Breve Nota Sobre Los Retratos de Cristo en Monedas de La Alta Edad Media y El Sindone de Turín...

8/19/2019 Breve Nota Sobre Los Retratos de Cristo en Monedas de La Alta Edad Media y El Sindone de Turín (Antonio Beltrán)

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BREVE NOT SOBRE LOS RETR TOS DE CRISTO

EN MONED S DE L LT ED D MEDI

Y EL SINDONE DE TURIN

ntonio Beltrán

Universidad de Zaragoza

Queremos contribuir al justo homenaje que se dedica a la profesora

María Luisa Ledesma, por su entrega a nuestra Facultad de Filosofía y

Letras y a la sagrada m isión de la enserianza y la investigación, con ánimo

de estar presente en él mediante una n ota que recoja algunas ba hales con-

sideraciones sobre numismática y m enciones de Cristo seg

n interpretacio-

nes del mundo bizantino y datos extraídos de los evangelios y manejados

muchas veces con ligereza o falta de suficiente base científica. El retrato de

Je s

s que se ha divulgado en nuestros tiempos desde los del Imperio bizan-

tino coincide con el que aparece en la Sábana Santa de T urín o, seg

n quie-

nes piensan que e l Sindone es una falsificación, los autores de esta m ixtifi-

cación tomaron modelo de los esquemas iconográficos bizantinos.

Las monedas han desemperiado un papel importante en los razona-

mientos sobre la autenticidad de la Sábana Santa turinesa. Pero no siem-

pre se han m anejado los datos co n la suficiente base científica. Es el caso,

por ejemplo, del artículo de José María Navalpotro y Vicente Fernández

en el diario

BC del día 8 de febrero de 1992 sobre El sudario de

Oviedo, nuevo apoyo a la Sábana Santa ; dejamos la cuestión de los

numerosos sudarios o sábanas que pasan por originales desde los tiempos

medievales o de las que son copia obtenida piadosamente renunciamos a

referirnos, por ejemplo, a la de Campillo', entre nosotros y a cualquier

En Campillo de Aragón se conserva una Sábana Santa donada por Fray Lucas Bueno obispo de

Malta quien la recibió de la Casa de Saboya poseedora del Sindone Turinés. La pieza de Campillo se

exhibe el día de Viernes Santo y el 14 de s eptiembre

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ANTONIO BELTRAN

otra, para ceriirnos al problema numismático. En el artículo citado se

alude a unas monedas inmediatamente posteriores al siglo IV aportadas

al congreso celebrado en Barcelona sobre la Sábana Santa de la catedral

de Turín, que los italianos llaman sindone , y sobre la que hay muchos y

buenos estudios y también viscerales posturas de quienes están dispuestos

a olvidar la objetividad científica tanto para demostrar que se trata de una

mixtificación med ieval como para dar pábulo a las más burdas invenciones

con tal de afirmar su autenticidad a ultranza

. No hace al caso la polém ica

alrededor de los análisis radiocarbónicos y las interpretaciones de una

carta de Tite, del Museo B ritánico

, tratando de quitar valor absoluto a sus

propias interpretaciones, recogidas amp liamente en los medios de com uni-

cación con ánimo de polémica.

Como numismático y humanista me interesa sobremanera subrayar el

apoyo que las monedas otorgan en muchas ocasiones a la investigación

científica. Por este motivo resulta apasionante una moneda denunciada

por los mo dernos sistemas fotográficos sobre los ojos de la figura que apa-

rece en la Sábana Santa de Turín, y queremos comentar su aportación a

los argumentos sobre la autenticidad del santo sudario turinés, pero no

podemos aceptar las citadas en el nombrado artículo que se han usado

como referencia iconográfica de valor discutible, sin aludir a las que apa-

recían sobre los ojos del Crucificado y que, de no tratarse de una equivo-

cada identificación, resultaban decisivas para situar el enterramiento y su

huella en tiempo del emperador Tiberio

. Tales piezas se denunciaron

com o dos rodajas oscuras por los trabajos fotográficos de 1981 ejecutados

por un equipo de la Universidad de Kansas que pasó los datos a computa-

dora y digitalizó las imágenes. Se llegó a la conclusión de que se destina-

ban al rito hebreo de cerrar los ojos , conservado hasta nuestros tiempos

y conocido por documentos medievales, en momentos en que tocarlos

podía conducir a la impureza y el pecado por ser sábado y que tanto se

Entre los más asequibles libros cfs. Kenneth E. Stevenson y Gary R. H abermas,

Un inesperado tes t i -

m onio de la m uer te y r esurrecc ión de Jesucr is to . Dic tamen sobre la Sábana de C r is to . 3 .

a ed. Barcelona

1988. Juan Manuel 1gartua,

L a S ábana San t a es au t én t i ca. Ref l ex i ón m et ód i ca

Bilbao 1990. Manuela

Corsini de Ordeig,

His tor ia de l S udar io d e C r is to

Madrid, 1988. Manuel Solé S. J.

L a S ábana San t a de

T urin. Su autent icidad y trascendencia 2.' ed. Bilbao 1980. F rancisco Ansón,

De s pu é s de l Carb ono 14 . L a

Sábana Santa

Madrid, 1989.

3

En junio de 1988 se divulgaron los resultados de los estudios radiocarbónicos que aseguraban que la

sábana era una imitación o falsificación medieval. El 14 de septiembre de 1988 Michael Tite, del Research

Laboratory del British Museum remitía una am bigua carta al prof. L. Gonella del Departam ento de Física

del Politécnico de Turín, en la que se decía yo tampoco considero el resultado de la datación del Sudario

de Turín como una demostración de que sea falso. Como usted subrayó correctamente la calificación de

fa1so envuelve una deliberada intención de engañar, mientras que la fecha del examen radiocarbónico no

ofrece claramente ninguna evidencia a favor de esa tesis... , con lo que la supuesta rectificación se queda en

una aclaración del concepto de falso y deja las cosas tan confusas como antes de que la carta fuera escrita.

4 A. Beltrán Monedas sobre los ojos de Cristo ,

E co F i laté lico y N um ismát ico

Pamplona, marzo

1989, p. 421.

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ANTONIO BELTRAN

la imagen, los romanos trataban de reflejar lo más fielmente posible la

imagen del personaje por lo que no dudaban en recurrir al retrato más fiel

que de este individuo se conservase. Esto supone un factor importante

para sostener que la Sábana S anta procede de la antig

edad .

Los romanos no aportaron a las monedas retrato alguno de Cristo, ni

siquiera tras la Paz de la Iglesia derivada del edicto constantiniano de

Milán . La iconografía cristiana antigua vaciló sobre el aspecto de Jes

s e

incluso los Padres discutieron sobre su fealdad, como quería Tertuliano,

para que el atractivo de Cristo no se fundase en la pura apariencia física, o

sobre su belleza que propugnaba el dulce Lactancio. Como joven imberbe

aparece en los sarcófagos paleocristianos o en las pinturas murales de los

cementerios o disimulado en el Buen Pastor en tiempos de ambig

edad

gráfica en los que la paloma , el pez con el tridente, el crismón y otros sím-

bolos encubrían su secreto significado. A partir de Constantino comienzan

a aparecer los motivos cristianos en las monedas aunque continuarían los

paganos, sin alteración, durante mucho tiempo. Son fantásticas y sin fun-

d amento las interpretaciones al monograma de Cristo, al Diluvio

Universal o a la fórmula in pace en las piezas de Salonina, esposa de

Galieno, dándole significación cristiana, sea en medallones de Trajano

Decio o en las de Ap amea de Frigia de Septimio Severo, Macrino y Filipo

el Arabe. El crismón aparecerá como tipo autónomo en los reversos de

Magnencio y a partir de Gala Placidia será clara la representación de un

ángel portador de cruz.

El retrato que aparece en las monedas se inicia en el mundo bizanti-

no, en piezas bien con ocidas y con fundamen tos para el retrato y la divini-

zación por la imagen que sería largo exponer aquí. La divergencia entre

las representaciones de Jes

s que aparecen en los monumentos escultura-

dos y en las pinturas de las Catacum bas y el que refleja la Sábana Sa nta no

es importante para la cuestión de autenticidad del Sindone, pero elimina

el valor de las mone das bizantinas con los retratos de C risto que, com o los

de pinturas y mosaicos podrían responder, precisamente, a una identifica-

ción iconográfica posterior, precisamente, al conocimiento de la Sábana y

de la imagen que en ella aparece.

En tema tan apasionante es preciso ser extremadamente crítico con

todos los argumentos que se esgriman, máxime cuando algunos de los

aportados recientemente permiten apoyar la antigtiedad del tejido del

Sindone turinés por

el polen fósil que contiene y ha sido analizado con

Sobre esta cuestión aunque no sobre retratos de Cristo en las piezas monetarias A. Beltrán,

Monedas del cristianismo primitivo? ,

Eco Filatélico y Numistnático

969, Pamplona, octubre 1990, p.

1.626.

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NOTA BREVE SOBRE LOS RETRATOS DE CRISTO EN MONEDAS DE LA ALTA

toda garantía

y la coincidencia de las huellas marcadas en la tela con las

heridas de un hombre crucificado tras ser azotado y lacerado con una

corona de espinas en la cabeza y una lanzada en el costado.

Habría que concluir, pues, que el retrato bizantino, es decir, el de las

monedas, deriva de la impresión sobre el sudario y no al revés.

Como complemento de lo dicho sobre el valor de las monedas en la

interpretación histórica y acerca de los errores que pue den prod ucirse si se

descuida la estricta interpretación numismática podemos referirnos a las

citas sobre monedas circulantes o sobre la moneda en general que figuran

en los Evangelios y tanto o más las relaciones de los episodios de la vida

de Jes

s con las piezas acuñadas y con el dinero o la riqueza, en general.

Podrían sumarse infinitas referencias, pero valgan para esta breve nota

algunas que nos sugiere la lectura de un documentado artículo de F.

Ficicchia9.

Queda claro que la mayor parte de las citas aluden a la riqueza como

mal, ensalzando la pobreza sin detallar las monedas metálicas en que se

cifran. Otras veces se hablará de la

ltima piel aludiendo a una mo neda-

mercancía propia de los pueblos pastores siendo este concepto, probable-

me nte, origen de la locución dejarse la piel en un emp eño que conserva-

mos a

n... Puede sintetizarse esta idea moral en la frase antes entrará un

cam ello por el ojo de aguja que un rico en el reino de los cielos . Fuera d el

propósito de esta nota el corregir el aparente dislate por pensar que se

alude a una puerta de Jerusalén al hablar del ojo o que no es camello sino

calabrote lo que hay que tomar com o traducción de la palabra original.

Más interés numismático tienen los leptones de bronce a que nos

hem os referido más arriba que pu dieron cubrir los ojos de Cristo crucifica-

do, para cerrar los párpados sin caer en impureza y seg

n costumbre inve-

terada, colocar monedas de poco precio o rodajas de cerámica como se

han hallado en un cem enterio de esclavos próximo a Jerusalén. Las piezas

8

Los análisis palinológicos realizados por Max F rei y publicados en 197 6 identificaron doce especies

vegetales europeas en el polvo recogido por la Sábana, pero tam bién nueve especies que sólo viven en

Turquía, la assueda que sólo crece en Palestina y ocho tipos más de plantas de la misma zo na, algunas

extinguidas hoy y encontradas en los fósiles del lodo del mar Muerto; en el simposio de Londres de 19 77 y

en el de Turín de 1978 concluyó La geografía botánica no conoce localidad alguna donde una contamina-

ción directa con elementos florales tan heterogéneos hay a sido posible. Esta tela por lo tanto ha viajado y

ha sido contaminada en lugares diversos... Es posible que una parte del polen proveng a del sitio donde se

fabricó el tejido e incluso de las sustancias arom áticas como el á loe, usadas en los ritos funerarios o de la

misma piel h meda del cuerpo envuelto por el lienzo. Pero los granos de polen posteriores son con seguri-

dad de origen eólico, durante las ostensiones... Tres cuartas partes de las espec ies encontradas sobre la

Sindone crecen en Palestina, de ellas trece especies son muy características o exclusivas del Neghef y de la

zona del mar Muerto... concluyendo que la Sábana ha permanecido en Palestina, Turquía y no en Chipre,

antes de Ilegar e Francia a Italia. Cfs. Max Frei, La Sindone e la Scienza ,

A tti del 11 Congresso

Interrz azionale di S indologia, Torino, 1978 , p. 191, P. Solé, loc. cit,pp. L a palinologia ,

p. 121.

9

F. Ficicch ia Las treinta moneda s de plata , B oletin de la S ociedad N um ismática San N icolás de los

A rroyos (A rgentina),

n

m. 1211991.

10 5



ANTONIO BELTRAN

de referencia podrían corresponder a sendos leptones de bronce, cada uno

del valor de 1/7 de calco. Si fuera así, este argumento y el derivado del

análisis polínico de los sedimentos unidos a la tela serían decisorios a la

hora de aeptar la antigtiedad del Sudario, mucho más que los decantados

y discutidos a nálisis radiocarbónicos.

Pero las citas a que queremos referirnos corresponden al denario que

le fue mostrado a Jes

s para hacerle caer en desgracia ante quienes le

tenían por Mesías o a las treinta monedas, indudablemente siclos, que

pagaron la traición de Judas y la venta del maestro. Pensamos que cada

una de las citas alude a moneda diferente y lo razonamos en la breve nota

que sigue.

La cuestión del tributo al César, planteada en p

blico a Jes s, por los

fariseos, la recoge Mateo (22,16-17) con las siguientes palabras: Ma estro,

sabemos que eres veraz y enserias el camino de Dios con verdad y no tie-

nes cuenta de nadie, porque no eres aceptador de personas. Dinos, pues,

que te parece lícito dar censo a Cesar o no? . Frente a este ardid que

podía revivir la rebelión de Judas el Galileo, de treinta años antes, que

negaba el pago del censo, resolvió Jes

s el dilema i,Porqué me tentais,

hipócritas? Mostradme la moneda del censo . Sin duda la pieza era un

denario con la imagen de Tiberio y nada hay que oponer a que fuera la

que Ileva la representación de Livia sedente en el reverso. Quedaría, aun-

que no es del caso, la cuestión de la selección de las piezas de plata en las

que necesariamente debía pagarse el tributo, como parece deducirse del

texto citado del evangelista. A la pregunta

:,de quién es esta imagen y

inscripción? y la respuesta que De Cesar siguió la decisión Devolved

pues a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios .

Aparte del papel especial que hay que otorgar a los ltimos coloquios

y parábolas de Jes

s en los días anteriores a su Pasión, pensamos que tal

moneda nada tenía que ver con las que pagaron la traición de Judas, esti-

pulada la cantidad y calidad en treinta de plata , confirmando una profe-

cía de Zacarías, seg

n Mateo, sin especificar cuales fueran sus monedas

salvo con el adjetivo argénteos que no precisa gran cosa. Desde hace

tiempo se ha pensado que tales monedas fueron siclos de plata, cada uno

de ellos del valor de cuatro denarios, lo que daría una cantidad total de

120 denarios. Se funda este razonamiento esgrimido desde hace arios por

los exégetas en una norma de la ley hebrea recogida en el Exodo (21, 32)

se g

n la cual el propietario de un toro que corneaba y daba muerte al

esclavo de otro, pagase 30 siclos de plata com o precio de la vida del muer-

to. Esto equivale a suponer que Jes

s fue vendido com o un esclavo por la

cantidad de 30 siclos.

Está fuera de lugar describir los siclos circulantes en Judea junto con

los denarios de plata y con las piezas de bronce toleradas como produc-

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NOT BREVE SOBRE LOS RETR TOS DE CRISTO EN MONED S DE L LT

ción local desde Augusto a Calígula. Como tampoco vale la pena insistir

sobre el destino de las treinta monedas la compra del campo Hceldama

situado en el valle de la Gehenna lugar maldito donde la tradición quiere

que Judas se ahorcase pendiendo de una higuera; pero si pagó la compra

con los siclos recibidos es difícil que tal como describe Mateo se adentra-

se el traidor hacia el edificio del santuario y comenzase a arrojar frenética-

mente pu ñados de siclos hacia el lugar santo.

Es evidente que los Evangelios no pretendieron nunca detallar y defi-

nir sino explicar la historia maravillosa de Cristo. Pero en este caso los

datos parecen lo suficientemente concluyentes para que los numismáticos

de nuestros días puedan penetrar en el misterio de las monedas de otros

tiempos. Al menos no puedo reprimir la idea cuando tengo a la vista o en

la mano un denario de Tiberio o un siclo de por el cambio de Era y trato

de convertir el frío metal acuriado en un testimonio humano de que tales

piezas fueran protagonistas en uno de los episodios más sobrecogedores

de la historia de la Humanidad. Serás t

banal siclo uno de los que sir-

vieron para comprar a Jes

s por el precio de un esclavo?

TIBEPIOY K IC POC LIS IOY I K IC POC

L epton de bronce de Poncio Pilato a nom bre de T iberio y su

m adre Julia m uy am pliado) seg

n Filas y S olé).

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