta paraexpresar de un modo solemnela alegra que inundabasu alma por haber vuelto a

    encontrar este hijo perdido, a quien crea ya muerto. Animo, pues; verdad es queDios est irritado, mas no por esto ha dejado de ser nuestro padre. Volvamosarrepentidos a sus pies; no tardar en aplacarse, y nos librar de las penas quehemos merecido. Mara ruega por nosotros y nos invita a unir nuestras splicascon las suyas. Hijos mos, dice esta Madre de misericordia, pobres hijos mos,dirigos a M y tendris lugar para esperar. Mi Hijo me concede todo cuanto lepido. Vosotros estabais muertos a causa del pecado: venid a M, dirigos a M y

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    volveris a encontrar la vida, esto es, la gracia divina, que recobraris por miintercesin.

    (Acto de dolor)

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    CAPTULO VII

    DIOS NOS CASTIGA EN ESTA VLDA PARA SER

    MISERICORDIOSO CON NOSOTROS EN LA OTRA

    Yo corrijo y castigo los que amo.

    Apocalipsis 13, 9

    Cuandoenvi el Seor aquella terrible tempestadque amenazabasumergirla nave en que iba Jons, porque este profeta haba trasgredidoel precepto divinode ir a predicar a Nnive, todo el mundo estaba sobrecogido de espanto, y cadacual se diriga a su Dios, y solamente Jons dorma tranquilo en el fondo delbarco, Mas, cuandose supo que Jons era la causa de la tempestad, fue arrojadoal mar y tragadopor una ballena. Cuandose vio Jons tan cercanoa la muerte, sepuso a rogar a Dios, y Dios le libert. Jons, cuando estaba en el navo, dorma

    tranquilamente en su pecado; mas, cuando lleg el castigo y se vio cercano a lamuerte, abri los ojos, se acord de Dios e implor su misericordia. Dios tuvocompasin de l e hizo que el pez le dejase sobre la orilla. Hay muchsimaspersonasque, no viendo el castigo del Cielo, duermenen el pecado y viven en elolvido del Seor. Mas el Seor, que no. quiere su perdicin, les enva calamidadespara que despierten de este letargo de muerte, y, recurriendo a l, puedanalcanzar el verse libres de la muerte eterna.Dios nos castiga en esta vidapara ser misericordioso en la otra.

    Nosotros no hemossido criados para esta Tierra, sino para obtener el Reinodel Cielo. Por esto, dice San Agustn, nos hace el Seor percibir tanta amarguraen las delicias del mundo, a fin de que pensemosen El y en la vida eterna. Si, apesar de todas las aflicciones, estamos tan pegados a esta vida que deseamospoco el Paraso, qu caso haramos de l si Dios no mezclase acbar en todoslos placeres terrestres? Los castigos de Dios son hijos de su amor; son penas, esverdad; pero penas que nos libran de las penas eternas y nos conducen a la

    eterna felicidad (I Cor 11). Tal era el sentir de Judit sobre las aflicciones de los38

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    hebreos (Judit 8, 27). Tobas deca tambin: Seor, Vos nos castigis para quepodis usar de misericordia en la otra vida; nos castigis porque no queris quenos perdamos(Tob 3, 21).

    El mismo Dios declara que castiga en este mundo a todos aquellos que

    ama, con el fin de corregirles (Apoc 3, 19). La severidad que se despliega haciauna persona que se ama, muestra que se le quiere ser til. Ay de aquellospecadores que prosperan en esta vida! Esta prosperidad es, segn San Agustn,el mayor de los castigos; porque, cuandoDios no pide cuenta de los pecadosy nocastiga, seal es que est fuertementeirritado.

    Yo te llamo, hijo mo, y t haces del sordo; t no quieres escuchar mi voz;date prisa a corregirte; de otra manera, me ver forzado, por culpa tuya, a tratarte

    severamente. Yo no procurar ya ms tu salud; te dejar vivir en tus pecados; note castigar en este mundo, para castigarte en el otro (Ezeq 16, 32). Cesa, pues,de despreciar la voz del Seor; si no te corriges, recibirs en el da del Juicio lapena de tu obstinacin; t sers condenadoa la pena eterna del Infierno (Rom 2,4). As que, segn San Jernimo, no puede haber mayor castigo que el de no sercastigado por los pecados en esta vida. Menos penoso es estar enfermo quecarecer de remedio para curar la enfermedad. No recibi la Inglaterra castigostemporales en el instante en que se rebel contra la Iglesia; antes bien, sus

    riquezas aumentaron en aquella poca; pero el mayor de los castigos fue que elSeor la dejase perecer en la prosperidad. Grande castigo es el no ser castigadode la culpa en esta vida; pero es castigo an mayor el prosperar durante una malavida.

    Job preguntaba al Seor: Cmo es que los pecadores, en vez de serhumillados, afligidos o arrancadosde este mundo, disfrutan de todos los placeresde la salud, de las riquezas y de los honores? El mismo Job responde:

    Desgraciados de ellos! Disfrutan por pocos das de los bienes que poseen; peroda la hora fatal y son heridos de improviso, sobreviene el castigo, y los infelicesson arrojadosa las llamas eternas (Job 21, 7-18).

    Los antiguos no hacan trabajar los animales destinados a los sacrificios;antes bien, los engordabanpara inmolarlos despus. Lo mismo hace Dios con osobstinados: los abandona, les deja engordar en los placeres de este mundo, y lossacrifica despusen la otra vida a la Justicia divina (Salmo72, 2). Qu pena la de

    un pobre enfermo que suea haberse vuelto rico y poderoso en el momento en39

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    que, despertando, reconoce que es tan pobre y tan enfermo como era antes!(Salmo 36, 20-35). La felicidad del pecador desaparece, como el humo, al primersoplo del viento. El Seor permite, algunas veces, que un pecador se eleve amayor altura para que sea ms terrible su cada (Salmo72, 18).

    Si el enfermo sufre el hambre o la sed por orden del mdico, es una sealde que se espera su curacin; mas cuandoel mdico le deja comer y beber lo quequiere, y tanto como quiere, es una prueba que el mdico le ha abandonado. As,dice San Gregorio, cuando el Seor permite que el pecador salga bien en susdesignios criminales, es una seal de su perdicin (Prov 1, 32). La prosperidaddelpecador, dice San Bernardo, es la seal de su condenacin, como el relmpagoloes del rayo. El mayor castigo que el Seor puede enviar al pecador es el de

    permitir que duermaen su pecado, sin advertir el sueo de muerte en que se halla(Jerem51, 37).

    Vivan, pues, los pecadores a su gusto, disfruten en paz de sus placeres;dar la hora de la muerte y sern presos por el pecado, como el pez en el anzuelo(Eccles 9, 12). Si vierais a un infeliz condenado a muerte holgarse en un festn,aun cuando tuviese la cuerda al cuello, y que debiese ser ejecutado dentro debreves instantes, tendrais su estado por digno de envidia o de compasin?Esteculpable es el pecador que se regocija en el vicio: no envidiemos su posicin.

    Prendido est, por decirlo as, en el anzuelo; el demonio lo tiene ya en las redesdel Infierno. Cuandoel tiempo de su castigo haya llegado, ver su perdicin, perodemasiadotarde y sin remedio.

    Al contrario, es buena seal cuando no pecador se ve afligido y castigadoen esta vida. Cuandoel mdico hace sufrir, parece cruel, pero no lo es, hiere para,curar. As obra Dios, y El mismonos lo asegura (Apoc 3, 19): Hijo mo, dice El, Yote amo, y por esto mismo te castigo. Mira cun bueno soy para ti: empieza, pues,

    t a serlo conmigo: haz penitencia de tus pecados. Si deseas que te haga graciadel castigo que mereces, recibe, a lo menos, con paciencia las aflicciones que teenvo para tu bien. La cruz que te aflige es la voz ma; Yo te llamo para quevuelvas a mis brazos: aljate del Infierno que va a devorarte. Yo llamo a la puertade tu corazn: brela. Cuando un pecador que me ha arrojado de su corazn meabre la puerta, entro luego en l para morar all para siempre (Apoc 3, 20). Yoestar con l en esta vida, y, si continua siendo fiel a mi Ley, le har sentar en elReino eterno.

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    Cmo, pues, os quejis de Dios, cuando l os castiga? Deberais, msbien, darle muy humildemente las gracias. Si un criminal, condenado a muerte,recibiese su gracia con condicin de estar encarcelado durante una hora,creerais que tendra razn para quejarse? Y, si tal hiciera, no sera muy del

    caso que el prncipe revocasela sentencia de gracia y que le mandaseal suplicioque haba merecido? Por cunto tiempo y cuntas veces habis merecido elInfierno a causa de vuestros pecados! El Infierno ah!, sabis lo que es elInfierno? El Infierno es tan horrible, que pasar en l un solo momento es mshorroroso y cruel que sufrir por siglos enteros los padecimientos de todos losmrtires. Este Infierno vos lo habis merecido, y os quejis todava de que elSeor os enve tribulaciones, enfermedades, prdidas, persecuciones. Ah! Dadms bien gracias a la divina bondad, y decidle: poca cosa es por mis pecados; yodebera estar en el Infierno, ser abandonadode todo el mundoy desesperado; yoos agradezco, Seor, el que me llamis a Vos por la afliccin que me habisenviado.

    Con razn, pues, hemos llamado infeliz al pecador que no es castigarlo enesta vida; pero ms desdichadoes todava si, siendo castigado, no se corrige. Noes desgracia el ser afligido por el Seor en la Tierra a causa de los pecados quese han cometido; pero es una desgracia el no enmendarse, y dormirse en el

    pecadoa pesar del castigo (Salmo74, 6) Los castigos que Dios enva, parece queinclinan a estos pecadores obstinarlos a dormir ms tranquilamente (Ams 3, 7).Yo os he querido dice el Seor, para que volvierais a M; pero vosotros,ingratos, os habis hecho sordos a mi llamamiento. Ay del pecador a quien Diosvisita por medio de castigos y contradicciones, y que, en vez de ablandarse yarrepentirse, se endurece siempre ms, como el yunque bajo los golpes delmartillo! (Job 41, 14). Se parece al impo Achaz, que, en vez de humillarse, se

    hace ms orgullosoy ms culpable (II Par., 28, 22).Lejos de nosotros tan lamentable desgracia; no abusemos ms de lamisericordia celeste. No imitemosa aquellos animales que se indignan y se irritancontra aquel que los hiere. Cuando sintamos el golpe, acordmonosde nuestrospecados y digamos con los hermanos de Jos: Con mucha razn nos castigis,Seor; nosotros os hemos ofendido, siendo Vos nuestro Padre y nuestro Dios(Salmo 118, 137; Dan 3, 30) Ves sois justo, Seor, y nos castigis con razn.Aceptamoslos dolores que nos enviis; dadnos la fuerza necesaria para sufrirlos

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    con paciencia. Si el Seor continuaafligindonos, dirijmonosa la Consoladoradelos afligidos. Todos los santos compadecen nuestras desgracias; mas, dice SanAntonino, no hay quien tanto se interese en nuestras penas comola Santa Virgen.Ricardo de San Lorenzo aade que esta Madre de misericordias no puede ver

    desgraciados que sufran sin socorrerlos, desde el instante en que imploran suproteccin.

    (Acto de dolor)

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    CAPTULO VIII

    LAS ORACIONESAPLACANAL SEORY NOS LIBRANDE LAS PENASQUE TENEMOSMERECIDAS,CONTAL QUEQUERAMOSCORREGIRNOS

    Pedid y recibiris, buscad y hallaris.

    Juan 16, 21

    Dios es la bondad infinita por esencia; as tiene naturalmente un deseo

    inmenso de librarnos de nuestros males, de hacernos felices y partcipes de subeatitud. Quiere, no obstante, y por nuestro provecho, que le pidamoslas graciasnecesarias para quedar libres de los castigos que hemosmerecido, y para llegar ala felicidad eterna. El Seor ha prometido escuchar al que le pide y al que esperaen su bondad. Quiero, pues, convenceros de que las splicas aplacan a Dios; yque, si querernoscorregirnos, nos librarn de las penas que hemosmerecido.

    Para vernos libres de la calamidadque actualmentenos aflige, y sobre tododel castigo eterno, preciso es que roguemos y que esperemos; y, adems, esnecesario que roguemos y que esperemos corno se debe. La splica es tanpoderosa, que suspende el castigo y alcanza el perdn. Dios hace las mayorespromesasal que ruega (Salmo49, 15). Invcamedice el Seor:Yo te librarde todas las desgracias (Job 33,3); pide y te escuchar (Job 15, 7). Pedid, pues,lo que quisiereis, y lo alcanzaris: la oracin puedeconseguirlo todo.

    Dios concede al que ruega mucho ms de lo que pide: dat omnibusafluenter. Atended a lo que aade: nec improperat. Si peds algn favor a

    personas a quienes habis ofendido, se os maltrata, se os echa en cara lo quehabis obrado. No se porta Dios as con nosotros; si le pedimos alguna graciapara la salud de nuestra alma, no nos increpa por las ofensas pasadas: nosescuchay nos consuela, como si le hubisemosservido con fidelidad toda la vida.Por qu os quejis de M, dice el Seor? Quejaos ms bien de vosotrosmismos, porque no habis pedido las gracias que podais obtener por medio de laoracin. Pedidmeen adelante todo lo que queris; Yo os escuchar(Juan 14, 14).

    Si no tenis mrito para obtener, dirigos en nombre mo al Eterno Padre, rogadle43

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    por mis mritos, y os aseguro que alcanzaris todo lo que deseareis. (Juan 16,23). Los prncipes de la Tierra dan rara vez audiencia, y no reciben sino pocaspersonas; mas Dios recibe siempre, escuchay atiende a todos cuantos le invocan.

    Fiaos, pues, de estas grandiosas promesas que hallamos tan a menudo

    repetidas en las Santas Escrituras; pidamos siempre las gracias que nos sonnecesarias para salvarnos; pidamos el perdn de nuestros pecados; pidamos lagracia, el santo amor, la resignacin a la voluntad del Cielo; pidamos una buenamuerte y el Paraso. Con la oracin lo obtendremos todo; sin la oracin noconseguiremosnada. Los Santos Padres y los telogosenseanque la oracin esnecesaria a los adultos de necesidadde medio, es decir, que nadie sin ella puedesalvarse. Lesio dice ser de fe que la oracin es esencialmente necesaria para

    alcanzar la salud eterna, y lo prueba por la Escritura Santa: el que pide consigue,el que no pide no consigue. Estas palabras,petite, orate, oportet, contienen,segn Santo Toms y los telogos, un precepto absoluto. Roguemos, pues,roguemoscon grande confianza; fiaos en las promesasdivinas; porque Dios, diceSan Agustn, se ha obligado a nosotros por sus promesas. l lo ha prometido; porconsiguiente, imposible es que falte a su palabra. Roguemos, pues, esperemosyestemos seguros de nuestra salvacin. Nunca se ha perdido ninguno de los quehan esperado en Dios (Eccl 2,11; Salmo 17, 31). Mas cmo acontece que

    muchos piden la gracia sin conseguirla? Porque no la piden como deben(Santiago 4; 3). As que no basta pedir y esperar, sino que tambin es necesariopedir y esperar comose debe.

    Dios tiene grande deseo de librarnos de los males, y de hacernospartcipesde todos sus bienes; mas, para ornos, quiere que se lo pidamos comocorresponde. Cmo pudiera escuchar Dios a un pecador que, mientras estrogando para ser libertarlo de los castigos, no quiere dejar el pecado que es la

    causa de aqullos? Cuando el impo Jerobon levant la mano para herir alprofeta que le echaba en rostro sus crmenes, el Seor le dej la mano inmvil.Entonces el rey rog al varn de Dios que alcanzase del Cielo la curac