Brigada 21 nº 53

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El día de la bestia 1 El día de la bestia 2 El género del cine español 3 La romería 3 Rafael de Penagos 4 La carretera (The road) 52 Enero-Febrero 2010 Así resumiría yo la ceremonia de entrega de los últimos Goya. Porque si ha habido algún triunfador de la gala ha sido el presidente de la Academia, Álex de la Iglesia. Después de un año 2009 de remontada por parte del cine español, la guinda al pastel ha sido una ceremonia de los Goya repleta de sorpresas, sin interrupciones publicitarias ni extraños diferidos, con un nuevo aire en la presentación y conducción y una magnífica respuesta de audiencia televisiva. Las gestiones e insistencia de Álex de la Iglesia han conseguido sentar juntos públicamente a Penélope Cruz y Javier Bardem, acertar con la elección de Andreu Buenafuente como conductor de la gala, incluir a Pocoyó y a una señora de Mollet del Vallés entre quienes han entregado los premios, hacer un guiño al pasado recuperando al final de la ceremonia a Rosa Mª Sardá y, sobre todo, reconciliar a Pedro Almodóvar con la Academia en una inesperada y espectacular aparición del director manchego para dar el premio a la mejor película. El resto hay que achacárselo a la sensatez de TVE eliminando el falso directo de años anteriores y los cortes publicitarios, así como a la calidad de las producciones seleccionadas en los distintos apartados. Celda 211 y Ágora han sido las grandes triunfadoras con 8 y 7 estatuillas, respectivamente. La primera, con los principales galardones, y la segunda, arrasando con todos los premios técnicos, se han convertido, además, en las dos películas españolas más taquilleras de la historia. Pero no podemos olvidarnos de otras cintas excelentes también presentes en los Goya como la argentina El secreto de sus ojos, cine con mayúsculas y de la que ya hablamos hace poco en esta revista; Yo también y las inmensas interpretaciones de sus protagonistas Lola Dueñas y Pablo Pineda, el primer universitario europeo con síndrome de Down; la divertida y a la vez emotiva Gordos; los regresos de Fernando Trueba y Pedro Almodóvar con El baile de la victoria y Los abrazos rotos; el acercamiento a la biografía del poeta Jaime Gil de Biedma en El cónsul de Sodoma; o los magníficos ejemplos que en sus respectivos géneros suponen Garbo, el espía (El hombre que salvó el mundo), un estupendo documental sobre Juan Pujol, el agente doble que consiguió engañar a los nazis y hacer que no dieran importancia al desembarco de Normandía, y la cinta de animación Planet 51, la película española más cara de la historia, con un presupuesto equiparable al de cualquier producción norteamericana. En definitiva, un excelente año 2009 para el cine español que ha tenido su broche en la gala de los Goya y que todos los que amamos el séptimo arte esperamos que se repita en 2010. José Alfonso Rueda Jiménez

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Revista de la Asociacion Cultural Forajidos. Enero-Febrero 2010.

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Page 1: Brigada 21 nº 53

El día de la bestia

1 El día de la bestia

2 El género del cineespañol

3 La romería

3 Rafael de Penagos

4 La carretera(The road)

Vemos a un hombre y un niño con aspecto de mendigosandando por una carretera bajo un cielo gris, rodeadospor los restos de un páramo arrasado por el fuego haceaños pero en el que ningún brote verde ni canto de pájaroshace pensar que alguna vez pueda regresar la vida. Porsu aspecto, sabemos que llevan mucho tiempo vagando,buscando un lugar donde poder establecerse o vivir undía más. Nos preguntamos qué comerán, qué les ha llevadoa tan lamentable estado y qué instinto, ilusión o miedo leshace seguir caminando. Poco a poco se nos muestra lahistoria, una pareja y una noche en la que el fuego lo arrasatodo sin saber el motivo, ¿un meteorito, una erupciónvolcánica? Sabemos lo mismo que ellos, que el mundo tal ycomo lo conocían deja de existir esa noche. Ella estáembarazada, su hijo nació tras el apocalipsis gracias a laférrea, casi irracional, apuesta del padre por la vida. La mujerabandona pronto, dejándoles sólo su frialdad e indiferencia.En algún momento, el padre decide salir y dirigirse hacia lacosta en busca de un resquicio de esperanza y es entoncescuando los vemos por primera vez, caminando por esa desoladacarretera que es una metáfora de su vida. Nunca se llaman porsu nombre, el niño quizás ni lo tenga, no sabemos su edad,¿diez años quizás? Que él sepa, es el único representante de lageneración del apocalipsis. Por el camino han de huir de loscaníbales y cruzarse con los pocos supervivientes que quedan;la mayoría se han vuelto locos o indiferentes a todo. El padreenseña unos valores a su hijo en un mundo donde ya no existeninguna regla, para que la visión de tanto horror no acabeconvirtiéndolo a él también en un monstruo o le haga perder toda

La carretera (The road)

BRIGADA 21 es una publicación cuyo objetivo es la divulgación de la cultura audiovisual, que no hace necesariamente suyas las opiniones de sus colaboradores

52

BRIGADA 21Edit a: Asociación Cultural Audiovisual y Cine-Forum FORAJIDOSColabora: Excmo. Ayutamiento de Montilla.Área para la Igualdad y el Desarrollo Social y Cultural

Tirada: 300 Ejemplares. (Bimestral)Imprime: Imprenta San Francisco Solano SLDEPÓSITO LEGAL CO-1629-2006ISSN 1888 - 329X NÚMERO 17

Enero-Febrero 2010

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w.fo

rajid

os.e

s

Así resumiría yo la ceremonia de

entrega de los últimos Goya. Porque

si ha habido algún triunfador de la

gala ha sido el presidente de la

Academia, Álex de la Iglesia.

Después de un año 2009 de

remontada por parte del cine

español, la guinda al pastel ha sido

una ceremonia de los Goya repleta

de sorpresas, sin interrupciones

publicitarias ni extraños diferidos, con

un nuevo aire en la presentación y

conducción y una magnífica

respuesta de audiencia televisiva.

Las gestiones e insistencia de Álex

de la Iglesia han conseguido sentar

juntos públicamente a Penélope Cruz

y Javier Bardem, acertar con la

elección de Andreu Buenafuente

como conductor de la gala, incluir a

Pocoyó y a una señora de Mollet del

Vallés entre quienes han entregado

los premios, hacer un guiño al

pasado recuperando al final de la

ceremonia a Rosa Mª Sardá y, sobre

todo, reconciliar a

Pedro Almodóvar con la Academia en

una inesperada y espectacular

aparición del director manchego para

dar el premio a la mejor película.

El resto hay que achacárselo a la

sensatez de TVE eliminando el falso

directo de años anteriores y los

cortes publicitarios, así como a la

calidad de las producciones

seleccionadas en los distintos

apartados. Celda 211 y Ágora han

sido las grandes triunfadoras con 8

y 7 estatuillas, respectivamente. La

primera, con los principales

galardones, y la segunda, arrasando

con todos los premios técnicos, se

han convertido, además, en las dos

películas españolas más taquilleras

de la historia. Pero no podemos

olvidarnos de otras cintas excelentes

también presentes en los Goya como

la argentina El secreto de sus ojos,

cine con mayúsculas y de la que ya

hablamos hace poco en esta revista;

Yo también y las inmensas

interpretaciones de sus

protagonistas Lola Dueñas y Pablo

Pineda, el primer

universitario europeo con síndrome

de Down; la divertida y a la vez

emotiva Gordos; los regresos de

Fernando Trueba y Pedro Almodóvar

con El baile de la victoria y Los

abrazos rotos; el acercamiento a la

biografía del poeta Jaime Gil de

Biedma en El cónsul de Sodoma; o

los magníficos ejemplos que en sus

respectivos géneros suponen

Garbo, el espía (El hombre que salvó

el mundo), un estupendo documental

sobre Juan Pujol, el agente doble

que consiguió engañar a los nazis y

hacer que no dieran importancia al

desembarco de Normandía, y la cinta

de animación Planet 51, la película

española más cara de la historia, con

un presupuesto equiparable al de

cualquier producción

norteamericana.

En definitiva, un excelente año 2009

para el cine español que ha tenido

su broche en la gala de los Goya y

que todos los que amamos el séptimo

arte esperamos que se repita en

2010.

José Alfonso Rueda Jiménez

esperanza en la raza humana. Quizás ya el único pecado sea morirse, pero ellos sonlos buenos y no se portan como los demás, o al menos eso intenta el padre inculcar a suhijo. Poco a poco, los recuerdos del padre de un mundo distinto se van difuminandoapareciendo sólo en sus sueños, atormentado por la idea de que su hijo jamás conoceráotra cosa y ni siquiera le quedarán los sueños.Estoy deseando leer la novela homónima de Cormac McCarthy en la que se basa lapelícula y de quien los Coen adaptaron al cine otra de sus novelas, «No es país paraviejos». Viggo Mortensen y Kodi Smit McPhee hacen una buena interpretación, lafotografía de Javier Aguirresarobe crea un mundo totalmente gris, devastado, agónico

que oprime el corazón. Una escena incluso mesugirió el «Saturno devorando a su hijo» deGoya. Y digo sugirió porque en la película noaparecen escenas de canibalismo, sólo sesugiere mediante las huellas de sangre, restoshumanos y los desdichados encerrados en unsótano como si de ganado se tratara. A buenseguro que la película comete errores quebotánicos, geólogos, zoólogos, médicos, etc.detectan fácilmente, por lo que no creo que debaser vista como una recreación científica sinocomo una historia de lo insignificante que es enrealidad la especie humana ante la naturaleza,lo frágil y a la vez pertinaz que es nuestraexistencia y sobre todo de que incluso en lascondiciones más duras, sin nadie que nosjuzgue ni miedo a ninguna condenación eterna,siempre habrá alguien dispuesto a sacrificarsepor otra persona sin esperar nada a cambio.

Andrés Núñez Ruz

Page 2: Brigada 21 nº 53

El libro de buen amor fue una película emblemática de lo que iba a ser el cine tras la muerte del «chache». Hecha en cooperativa entreactores, directores, guionistas, etc., significó el punto de partida de lo que vendría después.Como nuestro Teatro Garnelo estaba de capa caída, cuando ya murió el dictador, entre Emmanuelles blancas, negras y amarillas,tuvimos que organizar verdaderas romerías hacia Córdoba para ver el buen cine que entonces se ofrecía, que ofrecía la libertad.Para ello hubo dos películas emblemáticas a las que acudimos en masa; aquello parecía la Montilla del Cinema Palacio y el Garneloen sus mejores tiempos. Una fue La naranja mecánica, de Stanley Kubrik; aquélla de Malcolm McDowell, malo malísimo, que terminósiendo tonto, tontísimo, después de que lo pasásemos más bien mal (por cierto, película subtitulada). La otra fue Furtivos, dirigida porBorau y protagonizada por Ovidi Montllor y Lola Gaos como principales protagonistas, hoy película de culto entre los cinéfilos; quedóen nuestra memoria como algo grande, inolvidable.También acudimos a ver Cuerno de cabra, 24 horas, Verano del 42, Madame Claude, El exorcista, etc. Valieron la pena aquellasromerías que nos llegaban merced a la libertad recién estrenada, que no deseamos perder por nada del mundo.

José Pérez Merino

La romeríaEl género del cine español

Ahora que han sido entregados los premios Goya, y que dos de las películas nominadas(«Celda 211», y «Ágora») han acaparado el mayor número de premios, es un buenmomento para reflexionar sobre qué tipo de cine se hace en nuestro país, o mejor aún,cuál es el genero que predomina en el cine español.Al acercamos a las carteleras de cualquier sala de exhibición, lo primero quecomprobaremos es que en la mayoría de ellas está ausente el cine español (eso apesar de la cuota de cine europeo que todas deben proyectar), y que las pocas películasque se proyectan suelen tener una temática o desarrollo temporal centrado en laactualidad. Así pues, si queremos pasar un buen rato viendo alguna película de aventuras(que no sean sólo efectos especiales), nuestra única opción serán las películasnorteamericanas (o anglosajonas).Que en España no se realiza cine de aventuras, en la vertiente clásica del mismo, esalgo a lo que nos hemos acostumbrado, y con lo que hemos crecido muchos, mientrasdisfrutábamos de los clásicos del technicolor («Ivanhoe», «Robin Hood», «Ben-Hur»,son algunos que estoy seguro serán conocidos por todos vosotros), en aquellas añoradassesiones de tarde. Esa capacidad para crear espectáculo y aventuras es algo queadmiro de la industria norteamericana, pues siendo un país con menos de 300 años dehistoria, han creado su propio estilo cinematográfico, el western, y han tenido la capacidad(bueno, y también los medios) para realizar películas de cualquier género.Nuestro cine patrio no ha conseguido potenciar el desarrollo de una industria competitiva,

y su producción huye de las ambientaciones de época (salvo honrosasexcepciones como «El perro del hortelano», «Juana la Loca»,

o «Alatriste», por citar algunos ejemplos),fracasando estrepitosamente en

las adaptaciones (unclaro ejemplo fue «Laconjura de El Escorial»).Y esto último es algo queno entiendo: con más de2000 años de historia, conmultitud de personajeshistóricos capaces de llenarde contenido cualquierpelícula, con escritorescapaces de conmover a losespectadores (si los

americanos tienen a Poe, nadieha pensado en adaptarcinematográficamente lasLeyendas de Gustavo Adolfo), ylocalizaciones maravillosas(castillos, bosques, etc.), nocabe más que responderse queal cine español le faltaimaginación para reinventarse yofrecer aventura y fantasía(porque ahora resulta que hastanuestros efectos especiales sonpremiados en Hollywood).Entre los años cincuenta ysesenta, Samuel Bronston creóun espejismo en nuestro país,produciendo algunos de losclásicos más importantes de lahistoria del cine («El Cid» o«Doctor Zhivago», entre otras), y no se trataría ahora de recrearmastodónticas superproducciones, pero sería muy interesante quesurgieran directores como ha sido Roger Corman, capaces de crearpelículas con bajo presupuesto, pero con una enorme calidad. Aunquees cierto que en nuestro país se están dando algunos pasos en el génerode terror, a través de los trabajos realizados por Jaume Balagueró, aúnno se ha progresado lo suficiente para que este tipo de películas (quetienen un público más restringido), supongan la avanzadilla de una nuevay más competitiva imagen del cine.Considero que el cine español no puede tener por reto crear películasen 3D, sino que debe abrirse a nuevos géneros, y aprovechar el talentode nuestros actores y directores, desarrollando películas de calidad quesean reconocidas y reconocibles dentro y fuera de nuestras fronteras.

José Manuel Repiso Carmona

Le escuchábamos pero no le veíamos. Aquella maravillosa voz, rotunda y modelada, solamente equiparable a otro genio del doblaje cinematográfico, Don TeófiloMartínez. Les hablamos de Rafael de Penagos y nos acaba de dejar a los ochenta y pico de años en un lluvioso y frío mes de febrero.Rafael de Penagos era hijo de un extraordinario dibujante y pintor que marcó una época, como la marcó un contemporáneo suyo, también un líder en el cartelismo delcine como fue Renau, destacado autor, también, de carteles de la España republicana durante la guerra civil.Gracias a la influencia que ejercieron sobre él poetas como Alberti o García Lorca, nuestro genial doblador tuvo un hueco en la poesíaespañola. Escribió varios libros, por uno de ellos consiguió el premio nacional de literatura. «Cómo pasa el tiempo», título del libro que le valióel premio, está considerado como una joya en su género, ensalzado por poetas y escritores de las más variopintas ideas.Pero como lo nuestro es el cine, tenemos que recordarle como doblador de voces. Para quien esto escribe, la voz doblada por Penagos deStan Laurel, el famoso flaco compañero de Oliver Hardy, es una debilidad; como lo es la que prestó a los dibujos animados de El Quijote,concretamente a Cervantes, al Richelieu de Los Tres Mosqueteros, o a uno de los villanos por antonomasia del cine: Basil Rathbone. Tambiéndobló a actores como Rock Hudson, Donald Pleasance, Robert Vauhg, Yul Brynner, etc. Y no nos olvidemos de Brian Murphy, el inefableseñor Roper de una de las series más simpáticas de la televisión: aquel jejeje era genial. Para escuchar su voz tendremos que volver al cinede entonces, a aquel cine maravilloso cuyas voces españolas le hicieron destacar, o a oír sus discos de poesía.Por cierto, que Rafael de Penagos era un rapsoda excepcional, incluso hizo sus pinitos en el teatro. Un veterano amante del cine noscomenta y asegura que visitó Montilla varias veces, porque aquí tenía amigos; incluso hay una bota con su dedicatoria y firma. Perosabiendo cómo somos los montillanos, no sabemos si esa bota estará en Montilla, en Córdoba, en Rusia o… destruida, como tantas cosasse han destruido en nuestras bodegas.

José Pérez Merino

Rafael de Penagos

Page 3: Brigada 21 nº 53

El libro de buen amor fue una película emblemática de lo que iba a ser el cine tras la muerte del «chache». Hecha en cooperativa entreactores, directores, guionistas, etc., significó el punto de partida de lo que vendría después.Como nuestro Teatro Garnelo estaba de capa caída, cuando ya murió el dictador, entre Emmanuelles blancas, negras y amarillas,tuvimos que organizar verdaderas romerías hacia Córdoba para ver el buen cine que entonces se ofrecía, que ofrecía la libertad.Para ello hubo dos películas emblemáticas a las que acudimos en masa; aquello parecía la Montilla del Cinema Palacio y el Garneloen sus mejores tiempos. Una fue La naranja mecánica, de Stanley Kubrik; aquélla de Malcolm McDowell, malo malísimo, que terminósiendo tonto, tontísimo, después de que lo pasásemos más bien mal (por cierto, película subtitulada). La otra fue Furtivos, dirigida porBorau y protagonizada por Ovidi Montllor y Lola Gaos como principales protagonistas, hoy película de culto entre los cinéfilos; quedóen nuestra memoria como algo grande, inolvidable.También acudimos a ver Cuerno de cabra, 24 horas, Verano del 42, Madame Claude, El exorcista, etc. Valieron la pena aquellasromerías que nos llegaban merced a la libertad recién estrenada, que no deseamos perder por nada del mundo.

José Pérez Merino

La romeríaEl género del cine español

Ahora que han sido entregados los premios Goya, y que dos de las películas nominadas(«Celda 211», y «Ágora») han acaparado el mayor número de premios, es un buenmomento para reflexionar sobre qué tipo de cine se hace en nuestro país, o mejor aún,cuál es el genero que predomina en el cine español.Al acercamos a las carteleras de cualquier sala de exhibición, lo primero quecomprobaremos es que en la mayoría de ellas está ausente el cine español (eso apesar de la cuota de cine europeo que todas deben proyectar), y que las pocas películasque se proyectan suelen tener una temática o desarrollo temporal centrado en laactualidad. Así pues, si queremos pasar un buen rato viendo alguna película de aventuras(que no sean sólo efectos especiales), nuestra única opción serán las películasnorteamericanas (o anglosajonas).Que en España no se realiza cine de aventuras, en la vertiente clásica del mismo, esalgo a lo que nos hemos acostumbrado, y con lo que hemos crecido muchos, mientrasdisfrutábamos de los clásicos del technicolor («Ivanhoe», «Robin Hood», «Ben-Hur»,son algunos que estoy seguro serán conocidos por todos vosotros), en aquellas añoradassesiones de tarde. Esa capacidad para crear espectáculo y aventuras es algo queadmiro de la industria norteamericana, pues siendo un país con menos de 300 años dehistoria, han creado su propio estilo cinematográfico, el western, y han tenido la capacidad(bueno, y también los medios) para realizar películas de cualquier género.Nuestro cine patrio no ha conseguido potenciar el desarrollo de una industria competitiva,

y su producción huye de las ambientaciones de época (salvo honrosasexcepciones como «El perro del hortelano», «Juana la Loca»,

o «Alatriste», por citar algunos ejemplos),fracasando estrepitosamente en

las adaptaciones (unclaro ejemplo fue «Laconjura de El Escorial»).Y esto último es algo queno entiendo: con más de2000 años de historia, conmultitud de personajeshistóricos capaces de llenarde contenido cualquierpelícula, con escritorescapaces de conmover a losespectadores (si los

americanos tienen a Poe, nadieha pensado en adaptarcinematográficamente lasLeyendas de Gustavo Adolfo), ylocalizaciones maravillosas(castillos, bosques, etc.), nocabe más que responderse queal cine español le faltaimaginación para reinventarse yofrecer aventura y fantasía(porque ahora resulta que hastanuestros efectos especiales sonpremiados en Hollywood).Entre los años cincuenta ysesenta, Samuel Bronston creóun espejismo en nuestro país,produciendo algunos de losclásicos más importantes de lahistoria del cine («El Cid» o«Doctor Zhivago», entre otras), y no se trataría ahora de recrearmastodónticas superproducciones, pero sería muy interesante quesurgieran directores como ha sido Roger Corman, capaces de crearpelículas con bajo presupuesto, pero con una enorme calidad. Aunquees cierto que en nuestro país se están dando algunos pasos en el génerode terror, a través de los trabajos realizados por Jaume Balagueró, aúnno se ha progresado lo suficiente para que este tipo de películas (quetienen un público más restringido), supongan la avanzadilla de una nuevay más competitiva imagen del cine.Considero que el cine español no puede tener por reto crear películasen 3D, sino que debe abrirse a nuevos géneros, y aprovechar el talentode nuestros actores y directores, desarrollando películas de calidad quesean reconocidas y reconocibles dentro y fuera de nuestras fronteras.

José Manuel Repiso Carmona

Le escuchábamos pero no le veíamos. Aquella maravillosa voz, rotunda y modelada, solamente equiparable a otro genio del doblaje cinematográfico, Don TeófiloMartínez. Les hablamos de Rafael de Penagos y nos acaba de dejar a los ochenta y pico de años en un lluvioso y frío mes de febrero.Rafael de Penagos era hijo de un extraordinario dibujante y pintor que marcó una época, como la marcó un contemporáneo suyo, también un líder en el cartelismo delcine como fue Renau, destacado autor, también, de carteles de la España republicana durante la guerra civil.Gracias a la influencia que ejercieron sobre él poetas como Alberti o García Lorca, nuestro genial doblador tuvo un hueco en la poesíaespañola. Escribió varios libros, por uno de ellos consiguió el premio nacional de literatura. «Cómo pasa el tiempo», título del libro que le valióel premio, está considerado como una joya en su género, ensalzado por poetas y escritores de las más variopintas ideas.Pero como lo nuestro es el cine, tenemos que recordarle como doblador de voces. Para quien esto escribe, la voz doblada por Penagos deStan Laurel, el famoso flaco compañero de Oliver Hardy, es una debilidad; como lo es la que prestó a los dibujos animados de El Quijote,concretamente a Cervantes, al Richelieu de Los Tres Mosqueteros, o a uno de los villanos por antonomasia del cine: Basil Rathbone. Tambiéndobló a actores como Rock Hudson, Donald Pleasance, Robert Vauhg, Yul Brynner, etc. Y no nos olvidemos de Brian Murphy, el inefableseñor Roper de una de las series más simpáticas de la televisión: aquel jejeje era genial. Para escuchar su voz tendremos que volver al cinede entonces, a aquel cine maravilloso cuyas voces españolas le hicieron destacar, o a oír sus discos de poesía.Por cierto, que Rafael de Penagos era un rapsoda excepcional, incluso hizo sus pinitos en el teatro. Un veterano amante del cine noscomenta y asegura que visitó Montilla varias veces, porque aquí tenía amigos; incluso hay una bota con su dedicatoria y firma. Perosabiendo cómo somos los montillanos, no sabemos si esa bota estará en Montilla, en Córdoba, en Rusia o… destruida, como tantas cosasse han destruido en nuestras bodegas.

José Pérez Merino

Rafael de Penagos

Page 4: Brigada 21 nº 53

El día de la bestia

1 El día de la bestia

2 El género del cineespañol

3 La romería

3 Rafael de Penagos

4 La carretera(The road)

Vemos a un hombre y un niño con aspecto de mendigosandando por una carretera bajo un cielo gris, rodeadospor los restos de un páramo arrasado por el fuego haceaños pero en el que ningún brote verde ni canto de pájaroshace pensar que alguna vez pueda regresar la vida. Porsu aspecto, sabemos que llevan mucho tiempo vagando,buscando un lugar donde poder establecerse o vivir undía más. Nos preguntamos qué comerán, qué les ha llevadoa tan lamentable estado y qué instinto, ilusión o miedo leshace seguir caminando. Poco a poco se nos muestra lahistoria, una pareja y una noche en la que el fuego lo arrasatodo sin saber el motivo, ¿un meteorito, una erupciónvolcánica? Sabemos lo mismo que ellos, que el mundo tal ycomo lo conocían deja de existir esa noche. Ella estáembarazada, su hijo nació tras el apocalipsis gracias a laférrea, casi irracional, apuesta del padre por la vida. La mujerabandona pronto, dejándoles sólo su frialdad e indiferencia.En algún momento, el padre decide salir y dirigirse hacia lacosta en busca de un resquicio de esperanza y es entoncescuando los vemos por primera vez, caminando por esa desoladacarretera que es una metáfora de su vida. Nunca se llaman porsu nombre, el niño quizás ni lo tenga, no sabemos su edad,¿diez años quizás? Que él sepa, es el único representante de lageneración del apocalipsis. Por el camino han de huir de loscaníbales y cruzarse con los pocos supervivientes que quedan;la mayoría se han vuelto locos o indiferentes a todo. El padreenseña unos valores a su hijo en un mundo donde ya no existeninguna regla, para que la visión de tanto horror no acabeconvirtiéndolo a él también en un monstruo o le haga perder toda

La carretera (The road)

BRIGADA 21 es una publicación cuyo objetivo es la divulgación de la cultura audiovisual, que no hace necesariamente suyas las opiniones de sus colaboradores

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BRIGADA 21Edit a: Asociación Cultural Audiovisual y Cine-Forum FORAJIDOSColabora: Excmo. Ayutamiento de Montilla.Área para la Igualdad y el Desarrollo Social y Cultural

Tirada: 300 Ejemplares. (Bimestral)Imprime: Imprenta San Francisco Solano SLDEPÓSITO LEGAL CO-1629-2006ISSN 1888 - 329X NÚMERO 17

Enero-Febrero 2010

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rajid

os.e

s

Así resumiría yo la ceremonia de

entrega de los últimos Goya. Porque

si ha habido algún triunfador de la

gala ha sido el presidente de la

Academia, Álex de la Iglesia.

Después de un año 2009 de

remontada por parte del cine

español, la guinda al pastel ha sido

una ceremonia de los Goya repleta

de sorpresas, sin interrupciones

publicitarias ni extraños diferidos, con

un nuevo aire en la presentación y

conducción y una magnífica

respuesta de audiencia televisiva.

Las gestiones e insistencia de Álex

de la Iglesia han conseguido sentar

juntos públicamente a Penélope Cruz

y Javier Bardem, acertar con la

elección de Andreu Buenafuente

como conductor de la gala, incluir a

Pocoyó y a una señora de Mollet del

Vallés entre quienes han entregado

los premios, hacer un guiño al

pasado recuperando al final de la

ceremonia a Rosa Mª Sardá y, sobre

todo, reconciliar a

Pedro Almodóvar con la Academia en

una inesperada y espectacular

aparición del director manchego para

dar el premio a la mejor película.

El resto hay que achacárselo a la

sensatez de TVE eliminando el falso

directo de años anteriores y los

cortes publicitarios, así como a la

calidad de las producciones

seleccionadas en los distintos

apartados. Celda 211 y Ágora han

sido las grandes triunfadoras con 8

y 7 estatuillas, respectivamente. La

primera, con los principales

galardones, y la segunda, arrasando

con todos los premios técnicos, se

han convertido, además, en las dos

películas españolas más taquilleras

de la historia. Pero no podemos

olvidarnos de otras cintas excelentes

también presentes en los Goya como

la argentina El secreto de sus ojos,

cine con mayúsculas y de la que ya

hablamos hace poco en esta revista;

Yo también y las inmensas

interpretaciones de sus

protagonistas Lola Dueñas y Pablo

Pineda, el primer

universitario europeo con síndrome

de Down; la divertida y a la vez

emotiva Gordos; los regresos de

Fernando Trueba y Pedro Almodóvar

con El baile de la victoria y Los

abrazos rotos; el acercamiento a la

biografía del poeta Jaime Gil de

Biedma en El cónsul de Sodoma; o

los magníficos ejemplos que en sus

respectivos géneros suponen

Garbo, el espía (El hombre que salvó

el mundo), un estupendo documental

sobre Juan Pujol, el agente doble

que consiguió engañar a los nazis y

hacer que no dieran importancia al

desembarco de Normandía, y la cinta

de animación Planet 51, la película

española más cara de la historia, con

un presupuesto equiparable al de

cualquier producción

norteamericana.

En definitiva, un excelente año 2009

para el cine español que ha tenido

su broche en la gala de los Goya y

que todos los que amamos el séptimo

arte esperamos que se repita en

2010.

José Alfonso Rueda Jiménez

esperanza en la raza humana. Quizás ya el único pecado sea morirse, pero ellos sonlos buenos y no se portan como los demás, o al menos eso intenta el padre inculcar a suhijo. Poco a poco, los recuerdos del padre de un mundo distinto se van difuminandoapareciendo sólo en sus sueños, atormentado por la idea de que su hijo jamás conoceráotra cosa y ni siquiera le quedarán los sueños.Estoy deseando leer la novela homónima de Cormac McCarthy en la que se basa lapelícula y de quien los Coen adaptaron al cine otra de sus novelas, «No es país paraviejos». Viggo Mortensen y Kodi Smit McPhee hacen una buena interpretación, lafotografía de Javier Aguirresarobe crea un mundo totalmente gris, devastado, agónico

que oprime el corazón. Una escena incluso mesugirió el «Saturno devorando a su hijo» deGoya. Y digo sugirió porque en la película noaparecen escenas de canibalismo, sólo sesugiere mediante las huellas de sangre, restoshumanos y los desdichados encerrados en unsótano como si de ganado se tratara. A buenseguro que la película comete errores quebotánicos, geólogos, zoólogos, médicos, etc.detectan fácilmente, por lo que no creo que debaser vista como una recreación científica sinocomo una historia de lo insignificante que es enrealidad la especie humana ante la naturaleza,lo frágil y a la vez pertinaz que es nuestraexistencia y sobre todo de que incluso en lascondiciones más duras, sin nadie que nosjuzgue ni miedo a ninguna condenación eterna,siempre habrá alguien dispuesto a sacrificarsepor otra persona sin esperar nada a cambio.

Andrés Núñez Ruz