Ben Jonson. El Alquimista. Teatro Isabelino

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Obra representativa de teatro Isabelino bajo la autoría de Ben Jonson.El alquimista es una de las pocas obras traducidas al español de Ben Jonson que se encuentran al alcance de los estudiosos del teatro.

Transcript of Ben Jonson. El Alquimista. Teatro Isabelino

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// El Alquimista

Traducción de J.R. Wilcock

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Serie/Teatro

Dirección de Difusión Cultural Departamento Editorial

México, D.F. 1984 1

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JA UNNERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA ............ . .

Rector general

Fís. Sergio Reyes Luján

Secretario general

Mtro. Jorge Ruiz Dueñas

Dirección de Difusión Cultural

Director

Mtro. Evodio Escalante

Jefe del Departamento Editorial

Bernardo Ruiz

Jefe de la Secci6n de Producci6n

Femando Solana Olivares

Jefa de la Secci6n de Diseño

Natalia Rojas Nieto

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@ Universidad Autónoma Metropolitana, 1983 1984

Reservados todos los derechos ISBN 968-597-256-7 Medellin 28 Col. Roma México D. F. C.P. 06700 Tel.. 5 11 61 92 Télex 1772152 UAM/RME

Impreso y hecho en México/Printed and made in Mexico

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PERSONAJES

Sutil, el alquimista.

Cara, el casero.

Dol Común, colega de éstos.

Gallardo, un amanuense.

Droguista, un cigarrero.

Lovewit, el dueño de casa.

Sir Epicuro Mamón, un caballero .

Pertinax Adusto, un jugador.

Tribulación Saludable, un Pastor de Amsterdam •

Ananías, su diácono.

Halcón, un muchacho duelista.

Señora Dócil, su he.rmana, una viuda. Vecinos, guardias, etc.

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La acción tiene lugar en Londres.

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ACTO PRIMERO·

Un cuarto en casa de Lovewit'. · r . r"' .• J

Entra Cara, con uniforme de capitán y con la e.spada desenvainada, y Sutil con .una redoma~ discutiendo, seguidos por Dol Común.

CARA ; ! : _, ·)e 1 <J

Te juro que lo haré.

/ .. SUTIL ¡fli ' '·

Peor para ti. Me importa un comino. :

DoL r</ f:'Ci.-; . v· ¿Estáis locos? Pero caballeros. Por favor ...

CARA

P icaro, te quitaré los calzones ...

SUTIL

¿Para qué? Para gozar lamiendo ...

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CARA

¡Bribón, bribón ... lamiendo tus engaños!

DoL Escuchadme, mi soberano, mi general, ¿estáis locos?

SUTIL

Oh, no te metas. Acércate, y te rociaré con un . líquido especial.

DoL ¿Queréis que los vecinos se enteren? ¿Queréis des­

cubrirnos? ¡Silencio! Oigo a alguien.

CARA

Pícaro ...

SUTIL

Acércate, y destruiré toda la labor de tu sastre.

CARA ¿Tú, notorio sinvergüenza, insolente esclavo? ¿Te

atreverás?

SUTIL

Sí, por mi fe; sí, lo juro.

CARA ¿Quién crees que soy, mulato? ¿Quién soy yo?

SUTIL

Te lo diré, ya que no te conoces.

CARA

Habla más bajo, bribón.

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SUTIL

Hasta hace poco fuiste el mísero criado, honesto, bueno y humilde, que durante las vacaciones cuidaba la casa de retiro de su amo, en este barrio de Friars ...

CARA

¡No hables tan fuerte!

SUTIL

Promovido ahora por mi influencia al rango de .capitán suburbano.

CARA

¡Por tu influencia, perro doctor!

SUTIL

Y esto que digo es tan reciente que cualquiera puede recordarlo.

CARA ¿Y por ·qué, decidme, he sido favorecido por vos,

o vos por mí? Recordad, señor, nuestro primer en­cuentro.

SUTIL

No oigo bien.

CARA

Supongo que no. Pero os ayuderé, señor: fue en el Pie-corner, mientras tomabais vuestro cotidiano almuerzo de. vapores, junto a los mostradores de las fondas; donde os paseabais como el padre de las hambres, lastimosamente esquelético, con vuestra nariz ganchuda, y vuestra tez de baño romano, lleno

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de gusanos oscuros y melancólicos que semejaban gra­nos de pólvora, restos de alguna explosión en el arsenal.

SUTIL

Os agradecería que alzarais un poco la voz.

CARA

Cuando ibais arropado en las diversas haldas que habíais escudriñado y recogido al amanecer en los vaciaderos; con los pies metidos en un par de zapa­tillas mohosas, para cubrir vuestros sabañones ulcera­dos; un sombrero de felpudo, y un sayo raído que apenas alcanzaba a cubrir vuestras nalgas inexis­tentes ...

SUTIL

¡Con que esas tenemos, señor!

CARA

Cuando toda vuestra alquimia, y vuestra álgebra,. vuestros minerales, vegetales y animales, vuestros con­juros, supercherías, y vuestra docena de oficios, no llegaban a cubrir vuestro cuerpo con ropas suficien­tes para hacer una mecha y encender el fuego, os apoyé, os di crédito para comprar vuestros carbones, vuestros alambiques, redomas, materiales, os construí un horno, atraje clientes, hice prosperar vuestras artes. diabólicas; os proporcioné, además, una casa donde practicar las ...

SUTIL

¡La casa de vuestro amo!

CARA

Donde luego alcanzasteis la más floreciente fama de alcahuete.

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J

SUTIL

Sí, en la casa de vuestro amo. Sólo vos y las ratas la poseían. No disimuléis. Sé que sabíais robar los restos de comida sin abrir el candado de la despen­sa, y vender a los taberneros. la cerveza ajena; todo esto, además de vuestras ganancias de tahur en las navidades, y la circulación de moneda falsa os daba una bonita renta, unos .veinte marcos, y crédito para conversar con estas telarañas, desde el día en que la muerte de vuestra ama desocupó la casa.

CARA

Podríais hablar más suavemente, bribón.

SUTIL'

No, escarabajo, te haré saltar en pedazos; apren­derás a no molestar a una Furia que lleva en su mano y en su voz la tempestad.

CARA

Este lugar te ha envalentonado.

SUTIL

No, tus ropas. Yo te saqué, oh gusano, del estiér­col, pobre, infeliz, cuando ningún ser viviente osaba acompañarte, salvo las arañas, o algo peor; yo te arranqué de las escobas, del polvo, y las escupideras, para sublimarte, y. exaltarte y colocarte en la ter­cera región, llamada estado· de· giacia; yo te adiestré el espíritu a la quintaesencia, con esfuerzos que ha­brían merecido dos veces el· afán del filósofo; yo te puse al tanto de la moda y de las palabras, pre­parándote para el contacto con la gente distinguida; yo te enseñé a jugar, a ser quimerista, a trampear en las carreras, en las. riñas, en la baraja, en los dados o en cualquier otra galantería; te enseñé los se-

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ere tos de mis altas artes, ¿y así me das las gracias? ¿Te rebelas, huyes de la proyección? ¿Quieres irte?

DoL

Caballeros, ¿qué pretendéis? ¿Queréis arruinar todo?

SUTIL

Miserable, ni nombre tenías ...

DoL

¿Os destruiréis mutuamente en esta guerra civil?

SUTIL

Si no fuera por mí, nadie te conocería fuera del equi clibanum, del calor de la bosta en los sótanos subterráneos, o de una taberna más negra que la del sordo Juan; toda la humanidad te ignoraría, salvo las lavanderas y los taberneros.

DoL

¿Sabéis quién os escucha, mi soberano?

CARA

Pícaro ...

DoL

No, general, os creía mejor educado.

CARA

Si sigues hablando tan fuerte, me volveré fre­nético.

SUTIL

Y que te cuelguen, no me importa.

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CARA -"

A ti, carbonero, con todas tus cacerolas y sartenes; porque ya me has enfurecido ...

DoL

¡Oh, esto será nuestra ruina!

CARA

·" ·"'~ .....

Te inscribiré como alcahuete en Saint Paul: anun­ciaré con letras rojas todas tus supercherías de re­pollos huecos, polvo y desperdicios; explicaré cómo buscas los objetos perdidos con cribas y tijeras, y cómo figuras en el frente de las casas, y hurtas las sombras con un espejo; te haré quedar peor que Gamaliel Ratsey.

DoL

¿Estáis en vuestro sano juicio? ¿Gozáis de vues­tros sentidos, señores?

CARA

Con una somera descripción de tus imposturas, es­cribiré un libro que será la verdadera piedra filo­sofal de los editores.

SUTIL

Vete, bribón de fosos.

CARA

Fuera, doctor de perros, vómito de todas las pri­siones ...

DoL

Caballeros, ¿buscáis vuestra propia destrucción?

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CARA

, Y más vomitado aún por mentiroso.

SUTIL ¡Estafador!

CARA ¡Alcahuete!

SUTIL ·. ¡:Cobarde!

CARA

' ¡Brujo!

SUTIL ¡Carterista!

· C'.ARA

¡Hechicero!

DoL ¡Dios mío; estamos arruihados, perdidos! ¿Tan

poco os interesa vuestra reputación? ¿Dónde tenéis el juicio? Por Dios, pensad un· poco en mí, en nuestra. república ...

CARA

¡Fuera, basura! Haré que te apliquen, el, decreto sobre hechicería, trigésimo tercero de Enrique Octavo, bribón; y que te cuelguen por lavar el oro y afei­tarlo.

DoL (Despojando a Ca.ra de su espada.) ¿Quieres que

te pongan un gorro de bufón en la cabeza? Y vos, señór, éon vuestro menstruo.<. (Arranca la redoma

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de manos de Sutil y la arroja al suelo J. ¡Recogedlo! Por el demonio, abominable par de hediondos, cesad de ladrar y reconciliaos; si no, por esta luz que me alumbra, os degüello. No quiero ser el botín de un cennisario, por una estúpida rencilla vuestra. Hasta ahora habéis defraudado juntos a todo el mundo;, que no se diga que preferís el muy cortés expediente de defraudaros mutuamente. ¡Lo acusarás! ¡Harás que le apliquen el decreto! (A Cara.) ¿Quién te creerá? ¡Un capitán hijo de p .. ., advenedizo, apó­crifo, a quien ni un puritano ele Blackfriars le confiaría siquiera una pluma! j Y ,VOS también, a!lle­nazándolo,. realmente! (A Sutil.) ¡Insultándolo, re­clamando la primacía de las ganancias! Queréis ser el jefe, como si sólo vos poseyérais la pólvora del proyecto, como si no hubiéramos comenzado el tra­ba j p en igualdad de condiciones. ¿No era una em­presa tripartita? ¿No eran comunes. todas las cosas? ¿No habíamos abolido la prioridad? !Caramba, pe­rros perpetuos, vagabundos, reconciliaos, embaucad amablemente, y al•egremente, y tiernamente, como corresponde, y no perdáis el comienzo de . nuestra cosecha. Si no, juro por esta mano que yo también me sublevaré, y cogeré mi parte, y os abandonaré.

CARA

Él tiene la culpa; siempre •está murmurando, y C:chándome en cara sus labores, y diciendo que todo el peso· recae sobre él.

SUTIL Así es,. en efecto.

DoL ¿Cómo es eso? ¿Acaso no cumplimos con nuestra

parte?

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SUTIL

Sí, pero no son partes iguales.

DoL

Bueno, si hoy la vuestra es mayor, mañana podrán compensarla las nuestras.

SUTIL

Sí, tal vez puedan . .•

DoL ¡Tal vez puedan, mastín murmurador! Y podrán ..

¡Por mi muerte! Ayúdame a estrangularlo. (Coge a Sutil por la garganta.)

SUTIL

¡ Dorotea! Señora Dorotea. Por Dios, haré lo que queráis. ¿Qué pretendéis?

DoL ¿Así que vuestra fermentación, y vuestra alimen­

tación ... ?

SUTIL

Yo no, por el cielo ...

DoL

Vuestro Febo y vuestra Selene ... Ayúdame. (A Cara.)

SUTIL

¡Que me cuelugen! Me doy por vencido.

DoL

¿Realmente, señor? Hacedlo, entonces, y rápido. Jurad.

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SUTIL

¿Qué debo jurar?

DoL

Que abandonaréis vuestra querella y colaboraréis amablemente con nosotros.

SUTIL

, Que me caiga muerto si alguna vez pretendí otra cosa. Sólo quise espolearlo un poco con mis pala­bras ...

DoL

Supongo que no necesitamos espuelas, señor. ¿No es verdad?

CARA

Ya veremos hoy quien es el mejor embaucador.

SUTIL

De acuerdo.

DoL

Sí; y a trabajar amablemente unidos.

SUTIL

Diablos, en lo que a mí se refiere, esta ruptura hará más fuerte nuestro nudo.

DoL Así me gusta, mis queridos babuinos. (Se dan la

mano.) ¿Por qué ofrecer a estos vecinos sobrios, mi­serables, precisos, que apenas habrán sonreído dos veces desde la coronación del r,ey, semejante fiesta ele risas con nuestra insensatez? A estos pícaros que se quedarían sin aliento por verme a caballo, o por veros con la cabeza metida en un agujero, pagando

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alquiler de oídos. No, admitidlo, y que por muchos años pueda el señor preboste asistir a las fiestas con su jubón de terciopelo viejo y sus fajas manchadas, oh noble soberano y benemérito general, sin que con­tribuyamos con una sola liga de estambre a su decaída merced.

SUTIL

¡Oh, magnífico Dol! Hablaste como Claridiana, y como sólo tú puedes hablar.

CARA

Por estas palabras cenarás en el lugar triunfal, y nunca más serás llamado Dol Común, sino Dol Per­tinente y Dol Singular. (Suena la campanilla, aden­tro.)

SUTIL

¿Quién es? Alguien llama. A tu ventana, Dol. (Sale Dol.J Ruego al cielo que no sea el dueño de la casa.

CARA Oh, no temáis; mientras la peste siga matando a

uno por semana, no pensará en volver a Londres; por otra parte, está muy ocupado con sus plantacio­nes de lúpulo; me escribió una carta. Y si decidiera regresar, me avisaría a tiempo, para que le ventile la casa, y en ese caso podríamos irnos tranquilamente; podemos quedarnos una quincena más. (Entra Dol.J

SUTIL

¿Quién es, Dol?

DoL Un jovencito.

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CARA Es el amanuense que descubrí anoche en Holborn,

en "La Daga". Ya te hablé de él; quiere un demonio que le ayude a hacer trampas en las carreras, y ganar .copas.

DoL ¡Oh, hacedlo pasar!

SUTIL

Espera. ¿Quién se encarga de él?

CARA Ponte tu manto; yo haré como si saliera.

DoL

¿Y qué haré yo?

CARA Te esconderás. ¡Fuera! (Sale Dol.J Adopta un aire

reservado.

SUTIL

Por supuesto. (Sale Sutil.)

CARA (Fuerte, retirándose.) Que Dios os guarde, señor;

decidle que estuve aquí. Se llama Gallardo; me hu­biera gustado quedarme, pero ...

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(Adentro.) Aquí estoy, capitán.

CARA ¿Quién es? Creo que es él, doctor. (Entra Gallar­

do.) Qué lástima, señor, ya me iba.

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GALLARDO

Os aseguro que lo siento mucho, capitán.

CARA Pero no dudaba que os encontraría.

GALLARDO

Sí, me alegro mucho. Tuve que extender una o dos escrituras sin importancia, anoche presté mi reloj a un amigo que hoy cena con el Alguacil; por eso perdí la hora. (Entra Sutil, con gorra y manto de tercio­pelo.) ¿Es éste el sabio?

CARA Esta es su reverencia.

GALLARDO ¿Es doctor?

CARA Sí.

GALLARDO

¿Y ya se lo habéis dicho, Capitán?

CARA Sí.

GALLARDO ¿Y qué?

CARA En verdad, señor, pone tantas dificultades, que no

sé qué decir.

GALLARDO

No puede ser, mi buen Capitán.

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CARA , 070212

Creedmé, preferiría no oír una palabra más de este asunto.

GALLARDO

No, señor, me entristecéis. ¿Por qué decís tal cosa? Me atrevo a aseguraros que no seré ingrato.

CARA Estoy seguro de que no lo seréis, señor. Plero la

ley es tan estricta. . . y dice que con este asunto de Rcad, tan reciente ...

GALLARDO

¡ Read! Era un asno, y se metió con un tonto.

CARA Era un amanuense, señor.

GALLARDO

¡Un amanuense!

CARA No, oídme, señor; creo que conocéis la ley mejor.

GALLARDO

La conozco, señor, y conozco el castigo; recordad <¡uc os _mostré el código.

CARA En efecto.

GALLARDO

.~Y entonces teméis que hable? Por esta mano de rnrnc, que nunca más pueda escribir con buena le­lt'll, si me descubro. ¿Qué creéis que soy, un bajá?

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CARA ¿Qué es eso?

GALLARDO

El turco que vino aquí. Como si uno dijera: ¿Creéis que soy un turco?

CARA Se lo diré al doctor.

GALLARDO

Hacedlo, mi querido y amable Capitán.

CARA Venid, noble doctor; por favor, atendednos; este es

el caballero, y dice que no es un bajá.

SUTIL

Capitán, ya os he contestado. Haría muchas cosas. por vos, pero esto no puedo ni quiero hacerlo.

CARA Vamos, no digáis eso. Se trata de una noble per­

sona, que os recompensará magníficamente; además, no es un bajá; esto debería convenceros.

SUTIL

Por favor, cesad ...

CARA Trae cuatro monedas de oro.

SUTIL

Me ofendéis, buen señor.

CARA

¿Por qué, doctor? ¿Porque os tiento?

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SUTIL

Porque tentáis mis artes y mi afecto, señor, con esos riesgos. Por ello, apenas puedo creer que seáis mi amigo, cuando me arrastráis así hacia un peligro evidente .

CARA ¡Os arrastro! Que os arrastre un caballo, y un ca­

bestro, a vos y a todos vuestros demonios juntos ...

GALLARDO

Mi buen Capitán.

CARA

Que no distinguen una persona de otra.

SUTIL

¡Qué palabras, señor!

CARA

¡Qué proceder, doctor de carne de perros! Caram­ba, no os traigo ningún embaucador, ningún Claribel ele cinco cincuenta, capaz de hincharse y escupir sus secretos como un flan caliente.

GALLARDO

¡Capitán!

CARA

Ni un melancólico acólito, que cuenta todo al Vi­cario; sino un cabaU.ero especial, heredero de una renta de cuarenta marcos al año, que platica con 1011 poetas menores de su tiempo y es la única es­ptrn nza de su anciana abuela; que conoce la ley, y t!Mcribc en seis hermosos tipos de Caligrafía; buen e1cribano, perfecto en sus cifras, capaz de jurar con

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el Testamento Griego en el bolsillo si es necesario y cortejar a su amante mejor que Ovidio.

GALLARDO

No, amable Capitán ...

CARA

¿ No me lo dijisteis vos mismo?

GALLARDO

Sí, pero me gustaría que tratarais con más respeto al señor doctor.

CARA

¡Que lo cuelguen, ciervo orgulloso, con su vasta cabeza de terciopelo! Si no fuera por vos, prderiría ahogarme antes que cambiar una partícula de mi aliento con semejante nulidad; venid, nos vamos. (Se dispone a salir.)

SUTIL

Permitidme una palabra.

GALLARDO

Su reverencia os llama, Capitán.

CARA

Siento mucho haberme embarcado en semejante aventura.

GALLARDO

No, amable señor, os he llamado.

CARA

¿Acepta, entonces?

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SUTIL

Primero, oidme ...

CARA

Ni una sílaba si no aceptáis.

SUTIL

Os ruego, señor ...

CARA

Bajo ninguna condición, si no es assumpsit.

SUTIL

Que vuestro capricho sea mi ley. (Toma las cuatro monedas de oro.)

CARA Ahora, señor, hablad. Os confiero el honor de es­

cucharos. Hablad, y también os escuchará este ca­ballero.

SUTIL

Pero, señor ... (Trata de murmurar algo en el oído de Cara.)

CARA

Nada de murmullos.

SUTIL

Por el cielo, no sabéis el daño que os hacéis . •

CARA

¿Por qué? ¿Cómo?

SUTIL

Pues al mostraros tan oficioso en favorecer a una

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persona que se arrepiente cuando está a punto de ganarse todo el dinero de la ciudad.

CARA jCómo!

SUTIL

Sí, de hacer saltar banquero trans banquero, como si fueran bolos. Si le proporciono un demonio, dadle todo el dinero que tengáis; no temáis, porque ganará indefectiblemente.

CARA

Estáis en un error, doctor. Sólo pide un demonio para ganar en las carreras, un elfo ratero, y no uno de vuestros espíritus poderosos.

GALLARDO

Sí, Capitán, preferiría uno que sirviera para toda clase de juegos.

SUTIL

¿ Qué os había dicho?

CARA

(Llevándofe aparte a Gallardo.) ¡Caramba, esta es una novedad! Creí que me habíais dicho que erais

·un pájaro doméstico, que sólo queríais revolotear unas dos veces por mes, los viernes por la noche, al salir de la oficina, por una bagatela de cuarenta o cincuenta chelines.

GALLARDO

Sí, es verdad, señor; pero ahora pienso abandonar la jurisprudencia y por lo tanto ...

26

CARA

Bueno, esto cambia mucho las cosas. ¿Creéis que podré mostrarme tan pedigüeño con el doctor?

GALLARDO

Por favor, señor; ya veo que para él es lo mismo.

CARA

¡Cómo! ¿Por esa suma? Honradamente, no puedo, ni me parece bien que lo pretendáis.

GALLARDO

No, señor, pienso agregar lo que sea necesario.

CARA

Entonces, señor, haré un intento (Se acerca a Sutil.) ¿Y uno que sirviera para cualquier juego, doctor?

SUTIL

Entonces, declaro que no comerá con una boca, sino con veinte bocas insaciables, creedme; su signo es el signo del jugador.

CARA

¿Verdad?

SUTIL

En cuanto empiece, toda la riqueza del reino será tuya.

• CARA

¿Así lo afirma vuestra ciencia?

SUTIL

SI, señor, y mi razón, base de toda ciencia. Su tipo es el tipo preferido por la reina de las Hadas.

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CARA ¡Cómo! ¿Verdad?

SUTIL

Callad, que os oirá. Ah, señor, si ella lo viera ...

CARA ¿Qué?

SUTIL

No se lo digáis.

CARA ¿Ganaría también a los naipes?

SUTIL

Juraríais que es la reencarnación del finado Holland, que en él alienta el espíritu del viviente Isaac; su suerte será tan vigorosa, que nadie podrá resistirla. Es más, sería capaz de poner en un aprieto a seis cortesanos juntos.

CARA

¡Qué extraña felicidad, nacer con semejante dispo­sición ... !

SUTIL

Hombre, os escucha ...

GALLARDO

Señor, no seré ingrato.

CARA

Para decir verdad, confío en su honradez; ya oís que os asegura que no será ingrato.

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SUTIL

Bueno, como queráis; os arriesgáis tanto como yo.

CARA Por favor, hacedlo, doctor; confiad en él, y enri­

quecedlo. Podría hacernos felices en una hora, ga­nando p<;>r ejemplo cinco mil libras, y regalándonos dos mil.

GALLARDO

Creedlo, señor, así lo haré.

CARA Y así debéis haoerlo, señor (Lo lleva a un costado.)

¿Habéis oído todo?

GALLARDO

No. ¿Qué decía? No oí nada, señor.

CARA ¿Nada?

GALLARDO

Un poco, &eñor.

CARA Bueno; parece que una estrella afortunada ilumi­

nó vu~stro nacimiento.

GALLARDO

¡El mío, señor! No. •

CARA El doctor jura que sois ...

SUTIL

No, Capitán, no se lo digáis aún.

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CARA

... pariente de la reina de las Hadas.

GALLARDO

¿Quién? ¿Verdad? Creedme, no es posible ...

CARA

Sí, y que habéis nacido con una membrana sobre 1a cabeza.

GALLARDO ¿Quién lo afirma?

CARA

Vamos, sin duda lo sabéis, y lo disimuláis.

GALLARDO

Juro. que no; estáis equivocado.

CARA

¡Cómo! ¿Os atrevéis a jurar algo tan evidente, de­lante del doctor? ¿Cómo queréis que confiemos, señor? ¿Cómo creer entonces que nos mandaréis nuestra parte cuando hayáis ganado las cinco o seis mil libras?

GALLARDO

Por Júpiter, señor, ganaré diez mil libras, y os daré la mitad. Juro que es cierto.

SUTIL

No, no; sólo fue una broma.

CARA

Dad las gracias al doc~or, que es tan buen amigo vuestro, y que toma así las cosas.

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GALLARDO

Agradezco a vuestra reverencia.

CARA

¡Así me gusta! Otra moneda.

GALLARDO

¿Os parece?

CARA

070212

¡Si me parece! Caramba, ¿a qué llamáis gracias, entonces? ¡Qué frivolidad! Doctor (Gallardo le da la moneda.) ¿Cuándo queréis que venga a buscar a su <lcmonio?

GALLARDO

i! No me lo daréis ahora?

SUTIL

¡Oh, mi buen señor! Falta aún todo un mundo de ceremonias. Primero debéis ser bañado y fumigado; Hdem;ís, la reina de las Hadas no se levanta hasta m.ecliotlía.

CARA

< :011 toda seguridad, si bailó durante la noche.

SUTIL

Después debe bendecirlo.

• CARA

,! No habéis visto nunca a Su Alteza Real?

GALLARDO

¿A quién?

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CARA

A vuestra Hada madrina.

SUTIL

No, Capitán; desde que lo besó en la cuna. De eso podéis estar seguro.

CARA

Bueno, tratad de ver a su alteza, cueste lo que rneste, por algo que yo sé. Será bastante difícil, pero le todos modos, tratad de verla. Creedme; si lográis verla, sois rico. Su alteza es una mujer solitaria, y muy rica; y si se interesa por vos hará cualquier cosa. Vedla, no importa a qué precio. Caramba, hasta podría dejaros todo lo que tiene; ese es el temor del doctor.

GALLARDO

¿Qué debo hacer entonces para conseguirlo?

CARA

Dejadlo por mi cuenta, no os preocupéis. Decidle solamente: Capitán, quiero ver a su alteza.

GALLARDO

Capitán, quiero ver a su alteza.

CARA

Suficiente. (Golpean adentro.)

SUTIL

¿Quién es? Ya voy (Aparte a Cara.) Hazlo salir por la puerta de atrás. Señor, preparaos para la una; hasta esa hora debéis ayunar; tan sólo tomaréis tres gotas de vinagre por la nariz, dos por la boca, y una por cada oreja; luego bañad el extremo de vuestros

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dedos y lavaos los ojos, para aguzar vuestros cinco sentidos; gritando tres veces jum, y otras tantas veces buz; luego venid.

CARA

¿Lo recordaréis?

GALLARDO

Os lo aseguro.

CARA

Bueno, partid entonces. R1epartiréis unas veinte coronas entre los servidores de su alteza, y os pon-' dréis una camisa limpia; no sabéis las gracias que su gracia puede concederos con ropa limpia.

SUTIL

(Adentro.) ¡Entrad! Mis buenas señoras (Salen Cara y Gallardo.), os ruego que me disculpéis; os aseguro que no podré atenderos hasta la tarde. (En­tra Sutil, seguido por Droguista.) ¿Cómo decís que os llamáis? ¿Abel Droguista?

DROGUISTA 1 , ' • '

Sí, señor.

SUTIL

¿Vendedor de tabaco?

DROGUISTA

Sí, señor.

• SUTIL

¡Juml ¡Independiente!

DROGUISTA

Sí, sefior, con vuestro permiso.

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SUTIL

Bueno.,. ¿Qué asunto os trae, Abel?

DROGUISTA

Esto, si vuestra merced me permite: soy un joven principiante, y estoy edificando una botica nueva, si vuestra gracia me permite, aquí en la esquina; este es el plano ... y quisiera, señor, que por medio de la necromancia vuestra merced me indicara de qué lado debo poner la puerta, y de cuál los estantes; y cuáles serán para las cajas, y cuáles para los potes. Me gustaría progresar, señor; acudo a vuestra mer­ced por consejo de un caballero, un tal Capitán Cara, que dice que conocéis los planetas de cada hombre, y sus ángeles buenos y sus ángeles malos.

SUTIL

En efecto, pero cuando me los muestran ... (Entra Cara.)

CARA

jCómoJ ¡Mi buen Abel! Bienvenido.

DROGUISTA

Justamente hablaba de vuestra merced cuando en­trasteis; os ruego que intercedais por mí ante el señor doctor.

CARA

Hará todo lo que queráis. ¡Doctor!, ¿me oís? Este es mi amigo Abe!, una buena persona; suele ven­derme buen tabaco, y no lo adultera con borra de vino o con aceite, ni lo lava con moscada o con especias, ni lo entierra en el pedregullo, envuelto en cuero engrasado o en trapos orinados; lo guarda en cambio en blancos potes, que huelen a esencias

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de rosas, o a habas francesas. Tiene su bloque de arce, sus pinzas de plata, sus pipas de Winchester, y sus fuegos de enebro; es una persona limpia, ho­nesta, atildada y generosa.

SUTIL

Por lo menos, estoy seguro de que es un hombre de suerte.

CARA

¿Ya lo habéis descubierto, señor? ¡Abe!, alégrate!

SUTIL

Y a un paso de la opulencia ...

CARA

¡Señor!

SUTIL

Para este verano será el sostén de todos sus cono­cidos y vestirá de púrpura antes de la primavera; gastará cuanto se le ocurra.

CARA

¿Cómo? ¿Con tan poca barba?

SUTIL

Señor, es posible que tenga una receta para hacer crecer el pelo; pero será sensato, preservará su ju­ventud, y pagará por ella; su, suerte lo ha decidido de otra manera.

CARA

Caramba, doctor, ¿cómo podéis saberlo tan rápi­damente? ¡Esto sí me divierte!

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SUTIL

Utilizando una regla de rnetoposcopía que co­nozco, Capitán; cierta estrella en la frent·e, que no podéis ver. Vuestra tez castaña u olivácea nunca falla; y la longitud de vuestra oreja promete mucho. También lo sé por ciertas manchas de los dientes y por la uña del dedo Mercurio.

CARA

¿Cuál es?

SUTIL

El dedo meñique. Mirad, ¿habéis nacido un miér­coles?

DROGUISTA

Sí, señor, exactamente.

SUTIL

El pulgar, en quiromancia, corresponde a Venus; el índice a Júpiter; el dedo medio a Saturno; el anular al Sol; y el último a Mercurio, que reinó sobre su horóscopo, siendo Libra su casa de la vida; lo que pronosticaba que sería comerciante y que trabajaría con la balanza. ·

CARA

Pero, ¡qué extraordinario! ¿No es cierto, mi honra­do Nab?

SUTIL

Veo un barco, proveniente de Ormuz, que le traerá un gran surtido de drogas. . . ¿Este es el Oeste, y este el Sud? (Indicando el plano.)

DROGUISTA

Sí, señor.

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SUTIL

¿Y estos son los dos costados?

DROGUISTA

Sí, señor.

SUTIL

Hacedme la puerta, entonces, hacia el sud; el fren­te, hacia el oeste; y del lado este del negocio, arriba, escribid: Mathlai, Tarmiel, y Baraborat; del lado norte: Rael, Velel, Thiel. Son los nombres de los es­píritus mercuriales que alejan las moscas de las cajas.

DROGUISTA

Sí, señor.

SUTIL

Y debajo del umbral enterradme una pi·edra imán, para atraer a los galanes que usan espuelas; los de­más los seguirán.

CARA

¡Qué secreto, Nab!

SUTIL

Y en la vidriera una muñeca con maquinaria, y pintura de corte para atraier a las damas; comercia­réis mucho en minerales.

DROGUISTA

Señor, ya tengo en casa ...

SUTIL

Sí, ya sé que tenéis arsénico, vitriolo, tártaro, álcali, cinabrio: lo sé todo. Esta persona, Capitán, llegará a ser un gran alquimista, y téndrá que ver (no diré directamente, pero casi) con la piedra filosofal.

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CARA Pero ¡Abel! ¿Es cierto?

DROGUISTA

(Aparte a Cara.) Mi querido Capitán, ¿cuánto debo pagarle?

CARA

No sé, lo dejaré librado a tu discreción. Ya oíste todas las riquezas que llegarás a poseer; él mismo dice que puedes gastar cuanto se te ocurra.

DROGUISTA

Le daré una corona.

CARA

¿Una corona? ¿A cambio de semejante fortuna? Por Dios, más bien deberías darle todo el negocio. ¿No tienes monedas de oro?

DROGUISTA

Sí, tengo un portugués; hace seis meses que lo guardo.

CARA

¡Muéstralo, Nab! Caramba, con semejante ofer­ta ... Ya no lo guardarás más; yo se lo daré en tu nombre. Doctor, N ab ruega a vuestra reverencia que acepte esto, para unas copas y jura que luego será más generoso, a medida que vuestra ciencia lo haga progresar.

DROGUISTA

Quisiera solicitar otro favor a vuestra reverencia.

CARA

¿De qué se trata, Nab?

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DROGUISTA

Que eche una ojeada, señor, a mi almanaque, y tache mis días malos, para no cerrar trato en ellos, ni dar fianza.

CARA

Lo hará, Nab; déjalo, y estará terminado esta tarde.

SUTIL

Además de la dirección de sus estantes.

CARA

Y ahora, Nab, ¿estás contento?

DROGUISTA

Agradezco, señor, a vuestras reverencias. (Sale Dro­guista.)

CARA

¡Fuera! ¡Bueno, humeante perseguidor de la na­turaleza! ¿Habéis visto que también puede hacerse algo fuera de vuestros carbones, y vuestras aguas corrosivas, vuestros crisoles y vuestras cucúrbitas? Necesitáis que os traiga la materia prima; y sin em­bargo, creéis que no me cuesta nada descubrir estas vetas, y luego perseguirlas, para poder por fin po­nerlas a prueba. Por Dios, mi inteligencia me cuesta más dinero que lo que obtengo en estos difíciles tra­bajos.

SUTIL

Oso chanceáis, señor. . . (Entra Dol.J ¡Hola! ¿Qué dice mi bonita Dol?

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BOL

Esa pecadora no quiere irse. Y también está vues­tra giganta, la alcahueta de Lambeth.

SUTIL

No puedo atenderlas ahora, corazón.

DoL Les dije que no podríais verlas hasta la noche, des­

de adentro del baúl, como si fuera uno de vuestros demonios. Pero acabo de v,er a sir Epicuro Mamón ...

SUTIL

¿Dónde?

DoL En la esquina del callejón; venía hacia aquí, lento

de pies, pero activo de lengua, con otra persona.

SUTIL

Vete, Cara, y múdate de ropa (Sale Cara.) Dol, también tú debes prepararte.

DoL ¿Por qué, qué pasa?

SUTIL

¡Oh! Creí que llegaría al alba; me asombra que haya podido dormir: hoy debo dar fin a nuestro magisterio, nuestra obra magna, la piedra; y entre­gársela terminada en sus manos; hace un mes que habla de ella como un poseído. Y paga todo lo que uno le pide. Ya lo veo entrar en las fondas, ofre­cer su piedra para la viruela y las casas apestadas, :recetar, pasearse por Moorfields en busca de lepro­sos, vender pulseras perfumadas a las burguesas, con

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'07021.2 un preservativo extraído del elixir; recorrer los hos­pitales para rejuvenecer prostitutas y los caminos para enriquecer mendigos; no veo el término de sus afanes. Conseguirá que la naturaleza se avergüence de su letargo, cuando vea que el arte, una mera madrasrra, lo aventaja en su amor a la humanidad; mientras dure su sueño, será la edad de oro. (Salen.)

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ACTO SEGUNDO

Una habitació'n exterior de la casa de Lovewit.

(Entran Sir Epicuro Mamón y Adusto)

MAMÓN

Entrad, señor. Pisáis ahora las playas del Novo Orbe; este es el rico Perú, y allí dentro, señor, están las minas de oro, el gran Ophir de Salomón. Él tardó tres años en llegar, pero nosotros arribamos en diez me&es. Hoy podré decir a todos mis amigos la palabra feliz: "Enriqueceos: desde hoy en adelante seréis un personaje." Ya no tendréis que pensar en dados cargados ni en frágiles barajas. Ya no tendréis que atender a todas horas al joven heredero; ni supli­carle cuando se niega a proporcionar vuestro susten­to. Nunca más la sed del satén o las codicias de entrañas de terciopelo para una capa burdamente tejida, que lucirán en casa de la señora Augusta, obligarán a los hijos del Azar y de la Espada a arro­dillarse ante el becerro de oro, y cometer noches

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enteras de sacrilegio entre el vino y las prostitutas, o a seguir el tambor y el estandarte. Todo esto ha terminado. Engendraréis jóvenes virreyes, y tendréis escfavos y esclavitos, Adusto mío. Y tú eres el pri­mero a quien diré: ¡Enriquécete! ¿Dónde estará mj Sutil? ¡Hola, los de adentro!

CARA

(Adentro.) Ya va, señor.

MAMÓN

Esta es su salamandra, su Pulmón, su Céfiro; el que sopla los carbones, hasta encender el mismo cen­tro de la naturaleza. Sois incrédulo, señor. Esta no­che, convertiré todo el metal de mi casa en oro; y mañana temprano mandaré llamar a todos los plo­meros y caldereros, y les compraré todo el plomo y el latón que tengan, y todo el cobre de Lothbury.

ADUSTO

¿ También lo convertiréis?

MAMÓN

Sí, y compraré los condados de Cornwall y de Devonshire, y los transformaré en perfectas Indias. ¿No os asombra?

ADUSTO

No, en verdad.

MAMÓN

Pues cuando veais los efectos de la Gran Medi­cina; y cómo al proyectar sólo una parte de la mis­ma sobre cien de Mercurio, de Venus o de la Luna, s,e convierten en otras tantas partes de Sol; no, en un millar, y así hasta el infinito; •entonces me creeréis.

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ADUSTO

Sí, lo creeré cuando lo vea. Pero si así, sin darles motivo, me engañan los ojos con esos ídolos, prefiero que me deshagan al instante.

MAMÓN

¿Por qué? ¿Suponéis que son fábulas? Os aseguro que el dueño ele la flor del sol, del perfecto rubí denominado elixir, no sólo puede hacer todo eso, sino también conoeder honores, anior, respeto, larga vida; otorgar valentía, invulnerabilidad y victorias a quienquiera. En veintiocho días convertiré a un an­ciano de ochenta en un niño.

ADUSTO

Sin duda; ya lo es.

MAMÓN

No, quiero decir que restauraré su juventud, que lo renovaré como un águila, hasta su quinta edad; le haré concebir hijos e hijas, jóvenes gigantes, como lo hacían nuestros filósofos, antes del Diluvio, los antiguos patriarcas; bastará con que tome una vez por semana la cantidad de un grano de mostaza de elixir, sobre la punta de un cuchillo; será un fornido Marte, y engendrará jóvenes Cupidos.

ADUSTO

< >s lo agradecerán las ruinosas vestales de Pict­ha t ch, que conservan siempre vivo el fuego sagrado.

MAMÓN

Es el secreto de la naturaleza, medicinada contra toda infección; cura todas las enfermedades, sea cual sea su causa; el dolor de un mes, en un día; el de un año en doce, y en un mes el de cualquier edad,

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mejor que las dosis y recetas de vuestros médicos dro­guistas. Además, eliminaré en tres meses la peste del país.

ADUSTO

Y yo entonces me encargaré de que los actores can­ten vuestras loas sin recurrir a sus poetas.

MAMÓN

Lo haré, señor. Mientras tanto, daré una parte a mis criados, para que la entreguen racionada, como preservativo, a la ciudad entera; una dosis para cada casa, en la cantidad ...

ADUSTO

¿Cómo hace con el agua el que construyó los de­pósitos?

MAMÓN

Sois incrédulo.

ADUSTO

En verdad, tengo un carácter que no se deja en­gañar fácilmente. Vuestra piedra no podrá trasmu­tarme.

MAMÓN

Pertinax, mi Adusto, ¿no creeréis en la antigüe­dad? ¿Ni en los documentos? Os mostraré un libro de alquimia escrito por Moisés y su hermana, y Sa­lomón; es más, un tratado compuesto por Adán ...

ADUSTO

¡Cómo!

MAMÓN

En holandés, sobre la piedra filosofal.

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ADUSTO

¿Adán escribía en holandés, señor?

MAMÓN

En efecto; lo que prueba que el holandés es la lengua más primitiva.

ADUSTO

¿En qué papel?

MAMÓN En tablas de cedro.

ADUSTO

En verdad, dicen que resiste muy bien a los gu­sanos.

MAMÓN

Es como la madera irlandesa contra las telarañas. También tengo un trozo del vellocino de Jasón, que era simplemente un libro de Alquimia, escrito sobre una gran piel de oveja, un buen pergamino gordo. Lo mismo fue el muslo de Pitágoras, la tina de Pandora; y toda esa fábula de los encantos de Medea, no es más que la descripción de nuestros métodos; los toros, nuestros hornos, cuyo aliento es aún de fuego; nuestro azogue, el Dragón; los dientes del Dragón, Mercurio sublimado, que conserva su blancura, su dureza y su mordedura; se mezclan en el yelmo de J asón, el alambique; luego se siembran en el campo de Marte, y se los sublima nuevamente, tantas veces como sea necesario, hasta fijarlos. Todo esto, y el jardín de las Hespérides, la historia de Cadmo, la lluvia de Júpiter, el don de Midas, los ojos de Argos, el Demogorgon de Bocaccio, y mil más, son enigmas abstractos de nuestra piedra. (Entra Cara, vestido de

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criado.) ¿Qué tal? ¿Tenemos éxito? ¿Llegó uuestro día? ¿Me mantiene firme?

CARA

Hoy vuestro ocaso será rojo, señor; tenéis el color púrpura adecuado. El fermento rojo ha cumplido su misión; dentro de tres horas, preparaos para ver la proyección.

MAMÓN

Pertinax, mi Adusto, nuevamente te digo: ¡enri­quéceteJ Hoy tendrás lingotes, y mañana afrentarás a los lores. No es ciierto, Céfiro mío ¿No se enrojece aún el recipiente?

CARA

Como una muchacha encinta, señor, recién descu­bierta por su amo.

MAMÓN

!Mi ingenioso Pulmón! Sólo me preocupa dónde conseguiré material suficiente para la proyección; la ciudad entera no alcanzará.

CARA

¿No, señor? Comprad los techos de las iglesias.

MAMÓN

Es cierto.

CARA Sí. Dejadlas descubiertas, como su auditorio; o cu­

bridlas nuevamente con tablones.

MAMÓN

No, con paja; así no se cansarán las vigas, mi

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Pulmón. Pulmón, te manumitiré de los hornos; res­tauraré el color de tu piel, mi Soplón, perdido entre las brasas, y repararé este cerebro herido por el vapor de los metales.

CARA

Señor, estoy ·exhausto de soplar en vuestro honor; aparté del fuego muchos carbones, porque no eran de haya; los pesé exactamente al echarlos dentro, para conservar una temperatura uniforme; mis ojos se han enceguecido vigilando vuestros diversos co­lores, señor: el limón pálido, el verde león, el cuervo, el cola de pavo real, el cisne empenachado.

MAMÓN

¿Y finalmente descubriste la flor, el sanguis agni?

CARA

Sí, señor.

MAMÓN

¿Dónde está tu amo?

CARA

Cumpliendo con sus devociones, señor; es un alma de Dios, y está rezando por el éxito.

MAMÓN

Pulmón, yo daré fin a tus afanes; serás el jefe de mi serrallo.

CARA

Muy bien, señor.

MAMÓN

¿Me oyes? Te cubriré de oro, mi Pulmón.

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Sí, señor.

MAMÓN

Tendré una lista de mujeres y de concubinas, como Salomón, que también poseyó la piedra; gracias al elixir seré tan duro y tan fuerte como Hércules, y serviré a cincuenta mujeres por noche. ¿Estás seguro de haberlo visto enrojecerse?

CARA En sangre y espíritu, señor.

MAMÓN

Haré llenar de aire mis colchones: el plumón de las aves es demasiado duro; y tapizaré mi cuarto oval con las figuras que Tiberio trajo de Elefantis, y que pálidamente imitó el Aretino; biselaré mis espejos en mil ángulos sutiles, para que dispersen y multipli­quen las imágenes cuando me pasee desnudo entre mis súcubos. Me perderé en neblinas de perfumes vaporizados en las estancias; mis baños serán vastos como estanques, donde nos hundiremos y resurgire­mos para secarnos rodando entre las gasas y las rosas -¿Habrá llegado al rubí?-. Y cuando sepa que algún ciudadano rico (o algún abogado pudiente) posee una mujer sublimadamente hermosa, le mandaré mil libras para que me la preste.

CARA ¿Y yo se las llevaré?

MAMÓN

No, no utilizaré alcahuetes; usaré madres y padres (lo harán mejor, mucho mejor que los otros); y,mis aduladores serán los teólogos más puros y más gra-

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070212 ves que mi dinero pueda conseguir; elocuentes bur­gueses serán mis nuevos bufones, y mis poetas aque­llos que tan sutilmente describen los gruñidos; y de este único tema conversaré siempre con ellos. Y esos escogidos que se dicen los padrillos de la corte y de la ciudad, y que entre sí calumnian a las mismas damas cuya inocencia conocen, serás mis eunucos, y me refrescarán con abanicos de diez colas de aves­truz cada uno, reunidas en penachos. Seremos magní­ficos, Soplón, apenas dispongamos de la medicina; mis manjares llegarán en conchas de la India, en ban­·dejas de ágata engarzadas en oro, e incrustadas de esmeraldas, zafiros, jacintos, y rubíes. Lenguas de car-

. pa, comadrejas, y patas de camello, hervidas en es­píritu solar, y perlas disueltas: el régimen de Apicius contra la epilepsia; y beberé esos caldos con cucharas de ámbar, cuyos cabos serán de diamante y de car­buntlos; mi lacayo comerá faisanes, salmones en es­cabeche, tríngidos, francolines, lampreas; en vez de ensalada me haré servir barbas de comizas, hongos al aceite; y las untuosas y esponjosas ubres recién cortadas de una marrana preñada y gorda, en una salsa exquisita y penetrante; y diré a mi cocinero: ·"Toma este dinero, y hazte armar caballero.''

CARA Señor, me voy al instante a ver cómo progresa

<Sale.)

MAMÓN

Bueno. Mis camisas serán de tafetán de Florencia, suave .y liviano como la telaraña; y mis otras pren­das serán tan finas que ·provocarían al Persa a ba­tallar nuevamente con el mundo. Y mis guantes, de piel de ave y de pescado, p:erfumados con esencias del paraíso y aire oriental.

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ADUSTO

¿Y con esto esperáis conseguir la piedra?

MAMÓN

No; con la piedra espero conseguir esto.

Anusro He oído decir que hay que ser un horno frugi, un

hombre santo, ·piadoso y religioso, libre de pecado; una verdadera virgen.

MAMÓN

Para hacerla, señor; así es. Pero yo la compro; mi suerte me la proporciona. Este honrado infeliz, un buen hombre, notable y supersticioso, se ha pelado las rodillas para obtenerla, y se ha gastado las pan­tuflas rezando y ayunando, y seguirá haciéndolo. Aquí viene. No digáis en su presencia una sola pa­labra sacrílega: sería un veneno. (Entra Sutil.) Buen día, padre.

SUTIL

Buen día, hijo querido. Y buen día, también, a vuestro amigo. ¿Quién es? ¿Un amigo?

MAMÓN

Es un hereje que traje conmigo, con la esperanza de convertirlo, señor.

SUTIL

Hijo, sospecho que seáis codicioso, para llegar así en el momento exacto; al alba prevenís el día. Esto implica cierto apetito carnal e inoportuno. Tened cuidado de que la hendición no os abandone por causa de vuestra prisa ingobernable. Me dolería mu­cho que mis labores, fruto de largas vigilias e inmensa

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paciencia, y ya próximas a su término, no pros­peraran como mi celo y mi atención lo merecen. Los cual•es (y tomo por testigos al cielo, y a vos mismo, a quien confieso todos mis pensamientos) sólo bus­caron en todas mis acciones el bienestar público, una utilidad piadosa, y esa estimable caridad que ha lle­gado a ser un prodigio entre los hombres. Por lo tanto, si ahora prevaricarais, hijo mío, y utilizarais una bendición tan grande y tan católica para vues­tro placer particular, os aseguro que una maldición os perseguiría, sí, y anularía vuestras intenciones más sutiles y más secretas.

MAMÓN

Lo sé, señor; en lo que a mí respecta, no temáis. Vine solamente para que refutarais a este caballero.

Anusro El cual, señor, a decir verdad, no tiene demasiada

fe en vuestra piedra, y no se dejará engañar.

SUTIL

Bueno, hijo; todo lo que puedo decir para con­venceros es esto: La obra ha sido consumada; el sol brillante reviste sus galas. Poseemos la medicina del triple espíritu, la gloriosa esencia. Gracias sean dadas al cielo, y que él nos haga dignos de ella. ¡ Ulen Spiegel!

CARA

(Adentro.) Voy, señor.

SUTIL

Fíjate bien en el registro, y disminuye gradual­mente la temperatura de los sublimadores.

53

CARA

(Adentro.) Sí, señor.

SUTIL

¿Miraste ya dentro de la cucúrbita?

CARA

(Adentro.) ¿En cuál, señor, en la D?

SUTIL

Sí, ¿qué color tiene?

CARA

Blancuzco.

SUTIL

Vierte vinagre, para infundir la sustancia volátil y su tintura; filtra el agua dé la redoma E, y viértela en la· probeta de la abrazadera. Tápala bien; déjala cerrada en baño maría.

CARA

(Adentro.) Así lo haré, señor.

Aousro ¡Qué extraño lenguaje! Parece germanía.

SUTIL

También trabajo en otra obra que no habéis visto, hijo mío; desde hace tres días está en la rueda del filósofo, al fuego lento de Atanor; y ya se ha trans­formado en Sulfuro Natural.

MAMÓN

¿Y es para mí?

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SUTIL

¿Para qué lo queréis? Tenéis bastante con esto.

MAMÓN

Oh, pero ...

SUTIL

¡Pero, qué concupiscencia!

MAMÓN

No; os aseguro que lo emplearé únicamente en obras piadosas, en fundar colegios y liceos, en des­posar jóvenes vírgenes, en construir hospitales, y de vez en cuando una iglesia. (Entra Cara.)

SUTIL

¿Qué tal?

CARA

Señor, si me permitís, ¿cambio el filtro?

SUTIL

Cierto, sí; y tráeme el color de la redoma B. (Sale Cara.)

MAMÓN

¿Tenéis otra?

SUTIL ;

Sí, hijo mío; si estuviera seguro ... Si vuestra fe fuera más firme, no nos. faltarían maneras de glori­ficarla; per9 esp~ro qué Jodo salga. bie.n. Maijana pienso teñir a C hasta el· c~lor de' arena, y embebef~!?r

MAMÓN

¿En aceite blanco?

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SUTIL

No, señor, rojo. También F ha pasado la crisis (y agradezco a Nuestro Señor) en el baño de María y ya muestra 1el lac virginis. ¡Bendito sea el cielo! Os mandé sus heces calcinadas: de esa ceniza obtuve la sal de mercurio.

MAMÓN

¿Vertiéndole agua destilada?

SUTIL

Sí, y reverberándola en Atanor. (Entra Cara.) ¿Qué tal? ¿Qué color presenta?

CARA

El negro básico, señor.

MAMÓN

¿El que nosotros llamamos cabeza de cuervo?

ADUSTO

O cabeza de chorlo, ¿no es cierto?

SUTIL

No, no está terminado. ¡Ojalá fuera el cuervo! Me parece que esta obra requiere algo más.

ADUSTO

(Aparte.) Oh, me lo imaginaba. Ya apareció el deux ex machina.

SUTIL

¿Estáis seguro de haberla disuelto en su propio menstruo?

CARA

Sí, señor, y luego la casé y la eché en la cucúrbita

56

enfriada hasta el punto de digestión, como me orde­nasteis cuando puse en circulación el elixir de Marte al mismo calor.

SUTIL

Entonces el proceso fue correcto.

CARA

Sí, es evidente, porque se rompió la retorta; eché los restos en el alambique, y lo sellé con el sello de Hemes.

SUTIL

Supongo que así fue. Deberíamos hacer una nueva amalgama.

ADUSTO

(Aparte.) Esto ya huele demasiado mal.

SUTIL

Pero no importa; déjalo morir: bastante tenemos en embrión por el otro lado. ¿ H tiene puesta su ca­misa blanca?

CARA

Sí, señor, está maduro para la incineración; se con­:Serva caliente al rescoldo. Si me permitís un con­,sejo, señor, no me gustaría que dejarais morir nin­guno; por la suerte de los demás, no me parece bien.

MAMÓN

Tiene razón.

ADUSTO

(Aparte.) Sí. Ya caíste.

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CARA

No,. no estoy seguro, señor; ya vi la mala suerte. ¿Qué son unas tres onzas de material fresco?

MAMÓN

¿Nada más?

CARA

Nada más, señor; tres partes de oro, para amal­gamarlas con seis de mercurio.

MAMÓN

Adelante; aquí tienes dinero. ¿Cuánto hace falta?

CARA

Preguntadle, señor.

MAMÓN

¿Cuánto?·

SUTIL

Dadle nueve libras; o mejor, dadle diez.

ADUSTO

Si, o veinte, para que os engañen mejor.

MAMÓN

Aquí está. (Entrega el dinerO a Cara.)

SUTIL.

No sería necesario, si no quisieras concluir todos los trabajos; porque los dos menos importantes están en fijación, y un tercero en ascensión. Como queráis; ¿vertiste el aceite de luna en el destilador?

CARA

Sí, señor.

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SUTIL

¿Y el vinagre filosofal?

CARA

Sí. (Salen.)

ADUSTO

¡Qué ensalada!

MAMÓN

¿Cuándo hacéis la proyección?

SUTIL

Hijo, no seais apresurado; exaltaré nuestra medi­cina sosteniéndola in balneo ·vaporoso, y poniéndola en solución; luego la congelaré, y luego la disolveré; después volveré a congelarla porque sus virtudes multiplicarán tantas veces como repita el proceso. Por ejemplo, si al principio una onza convierte cien, después de su segunda solución convertirá mil, des­pués de la tercera diez mil; después de la cuarta cien mil, ·después de la quinta un millar de miles de onzas de cualquier metal imperfecto, en oro puro o plata, tan buenos como el mejor metal de la mina natural. Traed .esta tarde vuestro material; el bronce, el peltre, y los morillos,

MAMÓN

¿No los de hierro?

'SUTIL

Sí, también podéis traerlos; cualquier metal nos

sirve.

' ADUSTO

No lo dudo.

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MAMÓN

Entonces, ¿puedo mandaros mis asadores?

SUTIL

Sí, y vuestros bastidores.

ADUSTO

Y los coladores, los soportes de la cocina, y los gan­chos. ¿ No es cierto?

SUTIL

Si quiere.

ADUSTO

... Ser un asno.

SUTIL

¡Cómo! ¡Señor!

MAMÓN

Debéis perdonarlo; ya os dije que no tiene fe.

ADUSTO

Y muy poca esperanza, señor, pero aún menos cari­dad, porque temo ser embaucado.

SUTIL

Cómo, señor, ¿qué habéis observado en nuestras artes que os parezca imposible?

ADUSTO

Simplemento, todo lo que hacéis. Que incubéis el oro en un horno, señor, como hacen con los huevos de Egipto.

60

SUTIL 070212

¿Creéis acaso que los huevos se incuban tan fácil­mente?

ADUSTO

¿Y si lo creyera?

SUTIL

Mayor milagro me parece. Ningún huevo difiere del pollo menos que dos metales entre sí.

ADUSTO

No puede ser. El huevo ha sido destinado a ese fin por la Naturaleza, y es un pollo en potencia.

SUTIL

Lo mismo decimos del plomo y de los otros me­tales, que se convertirían en oro si dispusieran de tiempo suficiente.

MAMÓN

Y eso es lo que fomentamos en la alquimia.

SUTIL

Sí, porque sería absurdo creer que la naturaleza produjo el oro de la tierra perfecto en un instante; algo hubo antes. Debe de haber una materia más remota.

ADUS'I10

¿Cómo es eso?

SUTIL

Bueno, nosotros decimos ...

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MAMÓN

Ahora sí que me interesa; defendeos, padre, ha­cedlo polvo.

SUTIL

Por una parte, hay una exhalación húmeda, que nosotros llamamos materia líquida, o sea el agua un­tuosa; por otra parte, óerta porción crasa y viciosa de la tierra; ambas, combinadas, constituyen la ma­teria elemental del oro; que no es todavía propia materia, sino que es común a todos los metales y las piedras; porque cuando se los despoja de esa hume­dad, y se secan, se convierten en piedras; cuando retienen una mayor abundancia de humedad, se convierten en sulfuro, o en mercurio, que son los padres de todos los metales. Pero esta materia remota no puede progresar súbitamente de un extremo a otro, envejecer, y saltar los grados intermedios. La naturaleza crea primero lo imperfecto y luego pro­cede hacia lo perfecto. De aquel líquido aceitoso y aéreo, se engendra el mercurio; de la parte crasa y térrea, el sulfuro: uno -el último- ocupa el hlgar masculino, y el otro el femenino, en todos los meta­les. Algunos creen en el hermafroditismo, y son a la vez activos y pasivos. Pero su acción conjunta torna manuables, dúctiles y extensivos a los demás; y aún en el oro conviven; mediante nuestro fuego encon­tramos sus vestigios, y 'en éstos oro; es decir, que podemos producir las especies de cada metal más perfectamente que la misma naturaleza en la tierra. Además, quién no ha visto que el aceite de las osa­mentas y del estiércol de los animales puede engen­drar abejas, avispas, cucarachas, y abejorros; sí, hasta pueden sacarse escorpiones de las hierbas, si se las coloca correctamente. Y estas son criaturas vivientes, mucho más perfectas y excelentes que los metales.

62

MAMÓN

¡Bien dicho, padre! Habéis visto, señor, que os pulveriza como un mortero cuando queréis discutir con él.

ADUSTO

Por favor, basta. En vez de haberme pulverizado, he llegado a creer que la Alquimia es un juego bas­tante apropiado, algo así como las trampas en los naipes, para engañar al hombre y hechizarlo.

SUTIL

¡Señor!

ADUSTO

¿Qué son si no todos vuestros términos, gracias .a los cuales ninguno de vuestros tratadistas consigue entenderse con los demás? Vuestro elixir, vuestro lac virginis, vuestra piedra, vuestra medicina, vuestro aisosperma, vuestra sal, vuestro sulfuro y vuestro mer­curio, vuestro aceite de altura, vuestro árbol de la vida, vuestra sangre, vuestra marquesita, vuestra tu­da, vuestra magnesia, vuestro sapo, vuestro cuervo, vuestro dragón y vuestra pantera; vuestro sol, vuestra luna, vuestro firmamento, vuestra sustancia filosofal, vuestro lato, azoch, zernich, chibrit, heauta:iit, y luego vuestro hombre rojo, y vuestra mujer blanca, con todos vuestros caldos, vuestros disolventes y materia­les de orinas y cáscaras de huevos, menstruos de mu­jer, sangre de hombre, pelos de cabeza, trapos que­mados, tizas, estiércoles y arcilla, polvo de huesos, limaduras de hierro, vidrio y un mundo de otros extraños ingredientes cuyo nombre nadie podría de­cir sin reventar.

SUTIL

Pues todo lo que habéis nombrado sólo significa

63

una cosa: que nuestros tratadistas han querido os­curecer su arte.

MAMÓN

Así se lo dije, señor. Para que el vulgo ignorante no la aprendiera y la divulgara.

SUTIL

¿Acaso no fue escrita en símbolos místicos toda la sabiduría ae los Egipcios? ¿No hablan a veces me­diante parábolas los Evangelios? ¿No están acaso las más escogidas fábulas de los poetas, que fueron el manantial y la primera fuente de la sabiduría, en­vueltas en perplejas alegorías?

MAMÓN

Ya se lo dije, y también le expliqué que Sísifo fue condenado a empujar la incesante piedra, sólo porque quiso divulgar la nuestra. (Dol aparece en la puerta.) ¿Quién es?

SUTIL

¡Caramba! ¿Qué queréis? Retiraos, buena señora, ya os atenderé luego. (Dol se retira.) ¿Dónde está ese truhán? (Entra Cara.)

CARA Señor.

SUTIL

¡Gran pícaro! ¿Así te portas?

CARA

¿Por qué, señor?

SUTIL

Entra, y mira, traidor. ¡Ve! (Sale Cara.)

64

MAMÓN

¿Quién es, señor?

SUTIL

Nada, señor; nada.

MAMÓN

¿Qué pasa, mi querido señor? Nunca os vi tan irritado; ¿quién es?

SUTIL

Todas las artes tuvieron sus adversarios, pero nunca tan ignorantes como la nuestra. (Entra Cara.) ¿Qué pasa?

CARA

No fue culpa mía, señor; quiere hablar con vos.

SUTIL

¿Quiere hablar, no? Sígueme. (Sale.)

MAMÓN

(Deteniendo a Cara.) Espera, Pulmón.

CARA

No me atrevo, señor.

MAMÓN

Espera, hombre; ¿quién es esa dama?

CARA

La hermana de un gentilhombr,e, señor.

MAMÓN

¡Cómo! Espera, te lo ruego.

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CARA

Está loca, señor, y la enviaron aquí. ..

MAMÓN

Confía en mí. ¿Para qué la enviaron?

CARA

Para su curación, señor.

SUTIL

(Adentro.) ¿Qué haces, pícaro?

CARA

¡Ya oís! ¡Voy señor! (Sale.)

MAMÓN

Por Dios, es un Bradamante, un gran sujeto.

ADUSTO

¡Por mi fe, esto es un burdel! Pondría mi mano en el fuego.

MAMÓN

Oh, no, por esta luz que me alumbra: no lo in­sultéis. En ese sentido es demasiado escrupuloso; es casi un vicio en él. No, hacedle justicia, es un médico incomparable, un excelente discípulo de Paracelso, y ha realizado curas asombrosas mediante la medicina mineral. Procede exclusivamente por intermedio de los espíritus; no quiere ni oír nombrar a Galeno, ni a sus fastidiosas recetas. (Entra Cara.) ¿Qué pasa, Pulmón?

CARA

Despacio, señor; hablad despacio. Ya os contaré todo. Pero esta perso~a no d.ebe oír.

66

MAMÓN

No, no quiere ser "embaucado"; déjalo en paz.

CARA

Tenéis mucha razón, sefÍor; es una mujer asombro­S!imente erudita, y ha perdido la razón estudiando las obras de Broughton. Apenas decís una palabra rderente a los hebreos, le da el ataque, y empieza

. .a discurrir tan doctamente sobre teologías, que en­loquece a su vez a todos los que la oyen, señ..or.

MAMÓN rp. ¿Cómo podría hacer para conversar con ella, m1

Pulmón?

CARA

¡Oh, ya muchos perdieron la razón conversando con ella! No sé, señor. Perdonadme, debo llevar esta redoma.

ADUSTO

¿No os dejéis engañar, sir Mainón.

MAMÓN

¿En qué? Tened paciencia, os ruego.

ADUSTO

Sí, como vos; para confiar en truhanes .confabula­dos, y alcahuetes, y prostitutas.

MAMÓN

Sois muy mal pensado, creedme. -Ven aquí, Ulen, escúchame una palabra.,

CARA

, , No me atrevo; lo juro. (Yéndose.) .

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MAMÓN

Espera, pícaro.

CARA Mi amo está sumamente irritado porque la habéis

visto; señor.

MAMÓN

Bébete esto. (Le da dinero.) ¿Cómo es esa dama cuando no le da el ataque?

CARA Oh, es la criatura más afable del mundo, señor.

¡Tan alegre, tan agradable! Se os trepa, como el mercurio en el capacete; y circula como un aceite, un verdadero vegetal; discurre de política, de mate­máticas, de prostitución, de cualqui·er cosa ...

MAMÓN

¿No hay forma de llegar a ella? ¿No hay manera, no hay estratagema que permita tantear un poco su. . . su ingenio?

SUTIL

(Adentro.) ¡Ulen!

CARA

Ya voy, señor. (Sale.)

MAMÓN

Adusto, nunca creí que una persona de vuestra educación vilipendiaria a otra de tan respetable con-dición. ·

ADUSTO

Sir Epicuro, soy vuestro amigo, pero aborrezco el

68

engaño; no me gustan esos alcahuetes filosóficos. Bas­tante pagaréis por el engaño de la piedra, no hacía falta tragar este nuevo anzuelo.

MAMÓN

Juro que os equivocáis. Conozco a esta señora y a sus amigos; y su fortuna, causa de este desastre. Sí, su hermano me contó todo.

ADUSTO

¡Y sin embargo no la habíais visto nunca!

MAMÓN

Oh, sí, pero no me acordaba. Creedme, debo de tener una de las memorias más traicioneras de toda la humanidad.

ADUSTO

¿Cómo se llama su hermano?

MAMÓN

Milord de ... Ahora que recuerdo, no quiere que se sepa su nombr.e.

ADUSTO

U na memoria muy traicionera.

MAMÓN

Por mi fe ...

ADUSTO

Bueno, si no lo recordáis, olvidadlo; me lo diréis la próxima vez que nos veamos.

MAMÓN

No, juro por esta mano que es cierto. Es una per-

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sona que respeto, un noble amigo mío; y estimo mucho su familia.

ADUSTO

¡Dios mío! ¿Cómo es posible que un señor serio, rico, que no carece de nada, una persona por otra parte discreta (a veces), trate de defraudarse a sí misma de una manera tan cruel, con sus propios juramentos y argumentos? Si esto es vuestro elixir, vuestro lapis mineralis, vuestro lunario, dejadme con un honrado mazo de naipes, y llevaos vuestro lutum sapientis, y vuestro menstrum simplex. Obtendré más oro que vos, y con menos peligro de azogues y sul­furos calientes. (Entra Cara.)

CARA

(A Adusto.) Os traigo un mensaje del capitán Cara, señor. Desea encontrarse con vos en la iglesia del templo, dentro de media hora, por un asunto muy urgente. Señor, (En voz baja a Mamón.) tened ahora a bien retiraros; volved dentro de dos horas; mi amo estará ocupado en sus experimentos, y yo os dejaré entrar subrepticiamente, para que podáis gozar de la conversación de esta dama. Señor (A Adusto.), ¿qué debo contestar al ilustre señor Capitán?

ADUSTO

Que iré, señor. (Se aparta.) Pero con un abogado, y con otras intenciones. Ahora estoy seguro de que esta casa es un burdel; lo juraría, y quisiera que el oficial de justicia estuviera aquí para darme las gra­cias; el nombre de este comandante lo confirma. ¡El capitán Cara[ El más auténtico comerciante de estas. mercaderías, el superintendente de los más extraños traficantes de la ciudad. Es el inspector que decide quién se acuesta con quién, y a qué hora; a qué

70

precio; con qué vestido y con qué camisa; con qué velo y con qué diadema. Por medio de una ter­cera persona, investigaré las sutilezas de este oscuro laberinto; y una vez descubiertas, querido sir Mamón, permitiréis que vuestro pobre amigo se ría de vos, aunque no sea un filósofo; porque vos que lo sois, según parece, lloraréis.

CARA

Señor, es urgente, no lo olvidéis.

ADUSTO

No lo olvidaré, señor. Sir Epicuro, os dejo. (Sale.)

MAMÓN

Os sigo.

CARA

Sí, seguidlo, mi querido señor, para evitar sospe­chas. Este caballero parece muy astuto.

MAMÓN

Y tú, Ulen, ¿serás fiel a tu promesa?

CARA

Como a mi vida, señor.

MAMÓN

¿Le insinuarás quién soy, y me elogiarás, y dirás que soy una noble persona?

CARA

No podría decirle otra cosa, señor. Y que gracias a la piedra, la haréis princesa, y emperadora; y a vos mismo rey de Bantam.

71

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MAMÓN

¿Le dirás todo eso?

CARA

Seguro, señor.

MAMÓN

¡Pulmón, mi Pulmón! Te amo.

CARA

Enviad el material, señor, para que mi amo pueda empezar con la proyección.

MAMÓN

Me has embrujado, pícaro; toma. (Le da dinero.)

CARA El asador, y lo demás, señor.

MAMÓN

Eres un villano. Te mandaré el asador, y también los contrapesos. Te mordería la oreja, bribón. Vete, no me quieres nada.

CARA

¿Que no os quiero, señor?

MAMÓN

V•en, yo nací para enriquecerte, mi comadreja, para sentarte en un estrado y verte revolear una cadena de oro al lado de las mejores sabandijas de la no­bleza.

CARA

Idos, señor.

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MAMÓN

Ni un conde, no, ni un conde palatino ...

CARA Bueno, señor, idos.

MAMÓN

... te haría prosperar más; no, ni tan rápido. (Sale. Entran Dol y Sutil.)

SUTIL

¿Mordió? ¿Mordió?

CARA Mordió, y también tragó, mi Sutil. Le di un poco

de cuerda, y hay que verlo saltar.

SUTIL

¿Y crees que lo pesca11emos? .

CARA Por ambas agallas. Una muchacha es la mejor

carnada; apenas la muerde, el hombre se enloquece.

SUTIL

Dol, hermana de milord Fulano, ahora debes mos­trar tu aristocracia.

DoL ¡Oh, no os preocupéis· por mí! No olvidaré mi al­

curnia, perded cuidado. Me mantendré distante, me reíré y hablaré a gritos; simularé todas las afectacio­nes de una repugnante dama orgullosa, y seré tan grosera como su doncella.

CARA ¡Bien dicho, mi valiente!

73

SUTIL

Pero, ¿mandará los morillos?

CARA

Y el asador, y el calzador de hierro: ya lo conven­cí. Bueno, no debo olvidarme de mi cauteloso tahur.

SuT~L

Ah, monseñor Precaución, el que no quiere ser embaucado.

CARA

Sí; veremos si puedo haoerle tragar otro hermoso anzuelo. Lancé la línea en la iglesia del Temple. Bueno, rogad por mí. Me voy. (Golpean afuera.)

SUTIL

¿Cómo, más bobos? ¡Espía, Dol, espía! (Dol se acerca a la ventana.) Espera, Cara, debes abrir la puerta; ojalá fuera mi anabaptista. -¿Quién es, Dol?

DoL No lo conozco. Parece un traficante de oro viejo.

SUTIL

Bueno. Es él; me dijo que me mandaría a ese sujeto, ¿cómo se llama?, el venerable anciano que se hará cargo de los hierros de Mamón. Hazlo entrar. Espera, ayúdame antes a quitarme este manto. (Sale Cara con el manto.) Retiraos a vuestra alcoba, seño­ra. (Sale Dol.J Ahora, con nueva voz, nuevos ade­manes, pero el mismo lenguaje. Este individuo viene de parte de uno que también negocia conmigo por la piedra, para los venerables hermanos de Amster­dam, los santos exilados, que esperan· fomentar con ella su disciplina. Lo trataré de una manera insólita,

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para que me admire. (Entra Ananías, mientras dice en voz alta.) ¿Dónde está mi esclavo? (Entra Cara.)

CARA Señor.

SUTIL

Llevaos el recipiente, y rectificad la solución del flegma. Luego vertedlo sobre el Sol, en la cucúrbita, y dejadlos macerar juntos.

CARA

Sí, señor. ¿Y retiro el sedimento?

SUTIL

No: la terra damnata no debe tener entrada en esta obra. -¿Quién sois?

ANANÍAS c<l'

Un fiel hermano, si me permitís.

SUTIL

¿Qué queréis decir? ¿Un discípulo de Lullio? ¿De Ripley? ¿Un filius artis? ¿Sabéis sublimar y edul­corar? ¿Calcinar? ¿Conocéis el sapor ponticus, el sapor stipticus? ¿Y qué es homogéneo, y qué hetero­géneo?

ANANÍAS

No entiendo ningún idioma pagano, por cierto.

SUTIL

¿Pagano? ¿Me tomáis el pelo? ¿Queréis decir que el ars sacro, o la crysopeia, o la spagyrica, o la pan­física, o la sabiduría panárquica, es un idioma pa­gano?

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ANANÍAS

Griego pagano, supongo.

SUTIL

¡Cómo! ¿Griego pagano?

ANANÍAS

Todos. los idiomas son paganos excepto el hebreo.

SUTIL

Acercaos, mi ayudante, y habladle como un filóso­fo; contestadle en el mismo lenguaje. Nombrad las vejaciones y los martirios de los metales.

CARA

Putrefacción, solución, ablución, sublimación, cal­cinación, maceración, cohobación y fijación, señor.

SUTIL

¿Y esto es griego? ¿Y cuándo viene la vivificación?

CARA Después de la mortificación.

SUTIL

¿ Qué es la cohobación?

CARA

Es el acto de verter el agua regis, y luego retirarla al círculo trino de las siete esferas.

SUTIL

¿Cuál es la pasión propia de los metales?

CARA

La maleación.

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¿Cuál es el ultimum supplicium auri?

CARA

El antimonio.

SUTIL

¿Y esto es para vos griego pagano? ¿Y qué es el mercurio?

CARA Un verdadero fugitivo, señor: siempre huye.

SUTIL

¿Cómo ló conocéis?

CARA

Por su viscosidad, su oleoginosidad, y su suscepti­bilidad.

SUTIL

¿Cómo lo sublimáis?

CARA

Con cenizas de cáscara de huevo, mármol blanco, o talco.

SUTIL

Y ahora decidme, ¿qué es el magisterium?

CARA La mutación de los elementos: lo seco en frío, lo

frío en húmedo, lo húmedo en caliente, lo caliente en seco.

77

SUTIL

¿Y todavía os parece griego pagano? ¿Qué es el lapis philosophieus?

CARA

Es una piedra, y no lo es; un espíritu, un alma, y un cuerpo; si lo disolvéis, se disuelve; si lo coagu­láis, se coagula; si lo hacéis volar, vuela.

SUTIL

Es suficiente. (Sale Cara.) Y esto es griego pagano. ¿Quién sois, señor?

ANANÍAS

Un servidor de los santos hermanos exilados, si me permitís, que se ocupa de los bienes de las viudas y de los huérfanos, y se encarga de la contabilidad de los santos; um. diácono.

SUTIL

Ah; ¿os envía 1el señor Saludable, vuestro maestro?

ANANÍAS

Sí. Tribulación Saludable, nuestro muy celoso pas­tor.

SUTIL

Bien. Dentro de un momento llegarán algunos bie­nes de huérfanos.

ANANÍAS

¿De qué tipo, señor?

SUTIL

Peltre, bronce, :asadores y baterías de cocina; obje­tos de metal, que convertiremos con nuestra_ medici-

78

na, para mandarles un poco de dinero suelto a los hermanos.

ANANÍAS

¿Los padres de esos huérfanos eran cristianos sin­.ceros?

SUTIL

¿Por qué?

ANANÍAS

Porque si así fuera, negociaríamos con toda justi­cia, y pagaríamos por cierto un precio más elevado.

SUTIL

Y si los padres no hubieran pertenecido a vuestra secta, ¿los engañaríais? Pensándolo mejor, no con­fiaré en vos hasta que hable con vuestro pastor. ¿ Tra­jisteis dinero para comprar más carbón?

ANANÍAS

No, por cierto.

SUTIL

¿No? ¿Cómo es eso?

ANANÍAS

Los hermanos me ordenaron deciros, señor, que no se arriesgarán más mientras no vean la proyección.

SUTIL

¡Cómo!

ANANÍAS

Ya habéis recibido unas treinta libras para ins­trumentos, ladrillos, arcilla plástica y redomas; y para

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materiales, según dicen, unas noventa más; y hace poco oyeron decir que en Heidelberg una persona lo hizo con un huevo y un paquetito de limaduras de hierro.

SUTIL

¿Cómo os llamáis?

ANANÍAS

Me llamo Ananías.

SUTIL

¿El traidor que engañó a los Apóstoles? ¡Fuera! Idos de aquí. ¡Huye, malicia! ¿Acaso vuestro santo consistorio no tenía otro nombre que el malvado Ananías para mandarme, algo que sonara mejor en mis oídos? Que vuestros amos vengan inmediatamen­te a pedirme perdón; si no, apago el fuego, y rompo los alambiques, y el horno, y todo lo demás. ¡Infeliz! Decidles que ya se han perdido la tintura roja y la negra. ¡Como esperen sesenta minutos más, perecerá toda esperanza de destronar a los obispos, o la jerar­quía anticristiana; la acuosidad, la' terrosidad y la sulfurosidad volverán a reunirse, y ya todo será inútil, malvado Ananías! (Sale Ananías.) Esto los tocará a fondo, y los incitará a hacerse embaucar más de prisa. Hay que proceder como una nodriza enérgica, asustar a los díscolos para despertarles el apetito. (Entra Cara, de uniforme, con Droguista.)

CARA

Está ocupado con los espíritus, pero lo interrum­piremos.

SUTIL

¡Cómo! ¿Que son esos compañeros, esos Bayardos que me traéis?

80

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Ya os previne que se enfurecería. -Señor, aquí está N ab; os trae otra moneda de oro para que la con­templéis.

SUTIL

Debemos apaciguarlo. Dádmela.

CARA.

Y os ruega que le inventéis ... ¿que era, Nab?

DROGUISTA

Una enseña, señor.

CARA

Sí, una enseña que traiga suerte, una enseña prós­pera, doctor.

SUTIL

Justamente estaba proyectando una.

CARA

Caramba, no lo digáis, se arrepentirá de haberos dado más dinero. ¿Qué os parece una enseña con su constelación, doctor, la balanza?

SUTIL

No, eso está muy gastado, y es muy vulgar. Un ciu­dadano nacido en Taurus, éuelga d toro, o los cuer­nos; si ha nacido en Aries, el carnero; ¡qué poca ima­ginación! No, prefiero inscribir su nombre en un signo místico, cuyos radios, al obrar por su influen­cia virtual sobre los transeúntes, engendrarán afec­tos, que quizá beneficien al propietario. Por ejem­plo ...

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CARA ¡Nab!

SUTIL

Habrá un hombre ensangrentado y desnudo, que es Abel; a su lado un animal mitad dromedario y mitad prologuista, lo que hace Dro-guista. Esa es vuestra enseña. ¡Y aprended misterios y jeroglíficos!

CARA

Abel, ya eres rico.

DROGUISTA

Señor, agradezco a vuestra merced.

CARA

Aunque tuvieras seis piernas más, Nab, no po­dríais agradecer bastante. Doctor. Nab os trajo una pizca de tabaco; es un regalo.

DROGUISTA

Sí, señor, y quisiera comunicaros algo más ...

CARA

Dilo sin temor, Nab.

DROGUISTA

Cerca de mi casa vive una viuda joven y rica .••

CARA

¡Espléndido! ¿Una bona roba?

DROGUISTA

Que apenas tendrá unos diecinueve años ...

CARA

Muy bien, Abel.

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DROGUISTA

Bueno, todavía no está muy a la moda: una ca­peruza, pero parece un copete.

CARA

No importa, A bel.

DROGUISTA

Y de vez en cuando le vendo alguna tintura ...

CARA

1Cómo! ¿También vendes tinturas, Nab?

SUTIL

Ya os lo había dicho, capitán.

DROGUISTA

Y algún remedio, señor, a veces; por eso, la dama ;onfía en mí con toda el alma. Vino especialmente

a la ciudad para ponerse un poco a la moda.

CARA

Muy bien (dos que hacen juego). Prosigue, Nab.

DROGUISTA

Y siente un deseo irreprimible de conocer su por­venir.

CARA

Perfectamente, Nab, dile que venga a ver al doctor.

DROGUISTA

Sí, ya le hablé de su reverencia; pero teme que se sepa, y que esto sea un inconveniente para sus bodas.

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CARA Pero si es justamente la manera de arreglarle el

inconveniente de hacérselo deseable y codiciado. Dile que así será famosa y mentada, que las viudas no valen nada si no son famosas; su honor consiste en la multitud de sus pretendientes. Tráela, puede darte suerte. ¡Sí! No te imaginas hasta qué punto.

DROGUISTA

No, señor, sólo se casará con un caballero con título; su hermano ha hecho un voto en ese sentido.

CARA ¡Cómo! ¿Y por eso desesperas, mi Nabito, sabien­

do todo lo que el doctor te ha prometido, y la faci­lidad con que se arman caballeros en esta ciudad? Un vaso de tus orines, en manos de cierta señora que yo conozco, y ya está, Nab. ¿Qué es su hermano, es noble?

DROGUISTA

No, señor, es un joven que acaba de heredar mu­chas tierras, y de cumplir veintiún años; tutor de su hermana; un hombre que tendrá unas tres mil libras por año; vino a la ciudad para aprender a ser due­lista, y a vivir del ingenio; y luego se volverá a su casa, para morir en el campo.

CARA ¡Cómo! ¿Quiere ser duelista?

DROGUISTA

Sí, señor, como los jóvenes a la moda; aprender a manejar un duelo con la punta de los dedos.

CARA Caramba, N ab, el doctor es la única persona en

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toda la cristiandad que podrá serle útil. Ha pre­parado una tabla de demostraciones matemática~, con todos los pormenorei del arte del duelo; le dará un tratado para desafüf correctamente. Anda, tráelos a ambos; al joven y a _su hermana. En cuanto a ti, quizá podamos perstadirla. Anda, y tráele al doctor un corte de tela de damasco para hacerse un traje nuevo.

SUTIL

¡Oh, mi querido c1Pitán, por favor!

CARA

Ni una palabra mf: así lo hará; es la persona más honesta del mundo, ,loctor. -No te demores, no dis­cutas; traerás el daiflSCO, y los interesados.

DROGUISTA

Haré lo posible, s?or.

CARA

Y lo imposible, Nlb.

SUTIL

¡Qué buen tabaco ~s éste! ¿Será una onza?

CARA

Os enviará una rnra, doctor.

SUTIL

¡Oh, no!

CARA

Ni una palabra ms; así lo hará. Es el alma más buena del mundo. ""'<\bel, manos a la obra. Luego te daremos más data Vamos, vete. (Sale Abel.J Es

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un pillo miserable; vive de queso, y tiene gusanos. De paso, por eso vino; me consultó en privado, y me pidió un remedio.

SUTIL

Y lo tendrá, señor. Esto marcha.

CARA

¡Una mujer, una mujer para uno de nosotros, mi querido Sutil! Tiraremos a la suerte, y el que pierda recibirá en mercaderías el equivalente en peso de la carne.

SUTIL

Quizá sea una mujer tan liviana, que resulte un déficit.

CARA

O tal vez tan pesada que no se pueda soportar, m con una compensación.

SUTIL

Conviene verla antes de decidirse.

CARA

De acuerdo; pero que Dol no sepa una palabra.

SUTIL

Bien. Y ahora vete a buscar a tu Adusto; trata de enredarlo.

CARA

Espero no haberme demorado demasiado.

SUTIL

Temo que sí. (Salen)

86

ACTO TERCERO

ESCENA PRIMERA

Una calle frente a la casa de Lovewit

(Entran Tribulación Saludable y Ananías.) .

TRIBULACIÓN

Estos castigos y estas decepciones son frecuentes entre los santos; nosotros, los disidentes, debemos soportarlas con hombros resignados, como pruebas enviadas para tentar nuestra fragilidad.

ANANÍAS

Francamente, ese hombre no me gusta; es un pa­gano, y habla seguramente en el idioma de Canaán.

TRIBULACIÓN

En verdad, parece una persona bastante profana.

ANANÍAS

Lleva en su frente la marca visible de la bestia.

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En cuanto a su piedra, es obra de tinieblas, y con su filosofía ciega los ojos de los hombres.

TRIBULACIÓN

Mi buen hermano, debemos resignarnos a cual­quier recurso que pueda hacer prosperar nuestra santa causa.

ANANÍAS

Pero este no puede hacerla prosperar; la santa causa exige métodos santos.

TRIBULACIÓN

No siempre; los seres perdidos son a menudo ins­trumentos de las mayores obras; por otra parte, debe­mos considerar la naturaleza del hombre, y el lugar donde vive, siempre al lado del fuego, y el vapor de los metales que intoxican su cerebro, y lo predis­ponen a las pasiones. ¿Quién es más ateo, por ejem­plo, que un cocinero? ¿O más hereje y colérico que un vidriero? ¿Y más anticristiano que un fundidor de campanas? ¿Qué hace tan diabólico al Diablo, a Satanás, nuestro común enemigo, me pregunto, sino .el estar perpetuamente junto al fuego, haciendo her­vir arsénico y azufre? Como decía, debemos consi­derar los motivos y las causas que agitan los humores de la sangre. Quizá cuando la obra esté terminada y la piedra hecha, este ardor suyo se convierta en fervor religioso, y lo disponga a una hermosa disci­plina contra los harapos y las contaminadas vesti­duras de Roma. Debemos esperar que el espíritu bueno descienda hasta él y lo ilumine. Errasteis al ofuscarlo con el mensaje de los hermanos de Heidel­berg, considerando la neoesidad de apresurar la obra, que restaurará a los santos reducidos al silencio; lo que nunca sucederá si no disponemos de la piedra

88

. filosofal. Así me lo aseguró uno de nuestros sabios ancianos, un escocés; porque el aurum potabile es la única medicina capaz de predisponer a nuestro favor al magistrado; y esta enfermedad exige que se la administremos diariamente.

ANANÍAS

En verdad, nunca me sentí tan edificado desde el día en que brilló por primera vez sobre mí la her­mosa luz; y lamento que mi fervor haya causado tantos trastornos.

TRIBULACIÓN

' Entremos, entonces.

ANANÍAS

Vuestra moción es excelente y espiritual; primero llamaré. (Golpes.) ¡La paz sea con vosotros! (La puerta se abre y entran.)

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ESCENA II

Una habitación en casa de Lovewit

(Entra Sutil, seguido por Tribulación y Ananías.)

SUTIL Oh, ¿llegásteis? Ya era hora. Vuestros sesenta

minutos tocaban a su fin; cinco minutos más y ha­brían desaparecido furnus acediae, turris circulato­rius; alambique, capacete, retorta y pelicano se habrían convertido en cenizas. ¡Malvado Ananíasl ¿Otra vez aquí? Entonces, no; destruiré todo, como había pensado.

TRIBULACIÓN LOa1maos, senor; vmo para num111arse en espintu~

y solicitar vuestra paciencia; el exceso de su fervor Calmaos, señor; vino para humillarse en espíritu~

y solicitar vuestra paciencia; el exceso de su fervor lo desvió del buen sendero. lo desvió del buen sendero.

SUTIL SUTIL ¡Bueno, eso me satisface un poco!

TRIBULACIÓN En verdad, los hermanos tuvi•eron la intención de

causaros el menor disgusto; nada de eso; están dis­puestos a ofrecer su ayuda para todo proyecto que el espíritu y vos queráis dirigir.

SUTIL Eso me satisface más todavía.

TRIBULACIÓN En cuanto a los bienes de los huérfanos, avaluad­

los, e inventariad todo lo que fuere necesario para

90

1

esta santa obra. Los santos han decidido poner por mi intermedio toda su fortuna a vuestros pies.

SUTIL

hidropesía; apenas bebe vuestra sustancia incombus-tible, vuelve a su primera juventud; ya tenéis otro amigo. U na señora, ya retirada de las hazañas cor-porales, aunque no de las mentales, comprueba que va ninguna nintura nuede curar la ruina de su ros-

¡Eso me satisface totalmente! Por fin comprendéis que no podía ser de otro modo. ¿Acaso no os ex­pliqué las virtudes de nuestra piedra, y todas las ventajas que reportará a vuestra causa? ¿No os de­mostré (aparte de la conveniencia de arrendar fuer­zas en el extranjero, y de traer de las Indias a los holandeses, vuestros amigos, para que os ayuden con su armada) que sus virtudes medicinales bastarían para granjearos el apoyo de una buena parte del reino? Supongamos por ejemplo que algún señor influyente padece de la gota; no tenéis más que man­darle tres gotas de vuestro elixir, y de inmediato se sana; ya tenéis un amigo. Otro sufre de parálisis o de hidropesía; apenas bebe vuestra sustancia incombus­tible, vuelve a su primera juventud; ya tenéis otro amigo. U na señora, ya retirada de las hazañas cor­porales, aunque no de las mentales, comprueba que ya ninguna pintura puede curar la ruina de su ros­tro; vosotros la restauráis con vuestro aoeite de talco, y ya tenéis otra amiga; y por ende, todos sus amigos. Un noble leproso, un caballero reumático, o un hacendado que, padece de ambas dolencias, se vuel­ven sanos y fuertes con una simple aplicación de vuestra medicina; y el nmero de vuestros amigos sigue aumentando.

TRIBULACIÓN Sí, hay muchas posibilidades.

SUTIL Y luego podríais convertir en plata todo el peltre

de cualquier abogado, como regalo de San Silvestre.

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ANANÍAS

De fin de año, si me permitís.

SUTIL

¿Otra vez, Ananías?

ANANÍAS

No lo haré más.

SUTIL

O cambiar en oro macizo sus dorados. Aumen­taréis constantemente el número de vuestros amigos. Además podréis pagar al contado cualquier ejército, o comprar las provincias del rey de Francia, o las Indias de España. ¿Qué no podréis hacer contra los poderosos en lo espiritual y en lo temporal que se os opongan?

TRIBULACIÓN

En efecto, es verdad. Hasta podríamos ser también nosotros poderosos en lo temporal.

SUTIL

Podríais ser cualquier cosa, y dedicaros a los más complicados ejercicios, o chuparos vuestra reproba­ción cantando ~n himno. Porque los que han caído en desgracia en un estado, pueden mostrarse adver­sos en religión, y buscar un himno nuevo para con­gregar el rebaño, ya que en realidad las canciones tienen mucho efecto sobre las mujeres, y sobre otras personas flemáticas; son' vuestras campanas.

ANANÍAS

Las campanas son profanas; las canciones pueden ser religiosas.

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SUTIL

¡Con vos todo es inútil! No tengo más paciencia. ¡Caramba, destruiré todo; no soportaré más que me tortures de este modo!

TRIBULACIÓN

Por favor, señor.

SUTIL

Todo sucumbirá. Es mi última palabra.

TRIBULACIÓN

Señor, permitidme implorar vuestra merced; este hombre se arrepiente; por puro fervor, y siguiendo vuestro ejemplo, se atrevió a hablar de canciones, ya inútiles, puesto que la piedra está terminada.

SUTIL

Sí,, y también será inútil vuestra máscara de san­tidad para obtener legados de las viudas o conseguir que las damas fanáticas roben a sus maridos para favorecer la causa común; ya no tendréis que apro­vechar los pagarés vencidos por un día, diciendo que los hizo vencer la providencia; ni que comer excesi­vamente de noche, para celebrar mejor vuestro ayuno del .día siguiente, mientras los hermanos y las her­manas aplacan humildemente la dureza de la carne. Ni tendréis que arrojar huesos escrupulosos a vuestros hambrientos auditorios; discutir si un cristiano puede cazar, o dedicarse a la cetrería, o si las matronas de la santa asamblea pueden llevar el cabello suelto, o usar justillos, o agr,egar el ídolo del almidón a su lencería.

ANANÍAS

No hay duda de que es un ídolo.

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TRIBULACIÓN

No le hagáis caso, señor. ¡Espíritu fanático, te or­deno que guardes silencio!

SUTIL

Ni tendréis que escribir libelos contra los prelados, y acortar las orejas ante sus ajustadas disposiciones. Ya no hará falta injuriar por fuerza las obras de teatro, para complacer al regidor cuyo postre diario devoráis; ni mentir con religiosa furia hasta enron­quecer. Ninguna de esas artes tan singulares. Y de­jaréis de llamaros Tribulación, Persecución, Modes­tia, Paciencia, y otros nombres parecidos, que suele adoptar vuestra familia o congregación para glori­ficarse y llamar la atención de los discípulos.

TRIBULACIÓN

Es verdad, señor; son métodos que los bendito:i hermanos inventaron, medios muy notables de pro­pagar la gloriosa causa, y de llegar a ser rápida y provechosamente famosos.

SUTIL

¡Oh, pero todo eso no es nada al lado de la piedra! Nada. Es el milagro del arte de los ángeles, el divino secreto que vuela como las nubes de oriente a occi­dente, y cuya tradición no depende de los hombres, sino de los espíritus.

ANANÍAS

Odio las tradiciones; no me inspiran confianza.

TRIBULACIÓN

¡Calla!

94

ANANÍAS

Son todas católicas. No quiero callarme; no quie­ro ...

TRIBULACIÓN

¡Ananías!

ANANÍAS

Complacer lo profano para disgustar lo divino; no puedo.

SUTIL

Bueno, Ananías, será como tú quieras.

TRIBULACIÓN

Señor, un ignorante fervor lo persigue; por lo demás, es un fidelísimo hermano, un aficionado, un hombre que posee por revelación un conocimiento muy competente de la verdad.

SUTIL

¿Y también posee en su bolsa una suma compe­tente para comprar los materiales? Me designa apo­derado y de acuerdo con mi caridad y mi conciencia deoo cuidar que se haga todo lo posible por mis pobres huérfanos, aunque también deseo el provecho de vuestra hermandad. Los materiales están allí aden­tro; en cuanto lo hayáis revisado, comprado e inven­tariado, podemos empezar con la proyección; ya todo está preparado: proyectaremos la medicina, y todo el estaño- será plata, y el bronce oro.

TRIBULACIÓN

Pero, señor, ¿cuánto tendrán que esperar los her­manos?

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SUTIL

Dejadme pensar: ¿cómo está ahora la luna? De aquí unos ocho, nueve, diez días, será plata probable; tres días más, para que se citronice; unos quince días más, y el magisterium habrá terminado.

ANANÍAS

¿Más o menos el segundo día de la tercera semana del nov,eno ip.es?

SUTIL

Sí, mi buen Ananías.

TRIBULACIÓN

¿Cuánto creéis que importan los bienes de los huér­fanos?

SUTIL

Llenaban unos tres carros, ya descargados; calculo unos cien marcos, que se convertirán en seis millo­nes. Pero necesito más combustible.

TRIBULACIÓN

¡Cómo!

SUTIL

Una carrada más y hemos terminado. Hay que aumentar el fuego hasta el ignis ardens; ya pasamos el fumus equinus, balnei, cineris, y todos los demás fuegos lentos. Si esta sangría debilitara la sagrada bolsa, y los santos necesitarán dinero constante, co­nozco un método para fundir instantáneamente el peltre que ahora compraréis, y convertirlo mediante una tintura, en monedas holandesas tan buenas como las mejores de Holanda.

96

TRIBULACIÓN

¿Podéis hacerlo?

SUTIL

Sí, y resistirán cualquier examen.

ANANÍAS

Será una dichosa nueva para los hermanos.

SUTIL

Pero debéis guardar el secreto.

TRIBULACIÓN

Sí, pero esperad, ¿este acto de la acuñación no es ilegal?

ANANÍAS

¡Ilegal! No reconocemos ninguna autoridad; de to­dos modos, aunque la reconociéramos, se trata de moneda extranjera.

SUTIL

No es acuñación, señor. Es fundición.

TRIBULACIÓN

¡Ah! Distinguís bien: la fundición de monedas pue­de ser legal.

ANANÍAS

Lo sé, señor.

TRIBULACIÓN

En verdad, creo que lo es.

SUTIL

No tengáis escrúpulos, señor; confiad en Ananías, !s muy entendido en este tipo de casos de conciencia.

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TRIBULACIÓN

Elevaré una moción a los hermanos.

ANANÍAS

Los hermanos la aprobarán, sin lugar a dudas. ¿Dónde haréis la fundición? (Golpean afuera.)

SUTIL

Ya hablaremos de eso. Alguien que quiere verme. Entrad, por favor, y examinad los materiales. Este es el inventario. En seguida voy. (Salen Tribulación y Ananías.J ¿Quién es? ¡Cara! Entra. (Entra Cara de uniforme.) ¿Qué tal? ¿Buena cosecha?

CARA

¡Buena peste! Ese miserable bribón no mordió. Un espíritu me trajo un mensaje con la noticia, mientras trataba de hechizar a Adusto; mis demonios no están ociosos. Gracias a mí, Sutil, tu baño es famoso. Querida Dol, debéis ir a afinar vuestro vir­ginal sin perder ni un instante; y oídme bien: quiero un trabajo. Menéate como un lenguado; bésalo con vigor, como una ostra; y hazle cosquillas con tu len­gua materna. Su gran Señoría no entiende una pa­labra del idioma; tanto más fácil será engañarlo, mi Dolly. Llegará de incógnito en un coche alquilado; le envié a nuestro cochero, para que lo condujera; nadie sabrá nada. (Golpean afuera.) ¿Quién es? (Sale Dol.J

SUTIL

¿Será él?

CARA Oh, no, •es muy temprano. (Entra Dol.J

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SUTIL

¿Quién es?

DoL Gallardo, vuestro amanuense.

CARA Que se haga entonces la voluntad de Dios, reina

de las Hadas; poned la diadema (Sale Dol.); y vos, doctor, el manto. Por el amor de Dios: despachémoslo de una v.:z.

SUTIL

Llevará mucho tiempo.

CARA Os aseguro que si seguís mis indicaciones, llevará

muy poco tiempo. (Se acerca a la ventana.) ¡Caram­ba, aquí llegan otros! Abel, y uno que ha de ser el joven duelista, el heredero, que tantas ganas tiene de pelear.

SUTIL

¿Y la viuda?

CARA No, que yo vea. ¡Fuera! (Sale Sutil.) (Entra Ga~

llardo.) Oh, señor, sed bienvenido. El doctor está adentro, ocupándose de vos; ¡me costó muchísimo trabajo convencerlo! Jura que seréis el favorito de los dados; parece que es la primera vez que su alteza se interesa por alguien. Vuestra tía os ha mencionado con las palabras más amables que nadie pueda ima­ginarse.

GALLARDO ¿Podré ver a su Gracia?

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CARA Verla, y también besarla. (Entra Abel, seguido por

Halcón.) ¿Qué tal, mi modesto Nab? ¿Trajiste el damasco?

DROGUISTA

No, señor, traje tabaco.

CARA

Muy bien, Nab; ¿luego traerás el damasco?

DROGUISTA

Sí. Este es el caballero que os mencioné, capitán, el señor Halcón; lo traje para que viera al doctor.

CARA

¿Dónde está la viuda?

DROGUISTA

Dice que su hermana vendrá luego, señor.

CARA ¿Ah, sí? Bienvenido. ¿Os llamás Halcón, señor?

HALCÓN

Sí, y soy el mejor de los Halcones, gracias a Dios, con mil quinientas libras por año. ¿Dónde está el doctor? Este cigarrero loco me habló de un tipo que sabe hacer unas cuantas cosas; ¿es entendido?

CARA

¿En qué, señor?

HALCÓN

En manejar asuntos, en conducir un duelo según todas las reglas, de pe a pa.

100

CARA Por vuestra pregunta se ve que sois novicio en esta

ciudad.

HALCÓN

Señor, no tan novicio como para no haber oído hablar de los mozos duelistas; Jos he visto comprar tabaco en el negocio de mi amigo, y puedo hacer otro tanto. Quiero aprender a ser como ellos, para practi­car cuando vuelva al campo.

CARA

Señor, en cuanto a duelos, os aseguro que el doctor os informará como corresponde, hasta la última som­bra de un pelo; y os mostrará un instrumento que él mismo confeccionó, mediante el cual, apenas le anunciéis que habéis concertado un duelo, os podrá decir instantáneamente qué probabilidades tenéis, y qué grado de seguridad, o de mortalidad, y cómo debéis atacar, si en línea recta, o en semicírculo; o tal vez en ángulo obtuso, cuando no agudo; ya os enseñará todo, y además las reglas para insultar y ser insultado correctamente.

HALCÓN

¡Cómo! ¿Para ser insultado?

CARA Sí, ya os dirá él cuando conviene recibir el insulto

oblicuamente, o en círculo; pero nunca diametral­mente. La ciudad entera estudia sus teoremas, y sue­len discutirlos en las academias de las tabernas.

HALCÓN

¿Y también enseña a vivir del ingenio?

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CARA Cualquier cosa. No podéis imaginar una sutileza

que él no haya descubierto ya. A mí, me hizo capi­tán. Antes de conocerlo, yo era un pobre vagabundo,. como vos; hace apenas dos meses. Os diré su mé­todo: primero, os llevará a un despacho de bebidas.

HALCÓN

No, allí no voy; debéis perdonarme.

CARA ¿Por qué, señor?

HALCÓN

Porque allí juegan, y hacen trampas.

CARA ¿Cómo, queréis ser un hombr,e a la moda, y no

queréis jugar?

HALCÓN

Sí, porque uno se arruina.

CARA ¿Arruinarse? Más bien os restauraréis cuando es­

téis arruinado; ¿cómo harían si no para vivir de su ingenio los que ya prodigaron seis veces vuestra for­tuna?

HALCÓN

¿Cómo, tres mil por año?

CARA Sí, y también cuarenta mil.

HALCÓN

¿Y existen personas así?

102

CARA

Sí, señor, y siguen tan campantes. Aquí tenéis a un joven caballero que no vale nada (Señala a Gallardo.) cuarenta marcos por año, que para mí no es nada; pronto será iniciado, y el doctor le proporcionará un demonio. Antes de una quinoena, con suerte irresis­tible, os ganará lo suficiente para comprar una baro­nía. Para estas navidades, todos le cederán la en­trada; y durante el año entero tendrá su asiento en los teatros; el mejor servicio, la mejor bebida; de vez en cuando dos vasos de vino de las Canarias, gratis; la mejor lencería, y el cuchillo más afilado; la perdiz junto a su plato, y en alguna parte la cama elegante, en privado, con las elegantes. Las tabernas lo solici­tarán como los teatros a los poetas, y el amo le rogará a voces que ordene su plato preferido, que tendrá que ser langostinos a la manteca; y esos orgu­llosos que no beben con nadie, beberán a su salud, porque será el espléndido presidente de toda mesa.

HALCÓN

¿No os engañáis?

CARA

¡Por Dios! ¿Cómo podéis creerlo? Tendréis un hal­conero (naturalmente, solicitaréis crédito a un guan­tero, o a un espuelero, para aseguraros de antemano un par de cada artículo); rápidamente le enseñaréis la forma más competente de esar a la última moda, y de ser admirado, aunque antes haya sido un mí­sero alcahuete desnudo.

HALCÓN

¿Y el doctor puede enseñar todo eso?

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CARA

Aún más, señor; cuando hayáis perdido vuestras tierras -porque todo hombre de espíritu trata de alejarse en lo posible de lo terreno-, en las vacacio­nes, cuando necesitéis dinero para gastos pequeños, y las tabernas estén cerradas, os mostrará una perspec­tiva donde veréis de un lado los rostros y las per­sonas de todos los herederos jóvenes y pudientes de la ciudad, que poseen cuenta corriente con los co­merciantes; del otro lado, las figuras de los comer­ciantes y demás, que entregarán las mercaderías sin necesidad de intermediario, lo que exigiría una par­ticipación; en la tercera casilla, la calle misma y la enseña del negocio donde esa mercadería sólo espera ser entregada, ya sea pimienta, jabón, lúpulo, o ta­baco, avena arrollada, glasto o queso. Todo lo cual podréis llevaros, y disponer según vuestra voluntad, sin tener que agradecer nada a nadie.

HALCÓN

¡Por mi fe! ¿Puede hacer todo eso?

CARA

N ab, aquí presente, lo conoce muy bien. Además, es el hombre más diestro en concertar alianzas con viudas ricas, doncellas distinguidas, herederas. De toda Inglaterra, de lejos y de cerca, lo llaman y lo buscan para solicitar su consejo y preguntarle el fu­turo.

HALCÓN

Por Dios, mi hermana debería verlo.

CARA Os diré, señor, lo que me dijo de Nab. Es algo

muy extraño -de paso, N ab, no debes comer más

104

queso, porque fomenta la melancolía, y esa misma melancolía fomenta los gusanos-, pero sigamos: me dijo que el honesto Nab no estuvo nunca en su vida en una taberna excepto una vez.

DROGUISTA

Verdad, y nunca más volví.

CARA

Y luego estuvo tan enfermo ...

DROGUISTA

¿También eso os dijo?

CARA

¿Cómo lo sabría, si no?

DROGUISTA

Para decir verdad, habíamos estado cazando, y du­rante la cena, comí un pedazo de carnero gordo, que me cayó tan mal. ..

CARA

Y no tiene ninguna resistencia para el vino; y con el ruido de los músicos, y la preocupación por su negocio, porque no tiene sirvientes ...

DROGUISTA

Me dolía tanto la cabeza ...

CARA

Sólo quería volver a su casa, según me dijo el doc­tor; entonces, una buena mujer ...

DROGUISTA

Sí, es cierto; vive en la calle del Carbón Mari-

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no; me curó con cerveza hervida cañarroya de la pared; me costó dos peniques, ni uno más. Tuve otra descompostura mucho peor que esa.

CARA

Sí, y motivada por la tristeza que le causó el im­puesto de diez y ocho peniques para las aguas co­rrientes.

DROGUISTA

Cierto, y casi me cuesta la vida.

CARA

¿Se te cayó el pelo?

DROGUISTA

Sí, de rabia.

CARA

Así me dijo el doctor.

HALCÓN

Por favor, cigarrero, ve a buscar a mi hermana. Antes de irme quiero ver a este tipo tan sabio; y que lo véa ella también.

CARA

Ahora está ocupado, señor; pero si queréis traer a vuestra hermana, traedla personalmente: quizá ganéis tiempo; para ese entonces se habrá desocupado.

HALCÓN

Voy. (Sale.)

CARA

¡Droguista, ya es tuya; recuerda el damasco! (Sale A bel.) Entre Sutil y yo la sorteamos. (Aparte.) Acer-

106

caos, señor Gallardo; ya veis cómo rechazo a mis clientes para despachar vuestro asunto; ¿habéis cum­plido las ceremonias que os fueron ordenadas?

GALLARDO

Sí, la del vinagre, y la camisa limpia.

CARA

Muy bien; esa camisa puede traeros más suerte que lo que imagináis. Vuestra tía está sobre ascuas por veros, aunque no quiera confesarlo. ¿Habéis traído algo para los criados de su Gracia?

GALLARDO

Sí, aquí tengo ciento veinte chelines del tiempo de Eduardo.

CARA ¡Bien!

GALLARDO

Y un soberano viejo de Enrique.

CARA

¡Muy bien!

GALLARDO

Y tres chelines de J acobo, y esta moneda de Isabel. En total, ciento veinte nobles justos.

CARA

¡Oh, son demasiado justos! Preferiría que el otro noble fuera de María.

GALLARDO

Tengo algunos Felipes y Marías.

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CARA Sí, esos son los mejores; ¿dónde están? Atención,

el doctor. (Entra Sutil disfrazado de sacerdote de las Hadas, con una tira de género.)

SUTIL

(Con voz fingida.) ¿Llegó el primo de su gracia?

CARA Llegó.

SUTIL

¿En ayunas?

CARA Sí.

SUTIL

¿Y ha gritado ]um?

CARA Debéis contestar: "Tres veces".

GALLARDO

Tres veces.

SUTIL

¿Y otras tantas Buz?

CARA Si lo habéis dicho, decidlo.

GALLARDO

Sí, lo hice.

SUTIL

Entonces, esperando que ya se haya avinagrado los sentidos, como le fuera ordenado, la reina de las

108

Hadas dispensa a su primo, por intermedio mío, esta vestidura: la enagua de la fortuna; y ordena que se la ponga inmediatamente. Y hace notar que, aunque la fortuna esté cerca de sus enaguas, más cerca está de su camisa; y por lo tanto también le manda un pedazo de la misma, que fue arrancada para fajarlo cuando era niño; y ruega que lo use ahora como venda -con tanto amor como sintió su gracia al desgarrarlo- sobre los ojos (le vendan los ojos con el trapo) como prueba de su fortuna. Y en la certeza de que ella lo hará rico, debe desprenderse ahora de toda posesión terrenal; la Reina no duda de que así lo hará.

CARA No tiene por qué dudarlo, señor. Ante una sola

palabra de su Gracia, no hay cosa de la cual no se desprenda gustoso -arrojad vuestro monedero- tal como ella lo pide- pañuelos y todo-. (Se despoja de todo lo que le piden.) Cualquier cosa que ella le ordene, la hará inmediatamente -si tenéis algún anillo, quitáoslo, o algún sello de plata en la muñe­ca; su gracia os hará registrar por las Hadas; por lo tanto, no debéis ocultar nada a su Alteza; si ellas descubren que escondéis un solo ardite, estáis per­dido.

GALLARDO

Juro que esto es todo.

CARA ¡Todo qué?

GALLARDO

Todo mi dinero; lo juro.

CARA No guardéis nada transitorio sobre vuestra perso-

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na. (Aparte a Sutil.) Dile a Dol que toque algo-. Oíd, ya llegaron los elfos. (Dol toca la cítara, aden­tro.) Y os pincharán si no decís la verdad. Tened cuidado. (Lo pinchan.)

GALLARDO

¡Oh! Aún me queda una libra, envuelta en un papel.

CARA Ti, ti. Dicen que ya lo sabían.

SUTIL

Ti, ti, ti, ti. Tiene más todavía.

CARA Ti, ti, ti, ti. (Aparte a Sutil.) En el otro bolsillo.

SUTIL

Titi, titi, tití, titi, titi. Dicen que deben pincharlo, sino no confesará. (Lo pinchan de nuevo.)

GALLARDO

¡Oh, oh!

CARA

No, por favor, basta; es el sobrino de su gracia. ¿Ti, ti, ti? ¿Qué os importa? Por mi fe, ya os impor­tará. Sed franco, señor, y avergonzad a las hadas. Demostradles que sois inocente.

GALLARDO

Por esta luz que me alumbra, nada tengo.

SUTIL

Ti, ti, ti, ti, to, ta. Dice que se equivoca; ti, ti,

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do ti, ti, ti, do, ti, da; que jura por "la luz que lo alumbra" cuando está vendado.

GALLARDO

Juro por esta oscuridad que me alumbra que nada tengo excepto una media corona de oro en la muñe­ca, que me regaló mi novia; y un corazón de plomo desde que me traicionó.

CARA Ya me imaginaba. ¿Y por semejantes bagatelas in­

currís en la ira de vuestra tía? Vamos, más os habría valido despojaros de veinte medias coronas. (Se las saca.) Podéis guardaros vuestro corazón de plomo. (Entra Dol, precipitadamente.) ¿Qué pasa?

SUTIL

¿Qué novedades hay, Dol?

DoL Ahí llega vuestro caballero, sir Mamón.

CARA

Caramba, nos habíamos olvidado de él! ¿Dónde está?

DoL Aquí, frente a la puerta.

SUTIL

¡Y todavía no estáis preparados! Tráele el traje, Dol. (Sale Dol.J No podemos mandarlo de vuelta.

CARA

De ningún modo. ¿Y qué haremos ahora con este pájaro, ya que lo tenemos en el asador?

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SUTIL

Apártalo un momento, con alguna estratagema. (Vuelve a entrar Dol, con la ropa de Cara.) Ti, ti, ti, ti, ti, ti. ¿Su gracia quiere hablar conmigo? Ya voy. ¡Ayúdame, Dol!

CARA

(Hablando a través del ojo de la llave.) ¿Quién es? Estoy con mi ama, sir Epicuro. Por favor, dad unas tres o cuatro vueltas a la manzana, hasta que vuelva las espaldas, y os atenderé. ¡Rápido, Dol!

SUTIL

Su alteza os envía sus muy amables saludos, señor Gallardo.

GALLARDO

Estoy impaciente por ver a su alteza.

SUTIL

En tstos momentos está almorzando en la cama,. y de su propia fuente os ha mandado un ratón muer­to, y un pedazo de pan de jengibre para que os en­tretengáis, y aplaquéis vuestro estómago, no sea que el ayuno os debilite; sin embargo, dice que sería mu­cho mejor si pudiérais resistir hasta el momento de verla.

CARA

Señor, por su Alteza resistiría hasta dos horas, os lo aseguro. No debemos arruinar todo lo que hemos hecho.

SUTIL

Hasta ese momento no debe ver a nadie, ni hablar con nadie.

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CARA

Le pondremos un freno en la boca, señor.

SUTIL

¿De qué?

CARA

De pan de jengibre. Procurad que ajuste bien. Quien ha complacido hasta ahora a su Gracia, no se volverá atrás por tan poca cosa. Abrid la boca, señor, y procurad que ajuste. (Le introducen en la boca un pedazo de pan de jengibre.)

SUTIL

¿Y ahora, dónde lo arrumbamos?

DoL En la letrina.

SUTIL

Venid, señor; os conduciré a los aposentos privados de la Fortuna.

CARA

¿Ya fueron perfumados, y el baño está preparado?

SUTIL

Todo; sólo que la fumigación ha sido un poco fuerte.

CARA

(Hablando a través del ojo de la llave.) Sir Epi­curo, dentro de un instante estaré con vos. (Salen con Gallardo.)

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ACTO CUARTO

ESCENA PRIMERA

Una habitación en ca5a de Lovewit

(Entran Cara y Mamón)

CARA Oh, señor, habéis llegado en el momento más

propicio.

MAMÓN

¿Dónde está el amo?

CARA Preparándose para la proyección, señor. Dentro de

unos instantes todos vuestros materiales serán trans­formados.

MAMÓN

¿En oro?

CARA En oro y en plata, señor.

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MAMÓN

La plata no me interesa.

CARA

Sí, señor; un poco para dar a los mendigos.

MAMÓN

¿Dónde 1está la dama?

CARA

Aquí al lado. Le hice tales elogios de vuestra ge­nerosidad, y de vuestro noble espíritu ...

MAMÓN

¿Ah, sí?

CARA

Que está casi histérica por veros. Pero mi querido señor, recordad: nada de teologías en vuestro discur-, so; si no, se enfurecerá.

MAMÓN

Te lo aseguro.

CARA

No la detienen seis hombres; además, si el viejo os oyera, u os viera ...

MAMÓN

No temáis.

CARA

Hasta la casa se enloquecería, señor. Ya sabéis cuán escrupuloso es, y cuán violento, ante el menor acto pecaminoso. Como os he dicho, esta dama soporta sin sobresaltos la física, las matemáticas, la poesía,

116

la política o la prostitución; pero ni una palabra de teología.

MAMÓN

Ya estoy preparado, mi buen Ulen.

CARA

Y recordad que debéis elogiar su linaje, y su no­bleza.

MAMÓN

No os preocupéis; ni un heraldo, no, ni un anti­-euario, mi Pulmón, lo haría mejor. Ve.

CARA

(Aparte.) Caramba, esta es, después dt todo, una especiie de felicidad muy moderna, ver a Dol Común en el papel de gran señora. (Sale.)

MAMÓN

Ahora, Epicuro, exáltate, y háblale todo en oro; viértele tantas lluvias como gotas virtió Júpiter sobre su Dánae, demuéstrale que el oro es un mendigo, comparado con Mamón. Sí, con la piedra todo es posible. Sentirá oro, gustará oro, oirá oro, dormirá en oro; sí, hasta podremos concumbere en oro. Seré poderoso y magnífico en mi discurso. (Entra Cara, con Dol, ricamente vestida.) Aquí llega.

CARA

A él, Dol, amamántalo. Este es el noble caballero de quien ya hablé a vuestra merced.

MAMÓN

Señora, con vuestro perdón, beso vuestras vesti­duras.

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DoL Permitirlo sería descortesía; tomad mi mano, señor.

MAMÓN

Espero que el hermano de su gracia esté bien de salud.

DoL Señor, la salud de mi hermano setá bien, aunque

la gracia no corresponde a mi condición.

CARA

( Ap,arte.J Bien dicho, mi gallineta.

MAMÓN

Mi muy noble señor.

CARA

(Aparte.) ¡Oh, ya se anuncia la más furiosa ido­latría!

MAMÓN

Es vuestra prerrogativa.

DoL Más bien vuestra cortesía.

MAMÓN

Aunque nada más supiera de vuu.·ras virtudes, tales respuestas me demostrarían vuestra educación y vues­tro linaje.

DoL De nuestro linaje no nos jactamos, señor; apenas.

somos la hija de un pobre barón.

118

MAMÓN

¡Pobre! ¿Habiéndoos engendrado? No digáis here­jías. Aunque después de ese acto vuestro padre hu­biera dormido durante todo el resto de su vida feliz, y allí jadeando se hubiera quedado inmóvil, ya habría hecho lo- suficiente para ennoblecerse a sí mismo, a su ascendencia, y a su posteridad.

DoL Señor, aunque pueda decirse que hemos perdido

el dorado y los ar:eos, las galas del honor, tratamos sin embargo de conservar la simiente y el material.

MAMÓN

Veo que la virtud, el antiguo ingredi,ente, no se ha perdido; y que la droga metálica no ha entrado en vuestra composición. Hay una extraña nobleza en vuestra mirada; esos labios, esa barbilla ... Creo que os parecíais a uno de los príncipes austríacos.

CARA

(Aparte.) ¡Muy parecida! Su padre era un frutero irlandés.

MAMÓN

La casa de Valois tenía una nariz semejante; y de una frente como ésta se jactan los Médici de Florencia.

DoL Cierto, ya me han comparado con todos esos prín­

cipes.

CARA

Juro que yo estaba presente.

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MAMÓN

No sé qué es; no es 1iingún rasgo particular, sino una verdadera selección de sus facciones.

CARA

(Aparte y sale.) Debo salir, para r,eínne a gusto.

MAMÓN

Un matiz, un aire, que irradia cierta divinidad más allá de toda belleza terrena.

DoL ¡Oh, sois demasiado cortesano!

MAMÓN

Señora, permitidme ...

DoL Por Dios, señor, lo que no permitiré es que os

burléis de mí.

MAMÓN

Arder en esta dulce llama; muerte más noble no conoció el Fénix.

DoL No; ahora exageráis vuestro papel de cortesano, y

destruís lo que edificáis; la artificiosidad de vuestras palabras pone en duda toda vuestra buena fe.

MAMÓN

Juro por mi alma ...

DoL No, señor; los juramentos son de aire vano.

120

MAMÓN

Rasgos más armoniosos, más impolutos, nunca otor­gó Natura a la humanidad; de todos los demás ros­tros sólo fue la madrastra. Dulce señora, permitidme ser indiscreto ...

DoL Indiscreto, señor, os ruego que conservéis vuestra

distancia.

MAMÓN

En ningún mal sentido, dulce señora; sólo para preguntaros: ¿en qué pasan sus horas vuestros ama­bles encantos? Veo que vivís aquí, en casa de un hombre extraordinario, un artista excelente; pero ¿por qué motivo?

DoL Estudio matemáticas y destilación, señor.

MAMÓN

¡Oh, ruego que me perdonéis! ¡Es un maestro di­vino! Con su arte puede extraer el alma de todas las cosas; congregar en un horno templado las virtudes y los milagros del sol; enseñar a la torpe naturaleza cuáles son sus propias fuerzas. Un hombre que el emperador ha cortejado, más que al mismo Kelly; le ha enviado cadenas y medallas para invitarlo.

DoL Sí, y en cuanto a su medicina, señor ...

MAMÓN

¡Muy superior al arte de Esculapio, que suscitó la envidia del Dios tonante! Todo esto lo sé, y más aún.

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DoL En verdad, señor, estoy totalmente absorta en estos

estudios naturales.

MAMÓN

Es un noble capricho; pero estas formas no fueron creadas para usos tan oscuros. Si hubierais sido joro­bada, horrible, de formas groseras, el claustro sería lo más adecuado; pero que una persona que podría ser la gloria de un reino, viva reclusa, no es más que un solecismo, aun dentro de un convento. No puede ser. Creo que vuestro hermano lo permitiría; si yo fuera él, preferiría v1eros prodigar la mitad de mis tierras. Mirad este diamante ¿no queda en mi dedo mejor que en la cantera?

DoL Sí.

MAMÓN

Bueno; vos sois como él. Fuisteis creada, señora, para la luz. Vos lo llevaréis; recibido como primera garantía de mis palabras. Así os obligo a creerme.

DoL ¿Con cadenas de diamantes?

MAMÓN

Sí, son los lazos ms fuertes. Además, os diré un secreto: Aquí, en esta misma hora y a vuestro lado, se encuentra el hombre más feliz de Europa.

DoL ¿Estáis satisfecho, señor?

122

MAMÓN

Aún más, en verdad; soy la envidia de los prín­cipes y el temor de los estados.

DoL ¿Verdad, sir Epicuro?

MAMÓN

Sí, noble doncella, y ya lo comprobaréis. He fijado la mirada en ti, y exaltaré tu belleza más allá de toda imaginación.

DoL ¿No me engañáis, señor?

MAMÓN

No, desdeña ese temor. Yo soy el dueño de la pie­dra filosofal, y tú la dueña.

DoL ¿¡Cómo, señor! ¿La poseéis?

MAMÓN

Soy el amo de su misterio. Este buen viejo infeliz la fabricó hoy, para nosotros; ahora está ocupado en la proyección. Por lo tanto, piensa el primer deseo que te ocurra, dímelo, y sobre tu seno, lloverán no digo aguaceros, sino inundaciones de oro, cataratas enteras, un diluvio, para poner a tus pies toda una nación.

DoL Señor, os complacéis en halagar la ambición de

nuestro sexo.

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MAMÓN

Me complazco en decir a la gloria de tu sexo que en este antro, en semejante barrio, no es el clima mejor para que ella viva oscuramente en él, para que aprenda medicina y cirugía, para que se des­pose con una renta miserable en Essex. Que debe surgir a la luz, y gustar el aire de los palacios; comer, beberse la labor de los alquimistas, y su elogiada práctica; llevar tinturas de perla, de coral, de oro y de ámbar; ser vista en fiestas y en triunfos; hacer que todos se pregunten: ¿qué es este milagro?; en­cender como una lupa todos los ojos de la corte, y reducirlos a cenizas, adornada con las joyas de veinte naciones, cuya luz empalidece las estrellas; las reinas se demudarán al oír tu nombre, y la Popea de Nerón se perderá en las brumas de la historia, ante el simple espectáculo de nuestro amor. Y así quiero que sea.

DoL Gustosamente consentiría, señor, pero esto no po­

drá ser en una monarquía. Muy pronto lo sabrá el rey, y se apoderará de vos y de vuestra piedra, ri­queza inadecuada para un simple súbdito.

MAMÓN

Primero tendría que enterarse.

DoL Vos mismo os vanagloriáis de ella, señor.

MAMÓN

Ante ti, vida mía.

DoL ¡Oh, tened cuidado, señor! Por hablar demasiado,

124

podríais terminar el resto de tus días en una horrible prisión.

MAMÓN

No es un temor inútil; por lo tanto, amiga mía, nos iremos a vivir en un país libre; allí podremos comer nuestros salmones con una salsa de generosos vinos campesinos; cenar con huevos de faisanes, y hervir nuestras ostras en conchas de plata; nuestros langostinos nadarán nuevamente, como cuando vi­vían, en una deliciosa gelatina de leche de delfines, cuya crema se asemeja al ópalo; con estos platos refi­nados nos daremos fuerzas para ·el placer, y de nuevo las perderemos, para volver a renovar, mediante el elixir, nuestra juventud y nuestras energías; y así gozaremos de una eternidad de vida y de placeres. Y tú tendrás un guardarropa más rico que el de la misma naturaleza, para sentir el orgullo de variar aún más que ella, o que el arte mismo, su sabia y casi igual servidora. (Entra Cara.)

CARA

Señor, habláis demasiado fuerte. Desde el labora­torio se oye todo lo que decís. Id a un lugar más adecuado; el jardín, o la habitación grande de arri­ba. ¿Qué os parece?

MAMÓN

¡Excelente, Pulmón! Toma. (Le da dinero.)

CARA

Y no olvidéis, mi querido señor; cuidado de no mencionar a los rabinos.

MAMÓN

Ni nos acordamos de ellos. (Salen Mamón y Dol.)

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¡Está bien, señor! ¡Sittil! (Entra Sutil.) ¿No te da risa?

~UTIL

Sí; ¿ya se fueron?

~ARA

No hay nadie.

~UTIL

Llegó la viuda.

C;ARA

¿Y el discípulo duelisa?

~TIL

También.

C;ARA

Entonces, debo tornarª mi capitanía.

~TIL

Espera; primero hazlo: entrar.

(:ARA

Esa era mi intención. ¿Cómo es? ¿Es bonita?

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No sé.

(:ARA

Tiraremos suertes; ¿ni te parece bien?

&JTIL

¿Qué otro remedio q1eda?

126

CARA

¡Oh, una novia que me cayera de pronto del cielo, como una cortina!

SUTIL

Ve a la puerta, hombre.

CARA

Recibirás el primer beso, porque yo no estoy pre­parado. (Sale.)

SUTIL

Sí, y quizá te rompa también las narices.

CARA

(Adentro.) ¿Con quién queréis hablar?

HALCÓN

(Adentro.) ¿Dónde está el capitán?

CARA

(Adentro.) Salió, señor, a cumplir una diligencia.

HALCÓN

(Adentro.) ¿Salió?

CARA

(Adentro.) Volverá de inmediato, pero el señor doctor, su lugarteniente, está aquí. (Entra Halcón, seguido por la señora Dócil.)

SUTIL

Acércate, mi honorable muchacho, mi terrae fili; es decir, mi joven lugarteniente; aproxímate. Bien­venido; conozco tu ambición y tus deseos; los ayudaré

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y los satisfaré. Comienza, atácame desde allá, o desde allí, o en esta dirección; éste es mi centro; desafíame.

HALCÓN

Mentís.

SUTIL

¡Cómo, hijo de la ira y del furor! ¿El mentís más directo? ¿Por qué, niño impetuoso?

HALCÓN

Eso es cosa vuestra; yo empiezo.

SUTIL

Veo que vuestra gramática es mala y vuestra lógi­ca es peor. Debéis enunciar las causas, . muchacho, vuestras primeras y segundas intenciones, conocer los cánones y las divisiones, modo~, grados, diferencias, predicamentos, sustancias y accidentes, y las series, externas e internas, con sus causas eficientes, materia­les, formales y finales, y perfeccionar todos vuestros elementos.

HALCÓN

¿Qué es esto? (Aparte.) Será el lenguaje de los duelistas.

SUTIL

A muchos engañó ya ese falso precepto de la ini­ciativa, y muy a menudo los ha arrastrado al duelo sin que se dieran cuenta; y además, contra su vo­luntad.

HALCÓN

¿Qué debo hacer entonces, señor?

128

SUTIL

Pido mil perdones a su señoría; debí saludarla an­tes. (La besa.) Os llamo señoría porque dentro de muy poco lo seréis, mi suave y muelle viuda.

HALCÓN

¿Cierto?

SUTIL

Sí, o mi arte es una egregia mentirosa.

HALCÓN

¿Cómo lo sabéis?

SUTIL

Inspeccionando su frente; y por la sutileza de su labio; debo probarlo varias veces para formar mejor el juicio. (La besa de nuevo.) Dios mío, se funde con un mirobalano; sin embargo, aquí hay una línea, in vivo frontis, que me dice que su próximo marido no será un caballero.

DÓCIL

¿Qué será entonces, señor?

SUTIL

Déjame ver vuestra mano. Oh, vuestra línea fortu­nae lo dice bien claro; y esta estr•ella in monte Ve­neris. Pero sobre todo la juntura annularis. Es un soldado, o un profesor, señora, pero pronto recibirá grandes honores.

DÓCIL

Créeme, hermano, es un hombre extraordinario. (Entra Cara de uniforme.)

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HALCÓN

Calla. Aquí viene el otro hombre extraordinario. Dios os guarde, capitán.

CARA ¡Mi querido señor Halcón! ¿Es ésta vuestra her­

mana?

HALCÓN

Sí, señor. Haced el favor de besarla, y tened el honor de conocerla.

CARA Tendré sumo honor de conocer a su señoría. (La

besa.)

DÓCIL

Hermano, también él me llama "señoría".

HALCÓN

Sí, calla; ya lo oí. (La lleva a un costado del esce­nario.)

CARA Llegó el conde.

SUTIL

¿Dónde está?

CARA En la puerta.

SUTIL

Bueno, debes atenderlo.

CARA Y entre tanto, ¿qué harás con éstos?

130

SUTIL

Los entretendré, y les mostraré algún libro de ma­gia, o el espejo oscuro.

CARA ¡Por Dios, es una pollita delicadísima! Será mía.

(Sale.)

SUTIL

¡Será! Sí si así lo quiere tu destino. Venid, señor, el capitán llegará de inmediato; os conduciré a mi laboratorio. Allí os enseñaré la gramática, la lógi­ca, y la retórica del duelo; mi método completo reducido ~. tablas; y mi instrumento, con sus varias escalas, que os permitirá sostener peligrosísimos en­cuentros a la luz de la luna. Y a vos señora, os haré mirar un espejo durante media hora, hasta que os aclare la vista, para que podáis ver vuestro futuro; un futuro quizá mejo que el que supuse a primera vista, creedme. (Sale con Halcón y con la señora Dócil. Entra Cara.)

CARA ¿Dónde estáis, doctor?

SUTIL

(Adentro.) En seguida vuelvo.

CARA Después de haberla visto estoy decidido a hacer

cualquier cosa por poseer a esta viuda. (Entra Sutil.)

SUTIL

¿Qué decís?

CARA ¿Ya los habéis ubicado?

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SUTIL

Los, dejé arriba ..

CARA Sutil, te juro que es necesario que me dejes a la

viuda.

SUTIL

¿Con que esas tenemos?

CARA

No, pero escúchame.

SUTIL

Basta. Si te rebelas; Dol se enterará de todo; por lo tanto, calma; obedece a tu destino.

CARA No, ya te has enojado... Comprende que eres.

viejo, y que ya no sirves ...

SUTIL

¿Quién no sirve? ¿Yo? Caramba, la serviría aún por encima tuyo, por ...

CARA No, escúchame; te retribuiré.

SUTIL

No quiero tratar contigo. ¡Cómo! ¿Vender mi suer­te? La quiero más que a mi vida. No murmures; si la ganas, te la llevas. Si rezongas, Dol se entera de inmediato.

CARA Bueno, señor, me callo. ¿Me ayudaráis a acomodar

al español? (Sale.)

132

SUTIL

Ya voy, señor; hay .que asustarlo, para que no nos tiranice. (Entra Cara, con Adusto disfra¡.ado de es­pañol.) ¡Diablos! ¿Quién llega? ¡Don Juan! , ,

ADUSTO

Señores, beso a vuestras mercedes las . manos.

SUTIL

¡Con agacharse un po<;:o más, besaba nuestros anos!

CARA Calla, Sutil.

'SUTIL

Hombre, aunque me mataran no me' contendría. Con esa enorme golilla parece una cabeza en una fuente, servida por un enano, sobre dos caballetes.

CARA O un toro cortado por debajo del testuz,, y :festo­

neado con un cuchillo.

'SUTIL

Caramba, es demasiado gordo para ser español. · ·

CARA Tal vez lo engendró algún flamenco, o .algún ho­

landés, en tiempos del Duque de Alba; el bastardo del conde Edmundo.

SUTIL

Don, bienvenida vuestra inmunda cara . amarilla y madrileña.

ADUSTO

Gracias.

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SUTIL

Habla como desde lo alto de un bastión. Espero que no tenga ninguna bombarda escondida entre esas profundas almenas.

ADUSTO

¡Por Dios, señores, qué linda casa!

SUTIL

¿Qué dice?

CARA

Supongo que elogia la casa; lo único que entiendo es el ademán.

SUTIL

Sí, mi precioso Diego, la casa es bastante linda como para ser embaucado. ¿Comprendéis? Seréis em­baucado, Diego.

CARA

¿Comprendéis, mi honorable Doncel? Seréis em­baucado.

ADUSTO

Entiendo.

SUTIL

¿Lo entendéis? Nosotros también, querido Don. ¿Habéis traído pistolas, o reales portugueses, mi so­

lemne Don? Pálpalo.

CARA (Palpándole los bolsillos.) Llenos.

134

SUTIL

Os vaciaremos, Don, os bombearemos, y os se­caremos.

CARA

Os ordeñaremos, en fin, querido Don.

SUTIL

Os presento a los monstruos; el 11eón principal, Don.

ADUSTO

Con licencia, ¿se puede ver a esta señora?

SUTIL

¿De qué habla ahora?

CARA De la señora.

SUTIL

Oh, Don, esa es la leona; ya la veréis también, mi Don.

CARA Caramba, Sutil, ¿cómo haremos?

Si.JTIL

¿Por qué?

CARA

Dol está ocupada, ya sabes.

Si.JTIL

¡Es cierto! Por el cielo, no me imagino; sólo que debemos conseguir que éste se quede.

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CARA ¡Quedarse! De ningún modo.

SUTIL

¿No? ¿Por qué?

CARA Porque arruinaría todo. Caramba, sospecharía; y

después no pagaría tanto. Es un hombre que ha via­jado mucho, por toda clase de burdeles, y que conoce todas las demoras; un pícaro singularmente ardoroso. Y ya parece desatado.

SUTIL

¡Demonios! Pero no hay que mol·estar a Mamón.

CARA

¡Mamón! De ningún modo.

SUTIL

¿Qué haremos, entonces?

CARA

Piénsalo; hay que proceder rápido.

ADUSTO

Entiendo que la señora es tan hermosa, que tanto codicio verla como la bienaventuranza de mi vida.

CARA

¡Mi vida! Caramba, Sutil, me ha hecho acordar de mi viuda. ¿Qué te parece si se la presentamos y le decimos a ella que esto es lo que le reservaba el destino? De este asunto depende toda nuestra em­presa, gánela quien la gane, ¿qué importa un hombre más? No defendemos ninguna virginidad. ¿Qué te parece, Sutil?

136

SUTIL

¿Quién, yo? Bueno ...

CARA

Además, el crédito de nuestra casa está en juego.

SUTIL

Hace un momento me hiciste una oferta por mi parte. ¿Cuánto me darías, francamente?

CARA

¡Oh, por esa luz me alumbra! Ya no la com­praría; recuerda tu decisión. Aceptad la igualdad de las suertes, señor, obedeoed al azar; ganadla, y por mí, lleváosla.

SUTIL

Caramba, ahora no me interesa.

CARA

Es por la causa común; piénsalo. Si no, Dol se en­terará, como dijiste.

SUTIL

No me importa.

ADUSTO

Señores, ¿por qué tardáis tanto?

SUTIL

Juro que no sirvo, que estoy viejo.

CARA

Esa no es una razón, señor, ahora.

ADUSTO

¿Tratáis de burlaros de mi amor?

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CARA ¿Oís al Don? Por este aire, juro que llamo, y aflojo

las bisagras; ¡Dol!

SuTJL

¡Peste del infierno!

CARA ¿Cederás?

SUTIL

¡Eres un terrible desvergonzado! Lo pensaré. ¿Que­réis llamar a la viuda, señor?

CARA Sí; y ahora que lo pienso mejor, la aceptaré, con

todos sus defectos.

SUTIL

Encantado, señor; entonces, ¿estoy fuera del sorteo?

CARA Como queráis.

. SUTIL

Dadme la mano. (Se dan la mano.)

CARA Recordad que, bajo ninguna circunstancia, no os

asiste el menor derecho sobre ella .

SUTIL

Os deseo mucha felicidad, y salud, señor. ¡Casarme con una puta! Preferiría desposarme con una bruja.

ADUSTO

Por estas honradas barbas ...

138

SUTIL

Jura por su barba. Date prisa, y haz venir también al hermano. (Sale Cara.)

1 Dudo, señores, de que me hagan alguna traición. /

SUTIL

¿Cómo? Sí, presto, señor. Por favor, entrad a esta

ADUSTO

habitación, honorable Don, en cuyo baño seréis, si así place al destino, remojado, acariciado, y bañado; y frotado, y restregado, y manoseado, querido Don, antes de partir. Sí, mi inmundo Don babuino, seréis curtido, arañado, agrietado, y sobado. Y ahora me dedicaré con tanto más ahínco a prostituir a la viu­da, para vengarme del impetuoso Cara; cuanto más pronto, mejor. (Salen Sutil y Adusto.)

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ESCENA II

Otra habitación en la misma casa.

(Entran Cara, Halcón, y la señora Dócil.)

CARA

Venid, señora; yo sabía que el doctor no pararía hasta descubrir el importe exacto de nuestra fortuna.

HALCÓN

Decís que será una condesa, señor; y una condesa española?

DÓCIL

¿Son mejores que las condesas inglesas?

CARA

¡Mejor! Caramba, ¿y todavía lo preguntáis, señora?

HALCÓN

Es una tonta, capitán debéis perdonarla.

CARA

Preguntad a un cortesano, a un mayordomo, hasta a una simple modista; todos os dirán que la jaca española es el mejor caballo; que el andar español es el más garboso; que la barba española es la mejor cortada; que la golilla española es la última moda; que la pavana española es la mejor danza; que la esencia española es el mejor perfume en un guante; y en cuanto a la pica española, y al aoero español, creed a este pobre capitán ... Aquí llega el doctor. (Entra Sutil, con un papel.)

140

SUTIL

Mi excelsa señora (porque así debo llamaros. ha­biendo comprobado mediante este esquema que muy pronto gozaréis de un excelso destino), ¿qué diríais

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CARA

Ya se lo dije todo, señor, y también a su honorable hermano, aquí presente; les anuncié que pronto será condesa; no 0 lo demoréis más, señor:. una. condesa es­pañola.

SUTIL

¡~ero, mi honorablie capitán, no sabéis guardar un secreto! Bueno, ya que lo ha dicho, señora, perdo­nadlo, y yo también lo perdonaré.

HALCÓN

Mi hermana lo perdonará, señor; ya me. encargaré de ello, puesto que está a mi cargo.

SUTIL

Muy bien, entonces; tan sólo falta que su voluntad concuerde con su nuevo destino.

DÓCIL

Juro que nunca toleraré a un español.

SUTIL

¡No!

DÓCIL

Después del ochenta y ocho, nunca los pude so­portar; y eso fue unos tres años antes de mi naci­miento.

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SUTIL

Vamos, debéis aceptarlo, o ser pobre; elegid lo que queráis.

CARA

Por Dios, persuadidla. Si no, antes de un año pe­dirá frutillas.

SUTIL

No, sábalos y bacalao, que es mucho peor.

CARA ¡Verdad!

HALCÓN

Por el cielo, lo aceptas, o te pego.

DÓCIL

Bueno, hermano, haré lo que tú quieras.

HALCÓN

Si no, juro por esta mano que te desfiguro.

CARA

No, mi buen señor, no seáis tan feroz.

SUTIL

No, mi noño furioso; ya se doblegará. Sí, cuando conozca el placer de ser condesa; de ser cortejada ...

CARA ¡Y besada, y arrugada!

SUTIL

Sí, detrás de los cortinados.

142

CARA , ¡Y luego aparecer con toda pompa!

SUTIL

j_Consciente de su condición!

CARA Mientras los idólatras de su aposento se muestran

más sumisos ante ella que en sus mismas plegarias.

SUTIL

¡Verse servida de rodillas!

CARA Con pajes, ujieres, lacayos, y coches ...

SUTIL

Y sus seis yeguas.

CARA No, ocho.

SUTIL

Para arrastrarla por todo Londres, a la Bolsa, a las tiendas ...

CARA Sí, mientras todos los ciudadanos la admiran boqui­

abiertos, elogiando sus peinados, y las cintas amarillas del señor que la acompaña a caballo.

HALCÓN

¡Magnífico! Juro por esta mano que si rehúsas no eres más mi hermana.

DÓCIL

No rehusaré. (Entra Adusto.)

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ADUSTO

¿Qué es ,esto, señores, por qué no viene? Esta tardanza me mata.

CARA Llegó el conde, como lo había previsto el arte del

doctor.

SUTIL

¡Ved qué hermosa señora, Don! ¡Hermosísima!

AousTo Por todos los dioses, la más acabada hermosura que

he visto en mi vida.

CARA ¿No os parece que habla un idioma seductor?

HALCÓN

¡Admirable! ¿No es francés?

CARA No; español, señor.

. HALCÓN

Parece francés, y dicen que es el idioma más cor-· tesan o.

CARA Escuchad, señor.

ADUSTO

¡El sol ha perdido su lumbre, con el esplendor que trae esta dama! ¡ Válgame Dios!

CARA Está admirado ante vuestra hermana.

144

HALCÓN

¿No debería hacerle una reverencia?

SUTIL

Sí, tiene que acercarse, y besarlo. Es costumbre es­paftola que las mujeres cortejen a los hombres.

CARA Creed lo que dice, señor; sabe todo.

ADUSTO

¿Por qué no acudís?

HALCÓN

Supongo que se dirige a ella.

CARA

En efecto, señor.

ADUSTO

Por el amor de Dios, ¿por qué tardáis?

HALCÓN

Ved, mi hermana no lo entiende. Vamos, chiquita.

DÓCIL

¿Qué decís, hermano?

HALCÓN

Vamos, hermana. Acércate y bésalo, como dice este sabio señor; si no te planto un alfiler en las nalgas.

CARA

¡Oh, no, señor!

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ADUSTO

s,eñora mía, mi persona es muy indigna de alle­garse a tanta hermosura.

CARA ¿No habla de galanura?

HALCÓN

¡Si, por cierto!

CARA

Luego la tratará mejor todavía.

HALCÓN

¿Os parece?

ADUSTO

Si os place, señora, entremos. (Sale con la señora Dócil.)

HALCÓN

¿Adónde se la lleva?

CARA

Al jardín, señor; no os preocupéis: debo oficiar de intérprete.

SUTIL

(Aparte a Cara, que sale.) Avísale a Dol. Vamos mi valiente niño, adelante; reanudemos nuestra lec· ción de esgrima.

HALCÓN

De acuerdo. Estos muchachos españoles me gustan con toda el alma.

146

SUTIL

Sí, y de esta guisa seréis hermano de un gran conde.

HALCÓN

Sí, me di cuenta inmediatamente. Este enlace será muy provechoso para la casa de los Halcones.

SUTIL

¡Dios quiera que vuestra hermana demuestre ser

dócil!

HALCÓN

Así se llama, por su otro marido.

SUTIL

¡Cómo!

HALCÓN

Sí, señora Dócil. ¿No lo sabíais?

SUTIL

Por cierto que no, señor; sin embargo, lo adiviné por la silueta. Vamos, practiquemos.

HALCÓN

Sí, doctor. ¿Os parece que algún día sabré pelear?

SUTIL

Os lo aseguro. (Salen.)

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ESCENA III

(Otra habitación de la misma casa.)

(Entra Dol, en pleno ataque de delirio, seguida por Mamón.)

DoL Porque después de la muerte de Alejandro ...

MAMÓN

Querida señora ...

DoL Cuando Perdiccas y Antígona fueron asesinados,

los dos restantes, Seleuca y Ptolomeo . ..

MAMÓN

Señora.

DoL Formaron las dos patas, y la cuarta bestia, que eran

Gog-norte, y Egipto-sur; que luego se llamaron Pata­de-hierro-de-Gog y Pata-de-hierro-del-sur . ..

MAMÓN

Señora ...

DoL Y luego Cuerno-de-Gog. Asimismo Egipto; luego,

Pata-de-barro-de-Egipto, y Pata-de-barro-de-Gog . ..

MAMÓN

Mi querida señora ...

148

DoL Y después Polvo-de-Gog, y Polvo-de-Egipto, que

caen en el última eslabón de la cuarta cadena; y estas son estrellas de la historia, que nadie ve, ni mira ..•

MAMÓN

¿Qué haré?

DoL Porque, como él dice, a menos que llamemos a los

rabinos, y a los griegos gentiles . ..

MAMÓN

Querida señora.

DoL Para que vengan de Salem y de Atenas, y enseñen

al pueblo de Gran Bretaña. . . (Entra Cara, precipi­tadamente, vestido de criado.)

CARA ¿Qué pasa, señor?

DoL La lengua de Eber, y ]ayan ...

MAMÓN

Oh, le ha dado un ataque.

DoL No sabremos nada . ..

CARA

¡Qué horror, señor, estamos arruinados!

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DoL ¿Dónde encontrará sino el sabio filósofo aquella

acostumbrada comunión de vocales y consonantes?

CARA

¡La oirá mi amo!

DoL Ciencia que Pitágoras estimó sobremanera . ..

MAMÓN

¡Mi querida y honorable señora!

DoL Resumir todas las voces en pocos signos, literales . .•

CARA

No, ya podéis abandonar toda esperanza de acos­taros con ella, por ahora. (Todos hablan juntos.)

DoL Y así podremos llegar, por la ciencia talmúdica, y

la gentilidad griega, a erigir el edificio de la casa de Helena, contra el Ismaelita, rey de Thugarma, y sus cotas-de-malla azules, color azufre, y encendidas; y las fuerzas del rey Abadon, y la bestia de Cittin, que los Rabís David Kimchi, Onkelos, y Aben Ezra creen que fue Roma.

CARA

¿Cómo la habéis puesto así?

MAMÓN

¡Ay! Hablé por casualidad de una quinta dinastía que yo pensaba fundar con la piedra filosofal, y de inmediato se puso a hablar de las otras cuatro.

150

CARA

¡Bueno! Ya os había prevenido. Caramba, hacedla callar.

MAMÓN

¿Será mejor?

CARA

Si no, nunca terminará. Si el viejo la oye, somos residuos, cenizas.

SUTIL

(Adentro.) ¿Qué pasa allí?

CARA ¡Oh, estamos perdidos! Ya se calló, cuando lo oyó

hablar. (Entra Sutil, y todos corren en diversas di­recciones.)

MAMÓN

¿Dónde me esconderé?

SUTIL

¡Cómo! ¿Qué veo? ¡Estas son obras de las tinieblas, que huyen de la luz! Traédmelo. ¿Quién es? ¡Cómo, hijo mío! ¡Oh, he vivido demasiado!

MAMÓN

No mi querido y buen padre, no hubo propósito deshonesto.

SUTIL

¡No! ¿Y por qué huíis de mí cuando entro?

MAMÓN

Fue un error.

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SUTIL

¡Error! Culpa, culpa, hijo mío; dadle el nombre apropiado. Si aquí sucedían estas cosas, ya no me asombran los inconvenientes que encontraba en nues­tra gran obra.

MAMÓN

¿Cómo, decís verdad?

SUTIL

Desde hace media hora se ha paralizado; y todas vuestras obras menores han retrogradado. ¿Dónde está el instrumento de esta iniquidad, mi falso e im­púdico ayudante?

MAMÓN

No, mi buen señor, nó lo culpéis; creedme: fue sin voluntad, y sin su conocimiento; sólo la vi por ca­sualidad.

SUTIL

¿Cometeréis, además, el pecado de excusar a un bribón?

MAMÓN

Juro por mi salvación que es cierto, señor.

SUTIL

Poco me asombra que así tratéis al cielo, y perdáis vuestra fortuna, cuando tal bendición os estaba des­tinada.

MAMÓN

¿Cómo, señor?

152

SUTIL

Esto retardará por lo menos en un mes nuestra obra.

MAMÓN

Bueno, si es así, no hay remedio. Pero no creáis, querido padre; nuestra intención era honesta.

SUTIL

Tal como fue la intención, será la recompensa. (Se oye una fuerte explosión adentro.) ¡Oíd! ¡Ay de mí! ¡Que Dios y todos los santos me protejan! (Entra Cara.) ¿Qué pasó?

CARA

¡Oh, señor, •estamos arruinados! Todos nuestros tra­bajos se han deshecho in fumo, todos los vidrios se han roto: el horno y todo lo demás está destrozado. Como si un rayo hubiera caído sobre la casa. ¡Retor­tas, campanas, alambiques, recipientes, todo en pe­dazos! (Sutil cae al suelo, como desmayado.) ¡Socorro, señor. Ay, el frío y la muerte se apoderan de él. Sir Mamón, cumplid con vuestros deberes de hombre; permanecéis inmóvil, como si fuérais vos quien se va. (Golpean adentro.) ¿Quién es? ¡Llegó el hermano de la dama!

MAMÓN

¡Ah, Pulmón!

CARA

El coche se detuvo frente a la puerta. Evitadlo, porque está tan furioso como su hermana está loca.

MAMÓN

¡Ay de mí!

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CARA ¡Mi cerebro está trastornado por el humo, señor;

ya no creo que vuelva a ser el mismo de antes.

MAMÓN

¿Todo se ha perdido, Pulmón? ¿Nada de lo que hemos gastado podrá salvarse?

CARA Muy poco, por cierto, señor; un kilo o dos de

carbón, bastante frío consuelo.

MAMÓN

¡Oh, mi mente voluptuosa! Es un justo castigo.

CARA Para mí también, señor.

MAMÓN

Privado de todas mis esperanzas ...

CARA Esperanzas, no señor: certezas.

MAMÓN

Por mis propias bajas pasiones.

SUTIL

(Simulando volver en sí.) ¡Oh, frutos malditos del vicio y de la concupiscencia!

MAMÓN

Fue culpa mía, buen padre. Perdonadme.

SUTIL

¡Oh, justicia, cómo mantienes aún sobre nosotros

154

este hecho, y no lo destruyes por culpa de este hom­bre inicuo!

CARA

- Señor, escuchad: permaneciendo ante su vista lo afligiréis aún más; además puede llegar este noble, mi estimado señor, y encontraros, y dar lugar a una tragedia.

MAMÓN

Me iré.

CARA Sí; arrepentíos en casa, señor. Quizá, con una bue­

na petinencia podáis aún obtenerlo; unas cien libras en la alcancía del manicomio ...

MAMÓN

Sí.

CARA Por la salud de. . . los que gozan de razón.

MAMÓN

Lo haré.

CARA

Mandaré a alguien para que reciba vuestra do-­nación.

MAMÓN

Muy bien. ¿No queda nada de la proyección?

CARA

Todo ha desaparecido, excepto el olor.

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MAMÓN

¿No podría salvarse algo que sirviera de medici­na, tal vez?

CARA No sé, señor. Quizá, raspando los restos de los

cascos, se encuentre algo que sirva para curar la picazón, aunque no la vuestra, señor. (Aparte.) Lo recogeremos para vos, y os lo mandaremos. Salid por este lado, estimado señor, para que el noble no os encuentre. (Sale Mamón.)

SUTIL

(Levantando la cabeza.) ¡Cara!

CARA Sí.

SUTIL

¿Ya se fue?

CARA Sí, tan pesadamente como si llevara en la sangre

todo el oro perdido. En cambio, nosotros nos senti­mos mucho más livianos.

SUTIL

(Levan.tándose de un salto.) Sí, como pelotas de goma, y tan alegres que saltaríamos hasta pegar con . las cabezas en el techo; nos hemos librado de una buena parte de nuestras preocupaciones.

CARA Ahora, a nuestro Don.

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SUTIL

Sí, Cara. Nuestra joven viuda ya debe de ser con­desa; te habrá engendrado un heredero.

CARA

Mi querido señor.

SUTIL

Adelante con tu asunto; salúdala amablemente, como corresponde a un novio después de estas co­munes ocurrencias.

CARA Muy bien, señor. Mientras tanto, ¿os llevaréis a

don Diego?

SUTIL

Y volveré a traerlo, si os place, señor. ¡Por qué no estará Dol en lugar de ella, para limpiarle los bolsillos!

CARA

Bueno, podríais hacerlo tan bien como ella, si os decidierais. Espero que demostréis vuestras virtudes.

SUTIL

Lo haré por vos, señor. (Salen.)

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ESCENA IV

Otra habitación en la misma casa.

(Entran Adusto y la señora Dócil.)

ADUSTO /

Ya veis, señora, en qué manos habéis caído; en qué nido de villanos. Y cuán cerca de una ruina se­gura había estado vuestro honor, por culpa de vues­tra credulidad, si me hubiérais encontrado tan pun­tualmente atrevido como cualquier otro hombre en mi lugar, ocasión, y demás circunstancias. Porque sois una mujer hermosa; ¡ojalá fuerais igualmente pru­dente! En cuanto a mí, soy un caballero disfrazado que ha venido hasta aquí con el sólo objeto de desentrañar los misterios de esta ciudadela; y puesto que pude mancillar vuestro honor, y no lo hice, re­clamo de vos el interés de un poco de amor. Sois, según dicen, viuda, y adinerada; yo soy soltero, y nada poseo; vuestras cualidades pueden hacer de mí un hombre, así como las mías os han conservado mujer. Pensadlo, y meditad si os he merecido o no.

DÓCIL

Lo pensaré, señor.

ADUSTO

En cuanto a •estos bribones domésticos, dejad que me entienda yo con ellos. (Entra Sutil.)

SUTIL

¿Cómo estáis, mi noble Diego, y mi querida señora condesa? ¿Ha sido cortés vuestro conde, señora? ¿ Li­beral, y franco? Doncel, os encuentro un poco me-

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lancólico y miserable, después de vuestra cópula; en verdad, no me gusta la languidez de vuestra mirada; tiene un no sé qué de pesado, de holandés; y denota que sois un torpe libertino. Aligeradla, mientras hago fo mismo con vuestros bolsillos. (Trata de robarlo.)

ADUSTO

(Abriendo su capa.) ¿Os parece, don alcahuete y ratero? (Lo derriba de un golpe.) ¿Qué tal? ¿Os tambaleáis? Levantaos, señor; ya veréis que aunque soy tan pesado, os permito igualar mi peso.

SUTIL

¡Socorro! ¡Asesino!

ADUSTO

No señor, nadie piensa en eso; un buen paseo sobre una mula, y un látigo luciente, os librarían de ,esos temores. Yo soy el noble español que debía ser embaucado, ¿comprendéis?, embaucado. ¿Dónde está vuestro capitán Cara, ese trajumán, ese gran alcahue­te, ese pícaro de siete suelas? (Entra Cara, de uni­forme.)

CARA

jCómo, Adusto!

ADUSTO

Oh acercaos, mi querido capitán. Ya he descubierto de dónde vienen vuestros anillos, y vuestras cucharas de cobre, que os sirven para embaucar al público de las tabernas. Aquí aprendisteis a untar con azufre vuestras botas, para frotar sobre ellas el oro de las gentes, una especie de piedra de toque, y luego decir que era falso porque cambiaba de color, y comprarlo por nada. Y •este doctor, vuestro compadre de barba

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ahumada y tiznada, es el que encierra una cantidad de oro en una redoma, y mediante una estratagema pone otra en el fuego, llena de vapor de mercurio, para que explote con el calor, y todo se deshaga en humo. Que llore entonces Mamón; que su religión se desvanezca. (Cara sale, subrepticiamente.) O es el Fausto que recoge las sombras y sabe/conjurar; que cura las pestes, las almorranas y la vrruela por medio de las efemérides, y se mantiene en inteligencia con todos los alcahuetes y las celestinas <;le tres condados, mientras vos le traéis, Capitán -¡Cómo! ¿Se ha ido?­donoellas encintas, mujeres estériles; o criadas con ictericia. ( Agarira a Sutil, mientras éste hace ademdn de retirarse.) No, señor, debéis permanecer, aunque él se haya escapado, y arreglar cuentas conmigo. (Entra Cara con Halcón.)

CARA

Bueno, este es el momento de demostrar que sa­béis pelear, como me han contado, y que sois un muchacho bien nacido; el doctor y vuestra hermana han sido ofendidos.

HALCÓN

¿Dónde está? ¿Quién es? Cualquiera que sea, es un miserable, y un hijo de puta. ¿Queréis decirme, señor, si habéis sido vos?

ADUSTO

De ningún modo, señor.

HALCÓN

Entonces, mentís con toda vuestra boca.

ADUSTO

¡Cómo!

160

CARA (A. Halcón.) Es un pícaro miserable, señor, y un

embaucador, a sueldo de otro nigromante, que odia_ al doctor, y que se desvive por vejarlo.

ADUSTO

Os engañan, señor.

HALCÓN

Mentís; y no me importa.

CARA

Bien dicho, señor. El bribón más desvergonzado ...

ADUSTO

Eso es lo que sois, ¿me escucharéis, señor?

CARA

De niguna manera; ordenadle que se vaya.

HALCÓN

Idos, señor, rápido.

ADUSTO ' ¡Qué extraño! -señora, poned a vuestro hermanq

al tanto.

CARA

En toda la ciudad no hay peor ratero; el doctoi: acaba de desenmascararlo. Además, el verdadero con­de español llegará de un momento a otro. (A.parte.) Ayúdame, Sutil.

SUTIL

Sí, señor, ahora mismo llegará.

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CARA

Y este pícaro se disfrazó, t<¡!ntado por otro espíritu, para turbar nuestras labores. Pero no pudo.

HALCÓN

Sí, ya sé. Fuera. (A su hermana.) Hablas como una vieja loca. ~.

CARA

No le creáis, señor. Es el bribón más mentiroso. Vamos, señor.

ADUSTO

¡Valiente compañías tenéis! (Entra Droguista, con un corte de damasco.)

CARA

Ah, aquí llegó una persona honrada que también lo conoce, y así como todas sus artimañas. (Aparte a Droguista.) Abel, confirma todo lo que yo diga; este sinvergüenza quería soplarte la viuda. Este señor debe al honrado Droguista, aquí presente, siete libras de tabaco, que le ha comprado a dos peniques por vez.

DROGUISTA

Sí, señor. Y hace tres meses que jura que me los pagará.

CARA

¿Y cuánto debe en concepto de lociones?

DROGUISTA

Treinta chelines, señor; y además, seis jeringas.

162

AnusTo ¡Hidra de villanías!

CARA No, señor, debéis echarlo de la casa, aunque sea

a golpes.

HALCÓN

Lo haré; señor, si no os retiráis, mentís, y sois un alcahuete.

ADUSTO

Señor, esto no es valor: es locura; me hacéis reír.

HALCÓN

Así soy yo; y vos sois un alcahuete y un afeminado, y un Amadís de Gaula, o un Don Quijote.

DROGUISTA

O un Caballero Mequetrde, ¿no es cierto? (Entra Ananías.)

ANANÍAS

¡La paz sea con vosotros!

HALCÓN

Nadie me obligará a hacer las paces.

ANANÍAS

Hemos decidido que la fundición de monedas es legal.

HALCÓN

¿Es el alguacil?

SUTIL

Calla, Ananías.

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CARA No, señor.

HALCÓN

Entonces sois una nutria, un sábalo, una basura, una verdadera nada.

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No quiero.

AnusTo

HALCÓN

ANANÍAS

¿A qué se debe esto?

SUTIL

Al fervor religioso del joven caballero contra las bragas del español.

ANANÍAS

Son bragas sacrílegas, impúdicas, supersticiosas e idólatras.

ADUSTO

¡Más bribones!

HALCÓN

¿ Os iréis, señor?

ANANÍAS

¡Retírate, Satanás! No perteneces a la luz; esa go­lilla de orgullo en torno a tu cuello, te delata; y es la misma con que fueron vistos en el setenta y siete, pájaros inmundos, pavoneándose por diversas costas; con ese sombrero libertino, pareces el anticristo.

i64

Anus'.fo . Tendré que ceder.

HALCÓN

Idos, señor.

Anus'l'o Pero me vengaré de vosotros ..•

ANANÍAS

¡Aléjate, orgulloso demonio español!

AnusTo ¡Capitán y doctor!

ANAN'ÍAS

Criatura de perdición.

HALCÓN

¡Fuera, señor! (Sale Adusto.) ¿Me porté bien?

CAR.A

Sí, señor, en verdad.

HALCÓN

Y o sé que si me lo propongo, lo conseguiré;

CAitA Oh, debéis continuar, y domesticarlo con amena­

zas; si no, volverá.

HALCÓN

Y yo lo resolveré. (Sale. Sutil se lleva aparte a Ananías.)

CARA Este pícaro se te adela11tó, Droguista. Habíamos

165

,,

dispuesto que vinieras vestido de español, para lle­vártda; y ese miserable ratero va y se disfraza por su cuenta. ¿Trajiste el damasco?

DROGUISTA

Sí, señor. ~

CARA Debes conseguirte un traje de español; ¿gozas de

crédito entre los actores?

DROGUISTA

Sí, señor; ¿nunca me visteis hacer el papel de Tonto?

CARA (Aparte.) No sé, Nab; -si de mí depende, no de­

jarás de hacerlo. -Un traje viejo de Hierónimo, una golilla y un sombrero serán suficientes; te diré lo demás cuando los traigas. (Sale Droguista.)

ANANÍAS

Señor, yo sé que los españoles odian a nuestros fieles, y han puesto espías para averiguar sus actos; y no me caben dudas de que éste era uno. Pero os decía que el santo ha meditado y ha rezado; y tanto a ellos como a mí nos ha sido revelado que la fun­dición de monedas es absolutamente legal.

SUTIL

Cierto, aquí no puedo efectuarla; si llegaran a sospechar de la casa, se arruinaría todo, porque nos encerrarían para siempre en la torre, con la obliga­ción de fabricar oro para el estado, y nunca más nos dejarían salir de allí; y sería vuestra ruina.

166

ANANÍAS

Así lo comunicaré a los hermanos mayores y me­nores, para que toda la asamblea de los desidentes se reúna de nuevo en humilde plegaria.

SUTIL

Y ayuno.

ANANÍAS

Sí, hasta que nos sea revelado un lugar más con­veniente. ¡Que la paz espiritual se aloje entre estos muros! (Sale.)

SUTIL

Gracias, cortés Ananías.

CARA ¿Para qué vino?

SUTIL

Para proponernos la fundición de moneda, un asunto que por ahora está fuera de cuestión. Por eso le dije que un ministro español había venido como espía, para perjudicar a los fieles ...

CARA

Comprendo. ¡Vamos, Sutil, no te desanimes tanto \lnte el menor desastre! ¿Qué habrías hecho si yo no te hubiera ayudado?

SUTIL

En verdad, Cara, te agradezco el muchacho.

CARA

¿Quién habría pensado que era el bribón de Adus­to? Se había teñido la barba, y todo. Bueno, señor,

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\ aquí hay un corte de damasco para que os hagáis un traje.

SUTIL ¿Dónde está Droguista?

CARA Se fue a buscar un traje de español; ahora el conde

seré yo. SUTIL

¿Y dónde está la viuda?

CARA

Adentro, con la hermana de su Excelencia; la señora Dol está conversando con ella.

SUTIL Si me permites, Cara, probaré nuevamente mi suer­

te, considerando que no ha sido deshbnrada.

CARA Mejor será que suprimáis esa oferta.

SUTIL ¿Por qué? ··~

CARA Mantened vuestra palabra, o .•• Aquí llega Dol, y

se lo digo ...

SUTIL Sois siempre el mismo tirano. (Entra Dol, p:recipi­

tadamente.)

CARA

Tan sólo defiendo mis derechos. -¿Qué tal, Dol? ¿Le dijiste que está por llegar el conde?

168

DoL Sí, pero también ha llegado quien menos os ima­

ginabais. CARA

¿Quién?

DoL Vuestro amo; el amo de la casa.

SUTIL ¡Cómo, Dol!

CARA

Miente; es una estratagema. Vamos, Dorotea, dé­jate de bromas.

DoL Asomaos y mirad. (Cara se acerca a la ventana.)

SUTIL ¿Hablas en serio?

DoL Caramba, cuarenta vecinos lo rodean, comentando.

CARA

Por la luz de este día, es él.

DoL Mal día para nosotros.

CARA

Estamos arruinados, y descubiertos.

DoL Perdidos, me imagino.

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Dijisteis que mientras la peste siguiera matando a uno por día en la región, no vendría.

CARA

No; era dentro de la ciudad.

SUTIL

¡Realmente! Qué desgracia; yo creí que os referíais a toda la región. ¿Qué haremos ahora, Cara?

CARA

Guardar silencio; si llama, o golpea, ni una pa­labra. Adoptaré de nuevo mi antigua personalidad de Jeremías, el mucamo, y saldré a recibirlo. Mien­tras tanto, empaquetad todo lo que podamos llevar­nos dentro de los dos baúles. Lo mantendré alejado por hoy, si no puedo por más tiempo; luego, de noche, os despacho para Ratcliff, donde mañana nos encontraremos, y haremos el reparto. Que el bronce y el peltre de Mamón se queden en el sótano; otro día los llevaremos. Tú, Dol, debes calentarme en se­guida un poco de agua; Sutil me afeitará; debo afei­tarme esta barba de capitán, para volver a ser el barbilampiño Jeremías. ¿Lo haréis?

SUTIL

Sí, te afeitaré lo mejor que pueda.

CARA

¿Y no me degollaréis?

SUTIL

Ya lo veréis, señor. (Salen.)

(Telón)

170

ACTO QUINTO

ESCENA PRIMERA

Frente a la puerta de Lovewit.

(Entra Lovewit con varios vecinos.)

LOVEWIT

¿Y decís que era un mundo de gente?

VECINO PRIMERO

Diariamente, señor.

VECINO SEGUNDO

Y de noche, también.

VECINO TERCERO

Sí; algunos muy elegantes, como gentileshombres.

VECINO CUARTO

Señoras, y damas de la corte.

VECINO QUINTO

Burgueses.

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VECINO PRIMERO

Y caballeros.

VECINO SEXTO

En coches.

VECINO SEGUNDO

Sí, y vendedores de ostras.

VECINO PRIMERO

Sin contar otros galanes.

VECINO TERCERO

Mujeres de marineros.

VECINO CUARTO

Cigarreros.

VECINO QUINTO

¡Un verdadero Pimlico!

LOVEWIT

¿Cómo habrá conseguido mi sirviente atraer a toda esta gente? ¿No habrá colgado alguna enseña que anunciara la exposición de un ternero con cinco patas, o de una langosta enorme con seis pinzas?

VECINO TERCERO

Habríamos entrado, señor.

LOVEWIT

Nunca le conocí la menor instrucción. ¿No habéis visto carteles que hablaran de curar las fiebres, o el dolor de muelas?

. VECINO SEGUNDO

Nada de eso, señor.

172

LOVEWlT

¿Ni habéis oído el redoble de un: tambor que anunciara babuinos o títeres?

VECINO QUINTO

Nada, señor.

LOVEWIT

¿Qué treta habrá descubierto?· Un ingenio fecun­do me gusta tanto como el aire que respiro; ruego a Dios que el escándalo no haya incluido la venta de los tapices y de la ropa de cama; nada más le dejé. Si se las comió, sólo diré: maldita polilla. Segurartlente\ habrá provocado todo este ajetreo unas cuantas fi­guras pornográficas. El fraile y la monja; o la nueva estampa del corcel del cabaliero cubriendo. a la yegua del cura; el chico de seis años con el miembro de­sarrollado. O quizá mostrara las pulgas que corren sobre una mesa, o algún perro bailarín. ¿Cuándo .lo habéis visto? ,.

VECINO PRIMERO

¿A quién, señor, a Jeremías?

VECINO SEGUNDO

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¿Al mucamo Jeremías? No lo hemos visto en todo el mes.

LovEWIT

¡Cómo!

VECINO CUARTO

Hace cinco semanas que no lo vemos, señor.

'VECINO SEXTO

Por lo menos seis semanas.

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LOVEWIT

¡Me asombráis, vecinos!

VECINO QUINTO

Si vuestra gracia no sabe dónde está, con toda se­guridad se ha escapado.

VECINO SEXTO

¡Por Dios, que no lo hayan asesinado!

LOVEWIT

Entonces, no perderé tiempo en preguntas. (Golpea la puerta.)

VECINO SEXTO

Hace unas tres semanas oí un grito de dolor, mien­tras remendaba las medias de mi mujer.

LOVEWIT

¡Es extraño que na'die conteste! ¿Decís haber oído un grito?

VECINO SEXTO

Sí, señor, como el grito de un hombre estrangu­lado, que no pudiera hablar.

VECINO SEGUNDO

Yo también lo oí; hoy hace justo tres semanas, a las dos de la madrugada.

LovEWIT

¡Estos son milagros, o así los hacéis parecer! ¿Un hombre estrangulado, que no podía hablar, y sin em­bargo ambos lo habéis oído gritar?

VECINO TERCERO

Sí, señor, para abajo.

174

LovEWIT

Eres una persona inteligente. Dame tu mano, por favor. ¿Cuál es tu oficio?

VECINO TERCERO

Herrero, si vuestra merced me permite.

LOVEWIT

¡Herrero! Entonces, ayúdame a abrir esta puerta.

VECINO TERCERO

En seguida, señor, en cuanto traiga mis herramien­tas. . . (Sale.)

VECINO PRIMERO

Señor, antes de romperla será mejor volver a gol­pear.

LovEWIT

(Golpea otra vez.) Así lo haré. (Entra Cara, con su librea de mucamo.)

CARA

¿Qué queréis, señor?

VECINOS PRIMERO, SEGUNDO Y CUARTO

¡Oh, aquí está Jeremías!

CARA

Querido señor, alejaos de la puerta.

LovEWIT

¿Por qué? ¿Qué pasa?

CARA

Más lejos; todavía estáis demasiado cerca.

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LovEWIT

¡En nombre del cielo, qué quiere decir este hom-

bre?

CARA.

Señor, la casa ha sido contaminada.

LOVEWIT

¿Cómo, por la peste? Aléjate más, entonces.

CARA

No, señor, yo no la tuve.

LovEWIT

¿Pues quién la tuvo? Nadie más que tú quedó en la casa.

CARA Sí, señor, mi compañera, la gata que cuidaba la

despensa; cuando me di cuenta hacía una semana que estaba apestada; pero la hice llevar, de noche,. y luego cerré la casa por un mes ...

LovEWIT

¡Cómo!

CARA Con la intención de quemar vinagre-rosa, triaca y

brea, y purificarla para que no lo advirtierais; porque sabía que la noticia os afligiría, señor. ·

LOVEWIT

¡Respira más despacio, y más lejos! Bueno; esto es más extraño aún; los vecinos me dijeron que las puertas estuvieron siempre abiertas.

176

CARA

¡Cómo, señor!

LovEWIT

Y que durante las últimas diez semanas se han visto aquí, aglomerados como rebaños, muchachos, segundo Hogsden, en los días de Pimlico y Eye­bright.

CARA Señor, sus mercedes no se atreverán a sostener esa

mentira.

LovEWIT

Hablan de coches, y de galanes; uno· fue visto cuando entraba, con una capa francesa; y otro, en la ventana, con un traje de terciopelo; y otros varios que entraban y salían.

CARA Pues aseguro a los ojos y a los anteojos de sus

mercedes; que habrán pasado a través de las puer· tas, o de las paredes; porque aquí están las llaves, señor, y aquí han estado, en este bolsillo, desde hace unos veinte días; y yo solo monté guardia en este fuerte. Y si no fuera que la tarde no está muy avan­zada, creería que mis vecinos han bebido unas cuan· tas copas, que les forjaron esas apariciones. Porque, por la fe que debo a vuestra merced, desde hace más de tres semanas esta puerta no ha sido abierta.

LovEWIT

¡Qué extraño!

VECINO PRIMERO

En verdad, creí haber visto un coche.

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VECINO SEGUNDO

Yo también; lo habría jurado.

LOVEWIT

¿Y todavía lo decís? ¿Y era un solo coche?

VECINO CUARTO

No podríamos asegurarlo, señor; Jeremías es una persona muy decente.

CARA

¿Me visteis alguna vez?

VECINO PRIMERO

No, de eso estamos seguros.

VECINO SEGUNDO

Eso sí; lo juraría

LOVEWIT

¡Qué buenos pícaros para fundar un testimonio! (Vuelve a ent.rar el Vecino tercero, con S'llS herra­mientas.)

VECINO TERCERO

¿Llegó Jeremías?

VECINO PRIMERO

Oh, sí; podéis dejar vuestras herramientas; dice que nos hemos engañado.

VECINO SEGUNDO

Él tenía la llave; y hace tres semanas que las puer­tas están cerradas.

VECINO TERCERO

Es muy posible.

178

LOVEWIT

Idos, y dejadme en paz, veletas. (Entran Adusto y Mamón.)

CARA

(Aparte.) ¡Ahí llega Adusto! ¡Y Mam.ón ya se ha enterado! Contará todo. ¿Cómo los rebatiré? ¿Qué haré? No hay nada más desdichado que una con­ciencia culpable.

ADUSTO

No, señor, era un gran médico. ¡Esto no era un burdel, sino un simple presbiterio! ¿Y vos conocíais al noble y a su hermana?

MAMÓN

Por favor, querido Adusto ...

ADUSTO

¡,.a frai>e mágica: Enriquécete . ..

MAMÓN

No seáis tirano.

ADUSTO

Hoy será dicha a vuestros amigos. ¿Y dónde están ahora vuestros asadores, y vuestros calderos de cobre, que pudieron ser redomas de oro, y cunas poderosas?

MAMÓN

Dejadme siquiera respirar. ¡Cómo, parece que han

cerrado las puertas!

ADUSTO

Sí, hoy es día de descanso.

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MAMÓN

¡Pícaros (Mamón y Adusto golpean la puerta), embaucadores, impostores, alcahuetes!

CARA ¿Qué queréis, señor?

MAMÓN

Entrar, si podemos.

CARA ¡En otra casa tal vez! Este es el dueño, señor; diri­

gíos a él, y decidle qué queréis.

MAMÓN

Señor, ¿vos sois el dueño?

LOVEWIT

Sí, señor.

MAMÓN

¿Y esos pícaros de aquí adentro os han engañado?

LOVEWIT

¿Qué pícaros, qué engaños?

MAMÓN

Sutil, y su Pulmón. hombres y mujeres de todas clases; como si fuera un

CARA ¡Señor, este caballero desvaría! Aquí no se ha visto

ningún pulmón, ni luz alguna desde hace tres sema­nas; os doy mi palabra.

180

ADUSTO

¡Vuestra palabra, arrogante lacayo!

CARA Sí, señor, yo soy el cuidador de la casa, y sé que

las llaves no han salido de mis manos.

AnusTo

Este es un nuevo Cara.

CARA Os equivocáis de casa, señor; ¿cuál era la enseña?

ADUSTO

¡Bribón! Éste es uno de los conspiradores. Vamos, llamemos a la policía, y forcemos la puerta.

LOVEWIT

Por favor, caballero, deteneos.

ADUSTO

No, señor; traeremos una orden de allanamiento.

MAMÓN

Sí, y entonces abriréis vuestras puertas. (Salen Ma­món y Adusto.)

LovEWIT

¿Qué significa esto?

CARA

No podría decir, señor.

VECINO SEGUNDO

Estos son dos de los señor.es que nosotros creímos

ver.

181

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CARA ¡Dos de los locos! Habláis tan ociosamente como

ellos. Por mi fe, señor, creo que la luna los ha enlo­quecido a todos. (Aparte.) ¡Ay de mí, aquí viene también el muchacho duelista! Hará un escándalo, y no se irá hasta delatarnos a todos.

HALCÓN

(Golpeando la puerta.) ¡Bribones, alcahuetes, es­clavos, abrid la puerta de inmediato! ¡Hermana pros­tituta! Por esta luz juro que traeré al comisario. ¡Eres una puta si no sales ... !

CARA.

¿Con quién queréis hablar, señor?

HALCÓN

Con el doctor alcahuete, y el capitán tramposo, y mi hermana la ramera.

LOVEW~T

Aquí hay .gato escondido, sin duda.

CARA

Señor, doy mi palabra de que las puertas no se abrieron nunca.

HALCÓN

El gentilhombre gordo y el caballero delgado me han contado todas sus supercherías, una y otra vez.

LoVEWIT

Aquí viene otro. (Entran Anan{as y Tribulación.)

CARA

¡Ananías también! ¡Y su pastor!

~82

TRIBULACIÓN

(Golpeando la puerta.) Nos han cerrado las puer­tas.

ANANÍAS

¡Salid, simiente sulfurosa, hijos del fuego! Vuestro hedor se ha extendido; la abominación se ha apo­derado de esta casa.

HALCÓN

Sí, mi hermana está adentro.

ANANÍAS

Este lugar se ha vuelto una jaula de pájaros ne­fandos.

HALCÓN

Sí, haré venir al basurero y al vigilante.

TRIBULACIÓN

Me parece bien.

ANANÍAS

J\.yudaremos a eliminarlos de la tierra.

HALCÓN

¡No saldrás, mujerzuela, hermana mía!

ANANÍAS

No la llaméis hermana; en verdad, es una pros­tituta.

HALCÓN

Congregaré a toda la calle.

LOVEWIT

Una palabra, estimado caballero.

183

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ANANÍAS

¡Aléjate, Satanás, y no impidas nuestro celo! (Salen Ananías, Tribulación y Halcón.)

LOVEWIT

El mundo se ha vuelto un manicomio.

CARA Todos estos se han escapado de Santa Catalina,

donde guardan los locos . más distinguidos.

VECINO PRIMERO

Todas estas personas son las que vimos entrar y salir.

VECINO SEGUNDO

Sí, señor, es cierto.

VECINO TERCERO

Estos eran los invitados.

CARA ¡Callaos, borrachos! Señor, me extraña mucho; por

favor, permitidme probar la puerta: quiero ver si han cambiado las cerraduras.

LOVEWIT

¡Estoy atónito!

CARA (Se acerca a la puerta.) Por mi fe, señor, creo que

nada de esto existe; es todo deceptio visus. (Aparte.) ¿Cómo podría alejarlo?

GALLARDO

(Adentro.) ¡Señor capitán! ¡Señor doctor!

184

LOVEWIT

¿Quién es ése?

CARA No sé, señor. (Aparte.) ¡Es el amanuense que me

había olvidado allí dentro!

GALLARDO

(Adentro.) ·Por el anior de Dios, ¿cuánto podrá recibirme su gracia?

CARA ¡Ah! ¡Son ilusiones, algún espíritu del aire. ( Apar­

te.) Su mordaza se habrá disuelto, y ahora ejercita la garganta.

GALLARDO

(Adentro.) Estoy casi asfixiado ...

CARA (Aparte.) Ojalá lo estuvieras.

LOVEWIT

Está dentro de la casa. ¡Escuchad!

CARA

Creedme, señor, está en el aire.

LovEWIT

Callaos.

GALLARDO

(Adentro.) Mi honorable tía no me trata muy

bien. SUTIL

.. (Adentro.) ¡Imbécil, callaos, echaréis todo a per-

der!

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CARA.'

(Hablando a través del ojo de la cerradura mien­tras Lovewit se acerca subrepticiamente a la puerta.) Y tú también, infeliz.

LOVEWIT ¿Ah, sí! ¡Así que habláis con los espíritus! Vamos,

amigo. Basta de supercherías, querido Jeremías; la verdad, por el camino más corto.

CARA

Despedid primero a esta chusma, señor. (Aparte.) ¿Qué haré? Estoy atrapado.

LovEWIT Estimados vecinos, os doy las gracias a todos. Po­

déis retiraros. (Salen los vecinos.) Vamos, amigo; ya sabéis que soy un amo indulgente; p()r lo tanto, no me ocultéis nada. ¿Con qué medicina atraéis seme­jante variedad de pájaros?

CARA

Señor; siempre fuisteis alegre e ingenioso. . . Pero no podemos hablar de ello en la calle. Dadme tan sólo licencia para obtener un último provecho de mi poca suerte, y perdonadme solamente el abuso de vuestra casa; es todo lo que os pido. En recom­pensa, os cortseguiré una viuda que • no . podréis sino agradecer, y que os rejuvenecerá unos siete años; ade~ más, muy rica. No tenéis más que poneros una capa española; la tengo allí dentro. No temáis la casa; no

estaba contaminada.

186

LovmwIT Salvo por mí, que volví :antes de lo esperado.

CARtA Es crerto, señor. Por fav·or, perdonadme.

LOVE,WIT

Bien, vamos a esa viuda; (Salen.)

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ESCENA II

Una habitación en la misma casa.

(Entra Sutil, conduciendo a Gallardo con los ojos vendados, como anteriormente.)

SUTIL

¡Cómo! ¿Os habéis comido vuestra mordaza?

GALLARDO

Sí, cierto, se me desmigajó en la boca.

SUTIL

Entonces habéis echado todo a perder.

GALLARDO

¡No! Espero que mi hada madrina me perdone.

SUTIL

Vuestra tía es una persona muy amable; pero es ceirto que os habéis portado muy mal.

GALLARDO

Me venció el perfume, y tuve que comérmela para aplacar el estómago. Os ruego que también aplaquéis a Su Gracia. (Entra Cara, de uniforme.) Aquí llega

el capitán.

CARA ¡Cómo! ¿Se le abrió la boca?

SUTIL

¡Sí, y habló!

188

CARA Caramba, ya lo oí, y a vos también. Entonces, ya

no le queda esperanza. Tuve que decir que la casa está llena de fantasmas, para alejar al viejo.

SUTIL

¿Y lo conseguiste?

CARA Seguro; por esta noche.

SUTIL

Bueno, entonces cantemos y alabemos al famoso Cara, el incomparable rey de los ingenios contem­poráneos.

CARA ¿No oías el ruido frente a la puerta?

SUTIL

Sí; y me consumía la desesperación.

CARA Mostradle la tía, y despachadlo de una vez; os la

mandaré. (Sale Cara.)

SUTIL

Bueno, señor, gracias a mis súplicas, y gracias tam­bién a la palabra del capitán, de que no os habíais comido la mordaza por desprecio hacia su Alteza, vuestra honorable tía os concederá audiencia de in­mediato. (Le desata los ojos.)

GALLARDO

Juro que no fue por eso, señor. (Entra Dol, vestida de Reina de las Hadas.)

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SUTIL Aquí viene. ·Arrodillaos, y arrastraos; mirad qué

majestuosa es. (Gallardo se arrodilla y . se arrastra hacia ella.) ¡Bien! Acercaos más, y decidle: Que Dios os Guarde.

GALLARDO

¡Señora!

SUTIL Y tía vuestra.

GALLARDO

Y muy honorable tia: que Dios guarde a vuestra

merced.

DoL Sobrino, creíamos estar enojados con vos; pero esa

hermosa cara vuestra ha inv•ertido la marea, y la ha hecho crecer en alegría y en amor. Levantaos, y tocad nuestra vestidura de terciopelo.

SUTIL Las faldas; besadlas. ¡Así!

DoL Déjame ahora acariciar tu cabeza. Mucho obten­

drás, sobrino, y mucho gastarás; mucho regalarás; y mucho prestarás.

SUTIL ¡Sí, mucho! Por cierto. (A parte.) ¿Por qué no dais

las gracias a su merced?

GALLARDO

No puedo hablar, de alegría.

190

SUTIL ¡Qué tontito! Tenéis sobre su gracia derecho de

parentesco.

DoL Dadme el pájaro. Aquí te cuelgo, primo, en una

bolsita alrededor del cuello, un espíritu; llévalo, y aliméntalo en tu muñeca derecha durante siete no­ches a partir de hoy.

SUTIL Ahr•ete una vena con un alfiler; y déjalo chupar

una vez por semana; no debes mirarlo hasta entonces.

DoL No. Pariente, compórtate como corresponde a nues­

tra sangre.

SUTIL Su gracia preferiría que no comierais más pasteles

de Woolsack, ni crema de Dagger.

DoL Y que no os desayunéis más en El Cielo y el In-

fierno.

SUTIL ¡Su gracia os acompañará a todas partes! No ju­

garéis más a la callada, a los dados y a la fortuna con los fruteros (como vuestra tía). Buscad en cam­bio la compañía de los gentileshombres, y los me­jores juegos ...

GALLARDO

Sí, señor ...

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SUTIL

El trío, y el primero; y si ganáis, no nos olvidéis.

GALLARDO

Por esta mano, juro que no.

SUTIL

Podéis traernos unas mil libras antes de mañana por la noche, porque ya tendréis unas tres mil.

GALLARDO

Juro que las traeré.

SUTIL

Ese demonio os enseñará todos los juegos.

CARA

(Adentro.) ¿Habéis terminado?

SUTIL

¿Vuestra gracia no querrá encomendarle más ór­denes?

DOL

No; sólo que venga a verme a menudo. Tal vez, si juega bien y elegantemente, con buenos jugadores, me decida a dejarle unos tres o cuatrocientos cofres de tesoros, y unos doce mil acres de tierra en el Reino de las Hadas.

SUTIL

¡Qué tía más buena! Besadla, como despedida. Pero ahora debéis vender vuestra renta de cuarenta marcos anuales.

GALLARDO

Sí, señor, así pensaba hacerlo.

192

SUTIL

O si no, regalarla; ¿para qié la queréis ahora?

GALLARDO

Se la regalaré a mi tía; v1>y a buscar los títulos. (Sale.)

SUTIL

¡Muy bien ... ! Uno menos (Entra Cara.)

CARA

¿Dónde está Sutil?

SuTn

Aquí; ¿qué pasa?

CARA

Droguista está en la pue:ta; recíbele el traje, y pídele que traiga un sacercote de inmediato; dile que se desposará con la viufa. ¡Ganarás cien libras con esa ceremonia! (Sale Sutu.) Decidme ahora, reina Dol, ¿habéis empaquetado lodo?

,, DoL Sí.

CARA

¿Y qué os pareció la señora Dócil?

Dor Una pobre inocente. (Ent-a Sutil.)

SUTL

Aquí están vuestro somlrero y vuestro traje de Hierónimo.

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CARA

Dádmelo.

SUTIL ¿Y la golilla también?

CARA

Sí; en seguida vuelvo. (Sale.)

SUTIL Se ha ido a preparar" el proyecto que ya te ex­

pliqué, Dol, para desposarse con la viuda. '

DoL Ese proyecto se opone directamente a nue~tro re­

glamento.

SUTIL Bueno, muchacha, ya lo arreglaremos. ¿La lim­

piaste de joyas y brazaletes?

DoL No; pero lo haré en seguida.

SUTIL Esta noche, cuando nos hayamos embarcado hacia

Rakliff, con todos nuestros bienes a bordo, cambiare­mos el rumbo hacia Brainford, si te parece bien, y nos despediremos de este pícaro suntuoso, de este Cara altanero.

DoL De acuerdo; estoy cansada de él.

SUTIL Con sobrados motivos, Dol; el miserable prepara

194

:sus bodas, contrariamente al contrato que todos nos­·Otros firmamos.

DoL Haré lo posible para pelarle el pájaro.

SUTIL Sí; dile que debe hacerme algún regalo, para que

le perdone la ofensa de sus sospechas; que debe man­<larme un anillo, o un collar de perlas; que si no lo hace, será torturado durante el sueño, y padecerá extrañas apariciones. ¿Se lo dirás?

DoL Sí.

SUTIL ¡Mi hermoso murciélago, mi ave nocturna! Lo fes­

tejaremos en La Paloma, cuando hayamos puesto todo a salvo, y podamos abrir los baúles, y decir: esto es mío y esto es tuyo; y tuyo, y mío. (Se besan. Entra Cara.)

CARA

¡Cómo! ¿Besándose?

SUTIL Sí, un poco excitados por el éxito de nuestros ne­

gocios.

CARA

Droguista ha traído al cura; hazlo entrar, Sutil, y ordena a Nab que vaya a lavarse la cara.

SUTIL Y a afeitarse, se lo diré. (Sale.)

195

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CARA

Aféitalo tú.

DoL

Sea lo que fuere, Cara, pareces muy preocupado.

CARA

Es una estratagema que te valdrá diez libras poir mes. (Entra Sutil.) ¿Se fue?

SUTIL

Señor, el cura os espera en el vestíbulo.

CARA

Me congraciaré con él. (Sale.)

DoL

Se casará con ella inmediatamente.

SUTIL

Todavía no puede, no está preparado. Querida Dol, despójala de todo lo que puedas. Engañarlo no es fraude, sino justicia, por haber tratado de romper un nudo tan inextricable como 'el nuestro.

DoL

Déjame, ya lo arreglaré. (Entra Cara.)

CARA

Bueno, mis negociantes, ¿ya habéis empaquetado

SUTIL

todo? ¿Dónde están los baúles? Traedlos. Aquí están.

CARA

Veámoslo. ¿Dónde está el dinero?

196

SUTIL

Aquí, en éste.

CARA

Las diez libras de Mamón; las ciento sesenta de antes; y este es el dinero de la hermandad. El de Dro­~uista y el de Gallardo. ¿Qué es ese papel?

DoL

La alhaja de la mucama, la que le robó a su ama para averiguar ...

CARA

¿Si llegaría a ser más rica que su señora?

DoL

Sí.

CARA

¿Qué es esa caja?

SUTIL

Los anillos de las pescadoras, creo, y el dinero de las cerveceras. ¿No es cierto, Dol?

DoL

Sí; y el pito que os trajo la mujer del marinero para que le dijerais si su marido estaba en la Guardia.

CARA

Mañana lo mojaremos; y también nuestras copas de plata, y nuestros vasos de taberna. ¿Dónde están fas faldas francesas, las fajas y los cintos?

SUTIL

Aquí, en el baúl; y las piezas de linón.

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CARA ¿Está aquí el damasco de Droguista, y el tabaco?'

SUTIL Sí.

CARA Dadme las llaves.

DoL ¿Por qué dartelas?

SUTIL No importa, Dol; de todos modos no lo abriremos.

hasta que él llegue.

CARA Cierto, no lo abriréis, es verdad; ni los llevaréis,.

¿comprendido? No los llevaréis, Dol.

DoL ¡No!

CARA No, mi león femenino. La verdad es ésta: mi amo

sabe todo, me ha perdonado, y se los guardará. Es cierto, doctor; a pesar de todos vuestros conjuros. averiguadlo vos mismo; está por llegar. Por lo tanto,, queridos colegas, conformaos, uno y otra; porque, aquí termina el contrato tripartito entre Sutil, Dol y Cara. Todo lo que puedo hacer es ayudaros a sal­tar la tapia de atrás, o prestar a Dol una sábana para que no se dañe el vestido de terciopelo. Pronto lle­gará la policía; pensad pronto alguna manera de es­capar de la cárcel, porque de otro modo, allí iréis,

198

a parar. (Fuertes golpes enla puerta.) Oíd los true­nos.

SUTIL ¡Eres un demonio insuperable!

GENDARME

(Afuera.) Abrid la puerta.

CARA Dol, te juro que lo siento por ti; pero escúchame;

no tardaré •en colocarte tn alguna casa; te daré una carta para la señora Amo ...

DoL ¡Vete al demonio!

CARA O la señora Cesárea.

DoL ¡Que la peste te lleve, miserable; siento no tener

tiempo para darte una paliza!

CARA Sutil: hazme saber dónde te establezcas; de vez en

cuando te mandaré algún cliente, como prueba de mi vieja amistad; ¿qué piensas hacer?

SUTIL Colgarme, bribón; para llegar a ser un demonio

aún más perverso que tú, y perseguirte en tu, lecho, de estopa, y en la bodega. (Salen.)

199

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ESCENA III

Una habitación a la calle, en la misma casa.

(Entra Lovewit, con traje de español, acompañado por el Cura. Se oyen fuertes golpes en la puerta.)

LOVEWIT

¿Qué queréis, señores míos?

MAMÓN

(Afuera.) Abrid la puerta, embaucadores, alcahue­tes, nigromantes.

GENDARME

(Afuera.) Si no, la derribaremos.

LOVEWIT

¿Tenéis orden de allanamiento?

GENDARMES

(Afuera.) Ya veréis la orden, señor, si no abrís la puerta.

LOVEWIT

¿Hay algún gendarme con vosotros?

GENDARMES

(Afuera.) Sí, dos o tres, por las dudas.

LOVEWIT

Tened paciencia, y la abriré de inmediato. (Entra Cara, de mucamo.)

CARA

¿Habéis terminado, señor? ¿Habéis consumado un matrimonio en regla?

200

LOVEWIT

Sí, mi cerebro.

CARA

Entonces, quitaos la golilla y el traje; sed otra vez vos mismo, señor.

ADUSTO

(Afuera.) Abajo con la puerta.

HALCÓN

(Afuera.) ¡Derribadla, por mil diablos!

LOVEWIT

(Abriendo la puerta.) Esperad, caballero, esperad; ¿qué significa esta violencia? (Mamón, Adusto, Hal­cón, Ananías, Tribulación, y los gendarmes, se preci­jJitan al interior.)

MAMÓN

¿Dónde está ese carbonero?

ADUSTO

¿Dónde está ese capitán Cara?

MAMÓN

Esas lechuzas diurnas.

ADUSTO

Que anidan en los bolsillos de la gente.

MAMÓN

¿Y mi señora Supositoria?

HALCÓN

La ramera de mi hermana.

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ANANiA.s;

Langostas de la zanja inmunda.

TRIBULACIÓN

Más sacrílegos que Bel y el Dragón.

ANANÍAS

Peores que el saltamontes,. o que los piojos de Egipto.

LovEWIT

Escuchadme, estimados caballeros. ¿Sois policías, y no podéis detener este escándalo?

GENDARME PRIMERO

Callaos la boca.

LOVEWIT

Caballeros, ¿qué pasa? ¿A quién buscáis?

MAMÓN

Al químico embaucador.

ADUSTO

Y al capitán alcahuete.

HALCÓN

A la monja de mi hermana.

MAMÓN

A la señora Rabí.

ANANÍAS

Escorpiones, y orugas.

LovEWIT

Pocos a la vez, por favor.

202

GENDARME SEGUNDO

Por turno caballeros; os lo ordeno, en virtud de

mi investidura.

ANANÍAS

Son redomas de orgullo, de concupiscencia, y de

los demás pecados.

LOVEWIT

Calmaos un instante, mi querido fanático.

TRIBULACIÓN

Silencio, diácono Ananías.

LovEWIT

Esta casa es mía, y las puertas están abiertas; si en ella se encuentra alguna de las personas que bus­cáis, usad vuestra autoridad, y registradla, en nombre de Dios. Recién he llegado a la ciudad, y me asom­bré un poco al encontrar este tumulto sobre mi puerta, para deciros la verdad; pero mi criado, aquí presente, ante el temor de una mayor desaprobación, me confesó que había desempeñado un papel no muy r•espetuoso, y alquilado mi casa (confiando, sin duda, en mi conocida aversión hacia los aires de esta ciudad, mientras durara la peste), a un doctor y a un capitán; qué son, quiénes son, y dónde están,

lo ignora.

MAMÓN

¿Se han ido?

LovEWIT

Podéis entrar, señor, y registrar la casa. (Mamón, Ananías, y Tribulación entran en la casa.) Encon­tré las paredes vacías, peor que cuando las dejé; to-

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talmente ahumadas. Unos cuantos recipientes raja­dos, vidrios, y un horno; el cielorraso lleno de las marcas de las velas, y malas palabras escritas en las paredes; sólo encontré a una señora, que ahora está dentro, y que dijo ser una viuda ...

HALCÓN

Sí, es mi hermana; iré a aporrearla. ¿Dónde está? (Entra en la casa.)

LOVEWIT

Y que debía casarse con un conde español; pero, llegado el momento, él la despreció tan groseramen­te, que yo, viudo como ella, decidí reemplazarlo.

ADUSTO

¡Cómo! ¿Entonces, la perdí?

LOVEWIT

¿Erais vos .el Don, señor? Caramba, la clama se ha quejado muchísimo de vos; dice que le jurasteis que os habíais tomado el trabajo de teñiros la barba, y oscureceros la cara, de pedir un traje prestado, y una golilla, sólo por su amor; y que luego no l·e hicisteis nada. ¡Ha sido un descuido y una falta de iniciativa muy grandes, señor! Por suerte, este viejo arcabucero supo cargar la pólvora, hacer fuego, y dar en el blanco en un abrir y oerrar de ojos. (Entra Mamón.)

MAMÓN

¡Toda la pandilla ha huído!

LovEWIT

¿Qué clase de pájaros eran?

204

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MAMÓN

Una especie de cuervos, señor, o cornejas ladro­nas, que en estas cinco semanas me han limpiado ciento sesenta libras de la cartera, además de mis materias primas, y todos los objetos que ahora están en el sótano; me alegro de que los hayan dejado, porque por lo menos podré llevármelos de vuelta.

LOVEWIT

¿ Os parece, señor?

MAMÓN

Sí.

LOVEWIT

Con una orden judicial, señor; de otro modo, no.

MAMÓN

¡Todas esas cosas son mías!

LovEWIT

Señor, no puedo tomar conocimiento de vuestra posesión sino por vía legal. Si me traéis un certifi­cado de que os han despojado de ellas, o algún es­crito formal de la justicia, especificando que os ha­béis embaucado a vos mismo, no la retendré más.

MAMÓN

Prefiero perderlas.

LOVEWIT

Por mí, señor, no las perderéis; bajo esa condición, son vuestras. ¡Cómo! Todo eso debía ser transfor­mado en oro?

MAMÓN

No, no sé ... Quizás sí. .. ¿Y qué hay con ello?

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LOVEWIT

¡Qué pérdida cuantiosa de esperanza habéis su­frido!

MAMÓN

No solamente yo, si no todo el país.

CARA

Sí; habría reconstruido la ciudad; con una zanja de plata alrededor, para traer desde· Hogdsen un río de crema; donde los señoritos, y los mozos y las mozas de Moorfields habrían bebido gratis, todos los domingos.

MAMÓN

Me treparé a un carro de verdulero, y anunciaré el fin del mundo para dentro de dos meses. Adus­to ... ¡Cómo! ¿Estáis abstraído?

ADUSTO

¡Embaucarme a mí mismo, justamente con ese vicio absurdo de la honestidad! Vamos; vayamos a buscar a estos pícaros; tomaré lecciones de Cara, si alguna vez lo encuentro.

CARA

Señor, en cuanto sepa algo de él os avisaré perso­nalmente; porque en realidad yo no los conocía para nada, y los creía tan honrados como a mí mismo. (Salen Mamón y Adusto. Entran Ananías y Tribu­lación.)

TRIBULACIÓN

Es una suerte que la hermandad no haya perdido todo. Ve, y trae algunos carros ...

206

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LovEWIT

¿Para qué, mis fervorosos amigos?

ANANÍAS

· Para sacar de este antro de ladrones la ·porción de

los justos.

LOVEWIT

' ¿Qué porción?

ANANÍAS

Los bienes que antes fueron de los huérfanos, y que la hermandad compró con su dinero.

LoVEWIT

¿Cómo, esos que están en el sótano, y que sir Mamón pretende como suyos?

ANANÍAS

¡Yo, y conmigo todos los hermanos, desafiamos al perverso Mamón, hombre sacrílego! Yo te pregunto: ¿con qué justicia nos opones este ídolo, a nosotros, los verdaderos dueños? ¿No hemos contado acaso los chelines, para formar las libras; acaso no hemos con­tado las libras sobre la mesa, en el segundo día de la cuarta semana, en el mes octavo del año del últi­mo padecimiento de los santos, mil seiscientos diez?

LovEWIT

No puedo discutir contigo, mi muy vehemente chapucero, y también diácono; pero si no te vas tan pronto como· puedas, te refutaré con un garrote.

ANANÍAS

¡Señor!

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TRIBULACIÓN

Ten paciencia, Ananías.

ANANÍAS

Soy fuerte, y resistiré bien armado a todo el ejér­cito que amenaza al santo pueblo exilado.

LOVEWIT

Te mandaré de un golpe hasta Amsterdam, a tu sótano.

ANANÍAS

Allí rezaré contra tu casa; ¡que los perros man­cillen tus paredes, y que las avispas y los zánganos se críen bajo tu techo, reducto de falsedad y antro de engaños! (Salen Ananías y Tribulación. Entra Droguista.)

LOVEWIT

¿Otro más?

DROGUISTA

Yo no, señor; no soy un hermano.

LOVEWIT

(Golpeándolo.) ¡Fuera, santurrón! ¿Cómo te atre­ves a hablar? (Sale Droguista.)

CARA

No, est'e era Abel Droguista. (Al Cura.) Id a con­solarlo, reverendo señor. Decidle que ya todo es inútil; que se demoró demasiado lavándose la cara. Que busque al doctor en West-chester, al capitán en Yarmouth, o algún otro puerto importante; allí es­tará esperando un viento favorable. (Sale el Cura.) Si ahora pudierais sacaros de encima ese muchacho

208

peleador, señor. . . (Entra Halcón, arrastrando a su hermana.)

HALCÓN

Vamos, oveja, has hecho unas espléndidas nupcias, ¿no es cierto? ¿No te dije que nunca permitiría que te acostaras sino con un buen apellido, para que luego fueras una dama? ¡Eres una imbécil! ¡Me gus­taría despedazarte! ¡Peste de casamiento!

LOVEWIT

Mientes, muchacho, con toda tu alma; y te desafío.

HALCÓN

¡Aquí me tenéis!

LOVEWIT

Vamos, ¿quieres pelear? Te desarmaré, bribón; ¿por qué no echas mano a tus herramientas?

HALCÓN

¡Por esta luz, nunca vi un mozo como éste!

LOVEWIT

¿Cómo cambias tu versión? Adelante, aquí está mi paloma; recógela, si te atreves.

HALCÓN

¡Caramba, me pareoe muy simpático! No me queda más remedio, en verdad, digan lo que digan. Herma­na, me arrepiento; te felicito por tu casamiento.

LovEWIT

¿Ah, sí, señor?

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HALCÓN

Sí, y ya puedes empezar a fumar y a beber, viejo; agregaré quinientas libras a su dote.

LoVEWIT

Llena un barril, Jeremías.

CARA

Sí; pero debéis entrar todos a beberlo, señor.

LOVEWIT

Así lo haremos. . . En adelante, r'espetaré todas tus órdenes, Jeremías.

CARA

¡Caramba, no eres un mojigato; eres un muchacho jovial! Vamos, te ruego que entremos y echemos unas bocanadas.

LOVEWIT

Entra con tu hermana, hermanito. (Salen Halcón y la señora Dócil.) Un amo que recibió de su criado la felicidad de semejante viuda, y con tanto dinero, parecería muy ingrato si no se mostrara un poco indulgente ante el ingenio de dicho servidor, y no tratara de ayudarlo, aun esforzando un poco su sin­ceridad. (Adelantándose.) Por lo tanto, caballeros y amables espectadores, si en algún modo me exoedí de la gravedad y del estricto canon de un anciano, pensad en todo lo que puede una mujer joven y un cerebro sano: prolongar a veces la verdad de los años, y también quebrarla. Ahora, pícaro, defién­dete tú.

CARA

(Adelantándose hacia el frente del escenario.) Sí,

210

señor, así lo haré. Caballeros: si mi papel decayó un poco en esta última escena, fue por decoro. Y aunque ya conseguí librarme con suerte de Sutil, Adusto, Mamón, Dol, el apasionado Ananías, Gallar­do, Droguista, y todos los que comerciaron conmigo, me pongo no obstante en vuestras manos, porque sois mi país; y este dinero que gané quedará aquí cuando os vayáis, para obsequiaros a menudo, y a nuevos invitados.

211

fNDICE

Personajes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Acto primero

Acto segundo

Acto tercero

..............................

...............................

.......... " ................... .

7

43

87

Acto cuarto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

Acto quinto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171

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El Alquimista de Ben Jonson, No. 14 de la Colección de Cultura Universitaria, se terminó de imprimir en el mes de marzo de 1984 en los talleres de Tinta Negra Editores. La edi­·ción constó de 1 000 ejemplares y estuvo al cuidado de Rossana Vergara Blanco y Miguel

Ángel Flores.