Benítez Rubio, Fco. Javier - La Vida y la Historia
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7/30/2019 Bentez Rubio, Fco. Javier - La Vida y la Historia
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LA VIDA Y LA HISTORIA
REFLEXIONES SOBRE LA SEGUNDA DE LA
INTEMPESTIVAS NIETZSCHEANAS
El exceso de historia ha debilitado la fuerza plstica de la vida, porqueha dejado de comprender el servicio del pasado como un alimento
vigorizante.
Friedrich Nietzsche.
FCO. JAVIER BENTEZ RUBIO
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HISTORIA: NI MUCHA NI POCA, SLO LA
NECESARIA PARA LA VIDA
I
Desde muy pronto, encontramos en Nietzsche un afn
quijotesco de arremeter contra todos los molinos de viento que
aparecen en el pensamiento filosfico; la historia no iba a ser menos.
Vivimos en un instante presente que no para de desparecer
ante nuestros ojos1. Llega y se va, una y otra vez; ora nos persigue
ora nos deja. Cunto desasosiego nos produce este constante ir y
venir. El presente no parece sino un humo liviano y brumoso que
nos atrapa. Pero va dejando tras de s, sin percatarnos casi, una
estela perfectamente reconocible, como la que dejan los barcos en lamar: el pasado. Nos acordamos de los presentes ya pasados. Estn
ah, se nos hacen presentes en cada nuevo presente que llega para
atenazarnos. Los seres humanos no podemos apartarnos del tiempo,
por eso somos histricos, porque todo el peso del pasado cae sobre
nuestros hombros cual Atlas, el titn condenado por Zeus.
Por eso nos emociona tanto el juego ingenuo e inconsciente de
los nios, porque todava no han sido condenados al recuerdo. Y es
que hay felicidad en el olvido, en la capacidad de podernos abstraer
de todo recuerdo pasado y que cada presente sea un nuevo
presente. Qu maravilloso sera poder vivir con intensidad (de
1 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3edicin 2010, Madrid [pp. 41 y ss.]. Ver Fragmento 1 en el apndice final Fragmentalia.
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placer y felicidad) todos los momentos que se nos repiten como si
fueran un primer momento.
Pero si no recordsemos nada, si nuestra memoria fuera eltestigo del vaco, no tendramos vida. Seramos como las piedras
eternas de los grandes monumentos, testigos ciegos, sordos y mudos
del todo y la nada. Y s, en esta tesitura, qu diferencia hay entre el
todo y la nada? La vida sin recuerdos es menos vida, el ser humano
sin historia es menos hombre. Y si lo recordsemos todo, si
vivisemos sin olvido, esto es, con un recuerdo hipertrofiado del
pasado, nuestra vida sera nociva y txica, como si viviramos en
una escombrera. Y de aqu parte la tesis de Nietzsche: existe un
grado de recuerdo, de sentido histrico, que daa la vida de tal
modo, que la destruye. Pero no slo la vida de la persona, tambin
la vida de un pueblo y de una cultura.
II
Entre el todo y la nada, precisamente para poder salir de sus
garras, hemos de establecer un horizonte, una frontera, un lmite,
una perspectiva, que nos permita distinguir la oscuridad dentro de
la luz y la luz dentro de la oscuridad. Ambas son fundamentales
para la existencia de la persona (y del pueblo, y de la cultura), lo
histrico y lo ahistrico, el recuerdo y el olvido. Este curioso afn
aristotlico de Nietzsche2, buscar el punto medio adecuado entre la
mengua y el exceso de sentido histrico, le lleva a posicionarse
2 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3edicin 2010, Madrid [pp. 45 y ss.]. Ver Fragmento 2 y 3 en el apndice final Fragmentalia.
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frente a los que quieren permanecer sedados y dormidos fuera de la
historia. Y especialmente a los que se meten un atracn de historia,
tanto que como si estuvieran llenos de helio se elevan y elevan y la
observan desde arriba: los hombres suprahistricos de diversos
pelajes.
El anhelo por lo ahistrico parece ms una actitud infantil que
se cura con la madurez. El sentido ahistrico es completamente
necesario, ya que es el seno o la atmsfera donde surge todo
acontecimiento histrico, donde se origina toda accin humana. El
punto de vista suprahistrico es harina de otro costal, desde luego.
En ste, la visin particular de algunos hombres queda impresa en la
historia. Y no es la historia la que sigue su curso, sino que estos le
meten toda suerte de valores y significados eternos e inmutables.
Por tanto, el argumento la vida necesita la historia es tancierto como este otro, el exceso de historia daa la vida.
III
La Historia como maestra frente a los infortunios de otros, y
frente a los arrebatos de la fortuna, es lo que Nietzsche3
llamahistoria monumental. Se trata de aprender de lo que le ocurri a
otros con la esperanza de hacerlo tan bien como ellos o que ese
infortunio no les ocurra. La consideracin monumental del pasado
parte de la idea de que lo grande existi en algn momento del
3 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3edicin 2010, Madrid [pp. 52 a 60]. Ver Fragmento 4 y 5 en el apndice final Fragmentalia.
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pasado y que es posible traerlo al presente, para engrandecerlo: el
pasado es digno de ser imitado.
Pero claro, y ah es donde entra Nietzsche y su crtica, se correel peligro de que ese pasado sea torcido y retorcido, por exceso de
embellecimiento y mitificacin. Y junto a ste, surge otro gran
problema: la hipertrofia de unas partes del pasado lleva al olvido y
el desprecio de otras. Luego, vendr W. Benjamin y nos dir aquello
de que la historia la cuentan los vencedores. Y los hombres
suprahistricos se empean en mitificar determinadas situaciones,
acontecimientos o pocas para aplicarlas en el presente. Mandan al
bochornoso anonimato a otras situaciones, acontecimientos o
pocas; o peor an, al banco de la vergenza. No lo ensalzan,
mutilan el pasado y, de paso, el presente.
Pero del mismo modo que se equivocan unos por exceso, seequivocan otros por defecto. Es lo monumental como tope, esto es,
como aquello tan (supuestamente) grande y magnfico que no puede
ni debe ser repetido. Ha de conservarse tal y como est y venerarlo.
El pasado ha de ser defendido frente al futuro. Es lo que Nietzsche
llama la autoridad monumental del pasado. Existi lo grande, s,
pero no quieren que vuelva a surgir. Nietzsche encuentra aqu que
esta defensa del pasado no es sino una pose, una manipulacin, que
oculta un ataque de los dbiles contra los poderosos. Se barrunta
aqu algo que ser central en el futuro (la trasvaloracin y la moral
de los dbiles).
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IV
La Historia como devota conservadora del pasado, es lo que
Nietzsche4
llama historia anticuaria. Se trata de cuidar el conjuntode bienes morales o culturales que la historia nos ha entregado: es
nuestra heredad. La consideracin anticuaria del pasado parte de la
idea de que existen unas esencias que hacen que seamos lo que
somos, esencia que viene del pasado y que hay conseguir traer al
presente. Conseguir que el pasado se haga presencia en el presente
o, incluso, congelar ese pasado y que siga vivo en el presente. Es un
sentimiento de pertenencia a algo ms grande que nosotros mismos
que nos lleva de orgullo y satisfaccin. Mirar por encima de nuestra
vida individual, tan efmera, y sentirnos dentro de un espritu
superior, ms grande, ms pleno. El mejor modo que tienen la
historia para servir la vida es uniendo con fuerza a las gentes y sus
tradiciones y costumbres.
Pero claro, y ah es donde entra Nietzsche y su crtica, se corre
el peligro no medir correctamente y de tanto venerar lo viejo y lo
pasado, se repudie y deseche, porque s, todo lo novedoso, lo fresco,
todo lo que est en constate fluir. Entonces el pasado petrifica el
presente. Subestimar los cambios, obstaculizar el impulso hacia lo
nuevo es lo que hacen los hombres suprahistricos ebrios del
sentido anticuario de la historia, paralizando la historia y la vida.
4 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3edicin 2010, Madrid [pp. 60 a 65]. Ver Fragmento 6, 7 y 8 en el apndice final Fragmentalia.
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V
Llevar el pasado a juicio es lo que Nietzsche5 llama historia
crtica. Para la perspectiva crtica del pasado, la Historia estplagada de acciones profundamente ominosas que dicen poco de la
humanidad de la Humanidad. De alguna manera, el ser humano
tiene que purgar los graves errores cometidos en el pasado, hacerse
cargo de ellos, responsabilizarse de las tropelas cometidas. La
historia como crtica es la oportunidad de aprender de los errores
pasados.
Pero claro, y ah es donde entra Nietzsche y su crtica, se corre
el peligro de analizar crticamente el pasado para luego aniquilarlo.
Piensan los hombres suprahistricos que pasando a cuchillo el
pasado que no les gusta podran emanciparse del mismo. Y claro, el
pasado ni puede eliminarse ni puede eliminarse tampoco el hechode que procedemos del mismo. Qu hacen entonces? Reconstruir la
Historia, reescribir el pasado del que se quiere proceder en vez de
aceptar el pasado desde el que de verdad se procede. El perjuicio
para la vida no est en juzgar el pasado, est en querer aniquilarlo.
El pasado heredado, la Historia que nos precede es como la piel que
habitamos. Y sobre esta visten estos suprahistricos, una segunda
naturaleza en la que tratamos de modificar la piel misma. Cuntos
hay, eso parece, que quieren reescribir su pasado y vestir un ropaje
que atrofie y oculte la historia que aconteci Piensan estos6 que al
tejer una red sobre la historia, escribindola y reescribindola, la
5 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3edicin 2010, Madrid [pp. 65 a 67]. Ver Fragmento 9 y 10 en el apndice final Fragmentalia.
6 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3edicin 2010, Madrid [pp. 85 y ss.]. Ver Fragmentos 11 a 16 en el apndice final Fragmentalia.
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dominan. Cambian los elementos que no comprenden por otros que
s dominan. Empequeecen los errores de su tradicin precedente,
engrandeciendo los errores de las tradiciones rivales. Suponen la
actuacin del azar donde actan causas que rechazan por ideologa
y entienden que son grandes causas las causantes de las
casualidades.
Pero como hay hombres suprahistricos de todo pelaje y
condicin, enfrentados todos ellos, tratan de vestir al pasado con un
ropaje distinto. As tratan de vestir la historia con su diseo textil
propio, desvistiendo, a la vez, el artificio de los otros; y viceversa. El
dao a la piel histrica es, a veces, tan irreparable como los rayos
solares sobre la piel humana cuando el ozono escasea.
Vuelvo al asunto. Cierto es, difcil decir lo contrario, que la
verificacin histrica saca a la luz toda la falsedad, la violencia, lacarencia de piedad y la inhumanidad de la Humanidad. Y hay
justicia en sacar a la luz las injusticias. Y hay justica en criticar la
historia. Ahora bien, entiende Nietzsche7, que no slo hay que
criticar, no slo hay que destruir: la destruccin es desmoralizante.
El impulso histrico ha de ser un impulso constructivo; incluso, ese
impulso hara bien en transformarse en obra de arte, en creacin
artstica, en ilusin y jovialidad, en esperanza y amor, en fuerza
plstica creadora.
7 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3edicin 2010, Madrid [pp. 96 y ss.] Ver Fragmento 17 en el apndice final Fragmentalia.
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Piensan algunos, los orgullosos tericos, que el pasado
marcha, exclusivamente, para el hombre moderno; que el desarrolloprogresivo del mundo en la Historia es para su uso en nuestro
presente. Y que estamos en el zenit lgido del proceso del mundo,
en la meta final del proceso universal. No ha sido Fukuyama el que
ha defendido el fin de la Historia en este final del s. XX? Parece que
no, que en esos tiempos ya haba quienes apostaban por la llegada
inminente al estado ideal de la Humanidad. Y Nietzsche8 brama
contra la madurez de la Historia, esta parodia del final ideal, lgico
y consciente; donde todo cuadra a la perfeccin pero se siguen
perpetrando todo tipo de barbaries. La meta no es el final ideal sino
la grandeza de los hombres fuertes, joviales y de espritu claro.
La crtica del exceso del saber histrico que perjudica a la vida,en los tiempos modernos, termina con una exhortacin a vivir y
vivir, y usa la Historia al servicio de la vida aprendida. La cultura
brota de la historia, no al contrario. El conocimiento de pocas y
pueblos pasados no puede eliminar la intuicin inmediata de la vida
y, sobre todo, del experimentar la vida por s mismos.
8 Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida. Segunda intempestiva, BibliotecaNueva, 3 edicin 2010, Madrid [pp. 115 y ss.] Ver Fragmento 18, 19 y 20 en el apndice final Fragmentalia.
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FRAGMENTALIA
1. Ah est el instante presente, pero en un abrir y cerrar de ojosdesaparece. Surge de la nada para desaparecer en la misma nada. Sin
embargo, luego regresa como un fantasma perturbando la clama del
presente posterior. Continuamente se separa una hoja del libro del tiempo,
cae y se aleja aleteando para, de repente, volver al seno del hombre .
2. Lo ahistrico y lo histrico son en igual medida necesarios para la
salud de un individuo, de un pueblo o de una cultura.
3. Lo ahistrico es, pues, semejante a una atmsfera envolvente en la
que se desarrolla nicamente vida, pudiendo sta desaparecer si esta
atmsfera se destruye. Es verdad que el hombre slo llega a ser hombre en
tanto que pensando, reflexionando, comparando, separando y sintetizando
limita ese elemento ahistrico, y en tanto que forma en el interior de esa
envolvente nube un poco de claridad luminosa y resplandeciente, es decir,
mediante esa fuerza de utilizar el pasado como instrumento para la vida,
transformando lo acontecido en Historia nueva. Pero no es menos cierto
que, por medio del exceso histrico, el hombre deja, por el contrario, de
serlo. Por eso, sin esa envoltura de lo ahistrico, no habra nunca llegado a
ser hombre ni se atrevera a comenzar siquiera a serlo.
4. La historia monumental engaa a travs de analogas: mediante
similitudes seductoras atrae al hombre poderoso a la temeridad, al
entusiasta al fanatismo y, si se piensa completamente esta historia en las
manos y cabezas de egostas con talento y de malhechores exaltados,
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terminarn destruyndose reinos, asesinndose prncipes, instigndose
guerras y revoluciones.
5. La historia monumental no es sino la mscara bajo la que en ellos
su odio contra lo poderoso y grande de su tiempo se hace pasar por la
satisfecha veneracin de lo poderoso y grande de pocas pasadas, disfraz
bajo el que el sentido propio del estudio histrico se invierte en lo opuesto .
6. Tambin la Historia pertenece, en segundo lugar, al que conserva y
venera, al que, repleto de confianza y amor, lanza una mirada hacia atrs,al lugar de donde proviene, en donde se ha formado. Por medio de esta
piedad paga su agradecimiento por su existencia.
7. La historia anticuaria se petrifica justamente en el momento en que
la frescura vital del presente ha dejado ya de animarla y entusiasmarla.
8. La historia anticuaria nicamente es capaz y entiende de conservar
la vida, pero no de engendrarla. Por esta razn subestima siempre lo que escambiante, porque ella carece completamente de instinto para esto. De este
modo no hace sino obstaculizar ese impulso poderoso hacia lo nuevo,
llegando a paralizar al hombre de accin quien, como tal, no tendr ms
remedio que violar ciertas devociones.
9. Todo pasado es digno de ser condenado, pues as acontece en las
cosas del hombre, siempre envueltas en las fuerzas y debilidades humanas.
10. En la medida en que somos el resultado de generaciones
anteriores, tambin somos el resultado de sus aberraciones, pasiones y
errores; no es posible liberarnos completamente de esta cadena.
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11. Hoy todo filosofar est limitado de manera aparentemente erudita,
policial y polticamente, por gobiernos, iglesias, academias, costumbres y
por la propia cobarda de los hombres.
12. Pocos son los que en verdad sirven a la verdad, porque slo son
pocos los que tienen la pura voluntad de ser justos y, entre estos, algunos
menos la fuerza de poder ser justos. No basta tener solo la voluntad. Por
ello, los ms terribles padecimientos han venido justamente entre los
hombres del impulso de justicia sin la fuerza de juicio.
13. Estos ingenuos historiadores denominan objetividadjustamente a medir las opiniones y acciones del pasado desde las opiniones
comunes del momento presente: aqu ellos encuentran el canon de todas las
verdades. Su trabajo es adaptar el pasado a la trivialidad del tiempo
presente mientras, por el contrario, llaman subjetiva a cualquier
historiografa que no tome como cannicas aquellas opiniones comunes y
normales.14. Existen tiempos y generaciones que nunca tienen derecho a ser
jueces de pocas pretritas. Slo a los individuos, y realmente a lo ms
excepcionales, les corresponde tan incmoda misin.
15. Slo desde la fuerza ms poderosa del presente tenis el derecho de
interpretar el pasado, slo a travs del mximo esfuerzo de vuestras
propiedades ms nobles adivinaris lo que es digno de saberse del pasado, lo
que es digno de ser conservado y lo que es grande. Lo semejante se
descubre por medio de lo semejante!
16. El autntico historiador debe poseer la fuerza de volver a formular
lo ya conocido como algo nunca antes visto y anunciar lo general de una
manera tan sencilla y profunda que haga pasar lo profundo como simple y
lo simple como profundo.
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17. Una historia que nicamente destruye y que no se gua por un
impulso constructivo inmanente, convierte, a la larga, a sus instrumentos
en deformidades antinaturales, porque tales hombres destruyen las
ilusiones.
18. Pero el mundo tiene que seguir adelante, no puede alcanzarse
soando, hay que luchar por l, conquistar ese estado ideal, y slo a travs
de la jovialidad puede descubrirse el camino de la liberacin, la liberacin de
esa equvoca seriedad crepuscular de la lechuza.19. La meta de la humanidad no puede ubicarse en el final, sino slo
en sus ms excelsos ejemplares.
20. Ya se divisa en el horizonte una costa. No nos importa cmo sta
sea, pues tenemos que desembarcar. Y el peor puerto ser siempre mejor que
volver a dar tumbos en esa infinitud escptica carente de esperanzas.
Desembarquemos en tierra firme; ya ms tarde encontraremos mejor puertoy facilitaremos el acceso a los que vengan despus.
BIBLIOGRAFA:
Nietzsche, F.,Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia
para la vida. Segunda intempestiva, Biblioteca Nueva, 3
edicin 2010, Madrid