Bellezas Del Talmud

3
BELLEZAS DEL TALMUD Parábolas, leyendas y principios de fe religiosa. LA CREACIÓN. Dios, creador y rey. Dios creó en el principio. Con este orden de palabras comienza la historia de la Creación. Los príncipes mortales, aún antes de haber creado en el propio reino instituciones útiles, se llaman reyes, y aún antes que sus nombres, pregonan los títulos se sus grandezas. Dios, por el contrario, crea primero, después se llama Señor; primero crea el bien de sus criaturas, después se da a valer. (Rabot, pág. 1, fac. 2) Serie de mundos. Y era noche. No era sino la primera noche, pero una serie de siglos la había ya precedido; pues en el curso de la eternidad Dios creaba mundos y los volvía a la Nada. Estos –decía- tendrán vida; aquellos otros no la tendrán. (Rabot, pág 22.) Creación de la luna. En los primeros consejos de la mente divina el sol debía ser la única luz de la tierra. Pero la mente divina previó que los ciegos mortales habrían de divinizar el astro. ¿Si el sol fuera la única luz –pensó Dios- cómo se podría desvanecer el error de los mortales? Por esto dio a la luna el reino de la noche. (Rabot, pág 8, 1.) Armonía del cielo con la tierra. En el primer día creó cielo y tierra. En el segundo creó el firmamento. En el tercero, en la tierra, la tornó fecunda. En el cuarto, en el cielo los astros. En el quinto, en la tierra, los animales. En el sexto quería crear al hombre, pero si hubiera sido toso de tierra o todo de cielo, se habría alterado la armonía de la Creación. Lo creó de cielo y de tierra, anillo de unión entre la tierra y el cielo. (Rabot, pág 14, 1.) EL SOL Y LA LUNA. “Hija de la belleza, arroja la envidia de tu corazón. La envidia precipitó a los ángeles del cielo, y la luz de la luna, precioso ornato de la noche, cubrió las tinieblas.” De la mente del Eterno, la palabra de la Creación salió: “Dos grandes luminarias brillarán en el cielo, y reinas de la tierra, gobernarán al fugitivo tiempo.” Dijo y fue. Semejante un esposo que sale de la cámara nupcial, como héroe que se adelanta por triunfal camino, surgió el sol, luz primera. Su manto era un esplendor divino; en torno a la cabeza llevaba una guirnalda de múltiples colores. Llenóse de júbilo la tierra; suaves perfumes exhalaron los campos, y las flores se abrieron más hermosas.

Transcript of Bellezas Del Talmud

Page 1: Bellezas Del Talmud

BELLEZAS DEL TALMUD

Parábolas, leyendas y principios de fe religiosa.

LA CREACIÓN.

Dios, creador y rey.

Dios creó en el principio. Con este orden de palabras comienza la historia de la Creación.

Los príncipes mortales, aún antes de haber creado en el propio reino instituciones útiles, se llaman reyes, y aún antes que sus nombres, pregonan los títulos se sus grandezas. Dios, por el contrario, crea primero, después se llama Señor; primero crea el bien de sus criaturas, después se da a valer. (Rabot, pág. 1, fac. 2)

Serie de mundos.

Y era noche. No era sino la primera noche, pero una serie de siglos la había ya precedido; pues en el curso de la eternidad Dios creaba mundos y los volvía a la Nada. Estos –decía- tendrán vida; aquellos otros no la tendrán. (Rabot, pág 22.)

Creación de la luna.

En los primeros consejos de la mente divina el sol debía ser la única luz de la tierra.

Pero la mente divina previó que los ciegos mortales habrían de divinizar el astro. ¿Si el sol fuera la única luz –pensó Dios- cómo se podría desvanecer el error de los mortales?

Por esto dio a la luna el reino de la noche. (Rabot, pág 8, 1.)

Armonía del cielo con la tierra.

En el primer día creó cielo y tierra. En el segundo creó el firmamento. En el tercero, en la tierra, la tornó fecunda. En el cuarto, en el cielo los astros. En el quinto, en la tierra, los animales.

En el sexto quería crear al hombre, pero si hubiera sido toso de tierra o todo de cielo, se habría alterado la armonía de la Creación.

Lo creó de cielo y de tierra, anillo de unión entre la tierra y el cielo. (Rabot, pág 14, 1.)

EL SOL Y LA LUNA.

“Hija de la belleza, arroja la envidia de tu corazón. La envidia precipitó a los ángeles

del cielo, y la luz de la luna, precioso ornato de la noche, cubrió las tinieblas.”

De la mente del Eterno, la palabra de la Creación salió: “Dos grandes luminarias brillarán en el cielo, y reinas de la tierra, gobernarán al fugitivo tiempo.”

Dijo y fue. Semejante un esposo que sale de la cámara nupcial, como héroe que se adelanta por triunfal camino, surgió el sol, luz primera. Su manto era un esplendor divino; en torno a la cabeza llevaba una guirnalda de múltiples colores.

Llenóse de júbilo la tierra; suaves perfumes exhalaron los campos, y las flores se abrieron más hermosas.

La segunda luz, la luna, se estremeció de envidia, porque la luz hermana la igualaba en esplendor. “A qué dos reinas sobre un mismo trono? ¿Y por qué nací yo después de mi compañera?”

Y de repente, con el interno temblor se apagó su luz, que huyó volando por los campos del cielo convertida en sartas de estrellas.

Blanca como un cadáver estaba la luna, llena de vergüenza frente a las peregrinas celestes, y rogaba lastimera: “Piedad de mí, Señor de los seres, piedad.”

Y un ángel del Señor se apareció a la avergonzada, llevando la palabra del divino consejo: “¿Por qué envidiaste el resplandor del sol? ¡Infeliz! ¡Nunca podrás ya lucir como él; y siempre que la tierra pase por delante de ti quedarás como ahora, toda o en parte, oscurecida!

“Pero, sin embargo, ¡Oh cuidata!, no te lamentes más: Dios piadoso ha perdonado tu

Page 2: Bellezas Del Talmud

error y lo ha vuelto en bien. Ve –me dijo- y di a la arrepentida: También ella será reina de su luz: las lágrimas de su arrepentimiento serán bálsamo para los fatigados; y para los deslumbrados por la fuerza solar serán alivio.”

Consolada quedo la luna; y hela ya circundad de la luz que ahora irradia. Sigue por el silencioso camino que ahora recorre: reina de la noche y de las estrellas, lamenta el antiguo error; y apiadada de toda lágrima, va al encuentro de los miserables para confortarlos.

Hija de la belleza, arroja la envidia de tu corazón. La envidia precipitó a los ángeles del cielo, y la luz de la luna, precioso ornamento de la noche, cubrió de tinieblas.

La revelación.

PARTE TEÓRICA.

La revelación retardada.

Abraham, el jefe de los creyentes, el primer pregonero de la verdad, debió ser, no obstante, el primer hombre.

Pero la mente divina previó que las generaciones caerían en el error. Fue creado por tanto Adam, y Abraham después de él, surgió entre el pasado y el futuro para corregir aquél e iluminar éste.

Fue como la columna que se coloca en medio de la bóveda para apuntarla; fue como madre, maestra de buenas costumbres dedicada a dar ejemplo a la familia corrompida. (Rabot, página 1, f. 1.)

El primer cántico a Dios.

El primer canto a Dios, del cual haga recuerdo la sagrada historia, fue entonado por Israel.- Ni Adam cuando fue creado, ni Abraham cuando fue vencedor, ni Isaac cuando quedó ileso y fue cambiando por otra víctima, ni Jacob cuando venció al ángel, elevaron cánticos a Dios. Israel fue el primero que elevó un cántico a Dios al salir d los abismos del Eritreo. (Rabot, 140, 1.)

La condenación del paganismo.

Un pagano con amenazante ceño dijo a un doctor de Israel: -Afirmáis que siete profetas paganos fueron, uno por siglo, inspirados por vuestro Dios, a fin de que indujesen a las demás naciones a aceptar la Ley.- Es verdad.- Aseguráis que aquellos profetas darán testimonio contra las naciones para hacerlas condenar. –Es verdad.- ¿Y después de aquellos siete siglos qué testimonio se podrá aportar? Las naciones podrán protestar de que a ellas no fue dada la Ley.-¡Amigo mío! Respondió el doctor, al pagano que quiere cobijarse bajo la gran majestad divina de nosotros le tendemos una mano amiga. Y aún los prosélitos mismos darán testimonios en contra vuestra. (Rabot, pág. 166, 1.)

Dios