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7/21/2019 Boron http://slidepdf.com/reader/full/boron-56dcb1047f67d 1/31 La sociedad civil después del diluvio neoliberal- Por Atilio Borón El presente capítulo consta de cuatro partes. En la primera se exploran el signifcado de la democracia y la ciudadanía, y su convulsionada relación con las estructuras de dominación inherentes a las sociedades capitalistas. En la segunda se aportan antecedentes acerca del impacto de la recesión y los ajustes de inspiración liberal sobre las condiciones de vida de las clases y capas populares en América Latina. En la tercera, se ormulan algunas apreciaciones acerca de la valide! empírica y consistencia lógica de algunas de las propuestas centrales de la ortodoxia neoliberal. En la cuarta, por "ltimo, se plantean algunas re#exiones sobre el tipo de sociedad civil resultante del diluvio neoliberal. Introducción: ciudadanía y cuestión democrática en América Latina 1  La incompleta y relativamente precaria democrati!ación de los regímenes políticos latinoamericanos vino acompa$ada por una reapertura del debate acerca del signifcado actual de la democracia. %ocas veces podría un tema como éste haber sido m&s oportuno en un continente 'ue (corno m&s de tina ve! lo recordara Agustín )ueva( en sus casi dos siglos de vida independiente no conoció tina sola revolución burguesa 'ue hubiera culminado en la instauración de un régimen democr&tico estable. *evoluciones burguesas hubo algunas, es cierto+ en éxico en --/(--0, en 1uatemala en -22, en 3olivia en -45, y hasta en el 3rasil a partir de -62. %ero ninguna de ellas concluyó sus 7tareas pendientes7 estableciendo un régimen democr&tico+ su preocupación, antes bien, ue afan!ar el uncionamiento del modo de producción capitalista, no introducir a la democracia burguesa. 8u móvil y su objetivo era la implantación del capitalismo, no de la democracia La impronta autoritaria del capitalismo latinoamericano tiene pues raíces muy proundas, 'ue se hunden en nuestro pasado colonial y en la modalidad reaccionaria y dependiente con la cual maestras sociedades se integraron al capitalismo mundial5. En todo caso, hacia comien!os de los a$os ochenta América Latina parecía dispuesta a intentar, una ve! m&s, organi!ar su vida p"blica en consonancia con los preceptos democr&ticos. Esta tendencia ue reor!ada por el hecho de 'ue, desde mediados de los a$os setenta, el impulso democr&tico comen!ó a dejarse sentir con una uer!a sin precedentes en la historia de la humanidad. 9unca como entonces hubo tantas naciones 'ue acometieron la empresa de transormar su régimen político seg"n las reglas del juego democr&tico. :mpresionados por estos acontecimientos, algunos teóricos, como 8amuel %. ;untington han creído ver en ellos la maniestación de una suerte de 7tercera ola democr&tica7 <. )omo producto tanto de esta marejada democr&tica como de a'uello 'ue 9orberto 3obbio denominara 7las duras réplicas de la historia7 (y 'ue incluye tanto el enomenal racaso del socialismo stalinista, padecido por la =*88 y los países del Este europeo, como la completa inoperancia de las órmulas socialdemócratas tradicionales :!ara 7superar7 al capitalismo(, un segmento importante de la i!'uierda latinoamericana adhirió a una concepción ingenuamente optimista y 7acilista7 de la democracia, 'ue reposa sobre dos supuestos+ >a? el car&cter presuntamente lineal e irreversible de los progresos democr&ticos, algo 'ue, por ejemplo, un conservador l"cido y realista como - ;untington se niega terminantemente a admitir@ >b? la - Esta sección resume, en unas pocas p&ginas, el argumento y la discusión incluidos en nuestro Estado, )apitalismo y emocracia en América Latina, 3uenos Aires, Bfcina de %ublicaciones del )3)(=3A, cp. 0.

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La sociedad civil después del diluvio neoliberal- Por Atilio BorónEl presente capítulo consta de cuatro partes. En la primera se exploran el signifcado de lademocracia y la ciudadanía, y su convulsionada relación con las estructuras dedominación inherentes a las sociedades capitalistas. En la segunda se aportanantecedentes acerca del impacto de la recesión y los ajustes de inspiración liberal sobre

las condiciones de vida de las clases y capas populares en América Latina. En la tercera,se ormulan algunas apreciaciones acerca de la valide! empírica y consistencia lógica dealgunas de las propuestas centrales de la ortodoxia neoliberal. En la cuarta, por "ltimo, seplantean algunas re#exiones sobre el tipo de sociedad civil resultante del diluvioneoliberal.Introducción: ciudadanía y cuestión democrática en América Latina1  Laincompleta y relativamente precaria democrati!ación de los regímenes políticoslatinoamericanos vino acompa$ada por una reapertura del debate acerca del signifcadoactual de la democracia. %ocas veces podría un tema como éste haber sido m&s oportunoen un continente 'ue (corno m&s de tina ve! lo recordara Agustín )ueva( en sus casi dossiglos de vida independiente no conoció tina sola revolución burguesa 'ue hubiera

culminado en la instauración de un régimen democr&tico estable. *evoluciones burguesashubo algunas, es cierto+ en éxico en --/(--0, en 1uatemala en -22, en 3olivia en-45, y hasta en el 3rasil a partir de -62. %ero ninguna de ellas concluyó sus 7tareaspendientes7 estableciendo un régimen democr&tico+ su preocupación, antes bien, ueafan!ar el uncionamiento del modo de producción capitalista, no introducir a la democracia burguesa. 8u móvil y su objetivo era la implantación del capitalismo, no de lademocracia La impronta autoritaria del capitalismo latinoamericano tiene pues raíces muyproundas, 'ue se hunden en nuestro pasado colonial y en la modalidad reaccionaria ydependiente con la cual maestras sociedades se integraron al capitalismo mundial5. Entodo caso, hacia comien!os de los a$os ochenta América Latina parecía dispuesta aintentar, una ve! m&s, organi!ar su vida p"blica en consonancia con los preceptos

democr&ticos. Esta tendencia ue reor!ada por el hecho de 'ue, desde mediados de losa$os setenta, el impulso democr&tico comen!ó a dejarse sentir con una uer!a sinprecedentes en la historia de la humanidad.9unca como entonces hubo tantas naciones 'ue acometieron la empresa de transormarsu régimen político seg"n las reglas del juego democr&tico. :mpresionados por estosacontecimientos, algunos teóricos, como 8amuel %. ;untington han creído ver en ellos lamaniestación de una suerte de 7tercera ola democr&tica7<. )omo producto tanto de estamarejada democr&tica como de a'uello 'ue 9orberto 3obbio denominara 7las durasréplicas de la historia7 (y 'ue incluye tanto el enomenal racaso del socialismo stalinista,padecido por la =*88 y los países del Este europeo, como la completa inoperancia de lasórmulas socialdemócratas tradicionales :!ara 7superar7 al capitalismo(, un segmento

importante de la i!'uierda latinoamericana adhirió a una concepción ingenuamenteoptimista y 7acilista7 de la democracia, 'ue reposa sobre dos supuestos+ >a? el car&cterpresuntamente lineal e irreversible de los progresos democr&ticos, algo 'ue, por ejemplo,unconservador l"cido y realista como - ;untington se niega terminantemente a admitir@ >b?la- Esta sección resume, en unas pocas p&ginas, el argumento y la discusión incluidos en nuestro Estado,)apitalismo y emocracia en América Latina, 3uenos Aires, Bfcina de %ublicaciones del )3)(=3A, cp. 0.

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5 A. )ueva, El desarrollo del capitalismo en América Latina, éxico, 8iglo CC:, -06. 8obre el caso de 3rasil,ve&se D. Dernande!. revolucao burguesa no 3rasil. Ensaio de interpretacao sociológica. *ío de aneiro, FaharEditores, -04.< ). especialmente 8. %. ;untington, Ghe Ghird Have, 9orman and London, Ghe =niversity ol BIlahoma%ress, --creencia, teóricamente errónea e históricamente alsa, de 'ue la democracia es un

proyecto 'ue se agota en la sola 7normali!ación7 de las instituciones políticas. La empresadram&tica de instaurar la democracia se reduce así a la creación e institucionali!ación deun puro orden político es decir, un sistema de reglas del juego 'ue hace abstracción desus contenidos éticos y de la naturale!a prounda de los antagonismos sociales ( y 'uesólo plantea problemas de gobernabilidad y efcacia administrativa.2 Asombra comprobarcómo algo 'ue parece a primera vista tan sencillo y ra!onable (seg"n estos autores( hayapodido despertar a lo largo de la historia pasiones tan desbordantes, precipitadoresistencias tan encarni!adas, y provocado en los m&s diversos tipos de sociedadesrevoluciones y contrarrevoluciones, sangrientas guerras civiles, prolongadas luchasreivindicativasy salvajes represiones. J;abr& sido todo a causa de un simple malentendido o ser& 'ue la

implantación de la democracia es la coagulación de un determinado resultado de la luchade clases, y como tal est& lejos de ser un simple tr&mite administrativoK Ateniéndonos a laexperiencia histórica del 3rasil podríamos decir 'ue ue muchísimo m&s sencillo conseguirla abolición de la esclavitud y producir la caída del imperio 'ue alcan!ar la democraciaburguesa.En todo caso, y sin entrar a considerar un tema 'ue escaparía de los límites del presentetrabajo, conviene tornar nota de las perniciosas implicaciones teóricas y político(ideológicas de este triuno contundente de las concepciones schumpeterianas ('uereducen la democracia a una cuestión de método, disociado por completo de los fnes,valores e intereses 'ue animan la lucha de los actores colectivos ( a expensas de lasormulaciones cl&sicas. En éstas la democracia es tanto un método de gobierno como rara

condición sociedad civil caracteri!ada por el predominio de la igualdad y por la existenciade una categoría social especial+ los ciudadanos, cuya defnición le los marcos meramenteormales y remite a características sociológicas y económicas bien especiales. 9ingunadiscusión sobre el uturo de la democracia encarada por los socialistas a fnales del sigloCC puede este par&metro undamental4. =na ve! m&s Agustín )ueva estaba en lo ciertocuando prevenía en contra de esta tendencia a considerar a la democracia como unacategoría exclusivamente 7política7.sta defniría un tipo específco relaciones entre el Estado y la sociedad civil (caracteri!adpor la existencia libertad, el pluripartidismo, las elecciones periódicas y el imperio de la leMcuya eectividad democr&tica se supone 'ue esta apriorísticamente garanti!ada idacuales'uiera sean sus condiciones concretas de existencia. e allí este malogrado autor

concluyera 'ue estas reglas del juego democr&ticas+... en sí mismas me parecen positivas. pero con lasalvedad de que nunca funcionan de maneraindeterminada, o sea, con independencia de suinserción en cierta estructura más compleja que es laque les infunde una y otra “orientación” 68iendo esto así, una re#exión sobre nuestras nacientes democracias no le puede hacersesobre la democracia en general. Esta es inconcebible al margen a an&lisis sobre la

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estructura y din&mica del capitalismo latinoamericano y m&s detalladamente, sobre lanaturale!a de los procesos de ajuste estructural y reundación capitalista actualmente encurso en nuestra región. En otras palabras, no tiene demasiado sentido hablar de lademocracia en su abstracción cuando en realidad de lo 'ue se trata es de examinar laorma, condiciones y alcances de la democrati!ación en sociedades, como la capitalista,

'ue se undan en principios constitutivos 'ue le son irreconciliablemente antagónicos.Esto en nada subestima la trascendencia de la democracia como orma de gobierno ycomo modo de vida sobre todo después de los ríos de sangre 'ue corrieron en AméricaLatina para con'uistarla.%ero su necesaria valoración no puede ignorar 'ue en su concreción histórica lademocracia (tantoen la perieria del capitalismo como en su n"cleo m&s desarrollado( siempre se laencuentra2 Esta visión minimalista y politicista d ela democracia se encuentra en .A. 1arretón, *econstruir la política Gransición yconsolidación democr&tica en )hile, 8antiago, Andante, -N0.4 ). . 8chumpeter, )apitalism, 8ocialism and emocracy, 9ueva OorI, ;arper GorchbooI, -4/, cps 5/(5<

6 ). A. )ueva, Las democracias restringidas de América Latina. Elementos para una re#exión crítica, Puito,%laneta, -NN, p. -5,>destacado en el original?.entrela!ada a una estructura de dominación clasista, la cual le impone rígidos límites a supotencialidades representativas y en mayor medida todavía, a las posibilidades deautogobierno de la sociedad civil. La democracia de la Atenas cl&sica no disolvía por elhechi!o de las palabras las relaciones de dominación 'ue caracteri!aban al esclavismo demundo antiguo. El ascenso de%ericles no ue sufciente para 'ue los amos se convirtieran en esclavos o para 'ue éstosse emanciparan. el mismo modo, la democrati!ación del capitalismo no basta para 'uelas arraigadas estructuras de dominio sobre las cuales reposa y de las cuales depende

vitalmente se esumen como resultado del suragio universal y la representación política.%or lo tanto, la adecuada ponderación de estas relaciones re'uiere sortear dos escollos,'ue son las 8cilla y )aribdis en donde nauragan muchos an&lisis+ por un lado, elreduccionismo economicista, 'ue disuelve la especifcidad de la política en las leyes demovimiento del capital. A consecuencia de esto la dictadura y la democracia burguesa seconvierten en distinciones irrelevantes+ Augusto %inochet es lo mismo 'ue Blo %alme y*a"l Alonsín es igual a orge *. Qidela. El error simétrico al reduccionismo economisista seencuentra en las concepciones, hegemónicas en las ciencias sociales, 'ue ragmentan ydescomponen la realidad social, reifcando a sus 7partes7 como si ellas pudieran existirindependientemente de la totalidad a la 'ue pertenecen y 'ue les da sentido. 8e hablacae democracia 7a secas7 cuando en realidad estamos hablando de 7capitalismos

democr&tico7, en donde lo sustantivo es el capitalismo y lo adjetivo la democracia7.La inesperada 7resurrección7 de la sociedad civil en América latina, un enómeno 'ue en e3rasil ad'uirió una intensidad extraordinaria desde los tiempos de las dereitas j&R, obligó recolocar radicalmente los términos de la cuestión democr&tica. J%or 'uéK 8encillamentepor'ue en su ormulación convencional ésta no trascendía las ronteras del orden político.El discurso tradicional de la democracia permanece encerrado en la ar'uitectura ormaldel Estado y el sistema representativo, excluyendo de su hori!onte de visibilidad todoa'uello 'ue las limitaciones de la ideología burguesa condena al limbo de la esera 7extra

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política7. A pesar de sus evidentes limitaciones esta perspectiva es la 'ue, todavía hoy,predomina en los planteamientos teóricos del mainstream de la ciencia políticanorteamericana. En otras palabras, no se ran'uea el hiato ('ue el joven arx habíaidentifcado como una alla estructural en la tradición liberal(democr&tica( 'ue separaartifciosamente al bourgeois del citoyen . En esta concepción la democracia remite al

segundo y se desentiende de la suerte (y la inserción estructural ( del primero+ para lateoría liberal(burguesa de la democracia es irrelevante si el ciudadano en cuestión es unpropietario o un proletario. Es 'ue la premisa silenciosa de todas las elaboraciones 'uearrancan de la matri! locIeana es 'ue sólo el propietario puede aspirar a la ciudadanía.)omo producto del peso 'ue sigue teniendo este supuesto gran parte de lascontribuciones recientes producidas al interior de esta tradición doctrinaria tienen uninconundible sabor de 7antasía7. 8e admite sin discusión, por ejemplo, 'ue lasdemocracias latinoamericanas tienen ciudadanos (algo 'ue habría 'ue ver hasta 'uépunto y en 'ué proporción es cierto en cada país(! o se ormulan juicios abstractos sobre7la democracia7 y sus problemas 'ue parten del supuesto, casi nunca explicitado, de 'ueésta unciona en Argentina, 3rasil o )hile (ni se diga en ;aití, 1uatemala o ;onduras del

mismo modo 'ue lo hace en los países escandinavos. 9o es una mera casualidad 'uetérminos cruciales para el estudio de las democracias capitalistas en el mundodesarrollado (tales como governmental accountability o responsiveness, por ejemplo(care!can de traducción literal en lengua castellana y en portugués. Es 'ue, hasta echasmuy recientes, eran vocablos innecesarios+ la experiencia pr&ctica de lospueblos iberoamericanos no suscitaba la necesidad de crear tales palabras.1"

  La irrupción de las masas en el Estado capitalista hi!o inevitable la reormulación de lacuestión democr&tica. A raí! de esto la tradicional concepción 7garantista7 y exclusivista'ue había0 =na excelente crítica de la mistifcación en 'ue incurren las corrientes dominantes de las ciencias socialesse encuentra enS. Sosic, ialéctica de lo )oncreto, éxico, 1rijalbo, -06.

N S. arx, 78obre la )uestión udíaT, en S. arx y D. Engels, La 8agrada Damilia, exico, 1rijalbo, -4N, pp. <<N.. 1uillermo B onnell ha planteado con mucha sutile!a el problema de estas ciudadanías 7incompletas7 ensu 7Ghe 8tate, emocracy,and some )onceptual %roblems7, en 9t ). 8mith, ). ;. Acu$a y E. A. 1amarra, eds., Latín Arnerican %otiticalEconomy in the Age o 9eoliberal *eorm, iami, 9orth(8outh )enter, -2. pp. -40(-6.-/ Agrade!co a %aulo 8ergio %inheiro el haberme confrmado la inexistencia de estas palabras en idiomaportugués.predominado hasta la %rimera 1uerra undial (con su uerte impronta ormalista( revelótodas sus insufciencias. Esto no signifcaba, naturalmente, 'ue los viejos principioscodifcados por el constitucionalismo liberal burgués del siglo Q::: y C:C hubieran perdido

su valor, transorm&ndose de la noche a la ma$ana en desde$ables 7ormalidades7. Lecupo a *osa Luxemburgo el honor de haber sido 'uien, con singular agude!a, reconoció'ue a'uellas libertades, derechos y garantías individuales apostroadas por su supuestacondición de 7burguesas7 seguían siendo condiciones necesarias (si bien no sufcientespara la construcción de una democracia socialista. 8u opción revolucionaria no la hi!osucumbir ante la tentación ('ue tantos estragos hiciera en la i!'uierda( de demostrar a lademocracia burguesa por ser exclusivamente 7ormal711. La valide! de la crítica socialistaa las inconsistencias de un régimen cuyos predicados igualitaristas y democr&ticos son

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incongruentes con sus premisas pr&cticas clasistas y autoritarias sigue siendo a"n hoyirreutable. Qéase si no el desolador panorama de nuestras democracias, manteniéndoseprecariamente de pie sobre sociedades estructuralmente injustas 'ue condenan cada díaa miles de personas a la marginalidad y el desamparo. )laro est& 'ue, siguiendo a *osaLuxemburgo, es vital comprender 'ue el argumento de la democracia socialista nada tiene

'ue ver con la codifcación 'ue éste suriera a manos del estalinismo. En la vulgatapseudomarxista se procedía sin m&s tr&mite a la cancelación de esas libertades 7ormalespretextando su car&cter irreductiblemente burgués, Ucomo si el h&beas corpurs, la libertadde expresión y asociación, o el majority rule uesen antagónicos con la teoría y la pr&cticapolítica de las clases popularesR JB es 'ue, tal corno correctamente se preguntara9orberto 3obbio, una asamblea de obreros elige sus representantes por el voto califcadode sus miembros o apelando a un principio teocr&ticoK1# *osa Luxemburgo, por elcontrario, acertadamente sostenía 'ue la democracia socialista exigía la m&s rotundaratifcación y extensión de esas libertades (ormales sólo en apariencia( mediante lademocrati!ación 7sustantiva7 de la &brica, la escuela, la amilia@ en fn, del conjunto de lasociedad1$.

  Godo lo anterior plantea por lo menos dos problemas 'ue, dada su envergadura, apenassi nos limitaremos a enunciar. %rimero, Jhasta 'ué punto la plena democrati!ación delEstado capitalista es capa! de suturar el hiato entre la igualdad 7celestial7 'ue proclama erégimen político y la desigualdad material del sistema de las relaciones burguesas deproducción. Es 'ue obvio el proyecto de un capitalismo democr&tico tropie!a con escollosinsalvables, de naturale!a estructural. JEs solucionable la contradicción entredemocrati!ación política y autocracia económicaK 9o parece@ al menos, no hay casoshistóricos 'ue avalen respuestas afrmativas. Lo 'ue sí ha habido son 7compromisos7 'uecabalgan sobre esta contradicción y aten"an sus aspectos m&s desestabili!antes+ no esotro el signifcado 'ue tienen la democracia burguesa y el Estado Ieynesiano de bienestar%ero el 7compromiso de clases7 no cancela el antagonismo clasista.1% 9o pueden

subestimarse los adelantos políticos experimentados por el capitalismo democr&tico desdla %rimera 1uerra undial, ni minimi!arse los alcances del Estado Ieynesiano de bienestadesde los a$os treinta. :mpulsadas por las luchas populares los capitalismos democr&ticosdebieron consentir la introducción de una serie de reormas 'ue benefciaronobjetivamente a las clases subalternas. 8in embargo, es imposible negar 'ue estosdesarrollo trope!aron con los límites in#exibles del despotismo del capital en el decisivoterreno de la producción. El impulso reormista se detuvo en las puertas de las &bricas ylos bancos.  %ero siendo esto así surge inmediatamente la segunda cuestión+ Jes posible concebir eltr&nsito desde una democracia capitalista a una democracia socialista, o 7pos(capitalista7como un desli!amiento gradual y sin rupturas entre dos polos de un mismo ejeK El paso de

la una a la otra, Jes simplemente una cuestión acumulativa, o implica un salto cualitativoKLa respuesta en ambos-- *ecuérdese el intenso debate suscitado por las tesis de *osa de Luxemburgo a propósito de la revoluciónrusa y sus ense$an!as. ) su VGhe *ussian *evolutionW, en *osa Luxemburga 8peaIs, 9ueva OorI, %athfnder%ress, -0/ pp <64( <4.-5 9. 3obbio VPuali alternative alla democra!ia rappresentativaK, en D. )oen, :l marrxismo e lo 8tato, -06,pp -<0.-< *. Luxemburgo. VGhe *ussian *evolutionW, op cit, pp <<(<4

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-2 8obre el tema del compromiso dé clases en el Estado Ieynesiano ver, entre otros+ ). BXe, )ontradictionso the Helare 8tate, )ambridge, ass., :G %ress, -N2, y, del mismo autor, isorgani!ed )apitalism,)ambridge, ass., :G %ress,-N4@ A. %r!eYorsIi, )apitalism and social democracy, )ambridge, )ambridge =niversity %ress, -N4.casos es negativa, y la experiencia histórica ense$a 'ue el posible tr&nsito desde unademocracia capitalista a otra de tipo socialista (o, al menos, 7pos(capitalista7 es

impensable sin replantear, simult&neamente el terna de la mutación radical en laestructura de la sociedad, es decir el tema >tab" en tiempos neoliberales? de la revoluciónEn consecuencia, sólo podría hablarse de la proundi!ación >de la democracia luego dehaber ormulado alguna hipótesis verosímil sobre la estabilidad a largo pla!o de lasociedad capitalista@ y para conjeturar los itinerarios de un eventual tr&nsito hacia algunaorma de democracia 7pos(capitalista7 se re'ueriría similarmente poder esbo!ar algunashipótesis en torno a los actores 'ue precipiten la descomposición del capitalismocontempor&neo.  En síntesis+ los problemas objetivos y concretos 'ue acosan la marcha de la democraciaen América Latina trascienden holgadamente a'uellos reeridos a la exclusiva mec&nicadel régimen político. %ermanecer encerrados en una concepción 7politicista7 de la

democracia obnubila nuestra visión y nos instala en un universo fccional 'ue no guardacorrespondencia con los procesos reales y concretos 'ue conmueven a nuestrassociedades. La prueba de 'ue la democracia no puede ser concebida en un sentido7politicista7 y suprahistórico viene dada por el hecho de 'ue lo 'ue satisacía al ideariodemocr&tico en la 1recia cl&sica, en las ciudades libres del medioevo europeo o en lacivili!ación surgida con el advenimiento de la modernidad y el industrialismo constituyehoy en día nada m&s (pero también nada menos ( 'ue la plataorma histórica desde la cualos pueblos pugnan por nuevas y m&s ecundas ormas de participación y de construccióndel poder político. 8i a comien!os del siglo CC la democracia podía excluir del suragio a lamujer, en la segunda mitad del mismo ninguna democracia puede reivindicarse como talsin la plena participación de la mujer en la vida política. el mismo modo, la democracia

7protectiva7 de los derechos individuales, o del 7individualismo posesivo7, para usar lasconsagradas expresiones de ) . 3. acpherson, re'uiere hoy (para no caer en elanacronismo( de nuevos contenidos de tipo económico y social 'ue al igual 'ue el suragioemenino ya constituyen un componente undamental de la doctrina democr&tica. Elproblema es 'ue este c"mulo de nuevos derechos y entitlements, así como la concepciónexpansiva y participativa de la democracia 'ue #uye de ellos, son tendencialmenteincompatibles con la sociedad capitalista.1&

  %or consiguiente, el desaío 'ue enrentan las sociedades latinoamericanas va muchom&s all& dé asegurar la restauración de ormas políticas congruentes con los principiosundamentales del régimen democr&tico. Aparte de eso (una tarea ya de por sí tanextenuante como el trabajo de 8ísio( los nuevos gobiernos deben también mostrar 'ue la

democracia es una herramienta efca! para asegurar la transormación social y laconstrucción de una 7buena sociedad7. La agenda de la democracia en América Latina nopuede estar m&s recargada+ pobre!a extrema, enermedad, analabetismo, desempleo,decadencia regional y urbana, narcotr&fco. J%ueden las nuevas democracias ignorar laenomenal 7deuda social7 'ue este continente viene acumulando desde tiemposinmemorialesK

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'A(ustes neoliberales': La derechi!ación del clima ideológico y político de Bccidente enlos ochenta trajo consigo un doble movimiento+ por una parte, una supersticiosaexaltación del mercado, cerrando los ojos a losresultados catastrófcos 'ue su autónomo uncionamiento había producido en el pasado Mhasta desembocar en la 1ran epresión de -5( y absolviéndolo piadosamente de sus

culpas. %or la otra, una recíproca satani!ación del Estado como causante de todas lasdesgracias e inortunios 'ue, de distinta manera, aectaron a las sociedades capitalistas.9o es precisamente una casualidad 'ue la crítica al Estado haya comen!ado a arreciarcuando los estados capitalistas de América Latina inician una nueva etapademocrati!adora. 3ajo estas circunstancias, el auge de los planteamientos1& ).3. acpherson, Ghe political theory o possessive individualism, ;obbes to LocIe, Londres, Bxord=niversity %ress, -65@ y también su Ghe lie and times o liberal democracy, op. cit., pp. 5<(2<. Qéasetambién la sugerente sistemati!ación eectuada (tras las huellas de acpherson( por avid ;eld, odels oemocracy, op. cit., y la obra de ). %aternan, %articipation and emocratic Gheory, op. cit.neoliberales 'ue confguran el )onsenso de Hashington ha convertido al Estado en la betenoire 'ue hay 'ue combatir si es 'ue nuestros países 'uieren arribar, alg"n día, a losdi&anos cielos del desarrollo. )ual'uiera mínimamente amiliari!ado con la historia

económica de las sociedades capitalistas, sea del centro como de la perieria, sabe muybien 'ue esta ormulación es insostenible a la lu! de la evidencia empírica. *ecordemossimplemente lo siguiente+ en la década del T6/ las economías latinoamericanas de eseentonces, ulminadas ahora por su estatismo, crecieron a una tasa anual del 4,0 Z, y en ladécada siguiente, a pesar de los problemas derivados de la crisis del petróleo y la recesióen los países industriali!ados, lo hicieron 4,6 Z. En los neoconservadores TN/, cuando laspolíticas ortodoxas prevalecieron casi sin contrapeso, la tasa de crecimiento ue de tansólo el -,< Z, 'ue se transorma en negativa al tomarse en cuenta el crecimiento de lapoblación.1)

El camino neoliberal hacia el %rimer undo, por lo tanto, no es otra cosa 'ue un mito,h&bilmente manejado por las clases y racciones 'ue actualmente detentan la hegemonía

en el sistema capitalista internacional. Los resultados de esa política pueden verse contoda nitide! en el caso de los Estados =nidos, donde la ortodoxia neoliberal de *eaganobró el milagro de hacer 'ue en pocos a$os la mayor economía del mundo setransormase Udel principal acreedor del planeta en el primer deudor del orbeR 8inembargo, y pese a esta evidencia, los pregoneros de las bondades del ajuste neoliberal enAmérica prosiguen impertérritos con su prédica, y sus imponentes aparatos de hegemoníahan transormado este verdadero monsense en el sentido com"n de nuestras sociedades.  La hegemonía ideológica del neoliberalismo y su expresión política, elneoconservadorismo, ad'uirió una desacostumbrada intensidad en la América Latina. =node sus resultados ha sido el radical debilitamiento del Estado, cada ve! m&s sometido alos intereses de las clases dominantes y resignando grados importantes de soberanía

nacional ante la superpotencia imperial, la gran burguesía transnacionali!ada y sus7instituciones7 guardianas+ el D:, el 3anco undial y el régimen económico 'ue gira entorno a la supremacía del dólar. %or otra parte, a la crisis estructural del Estado (sura'uitismo y regresividad tributarias, la irracionalidad del gasto, la sangría de la deudaexterna, su hipertrofa burocr&tica ( se le a$ade un discurso ideológico autoincriminatorio'ue iguala todo lo estatal con la inefciencia, la corrupción y el despilarro, mientras 'ue la7iniciativa privada7 aparece sublimada como la esera de la efciencia, la probidad y laausteridad. Estas im&genes dicotómicas de lo 7p"blico7 y lo 7privado7 no resisten el meno

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an&lisis, aun'ue sea por el hecho elemental de 'ue la otra cara de la corrupción y la.inefciencia del 7estatismo7 es el empresario privado 'ue corrompe al uncionario estatal.En todo caso, la amalgama de la crisis estructural del Estado con el discurso satani!adordel sector p"blico ha disminuido la capacidad de éste para ormular y ejecutar política. Laburguesía 'ue en el pasado apoyó su acumulación privada en la gestión estatal y las

políticas Ieynesianas hoy, se desvive por amputarle al Estado todas sus capacidadesregulatorias. 8u estrategia de dominación (articulada en los dierentes escenariosnacionales con la de las racciones hegemónicas del capital imperialista( ha sido acilitadapor el enomenal retroceso experimentado por el movimiento obrero escala planetaria.Esta situación ha precipitado una oensiva sin precedentes destinada a desandar elcamino iniciado con la 1ran epresión de -5, despla!ando el centro de gravedad de larelación Estado(mercado en dirección de este "ltimo+ de ahí la oleada de desregulacionesliberali!aciones, aperturas indiscriminadas de los mercados, y las privati!aciones mediantlas cuales los capitalistas se hicieron de las empresas estatales y de los servicios p"blicosm&s rentables.  )omo resultado de todo lo anterior los capitalistas locales y sus socios metropolitanos

obtuvieron varias ventajas+ primero, reor!aron de manera considerable su predominioeconómico reduciendo dr&sticamente el control p"blico de los recursos nacionales yacilitando el accionar del sector privado. 8egundo, algo muy importante para el grancapital fnanciero internacional y de lo cual se habla muy poco+ garanti!aron >al menoshasta ahora? el pago de la deuda externa, destinando a tales eectos recursos ypropiedades de car&cter p"blico otrora 7intocables7@ tercero,modifcaron a su avor, y demanera decisiva, la correlación de uer!as entre el mercado y el Estado, condicionando deeste modo los grados de libertad 'ue pudieran tener alg"n uturo gobierno animado poruna vocación reormista o transormadora. Ante este panorama no caben dudas+ tal ve!1) )alculado sobre la base de inormes varios de )E%AL y el 3anco undial.la tarea m&s urgente con la 'ue se deban enrentar los países de América Latina una ve!

agotado el diluvio neoliberal ser& la reconstrucción del Estado.a*La cru+ada 'privatista': La usión de la crisis fscal con el discurso auto(incriminatorio'ue Estado le propagan los voceros del neoliberalismo ha impulsado a diversos gobiernosde la región a adoptar políticas tan salvajes como imprudentes (y, en algunos casos,altamente corruptas ( de desmantelamiento de agencias y empresas estatales oparaestatales, cuyos resultados, en términos de la provisión de bienes p"blicos, son hastaahora rancamente negativos. La muerte s"bita del Estado constituye una asombrosanovedad, por cuanto pone de relieve la pendular reversión de una tendencia muy pronunciada en los sesenta y en los setenta, y 'ue tuvo como consecuencia elreor!amiento del Estado en casi los países de la región. =na somera revisión de laliteratura de la época demuestra 'ue el Estado se había transormado en un componente

central  el amoso 7trío7 dominante (junto con las burguesías 7interiores7 y el capital monopólictransnacional( en los estados burocr&ticos(autoritarios y las dictaduras militares de nuevotipo 'ue, por a'uellos a$os, se ense$orearon de la región.17 8i bien su poderío no podíae'uipararse al 'ue caracteri!aba al 7socio principal7 de esta alian!a, el capitaltransnacional, la pujan!a de las estructuras estatales, la diversidad de empresas dedistinto tipo 'ue poseía y administraba, y el enorme volumen de sus operaciones hicierondel Estado un agente económico y político de primer orden. Adem&s, éste no sólo podía

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dictar ciertas condiciones a las burguesías locales sino 'ue, en algunos casos pudonegociar con el capitalismo metropolitano desde una posición 'ue le permitió (como en3rasil, éxico, en parte Qene!uela( introducir estrictas regulaciones a sus negocios e,inclusive, dictar leyes de nacionali!ación de frmas extranjeras. 3asta recordar, paracalibrar la magnitud de las transormaciones experimentadas en estos a$os, 'ue la

problem&tica de a'uellas épocas era la de las nacionali!aciones, mientras 'ue hoy en díala vo! de orden es la de las privati!aciones. 9o hace mucho se dise$aban proyectos deexpansión del sector p"blico y las empresas estatales@ hoy en día la ortodoxia dominanteaconseja 7achicar7 el Estado, rematar sus empresas para ortalecer el sector privado de laeconomía, y nuestros gobiernos est&n actuando Mcon la uria y el dogmatismo de losconversos( en unción de estas nuevas ideas. Esta violenta oscilación en el 7climaideológico7 del capitalismo tiene, sin dudas, enorme signifcación desde el punto de vistade las capacidades eectivas del Estado para intervenir en la vida económica. El7papel rector7 'ue se le asignaba en la ideología desarrollista de la posguerra ha sidosignifcativamente recortado@ sus recursos y su capacidad para ejecutar una políticaeconómica soberana también. En consecuencia, sus posibilidades de regular los mercados

neutrali!ar los eectos des'uiciantes del ciclo económico y producir los satisactoressociales 'ue re'uiere la población se han visto tajantemente menoscabados.  Entiéndase bien+ no estamos proponiendo 'ue la i!'uierda latinoamericana se embar'ueen una dogm&tica apología del modelo estatal vigente en el antiguo régimen social deacumulación. A'uel era un Estado 'ue, visto desde la perspectiva de hoy, ciertamenteaparece como sobredimensionado, involucrado innecesariamente en una infnidad de jurisdicciones y marcado por proundas tendencias defcitarias. =n Estado 'ue, sin dudas,servía m&s para satisacer las necesidades y los intereses de las clases dominantes 'uelos de las clases y capas subordinadas. 8in embargo, dada la naturale!a 7Estadocéntrica7del viejo patrón de acumulación capitalista, este sesgo clasista no le impidió desempe$arun relevante papel desde la segunda posguerra hasta la crisis del petróleo+ tal como

decíamos m&s arriba, las economías latinoamericanas crecieron a un promedio anualsuperior al 4,4Z y un vigoroso proceso de industriali!ación transormó radicalmentenuestras sociedades.Adem&s, al amparo de ciertas coyunturas políticas, el impulso de las luchas populares hi!o'ue el17 8obre este tema consultar los cl&sicos trabajos de 1. BTonnell, oderni!ation and bureacraticauthoritarianism. 8tudiesin 8outh American politics, 3erIeley+ :nstitute o :nternacional 8tudies, =niversity o )aliornia. -0, y D. ;.)ardoso,Autoritarismo e emocrati!a[ao, *ío de aneiro, %a! e Gerra, -04.7Estado intervencionista7 adoptase políticas 'ue redistribuyeran moderadamente ingresosy ri'ue!as, integrase políticamente a las capas y clases populares, y se les proveyera de

ciertos bienes y servicios(sa-ud, educación, vivienda, agua potable, transportes, unalegislación social, etc.( a los cuales probablemente jam&s habrían accedido si hubierantenido 'ue esperar los benefcios del mercado.71 Agotado el modelo de acumulación 'ueinstalaba al Estado en una posición rectora My sobre el cual se asentaba adem&s eldinamismo del proceso de crecimiento( los deectos e insufciencias del viejo orden estataad'uirieron un car&cter grotesco. En el enrarecido clima producido por la embriague!neoliberal, las ra!onables iniciativas tendientes a reormar el Estado se transormaron(como en la Argentina menemista( en una irracional cru!ada purifcadora. Buscados por

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su a&n de ser 7m&s papistas 'ue el papa7 y deseosos de probar en los hechos su intensaadhesión a los dogmas del )onsenso de Hashington, en lugar de erradicar al 7estatismo7 como deormación viciosa de una institución como el Estado 'ue, en la etapa actual, esirreempla!able varios gobiernos de la región se dieron a la tarea de destruirlo. En laArgentina se privati!aron las empresas p"blicas, pero transfriendo escandalosamente, a

precios irrisorios y sin los m&s elementales recaudos ('ue en el *eino =nido, por ejemplo,tomara la 8ra. argaret Ghatcher( el patrimonio acumulado por varias generaciones a laantigua 7patria contratista7, nacionales privadas o a monopolios estatales extranjeros. Gambién se desregularon muchas actividades económicas >pero preservando ciertos7cotos de ca!a7 para oligopolios regenteados por 7in#uyentes7 allegadas a los círculosgobernantes? y en detrimento de la colectividad se amputaron innecesariamente uncionelegítimas de fscali!ación y contralor >por ejemplo, industria armacéutica, bebidas o laalimentación? 'ue el Estado desempe$aba con ra!onable efcacia desde hacía medio siglo%or "ltimo, se redujo el défcit Discal, pero privando al Estado de los recursos m&selementales para proveer bienes p"blicos e intervenir con efcacia en la vida económica ysocial, a la ve! 'ue con sus misérrimos sueldos se ahuyentaba a sus m&s honestos y leale

servidores.1!  Goda esta insensate! ue justifcada por una ideología crudamente 7privatista7 'ue,incentivada por los tecnócratas ligados a las instituciones fnancieras internacionales,sostienen 'ue todo lo 'ue hace el Estado es malo, inefciente y corrupto@ y 'ue todo lo 'uehace el sector privado es bueno, efciente y virtuoso. )egados por su dogmatismo, o porsus intereses materiales, los 7undamentalistas7 de la economía neocl&sica parecen no secapaces de percibir 'ue el record de empresas privadas de aviación como =8 Air >a 'uiense le cayeron cinco aviones en cinco a$os?, o las diuntas %an American o Eastern,empalidecen ante el 'ue exhiben empresas estatales o con amplia mayoría accionariaestatal como 8Yissair, Luthansa o Air Drance. B 'ue los errocarriles estatales de Drancia,8ui!a y Alemania son infnitamente superiores en calidad, efciencia y precio a la frma

privada norteamericana AmtraI@ o 'ue la empresa estatal teleónica de Drancia esincomparablemente superior a cual'uiera de las privadas de los Estados =nidos y 'ue, apesar de su crisis, el *oyal ail brit&nico es muchísimo mejor 'ue los 7correos privados7'ue pululan por toda América Latina gracias a las políticas de destrucción del Estadopatrocinadas por las gobiernos neoliberales de la región. Ante esta evidencia, Jcómopuede aducirse la 7superioridad7 (en términos de efciencia\racionalidad\precio\calidad\servicio( de la empresa privada, en todo tiempo, lugar y circunstanciaKb* Las políticas sociales y las ,allas del mercado:1 =na sugerente discusión sobre el auge y la crisis de los modelos de acumulación 7Estadocéntricos7 puedverse en L. %aramio, 7El fnal de un ciclo y la crisis de unos actores+ América Latina ante la década de losT/7, ponencia presentada al CQ] )ongreso de la Asociación :nternacional de )iencia %olítica, 3uenos Aires, julio de --@ véase también *. Lagos, 7)risis, ocaso neoliberal y el rol de Estado7. en %ensamiento

:beroamericano, 9] 4 a, enero(junio de -N2, pp. -6<(-NN, y . )avaro!!i, 73eyond transitions to democracyin Latin America7, ponencia presentada al CQ] )ongreso undial de la Asociación :nternacional de )iencia%olítica, 3uenos Aires, julio de --.1! =na estimulante recopilación de trabajos sobre estos temas puede verse en . uchniI Economía y Qida)otidiana en la Argentina, op. cit., y en A. 3occo y 9. insburg >comps.?, %rivati!aciones. *estructuración deEstado y la 8ociedad. el %lan %inedo a 7los Alsogaray7, 3uenos Aires, Letra 3uena, --.  Ahora bien+ es evidente 'ue, ante la magnitud del desaío 'ue plantea la r&pidapropagación de la pobre!a en todo el continente el Estado deber& dise$ar un conjunto depolíticas sociales 'ue neutralicen y corrijan los des'uiciantes eectos de las Tallas7 del

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mercado, 'ue en América Latina han demostrado una colosal ineptitud para resolver losproblemas de la educación, la vivienda, la salud@ la seguridad social, el medio ambiente yel crecimiento económico, para no citar sino los ejemplos m&s corrientes. El costo de nohacer nada (pagando tributo al dogma neoliberal( ser& inmenso, no sólo en términos desurimiento humano sino también de desempe$o económico a mediano y largo pla!o y de

estabilidad democr&tica. 8eg"n diversos trabajos elaborados por la )E%AL, en -6/ un 4-por ciento de personas vivía por debajo de la línea de pobre!a en América Latina, lo 'uee'uivalía a unos --/ millones de personas. En -0/ esta proporción descendiósensiblemente, a un 2/ por ciento. En la década de los setenta la tendencia positiva seestanca, registrando un ligero aumento hasta llegar a un 2- por ciento en -N/. Luego deestallido de la crisis de la deuda y la puesta en macha de las políticas de ajusteestabili!ación la regresión social cobra m&s uer!a+ la proporción de pobres salta al 2< porciento en -N6 y un 26 por ciento en -/, esto es -6 millones de latinoamericanos.#" Las estimaciones alternativas sobre lo 'ue nos guarda para el resto de la década de losnoventa est&n lejos de ser tran'uili!adoras. Adoptando una metodología 'ue permite la7medición integrada de la pobre!a7 y, en ese sentido, dierente a la de la )E%AL, el

%rograma de las 9aciones =nidas para el esarrollo, llega a las siguientes conclusiones. Eun escenario 7optimista7, es decir, suponiendo 'ue el %3: per c&pita crece a un ritmopromedio anual del -,< Z se llegar& al a$o 5/// con 56 millones de pobres, o sea, un46,< Z del total de la población de América Latina y el )aribe. 8in embargo hay otraposibilidad, esta ve! 7pesimista7 ( 'ue implica 'ue el %3: per c&pita permanece estancado( y en cuyo caso la región contaría hacia fnales de siglo con <-5 millones de pobres, un4,< Z del total de la población.#1

  La gravedad de la situación retratada por el trabajo del %9= salta a la vista, sobre todosi se recuerda 'ue en la América Latina y el )aribe de los ochenta el %3: per c&pita sólouna ve!, en -N6, creció por encima del -,< Z estipulado bajo la hipótesis 7optimista7 y'ue en los tres "ltimos a$os de la década el crecimiento ue negativo, de (-,5, (/,6 y (5,6

Z, respectivamente. 8i bien es cierto 'ue a comien!os de los noventa se produjo unacierta recuperación en algunos países también es cierto 'ue ésta sigue siendo7parsimoniosa7 y 'ue los pronósticos distan de dar por terminada la recesión instaladadesde los ochenta. En todo caso, hacia -< las economías latinoamericanas no habíandado se$ales muy convincentes como para abrigar mejores esperan!as y esperar conconfan!a el cumplimiento de las previsiones optimistas. La crisis del peso en éxico, endiciembre de -2, vino a ensombrecer a"n m&s este panorama. 3ajo estas condiciones,Jes posible construir democracias estables y legítimasK  En todo caso, si se persiste en la orientación de la política económica adoptada durantela década de los ochenta los países de la región corren serios riesgos de 'ue lasmodifcaciones regresivas 'ue tuvieron lugar en el pasado inmediato se proundicen y

consoliden defnitivamente, coagulando un nuevo tipo de estructura social caracteri!adapor su polari!ación, heterogeneidad y dese'uilibrios, con extremos de pobre!a eindigencia 'ue conviven (con niveles crecientes de violencia, criminalidad, anomia ydesorgani!ación social( con otros de ri'ue!a y opulencia. A'uí surgen dos tipos deconsideraciones. %or una parte no es con una mano de obra pauperi!ada, hambrienta,cada ve! menos educada, carente de una adecuada atención sanitaria, mal vestida y peoalojada como nuestros países podrían insertarse en la economía intencional. Las naciones'ue han sobresalido en este empe$o han hecho exactamente lo contrario+ invertir

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consistentemente en el capital humano, lo 'ue ha llevado a reducir la pobre!a y aconstruir sociedades m&s justas.###" B. 8unIel, 7La crisis social en América Latina. =na perspectiva neoestructuralista7, en ). )ontreras Puina>comp.?, El esarrollo 8ocial. Garea de Godos. 8antiago, )omisión 8udamericana de %a!, 8eguridad yemocracia, -2. p.<N.#1 Duente+ %9=, esarrollo sin pobre!a, ocumento de Grabajo preparado para la ::] )onerencia *egional

sobre la %obre!a en América Latina y el )aribe, 8antiago, -0(- de octubre. -/. p. 24 e. Entre -- y-<. seg"n la )E%AL el %3: per c&píta creció a un promedio del -,2Z anual, es decir, apenas una décima deun uno por ciento de lo mínimo necesario para satisacer las modestas exigencias del escenario optimistaR). )epal 9eYs, Hashington, )E%AL. Qol. CQ, 9]-, enero de -4.## ). )E%AL, Gransormación productiva con e'uidad, 8antiago, -/.  %or la otra, a nadie se le escapa 'ue una situación social de ese tipo (lo 'ue ciertoseconomistas brasile$os han dado en llamar el modelo de 3elindia+ una me!cla tenebrosade la pobre!a de la:ndia con la opulencia belga( orece un terreno escasamente propicio para la estabili!acióny uncionamiento de un orden democr&tico. %ara 'ue éste sobreviva se re'uiere 'ue en lasociedad prevale!ca un grado mínimo de justicia distributiva+ nuestros países no sólo seencuentran por debajo de ese umbral sino 'ue (embelesados por el mito neoliberal (

marchan resuelta y despreocupadamente en sentido contrario. 9o hace alta insistirdemasiado en la signifcación 'ue este negativo desempe$o de la economía tiene sobre laestabilidad democr&tica y la solide! de sus principios de legitimidad. 3aste con recordar'ue semejante perormance se encuentra en las antípodas de lo 'ue uera el rasgodistintivo de la reconstrucción democr&tica y económica de la Europa de posguerra. Losrecientes acontecimientos de %er" y Qene!uela@ la ininterrumpida supremacía militar en)hile, apenas disimulada por la existencia de un gobierno civil@ las difcultades con 'uetropie!an los avances democr&ticos en éxico@ los avatares de la democracia en ;aití ylos alarmantes síntomas de la descomposición de tan precario(orden estatal en )olombiay el 7vaciamiento7 'ue han surido las dem&s experiencias democrati!adoras en elcontinente son ominosos recordatorios de su ragilidad, aun cuando sea bueno recordar'ue éstas no son tan débiles como se tenía y 'ue han resistido (hasta ahora( el peso deuna tremenda crisis económica. 8in embargo, sería conveniente no caer en un imprudenteoptimismo, ruto de la subestimación de los actores 'ue tienden a erosionar la estabilidaddel orden político. =n régimen democr&tico 'ue merced a las políticas de 7ajuste salvaje7empobrece a$o a a$o un n"mero cada ve! mayor de ciudadanos@ o 'ue transorma enletra muerta la separación de poderes@ o 'ue neutrali!a por completo los débiles impulsosparticipativos desde la base puede terminar cavando su propia osa. =n régimen, endefnitiva, 'ue cancela la 7ciudadanía política7 lograda por la reinstauración de lademocracia con la 7desciudadani!ación económica y social7 provocada por el apogeo delneoliberalismo puede proyectar una superfcial impresión de estabilidad, hasta 'ue des"bito se produce el derrumbe. La progresiva deslegitimación de las nuevas democracias,producto de su incapacidad para mejorar la suerte de las grandes mayorías, diícilmentepueda ser considerada como un elemento positivo en su estabili!ación.#$

  %ero retomemos el hilo principal de nuestro argumento+ ante la reiterada comprobaciónde 'ue el mercado no har& sino agravar los problemas de la pobre!a y la ine'uidad socialse aduce 'ue el Estado se encuentra en bancarrota y 'ue carece de los recursosnecesarios para fnanciar una agresiva política social 'ue al menos neutralice la masa depauperi!ados 'ue a$o a a$o genera la aplicación de las políticas neoliberales. Es evidente

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'ue el Estado en la mayoría de los países de la región se encuentra en bancarrota, 7derodillas7 ante sus acreedores, para utili!ar la gr&fca imagen de uno de los ministros delpresidente enem ante una comisión parlamentaria. 8in embargo, lo 'ue se ocultacuidadosamente es 'ue tan deplorable situación de las cuentas fscales no se origina en ladesmesura del gasto sino en la crónica incapacidad de nuestros gobiernos para expandir

sus ingresos por la vía tributaria. )ontrariamente a lo 'ue predican algunos de los m&servorosos exégetas del neoliberalismo, el 7tama$o7 del Estado en América Latina, medidopor la proporción del gasto p"blico sobre el %3:, es sustancialmente menor 'ue el de lospaíses industriali!ados.ecir, por lo tanto, 'ue estamos en crisis por'ue gastamos m&s de los debiéramos(ocultando el hecho de 'ue, en relación al %3:, países como Argentina, 3rasil, )hile yéxico gastan marcho menos 'ue Drancia, Alemania, )anad&, Estados =nidos y muchosotros gigantes de la economía mundial ( e'uivale a altar gravemente a la verdad. &s dela mitad de las economías industriales m&s importantes del mundo destinaron en -N4m&s del 4/Z de su producto bruto al gasto p"blico y, adem&s, pese a la vocinglería de loseconomistas neoliberales, éste no ha cesado de crecer.#% La prédica de sus uncionarios,

ministros y ban'ueros es incongruente con sus pr&cticas políticas y est&n principalmentedirigidas a los endeudados gobiernos de la e la perieria. %or el contrario, en#$ =na visión contraria a la nuestra se encuentra en S.L. *emmer, 7Ghe political impact o economic crisis inLatin America in the -N/Ts7, en American %olitical 8cience *evieY, Qol N4, 9]<, septiembre de --, pp.000(N//.#% Qer ciras en A. 3oton. Estado, )apitalismo y emocracia en América Latina, op. cit., np 55<(55NAmérica Latina el ajuste fscal redujo el gasto p"blico a los eectos de canali!ar recursospara el pago cae la deuda y controlar la in#ación. A fnes de los a$os ochenta el gastop"blico como por ciento del %3: era de <5,NZ en Argentina, <-,5Z en 3rasil, <6,2Z en)hile, <-,-Z en éxico y 50,/Z en Qene!uela, es decir, ciras e'uivalentes a las de haceunos veinte a$os, siendo los recortes en los 7gastos sociales7 los m&s signifcativos.#& Estos guarismos, por otro lado, se colocan escasamente por encima de la mitad de los

valores propios de los capitalismos desarrollados, por lo cual diícilmente podría hablarse,con seriedad, de 'ue nuestros estados han registrados un crecimiento aberrante entérminos internacionales. =n reciente estudio del 3anco undial revela 'ue los países de7bajos ingresos7 tienen una proporción de gasto p"blico sobre el %3: del 5<Z, mientras'ue las así llamadas 7economías industriales de mercado7 se sit"an en el 2/,/Z.#) EnAmérica Latina el gasto p"blico de 1uatemala, %er" y %araguay es del --,NZ, -<,6Z y-2,6Z de sus respectivos productos brutos. Las cosas son bien distintas a como las pintanlos tecnócratas del )onsenso de Hashington.c* La ineuidad en el sistema tributario: Lo anterior no implica desconocer el hechode 'ue el gasto p"blico en los países de la región generalmente se administra de manerasumamente inefciente. Gampoco signifca ignorar el alto grados de corrupción 'ue

evidencian nuestros aparatos estatales, pero es preciso también recordar 'ue esteenómeno no es menos grave y diundido en los capitalismos desarrollados, como lo prueban hasta la saciedad las experiencias de :talia y Espa$a y, en menor medida, elpropio apón. Gampoco es cierto 'ue una política arrolladoramente 7ultramercadista7 comoaconsejan los teóricos del 3anco undial nos vaya a librar ele la plaga de la corrupción.Las uer!as del mercado no se caracteri!an precisamente por su mayor apego a la justiciay la legalidad 'ue los políticos y uncionarios p"blicos.

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  En todo caso, y m&s all& de estas salvedades, lo cierto es 'ue el gasto p"blico denuestros países es sensiblemente inerior 'ue el de los países industriali!ados. %retenderpor lo tanto 7ajustar7 las cuentas fscales reduciendo a"n m&s el gasto fscal es unapolítica proundamente e'uivocada, irrealista y condenada inexorablemente al racaso.  En la Argentina, por ejemplo, ya no 'ueda por dónde ajustar gastos, con salarios en el

sector p"blico del orden de los -4/ o 5// dólares mensuales@ con sueldos docentes 'ue#uct"an en torno a los <// dólares y con jubilaciones 'ue oscilan alrededor de los -4/dólares ya no dejan mucho margen para un recortar los 7excesos7, sobre todo cuandotiene en cuenta 'ue una canasta de bienes y servicios para una 7amilia tipo7 oscila entorno a los mil dólares mensuales. =n gobierno 'ue paga esos sueldos de hambre y 'uecondena a los asalariados y pensionados a la indigencia@ 'ue ha renunciado casi porcompleto a hacer cual'uier tipo de obra p"blica@ 'ue 7deserta7 de sus responsabilidadesundamentales en materia de salud y educación@ 'ue cierra ramales erroviarios, 'uepr&cticamente ha privati!ado todo lo privati!able y 'ue ni si'uiera invierte para sustituirlos bienes amorti!ados@ Jcu&l es cu&l es el gasto 'ue a"n le 'ueda por 7ajustar7K#7 9adieduda 'ue es necesario e'uilibrar las cuentas fscales y producir una reorma integral del

Estado. Esta habr& de ser, sin duda alguna, una de las grandes tareas con 'ue habr& deenrentarse la i!'uierda en América Latina. %ero el talón de A'uiles de la crisis Discal noradica en la desmesura del gasto sino en la incapacidad extractiva de nuestros gobiernos,y en su desinterés >m&s 'ue en su debilidad política? para doblegar el 7veto contributivo7'ue las clases dominantes han acordado >o en su deecto, impuesto? a las uer!aspolíticas(democr&ticas o autoritarias 'ue#& )E%AL, Gransormación productiva..., op, cit. , p, 4. En el caso argentino, en el período -5(2 el gastop"blico descendió a"n mas, al 50 por ciento, pero el gobierno en 'ue todavía es muy elevado.#) Horld 3anI, Horld evelopment *eport, --. Ghe )hallenge o evelopment, Bxord, Bxord =niversity%ress, --, p.-<.#7 :nterrogado por los periodistas en ocasión de una de las tantas marchas de los jubilados demandandouna mejora de sus haberes, el inistro omingo )avallo comentó urbi et orbi 'ue él no podía vivir con

menos de die! mil dólares al mes. %ese a ello se mantuvo frme en su posición de negar un aumento a lospensionados 'ue ganaban entre ^-2/ y -4/ mensuales.gobernaron en los diversos países la región. Esa ragilidad, o la complicidad estatal con loricos, 'ueda puesta en evidencia cuando se compara la supuesta 7alta presión tributaria7del Estado en América Latina con las ciras reales de lo 'ue se paga en impuestos. A'uínos encontramos con el hecho 'ue, contrariamente a la ideología dominante, nuestrapresión impositiva es aproximadamente la mitad de la 'ue existe en los países de la BE)y mucho m&s cercana a la 'ue hay como promedio en _rica o Asia. ientras 'ue, en-N, la presión tributaria ( medida como porcentaje de %3:( de los países m&sdesarrollados de América latina oscilaba en tomo al -0Z >y lade %er", %araguay y 1uatemala giraba alrededor del NZ? en _rica llegaba a -4,2Z y en

Asia al -2,6Z. %or contraposición, en el conjunto de los países industriali!ados era comopromedio el <0,4Z, excluyendo en todos los casos las contribuciones por conceptos deseguridad social.# 

%ero el ejemplo m&s elocuente lo provee el an&lisis de las ciras del impuesto directo enrelación al %3:+ mientras 'ue el nivel promedio para los países de la BE) gira en torno al-2Z del %3:, apenas si llegaba al 4Z en éxico@ 2Z en 3rasil y )olombia@ <Z enArgentina, )hile, )osta *ica, =ruguay, y Ecuador@ 5Z en %araguay, %er" y 1uatemala, y-Z en 3olivia. Estos estados capitalistas, 'ue ueron lo sufcientemente 7uertes7 como

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para desmantelar sus empresas p"blicas, amputar sus agencias administrativas, privati!atoda clase de servicios, destruir sindicatos y recortar salvajemente presupuestos fscales ygastos sociales aparecen como sorprendentemente débiles a la hora de organi!ar unrégimen tributario mínimamente e'uitativo y 'ue obligue a los capitalistas a pagarimpuestos en una proporción aproximada a la 'ue prevalece en los países avan!ados y,

hasta cierto punto, en los del 8udeste Asi&tico.#!  %or otra parte, nuestra estructura impositiva es altamente regresiva e injusta+ mientras'ue en los países industriali!ados los impuestos directos ('ue gravan al capital, lasganancias y las maniestaciones de ri'ue!a( representan las dos terceras partes de losingresos tributarios, en América Latina constituyen algo así como la tercera parte. %orconsiguiente, el grueso de los ingresos fscales provienen de impuestos al consumo, eltrabajo y el comercio. Es decir, de grav&menes aplicados a los sectores no(propietarios decapital. 8i las autoridades estuvieran dispuestas a producir una reorma undamental de lalegislación tributaria estas graves distorsiones podrían ser suprimidas en un pla!orelativamente breve. ientras tanto, la incapacidad del Estado para doblegar el 7vetocontributivo7 de los grandes capitalistas, y para controlar la enomenal tasa de evasión y

elusión impositiva despoja a los distintos órganos del Estado de toda posibilidad deintervenir efca!mente en la coyuntura. En la Argentina los recursos genuinos captadospor la vía impositiva parecen incapaces de perorar el bajo techo en 'ue se encuentranactualmente, y la ine'uidad de la estructura tributaria llega a tales niveles de perversión'ue la relación entre el total de impuestos pagados >directos e indirectos? y el ingresopersonal del veinte por ciento de menores ingresos de la población económicamenteactiva... Ues m&s elevada 'ue la media nacional, y superior inclusive en relación al -/ porciento m&s rico del paísR ientras en -N6 el decil inerior destinaba el 5,</ Z delingreso amiliar al pago de impuestos y el siguiente decil destinaba el 50,</Z, la medianacional dedicaba a tales fnes el 56,-/Z y el decil superior, el de los m&s ricos,canali!aba en esa dirección el 50,//Z de sus ingresos. esaortunadamente, una

situación como ladescripta est& lejos de ser una anomalía sino 'ue se reproduce en casitodos los países de la región.$"

  Es evidente 'ue una estructura de este tipo es insostenible, a la lu! de las exigencias dela ética política y su preocupación por la justicia@ también lo es desde el punto de vista delos imperativos de racionalidad macro(económica 'ue demanda el proceso de ajustecapitalista actualmente en curso. Es por eso 'ue el complemento necesario del proceso dereconstrucción del Estado de bienestar es la concreción de un nuevo 7pacto fscal7 'ueponga fn a las aberrantes ine'uidades contenidas en el régimen tributario. En ese sentidoser& preciso tener en cuenta 'ue, al menos en el caso argentino, no sólo se trata de unnuevo acuerdo entre clases y sectores sociales sino entre las diversas instancias delEstado+ el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y, fnalmente, los

# ). )E%AL E'uidad y Gransormación %roductiva. =n Eno'ue :ntegrado, 8antiago, )E%AL, -5, p 5.#! E'uidad y transormación productiva..., op. cit., p. 5.$" ). . . 8antiere. :norme sobre la estructura tributaria argentina, 3uenos Aires, 3anco undial, -N.municipios. 8i esta tarea no es encarada urgentemente cual'uier tentativa de introducirun ciertoorden racional en la vida económica est& condenada al racaso.$1

  La crisis del Estado beneactor, inclusive en las ormas incompletas 'ue asumió en laperieria, es un asunto 'ue est& uera de discusión. %ero la incapacidad del neoliberalismo

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para orecer una respuesta satisactoria, en términos económicos, sociales y políticos, esasimismo igualmente evidente. Lo 'ue por ahora resulta mucho menos claro, y nos parece'ue éste es uno de los grandes desaíos con 'ue tropie!a la i!'uierda en América Latina,es cómo y con 'ué reempla!arlo.$# La ilusión de 'ue los recursos 'ue malamente >seg"nsus críticos neoliberales? asignaba el Estado Seynesiano serían distribuidos mejor y a

menor costo por el mercado se han disipado por completo luego del racaso delexperimento neoliberal en los Estados =nidos y el *eino =nido. La enomenal crisis delsistema de salud en los Estados =nidos revela, en un escenario privilegiado como muypocos, las insuperables difcultades 'ue tiene el mercado para garanti!ar una coberturaadecuada, efciente y barata de un bien p"blico tan prioritario como la salud. 9o en vanolos países 'ue salieron mejor posicionados de la crisis de los ochenta ueron a'uellos 'uese abstuvieron de aplicar las recomendaciones de los undamentalistas del )onsenso deHashington..l neoliberalismo y la or/ani+ación internacional del capitalismoEn esta sección discutiremos los instrumentos y mecanismos mediante los cuales elneoliberalismo afan!ó su hegemonía en el plano internacional y la valide! empírica y la

consistencia lógica de algunas de sus propuestas centrales. Es evidente 'ue los triunoselectorales de argaret Ghatcher y *onald *eagan marcaron el apogeo de esta ideología acomien!os de la década del ochenta. Al convertirse en el 7dogma7 dominante de losEstados =nidos y el *eino =nido, el neoliberalismo ad'uirió una gravitación en el sistemainternacional pocas veces vista en la historia. e la mano de esta Vderechi!aciónW delclima ideológico y político de Bccidente vino el ascendiente de las teorías económicasneocl&sicas, con sus hechiceros y aprendices de brujo dispuestos a aplicar, en todaspartes y bajo cual'uier circunstancia, la misma receta codifcada en el )onsenso deHashington. %ero este retorno de la ortodoxia, para usar la expresión de un asombrado*a"l %rebisch, se produjo en un terreno 'ue ya había sido convenientemente abonado porel agotamiento del boom de la posguerra y por el desprestigio en 'ue habían caído las

órmulas Seynesianas. América Latina no pudo resistir al 7contagio7 ideológico, y uno trasotros sucesivos gobiernos y uer!as políticas capitularon ante la nueva ortodoxia 'uepredicaban con inusitado ervor los voceros de la metrópolis.  ;ay, sin embargo, otros antecedentes m&s lejanos 'ue también avorecieron la vigorosaresurrección de las ideas liberales abandonadas en el ragor de la gran epresión. 8e tratadel 7régimen económico7 internacional establecido a fnales de la 8egunda 1uerraundial, un régimen 'ue establecía unas reglas del juego inspiradas en la doctrina delliberalismo económico para un mundo 'ue, pese a estas exhortaciones, las violabaimpunemente con el proteccionismo y el neoproteccionismo, con los abulosos défcitfscales y con las políticas migratorias restrictivas.$$$1 ). *. )arciof, La desarticulación del pacto fscal. =na interpretación sobre la evolución del sector p"blico

argentino enlas dos "ltimas décadas, 3uenos Aires, )E%AL. oc. de Grabajo 9% <6, -/.$# )L ). BXe, )ontradictions o the Helare state, )ambridge, :G %ress, -N2 , y su isorgani!ed)apitalism,)ambridge, :G press, -N4. Qéase asimismo L. %aramio, Gras el iluvio. La i!'uierda ante el fn de sigloadrid, 8igloCC:,-NN@ A. %r!eYorsIi )apitalismo y 8ocialdemocracia, adrid, Alian!a, -NN@ E. :suani, *. Lo Quolo y E. GentiDanani,, El Estado beneactor+ un paradigma en crisis, 3uenos Aires, i$o, &vila \ ):E%%, --.

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$$ 8obre el tema de los 7regímenes económicos internacionalesW ver la antología editada 8. . Srasner>comp.?, :nternational *egimes, :thaca, )ornell =niversity %ress, -N<, y del mismo autor. 8tructural )on#ict Ghe Ghird Horld against 1lobal Liberalism, 3erIeley =niversity o )aliornia %ress, -N4@ *. H. )ox.%roduction, poYer and Yorld order+ social orces in the maIing o history, 9ueva OorI, )olumbia =niversity%ress, -N0@ *. B. Seohane, Ater ;egemony+ cooperation and discord in the Yorld political economy,%rinceton, 9ueva ersey. %rinceton =niversity %ress, -N2@ 8. 8trange, 8tates and arIets, London ` 9eY OorI, %inter %ub. >segunda edición?, -2. %or "ltimo, ver nuestra VGoYards a post (hegemonic ageK Ghe endo %ax Americana7, en 8ecurity ialogue. Qol. 54 >5?, -2. pp. 5--(55-.iícilmente podría exagerarse la importancia del papel jugado en la historia económicadel "ltimo medio siglo por los acuerdos de 3retton Hoods. En el verano boreal de -22 yante la inminencia de una segura victoria militar los aliados convocaron >en realidad,obedeciendo a una uerte presión norteamericana? a una conerencia monetaria yfnanciera para acordar los lineamientos del 7liberalismo global7 'ue habría de prevaleceral emergente orden mundial de posguerra. la reunión tuvo lugar en 3retton Hoods, 9eY;ampshire, cuando las noticias triunales del desembarco de 9ormandía renovaban lasesperan!as de un pronto desenlace en los rentes de batalla. Gemas undamentales de laconerencia (a la 'ue asistieron cuarenta y cuatro países, incluyendo la =nión 8oviética(ueron la elaboración de las nuevas reglas del juego 'ue debían regir el uncionamiento dela reconstruida economía mundial y la creación de las instituciones encargadas deasegurar su vigencia. La premisa subyacente era 'ue el proteccionismo comercial habíasido el gran culpable de las tragedias ocurridas en los convulsionados treinta a$os 'uesiguieron al estallido de la %rimera 1uerra undial. En consecuencia, buena parte de lastragedias deliberaciones estuvo dedicada a identifcar mecanismos 'ue asegurasen >a? elpredominio del libre comercio y la eliminación de todo vestigio de proteccionismo@ >b? elfnanciamiento externo de países agobiados por problemas de corto pla!o >caída en losvol"menes y\o precios de sus exportaciones, défcit presupuestarios, inestabilidadmonetaria, etc.? y, >c? la aprobación de un conjunto de políticas dirigidas a hacer posible lareconstrucción y el desarrollo de las economías devastadas por la guerra. Esta división detareas entre la promoción del libre comercio, la estabili!ación macroeconómica y lasreormas estructurales habría de originar en -20 el 1eneral Agreement on Grade and GariXs >1AGG? y las instituciones gemelas 'ue nacerían de las deliberaciones de 3rettonHoods+ el 3anco undial en -24, y el Dondo onetario :nternacional un a$o después.  Lo 'ue estos acuerdos hicieron ue consolidar, en el terreno de la economía mundial, lavictoria militar de los aliados y muy especialmente de los Estados =nidos, la potencia cuyoirresistible ascenso a la hegemonía internacional era ya un dato inocultable. Puienesparticiparon en la conerencia de 3retton Hoods eran en realidad un abigarrado mosaicoen donde junto a los anftriones convivían difcultosamente (sus antagonismosestructurales eclipsados por el esuer!o supremo de la lucha antiascista( viejas potenciascolonialistas en decadencia, naciones secularmente sometidas a la rapi$a de Bccidente y,

solitaria, la joven rep"blica soviética. Las divergencias entre los gobiernos capitalistas delos Estados =nidos, Drancia y el *eino =nido eran tan proundas como irritantes.Hashington nunca ocultó su desdén por la Drancia ocupada por los na!is. Gampoco subenigna condescendencia hacia los brit&nicos. En dicha conerencia los Estados =nidos >ylos aliados en su conjunto? tampoco perdieron de vista el car&cter eímero de su amistadcon osc", como lo confrmaría la 1uerra Dría pocos a$os después. En verdad, en 3rettonHoods norteamericanos e ingleses discutieron acerca de las condiciones bajo las cuales seresolvería la vacancia hegemónica surgida a causa de la declinación de los segundos, y

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'ue había ocasionado dos guerras mundiales y precipitado la 1ran epresión de los a$ostreinta. Los norteamericanos, por su parte, estaban empe$ados en asegurar lascondiciones m&s propicias para consolidar la hegemonía resultante de su decisivaparticipación en la 8egunda 1uerra undial, y del hecho excepcional de 'ue dichacon#agración se hubiera producido sin 'ue se disparase un solo tiro en su territorio,

sumiendo en cambio tanto a los aliados como a adversarios en la ruina y la destrucción.Los brit&nicos, por su parte, trataban comprensiblemente de evitar 'ue el derrumbe del:mperio los dejara demasiado desairados y en posiciones sumamente desventajosas. Laderrota de los sensatos argumentos de ohn . Seynes (sin duda uno de los m&s grandeseconomistas de nuestro siglo y delegado de Londres a la conerencia( no se debió a lasuperioridad discursiva del ignoto representante norteamericano sino a la desavorablecorrelación de uer!as con 'ue el *eino =nido enrentaba el incontenible ascenso de la paamericana.  %oco tiempo después, una ve! concluida la guerra, el verdadero papel 'ue estabanllamados a desempe$ar estos acuerdos de 3retton Hoods (sus benefciarios principales ylas víctimas de los mismos( aparecería con meridiana claridad. La crisis de la deuda y la

interminable sucesión de ajustes 'ue han padecido las economías latinoamericanas desdeese entonces constituyen tan sólo el "ltimo capítulo de esta historia.A medio siglo de distancia parece oportuno evaluar el papel 'ue el 3anco undial y el

Dondo onetario :nternacional han eectivamente jugado en la economía mundial y, muyespecialmente, en los capitalismos periéricos. Estas instituciones han cumplido, y siguenhaciéndolo en nuestros días, una unción eminentemente 7disciplinadora7 dentro de laeconomía capitalista internacional. 8u poder de hecho se ha acrecentadoconsiderablemente a partir de la década de los ochenta, cuando las naciones de laperieria o los eslabones m&s débiles del mercado mundial sucumbieron ante el pesocombinado de la recesión y la crisis de la deuda. Es por esto 'ue la 7capacidaddisciplinadora7 del 3 y el D: ha sido efca! sobre todo en la perieria+ en América Latina

y en _rica, muchísimo menor en Asia y nula por completo en las economías desarrolladasEl 3 y el D: son muy eectivos en presionar para imponer una rígida disciplina fscal enAmérica Latina, pero sus recomendaciones son olímpicamente desoídas por los gobiernosde los países desarrollados. El défcit fscal de los EE.==. al culminar la era republicana uedel 2, por ciento del %3:, y el de :talia a comien!os de los noventa era cercano al -/ porciento, lo cual no impedía a los gobiernos de *eagan y )raxi predicar con entusiasmo lasvirtudes del e'uilibrio fscal y las bondades de un Estado pe'ue$o. %ero por un défcitmucho menor 'ue éstos (digamos un - o -,4 por ciento( el 3 o el D: se sienten en laobligación de enviar una misión a América Latina para exigir 'ue nuestros gobiernos7pongan su casa en orden7, lo 'ue invariablemente se traduce en recortes presupuestarioy congelamientos salariales. Es interesante constatar como la creciente inadecuación de

las instituciones de 3retton Hoods para regular el uncionamiento del capitalismocontempor&neo las llevaron a aplicar una política 7oucaultiana7 de 7vigilancia y castigo7sobre las economías m&s débiles, mientras desnudan su deplorable impotencia para hacerente a los grandes problemas de la economía mundial y en particular a los eectosdes'uiciantes de las incontroladas transacciones fnancieras internacionales. La pregunta,por lo tanto, no es ociosa+ el 3 y el D:, así como est&n, Jpara 'ué sirvenK  8in embargo, su comprobada inutilidad para regular la creciente inestabilidad de losmercados internacionales no ue óbice para 'ue tanto el 3 como el D: pasaran a

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desempe$ar un papel protagónico en la orientación de las políticas económicas adoptadaspor estados supuestamente soberanos en la supervisión de la implementación de dichaspolíticas (siempre previamente 7acordadas7 con sus expertos(@ en la certifcación de la7buena conducta7 de los distintos gobiernos, cada ve! m&s necesaria a medida 'ue labomba de tiempo del %lan 3rady exige m&s y m&s desembolsos 'ue estos países no est&n

en condiciones de arontar con ondos genuinos@ y, por "ltimo, en la concesión depréstamos y fnanciamientos especiales a los diversos gobiernos 'ue necesitan hacerrente a una coyuntura diícil.  %ero m&s all& de desempe$ar todas estas unciones ('ue con cierta benevolenciapodríamos considerar como exclusivamente 7técnicas7 y fnancieras( el 3 y el D: seconvirtieron en un gigantesco thinI(tanI del neoliberalismo.  &s de die! mil economistas y unos pocos centenares de cientistas sociales trabajan bajsu manto, acopiando datos y reali!ando estudios de todo tipo 'ue luego sirven de basepara las recomendaciones y los policy papers de ambas instituciones y,undamentalmente, para apoyar la prédica neoliberal de sus voceros y para rodear con unhalo de cientifcidad tecnocr&tica las presiones 'ue sus m&ximas autoridades ejercen

sobre los gobiernos. Esta sería pues la unción ideológica 'ue cumplen las institucionessurgidas de 3retton Hoods, destinadas a+ >a? convertir al neoliberalismo en el sentidocom"n no ya de una época sino de toda la humanidad, uera de lo cual sólo existe lalocura, el error o el m&s obcecado dogmatismo, con lo cual se coloca en manos de lasclases dominantes una poderosísima herramienta de control político y social@ >b? aconvertir al capitalismo en la culminación de la historia humana, la 7"ltima7 y m&s elevadorma de organi!ación económica y social jam&s conocida en la historia.  8in embargo, el 7catecismo7 neoliberal tropie!a con algunos serios escollos+ en primerlugar, la historia económica de los "ltimos doscientos a$os no orece un solo ejemplo deun país 'ue hubiera salido del atraso o el subdesarrollo siguiendo el modelo de reormasneoliberales 'ue hoy con tanta enjundia recomiendan el 3 o el D:. 8us m&s

caracteri!ados representantes no pueden mencionar ni un solo caso 'ue respalde con laexperiencia histórica la supuesta verdad contenida en las recetas económicas delHashington )onsensus. 9inguno de los ejemplos m&s exitosos del período de posguerra(Alemania, :talia, Drancia, apón, m&s tarde Espa$a, )orea y los 9ics asi&ticos, para nohablar de la )hina( adhirió a los preceptos libremercadistas 'ue con tanto celo el 3 y elD: propagandi!an por todo el mundo y 'ue tanta in#uencia ejercen sobre los gobiernosde América Latina.  %or otro lado, tampoco pueden sus 7expertos7 demostrar, m&s all& de toda dudara!onable, 'ue los países 'ue llevan a cabo los programas de estabili!ación y ajusteestructural recomendados por el 3 y el D: tienen abierta la vía al crecimiento ydesarrollo económicos, aun'ue sea en el corto pla!o. En algunos casos (y por un cierto

tiempo( parecería 'ue sí, pero hay una evidencia estadística no menos persuasiva 'uesostiene lo contrario. )hile y éxico adoptaron con entusiasmo las 7reormas orientadas amercado7, pero mientras )hile creció >modestamente, como ya veremos? éxico decreció)onviene detenernos en este punto. A los eectos comparativos, y para atenuar lapropaganda montada desde el 3anco undial y el D: en torno a lo 'ue se ha dado enllamar 7el milagro chileno7, convendría recordar 'ue el crecimiento del ingreso brutonacional real per c&pita de )hile entre -N/ y -/ era del 5, por ciento, es decir unatercera parte de la tasa de crecimiento 'ue )hina registraba anualmente a lo largo de esa

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década y cerca de la mitad de la 'ue tuvieron )orea del 8ur, GaiYan, Gailandia, ;ong(Songy 8ingapur.$% O ninguno de estos países, cuya perormance económica ha sidoincomparablemente superior a la de cual'uier otro de América Latina (incluyendonaturalmente a )hile, éxico antes del colapso de diciembre de -2 y la propiaArgentina( aplicó en lo m&s mínimo las recomendaciones del modelo neoliberal. Godo lo

contrario. Esto se observa con meridiana claridad en lo 'ue hace al papel del Estado >'uecomo es bien sabido, se acentuó en a'uellas latitudes? y a la distribución del ingreso, unaspecto menosconocido entre nosotros. ientras en los países del 8udeste Asi&tico la desigualdad socialcomen!ó a achicarse desde las primeras etapas del desarrollo (al paso 'ue los ingresos seredistribuían progresivamente( en la experiencia latinoamericana las desigualdades seproundi!aron y los salarios reales experimentaron una notable caída. 8i la teoríaneoliberal hubiese sido correcta las crecientes desigualdades sociales y el desplome de laremuneraciones a los asalariados habrían sido poderosos resortes para atraer lasinversiones de los capitalistas y estimular el crecimiento económico. 9ada de eso ocurriópor estas latitudes, y lo mismo aconteció en el *eino =nido bajo el gobierno conservador

de argaret Gacher. Dueron, por el contrario, los países del sudeste asi&tico 'uienescrecieron mucho m&s 'ue los de América Latina y Europa. En -45 el ingreso del 5/ porciento superior de la pir&mide de ingresos de GaiYan era -4 veces mayor 'ue loscorrespondientes al 'uintil inerior@ hacia -N/ esta proporción se había reducido a 2,5veces. En )hile, en -0/ el 'uintil superior de la distribución de ingresos se apropiaba del44,N por ciento del ingreso nacional, mientras 'ue los dos 'uintiles ineriores ('uecomprendían al 2/ por ciento de la población económicamente activa( apenas disponían--,4 por ciento, lo 'ue arroja una ra!ón de 2, >pero contra dos 'uintiles, y no uno comoen el caso taiYanés?. En -N5(N< el 'uintil superior acrecentó sus ingresos y ascendió a u4,4 por ciento, mientras los dos 'uintiles de la base descendían al -/,/ por ciento,elevando la ra!ón de la desigualdad a 4,. Es ra!onable suponer 'ue si esta comparación

se eectuara contrastando, solamente 'uintil superior versus 'uintil inerior (tal como sehi!o en elcaso taiYanés( el perfl de la distribución de ingresos de )hile se acercaría bastante al 'ueimperaba en GaiY&n antes de 'ue este país se transormara en una de las m&s exitosaseconomías del mundo. =na historia similar, a veces m&s patética todavía, puede contarsesi se observan otros países de nuestra región.$&

  En otras palabras, el caso del exitoso modelo de ajuste tan elogiado por el 3anco undiay elD: es sufcientemente ilustrativo+ en -NN (es decir, U-4 a$os después de inaugurado elexperimento neoliberalR( el ingreso per capita y los salarios reales todavía no eran muysuperiores a

$% Altimir, )ambios en las desigualdades de ingreso y en la pobre!a en América Latina, 3uenos Aires,:nstituto Gorcuato i Gella, -5, apéndice )(-.$& ). )E%A:. Gransormation productiva con e'uidad, op. cit(, p. 55. 8obre la cuestión del igualitarismo ver *3lacIburn, 7Din de 8iecle+ 8ocialism ater the )rash7, en 9eY Lelt *evieY, Londres, 9P -N4, enero(ebrero de--. Los datos sobre )hile ueron tomados de %. eller, 7Adjustment arad E'uity in )hile7, %arís, BE),-5, p. 5<.los de -0<, a pesar de los inmensos sacrifcios exigidos por la dictadura y entre los cualehabría 'ue destacar el -4Z de desempleo promedio registrado entre -04 y -N4, con unpico de </Z en -N<. Entre -0/ y -N0 el porcentaje de hogares por debajo de la línea

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de pobre!a aumentó del -0 al <NZ, y en -/ el consumo per c&pita de los chilenostodavía era inerior al registrado die! a$os antes. )omo bien concluye Lui! )arlos 3resser%ereira, 7la sociedad chilena probablemente no hubiera tolerado estos costostransicionales si el régimen , político hubiera sido democr&tico7.$)

%ero esto no es todo+ diecisiete a$os de políticas neoliberales no sólo ueron incapaces de

disminuir los bolsones de pobre!a sino 'ue, por el contrario, a'uellas acrecentaronconsiderablemente la distancia 'ue separaba ricos de pobres. orge 1. )asta$eda observacon toda juste!a 'ue entre -0N y -NN el decil m&s adinerado de la sociedad chilenaaumentó su participación en el ingreso de <6,5Z al 26,NZ, Umientras 'ue el cincuenta porciento m&s pobre bajó la suya de 5/,2 Z a -6,NZR$7

  En éxico por su parte, la involución económica y social experimentada tras m&s de unadécada de ajustes ortodoxos es indiscutible. Los datos ofciales demuestran 'ue el ingresobruto nacional real per capita cayó en -5,2 por ciento entre -N/ y -/, pese al celo7reormista7 con 'ue el gobierno del %*: impulsó las políticas neoliberales.$%or otra partelos datos indican 'ue en esos a$os también aumentó signifcativamente la pobre!a+ entre-N5 y -NN el salario real se redujo en un 2/Z y desde entonces apenas si ha mejorado@

el tradicionalmente alto nivel de desempleo (abierto y encubierto( de éxico se haelevado a"n m&s al paso 'ue el consumo per c&pita del a$o -/ ue en un 0Z inerior alregistrado en -N/.$! 8eg"n orge )asta$eda, 7cuando en -5 el gobierno mexicano hi!p"blicas las primeras estadísticas de distribución del ingreso en -4 a$os, resultaronaterradoras7. El optimismo ofcial, imperturbable ante estas revelaciones, ue sin embargoviolentamente sacudido por la insurrección en )hiapas, los dos magnicidios, eldescomunal défcit de la balan!a comercial y, fnalmente el colapso económico y ladevaluación del peso ocurridas a fnes de -2, verdadero annus terribilis para losideólogos del neoliberalismo, 'ue tenían en el caso mexicano uno de sus m&s brillantesejemplos%"

  3rasil no se reormó y sin embargo en términos per c&pita la caída de su producto ue

inerior a la 'ue experimentara éxico. %ese a ello el gigante sudamericano consolidó suposición en los mercados internacionales como una potencia industrial y, por su tama$o,como la octava o novena economía del mundo. =n dato sumamente interesante a tener ecuenta es 'ue a pesar de su régimen de alta in#ación y las turbulencias políticas ysociales de la segunda mitad de los ochenta 3rasil continuó siendo uno de los mercadosm&s atractivos para la inversión extranjera, lo cual desmiente con la contundencia de loshechos la prédica de los proetas neoliberales. La Argentina de los ochenta, fnalmente, nise reormó ni creció y la catastrófca caída de su ingreso, medida por los mismos criterios'ue los anteriores países, ue de <<,4 por ciento. )uando en los noventa el gobierno deenem abra!a con ardor la ortodoxia neoliberal la economía parece crecer con muchauer!a. En realidad, se recupera del ormidable bajón experimentado en esa década, sobre

todo entre -NN y -/. La recuperación posterior en el período --(2 ue innegable,pero hay 'ue colocarla contra el depresivo telón de ondo de los a$os TN/.En síntesis+ la ecuación del desarrollo es mucho m&s compleja 'ue la órmula de 3rettonHoods. 9o basta con la estabili!ación monetaria, la apertura comercial, la supresión deldéfcitfscal, la desregulación y las privati!aciones. )omo lo demuestra hasta la saciedad laexperiencia

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europea de la segunda posguerra y, mas recientemente, la del apón y el 8udeste asi&ticoel$) L. ). 3resser %ereira, 7Eciency and %olitics...7, p. 56. Los datos sobre )hile también provienen de %.ellen 7LatínAmerican adjustment and economic reorms+ issues and recent experience7, ):E%LA9 >junio -5?, y de)E%AL,

79otas...7, op. cit., p. 24.$7 La =topía esarmada, 3uenos Aires, Ariel, -<, p. 5N2. Qéase asimismo . élano y ;. Graslavi$a, La;erencia de los )hicago(boys, 8antiago, Brnitorrinco, -N@ E. Gíroni, Los silencios de la revolución, 8antiago%uerta Abierta, -NN, y C. Arri!abalo ontoro, T*esultados económicos de la dictadura en )hile >-0<(-N?oc. de Grabajo -(< del :nstituto :nternacional del esarrollo.$ ). B. Altimir, op. cit.$! L. ). 3resser %ereira, op. cit,%" ). . )asta$eda, op. cit., pp. 5N<(5N2. )omo si lo anterior uera poco el presidente Fedillo ormulóreiteradas declaraciones en las 'ue aseguraba 'ue en esta nueva 7vuelta de tuercaT del ajuste neoliberalexigida por el desplome de la economía mexicana Vel costo principal ser& pagado por los m&s pobresWdesarrollo re'uiere una esclarecida política estatal y ésta, naturalmente, supone laexistencia de un Estado dotado de capacidades eectivas de intervención. 9o es un a!ar'ue el desempe$o de la economía chilena haya tenido como uno de sus puntales (ytambién como uno de sus rasgos m&s VextravagantesW desde el punto de vista delcatecismo neoliberal( la preservación en manos del Estado de la estratégica industria delcobre, estati!ada durante los gobiernos de Drei ontalvo >-62(0/? y Allende >-0/(0<? y'ue aporta alrededor de la mitad de los ingresos por concepto de exportaciones. Este datoes cuidadosamente omitido por los teóricos del )onsenso de Hashington, dado 'ue elmismo es incongruente con los preceptos 'ue aconsejan privati!ar toda la propiedadp"blica por 7inefciente7 e Vin#acionaria7. 8i se extrapolasen las lecciones, del caso chilenoa laArgentina o el 3rasil los economistas del 3anco undial o del ondo onetario:nternacional se verían en la incómoda posición de tener 'ue recomendar a 3uenos Airesla nacionali!ación de la pampa h"meda y parte del moderno sector industrial exportador,y a 3rasilia hacer lo propio con la industria paulista... Es por eso 'ue uno de los m&sencumbrados economistas del 3anco undial,8ebasti&n EdYards, prefere silenciar por completo esta anomalía aun a riesgo de lesionarmuy gravemente los principios m&s elementales del método científco. En un recientetrabajo de divulgación doctrinaria (en donde existe un ac&pite titulado V)hile comomodeloW ( el autor oculta toda inormación sobre el papel desempe$ado por la industriacupríera del Estado, como si uera un detalle insignifcante 'ue ni si'uiera merece unanota al pie de p&gina.%1

  Btra de las difcultades con 'ue tropie!a la propuesta neoliberal radica en el hecho de'ue a"n en los casos 7exitosos7 de ajuste y estabili!ación de corto pla!o, el crecimiento

económico resultante produce un sostenido aumento de la pobre!a, la desigualdad y laexclusión social. Estos 7costos sociales7 del ajuste suscitan, en el seno mismo del 3 y elD:, dos grandes interrogantes de los m&s l"cidos expertos de ambas instituciones nodejan de plantearse+ >a? en primer lugar, acerca de la sustentabilidad económica delajuste estructural en el mediano pla!o@ >b? su viabilidad política en el marco de un Estadodemocr&tico.  En relación a lo primero las tribulaciones comien!an ni bien se cae en la cuenta de 'ueen las condiciones actuales del mercado internacional las economías caracteri!adas por

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proundos clivajes y, discontinuidades estructurales, marcadas desigualdades sociales, ybajos niveles de salud y educación de la uer!a de trabajo est&n inexorablementecondenadas a ser las eternas perdedoras en un mercado mundial cada ve! m&sero!mente competitivo. La economía de fnales de siglo CC es 7conocimientointensivo7.Es ésta la principal ventaja competitiva 'ue tienen las naciones y es la 'ue

explica 'ue países desprovistos de recursos naturales, como el apón, pueda ser una delas potencias industriales m&s importantes del planeta. %ero este país cuenta con unauer!a de trabajo altamente educada, 'ue go!a de una excelente atención médica, yposee una estructura social integrada en la cual enomenales disparidades de ingreso yri'ue!a 'ue caracteri!an a los países latinoamericanos son por completo desconocidas. Elproblema es 'ue la aplicación de las recetas neoliberales de estabili!ación y ajusteestructural tiende precisamente a producir las condiciones sociales menos promisorias ni'ue las economías en cuestión puedan sobrevivir exitosamente a los imperativos de laapertura comercial y la liberali!ación de los mercados. En otras palabras, con el catecismodel 3anco undial y el Dondo onetario :nternacional en sus manos nuestros gobiernosest&n destruyendo la educación y la salud p"blica, acentuando las desigualdades sociales

acrecentando la porción de pobres estructurales y marginales de todo tipo 'ue no puedenser 7reconvenidos7 e incorporados creativamente a la economía moderna. El problema sesuscita cuando, siguiendo la lógica del export led groYth propiciada por los neoliberales,esa misma uer!a de trabajo debe salir a competir en los mercados mundiales con la depaíses, como los del 8udeste &tico, 'ue por no adherir a las tesis del )onsenso deHashington robustecieron sus estados nacionales, aumentaron el gasto p"blico en salud yeducación, invirtieron maci!amente en investigación y desarrollo, lan!aron ambiciososprogramas de reconversión de la población trabajadora y omentan sus exportaciones consubsidios e incentivos de todo tipo.%1 8. EdYards, América Latina y el caribe. ie! a$os después de la crisis de la deuda, Hashington, 3ancoundial, -<. pp <2(<4  8i lo anterior remite, de cierra orma, a uno de los 7límites económicos7 de recetaneoliberal, el tema del impacto de estas políticas sobre las perspectivas la consolidacióndemocr&tica no es menos preocupante 'ue el anterior. 9o es necesario caer en uneconomicismo desenrenado para reconocer 'ue ciertos modelos de acumulacióncapitalista son m&s propensos 'ue otros a acilitar el uncionamiento de un régimenautoritario. 8i el 7capitalismo Ieynesiano7(con su énasis en la demanda agregada, elcombate al desempleo y la integración de la clase obrera( creó condiciones avorablespara el advenimiento e institucionali!ación de estados capitalistas democr&ticos en laEuropa de posguerra, el 7capitalismo salvaje7 'ue surge de la receta neoliberal tiene, porel contrario, 7afnidades electivas7 con las ormas m&s primitivas y despóticas del poderburgués. e ahí 'ue haya 'uienes temen 'ue el 7éxito7 de esta propuesta reundacional

del capitalismo se convierta en una victoria pírrica en donde la democracia sea una de susvíctimas m&s destacadas. El problema es 'ue la lealtad undamental de la nueva ortodoxieconómica (y de la gran burguesía trasnacional 'ue la enarbola como su bandera( no est&depositada en la democracia sino en el capitalismo. Gal como el propio Driedrich von ;ayeIlo declarase en la célebre entrevista 'ue le concediera al matutino conservador Elercurio, si hubiera 'ue elegir entre una economía de libre mercado con un gobiernodictatorial o una economía con controles y regulaciones pero con un Estado democr&ticoelegiría sin dudas lo primero. La actitud de uno de los padres undadores del

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neoliberalismo retrata a la perección el dilema al 'ue se enrenta la burguesía y su opciópreerencial. Ganto sus intereses como sus valores la llevan a sacrifcar cual'uier cosa contal de reafrmar la vigencia del modo de producción 'ue le es propio, disposición tantom&s comprensible cuando se recuerda la tradicional desconfan!a Mpor no decir abiertahostilidad( con 'ue los ideólogos del capitalismo han tratado el tema de la democracia. En

el caso de von ;ayeI, como en el de ilton Driedman, esta elección en avor de unadictadura 'ue preserve la liberad mercantil trata de undamentarse en una concepción'ue sostiene 'ue la libertad económica es 7la madre de todas las libertades7. Gesisproundamente e'uivocada, insostenible a la lu! de la experiencia histórica, pese a lo cuase ha convenido en un verdadero artículo de e recitado a pie juntillas por losintelectuales, uncionarios y gobernantes integrados a la hegemonía ideológica delneoliberalismo.%#

  =na "ltima consideración. 9o deja de ser una curiosa muestra de éxito el hecho de 'uelas economías 'ue se 7sanean7 con la medicina neoliberal tengan m&s pobres 'ue nunca yla 7deuda social7 cre!ca inconteniblemente. Las Vinstituciones fnancieras internacionales7euemismo para reerirse al 3 y el al D:, recomiendan calurosamente unas políticas 'ue

generan pobre!a y exclusión social, y al mismo tiempo encomiendan numerosasinvestigaciones sobre el tema y manifestan su consternación por el agravamiento del#agelo de la pobre!a en América Latina. J)ómo se entiende esta contradicción, m&s all&de la indudable cuota de hipocresía 'ue subyace a estas preocupacionesK En otro trabajo,reerido al caso argentino, hemos intentado orecer una hipótesis para la interpretación deesta aparente paradoja%$. En su noctumal retorno de los autoproclamados discípulos deAdam 8mith se convirtieron en los cultores y ejecutores de una política económica cuyoresultado m&s perdurable ha sido la generali!ación sin precedentes de la pobre!a. Esta haad'uirido rasgos muy pronunciados en América Latina y ormas un poco m&s atenuadas(pero no por ello menos des'uiciantes( en el mundo desarrollado+ una breve recorrida porel innercity de cual'uiera de las grandes ciudades norteamericanas así lo demuestra. El

tema ha originado una verdadera avalancha de estudios, artículos y libros dedicados alexamen de la cuestión, especialmente en los países industriali!ados, y la bibliograía sobrla materia es inmensa y crece arrolladoramente día tras día. Ahora bien, si Adam 8mith('ue primero ue proesor de flosoía moral y luego se dedicó a la economía, en unatrayectoria semejante a la de Sarl arxpreanunciaba un mundo de ri'ue!asarmoniosamente distribuidas gracias a la virtud 'ue encerraba la 7mano invisible7 delmercado, sus sombríos descendientes de fnales del siglo CC viven%# ;emos explorado detalladamente estas cuestiones en nuestro Estado, )apitalismo y ..., A )it., cps. 5, < 0. Qer, por supuesto, los dos trabajos pioneros y undamentales de ). 3. acpherson, Ghe %olitical Gheory o%ossesive lndividualism, Bxord, Bxord =niversity %ress, -65, y emocratic Gheory. Essays in *erieval,Bxord, Bxord =niversity %ress, -0<.%$ En esta sección seguimos nuestro 7El experimento neoliberal de )arlos 8a"l enemW, en El )ielo por

Asalto, 3uenos Aires, :::. 9T5 6, -<.vergon!antemente obsesionados por la creación de la pobre!a. Gal como lo demostróconvincentemente ax Heber, la creencia 'ue proesaban los burgueses calvinistas en lapredestinación hi!o 'ue éstos buscasen en su enri'uecimiento, en la posesión de losbienes materiales, los signos divinos confrmatorios de su propia salvación.%% %or elcontrario, los neoliberales contempor&neos, no menos undamentalistas y dogm&ticos 'uea'uellos calvinistas de anta$o, encuentran en la pobre!a el 7mensaje sagrado7 ('ue ya no

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lo transmite la iglesia reormada sino el 3 y el D:( 'ue certif'ue 'ue eectivamente seest& transitando por el virtuoso sendero delas reormas económicas 7orientadas hacia el mercado7.  En síntesis+ para el dogma neoliberal la generación de pobre!a es se$al de 'ue se est&marchando por el rumbo correcto. La pobre!a y los padecimientos de las masa tienen un

signifcado promisorio+ en realidad signifca 'ue 7las uer!as del mercado7 est&nmoviéndose sin intererencias, y la reestructuración económica procede tal cual seesperaba una ve! 'ue el Estado se hi!o a un lado y el 7instinto capitalista7 se puso enmarcha, libre de las 7artifciales7 regulaciones caprichosamente establecidas durantedécadas por gobernantes hostiles. Esto puede parecer es'uem&tico o, en el peor de loscasos, una censurable tentativa de reductio at absurdum de las posiciones ideológicasadversarias. 8in embargo, veamos lo 'ue con singular ran'ue!a y preocupación dijera unreciente converso al neoliberalismo, el ministro checo de Economía Qladimir lotrhy+ ...para los proponentes de las reormas, el desempleo y de los cierres de frmas constituyenlas pruebas de 'ue a'uellas alcan!an sus objetivos+ si el bajo desempleo actual no seeleva al N o -/Z este a$o... ser& una se$al de 'ue las reormas no lograron su

propósito.%&  La generación del desempleo, en consecuencia, lejos de ser un indicio preocupante esuna se$al de 'ue las cosas marchan bien, de 'ue la economía se est& VreestructurandoW,moderni!ando, torn&ndose m&s competitiva. 8on, en síntesis, nada m&s 'ue los doloresdel parto de la nueva sociedad 'ue los hechiceros neoliberales est&n alumbrando y nohay, ra!ones para preocuparse.UQaya contrasteR ax Heber observó con agude!a 'ue el burgués calvinista buscaba en suacrecentada ri'ue!a los signos de su salvación espiritual. e este modo las redencionesindividual y colectiva aparecían ligadas por una 7conexión de sentido7 'ue, al menos en ecapitalismo competitivo, las asociaba uertemente con la creación y >relativa?diseminación de la ri'ue!a. El agotamiento y descomposición de a'uella tase histórica de

capitalismo admirablemente retratada en la obra de aniel 3ell, en donde el 7espíritucapitalista7 articulaba valores tan distintos a los actuales, como el ascetismo, larugalidad, el puritanismo, el ahorro, la ética del trabajo, etc., produjo un 7despla!amientopor el cual los signos confrmatorios de 'ue hemos emprendido la ruta de la salvación sonbuscados en la pobre!a y el desempleo%). El neoliberalismo es pues una perversainvolución del )alvinismo+ la multiplicación de los pobres y el aumento del surimientohumano no son m&s 'ue dolorosos mensajes situados al comien!o del camino, indicando'ue estamos sobre la buena senda. %ero no hay 'ue desesperar+ son anuncios buenos. 9otardar&n en aparecer otros, como el pleno empleo, el bienestar popular y la elicidadindividual, se$alando 'ue se, ha arribado al paraíso neoliberal, donde se podr&n recogerlos rutos de tanto esuer!o. El pródigo Vderrame7 de, la ri'ue!a es apenas una cuestión

de tiempo.9eoliberalismo y destrucción de la sociedad civil JPué tipo de, sociedad dejan comolegado estos 'uince a$os de hegemonía ideológica del neoliberalismoK =na sociedadheterogénea y ragmentada, surcada por proundas desigualdades de, todo tipo (clase,etnia, género, región, ( 'ue ueron exacerbadas con la aplicación de las políticasneoliberales. =na sociedad de, 7los dos terciosT, o una sociedad 7a dos velocidades7, comosuele, ser

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%% El locus classicus de este tema es, por supuesto, . Heber, Ghe protestant ethic and the spint ol)apitalism, London. =nYin, -N4%& L. ). 3resser %ereira. . . aravall y A. %r!eYorsIi, V*eormas económicas en las nuevas democracias.=n eno'u socialdemócrataW, en El )ielo por Asalto , :::, Bto$o -<, 9 4, p. -2 >énasis nuestro?.%) . 3ell, Las contradicciones culturales del capitalismo. adrid, Alian!a =niversidad, -N4 denominadaen Europa, por'ue hay un amplio sector social, un tercio excluido y atalmente condenado

a marginación y 'ue no puede ser reconvertido laboralmente ni insertarse en los mercados de, trabajo ormales de los capitalismos desarrollados%7. Esta crecienteragmentación de lo social potenciaron las políticas conservadoras ue a su ve! reor!adapor ormidable avance tecnológico y, científco y su impacto sobre el paradigmaproductivo contempor&neo. Esto se ha maniestado en una enomenal capacidad dereempla!ar el trabajo vivo por 7m&'uinas inteligentes7 inormati!adas ycomputadori!adas, lo 'ue plantel por primera ve! la posibilidad de 'ue el trabajo, 'uedesde los albores de la humanidad re'uirió el concurso de todos cuantos tuvieran alguna capacidad ísica para ejercerlo, se convierta en una actividad 'ue sólo re'uiera laparticipación estratégica de una racción de la masa laboral+ los 7analistas simbólico7. J8ehabr& acabado la era del trabajo de masasK%7 %uede ser prematuro dar una respuesta,

pero es indudable 'ue el desarrollo de las uer!as productivas apunta en esa dirección. )laro est& 'ue 7el fn del trabajo7, pararaseando el título del libro de *ilIin, no tiene un 

signifcado unívoco. Este depende uertemente de la naturale!a de las relaciones socialesexistentes+ en una sociedad socialista puede signifcar el comien!o de la 7verdaderahistoria7 de la humanidad, como decía arx, en la cual hombres y mujeres se liberendefnitivamente de la servidumbre del trabajo en cual'uiera de sus ormas. %ero bajo elpredominio del neoliberalismo y su culto supersticioso al mercado el agotamiento del7trabajo de masas7 se traduce en desempleo masivo, pobre!a extrema, anomia ydesintegración social, drogadicción, auge de la criminalidad, etc. &s all& de las muchasdudas 'ue ha suscitado el colapso de los 7socialismos realmente existentes7 parece,ra!onable pensar 'ue si el incontenible progreso técnico nos lleva a una radical

redefnición del trabajo humano, el neoliberalismo est& lejos de proveer el marcoideológico, social, económico y cultural m&s adecuado para adaptarse a las nuevascircunstancias. La combinación del 7fn del trabajo7 con el darYinismo social del mercadopuede ser explosiva, y conducir a una hecatombe social de proporciones desconocidas.  La herencia del neoliberalismo es también una sociedad menos integrada, producto delas desigualdades y hendiduras 'ue proundi!ó con su política económica. )ontrariamentea lo 'ue ocurre en Europa, es bien probable 'ue en América latina los 7dos tercios7 a loscuales aludíamos m&s arriba correspondan a los excluidos, mientras 'ue sólo un terciopueda disrutar de los benefcios del progreso económico. =na sociedad 'ue, en realidad,se ha convertido en una yuxtaposición de universos sociales 'ue ya casi no guardanvínculos entre sí.

  Aun'ue pare!ca paradojal, el 3rasil esclavista o el éxico colonial ueron sociedadesmucho m&s integradas 'ue las sociedades burguesas de fnales del siglo CC+ lasexplotación de las clases subalternas exigía entonces ciertas ormas de sociabilidad porentero ausentes en el 3rasil o el éxico capitalista de nuestros días. El a!endeiro y elesclavo@ el hacendado y el campesino indígena eran polos antagónicos de una mismasociedad. En cambio, la gran burguesía de los países latinoamericanos >y las clases ygrupos sociales integrados a su dominio? y las masas marginales 'ue viven por debajo dela línea de pobre!a pertenecen a dos universos distintos+ viven económica, social, cultura

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y ecológicamente segregados. *oben *eich, actual 8ecretario de Grabajo del presidente)linton, refriéndose al impacto del neoliberalismo en los Estados =nidos dijo 'ue en supaís hay gente 'ue vive en la misma sociedad pero en dos economías completamentedistintas. Esto es tanto m&s cierto en América Latina. 9uestros burgueses, viven endistritos residenciales exclusivos, protegidos por sofsticados sistemas de vigilancia y

electronic survillance@ sus ni$os asisten a escuelas y colegios donde sólo concurre gentede su misma condición y luego los envían a estudiar en colleges y universidadesnorteamericanas. 8e atienden en los hospitales de ;ouston y iami, se divierten en 9uev OorI, Londres o %aris y acumulan capital en una vasta gama deemprendimientos altamente globali!ados en donde el contacto ísico con alg"n n"mero delas clases populares es un acontecimiento extraordinario. JPué relación puede haber entreste tipo social y el%7 ). A. 1or!, )riti'ue o economic reason. Londres, Qerso, -N.% . *iIin, Ghe end o YorI. 9ueva OorI. 1. %. %utnamTs 8ons, -4.'ue encarnan los millones de 7condenados de la tierra7 en la América latinacontempor&nea, 'ue se ganan la vida vendiendo golosinas y baratijas en lasintersecciones de las calles, limpiando parabrisas, o como trabajadores ocasionales enlabores sin ning"n tipo dé califcación@ 'ue no concurrieron a la escuela, 'ue jam&svisitaron a un médico, 'ue apenas hablan el idioma del país, 'ue viven en casuchas delatas y cartónK Estos ni si'uiera re"nen, a fnales del siglo CC, las condiciones mínimascomo para convenirse en una uer!a de trabajo explotable. La opresión o explotaciónclasista no es su problema inmediato+ éste lo constituye, paradojalmente, su ineptitudpara ser explotado. Antes, en las viejas modalidades de acumulación capitalista laexplotabilidad de las masas era universal, como lo prueba el trabajo de los ni$os. Adem&sexistía por, lo menos un punto de contacto entre burgueses y proletarios+ la &brica. ;oyése ha pr&cticamente desaparecido, dada la creciente desindustriali!ación generada por eauge de la economía de servicios y (donde este enómeno a"n no se ha producido( por elimpetuoso despla!amiento de trabajo vivo por el trabajo coagulado de la m&'uina, rasgo'ue ya se advierte con claridad inclusive en los capitalismos Latinoamericanos.El resultado de esta gigantesca reconversión es una sociedad 'ue en realidad no es tal. Esuna sociedad, el capitalismo neoliberal de fnes de siglo CC, pero 'ue a la ve! son dossociedades(distantes, irreconciliables, extra$as, débilmente articuladas y cuya integración se produc(vicariamente y de manera perversa( por la vía etichi!ada e ilusoria de la televisión, 'ueasí se conviene en un actor de poder excepcional en nuestras sociedades, capa! de7inventar7 presidentes y destro!ar lidera!gos 'ue le son adversos. Al reerirse a la polisolig&r'uica %latón percibió con notable lucide! 'ue cuando gobernaba la plutocracia elresultado era la conormación de dos ciudades, una de pobres y otra de ricos, 'ue

coexistían de modo violento y 7conspirando sin cesar los unos contra los otros7. En laciudad olig&r'uica (y las democracias latinoamericanas se han convenido, gracias a laortodoxia neoliberal, en sociedades 'ué responden a grandes rasgos a esa caracteri!acióncl&sica de %latón( 7donde veas mendigos, andar&n ocultos ladrones, rateros, sa'ueadoresde templos y delincuentes de toda especie7.%! =na ciudad de ese tipo, con un VpaisajesocialW como el descrito m&s arriba, no constituye precisamente el mejor escenario para e#orecimiento de las críticas democr&ticas, salvo 'ue con esto simplemente se 'uieraaludir al respeto ritual de ciertas tonalidades 'ue al estar vaciadas de todo contenido

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carecen por completo de signifcación. 9o nos olvidemos 'ue bajo las dictaduras de8troessner y 8omo!a había elecciones periódicas@ pero, tal como decíamos en la primeraparte de este trabajo, la democracia es algo m&s 'ue eso.  =na sociedad como la 'ue hemos descripto, en donde se ha debilitado hasta gradosextremos la integración social y disuelto los la!os sociales y la trama de solidaridades

preexistente, es también una sociedad en donde las tradicionales estructuras derepresentación colectiva de los intereses populares se encuentran en crisis. %artidos ysindicatos perciben cómo su efcacia reivindicativa y su credibilidad social son erosionadaspor las tendencia des'uiciantes del capitalismo neoliberal, 'ue destruye precisamente lasarenas en las cuales tanto unos como otros deben desarrollar sus iniciativas. Elvaciamiento de la política, crecientemente convertida en un suceso 7m&s medi&tico7 y enla cual la televisión reempla!a al &gora, convierte a los partidos en simples sellos de gomaprivados de toda capacidad de convocatoria y movili!ación@ y la 7#exibili!ación7 laboral yla progresiva inormali!ación de los mercadas de trabajo destruye de raí! los undamentosmismos de la acción sindical. JPué 'ueda, entoncesK Pueda la estrategia predilecta 'ue eneoliberalismo impuso a las clases populares+ el Vs&lvese 'uien puedaW, abdicando de

toda pretensión solidaria, de todo esuer!o colectivo de organi!ación y representación. Esla pulveri!ación del mercado trasladada a la arena política y a las negociaciones obrero(patronales, en donde el poderío de los monopolios es inconmensurablemente mayor 'ueel de la miríada de débiles actores 'ue, desorgani!adamente y de manera egoísta, tratande encontrar una Vsolución individualW a los rigores de la explotación clasista. Estaestrategia individualista pasa por la resignación y el sometimiento alas duras >y anteriormente inaceptables? condiciones de explotación incorporadas a losproyectos de+ 7#exibili!ación7 laboral@ o por la mendicidad@ o por la criminalidad y, elnarcotr&fco. 9o hay%! *atón, La *ep"blica, 3uenos Aires, E=E3A, -N4, par. 445 "otras escapatorias. %ueden surgir, ocasionalmente y m&s bien como violentas e

intermitentes erupciones, ormas de respuesta colectiva 'ue casi invariablementeconstituyen expresiones aberrantes como el racismo, la xenoobia, el 7nuevo tribalismo7 olos undamentalismos de distinto tipo. ientras la política de lo tardocapitalismo liberalesse convierte en un hecho 7televisivo7, la protesta social y las movimientos de masaspueden ad'uirir, en algunos casos, características rancamente reaccionarias. En todoeste cuadro, como es muy evidente, se evaporan casi por completo la fgura delciudadano y la democracia y las perspectivas de una ciudadanía participativa yautogobernada y de un capitalismo democr&tico, al menos en la perieria, se tornan cadave! m&s problem&ticas  Es cierto+ hasta, ahora los nacientes regímenes democr&ticos han sobrevivido a lasdurísimas condiciones impuestas por la crisis económica, los ajustes estabili!adores y las

recomposiciones económicas y sociales puestas en practica para enrentarla. 9os pareceimportante llamar la atención sobre este asunto. )uando se habla de 7ajuste7 suelepensarse en políticas de corto pla!o, concebidas para corregir moment&neosdese'uilibrios en las cuentas fscales o en algunas variables macroeconómicas. )uandoestas políticas duran mas de die! a$os pierden dicho car&cter y se convierten enproyectos (a veces incoherentes, pero siempre uertemente coercitivos( undacionales deun nuevo tipo de sociedad. Esto "ltimo es precisamente lo 'ue ha ocurrido en AméricaLatina+ capitalismos neoliberales, políticas conservadoras, sociedades ragmentadas,

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marginación de masas, ruptura del tejido social y disgregación de los mecanismos deintegración, capitulación de la soberanía nacional, degradación de la política, etc. Godoesto es algo 'ue va mucho m&s alla de un mero 7ajuste7. Lo mas lamentable es 'ue, en laexperiencia de nuestro continente, el transito de la dictadura a la democracia se reali!ómanteniendo en lo esencial las mismas políticas económicas 'ue los regímenes

dictatoriales implantaron a sangre y uego. La tarea de reconstrucción social 'ue tenemospor delante es inmensa.  En todo caso, la capacidad de resistencia demostrada por las nuevas democraciaslatinoamericanas resultó una alentadora sorpresa, sobre todo si se la compara consimilares situaciones 'ue, en un pasado no demasiado lejano, produjeron el colapso de losgobiernos civiles. En eecto, coyunturas signadas por desbordes hiperin#acionarios,uertes tendencias recesivas y\o crisis de balan!a de pagos ueron casi invariablemente epreludio del intervencionismo militar. Estas situaciones, naturalmente, potenciaban elactivismo de los sectores populares 'ue de este modo desbordaban las r&gilesestructuras de intermediación de a'uellas democracias, precipitando su colapso. Los casode 1oulart en -62 e :llia en -66 son otras tantas muestras de lo 'ue venimos diciendo.

En el caso chileno, estos actores también desempe$aron un papel muy importante,agravado por la naturale!a del proyecto socialista puesto en marcha por el gobierno de8alvador Allende.  8in embargo, sería insensato pensar 'ue las tremendas tensiones a las 'ue seencuentran sometidas las democracias Latinoamericanas podrían prolongarseindefnidamente. =na ve! rota la secuencia cl&sica 'ue de la crisis económica remataba eel golpe militar es posible pensar en otras alternativas distintas, pero no por eso menosamena!antes. En eecto, el problema ya no sería tanto el peligro de una nuevaintervención de las uer!as armadas (super#ua, toda ve! 'ue hoy los encargados deaplicar las políticas impuestas por el gran capital fnanciero internacional son gobiernospopularmente electos( sino el creciente défcit de legitimidad 'ue se derivaría de la

incapacidad de los regímenes democr&ticos para mejorar las condiciones de existencia delas grandes mayorías nacionales y demostrar 'ue la democracia también hace unadierencia en materia de bienestar.  El peligro reside pues en el progresivo vaciamiento de contenidos y propósitos, a resultadel cual la democracia latinoamericana 'uedaría convertida en una mueca monstruosa desí misma, en un reseco( cascarón cuya majestuosidad simbólica sería insufciente paraocultar su tremenda o'uedad. =na democracia 7minimalista7 no tiene condiciones dehacer rente a los grandes desaíos y a los graves problemas sociales generados por eluncionamiento del capitalismo latinoamericano. La democracia se convertiría en una puraorma, y la vida social regresaría a una situación 7cuasi(hobbesiana7, en la cual la desiguaprivati!ación de la violencia y el desesperado 7s&lvese 'uien pueda7 al cual se verían

empujados los indeensos ciudadanos agredidos por el capitalismo salvaje darían lugar atoda clase de comportamientos aberrantes. Este panorama ya es visible, con desigualintensidad, en varias de las nuevas democracias de nuestro continente. El aumento de laviolencia y la criminalidad, la descomposición social y la anomia, la crisis y ragmentaciónde los partidos políticos, la prepotencia burocr&tica del Ejecutivo, la capitulación del)ongreso, la inanidad de la justicia, la corrupción del aparato estatal y de la sociedad civilla inefcacia del Estado, el aislamiento de la clase política, la impunidad para los grandescriminales y la 7mano dura7 para los pe'ue$os delincuentes y, last but not least, el

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resentimiento y la rustración de las masas constituyen el síndrome de esta peligrosadecadencia institucional de una democracia reducida a una ría gram&tica del poder ypurgada de sus contenidos éticos.  Dernando ;. )ardoso sinteti!ó hace ya unos a$os los desaíos 'ue debían enrentar lasdemocracias latinoamericanas, al advertir 'ue existía en nuestras sociedades+

... el sentimiento de la desigualdad social y la convicciónde que sin reformas efectivas del sistema productivo y de lasformas de distribución y de apropiación de riquezas no habráonstitución ni !stado de derecho capaces de eliminar el olor de farsa de la política democrática50  e eso precisamente se trata. e 7eliminar el olor de arsa de la política democr&tica7,olor penetrante y 'ue inunda con sus vahos toda la dilatada geograía latinoamericana. 8iesto persiste el uturo de la democracia en esta parte del planeta no puede ser muyalentador, tornando verosímiles las sombrías predicciones acerca del inexorable retornodel péndulo histórico hacia el campo de la dictadura. 9o comparto para nada esepesimismo, pero es preciso estar conscientes de los riesgos 'ue corren nuestras

democracias. Las demandas generadas en la sociedad civil se multiplican, habida cuentade las injusticias, privaciones y surimientos provocados tanto por la crisis capitalista compor las políticas de ajuste y la recomposición global 'ue le sucedieron, lo cual origina unverdadero aluvión de reivindicaciones 'ue el mercado ni desea Mni puede, aun'ue lo'uisieraresolver.%or otra parte, la protesta social encuentra en la democracia un clima tolerante ycomprensivo 'ué acilita su propagación. %ero la misma crisis y el modelo de ajusteneoliberal 'ue impulsa las renovadas exigencias de las clases y capas subalternas(víctimas 7privilegiadas7 del capitalismo salvaje( reducen notoriamente las capacidadesestatales para producir las políticas necesarias para contrarrestar o compensar los eectosdesintegradores de la crisis. Esto da lugar a una alarmante acumulación de

contradicciones y antagonismos sociales, incentivadas por una inconstitucionalidaddemocr&tica 'ue avorece la protesta social de 7los de abajo7, mientras 'ue las clasesdominantes locales y las uer!as imperialistas (coaligadas y parapetadas detr&s de laspolíticas de ajuste( sujetan uertemente las manos del Estado y se esmeran por debilitarlocada ve! m&s en provecho de sus intereses de clase. El resultado es la ingobernabilidadtendencial del régimen democr&tico, su acelerada deslegitimación y su probabledesestabili!ación, con los riesgos nada pe'ue$os de una inesperada (adem&s dé cruenta eindeseada( reinstalación de una dictadura militar de nuevo tipo. Esta sería popularmenteplebiscitada por un s"bito ervor de undamentalismo nacional(populista, 'ue seposesionaría de las grandes masas pauperi!adas por el ajuste y condenadas al inferno dela marginalidad por las democracias capitalistas 7realmente existentes7 de América Latina

Este es el nuevo peligro, y hay muchos datos concretos en los dierentes países 'ueindican 'ue el riesgo es cada ve! mayor. La experiencia del %er" no debería caer en oídossordos. 8ería una tr&gica paradoja 'ue las víctimas del ajuste capitalista de hoy uesenimpulsadas (por sudesesperación y desilusión( a reinstalar en el poder, esta ve! democr&ticamente, a susverdugos de ayer. %ara evitar este desaortunado desenlace es m&s 'ue nunca esencialconstituir una genuina alterativa de recambio al neoliberalismo dominante. Esa tarea sólopodr& reali!arla un conjunto plural de uer!as de inspiración socialista 'ue sea capa! de

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reconciliar los ideales undamentales de justicia, libertad, democracia e igualdad con lasnecesidades pr&cticas de reconstitución económica y social 'ue habr& 'ue emprender nibien llegue a su término el diluvio neoliberal. Esa hora no est& muy lejana y si llegamostarde a la cita, o acudimos a ella sin propuestas concretas y viables, el resultado bienpodría ser la inauguración de una época signada por una barbarie de nuevo tipo.

epender& en gran parte de nosotros 'ue esto no ocurra.&" D. ;. )ardoso,TLa democracia en América LatinaT, en %unto de Qista, 9Tt 5<, 3uenos Aires, abril de -N4.