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Adultos mayores

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  • Las caractersticas demogrficas del envejecimiento en las Amricas se conocenbien. Segn proyecciones de las Naciones Unidas, para mediados de este sigloAmrica Latina y el Caribe tendrn 112 habitantes de 60 aos de edad o mayorespor cada 100 de 15 aos o menores (1), y en Amrica del Norte esta razn ser de148 a 100. Estas cifras, que llaman la atencin por su magnitud, responden a unfenmeno que va ms all de los nmeros.

    El envejecimiento poblacional repercute en todos los aspectos de la vida:la familia, la economa, los servicios de salud y el tejido social en general. La longevi-dad les brinda a las familias el beneficio de un largo contacto entre miembros de treso cuatro generaciones. Tambin obliga a las sociedades a modificar el ciclo del tra-bajo y la jubilacin, y a las instituciones a invertir lo necesario para dotar a losproveedores de servicios sociales y de atencin sanitaria de conocimientos y apti-tudes que les permitan prestar asistencia a lo largo de la vida entera.

    La salud pblica que parte del conocimiento tendr que superar el simpleconocimiento cientfico del desarrollo y bienestar infantiles para poder erigir loscimientos de una buena calidad de vida y de una buena capacidad funcional en lavejez. La planificacin necesaria para hacerle frente a una sociedad que envejecedepende de que haya datos sobre diversos aspectos integrados de la vida (la salud,el trabajo, los ingresos, las relaciones sociales) que permitan orientar las funciones yservicios del mbito sanitario hacia las necesidades de una poblacin de ms edad.

    El presente nmero especial de la Revista Panamericana de Salud Pblica/ Pan American Journal of Public Health busca reforzar este acervo de conocimientosmediante una serie de trabajos sobre el proceso de envejecimiento en AmricaLatina y el Caribe. La mayor parte de ellos se basan en datos generados medianteun proyecto multicntrico dirigido por la Organizacin Panamericana de la Salud(OPS) que se conoce por Salud, Bienestar y Envejecimiento (el proyecto SABE).Los artculos que aparecen en este nmero son fruto de lo que la OPS y sus socioscopatrocinadores2 han invertido en generar todo un acervo nuevo de conocimien-tos sobre la salud pblica y el envejecimiento en las Amricas.

    Al proyecto SABE, que se ide como estudio multicntrico bajo la direc-cin de la OPS, se dedic de lleno un grupo de investigadores de la Regin de lasAmricas. Estos profesionales se encargaron juntos de todos los aspectos del estu-dio, con la coordinacin y el apoyo de la OPS. Las encuestas del estudio SABE se lle-varon a cabo en siete ciudades de la Regin: Bridgetown, Barbados; Buenos Aires,Argentina; La Habana, Cuba; Mxico, D.F., Mxico; Montevideo, Uruguay; San-tiago, Chile; y So Paulo, Brasil. La OPS recibi gran ayuda del Instituto Nacionaldel Envejecimiento de los Estados Unidos con la gestin de los datos y con el adies-tramiento de investigadores en Amrica Latina y el Caribe sobre cmo realizar tra-bajos de investigacin conjunta en el mbito transnacional. En este nmero especialse presenta un artculo que describe someramente la metodologa aplicada en elestudio SABE y cmo este se llev a cabo (2).

    LA AUTONOTIFICACIN DEL ESTADO DE SALUD

    Tres de los artculos en este nmero especial investigan el estado de saludautonotificado (es decir, el declarado por las propias personas) por los encuestadosdel proyecto SABE. Todos sus autores coinciden en reconocer la utilidad que tienecomo indicador el estado de salud autonotificado, as como su estrecha correlacincon otros parmetros usados para medir el estado de salud. Wong et al. (3) com-paran el uso de este indicador en todas las encuestas SABE. Su artculo presentapruebas que avalan el uso del estado de salud autonotificado como fiel indicadordel estado de salud general de las personas mayores. Tambin seala que en todas

    Editorial

    La construccinde las bases de

    la buena salud enla vejez: situacin

    en las Amricas

    Martha Pelez1

    1 Asesora Regional en Envejecimiento Saludable, Or-ganizacin Panamericana de la Salud, Washington,D. C., Estados Unidos de Amrica.

    2 Son los siguientes: Instituto Nacional de Envejeci-miento de los Estados Unidos; Banco Interameri-cano de Desarrollo; Banco Caribeo de Desarrollo;Fundao de Amparo Pesquisa del Estado de SoPaulo, Brasil; Oficina Nacional de Estadsticas deCuba; Instituto Nacional de Estadstica, Geografa eInformtica de Mxico; ministerios de salud pbli-ca de Chile, Cuba y Uruguay.

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  • las ciudades estudiadas, las dificultades de estas personas para llevar a cabo activi-dades de la vida diaria y los dficit de la memoria se correlacionan de maneraimportante con la mala salud. Alves y Rodrigues (4) analizaron los datos del estadode salud autonotificado recogidos en la encuesta SABE en So Paulo y encontraronuna fuerte correlacin entre el nmero de enfermedades crnicas que tiene una per-sona y el estado de salud autonotificado. En So Paulo las personas de edad quedijeron tener dos o tres enfermedades crnicas se mostraron ms propensas aindicar mala salud en el autoinforme que las que no tenan ninguna enfermedadcrnica. Al examinar los datos de la poblacin de edad avanzada en Bridgetown,Barbados, Hambleton et al. (5) tambin advirtieron la estrecha correlacin entre losindicadores de morbilidad y el estado de salud autonotificado.

    MEDIDAS DE FUNCIN Y DISCAPACIDAD

    La meta de los servicios de atencin primaria adaptados a las personas deedad avanzada consiste en prevenir o posponer la prdida de desempeo funcionaly la discapacidad. Sin embargo, los indicadores usados en el mbito sanitario rarasveces abarcan estos parmetros. En los estudios publicados en este nmero especialse han usado los datos de las encuestas SABE para analizar aspectos importantes dela salud y capacidad funcional en la vejez, entre ellos los factores que predisponena las cadas, la prevalencia de ceguera, la relacin entre las circunstancias habita-cionales y la provisin de servicios, la esperanza de vida sin discapacidad y la co-rrelacin entre la presencia de enfermedades crnicas y la discapacidad.

    Menndez et al. (6), quienes analizan la relacin estadstica entre las enfer-medades crnicas y la discapacidad, encuentran diferencias en la frecuencia de dis-capacidad en dos grupos de ciudades: en Bridgetown y Montevideo se observa unamenor frecuencia de impedimentos para llevar a cabo las actividades bsicas de lavida diaria que en Buenos Aires, La Habana, Mxico, D.F., Santiago y So Paulo. Laedad y la artritis muestran una asociacin directa con la probabilidad de tener difi-cultad para llevar a cabo las actividades bsicas de la vida diaria en todas las ciu-dades incluidas en el estudio SABE. De las siete ciudades estudiadas, seis notifi-caron que la mala salud, los trastornos cerebrovasculares y la depresin tambin seasocian con una mayor probabilidad de sufrir discapacidad. Reyes-Ortiz et al. (7)comparan los factores de riesgo que predisponen a las cadas en las siete ciudadesdel estudio SABE con los resultados de una encuesta de personas de edad mexica-noestadounidenses en la parte sudoccidental de Estados Unidos. Su trabajo indicaque la prevalencia de cadas en el estudio SABE se asemeja a la notificada en lapoblacin mexicanoestadounidense y que ambas prevalencias son ms altas que lasencontradas en estudios estadounidenses de alcance nacional. El estudio demues-tra que el riesgo de sufrir cadas aumenta con la edad y que puede obedecer al efec-to acumulado de muchos trastornos de salud, entre ellos la diabetes, la incontinen-cia urinaria y la depresin. Reyes-Ortiz et al. demuestran que el riesgo de sufrir unacada aumenta a medida que aumenta el nmero de factores de riesgo presentes.Por consiguiente, la prevencin oportuna y la adopcin de intervenciones apropi-adas en la comunidad podran reducir las cadas y prevenir el aumento de la dis-capacidad en la vejez.

    El problema de la discapacidad afecta no solo a la persona de edad sinotambin a su familia. Segn Duarte et al. (8), 43% de los adultos mayores en SoPaulo necesitan ayuda para llevar a cabo actividades de la vida diaria pero no sue-len recibirla. Las personas de edad que viven con uno o varios hijos adultos tienenuna mayor probabilidad de recibir ayuda que las que viven solas o con otras per-sonas. La dinmica familiar est sufriendo cambios debido a la migracin y alaumento del nmero de mujeres que trabajan fuera del hogar. Por lo tanto, harnfalta ms programas sociales para satisfacer las necesidades de las personas de edady apoyar a las familias que las cuidan.

    Basndose en datos de la encuesta SABE en So Paulo, Camargos et al. (9)calculan un indicador de la esperanza de vida sin discapacidad. Aunque se sabe quelas mujeres viven ms tiempo que los hombres, en este estudio se estima que las

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  • mujeres de 60 aos solamente alcanzarn a vivir 74% del resto de su vida sin dis-capacidad, en comparacin con 83% de los hombres de la misma edad. A medidaque la poblacin envejece, los sistemas de salud se enfrentan al reto no solo de mejo-rar la esperanza de vida, sino de mejorar la esperanza de vida sin discapacidad. Laspolticas pblicas tambin tienen que responder equitativamente a las necesidadesde las personas mayores discapacitadas y sus familias. Cabe resaltar los resultadosdel estudio de Pongo guila et al. (10), segn los cuales solamente una de cada cua-tro personas de 50 aos de edad o ms con ceguera bilateral en una zona semirru-ral del Per tiene acceso a servicios oftalmolgicos. Las cataratas asociadas con laedad, que son la principal causa de ceguera en personas de edad avanzada y por lotanto una causa comn de discapacidad, constituyen un reto para la salud pblica.En la mayora de los casos, la ceguera se puede retrasar o hasta evitar. Incluso lospases pobres pueden y deben invertir en intervenciones sanitarias orientadas areducir la frecuencia de discapacidad en la vejez.

    LA EQUIDAD DEL ACCESO A LA ATENCIN SANITARIA

    La equidad en materia de salud tiene gran relieve en el marco de la misinde la OMS, y la equidad en la distribucin de los recursos necesarios para conseguirla buena salud ha sido objeto de extensas discusiones en la OPS (11). Hasta el momen-to han faltado datos suficientes para examinar las inequidades en el acceso de las per-sonas de edad avanzada a los servicios de salud, tema central de dos de los trabajospresentados en este nmero especial, en los cuales se aplican distintos modelos y sellega a conclusiones diferentes. Wallace y Gutirrez (12) plantearon la hiptesis de quelas inequidades en el acceso a la atencin sanitaria en cuatro de las ciudades que par-ticiparon en el estudio SABE (Mxico, D.F., Montevideo, Santiago y So Paulo) refle-jaban inequidades en la distribucin de los recursos econmicos en sus respectivospases. Esta hiptesis no se confirm, pues se demostr que So Paulo tiene la mayorequidad segn indicadores del acceso a atencin sanitaria, pese a que el Brasil tienelas desigualdades ms acentuadas en la distribucin de los recursos econmicos. Losinvestigadores descubrieron que el acceso a la atencin de salud en las cuatro ciu-dades se vio afectada en parte por la riqueza nacional y el gasto nacional en atencinsanitaria, pero tambin en gran medida por la estructura y funcionamiento del sis-tema de atencin mdica en cada ciudad. Noronha y Arande (13) estudiaron seis delas ciudades del estudio SABE y encontraron que las desigualdades en el acceso a losservicios de salud se asemejaban en todas ellas. Estos investigadores tambin llegarona la conclusin de que So Paulo y Mxico, D.F., donde se observaron las mayoresdesigualdades en el estado de salud, tenan mayores desigualdades en el uso de ser-vicios de salud que las dems ciudades. Estos dos artculos resaltan la necesidad dehacer anlisis adicionales y de crear instrumentos y modelos para monitorear y eva-luar la respuesta del sistema sanitario al envejecimiento poblacional.

    LA PROTECCIN DE LAS PERSONAS DE EDAD

    La seccin de temas de actualidad de este nmero especial comienza conun trabajo sobre los diversos sistemas de proteccin social para personas de edadexsistentes en la Regin (14). En artculos sucesivos de la misma seccin se describenlas iniciativas con que diversas agencias y organizaciones no gubernamentales (ONG)han respondido al Plan de Accin Internacional de Envejecimiento de las NacionesUnidas, creado durante la Segunda Asamblea Mundial de Envejecimiento celebradaen Madrid, Espaa, en abril de 2002 (15). En los trabajos incluidos en esta seccin sepresenta solo una fraccin de lo que la sociedad civil y las agencias interguberna-mentales han aportado en aos recientes al movimiento suscitado por el enveje-cimiento en Amrica Latina y el Caribe. Un trabajo efectuado por Hoskins et al. (16)resalta el esquema de la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) para llevar a laprctica las prioridades del Plan de Accin de las Naciones Unidas sobre el Envejeci-miento. La seccin tambin contiene un comentario acerca de un estudio en marchaencaminado a evitar el maltrato de las personas de edad avanzada (17).

    Pelez La construccin de las bases de la buena salud en la vejez Editorial

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  • En este nmero se destacan, adems, tres redes con distintas misiones ygrandes posibilidades de poder mejorar el futuro de los adultos mayores en pasesde la Regin: la Red Tiempos, que est integrada por ONG y por organizaciones deadultos mayores y que crea instrumentos, servicios e informacin para la defensade los derechos de los ancianos en Amrica Latina (18); la Red de Investigacin delEnvejecimiento en Amrica Latina y el Caribe (REALCE), grupo de investigadoresdedicados a promover el estudio transnacional e interdisciplinario del envejeci-miento en Amrica Latina y el Caribe (19); y la Academia Latinoamericana de Medi-cina del Adulto Mayor (ALMA), compuesta de una red de profesores de geriatradedicados a fortalecer la enseanza de esta disciplina (20).

    Los artculos presentados en este nmero especial contribuyen de maneraimportante a mejorar nuestros conocimientos sobre el proceso de envejecimiento enlas Amricas. Sin embargo, tambin demuestran la necesidad de seguir realizandoinvestigaciones transnacionales y de repetir estos estudios con diferentes meto-dologas y distintas fuentes de datos.

    REFERENCIAS

    1. United Nations. World population ageing: 19502050. New York: UN; 2002.2. Albala C, Lebro ML, Len Daz EM, Ham-Chande R, Hennis AJ, Palloni A, et al. Encuesta

    Salud, Bienestar y Envejecimiento (SABE): metodologa de la encuesta y perfil de lapoblacin estudiada. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):30722.

    3. Wong R, Pelez M, Palloni A. Autoinforme de salud general en adultos mayores de AmricaLatina y el Caribe: su utilidad como indicador. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):32332.

    4. Alves LS, Rodrigues RN. Determinantes da autopercepo de sade entre idosos doMunicpio de So Paulo, Brasil. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):33341.

    5. Hambleton IR, Clarke K, Broome HL, Fraser HS, Brathwaite F, Hennis AJ. Historical andcurrent predictors of self-reported health status among elderly persons in Barbados. RevPanam Salud Publica. 2005;17(5-6):34252.

    6. Menndez J, Guevara A, Arcia N, Len Daz EM, Marn C, Alfonso JC. Enfermedades crni-cas y limitacin funcional en adultos mayores: estudio comparativo en siete ciudades deAmrica Latina y el Caribe. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):35361.

    7. Reyes-Ortiz CA, Al Snih S, Markides KS. Falls among elderly persons in Latin America andthe Caribbean and among elderly Mexican-Americans. Rev Panam Salud Publica.2005;17(5-6):3629.

    8. Duarte YAO, Lebro ML, Lima FD. Contribuio dos arranjos domiciliares para o supri-mento de demandas assistenciais dos idosos com comprometimento funcional em SoPaulo, Brasil. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):3708.

    9. Camargos MCS, Perptuo IHO, Machado CJ. Expectativa de vida com incapacidade fun-cional em idosos em So Paulo, Brasil. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):37986.

    10. Pongo guila L, Carrin R, Luna W, Silva JC, Limburg H. Ceguera por catarata en personasmayores de 50 aos en una zona semirrural del norte del Per. Rev Panam Salud Publica.2005;17(5-6):38793.

    11. Alleyne GAO. A quest for equity: selected speeches. Washington, D.C.: Pan AmericanHealth Organization; 2002.

    12. Wallace SP, Gutirrez VF. Equity of access to health care for older adults in four major LatinAmerican cities. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):394409.

    13. Noronha KVMS, Andrade MV. Desigualdades sociais em sade e na utilizao dos serviosde sade entre os idosos na Amrica Latina. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):41018.

    14. Surez R, Pescetto C. Sistemas de proteccin social para el adulto mayor en Amrica Latinay el Caribe. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):41928.

    15. United Nations. Report of the Second World Assembly on Ageing. Hallado en: http://www.un.org/esa/socdev/ageing/waa/index.html [Web site]. Acceso el 27 de abril de 2005.

    16. Hoskins I, Kalache A, Mende S. Hacia una atencin primaria de salud adaptada a las per-sonas de edad. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):44451.

    17. Respuesta mundial al maltrato de las personas mayores en el contexto de la atencin pri-maria. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):4578.

    18. Engler T. El empoderamiento de adultos mayores organizados en la bsqueda de un nuevocontrato social: experiencias del Banco Interamericano de Desarrollo y la Red Tiempos. RevPanam Salud Publica. 2005;17(5-6):43843.

    19. Red de Investigacin del Envejecimiento en Amrica Latina y el Caribe (REALCE). RevPanam Salud Publica. 2005;17(5-6):3201.

    20. Cano C, Gutirrez LM, Marn PP, Morales Martnez F, Pelez M, Rodrguez Maas L, et al.Propuesta de contenidos mnimos para los programas docentes de pregrado en MedicinaGeritrica en Amrica Latina. Rev Panam Salud Publica. 2005;17(5-6):42937.

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