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La ciudad que se convirtió en provincia que se convirtió en ciudad: una historia económica de Buenos Aires, 1810-2010 Lucas Llach Universidad Torcuato Di Tella Proyecto: "Historias económicas regionales" Diciembre, 2011 * * * Preliminar, no citar * * *

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La ciudad que se convirtió en provincia que se convirtió en ciudad:

una historia económica de Buenos Aires, 1810-2010

Lucas LlachUniversidad Torcuato Di Tella

Proyecto: "Historias económicas regionales"Diciembre, 2011

* * * Preliminar, no citar * * *

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1. Introducción: los Buenos Aires

"¿Qué será Buenos Aires?". La pregunta borgeana es, en realidad, una pregunta sobre la ciudad de ese nombre. Y en verdad Buenos Aires fue, antes que nada, una ciudad. Al convertirse en capital virreinal, el ejido urbano de Buenos Aires contaba con 24 mil almas si hemos de creer las estimaciones de Concolorcorvo en la utilísima investigación retrospectiva del Censo de 1869. En la campaña habitaban tan sólo 12.900 personas, es decir que la ciudad doblaba en habitantes a la campaña; o, puesto de otro modo, un 66% del gran total de lo que llamaremos simplemente "Buenos Aires" la provincia antes de la federalización de 1880 habitaba en la ciudad puerto. Para mayor contundencia podría calcularse el total de habitantes en poblados sobre la ribera bonaerense del Paraná o del Plata, entre lo que ya eran entonces el "Curato de San Nicolás de Bari de los Arroyos" (1438 hab.) actual San Nicolás y Magdalena (2.644). Sumando también a "Baradero y las Hermanas" (2737) y "Partido de la costa de San Isidro" (3049) se llega a una cifra de 34.000 habitantes; si se añadieran también los 2663 del cercano Curato de Merlo hoy un suburbio cercano de la Capital Federal sólo quedarían fuera de la zona de influencia fluvial las 420 almas del Curato de San Antonio de Areco y un número no especificado por Concolorcorvo y tan sólo adivinado por los censistas del 69 en la Villa del Luján1. El Buenos Aires que fundaron los europeos fue en su origen un puerto mayor, con una serie de puertos satélites. Más allá, la silenciosa gravitación de una llanura, escenario tan sólo recorrido por una población cazadora-recolectora2 y, por lo tanto, de baja densidad poblacional3 de carácter nómade y en número difícil de precisar.

En vísperas de la Revolución de Mayo, el punto de partida de esta historia, el panorama no era demasiado diferente en cuanto a la distribución de la población, aunque sí había sido rápido el crecimiento demográfico que acompañó a una región beneficiada como pocas de las reformas borbónicas. Los cálculos de Félix de Azara ubican la población total de Buenos Aires en 72.000 para 1801, con 40.000 de ellos en la ciudad y 32000 en la campaña. De la campaña, una cuarta parte vivía en localidades que hoy se encuentran en el conurbano bonaerense; otra cuarta parte en las ya mencionadas poblaciones fluviales a las que se agrega San Pedro y otra mitad habitaba en una decena de poblados algo más alejados: Monte y Chascomús al sur; el camino Luján-Salto-Rojas en el oeste y, algo más al norte, el eje Pilar-Exaltación de la Cruz-Areco-Arrecifes-Pergamino.

Hoy Buenos Aires es una provincia y una ciudad: cada una de esas cosas, en el lenguaje habitual, y el conjunto de ellas, en el de este trabajo. "Buenos Aires provincia y ciudad" en adelante, Región Buenos Aires o Buenos Aires a secas alberga poco menos de la mitad (un 46%) de la población nacional, y es responsable de casi un 60% de su PBI. De los 18,5 millones habitantes de Buenos Aires en 2010, un 69% vivía en el Aglomerado de Buenos Aires, la mancha urbana que a partir de la Capital cubre todo el conurbano y parte de los partidos limítrofes4. Si se cuentan dentro de la megalópolis los 31 partidos contiguos con una densidad mayor que San Fernando, el partido menos densamente poblado del Gran Buenos Aires (lo que añade a los 24 partidos oficiales del GBA los de Pilar, Escobar, General Rodríguez, La Plata, Berisso, Ensenada y Presidente Perón), el aporte bonaerense a la urbe superaba en 2010 los once millones de habitanes, que sumados a la Capital alcanzaban 14,2 millones de habitantes o un 77% de la población total de Buenos Aires y un 36% de la población nacional.

Dependiendo de las definiciones que se usen, pues, tanto al principio como al final de esta historia bicentenaria la región de Buenos Aires tenía a una mayoría amplia de la población

1 República Argentina, Censo General de Población (1869).2 Giberti (2008).3 Diamond (1999).4 Seguimos en lo que sigue las definiciones del INDEC: "Gran Buenos Aires" para el conjunto de los 24 partidos del conurbano y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (que llamaremos también Capital Federal o sencillamente Capital); "Partidos del Gran Buenos Aires" para referirnos solamente esos 24 partidos (utilizaremos de manera equivalente "conurbano") y Aglomerado de Gran Buenos Aires (AGBA) para el concepto más urbanístico y menos político de la mancha urbana. El adjetivo "bonaerense"

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(entre dos tercios y tres cuartas partes) en la ciudad porteña y sus cercanías: Buenos Aires de 1810, como Buenos Aires de 2010, era una ciudad y algo más. En la trayectoria histórica, sin embargo, Buenos Aires tuvo un proceso de flujo y reflujo de la población hacia su campaña, como muestra el Gráfico 1. Los partidos bonaerenses fuera de la ciudad y sus cercanías llegaron a representar un 20% de la población nacional entre 1890 y 1920 aproximadamente; y un máximo de casi 60% de la población de la Región de Buenos Aires bastante más temprano, alrededor de 1860. Hoy esas cifras son 14% y 31% respectivamente; o apenas 11% y 23% si se toma como fuera de la "campaña" el conjunto de 31 partidos definido arriba.

Gráfico 1. Población de Buenos Aires: ciudad, conurbano y provincia, 1776-2010Como % de la población nacional

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1914

1923

1932

1941

1950

1959

1968

1977

1986

1995

2004

Resto provincia

Ciudad

Partidos GBA

Fuente: 1869-2010: censos de población. Antes de 1869: retrospectiva del Primer Censo Nacional.

La economía de Buenos Aires se destaca, en comparación con las otras regiones abarcadas por este trabajo, por su tamaño, por su heterogeneidad y por su peculiar evolución en el tiempo. El porcentaje que Buenos Aires representaba de la economía mundial aplicado al producto bruto nacional de 2009 (valuado a paridad del poder adquisitivo) da lugar a una economía regional que es aproximadamente equivalente a las de Venezuela, Suecia, Grecia, Ucrania o Austria. La economía de Buenos Aires ocuparía, en la tabla de países ordenados por su producto total, el puesto número 34.

Pero el conjunto del espacio de Buenos Aires abarca realidades muy diferentes. Es imposible comparar niveles de producto por persona entre diferentes espacios de esta región, no sólo por la inexistencia de datos sobre producción departamental sino además por la movilidad diaria de la población entre zonas del Gran Buenos Aires (en particular, pero no solamente, del conurbano a la Capital). Una aproximación a los ingresos de las distintas zonas de Buenos Aires puede obtenerse comparando niveles de vida de sus habitantes. Los censos proveen información de Necesidades Básicas Insatisfechas o NBI un proxy del nivel de vida en base a las cuales se construyó el Gráfico 2. Se muestran allí la población y la tasa de NBI cinco subdivisiones de la Región Buenos Aires a la par de las otras cinco regiones del país, ordenadas según la tasa de indigencia.

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Gráfico 2. Población y necesidades básicas insatisfechas en regiones argentinas y de Buenos Aires

Fuente: INDEC, Censo 2001.

Las subdivisiones de Buenos Aires son arbitrarias y están construidas sólo a los fines de este gráfico. Las dos subdivisiones más desarrolladas de Buenos Aires y más desarrolladas que cualquier región del país son la Capital y el primer cordón de partidos del norte y del oeste, con una población similar a la de la Capital y una tasa de indigencia apenas superior. Los partidos de la provincia fuera del Gran Buenos Aires, con una población de cerca de cinco millones de personas, son comparables por su tasa de indigencia a la región centro del país. Los partidos del Gran Buenos Aires que rodean al núcleo más desarrollado de la región, y que abarcan el primer cordón sur del GBA y el segundo cordón del Norte, comprenden una población similar a la de Cuyo y un nivel de desarrollo, medido por NBI, similar al de Cuyo y Patagonia. Finalmente, las más de cuatro millones de personas de los partidos del segundo cordón del Sur y del Oeste tienen una tasa de NBI superior a 20%, más baja pero no tan lejana a las de las regiones más pobres del país, el NOA y el NEA.

Además de destacarse por su tamaño y su diversidad, la economía de Buenos Aires ha tenido una trayectoria económica muy peculiar. En el período para el que tenemos algún tipo de estimación de producto regional por persona (a partir de fines del siglo XIX), la región de Buenos Aires ha decaído en términos relativos al resto del país, un país que, a su vez, decayó en términos relativos frente al resto del mundo5. El Gráfico 3 muestra la evolución del ratio entre el producto bruto geográfico de la región de Buenos Aires y el producto geográfico del resto del país6, y los ratios respectivos de la provincia de Buenos Aires y la ciudad de Buenos Aires, siempre en comparación con el resto del territorio nacional.

5 Por ejemplo, Gerchunoff y Llach (2010).6 Datos de Llach (2004).

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Gráfico 3. PBG por persona de la región Buenos Aires y PBI nacional

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350,0%

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1889

1894

1899

1904

1909

1914

1919

1924

1929

1934

1939

1944

1949

1954

1959

1964

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1974

1979

1984

1989

1994

1999

PBGpc Capital / PBGpc Resto del país

PBGpc Provincia / PBGpc Resto del país

PBGpc Buenos Aires /PBGpc Resto del país

Fuente: Llach (2004).

El gráfico muestra que en el último siglo el producto por persona de la región Buenos Aires ha declinado en términos comparativos, desde aproximadamente el triple del resto del país a apenas un 60% más. Esta caída resulta del promedio entre un aumento fuerte del ingreso por persona relativo en la ciudad (especialmente a partir de mediados de siglo) combinado con una caída importante en la provincia de Buenos Aires, cuyo ingreso por persona a principos del siglo XXI era inferior al promedio de los otros 23 distritos (aunque un 20% superior al promedio de los 22 distritos fuera de la Capital). Estas cifras deben interpretarse con cuidado debido a la ya mencionada cuestión de la migración diaria entre la provincia y la ciudad, es decir, de personas que viven en la provincia pero produce en la ciudad, cuya contribución es por lo tanto positiva para el PBG per cápita porteño pero negativa para el PBI per cápita bonaerense.

Para completar este panorama inicial, el Gráfico 4 muestra la participación en el total nacional de Buenos Aires, región, provincia y ciudad, en cuanto a producto geográfico total y población. En la combinación de creciente peso demográfico hasta el último cuarto del siglo XX pero decreciente nivel comparativo de ingreso por persona, la participación en el producto nacional del conjunto de la región de Buenos Aires se mantuvo, con marchas y contramarchas, en una franja alrededor de los dos tercios del total.

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Gráfico 4. Población y PBG total: Buenos Aires y la NacionCiudad, provincia y región de Buenos Aires como % del total nacional

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1889

1894

1899

1904

1909

1914

1919

1924

1929

1934

1939

1944

1949

1954

1959

1964

1969

1974

1979

1984

1989

1994

1999

Población Capital

PBI Buenos Aires

PBI Capital

Población Provincia

PBI Provincia

Población Buenos Aires

Fuente: Llach (2004), INDEC.

Las secciones que siguen están organizadas cronológicamente, con hitos en 1880, 1930 y 1976. La periodización está dada por cortes habitualmente utilizados en la historia económica nacional, pero esas etapas tienen, para Buenos Aires, mucho sentido de hecho, es posible que en cierta medida las etapas reflejen una comprensible visión Buenos Aires-céntrica (dado el tamaño de la región) de la historia económica del país. El año 1880 es para la entidad política Buenos Aires extremadamente relevante por la federalización de la ciudad que hasta entonces había sido su capital, pero también es una época emblemática por el cambio en la estructura productiva que estaba transformando a Buenos Aires: la ganadería, primero vacuna y luego ovina, que se había expandido tras el comercio libre declarado con la independencia, empezaba a ser desplazada o complementada a gran escala por la agricultura; gradualmente, además, una política comercial moderadamente proteccionista daba abrigo a una incipiente industria manufacturera en la ciudad. El año 1930 también es emblemático porque eclosionan en ese momento todas las dudas que podían existir sobre el destino agropecuario del país y de la región. Aunque se trató de un proceso gradual, la industrialización de la ciudad tuvo a partir de los años 30 la particularidad de ser claramente la actividad líder en el espacio regional, mientras los sectores primarios padecían por las condiciones internacionales y las erráticas y por lo general desfavorables políticas internas. El corte de 1976 es acaso más discutible como fecha precisa pero simboliza un nuevo cambio estructural: los incentivos a la producción de manufacturas destinadas al mercado interno se debilitaron fatalmente en el último cuarto del siglo XX aunque, también, de manera errática y desigual entre sectores y la región debió buscar su lugar en un contexto nacional e internacional en el que la competitividad pasaba a ser un factor decisivo. En las páginas que siguen describiremos la evolución económica de la región de Buenos Aires en cada uno de esos contextos.

2. De confín imperial a Primera Provincia, 1810-1880

El desierto verde

Tomemos a la década de 1810 como punto inicial de nuestra historia. En ese entonces, el área con ocupación "blanca" en la provincia de Buenos Aires era una no muy ancha franja de tierra

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entre los ríos de la Plata y del Salado. La incorporación del resto de las tierras de la actual provincia de Buenos Aires para su explotación esencialmente ganadera fue el telón de fondo de la historia económica de la campaña bonaerense entre entre la independencia y la Conquista del Desierto bajo la presidencia de Avellaneda. ¿Quiénes eran los ocupantes de esas tierras, fuera de la propia ciudad de Buenos Aires, y a qué se dedicaban? Análisis recientes de la población de la campaña bonaerense basados en los padrones de 1813 y 1815 nos brindan un panorama bastante completo. De sus 43.000 habitantes7, los "blancos" comprendían, en efecto, una mayoría aplastante (80%), con minorías de pardos o mulatos (8%), negros (6,4%) e indios. Esa población se distribuía de manera relativamente pareja entre las regiones Norte (14.000), Oeste (10.000), "cercanías" incluyendo Flores, Matanza, Morón, Qulmes, San Fernando, Las Conchas y San Isidro (10.000) y Sur (8.000), siempre hablando de la franja al norte del Salado.

Los oficios declarados por estos pobladores iniciales de la zonas rurales de Buenos Aires dan una idea de la estructura económica imperante en tiempos de la independencia. De unas 14.500 personas con algún registro en la variable "ocupación" (incluyendo "esclavo" como una de ellas) un 60% estaba claramente identificado con actividades agrícolas o ganaderas: 25% eran "labradores", es decir, propietarios o arrendatarios de una parcela dedicada primordialmente a la ganadería; un 12,5% eran hacendados, estancieros o criadores, es decir, explotaban campos dedicados principalmente a la ganadería. El restante 22,5% de la población dentro de ese 60% identificado con actividades del agro estaba constituido por jornaleros, peones, capataces o conchabados, esto es personal contratado para actividades rurales. Tomando ahora el restante 40% de la población activa, se destaca un 18,5% de esclavos y un 6,3% de criados, muchos de los cuales también estaban directamente involucrados en la producción rural. El 15% restante de la población con ocupación declarada se distribuía en oficios diversos, incluyendo el comercio, la confección de vestimenta, la construcción, la salud, la Iglesia y los empleos públicos.

La estructura poblacional da un primer indicio de una realidad productiva que ha sido redefinida en la historiografía económica bonaerense de las últimas décadas: el predominio inicial de la agricultura, y en particular de una agricultura que podríamos llamar de campesinos8, esto es, centrada en la explotación familiar de parcelas. El sector agrícola de lo que será la provincia de Buenos Aires deja su etapa colonial aportando dos terceras partes de la recaudación del diezmo, correspondiendo tan sólo 29% a la agricultura y 6% a las quintas9. Se trataba de una agricultura triguera dirigida al abasto local, sobre todo a la ciudad de Buenos Aires. Su aporte era mínimo y ocasional a las exportaciones porteñas10, dominadas por la reexportación de plata potosina y, en un distante segundo puesto, productos ganaderos (cueros, sebo, tasajo). La producción de trigo se complementaba con el maíz, dedicado en proporción mayor que el trigo al autoconsumo, y la cebada. La localización de las actividades agrícolas cerealeras y hortícolas seguía un patrón asociado a los costos de transporte: el carácter perecedero del producto de quintas lo acercaba a la ciudad y campeaba en Flores o San Isidro, donde en ocasiones se mezclaba con producción cerealera; más allá dominaba la chacra puramente triguera, como en la franja norte de la costa de Buenos Aires. Es difícil estimar la proporción de propietarios; debe anotarse sin embargo que dada la amplia oferta de tierras las rentas eran muy bajas (entre el 3% y el 5% de la cosecha) para aquellos que no eran dueños; y que en muchos casos la frontera entre el arrendatario y el propietario era difícil de determinar: quien sembraba una tierra que resultaba ser de otro se colocaba en una situación negociadora muy favorable11.

Si los cinturones quinteros y trigueros de cercanías era en realidad el "eslabonamiento hacia atrás" de una ciudad que necesitaba alimentarse, ya en las últimas décadas de la colonia venía tomando fuerza una primera actividad exportadora de la mano de la ganadería. Por obra de la expansión ibérica y de la naturaleza, una "irrupción de ungulados" libre de frenos malthusianos en una llanura plena de pasturas naturales dio lugar al enorme stock vacuno sobre el que se

7 GIHRR (2004).8 Gelman (1998).9 Djenderedjian (2008), 55.10 Djenderedjian (2008), 53.11 Djenderedjian (2008), 83.

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asentaría la prosperidad de Buenos Aires. Ya a mediados de siglo XVIII había embarques de cueros, que aprovechaban el hecho de que la plata (principal exportación porteña) era poco voluminosa y dejaba un amplio espacio en barcos necesitados de lastre. Tal era la abundancia de ganado vacuno que no hacía falta su cría: se trataba más bien de un acto de cacería, en el que "sólo los buenos especímenes son molestados; en cuanto a la carne, cada hombre toma lo que necesita, y deja el resto a los jaguares y a los perros", escribía el jesuita Carlos Gervasini en 1729, antes de añadir que en ningún otro país eran los perros tan numerosos y tan gordos12. Si a comienzos del siglo XIX la agricultura aportaba dos terceras partes del diezmo, treinta años antes, en vísperas de las reformas borbónicas, su contribución había sido del 80%13. El incremento porcentual en el resto se debe a la expansión de la ganadería del período colonial tardío, asociado a las mayores oportunidades comerciales luego de las reformas borbónicas. La historia económica de la campaña de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX es en realidad la historia de la "expansión ganadera" que ya había comenzado en tiempos de la colonia.

La independencia y los sucesos relacionados a ella resultaron en tres impactos económicos que confirmaron al litoral argentino, y en particular a la ganadería bonaerense, como el núcleo líder del país naciente. En primer lugar, Buenos Aires no sería escenario de conflictos bélicos, una ventaja comparativa respecto por ejemplo al Noroeste analizado en este volumen y a lo que ocurrió en la Banda Oriental14. En segundo lugar, la derrota del Ejército del Norte que acabó con la constitución de un estado boliviano desgajado del área del virreinato platino fue el primer paso en el quiebre de la relación económica del Interior argentino con el Potosí. Aunque esa pérdida afectaba también el comercio exterior porteño, la ciudad de Buenos Aires encontró el producto de reemplazo a la plata potosina en su propio hinterland, y en buena parte como resultado del tercero de los impactos económicos de la independencia: la apertura al comercio multilateral.

El efecto de la apertura comercial sobre los precios relativos de la comarca pampeana colocó en ventaja a los productos de exportación. Antes de Mayo, la distancia entre los precios internacionales y los imperantes en Buenos Aires –tanto para la exportación como para la importación– se veía ensanchada por diversas regulaciones imperiales: el paso forzoso por Cádiz aumentaba los costos de transporte; el monopolio español para el tránsito de mercaderías desde y hacia Europa disminuía la competencia y generaba situaciones monopsónicas para las exportaciones del Plata y monopólica para sus importaciones; por último, los impuestos recargaban tanto a las exportaciones como a las importaciones. El efecto de la apertura comercial fue un incremento notorio en los términos de intercambio internos de las actividades dirigidas a la exportación: los precios de las importaciones se redujeron y los de los productos exportables aumentaron como resultado del comercio libre. Tomando el caso más relevante: el precio FOB de los cueros argentinos se multiplicó casi por cuatro entre 1810 y 1825, a pesar de que su valor en los mercados internacionales apenas había aumentado, mientras que los textiles extranjeros perdían dos tercios de su valor en la ciudad porteña15.

La evolución del volumen exportado de cueros cuenta la historia de esa primera gran ola de prosperidad de Buenos Aires. Entre la independiencia y mediados de siglo, la cantidad de cueros exportados por el principal puerto rioplatense había aumentado a un 4,65% anual según las estimaciones más minuciosas16. Se trataba, con mucho, de la principal exportación regional, representando en los años 1830s o 1840s más del 80% de las ventas externas. El aumento no fue gradual sino más bien producto de saltos, el más importante de los cuales ocurrió en la década de 1840 como resultado de un fenómeno que empezó en la década anterior y que Tulio Halperín Donghi identificó como uno de los hitos de la "expansión ganadera": la ocupación económica del "Nuevo Sur" bonaerense aproximadamente, la mitad oriental de la sección de la provincia

12 citado en Koebel (1914), 122.13 Djenderedjian (2008), 55.14 Halperín Donghi (2007), 25.15 Newland y Ortiz (2001).16 Rosal y Schmit (2004).

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de Buenos Aires al sur del Río Salado, incluyendo las divisiones administrativas de Dolores, Monsalvo, Fuerte Independencia (Tandil), Azul y Tapalqué17. La evolución de la exportación de cueros parece seguir mucho más a las extensiones del área explotada (debida, al menos en parte, a los mejores precios que pudieron conseguirse a partir de la apertura comercial) que a la evolución de los precios, que en las décadas de 1830 y 1840 fueron menos favorables que en las anteriores18.

Gráfico 5. Exportaciones de cuerosMiles de unidades

Fuente: Rosal y Schmitt (2004).

¿Cómo fue el proceso de expansión espacial de la ganadería bonaerense? En tiempos de la independencia, apenas un 10% de la actual provincia de Buenos Aires podía considerarse bajo control del Estado que luego será argentino19. Trasponiendo los estrechos límites que demarcaba de modo aproximado el Río Salado, se dio a partir de 1820 una expansión en la que los aspectos militar y el económico fueron de la mano, particularmente bajo los gobiernos de Rosas. La ampliación de la frontera ganadera tuvo sus contramarchas, por ejemplo luego del reflujo aborigen que aprovechó la concentración de fuerzas estatales en la batalla de Caseros. En las décadas alrededor de mediados de siglo, la superficie efectivamente explotada por colonos blancos se ha estimado en unas 4000 o 5000 leguas de 108.000 a 135.000 kilómetros cuadrados, entre un tercio y tres séptimos del área actual de Buenos Aires; en pocas décadas, pues, la superficie explotada económicamente se había casi cuadruplicado. ¿Cómo era el proceso por el cual las áreas nuevas se privatizaban para su explotación? Un momento crucial en este sentido fue la venta en 1836 de unas 1300 leguas (35.000 km2) que estaban bajo el régimen de enfiteusis o alquiler20. Los nuevos propietarios se beneficiaron de la licuación inflacionaria cuando pagaron en cuotas en moneda corriente, al punto que se ha llegado a

17 Gelman y Santilli (2006), 73.18 Halperín Donghi (2007), 27.19 Garavaglia (2004), 73.20 ibídem, 76. Infesta (1993) presenta estimaciones bastante más altas para todo el período 1823-1840.

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argumentar que la política emisionista de Rosas fue un factor decisivo en la expansión ganadera21. En la década de 1850 hubo un nuevo episodio de ventas de tierras, con el declamado propósito de resultar en propiedades de menor tamaño, fin cuyo cumplimiento ha sido objeto de discusión22.

¿Estaba concentrada en muy pocas manos la tierra bonaerense sobre la que se asentó la expansión ganadera? Es difícil responder de manera tajante dadas las abismales diferencias en distintos espacios y tiempos. Por ejemplo, tomando dos partidos sobre los que ha habido estudios específicos: en San Nicolás, un área de antiguo asentamiento, en 1850 los propietarios con parcelas menores a 1500 hectáreas ocupaban un 84,4% de la superficie del partido; en Dolores en 1860, en tanto, la centena de propietarios con superficies menores a 2700 hectáreas (un umbral que casi dobla el mencionado para San Nicolás) poseían apenas un 15% de la tierra departamental23. Estos dos casos sugieren una hipótesis demasiado tentadora como para no formular y que puede confirmarse con los datos del Registro Catastral de 1863 (Cuadro 1): en áreas cercanas, de asentamiento más antiguo, propiedad más diversificada y mayor presencia agrícola; en áreas más alejadas y por lo tanto más nuevas, propiedad más concentrada y dominio absoluto de la ganadería. Así, en San Nicolás o San Vicente las superficies promedio (menos de 1000ha) eran menores que en Chascomús (2000), donde a su vez eran típicamente más pequeñas que en Azul y Tordillo (más de 4000) o Mar Chiquita (33.000). En efecto, la zona del Nuevo Sur era aquella en la que ya hacia 1839 el ganado representaba un mayor porcentaje respecto al total del capital24. A su vez, la propiedad fue desconcentrándose con el correr del tiempo. En 16 partidos del área al norte del Salado, por ejemplo, el porcentaje de tierras consolidades en estancias de más de 5.000 hectáreas se redujo de 76,8% a 51% entre 1836 y 1864; y seguiría cayendo hasta 31,9% en 189025. Mapas catastrales como el que se reproduce en el Gráfico 6 muestran una gradual subdivisión de la propiedad.

Cuadro 1. Pequeña, mediana y gran propiedad por partido en 1863

partidos superficie total

(hectáreas)

superficie media

(hectáreas)

pequeñas y medianas grandes

número de propiedades

% superficie superficie media (has)

número de propiedades

% superficie

superficie media (has)

San Nicolás / Areco 152332 356 390 46,5 181 38 53,5 2146

San Vicente 133074 792 116 27 307 52 73 1870

Lobos / Chascomús 489060 2145 151 26 817 77 74 4749

Azul 1001769 4725 176 33 1878 36 67 18566

Tordillo 179743 4730 25 13 925 13 87 12046

Mar Chiquita 708289 33728 21 3 927 33 97 20873

Fuente: elaboración en base a Garavaglia (2004), 100.

Gráfico 6. Mapa catastral de la provincia de Navarro, 1830-1864

21 Irigoin (2004), 287.22 Garavaglia (2004), 74; Irigoin (2004), 323.23 Garavaglia (2004), 71.24 Gelman y Santilli (2006).25 Sábato (1990).

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Fuente: Brown (2002).

El otro factor de producción, además de la tierra, que da cuenta del aumento en las exportaciones ganaderas, fue la mano de obra, mientras que el aporte de los cambios propiamente tecnológicos fue menor26. La población de la campaña de Buenos Aires una primera aproximación a su fuerza de trabajo se multiplicó por 3,5 entre 1810 y 1850, a una tasa anual del 3,2%, un crecimiento más alto que el de cualquier otro país del mundo salvo Canadá; y más alto también que en la propia ciudad de Buenos Aires. El crecimiento de la población, superior al natural, indica la presencia de una inmigración ciertamente atraída hacia la tierra bonaerense, sobre todo a las áreas de ocupación más reciente: en Tandil, por ejemplo, sólo un 59% de la población era nativa de Buenos Aires en 1838, con otro 25% de otras provincias y el resto extranjeros, con predominio de españoles, africanos y migrantes de países limítrofes. Una institución tradicional de la época, la papeleta de conchabo que certificaba la condición trabajadora y sin la cual se corría riesgo de leva atestigua que el mercado de trabajo bonaerense no era uno de exceso de oferta sino más bien uno en el que los empleadores hacían todo lo posible para garantizar un flujo suficiente de empleo. En la misma dirección apuntan las disposiciones a veces arbitrarias de jueces de paz influidos por los hacendados locales que condenaban como "gauchos ambulantes" o "gauchos ociosos" a quienes no participaban de buena gana en el trabajo de la estancia27. La impresión del mercado de trabajo bonaerense como uno de escasez de oferta y relativamente benigno y del que el tenue sistema represivo era apenas un factor moderador revela en las opiniones de viajeros, tanto de argentinos que se escandalizaban con la condición del campesinado europeo como de europeos que señalaban la indolencia, cuando no la insolencia, de los trabajadores de las pampas28.

A partir de esta breve descripción de la expansión del núcleo vacuno de la campaña bonaerense puede avanzarse en distintas direcciones para completar el cuadro de la economía regional. En primer lugar, un avance en el tiempo. Si la primera mitad del primer siglo independiente fueron para Buenos Aires la de la expansión vacuna, las décadas que siguen fueron protagonizadas por el boom lanero. ¿Por qué el cambio en el sector líder? Un estímulo externo fue decisivo: más de medio siglo después de la revolución tecnológica en los textiles de algodón, la revolución industrial alcanzaba también al procesamiento de lanas. Desde el punto de vista de la lana bonaerense, un avance decisivo fue el desabrojador mecánico. Pero el estímulo externo fue aprovechado por una mejora tecnológica: el cruzamiento de los ovinos criollos con ovejas europeas: tomando datos para toda la región del Litoral argentino, el número de ovejas se multiplicó por seis entre 1854 y 1866, y tan sólo un 7% de ese incremento fue en razas criollas, correspondiendo el resto a variedades puras y mestizas.

La combinación de demanda externa y tecnología dio lugar a una expansión veloz de las exportaciones laneras, que pasaron de menos de 10.000 toneladas a unas 100.000 en 1880. La nueva y más rentable actividad contribuyó al alza de los precios de la tierra, que en el área al norte del Salado se multiplicaron por 20 entre principios de los 1850s y treinta años más tarde29. Más intensiva en mano de obra que la ganadería vacuna, la expansión del lanar mantuvo una vibrante demanda de trabajo: el número de peones en trabajo permanente y temporario para cría y esquila puede haberse multiplicado por 12, de 5000 a 60.000, entre 1850 y 1880. Ya antes del boom inmigratorio de los 1880s, la población de la campaña de Buenos Aires venía extranjerizándose: de un aumento de 138.000 habitantes (134%) en los partidos al norte del Salado entre 1854 y 1880, 48.000 está explicado por un incremento de la población extranjera; a ese aumento contribuyeron de modo predominante italianos (20.000), españoles (10.000) franceses (7000) y británicos (4500); dentro de esos grupos están incluidas nacionalidades que

26 Brown (2002), 242. Newland y Paulson (1998) señalan un aumento de la "productividad total de los factores" del 2% anual entre 1825 y 1865. Es difícil asignar esta mejora en la productividad a determinadas técnicas ganaderas; un parte puede haberse debido a mejoras en la organización y sobre todo en el caso del lanar al refinamiento de las razas.27 Halperín Donghi (2007), 61.28 Halperín Donghi (2007), 67.29 Las cifras son de Sábato (1990).

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fueron desproporcionadamente decisivas en el boom ovino: irlandeses (que representaban posiblemente tres cuartas partes de los catalogados como británicos), vascos y escoceses30. Hacia 1870 los extranjeros ya representaban un 20% de la población de la campaña bonaerense y cerca de la mitad de los hombres en edad activa. En comparación, la migración interna era menor: veintisiete mil provincianos residían en la campaña de Buenos Aires 1869, un 8,7% de la población31.

La mejora de la rentabilidad de la ganadería bovina no implicó una retracción de la vacuna en términos absolutos. La superficie ocupada siguió extendiéndose a medida que avanzaba la frontera: entre las décadas de 1850 y 1870 hubo siete leyes de cesión de tierras a privados, que totalizaron más de 100.000 kilómetros cuadrados32. La distribución geográfica de las actividades seguía una lógica de costos de transporte: mientras que los vacunos se trasladaban en pie, al pequeño costo de un arriero que podía acarrear hasta 100 animales hasta su lugar de faena, la lana esquilada en chacras y estancias debía transportarse en carretas (e incipientemente, a fines del período considerado, en ferrocarril). Hacia 1880, al norte del Salado había 21 ovejas por cada vaca; al sur de ese río la proporción era de diez a uno33.

Cada una a su tiempo, la ganadería vacuna y ovina fueron el "bien primario exportable" de la expansión espacial de la economía bonaerense. ¿Cuáles eran sus eslabonamientos? De atrás para adelante, un primer eslabonamiento estaba dado por las demandas que los trabajadores del campo tenían de alimentación y vestido. Aunque la carne representaba sin dudas el primer ítem en la alimentación rural, de la mano de expansión ganadera hubo también un acompañamiento agrícola hacias las zonas de nuevo asentamiento34. Pero la agricultura seguía teniendo un carácter local asociado al consumo, puesto que los costos de transporte hacían imposible su exportación. Mientras que la lana, por ejemplo, podía transportarse 200 leguas a un costo igual a la cuarta parte de su precio porteño, para el trigo 38 leguas ya insumían en costo de transporte esa cuarta parte del precio en Buenos Aires35. Visto de manera diferente: aun para el abasto de la propia ciudad de Buenos Aires, el trigo de la campaña bonaerense podía estar en desventaja respecto al trigo importado; de hecho, disposiciones como la recordada Ley de Aduanas de 1835 tenían entre sus objetivos proteger la producción triguera nacional. Hubo algunas zonas de desarrollo agrícola no tan cercanas a la ciudad, como la de Chivilcoy, aunque aun en ese caso arquetípico la ganadería había crecido tanto o más36. La importancia de la agricultura bonaerense antes de 1870 no debe exagerarse. A partir de la década de 1860 comenzó a irrumpir en el mercado porteño el trigo de las primeras colonias santafesinas, que aceleró la conversión de chacras en la zona de asentamiento antiguo en áreas de pastoreo ovino. La producción bonaerense per capita de trigo, que ya había caído de 1,08 a 0,30 fanegas entre 1821 y 1860, aceleró su caída hasta apenas 0,04 fanegas per capita a comienzos de la década de 188037.

La población rural requería también de ciertos productos elaborados o servicios, provistos o comercializados en los en los pueblos. Entre un diez y un quince por ciento de la población de la campaña, por ejemplo, estaba formada por comerciantes y artesanos, la mayoría de los cuales residía en aldeas38. Y nunca se debe subestimar la contribución al empleo tareas habitualmente domésticas que sin embargo pasaban por el mercado, generalmente realizadas por mujeres: las lavanderas, costureras y mucamas sumaban 15.000 en la campaña de Buenos Aires, tantas como la suma de labradores, agricultores y pastores. Según las zonas, entre un tercio y la mitad de la población fuera de la ciudad de Buenos Aires vivía en pueblos39, al menos una centena de los cuales se habían fundado entre la creación del Virreinato y 1880. Existían en Buenos Aires, en

30 Sábato (1990), 90.31 Censo Nacional, 1869.32 Sábato (1990), 293.33 Schmitt (2008), 86.34 Djenderedjian (2008), 134.35 Djenderedjian (2008), 165.36 Djenderedjian et al. (2010), 320.37 Djenderedjian (2008), 38238 Brown (2002), 277.39 Brown (2002), 278.

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tiempos del censo de 1869, 36 pueblos con más de 1000 habitantes, cifra que era superada por 69 agrupamientos urbanos en el resto del país; con el 26% de los habitantes de la nación, Buenos Aires tenía no sólo la ciudad más importante con mucha diferencia sino además un tercio de su población en pueblos de cierta escala.

Finalmente, los eslabonamientos "hacia adelante" de la campaña nos va acercando a la ciudad capital. Sobre los mercados del puerto convergían las producciones de los tres sectores principales de la campaña bonaerense. En la feliz caracterización de Jonathan Brown: productos de granja en el mercado del Retiro, desde el Norte (de, entre otros orígenes, el importante distrito agrícola de San Isidro40); trigo y lana en el Once, en los corrales de Miserere; y productos ganaderos cueros y sebo de animales faenados en origen en el Mercado del Sud, en Constitución. La mayoría de los cueros, sin embargo, no pasaba por esos mercados sino que era el producto más importante de la industria de procesamiento vacuno, equívocamente llamada "saladero". Mucho más que un establecimiento de salazón de carnes, el saladero era en verdad "el embudo crucial de todo el sistema económico", una maquinaria de procesamiento que agregaba valor a casi todas las partes del animal41. La carne salada no era ni el producto más valioso de la industria de faenamiento (el primer lugar era ocupado, con ventaja, por los cueros) ni tampoco el de mayor elaboración (el sebo requería el uso de equipos a vapor para despegar la grasa del hueso; algo más que sal, cuchillo y trabajo manual de la salazón). El primer saladero se estableció en 1810; en 1820 había veinte en los suburbios de Buenos Aires, que procesaban 75 mil animales al año. Para mediados de siglo, tan sólo en Barracas el centro neurálgico de la industria se procesaban 250 mil vacunos al año. Como ningún otro, el saladero era el símbolo de una época: señal del dinamismo de la economía ganadera bonaerense hasta los años sesenta o setenta y al mismo tiempo testigo de una época que sería barrida por las revoluciones de los transportes y la refrigeración.

De pequeña a Gran Aldea

La expansión ganadera de Buenos Aires fue algo más que la proyección sobre la pampa de la ciudad más exitosa de la Argentina decimonónica. En verdad, la expansión de la ciudad parece deberle más a la de la provincia que a la inversa. La ciudad considerada en sus límites de entonces había representado dos tercios de la población de Buenos Aires en 1776, la mitad en 1810 y tan sólo un tercio en el censo de 1869. Una primera aproximación posible al rol económico de la ciudad de Buenos Aires en los primeros tres cuartos del siglo XIX es que siguió siendo ante todo un centro de comercio y distribución, como antes de Mayo, con la diferencia de que sus productos de exportación fueron cambiando; ya no provenían del lejano norte sino de la pampa que rodeaba a esa ciudad portuaria. La diferencia era relevante porque implicaba que los beneficios económicos obtenidos por los sectores ricos de la ciudad y, por ende, sus gastos ya no serían sólo los del comercio sino también de la elaboración de los bienes exportados, puesto que una proporción importante de las tierras que los producían tenían dueños que vivían en la ciudad.

Desde luego, la intensa actividad requerida para actuar de intermediaria entre la Argentina y el mundo, tanto en la importación como en la exportación, sumada al hecho de que parte de la riqueza generada en el campo bonaerense se gastaba en la capital de la provincia, implicaba niveles de demanda de empleo que generaban a su vez una necesidad de servicios urbanos para esa población. A ello debe sumarse el hecho de que en Buenos Aires residía el gobierno provincial y casi siempre en los hechos y la mayor parte del tiempo también en la letra nacional. Centro dominante del comercio internacional, residencia de muchos de los dueños de la pampa húmeda y sede del gobierno, no es difícil comprender por qué Buenos Aires siguió siendo al final del período digamos, el momento de la federalización la ciudad más importante

40 Garavaglia (1993).41 Brown (2002), 200.

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de la Argentina con bastante diferencia, con una relación de 6,2 a 1 respecto a Córdoba, la segunda ciudad (la misma relación había sido de 5 a 1 en 1810)42.

El dinamismo del centro comercial que fue Buenos Aires en las primeras décadas de gobierno independiente puede verificarse a ambos lados de la operación comercial, tanto en las mencionadas entradas de producción pampeana a sus mercados y saladeros como en la intensificación del tráfico marítimo: de 107 barcos anuales en la década de 1810 pasó a 674 en la década de 185043. ¿Quiénes manejaban el comercio internacional que pasaba por Buenos Aires? El comercio fronteras afuera estaba dominado por casas extranjeras, mientras que en el comercio interno incluido el de productos exportables que se acercaban al puerto la presencia criolla era abrumadora44.

Existe un debate en torno a la idea de un "vuelco" de los comerciantes criollos de épocas coloniales que, desplazados de su lugar por la superioridad técnica y de contactos comerciales británicos, decidieron volcarse a la actividad ganadera45. Dicha hipótesis ha sido matizada en sus varias aristas hasta volverla irreconocible. Si bien hubo una indisputable avanzada de comerciantes británicos inmediatamente después de la independencia, muchas de esas casas comerciales quebraron en poco tiempo, y cedieron gradualmente lugar a empresas de otros países o locales. De las diez casas comerciales más importantes alrededor de 1850, ninguna era británica46. Además, el "vuelco" de muchas de las familias comerciantes de tiempos de la revolución hacia actividades rurales fue gradual, y en muchos casos fue complementado por actividades nuevas en sectores como las finanzas o inversión inmobiliaria en la ciudad47. En tercer lugar, la idea de una continuidad entre el grupo de familias comerciantes del fin de la época colonial y el grupo de familias ricas a mediados de siglo XIX no es compatible con la evidencia histórica de un espacio económico con bastante movilidad: ninguno de los descendientes varones de los más acaudalados mercaderes de tiempos coloniales se había mantenido en la élite de los económicamente poderosos medio siglo después48.

A diferencia de otras regiones latinoamericanas, Buenos Aires no sufrió una proto-desindustrialización en el siglo XIX49. Su ubicación costera, con costos de transporte muy moderados respecto a los centros de la revolución industrial, la colocó desde un principio como una ciudad que fabricaba poco o nada de los bienes industriales que consumía. Son pocos los productos manufacturados de relevancia compitiendo exitosamente con importaciones que pueden anotarse antes de los años 1870 o 1880. Pueden mencionarse algunas industrias elaboradoras de alimentos: el molino harinero de San Francisco, por ejemplo, que en 1846 ya había incorporado el vapor como fuerza motriz, con un potencial de 35 caballos; las fábricas de licores de Ichauspe, Noel y Bagley –que pronto produciría galletitas– o las impresoras de Peuser y La Unión50. Una limitada y artesanal industria de barcazas para el tráfico regional es otra de las escasas excepciones51.

Pero la frecuencia de las profesiones en el Primer Censo Nacional nos habla de un mundo de la producción dominado por el comercio y los servicios. Sobre una población de ciento veinte mil habitantes mayor a 16 años, veinticinco mil hacían tareas típicamente domésticas, fuera o dentro del hogar ("mucamas", "siriventes", costureras, lavaderas, planchadoras, cocineros); otro tanto trabajaba en el comercio y la hotelería, incluyendo nada menos que 4400 "mozos de café"; con entre cinco y siete mil cada grupo se ubicaban las profesiones de remiendo o fabricación pequeña de diverso tipo (relojeros, zapateros, sastres, herreros); las asociadas a la navegación; a

42 Datos de Córdoba en Municipalidad de Córdoba (2007).43 Brown (1976), 606.44 Brown (2002), 214.45 Para presentaciones recientes de ese debate, Irigoin (2004) y Hora (2006).46 Brown (1976), 611.47 Garavaglia (1999), Hora (2006).48 Hora (2006).49 Coatsworth (2008).50 Scobie (1986), 74.51 Brown (2002), 187.

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la construcción o afines (albañiles, pintores, carpinteros); y al transporte. Las categorías mencionadas reunían unas 85.000 personas, a las que todavía hay que agegar los profesionales (el censo de aquel año se queja del excesivo número de abogados) y empleados públicos.

En el sector de transporte aparecían en el censo de 1869 la categoría "maquinista", que anunciaba una revolución económica para toda la región de Buenos Aires. Una docena de años atrás se había abierto el tramo Parque-Floresta del Ferrocarril Oeste; apropiadamente acercaba el producto de las quintas de Flores al mercado consumidor de la ciudad52. Para 1870, tres brazos ferroviarios salían de Buenos Aires, con terminales en centros productivos emblemáticos de cada región: Tigre al norte antes puerto de Las Conchas, que ya venía haciendo de intermediario para comercio entre el interior y Buenos Aires, Chascomús al sur, en el corazón de la zona ganadera tradicional, y hacia el oeste Chivilcoy, que con poco más de 6000 habitantes era la segunda urbe más poblada de la provincia después de la ciudad de Buenos Aires. El "contrapunto de Chivilcoy" que tuvo como protagonistas a Sarmiento y Mitre bien puede ilustrar el impacto que tendría el ferrocarril para el destino de la provincia de Buenos Aires. Pocos días antes de asumir como presidente, Sarmiento se admiraba en Chivilcoy de lo que parecía una nueva civilización naciente de agricultores, que aprovechaba la llegada del ferrocarril para reducir el costo de transportar trigo hacia el puerto y declaraba que "Chivilcoy es el programa del presidente don Domingo Faustino Sarmiento". Al poco tiempo, Bartolomé Mitre le respondía resaltando el rol civilizador de la ganadería, y el hecho de que aun en Chivilcoy distrito agrícola por excelencia, y en parte motivo para la construcción del Ferrocarril Oeste se estaba dando una producción mixta, agrícola-ganadera53. Bien pronto los rieles cubrirían toda la provincia y la estructura económica cambiaría de un modo que en la década de 1860 todavía era difícil de prever.

3. A todo vapor: Buenos Aires en la era del ferrocarril, 1870-1930

En el último cuarto del siglo XIX Buenos Aires fue el teatro principal de novedades que dieron lugar a la gran expansión exportadora de la Argentina. Desde el punto de vista político, dos factores alteraron la geografía de la región de Buenos Aires de un modo definitorio: la federalización de la ciudad en 1880 y, bajo los ministerios de Alsina y Roca a fines de la década de 187054, el ensanchamiento de la frontera gracias a las campañas de conquista del área sudoeste de la provincia dominado o visitado hasta entonces por tribus indígenas, paso inicial del control efectivo hasta el Río Negro por parte del Estado argentino. Ese territorio ampliado pudo aprovechar al máximo las novedades tecnológicas de la época, en particular las asociadas al transporte: el ferrocarril, que antes de la década de 1880 apenas despuntaba, y otras como el frigorífico o el tranvía. Como se verá, la provincia y la ciudad de Buenos Aires, junto a las provincias agrícolas de la zona pampeana, fueron los distritos que estas novedades tecnológicas tuvieron un mayor impacto en un infraestructura y estructura productivas.

La preeminencia demográfica y económica que había alcanzado Buenos Aires en las décadas previas no se debilitó en este tiempo. Al contrario, la región de Buenos Aires pasó de albergar la cuarta parte de la población nacional en el Primer Censo a representar el 46% en 1914, con una tendencia levemente creciente –aunque de cambio intrarregional– en el lapso hasta 1947. Más de la mitad (52,3%) del aumento de la poblacion nacional en 1869-1914 está explicado por el incremento demográfico de Buenos Aires. Una diferencia con el período anterior es que ese aumento fue liderado por la ciudad de Buenos Aires antes que por la campaña. La campaña de Buenos Aires aumentó su participación en el total nacional entre 1869 y 1895 hasta un máximo histórico de 20% que mantuvo entre esa fecha y 1914, para luego –a partir de un momento que no podemos definir con precisión por la ausencia de datos censales en 1914-1947– declinar (Cuadro 2) La ciudad y sus alrededores, en cambio, incrementaron su participación de 12% en 1869 a 26% en 1914, cifra que llegaría a 30% en 1947. 52 Ciliberto (2007).53 En Titto, coord. (2009)54 Ebelot (2010).

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La velocidad del crecimiento demográfico de la Capital y sus alrededores fue asombrosa, del 5% anual entre 1869 y 1914, algo más que en la campaña (4,2%) y el doble que en el resto del país (2,5%). En términos absolutos esta es realmente la época de la formación demográfica del distrito capital: en 1869 la habitaban 177 mil porteños, un 6% de su población “definitiva” de casi 3 millones, alcanzada a más tardar en 1947 y no superada hasta el momento de escribirse estas líneas; en 1930 probablemente ya residían tres cuartas partes de esa población definitiva. En otras palabras, un 70% del poblamiento del distrito capital ocurrió en el relativamente breve período de seis decenios entre 1869 y 1930.

Como es sabido, buena parte del incremento de la población en Buenos Aires tuvo un componente migratorio, sobre todo desde el exterior. ¿Cómo fue que la ciudad de Buenos Aires logró crear oportunidades económicas para un influjo tan importante de migrantes? ¿Cómo pudo la región de Buenos Aires absorber en 45 años, entre 1869 y 1914, un crecimiento de más 3 millones de personas –la población de Uruguay en el año 2000–, y otro millón y medio hasta la crisis de 1930? Como en la sección anterior, inciemos este recorrido por el Buenos Aires rural para luego volvernos sobre la ciudad.

Cuadro 2. Población comparada de la región Buenos Aires, 1869-1930

en miles como % del total nacional

Ciudad y cercanías Campaña

Resto del

país TotalCiudad y cercanías Campaña

Resto del

país

1869 229 266 1402 1897 12,1% 14,0% 73,9%

1914 2034 1609 4242 7885 25,8% 20,4% 53,8%

1930 (est.) 3023 2065 5989 11076 27,3% 18,6% 54,1%Tasa crecimiento

1869-1914 5,0% 4,1% 2,5%

Ocupar, sembrar, transportar: la Revolución Agrícola en la campaña bonaerense

La ocupación del "desierto" fue un hito en la historia económica de Buenos Aires, en una medida mayor que en otras provincias. La expansión territorial del Estado fue rápida y añadió una enorme cantidad de tierras. Aunque la zanja de Alsina concluida en 1877 delimitaba el territorio no lejos de la actual frontera bonaerense en una línea de dirección prácticamente sur-norte, entre Bahía Blanca y el sur de Córdoba pasando por Guaminí y Trenque Lauquen se trataba en verdad de una aspiración de máxima aunque rápidamente superada por la campaña roquista que buscaba no tanto evitar que las incursiones aborígenes la traspasaran sino en realidad complicar su retorno en particular, el de los animales que arreaban. La franja entre la zona poblada y la fosa era ancha en verdad. En el censo de 1869, los partidos bajo control estatal, al sur del Salado, eran solamente los de la mitad atlánica; la línea Juárez-Azul-Tapalqué-Veinticinco de Mayo marcaba aproximadamente la frontera occidental. Para el segundo censo, en 1895, partidos que en 1869 no existían por estar allende la frontera albergaban, en la zona centro-oeste, unos 50.000 habitantes (incluyendo Pehuajó, Trenque Lauquen y Bolívar); y la zona sur, que antes de Alsina y Roca sólo había tenido pequeños asentamientos de algunos cientos de pobladores en las costas, que no sumaban 15.000 habitantes, contenía ya 140.000 almas en 1895, incluyendo partidos como Olavarría, Tres Arroyos y Bahía Blanca. Los partidos del oeste y el sur sin población "blanca" o con una población costera minúscula en 1869 reunían en 1914 unos 405.000 habitantes, cifra similar a la provincia de Entre Ríos en la misma época. Si se añaden los 100.000 habitantes del territorio de La Pampa, la conquista del Desierto agregó territorio de pampa húmeda que ya antes de la Primera Guerra albergarba a medio millón de habitantes.

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Sobre ese territorio ampliado se desplegó una mejora tecnológica el ferrocarril que dio lugar a un nuevo ciclo exportador, el de los cereales. El Gráfico 7 muestra, mejor que cualquier cifra, la intensidad de la expansión ferrocarrilera en la provincia. Al comenzar la década de 1870 apenas había unos 375 kilómetros de vías férreas en territorio porteño y bonaerense; en los veinticinco años siguientes, que incluyeron la fiebre ferrocarrilera de los años 80, se construyeron diez veces más, 3785 kilómetros de vía. La expansión estuvo concentrada sobre todo en el Ferrocarril del Sud (2360 kilómetros), que monopolizaba media provincia, al sur y al este de la línea Buenos Aires-Guaminí. La red fue complementada por la prolongación del Oeste hasta Pehuajó, el Ferrocarril a Ensenada (más tarde integrado al sistema del Sud) y por los trenes que se construían desde la Capital hacia Rosario y hacia Cuyo, además de los que servían las cercanías de Buenos Aires. Pasados los efectos de la crisis, el tendido de líneas tomó mayor velocidad. Entre 1894 y 1914, apenas 20 años, se construyeron otros 11.000 kilómetros, lo que aproximadamente quintuplicaba la red existente en 1893. El aporte del Ferrocarril del Sud fue de nuevo decisivo, con aproximadamente la mitad del kilometraje. Sobre el oeste de la provincia, un aporte de importancia fueron los ramales en forma de abanico que tenían al antiguo Ferrocarril Oeste como eje central, y tres líneas prolongadas que comunicaban la zona sudoeste de la provincia con Rosario (Ferrocarril Rosario-Puerto Belgrano), Buenos Aires (Ferrocarril Midland) y La Plata (Ferrocarril Provincial de Buenos Aires).

Gráfico 7. Desarrollo ferroviario en Buenos Aires, 1870-1914

1870 1893 1914

Fuente: Damus, Sylvester, Materiales para el Estudio de los Ferrocarriles Argentinos.

Los mapas ferrocarrileros dicen mucho acerca del desarrollo temporal y espacial de la expansión agrícola. La mayor densidad de ferrocarriles se daba allí donde despegaba la actividad cerealera, más demandante en transporte que la ganadería. La progresión de la agricultura fue rápida, desde aquellas desarrollos mixtos en Chivilcoy, o de daneses en Tandil y suizos en Baradero, pasando de 177.000 hectáreas en 1872 a 951 mil en 1888. Pero el mapa ferroviario de 1893 sugiere que incluso entonces la expansión de la agricultura estaba lejos de lo que sería su techo. Tomando sólo el trigo, el maíz y el lino, en 1895 la provincia de Buenos Aires no era ni siquiera la de mayor extensión del país: con 1,1 millones de hectáreas, representaba el 30% del total nacional pero le iba en zaga a las casi 1,5 millones de hectáreas de Santa Fe. Para 1914, en cambio, el área dedicada a esos tres cultivos se había cuadruplicado,

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llegando 4,3 millones de hectáreas, un 50% más que en Santa Fe y un 35% de la superficie nacional dedicada a esos cultivos. Sumando la avena sin datos para 1895 se llegaba en 5,4 millones de hectáreas en los cuatro principales productos agrícolas, un 40% del total nacional y tanto como una sexta parte de la superficie provincial.

El trigo fue el emblema de la feliz coincidencia entre novedad tecnológica del ferrocarril, la novedad política de la apropiación del "desierto" y las bondades de la naturaleza. El área triguera de Buenos Aires, que en 1872 ocupaba 50.000 hectáreas, ya alcanzaba las 400.000 en 1895, pero en 1914 llegaría a 2 millones 300 mil55. A partir del Censo de 1914, que contiene el detalle de las hectáreas cultivadas en cada uno de los departamentos, puede establecerse que tanto como un 82% de las hectáreas trigueras se encontraban en los departamentos que en 1869 no estaban habitados; se destacaban partidos como Puán, Alsina, Villarino, Tornquist y Saavedra, todos ellos en el rincón sudoeste de la provincia y todos con más de cien mil hectáreas dedicadas al trigo. Del otro lado de la frontera provincial, el territorio de La Pampa era prácticamente un monocultivo, con 800.000 hectáreas trigueras. La naturaleza seguía siendo generosa con Buenos Aires: los rendimientos eran mayores que en Santa Fe; entre 1898 y 1914, cada hectárea bonaerense rindió 900 kilos, contra 600 al otro lado del Arroyo del Medio. El maíz, en tanto, se implantó mejor en la zona de asentamiento más antiguo: Pergamino encabezaba la lista, con 100.000 hectáreas, y con entre 40.000 y 70.000 lo seguían Arrecifes, San Pedro, Salto, Veinticinco de Mayo, Arenales, Colón o Baradero.

En la descripción tradicional de la empresa "agropecuaria" de Buenos Aires, la ganadería vacuna y la agricultura cumplían un papel complementario. El terrateniente o, más típicamente, un arrendatario, cultivaba la tierra con cereales por algunos años, que la dejaban en condiciones ideales para la implantación de alfalfares para el engorde del ganado vacuno. Una mirada a la distribución de actividades ganaderas y agrícolas por departamento en el Censo de 1914 no convalida este carácter complementario. No hay una relación estadística entre el valor del ganado por hectárea en cada departamento y la proporción de la superficie departamental dedicada a la agricultura (panel 1 del Gráfico 8). Más bien, parece ser que había una cierta especialización, ejemplificada en el Cuadro 3, con casos de distintas zonas de la provincia: maicera en Pergamino, triguera en Saavedra, ganadera en Chascomús y General Alvear. De hecho, un determinante estadístico del valor de las existencias de ganado hacia 1914 es sencillamente la superfice de cada partido no dedicada a la agricultura (panel 2 del Gráfico 8), más todavía que la superficie total del departamento (panel 3 del Gráfico 8).

Cuadro 3. Ganadería y agricultura en partidos de Buenos Aires

Pergamino(Noroeste.)

Chascomús(Este)

General Alvear

(Centro)

Saavedra(Sudoeste)

Superficie (km2)

2950 3452 3432 3500

Hás. trigo 4007 3635 11667 104542

Hás. maíz 99720 13954 1919 1180

Cabezas vacunas

85.984 228.176 119.704 31.697

Cabezas ovinas

91.335 221.474 125.832 230.923

Fuente: Censo de 1914.

55 Adelman (1994), 74.

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Gráfico 8. ¿Complementariedad o especialización agrícola ganadera?Panel 1: porcentaje de hectáreas cultivadas y ganado vacuno y lanar

0,00

0,20

0,40

0,60

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1,00

1,20

0% 20% 40% 60% 80% 100% 120%

Hectáreas cutlivadas (%)

Ga

na

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Panel 2: existencias ganaderas y superficie no sembrada por partido

R2 = 0,69

0

50

100

150

200

250

300

350

400

450

0 1 2 3 4 5 6 7 8

Superficie no sembrada (km2)

Ga

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Panel 3: existencias ganaderas y superficie total por partido

R2 = 0,58

0

50

100

150

200

250

300

350

400

450

0 2 4 6 8 10Superficie total (miles km2)

Ga

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te)

18

Page 20: buenos aires texto

Fuente: datos del Censo de 1914. Para la cifra de "vacuno equivalente" se tomó el precio relativo ovejas/vacas en la provincia de Buenos Aires. En todos los casos se dejó afuera a los partidos que rodean a la ciudad de Buenos Aires y a los departamentos de Villarino y Patagones.

La idea de una agricultura dependiente de la ganadería, o complementaria por partes iguales, ha sido bastante discutida en la literatura56. La evolución de los grandes agregados como las existencias de ganado, las hectáreas cultivadas y las exportaciones hace difícil relativizar el rol dinámico y decisivo que tuvo la agricultura bonaerense al menos desde 1890. Aunque lejano en el tiempo, el censo siguiente al de 1914 en 1937 también mostraría que la idea de una agricultura subordinada a la ganadería no se sostiene, y que una influencia significativa del "establecimiento mixto" agrícola-ganadero sólo ocurrió en algunas zonas de la provincia57.

Como descripción general, puede decirse que el ideal sarmientino de una agricultura de pequeños propietarios no se materializó en Buenos Aires durante la gran expansión cerealera. Hubo intentos de colonización al estilo santafesino, y no sólo los mencionados para el período anterior de Baradero, Tandil y Chivilcoy. En ocasiones fue una inciativa puramente privada, como el caso de Eduardo Casey, con sus colonos franceses en Pigüé y alemanes del Volga en Coronel Suárez58 o, ya en los años 90, la colonia de la Jewish Colonization Association del Barón de Hirsch en Carlos Casares. El intento más ambicioso de promoción estatal de la colonización se dio a través de la ley provincial de Centros Agrícolas en 1887, que no alcanzó los resultados a la escala santafesina, en parte por las condiciones críticas que poco después afectaron a la economía nacional. No es tanto que no se iniciaran centros: de hecho, para 1893 se cuentan dos centenas, con una superficie total, no necesariamente sembrada, de 1,6 millones de hectáreas; y se ha estimado que se cultivaban en las colonias unas 400.000 hectáreas, sobre el total provincial de 1,5 millones. Pero ocurrió con menos frecuencia que en Santa Fe el paso de arrendatarios a propietarios, lo que al menos retrospectivamente puede haber sido una decisión racional dados los elevados precios de la tierra antes de la crisis de 189059.

El arrendamiento, con todo, podía ser una vía de enriquecimiento, a veces rápido, y en ocasiones por parte de empresarios que podían ser al mismo tiempo y de manera creciente dueños de sus propias tierras. Es posible que un José Guazzone, originalmente arrendatario en Olavarría, que para 1895 poseía 50.000 hectáreas propias o alquiladas, fuera el mayor productor triguero del mundo60. Respecto a la distribución de la tierra, nuevamente como el período anterior convivieron la subdivisión por herencia y por el mercado en el área ya existente con superficies mayores en las zonas nuevas. Es interesante notar, en todo caso, que Buenos Aires no se desatacaba significativamente de Santa Fe o de Córdoba por un menor tamaño de sus explotaciones agrícolas, lo que sugiere que la distribución de la propiedad no era un obstáculo para que los emprendimientos alcanzaran su escala eficiente. ¿Ocurría quizás que las explotaciones de Buenos Aires eran de tamaño similiar pero su propiedad estaba más concentrada, puesto que una proporción mayor era explotada en arrendamiento? Tampoco: de 47 mil explotaciones agrícolas, 27 mil eran arrendades; en Santa Fe estaban bajo arrendamiento 20 mil de las 27 mil empresas dedicadas a la agricultura.

56 ver, por ejemplo, la discusión de Sábato (1987) sobre el libro de Pucciarelli (1985).57 Balsa (2001).58 Djenderedjian et al (2010), 670.59 Djenderedjian et al (2010), 713.60 Djenderedjian et al (2010), 714.

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Page 21: buenos aires texto

Gráfico 9. Distribución del tamaño de las explotaciones agrícolasBuenos Aires, Santa Fe y Córdoba

0%

5%

10%

15%

20%

25%

30%

35%

0-25 25-50 50-100 101-500

501-1000

1000-5000

5000-10000

10000-25000

más de25000

Rangos de hectáreas

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Buenos Aires

Córdoba

Santa Fe

Fuente: datos del Censo de 1914.

La tecnología agrícola se adaptó a las necesidades de la pampa argentina, peculiar por sus grandes extensiones y por el carácter virgen de sus tierras, especialmente las occidentales. Por ejemplo, el arado con motor a vapor tuvo bastante difusión en Buenos Aires, y dado el gasto de capital que imponía era compatible con extensiones grandes de explotación61. También el trillado comenzó a hacerse a máquina a partir de las últimas décadas del siglo XIX (las existencias pasaron de 700 a 3300 unidades entre 1895 y 1914). Asimismo, diferentes variedades de semilla sembradas en la misma propiedad permitían distribuir en el tiempo el trabajo de siembra y cosecha. Con todo, aunque la incoporación de maquinaria fue intensa, y en el quinquenio 1910-1914 se importaban para el total del país arados por un valor seis veces mayor al de 1890-1894, la mecanización parece haber seguido aproximadamente al área sembrada. De hecho, el rendimiento promedio por hectárea no aumentó entre fines del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial.

Cuadro 4. Rendimientos del trigoKilos por hectárea

Buenos Aires

Santa FeBuenos

AiresSanta Fe

1898 1196 775 1905 632 372

1899 1106 763 1906 753 555

1900 831 472 1907 821 672

1901 998 253 1908 836 687

1902 1103 679 1909 536 440

1903 933 878 1910 843 671

1904 1133 710Promedio 1898-1910

902 610

Fuente: Adelman (1994), 78.

61 Djenderedjian et al (2010), 800.

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Page 22: buenos aires texto

La expansión cerealera interactuó con los cambios que se dieron en la ganadería a lo largo del período. La lana siguió siendo el principal producto de exportación de la Argentina hasta la década de 1890, cuando alternó el primer puesto con el trigo, para ser superada definitivamente recién a comienzos del siglo XX. La provincia de Buenos Aires descollaba en este rubro, con 50 de las 75 millones de cabezas del país en 1895, y 45 de las 55 millones de razas mestizas. La suma de cueros y lanas todavía representaba el 50% de las exportaciones en la década de 1880. Pero el futuro de la ganadería estaba en otra parte: no ya fuera del animal sino dentro de él. Con la llegada del buque frigorífico en barcos a vapor, que navegaban el Atlántico en 25 días en lugar de 7062 los ovejeros empezaron a complementar sus envíos laneros al exterior con el de carneros congelados. Con el tiempo, sin embargo, la actividad ovina perdió rentabilidad relativa frente a la agricultura (que aprovechaba más la caída de los costos de transporte) y a la ganadería vacuna, más redituable que las de ovejas para la producción de carne. El precio relativo entre el vacuno y el ovino, que había sido de 6 en 1888 y de 5 en 1895 había llegado en 1914 a una proporción de 10 a 1. Para el Censo de 1914, la ganadería lanar se había reducido a una fracción de la de veinte años atrás, con un total de 19 millones de cabezas sobre las 43 existentes en el país. Había comenzado la marcha ovina a la Patagonia, que ya en 1914 acumulaba más de 10 millones de animales. El stock vacuno, en cambio, se había incrementado, aunque a una tasa que sin embargo sorprende por lo bajo: de 7,7 millones en 1895 a 9,1 millones en 1914, con una distribución geográfica en la que predominaban las zonas antiguas o del centro-oeste bonaerense, menos aptas para la agricultura, como Chascomús, Azul o Ayacucho.

El desarrollo de la ganadería no fue, pues, tanto una cuestión de cantidad como de calidad. Los ganaderos de la provincia de Buenos Aires estuvieron a la cabeza del proceso de refinamiento vacuno, que consistió esencialmente en incorporar razas con mejor rendimiento cárnico que el del ganado criollo. Como había ocurrido con la ganadería ovina, la proporción de ganado mestizo en Buenos Aires hacia 1914 era de 19 a 1 contra el criollo, mientras que en el resto del país el criollo era un 20% más numeroso que el mestizo. Las cifras de importación de reproductores puros, casi todos ellos de Gran Bretaña constituía una "página de honor para los propietarios de ganados en la República"63. En particular, para la "vanguardia ganadera bonaerense"64, un grupo no demasiado numeroso de hacendados que desde los años 90 incorporaron puros Shorton, Aberdeen Angus y Heresford como para producir carne que pudiera competir exitosamente en el mercado británico.

Nuevamente, conviene pensar en los eslabonamientos generadas por el impacto de la revolución de los transportes en la agricultura y la ganadería. Como eslabonamiento hacia atrás, la industria de maquinaria agrícola hacía su aparición, incluso con productos diferenciados, como arados o segadorás más adaptadas a las necesidades locales65. El principal eslabonamiento hacia adelante del boom cerealero fue la industria harinera. Llama la atención sin embargo que el aumento en la producción de harinas fue bastante inferior al del trigo; además, dentro de Buenos Aires la operatoria fue corriéndose hacia la ciudad (Cuadro 5). Es posible que precisamente la caída en los costos de transporte estuviera detrás de ambas tendencias: con costos de transporte más bajos era menos necesaria la molienda local (en la zona productora en lugar de en la consumidora, o incluso en la Argentina en lugar de en los mercados de destino). En cuanto a los frigoríficos, la otra gran industria transformadora de los productos del campo bonaerense, se expansión de la mano de la ganadería vacuna de exportación, esto es, en las dos décadas a partir de 1895. La participación de carnes congeladas o enfriadas en el total nacional de productos cárnicos (que originalmente incluía también animales en pie y tasajo) pasó de 16% en 1894 a 87% en 1914. Como los saladeros en su momento, la localización natural de los frigoríficos era cerca de los puertos de exportación: Zárate para la producción de la zona norte de la provincia, Avellaneda para la zona sudeste y Bahía Blanca para la sudoeste.

62 Campante and Glaeser (2009).63 Censo de 1914, tomo VI, XXXVII.64 Sesto (2005).65 Djenderedjian et al. (2010), 793.

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Cuadro 5. Molinos harineros

Fuente: Censo de 1914.

Reseñamos las mejoras de la tecnología y los aumentos en la cantidad de tierra y de capital (ferrocarriles, maquinarias) detrás de la gran expansión cerealera y ganadera de la provincia de Buenos Aires. ¿Qué hay del factor trabajo? Nuevamente, la fotografía del Censo de 1914 nos da una primera aproximación a la estructura laboral luego del boom agrícola. De las 820.000 personas catalogadas en alguna profesión determinada (sobre 1,3 millones mayores de 14 años), un 30% (unos 250.000) eran simplemente "jornaleros" sin ninguna especificación. Probablemente dominaban entre ellos los trabajadores estacionales que en épocas de cosecha trabajaban en el campo pero formaban parte el resto del año de una población flotante en las ciudades sin empleo fijo66. El empleo más propiamente catalogado como agrícola-ganadero representaba otro 15%, incluyendo un 8,5% de agricultores propiamente dichos (esto es, a cargo de una explotación agrícola). La categoría de "industrias y artes manuales" que incluía numerosos oficios asociados a la construcción, a las confecciones artesanales y a servicios personales era aun más numerosa, con un 18,5% de los empleos. En cuarto lugar (9%) se encontraba el comercio. En el restante 30% se destacaban los servicios domésticos, los transportes, la adminstración pública y la educación.

Desde luego, buena parte de la oferta de trabajo provenía del exterior. La campaña de Buenos Aires fue el único distrito del litoral o las pampas que vio crecer sin pausa no sólo su población extranjera sino la participación de ésta en el total: 20% en 1869, 31% en 1895, 34% en 1914, un signo de su versatilidad para que los sucesivos ciclos exportadores (cuero, lana, agrícola, carnes congeladas) la encontraran siempre como una de las provincias líderes. Entre los trabajadores varones el predominio extranjero llegaba a un 56%, destacándose sobre todo la rama del comercio, con un 70%. ¿Dónde tendían a migrar más los extranjeros? Como primera aproximación, puede decirse que el número de extranjeros tendía a ser mayor en las zonas más dinámicas; en aquellas con menor crecimiento demográfico, el componente extranjero se iba naturalizando. En viejos distritos ganaderos, en particular al este de la provincia, el componente inmigrante podía ser menor al 20% o incluso al 10%; en las zonas más recientes de asentamiento agrícola igualaba o superaba el tercio que era el promedio provincial; y ya en zonas adyacentes a la ciudad era mayor, y más propiamente un fenómeno metropolitano. En

66 Adelman (1994), 126.

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cuanto a la composición por nacionalidades, la evolución había sido similar a la ocurrida a nivel nacional: mayoría de mediterráneos (con predominio italiano en el boom de los 1880 y español luego de la crisis de 1890), con grupos secundarios como turcos, franceses y rusos además de uruguayos.

¿Cómo es posible racionalizar para la provincia de Buenos Aires el crecimiento de la proporción de población urbana a una velocidad mayor que la rural si la descripción ha sido de un export-led growth a partir de los frutos de la tierra? En primer lugar debe destacarse que las tres principales ciudades de la provincia en 1914 (fuera de las ramificaciones de la capital hacia los suburbios) no figuraban como tales en el censo de 1869 y tuvieron una génesis que no fue típica de ninguna de las ciudades mediterráneas de la provincia: La Plata (90.000 habitantes en 1914) fue el resultado de un hecho político, Bahía Blanca (44.000) germinó como puerto de salida de la sorprendente revolución agrícola del Sudoeste bonaerense y Mar del Plata un poblado con puerto y saladero reconocido como pueblo recién en 1875, con 27.000 habitantes en 1914 fue en realidad hija del turismo capitalino. Pero era en la multitud de "cabeceras de partido" de no más de 25.000 habitantes cada una donde se concentraba el grueso de la población provincial: había más de 40 ciudades y pueblos de entre 5000 y 25.000 habitantes, que explicaban la parte del león del incremento de 29% a 56% en la tasa de urbanización provincial menor en ambos casos si se resta la zona de influencia de la Capital entre 1869 y 1914. Esos pueblos habían crecido más que las comarcas rurales que los circundaban: la ciudad de Junín tenía un 40% de la población del partido en 1895 y un 60% en 1914, y algo análogo puede decirse de las otras ciudades medianas de la provincia: también en Chivilcoy, Mercedes o Tres Arroyos la participación de la cabecera de partido en la población total había crecido. La hipótesis inicial debe ser sencillamente la de modernización y especialización, con los pueblos dando servicios o producciones artesanales pero sobre todo siriviendo como distribuidores de bienes industriales a la población de la campaña y a esa creciente población urbana.

Todos los caminos conducen a Buenos Aires

Una manera posible de comprender los cambios de la ciudad de Buenos Aires en los años de la gran expansión exportadora es partiendo, también, de la revolución de los transportes. Un hecho decisivo en la historia económica y urbana de Buenos Aires fue la construcción del Puerto Madero a partir de 1890, que reemplazaba al primitivo sistema de embarque de personas y mercaderías que hasta entonces los viajeros describían como una de las principales incomodidades de la ciudad67. La conexión ferroviaria, con cabeceras en los mismos mercados (Constitución, Once, Retiro) a los que antes llegaban las carretas, eran el término final de un sistema cuya expansión implicaba una creciente masa de carga comerciada, en todas direcciones, a través de la ciudad. En términos de oro, el comercio total de la Argentina se multiplicó por 12 veces entre 1870 y 1910 (promedios quinquenales). Buenos Aires fue, al principio y al final del período, el puerto principal por el que pasaba ese comercio: con alrededor del 70% de las exportaciones y un 80% de las importaciones nacionales68. Acaso el mayor testimonio de la velocidad del crecimiento comercial sea el hecho de que ya a comienzos de siglo, a diez años de construidos los primeros docks del Puerto Madero, sus limitaciones despertaran la preocupación oficial en 1901 ya se discutía la necesidad de otro puerto, por ejemplo en Samborombón, cuya construcción incluso llegó a iniciarse en 1911; también se intentaron proyectos de ampliación de Puerto Madero, que enfrentaba sin embargo ciertas desventajas naturales; finalmente triunfó la idea de construir un emprendimiento separado algo hacia el norte del existente, el Puerto Nuevo, concluido en 1925-192669.

El rol comercial como nodo geográfico entre la producción argentina y la demanda internacional, y viceversa, seguía siendo, como había sido siempre, el producto "transable" por excelencia de la economía porteña. Pero para comprender la dinámica de la ciudad de Buenos

67 García de D'Agostino et al. (1981).68 Estatística del Comercio y la Navegación, varios números.69 Scobie (1974).

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Aires en tiempos de la gran expansión deben añadirse al menos tres factores adicionales, algunos que venían de tiempo atrás y otros nuevos. En primer lugar, diríamos en términos económicos que debe distinguirse entre el producto "interno" de la ciudad y el que efectivamente es producido dentro de las fronteras geográficas. Si en tiempos del bicentenario de 2010 el producto del distrito capital era superior al ingreso de sus habitantes debido a las migraciones diarias entre el conurbano y la ciudad en tiempos de la gran expansión, cuando se toma la ciudad en un sentido metropolitano, residían en la ciudad los dueños de la mayor parte de las grandes fortunas de la Pampa Húmeda y muchas de las medianas, cuyas crecientes demandas por bienes y servicios implicaban mayor actividad económica en el área metropolitana. En otras palabras: desde un punto de vista geográfico, buena parte de los "eslabonamientos de demanda" del boom exportador beneficiaban el crecimiento de la ciudad.

En segundo lugar, la consagración de Buenos Aires como capital, aunque solamente legalizaba una situación de hecho en tiempos anteriores, representó una fuente creciente de demanda y actividad en tiempos que el aparato administrativo del Estado nacional se expandía de la mano de su principal recurso, los impuestos al comercio. El gasto de administración estatal concentrado en la ciudad agregó aunque todavía de manera incipiente a la suerte geográfica de puerto natural del país y centro demográfico de su área más fertil una fuente significativa y estable de actividad económica y empleo. En tercer lugar, si los tres motivos anteriores puerto, domicilio de buena parte de los dueños del recurso exportable, sede de gobierno ya garantizaban a la economía porteña niveles de actividad y empleo incomparables con los de cualquier otra ciudad argentina, las políticas públicas afianzaron aún más ese predominio al permitir, gradualmente, la aparicicón de una industria manufacturera que sustituyera ciertas importaciones. Desde un punto de vista porteño, la industria manufacturera era un sector "exportable" hacia otras regiones del país: en 1895, el distrito capital congregaba más de la mitad del capital manufacturero de la república y algo menos de la mitad de los empleos. En los sectores menos artesanales, esa influencia podía ser mayor aún, en particular atendiendo a la cifra del capital instalado: en 1914, por ejemplo, 90% del capital instalado en el sector de "vestidos y tocador" y 62% del metalúrgico se encontraba en la Capital Federal.

El conjunto de todos estos factores permitió a la ciudad de Buenos Aires en un sentido amplio multiplicar su población por 8,5 entre 1870 y 1914. En 1914 vivían en la zona inmediata de influencia de la Capital el área actual del conurbano boneaerense unas 425 mil personas, el doble de las que vivían en la propia ciudad en 1870. El crecimiento de Buenos Aires durante ese medio siglo sólo podía ser comparado con el de Chicago70; para 1920, con 2,3 millones de habitantes en el área metropolitana, es posible que sólo fuera superada en población por Nueva York, Londres, Chicago, Berlín y París71.

¿Qué sectores dominaban la actividad económica de la ciudad? Es fácil exagerar la importancia del sector manufacturero; tomando solamente el distrito capital, se contaban en 1914 unos 83.000 empleos industriales, apenas más de un 10% de una población económicamente activa de casi 800.000, aunque casi la mitad de los empleos manufactureros del total del país. ¿Se trataba de una industria que aumentaba su productividad? Estimaciones recientes hablan de incrementos notables de la productividad media del trabajo, aunque con gran variabilidad entre sectores, de entre el 0,7% y el 16,5% anual en el período 1895-191472. ¿De dónde provenían esos aumentos de productividad? En parte, de una intensificación del capital. Sobre todo durante la primera década del siglo XX, la imporación de maquinaria importada fue intensa. De doce sectores analizados, la mitad había duplicado o más que duplicado el stock de capital por trabajador en el período 1895-1914, y otros tres lo habían aumentado alrededor de un 50%

Las investigaciones sobre esa industrialización temprana de Buenos Aires enfatizan algunas claves del crecimiento industrial y sus ciclos: la situación cambiaria era un incentivo crucial y más aún cuando a partir de los años 1890 los aranceles pasaron a cobrarse en oro. Sin embargo, al depender enteramente del mercado interno, crisis económicas como la de 1890 y 1913 y, en

70 Campante and Glaeser (2009).71 Samson (2004).72 Pineda (2009).

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menor medida, 1898 al tiempo de deprimir el valor de la moneda complicaban la provisión de insumos y restringían la demanda, de modo que esa precaria industrialización se debatía entre dos peligros en cuya ocurrencia influía poco o nada. En casi todos los casos, esas industrias porteñas dependían o bien de la existencia de costos de transporte altos o, más frecuentemente, de aranceles aduaneros que tenían a la promoción de la industria y el empleo uno de sus objetivos conscientes73. Los ya mencionados casos de "industrias" exportadoras (los frigoríficos y los molinos harineros, ambos concentrados en los suburbios y no en la ciudad propiamente dicha) eran la excepción más que la regla.

De todos modos, Buenos Aires seguía siendo en esencia una ciudad de servicios. Fuera de ese 10% de empleos de la manufactura "moderna", los comerciantes, los "empleados" o "jornaleros" sin especificación en muchos casos, de comercio, la construcción y una multitud de oficios manuales con alguna calificación, la mayoría en estado artesanal, dominaban el panorama. Existían sin embargo algunas diferencias respecto a 1869. Se redujo el porcentaje, aunque no el número absoluto, de carreros, zapateros y costureros, en parte víctimas de la revolución industrial importada, y aparecieron como renglones importantes otras tareas en el transporte, incluidos 6000 guardas de tranvía y 4000 "motormen". Los servicios domésticos también perdieron participación, seguramente un refejo de una ciudad menos patricia y más burguesa74 en términos porcentuales que en 1869, aunque seguían destacándose con un 12% de los empleos75. Aparecía como un rubro significativo el de empleados de gobierno: 50.000 personas o 6,3% de la población activa, con amplia mayoría de nativos.

Como es sabido, el crecimiento demográfico de la ciudad se alimentó de la inmigración, además de una tasa natural de crecimiento más alta que en otros países de asentmiento reciente76. Sistemáticamente la ciudad de Buenos Aires mostró una presencia extranjera predominante, sobre todo entre la población adulta y más aun entre la trabajadora. En 1895, por ejemplo, el 72,3% de la población activa era extranjera, y sólo algo menos 64,7% en 1914. En rubros como construcción o confecciones la presencia inmigratoria rondaba el 90%, y eran muy infrecuentes los oficios de alguna significación en los que la población nativa se acercara a la inmigrante. Sorprende que ese torrente de inmigrantes de ultramar no haya sido acompañado, en este período de construcción demográfica de Buenos Aires, por corrientes migratorias internas muy significativas: apenas 3,6% de los habitantes de la Capital en 1914 había nacido en provincias fuera de la región de Buenos Aires (en la provincia la cifra era aun menor, con 2,5%). Una de las causas era sencillamente que el stock disponible de población en provincias no muy dinámicas (Corrientes, las cuyanas menos Mendoza, las del Norte y Noroeste menos Tucumán) sumaba apenas un 3,5% de la población de la región Buenos Aires; otro motivo es que la migración interna tendía a ser más bien de corta distancia, alrededor de los núcleos de sustitucion de importaciones en Cuyo y el Norte.

La geografía económica de la ciudad siguió en parte a su sistema de transporte. El cuadrilátero formado por las tres estaciones terminales y el puerto (Madero, primero, y luego Puerto Nuevo) delimitaron aproximadamente la zona céntrica de la ciudad, y de mayor valor inmobiliario. En la medida en que el costo inmobiliario comenzó a superar a los costos de transporte, las industrias tendieron a locarlizarse gradualmente fuera de él. Scobie77 nos cuenta la trayectoria centrífuga de Bagley y otras empresas, en general en dirección Sur. Desde ambas orillas del Riachuelo (Campomar, Sansinena, Tamet y más tarde Siam o Gurmendi en la provincia; Noel, Alpagargatas, Bagley y Molinos en el margen capitalino) podían aprovechar la cercanía al puerto de la Boca a precios muy inferiores a los céntricos, entre otras cosas porque los terrenos meridionales de la ciudad contaban con la desventaja inmobiliaria de una menor altitud y exposición a inundaciones. A los motivos económicos se sumó la regulación promovida, entre otros por el funcionario municipal Jorge Newbery de modo que industrias "peligrosas e

73 Hora (2006), Rocchi (2006)74 Romero (2000), 10.75 Schvarzer (2000), 76 Taylor (1994).77 Scobie (1974), 198.

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insalubres", o sencillamente molestas, pasaron a ubicarse en zonas más lejanas, al Noroeste allende Chacarita o hacia el Sudoeste en la entonces llamada Nueva Chicago luego Mataderos. Entre tanto, se valorizaban por el sistema de tranvías las zonas hacia el Oeste, con eje en Flores y mucho más hacia el Norte, incluyendo los suburbios inicialmente favoritos de la comuniad británica, servidos por las líneas del Ferrocarril Mitre. La fiebre amarilla de 1871, iniciada en San Telmo y la Boca, consolidó la marcha hacia el norte que ya venía observándose entre las clases acomodadas de la ciudad.

Los temas de la inmigración y del despliegue físico de la ciudad nos llevan automáticamente a la llamada cuestión social. Evidentemente, Buenos Aires pagaba salarios suficientemente altos como para ser la ciudad del mundo con mayor porcentaje de trabajadores extranjeros. De acuerdo a los datos de Williamson, el poder de compra de los salarios típicamente duplicaba al de los países de principal emigración hacia la Argentina (España e Italia) y rondaba un 80% de los de Inglaterra78. Desde luego, el aluvión migratorio ponía un techo al crecimiento salarial. Detrás de una línea muy fluctuante en el poder de compra de los salarios (en parte, debida a alteraciones cambiarias) la tendencia creciente que se nota fue leve al menos, en comparación al aumento de la productividad de la economía entre los años hasta la Primera Guerra Mundial.

Gráfico 10. Poder de compra de los salarios en Buenos Aires1913=100

0

20

40

60

80

100

120

140

160

1871

1874

1877

1880

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1886

1889

1892

1895

1898

1901

1904

1907

1910

1913

1916

1919

1922

1925

1928

Fuente: Williamson (1998).

La discusión sobre las condiciones de vida en general, y en particular para este período, excede la problemática salarial. El carácter extremadamente dinámico del período dota de algunos rasgos peculiares a la cuestión social. En primer lugar, las fuertes variaciones cíclicas de una economía todavía inmadura por ejemplo, pero no solamente, en 189179 impactaban sobre los salarios y el empleo y colocaban a los trabajadores en una situación de vulnerabilidad. En segundo lugar, el crecimiento urbano, impresionante como fue, corría detrás del aumento de la oferta laboral, y en cada momento el porcentaje de población con una situación precaria de vivienda era mayor que en contextos más estables; en conventillos e inquilinatos vivía alrededor de una quinta parte de la poblacíon de la ciudad, y el número de personas por vivienda aumentó (de 8,8 a 12) entre 1869 y 1895. Con la gradual expansión del tranvía la oferta de suelo urbano fue gradualmente ampliándose, y el mercado inmobiliario y de crédito, en especial a partir de la estabilización de principios de siglo, contribuyó a la provisión de vivienda para trabajadores,

78 Williamson (1998), apéndice.79 Gutiérrez (2000).

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mucho más que algunas volubles iniciativas estatales, la más importante de las cuales fue la Comisión Nacional de Casas Baratas80. Con todo, la situación habitacional seguía siendo endeble y en 1907 se produjo una huelga de inquilinos que movilizó a un 10% de los moradores de la ciudad81.

Años de transición en el campo y la ciudad, 1914-1930

¿Cuál es la fecha final del boom exportador argentino, liderado por la provincia de Buenos Aires en la producción y por la ciudad en el comercio, la industria y los servicios? Es una polémica de larga data en la historia económica argentina, y por lo tanto también en la de Buenos Aires. De nuevo, la dinámica poblacional es un primer indicador. El Censo de 1947 revelará que la campaña de Buenos Aires había perdido participación en el total nacional, mientras que la ciudad en un sentido amplio seguía avanzando, aunque solamente en los suburbios. No sabemos a ciencia cierta cuánto de ello ocurrió antes de la crisis de 1930 y cuánto después. Sí sabemos que en los quince años entre la Primera Guerra y la Depresión se aceleró la incorporación de migrantes internos a la ciudad de Buenos Aires82. Y también sabemos, aunque no exactamente en qué magnitud, que una parte relevante de esos migrantes internos al área metropolitana de Buenos Aires en el período anterior a la Segunda Guerra Mundial entre 40% y dos tercios83 provenía de la campaña bonaerense. Es notable que cuando se analizan los datos de diferentes provincias, el distrito con mayor emigración neta en el período 1914-1947 sea el territorio de La Pampa84, un fenómeno probablemente asociado al rápido agotamiento ecológico de sus suelos85.

Aunque la magnitud de la expansión económica siguió siendo importante luego de la Primera Guerra Mundial, sus fundamentos estaban cambiado. La inmigración continuó después de la Guerra, per su impacto fue proporcionalmente menor: ya no representaba ese aporte de 3% (pico de 1880s) o 2% (pico de 1900s) al crecimiento demográfico sino, en los años buenos, 1%86. Podemos suponer que dentro de la región esa inmigración se concentró, aún más que antes, en el área metropolitana, puesto que la campaña creció menos. Son conocidos dos factores que limitaron el crecimiento rural: las condiciones comerciales para los productos pampeanos no eran tan favorables como antes de la Primera Guerra y la frontera agrícola ya había sido alcanzada a principios de siglo87. Aunque no hubo un estancamiento en términos absolutos de la agricultura, la producción nacional de trigo y maíz (a la que Buenos Aires hacía un gran aporte) creció apenas como esa población de la campaña, que a su vez ya no era tan dinámica. En todo caso, haber mantenido la producción por persona seguía siendo un logro en un esquema de "frontera cerrada". A ello contribuyeron en parte un uso más intensivamente agrícola de la tierra a su vez relacionado a la caída del precio relativo de la carne y la incorporación de maquinaria, en particular, de tractores: entre 1920-24 y el quinquenio siguiente el capital agrícola por hectárea cultivada en toda la región pampeana aumentó un 50%88.

Con el motor principal del boom exportador funcionando a media máquina, el impulso económico principal de los años 20 provino de la industria y los servicios, esto es, de la ciudad. Macroeconómicamente, los veinte fueron una combinación de aumento en el precio relativo de los precios industriales en relación a los agrícolas y al final de la décadaapreciación cambiaria real89. Los beneficiarios deberían ser los sectores transables competitivos de importación y los no transables; las industrias manufactureras porteña se encontraba en una u otra de esas

80 Scobie (1974), 190.81 Yujnovsky (2004).82 Recchii de Lattes (2000).83 Gerchunoff, Pablo (2010).84 Lettes (1973).85 Zarrilli (2010)86 Lettes (1973).87 Di Tella y Zymelman (1967).88 Zarrilli (2010).89 Gerchunoff y Aguirre (2003)

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categorías. La tasa de crecimiento industrial no fue tan alta como en los pasos iniciales, antes de la Primera Guerra, pero acumuló un respetable 4,5% anual en la década de 1920 tras la crisis provocada por el conflicto bélico. Este nuevo round de expansión industrial tuvo un impulso fuerte de inversiones extranjeras, aunque también las firmas locales se capitalizaron con compras al exterior. Sectores como el metalúrgico, el textil y de cemento mostraron fuertes ganancias de productividad90. Desde el punto de vista geográfico, siguió vigente hasta la Gran Depresión el predominio del sur de la ciudad de ambos lados del Riachuelo como sitio de implantación industrial91.

La industria fue uno de los factores detrás de una economía que demandaba más empleo por unidad de producto. Ese fenómeno no puede haber sido resultado de un push inmigratorio interno o externo ya que la trayectoria de los salarios reales fue fuertemente ascendente (Gráfico10). Las hipótesis sobrevivientes son la de un aumento en la rentabilidad industrial por movimientos internacionales de los precios combinadas con un refinamiento de la demanda esencialmente, un movimiento a lo la curva de Engel que se volcaba a sectores de servicios e industriales más empleo-intensivos. La pregunta macroeconómica para la Argentina era una pregunta también, y especialmente, para Buenos Aires: si había tocado un límite el desarrollo agropecuario, las industrias de la ciudad eran decisivas para el crecimiento de la economía en general. La continuidad de su expansión dependía de al menos tres factores: su rentabilidad para atraer nuevas inversiones, la capacidad del sector exportador para conseguir divisas con que financiarlas y la continuidad de inversiones extranjeras. La Depresión no sería, en este sentido, la mejor configuración posible de los astros.

4. Mercado interno, migraciones internas: la provincia, la ciudad y la nueva frontera migratoria, el conurbano, 1930-1976

Las décadas centrales del siglo XX pueden describirse, también, a partir de la dinámica poblacional. Entre 1930 y 1975, la región Buenos Aires siguió ganando participación en la población nacional, de 46% en 1930 hasta representar la mitad exacta del total nacional en el año 1973. Pero más significativa que esa suave dinámica demográfica respecto al resto del país fue lo que ocurrió al interior de la región. La participación del conurbano bonanerense en la población regional pasó del 17% al 48%; dos tercios de esos puntos porcentuales fueron cedidos por la Capital (de 42% a 23%) y un tercio por el interior provincial (de 41% a 29%). Esa provincia que había comenzado siendo una ciudad ahora volvía a ser dominada por el peso demográfico metropolitano.

Repasemos los estímulos nacionales y externos que impactaron durante esta época en la economía regional: cierre del comercio mundial a partir de la Depresión; reacción inicial defensiva de las políticas públicas intentando preservar lo que se pudiera en los sectores exportadores críticos con acuerdos internacionales y juntas reguladoras, aunque incorporando ya algún diferencial adicional en la rentabilidad industria/agro a través de los controles cambiarios; a partir de los años 40, promoción más decidida de la industria sustitutiva de importaciones; desde mediados de los años 50 en adelante, intentos por enfrentar los problemas de la industrialización cerrada, con recursos estatales o extranjeros apuntados a industrias de base y con estímulos ofertistas a la producción exportable que sin embargo no hacían mucho por mejorar los términos de intercambio internos frente a la industria protegida.

Un gigante herido agoniza y luego se levanta

Si en la década de 1920 el complejo agropecuario que dominaba en la campaña de Buenos Aires había sufrido ya no sólo la reducción de sus términos de intercambio sino además particularmente su inestabilidad como con la crisis ganadera de comienzos de la década la

90 Pineda (2009).91 Schvarzer (1974).

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Depresión representó un golpe aun más formidable en tanto esa caída en su precio relativo se volvió permanente. La pérdida de rentabilidad relativa del agro bonaerense no se captura completamente con la evolución de los precios internacionales, por dos motivos. En primer lugar, con el desmembramiento del sistema multilateral de comercio los precios externos dejaron de capturar la rentabilidad marginal. En segundo lugar, durante todo el período considerado (al menos, hasta 1976) el impacto neto de las políticas internas algunas en contra del agro, otras a favor fue perjudicial para la rentabilidad relativa del agro en comparación con la situación previa a la Depresión, con la posible excepción de la década de 1930, cuando convivieron la defensa del sector via el tratado Roca-Runciman con la operatoria de un tipo de cambio diferencial más bajo para los exportadores aunque compensado parcialmente por la acción de las juntas reguladoras. Tomando el promedio del período 1930-1975, se abrió una brecha entre el valor local e internacional del precio de una canasta de productos exportables pampeanos relativo al nivel general de precios mayoristas; el cociente entre precios locales e internacionales del agro pampeano cayó a un valor de menos de 50% de su nivel en 1900-1929 entre los años 1930 y 1975, y de un 34% en el lapso 1940-1960. La lista de intervenciones gubernamentales en las décadas que siguen es demasiado larga como para ser tratada aquí92.

La evidencia más contundente del impacto negativo que, conjuntamente, provocaron la situación internacional y las políticas internas sobre la agricultura pampeana es que el nivel de producción alcanzado a finales de los años 20 no fue superado sino hasta la década de 196093. Ese estancamiento se dio al mismo tiempo que un aumento de la brecha de productividad entre la agricultura argentina y las de los países en la frontera tecnológica. Mientras el mundo iniciaba su "segunda revolución verde", la agricultura pampeana se mantenía estancada en sus niveles de productividad, lo cual es compatible con un comportamiento racional de los agricultores dada la caída del precio del producto, en particular en relación al de los bienes de capital, cuya importación era cara o difícil en tiempos de la industrialización sustitutiva. Durante la Segunda Guerra, la provisión de bienes de capital fue particularmente complicada, y hacia 1946-1948 había en el agro pampeano 10.400 tractores, la mitad que diez años atrás94. La reducción en el área sembrada no llegaba a evitar una reducción en el ratio de tractores por hectárea cultivada. El impacto de la Depresión en el agro bonaerense no operó únicamente a través de los mercados de bienes, sino también en los de capital. La crisis inicial generó una ola de quiebras que redujo el número absoluto de agricultores, a pesar de intentos oficiales por facilitar los términos de los créditos95.

La ganadería fue menos afectada que la agricultura, y se expandió con una sorprendente participación el arriendo ganadero en Buenos Aires96. No casualmente aparece en el Censo Nacional Agropecuario de 1937, por primera vez, la categoría de "explotación mixta", con presencia sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Es probable que ante la inestabilidad que ya se había manifestado en la década de 1920 y que se profundizó con la Depresión, el establecimiento mixto hubiera ganado una participación que no había tenido en la época clásica de la revolución agrícola pampeana. Tal es, por ejemplo, el panorama que se encuentra en algunos estudios de casos, por ejemplo en Tres Arroyos, con una recomposición de los stocks vacunos y un estancamiento del área sembrada a partir del impacto de la crisis97. Una suave expansión ganadera que apenas acompañaba el consumo interno pero no brindaba saldos exportables crecientes prosiguió como un bajo continuo a lo largo de las décadas del estancamiento agrícola, lo que no debe sorprender siendo que el precio relativo de los cereales respecto a la carne vacuna se encontró, durante el período 1928-1965, en un promedio de 45% por debajo de sus valores previos a la Depresión98. El stock vacuno en la región pampeana, con

92 ver, por ejemplo, Barsky (1993).93 Barsky (1993), 56.94 Barsky y Gelman (2001), 315.95 Barsky y Gelman (2001), 271.96 Barsky y Gleman (2001), 275.97 Balsa (1994).98 Barsky (1988), 59.

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fuerte predominio bonaerense, aumentó de 24 millones de cabezas en 1937 a a 34 millones en 1947, cifra que se iba a repetir en 196099.

La estructura agraria de Buenos Aires respondió no solo a las circunstancias de precios relativos sino también a políticas específicamente destinadas a intervenir en el sistema de contratos en el mundo rural. Las primeras leyes de arrendamiento en las décadas de 1920 y 1930 no habían tenido demasiados efectos, e incluso una alta proporción (la mitad en la región pampeana100) no cumplía con el requisito de que los contratos de arrendamiento debían realizarse por escrito. A partir de la rebaja de arrendamientos de 1943, y de manera significativa dado el gradual aumento de la inflacióncon el congelamiento durante el gobierno peronista y los que le siguieron hasta 1968, el arrendamiento dejó de ser una forma flexible que se adaptaba a las circunstancias y pasó a ser ante todo una herramienta de distribución del ingreso: con una base 100 en 1935-39, las utilidades reales de los propietarios con contrato de arrendamiento en zonas trigueras habían bajado hasta 6,8 en 1956-58, y la de los arrendatarios había aumentado a 138,7101. Sin nuevas altas en contratos de arrendamiento, el sistema fue perdiendo participación o bien por la vía de compras de los arrendatarios o bien por recupero de los propietarios. En 1947, 10 millones de hectáreas en la provincia de Buenos Aires eran explotadas por propietarios y 12,5 millones por arrendatarios, además de otras 6 millones con formas mixtas; para 1960, la proporción era de 14 contra 5 millones a favor de los propietarios102. Al mismo tiempo, la propiedad se dividía gradualmente; las propiedades con más de 2500 hectáreas pasaron de ocupar 17.885km2 en 1923 a 6.774 km2 en 1958103. La subdivisión secular de la tierra bonaerense y la gradual pérdida de importancia del pequeño arrendatario consolidaron el predominio de propiedades medianas, de entre 500 y 5000 hectáreas104.

El nadir de la producción agrícola tuvo lugar en 1952. A partir de entonces hubo una recuperación, que sin embargo dejó atrás los niveles récord de los años 20 recién a finales de la década de 1960. Son conocidos los nuevos estímulos a la producción agrícola, incluyendo una menor y de momentos, nula discriminación en el mercado cambiario, programas de estímulo a la mecanización y, de manera decisiva, la acción del INTA. La tractorización fue bastante intensa: entre 1952 y 1960 se multiplicó por cinco el número de tractores en la zona pampeana105, y luego se duplicó hasta 1970106. La llamada zona mixta, al norte, sud y sudoeste de la provincia de Buenos Aires se destacó especialmente en el renacimiento agrícola, y entre el primer quinquenio de los 60 y el primero de los 70 aportó el 60% del incremento de la producción de granos en el país107. La estrella del período fue el maíz, cuya producción prácticamente se duplicó en la década, a pesar de que el área sembrada creció menos del 50%, gracias a la difusión de variedades híbridas108. Otra incorporación del período fue el sorgo granífero, también en la zona mixta, que abarcaba dos terceras partes del cultivo nacional de esa especie, mientras que el lino se veía reducido a una mínima expresión.

El aumento de la producción a partir de las mejoras productivas en los años 50 y, sobre todo, 60, no implicó, sin embargo, un incremento en la demanda de trabajo. Tomando toda la zona pampeana, el número de trabajadores se redujo de 1,5 millones en 1937 a 720 mil en 1960, con una caída particularmente fuerte en los obreros transitorios. Entre los censos de 1947 y 1960, por ejemplo, de quince partidos de la zona maicera bonaerense tres presentaban altas tasas de emigración, diez de emigración moderda y sólo dos eran zonas de inmigración neta109. En efecto, el lapso 1947-1960 es el primer período intercensal en que se redujo el número absoluto

99 Sábato (1993), 47. 100 Barsky y Gelman (2001), 281.101 Barsky y Gelman (2001), 320.102 Llovet (1988), 249.103 Barsky y Gelman (2001), 345.104 Barsky y Gelman (2001), 321.105 Barsky (1988), 80.106 Huici (1988), 146.107 Pizarro y Cascardo (1991), 153.108 Pizarro y Cascardo (1991), 191.109 Llovet (1988), 257.

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de la población rural de la provincia, tendencia que se ha mantenido desde entonces salvo por una década de estabilidad en los años 70. Entre 1947 y 1970 la población rural de la provincia se redujo de 1,2 millones a 680 mil, y su participación en la población total de la provincia cayó de 48 a 21 por ciento110. Del incremento de 800 mil habitantes del interior de la provincia (12% del aumento nacional de la población), más de la mitad (470 mil) está explicada por el aumento de la población en las tres principales ciudades La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca que en conjunto duplicaron su población, una tasa más rápida que el AMBA (que aumentó 77% en el mismo período) y, desde luego, que el conjunto del interior provincial, que creció apenas el 35%.

Buenos Aires argentina: industria, mercado interno y población

El crecimiento del conurbano bonaerense fue importante en el período intercensal 1914-1947, cuando agregó 1,3 millones de habitantes, casi tantos como la Capital Federal (1,4 millones). Entre los partidos del conurbano, con una población de 1,7 millones, se destacaban Avellaneda, Lanús y San Martín, con alrededor de un cuarto de millón de habitantes cada uno, y otros cuatro (Vicente López, Morón, Lomas de Zamora, Quilmes) que superaban los cien mil habitantes. La evolución de la población bonaerense por partidos en los vienticinco años siguientes es muy indicativa de lo que ocurrió con la economía en los años de la industrialización sustitutiva. Tomando solamente el período de 1947 a 1970, la población provincial se duplicó. Un análisis comparativo del crecimiento demográfico de 101 partidos bonaerenses ofrece una regularidad llamativa: sólo un tercio de los partidos crecieron más del 50%, y explican el 97% del aumento demográfico provincial. De esos 33 partidos, 28 están en una de las cuatro principales ciudades de la provincia o en su zona de influencia, incluidos todos los del Gran Buenos Aires excepto Avellaneda, que creció apenas 23%; otros tres se encuentran en zonas turísticas de la costa atlántica (General Lavalle, General Alvarado y General Madariaga111) y luego hay dos casos especiales: San Nicolás y Olavarría. Traslado hacia las grandes urbes sobre todo, el Gran Buenos Aires turismo y como veremos emplazamientos locales de industrias sustitutivas son tres fenómenos que alcanzan para explicar los movimientos demográficos en las décadas de la posguerra.

110 Castro y Reboratti (sin fecha).111 Se toman para este ejercicio los partidos existentes en 1947, antes de que el Partido de la Costa se separara de General Lavalle y que Pinamar y Villa Gesell se separaran de General Madariaga.

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Gráfico 11. Crecimiento de la población, 1947-1970

MerloFlorencio Varela

Moreno

General SarmientoLa Matanza

Almirante BrownEsteban Echeverría

San Vicente

Morón

Quilmes

Lomas de ZamoraTigreGeneral Rodríguez San IsidroSan FernandoGeneral Lavalle General PueyrredónCampana

General San MartínCoronel RosalesSan NicolásMarcos Paz Vicente López

LanúsGeneral AlvaradoLa PlataMadariaga Bahía Blanca

CañuelasZárate

LujánBrandsen Olavarría

0

200

400

600

800

1000

1200

1 10 100 1000

Población en 1947, miles (escala logarítmica)

Po

bla

ció

n d

e 1

97

0 (

194

7=

10

0)

Fuente: Censos de 1947 y 1970.

Es difícil exagerar la influencia de la implantación industrial como motor del crecimiento demográfico. En este sentido, luce razonable la hipótesis de que el cierre de la economía argentina a partir de la Depresión tuvo un efecto concentrador, en el sentido geográfico, de la actividad económica: si la industria manufacturera había sido siempre un fenómeno ante todo metropolitano, por los mismos motivos cercanía al principal mercado, abundancia relativa de mano de obra con cierta calificación la metropolización se acentuaría en la medida que creciera el peso de la producción manufacturera. Pero incluso al interior de la producción industrial se nota una concentración geográfica (Gráfico 12); es imaginable un efecto de "segunda vuelta" o "multiplicador": el cierre de la economía implica más industria, y por lo tanto más concentración de la economía en los grandes mercados; pero la mayor concentración económica a su vez sesga aún más el atractivo de la metrópolis como sede del crecimiento industrial. Para mediados de los años cuarenta, el conjunto de la región de Buenos Aires tocaba su máximo histórico en cuanto a participación en la producción nacional de manufacturas: 77,8% en 1948.

El gradual "cruce del Riachuelo" de la industria originalmente ubicada en la zona sur de la ciudad capital hizo de Avellaneda (que por entonces incluía también al actual Lanús) el distrito industrial por excelencia: en el censo industrial de 1935, un 80% la producción industrial del conurbano bonaerense tenía origen allí. En la década siguiente el crecimiento industrial se expandió a otros partidos. En 1947 sobresalían, además de Avellaneda (36,4% del Gran Buenos Aires, a lo que debe sumarse el 8,7% de Lanús) el partido de Quilmes en el Sur (13,5%) y el de General San Martín –que por entonces incluía también al actual Tres de Febrero en el Noroeste, con un 10% de la producción manufacturera del Gran Buenos Aires. En todos estos partidos, la ocupación industrial equivalía a más de un 10% de la población distrital, con picos de 38% en Lanús y 26% en Avellaneda. Otros tres partidos que se encontraban entre los más poblados (Morón, Lomas, Vicente López) tenían un nivel comparativamente menor de actividad industrial pero una mayor presencia comercial. Poco a poco el conurbano de Buenos Aires se iba afirmando como sede de las nuevas compañías: el peso en la producción pasó de un tercio del capitalino en 1935 a casi la mitad en 1947.

Con todo, dentro de las fronteras de la Capital también se percibió con fuerza el impulso industrializador: el número de establecimientos industriales se duplicó entre 1935 y 1946,

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aunque su participación en el total nacional pasara de 33% a 29%. Los censos industriales de esas fechas muestran además que en las fronteras de la ciudad se concentraron empresas más grandes, en comparación con las que había en otras regiones del país. En algunos rubros seguía recibiendo la Capital a las nuevas industrias, como la Mercedes Benz a finales del peronismo. El perfil industrial de la ciudad se fue haciendo más complejo, y era más diversificado que el del conurbano bonaerense. Mientras que 1947 en el conurbano tres cuartas partes del valor agregado industrial se concentraba en las manufacturas de textiles y alimentos, en la Capital era más disperso, destacándose textiles (20%), metales (15%), alimentos y bebidas (10%) y vehículos y maquinaria (9%)112. Geográficamente, la actividad siguió concentrándose principalmente en la franja entre el centro histórico y el Riachuelo, pero en casi todos los barrios había alguna actividad manufacturera, al menos proveedores de otras empresas de mayor envergadura: contando los 20 distritos escolares, el coeficiente de variación de la actividad industrial es decir, el desvío estándar en comparación con el promedio era de 43%; entre los partidos del Gran Buenos Aires llegaba al 67%.

Gráfico 12. Distribución regional de la producción industrial

0%

20%

40%

60%

80%

100%

1914 1935 1947 1948 1950 1963 1973 1984 1994 2003

Provincia de Buenos Aires

Capital Federal

Resto del país

Fuente: Censos y censos industriales.

La tendencia de suburbanización industrial se aceleró durante los años peronistas y persistió en las décadas siguientes. En 1954, la provincia de Buenos Aires como un todo ya superaba en empleo industrial a la Capital Federal, aunque no en producción. Veinte años más tarde, el conurbano bonaerense doblaba la producción industrial de la Capital113. Al mismo tiempo fue estancándose la tendencia hegemónica de la región de Buenos Aires en el liderazgo industrial del país a medida que otras provincias Córdoba en particular aceleraban su crecimiento industrial. El Área Metropolitana de Buenos Aires, que producía dos terceras partes del valor agregado industrial en 1954, redujo su participación a 57% en los años 60114, pues lo que perdía proporcionalmente la Capital no lo recuperaba enteramente el conurbano. Por ejemplo, tan sólo un 10% de las nuevas inversiones externas autorizadas por las leyes desarrollistas de los años 60

112 Rapoport y Seoane (2000).113 Gobernación de la Provincia de Buenos Aires (1979).114 Gobernación de la Provincia de Buenos Aires (1979).

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tuvieron como destino geográfico la Capital; un 46% se instaló en la provincia de Buenos Aires, 19% en Córdoba y 16% en Santa Fe115.

Aunque el impacto principal de la industrialización sustitutiva dependió del tamaño económico de cada región (tanto a nivel nacional como provincial), algunas regiones proveedoras de insumos para la industria se vieron beneficiadas. Un caso en la provincia de Buenos Aires fue la ciudad de Olavarría, que incrementó en esos años la explotación de sus canteras116. Las ciudades cercanas a los puertos se beneficiaron de su localización para la recepción de insumos; La Plata, Campana, Bahía Blanca, Zárate, San Nicolás y General Pueyrredón eran en 1958, en ese orden, los cuatro partidos bonaerenses con mayor capital industrial instalado fuera del Gran Buenos Aires117. En los años 60 ganó en importancia Ramallo, también aprovechando su condición costera para la comercialización de madera.

Con el correr del tiempo, la industrialización se volvió menos intensiva en trabajo, e incluso las manufacturas perdieron participación en el empleo a pesar de seguir incrementando su peso en el producto provincial. Por ejemplo, entre 1960 y 1970 la industria bonaerense aumentó su participación en el producto geográfico provincial de 44,3% a 48,2% mientras el empleo industrial disminuía de 30% a 25% del total. Tomando el conjunto de la evolución productiva, laboral y demográfica es posible trazar el siguiente panorama: el Área Metropolitana de Buenos Aires perdía relevancia en el producto industrial nacional, por la declinación manufacturera de la Capital; la industria no perdía importancia en el producto geográfico del conurbano pero generaba cada vez menos empleo; sin embargo, el peso demográfico del Gran Buenos Aires en el total nacional estaba aumentando: 30% en 1947, 34% en 1960 y 36% en 1970. No es difícil adivinar los sectores que absorbían empleo: de los 730 mil puestos de trabajo creados en el AMBA entre 1960 y 1970, casi la mitad correspondía a servicios, 25% al comercio, 20% a la construcción y tan sólo 7% a la industria118.

Aquí una pregunta relavante desde el punto de vista del bienestar es cuánta de esa creación de empleo en los sectores terciarios, en parte alimentada por migraciones internas, tenía que ver con factores de demanda de empleo y cuánto con factores de oferta: el debate pull vs push. El agro pampeano ya había hecho su aporte migratorio a la ciudad en tiempos de la crisis agrícola, y ya no tenía demasiado empleo que expulsar hacia la ciudad. En los años 50 la inimgración interna fue más diversificada, dividida aproximadamente por tercios entre el Buenos Aires rural, el resto del Litoral y el área extrapampeana. En los 60 creció con fuerza el aporte del NOA, aquejado por la crisis azucarera, y de su mano el aporte de la provincias fuera del litoral llegó al 57%119; y a ello se sumó una aceleración de la inmigración de países limítrofes120. En la década desarrollista, el salario real apenas aumentó a pesar del rápido crecimiento económico, y se redujo el cociente entre salarios y producto bruto per cápita, una medida de distribución del ingreso121. Es interesante notar que, simultáneamente, el PBG combinado de la región Buenos Aires mantenía su proporción respecto al total (Gráfico 4), a pesar de que su peso demográfico aumentaba.

Todo parece indicar, pues, que algo así como una implosión en el mercado de trabajo metropolitano: el push migratorio de las provincias del Norte chocaba contra una demanda de empleo metropolitana en caída. Los excedentes de trabajo se traducían en menores salarios reales o, al menos, una menor distribución del ingreso y un declive de productividad y, por lo tanto, de producto por persona en la región Buenos Aires; y en una mayor participación de los sectores de servicios cuyo precio relativo se reducía gracias a la disponibilidad de mano de obra122. No es sorprendente que, en la propia ciudad de Buenos Aires, la población de las villas

115 Rapoport y Seoane (2000), tomo II, 89.116 Banco de la Provincia de Buenos Aires (1960).117 Shell, Departamento de Investigaciones Económicas (1961).118 Gobernación de la Provincia de Buenos Aires (1979).119 Gerchunoff (2010).120 Marshall (1977).121 Gerchunoff y Llach (2010).122 Marshall (1977).

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aumentara más que en proporción a la población, triplicándose por ejemplo entre 1960 y 1966123. A fortiori, eso ocurría mientras la suburbanización era protagonizada más bien por los sectores obreros, una diferencia respecto a los momentos iniciales de la industrialización sustitutiva124.

5. Epílogo: Buenos Aires, global y desigual, 1976-2010

La Argentina recorrió, a partir de mediados de los años 70, un camino de cambios profundos atestado los baches y obstáculos propios de una violenta inestabilidad macroeconómica. Desde el punto de vista de la historia económica regional comparada, esta cuarta etapa que destacamos tiene para Buenos Aires una particularidad que la hace diferente de las anteriores: en los períodos que antes describimos, los cambios acaecidos, fruto de novedades internacionales, de políticas nacionales o de cambios tecnológicos, habían tenido en Buenos Aires a uno de sus principales beneficiarios: la apertura comercial de la independencia favoreció a Buenos Aires por su localización y por su potencial capacidad exportable asociada a su riqueza ganadera; en el medio siglo alrededor del año 1900, la revolución de los transportes también encontró a Buenos Aires bien preparada para aprovechar los beneficios del frigorífico y el ferrocarril; la tercera etapa, de la industrialización sustitutiva y economía cerrada, llegó cuando Buenos Aires ya era, con mucho, el principal mercado nacional. Por lo tanto, la localización de la industria mercado internista cercana a los principal mercado consumidor tendió a favorecer a la región.

A diferencia de los períodos anteriores, la cuarta etapa los treinta y cinco años anteriores al bicentenario trajo consigo una serie de impactos que, si fueron complicados para el país en general, fueron particularmente duros con Buenos Aires. Para la ciudad que había sido sede hegemónica de la industrialización sustitutiva, y que representaba más de una 70% de la población de la región, la crisis de la industria protegida se sintió con más fuerza que en otras zonas del país, algunas de las cuales encontraron gradualmente sus nichos competitivos. Desde luego, Buenos Aires también fue encontrándolos, pero no fue un tránsito sencillo, máxime cuando el AMBA siguió siendo receptora de inmigración neta desde zonas geográficas, dentro y fuera del país, con las que seguía habiendo una brecha de ingresos.

La estructura económica de Buenos Aires evolucionó en este período en la misma dirección que en la etapa previa pero con mayor intesnsidad. En primer lugar, en las cuatro décadas hasta 2010 se consolidó el reverdecer de la agricultura que había despuntado en los años 1960s. En segundo lugar, la declinación del rol de la industria como fuente de empleos, y la expansión compensatoria de los servicios se profundizó.

A la profundización de estos cambios en la estructura económica de la región puede atribuirse parte de la explicación de tres fenómenos característicos del período. En primer lugar, se trató de una etapa en la que la región de Buenos Aires perdió participación en el producto nacional aunque siguiera siendo, con un 60% del PBI argentino a principios del siglo XXI, la región económicamente más importante del país. Una segunda consecuencia de los factores mencionados fue que, por primera vez desde mediados de siglo XIX, el peso demográfico del área metropolitana en la región dejó de crecer, pasando de 71% a 69% entre 1970 y 2010. Esa estabilización fue una combinación de un peso todavía creciente del conurbano con una pérdida relativa de la Capital, mientras el interior levantaba apenas levemente su porcentaje. Un tercer fenómeno característico del período, que representaba la profundización de lo que venía sucediendo ya en los años 60, fue el empeoramiento en la distribución del ingreso. En lo que sigue presentamos este conjunto de cambios en la estructura económica y en la geografía humana de Buenos Aires.

Para comienzos del siglo XXI, todos los factores que habían ralentizado el crecimiento de la agricultura pampeana se habían revertido: la apertura comercial de la economía, que avanzó con marchas y contramarchas a partir de los años 70; la mejora de los precios externos, luego de una 123 Rapoport y Seoane (2000), tomo II, 134.124 Torres et.al. (1997).

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fuerte caída en los años 80 y principios de los 90, asociada al aumento de la demanda del mundo emergente; y mejoras tecnológicas en la forma de nuevos cultivos, variedades transgéncias resistentes a plaguicidas y técnicas como la siembra directa. La agricultura pampeana como un todo recortó la brecha de productividad con los líderes tecnológicos: creció el 1,9% contra 1% en Estados Unidos en el trigo (período 1972-1998) y 3% contra 1,8% en maíz, y el rendimiento por hectárea de los cultivos anuales pasó de 1000 a 2500 kilogramos en los últimos treinta años del siglo XX125. En Buenos Aires se destacaron los complejos oleaginoso y triguero. La materia prima oleaginosa se ubicó en el norte de la provincia (General Arenales, Colón, Pergamino, Ramallo, Bartolomé Mitre) de la mano de la soja y en el centro y el sur provinciales con el girasol, que tuvo sin embargo una contribución decreciente126. A caballo de la expansión del cultivo de oleaginosas, Buenos Aires participó también del desarrollo de la industria aceitera, aunque ésta representaba en la provincia tan sólo un 10% del cluster oleaginoso. En el trigo la importancia bonaerense era mayor: a fines de los años 90, más de la mitad del trigo del país se producía y molía en Buenos Aires, una mayoría de él en la tradicional zona sur y sudoeste de la provincia127.

Con el correr del tiempo las divisiones hereditarias siguieron practicando su reforma agraria en cámara lenta. Tomando el período 1958-1988, la superficie ocupada por propiedades de más de 5000 hectáreas en la provincia se redujo un 76,8%, y aquella con propiedades en el rango 1000-4999 un 34,4%. La mayor parte de esta variación ocurrió en el período 1972-1988. Para esa fecha, las propiedades de más de 5000 hectáreas representaban apenas un 1,8% de la superfice de la provincia: 519.197 hectáreas, contra 13.642.997 en 1923, esto es, una merma del 96,2% respecto a su área original128. El Censo Agropecuario de 2002 reveló, sin embargo, un cierto aumento en la escala de producción129, pero más notable que esa variación en la organización horizontal de la actividad fue el cambio de paradigma que implicó la disgregación vertical de la actividad agrícola, con la aparición de un red de contratistas de servicios en distintos momentos de la etapa productiva130.

El renacimiento de la agricultura bonaerense contribuye a explicar la dinámica demográfica. Entre 1970 y 2010 la población de la provincia creció al 1,9% anual, la misma velocidad que entre 1947 y 1970. Sin embargo, tomando 83 partidos predominantemente primarios (todos los de la provincia menos los del Gran Buenos Aires, las otras tres grandes ciudades, el eje Campana-Zárate-San Nicolás y los municipios turísticos de la costa), 73 aceleraron su tasa de crecimiento demográfico.

En el sector industrial la tendencia previa a la tenue creación de empleos se profundizó al punto de pasar a la expulsión neta. La región de Buenos Aires como un todo pasó de 1,1 millón a menos de 500.000 puestos de trabajo manufactureros entre 1974 y 2003. Entre los años 1974 y 1994, la provincia de Buenos Aires perdió 300.000 empleos industriales y la Capital 130 mil. Ninguno de los partidos del GBA tuvo aumentos en el empleo manufacturero en la década anterior a 1994. Entre 1994 y 2003 se perdieron otros 160.000 puestos de trabajo en la industria de Buenos Aires, aunque esa merma seguramente se revirtió en la recuperación posterior a la crisis. La Capital mantuvo, durante todo el período, su participación en el empleo industrial de la región Buenos Aires, a pesar de seguir declinando su contribución al producto geográfico manufacturero: quizás, un síntoma del mayor margen para aumento de productividad en la inicialmente menos refinada industra bonaerense. Con todo, el AMBA siguió manteniendo su hegemonía industrial dentro de la provincia, con un 86% del valor agregado manufacturero en 2003 (contra 84% en 1974). En particular, se consolidó el eje norte del Gran Buenos Aires, con las ventajas de diversos puertos especializados, la inversión en infraestructura vial a partir de la privatización de la ruta Panamericana y una localización más favorable en el contexto de la

125 Reca y Parellada (2001).126 Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires (2002a).127 Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires (2002b).128 Barsky y Gelman (2001).129 Lódola (2008).130 Bisang, Anlló y Campi (2008).

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integración regional del Mercosur131: en 2003, partidos como Pilar, Zárate, Campana y Malvinas Argentinas eran de los pocos con más del 20% de su empleo en empresas manufactureras. Fuera del AMBA y su zona de influencia, se destacó en esta etapa el complejo petroquímico de Bahía Blanca a partir de los años 80132; era la única población en el interior provincial cuya producción industrial representara un tercio del PBG total y más de 90% de la producción de bienes del distrito.

La evolución de los sectores productores de servicios respondía, en casi toda la geografía provincial, a la dinámica poblacional. En 2003 había una correlación de 0,87 entre la población distrital de los municipios bonaerenses y el valor bruto de la producción en los sectores de servicios, mientras que la correlación de la población con la producción de bienes era menor, de 0,72. Partidos como Ensenada o Campana, con importantes inversiones industriales no necesariamente asociadas a empleo local, tenían más de tres cuartas partes de su producto geográfico explicado por el rubro "bienes". Los municipios turísticos encabezaban la participación del rubro "servicios"133. En la Capital la preponderancia de los servicios era absoluta: dos terceras partes de la economía porteña estaba dedicada a la producción de servicios (destacándose los financieros, inmobiliarios y empresariales), y el tercio restante dividido en partes similares entre construcción, comercio y un 13,6% para la industria. Pero incluso dentro del sector manufacturero se percibían las mismas transformaciones estructurales que impulsaban a los sectores de servicios: la industria de papel y editoriales una actividad "manufacturera" pero con un alto componente no transable y en buena medida asimilable a un servicio-- fue la gran ganadora en el producto industrial porteño, a expensas de rubros como textiles y maquinarias134.

El mercado de trabajo de la región Buenos Aires en las décadas posteriores a 1970 se caracterizó por un flujo continuo de migrantes internos y un peso creciente de inmigrantes de países limítrofes. Tan sólo entre 1975 y 1980, por ejemplo, la región de Buenos Aires recibió 170.000 migrantes internos, mientras todo el NOA y el NEA expulsaban población. La absorción de migrantes internos continuó, pero de manera menguada, en las décadas siguientes135. A su vez, continuó el proceso de suburbanización y en la Capital Federal la emigración neta en su mayoría, al conurbano bonaerense compensaba el crecimiento natural de la población, de modo que la población total se mantuvo aproximadamente constante entre 1970 y 2010.

La participación extranjera en la población de la provincia de Buenos Aires, en tanto, se redujo entre 1970 y 2001, de 11,8% a 5,5%. Sin embargo, en la población extranjera de 1970 dominaban "europeos viejos" mientras que en la de 2001 predominaban los "limítrofes jóvenes"; la población de origen limítrofe como proporción de la extranjera en la provincia pasó de 16,7% a 57% entre 1970 y 2001, la mitad de ella de origen paraguayo, seguida por bolivianos, uruguayos y chilenos, además de una creciente proporción de peruanos. Desde el punto de vista etario, esta inmigración era similar a la de principios de siglo. En el AMBA, alrededor de la mitad de los migrantes bolivianos y paraguayos estaba en la franja de entre 20 y 36 años. El destino de esta migración era en empleos de bajos ingresos y en la mayoría de los casos informales: construcción, servicio domésitco, mano de obra en el sector textil y comercio al por menor eran cuantitativamente los cuatro destinos más usuales para los inmigrantes paraguayos y bolivianos en el Grna Buenos Aires136.

El choque entre una migración continuada y una economía metropolitana que sufrió las consecuencias de la crisis de la industria protegida fue una de las causas de un aumento en la desigualdad, más rápido aún que el que ocurría simultáneamente en otras latitudes. Muchos de los migrantes internos y externos vivían en carne propia el aumento de la pobreza además de

131 Fritzsche (2005).132 Gorenstein (1993).133 Dirección Provincial de Estadística, http://www.ec.gba.gov.ar/Estadistica/pbg2003/resultados%202003.html134 Rapoport y Seoane (2000), 570.135 Departamento de Estudios Demográficos (s.d.) 136 Maguid y Bruno (2010).

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contribuir a una presión bajista de los niveles de ingreso para trabajadores no calificados. En el año 2006, por ejemplo, casi la mitad de las personas pobres del Gran Buenos Aires mayores a 30 años (y un 58% de las mayores a 40 años) habían nacido en otras provincias o fuera del país137. Como en el resto de la Argentina, en el Gran Buenos Aires la distribución del ingreso empeoró de manera muy pronunciada, con el índice de Gini pasando de 0,34 en 1974 a alrededor de 0,50 en la primera década del siglo XXI.

Gráfico 13. Coeficiente de Gini en el Gran Buenos Aires

La expansión económica que ocupó la mayor parte de la década de 2000 contribuyó a mejorar los indicadores sociales respecto a sus niveles dramáticos del año 2002. A la llegada del bicentenario, la reducción de la tasa de desempleo era la cifra que de manera más potente sintetizaba cierto derrame social del crecimiento económico. Con todo, no quedaba claro como no había sido claro en el centenario de 1910 que el crecimiento de esos años hubiera sido particularmente generoso con los sectores sectores más pobres, tanto en términos de ingresos reales como en otras dimensiones de la calidad de vida, como la vivienda o el acceso a servicios sanitarios y educativos.

137 Gerchunoff (2010).

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