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Francisco R. Pastoriza a casualidad ha hecho que aparezcan simultáneamente dos libros de fotografías que traen de nuevo a la actualidad a Beatles y Rolling Stones, dos de los iconos de la cultura de masas del siglo XX. El enfrentamiento que durante la década de los sesenta mantu- vieron los dos grupos británicos para imponer sus respectivos esti- los musicales (un enfrentamiento más simbólico que real) se pro- longa ahora en las imágenes de estas dos publicaciones que resu- citan una era dorada del pop- rock.Y es ahora oportuno señalar que, si bien fue la música la que inmortalizó a ambos grupos, no fue menos importante para su éxi- to el impacto mediático de las fo- tografías de sus componentes. La guerra de los Beatles Don McCullin era en 1968 uno de los más grandes reporteros de guerra británicos. Había iniciado su carrera haciendo fotografía so- cial y de denuncia sobre la situa- ción de parados, pobres y margi- nados del Reino Unido.Fue testigo de la construcción del muro de Berlín en 1961 y vivió en primera línea conflictos como los del Uls- ter, Biafra, el Congo, Sudán, Rhode- sia, Bangladesh y la guerra de los seis días entre Israel y los países árabes en 1967. Acababa de regre- sar de Vietnam de cubrir la ofensi- va del Tet (la leyenda dice que una de sus cámaras le salvó la vi- da cuando un disparo impactó en ella, colgada a la altura de su pe- cho), cuando recibió la llamada de un representante de los Beatles para que fuera él quien inmortali- zara a los cuatro de Liverpool en la cumbre de su carrera. En 1968 Los Beatles estaban en su momento de esplendor. Su“Sgt. Pepper’s” había revolucionado la música pop-rock y grababan el ál- bum blanco, pero ya se habían manifestado entre ellos las dife- rencias que pocos meses después desembocaron en la disolución de la banda. Así que la suerte le deparaba a McCullin la oportuni- dad de retratar otra guerra, esta vez subterránea, que libraban los fab four en los días del ocaso de su carrera como grupo. McCullin re- cibió doscientas libras por su tra- bajo y la propiedad sobre la auto- ría de las fotografías (“hubiese es- tado dispuesto a darles yo a ellos las doscientas libras”, escribe en el prólogo de este libro). Las fotogra- fías de Un día en la vida de Los Beatles (La Fábrica), libro que to- ma el título de una de las cancio- nes del Sgt. Pepper’s, se hicieron durante el domingo 28 de julio de 1968. El itinerario seguido por Los Beatles y McCullin comenzó en el edificio del Sunday Times en Gray’s Inn Road, donde McCullin tomó la foto para una portada de la revista “Life”, y continuó por el parque de King’s Cross, el East End, Cable Street y Whitechapel. Desde la glorieta de Old Street, a cuyo monumento central se su- bieron los cuatro Beatles para que el fotógrafo tomase unas instantá- neas sorprendentes y divertidas, bajaron a las orillas del Támesis, en la zona de Limehouse, y de ahí a la casa de Paul McCartney en St John’s Wood, donde el beatle ha- bía ordenado instalar una cúpula geodésica en cuyo interior se hi- cieron algunas de las fotografías del libro. En color, pero sobre todo en blanco y negro: en grupo y por separado, serios y sonrientes, mos- trando su personalidad o con sus características poses, divertidas o provocativas, esta colección de fo- tografías tomadas durante un mo- mento irrepetible, muestran aque- lla personalidad juguetona y místi- ca, alegre y dramática, expresiva y misteriosa, de cuatro jóvenes en el cénit de su carrera. Mick Jagger de los Stones No es un secreto para nadie que la personalidad más podero- sa de los Rolling Stones es la de su cantante Mick Jagger.Así como ca- da uno de los Beatles tenía su pro- pia imagen, fuerte y poderosa, per- fectamente identificable y con personalidad propia, las de los miembros de los Rolling Stones se diluyen entre la del imponente ca- risma de su cantante solista. Así pues, si hay un icono que identifi- ca al segundo grupo más popular de todos los tiempos, éste se co- rresponde con el de la figura de Mick Jagger, un sex symbol, ade- más, de la generación. No es extra- ño, pues, que sobre su persona se centre un libro de fotografías (Mick Jagger.El libro de fotos, publi- cado también por La Fábrica) que recoge su evolución desde los primeros años de su carrera musical hasta casi hoy mismo. A diferencia de Un día en la vida de Los Beatles, el libro de Mick Jagger recoge instantáneas tomadas en diferentes épocas de su vida por varios fotógrafos, algunos de los cuales son hoy importantes nom- bres de la historia de la fotografía artística: Andy Warhol, Annie Lei- bovitz, Cecil Beaton, Karl Leger- feld… de quienes se incluyen aquí expresivas biografías que se relacionan con el momento en que realizaron sus respectivas fo- tos. Las primeras fotografías de un jovencísimo Jagger fueron toma- das por Gered Mankowitz y Jean- Marie Périer para la revista france- sa “Salut les copains”, aunque el li- bro se inicia con una obra de Ha- rry Goodwin, fotógrafo del progra- ma Top of the pops, hecha durante una actuación de los Rolling Sto- nes en este espacio de televisión. La evolución del cantante a través de los años queda reflejada en las instantáneas de Baron Wolman que muestran su androginia, la es- tética hippie de las fotos de Man- kowitz, la imagen de gentleman captada por Terry O’Neill, la ele- gancia, el refinamiento, la naturali- dad de las obras de Annie Leibo- vitz (se incluye la fotografía del brazo herido de Jagger tras su ac- cidente contra una cristalera du- rante un ensayo), y esa sorpren- dente fotografía de Marc Seliger de un Mick Jagger de 64 años con cuerpo de adolescente. Las fotografías de este libro son, además, un testimonio de la evolución estética del mundo de rock a través de los trajes, los pei- nados, los adornos, las poses, los estilos y las culturas de casi medio siglo de historia del género. [email protected] Número 701 Sábado, 26 de marzo de 2011 L Beatles Rolling Un día en la vida de los Beatles DON MCCULLIN La Fábrica, 144 páginas Mick Jagger. El libro de fotos VVAA La Fábrica, 136 páginas contra Dos libros rescatan fotografías de los Beatles y Mick Jagger en su época de esplendor Una de las fotos de los Beatles tomadas por Don McCullin. Mick Jagger, por Annie Leibovitz. Francisco R. Pastoriza a casualidad ha hecho que aparezcan simultáneamente dos libros de fotografías que traen de nuevo a la actualidad a Beatles y Rolling Stones, dos de los iconos de la cultura de masas del siglo XX. El enfrentamiento que durante la década de los sesenta mantu- vieron los dos grupos británicos para imponer sus respectivos esti- los musicales (un enfrentamiento más simbólico que real) se pro- longa ahora en las imágenes de estas dos publicaciones que resu- citan una era dorada del pop- rock.Y es ahora oportuno señalar que, si bien fue la música la que inmortalizó a ambos grupos, no fue menos importante para su éxi- to el impacto mediático de las fo- tografías de sus componentes. La guerra de los Beatles Don McCullin era en 1968 uno de los más grandes reporteros de guerra británicos. Había iniciado su carrera haciendo fotografía so- cial y de denuncia sobre la situa- ción de parados, pobres y margi- nados del Reino Unido.Fue testigo de la construcción del muro de Berlín en 1961 y vivió en primera línea conflictos como los del Uls- ter, Biafra, el Congo, Sudán, Rhode- sia, Bangladesh y la guerra de los seis días entre Israel y los países árabes en 1967. Acababa de regre- sar de Vietnam de cubrir la ofensi- va del Tet (la leyenda dice que una de sus cámaras le salvó la vi- da cuando un disparo impactó en ella, colgada a la altura de su pe- cho), cuando recibió la llamada de un representante de los Beatles para que fuera él quien inmortali- zara a los cuatro de Liverpool en la cumbre de su carrera. En 1968 Los Beatles estaban en su momento de esplendor. Su“Sgt. Pepper’s” había revolucionado la música pop-rock y grababan el ál- bum blanco, pero ya se habían manifestado entre ellos las dife- rencias que pocos meses después desembocaron en la disolución de la banda. Así que la suerte le deparaba a McCullin la oportuni- dad de retratar otra guerra, esta vez subterránea, que libraban los fab four en los días del ocaso de su carrera como grupo. McCullin re- cibió doscientas libras por su tra- bajo y la propiedad sobre la auto- ría de las fotografías (“hubiese es- tado dispuesto a darles yo a ellos las doscientas libras”, escribe en el prólogo de este libro). Las fotogra- fías de Un día en la vida de Los Beatles (La Fábrica), libro que to- ma el título de una de las cancio- nes del Sgt. Pepper’s, se hicieron durante el domingo 28 de julio de 1968. El itinerario seguido por Los Beatles y McCullin comenzó en el edificio del Sunday Times en Gray’s Inn Road, donde McCullin tomó la foto para una portada de la revista “Life”, y continuó por el parque de King’s Cross, el East End, Cable Street y Whitechapel. Desde la glorieta de Old Street, a cuyo monumento central se su- bieron los cuatro Beatles para que el fotógrafo tomase unas instantá- neas sorprendentes y divertidas, bajaron a las orillas del Támesis, en la zona de Limehouse, y de ahí a la casa de Paul McCartney en St John’s Wood, donde el beatle ha- bía ordenado instalar una cúpula geodésica en cuyo interior se hi- cieron algunas de las fotografías del libro. En color, pero sobre todo en blanco y negro: en grupo y por separado, serios y sonrientes, mos- trando su personalidad o con sus características poses, divertidas o provocativas, esta colección de fo- tografías tomadas durante un mo- mento irrepetible, muestran aque- lla personalidad juguetona y místi- ca, alegre y dramática, expresiva y misteriosa, de cuatro jóvenes en el cénit de su carrera. Mick Jagger de los Stones No es un secreto para nadie que la personalidad más podero- sa de los Rolling Stones es la de su cantante Mick Jagger.Así como ca- da uno de los Beatles tenía su pro- pia imagen, fuerte y poderosa, per- fectamente identificable y con personalidad propia, las de los miembros de los Rolling Stones se diluyen entre la del imponente ca- risma de su cantante solista. Así pues, si hay un icono que identifi- ca al segundo grupo más popular de todos los tiempos, éste se co- rresponde con el de la figura de Mick Jagger, un sex symbol, ade- más, de la generación. No es extra- ño, pues, que sobre su persona se centre un libro de fotografías (Mick Jagger.El libro de fotos, publi- cado también por La Fábrica) que recoge su evolución desde los primeros años de su carrera musical hasta casi hoy mismo. A diferencia de Un día en la vida de Los Beatles, el libro de Mick Jagger recoge instantáneas tomadas en diferentes épocas de su vida por varios fotógrafos, algunos de los cuales son hoy importantes nom- bres de la historia de la fotografía artística: Andy Warhol, Annie Lei- bovitz, Cecil Beaton, Karl Leger- feld… de quienes se incluyen aquí expresivas biografías que se relacionan con el momento en que realizaron sus respectivas fo- tos. Las primeras fotografías de un jovencísimo Jagger fueron toma- das por Gered Mankowitz y Jean- Marie Périer para la revista france- sa “Salut les copains”, aunque el li- bro se inicia con una obra de Ha- rry Goodwin, fotógrafo del progra- ma Top of the pops, hecha durante una actuación de los Rolling Sto- nes en este espacio de televisión. La evolución del cantante a través de los años queda reflejada en las instantáneas de Baron Wolman que muestran su androginia, la es- tética hippie de las fotos de Man- kowitz, la imagen de gentleman captada por Terry O’Neill, la ele- gancia, el refinamiento, la naturali- dad de las obras de Annie Leibo- vitz (se incluye la fotografía del brazo herido de Jagger tras su ac- cidente contra una cristalera du- rante un ensayo), y esa sorpren- dente fotografía de Marc Seliger de un Mick Jagger de 64 años con cuerpo de adolescente. Las fotografías de este libro son, además, un testimonio de la evolución estética del mundo de rock a través de los trajes, los pei- nados, los adornos, las poses, los estilos y las culturas de casi medio siglo de historia del género. [email protected] Número 701 Sábado, 26 de marzo de 2011 L Beatles Rolling Un día en la vida de los Beatles DON MCCULLIN La Fábrica, 144 páginas Mick Jagger. El libro de fotos VVAA La Fábrica, 136 páginas contra Dos libros rescatan fotografías de los Beatles y Mick Jagger en su época de esplendor Una de las fotos de los Beatles tomadas por Don McCullin. Mick Jagger, por Annie Leibovitz.

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Francisco R. Pastoriza

a casualidad ha hecho que aparezcan simultáneamente dos libros de fotografías que traen de nuevo a la actualidad a Beatles y Rolling Stones, dos de los iconos de la cultura de masas del siglo XX. El enfrentamiento que durante la década de los sesenta mantu-vieron los dos grupos británicos para imponer sus respectivos esti-los musicales (un enfrentamiento más simbólico que real) se pro-longa ahora en las imágenes de estas dos publicaciones que resu-citan una era dorada del pop-rock. Y es ahora oportuno señalar que, si bien fue la música la que inmortalizó a ambos grupos, no fue menos importante para su éxi-to el impacto mediático de las fo-tografías de sus componentes.

La guerra de los Beatles Don McCullin era en 1968 uno

de los más grandes reporteros de guerra británicos. Había iniciado su carrera haciendo fotografía so-cial y de denuncia sobre la situa-ción de parados, pobres y margi-nados del Reino Unido. Fue testigo de la construcción del muro de Berlín en 1961 y vivió en primera línea conflictos como los del Uls-ter, Biafra, el Congo, Sudán, Rhode-sia, Bangladesh y la guerra de los seis días entre Israel y los países árabes en 1967. Acababa de regre-sar de Vietnam de cubrir la ofensi-va del Tet (la leyenda dice que una de sus cámaras le salvó la vi-da cuando un disparo impactó en ella, colgada a la altura de su pe-cho), cuando recibió la llamada de un representante de los Beatles para que fuera él quien inmortali-zara a los cuatro de Liverpool en la cumbre de su carrera.

En 1968 Los Beatles estaban en su momento de esplendor. Su “Sgt. Pepper’s” había revolucionado la música pop-rock y grababan el ál-bum blanco, pero ya se habían manifestado entre ellos las dife-rencias que pocos meses después desembocaron en la disolución de la banda. Así que la suerte le deparaba a McCullin la oportuni-dad de retratar otra guerra, esta vez subterránea, que libraban los fab four en los días del ocaso de su carrera como grupo. McCullin re-cibió doscientas libras por su tra-bajo y la propiedad sobre la auto-ría de las fotografías (“hubiese es-tado dispuesto a darles yo a ellos las doscientas libras”, escribe en el prólogo de este libro). Las fotogra-fías de Un día en la vida de Los Beatles (La Fábrica), libro que to-ma el título de una de las cancio-nes del Sgt. Pepper’s, se hicieron durante el domingo 28 de julio de 1968. El itinerario seguido por Los Beatles y McCullin comenzó en el edificio del Sunday Times en Gray’s Inn Road, donde McCullin tomó la foto para una portada de la revista “Life”, y continuó por el parque de King’s Cross, el East End, Cable Street y Whitechapel. Desde la glorieta de Old Street, a cuyo monumento central se su-bieron los cuatro Beatles para que el fotógrafo tomase unas instantá-neas sorprendentes y divertidas, bajaron a las orillas del Támesis, en la zona de Limehouse, y de ahí a la casa de Paul McCartney en St

John’s Wood, donde el beatle ha-bía ordenado instalar una cúpula geodésica en cuyo interior se hi-cieron algunas de las fotografías del libro. En color, pero sobre todo en blanco y negro: en grupo y por separado, serios y sonrientes, mos-trando su personalidad o con sus características poses, divertidas o provocativas, esta colección de fo-tografías tomadas durante un mo-mento irrepetible, muestran aque-lla personalidad juguetona y místi-ca, alegre y dramática, expresiva y misteriosa, de cuatro jóvenes en el cénit de su carrera.

Mick Jagger de los Stones No es un secreto para nadie

que la personalidad más podero-sa de los Rolling Stones es la de su cantante Mick Jagger. Así como ca-da uno de los Beatles tenía su pro-pia imagen, fuerte y poderosa, per-fectamente identificable y con personalidad propia, las de los miembros de los Rolling Stones se diluyen entre la del imponente ca-risma de su cantante solista. Así pues, si hay un icono que identifi-ca al segundo grupo más popular de todos los tiempos, éste se co-rresponde con el de la figura de Mick Jagger, un sex symbol, ade-más, de la generación. No es extra-ño, pues, que sobre su persona se centre un libro de fotografías (Mick Jagger. El libro de fotos, publi-cado también por La Fábrica) que recoge su evolución desde los primeros años de su carrera musical hasta casi hoy mismo. A diferencia de Un día en la vida de Los Beatles, el libro de Mick Jagger recoge instantáneas tomadas en diferentes épocas de su vida por varios fotógrafos, algunos de los cuales son hoy importantes nom-bres de la historia de la fotografía artística: Andy Warhol, Annie Lei-bovitz, Cecil Beaton, Karl Leger-feld… de quienes se incluyen aquí expresivas biografías que se relacionan con el momento en que realizaron sus respectivas fo-tos.

Las primeras fotografías de un jovencísimo Jagger fueron toma-das por Gered Mankowitz y Jean-Marie Périer para la revista france-sa “Salut les copains”, aunque el li-bro se inicia con una obra de Ha-rry Goodwin, fotógrafo del progra-ma Top of the pops, hecha durante una actuación de los Rolling Sto-nes en este espacio de televisión. La evolución del cantante a través de los años queda reflejada en las instantáneas de Baron Wolman que muestran su androginia, la es-tética hippie de las fotos de Man-kowitz, la imagen de gentleman captada por Terry O’Neill, la ele-gancia, el refinamiento, la naturali-dad de las obras de Annie Leibo-vitz (se incluye la fotografía del brazo herido de Jagger tras su ac-cidente contra una cristalera du-rante un ensayo), y esa sorpren-dente fotografía de Marc Seliger de un Mick Jagger de 64 años con cuerpo de adolescente.

Las fotografías de este libro son, además, un testimonio de la evolución estética del mundo de rock a través de los trajes, los pei-nados, los adornos, las poses, los estilos y las culturas de casi medio siglo de historia del género.

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Número 701

Sábado, 26 de marzo de 2011

L

Beatles Rolling

Un día en la vida de los Beatles DON MCCULLIN La Fábrica, 144 páginas

Mick Jagger. El libro de fotos VVAA La Fábrica, 136 páginas

contra

Dos libros rescatan

fotografías de los Beatles y Mick Jagger

en su época de esplendor

Una de las fotos de los Beatles

tomadas por Don McCullin.

Mick Jagger, por Annie Leibovitz.

Francisco R. Pastoriza

a casualidad ha hecho que aparezcan simultáneamente dos libros de fotografías que traen de nuevo a la actualidad a Beatles y Rolling Stones, dos de los iconos de la cultura de masas del siglo XX. El enfrentamiento que durante la década de los sesenta mantu-vieron los dos grupos británicos para imponer sus respectivos esti-los musicales (un enfrentamiento más simbólico que real) se pro-longa ahora en las imágenes de estas dos publicaciones que resu-citan una era dorada del pop-rock. Y es ahora oportuno señalar que, si bien fue la música la que inmortalizó a ambos grupos, no fue menos importante para su éxi-to el impacto mediático de las fo-tografías de sus componentes.

La guerra de los Beatles Don McCullin era en 1968 uno

de los más grandes reporteros de guerra británicos. Había iniciado su carrera haciendo fotografía so-cial y de denuncia sobre la situa-ción de parados, pobres y margi-nados del Reino Unido. Fue testigo de la construcción del muro de Berlín en 1961 y vivió en primera línea conflictos como los del Uls-ter, Biafra, el Congo, Sudán, Rhode-sia, Bangladesh y la guerra de los seis días entre Israel y los países árabes en 1967. Acababa de regre-sar de Vietnam de cubrir la ofensi-va del Tet (la leyenda dice que una de sus cámaras le salvó la vi-da cuando un disparo impactó en ella, colgada a la altura de su pe-cho), cuando recibió la llamada de un representante de los Beatles para que fuera él quien inmortali-zara a los cuatro de Liverpool en la cumbre de su carrera.

En 1968 Los Beatles estaban en su momento de esplendor. Su “Sgt. Pepper’s” había revolucionado la música pop-rock y grababan el ál-bum blanco, pero ya se habían manifestado entre ellos las dife-rencias que pocos meses después desembocaron en la disolución de la banda. Así que la suerte le deparaba a McCullin la oportuni-dad de retratar otra guerra, esta vez subterránea, que libraban los fab four en los días del ocaso de su carrera como grupo. McCullin re-cibió doscientas libras por su tra-bajo y la propiedad sobre la auto-ría de las fotografías (“hubiese es-tado dispuesto a darles yo a ellos las doscientas libras”, escribe en el prólogo de este libro). Las fotogra-fías de Un día en la vida de Los Beatles (La Fábrica), libro que to-ma el título de una de las cancio-nes del Sgt. Pepper’s, se hicieron durante el domingo 28 de julio de 1968. El itinerario seguido por Los Beatles y McCullin comenzó en el edificio del Sunday Times en Gray’s Inn Road, donde McCullin tomó la foto para una portada de la revista “Life”, y continuó por el parque de King’s Cross, el East End, Cable Street y Whitechapel. Desde la glorieta de Old Street, a cuyo monumento central se su-bieron los cuatro Beatles para que el fotógrafo tomase unas instantá-neas sorprendentes y divertidas, bajaron a las orillas del Támesis, en la zona de Limehouse, y de ahí a la casa de Paul McCartney en St

John’s Wood, donde el beatle ha-bía ordenado instalar una cúpula geodésica en cuyo interior se hi-cieron algunas de las fotografías del libro. En color, pero sobre todo en blanco y negro: en grupo y por separado, serios y sonrientes, mos-trando su personalidad o con sus características poses, divertidas o provocativas, esta colección de fo-tografías tomadas durante un mo-mento irrepetible, muestran aque-lla personalidad juguetona y místi-ca, alegre y dramática, expresiva y misteriosa, de cuatro jóvenes en el cénit de su carrera.

Mick Jagger de los Stones No es un secreto para nadie

que la personalidad más podero-sa de los Rolling Stones es la de su cantante Mick Jagger. Así como ca-da uno de los Beatles tenía su pro-pia imagen, fuerte y poderosa, per-fectamente identificable y con personalidad propia, las de los miembros de los Rolling Stones se diluyen entre la del imponente ca-risma de su cantante solista. Así pues, si hay un icono que identifi-ca al segundo grupo más popular de todos los tiempos, éste se co-rresponde con el de la figura de Mick Jagger, un sex symbol, ade-más, de la generación. No es extra-ño, pues, que sobre su persona se centre un libro de fotografías (Mick Jagger. El libro de fotos, publi-cado también por La Fábrica) que recoge su evolución desde los primeros años de su carrera musical hasta casi hoy mismo. A diferencia de Un día en la vida de Los Beatles, el libro de Mick Jagger recoge instantáneas tomadas en diferentes épocas de su vida por varios fotógrafos, algunos de los cuales son hoy importantes nom-bres de la historia de la fotografía artística: Andy Warhol, Annie Lei-bovitz, Cecil Beaton, Karl Leger-feld… de quienes se incluyen aquí expresivas biografías que se relacionan con el momento en que realizaron sus respectivas fo-tos.

Las primeras fotografías de un jovencísimo Jagger fueron toma-das por Gered Mankowitz y Jean-Marie Périer para la revista france-sa “Salut les copains”, aunque el li-bro se inicia con una obra de Ha-rry Goodwin, fotógrafo del progra-ma Top of the pops, hecha durante una actuación de los Rolling Sto-nes en este espacio de televisión. La evolución del cantante a través de los años queda reflejada en las instantáneas de Baron Wolman que muestran su androginia, la es-tética hippie de las fotos de Man-kowitz, la imagen de gentleman captada por Terry O’Neill, la ele-gancia, el refinamiento, la naturali-dad de las obras de Annie Leibo-vitz (se incluye la fotografía del brazo herido de Jagger tras su ac-cidente contra una cristalera du-rante un ensayo), y esa sorpren-dente fotografía de Marc Seliger de un Mick Jagger de 64 años con cuerpo de adolescente.

Las fotografías de este libro son, además, un testimonio de la evolución estética del mundo de rock a través de los trajes, los pei-nados, los adornos, las poses, los estilos y las culturas de casi medio siglo de historia del género.

[email protected]

Número 701

Sábado, 26 de marzo de 2011

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Beatles Rolling

Un día en la vida de los Beatles DON MCCULLIN La Fábrica, 144 páginas

Mick Jagger. El libro de fotos VVAA La Fábrica, 136 páginas

contra

Dos libros rescatan

fotografías de los Beatles y Mick Jagger

en su época de esplendor

Una de las fotos de los Beatles

tomadas por Don McCullin.

Mick Jagger, por Annie Leibovitz.

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Luis M. Alonso

a etimología de la palabra maca-na ha dado lugar a no pocas discusio-nes. De si proviene del quechua maqa-na, garrote, o de un escocés llamado McCannan que contaba en su bar de Buenos Aires historias fantásticas a los parroquianos. Los argentinos han aca-bado refiriéndose a la mentira como una macana y con macanudo a algo estupendo o magnífico, sin que se en-tienda la relación entre vocablos a no ser por la admiración que entre los porteños producen las exageraciones.

Para Mario Bunge, argentino y repu-tado filósofo, Premio Príncipe de Astu-rias de las Humanidades en 1982, la pseudociencia es un montón de ma-canas que se vende como ciencia. En-tre los ejemplos se encuentran: la al-quimia, la astrología, la caracterología, el comunismo científico, el creacionis-mo científico, la grafología, la ovnilo-gía, la parapsicología y el psicoanálisis. Bunge, del que la editorial Laetoli ha reunido por primera vez en español sus textos contra las pseudociencias, explica que éstas se reconocen por po-seer determinantes características. Una de ellas es que invocan entes in-materiales o sobrenaturales inaccesi-bles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma, la creación divina, el destino, la memoria colectiva y la ne-cesidad histórica. Las supercherías, se-gún Bunge, son crédulas, no someten sus especulaciones a prueba alguna. No existen laboratorios homeopáticos ni psicoanalíticos, que no hayan sido perseguidos y cerrados por fraude, co-mo ocurrió con los casos del laborato-rio parapsicológico de J. B. Rhine en la Universidad de Duke, o el homeopáti-co de Benveniste en París. La pseudo-ciencia es dogmática: sus principios permanecen inmóviles cuando fallan, y también en el supuesto que se pro-duzcan nuevos hallazgos. Las noveda-des no interesan, sólo el cuerpo de la creencia.

Mario Bunge sostiene que las pseu-dociencias rechazan la crítica habitual en toda actividad científica, bajo el pretexto de que está motivada por el dogmatismo o se debe a la resistencia psicológica. Huyen de las leyes genera-les, que son las que los científicos bus-can y sus principios suelen ser incom-patibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Bunge ha puesto por ejemplo la telequinesis que contradice el principio de conserva-ción de la energía.

Una de las críticas demoledoras que Bunge ha practicado al referirse a las supercherías que aspiran a formar parte del conocimiento es que quie-nes las predican son incapaces de in-teractuar con ninguna ciencia propia-mente dicha. “En particular, ni psicoa-nalistas, ni parapsicólogos tienen tratos con la psicología experimental o con la neurociencia. A primera vista, la as-trología es la excepción, ya que em-plea datos astronómicos para confec-cionar horóscopos. Pero toma sin dar nada a cambio. Las ciencias forman un sistema de componentes interdepen-dientes”.

Siendo argentino y estando dis-puesto a desenmascarar el fraude, no es extraño que este respetado filósofo de las ciencias haya tomado el ejem-plo del psicoanálisis como uno de los más sobresalientes en el fenómeno de las pseudociencias. “No está cualifica-

do para considerarse una ciencia. Con-trariamente a la creencia general no es ni siquiera una ciencia fallida, puesto que prescinde del método científico e ignora los contraejemplos. Se trata sim-plemente de charlatanería psicológi-ca”, ha escrito.

Las pseudociencias, al igual que la magia o la brujería, cuentan con aspi-raciones técnicas infundadas. Manejan ideas filosóficas concretas basadas en mitos. Como José López-Rega, “el Bru-jo”, otro argentino rey de la macana, al que Mario Bunge se refiere desde el primer momento en el libro publicado por Laetoli. López-Rega se convirtió en la eminencia gris durante los años fi-nales de la era Perón y durante la presi-dencia de su esposa y sucesora, Isabe-lita, con la que mantuvo relaciones de todo tipo, entre ellas paranormales. Co-

mo cuenta el filósofo bonaerense afin-cado en Canadá, “el Brujo”, antes de obtener la notoriedad política como secretario personal del General, había sido cantante, policía, guardaespaldas y autor de un best-seller sobre nego-cios, amor y estrellas. Creía en la in-fluencia de los astros y en la magia ne-gra. Realizó prácticas esotéricas con conocimiento de Perón sobre el cadá-ver de Evita, y por medio de extrañas ceremonias intentó transferir su alma a la mediocre Isabelita. Incluso cuan-do murió el General, intentó mantener-lo con vida gritando “no se vaya Fa-raón”, mientras lo agarraba de los pies. Más tarde quiso de nuevo repetir la fa-mosa operación transferencia y él mis-mo se vio obligado a admitir su fraca-so en privado. Más que macanas. Bun-ge lo resume así: “A López-Rega no se le conoce por su aportación a la filoso-fía. Sin embargo, al igual que todo el mundo, sostuvo ideas filosóficas con-cretas. Entre éstas se hallaban los mitos ancestrales sobre el alma inmaterial, la posibilidad de la cognición paranor-mal y la existencia de los seres sobre-naturales. Estas creencias sustentaron su convicción de que era capaz de in-fluir en el comportamiento de la gente mediante el puro poder de la mente, así como de contactar con poderes más elevados”. De todo ello, recibió la fuerza para perpetrar siniestras manio-bras políticas y crímenes. Mitos filosófi-cos milenarios lo respaldaban cuando puso en marcha los escuadrones de la muerte, autores de torturas y asesina-tos de los opositores durante 1973 y 1976, la tristemente famosa Triple A creada durante el gobierno interino de Raúl Lastiri.

Los espejismos y los crímenes políti-cos forman parte de la superchería ge-neral que combate Bunge en esta atractiva obra recopilatoria de sus es-critos, “Las pseudociencias ¡vaya ti-mo!”, que aúna, como es característico en el autor, precisión, rigor analítico, claridad de los argumentos de los jui-cios, con un estilo desenfadado y acce-sible para todos los públicos. En él se refiere a los pagarés que se firman a diestro y siniestro en forma de prome-sas electorales que no se cumplen, a veces por causa de acontecimientos inesperados. Lenin prometió que la combinación de poder soviético y electrificación gestaría el socialismo, pero éste nunca llegó. Hitler prometió un reino milenario, que duró sólo 12 años. Durante la Segunda Guerra Mun-dial, Roosevelt y Churchill prometieron un mundo sin miedo, en vísperas del peor susto que sufrió la humanidad desde el año 1000: la amenaza de gue-rra nuclear. Perón prometió la justicia social que jamás llegó. Y Bush, regalar libertad y democracia a todos los pue-blos, aunque no la quieran. Todos son ejemplos de Bunge. En España se po-dría citar el pleno empleo prometido por Zapatero que dio paso al mayor número de parados de la historia. “No hay como firmar pagarés políticos pa-ra obnubilar el espíritu crítico”, sostie-ne el filósofo azote de las pseudocien-cias, que advierte también sobre las siete minas terrestres que amenazan a quienes se aventuran a caminar por el terreno político: confusión, error, exa-geración, profecía, engaño, pagaré, ma-quiavelismo y crimen. Consejo: cami-nar con ojo escéptico antes que cega-do por los dogmas y las ilusiones. Bri-llante y esclarecedor.

Mario Bunge

Eduardo San José

iempre acaricio, lenta y cobardemente, la tentación de reseñar libros inexistentes, pero

que muy bien podrían o deberían haberse escrito. Menos como malicia que como homenaje a los gustos propios, se trataría de remedar lo que To-masso Debenedetti ha perpetrado con sus entre-vistas falsas y probables a personajes reales, o ha-cer el mismo camino que Borges demostraba an-dando: “Desvarío laborioso y empobrecedor es componer vastos libros. Mejor procedimiento es si-mular que esos libros ya existen y ofrecer un resu-men” escribía en el prólogo de Ficciones (1944). Li-bros que uno desearía entonces formidables, raros o curiosos, ventanas a luces más altas. Si así fuera, éste sería un libro que me gustaría haber inventado. Cuentos rusos, los relatos de Fran-cesc Serés (Zaidín, Huesca, 1972) traducidos al castellano tras obtener el último Premio de la Críti-ca en narrativa catalana, surge de una fantasía pa-recida, salvo que inversa: probar el recorrido de la simulación escribiendo la obra e inventado al au-

tor. Serés brinda una antología de narradores de las tres últimas épocas rusas, la zarista, la soviéti-ca y la capitalis-ta; autores de obra desapareci-da en las condi-ciones de los tres momentos. Por supuesto, todo es fingido: Serés agradece a una supuesta Anasta-sia Maxímova la noticia de estos autores y la tra-ducción de la antología que ambos consen-suarían. Pero no hay hilo que no mueva él ni tex-

to que no haya tejido. Se traviste de muchos para inventarse una tradición oculta, reveladora del enigma ruso, como afirma su prefacio: “Todo lo que sucede en estos relatos construye la historia de un territorio, de un país que podría ser del todo imaginario. […] La historia de Rusia del último si-glo y medio, ¿no podría ser pensada como una enorme fábula?” (p. 21). El lector se encuentra, así, con Ola Yevguénieva, Vera-Margarita Abansérev, Vitali Kroptkin, Aleksandr Vólkov y Iósif Bergchenko, nómina orde-nada por su proximidad cronológica. Se equivoca en parte quien espere encontrar en sus cuentos una Rusia de abnegados y torvos mujiks, taigas ina-pelables y samovares, de iconos trocados en efi-gies de los supremos líderes revolucionarios, de in-memoriales leyendas o de los espejismos más sór-didos de un capitalismo a destiempo. Esto, porque Serés no elude sus propias influencias, que no son tanto los grandes maestros del realismo ruso, salvo Chéjov, como Maupassant o Salinger, homenajea-dos en el prefacio. Así, suele eludir lo más exterior para centrarse en una tensión psicológica de lí-neas justas. Bajo la natural irregularidad de una co-lección de cuentos, más de una como ésta, descu-brimos piezas magistrales y dignas de una antolo-gía de época: “La prenda”, de Yevguénieva, un ca-pricho ajedrecístico donde sobrevuela una vaga amenaza, de cuya sospecha se responsabiliza al lector; la alabanza de ciencia y menosprecio de humanidades que es “Enciclopedia rusa”, de Krop-tkin; la geopolítica reducida a emociones de “La guerra contra los voromianos”, de Vólkov, o las fá-bulas populares interpretadas por el ossiánico Bergchenko. Y es admirable cómo Serés muda sus recursos ante cada heterónimo, desde el minima-lismo más actual a la epopeya y la oralidad.

Manuscrito encontrado

en Rusia

“Las pseudociencias ¡vaya timo! MARIO BUNGE Laetoli, 246 páginas

Cuentos rusos FRANCESC SERÉS Mondadori, 225 páginas

SL

combate las macanas“El psicoanálisis es simplemente charlatanería psicológica”, afirma el filósofo argentino en el libro que reúne sus escritos contra la superchería

Mario Bunge.

FARO DE VIGO Sábado, 26 de marzo de 20112

Luis M. Alonso

a etimología de la palabra maca-na ha dado lugar a no pocas discusio-nes. De si proviene del quechua maqa-na, garrote, o de un escocés llamado McCannan que contaba en su bar de Buenos Aires historias fantásticas a los parroquianos. Los argentinos han aca-bado refiriéndose a la mentira como una macana y con macanudo a algo estupendo o magnífico, sin que se en-tienda la relación entre vocablos a no ser por la admiración que entre los porteños producen las exageraciones.

Para Mario Bunge, argentino y repu-tado filósofo, Premio Príncipe de Astu-rias de las Humanidades en 1982, la pseudociencia es un montón de ma-canas que se vende como ciencia. En-tre los ejemplos se encuentran: la al-quimia, la astrología, la caracterología, el comunismo científico, el creacionis-mo científico, la grafología, la ovnilo-gía, la parapsicología y el psicoanálisis. Bunge, del que la editorial Laetoli ha reunido por primera vez en español sus textos contra las pseudociencias, explica que éstas se reconocen por po-seer determinantes características. Una de ellas es que invocan entes in-materiales o sobrenaturales inaccesi-bles al examen empírico, tales como fuerza vital, alma, la creación divina, el destino, la memoria colectiva y la ne-cesidad histórica. Las supercherías, se-gún Bunge, son crédulas, no someten sus especulaciones a prueba alguna. No existen laboratorios homeopáticos ni psicoanalíticos, que no hayan sido perseguidos y cerrados por fraude, co-mo ocurrió con los casos del laborato-rio parapsicológico de J. B. Rhine en la Universidad de Duke, o el homeopáti-co de Benveniste en París. La pseudo-ciencia es dogmática: sus principios permanecen inmóviles cuando fallan, y también en el supuesto que se pro-duzcan nuevos hallazgos. Las noveda-des no interesan, sólo el cuerpo de la creencia.

Mario Bunge sostiene que las pseu-dociencias rechazan la crítica habitual en toda actividad científica, bajo el pretexto de que está motivada por el dogmatismo o se debe a la resistencia psicológica. Huyen de las leyes genera-les, que son las que los científicos bus-can y sus principios suelen ser incom-patibles con algunos de los principios más seguros de la ciencia. Bunge ha puesto por ejemplo la telequinesis que contradice el principio de conserva-ción de la energía.

Una de las críticas demoledoras que Bunge ha practicado al referirse a las supercherías que aspiran a formar parte del conocimiento es que quie-nes las predican son incapaces de in-teractuar con ninguna ciencia propia-mente dicha. “En particular, ni psicoa-nalistas, ni parapsicólogos tienen tratos con la psicología experimental o con la neurociencia. A primera vista, la as-trología es la excepción, ya que em-plea datos astronómicos para confec-cionar horóscopos. Pero toma sin dar nada a cambio. Las ciencias forman un sistema de componentes interdepen-dientes”.

Siendo argentino y estando dis-puesto a desenmascarar el fraude, no es extraño que este respetado filósofo de las ciencias haya tomado el ejem-plo del psicoanálisis como uno de los más sobresalientes en el fenómeno de las pseudociencias. “No está cualifica-

do para considerarse una ciencia. Con-trariamente a la creencia general no es ni siquiera una ciencia fallida, puesto que prescinde del método científico e ignora los contraejemplos. Se trata sim-plemente de charlatanería psicológi-ca”, ha escrito.

Las pseudociencias, al igual que la magia o la brujería, cuentan con aspi-raciones técnicas infundadas. Manejan ideas filosóficas concretas basadas en mitos. Como José López-Rega, “el Bru-jo”, otro argentino rey de la macana, al que Mario Bunge se refiere desde el primer momento en el libro publicado por Laetoli. López-Rega se convirtió en la eminencia gris durante los años fi-nales de la era Perón y durante la presi-dencia de su esposa y sucesora, Isabe-lita, con la que mantuvo relaciones de todo tipo, entre ellas paranormales. Co-

mo cuenta el filósofo bonaerense afin-cado en Canadá, “el Brujo”, antes de obtener la notoriedad política como secretario personal del General, había sido cantante, policía, guardaespaldas y autor de un best-seller sobre nego-cios, amor y estrellas. Creía en la in-fluencia de los astros y en la magia ne-gra. Realizó prácticas esotéricas con conocimiento de Perón sobre el cadá-ver de Evita, y por medio de extrañas ceremonias intentó transferir su alma a la mediocre Isabelita. Incluso cuan-do murió el General, intentó mantener-lo con vida gritando “no se vaya Fa-raón”, mientras lo agarraba de los pies. Más tarde quiso de nuevo repetir la fa-mosa operación transferencia y él mis-mo se vio obligado a admitir su fraca-so en privado. Más que macanas. Bun-ge lo resume así: “A López-Rega no se le conoce por su aportación a la filoso-fía. Sin embargo, al igual que todo el mundo, sostuvo ideas filosóficas con-cretas. Entre éstas se hallaban los mitos ancestrales sobre el alma inmaterial, la posibilidad de la cognición paranor-mal y la existencia de los seres sobre-naturales. Estas creencias sustentaron su convicción de que era capaz de in-fluir en el comportamiento de la gente mediante el puro poder de la mente, así como de contactar con poderes más elevados”. De todo ello, recibió la fuerza para perpetrar siniestras manio-bras políticas y crímenes. Mitos filosófi-cos milenarios lo respaldaban cuando puso en marcha los escuadrones de la muerte, autores de torturas y asesina-tos de los opositores durante 1973 y 1976, la tristemente famosa Triple A creada durante el gobierno interino de Raúl Lastiri.

Los espejismos y los crímenes políti-cos forman parte de la superchería ge-neral que combate Bunge en esta atractiva obra recopilatoria de sus es-critos, “Las pseudociencias ¡vaya ti-mo!”, que aúna, como es característico en el autor, precisión, rigor analítico, claridad de los argumentos de los jui-cios, con un estilo desenfadado y acce-sible para todos los públicos. En él se refiere a los pagarés que se firman a diestro y siniestro en forma de prome-sas electorales que no se cumplen, a veces por causa de acontecimientos inesperados. Lenin prometió que la combinación de poder soviético y electrificación gestaría el socialismo, pero éste nunca llegó. Hitler prometió un reino milenario, que duró sólo 12 años. Durante la Segunda Guerra Mun-dial, Roosevelt y Churchill prometieron un mundo sin miedo, en vísperas del peor susto que sufrió la humanidad desde el año 1000: la amenaza de gue-rra nuclear. Perón prometió la justicia social que jamás llegó. Y Bush, regalar libertad y democracia a todos los pue-blos, aunque no la quieran. Todos son ejemplos de Bunge. En España se po-dría citar el pleno empleo prometido por Zapatero que dio paso al mayor número de parados de la historia. “No hay como firmar pagarés políticos pa-ra obnubilar el espíritu crítico”, sostie-ne el filósofo azote de las pseudocien-cias, que advierte también sobre las siete minas terrestres que amenazan a quienes se aventuran a caminar por el terreno político: confusión, error, exa-geración, profecía, engaño, pagaré, ma-quiavelismo y crimen. Consejo: cami-nar con ojo escéptico antes que cega-do por los dogmas y las ilusiones. Bri-llante y esclarecedor.

Mario Bunge

Eduardo San José

iempre acaricio, lenta y cobardemente, la tentación de reseñar libros inexistentes, pero

que muy bien podrían o deberían haberse escrito. Menos como malicia que como homenaje a los gustos propios, se trataría de remedar lo que To-masso Debenedetti ha perpetrado con sus entre-vistas falsas y probables a personajes reales, o ha-cer el mismo camino que Borges demostraba an-dando: “Desvarío laborioso y empobrecedor es componer vastos libros. Mejor procedimiento es si-mular que esos libros ya existen y ofrecer un resu-men” escribía en el prólogo de Ficciones (1944). Li-bros que uno desearía entonces formidables, raros o curiosos, ventanas a luces más altas. Si así fuera, éste sería un libro que me gustaría haber inventado. Cuentos rusos, los relatos de Fran-cesc Serés (Zaidín, Huesca, 1972) traducidos al castellano tras obtener el último Premio de la Críti-ca en narrativa catalana, surge de una fantasía pa-recida, salvo que inversa: probar el recorrido de la simulación escribiendo la obra e inventado al au-

tor. Serés brinda una antología de narradores de las tres últimas épocas rusas, la zarista, la soviéti-ca y la capitalis-ta; autores de obra desapareci-da en las condi-ciones de los tres momentos. Por supuesto, todo es fingido: Serés agradece a una supuesta Anasta-sia Maxímova la noticia de estos autores y la tra-ducción de la antología que ambos consen-suarían. Pero no hay hilo que no mueva él ni tex-

to que no haya tejido. Se traviste de muchos para inventarse una tradición oculta, reveladora del enigma ruso, como afirma su prefacio: “Todo lo que sucede en estos relatos construye la historia de un territorio, de un país que podría ser del todo imaginario. […] La historia de Rusia del último si-glo y medio, ¿no podría ser pensada como una enorme fábula?” (p. 21). El lector se encuentra, así, con Ola Yevguénieva, Vera-Margarita Abansérev, Vitali Kroptkin, Aleksandr Vólkov y Iósif Bergchenko, nómina orde-nada por su proximidad cronológica. Se equivoca en parte quien espere encontrar en sus cuentos una Rusia de abnegados y torvos mujiks, taigas ina-pelables y samovares, de iconos trocados en efi-gies de los supremos líderes revolucionarios, de in-memoriales leyendas o de los espejismos más sór-didos de un capitalismo a destiempo. Esto, porque Serés no elude sus propias influencias, que no son tanto los grandes maestros del realismo ruso, salvo Chéjov, como Maupassant o Salinger, homenajea-dos en el prefacio. Así, suele eludir lo más exterior para centrarse en una tensión psicológica de lí-neas justas. Bajo la natural irregularidad de una co-lección de cuentos, más de una como ésta, descu-brimos piezas magistrales y dignas de una antolo-gía de época: “La prenda”, de Yevguénieva, un ca-pricho ajedrecístico donde sobrevuela una vaga amenaza, de cuya sospecha se responsabiliza al lector; la alabanza de ciencia y menosprecio de humanidades que es “Enciclopedia rusa”, de Krop-tkin; la geopolítica reducida a emociones de “La guerra contra los voromianos”, de Vólkov, o las fá-bulas populares interpretadas por el ossiánico Bergchenko. Y es admirable cómo Serés muda sus recursos ante cada heterónimo, desde el minima-lismo más actual a la epopeya y la oralidad.

Manuscrito encontrado

en Rusia

“Las pseudociencias ¡vaya timo! MARIO BUNGE Laetoli, 246 páginas

Cuentos rusos FRANCESC SERÉS Mondadori, 225 páginas

SL

combate las macanas“El psicoanálisis es simplemente charlatanería psicológica”, afirma el filósofo argentino en el libro que reúne sus escritos contra la superchería

Mario Bunge.

FARO DE VIGO Sábado, 26 de marzo de 20112

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Ficción

1. El ángel perdidoEl ángel perdidoEl ángel perdidoEl ángel perdido.... Javier Sierra (Planeta).

2. El tiempo entre costuras.El tiempo entre costuras.El tiempo entre costuras.El tiempo entre costuras. María Dueñas (Temas de Hoy).

3. 1Q841Q841Q841Q84.... Haruki Murakami (Tusquets).

4. Purga.Purga.Purga.Purga. Sofi Oksanen (Alfaguara).

5. El sueño del celta.El sueño del celta.El sueño del celta.El sueño del celta. Mario Vargas Llosa (Alfaguara).

6. Mar de fuego.Mar de fuego.Mar de fuego.Mar de fuego. Chufo Llorens (Grijalbo).

No ficción

1. Excusas para no pensar.Excusas para no pensar.Excusas para no pensar.Excusas para no pensar. Eduardo Punset (Destino).

2. Indignáos.Indignáos.Indignáos.Indignáos. Stephane Hessell (Destino).

3. Saber cocinar: recetas y trucos. Saber cocinar: recetas y trucos. Saber cocinar: recetas y trucos. Saber cocinar: recetas y trucos. Sergio Fernández (Espasa).

4. El Método Dukan Ilustrado.El Método Dukan Ilustrado.El Método Dukan Ilustrado.El Método Dukan Ilustrado. Pierre Dukan (RBA).

5. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. Pierre Dukan (RBA).

6. Jesús de Nazareth.Jesús de Nazareth.Jesús de Nazareth.Jesús de Nazareth. Papa Benedicto XVI (Encuentro).

En galego

1. Indignádevos.Indignádevos.Indignádevos.Indignádevos. Stephane Hessel (Factoría K).

2. Todo é silencio.Todo é silencio.Todo é silencio.Todo é silencio. Manuel Rivas (Xerais).

3. Novas receitas da cociña de Novas receitas da cociña de Novas receitas da cociña de Novas receitas da cociña de Larpeiros.Larpeiros.Larpeiros.Larpeiros.Benigno Campos (Galaxia).

4. 1Q84.1Q84.1Q84.1Q84. Haruki Murakami (Galaxia). 5. Fundación Libélula. Fundación Libélula. Fundación Libélula. Fundación Libélula. Yashmina Shawky (Xerais.

Excusas para no pensar EDUARDO PUNSET

Destino, 285 páginas

Andrés Montes

Eduardo Punset se convirtió en el divulgador científico más popular de España aupándose sobre “Redes”, un programa tele-visivo minoritario, solvente y con un formato original del que ex-trae la materia prima de sus li-bros. Su dicción ensimismada y su aspecto de profesor despista-do contribuyeron a transformar-lo en un personaje, lo que con-fiere a sus sucesivas publicacio-

nes un tono cada vez peculiar que lo aleja progresivamente del estricto papel de mediador en-tre la ciencia y el gran público para hacer de él un consejero

universal cargado de soluciones para sus lectores. Las recetas cuentan, eso sí, con una base –que no consistencia– científica pero no por ello su último libro deja ya de ser más un manual de autoayuda que un libro de divul-gación. Lo que nada tiene de ob-jetable siempre que el destinata-rio sepa lo que está comprando.

Punset suscribe, en uno de los “itinerarios” de Excusas para no pensar, los consejos de Ro-bert Mundell, economista y No-bel, que a estas alturas defiende la bondad de la desregulación financiera de la era Reagan, el epicentro, a juicio de muchos de sus colegas, del petardazo eco-nómico en el que estamos sumi-dos. La prescripción de Mundell, a la que Punset se apunta con ambigüedad, es más desregula-ción y en todos los ámbitos, lo que sin duda acrecentará las in-certidumbres que este libro quiere ayudarnos a afrontar.

El agujero de Helmand CARLOS FIDALGO

Menos Cuarto. 104 páginas

En la guerra de Afganis-tán que sucede a los atenta-dos del 11 de septiembre, un grupo de marines se enfren-ta al enemigo talibán y a una presencia ominosa mucho más terrible. El agujero de Helmand, ganadora del Pre-mio Tristana 2010, es un con-vincente relato sobre la cir-cularidad del tiempo. El au-tor engarza la historia anti-gua de la expedición de Ale-jandro Magno al centro de Asia con la palpitante actua-lidad del terrorismo islamis-ta para contar la pesadilla de unos soldados amenaza-dos por la muerte y su eco en el paisaje. Polvo y viento. Y el río Helmand, que se re-tuerce a punto de morder en una obra plena de eficacia narrativa. T.G. T.G. T.G. T.G.

La investigación STANISLAW LEM

Impedimenta. 248 páginas

Gregory, un joven teniente de Scotland Yard, recibe el en-cargo de investigar una serie de extraños sucesos que tie-nen intrigada a la policía. De diversos puntos de la zona metropolitana de Londres lle-gan informes sobre cadáve-res aparentemente resucita-dos que empiezan a levantar-se y caminar, a vestirse y reco-rrer largas distancias antes de desaparecer sin dejar rastro. Nadie encuentra una explica-ción racional para lo sucedi-do, y lo que comienza siendo una anécdota intrascendente acabará convirtiéndose en una auténtica plaga. Stanis-law Lem nos seduce con una intriga policíaca de tintes filo-sóficos y metafísicos, en un Londres neblinoso y noctur-no en que casi ninguna pre-gunta tiene respuesta. T.G.T.G.T.G.T.G.

FARO DE VIGO Sábado, 26 de marzo de 2011 3

Los más vendidos

De la divulgación a la autoayuda

Con la colaboración de: Casa del libro (Vigo)

El alcalde del crimen FRANCISCO BALBUENA Martínez Roca

667 páginas

Tino Pertierra

s muy probable que a Jo-vellanos le hubiera cau-sado regocijo saber que

en este año de tanta solemnidad alrededor de su figura alguien se atrevería a convertirlo en... per-sonaje de una novela policiaca. Pues lo han hecho. El osado se llama Francisco Balbuena, autor de Jaén que viene arropado por un ramillete de premios (Ciudad de Badajoz, Francisco García Pa-vón, Río Manzanares, Ciudad de Getafe). Y ahora, sin faja de pre-mio, da un paso al frente con El alcalde del crimen, vigorosa com-binación de trama misteriosa (la aparición de curas sin cabeza en la Sevilla de 1776, decapitacio-nes que no dejan ni rastro de sangre, estupor, pánico, qué pasa aquí) con una descripción mi-nuciosa y envolvente de la ciu-dad con sus claroscuros fasci-nantes. Y como elemento origi-nal, la recreación de ese Gaspar de Jovellanos al que los hechos le pillan como juez en la ciudad hispalense. Despojado de ropa-jes vetustos y rancios, el Jovella-nos que pinta Balbuena se con-

vierte en un intrépido investiga-dor apoyado por un viajero in-glés que aporta el toque cosmo-polita y una aristócrata enamora-da del polígrafo gijonés. Lejos de las simplezas de un Dan Brown o similares, Balbuena se toma su tiempo y el espacio necesario para presentar a sus personajes y darles una entidad psicológica solvente, dentro de un entorno histórico e intelec-tual que permite al lector sumer-

girse en una atmósfera de temor e incertidumbre, con el Santo Oficio haciendo de las suyas. No busca tanto el suspense como la progresión dramática, sin caer en el simplismo narrativo y dan-do la información precisa sobre hechos y lugares para no caer en trampas banales de narrador tri-lero. De ahí que el personaje de Jovellanos no sea mostrado co-mo un superhéroe sino como una persona con dudas, inquie-tudes y debilidades (capaz de llorar en la soledad de su despa-cho tras cometer un error que cuesta la vida de alguien, y tam-bién de abofetear en un momen-to dado o de gritar con furia). La novela tiene más de Conan Doyle (pesquisas, deducciones, intuiciones, inquisidora en el buen sentido de la palabra) que de thriller de aventura, aunque al final haya buenas dosis de ac-ción. Y, en una voltereta argumen-tal de amor maldito que recuer-da la genial La vida privada de Sherlock Holmes, Francisco Bal-buena se permite el romántico atrevimiento de revelar un “se-creto” de Jovellanos que marca-ría el resto de su vida: cuánto se aprende des-de el dolor, cuán eterno es el amor perdido.

El Jovellanos que pinta Balbuena se convierte en un intrépido investigador apoyado por un viajero inglés que aporta el toque cosmopolita

El gran secreto de Jovellanos

E

El escritor

andaluz Francisco Balbuena.

Ficción

1. El ángel perdidoEl ángel perdidoEl ángel perdidoEl ángel perdido.... Javier Sierra (Planeta).

2. El tiempo entre costuras.El tiempo entre costuras.El tiempo entre costuras.El tiempo entre costuras. María Dueñas (Temas de Hoy).

3. 1Q841Q841Q841Q84.... Haruki Murakami (Tusquets).

4. Purga.Purga.Purga.Purga. Sofi Oksanen (Alfaguara).

5. El sueño del celta.El sueño del celta.El sueño del celta.El sueño del celta. Mario Vargas Llosa (Alfaguara).

6. Mar de fuego.Mar de fuego.Mar de fuego.Mar de fuego. Chufo Llorens (Grijalbo).

No ficción

1. Excusas para no pensar.Excusas para no pensar.Excusas para no pensar.Excusas para no pensar. Eduardo Punset (Destino).

2. Indignáos.Indignáos.Indignáos.Indignáos. Stephane Hessell (Destino).

3. Saber cocinar: recetas y trucos. Saber cocinar: recetas y trucos. Saber cocinar: recetas y trucos. Saber cocinar: recetas y trucos. Sergio Fernández (Espasa).

4. El Método Dukan Ilustrado.El Método Dukan Ilustrado.El Método Dukan Ilustrado.El Método Dukan Ilustrado. Pierre Dukan (RBA).

5. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. Pierre Dukan (RBA).

6. Jesús de Nazareth.Jesús de Nazareth.Jesús de Nazareth.Jesús de Nazareth. Papa Benedicto XVI (Encuentro).

En galego

1. Indignádevos.Indignádevos.Indignádevos.Indignádevos. Stephane Hessel (Factoría K).

2. Todo é silencio.Todo é silencio.Todo é silencio.Todo é silencio. Manuel Rivas (Xerais).

3. Novas receitas da cociña de Novas receitas da cociña de Novas receitas da cociña de Novas receitas da cociña de Larpeiros.Larpeiros.Larpeiros.Larpeiros.Benigno Campos (Galaxia).

4. 1Q84.1Q84.1Q84.1Q84. Haruki Murakami (Galaxia). 5. Fundación Libélula. Fundación Libélula. Fundación Libélula. Fundación Libélula. Yashmina Shawky (Xerais.

Excusas para no pensar EDUARDO PUNSET

Destino, 285 páginas

Andrés Montes

Eduardo Punset se convirtió en el divulgador científico más popular de España aupándose sobre “Redes”, un programa tele-visivo minoritario, solvente y con un formato original del que ex-trae la materia prima de sus li-bros. Su dicción ensimismada y su aspecto de profesor despista-do contribuyeron a transformar-lo en un personaje, lo que con-fiere a sus sucesivas publicacio-

nes un tono cada vez peculiar que lo aleja progresivamente del estricto papel de mediador en-tre la ciencia y el gran público para hacer de él un consejero

universal cargado de soluciones para sus lectores. Las recetas cuentan, eso sí, con una base –que no consistencia– científica pero no por ello su último libro deja ya de ser más un manual de autoayuda que un libro de divul-gación. Lo que nada tiene de ob-jetable siempre que el destinata-rio sepa lo que está comprando.

Punset suscribe, en uno de los “itinerarios” de Excusas para no pensar, los consejos de Ro-bert Mundell, economista y No-bel, que a estas alturas defiende la bondad de la desregulación financiera de la era Reagan, el epicentro, a juicio de muchos de sus colegas, del petardazo eco-nómico en el que estamos sumi-dos. La prescripción de Mundell, a la que Punset se apunta con ambigüedad, es más desregula-ción y en todos los ámbitos, lo que sin duda acrecentará las in-certidumbres que este libro quiere ayudarnos a afrontar.

El agujero de Helmand CARLOS FIDALGO

Menos Cuarto. 104 páginas

En la guerra de Afganis-tán que sucede a los atenta-dos del 11 de septiembre, un grupo de marines se enfren-ta al enemigo talibán y a una presencia ominosa mucho más terrible. El agujero de Helmand, ganadora del Pre-mio Tristana 2010, es un con-vincente relato sobre la cir-cularidad del tiempo. El au-tor engarza la historia anti-gua de la expedición de Ale-jandro Magno al centro de Asia con la palpitante actua-lidad del terrorismo islamis-ta para contar la pesadilla de unos soldados amenaza-dos por la muerte y su eco en el paisaje. Polvo y viento. Y el río Helmand, que se re-tuerce a punto de morder en una obra plena de eficacia narrativa. T.G. T.G. T.G. T.G.

La investigación STANISLAW LEM

Impedimenta. 248 páginas

Gregory, un joven teniente de Scotland Yard, recibe el en-cargo de investigar una serie de extraños sucesos que tie-nen intrigada a la policía. De diversos puntos de la zona metropolitana de Londres lle-gan informes sobre cadáve-res aparentemente resucita-dos que empiezan a levantar-se y caminar, a vestirse y reco-rrer largas distancias antes de desaparecer sin dejar rastro. Nadie encuentra una explica-ción racional para lo sucedi-do, y lo que comienza siendo una anécdota intrascendente acabará convirtiéndose en una auténtica plaga. Stanis-law Lem nos seduce con una intriga policíaca de tintes filo-sóficos y metafísicos, en un Londres neblinoso y noctur-no en que casi ninguna pre-gunta tiene respuesta. T.G.T.G.T.G.T.G.

FARO DE VIGO Sábado, 26 de marzo de 2011 3

Los más vendidos

De la divulgación a la autoayuda

Con la colaboración de: Casa del libro (Vigo)

El alcalde del crimen FRANCISCO BALBUENA Martínez Roca

667 páginas

Tino Pertierra

s muy probable que a Jo-vellanos le hubiera cau-sado regocijo saber que

en este año de tanta solemnidad alrededor de su figura alguien se atrevería a convertirlo en... per-sonaje de una novela policiaca. Pues lo han hecho. El osado se llama Francisco Balbuena, autor de Jaén que viene arropado por un ramillete de premios (Ciudad de Badajoz, Francisco García Pa-vón, Río Manzanares, Ciudad de Getafe). Y ahora, sin faja de pre-mio, da un paso al frente con El alcalde del crimen, vigorosa com-binación de trama misteriosa (la aparición de curas sin cabeza en la Sevilla de 1776, decapitacio-nes que no dejan ni rastro de sangre, estupor, pánico, qué pasa aquí) con una descripción mi-nuciosa y envolvente de la ciu-dad con sus claroscuros fasci-nantes. Y como elemento origi-nal, la recreación de ese Gaspar de Jovellanos al que los hechos le pillan como juez en la ciudad hispalense. Despojado de ropa-jes vetustos y rancios, el Jovella-nos que pinta Balbuena se con-

vierte en un intrépido investiga-dor apoyado por un viajero in-glés que aporta el toque cosmo-polita y una aristócrata enamora-da del polígrafo gijonés. Lejos de las simplezas de un Dan Brown o similares, Balbuena se toma su tiempo y el espacio necesario para presentar a sus personajes y darles una entidad psicológica solvente, dentro de un entorno histórico e intelec-tual que permite al lector sumer-

girse en una atmósfera de temor e incertidumbre, con el Santo Oficio haciendo de las suyas. No busca tanto el suspense como la progresión dramática, sin caer en el simplismo narrativo y dan-do la información precisa sobre hechos y lugares para no caer en trampas banales de narrador tri-lero. De ahí que el personaje de Jovellanos no sea mostrado co-mo un superhéroe sino como una persona con dudas, inquie-tudes y debilidades (capaz de llorar en la soledad de su despa-cho tras cometer un error que cuesta la vida de alguien, y tam-bién de abofetear en un momen-to dado o de gritar con furia). La novela tiene más de Conan Doyle (pesquisas, deducciones, intuiciones, inquisidora en el buen sentido de la palabra) que de thriller de aventura, aunque al final haya buenas dosis de ac-ción. Y, en una voltereta argumen-tal de amor maldito que recuer-da la genial La vida privada de Sherlock Holmes, Francisco Bal-buena se permite el romántico atrevimiento de revelar un “se-creto” de Jovellanos que marca-ría el resto de su vida: cuánto se aprende des-de el dolor, cuán eterno es el amor perdido.

El Jovellanos que pinta Balbuena se convierte en un intrépido investigador apoyado por un viajero inglés que aporta el toque cosmopolita

El gran secreto de Jovellanos

E

El escritor

andaluz Francisco Balbuena.

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on hai moitos días que morreu en Madrid, con cen anos, a importante

filóloga e traductora Lydia Ku-per, que podemos considerar vi-guesa aínda que na-cera en Lodz (daque-la, unha cidade polo-nesa; hoxe, rusa). O es-critor e xornalista Germán Sánchez, ta-mén vigués e residen-te na capital de Espa-ña, ten a amabilidade de aportarnos datos biográficos e fotogra-fías de Lydia Kuper que iremos utilizando no Fondo dos Espe-llos. Moitas grazas a Germán Sánchez pola súa xenerosidade.

En intres diferen-tes dos anos dez do século XX viñeron desde Rusia para se establecer como mé-dicos odontólogos en Galicia varias persoas coas súas familias. Es-tas eran de orixe xu-día askenazi pro non relixiosos e de cultu-ra política de esquer-da. Así ocorreu coa familia Kuper que se estableceu en Vigo (rúa do Príncipe) cunha pola en Ferrol; coa familia Zbarski, que o fixo en Ponte-vedra e os Dainoff, que foron parar a Ou-rense. Con eles viñe-ron nenos pequenos e outros máis novos naceron en Galicia. Os Kuper e os Zbarski, emparenta-dos entre eles, milita-ban durante a II Re-pública en partidos de esquerda e, en 1936, foron persegui-dos, expropiados, dis-persados ou fusilados polo procedemento do paseo ou do esperpento a modo de Consello de Guerra. A familia de Vladimiro Dainoff, ta-mén foi duramente perseguida e fuxiu inicialmente, para máis tarde regresar a Ourense, esta-blecéndose como médico xe-ral o máis novo da familia.

Pastor Rodríguez foi un vi-gués que se librou da morte en 1936 e que viviu longos anos como referencia principal, e por moito tempo única, do PSOE na súa cidade e bisbarra. Sobre o ano 1984 Pastor, amigo da familia Kuper, púxose en contacto con Virginio Fuentes, gobernador civil da provincia de Pontevedra, e con Luís Fe-rreiro Loredo, ao tempo xefe de gabinete deste. Pastor fíxolle á autoridade provincial unha re-velación sorprendente.

En 1936, os franquistas in-cautáronse dos bens dos Ku-per. Estes, coma as familias

Zbarski e Dainoff, resul-tábanlles particular-mente odiosas aos franquistas. Non eran relixosos e si rusos e, para maior mal, de proceden-cia xudía. Reprimiron, pois, con dureza aos Kuper e entre os bens que lles expropiaron achábase unha bolsa na que gardaban (previsión ancestral xudía) unha presa de moedas de ouro para utilizar nunha emerxencia.

Ao amigo Pastor constáballe que tal tesouriño fora deposita-do no Banco de España e que alí podía seguir esquencido.

Virginio Fuentes, sempre coa colaboración de Luís Ferreiro, removeu nos arquivos do Ban-co de España en Madrid e ter-minou por atopar o depósito. En efecto: unha bolsa de papel forte que contiña moedas de ouro carimbadas por diferentes

estados europeos (al-gúns desaparecidos) e americanos. Coido que o tesouriño foi tasado en dous ou tres millóns

de pesetas de 1984. Daquela, Pastor Rodríguez

fixo vir a Pontevedra aos super-vivintes da familia Kuper. Que eran Lydia, residente en Ma-drid, e o seu curmán Elias Ku-per, redactor deportivo de No-vedades de Moscú que residía desde a II Guerra Mundial na capital soviética.

Convocouse o acto de resti-tución do tesouriño nun salón do Goberno Civil de Ponteve-dra. O secretario xeral, Ecieta, leu a acta e o gobernador fixo a entrega. Lydia e Elias conta-ron as moedas con mans tre-mencidas e cortóuselle a voz ao daren as grazas no nome da familia e ao faceren memoria dorida de todas as víctimas do

franquismo. Tamén conmovidos asina-mos a acta como tes-temuñas Luís Ferreiro e máis eu.

Finalizado o acto, fomos á Rúa Nova de Pontevedra a beber uns viños (Elias lan-zouse ao Ribeiro) e gustar uns callos. Conversouse confusa e apacíbelmente. Lydia estaba moi ilu-sionada pola evolu-ción antidogmática da Perestroika , pero Elias amosábase cau-to e olfateaba no ven-to da Praza Vermella perfumes insidiosos de traizón. Lydia pre-guntoume por Teresa Díez, catedrática de Inglés no Instituto San Tomé de Freixei-ro, que fora compa-ñeira súa de faculta-de e da Residencia Femenina de Estu-diantes de Madrid que dirixía María de Maeztu. O Kuper moscovita resultou ser un celtista moi descontento dos maus resultados obti-dos, como é hábito, polo equipo vigués. “Fálase máis do Celta en Novedades de Moscú ca de calque-ra outra escuadra ga-lega grazas a min” – confesounos Elias. A medida que progre-día a conversa, o acento galego saía do Fondo dos Espe-llos e invadíao o sis-tema vocálico dos

cosmopolitas sen terra. A res-pecto da política española, os dous curmáns Kuper interro-gáronnos a Luís Ferreiro e a min moi delicadamente sobre a opinión que nos merecían as posicións de Ignacio Gallego e de Carrillo. Non deixaron tras-lucir as súas preferencias.

E por que viñera a familia a Vigo e a Galicia? Conta a lenda familiar que o maior dos Kuper coñeceu, nun balneario suízo e antes da Grande Guerra, ao marqués de Leis. Este explicoul-le ao ruso a deficiencia profi-sional dos dentistas de aquí e animouno a su establecer en Vi-go, cidade, segundo o galego, destinada a medrar en riqueza e en poboación. O primeiro Ku-per fíxolle caso ao marqués e abriu a súa clínica dental na rúa do Príncipe, por frente do actual Marco, logo virían os Zbarski e os Dainoff.

Lydia e Elias contaron as moedas con mans tremencidas e cortóuselle a voz ao daren as grazas no nome da familia e ao faceren memoria dorida de todas as víctimas do franquismo

Lydia Kuper, en Vigo, aos

17 anos. // A.F.

NO FONDO DOS

ESPELLOS X.L. MÉNDEZ FERRÍN

N

O tesouriño da familia Kuper

FARO DE VIGO Sábado, 26 de marzo de 20114

Benquerido Xosé Luís: No teu “Fondo dos Es-

pellos” do sábado dezano-ve dubidabas, a propósito do roubo das campás da igrexa das Goás, de se o exclaustrado que a túa lembranza asociaba a es-ta fregresía viña na litera-tura de Valle, de Otero ou de Cunqueiro. Por fre-cuencia tiñan máis posi-bilidades o das Comedias bárbaras e o d’Os cami-ños da vida. Por xeografía, acaíalle mellor Cunquei-ro. E de Cunqueiro é o ex-claustrado das Goás. O conto de “A soldadura da princesiña de prata”, in-cluído en Merlín e familia, ten este brutal remate no que aterra a marabillosa fantasía da, outra máis, bo-neca esnaquizada. Cito pola edición que para Ga-laxia fixo en 2001 o co co-razón lembrado Xosé Ma-nuel Enríquez:

“Mestre Flute pasou dous días chorando, i ao fin marchouse polo cami-ño de Belvís, i eu fun con el hastra Golpilleira. I hou-bo función de enterro en Quintás, e padricou mui asisado o esclaustrado das Goás, poñendo mui aparentes as vaidades dis-te mundo, que “la mujer casada la pierna quebra-da y en casa”, e de que os pasteiros de Moucín eran da abadía de Meira, e de que xa verían os que an-daban a mercalos, e que a algús lles cheiraba a pól-vora a cabeza. ¡Era moito pradicador aquel rioja-no!”.

Este exclaustrado das Goás eu véxoo, lonxe do de Diabelle, que coñece-rás mellor ca min, e do de Oseira de Otero, metido no vagón da ira, naquel tren que camiño de Roma puxo a andar Curros no seu extraordinario O divi-no sainete. Con razón era riojano! En todo caso, ha-bería que escoitar hoxe o que pradicaría do roubo das campás da súa igrexa, e de outros temas, este de Cunqueiro exclaustrado das Goás, de San Pedro de Goás.

Anxo AngueirasAnxo AngueirasAnxo AngueirasAnxo Angueiras Manselle (Dodro)

Todos aqueles que quixeren colabo-rar coa súa opinión en NO FONDO DOS ESPELLOS poden escribir por co-rreo ordinario a:

X. L. Méndez Ferrín

FARO DE VIGO Rúa Uruguay, 10-A

Aptdo. Correos, 91. VIGO

CAIXA POSTALon hai moitos días que morreu en Madrid, con cen anos, a importante

filóloga e traductora Lydia Ku-per, que podemos considerar vi-guesa aínda que na-cera en Lodz (daque-la, unha cidade polo-nesa; hoxe, rusa). O es-critor e xornalista Germán Sánchez, ta-mén vigués e residen-te na capital de Espa-ña, ten a amabilidade de aportarnos datos biográficos e fotogra-fías de Lydia Kuper que iremos utilizando no Fondo dos Espe-llos. Moitas grazas a Germán Sánchez pola súa xenerosidade.

En intres diferen-tes dos anos dez do século XX viñeron desde Rusia para se establecer como mé-dicos odontólogos en Galicia varias persoas coas súas familias. Es-tas eran de orixe xu-día askenazi pro non relixiosos e de cultu-ra política de esquer-da. Así ocorreu coa familia Kuper que se estableceu en Vigo (rúa do Príncipe) cunha pola en Ferrol; coa familia Zbarski, que o fixo en Ponte-vedra e os Dainoff, que foron parar a Ou-rense. Con eles viñe-ron nenos pequenos e outros máis novos naceron en Galicia. Os Kuper e os Zbarski, emparenta-dos entre eles, milita-ban durante a II Re-pública en partidos de esquerda e, en 1936, foron persegui-dos, expropiados, dis-persados ou fusilados polo procedemento do paseo ou do esperpento a modo de Consello de Guerra. A familia de Vladimiro Dainoff, ta-mén foi duramente perseguida e fuxiu inicialmente, para máis tarde regresar a Ourense, esta-blecéndose como médico xe-ral o máis novo da familia.

Pastor Rodríguez foi un vi-gués que se librou da morte en 1936 e que viviu longos anos como referencia principal, e por moito tempo única, do PSOE na súa cidade e bisbarra. Sobre o ano 1984 Pastor, amigo da familia Kuper, púxose en contacto con Virginio Fuentes, gobernador civil da provincia de Pontevedra, e con Luís Fe-rreiro Loredo, ao tempo xefe de gabinete deste. Pastor fíxolle á autoridade provincial unha re-velación sorprendente.

En 1936, os franquistas in-cautáronse dos bens dos Ku-per. Estes, coma as familias

Zbarski e Dainoff, resul-tábanlles particular-mente odiosas aos franquistas. Non eran relixosos e si rusos e, para maior mal, de proceden-cia xudía. Reprimiron, pois, con dureza aos Kuper e entre os bens que lles expropiaron achábase unha bolsa na que gardaban (previsión ancestral xudía) unha presa de moedas de ouro para utilizar nunha emerxencia.

Ao amigo Pastor constáballe que tal tesouriño fora deposita-do no Banco de España e que alí podía seguir esquencido.

Virginio Fuentes, sempre coa colaboración de Luís Ferreiro, removeu nos arquivos do Ban-co de España en Madrid e ter-minou por atopar o depósito. En efecto: unha bolsa de papel forte que contiña moedas de ouro carimbadas por diferentes

estados europeos (al-gúns desaparecidos) e americanos. Coido que o tesouriño foi tasado en dous ou tres millóns

de pesetas de 1984. Daquela, Pastor Rodríguez

fixo vir a Pontevedra aos super-vivintes da familia Kuper. Que eran Lydia, residente en Ma-drid, e o seu curmán Elias Ku-per, redactor deportivo de No-vedades de Moscú que residía desde a II Guerra Mundial na capital soviética.

Convocouse o acto de resti-tución do tesouriño nun salón do Goberno Civil de Ponteve-dra. O secretario xeral, Ecieta, leu a acta e o gobernador fixo a entrega. Lydia e Elias conta-ron as moedas con mans tre-mencidas e cortóuselle a voz ao daren as grazas no nome da familia e ao faceren memoria dorida de todas as víctimas do

franquismo. Tamén conmovidos asina-mos a acta como tes-temuñas Luís Ferreiro e máis eu.

Finalizado o acto, fomos á Rúa Nova de Pontevedra a beber uns viños (Elias lan-zouse ao Ribeiro) e gustar uns callos. Conversouse confusa e apacíbelmente. Lydia estaba moi ilu-sionada pola evolu-ción antidogmática da Perestroika , pero Elias amosábase cau-to e olfateaba no ven-to da Praza Vermella perfumes insidiosos de traizón. Lydia pre-guntoume por Teresa Díez, catedrática de Inglés no Instituto San Tomé de Freixei-ro, que fora compa-ñeira súa de faculta-de e da Residencia Femenina de Estu-diantes de Madrid que dirixía María de Maeztu. O Kuper moscovita resultou ser un celtista moi descontento dos maus resultados obti-dos, como é hábito, polo equipo vigués. “Fálase máis do Celta en Novedades de Moscú ca de calque-ra outra escuadra ga-lega grazas a min” – confesounos Elias. A medida que progre-día a conversa, o acento galego saía do Fondo dos Espe-llos e invadíao o sis-tema vocálico dos

cosmopolitas sen terra. A res-pecto da política española, os dous curmáns Kuper interro-gáronnos a Luís Ferreiro e a min moi delicadamente sobre a opinión que nos merecían as posicións de Ignacio Gallego e de Carrillo. Non deixaron tras-lucir as súas preferencias.

E por que viñera a familia a Vigo e a Galicia? Conta a lenda familiar que o maior dos Kuper coñeceu, nun balneario suízo e antes da Grande Guerra, ao marqués de Leis. Este explicoul-le ao ruso a deficiencia profi-sional dos dentistas de aquí e animouno a su establecer en Vi-go, cidade, segundo o galego, destinada a medrar en riqueza e en poboación. O primeiro Ku-per fíxolle caso ao marqués e abriu a súa clínica dental na rúa do Príncipe, por frente do actual Marco, logo virían os Zbarski e os Dainoff.

Lydia e Elias contaron as moedas con mans tremencidas e cortóuselle a voz ao daren as grazas no nome da familia e ao faceren memoria dorida de todas as víctimas do franquismo

Lydia Kuper, en Vigo, aos

17 anos. // A.F.

NO FONDO DOS

ESPELLOS X.L. MÉNDEZ FERRÍN

N

O tesouriño da familia Kuper

FARO DE VIGO Sábado, 26 de marzo de 20114

Benquerido Xosé Luís: No teu “Fondo dos Es-

pellos” do sábado dezano-ve dubidabas, a propósito do roubo das campás da igrexa das Goás, de se o exclaustrado que a túa lembranza asociaba a es-ta fregresía viña na litera-tura de Valle, de Otero ou de Cunqueiro. Por fre-cuencia tiñan máis posi-bilidades o das Comedias bárbaras e o d’Os cami-ños da vida. Por xeografía, acaíalle mellor Cunquei-ro. E de Cunqueiro é o ex-claustrado das Goás. O conto de “A soldadura da princesiña de prata”, in-cluído en Merlín e familia, ten este brutal remate no que aterra a marabillosa fantasía da, outra máis, bo-neca esnaquizada. Cito pola edición que para Ga-laxia fixo en 2001 o co co-razón lembrado Xosé Ma-nuel Enríquez:

“Mestre Flute pasou dous días chorando, i ao fin marchouse polo cami-ño de Belvís, i eu fun con el hastra Golpilleira. I hou-bo función de enterro en Quintás, e padricou mui asisado o esclaustrado das Goás, poñendo mui aparentes as vaidades dis-te mundo, que “la mujer casada la pierna quebra-da y en casa”, e de que os pasteiros de Moucín eran da abadía de Meira, e de que xa verían os que an-daban a mercalos, e que a algús lles cheiraba a pól-vora a cabeza. ¡Era moito pradicador aquel rioja-no!”.

Este exclaustrado das Goás eu véxoo, lonxe do de Diabelle, que coñece-rás mellor ca min, e do de Oseira de Otero, metido no vagón da ira, naquel tren que camiño de Roma puxo a andar Curros no seu extraordinario O divi-no sainete. Con razón era riojano! En todo caso, ha-bería que escoitar hoxe o que pradicaría do roubo das campás da súa igrexa, e de outros temas, este de Cunqueiro exclaustrado das Goás, de San Pedro de Goás.

Anxo AngueirasAnxo AngueirasAnxo AngueirasAnxo Angueiras Manselle (Dodro)

Todos aqueles que quixeren colabo-rar coa súa opinión en NO FONDO DOS ESPELLOS poden escribir por co-rreo ordinario a:

X. L. Méndez Ferrín

FARO DE VIGO Rúa Uruguay, 10-A

Aptdo. Correos, 91. VIGO

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