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  • 7/27/2019 BARRIO 16 OK

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    El fundador de losCavazos est enojadoMELVA FRUTOS

    6_Crnica Regional

    /ELBARRIOANTIGUO

    @ELBARRIO

    ELBARRIOANTIGUO.COM

    Ao Uno/Nmero DieciseisDel 18 al 24 de agosto de 2013

    Made in Monterrey

    La historia secreta dela cocanaPAUL GOOTENBERG

    10_Crnica Internacional 14_Opinin

    NONFICTION

    ! EMERGENCY

    EXIT

    POR LEONARDO GONZLEZ

    Diga lo que piensa

    XIMENA PEREDO

    MARX Y LAS DROGAS LA AVENTURA DE UN TAXISTALLAMAMIENTO DE ADMINISTRACIN

    LA BODA DE ADNEL BALCN Y LA BARRANCA MIRAN PEMEX

    Contina en la pgina 4

    KATZIR MEZA LLEGA A CONARTE

    LAMARIHUANA

    ENMONTERREYPor qu es tan difcil legalizar la cannabis

    en una ciudad donde es tan fcil comprarla?

    Goti sostiene elhumo en sus pul-mones, inandosu pecho decorado

    con tatuajes. Lo expulsa despusde varios segundos y con vozentrecortada habla de su expe-riencia como fumador de mota.

    Sorbe con furor hasta el ltimorescoldo de su bacha. La televi-sin proyecta un documental

    acerca de la legalizacin de lamariguana que su amigo Kinoacaba de poner en Youtube des-de su PlayStation. El documen-tal resuena en ingls. Goti sostie-ne la bacha con las yemas de losdedos y le da un ltimo toque alagnico churro, mientras preparala pipa para seguir con el banque-te de esta noche.

    A partir de este nmerolos cartones de GUFFO

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    _Ornitorrinco

    elbarrioantiguo.c

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    MARX Y LAS DROGAS

    La posicin de Marx ante las dro-gas se puede sintetizar as: estabapor legalizar su comercio y produccin,para que su trco dejara de ser un lucra-tivo negocio corruptor de la sociedad y elEstado, as como generador de violencia.Aunque tambin se manifestaba vigo-rosamente contra su consumo, porquedestruye, degrada y corrompe los cuer-pos y los espritus. En 1858, desde las pgi-nas del peridico New York Daily Tribu-ne, denuncia la hipocresa del gobierno

    britnico en India porque nge no tenernada de comn con el contrabando delopio e incluso concerta tratados que loprohbe, aunque en realidad imponela produccin del opio en Bengala;obliga a una parte de los campesinos

    depauperados a cultivar la adormide-ra; concede crditos a otros para hacer lomismo. Inglaterra produca en India ladroga que luego meta de contrabandoen China.

    La prohibicin del opio en este pasocasion que la utilidad que ocasionabasu venta ilegal se disparara en ms de600 por ciento, mucho ms que la ventade cualquier otra mercanca. En 1837, 39mil cajas de opio valuadas en 25, 000.000de dlares pasaron de contrabando.

    La reaccin del Gobierno chino fue laprohibicin rigurosa de dejar pasar el opiopor sus aduanas y aplicar crueles casti-gos a sus sbditos adictos. Segn Marx, am-bas medidas resultaron ser igualmenteineficaces. Adems, la corrupcin penetrhasta el corazn de la burocracia del Im-perio celeste y el pago del opio empez adesordenar el Tesoro., al grado que unfuncionario del pas asitico pidi a los in-gleses que dejen de enviarnos tanto opioy podramos comprar su manufactura.Las autoridades del pas asitico se divi-dieron alrededor del problema: un sectorabog por la legalizacin del comerciodel opio y otro se mantuvo en su posi-cin prohibicionista. Marx recomend losiguiente: Si el Gobierno chino legalizaseel comercio del opio, tolerando simult-

    neamente en China el cultivo de la ador-midera, el Tesoro anglo-indio se arruinarasin duda.

    Carlos Marx condenaba rotunda-mente el consumo de drogas. Una de susfrases ms conocidas es que la religin

    es el opio del pueblo, es decir, una y otroson equiparables porque enajenan a laspersonas, les fabrican ilusiones que lasevaden y postran impotentes ante unmundo lleno de miseria e injusticia. Larevolucin socialista y el comunismo sondesalienantes, porque con ellos el pueblose hace dueo de su destino y accede a lafelicidad, sin necesidad de dioses, mesas oestupefacientes.

    Marx condenaba a los traficantes dedrogas por su operacin de emponzo-

    ar a la poblacin con la adormidera,el nombre popular de la planta del opio.El revolucionario, en cambio, quera unpueblo avispado y alerta, con conciencia,es decir, que mirara de frente y entendieraa su terrible realidad, para transformarla.

    El idelogo de la liberacin delproletariado comparta el juicio mo-ral del ingls Montgomery Martin: la trata de esclavos era un acto de cari -dad comparada con el comercio del opio;no destruamos los organismos de los afri-canos, porque estbamos directamenteinteresados en conservarles la vida; nohumillbamos su naturaleza humana, nicorrompamos su espritu, ni destruamossus almas. Pero el vendedor de opio matael cuerpo despus de haber corrompido,degradado y aniquilado el ser moral de los

    desdichados pecadores; un Moloch insa-ciable se lleva cada hora nuevas vctimas, yel asesino ingls y el suicida chino compi-ten en ofrendar sacrificios a su altar.

    -Cuauthmoc Ruiz Ortiz

    LA AVENTURADEUN TAXISTA

    El taxistaque metrajo esta maanaestaba bastante

    orgulloso de haberayudado a unosmalandros a es-capar del ejrcitocuando le inten-taron robar su taxi.Aunque empez

    su da con una diatriba en contra de losmalitos que haban clausurado la mitaddel Barrio Antiguo, lo que redujo consi-derablemente el trabajo de los taxistasde la zona centro, reconoci despusde unos momentos que haca algunosmeses, cuando haban intentado des-pojarlo de su taxi, forceje con unosdelincuentes que subieron a su veh-culo y trataron de moverlo del asientoprincipal. Mientras agarra la curva que

    une a Garza Sada con Constitucin confreno de mano, cuenta que en cuanto ledijeron -muvete pinche vato que trae-mos prisa, arranc a toda velocidad, sor-prendiendo a sus asaltantes. Agarr lamayor velocidad que pudo en la perse-cucin y empleando el mismo mtodo

    de manejo con el que fren en la curvaanterior, los llev hasta una colina deContry en la que pudieron evadir a susperseguidores. Recuerda alegrementeque en una bajada tuvo que pisar todoel freno para no impactarse contra elmuro que se encontraba al nal de laavenida y cmo se culearon los malan-dros que venan con l: - Ests bien locopinche vato, pens que nos bamos amorir en la bajada, pero manejas con ma-

    dres, le dijeron, antes de graticarlo con3500 pesos. Tambin le propusieron jalarcon ellos de vez en cuando pero el gentil-mente declin la oferta. Qu hara conunos huercos que le tienen miedo a unascuantas curvas a plena velocidad?

    -Diego Legrand

    LA BODADE ADN

    Adn erasu nom-bre. No tena mu-

    cho tiempo de ha-ber entrado a trabajar a ese Taller deHerrera donde yo laboraba. Se distin-gua de los dems por su seriedad y si-lencio. Casi nunca lo o hablar o discu-tir por algo. Salvo por los trabajos querealizaba, no se notaba que estivieraah. Siempre callado, de repente dete-na su labor con el marro , desenvol-va su pauelo rojo para limpiarse elexceso de sudor y ver una fotografa.Nosotros ya nos habamos acostum-brado a su extrao ritual que repetaa cada momento, hasta que termina-ban las labores. Antes de irse, tomabaun vaso de agua y sala del lugar ensilencio, tal y como llegaba. Nunca lovi participar en los juegos de azar a loscuales nos entregbamos cuando el

    jefe no estaba. Tampoco hablaba connadie. Ni siquiera nos acompaabalos viernes a tomar una cerveza y a pi-ropear a la muchachas en la tienditade Don Polo, despus de las labores.Todo era as, hasta que una vez lo visollozando. Creo que pens que nadiese dara cuenta, pero al descubrirmevolte y se sec sus lagrimas con esepauelo casi sepia, cayndose la fotoa la que tanto se aferraba. La imagenque apareca ah era la foto en blancoy negro de una mujer, casi nia, cabe-llo oscuro y facciones nas. Fue todo

    lo que pude apreciar por que Adn, fu-rioso, me la arrebat. Al da siguienteno se present a trabajar y no le dimosmucha importancia, pensamos que alo mejor no volvera. Al segundo dalleg, nos mir a todos, tom su marroy se fue al yunque. Vimos que el jefese acerc a el e intercambiaron pala-bras. Despus todo ocurri demasiado

    rpido: lleg un carro con agentes, sebajaron y a punta de pistola se lleva-ron a Adn. Iba serio, como sabiendoque esto sucedera. Uno de los policasle dio un citatorio al patrn, quien in-mediatamente se quit sus gogles ychaparreras de soldar, se puso su sacoy sombrero y se fue detrs de ellos. Alda siguiente, mientras desayunba-mos, pregunt al jefe cmo le habiaido y que haba pasado. Sin dejar demasticar su torta de jamn con agua-cate, el patrn me dijo que Adn ama-ba en silencio a una chica que vivaen su colonia, pero que era mal corres-pondido. La nia ni siquiera sabia dela existencia de Adn, pero l la ob-servaba en el balcn todos las tardes

    cuando sala a tomar el sol. La niaestaba enferma, tena una extraa en-fermedad incurable. La foto que Adnposea de ella, la haba comprado alseor de la tienda fotogrca donde lania se haba tomado unas fotos parasu certicado de secundaria.

    Un da Adn no la encontr en elbalcn donde sola estar. En su lugarhall un gran moo blanco en el por-tn de la casa. Ese da no durmi pen -sando que todo se haba derrumbadopara l, pero se le ocurri una idea ma-cabra. A la maana siguiente decidi

    no ir a trabajar, en lugar de eso se hizoun buen corte de cabello, se rasur y secort las uas de los pies. Fue a la tien -da de alquiler y se rent un buen traje.Al salir, ya cambiado y acicalado, se di-rigi a donde su amada era velada. Ob-serv desde la puerta sin entrar, esperpacientemente y sali atras del cortejofnebre, donde observ en silencio elultimo adis de quien le haba robadosuspiros. Esper hasta la noche parallevar a cabo su macabro plan.

    El da que lo detuvieron, hizo quellevara a los policas a la casa que habi-taba solo, donde hallaron a la mucha-cha acostada en la cama de l con unvestido de novia, sosteniendo un ramode ores. En los dedos de su mano porta-ba un anillo que haca juego con el quellevaba Adn.

    El no aleg nada. En su defensa dejen forma dcil que lo esposara.

    -Subteniente Hernndez

    Del 18 al 24 de agosto de 2013Monterrey, N.L.

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    _Ornitorrinco Del 18 al 24 de agosto de 2013Monterrey, N.L.EL BALCN Y LA BARRANCAMIRAN PEMEX

    Hey, cierra la puerta/ las venta-nas y el balcn y olvida quineras. En las calurosas puestas de sol, laregadera ofreca uno de los muchos ali-vios del da. Previamente confeccionabaun mgico para que al salir de la duchaencontrara todo listo: Yo, mi porro, ElFluir de La Barranca y la noche frenteal complejo petroqumico de Pemex. Enaquellos das no haba mucho, y sigo cre-yendo que no hay mucho que hacer, en

    en Poza Rica, Veracruz. En ocasiones solome recostaba a ver como una a una ibanproyectndose en el techo las sombras dela noche colndose por mi ventana has-ta que caa dormido. La carretera poco apoco queda atrs/Apenas si distingo yasus luces amarillas. El Hotel Crdenastuvo sus buenos aos. Su fachada anda seales de haber sido uno de los me-

    jores hoteles de la ciudad. Mi habitacinnmero 24, en el tercer piso, totalmente

    vaco, me permita pequeos lujos, a pesarde que por las noches se llenaba de prosti-tutas ladronas. Pero en mi balcn me sen-ta ajeno a todo el mundo: encenda miporro, daba play al reproductor y en unmomento empezaba todo ese torrente desensaciones. Entrecerrar los ojos/ y porn dejarse ir/ en la corriente del ro. Fren-te a m, el inerno y sus colores rojos. Unaama como monstruo de mil cabezasdaba cuenta de todo el gas que no es til

    para renarse y por ende, debe quemarsea cielo abierto. Pemex es eso: el monstruoque alimenta a todos, que mueve a laciudad, que decide la vida, es como si esaama viniera desde el centro de la tierray controlara el destino de los habitantes,una ama visible desde cualquier puntode la ciudad. Ms atrs se vean las lla-mas de los quemadores de Tihuatln yde Papantla en los cerros cuyo nombrenunca supe.

    Ms atrs la noche es an ms negra.Verte danzar/ en medio de la noche msextrema.A veces la nostalgia se aparecafrente a m. Muchas veces imagin pre-senciar desde ese punto el colapso de lavida. Pens que estaba en el punto msadecuado para ver cmo el monstruo defuego decida salir a reclamar por lo suyo,un tributo que ni de cerca habamos em-pezado a pagar, hasta que decid partir.Qumame con tu piel/ qumalo todo de

    una vez. Entonces me desped de sus r-boles que huelen a chicle, sus distanciascortas, sus cervezas sudorosas, de sus cica-trices de borrachos en las banquetas, desus putas que solo quieren un lugar en elcielo, sus descocidos retazos de tierra queapestan al inerno... le dije adis a sus tar-des de suspenso colgando de un cigarrode mariguana desde aquel balcn vien-do la vida desde La Barranca.

    -scar Hernndez

    KATZIR MEZA LLEGA ACONARTE

    Los abusos de poder por parte delos directivos de Conarte hacialos vocales son algo comn, explicanDamin Ontiveros y Eleonora Garza,vocales de Artes Plsticas. Ambos vie-ron su presupuesto reducido en uncincuenta por ciento cuando Conarteles inform que haba subejercido unaparte de su dinero, por lo que tendranque devolvrselo a la institucin. SegnDamin y Eleonora, ellos desconocan

    que ese era un peligro al que se enfren-taban al no tener claro su plan de traba-

    jo anual. En el gremio de danza, presu-me Flix orgulloso, eso no sucede. Eldinero ya est destinado para los tpicosfestivales que se hacen ao con ao: elMitote, Extremadura, Encuentro Metro-politano de Danza, entre otros, dandopoco espacio a nuevos proyectos.

    En palabras de los mismos direc-tivos de Conarte, la administracin deAurora y Flix fue tranquila. No les in-teresaba involucrarse en los problemasartsticos que se desarrollaban da conda dentro de la institucin: ms bien

    fue una administracin un tanto gris.Obedecan las reglas, no buscaban en-frentarse con los directivos y acatabaninstrucciones. Fuera del encontronazoque se dio cuando intentaron reducirlesel presupuesto, Flix slo recuerda otraocasin en la que tuvieron problemascon Conarte. Previo al Encuentro Me-tropolitano de Danza, los organizadorescrearon un evento en la red social de Fa-cebook para hacer llegar la invitacin alos interesados a asistir al encuentropero utilizaron el nombre y el sello deConarte para hacer la invitacin. Enuna junta que tuvieron con los directi-vos, Melissa Segura, directora de Comu-

    nicacin Social de la institucin solicita los vocales que se borrara la pginaweb que haba sido creada, ya que eltrabajo de difusin es labor de Conarte, yms especcamente de su departamen-to, que es el que ms presupuesto recibede todas las reas de la institucin.

    Han pasado ya tres aos desdeque tomaron protesta los vocales y seenfrentaron los gremios con Conarte.Cuando platiqu con l, Flix estabapreparndose para las nuevas eleccio-nes. Buscaba ser vocal de nueva cuenta,aunque en esta ocasin sin su compa-era Aurora.

    Al mismo tiempo preparaba unviaje a Sudamrica que realizar con elBallet Folklrico de Monterrey. Vestidode pantalones de mezclilla y camiseta

    de franela, se mece en sus zapatos deun lado a otro, de adelante hacia atrs.Como siempre. Cuando cuestion sudecisin de volver a participar en laselecciones, de volver a ser vocal a pesarde tratarse de un trabajo de tiempo com-pleto en el que no hay paga y en el queadems debe enfrentarse a crticas porparte de su propio gremio y lidiar con laburocracia de Conarte como institucinsemi gubernamental, contest: Es uncompromiso cvico. Es la necesidad deapoyar a la danza. El resto de los voca-les da la misma respuesta, con un tonoensayado que recuerda al de un polticoante su pblico.

    Una semana antes de las eleccionesde vocales, la Presidenta de Conarte Car-men Junco, que tantos problemas dio a

    los actuales vocales, renunci a su pues-to. Era de esperarse, piensa Flix. Ha-ba ya demasiados problemas con ella,tantos malos manejos que haban sidoventilados a los medios y crticas hacialos altos sueldos que tenan, no solo ellasino tambin el resto de su gabinete.Dos semanas antes de su renuncia, losvocales se reunieron en Conarte con elmotivo de tomarse una foto ocial derecuerdo, por haber terminado la admi-nistracin. Entre el acomodo del lugar,de las luces, de los vocales para posar,uno de los contadores se le acerc a F-lix. Van a reducir el presupuesto ahora s,

    le dijo preocupado. Le inform que enesta ocasin, no se buscaba transferir eldinero a seguridad, sino ahorrar parapagar la altsima deuda que tiene el es-

    tado. Si tanta austeridad quiere el go-ber, que se quite su celular, su helicpte-ro y que se venga a vivir a Monterrey enlugar de andar escondido en Texas, res-pondi. Los vocales estn advertidos delo que se avecina y no hay excusa, peromuchos de ellos planean reelegirse.

    Das despus, Flix se dirigi a la o-cina de Katzir Meza, ex secretario tcnicoy actual presidente de Conarte, quien essu amigo cercano desde que se conocie-ron cuando Katzir acudi a ver al BalletFolklrico en su presentacin de Cri Cricuando era el encargado de Desarrollode las Culturas Populares. Lo vio preocu-pado y angustiado cuando le insinuque la situacin se iba a poner ms crti-ca dentro de Conarte, que la institucin

    se asociara con instituciones guberna-mentales como Los Tres Museos y que lareduccin de presupuesto era un hecho.Que Conarte est ms cerca de regresara ser una secretaria de gobernacin queun rgano pblico, como lo plane el go-bernador Scrates Rizzo cuando lo cre.A los pocos das, Carmen Junco renun-ci por supuestos motivos personales,aunque se rumora que se debi a unadiscusin que tuvo con el gobernadorRodrigo Medina. Meza se convirti en elPresidente de Conarte.

    -Daniela Garca

    LLAMAMIENTO DEADMINISTRACIN

    Camaradas agentes, suscripto-res y lectores de EL MACHETEEstamos atravesando por un pe-

    rodo difcil para la salida regular denuestro peridico, nico vocero delproletariado mexicano. Por una par-te las persecuciones, las represaliasconstantes del gobierno reaccionariode Portes Gil y Cia., por otra parte la si-tuacin econmica muy mala en quese encuentra esta Administracin,nos impiden satisfacer el deseo de losobreros y campesinos de la Repblicaque quieren que EL MACHETE vuel-va a salir cada semana.

    Solamente con la ayuda y conla colaboracin de todos los agentes,suscriptores y lectores de EL MACHE-TE, solamente con el apoyo decididode toda la masa trabajadora del pas,podremos normalizar la edicin delperidico, que a pesar de todas lasamenazas, persecuciones y represa-lias seguir saliendo, enseando el ca-mino justo al proletariado mexicano.

    Todos los obreros y campesinos,todos los agentes, suscriptores y lecto-res de EL MACHETE deben ayudarnosmoral y materialmente, deben hacerun buen trabajo de reparticin del pe-ridico a n de que no haya en todo elpas una sola fbrica, un solo rancho adonde no llegue EL MACHETE; debenhacer un trabajo constante de colectade fondos, enviarnos lo antes posibleel importe de este nmero y de losatrasados.

    Debido a las dicultades con quehemos tropezado, y al costo de la im-presin de este nmero, nos vemosobligados a aumentar el precio delejemplar. Por esta vez a 0.10 esperan-do que todos los compaeros sabrncomprender esta necesidad y respon-dern con toda consciencia a este lla-mado, cumpliendo con su deber revo-lucionario.

    (El Machete. Peridico obrero y

    campesino. Edicin del 7 de noviem-

    bre de 1929)

    -La Administracin

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    Viene de portada

    El dealerde Goti acaba de salir dela crcel y l fue uno de los pri -meros clientes a quien llam.

    Oye ya hay material.Deja junto una feria y te caigo.As se fragu el negocio, de mane-

    ra sencilla, sin contratiempos ni aspa-vientos. El dealer indic el lugar delencuentro. Con el dinero en la mano,Goti se dirigi a la direccin que le die-

    ron, una casa cuyo aspecto correspondea la edad de sus viejos dueos: casi ca-yndose y con la pintura descascaradaque adverta aos de descuido. Aunquela polica sola hacer sus rondines cercadebido a las sospechas de los vecinos so-bre la venta de mariguana en esa casa,toc la puerta con fuerza. El dealer lohizo pasar y luego sac un cuadrote dediez kilos. Goti compr un ciento y concuidado lo escondi entre sus ropas. Escomplicado andar con esa cantidad porlas calles de la ciudad porque excede loscinco gramos permitidos en la Ley con-tra el Narcomenudeo, aquella que pro-movi el ex presidente Felipe Caldernen 2009. Afuera, una patrulla de policaestatal pas despacio. Goti se arregl la

    camisa y se agach para anudarse lostenis. La patrulla son su bocina y elcorazn le dio un vuelco. Tuvo suertepues la estatal slo saludaba a un veci-no de por ah y se sigui de largo.

    La Ley contra el Narcomenudeotiene muchos cabos sueltos que perju-dican al consumidor. Se puede portare ingerir sustancias prohibidas, perono hay alternativas para comprar deforma lcita: invariablemente se debeconseguir a travs de pequeas redesde venta cuya conexin con la delin-cuencia organizada terminando siendoinevitable.

    II

    En un sondeo realizado por El Ba-

    rrio Antiguo con diputados locales deNuevo Len, 27 de los 42 miembros delCongreso aceptaron contestar pregun-tas acerca del tema de la legalizacin dela mariguana. Pese al anuncio del Go-bierno del Distrito Federal de analizarla posible despenalizacin de algunasdrogas, en Nuevo Len la tendencia es

    clara: en el poder legislativo local la ideade debatir acerca de la legalizacin se vemuy lejana por ahora.

    Para la mayora de los diputados son-deados, Nuevo Len no est listo ni pre-

    parado para legalizar las drogas. BlancaLilia Sandoval, diputada del PAN, diceque ella est completamente en contrade la legalizacin y que como mdica deformacin est a favor de la salud de losciudadanos. La diputada asegura quenunca ha consumido ningn tipo de dro-ga. Tampoco sus familiares, pero tiene

    muchos pacientes que s lo han hechoy ha visto los estragos que causan enellos, aunque luego aclara que no sereere especcamente a la mariguana.

    Juan Antonio Rodrguez, diputado

    por el PANAL (Partido Nueva Alianza)tampoco ha consumido drogas. Igual-mente est en contra de la legalizacinpues considera que el ciudadano noest preparado para la despenalizacinen el consumo. Cual voto de conan-za? Si le legalizas a la gente, se incre-mentar el consumo.

    Adems, los narcos pierden dineroy empiezan a cometer otros delitos. Le-galizar no es la opcin.

    La mayora de los legisladores loca-les son escuetos en sus respuestas. En elCongreso de Nuevo Len pueden nocoincidir en muchas cosas, pero al tocarel tema de la legalizacin, la situacincambia. El Congreso adquiere la formade un monolito que se opone a discutirel problema del consumo de drogas.

    Ninguno de los diputados sondea-dos admiti haber consumido mari-guana u otro tipo de drogas en su vida.Ni siquiera Erick Godar Urea, el dipu-tado que present una iniciativa parala legalizacin de las drogas. Sin em-bargo, casi todos aseguraron conocera alguien cercano que ha consumido.No es raro que sea as: de acuerdo conestudios recientes, se calcula que msde dos millones y medio de personasen Mxico han probado alguna drogailegal alguna vez en su vida, siendo lamariguana la droga consumida princi-palmente.

    III

    Uno de los principales personajes en

    contra de la legalizacin de la marihuana yde cualquier tipo de drogas, es una diputa-da del PAN llamada Carolina Garza. Senta-da en su despacho ubicado en el cuarto pisodel Congreso del estado, la legisladora da laimpresin de tener siempre todo bajo con-trol. Activa, de voz amable y veloz, recibe atodo aquel que busque hablar con ella. Sabededicar a cada quien su tiempo, y del temade las drogas, puede pasar hablando hasta40 minutos. Su oficina tiene un sutil toquefemenino que deja en incgnita la clasede cosas que se fraguan en este espacio detrabajo. Preside la Comisin de Equidad deGnero y tambin es conocida como la di-putada de Nuevo Len menos querida enlas redes sociales, debido a su la iniciativa dereforma para combatir el cyberbullying, lacual fue vista como un intento de censura;

    tambin recibi el premio a la homofobiapor parte de la comunidad gay de NuevoLen.

    Esta diputada escribe libros de consejosfamiliares, desde hace 20 aos da conferen-cias, cursos, seminarios y graba discos de au-toayuda. Cualquier parecido curricular conla ex candidata presidencial del PAN, Jose-fina Vzquez Mota, es mera coincidencia.

    En un sondeorealizado por El Barrio

    Antiguo con diputadoslocales de Nuevo Len,27 de los 42 miembros

    del Congreso aceptaroncontestar acerca del temade la legalizacin de

    la mariguana

    Del 18 al 24 de agosto de 2013Monterrey, N.L.

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    Carolina Lpez es el seudnimo queutilizaba para escribir sus columnas en ElNorte. La diputada estudi Comunicacinen la Universidad de Monterrey e hizosu maestra all mismo, en Ciencias de laFamilia. Le gusta leer estudios cientficosy argumentar su teoras con pruebas enmano. Llega a la entrevista armada con unarsenal de hojas de informacin investiga-da en internet. Constantemente muestralas presuntas evidencias cientficas parasustentar lo que dice. En el caso de la lega-lizacin de la mariguana, saca un legajocon cinco hojas llenas de datos que mues-tran las desventajas y riesgos de fumar estadroga. La principal fuente de informacinutilizada por la diputada para sustentar surechazo a la legalizacin de la mariguanaes la web catholic.net, el lugar de encuen-tro de catlicos en la red, segn el slogan deesta pgina.

    La diputada Garza (o Lpez) tiene cla-ros los problemas que supondra la legali-zacin. Para ella ni siquiera se debe discu-tir. Datos cientficos impresos en las hojasque tiene en su mano apuntan los riesgosde utilizar esta droga: la mariguana dismi-nuye la memoria y la voluntad; deterioralos pulmones; dificulta aprender y tomardecisiones; produce ansiedad y agresivi-dad; adems, un cigarrillo de mariguana es

    cuatro veces ms txico que un cigarrillode tabaco. Pero el principal riesgo, explica,es que la mariguana es la puerta de entra-da hacia otras drogas duras mucho msadictivas y peligrosas.

    La autora del disco Las adicciones quson y cmo prevenirlas o remediarlas?, re-lacionada con los Legionarios de Cristo, escategrica al hablar del narcotrfico, puesasegura que una vez legalizada la droga,los narcos encontrarn alguna manerade hacer dao, lo que sera ms perjudicialpara la poblacin. Y as la diputada vuelveal lugar comn de la mayora de sus com-paeros. Dice que ni Nuevo Len ni M-xico estn preparados para una posible le-galizacin, pues falta educacin y cultura,especialmente en los jvenes.

    Y para afianzar lo que dice, cita de en-

    tre sus papeles un estudio... de 1970.IV

    Goti estudia comunicacin en una uni-versidad privada. Tiene 25 aos y consumemariguana desde los 15. La primera vez quela prob fue a instancias de un amigo que leofreci y desde ah qued prendado de lassensaciones que produce en su cuerpo. Elconsume mariguana porque le da placer.Siente como si tuviera un bosque en su boca,adems es su mejor fuente para hacer amigos.La mariguana nunca lo ha perjudicado ni enla escuela, ni en el trabajo, ni en su casa. Pors sola, la mariguana no causa adiccin fsica,sino psicolgica. Hasta el momento no hayningn caso documentado de muerte porsobredosis por mariguana. Se ha demostradoque la mariguana alivia los sntomas de en-fermedades crnicas, combate migraas, ayu-da a prevenir el Alzheimer, entre otros usosmedicinales ms. Al igual que muchos jve-nes, Goti considera que la polica se ha vueltoun problema para los consumidores. Antesslo hacan las vueltas de rutina y vigilabanque no hubiera nada extrao, ahora andanbuscando a todo aqul al que puedan joder:Si te ven mal vestido, te basculean, si tienestatuajes, expansores o piercings, te basculean,y aunque no tengas nada te la hacen de tos.

    A slo pocas cuadras de su universidadde paga, el grupo de Goti y Kino se rene paraquemar. Para entrar a este depa tienen sucdigo secreto y un chiflido nico anunciala llegada de alguien del grupo. Hoy estnataviados con shorts de colores brillantes yfuman en pipas y churros mientras hablananimadamente de la escuela, de las novias

    y de la legalizacin. Juegan FIFA en el PS3mientras preparan el siguiente toque. Mien-tras en el plasma se disputa un Barcelona-Brasil, explican por qu la despenalizacinen pases como Holanda o Portugal ha tradomejores resultados que las guerras en contradel narco. En el 2001, Portugal despenaliz laposesin de pequeas cantidades de drogasilegales para consumo personal y cambi laperspectiva de este problema dndole un en-foque de salud. A diez aos, lejos de aumentarel nmero de consumidores como predijeronlos detractores de esta medida, el consumo seha mantenido y hasta ha bajado.

    V

    El diputado Erick Godar Urea seencuentra en su ocina en el nove-no piso del Congreso de NuevoLen. Para acceder a ellase tiene que subir poralguno de los treslentos elevadoresdel edicio, perola vista sobre

    la ciudad queinunda a la pe-quea ocinaparece ser unacompensacinsuciente parael diputado inde-pendiente. En la pri-mavera de este 2013plante una iniciativade reforma a varias le-yes federales con el n delegalizar el consumo y la ventade narcticos. Adems propusoque la mariguana fuera regulada porel estado y la creacin de un padrn deconsumidores para mantener un controlde los adictos a las drogas.

    El diputado sin partido explica contono jovial que esto es lo que la gente lepidi cuando estaba en campaa. Esun problema que tarde o temprano serabordado. Los pases desarrollados yaestn tratndolo. Al decir esto, pone elejemplo de Washington y Colorado, esta-dos que desde el ao pasado ya han lega-lizado la mariguana con nes recreativos.Godar sugiere, entre risitas entrecortadas,utilizar a Estados Unidos como conejillosde indias.

    Godar consume drogas?, pregunto.El diputado se re mientras vacila con quelas nicas drogas que tiene son sus tarjetasde crdito. Ya en serio, explica que nuncaha consumido drogas, pero conoce a con-sumidores y esta es una propuesta paraellos. Godar es heterosexual y hace poco,

    de la mano de la comunidad gay, pre-sent una iniciativa para el matrimonioigualitario. Este diputado sui generis lle-g a la diputacin local desde las las delPRD, aunque al poco tiempo renunci alpartido e intent conformar una nuevabancada representando al PVEM (PartidoVerde Ecologista Mexicano), lo cual le fuedenegado. Desde entonces funge comodiputado independiente.

    Est consciente que tratar esta clasede temas puede desgastar su incipientecarrera poltica, sabe que la mayora delos diputados no debaten acerca de te-mas polmicos, pero con presentar ini-ciativas como la de la legalizacin delas drogas, l dice haber cumplido conlos ciudadanos. Con voz despreocupaday una sonrisa en los labios, sentencia:Pues si la iniciativa no pasa, no hayningn problema. Yo ya cumpl. Lo quehice slo fue poner un granito de arenapara solucionar este problema.

    VI

    -Quiero fumar weed, traigo chingo deganas!

    Estefana toma su celular y entra aFacebookpara ver quin est online. Estbuscando algn conecte. Esta chica, oriun-da de una colonia adinerada de San Pedro,con dedos rpidos comienza el chat convarios de sus amigos. Los saludos inicialesaparecen en la pantalla y su smartphoneempieza a sonar.

    Oye, tienes weed?- Repite una y otravez. El primero responde de inmediato

    para decirle que no tiene. Su dealer no lecontesta. Est batallando estos das paraconseguirla.

    Estefana casi siempre evita usar cual-quier palabra parecida a mota, marigua-na o yerba. En cambio, casi siempre usaweed. De vez en cuando le dice mara.Ella, al igual que muchos ms, cree queweed se oye un ms bonito, que le quitael estigma de ser algo malo. Utilizar esteanglicismo es una manera de limpiar no-minalmente lo que la ley ha prohibido:la weedpara Estefana es como cualquiercigarro, cerveza o suplemento alimenticio.

    Ellaf o r m a

    parte del.tres por cien-to de mujeresentre 12 y 65 aosque consumen mari-guana regularmente, segn laEncuesta Nacional de Adicciones del 2011.

    Al igual que muchas de sus amigas,Estefana no se inmiscuye con el narco-menudeo que forma parte directamen-te del crimen organizado. La compra asus amigos, que son quienes hacen eltrabajo difcil. Ella slo los llama y convoz dulce les pide que le rolen un poco.Casi siempre sus amigos se la regalan:le gusta pensar que hay una especie decomunidad de fumadores de marigua-na y que entre ellos siempre se ayudan

    para tener qu fumar. Estefana comen-z a fumar mariguana por curiosidad alos 19 aos, cuando estaba de intercam-bio en Canad, pas que junto con Esta-dos Unidos, segn la ONU, es donde seconsume ms cannabis. Ambos pasesacumulan el diez por ciento de pobla-cin consumidora. Mxico en cambiono supera el tres por ciento.

    Estefana saca los ltimos vestigiosde la weed que le quedan y los colo-ca en un bong improvisado. Toma sulaptop y pone en Youtube About YoudeXXYXX, una de esas nuevas bandashipsters que ni siquiera necesitan unavocal en el nombre de su grupo. En elvideo aparecen varias chicas expulsan-do lentamente el humo de la marigua-na. Una pausada cancin electrnicaes arrojada por las bocinas como si fue-ra quemada por un mechero. Se mete

    en los odos como el humo entra en lospulmones, se retiene unos segundos,para despus expulsarse en forma depalabras. Los sentidos se agudizan yEstefana se pierde entre los plieguesde este humo de olor verdoso, y dice:La weed debera de ser legal, slo traecosas buenas.

    Godar consume drogas?,pregunto. El diputado se remientras vacila con que lasnicas drogas que tiene son

    sus tarjetas de crdito

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    POR MELVA FRUTOS

    Por qu quieren erigir una estatua al arte del miedolos comerciantes de un mercado que vive del turismo?

    Vender en mayo del 2012 unapieza al da en la modesta

    mueblera era una tarea difcilpara la propietaria y la jovenempleada de un local de Los Cavazos, en elmunicipio de Santiago, Nuevo Len. Una ma-ana, la trabajadora limpiaba el local cuandoescuch a su patrona saludar a un cliente. Eraun hombre robusto que haba estacionado su

    camioneta en el exterior del local y peda quele mostrara un librero que haba en el exhibi-

    dor. Escuch que se interes por varias piezasms y que tras un breve repaso a los productos,solicit que los subieran a su vehculo. Presuro-sa, la duea llam a dos de sus empleados quese aplicaban en la elaboracin de una mesa enla parte trasera del local y les solicit que lleva-ran las piezas al vehculo del cliente.

    EL FUNDADOR

    DE LOS CAVAZOSESTA ENOJADO

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    El propietariode la talabartera

    El Caballito, Don Jos,conoce la esencia del

    lugar. Ha pasado lamayor parte de

    su vida aqu y hapadecido los efectos

    de la inseguridad

    La venta estaba hecha e invital comprador a sentarse anteun pequeo escritorio para elaborar lacuenta de lo adquirido. Detall cadamueble y su precio en la libreta de re-cibos. La suma de todo dio aproxima-damente diez mil pesos y al entregarlela nota al hombre, este sac dos milpesos que puso sobre la mesa. El tonode su voz cambi drsticamente. Ame-nazante, le dijo que slo le dara esacantidad, ya que perteneca al grupode Los Zetas. Que le hiciera como qui-siera. La mujer se qued petricada.No haba ms qu hacer. El hombresali por la misma puerta por la queentr y con la misma tranquilidad conla que media hora antes le haba dadolos buenos das. Subi a su camionetay se retir. La joven empleada recuer-da que su jefa estaba muy nerviosa yque aunque era la primera vez que ladelincuencia llegaba a su tienda, ha-ba reaccionado de la forma adecuada,porque los criminales que operan porel lugar ya haban atracado otros ne-gocios. No era la primera ocasin quesuceda un fenmeno de este tipo en elpasaje comercial de Los Cavazos.

    Los olores transportan a lugares ytiempos. Los pasillos de la zona comer-

    cial de Los Cavazos estn impregnadosde recuerdos con aroma a pan, agua-miel, dulces de leche, carne asada, leay madera. Ahora, estos se mezclan conel hedor del desasosiego. Es una maa-na de esas que se han vuelto usuales.Los clientes casi no se aparecen por latienda de Don Jos ngel Rivera Mig-nn. Actualmente la venta es pocaporque casi nadie llega a esa zona co-mercial y quien la visita se limita aobservar y preguntar por los precios.No ha sido un da ni dos, arma, sonincontables los das que han estadocon el Jess en la boca, en donde losrondines de los policas de Fuerza Civilrepelen los abusos. La delincuenciaorganizada ha afectado los negocios yla auencia de gente a este municipio.

    De unos aos a la fecha, el rea comer-cial Los Cavazos ha estado inmersa enla inopia provocada por la etapa lgidade la guerra contra el narco. Esa gue-rra en la que incluso el propio alcalde,Edelmiro Cavazos Leal cay asesinado.El 16 de agosto de 2010, fue sacado desu casa por el grupo de la delincuenciaconocido como Los Zetas y su cuerpofue encontrado dos das despus en uncamino que conduce al paraje La Colade Caballo, en la carretera del mismonombre.

    Despus de eso llegaron la Mari-na, el Ejrcito y se estableci un centrode operaciones de Fuerza Civil en elpoblado. Pero la desconanza de lospaseantes ante las historias de enfren-tamientos de los crteles, el despojo y

    el secuestro a la poblacin, provocaronque disminuyera la auencia.El propietario de la talabartera El

    Caballito, Don Jos, conoce la esenciadel lugar. Ha pasado la mayor parte desu vida aqu y ha padecido los efectosde la inseguridad. Los Cavazos se lo-calizan 36 kilmetros al sur de la ciu-dad de Monterrey, sobre la carreteraNacional. Es conocido tambin comoEl Guaxuquito lugar de abundanteagua-, porque est dentro del Candel Guaxuco. Encerrado entre la SierraMadre Oriental y el Cerro de la Silla.

    II

    Cuando Don Jos ngel empez aviajar a Santiago procedente de Mon-terrey, era apenas un muchacho de12 aos que venda caf Morelia a losnegocios y casas del municipio. Erandas en que haba agua por todas par-tes, todo estaba lleno de rboles, rosy arroyos. Cuando llegaba la hora enque el hambre le calaba, bastaba coninvitar a algunos de sus amigos luga-reos y al puro estilo norestense en-cendan una fogata en un rincn som-breado en el que asaban los bistecs quel traa de Monterrey. Despus seguauna breve siesta debajo de un lamo,para ms tarde proseguir con la ventadel brebaje.

    Este hijo adoptivo de Santiago re-corra todos los das gran parte de las75 comunidades aledaas y fue ascomo con el paso de los aos conocilas necesidades de sus habitantes y dioun cambio al giro de su negocio. Conaproximadamente 18 aos hizo suspininos en el rea de la talabartera.Empez con un surtido de pocas mon-turas, cuartas, frenos, espuelas y clavospara caballo. En ocasiones, l mismoelaboraba algunos materiales que norequeran de maquinaria especializa-da.

    Al paso del tiempo se uni con un

    grupo de comerciantes de diversos ra-mos. Anduvieron los 51 municipiosdel estado vendiendo sus productos,instalndose en carpas de la exposi-cin ganadera y en cuanto lugar lespermitieran. Y as fue como llegarona Los Cavazos aproximadamente en1972, aunque no est muy seguro delao. Recuerda que colocaban sus pues-tos a la orilla de la carretera en una es-pecie de mercado ambulante; sbadosy domingos llegaban por la maana yse retiraban al meterse el sol. Aunquela lucha estudiantil y guerrillera arre-ciaba en el estado, Los Cavazos habasido siempre un lugar tranquilo, aleja-do de todo el ajetreo hasta que lleg elnarcotrco a esta comunidad.

    En ese entonces, ya existan las fa-

    mosas moliendas de caa. Era un rs-tico molino al que le era adaptado ungran tronco, que se ataba a un caballoque a su vez jalaba dando vueltas encrculos. Con ello molan la caa deazcar para extraer su jugo. Eso es loque en esta regin del pas se conocecomo aguamiel. Haba tambin algu-nos puestos de venta de elotes y pande elote. Cuando nos pusimos aqu, alpoco tiempo me toc la suerte de podercomprar el terreno e invit a los com-paeros, pero no todos tenan manerade comprar a pesar de que haba mu-chos terrenos solos y a muy bajo precioo a pagos; as que yo s me qued desdeentonces y hay uno que otro que ansigue, pero paga renta, recuerda el co-merciante de ms de 50 aos.

    El primer negocio establecido queapareci en este punto de la carreteraNacional fue el restaurant El Cosme,en 1957. Alrededor de 1970, Don Cos-me vendi el negocio a su hermanoJuventino, quien lo renombr Me-rendero Tino, que desde entonces esfamoso por su machacado con huevo,su asado de puerco y su caldo de res.Unos metros ms adelante se fundla Carnicera Garca, que surta a lospaseantes de los insumos para sus dasde campo. Con el tiempo colocaronasadores en el exterior del negocio, enlos que cocinaban la carne gratis a sus

    clientes. De ah que despus prolifera-ran los restaurantes de carnes asadasy bufets, que, al igual que el resto delos comerciantes, se establecieron a loscostados del camino federal.

    III

    Don Jos ngel es bajito y de com-plexin gruesa, piel blanca y frenteamplia. El color de su cabello castaotiene cierto tono rojizo, al igual que elde sus tenues cejas y su bigote. Su sem-blante muestra dureza, pero cuandoempieza a hablar, suelta una que otra

    sonrisa. Viste como la mayora de loslugareos, con pantaln vaquero ybotas. Hoy lleva una camisa de ves -tir color gris, de cuya bolsa sobre saleuna imagen y su inseparable pluma.En el interior de su tienda, recargadoen un colgador repleto de chamarrasde piel de diversos tipos y colores, re-cuerda que fue en 1982 cuando seestableci la Unin de ComerciantesNino Villaln, de la que fue nombra-do Secretario General. Se adhirieron ala Confederacin de Trabajadores deMxico (CTM) y se pusieron al da conHacienda y con el Instituto Mexicanodel Seguro Social (IMSS). En ese enton-ces, al igual que en el resto de NuevoLen, la violencia de la delincuenciaorganizada era un tema que apenas se

    mencionaba como parte de una socie-dad distinta, del otro lado del pas, enlas sierras de Sinaloa y Sonora. Algoque no llegara nunca a estas tierras.Desde entonces, Los Cavazos han sidoreconocidos como un derroche de co-lor y tradicin. El comprador encuen-tra artesanas mexicanas de diversosestados, muebles rsticos y modernis-tas, artculos de forja. Los tonos vivosde las pinturas al leo engalanan elrecorrido, las cuales son puestas jun-to a modernos jarrones cubiertos concristalera y adornos de cermica. Lospaladares de los forneos se deleitanen las tiendas golosinas, postres regio-nales y aguamiel. Las plantas son unproducto importante y se exhiben detodas las especies y hay macetas paratodos los gustos y necesidades.

    El local de Don Jos es uno de losms atrayentes: en la banqueta se ex-hiben dos guras de alazanes en tama-o natural, uno negro y otro castao,entre los que destacan algunas sillasde montar y carritos mecnicos de mo-nedas. En la fachada reposan empotra-dos dos bustos de caballos junto a som-breros y artculos de piel que cuelgande estructuras metlicas. El interiores an ms impresionante: vitrinasrepletas de artculos de piel de todotipo y souvenirs. De los estantes demadera que rodean la tienda penden

    sombreros, bolsas, ropa, chalecos,chamarras y jorongos, entre muchascuriosidades ms. El amplio espacioest asombrosamente colmado de tra-dicin. Las sillas de montar que estnalineadas en uno de los rincones, sonde diversos materiales y calidad, todasellas huelen a cuero de variados colo-res, unas grabadas y otras con incrus-taciones metlicas.

    Tras el colgador en el que el comer -ciante se apoya, hay una estanteraque muestra decenas de sombreros.Tambin hay un espejo con algunosadornos y fotografas de l con perso-

    najes de la poltica local y nacionalpuestos en evidencia, entre ellos, el exgobernador, Natividad Gonzlez Pa-rs. A un lado, centenares de cintos decuero y piel penden de percheros en-cajados en la pared. Al fondo del localhay una ventanilla que encierra unapequea ocina en donde se ubica lacaja de cobro y a un lado del cristal, enun marco de cuero hay una foto de larecin fallecida cantante grupera, Jen-ny Rivera. El comerciante recuerda losaos de bonanza: en los aos 90 y hastael 2005, llegaron a ser 350 comercian-tes en Los Cavazos que eran visitadospor compradores de toda la Repbli-ca y del extranjero. Incluso fuimosejemplo en el estado y hasta vinierona pedirnos asesoramiento de cmo

    fue que se hizo el mercado. Tenamosmuchos visitantes. Ahora ha habidomucho menos, debido a lo que ustedya se imagina dijo, sin mencionar cla-ramente que la delincuencia es la queafect principalmente a los negociosde la zona. Ese tema es un tab en LosCavazos. Se dice en voz baja o de plano,no se menciona. Los diversos hechosdelictivos ocurridos aqu forzaron mu-chos locales a cerrar sus puertas por lafalta de clientes y el miedo continuo.Ahora, slo la mitad abre entre sema-na y los sbados y domingos no se lle-gan a juntar ms de 250 comerciantesen total.

    IV

    A un lado de la talabartera est laMolienda Villaln. Tiene ms de 60aos de existencia y fue fundada porRafael Villaln y su esposa Alicia, peroahora es manejada por sus nietos. Des-de las nueve de la maana empiezana trabajar, comenta una de las depen-dientas que aceptar platicar pero noquiere dar su nombre. Explica que lasventas han estado ojas durante losltimos aos, pero que desde la pasa-da temporada vacacional de SemanaSanta hay un poco ms de clientela,cuando menos los nes de semana.Mientras prepara la masa para el pan

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    8 _Crnica Regionalde elote, mezclando los granos molidoscon azcar, harina y mantequilla, diceque los paseantes han regresado a los pa-rajes de los alrededores y por ende a LosCavazos, porque ya traen sed y llegan acomprar aguamiel o llegan por un eloteo un dulce regional, pero es ms por latemporada de vacaciones. Una vez listala masa, un joven trabajador que aguar-da junto a ella, la vaca en sartenes deacero que se calentarn a fuego lento enhornillas colocadas en un extremo del

    local. Cada diez minutos el empleado re-tira los sartenes de la lumbre para dar lavuelta a la preparacin, con una manio-bra en la que utiliza la misma tapa delcazo y una vez listos, son dispuestos envitrinas cerradas para su venta

    Las muebleras en Los Cavazostambin cobraron fama en su poca deprosperidad; en un principio ofrecanmuebles de estilo rstico, y poco a pocofueron variando para incluir mueblesmodernos. De stas lleg a haber 30 yahora slo quedan menos de diez. Lamayora de los comerciantes son extor-sionados por la delincuencia y algunosya han sido levantados, comenta entresusurros un mesero de un restauranteque se identic slo como Vctor, aun-que aclara que no es su nombre real: dehecho, ahorita hay un chavo que levan-taron de una molienda. Es la segundavez que se lo llevan y pidieron como 25mil por l. Quin sabe si ya los pagaran,pero l no ha regresado por aqu. Lapresencia del alcalde, Homar AlmaguerSalazar sera necesaria, pero nunca seaparece por el lugar, asegura este hom-bre y muchos otros de los trabajadores dela zona.

    A Don Jos le gustara que el alcaldecompruebe las situaciones de inseguri-dad que viven a diario, que contradicenlas armaciones del edil, quien debevenir para demostrar lo que dice que lainseguridad no existe en nuestro pueblomgico de Santiago, Nuevo Len.

    Durante la conversacin, Don Joses interrumpido por un cliente que lepregunta por el precio de una silla demontar, pero l amablemente le pidea su hijo, quien colabora en el nego-cio, que lo atienda. Entonces continareclamando tambin el apoyo de la Se-cretara de Turismo porque arma quede las ventas de este sector comercialdependen fabricantes y productores dediversos estados de la Repblica, comoPuebla, Jalisco y Guanajua-

    to y Tamaulipas, entreotros. Proveen de pro-ductos e insumos alos mercaderes.Hay negociosque vendendesde cienhasta milelotes, de-pendien-do del day muchasp e r s o -nas sonlas queviven deese negocioaqu y en Ta-maulipas y lecorresponde aTurismo atenderesta rea, de venir yver esta situacin tandifcil, tienen la obligacinde promover esto. Generamos em-pleo no slo a Nuevo Len, sino a todala Repblica, pero nadie lo promueve.

    Categrico, Don Jos, quien milita enel PRI, arma que el alcalde AlmaguerSalazar, emanado del PT, no los ha que-rido recibir en su despacho para dialogaracerca de las necesidades de los vendedo-res de Los Cavazos, pero en cambio s hapermitido que las banquetas y esquinasdel sitio comercial sean invadidas porvendedores ambulantes.

    Les roban la poca venta que pu-dieran tener pagando una cuota de 20pesos de permiso para poner una mesacon productos similares a los de ellos,aunque ms baratos. Vienen sbadoy domingo y noms dejan la basura,se ponen afuera de los negocios esta-blecidos como los nuestros, que s pa-gamos impuestos y servicios pblicos,se queja el lder. La situacin ha sido

    tan desgastante, aade, que

    l sera el primero quecon gusto pagara

    hasta 40 pesos alos inspectores

    de comercioporque lepermitie-ran co-l o c a r s ea f u e r ade sup r o p i onegocio

    con sus

    m i s m o s

    productos,para vender

    ms, como lo

    hacen los am-

    bulantes.Hubo una poca

    en que la talabartera ElCaballito era atendida hasta por

    15 personas, todas integrantes de sufamilia: hijas, hijos, nietos, sobrinos.Ahora slo despachan l, un hijo yuna joven empleada en el turno ma-tutino. Por las tardes Jos ngel se pasael da viendo televisin o leyendo elperidico, hasta que llega la hora decerrar y al hacer el corte de caja, y con -rmar que el miedo sigue rondandolos comercios.

    De nada vale que muestren los reci-bos a pagar con muchos ceros en los ser-vicios pblicos, o la letra de la hipoteca ode la renta, ni que aclaren que no tienefondos en sus cuentas bancarias, los quellegan a pedir el piso, los secuestradoresy ex torsionadores, creen an en la mti-ca opulencia de la zona. Actan como sian fueran tiempos de bonanza en LosCavazos y aunque las vacaciones atraenms compradores, falta mucho para quela zona vuelva a ser lo que era. Si las auto-

    ridades no aportan algo a su causa, armaDon Jos ngel, ser difcil reactivar la ac-tividad econmica y ms negocios sernarrastrados a esta muerte anunciada.

    V

    Como homenaje al arte y a la huma-nidad se colocaron diez esculturas monu-mentales a lo largo de la carretera nacio-nal, a la altura del municipio de Santiago.Pero para Don Jos ngel, lo que se nece-sita en la zona comercial Los Cavazos esuna estatua en honor al arte del miedo.En enero pasado fue creada por autorida-des locales y estatales lo que llamaron LaRuta Escultrica de Santiago, que pocobenecio ha trado a la poblacin local.Con tono enftico, los comerciantes ex-

    plican que su demanda principales esuna solucin a los problemas de insegu-ridad que han propiciado el replieguede la economa de toda la zona. Dice quequieren: una estatua que diga que esemiedo es el que nos tiene acobardados yel que no nos permite que podamos cre-cer. Estamos completamente destrozadosen este lugar. Una estatua al miedo es laque deberan alzar en Los Cavazos, repiteJos ngel mientras espera impaciente-mente la llegada del primer cliente delda, recordando la poca en la que no sedaban abastos para atender a los cientosde visitantes que ya no vienen pero quequiz algn da regresen.

    A Don Josle gustara que el alcalde

    compruebe las situacionesde inseguridad que viven

    a diario, que contradicen lasarmaciones del edil, quiendebe venir para demostrar

    lo que dice que la inseguridadno existe en nuestro

    pueblo mgico de

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    _Crnica InternacionalLa cocana -alguna vez un comer-cio minsculo, benigno y legal en

    un lugar recndito de los Andes-se con-virti, bajo la creciente presin norteame-ricana, en comercio ilegal en los aos 50.Esto desencaden el crecimiento espec-tacular de los crteles colombianos de losaos 80. Pongamos en perspectiva hist-rica la dimensin de este auge. Los sumi-nistros legales de cocana a principios delsiglo XX llegaron a su mximo de aproxi-madamente diez toneladas (mtricas)

    alrededor de 1900 y decayeron a menosde una tonelada en 1950. La cocana quelleg de contrabando de los Andes a Esta-dos Unidos volvi a sumar una toneladaen 1970, un ao despus de que Nixon ledeclarara la guerra al narcotrco, y dosaos antes de que se formara la burocra-cia expansiva trotamundos de la DEA.Para 1980, los renadores y contraban-distas de cocana, en aumento, enviabanalrededor de 100 toneladas hacia el norte,cifra que se multiplic por 10 durante elboom de los aos 80 para alcanzar miltoneladas en 1990. Para mediados de losaos 90, la creciente presin estadouni-dense ahuyent hacia el norte de Mxicoel trco rentable al mayoreo. Esto fue elpreludio al actual enfrentamiento entrecapos del narcotrco y el Estado mexi-

    cano. La actual capacidad de coca ilcita,segn los distintos datos de las NacionesUnidas y de Estados Unidos, es de entremil y mil 400 toneladas mtricas, o msde 100 veces la cifra del ao 1900, cuandose dio el auge de la comercializacin legalde la cocana.

    Noventa por ciento de la cocana es-tadounidense circula por la inextricablefrontera entre Mxico y Estados Unidos,manejada por grupos de narcotracanteslocales. A travs de los aos, los exporta-dores mexicanos de drogas se han diver-sicado con mariguana, metanfetaminasy herona. Sin embargo, cerca de la mi-tad del uso recreacional de la cocana selleva a cabo en Estado Unidos, donde eldesembolso por esta droga constituye lamitad de los 80 mil millones de dlaresen ventas ilegales de drogas. Dado este

    incremento asombroso en el suministrode la droga, no sorprende que el preciode venta al pblico haya cado en picadadesde los aos 70. El objetivo de la DEAera el contrario: hacer que los precios delas drogas aumentaran para que ya no es-tuvieran al alcance de los adictos y de losconsumidores ocasionales.

    El auge y la cada de la cocana legal:1885-1947

    El boom de cocana de la regin an-dina a nales del siglo XX en realidad sefund en los restos de la economa legalcaduca de la cocana, la cual leg las tcni-cas y redes regionales al naciente comercioilcito. La produccin de cocana, principal-mente para analgsicos y otros usos me-

    dicinales, atraves por dos fases. Primerodespeg entre 1885 y 1910, estimulada porcompaas farmacuticas alemanas, con-sumidores y autoridades estadounidensesy por las lites mdicas y regionales perua-nas. La segunda fase fue la disminucinconsiderable de la mercanca de 1910 a -nales de los aos 40, que se debi a planta-ciones rivales coloniales en Java holande-sa y en Formosa japonesa, disminuyendoel uso medicinal de la cocana y el impactooriginal de la campaa norteamericana yde la Sociedad de Naciones para prohibirla cocana calicndola de narctico.

    En un giro inesperado, despus de1905, Estados Unidos -quien en el inicioimpuls fervientemente la droga-se con-virti en el enemigo global de la cocanadespus del pnico nacional sobre el usopopular y los abusos de las compaas far-macuticas. Sin tener intereses colonialesformales, las primeras autoridades anti-drogas estadounidenses se convirtieron endefensores de la erradicacin de las drogasdesde sus orgenes. Sin embargo, hastala dcada de 1940, a pesar de su crecienteinuencia informal en la regin andina,Estados Unidos no pudo coaccionar niconvencer de los males de la cocana a lasnaciones productoras.

    La industria en Per, basada en latecnologa local para hacer sulfatos decocana con hoja de coca de cultivo ind-gena (cocana cruda, un antecedente de

    la actual pasta bsica de cocana o PBC),disminuy y se centraliz en una reginandina centro-oriental: la provincia deHunuco, ligada a los campos de coca delAmazonas del Valle del Alto Huallaga.

    Esta cultura precursora de drogas dejtres legados principales. Primero, la coca-na legal era principalmente un comer-cio apacible, salvo por algunos caudilloslocales que vivan del comercio y reclu-tamientos laborales de enganche en lasplantaciones de coca fronterizas en la CejaAndina. Segundo, economas legales decocana como la del Per no generaron, nidurante su auge ni su cada, redes de con-trabando transfronterizas (aun cuando yase conocan los placeres recreativos de lacoca y la existencia de bandas de robos de

    frmacos en Estados Unidos y en Europa).Un mundo multipolar de cocana preva-leci entre 1910 y 1945, cuando algunasnaciones como Estados Unidos lograronprohibir el uso no medicinal de la coca-na, y otros como Per y Holanda abier-tamente fabricaban y toleraban la droga.Esta diversidad de regmenes no generincentivos en los precios del mercado ne-gro ni caus una competencia violenta.Tercero, el comercio caduco y anticuadode la cocana sobrevivi como la base dela vida en la regin apartada de Hunu-co, e hizo que para nales de la SegundaGuerra Mundial se convirtiera en el lti-mo baluarte mundial de produccin tra-dicional de cocana.

    Nace la coca ilegal, 1947-1973

    Despus de la guerra, Estados Unidosemergi como la indiscutible potencia enasuntos mundiales relacionados con lasdrogas, con su visin erradicacionista am-pliada por medio de las nuevas agenciasantidrogas de las Naciones Unidas como laComisin de Drogas Narcticas (CND, porsus siglas en ingls). En combinacin conregmenes obedientes, alineados del ladoestadounidense durante la Guerra Fra, elBur Federal de Narcticos (FBN, por sussiglas en ingls) y el Departamento de Esta-do nalmente pudieron realizar su antiguameta de criminalizar la cocana (y en papel,hasta la hoja andina de coca): en Per en1948 y en Bolivia en 1961, despus de sucatica revolucin de 1952.

    La consecuencia inmediata de la cri-minalizacin total de la cocana -acompa-ada en 1947 de una campaa secreta en elextranjero por parte del FBN en contra dela cocana andina-fue el nacimiento, la di-fusin y el crecimiento de un circuito ilcitode produccin de cocana.

    Geogrcamente, la cocana ilegal eraun movimiento popular, descentralizadoy uido de qumicos modestos, contraban-distas y dueos de centros nocturnos quesurgieron de mundos sociales diversos, in-cluyendo refugiados y emigrados cultura-les. Ellos se unieron para establecer nuevosmbitos de distribucin de drogas y estacio-nes de paso en toda Sudamrica y el Caribe.

    El trco de cocana no fue productode redes internacionales de una maa nide crteles criminales. A principios de losaos 60, un nuevo grupo de campesinosproductores de coca se uni a estos con-trabandistas cada vez ms astutos y ex-perimentados. Campesinos de las tierrasaltas, marginados durante la dcada dedesarrollo de los aos 60 patrocinada porEstados Unidos empezaron a emigrar enmasa hacia las tierras bajas de Bolivia yla parte occidental de Per, atrados por elespejismo de los proyectos amaznicos dedesarrollo. La unin de los contrabandis-tas con una base de suministro jo entrelos campesinos andinos caus la erup-cin descontrolada de la cocana en lasdcadas siguientes.

    Al revisar los archivos de la polica, apa-recen patrones ms amplios y muchos deellos apuntan a una inuencia de la GuerraFra. La droga ilcita naci en la regin Hu-nuco-Alto Huallaga del oriente de Per,cuando en 1948-1949 el rgimen militar proestadounidense del general Manuel Odratom medidas enrgicas en contra de las l-timas fbricas legales del pas, encarcelandoa varios manufactureros (a quienes calicde subversivos de izquierda) y mandando aotros por conductos clandestinos. La tcnicaque pas a manos ilcitas era la tradicionalcocana cruda de la jungla peruana, quelos campesinos contratados podan adoptarfcil y econmicamente con qumicos dedesarrollo como el queroseno y cementocon cal.

    Para los aos 50 los contrabandistas

    llevaban PBC andino a renadores de pol-vo de cocana (HC1) por dos rutas principa-les de transbordo: un traslado caribeo vaLa Habana (un centro de maosos latinoa-mericanos atrados por regmenes corrup-tos y dlares hedonistas), y por el norte deChile, donde los clanes de comerciantes deorigen rabe de Valparaso movan la cocapor la costa occidental va escondites, y conaliados panameos y mexicanos. Mientrastanto, la represin estricta de la cocana enPer, apoyada por Estados Unidos, y la fal-ta de autoridad e inuencia estadouniden-se en la Bolivia revolucionaria, signicque la produccin clandestina de PBC seextendiera rpidamente a Bolivia, que seconvirti en el principal sitio de incuba-cin de la cocana ilegal durante los aos50 con docenas de pequeos laboratoriosdesperdigados por todo el territorio.

    A principios de los aos 60, la cocanase encontraba en todo el hemisferio. Ha-ba esferas prsperas de consumidores ycontrabando por todo Argentina y Brasile incipientes consumidores (todava lati-nos o afroamericanos, principalmente) enciudades de Estados Unidos como NuevaYork y Miami. Dos hitos de la Guerra Fraaceleraron el ascenso de la cocana. Pri-mero, la revolucin social de Fidel Cas-tro en 1959 expuls de La Habana a lanaciente clase de tracantes de cocana,quienes llevaron sus habilidades y con-tactos a Sudamrica, Mxico y en ciertos

    casos hasta a Miami y a Nueva Jersey. Es-tos exiliados de derecha, no Castro, comoalegaban en pleno fervor anticomunistade la poca, formaron la primera red in-ternacional de narcotracantes profesio-nales. Segundo, los esfuerzos de EstadosUnidos para recobrar autoridad sobre larevolucin de izquierda del Movimien-to Nacionalista Revolucionario (MNR)en Bolivia llev en 1961 a una campaaantinarcticos en conjunto con ese pas (ya un cambio militarizado conservador en1964) que caus la emigracin de miles decampesinos y tracantes a las regiones co-caleras inaccesibles y fronterizas de Cha-pare, Santa Cruz y Beni, en las tierras bajasde Bolivia. Mil novecientos sesenta y unotambin fue el ao de la Convencin ni-

    ca de Estupefacientes de Naciones Uni-das que codic internacionalmente porprimera vez la visin erradicacionista deEstados Unidos sobre la coca andina.

    Entretanto, las autoridades antidro-gas de Estados Unidos, que estaban alar-mados por su incapacidad de detener lanueva droga, organizaron numerosascumbres secretas en Latinoamrica (1961-1964) junto con misiones de NacionesUnidas y redadas de Interpol. Estas me-didas represivas contribuyeron al espar-cimiento de los grupos habituales de tra-cantes y contrabandistas. Sin embargo,para nales de los aos 60 el incrementode regmenes autoritarios burocrticosrespaldados por Estados Unidos en pa-ses como Brasil y Argentina hizo que lasrutas de larga distancia de la cocana pa-

    saran por Chile: la nica democracia vigo-rosa del continente, donde el desmantela-miento de los clanes originales de drogasen el norte en los aos 50 provoc un co-mercio competitivo de exportacin, liga-do a un suministro ms dinmico de pastade coca boliviana y una vez ms, peruana.Para 1970, las autoridades antidrogas nor-teamericanas estaban extremadamentealarmadas por el ascenso de esta nuevacadena del producto ilcito, todava fue-ra del alcance del pblico. En realidadlas dos dcadas de esfuerzos desespera-dos por contenerla haban causado suproliferacin.

    En retrospectiva, hay dos aspectosde la cultura de la cocana en los aos60 que deberan de haberlos tranquili-zado. Primero, el comercio se llevaba acabo sin violencia: la red que tracaba

    cocana era pacca, parecida a muchasformas tradicionales de contrabando enlas fronteras latinoamericanas. Los chi-lenos y los cubanos no se mataban entres en las calles disputando territorios nipartes del negocio. Segundo, ese comer-cio estaba geogrcamente contenidoen lugares muy remotos de Sudamrica:en terrenos deforestados en el oriente dePer y en Bolivia, y en su mayor partesacado por contrabando desde el antpo-da Chile. Dejando de lado el blowbackdela intromisin estadounidense, la coca-na era un asunto casero en Sudamrica.

    En un giroinesperado, despus

    de 1905 Estados Unidos-quien en el inicio impulsfervientemente la droga-

    se convirti en el enemigoglobal de la cocanadespus del pnico

    nacional sobre el usopopular y los abusos

    de las compaasfarmacuticas

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    El ascenso y la cada de los crtelescolombianos, 1973-1995

    Antes de los aos 60, Colombia no parti-cipaba sistemticamente en el comerciosudamericano de la cocana, aunquecontaba con empresarios astutos, contra-bando regional, crecientes exportacionesmarimberas de mariguana desde la costanorte caribea, y con un legado terrorcode violencia cotidiana en los aos 50. Conla llegada tarda de los colombianos du-

    rante la era de Richard Nixon (1969-1974),la cocana adquiri una dimensin polti-ca hasta entonces desconocida.

    Dos eventos de la Guerra Fra propul-saron la cocana hacia el norte. El primero,consecuencia de la vigorizada poltica ex-terior anticomunista de Nixon-Kissinger,fue el golpe militar en Chile de AugustoPinochet en septiembre de 1973. Ademsde desmantelar la democracia chilena,Pinochet, para congraciarse con Nixon ysu recientemente formada DEA, lanz anales de 1973 una campaa draconianaen contra de los principales tracanteschilenos de cocana, a quienes encarcelo expuls con rapidez del pas. El impacto-en 1970 los colombianos de bajo rangoeran mulas de los grupos chilenos- fueun cambio rpido de la ruta de la pasta

    de coca campesina de Huallaga y de lastierras bajas de Bolivia hacia el norte,pasando por el pueblo fronterizo amaz-nico de Leticia y luego hacia el centro deColombia. Contrabandistas pioneros enMedelln como Pablo Escobar y los her-manos Ochoa reestructuraron el comer-cio y expandieron de forma espectacularsu escala y alcance. El segundo eventofue la declaracin de Nixon en 1969, porrazones polticas, de la guerra en contrade las drogas, principalmente en contrade la benigna mariguana (el opio de losalumnos antiguerra y de la cultura juve-nil) y de la herona (un verdadero opiotemido por los veteranos de la guerra deVietnam y el chivo expiatorio de la ola decrmenes de negros en las ciudades esta-dounidenses en decadencia). Las disposi-ciones enrgicas tomadas con respecto aestas drogas los recorridos areos de laOperacin Intercepcin, el bloqueo de lafrontera mexicana y las medidas en con-tra la red del trco de herona llamada laConexin francesa crearon una aper-tura perfecta del mercado a la cocana an-dina, introducindose en la cultura esta-dounidense de principios de los 70 comouna droga blanda glamurosa y costosa.Era ms fcil, seguro y rentable tracar co-cana, por lo que los proveedores de motade Colombia, Miami y Mxico cambiaronrpidamente de producto.

    Se ha hablado mucho de los crtelescolombianos trmino equivocado paraestos robustos negocios regionales defamilia, pero se sabe poco sobre su na-cimiento. Una vez propulsada a Colom-bia, la cocana prosper en lugares como

    Medelln. No es casualidad que fuera elepicentro empresarial nacional en deca-dencia. Empresarios como Escobar, Ochoay Carlos Lehder se aprovecharon de lasrutas de transporte al mayoreo por lasislas caribeas, de los trabajadores colom-bianos desperdigados en lugares comoMiami y Queens, y de la falta de atencinde la DEA en los aos 70 (la cocana anera considerada una droga blanda de losricos). Para 1975, el comercio se haba ex-pandido a cuatro toneladas, y para 1980los colombianos estaban moviendo 100toneladas de cocana a Estados Unidos,disminuyendo los precios. Las exporta-ciones se concentraban en tres principa-les grupos regionales: Medelln, Central(Bogot) y Cali (del Valle). Esta ltima erauna nueva ciudad en expansin, conve-nientemente cerca al puerto de Buena-ventura en el Pacco, donde operabanclanes como el de Rodrguez Orejuela y elde Herrera. Sin embargo, hasta principiosde los aos 90, Medelln, bajo el liderazgocarismtico de Escobar, manejaba alre-dedor de 80 por ciento del comercio, msde la mitad proveniente de pasta de cocaproducida en Huallaga en el oriente dePer, y lo dems de Bolivia.

    Para mediados de los aos 80 habacerca de 22 millones de consumidoresde cocana en Estados Unidos. Preciosa la baja y mercados de descuentos ra-cialmente etiquetados (como el crack

    afroamericano), as como la crecienteviolencia relacionada con la droga hi-cieron que la cocana se convirtiera en elpeor mal segn los guerreros antidrogasestadounidenses, la prensa y el pblico.Propagada por los republicanos Reagany Bush, la histeria de la cocana llev ala drstica militarizacin de la campaaen el extranjero en contra de la plantade coca. Era difcil encontrar aliados con-ables entre los regmenes tolerantes dela droga de Per, Colombia y Bolivia du-

    rante su narcorgimen corrupto de GarcaMeza. La escalada de los esfuerzos he-misfricos en Per (ayuda militar directay una base militar armada en la Hualla-ga), Bolivia (Operacin Blast Furnace yfuerzas UMOPAR antidrogas entrenadaspor Estados Unidos), Colombia (un pactoforzado de extradicin para nes de los80) y Panam (la invasin en 1989 paraderrocar a Manuel Noriega, ex aliado deEstados Unidos) no pudieron detener ala cocana. Todo lo contrario. La presinnorteamericana provoc, por una parte,la mejora en las habilidades comercialesde los narcotracantes y en su capacidadpara ocultarse, por la otra, la duplicacinde la coca amaznica entre 1982 y 1986(cosechas aseguradas contra tierras cap-turadas) y, tambin, la baja del precio al

    mayoreo de la droga, de 60 mil a 15 mildlares el kilo (registrado en el sur deFlorida) a lo largo de la dcada.

    La competencia y los intereses mone-tarios aumentaron a millones de dlarespor cargamento y los colombianos recu-rrieron a la violencia estratgica, en con-traste con el anterior comercio pacco dela cocana. Los colombianos desplegaronsicarios en Estados Unidos en contra delos restantes distribuidores cubanos. Paraprincipios de los 80, la ciudad de Miamiestaba abrumada por guerras entre pan-dillas donde los vaqueros de la cocanade la era de Miami Vice luchaban porcontrolar un pedazo del territorio.

    En Colombia, la violencia seguasiendo principalmente un arma defensi-va contra policas e informantes, aunquelos sobornos eran una prctica bastante

    efectiva. Los tracantes, como cualquierclase empresarial creciente, intentaronprimero conseguir una mayor legitimi-dad social: se postularon para gobernan-tes (Escobar fue brevemente senador delPartido Liberal), nanciaban a candida-tos, ofrecan treguas estratgicas y apoyoscal al Estado y proporcionaban servi-cios locales y organizaciones bencas.Pero la mezcla de la presin por parte deEstados Unidos y la ansiedad colombianacon respecto a las inltraciones del narcoen el gobierno llevaron a un rompimien-to de este equilibrio a mediados de losaos 80. Despus de 1984, la impunidadrelativa de los narcotracantes disminu-y (empezando con la expulsin por par-te del ministro de Justicia, Lara Bonilla,del polticamente ambicioso Escobar), y

    los tracantes respondieron con una des-carga de ataques simblicos y puntualesen contra del Estado colombiano: bom-bardeos terroristas, secuestros, asesinatosde jueces, candidatos nacionales y perio-distas, incluyendo el asesinato del mismoLara Bonilla.

    Colombia, de por s inundada de vio-lencia poltica (incluyendo una ola do-mstica de guerrillas y paramilitares), seconvirti en la capital mundial de homi-cidios. Entre 1980 y 1990, Medelln sufriun enorme incremento de asesinatos, de730 a cinco mil 300 por ao, anticipandola suerte actual de Ciudad Jurez. Escobarmoviliz a su ejrcito de asesinos contratodo enemigo, hasta llegar a una guerraabierta entre el crtel de Medelln y el go-bierno despus de 1987, cuando EstadosUnidos lanz con Colombia una polticade extradicin judicial de los peces gor-dos. Esta ofensiva Barco-Bush sealabala falta de conanza en el desarrollo de lasinstituciones colombianas y desalent lasiniciativas nacionales serias para llegar auna solucin de acuerdos polticos conlos narcotracantes. Se registraron algu-nas victorias simblicas, pero fueron loscolombianos, y no los estadounidenses,quienes pagaron el alto precio en sangrey en un deterioro de los derechos huma-nos, incluyendo a nales de 1993 la dra-mtica cacera humana y el asesinato delpersonaje fugitivo Escobar.

    Si actualmente sirve de leccin paraMxico, la guerra de principios de los90 en contra de Medelln y de los de-

    ms crteles en realidad no funcion.Su principal logro fue que el centro degravedad de la cocana se desplazara deesa ciudad sitiada hacia la de sus riva-les en Cali. Varios observadores de esapoca interpretaron la campaa comoun acuerdo tcito entre el Estado co-lombiano y los tracantes ms discretosy cooperativos en contra de personajesimprevisibles como Escobar. El crimin-logo Michael Kenney hbilmente ilustrque la intervencin estadounidense y larepresin relacionada con las drogas enColombia durante los aos 90 llevaronen ltima instancia al desarrollo de or-ganizaciones de narcotracantes muchoms ecientes . Colombia ahora alberga ams de 600 redes de exportacin de drogasbien camuadas, a los llamados cartelitos

    boutique, que se han diversicado con es-trategias globales de exportacin (a Brasily a Europa), con drogas complementarias(herona en los aos 90 y ms reciente-mente frmacos adulterados) y tecnolo-gas mejoradas (contrainteligencia de altatecnologa, coca genticamente alterada,submarinos escondidos).

    Otras dos medidas represivas de laguerra antidrogas cambiaron la geogra-fa de la cocana. Primero, a principios ymediados de los aos 80, alarmados porla intensidad del narcotrco, el lavadode dinero y la violencia ligada a las pan-dillas en el condado de Dade -el puntoprincipal de entrada de la cocana colom-biana-la DEA y los agentes federales con-centraron sus esfuerzos para interceptardroga en las costas del sur de Florida. LaFuerza de Tarea Conjunta de Florida, detipo militar, y ofensivas como OperacinPez Espada integraron a ms de dos milagentes liderados por el vicepresiden-te George H.W. Bush. Para nales de losaos 80, los colombianos estaban activa-mente retirndose del corredor Caribe-Florida. La redada de 1992 que llev a lacaptura del tracante Harold Ackermany a la exposicin de la red que controlabafue la gota que derram el vaso para losexportadores de Cali, quienes ya usabanpuntos de embarque alternativos va Pa-nam, Centroamrica y el norte de M-xico, agenciados por el hondureo Juan

    Matta Ballesteros. Drogas residuales delCaribe uyeron por Hait, el Estado fallidoms cercano a las fronteras estadouniden-

    ses (ms an despus de la intervencinen contra de Aristide), manejadas por sucodiciosa casta militar de la era Duva-lier. En general, las incursiones en los 80en contra de la cocana colombiana enFlorida generaron un poderoso empujnblowbacka los nacientes narcotracantesmexicanos.

    El desplazamiento de la cocana a Co-lombia fue otro cambio estructural de -nales de los 90. La presin estadouniden-se y los regmenes de derecha lograronpor ltimo reducciones visibles de la cocailcita andina. En Per, el rgimen autori-tario Fujimori-Montesinos, alarmado porel lucrativo baluarte Huallaga que esta-ba bajo el control del Sendero Luminoso,adopt polticas militares de supresin,incluyendo el corte del puente areo de la

    cocana hacia el norte. En Bolivia, el PlanDignidadpatrocinado por Estados Unidos,nalmente termin con las exportacionesde pasta de coca, dejando, sin embargo,a su paso el movimiento militante cam-pesino de la coca, que propulsara, comoblowbackpoltico, al cocalero nacionalistaEvo Morales a la presidencia en 2005. Estasvictorias temporales simplemente movie-ron la cosecha de la coca a Colombia, unpas con poca tradicin cocalera indgena,concentrando de forma masiva la indus-tria vertical-integrada agro-industrial de lacocana para nales de los aos 90. La co -cana haba dado otro paso enorme haciael norte.

    El desenlace de estos cambios en lacocana fue el Plan Colombia de 1999, es-tablecido en el ltimo ao de gobierno deldemcrata Bill Clinton, y luego adoptadoen Bogot como alianza estratgica de fac-to por el presidente conservador lvaroUribe. Han habido muchos debates acercadel Plan Colombia el costo en derechoshumanos incluye a casi cuatro millonesde desplazados internos, versus las ga-nancias aparentes en contra del crimenurbano y los viejos movimientos insur-gentes de izquierda. Pero un resultadoes bastante claro: como poltica antidrogasha fallado por completo en su intento pordetener el comercio de la cocana que si-gue prosperando en los Andes. Vendidode manera costosa y con el objetivo de

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    eliminar la cocana ilcita, el Plan Colom-bia se considera ahora en Washington unprograma exitoso de seguridad o de desa-rrollo de nacin, precursor y modelo parala guerra contra el narcotrco en Mxico.

    Mxico aprovecha las oportunida-des, 1985-2010

    Desde mediados de los 90, el lugarms caliente y rentable del viaje de lacocana hacia Estados Unidos ha serpen-teado miles de kilmetros hacia el nortehasta llegar a la zona fronteriza entre Es-tados Unidos y Mxico -hasta el mercadoestadounidense y sus instituciones an-tidrogas-. Desde 2007, la ofensiva respal-dada por Estados Unidos del presidentemexicano Felipe Caldern en contra delnarcotrco ha provocado una explosinde violencia con la intensidad de unaguerra civil. Los mismos guerreros anti-drogas de Washington, cuyas polticasdel pasado contribuyeron al violento des-plazamiento hacia el norte de la cocana,tienen pnico por la desestabilizacin desu frontera.

    Desde principios del siglo XX, ciuda-des fronterizas como Tijuana, Nogales yJurez vieron el contrabando de frmacospatentados ilegales (incluyendo cocana),

    alcohol prohibido antes de la SegundaGuerra Mundial, opiceos caseros y luegomariguana entre los aos 40 y 60. Para ladcada de los 70, en la prehistoria de lasorganizaciones de narcotracantes mexi-canas, la ciudad de Culiacn, Sinaloa,emergi como la capital del comerciomexicano de drogas, pues estaba inmersaen una fuerte cultura regional de bandi-dos y contrabando a la que se le vinierona sumar los nuevos cultivos fronterizos dedroga y el trco casual hippie. En la ac-tualidad, la mayora de los narcotracan-tes mexicanos siguen saliendo de las cla-ses bajas del norte, aunque muchas vecesalineados y profesionalizados con empre-sarios locales y polticos cultivados duran-te dcadas de gobierno priista. La disper-sin de las maas de narcotracantes de

    Cuba a principios de los 60 trajo la prime-ra ola importante de coca a Mxico. Paramediados de los 70 (despus del bloqueode la Operacin Intercepcin de Nixon,en 1969-1970, de la mariguana y amapo-la mexicana), la cocana encontr un ca-mino ordenado por Mxico, junto con lamultitud de drogas que siempre han cru-zado y seguirn cruzando Mxico por tie-rra y por mar. Sin embargo, a mediados delos 80, la organizacin de Herrera en Caliaument el envo de cocana a Culiacn yMazatln. Segn cifras del Departamentode Estado, para 1989 la tercera parte de lacocana para el mercado estadounidenseentraba por Mxico; para 1992, esa cifraalcanz 50 por ciento, y para nales delos 90 era de 75 a 85 por ciento. A media-dos de los 90, los ingresos generados porexportacin de droga en Mxico, debido

    principalmente a este repentino aumen-to de cocana, se reportaban entre 10 milmillones de dlares (segn cifras ocialesestadounidenses) y 30 mil millones dedlares (cifras mexicanas). De cualquierforma exceda los ingresos del mayor pro-ducto mexicano de exportacin, el petr-leo (7.4 mil millones de dlares).

    Este cambio fue un efecto blowbackde la presin estadounidense sobre el cr-tel de Medelln en los 80, as como de laprohibicin de los corredores areos y ma-rtimos de narcotrco en Florida. El poderpas a Cali, que tena sus redes diversica-das en el Pacco. La cocana pasaba porCentroamrica, destrozada por las com-plicadas guerras civiles (tena aliados yrefugios entre mltiples personajes comolos contras nicaragenses apoyados por

    la CIA). Los colombianos se asociaroncon tracantes mexicanos especializadosen cruzar mercanca por la frontera, pri-mero pagando una simple comisin demil a 2 mil dlares por kilo. Pero algunosmexicanos, empezando por el sinaloenseMiguel ngel Flix Gallardo, quisierondiversicarse y rpidamente les ganaronel poder a los colombianos, exigiendoms bien la mitad de la tajada en especie.Al comercializar ellos mismos la cocanasus ganancias se multiplicaron de cinco adiez veces y se desarrollaron redes de nar-comenudistas entre las pandillas mexi-canas en Estados Unidos. Los tracantes

    sinaloenses se dispersaron en el territoriomexicano, en parte como consecuenciade su exposicin tras el caso Camarenaen 1985 (el agente secreto estadounidenseasesinado en medio de intrigas entre o-ciales y narcotracantes), dividindose enuna serie de crteles regionales. La DEAcalcul que el ujo de ingresos del ahoraautnomo crtel de Sinaloa en los aos 90super por mucho el boom previo del deMedelln. Los narcotracantes mexicanos,despus del ao 2000, dieron un paso msal empezar a comprarles directamente alos productores campesinos del otro ladode la frontera en zonas retiradas como

    Huallaga en Per, superando la conexinoriginal colombiana: un factor en la re-ciente revitalizacin del comercio de lacoca en Per. Otras fuerzas contribuyeronal ascenso de la cocana: la crisis econ-mica de la dcada perdida de los 80 enMxico, la agona poltica (1988-2000) delEstado autoritario priista, la transforma-cin social de ciudades fronterizas comoJurez y Tijuana en urbes descontroladasrepletas de miseria y el boom del comer-cio en la frontera con Estados Unidos an-tes y despus del Tratado de Libre Comer-cio (TLC) en 1994. Los mexicanos tambinadoptaron el comercio de metanfetami-nas que lleg de Estados Unidos, y en losltimos aos ha habido una reactivacinde produccin de mariguana para satisfa-cer la demanda en California.

    Las grandes ganancias de la cocanacausaron un cambio geogrco en las or-ganizaciones de narcotracantes mexica-nas que proliferaban en el norte. La drogapas de Sinaloa, donde operaban los pio-neros Pedro Avils Prez y Flix Gallar-do, a bases en el norte, en Tijuana, Jurez,Matamoros, Reynosa, y a lugares de pasoen toda la Repblica Mexicana. As comosucedi en Colombia, los operativos anti-drogas a partir de los aos 70 fortalecieronestas organizaciones, ya que eliminabana los tracantes ms dbiles y menosecientes y favorecan a las estructurasverticales protectoras (aunque estas sondemasiado exibles, innovadoras y basa-das en el mercado para ser denominadascrteles). Una transicin clave ocurria mediados de los 80 cuando Pablo Acos-ta (quien muri en 1986) estableci un

    centro de embarque de cocana al mayo-reo en Ojinaga, Chihuahua (cerca de loscruces fronterizos por ro de El Paso) queaprovech aviones de cargamento paratransportar el producto desde Colombia.Su sobrino, Amado Carrillo Fuentes, segan su apodo El Seor de los Cielos pordominar las rutas areas y se convirtien el narcotracante ms rico y famosode Mxico en los aos 90. Este negocio sefusion con el crtel de Jurez, un grupoformado por el magnate de bienes racesRafael Muoz Talavera con la ayuda delcomandante local de la Polica Federal.Carrillo Fuentes forj lazos con el rgimen

    de Salinas (1988-1994), llevando as al cr-tel de Jurez a su poca dorada de media-dos de los 90, hasta su misteriosa muertedurante una ciruga plstica en 1997. Paramediados de los 90, Jurez sobrepas a Si-naloa para convertirse en la plataformalder mundial de reexportacin de drogas.As como Cali en Colombia, los interesesde Jurez explotaron la campaa poste-rior a 1985 en contra de los sinaloenses.Flix Gallardo dispers a sus hombres entodo el territorio noroccidental mexicano,hasta que fue encarcelado por Salinas en1989. A partir de ese momento, las orga-nizaciones rivales se desarrollaron con

    socios regionales que expandieron o sesepararon de sus antepasados sinaloen-ses, como los hermanos Arellano-Flix deTijuana.

    Otras agrupaciones incluan al crtelde Matamoros, o del Golfo, organizadopor Juan N. Guerra y espectacularmenteexpandido por Juan Garca brego du-rante la era de Salinas. Tras la captura deGarca brego, y su extradicin a EstadosUnidos por el nuevo presidente ErnestoZedillo -un mensaje poltico contunden-te-las fortunas del crtel del Golfo se incre-mentaron ya que el gobierno mexicanose enfocaba ahora en Jurez. La muerte deCarrillo Fuentes de Jurez y la militariza-cin de Zedillo de los conictos relaciona-dos con el narcotrco a nales de los aos90 permitieron que el innovador OsielCrdenas, del crtel del Golfo, reclutara alos Zetas, antiguos miembros de la uni-dad antidrogas del ejrcito, originalmenteentrenados en la Escuela de las Amricasde Estados Unidos. Un caso contundentede blowback, los despiadados y ahora tris-temente clebres Zetas crecieron con lasfuerzas del Golfo y se separaron para for -mar su propio grupo en toda la RepblicaMexicana despus de 2003.

    Para los aos 90, los espectacularesmiles de millones de dlares obtenidos dela cocana y las necesidades riesgosas desu comercializacin, venan a evidenciary minar la tradicional colusin del Estadomexicano con los comerciantes locales dedrogas. Despus de la Revolucin Mexi-cana, los grupos de contrabando ganaroncierto grado de complicidad con los jefespolticos, la polica local y el ejrcito del

    norte. Cuando el Partido RevolucionarioInstitucional (PRI) ascendi como m-quina poltica autoritaria nacional paraprincipios de los aos 40, estos arreglos,aunque a veces inestables, servan paramantener el comercio fronterizo y losujos ilcitos nancieros a niveles acep-tables y con un mnimo de violencia ycompetencia -un equilibrio de Estadoque se echa de menos desde nales de losaos 80. El asalto de la Operacin Cndora las zonas productoras de mariguana yopio en Sinaloa, Chihuahua y Durango anales de los 70, asistido por Estados Uni-dos (junto con el revelador secuestro del

    agente de la DEA Kiki Camarena en 1985)marcaron la desarticulacin del pacto tra-dicional entre el Estado y los tracantes deSinaloa. Estados Unidos hizo un reajustede su apoyo al rgimen autoritario de M-xico que se encontraba en problemas des-pus de las dudosas elecciones de 1988,condicionando este apoyo al combatecontra el narcotrco y la liberalizacincomercial.

    El rgimen de Carlos Salinas de Gor-tari marc dos momentos decisivos en laspolticas antidrogas. Por un lado Salinas,tratando de restaurar la imagen de Mxi-co en Estados Unidos en medio de las ne-

    gociaciones del TLC, adopt por primeravez un importante papel nacional en laguerra contra las drogas dirigida desde Es-tados Unidos. Entre 1992 y 1993, con asis-tencia estadounidense, se modernizaronlas instituciones de patrullaje basndoseen el modelo interagencia de la DEA. Porsu parte, la Procuradura General de laRepblica (PGR) recibi fondos conside-rables para combatir el narcotrco. Elenfoque tambin cambi del lado esta-dounidense de la frontera, militarizada ydenominada regin de alta intensidad denarcotrco durante la Iniciativa Fronte-ra Sudoeste de los aos 90. Por otra parte,cualquier intento de controlar o restrin-gir el narcotrco fue cuestionado por elfuerte involucramiento de los funciona-rios nombrados por Salinas (y miembros

    de su familia como Ral Salinas) en losorecientes comercios de drogas, as comopor los asesinatos de polticos de alto ran-go ligados a las drogas. La prohibicin dela cocana multiplic las oportunidadesde corrupcin. Segn un estudio, los so-bornos relacionados con el narcotrcose elevaron de entre 1.5 y 3.2 millones dedlares en 1983 a 460 millones de dlaresen 1993, cifra superior al presupuesto de laProcuradura General, y miles de agentesfederales empezaron a facilitar el comer-cio de drogas. La desestabilizacin provo-cada por las drogas, en Mxico, se volvidel dominio pblico durante el sexeniode Zedillo despus de 1994, cuando elnuevo presidente, contrario a las normas,abiertamente conden la corrupcin desu predecesor, para liberar al nuevo rgi-men priista de cualquier asociacin conel caos poltico-econmico heredado en latransicin de 1994. El punto crtico de estaexposicin estatal, en 1997, fue la vergon-zosa revelacin internacional (mientrasinteligencia, entrenamiento y fondos es-tadounidenses penetraban la guerra anti-drogas mexicana) sobre el jefe militar dela DEA mexicana, el General GutirrezRebollo, que estaba coludido con el crtelde Jurez; un incidente que se utiliz en lapelcula hollywoodense Trafc. La largaguerra estadounidense contra la cocana,que haba comenzado en los aos 40, ha-ba llegado para quedarse.

    Si actualmentesirve de leccin paraMxico, la guerra deprincipios de los 90

    en contra de Medellny de los dems

    crteles en realidadno funcion

    Del 18 al 24 de