C LINICA Y T EORÍA P SICOANALÍTICA Reflexiones...

31
C LINICA Y T EORÍA P S I C O A N A L Í T I C A –100–ENCUENTROS Reflexiones acerca del dispositivo de Hospital de Día Desde una perspectiva psicoanalítico-institucional Lic. Néstor Rivero El presente escrito tiene como objetivo compartir y debatir acerca de cómo pensar un dispositivo de asistencia, en este caso el hospital de día. E n principio cabe aclarar que el hos- pital de día como dispositivo de tratamiento nos antecede. Es decir, ya está instituido como un modo de res- puesta ante una demanda en salud. Por otro lado, el hospital de día al que voy a referirme fue pensado para la asistencia (en su mayoría) de pacientes con diagnós- tico de psicosis en un hospital público del conurbano bonaerense. Y este equipo en particular (conformado por diferentes dis- ciplinas: psicología, psicología social, psi- quiatría y terapia ocupacional) se interro- ga —entre otras cosas— ante el abandono del tratamiento de varios pacientes. Inquietud que permitió interrogar la lógi- ca del dispositivo vigente y pensar enton- ces “un hospital de día”. Interrogamos primero la demanda, la for- mulación de la demanda: quién/quiénes la formulan y a quiénes. La demanda no es formulada en su mayo- ría por la persona a ser asistida —“el loco”—. En general la demanda es formu- lada por otros: un miembro de la familia, un juez, otro servicio asistencial; y es diri- gida en un primer momento al Hospital. Institución que por las coordenadas socio- históricas de su surgimiento se configuró en un representante del orden social. Se demanda así orden. Implica entonces vol- ver al orden al loco. En este punto se hace indispensable pre- guntarse de qué sujeto se trata en dicha demanda. Nos encontramos así con una suposición de individuo, individuo bio- psico-social, que por algún avatar ha perdi- do el equilibrio de esa unidad. La respues- ta esperada es entonces restablecerlo, no es posible siquiera interrogar esa supuesta unidad que definiría a la persona consul- tante. En el devenir histórico social la sociedad crea las instituciones que tienen

Transcript of C LINICA Y T EORÍA P SICOANALÍTICA Reflexiones...

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–100–ENCUENTROS

Reflexiones acercadel dispositivo deHospital de Día

Desde una perspectivapsicoanalítico-institucional

Lic. Néstor Rivero

El presente escrito tiene como objetivo compartir y debatir acerca de cómo pensarun dispositivo de asistencia, en este caso el hospital de día.

En principio cabe aclarar que el hos-pital de día como dispositivo detratamiento nos antecede. Es decir,

ya está instituido como un modo de res-puesta ante una demanda en salud. Por otro lado, el hospital de día al que voya referirme fue pensado para la asistencia(en su mayoría) de pacientes con diagnós-tico de psicosis en un hospital público delconurbano bonaerense. Y este equipo enparticular (conformado por diferentes dis-ciplinas: psicología, psicología social, psi-quiatría y terapia ocupacional) se interro-ga —entre otras cosas— ante el abandonodel tratamiento de varios pacientes.Inquietud que permitió interrogar la lógi-ca del dispositivo vigente y pensar enton-ces “un hospital de día”.

Interrogamos primero la demanda, la for-mulación de la demanda: quién/quiénesla formulan y a quiénes.

La demanda no es formulada en su mayo-ría por la persona a ser asistida —“elloco”—. En general la demanda es formu-lada por otros: un miembro de la familia,un juez, otro servicio asistencial; y es diri-gida en un primer momento al Hospital.Institución que por las coordenadas socio-históricas de su surgimiento se configuróen un representante del orden social. Sedemanda así orden. Implica entonces vol-ver al orden al loco.En este punto se hace indispensable pre-guntarse de qué sujeto se trata en dichademanda. Nos encontramos así con unasuposición de individuo, individuo bio-psico-social, que por algún avatar ha perdi-do el equilibrio de esa unidad. La respues-ta esperada es entonces restablecerlo, no esposible siquiera interrogar esa supuestaunidad que definiría a la persona consul-tante. En el devenir histórico social lasociedad crea las instituciones que tienen

ENCUENTROS–101–

por función acallar lo disruptivo. Cuandoalgo se manifiesta contrario al orden esta-blecido la sociedad no se deja interrogarpor ello, instituyendo discursos y prácti-cas que protejan el statu quo. En este sen-tido particular crea y sostiene un ideal, elde re-habilitación. Hay que volver ahabilitar al sujeto. Es aquí donde se pien-san también dispositivos de contención yresocialización (Discurso del orden).Entonces la demanda es restituir al orden,contener y resocializar a un individuo.

Qué empezamos a hacer con esto... Primero nos remitimos a la concepción desujeto para el psicoanálisis.El psicoanálisis rompe con esa ilusión deunidad y presenta justamente la noción deun sujeto dividido.En consonancia con esta noción de sujetola propuesta (o la apuesta) no responde alideal de re-habilitación. Es decir, nointenta suturar la discordancia entre el sery el Yo, domesticar al síntoma y adaptar ala cultura.

A su vez dimos lugar al análisis y los efec-tos de los distintos discursos que atravie-san el dispositivo (el jurídico, el familiar,el social, la moral) incluyendo desde elinicio la relación de los miembros delequipo a estos discursos y a los propios desu disciplina. Análisis que se encuentra enconsonancia con la ruptura de la ilusiónde unidad, ya no sólo del loco.

La propuesta así va alojando a un sujetodividido, el análisis de los atravesamientossocio-históricos, para permitir, en lo querespecta al Sujeto la posibilidad de un decir.Un decir implicado que vaya en la línea dedesinvestir los sentidos del Otro, que délugar a la aparición de una singularidad.Esta perspectiva exige pensar el porqué delos diferentes espacios dentro del hospitalde día. Y en tanto, como dije antes, eneste caso se trata de la asistencia depacientes psicóticos, se hace necesarioentender los modos en que éstos se rela-cionan con la institución. El psicótico en

la transferencia expresa un testimonio,estamos ahí para ser testigos de ese testi-monio. A su vez “El psicótico al no vali-dar su testimonio en Otro que articule,palabra y Ley, toma al otro, al semejante,no como su alter ego, sino como el límitemismo de su palabra proferida. El otro, elpequeño otro, al psicótico le es necesariopara realizar la validación de su decir”1.Es por esto que el estar “entre otros”acota, regula (en términos de goce) esedecir delirante. En este sentido hay tiem-pos y espacios diversos para decires distin-tos. Esto es lo que propicia el hospital dedía, con sus diferentes espacios: admisión,grupo terapéutico, control de medicación,terapia ocupacional, asamblea comunita-ria, asamblea multifamiliar, talleres dehuerta, plástica, festejos, etc. Así, se espe-ra que diga y haga distinto en cada lugar,contribuyendo los otros (compañeros,profesionales, administrativos) en el soste-nimiento de esas expectativas e interpe-lando a cada quien. No da lo mismohablar —por ejemplo— de las voces, delfin de semana, o de las actividades de lavida diaria, en terapia individual, en laasamblea o en terapia ocupacional; esto

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–102–ENCUENTROS

no implica ordenar en el sentido del Ideal,sino promover una circulación diferentedel goce y un decir responsable. Por esocualquiera puede interpelar (paciente oterapeuta) y lo que hace lazo no es lomismo en cada caso. En este punto cabe aclarar que no hay unajerarquización de espacios, sino que loimportante es lo que el paciente hace enellos. Lo que fundamenta a su vez la nece-sariedad del trabajo en equipo. Esta con-sideración es importante porque da cuen-ta de la interpelación de la que somosparte los terapeutas, por un dispositivo deestas características, en lo que respecta a lapráctica profesional.

Por otro lado —éste fue otro punto queempezamos a pensar ante el abandono deltratamiento— se hace necesario realizaruna maniobra que comprometa al pacien-te en el tránsito de su tratamiento. Ayu-dados por la parcialidad de la asistencia deun tratamiento ambulatorio, que es de díay requiere de asistencia día por día (a dife-rencia de la internación) instala tambiénla posibilidad de la ausencia, lo que con-tribuye a pensar modos de responsabili-dad y compromiso. Y pudiendo corrernosde la demanda de ordenar consideramosla admisión como el proceso por el cual elpaciente junto con quien realiza la admi-sión comienza a pensar un dispositivo detratamiento para sí, favoreciendo un cam-bio en la posición de objeto en la que seencuentra el loco al momento de lamisma. Es decir que, validos ambos —paciente y terapeuta— de los diferentesespacios del hospital de día, se organizaun tratamiento no sostenido en el debersino en ofertar un espacio para que undecir singular advenga.

Aquí también nos encontramos con otroatravesamiento a considerar en un dispo-sitivo pensado de esta manera e inserto enun hospital público: es la contrariedadentre una Ética, la del psicoanálisis y lamoral presente en la demanda del Otro(social o familiar) que enuncia el discursodel Bien, atendiendo a que cada vez que seenuncia dicho discurso “el deseo de unsujeto particular está siendo contradicho”(Pommier, Gérard). Desde esta perspecti-va entendemos que no respondiendo a lademanda del orden es que se hace posiblealojar el sufrimiento del loco y su familiapara que en el tránsito por el dispositivohagan lo que puedan con lo propio de supadecer.

Va cobrando forma así, un dispositivo:Un dispositivo que interroga la demandaformulada.Un dispositivo que no quede tomadocomo bloque, en el sentido del DEBEconcurrir todos los días, realizar todas lasactividades... Un dispositivo que advertido de la exis-tencia de un sujeto dividido permita lacirculación del decir de cada paciente pro-duciendo la trama de un dispositivo dedía caso por caso. Produciendo en la supuesta uniformidadla diferencia.

— Dobón, Juan – “El Sujeto en el Laberinto de Dis-cursos” - Algunos aportes del Psicoanálisis al campopsi-jurídico. En Lo público, lo privado, lo íntimo.Consecuencias de la Ley en el sujeto. Ed. LetraViva, 2001.

— Iuorno, Rodolfo - Dispositivos para el tratamien-to de las psicosis. El Hospital de Día.

— Pommier, Gerard - El desenlace de un análisis -Ed. Nueva Visión, 1989

— Lourau, René - “Libertad de Movimientos” - Unaintroducción al Análisis Institucional. Ed. Eude-ba, 2001.

1 Iuorno, Rodolfo - Dispositivos para el tratamien-to de las psicosis. El Hospital de Día.

ENCUENTROS–103–

El Saber Inconscientey lo Real

Reflexiones clínicasLic. Stella Maris Formica

En el Seminario XXI, Los no incautosyerran o Los nombres del padre,Lacan retoma un tema que nos pre-

ocupa siempre a los analistas: el saber.Pero se esfuerza allí en establecer una dis-tinción que es la que finalmente produjoeste trabajo. —Por un lado está el saber inconsciente,

que es por excelencia el descubrimien-to freudiano; aquel saber del cual el suje-to puede descifrarse dada la conexiónentre dos significantes. Y al cual acce-demos por la vía regia. Trabaja produ-ciendo sentido, goce fálico, síntomas.

—Por otro lado, Lacan parte del incons-ciente freudiano pero nos dice que nole alcanza. Nombra en este seminario alS2, como Saber Real y se pregunta siexiste un saber en lo Real. Respondeque en lo Real no hay nada que descu-brir porque allí hay un agujero. Peropara ver el agujero, hace falta ver suborde. De modo que si bien el saber noestá en lo Real, sí se encuentra en el

camino que nos conduce a lo Real. Ynos hace suponer, continúa Lacan, lascosas más locas: la materia, el espíritu...historias… yo agregaría la vida, lamuerte, el goce. Todos sabemos en esesentido porque todos inventamos untruco para remendar dicho agujero. Así,en este Seminario, Lacan vinculainvención y escritura. Y lo que se escri-be es la estructura RSI.

Ese modo tan particular que tiene lo Real:no cesa de no escribirse, podría por azar,

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–104–ENCUENTROS

en la contingencia de la vida, suspender lano escritura y entonces algo pasa, algo sedesliza, el silencio cede algún lugar. Esto,indica Lacan, es raro y privilegiado.El recorte clínico que sigue se refiere, a mientender, a uno de esos momentos raros yprivilegiados.

M. es un niño de 5 años por quien con-sultaron sus padres en primer lugar, res-pondiendo a la sugerencia del gabineteescolar y en segundo lugar, por sus dolo-res de cabeza. El niño confirmó el sínto-ma diciendo que le pesaba la cabeza, quetenía un tendón enfermo y un nudo tripleque yo no podría resolver. En el colegio seaburría, interrumpía molestando, jugabaen la sala con algún objeto sin realizar laactividad propuesta por la maestra. Éldecía: “Yo soy un pirata malo; cuando seagrande no voy a trabajar; voy a saquear losbarcos”. Cuando se trataba de pintar sólousaba el color negro.En el consultorio hizo disparar a los sol-daditos. Pero no llegó a armarse una bata-lla porque no se sabía quiénes estaban deun lado y quiénes del otro; quiénes eranlos buenos y quiénes los malos. De hecholos acomodó de modo tal que no hubierafronteras ni trincheras.La impresión era que se apuntaban entresí. Le señalé ese riesgo. Pero el juego se tra-taba de eso o de hacer jugar eso. Una balase escapó. Por si yo no entendía me aclaróque lo que más le gustaba eran los dino-saurios y la muerte y que en Halloween sehabía disfrazado de algo fantasmal. Acercade su juego intentó una explicación: a losenfermos y a los viejos los mataban.Encontrar pequeñas armas en su caja, ledio un enorme gusto. Luego dijo:

“Ahora te voy a dibujar cosas peligrosas”:un volcán, un hombre muerto que caía.Me pidió explícitamente que no mostraraa sus padres la caja de juguetes. Le di conmucha seriedad mi palabra de honor. Memiró a los ojos y me retribuyó: “¿Y sabéscuál es mi palabra secreta? La de los pira-tas que abordaban barcos”. Más adelanteme aclararía que él adivinaba secretos.La madre me contó una historia que teníacualidad de secreto. El abuelo paterno delniño mató a su mujer con un trabuco yluego se suicidó. No le pudieron contar aM. acerca de lo que pasó pero él estuvotres días sin comer. Nunca preguntó.Cuando veía en un álbum de fotos a suabuelo, pasaba la hoja sin decir nada. Perorecortó la foto de un ladrón y la guardócelosamente en su cofre pirata. Su abuelo,con quien tenía afinidad, poseía un barco.Después de 6 meses de esas muertes lamadre le explicó que sus abuelos habíanmuerto porque estaban muy enfermos.Para esa época ya se había iniciado eljuego de ser un pirata malo.

La pregunta que me anima es qué estamosdiciendo cuando afirmamos que los chi-cos saben, o que se dan cuenta o que intu-yen. ¿Qué?Estaríamos frente a esa variedad de casosen los que el niño sabe algo más allá de loque deviene del juego significante. Elniño adoptado sabe sobre su origen algoque quedaría por fuera de lo simbólico.Cuando Lacan en el Seminario XI le hacedecir al niño: me dices eso, pero ¿qué quie-res?, se refiere al enigmático deseo delOtro. Es el saber inconsciente que nosaliena al Otro.

ENCUENTROS–105–

Por ejemplo, en “Psicoanálisis y Telepa-tía”, Freud interpreta el saber del mediumcomo una captación del deseo de su clien-te al que le vaticina aquello que desea oír.El niño, al igual que el medium, captabien. Pero acá estamos en el saber delinconsciente freudiano.En el recorte clínico que leí, no se tratatanto del d(A), sino del goce del A yentonces de un Real en juego. El goce (A),está afuera de lo Simbólico. Se ubica entrelo Real y lo Imaginario.¿M imagina lo Real? No digo que logrerepresentarlo. Pero algo se coló por la ranu-ra. El niño como un medium que captabien, estaría en este caso asomándose alborde de lo Real, a sus frunces, diría Lacan.Esa intuición, esa captación, ese Saber S2,lo puso en el camino hacia lo Real y consti-tuirá un sedimento, un saber indeleble nosubjetivado impreso en alguna parte.

¿El Ello?Quizás estemos en el terreno que llevó aM. Klein a afirmar que “las conexionesentre consciente e inconsciente sonmucho más estrechas en los niños peque-ños que en los adultos”, ya que la repre-sión es menos poderosa. El problema esque solemos ver que los chicos quedanpegados a ese Goce, porque como a M.,les resulta atrayente, mucho más que elcolegio al cual no le daba su interés aun-que me dio algo a mí: Su palabra secreta de pirata malo. Es apartir de esta cesión, que se instaló unafuerte transferencia y la posibilidad dehacer algo diferente con ese Saber Real.Después de haber bordeado bastante elagujero jugando y dibujando, dibujando

desenfrenadamente lo imposible, jaqueóal padre con la pregunta clave: “¿Por quémurieron los dos al mismo tiempo?” Elpadre contestó. En su sesión M. tomó elajedrez, volteó al rey y a la reina y dijo:“Jaque mate” y cerró el tablero.

Dice Lacan en “La tercera” (1974) “... elgoce del Otro está afuera del lenguaje,fuera de lo Simbólico, pues a partir de allí,o sea a partir del momento en que secapta —cómo decirlo— lo más vivo o lomás muerto que hay en el lenguaje, esdecir la letra, es únicamente a partir de allíque tenemos acceso a lo Real”.“Mi S1 sólo tiene el sentido de puntuarcualquier cosa, ese Significante-letra queyo escribo S1, significante que sólo seescribe si se lo hace sin ningún efecto desentido. Resumiendo, es lo homólogo delo que acabo de decirles del objeto a”. (Elsubrayado es mío).

Esto me lleva a una interrogación quequisiera compartir con ustedes: si barco esel significante que remite a abuelo, ¿pira-ta es el significante-letra, homólogo al apor donde M. accede a lo Real?

En cursiva, las palabras tomadas textual-mente del seminario Los no incautos yerrano Los nombres del padre.

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–106–ENCUENTROS

Mateo, el arregladorde plasticolas

Lic. Carolina Regina Angelucci

Este escrito surge de preguntas que tienen que ver con cuestiones que se juegan enel análisis de un niño: el juego, la posición del niño, el lugar del analista, el amor

de transferencia. A continuación el recorte del material clínico.

Mateo tiene 7 años. Vive con su abuela materna y dos desus hermanos por determinación judicial, Claudio de9 y Pedro de 12 años. Fue víctima de violencia y de

abuso sexual por parte de su padrastro, Víctor, motivo por el cualfue derivado a la Institución, para ser atendido.De Mateo se dice que tanto en la casa, en la escuela, como en elhogar de niños donde pasa la mañana, desordena, pelea, pega,pierde las cosas.

Reconstrucción de una historiaA su madre, a quien él llama “Leticia”, no la ve desde hace un año.Del padre de Mateo nada se sabe, ni siquiera quién es. Digo elpadre de Mateo, porque no es el mismo que el de Claudio ni queel de Pedro.Cuando Mateo nació, tanto su madre como los dos hermanitosvivían en la casa de la abuela.Al poco tiempo Leticia conoció a Víctor con quien decidióformar una nueva familia, teniendo con él tres hijos más. Es así

ENCUENTROS–107–

como comenzó una nueva vida paraMateo y también para sus hermanos.La abuela empezó a advertir una terribleviolencia que Víctor ejercía hacia losniños y hacia Leticia, peleas, insultos,piñas, palazos, alcohol, droga. Por talmotivo realizó una denuncia. Los niñosreferían además que a veces Leticia “tam-bién les pegaba”. En aquel momento la justicia determinóque Mateo, Claudio y Patricio se quedarí-an al cuidado de la abuela.El padre de Leticia había fallecido, lamadre no contaba más que con el dineroque ganaba trabajando de limpieza paramantener a los tres niños.Al cabo de un tiempo la abuela concurrióal Juzgado refiriendo ya no poder hacersecargo por motivos económicos, “no teníapara darles de comer, eran tres”. Angustia-da agrega, “no me daba cuenta y se losestaba entregando a ese tipo”. Fue así como regresaron nuevamente alantiguo entorno familiar, excepto Pedroque decidió no volver. En la casa los esperaba Víctor. Como era habitual, un día la abuela losvisitó, encontrando en esta ocasión la casavacía. La familia había desaparecido.Desesperada, no podía hallar el paraderode los chicos. Comenzó entonces una larga búsqueda. Después de unos meses son encontrados enotro partido, por la abuela nuevamente,quien informa las novedades al Juzgado. Comienza una serie de idas y vueltas deLeticia a la casa materna, por peleas consu concubino. “Venía con los chicos, sequedaba unos días hasta que él la conven-cía y ella volvía. Iba la policía a buscarlosy ellos se escondían”, relataba la abuela.Idas y vueltas con mucha violencia, queconcluyeron con la guarda provisoria deClaudio y Mateo para la abuela. Los tres hijos de Leticia y Víctor fueronentregados por el Juzgado a una tía pater-na, con quien actualmente se encuentran.

“A Mateo le dolía la parte de la cintura y de la cola, yo pensabaque eran dolores de huesos, hasta que me contaron lo que Víctorles hacía”. Mateo era abusado, mientras sus hermanos, obligadospor Víctor, eran puestos de espectadores de la escena. Luego delo sucedido Claudio, su hermano, lo asistía, le limpiaba la cola ylo consolaba. “Leticia dormía porque estaba empastillada, ella no estaba bien,creía que los chicos estaban jugando. A veces no los escuchaba.Yo le decía que a mí ese tipo no me gustaba”, refería la abuela delos niños.

Breve reseña histórica que fue sumamente difícil de reconstruir,por la abuela y por los profesionales que desde hace unos añosintervenimos en el caso. Recolección de viejas historias clínicas yde relatos de episodios significativos que sólo estaban en lamemoria de los participantes y testigos de esta historia.

Mateo concurre a la Institución con su abuela y sus dos herma-nos, quienes también cuentan con sus espacios de atención allí.Sus movimientos corporales son torpes. Su cuerpo está marcadode cicatrices.Al subir las escaleras hasta llegar, se tropezaba, se caía.Decidí ir a buscar a Mateo y acompañarlo de la mano. El memiraba y se sonreía.

Tiempo del DesordenDurante un largo tiempo, al ingresar al consultorio Mateo toma-ba cualquier juego, materiales, pinturas, lo que encontrara. Cuando proponía realizar un dibujo con témperas, derramabatodo el contenido de los pomos de témpera en los recipientes, los

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–108–ENCUENTROS

cuales quedaban sobre el escritorio como si no los hubiera adver-tido para pasar a usar lápices, fibras, juegos, papeles de colores. Sidibujaba sólo eran trazos.Era necesario tener un tiempo antes del próximo paciente parareconstruir el consultorio.

Actualmente al ingresar se saca su guardapolvo, que junto a sumochila deposita en una silla a su lado. Al concluir la sesión ayudo a Mateo a ponerse el guardapolvo, ledigo: “¿Te ayudo?”, mientras remarco que le queda muy lindo elcorte de pelo como así también sus zapatillas o la ropa que llevapuesta. Mateo, como cuando sube las escaleras, me mira y se sonríe.En más de una oportunidad me encontré limpiándole los mocos,dándole manteca de cacao para sus labios partidos, o curitas parauna lastimadura.

Tiempo en el que propuse elegirElegir, intervención que fue pensada en relación al caos, a ladesorganización de los primeros encuentros, como una forma deacotar, de ordenar.“¿Qué te parece si elegimos a qué vamos a jugar, vos me pedís elmaterial que necesitás y yo te lo voy alcanzando?”. Mateo enu-meraba: “Dame cinco lápices de colores, también necesito unahoja para mí, otra para vos, una tijera y papel glasé”. Cuando Mateo vaciaba los pomos de témpera le decía: “¡Eh! ¿Note parece que es mucha témpera? Mirá que hay otros niños quetambién tienen que usarla”.

Comienzan a aparecer preguntasTiempo que coincide cuando detienen a Víctor. Mateo se enteróde que estaba preso. Me contaba: “Viste, ése está donde tiene queestar, preso”. Y agregó “¿Vos podés llamar a Leticia? Para decirletodo lo que ése me hizo”. Mateo contaba que le pegaba con unrebenque, con un palo y que le metía el pito en la cola.Respecto de las producciones que realizaba dentro del consulto-rio preguntaba:“¿Está bien así, es mucho? ¿Pinto bien? ¿Me pasé de la raya?”.De los trazos de témpera en la hoja de papel pasó a pedirme que rea-

lizara un dibujo para copiarlo él en otra hoja.Posteriormente aparece un juego en el quetengo “una arregladora de plasticolas”,mientras que Mateo una “fábrica de papelglasé”. Mateo manda a arreglar sus plasti-colas para poder fabricar su papel glasé.Hablamos por teléfono para hacer lospedidos, para vender y comprar materia-les. Mateo dice: “Dale, atendé el teléfonoque te llamo… Hola señora, ¿me podríaarreglar unas gomas que tengo que traba-jar y no andan?”.

Actualmente jugamos a que quien tiene laarregladora de plasticolas es él, aunqueahora no sólo son para que podamos tra-bajar nosotros sino también los demáspacientes de la Institución. Me dice: “¿Tus otros pacientes usan lasplasticolas que yo arreglo? Pongamos uncartel que diga: PROHIBIDO USARPLASTICOLAS ROTAS, USAR PLASTI-COLAS SANAS. Mateo, el arreglador deplasticolas”.

Al terminar una de las últimas sesiones ycomo es habitual, lo acompaño a la sala deespera donde se encuentran su abuelajunto a sus hermanos. Antes de irse laabuela me comentó: “¿Le contó Mateo quehabló con Leticia? Mire, fue así: yo lo veíaque hablaba por teléfono, se ve que delotro lado le decían que lo querían mucho,porque él le contestaba, yo también tequiero mucho y se retorcía todo de amor.Cuando le pregunto con quién estabahablando me dice: ‘Con mi psicóloga,Carolina’. Pero estaba hablando con Leticia,no la conoció, la confundió con usted”.

ENCUENTROS–109–

El culto estéticode la muerte

Lic. Natalia D. Schaposnik

“Ven Muerte, tan escondidaque no te sienta venir

porque el placer de morirno me vuelva a dar la vida”.

ALEJANDRO CASONA

PROHIBIDO SUICIDARSE EN PRIMAVERA

Siendo éste un libro que mi pacientemenciona durante su tratamiento, ycuyo tema de interés, para él, radica

en la estética de la muerte, se le dice quelo traiga, ofreciéndome a releerlo. Se sor-prende. Insiste preguntando por qué haríayo eso, sólo porque él lo mencionó, locual señala como una pérdida de tiempo,algo sin sentido.

Intervengo, deseo de analista mediante,reafirmándome en mi interés, interés queuna y otra vez fue puesto a prueba poreste paciente.

Dice Raúl Yafar, en un artículo tituladoCrueldad y ternura: ¿Quién sino el analis-ta debiera contar con los recursos para pen-sar las infinitas formas del Deseo, especial-mente cuando éste no contiene el tope de laLey para dirigirse a la criatura humana...?Frase que me pareció oportuna para abrir

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–110–ENCUENTROS

el juego al trabajo con un paciente que seautodenomina como nefario, término quedefine a la persona que no merece el cari-ño humano.

Mi paciente, que en adelante llamaremosA., tiene 15 años al momento de la con-sulta. Llega junto con su madre a la insti-tución donde lo atiendo, luego de serderivado de la comisaría de la zona, dondesu padre quiere realizar una denuncia encontra de él, acusándolo de haber robadoplata del negocio familiar.

A. se defiende, acusando a su vez al padre.En el momento de la derivación, me dicenque A. se manifiesta interesado en tener unespacio. Refieren, además, que tiene tics muymarcados, que se le entiende poco cuandohabla, que tiene un gesto llamativo al parar-se y al caminar, que usa anteojos oscuros.Algo en la imagen cobra importancia.

Comienzo a ver a A. El paciente vive consus padres y una hermana melliza. Alfondo de su casa vive su otra hermanacinco años mayor, en pareja, y con unahija que nace durante el transcurso del tra-tamiento. Viven en una villa, en una zonamuy carenciada. Tienen el negocio fami-liar al lado de la casa, un almacén del quese ocupa el padre, y donde A. trabaja todoslos días, además de cursar el secundario.

Menciona a una hermana fallecida a losdos meses de edad, seis años antes de queA. naciera. De este episodio dice: se le cayóuna lágrima y se murió.

También hace referencia a un abuelo quemurió de tristeza. La madre ha tenidovarios intentos de suicido, algunos conpastillas. A. refiere que ha permanecidopostrada por depresión tres años, desdeque él tenía 10 años de edad. Relata que

se ha prendido fuego, y al preguntarle,dice que no le han quedado marcas, salvola imposibilidad de bañarse con otrojabón que no sea Lux, y poder usar sola-mente cadenas de oro. Refiere que el padre lo acusa a él de serresponsable de estos episodios, igual quede la escena del robo, por haberle contes-tado a la madre y haberle pegado unapatada en una oportunidad. A la vez, élacusa al padre por haberse querido separary llevarse a una hija. Ambos eluden, demodo absoluto, la posibilidad de respon-sabilizar a la madre por los hechos.A. cuenta que nació con un problema depulmón. No se había formado bien. Pro-blemas respiratorios. Tuvo una operaciónde hernia. Le daban leche con gotero.Estuvo mucho tiempo internado. Tenía lasdefensas bajas y un problema en los hue-sos, por lo que parecía que éstos no iban atener fuerza, y no pudo caminar hasta lostres años; la madre decía que se arrastrabacomo una víbora. Refiere que sus padreshan gastado mucho dinero para salvarlo yque hasta el día de hoy se lo recuerdan. Durante esta primera etapa del tratamien-to sigue relatando insultos e injurias departe del padre, madre, hermanas, asícomo de alguna tía, etc. Su madre, porejemplo, le dice que es una prostitutabarata, y su padre le regaló una muñecapara su cumpleaños. Le han puesto mier-da en la cara de su sobrina, a modo debroma. Generalmente comienza estosrelatos acompañados de una risa, que sóloen ocasiones vira en angustia. Luego de un tiempo va a contar algo, quedice no haber contando antes porque ledaba vergüenza y refiere que cuando erachico lo ataban con cadenas porque se por-taba mal. Y que lo encerraban en el baño aoscuras, porque sabían que él tenía miedo.

Muerte y crueldad hacen su aparición sinvelos. Crudeza que sólo parece recubrirsepor la risa, que lejos de tener el recursosimbólico del humor, tiñe lo real de unmatiz renegatorio.

ENCUENTROS–111–

Tengo una entrevista con la madre, laúnica a la que ella ha acudido. En dichaentrevista refiere que A. ya a los tres añosera un “monstruito”, que una vez la ras-guñó toda y ella lo llevó al hospital paraque lo viesen, porque los médicos no lecreían. También dice haber tenido inten-tos de “homicidio”; al preguntarle secorrige y dice de “suicidio”. Interrogo porel fallido y rápidamente responde haberpensado, en alguna oportunidad, matar atoda su familia y luego matarse.

Deseo de muerte que no deja de escu-charse. La muerte aparece sesión trassesión.

Otra etapa comienza a vislumbrase.Intentos de dejar de ser el instrumento delgoce del Otro. Por ejemplo, haciéndoseejecutor de dicho goce, marca su cuerpo,haciéndolo padecer. A. tiene varios pier-cings en el cuerpo. Y comienza a relatarhaberse hecho uno en el pene... se lo hacebuscando el dolor.

Se realiza marcas en la cara, se lastima, serasguña, y constantemente las tapa conmaquillaje, situando la importancia enque no se viera.

Tiene un interés muy marcado por la ves-timenta. Por lo que, además, en cadapelea con sus hermanas, una agresiónrecurrente hacia él es romperle la ropa.

Cuando le va mal en algún examen, porejemplo, deja de comer como castigo, y alser interrogado dice: matarse no tiene sen-tido, algo lento para sufrir.

En otra ocasión refiere haberse pegadocon el cinto en la espalda. Y dice: yo sécómo hacer para pegarse y no dejar marcas.

Otro modo en que intenta salirse del

lugar de objeto en el que se encuentra, esa la manera de la máxima sadeana: “Sersupremo en maldad”. Se dice malo eintenta destruir al Otro, al padre.

Sesión tras sesión relata que está pensandoen comprarle una lápida, o meterse con sutía (hermana del padre) por ser lo que máspodría dolerle a él porque, según dice, ellaes su protegida. Planea situaciones comodejarle un cuchillo lleno de sangre, goza.

Intento maniobras reiteradas por acotar elgoce, por cortar la renegación, muchasveces vacuas, otras tantas no.

En una oportunidad, al angustiarse ensesión, se pone anteojos oscuros. Pregun-to y dice que está llorando y no le gustaque lo vean. Le pido que se los saque,señalo que aquí, en el marco de la sesión,puede llorar y ofrezco pañuelos. Lo hace.

Trae escritos pidiendo que no lo abando-ne. Agradece.

Otro tiempo, y desenlace de lo que seráun tramo de un tratamiento, que aúnsigue en curso.

En una entrevista refiere que en el barriomataron a un hombre y que a él le gustahusmear, que podrían pegarle un tiro encualquier momento así, pero…

En otra oportunidad llega diciendo mearreglé el pelo, me corté, me cambié el color,porque uno nunca sabe cuándo le puedetocar. Y agrega, de última, habrá sido unplacer conocerla.

Finalmente, en otra entrevista dice la sema-na que viene va a tener noticias mías. Secalla. Sí, va a tener noticias mías. Hace tiem-po que no hago maldades, dice desafiante.

Insisto preguntando por qué él viene adecir eso si no va a contar. Y tras algunasvueltas, se angustia y dice que su papá ledijo que lo quería y que desde que se lodijo él está como atormentado. Que no lecree, que eso es una burla. Pide tener unaentrevista junto con el padre, dice quequiere que el padre venga: Si no lo enfren-to ahora, no lo podré hacer más.

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–112–ENCUENTROS

Accedo, y señalo que lo que él quiere noes una entrevista, sino hablar con el padreen mi presencia. Acepta y dice que él lo vaa traer.

Luego, en la entrevista, el padre dice de suhijo que no sirve, que es muy delicado, entreotras tantas cosas que relata con una sonrisaentre “siniestra” y burlona. Refiere que A. yaa los tres años era malo, porque cuando lle-gaba de trabajar no lo dejaba comer, le dabavuelta el plato pidiéndole upa. Dice ademásque A. hasta los cuatro años se dormía enci-ma de su pecho. No se iba.

Hago pasar a A., que en principio se man-tenía en silencio y finalmente dice, diri-giéndose al padre, “Voy a hablar, para queno digas que soy un cobarde. Te voy a des-truir aunque me destruya”.En la siguiente sesión A. trae una cartaque escribió antes de la entrevista anterior.Me la da. Miro y pregunto por una siglaque hay al comenzar, tres letras, Industry.Dice que es la marca de la ropa con la cualse viste. Repito ¡una marca! Hago men-ción a las marcas que se hace en la cara yluego se tapa. Acá, marca y envoltorio que-dan condensados. Se sorprende, acepta.Señalo además, que esa marca tiene lasletras de su apellido, a lo cual agrega, yo mequiero cambiar el apellido también. Inter-vengo diciendo que, salvo en raras excep-ciones, el apellido no se cambia. Y que esoes lo que él siempre intenta hacer con lasmarcas, o cambiarlas o taparlas. Que loque se puede hacer con las marcas es cam-biar la relación que se tiene con ellas. Otravez, su sorpresa y dice entonces tengo queaceptar que mi papá es una mierda. ¡Y sí! ledigo. Se alivia y relata distintas situacionesdonde hablando con algún amigo, lo sos-tiene, no contando cosas de él.

La estética viene a cubrir la falta, lo bellotapona, a la vez que señala. Dice Lacan,en el Seminario de La ética. “La verdaderabarrera que detiene al sujeto ante elcampo innombrable del deseo radical, enla medida en que es el campo de la des-trucción absoluta, de la destrucción másallá de la putrefacción es, hablando estric-tamente, el fenómeno estético en la medi-da en que es identificable con la experien-cia de lo bello-lo bello en su irradiacióndeslumbrante, lo bello del cual se dijo esel esplendor de lo verdadero. Es, evidente-mente, porque lo verdadero no es dema-siado bonito de ver, que lo bello es, si nosu esplendor, al menos su cobertura. [...]Nos detiene, pero también nos indica enqué dirección se encuentra el campo de ladestrucción”.

Intentos de anular la castración, de com-pletar al Otro, de renegar la falta. Positivi-zando el falo. Ubicado como objeto delgoce perverso del padre, como objeto desu capricho. Y tomado por el deseo mor-tífero materno, destructivo, aniquilante.A la vez que grita en transferencia deman-das de amor no pronunciadas.

Para terminar y a modo de metáfora sobrela función de la escritura, quiero citar aMiguel de Unamuno diciendo: “... otra tra-gedia torturadora. A mi me torturó, por lomenos. Escribiéndola creía librarme de su tor-tura, por lo menos. Escribiéndola creía librar-me de su tortura y trasladársela al lector”.

ENCUENTROS–113–

Otra lecturade los síntomas

En la práctica hospitalaria el cuerpoentra a jugar de una manera parti-cular. Es frecuente que los pacien-

tes lleguen con síntomas atravesados porel discurso médico. La paciente de la que hablaré la llamaréLaura. Ella llega al servicio derivada porneurología. Es importante ubicar el modode pedido de la paciente, ya que es quienpide a su doctora que le dé una orden dederivación a salud mental.Laura dice en diferentes momentos deltratamiento: “Siento más ahogos”, “Seme cierra la garganta, me quedo sin aire”.Hay un modo de poder leer ese síntoma y esubicándolo en el discurso del psicoanálisis. Lo que un analista hace es ubicar quequien trae un síntoma es un ser parlante,es decir un sujeto que habla. En este sen-tido el cuerpo va a quedar ubicado de eselado, como algo que habla, que si lo pone-mos a hablar dice.De manera tal que cuando se pregunta porqué cree que le pasa lo que le pasa, es quese puede hacer otra lectura del síntoma.Y desde ese lugar es que la paciente res-ponde: “Vengo porque me tienen que

operar de tiroides y tengo miedo. Esta vez tengo más miedo”.Es ahí donde se puede situar la diferencia entre los discursos, yaque si hay una oferta de escucha de un oyente practicante de psi-coanálisis, se podría situar algo de la subjetividad de cada pacien-te, en este caso Laura.

Esto también se lo puede relacionar al modo de llegada que tienela paciente al servicio. Es Laura quien pide a su doctora que laderive a psicología para “poder hablar” de ese miedo que tiene aser operada.Si se piensa este espacio como una psicoterapia, lo que se podríapensar es en cómo trabajar con Laura su temor a la operación yque ella esté preparada para ese momento. En este sentido noestaríamos en el plano de un psicoanálisis.

Lic. Alejandra Calderón

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–114–ENCUENTROS

Su pedido se trata de poder hablar, pero setrata de otra cosa por el efecto del signifi-cante, uno podría decir que ante estemotivo de consulta manifiesto se encuen-tra un motivo de consulta latente.Interroga, ¿Por qué tiene miedo?: “Por loque pasé con mi papá, con una operaciónde cáncer de cuello y desde ahí no pudevolver a ir para verlo… Fue tan feo, meimpresionó lo que vi”.En otro momento Laura menciona: “Enuna de las visitas, ahí también sufrí, porlas cosas que no hablé con él, pero noentiendo por qué no lo pude volver avisitar”.Ella sitúa “Ahí también sufrí”. Se podríacomenzar a relacionar esos síntomas, elahogo, el se me cierra la garganta, me faltael aire, un cuerpo que empieza a aparecerenlazado a otros significantes. Es decirque habría comenzado a subjetivar esemalestar… ya no era el se me cierra la gar-ganta sino había tenido un encuentro consu padre, y que registraba que él ya nopodría hablar y que había cosas que nopodría hablar con él.Aparece entones un discurso que entre susenunciados dejará oír, la posición de Laura,que en un primer momento era tomadapor ese real, de eso que impresiona, de eseagujero que vio, que se le presenta desanu-dado para pasar a otro momento, al de algoque le hubiera gustado hacer.Habrá que distinguir entonces qué sucedecuando se pone a hablar un síntoma, quédice el paciente respecto de él. No es lomismo si puede enlazarse en la cadenaasociativa del paciente, es decir, si esemalestar remite a otra cosa o si queda porfuera de la cadena asociativa.Hay afecciones, hay síntomas que no estánanudados a lo simbólico, que aparecen

desconectados de la cadena asociativa, yque se podría pensar que se encuentran enel campo de las enfermedades psicosomá-ticas, a diferencia de un síntoma quepuede remitir a otra cosa, que puede hacermetáfora y que se ubicaría del lado de lasformaciones del inconciente.En este sentido es que el síntoma que traeLaura se podría relacionar en cómo Freudpiensa las identificaciones que intervienenen la formación de síntomas.El síntoma toma al objeto de amor, iden-tificación que viene a sustituir a la elec-ción de objeto, “el padre”. Este tipo deidentificación Freud la describe comoregresiva, además parcial, porque notransforma el yo en su totalidad sino quetoma un rasgo del padre, en este caso.Como en el caso de Dora con el síntomade la tos que representa la tos del padre.

¿Qué sucede frente a la contingencia deun encuentro con lo traumático? ¿Cómoresponde el sujeto frente a ese encuentro? Para el psicoanálisis el acontecimiento notiene que ser necesariamente terrible paraser traumático como sucede en Laura,donde en una visita se encuentra con algode otro orden, algo de lo traumático.Lo traumático está ligado a la sorpresa deque eso ocurra, y a su extrañeza. Lapaciente sitúa eso extraño, inexplicable enese encuentro.La paciente dice: “Vengo porque me tie-nen que operar de tiroides y tengomiedo. Esta vez tengo más miedo… porlo que pasé con mi papá con una opera-ción de cáncer de cuello y desde ahí nopude volver a ir para verlo. “Lo fui a ver el día del padre y me impre-sionó que él no podía hablar, me agarróun ataque y no lo volví a ver. Fue tan feo,me impresionó lo que vi”.Más adelante dice: “… la última vez fuelo peor para mí… se aspiraba algo acá (seseñala el cuello)… estaba nerviosa y élhacía señas, me impresionó lo que vi…no le entendía qué quería decir”.

ENCUENTROS–115–

Se trata de pensar lo que las palabras quie-ren decir para esa paciente en eso que dice.Ella marca un antes y un después de esavisita, un antes y un después de lo que vioy la impresionó. Y lo marcó no sólo en sudecir y en su no decir, sino que lo señalacon un gesto. Es importante destacar queel gesto es posible en la medida en que esmediado por un cuerpo y en este sentidoes posible dar importancia a este cuerpoque dice, que también se lo pone a hablaral igual que al síntoma.Este cuerpo mediado por un gesto tambiénes un enlace al otro como se había pensadoel síntoma, como identificación al objetode amor, ya que Laura se comunica comolo hacía su padre en su última visita.Esa visita que representó ese encuentrocon lo traumático. Lo traumático en rela-ción a lo real, a lo imposible de soportar,a lo que queda por fuera de lo simbólico,a lo que señala con un gesto. Ella se encontró con la imposibilidad desu padre de no poder hablar pero junto aello el agujero en el cuerpo, de maneraque eso fue “inexplicable “.El gesto, de esta manera, quedó ubicadoen ese lugar, en “lo traumático”, lo impo-sible de decir.El lenguaje organiza, simbólica e imagina-riamente, en torno a un agujero funda-mental. A ese agujero Freud lo llamaba dedistintas maneras: represión primaria…ombligo de sueño… grano de arena en elcentro de la perla, psiconeurosis para lasneurosis actuales, quedando así por fuerade una determinación simbólica. Lacan loretoma como lo imposible de soportar.Es decir que hay un punto en que el len-guaje no alcanza a nombrar… Si se toma en relación a ese agujero, se tra-tará de pensar ¿qué tratamiento de lo Reales posible? ¿Cómo anudar ese trauma conlos significantes que trae la paciente, conlo que para ella las palabras quieren decir?Por esa razón es que quería situar el valordel recuerdo de su papá que la pacientetrae: “Me acuerdo que mis tíos me decían:

tendrías que escucharlo cantar a tu papá,es un gran cantor de tangos”.Se podría pensar que este recuerdo es loque ella trae como un posible anudamien-to con lo traumático de ese encuentro.Recuerdo que introduce algo de la pérdi-da de su padre, aquello que no podráhacer, escucharlo, escuchar su voz.Algo del orden de las pérdidas comienzaen Laura a poder nombrarse.

A modo de conclusión quisiera situarcómo el síntoma se convierte en nuestrareferencia clínica, en este sentido es fun-damental la posición que tomamos. Apartir de él podemos situar la singularidadque cada sujeto encontró en su historia.¿Qué orientación es la del síntoma? Laorientación de lo real, la orientación delsignificante excluido a la vez del campo dela significación y del sentido. De lo sim-bólico y de lo imaginario. Ésta es la definición de lo real que daLacan: es lo que no tiene sentido y, sinembargo, encuentra en el síntoma unrepresentante en el campo del sentido. Elsíntoma es lo que viene de lo real.

El interrogante queda abierto.Si el encuentro con el analista es un aconte-cimiento que puede marcar la diferenciaentre un antes y un después; que puedeapuntar a hacer del encuentro con lo real lascondiciones que hagan posible transformarel encuentro con lo traumático, se podríapensar que para esta paciente haber traídoun recuerdo le ha permitido dar un trata-miento a ese encuentro con lo traumático.

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–116–ENCUENTROS

Desde el torbellinopulsional hacia

una apuesta éticaLic. Leticia Gianolini

Dignidad – Indignidad: juicios que responden a una ética.¿Qué le otorga dignidad al sujeto? Esta pregunta lleva ine-vitablemente al sujeto al encuentro con la dimensión ética.

¿Con Qué cuenta el sujeto para que su deseo circule? ¿Con qué cuen-ta el sujeto para autorizarse en algunos goces con los que acuerda?La respuesta a estas preguntas lo ubican como responsable de unaelección y de una decisión: se trata de “saber hacer allí en el cada vez”.

El otro término del título de la Jornada —en la experiencia delanálisis— me ha conducido a la pregunta por la dignidad de laexperiencia analítica, delineada por los límites y los alcances de laexperiencia misma. El psicoanálisis en tanto práctica que tiene ensu centro “ese duro hueso de lo Real”. Experiencia analíticacomandada por una lógica que apunta a lo Real, y se trata de unalógica que encuentra en lo Real sus límites.Cuando comencé a elaborar esta ponencia evoqué el tramo de unanálisis que conduzco y que lo he traído para compartir con ustedes.

Algo entra de golpe en la escena del análisis: un acto fallido de laanalista. He faltado a la cita pactada para tal día a tal hora. Cuando leo mi acto fallido me pregunto por el alcance y los lími-tes de este análisis. Muchos años de trabajo, un goce en transfe-rencia… que desaloja… desaloja de la escena.

¿Cuál es la trama de este tiempo de análi-sis? El primer elemento que se me recortaes la densidad del ritmo temporal. Plaga-do de largos silencios, intensos silencios.¿Ante qué?, ante algo en particular: la handespedido de su trabajo. Contrato enblanco, a prueba por tres meses. La despi-den al mes y medio. ¿Razones del despi-do?: no era el perfil que buscaban. Noencuentra las razones del ser despedida.Sólo coloca el silencio como respuesta.

Previo a ser despedida del trabajo, en lassesiones de análisis colocaba un intensosilencio, sórdido, impenetrable. Por pri-mera vez en trece años de análisis se mos-traba irascible ante alguna pregunta mía.Una sesión la corté a los siete minutos,“… donde no hay, no hay…”. Un alivio. ¿Efecto?: Reiteración, decía que no lemolestaban mis intervenciones y bufaba.Crueldad en la escena. ¿El poder del silen-cio? ¿El poder de la crueldad? ¿Qué espera?¿Qué pide? Único texto: no sé, qué se yo.

ENCUENTROS–117–

Los tres meses de búsqueda de un nuevotrabajo se inician con disposición, alegría,se la ve dinàmica… hasta que comienza areiterarse que no la eligen… que no la lla-man…¿Cómo responde a las demandas labora-les? Con un texto plagado de monosíla-bos, tipo telegrama, abreviado, hipersinté-tico. Entrevistas fugaces…. Aún así varegistrando: fugacidad versus entrevistasmás largas. Volver a ser llamada parasegunda entrevista. Reformulación decurrículum y sus efectos de apertura delcampo laboral. Presentación de su ofertano sólo en entrevistas sino también enInternet (mundo nuevo para ella en loreferente al campo laboral). Ser elegidapara entrevista por la presentación víaescrito. Vale decir, va produciendo dife-rentes formas de responder a demandas ydiferentes formas de ser demandada. Vuelve a instalar el silencio impenetrableen la transferencia coincidiendo con el noobtener un contrato laboral. Allí produzco el acto fallido.

La sesión que sigue al acto fallido planteaque hasta que consiga trabajo quiere teneruna sesión por semana en lugar de dos,que la plata se le va… que se le va como

por un tubo… que se va quedando sin plata para pagar análisis…que no quiere entrar en deuda. Que no salen avisos en el diarioni en Internet. Que no la llaman para entrevistas. Que no consi-gue trabajo. Que no gana dinero.¿En qué tono habla?, como poseída, excitada, reitera y reitera elmismo texto de un modo casi automático. Le pregunto: el tubo ¿toca tu cuerpo? No. Es un tubo exterior amí. Que se le va la plata. Que le sacan la plata. Que le han dicho:“… estás loca… te sacan la plata…”.Le pregunto ¿te robo? No. Yo te la traigo, y vos te la llevás.¿Para qué la traes?: para pagar. ¿Para pagar el robo?, ¿para que te la saquen?, ¿para que te la qui-ten?, ¿para que se la lleven?Le digo que me duele. Me produce dolor lo que escucho. Que noestoy allí para robarle dinero, para sacarle dinero. Que si estofuera así habría algo en este trabajo que estaría mal ubicado.Corto la sesión. No acepto el dinero en pago. Dice que ella trajoel dinero que es para mí. Le digo que esto era antes de entrar a sesión. Ahora, ¿qué va apagar?, ¿pagar para que le roben, para que le saquen?, ¿para quese lo lleven?. ¿Qué queda entonces para ella?

Próxima sesión. En camino de una resolución de este momentotransferencial. Ella había creído que los sentimientos de la analista no entrabanen el análisis. La interrogo ¿es posible vivir sin sentimientos? Que ella se diocuenta que estando en la casa tantas horas durante las últimas dos

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–118–ENCUENTROS

semanas había quedado como sin tener un exterior en el interior.Cuando escuchaba sonar el teléfono, pensando que podrían lla-marla para entrevista laboral advenía el siguiente pensamiento:“que no sea para mí”. ¿Cómo podía ser esto se preguntaba, si dossemanas atrás ella iba con entusiasmo a las entrevistas?Ratifico que ella es esas dos. Doy lugar a una sesión durante unmes. Con una condición: que en cada sesión traiga una pregun-ta que ella quiera resolver. Hay lugar para una.

Interviene un día antes del horario de la sesión acordada. Piderectificación de horario. Llama por teléfono para decir que no podrá llegar a sesión porqueha conseguido trabajo después de una entrevista que ha tenido eldía anterior. Pide una sesión antes de comenzar su nuevo trabajo.

Hasta aquí el relato del material clínico. ¿Qué me interesa puntuar en lo que hace al torbellino pulsional?El analista propicia el torbellino pulsional. Llevar hasta el límiteen la transferencia. Qué pone en juego la intervención del analista al colocar unhorario, un honorario, ¿qué efectos en lo que se refiere al trabajoy la producción de pliegues de goce? ¿Quién era ella antes de leer que en su casa quedaba absorbida,tragada, sin recursos? ¿Qué goce desanudado del lenguaje? ¿Qué en las últimas dos semanas de su contrato laboral, antes deser despedida, cuando el dueño de la empresa le pedía que hicie-ra tareas, ella no entendía y no le preguntaba? ¿Qué iba a pensarél? Así, pasaba días en silencio y con nada para hacer. Esto es loque colocaba en transferencia con un tono de impenetrabilidad. Ahora hace una lectura. Sólo cuando el sujeto está implicadoporque atraviesa o reconoce un dolor. Nos acercamos así a un“sujeto advertido”. Un sujeto que advierte el límite del saber. Decimos con Lacan que el fin de análisis propone un sujeto adver-tido. Advertido de un saber que toca el goce, vale decir, que el cuer-po está en juego en la experiencia. No es en ausencia del cuerpo. El análisis es una experiencia de saber. Se trata de que el anali-zante “… sepa dónde tenía enredados sus pies…”. Esto no essuficiente. Es necesario el sufrimiento, el dolor, vale decir, lo quepone en juego el cuerpo.

Volvamos al acto fallido. ¿Analista habita-da por el fantasma del pecho agotado?,cuando la angustia queda del lado delOtro. Acto fallido que pone en juego unafalta. Abre una secuencia que posibilitaalgo de la tramitación de la castración.

Desde el silencio como objeto agalmàtico alengendramiento en la transferencia de dife-rentes bordes y texturas del objeto de goce. Cuando el silencio ofrece complicidadpor unos incalculables instantes. Silenciocomo figura cómplice, figura que acom-paña, que no cuestiona.Tiempos de buscar en la naturaleza elritmo no cambiante. Buscar la quietud ysu contemplación, para lograr quizásalguna calma. Búsqueda del eterno retor-no de lo igual.

Quedar tragada, absorbida, no hay dos.¿Cuál es el efecto? No hay un clima inquie-tante hasta que el arrasador tsunami hace suaparición. Búsquedas para afirmar una exis-tencia en una decisión y una elección que sevayan tejiendo con los hilos de su historia.Un estilo de vida que se vaya tejiendo en ellímite de las marcas de su historia.Desde un silencio que encapsula o queantecede a una fuerza que se precipita conla potencia de un tsunami y la separa delmundo a la producción de un ritmo concierta modulación. Enlaces con el cuerpoy la palabra. Un camino que va transitando. Desde ladevastación producida por los excesos que ladejaron atrapada en el lenguaje de órganoshacia la configuración de enigmas que hacenal mundo humano: sexualidad y muerte.

ENCUENTROS–119–

Del Principio Morala la

Dignidad del SujetoLic. Victoria Maciel

Me ha resultado curioso pensar elconcepto de Dignidad desde elPsicoanálisis ya que es un con-

cepto que viene fundamentalmente de lomoral y es así como la emplean en lasestructuras rígidas como la disciplinamilitar y la iglesia.Esto me llevó a pasear por algunos diccio-narios y seleccioné dos para extraer susdefiniciones.Diccionario Lalanne: Principio moral queenuncia que la persona humana no debe sertratada jamás solo como un medio sinocomo un fin en sí, dicho de otro modo, queel hombre no debe ser empleado nunca comomedio sin tener en cuenta al mismo tiempoun fin en sí. Dignes- Rad. Int. // Dignita.

Diccionario Real Academia Española: Cali-dad de digno, excelencia, realce, gravedad ydecoro de las personas en la manera de com-portarse. Cargo honorífico y de autoridad.

En las catedrales y colegiatas, cualquiera delas prebendas de que es propio un oficiohonorífico y preeminente como el decanato yel arcedianato…

De este último tome algunos aspectos queatañen a la tarea cotidiana del Psicoanalista.

Vemos reiteradamente en nuestra práctica, cómo la pulcritud, eldecoro, el bien decir, ponen un manto de sospecha en esa excelen-cia que vela todo tropiezo y viene a disfrazar el “eso no lo soporto”.Desde este lugar, siguiendo con el sentido del concepto, viene ala ocasión retomar el trabajo que Freud nos legó en la función deubicar este término. Fundamentalmente desde su hallazgo, eldescubrimiento del Inconciente y al presentar al Psicoanálisiscomo decepcionante.La pregunta que me hice es: ¿Sería esto una subversión a la dig-nidad moral? Quizá sí, quizá no, quizá la dignidad en Psicoaná-lisis vendría a ser lo que se nos presenta como La Subversión delSujeto por ejemplo en el: “allí donde yo pienso no soy”, “lo que

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–120–ENCUENTROS

miro nunca es lo que quiero ver”, “allí donde lo encuentro noestá”. Lacan dice: “Uno no se reconoce jamás en lo que uno es”.Estamos así en el primer paso de la dignidad que nos conciernedesde el Psicoanálisis, Una dignidad siempre barrada para unsujeto también barrado.

Este barramiento presenta al Psicoanálisis como decepcionante,el Psicoanalista debe decepcionar, él es puesto en causa porque elanalizante busca su falta, su +1, en tanto en falta él no es perfec-to y es más analista en tanto no busque ocultar su falta. Es acájustamente donde radica la diferencia con algunas corrientes Psi-cológicas y más específicamente algunos que conducen la cura yque aparecen como completos, como lugar del ideal, donde nofalta nada y paradójicamente es ahí, donde se obtura el deseo.El analizando apoyándose sobre la falta en el Otro, instaura mar-cas de significantes que le van permitir constituir la falta en él.En Subversión del Sujeto Lacan dice: “El deseo es la castración por-que es la falta en el Otro. Se entra al lenguaje por el trauma y se saledel Edipo por el descubrimiento de la castración en la madre”.Con lo cual, la dimensión simbólica, la palabra, la va adquirir apartir del trauma.Se ha escuchado en las sesiones que el paciente se sorprende desu discurso y dice: “lo que acabo de decir lo pensé hace muchassesiones atrás y no lo dije”. Traigo un ejemplo que viene al caso:una paciente con dificultades en sostener una pareja estable, rela-ta que el fin de semana conoció a un chico que le había gustadomucho pero al transcurrir la velada y ver cuánto gustaba de ella,lo cariñoso que era, lo vio como meloso y le dejó de gustar. Luego

de una serie de asociaciones dice: “meacordé de algo, un tío que cuando seemborrachaba me acariciaba de esa mane-ra melosa”. Le digo Ah! Pero eso nunca lohabías traído y dice: “lo pensé en otrasesión pero no lo dije”. ¿Qué sucedió allí?Se diría que operó la repetición, se levan-tó la barrera y los significantes se desliza-ron por la lengua. En la primera irrupciónde ese recuerdo, su discurso transferencialllegó hasta cierto punto y no pudo seguir,se detuvo, no puede decirlo porque esoconcierne al Otro. Ahí se instala algo, algocon lo que el psicoanalista tiene que ver yeso es el objeto a, el otro, la alteridad,tiene que ver con la vía del deseo que nosconduce ineludiblemente a la repetición ya su vez el deseo no es sin la repetición, eldeseo insiste desde la repetición.En el Atolondraducho dice Lacan:“Este decir no procede más que del hechode que el inconsciente por estar “estructu-rado como un lenguaje”, esto es, la lenguaque habita, está sujeta al equívoco conque cada una se distingue.Una lengua entre otras no es otra cosasino la integral de los equívocos de que suhistoria persiste en ella. Es la veta en laque lo real, el único para el discurso ana-lítico que motiva su desenlace, lo real deque no hay relación sexual, ha dejado susedimento en el curso de los siglos. Esto,en la especie que este real introduce al un,o sea, a lo único del cuerpo que de élcobra órgano y que por ello hace órganosdescuartizados de la disyunción pordonde sin duda otros reales se ponen ensu alcance, pero no sin que la vía cuádru-ple de estos accesos se infinitice —que seproduzca el “número real”—.Este equívoco, este real que se presentifica,este no hay relación sexual, nada de estoexiste sin el objeto a, este objeto al que enel Seminario de un Otro al otro Lacan vaa llamar plus de gozar concepto que éltoma del Capital de Marx: la plusvalía. Este plus de gozar que viene del Otro Lacan lova a llamar la subversión del sujeto capitalista.

ENCUENTROS–121–

Marx con su plusvalía está explicando elcambio de las relaciones laborales, ese plusque pierde el obrero/artesano y ese en +que va a engordar las arcas del capital.

Para nosotros, para el Psicoanálisis siem-pre hay algo que se pierde y aparece enotro lugar de una manera velada. El suje-to al hablar pierde y en esa pérdida va aengordar las arcas del Otro (parafraseandoa Marx).

Por esta vía se da la marcha analítica en lafunción del plus de gozar, esto es produci-do por el mismo discurso donde opera unefecto significante, con lo que podríamosafirmar que alrededor del plus de gozar seproduce el objeto a, que presentifica alfantasma.

Pero el objeto a no es sin la pulsión, esoque insiste. La pulsión tiene que ver conlas zonas erógenas, por eso es que las pul-siones son derivas, son formas de escritu-ras asociadas a los orificios del cuerpo. Esdonde identificamos el discurso oral, anal,escópico, invocante, son lugares dondetoma forma el discurso, llamamos lugaresdiscursivos de la pulsión, por eso habla-mos de desvío, deriva en esta relación dela pulsión con la escritura. Las funcionesdel órgano están desviadas al discurso, porejemplo, la pulsión escópica está coman-dada por la mirada.

A propósito de la pulsión escópica, quierocitar un fragmento del material de unapaciente que ilustra muy bien la insisten-cia de esta pulsión en su discurso.

Dice: “Tengo sensaciones encontradas.Tengo recuerdos confusos, no sé si sonmíos o los veo en las fotos. El sábado mesentí mal un rato, C (marido) dormía lasiesta, yo no podía dormir y me acordabade L (jefa), vi en la tele algo de viaje y medisparó el recuerdo.

Ayer cuando fui al laburo estaba mal, nopodía hablar, yo tenía que entregar cosasal diseñador.

Ahí todos los días pasa algo, se robaronuna ventana con vitreaux”.

Discurso minado de efectos escópicos, foto, tele, viaje, diseño,ventana, vitreaux, son significantes que insisten en esta paciente,efectos de pulsación del trauma.La paciente está atravesando por una posición fóbica. Lo que espara resaltar en su historia es que hasta los 6 años durmió en lahabitación de los padres y luego hasta los 12 dormía con ellos,después era llevada por el padre a su cama en su cuarto. Nuncapudo quedarse a dormir en ningún lugar que no fuera su casa. Así la pulsión insiste y los significantes se deslizan de los labios.

Para concluir quería establecer diferencias de discursos que inci-den en la mirada clínica hablando de pulsión escópica.Desde el concepto que nos convoca, podríamos decir que los éti-cos y los teólogos aplican un discurso dogmático para el trata-miento de la dignidad. El dogmatismo es religioso, los conceptosreligiosos no se construyen, se establecen como normas, lo morales dogmático, acá nada se pierde, todo se mantiene hasta la vidaeterna.Son prueba de ello las corrientes positivistas, las experiencias delaboratorios, las prácticas de las Psicologías cientificistas apropia-das para nuestra era globalizada y cibernética que se ocupan desíntomas de esta era como por ejemplo “la resiliencia”, un sínto-ma animal/ humano. La pregunta es: Los objetos serán instin-tuales? Y si es así, el deseo, ¿dónde se ubicará?

El Psicoanálisis experimenta otro orden, está hecho para salirsede las normas, para transgredir las reglas del dogmatismo.Lacan, hacía dogmatismo desde las matemáticas, dogmatismo derepetición, repetición en busca de la falta, de la incoherencia. Sepreguntaba qué hacer con lo que falta entre líneas.

Éstas son algunas conceptualizaciones que creí insoslayable pen-sar, que creo nos conduce a la dignidad del sujeto analítico.Quedan aún muchas otras por trabajar.

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–122–ENCUENTROS

“… Antes que nosdisolvamos…”

AFECTUOSAS PALABRAS DE LACAN A HEIDEGGER

EN EL SEM. 22 - CLASE DEL 8-4-75

Dr. Osvaldo Meira

Imaginemos esas muertes sobre el conjunto de semejantes—infaltable propia exigencia de establecer algo diferente, deponer afuera— que conforman nuestro cotidiano de lazos

visible (en el que finalmente se nos manda a incluirnos). Aque-llas que no acontecen o acontecerán por causa súbita o inespera-da, por algo traumático o accidental. En ellas podemos suponerque en su mayoría no se habrá podido pensar en el final. Con-viene aclarar además, que el suicidio no está incluido en lo queaquí se expone.Aquí es el caso de las muertes que ya están planteadas clínica-mente en el horizonte del Dasein, de lo que en determinado y

desdichado momento le aparece al cono-cer. De lo que se le anuncia por la funciónque ya no responde, por el dolor insopor-table que se vive para sentirlo, la de muti-laciones programadas de la integridad cor-poral, la del absoluto no poder moverse, ladel que a veces se beneficia con aparecer enun larguísimo dormir, la del que debe pre-senciarse a sí mismo como un cúmulo decarne descompuesta y escarada…Aquí todo es anuncio de un final deljuego; nada es saber, en esta extraña perouniversal paradoja, en donde de lo que setiene certeza de saberse, no se llega a tenerla vida para saberlo.Los griegos se decían mortales, palabraque la modernidad terminó por hacerdesaparecer del uso común. Puede quehaya algo primario en este hablar; puedeque una “cultura”, la urbanización, lamodernidad, le hayan hecho perder coti-dianeidad y que la vida haya finalmentesepultado a ese vocablo inquietante…Pero son enormes las catedrales de pala-bras que se han empleado, densísimos losdiscursos elaborados, para espejar que lamuerte del mortal se puede negar…en un

ENCUENTROS–123–

más allá de la vida. El mito religioso, elcuasi-pensar del apremio impulsado desdela fe, hace hasta hacer surgir por resurrec-ción al Hijo de Dios previamente crucifi-cado. Aquí la eternidad divina pretendedoblegar a la temporalidad del mortal,metiéndose éste moebianamente, en unacontinuidad infinita con el Ser Supremo,reconociéndole su don mediante su devo-ta creencia.La declinación, pero en especial la enfer-medad, son la cara intolerable de la muer-te. Allí se trastroca, se va descontruyendo,el ensamble que el Dasein había logradocrear incesantemente, mediante la sombracotidiana de la angustia. En ella resultaclara su paradoja al poner su presencia “noengañosa” ante aquel que vive, certificán-dole, demostrándole su ex-sistencia, cuan-do en su otro lado está la Nada, como lomismo que la muerte, que el Dasein avi-zora en su anticiparse.La enfermedad terminal, desde la mudanaturaleza, socava de diversa forma el ex-sistir en el que ha sabido pararse y parirsecon las estructuras fantasmáticas que creópara sí, desde su sí mismo en el mundo.Precisamente este anticiparse… a la muer-te —del ser hacia la muerte— permite eltiempo histórico de los avatares de suvida. Calibra que ex-siste, viendo desdeahí el horizonte de su final, en un posible“cálculo” de valorar su ex-sistencia, ante elcálculo contingente de su muerte.Pero todo le estalla con la enfermedad, nopuede ser de otra manera... Si ha podido,el Dasein, al fin por resolución, asumirsecomo mortal parece que podría entreversu declinación, en aquellos habitualmentesanos de organismo. El libreto para laenfermedad se torna más impredictible…cuando sobre todo a la levedad del ex-sis-tir se la pretende sostener sólo por elempuje de a ultranza querer vivir.No es por atropellar a la muerte, por que-rer ser inmortal, que se consigue ex-sistir.Éste es un don de otro orden, es de unotro pensar.Nunca como en el final —aún más que enla etapa inicial del nacimiento, en donde

latía un ex-sistir todavía no desplegado—, se ve esa diferencia tanbrutal entre la vida y la ex-sistencia. No hay en esto un poner enel decir, animado desde una ética —aunque puede surgir de aquíel discurso más originario de la misma—, no. Se trata de tendera llevar al Claro, encaminarse hacia él, movilizando a aquello queaporte a un pensar sobre lo que se juega en la dimensión de la ex-sistencia. Está aquí la escisión de dimensiones que tiene el Ser,entre lo que es de lo vital y el salto que ha traído al ex-sistir.Al ser hablante se le encomia el poder pensarlo, su despliegue eslo único esperable para darle cabida al Ser y a su ex-sistencia.La clínica de estos lugares de la clínica, se hace hoy cada día másapremiante en la medida en que la esencia impensada de latecno-ciencia, avanza sobre la esencia impensada del hombre. Eneste sentido, Heidegger plantea su Ge-Stell (Emplazamiento)para el hombre de la modernidad, la que si para algunos está ensu acabamiento, para él se abre a la pregunta de si no fuera posi-ble que esté en sus comienzos, por lo que entonces su pensar noes sino hacia el futuro.El encandilamiento ante el ente del hombre post-cartesiano, llevaa que el progreso se haga a la manera tecnologizada en su crucecon la salud. Sería absolutamente bienvenida, incuestionable-mente celebrada esa tendencia de la creación y la investigaciónque empuja para afianzar y fortalecer la vida, si en el mismomovimiento no se llevara por delante a la ex-sistencia, dejándo-sela fuera de tenerla en consideración. Y aún se bastardeará estaelisión, en medio incluso de un trato más “humano”.Nadie puede siquiera pensar en la posible “maldad” en sí dealgún aparato, si es que alguien no lo creó para la tortura. La tec-nología armamentística está desde luego en la antípoda de todolo aquí expuesto.Se trata de llevar al decir del Ser, al campo de la Salud y modu-lar desde su posición lo que debe ser pensado.Esas muertes tecnologizadas, que sólo subtienden un durar bio-lógico, deben hasta tener rechazo por parte de la legislación, opor lo menos no tener su amparo. Se debe respetar el querer morirde cualquier ex-sistente. Las demandas de imposición de familia-res y allegados no deben ser escuchadas en esta clara decisiónsobre la ex-sistencia que ese alguien ha podido tomar en su hora.Se han multiplicado —y lo lógico esperable por el avance ónticode la ciencia, es que se haga en forma exponencial— los procedi-mientos que engarzan el deseo de continuar, con la oscura bús-queda de eternidad. Se hace esto recalcitrante en esos casos demuerte cerebral en donde no es posible esperar ninguna decisióndel aparateado. ¿Es posible pensar conductas generalizables quesólo se sustentan en que aparezca algún milagro?

Para citar un caso contemporáneo: si lograra volver con éxito téc-nico de su larga hibernación, ¿llegaría Walt Disney a poder no serun monstruo, para nuestro conjunto de ser simples mortales?

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–124–ENCUENTROS

‘Réquiem’de Tabucchi

Una metáfora de la experiencia del análisis

Lic. Marité Ferrari

Antonio Tabucchi presenta su novela en una nota preliminar:”Esta historia, que se desarrolla a lo largo de un domingo dejulio, en una Lisboa desierta y tórrida, es el Réquiem que el

personaje a quien llamo ‘Yo’ tiene que interpretar en este libro…Comprendí que no podía escribir un Réquiem en mi lengua, sino quenecesitaba una lengua distinta, una lengua que fuera un lugar deafecto y a la vez, de reflexión… Este réquiem, además de una sonataes también un sueño en el que mi personaje va a encontrarse con vivosy muertos en un mismo plano: personas, cosas y lugares a los que tal

vez, les hacía falta una plegaria, plegaria quemi personaje ha sabido hacer a su modo, pormedio de una novela. Si alguien me hicieranotar que este Réquiem no ha sido interpre-tado con la solemnidad que requiere unRéquiem, no podría dejar de estar de acuer-do. Pero la verdad es que he preferido tocarmi música no con el órgano, que es un ins-trumento propio de las catedrales, sino conuna armónica de las que se pueden llevar enel bolsillo o con un organillo de los que sepueden llevar por las calles. Como a Drum-mond de Andrade, siempre me gustó la músi-ca popular, y como él decía, ‘No quiero aHaendel por amigo, ni escucho el matinal delos arcángeles. Me basta lo que ha venido dela calle, sin mensajes, y que, como nos perde-mos, se ha perdido”.

Hay un personaje a quien se llama Yo, quedebe decir su réquiem a aquellos que espe-ran su palabra de despedida. El réquiem esuna composición musical que se canta enla misa de difuntos. El texto de Tabucchi,al modo de una composición musical,

ENCUENTROS–125–

pero también de un sueño, o de una alu-cinación —ya que ambos comparten lamisma textura— se arma con fragmentosde escenas y de personajes, que se van arti-culando metonímicamente, al modo de lalibre asociación, hasta que de pronto,contingentemente adviene alguna signifi-cación que se hace oír en el relato. Es laverdad quien habla y el personaje que esYo se hace eco de ella, la puede escucharen su semidecir.El personaje que se llama Yo se encuentracon el hallazgo de sentidos impensadosdentro de un escenario de sinsentidos enel que se ve arrojado.”Estoy de vacaciones,estaba tan bien en Azeitao, en la finca demis amigos, ¿por qué acepté este encuentroaquí en el muelle? Todo esto es absurdo...¿Qué hago yo aquí el último domingo dejulio?...”. El personaje ignora qué lo ha lle-vado a tener una cita allí con el fantasmade un eximio poeta del siglo XX. Allí, enun muelle de Lisboa en un tórrido medio-día de julio, se encuentra con que el poetano aparece. Se responde que como todo

fantasma, es imposible que aparezca en el fulgor del mediodía.Entonces vendrá a medianoche…Comienza, en este esperar hasta la noche el encuentro con elpoeta, un divagar por Lisboa, un divagar sin cálculo, que azaro-samente lo lleva a enfrentarse con cuestiones que lo conciernen,que el cuerpo registra con manifestaciones de la angustia. Meto-nimia del deseo donde se van cifrando goces anudados a un decirque se va desplegando fortuitamente, sorprendiendo a este Yoque divaga entre dormido y alucinado.Primero se le acerca el Muchacho Drogado que le pide dinero, yluego con el Lotero Cojo, que lee un trabajo de un filósofo fran-cés sobre el alma, y que le pregunta “El señor ¿cree en el alma?” Ya quien le contesta “Es una de las pocas cosas en las que creo, dije,por lo menos ahora, aquí en este jardín en el que estamos conversan-do, ha sido mi alma la que me ha proporcionado todo esto, mejordicho, no sé bien si es el alma, tal vez sea el Inconciente, porque hasido mi inconciente el que me ha traído hasta aquí. Un momen-to, dijo el Lotero Cojo, ¿qué quiere decir eso de Inconciente?, elInconciente pertenece a la burguesía vienesa de principios de siglo,aquí estamos en Portugal y el señor es italiano, nosotros pertenecemosal Sur, a la civilización grecorromana, nada tenemos que ver conCentroeuropa, perdone nosotros tenemos alma. Es verdad, le dije,tengo alma, pero también tengo Inconciente, es decir ya tengo Incon-ciente, sabe, el Inconciente se agarra, es como una enfermedad, o meagarré el virus del Inconciente, son cosas que pasan”. El Lotero

C L I N I C A Y T E O R Í AP S I C O A N A L Í T I C A

–126–ENCUENTROS

entonces le dirá que éste será un día apropiado para encontrar apersonas que sólo existen en el recuerdo, en el alma, o en suInconciente.El Yo sabe entonces que será llevado al reencuentro con esos per-sonajes que son encarnadura de imágenes, de fragmentos de suvida, en esta necesaria vuelta donde se dirán ciertas palabras quepermitirán dejarlos ir definitivamente. Trabajo se sutura y empal-me, de ligaduras y cortes, donde se escritura la castración, y es eneste sentido, del orden del duelo. Como en el análisis. Por eso elréquiem, lo que se le canta al difunto, es lo que es necesario decirpara dejarlo ir. El Conductor de taxis lo lleva al Cementerio, donde el Guarda loconduce al encuentro con su amigo Tadeus, el escritor portuguésde nombre polaco, quien se había ido sin darle una explicación.Éste lo invita a comer un sarrabulhos, un plato exquisito, y des-pués del almuerzo, le pregunta por qué en su lecho de muerte leescribió una nota diciendo ha sido todo culpa del Herpes Zoster.“¿Te parece ésta una frase de despedida, una frase que se le deja a unamigo en el momento de morir?... siempre he relacionado esta fraseabsurda con Isabel, hoy estoy aquí porque quiero hablar de ella”. Loque quiere saber es si fue Tadeus quien incitó a Isabel a abortar,porque después del aborto la mujer se deprimió y se suicidó.Tadeus le dice “¿Y qué querías, tímido mío, que naciera un bastar-dito con dos padres?”. Los dos hombres habían compartido lamisma mujer. Una mujer que se mata. Muerte que el personaje

prefiera achacar al aborto, que le fueraaconsejado por otro. Pero Tadeus niega laconexión del aborto con el suicidio. “Siquieres saber la razón del suicidio tienesque preguntárselo a ella”. Amodorrado por el banquete, necesitan-do dormir, se mete en una pensión de Lis-boa donde sueña con el Padre Joven. En elsueño el padre le pide que le cuente cómoserá su muerte. Allí aparecerá su deudacon el padre, y la necesidad de que elpadre lo perdone por haber dejado algosin hacer. El Padre Joven le dice: “no hasido por mi propia voluntad por lo que heaparecido en este cuarto, ha sido tu voluntadla que me ha llamado porque eras tú quienquería soñarme”. Después de la siesta, se va hasta el Museode Arte Antiguo para contemplar el cua-dro “Las tentaciones de San Antonio” deEl Bosco, donde se encuentra con uncopista que copia pequeños detalles de laobra en tamaños enormes, que adquierenasí un aspecto siniestro. Ambos se ponena conversar acerca del cuadro, que esceni-fica la tempestad que tiene lugar en laimaginación del santo al ser tentado por eldiablo. El Pintor desliza por azar uncomentario que provoca intensa angustiaen el personaje, y que le acerca una res-puesta a la enigmática nota final de Tadeus.Le dice que el cuadro tenía valor traumato-lógico, y que los enfermos iban en peregri-nación hasta él a la espera de un milagro. El

ENCUENTROS–127–

cuadro estaba expuesto en el Hospital dosAntonianos de Lisboa, donde se atendíanpersonas con enfermedades de la piel,mayormente venéreas, y el terrible fuego deSan Antonio, una forma de erisipela muydolorosa, que actualmente se llama herpeszoster. “Es un virus muy extraño, parece quetodos lo llevamos en nuestro interior en esta-do larvario, pero que se manifiesta cuando lasdefensas del organismo están más débiles,entonces ataca con virulencia, y después seadormece, y vuelve a atacar cíclicamente,sabe, le diré algo, yo creo que el herpes es unpoco como el remordimiento, permanece dor-mido dentro de nosotros, y un buen día des-pierta y nos ataca, y después vuelve a ador-mecerse porque conseguimos dominarlo peropermanece siempre en nuestro interior, no haynada que hacer contra el remordimiento”. Lasecuencia que va de Tadeus al Padre Jovenhasta llegar a Isabel se aclara por la vía de latentación, que produce la tempestad, quese liga con la muerte y el remordimiento. Desde el Museo se traslada a la casa delFaro, ahora en ruinas, escenario de la rela-ción amorosa con la mujer. Finalmentellega a la casa Alentejana, donde Tadeus lehabía dicho que encontraría a Isabel. Perocomo condición para verla se le impone laescena de tener que ganarle al billar alMaitre. Tenía que lograr una jugada muydifícil, y es entonces tentado a apostar porel Maitre. “Aquella parábola imposible que

tenía que conseguir en el billar era la misma parábola que estaba lle-vando a cabo esa noche, y así hice una apuesta conmigo mismo, aun-que no era exactamente una apuesta sino un conjuro, un exorcismo,una petición al destino, y pensé: si lo consigo Isabel aparecerá, si nolo consigo, no volveré a verla nunca más”.Trasponiendo otra vez el sudor y la angustia, gana la partida y lamujer aparece. Después de este encuentro sin palabras, ya estiempo de verse con el poeta. Al concluir la cena vuelve a des-pertarse en la quinta, debajo de la morera. “Buenas noches, dije,o mejor dicho, adiós. ¿A quién o a qué estaba diciéndole adiós? Nolo sabía bien, pero era lo que me apetecía decir en voz alta. Adiós ybuenas noches a todos, repetí. Recliné la cabeza hacia atrás y me pusea contemplar la luna”.El personaje despertó para decir adiós a la Mujer y al padre, ypoder así pasar a otra cosa. Del tormento de la tentación y elremordimiento, escrito como la culpa del herpes zoster, que lo vahaciendo derivar entre los vivos y los muertos que viven aúncomo el Otro que lo reclama en esa zona intermedia entre elsueño y la pesadilla —con su consistencia alucinatoria—, al tra-bajo del inconciente —la escritura que procede por un decir quese le impone— logrando anudar estos goces con el real que por-tan. Se hace posible así, despertar y pasar a otra cosa. Como enla experiencia del análisis.

Las imágenes que ilustran esta edición de Encuentros reproducen óleos y dibujosdel artista plástico argentino Sergio Leva <www.tallerleva.blogspot.com>, aquien agradecemos el habernos facilitado el acceso a sus trabajos. La portadareproduce un afiche de Beatriz Aurora, artista plástica chilena. Destacamos lacolaboración de Sofía Loviscek, quien fotografió las obras utilizadas.

CONSEJO DIRECTIVOPresidente Lic. María de las Nieves Ruiz

Vicepresidente Lic. María A. Rodríguez Caillaud

Secretario General Lic. Héctor D. Caride

Tesorera Lic. Laura E. Hernández

Protesorera Lic. Elsa Inés Vorro

Secretaria de Actas Lic. Liliana Macrina

Vocales Titulares Lic. María R. Vázquez

Consejeros Suplentes Lic. María. F. GamalloLic. Marcela I. Kohan

Lic. Adriana M. CuelloLic. Mariángeles Morales

Lic. Antonela BaffigiLic. Darío A. Groel

TRIBUNAL DE DISCIPLINAPresidente Lic. Osvaldo Staub

Vicepresidente Lic. Adrián Omar Mamud

Secretaria Lic. Alicia Martha Rossi

Vocal I Lic. Susana Beatriz Muro

Vocal II Lic. Graciela Cristina Berlini

Vocal Suplente I Lic. Marta Graciela Parisi

Vocal Suplente II Lic. Susana A. Domínguez

Vocal Suplente III Lic. Valeria M. Barrionuevo

EENNCCUUEENNTTRROOSSAño XVIII - Nº 29-30 - Noviembre de 2009

Dirección y Coordinación Editorial

Lic. Tatiana [email protected]

Comité de Lectura

Lics. Isabel Baccino y Marité Ferrari

Redacción y Administración

Rivadavia 154 - 3er Piso –1642– San IsidroTelefax 4732-2050 - [email protected]

•Diseño, diagramación y fotocromos

Josefa La PortaTelefax 4664-1788 - 15-6003-4821

[email protected]

•Impresión y encuadernación

Mariano MasPerú 555 - Capital - Telefax 4331-5762/4

[email protected]

•Registro de la Propiedad Intelectual Nº 094712

COLEGIO DE PSICÓLOGOSD E L A P R O V I N C I A D E B U E N O S A I R E S

D I S T R I T O X V

EN CUEN TROS ofre ce a los psi có lo gos y otros pro fe sio na les re la cio na doscon el mun do de la cul tu ra un es pa cio pa ra la ex po si ción del tra ba jo y lapro duc ción, que su po nen un apor te va lio so pa ra nues tra ta rea y la po si bi -li dad de man te ner abier to un de ba te en ri que ce dor en tre las dis tin tas co -rrien tes. En con se cuen cia, las no tas fir ma das no ne ce sa ria men te re pre -sen tan la opi nión de la di rec ción de la re vis ta, ni de las au to ri da des de laIns ti tu ción. Se au to ri za la re pro duc ción to tal o par cial del ma te rial que sepu bli ca, con la con di ción de que se men cio ne cla ra men te su pro ce den cia.

• EDI TO RIAL1 Encuentros . Desencuentros . Reencuentros - Lic. Tatiana Reitman

• AC TUA LI DAD2 Sembrando vientos… recogeremos tempestades - Lic. Mónica Blumenkranz6 De la dignidad del sujeto y cómo sostenerla en tiempos de indignidad -

Lic. Marité Colovini12 La Dignidad del Sujeto: Palabra, Cuerpo, Goce - Lic. Tatiana Reitman18 El nuevo uso de los placeres – Dr. Néstor A. Braunstein

• JOR NA DAS DE NUES TRO DIS TRI TO

III JORNADAS DE PSICOLOGÍA EDUCACIONAL 200724 Jugar en la pantalla: identidad y lazo social cibernético - Lic. Patricia

Mariel Paluch31 Desde el Malestar en la Cultura, los Padecimientos Actuales - Lic. Clau-

dia Cobach34 Abordaje de Problemáticas Sociales en la Escuela - De la Emergencia a la

Prevención - Lics. Silvia Coppolillo y Marta Romero38 La Mirada en la Elección Vocacional – Lic. María del C. Domínguez

ENCUENTROS CON NIÑOS I – II - III42 Cuerpo y transmisión - Lic. Alejandro Varela47 Acerca de Niños – Cuerpo y Transmisión – Lic. Norma Manavella53 Tropiezos y atajos en la constitución subjetiva - Dr. Juan Vasen59 Obstáculos en la constitución subjetiva – Lic. Patricia Werfel65 La dimensión de lo lúdico - Lic. Giselda Batlle72 Estructuras Clínicas en la infancia - Lic. Graciela Berraute

• CLÍ NI CA Y TEO RÍA

TERAPIA SISTÉMICA

78 Amor En Pareja - Amores De Pareja - Lic. Jorge Moreno

84 Hijos y Divorcio (Una mirada preventiva) - Lic. Mabel De Dionigi

TERAPIA COGNITIVA CONDUCTUAL

88 Terapia Cognitiva: Mito y Realidad - Lics. Eduardo Bunge y RicardoRodríguez Biglieri

92 Diagnóstico y tratamiento de la depresión en la niñez y adolescencia –Lics. Eduardo L. Bunge, María Susana Mosquera, Natalie Soto, MónicaFalabella, Javier Labourt y Raúl Borgialli

PSICOANALÍTICA

100 Reflexiones acerca del dispositivo de Hospital de Día - Desde una pers-pectiva psicoanalítico-institucional – Lic. Néstor Rivero

103 El Saber Inconsciente y lo Real - Reflexiones clínicas - Lic. Stella M. Formica106 Mateo, el arreglador de plasticolas - Lic. Carolina Regina Angelucci109 El culto estético de la muerte - Lic. Natalia D. Schaposnik113 Otra lectura de los síntomas - Lic. Alejandra Calderón116 Desde el torbellino pulsional hacia una apuesta ética - Lic. Leticia Gianolini119 Del Principio Moral a la Dignidad del Sujeto - Lic. Victoria Maciel122 “… Antes que nos disolvamos…” - Lic. Osvaldo Meira124 “Réquiem” de Tabucchi: una metáfora de la experiencia del análisis - Lic.

Marité Ferrari