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http://www.fabiozerpa.com.ar/ElQuintoHombre/art_2003/ junio03/Esoterismo_27.html LA MASONERÍA - NOTA I Una investigación de C.A.E.F.A. Para entender esta organización transcultural como un “misterio” debemos ubicar la francmasonería en un nuevo marco del pensamiento renacentista haciendo una lectura psicológica de la estructura simbólica de la masonería. Puesto que la masonería tiene unas características propias de cada país que refleja el temperamento nacional, elaborar un tratado completo sobre la materia seria una empresa enormemente compleja. Para facilitar la tarea será necesario centrar nuestra atención en una forma concreta de la simbología masónica: utilizaremos la empleada por la Gran Logia Unida de Inglaterra. Es una forma fácilmente comprensible, muy extendida por todo el mundo; y es también bastante característica del ritual tal y como se manifestó en otros lugares, concretamente en el Oficio de América. Ya que todas las grandes logias preservan de tal modo universal los principios universales de la masonería, los lectores familiarizados con la simbología masónica que se utiliza en el continente europeo y en otras partes del mundo no tendrán ningún problema a la hora de relacionar nuestros descubrimientos con su propia experiencia. Nuestra “psicología masónica” será una psicología de desarrollo porque el crecimiento estaba implícito en el paradigma organizativo del Renacimiento, y estará orientado hacia la deidad. A este respecto, aunque utilizaremos mucha terminología moderna, nuestras ideas contrastaran con la psicología de hoy, que esta basada, con algunas notables excepciones, en los supuestos materialistas de la ciencia del siglo XX. Comenzaremos definiendo la estructura dentro de la que opera la francmasonería, un marco muy diferente del materialismo que caracteriza a nuestra sociedad industrial. La francmasonería presupone el sistema metafísico que vimos encarnado en el plano de la catedral gótica. Describe la metafísica considerando la “regular progresión de la

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Notas sobre los masoneria

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http://www.fabiozerpa.com.ar/ElQuintoHombre/art_2003/junio03/Esoterismo_27.htmlLA MASONERÍA - NOTA I

                                                       

Una investigación de C.A.E.F.A.

Para entender esta organización transcultural como un “misterio” debemos ubicar la francmasonería en un nuevo marco del pensamiento renacentista haciendo una lectura psicológica de la estructura simbólica de la masonería. Puesto que la masonería tiene unas características propias de cada país que refleja el temperamento nacional, elaborar un tratado completo sobre la materia seria una empresa enormemente compleja. Para facilitar la tarea será necesario centrar nuestra atención en una forma concreta de la simbología masónica: utilizaremos la empleada por  la Gran Logia Unida de Inglaterra. Es una forma fácilmente comprensible, muy extendida por todo el mundo; y es también bastante característica del ritual tal y como se manifestó en otros lugares, concretamente en el Oficio de América. Ya que todas las grandes logias preservan de tal modo universal los principios universales de la masonería, los lectores familiarizados con la simbología masónica que se utiliza en el continente europeo y en otras partes del mundo no tendrán ningún problema a la hora de relacionar nuestros descubrimientos con su propia experiencia. Nuestra “psicología masónica” será una psicología de desarrollo porque el crecimiento estaba implícito en el paradigma organizativo del Renacimiento, y estará orientado hacia la deidad. A este respecto, aunque utilizaremos mucha terminología moderna, nuestras ideas contrastaran con la psicología de hoy, que esta basada, con algunas notables excepciones, en los supuestos materialistas de la ciencia del siglo XX.

Comenzaremos definiendo la estructura dentro de la que opera la francmasonería, un marco muy diferente del materialismo que caracteriza a nuestra sociedad industrial. La francmasonería presupone el sistema metafísico que vimos encarnado en el plano de la catedral gótica. Describe la metafísica considerando la “regular progresión de la ciencia desde el punto a la línea, de la línea a la superficie, de la superficie al sólido”. Esta idea, tomada del ritual del Segundo Grado, es en realidad el mecanismo neoplatónico que usa un lenguaje matemático para describir el proceso por el cual la deidad dota de existencia al universo. Desde esta perspectiva geométrica, el proceso se inicia con un punto como elemento fundamental: el punto se mueve, y al hacerlo genera una línea; la línea se mueve en una dirección no paralela a sí misma y genera un plano (superficie); el plano, moviéndose de igual manera, genera un sólido.

Las características geométricas de esta sucesión de figuras son tales que cada acción confiere existencia a un objeto que pasee características propias, pero que también contiene –e incluye sus características- el objeto que lo generó. Así, por ejemplo, el sólido, que está definido por las reglas de la geometría tridimensional, contiene el plano del que procede, y las leyes de la geometría sólida son las de la geometría del plano con alguna complejidad añadida. Los neoplatónicos utilizaban este idioma geométrico para describir el proceso mediante el cual la divinidad (el punto, la esencia y fundamental fuente de todo) se proyectaba en la existencia a través de los niveles progresivamente más complejos del espíritu (la línea), la psique (superficie) y finalmente la materia (sólido). Cada uno de estos “mundos” contiene en sí mismo el nivel siguiente del que

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procede: esta misma historia la encontramos en la interpretación mística del Génesis cuando dios “crea” el mundo del espíritu (capítulo I); “forma” el mundo de la psique (capítulo II) y, finalmente, expele (proyecta) a Adán y Eva al mundo físico mediante el proceso de la encarnación. Como podemos ver se trata del mismo esquema que está implícito en el plano de la catedral y también la misma jerarquía que observamos en toda la ”dimensión de la conciencia” que imaginaron los sabios del Renacimiento. Son sin duda las bases de casi toda la filosofía occidental anterior al siglo XIX. En el contexto de este esquema, las ciencias físicas, que surgieron durante la última parte del Renacimiento, se ocupa de lo sólido, del mundo físico, y aún hoy casi todos sus practicantes ignoran o niegan la existencia de todos los demás niveles de progresión.

Esta imagen evoca los sentimientos del candidato cuando vislumbra por primera vez el interior de una logia masónica. Los diferentes símbolos de la francmasonería se han

reunido no para aportar material para el análisis sino para proporcionar una perspectiva para una tranquila reflexión y meditación sobre los principios filosóficos

del sistema masónico (pintura de Gideon Hausmann, 1971).

 La francmasonería se ocupa de la superficie, esto es, de la psique; pero, a diferencia de la ciencia contemporánea, no ignora las otras partes del sistema metafísico. Por el contrario la francmasonería se basa en la premisa de que el individuo que explora su psique puede y debe comprometerse y dejarse guiar por su dios y desarrollar su papel activo en el mundo físico. Esta es la razón por la que la creencia en un ser supremo sea un prerrequisito para ser miembro de la Orden y de que se inste a sus miembros a profesar diligentemente sus respectivas religiones. Más allá de esta exigencia fundamental, la naturaleza del dios del masón, sus libros sagrados y su forma de culto no son asunto del Oficio.

La francmasonería concibe que el ser humano posee un cuerpo, un psique/alma, un espíritu y un contacto con su divina fuente. Supone que la psique humana también contiene cuatro niveles que reflejan esa estructura mayor de cuatro niveles. En términos específicos representan la psique mediante el Templo de Salomón, que describe como un templo de tres pisos dentro del cual se puede tener conciencia de la presencia de la divinidad. Dibujaremos una línea paralela entre estos tres pisos –el patio, la cámara central y el sanctasantórum- u los tres niveles del modelo psicológico de la conciencia de Jung, la conciencia individual, el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. No debería sorprendernos encontrar estos y otros paralelismos entre estos dos sistemas.

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Después de todo, son estudios sobre la misma cosa que se han realizado en dos períodos diferentes de nuestra cultura, separados trescientos años uno del otro.

El candidato a masón es introducido en este templo de tres plantas por medio de la participación de las ceremonias de los Tres Grados, gracias a las cuales avanza en su grado titular desde su inicio como Aprendiz, pasa por el grado intermedio de Compañero, hasta el grado final de Maestro Masón. Este proceso suele realizarse en un periodo de pocos meses. Si desea practicar la masonería como un Misterio, como un medio de desarrollo psicológico, el nuevo Maestro Masón pasará muchos años considerando las implicaciones de la simbología del Oficio y observando el modo en que sus principios rigen su vida. Si persevera, recapitulará –en los acontecimientos de su experiencia cotidiana- el progreso del ritual que realizó a través de los grados simbólicos, y con estos medios conseguirá con el tiempo esa clase de madurez psicológica que implica su título de Maestro Masón. Es una larga y ardua tarea, es la labor de toda una vida.

Cuando el candidato ha sido admitido en la francmasonería, la ceremonia de iniciación se lleva a cabo en una logia del aprendiz que se celebra, en sentido metafórico, en el patio del Templo de Salomón. El patio representa esa parte de la psique que esta en íntimo contacto con el mundo material. Es, utilizando los términos del Jung, la conciencia individual. Aunque el Primer Grado y su obra se encuentran completamente relacionados con el patio, el candidato le informa que existen dos pisos superiores en el templo que podrá explorar a medida que avance en su Oficio. Esos pisos superiores reservados a los hermanos de rango masónico más alto, representan el inconsciente del candidato, y este símbolo nos da una explicación del tal mal comprendido tema del secreto masónico. El Oficio presenta el inconsciente como un cuerpo de material considerado “secreto”. A medida que el candidato avanza en el rango masónico –símbolo de que es un desarrollo psicológico progresivo- esos “secreto” son revelados en los sucesivos grados que representan la penetración en el inconsciente característica de la madurez individual.

LA MASONERÍA - NOTA II

                                                       

Una investigación de C.A.E.F.A.

Cuando el candidato ha llegado al Segundo Grado, en la ceremonia de paso es conducido a la Logia de los Compañeros, situada, en sentido figurado, en la cámara central del Templo del Rey Salomón. La cámara central del templo alegórico representa el alma, que posee muchas características del inconsciente personal (utilizando de nuevo la terminología de Jung) y cuando mire la simbología de la logia del Compañero verá que ese trabajo en el Segundo Grado entraña un serio trabajo psicológico. Siguiendo por el momento con la terminología Jung, la logia del Maestro Masón representa un nivel que corresponde de un modo general al inconsciente colectivo. Esta logia se encontrará "en la puerta de acceso hacia el sanctasanctórum", que se entiende como una parte de la psique que está en intimo contacto con el espíritu de modo similar a la forma en que el patio esta conectado con el cuerpo. Finalmente, trabajando en el seno de la estructura psicológica, especialmente en los niveles elevados, se puede ser consciente de la presencia de la divinidad.

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Dentro de la logia masónica, que es una representación física de la estructura alegórica que hemos escrito anteriormente, existe siempre un símbolo compuesto llamado las Tres Grandes Luces, integradas por el "volumen" de la Ley Sagrada, la "escuadra" y el "compás". Algunos de estos objetos tienen más de un significado en la simbología del Oficio, pero en este símbolo fundamental representan los tres niveles superiores de la estructura metafísica del individuo. La escuadra representa la psique, el compás el espíritu y las Sagradas Escrituras representan la divinidad, la fuente divina a la que se acogen. Las variadas configuraciones en que se presentan objetos en cada grado describen hasta qué punto la psique de un individuo está bajo la influencia de su espíritu, aunque todas las configuraciones hacen hincapié en el hecho de que el individuo, igual que todo el universo, tiene su origen fundador en la deidad que sostiene la estructura completa.

Las Tres Grandes LucesLas herramientas de la logia son el "volumen" de la Ley Sagrada, la escuadra y el

compás. En conjunto se conocen como las Tres Grandes Luces, y ninguna logia puede trabajar sin que estén expuestas. En los países cristianos el volumen de la Ley Sagrada suele ser la Biblia, pero conforme nos acercamos al Este es corriente encontrar logias que muestran el Corán, la Torah, el libro de los Vedas, el Zend-Avesta o cualquier otro texto sagrado que refleje la creencia religiosa de los hermanos que componen la logia.

Aunque el nuevo masón debe realizar sus actividades sólo en el patio -su consciencia individual del mundo físico- se le enseña un número de principios mediante los que, de acuerdo a los "Misterios", el universo (y su propia psique) opera, y considerando estos principios podemos obtener alguna pista sobre la dinámica de la psique como la representa el Oficio. El Cuadro del Primer Grado es un dibujo que, en principio, parece ser una colección heterogénea de símbolos masónicos, pero que es realidad una pintura integrada que se utiliza para ilustrar el funcionamiento de los principios universales. Examinaremos los principales.

Los ornamentos de la logia son el "pavimento cuadrado", el "borde dentado" o de mosaico y la "estrella flamígera", que algunas veces se presenta como Gloria. Todos juntos describen lo que podríamos llamar la Ley de la Unidad. La estrella flamígera o Gloria representa el universo relativo completo tal y como es en realidad -desde el punto de vista de la deidad -, una manifestación única consistente y gloriosa de la deidad. El pavimento cuadrado representa el universo tal y como se presenta ante nosotros, que

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estamos encarnados en un mundo físico; el blanco y el negro se alternan, activo y pasivo, fácil y difícil, complementarios en el mejor de los casos, opuestos a menudo. Pero la característica de un pavimento cuadrado es que las piezas individuales se unen para formar un todo único e integrado, el pavimento mismo. Esta noción será reforzada por el borde, que rodea todo como una única entidad, un sistema interactivo y único en el que cada elemento está relacionado y afecta a los demás.

La Ley de la Dualidad está representada en el Cuadro del Primer Grado en varios niveles diferentes. En el nivel más general (el del espíritu) aparecen el sol, la luna y las estrellas. El luminoso y ardiente Sol y la suave, pálida y cambiante Luna son antiguos símbolos de la complementariedad, y quizá las presentaciones simbólicas fundamentales de ese principio que se repiten los cuadros blancos y negros del pavimento en el nivel más detallado y materialista. En el nivel intermedio de la psique la idea de dualidad está expresada por las columnas dóricas y jónicas; forman parte de una idea más compleja que veremos a continuación. La Ley de Dualidad también está representada en términos del ser humano individual por las dos líneas paralelas que delimitan el "punto en el interior del circulo". Los trabajos ingleses hablan de Moisés (el profeta) y Salomón (el legislador), papeles que expresan la idea de exuberancia y restricción. La noción de complementariedad es aún más obvia en el uso americano, donde las líneas paralelas están asociadas con San Juan Bautista (a mediados de verano) y San Juan Evangelista (a mediados de invierno). El principio de Dualidad establece que cuando se percibe una cosa de modo tal que pueda existir independientemente de su fuente divina, su complemento también parece existir para proporcionarle equilibrio. La colocación de los símbolos de dualidad en varios niveles del cuadro es una advertencia de que el fenómeno de la dualidad y el potencial de la polarización y la oposición se desatan tan pronto como se presente cualquier intento de separación procedente de la totalidad de la divinidad; por ello esto es un principio que está relacionado con todo el mundo psicológico.

El principio mencionado en los antiguos textos masónicos como la "regla de tres" esta claramente representado en el Cuadro del Primer Grado por tres columnas, que son uno de sus más destacados protagonistas. Sus diferentes estilos arquitectónicos transmiten la idea (utilizando una máxima tomada de Vitruvio) de que hay tres "agentes" que abarcan todos los niveles de la logia/psique: Un agente activo, exuberante, creativo y expansivo (la columna corintia); un agente pasivo, reflexivo, tradicional y restrictivo (la columna dórica); y un agente equilibrado, consciente y coordinado cuya obligación es mantener a los otros dos en un equilibrio dinámico (la columna jónica). Este concepto destacará soberanamente en la discusión de la obra masónica.

La logia, como hemos visto, tiene cuatro niveles, y estos se reflejan en el cuadro. El pavimento cuadrado representa el patio, en íntima relación con el mundo físico. La zona media -denominadas por las columnas- representa la cámara central del alma, la esencia de la psique; los cielos remiten a la puerta de acceso, en íntimo contacto con el espíritu. El cuarto nivel, la divinidad misma, está representado por la Gloria, situada en el centro del cuadro.

Los puntos cardinales de la brújula situados al borde del Cuadro definen la dirección Este-Oeste, que tiene una considerable importancia en la simbología del Oficio, como vamos a ver. Es la dirección de la "dimensión de la consciencia" que, como apuntábamos antes, es la materia de estudio del misticismo del Renacimiento.

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La escalera de Jacob, que aparece en el Cuadro del Primer Grado, muestra un camino en dirección Este-Oeste. Este símbolo, representa los niveles jerárquicos de la consciencia, tiene varias formas. Por el momento será suficiente reseñar que la escalera tiene tres peldaños principales: La fe, la esperanza y la claridad. Estas tres representan los estados de animo de los individuos en cada uno de los Tres Grados; la fe para el aprendiz, que ignora la naturaleza de la cosa a la que aspira y debe confiar en aquellos que le enseñan; la esperanza para el miembro, que puede visualizar buena parte de la naturaleza del impulso que le lleva a anhelarlo; y la claridad para el Maestro Masón, que ha conseguido su meta y es capaz de educar a los más jóvenes.

 

LA MASONERÍA - NOTA III

                                                       

Una investigación de C.A.E.F.A.

La estructura simbólica que analizamos constituye la introducción general a la metafísica que se le da al Aprendiz, el nuevo estudiante de los Misterios, al comienzo de su carrera en la masonería. Es una representación del mundo psicológico como un todo y una descripción general del ámbito de la obra masónica. Antes de considerar la naturaleza de la obra que debe cumplirse en términos de desarrollo psicológico en cada grado hay un grupo más de símbolos que hemos mencionado de soslayo que demanda nuestra atención. Se trata del punto dentro de circulo cercado por dos líneas paralelas, el volumen de la Ley Sagrada y la representación de la escalera de Jacob.

Estos objetos suelen aparecer juntos, incluso en los cuadros más antiguos; y deben interpretarse como un símbolo único. En conjunto representan a un ser humano individual en el seno del mundo psicológico. Las dos líneas paralelas que simbolizan los principios activos y pasivos representan en el individuo esas mismas cualidades exuberantes y restrictivas presentes en las columnas corintias y dóricas que representan el mundo psicológico en libertad. La función equilibradora corre a cargo de la "columna de la consciencia", representada en el mundo psicológico por la  columna jónica, y en la psique del ser humano individual por la escalera con sus tres peldaños principales: fe, esperanza y claridad. Estas tres divisiones sugieren que la psique individual tiene tres niveles importantes (que corresponden a los tres grados). El círculo, confinado entre las líneas paralelas, y el volumen de la Ley Sagrada representan el radio de consciencia del individuo cuando comienza su trabajo, e indican que en ese estadio de desarrollo  sólo se es capaz de percibir el símbolo de la deidad (el volumen de la ley sagrada). La escalera que sube desde el pavimento cuadrado, situado al Oeste, a la Gloria, situada en el Este, sugiere que mediante la aplicación del conocimiento se puede llegar a ser consciente de la propia deidad.

Los principios mencionados más arriba definen el modelo masónico de la psique. El masón que entiende el Oficio como un modo de crecimiento personal conoce estas ideas primero como conceptos intelectuales, y luego, con la práctica, llega a tener consciencia de su realidad a través de su experiencia en curso de su actividad diaria en el mundo físico. Esto es, de hecho, un enfoque muy antiguo del desarrollo individual. Está basado en la idea de que si uno hace un esfuerzo real por comprenderse a uno mismo, sus

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motivaciones y comportamiento, la deidad (o sus agentes) proporcionará las experiencias que facilitará ese aprendizaje. Durante la ceremonia de iniciación se dice al candidato "... sin descuidar los deberes cotidianos del lugar que ocupas en la vida, debes avanzar diariamente en el conocimiento masónico"; una instrucción clara para el candidato que debe observar lo que pasa en su vida, interpretarlo en el contexto de la simbología del oficio y aprender de la experiencia. Se le introduce de modo simbólico una clase de acontecimientos que puede afrontar recurriendo a esos dramas rituales llamados los Tres Grados.

Cuadro del Primer GradoLos cuadros son ayudas visuales que ilustran los principios que se enseñan en cada grado. El Cuadro del Primer Grado respresenta,mediante una simbología muy depurada, al ser humano individual

y el lugar que ocupa en los Cuatro Mundos.

 

PRIMER GRADO - APRENDIZ.

Cuando el candidato es admitido en una logia masónica, su condición de Aprendiz viene representada por la "piedra bruta", el primero de un conjunto de tres símbolos que el Oficio llama las tres Joyas Inmutables. Un sillar es una piedra para la construcción; un sillar en bruto es una piedra que todavía no se le a dado la forma que requiere el lugar que ocupa en la estructura. La francmasonería considera la humanidad como un "templo de Dios"; y es exactamente esta evidente coincidencia - se espera que el candidato utilice las experiencias de su propia vida para trabajar en sí mismo y transformarse en una piedra adecuadamente "desbastada" que ocupe su lugar único en ese templo- la que se persigue. Sin embargo, el símbolo sugiere mucho más. La piedra bruta es una piedra individual, una piedra que ha sido arrancada de la roca. En términos humanos representa

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al ser humano individual. Ahora bien, una persona puede, si es eso lo que elige, considerarse esencialmente un ser miembro de un grupo o sociedad que no ejerce un control personal sobre sí mismo; se desarrolla dentro de ese grupo o sociedad, se apoya en ella, acepta sus valores como propios, y las experiencias de su vida son las de los miembros de la sociedad. Esta persona es como la piedra de la construcción que todavía no se ha arrancado a la roca, una parte de la masa general.

Al participar en la ceremonia del Primer Grado, el candidato recibe de modo simbólico una mirada en el interior de la naturaleza de su propia psique. Si conduce una seria atención al trabajo de la logia y trata de comprenderla del modo que ya hemos mencionado, tarde o temprano llegará el momento en que de "todo se unirá" y verá que todo su interior es una representación de la simbología. Cuando haya mirado de esta manera, cuando haya tenido la experiencia real (no simbólica) que le indique que el es un individuo con responsabilidad individual sobre sus actos y sobre las situaciones en que se encuentre. El material que constituye el Primer Grado estimula al candidato a mirar en el interior de sí mismo y de los trabajos de la psique, y esta es la razón por la que uno debe querer ser miembro de la masonería. Nadie debe asumir esa clase de responsabilidad hasta que se sienta preparado para hacerlo.

La responsabilidad individual por los actos de cada cual es un concepto que se desarrollará a medida que el candidato progrese en los grados, y aquí, al comienzo de su carrera masónica, el candidato recibe una indicación de cómo se llevará a cabo ese desarrollo. Dentro de la logia existen siete Oficiales; cuando la logia se considera un modelo de la psique, estos siete Oficiales se identifican con los siete niveles de la conciencia. Esta idea se desarrolla más ampliamente en el Segundo Grado, pero en la Apertura del Primer Grado se nos dice que el Guarda Interno debe estar "bajo el mandato del Primer Vigilante". El Guarda Interno, como veremos luego, presenta el nivel de la conciencia que hoy se llama "ego", y el ritual dice que el Aprendiz debe colocar su ego bajo el control de algún agente del interior de su psique  llamada el Primer Vigilante, que es similar al "yo" en la terminología de Jung. En otras palabras, el establecimiento de esta "relación de mando" se refiere a un proceso similar al surgimiento del arquetipo del yo. Examinando esta noción podemos hacernos una idea de la naturaleza del trabajo masónico.

Mucha gente piensa que la consciencia del ego son ellos mismos, antes de ponerla bajo el control del yo  deben reconocer primero que el ego no son "ellos", sino un nivel de su conciencia que deben utilizar. Ahora el ego tiene acceso a una serie de formas de trabajar; y el sistema masónico tiene tres: actuar, pensar y sentir, representadas por medio de sus rituales, sus lecturas y sus oraciones. Al participar en estas actividades y observar su proceso mental al mismo tiempo, el individuo ve como funciona su ego y lo identifica como algo que le pertenece. Además puede observar a las personas y a las distintas imágenes que establece el guardia interno/ego para relacionar al individuo con el mundo en las diferentes situaciones sociales de su vida. Y lo que es más importante, al "mirar en el interior", a menudo en busca de una percepción de su estado interno, se percata de la existencia del Primer Vigilante / yo y del hecho de que, si escucha, tendrá acceso a una excelente orientación. Al principio esta orientación se manifiesta como una "corazonada"; con la practica puede depurarse hasta convertirse en una facultad fiable. Esta "relación de mando" entre el Guarda Interno y el Primer Vigilante recibe el nombre de "camino de la Honestidad" en algunas tradiciones, por que su establecimiento exige no sólo que el candidato "se pregunte para sus adentros", sino también que sea

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escrupulosamente honesto consigo mismo. Tal honestidad le lleva a examinar su consciencia y a empezar a cuestinarse el comportamiento habitual de toda su vida. Establecer esta "relación  de mando" entre Guardia Interno y Primer Vigilante, sacar a flote el yo y volver hacia él en busca de una orientación es unos de los trabajos más importantes del Aprendiz.

Otra de sus tareas principales consiste en equilibrar la parte de la psique que está en contacto con el mundo físico. Ahora ya hemos visto nuestro análisis de las Tres Columnas del Cuadro que hay tres principios que funcionan en todos los niveles de la psique en forma de funciones activas y pasivas equilibradas por los actos de la consciencia. Estas funciones están representadas en cada uno de los grados por las herramientas de trabajo necesarias para la tarea de cada nivel, y en el "patio" esas herramientas de trabajo son herramientas de acción. Describen esas funciones psicológicas íntimamente relacionadas con el mundo físico. Las herramientas de un aprendiz son: el mállete, una herramienta de fuerza activa que nosotros equiparamos con la capacidad psicológica de experimentar la pasión, y que simboliza la alegría, la furia, el compromiso serio, etc.; el escoplo, una herramienta pasiva y restrictiva -recibe los golpes del mállete y los dirige en una dirección muy concreta -, que podemos equiparar a la capacidad de análisis, clasificación, cálculo, y pensamiento racional; y el gramil de veinticuatro pulgadas, un instrumento para medir que dirige y equilibra las otras dos funciones. Las veinticuatro pulgadas aluden al tiempo, y puede que un pasaje bíblico nos ayude a perfeccionar esta idea "... hay una estación para todas las cosas..." El gramil de veinticuatro pulgadas representa la capacidad de la conciencia para identificar la función psicológica adecuada a cada momento.

Equipados estos conceptos, el individuo se compromete en primer lugar a tomar conciencia de las tres "herramientas" (esto es, de las capacidades que representan) en su estructura psicológica, luego a someterlas al control de la consciencia y finalmente mantenerlas en equilibrio. Lo hacen "sin descuidar los deberes cotidianos del lugar que [él] ocupa en el mundo", o sea, aplicando los conceptos a los acontecimientos diarios de su propia vida. Como podrá reconocer cualquiera que se haya esforzado por aceptar un carácter violento o uno obsesión duradera, el asunto de someter las herramientas de trabajo y de análisis y de la pasión a un control consciente supone un duro y considerable trabajo, y confiere un cierto realismo al término "obra masónica". No obstante, si persevera, la persona que trabaja en este sentido comienza a reconocer que reacciona ante los acontecimientos cada vez con menos frecuencia y, por el contrario, se sorprende a sí mismo seleccionando sus acciones de entre un repertorio de respuestas cada vez más amplio.

Esta elección tan importante es el comienzo de lo que el individuo bien puede llamar "mi voluntad"; y con esa capacidad para una mayor elección llega el momento de elegir egoístamente, de modo malévolo y destructivo, y la responsabilidad de elegir líneas de comportamiento constructivas e integradoras. Hay una parte de la ceremonia de los grados primero y segundo en la que al candidato se le exige que refiera una pequeña parte del ritual de los vigilantes. Este "examen ante los vigilantes" representa el proceso interior de la consciencia mediante el cual se guía y estimula al individuo en trance de desarrollo limite voluntariamente su emergente capacidad de elección. Este proceso de auto disciplina exige en general que el individuo considere sus motivaciones, y puesto que estas suelen ser inconscientes, el esfuerzo conduce con toda naturalidad al Segundo Grado.

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LA MASONERÍA - NOTA IV

SEGUNDO GRADO - COMPAÑERO

Puesto que la simbología del Oficio comprende una psicología del desarrollo, se supone que el paso hacia el Segundo Grado continua de manera natural como resultado del progreso realizado en el Primero. Esta madures natural que esta relacionada con el surgimiento del yo se refleja en la simbología masónica mediante la comparación del nuevo Compañero con una espiga madura de maíz. El aprendiz, que controla la parte más profunda de su psique y cuyo Primer Vigilante/yo se ha tornado activo, ha madurado hasta llegar a un estado en el que se encuentra preparado para examinar los aspectos más interiores de sus procesos de psicológicos. El trabajo a este nivel se desarrolla en una parte de la psique a la que el Oficio se refiere como la cámara central; en muchos sentidos es similar a lo que Jung llamaba el inconsciente personal y lo que tradicionalmente se conoce como el alma.

El planteamiento general del trabajo del Compañero se explica en el Cuadro del Segundo Grado, una visión interior que parece penetrar más profundamente en el templo. El Cuadro del Segundo nivel es un dibujo detallado de una parte del primero, concretamente del punto dentro del circulo cerrado por dos líneas paralelas y de la Escalera de Jacob. En el Segundo Grado las dos líneas paralelas son los dos pilares (identificados aquí con el complementario y el opuesto por la asociación con los Pilares de la Nube y el Fuego del Éxodo y con las esferas terrestre y celestial que los coronan), mientras que la escalera ha sido reemplazada en el Cuadro del Segundo Grado por la escalera caracol. Como la del Cuadro del Primer Grado, esta escalera se extiende en dirección Este-Oeste y define la "dimensión de la consciencia" desde la eternidad hasta la divinidad. La persona que desee practicar e Oficio debe ascender por estos diferentes niveles de consciencia que describe el símbolo. En el cuadro del Primer Grado vimos que la escalera estaba dividida en "tres esferas principales" que correspondían a los tres grados del Oficio y que describían los niveles principales de la consciencia psicológica relacionados con el cuerpo, el alma y el espíritu. La escalera de caracol desempeña una función similar, pero transmite ideas más complejas y las explica con mayor detalle.

La escalera se encuentra entre los símbolos más complicados del Oficio, y estudiar todas sus implicaciones excede nuestro ámbito. En términos generales, la escalera de caracol define los siete "niveles de consciencia", desde la consciencia del cuerpo físico que esta abajo hasta la consciencia del espíritu y la divinidad que esta en lo alto. Si resumimos esta vasta recopilación de ritual y lectura, podemos decir que las escaleras asignan un peldaño o nivel de la consciencia a cada uno de los siete Oficiales de la logia, y cada uno de ellos se asocia con una gran cantidad de literatura clásica relacionada con las Siete Artes Liberales y las Ciencias y las Escuelas Clásicas de Arquitectura. También asocia a los tres Oficiales principales de la logia con los Tres Grandes Maestros que presidían que presidían el edificio del Templo del Rey Salomón: Salomón, rey de Israel, que ideo el proyecto; Hiram, rey de Tiro, que proporcionó los materiales, e Hiram Abiff, el arquitecto principal. Comprenderemos el verdadero alcance de esta conexión cuando analicemos la leyenda masónica del Tercer Grado. De este modo, los siete Oficiales de la logia se consideran representantes de los siete niveles o pisos de la "dimensión de la consciencia" orientada al Este-Oeste, mientras que la simbología de la escalera nos remite a un conjunto de obras que proporcionan información e instrucción sobre cada nivel.

No se puede describir el estado de consciencia en un sentido estricto; no es algo que debe experimentarse, pero podemos vislumbrar muy vagamente la idea de que el Oficio intenta hablar sobre cada uno de los niveles de la consciencia considerando a cada oficial de la logia en el contexto de una de las Siete Artes Liberales y las ciencias.

El Portero o Guarda Exterior esta asociado con la gramática, el arte que establece reglas estrictas para estructurar las ideas de modo que puedan comunicarse y registrarse en el mundo físico. El Guarda Exterior representa la parte de la psique que esta en estrecho contacto con el cuerpo físico a través del sistema nervioso central. Es "guardián" en el sentido de que protege la psique de la saturación de estímulos del mundo físico.

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El Guardián Interno esta asociado con la lógica, el arte que enseña las reglas para el análisis racional; está muy estructurado, pero es enteramente psicológico. Representa lo que la psicología moderna llama el ego, el poder ejecutivo partidario de la actividad psicológica cotidiana que se distingue por su capacidad para formar imágenes mentales. Es el "guardián" en el sentido de que vela por las personas que permiten a su psique relacionarse con el mundo.

El Primer Diácono está asociado con la retórica, el arte que enseña a escribir persuasiva y deslumbrantemente apelando a los sentimientos del lector. El Primer Diácono representa el nivel psicológico de los sentimientos y el humor, un cuidado examen de lo que proporciona una clave en los acontecimientos que ocurren en el inconsciente. La retórica del mundo antiguo, también incluye la instrucción en el arte de la memoria; y el Primer Diácono, que representa un nivel de conocimiento cercano al umbral de la consciencia corriente que tiene que ver con la capacidad para recordar los acontecimientos de la memoria.

El Segundo Diácono esta asociado con la ciencia de la aritmética, disciplina que instruía en la manipulación y representación de las ideas abstractas. El segundo diácono representa el nivel del Despertar. Estar "despierto" quiere decir estar presente en el momento, percibir los acontecimientos cuando tienen lugar tanto en el mundo como en el interior de la propia psique, comprender su alcance y ver las amenazas y oportunidades que suponen.

El Primer Vigilante esta asociado con la ciencia de la geometría, como la define la Segunda Lectura, "una ciencia por la cual descubrimos los contenidos de los cuerpos ilimitados comparándolos con los que ya han sido medidos". El Primer Vigilante es similar al yo, tal y como utilizan el termino los psicólogos seguidores de Jung. La algo obtusa definición masónica de la geometría que acabamos de mencionar arriba, adquiere un segundo significado cuando nos percatamos de que alude al viejo principio de "tan arriba, tan abajo". En el proceso del trabajo masónico el yo surge en la consciencia y luego descubre los elementos del inconsciente mediante la observación de la experiencia diaria.

El Segundo Vigilante esta asociado con la ciencia de la música, que tiene una connotación mucho más amplia y mística para los renacentistas que para nosotros. Como ciencia la música esta basada principalmente en las proporciones entre las frecuencias de cada nota, en la estructuración del tiempo y en la manera en que éstas se combinan para producir determinados efectos. Podemos considerar que el Segundo Vigilante representa el nivel del alma; y la asociación con la música sugiere la obligación que tiene el alma de mantener una relación armoniosa entre todos los componentes de la psique.

El Venerable Maestro está asociado con la ciencia de la astronomía (que sin duda significaba astrología para los autores de la estructura simbólica) puesto que se creía que la observación de los cielos rebelaba las intenciones de la deidad, la astronomía sugiere un nivel de consciencia que puede ver a una escala amplia transpersonal y percibir los designios del plan divino. El nivel de la consciencia representado por el Venerable Maestro guarda una estrecha relación con el espíritu de modo análogo a la relación que mantiene el guardián con el mundo físico.

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Cuadro del Segundo GradoEl Cuadro del Segundo Grado es un dibujo detallado del individuo humano que se encontraba en el Cuadro del Primer Grado. Aquí la escalera de

Jacob aparece como una escalera interior simbólica que el individuo debe subir cuando aparte su atención del mundo físico para examinar la naturaleza de su alma y los trabajos de su propio progreso psicológico.

De este modo, el Cuadro del Segundo Grado y el ritual que lo acompaña (en términos simbólicos) define siete "niveles de consciencia" dentro de la psique que, cuando se han desarrollado y han madurado en su funcionamiento, incluyen un contacto consciente entre la divinidad y el mundo físico.

La escalera caracol está flanqueada por dos columnas. Ya hemos dicho que estas dos columnas son complementarias, activa y pasiva; y el echo de que estén presentes en el Segundo Grado las relaciona de alguna manera con el inconsciente individual. Se afirma que esta echas de cobre, fundidas en el barro de la tierra -característica que las relaciona con el mundo físico- y que son huecas por que contienen los archivos del oficio. Tomada ene su conjunto, la idea de la existencia de un archivo de documentos almacenados en el inconsciente individual y relacionados con los acontecimientos del mundo físico sugiere que las columnas son una representación de la memoria del individuo organizada de tal modo que los recuerdos que reprimen e inhiben se encuentran en un lugar, mientras que los que animan y mueven a la acción se encuentran en otro. Al introducir esta idea en el Segundo Grado, en conexión con la cámara central del alma, la simbología indica que los recuerdos mencionados son una clase determinada y están situados en el fondo del inconsciente, que generalmente son inaccesibles pero que cuando se trabaja en ese nivel de la consciencia se puede disponer de ellos. Estamos trazando sin duda un paralelismo entre el súper ego / ego ideal tal como lo describió Freud o con los complejos emocionales e intelectuales identificados por Jung, clasificados en esta caso en grupos activos y represores.

Los recuerdos de la clase de los almacenados en las dos columnas de Segundo Grado tienen un profundo, aunque inconsciente, efecto tanto sobre los individuos como sobre la sociedad. En el nivel individual imponen y limitan el comportamiento de una persona, mientras que en el nivel social definen los conceptos de moralidad de la sociedad. Un comportamiento reprimido de esta clase es útil (incluso esencial) para permitir que el individuo encaje en una familia y en su circulo social cercano, sobre todo durante la infancia; pero un comportamiento adulto reprimido de esa manara suele ser ingrato, frecuentemente improductivo y algunas veces realmente doloroso. Además los grupos sociales que han definido su moralidad de este modo han entrado a lo largo de la historia en ciertos conflictos con otros grupos similares, conflictos que en general les han abocado al dolor y al derramamiento de sangre.

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La presencia de estas dos columnas de la memoria en el Segundo Grado sugiere que, cuando el individuo asciende por la escalera de la conciencia y actúa sobre el nivel de la cámara central o alma, puede disponer de la información almacenada de estos archivos. Cuando lleva estos recuerdos reprimidos a la consciencia y les otorga el valor que merecen, puede permitirse la carga principal que acarrean al disiparse. Entonces se convierte en recuerdos corrientes a los que puede acudir pero ya no tiene el poder de forzar o limitar el comportamiento. Muy al contrario, el individuo consigue una gran libertad de acción, puesto que se desprende de las obligaciones y restricciones del súper ego y el ego ideal, así como las restricciones de la moralidad convencional. Entonces necesita más criterios básicos para guiar su comportamiento, lo que nos lleva a considerar las herramientas de trabajo del compañero masón.

Las herramientas de trabajo, que se presentan en grupos de tres, se utilizan en la aplicación práctica de la Regla de Tres en el nivel de cada grado. En contraste con las herramientas para la acción del aprendiz, las herramientas del Compañero -la escuadra, el nivel y la plomada- son herramientas para la prueba; y cada una pone a prueba algún criterio absoluto. Es una característica que las hace adecuadas para representar los modelos de moralidad, la preocupación fundamental del Segundo Grado. El nivel se enfrenta al criterio de lo horizontal; y a la vista de su temperamento pasivo, sombrío e inactivo podemos asignarle la función psicológica del "juicio". El uso de una sola palabra par describir la función del nivel es, evidentemente, una simplificación excesiva adoptada por conveniencia; esta herramienta representa en realidad una serie de conceptos relacionados con la restricción, la contención, la limitación, el rigor, la disciplina, la defensa, la decisión y el apoyo. De igual modo la orientación ambiciosa y vertical de la plomada corresponde a los conceptos de la entrega, el perdón, la generosidad, la licencia y la disipación que pueden resumirse en la única cualidad de la "misericordia". Partiendo de la naturaleza de las ideas que hemos asociado con cada herramienta podemos ver que no hay nada bueno ni malo en sí mismo. Cada uno es lo que es; y una vida regida tanto por un exceso como por otro -una disciplina férrea o una libertad incontenida - puede ocasionar serias dificultades. En la práctica el comportamiento moral consiste en mantener el equilibrio apropiado en el "justo" nivel y la "misericordiosa" plomada, y la capacidad individual para mantener este equilibrio con plena consciencia se expresa en la tercera herramienta de trabajo, la escuadra, que de echo define la relación entre el nivel y la plomada.

El Oficio nos dice de este modo que, cuando una persona madura se libera de ciertas restricciones psicológicas arbitrarias impuestas por su educación y su sociedad, y entonces debe buscar los cánones permisivos y restrictivos de la moralidad que se alojan en su alma. Debe aprender a trabajar con ellos, aplicarlos a su vida cotidiana y mantenerlos en equilibrio. El proceso de examen de los recuerdos reprimidos de alguien puede ser, y en general es así, difícil y doloroso. Normalmente existen excelentes razones por las que el material a examen haya sido excluido de nuestra consciencia, y recordarlo requiere gran valor personal. Es el trabajo más duro; es el proceso al cual puede aplicarse con toda razón el término de "obra masónica", y a menudo requiere el apoyo cariñoso de un amigo de toda confianza. En este contexto podemos empezar a comprender el vínculo del amor fraterno y la confianza mutua que la masonería trata de establecer entre sus miembros.

Por contraste, la experiencia concreta de elevarse desde la restricción del material almacenado con las columnas de dos caras y de adquirir nuestros propios cánones de moralidad suele ser una gozosa liberación. Por primera vez se es libre para escoger; y una persona que a trabajado en el nivel de Compañero y ha conseguido aceptar el material obligado y restrictivo de su conciencia puede reivindicar el libre albedrío.

Pero también existe un riesgo; el libre albedrío es una cosa realmente peligrosa. Si el proceso de crecimiento psicológico se considera solo como un desprendimiento de la obligatoriedad y de los cánones convencionales de lo bueno y lo malo y su sustitución por unos cánones personales de moralidad, la persona que trabaja en el nivel de Compañero se convierte en un agente completamente libre, responsable sólo ante sí mismo. El echo de que esta situación pueda conducir fácilmente a la autoindulgencia y al comportamiento oportunista a provocado una seria divergencia entre la francmasonería y las escuelas de psicología basadas en el paradigma de científico del siglo XX. Desde el punto de vista de la francmasonería, este proceso implica mucho más de la simple adquisición del libre albedrío, que ya es importante. Hay que considerar muchas otras cosas, y esas otras cosas se dan a conocer mediante una variedad de símbolos en la cámara central.

El símbolo más relevante de todos es la segunda Joya Inmutable: la "piedra perfecta". La "piedra bruta", como hemos visto representaba al Aprendiz y aludía a su responsabilidad de desbastarla y de refinarse a sí mismo como individuo, pero la piedra perfecta encuentra en la cámara central "para que los artesanos trabajen con sus herramientas". Este estímulo tan importante recuerda al individuo que, aunque ahora es libre para emitir sus propios juicios morales, se espera que contraste sus cánones personales de moralidad con los cánones que la deidad ha colocado en el interior de su alma. La idea es que existe un conjunto de leyes psicológicas que, a pesar de las apariencias, es tan riguroso como las leyes de la física. Históricamente las leyes psicológicas se han fundado en los principios sobre los que se han basado los códigos de la moralidad; y esta es una de las razones por las que la masonería remite con tanta frecuencia a sus miembros a las Sagradas Escrituras. No hay duda de que el ser

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humano es libre de ignorar, si quiere, los criterios de la moralidad que presenta la piedra perfecta; el Oficio señala las consecuencias de esta decisión mediante la referencia del tema de los salarios.

En la estructuración del Templo del Rey Salomón los compañeros masones debían ir a la cámara central para recibir sus salarios, cosa que hacían "sin escrúpulos ni timidez" porque se sabían con derecho a ellos y por "la gran confianza que depositaban en sus empleadores". Aplicar esto a la actividad cotidiana sugiere que las experiencias de la vida son los salarios de cada cual. La presencia del pagador en la cámara central del alma indica que uno recibe lo que merece, no como recompensa o castigos divinos, sino por la resolución de un principio que funciona en el nivel del alma. Además, dice que el pagador es justo, lo que implica, primero, que la situación en la que nos encontramos es la que merecemos (en realidad la resolución del proceso natural que debemos observar y comprender), y que si deseamos cambiar nuestra situación podemos hacerlo cambiando nuestro modo de vivir y actuar.

La idea no es invento de la masonería; las culturas cristianas pueden leerla en la máxima de san Pablo: "recogerás lo que siembres", y en Oriente la encontramos en las complejas doctrinas del Karma. Es de fundamental importancia aconsejar al recién llegado a Compañero que debe contenerse en el ejercicio de la libertad de elección que caracteriza a su nivel de consciencia. Y lo que es más importante, que es la clave de la libertad humana, puesto que hace hincapié en el echo de que el individuo puede y hace determinar su experiencia mediante el ejercicio de la elección en cada situación. Es el primer paso para perdonar a los demás, porque una persona que acepta la responsabilidad de su propia situación no echa la culpa a los otros. Por ello, los salarios representan no tanto una recompensa por el mérito o un castigo por el error como la armoniosa experiencia de vivir dentro de la ley psicológica / moral o la difícil experiencia de tratar de vivir fuera de ella.

El último y más importante de los símbolos que se encuentran en la cámara central es la letra "G" o, en algunas versiones de la simbología, el "ojo que todo lo ve". La letra "G" es la inicial de la deidad, no una representación de la propia deidad sino la ciencia de su nombre. Su presencia en un lugar simboliza que el alma transmite dos ideas: la primera, que nuestros actos son "observados" o "registrados", o de alguna manera incluidos en la fábrica de la existencia con sus inevitables consecuencias para bien o para mal. Segundo, es una representación de la estrella flamínea que vimos en lo alto de la escalera de Jacob en el Primer Grado, pero aquí la encontramos "en el centro del edificio". Su presencia nos dice que trabajando en el nivel del alma se puede llegar a tener consciencia de la presencia de la deidad y orientar a nuestras acciones y aspiraciones hacia ellas. Con esta capacidad para sentir la presencia divina, el Compañero puede apartar la actitud de la fe que le ha guiado como Aprendiz y asumir un concepto positivo de la esperanza, ya que ahora es capaz de vislumbrar su objetivo cuando prosigue las labores que le prepararán para el siguiente paso de su desarrollo.

Los procesos psicológicos del trabajo en el Segundo Grado son difíciles y dolorosos. Sin embargo, si el individuo persevera, se encontrará en el estado de Compañero maduro, en posesión de sí mismo, consciente de sus cánones de moralidad y capaz de ejercer su voluntad libremente. La habilidad para hacerlo es el objetivo fundamental del Segundo Grado, ya que hasta que una persona esté en verdadera posesión de su voluntad no puede rendirla, y avanzar hacia el Tercer Grado requiere exactamente eso.

LA MASONERÍA - NOTA V

                                                       

Una investigación de C.A.E.F.A.

TERCER GRADO - MAESTRO MASÓN.

Es muy difícil interpretar el Grado de Maestro Masón porque el ritual describe un proceso psicológico que sucede muy raras veces en nuestra sociedad, pero cuando

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ocurre es tan intensamente personal que pocos que lo han experimentado están preparados para hablar de ello fuera de su círculo privado. El Tercer Grado transmite una leyenda basada, de una forma u otra, en casi todas las culturas humanas. La leyenda tiene dos aspectos: el primero es un desastre primordial, un acontecimiento catastrófico que supone una pérdida profunda e impone una gran dificultad a todo el género humano: el segundo alude a los medios por los que la pérdida puede transformarse en algo bueno y así pueda restaurarse el feliz y original estado humano. En toda la civilización occidental el primer aspecto de esta leyenda, el del desastre primordial, esta encarnado en la teoría de la "caída del hombre". En nuestra sociedad materialista el libro del Génesis suele interpretarse como una creación del universo físico, a pesar del hecho de que la posición se ha convertido en algo menos defendible después de tantos descubrimientos en las ciencias físicas.

Hemos tocado brevemente una interpretación mística de este texto en el que el Génesis I describe la "creación" del mundo del espíritu y el Génesis II la "formación" del alma y del mundo de la psique. En este contexto, el "caído" y la posterior expulsión de Adán del Edén se refiere al proceso por el que los miembros de la raza humana fueron los primeros a encarnarse por un acto de voluntad divino. Una de las consecuencias de esta encarnación inicial parece ser que los seres humanos, tras haberse encarnado, han perdido la capacidad para  "caminar con Dios" y de ser mantenidos directamente por Dios. En su lugar la humanidad encarnada es "cortada", separada; el individuo encarnado debe mantenerse a sí mismo "con el sudor en la frente". Adaptando esta idea a los términos contemporáneos, podríamos decir que en su estado original (esto es, antes de que la raza apareciera en la tierra por primera vez) la especie humana podía tener consciencia y comunicares directamente con la deidad; y que algún acontecimiento relacionado con el proceso de la encarnación rompe con esa conexión. En el tratamiento masónico de este tema los acontecimientos se describen usando el simbolismo de la muerte.

La muerte que se describe en el Tercer Grado no es la muerte física que concluye con nuestro período de encarnación, sino un proceso psicológico individual que de alguna manera es análogo a la muerte física.

El tema se representa mediante la reconstrucción del asesinato del Arquitecto Principal, el más joven de los Tres Grandes Maestros Masones en la construcción del Templo del Rey Salomón. Se dice que el acontecimiento tuvo lugar cuando el "trabajo (en el Templo) estaba a punto de finalizar", y como resultado se perdieron los "secretos del Maestro Masón", ya que solo podían transmitirse cuando los tres Grandes Maestros estuvieran presentes en y oficiando. El modo más sencillo y obvio de entender la leyenda es como una advertencia de que siempre se debe ser fiel a las obligaciones; y ésta es sin duda una interpretación válida. Pero cuando nos reflejamos en la experiencia del Grado, la grandeza de la amplitud de la ceremonia perece superar esa simple explicación e invitar a nuestra atención a la descripción simbólica de la condición de aislamiento del ser humano a la que alude la historia.

Está claro que el Arquitecto asesinado no es completamente desconocido. La simbología de la escalera caracol ha presentado a estos grandes maestros y ya ha asociado al Arquitecto principal con el primer Vigilante/yo. Por estos medios podemos relacionar los principios que aparecen en la leyenda con el ser humano individual heredero de los procesos de la "caída". Si consideramos al ser humano como el "templo

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de Dios", entonces en un sentido la construcción de ese templo esta por finalizarse cuando el individuo va a nacer. La persona que está destinada a ocupar el joven cuerpo tiene espíritu, alma y yo, y reside en el Edén (la residencia de almas inocentes que todavía no se han encarnada) y el feliz contacto con la divinidad hasta que llegue el momento de su nacimiento y su cuerpo (su "abrigo de piel") esté preparado para recibirle. En este contexto, la muerte del Arquitecto representa el acontecimiento en el momento del nacimiento cuando el yo (el Primer Vigilante) se siente agobiado por el impacto del confinamiento en su cuerpo físico y pierde la consciencia, concretamente el contacto consciente con su alma y su espíritu y con la divinidad. Esta "muerte" o restricción de la consciencia refleja en el nivel individual la separación consciente de la deidad que la historia de la "caída" describe para el ser humano. La leyenda masónica cuenta que el Arquitecto es enterrado en una tumba de "tres pies hacia el Este y tres pies hacia el Oeste" (limitada por la dimensión de la consciencia), y tres pies entre el Norte y el Sur (limitada en la capacidad para la acción y la restricción) y de cinco o más pies (la altura de un hombre) de profundidad". Además la leyenda da a entender que el feliz estado edénico que precedió a la encarnación sólo es posible cuando los Tres Oficiales Principales - yo, alma, espíritu- están en buen estado; y en ese sentido esta claro por que los "secretos del Maestro Masón" (la consciencia de los "mundos superiores") se ha perdido.

Los párrafos anteriores consideran el primer aspecto de la leyenda masónica, la del desastre primordial; y ofrecen una explicación de cómo podemos llegar a ser en nuestra situación presente y aparentemente aislada. La segunda perspectiva de la leyenda habla de reparar la situación, y cuando examinamos esa segunda perspectiva se hace claro por qué la lectura del Tercer Grado dice que "para un completo conocimiento de este Grado basta poco alcance". Hay un segundo contexto en el que el ser humano puede considerarse el Templo de Dios, y es reconociendo que la estructura psicológica que hemos visto construir (o quizá explorar) al masón con tanto esmero es ese "Templo". En este caso el Compañero maduro cuya condición hemos descrito más arriba es el templo que esta a punto de acabarse; y la "muerte" que se mencionaba en la leyenda es el proceso psicológico por el cual se concluirá la construcción. Es un proceso de "muerte del yo", y no resulta algo totalmente nuevo al candidato al Tercer Grado.

Cuando se inició como aprendiz, el candidato se consideraba un ser físico, aunque ya entonces tuvo conocimiento de que "había algo más". En el curso de su desarrollo habrá "muerto" esa idea y llegará a considerarse fundamentalmente un ser psicológico, un alma y yo humanos, que ocupan un cuerpo. La "muerte" a la que se enfrenta un candidato en el Tercer Grado le obligará a reconocer que no es más un ser psicológico que físico, sino más bien un ser espiritual que tiene cuerpo y alma. "Reconocer" el mundo es importante. La mayoría de las personas religiosas creen que tienen una esencia espiritual. La "muerte" psicológica mencionada en el Tercer Grado está relacionada con la experiencia de esa ciencia espiritual. Puesto que requiere la muerte del yo del candidato (su esencia psicológica), y puesto que su yo es el concepto de su existencia, esa "muerte" puede ser un proceso muy doloroso y terrible.

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Cuadro del Tercer GradoEl Cuadro del Tercer Grado puede interpretarse de dos maneras. Como los otros

Cuadros, muestra primero una pintura del individuo humano. En este sentido indica que el concepto habitual de la vida humana es como la muerte comparada con la capacidad del potencial humano. En segundo lugar, la perspectiva del interior del templo sugiere que muriendo al concepto del yo se puede conseguir ese potencial.

El ritual del Tercer Grado, tal como lo lleva a cabo la logia, describe sencillamente el proceso de esta "muerte del yo" de una forma dramática; y de este modo el ritual aporta una especie de introducción al tema. Este acontecimiento solo puede darse en personal psicológicamente maduras. Únicamente una persona que haya asumido la responsabilidad de su vida, que haya experimentado el surgimiento del yo, que haya desarrollado su propia voluntad y este preparada para rendirla ante la deidad, "tiene derecho a demandar ese último y mayor juicio por el que sólo [él] puede tener acceso a los secretos del Grado [de Maestro Masón]". Los términos de esta cita son importantes. El ritual habla de un proceso psicológico; será difícil (el juicio), el individuo debe iniciar el proceso por sí mismo (tiene derecho a solicitarlo), y mientras tenga lugar este proceso psicológico el desarrollo del individuo no cesará (es el único modo de avanzar). El texto sagrado nos dice que la experiencia real se verifica "con la ayuda de Dios", y nosotros asumimos que es cuando la deidad lo desea. Cuando esto ocurre, llega, como hacen las iniciaciones masónicas, en el contexto de "los deberes cotidianos del lugar que [uno] ocupa en la vida". Podemos tratar de entenderlo considerando tal circunstancia en términos generales. Los masones reconocerán la situación como algo paralelo al ritual del Tercer Grado.

El individuo se encuentra a sí mismo en su vida corriente en una situación de gran dificultad, pero para la que se ha preparado y con la que debería ser capaz de enfrentarse. Cuando hace frente a la situación, sus habilidades fallan una tras otra. Sus análisis de la situación, aparentemente correctos, no aportan respuestas útiles; sus actos, perpetrados sobre la larga experiencia, no producen ningún beneficio. No puede recurrir a la ayuda exterior porque la situación psicológica le impide abrirse a aquellos que podrían ayudarle. Cada vez que recurre a una de sus capacidades cultivadas con tanta

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dedicación y esmero, ésta le traiciona. Un medio de escapar de la situación se presenta ante él, pero lo rechaza por que implica la violencia de alguno de los principios morales que se ha comprometido a respetar. Pero él persevera. Las circunstancias externas empeoran, y su situación continúa deteriorándose. Por fin se dirige al "Este", hacia el lugar de su ser que, como le ha enseñado la experiencia, es la fuente inagotable de ayuda en los momentos de desesperada necesidad.

Y le mata.

Sus restos son enterrados entre los escombros del templo psicológico que con tanto cuidado había edificado.

Ya hemos visto porque se desarrolla este acontecimiento. El individuo que se concibe a sí mismo como una simple "alma" y cree que "hay algo más" está tan enredado en la ilusión de una existencia independiente como lo estaba cuando se consideraba a sí mismo simplemente un cuerpo físico. Los juicios que van a integrar las duras pruebas del individuo son el resultado de sus propios trabajos masónicos, que le han llevado a la situación en la que ya no puede funcionar sin esa ilusión; y es ese concepto ilusorio de sí mismo, inadecuado para la clase de vida que debe vivir, el que muere. De igual modo que el candidato en la ceremonia no permanece demasiado tiempo en la tumba simbólica, tampoco dura mucho en el período de desorientación en la experiencia real. El agente de la psique que hemos llamado el Venerable Maestro sube a la consciencia para convertirse en el principio rector primario dentro del cual el individuo, en su nuevo estado, se tiene a sí mismo por un ser espiritual en posesión de un alma/ yo y un cuerpo. El individuo se eleva en su tumba de escombro psicológico para encontrarse a sí mismo en la logia del Maestro Masón, en la puerta de acceso hacia el sanctasanctórum del templo de su propio ser; y a través de su velo puede vislumbrar la presencia de la divinidad. Tras este proceso interior ha llegado el fin, la situación externa que provocó este acontecimiento psicológico parece fácil de resolver o incluso parece poder resolverse por sí misma, igual que los asesinos del arquitecto, que, en la leyenda, comparecen ante una justicia rápida y segura. El  proceso se resume claramente en el Cuadro del Tercer Grado, que señala que el camino hacia este nuevo estado interior pasa por la experiencia de la muerte del yo.

Considerando los grados previos, hemos  comprendido el trabajo que debe realizarse en cada nivel al examinar una de las Tres Joyas Inmutable. La piedra bruta del aprendiz indicaba la responsabilidad individual ante uno mismo. La piedra perfecta de la cámara central indicaba que dentro del alma humana existía un criterio interno absoluto con el que el miembro debía contrastar su propia moralidad. La Joya Inmutable que se refiere al Maestro Masón es el Cuadro y, a diferencia de las otras joyas, no está relacionada con una única piedra; más bien, como el cuadro sobre el que están dispuestos los dibujos, trata de las relaciones entre las piedras y la totalidad de la escultura superior a la que pertenecen. Esto es como decir que los intereses del Maestro Masón son transpersonales y holísticos.

Esta idea se transmite de otra manera. Los ornamentos e la ideología del Maestro Masón son la puerta de acceso hacia el sanctasanctórum (donde se reúne la logia de los Maestros Masones), el pavimento cuadrado de esa entrada y la pequeña ventana que la ilumina. Esta colección de símbolos, y especialmente su proximidad al lugar del templo donde reside la divinidad, indica que el Maestro Masón, en el sentido en que lo

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definimos, es una persona consciente a un nivel psicológico relacionado con el mundo del espíritu del mismo modo que nuestro ego habitual es consciente del cuerpo y del mundo físico. Se sitúa en el pavimento cuadrado, que es el mismo símbolo de la dualidad y la separación que vimos en el Primer Grado, pero bajo la luz que procede de la ventana ve que los objetos aparentemente independientes del mundo son sencillamente manifestaciones únicas de la esencia divina tal y como ella misma se proyecta en la existencia. En un sentido muy real, el Maestro Masón no es nada más (ni nada menos) que un individuo cuya responsabilidad consiste en ser consciente de la unidad esencial y en manifestar  "los deberes cotidianos del lugar que ocupa en la vida" en esa consciencia.

Existe otro modo de entender el nivel de la consciencia que representa el Maestro Masón. Igual que el aprendiz tenia herramientas para la acción, y el compañero herramientas para poner a prueba, así tiene el Maestro Masón herramientas para el diseño y la creatividad: el lápiz, el skirrett y el compás.

El lápiz es la herramienta activa. Del mismo modo que cuando escribimos o dibujamos con un lápiz, los pensamientos que residen en la psique "cambian los mundos" por así decirlo, en la punta del lápiz y adquieren forma de palabras o diagramas - la representación de los pensamientos en el mundo físico -, así el lápiz como herramienta activa del Tercer Grado representa ese punto profundo de la consciencia donde el material procede del espíritu entra por primera vez en la psique y toma forma en la mente, un fenómeno que reconocemos como "creatividad" o incluso "revelación.

El skirrett es una herramienta que se emplea en el terreno práctico para sujetar el lápiz y limitar su movimiento; y ese es exactamente el papel de la función psicológica que representa: esta función podría llamarse "entendimiento", una definición que quizá podría depurarse para transmitir la idea de las leyes, tradiciones y principios fundamentales que logramos comprender tras un estudio exhaustivo, paciente y cuidadoso y que pueden delimitar y guiar el entusiasmo de la "creatividad". Como todas nuestras funciones psicológicas, estas dos necesitan mantenerse en un equilibrio consciente.

La herramienta de la consciencia que realiza esta tarea es el compás. Conocido hoy como la bigotera, es un instrumento de proporción, cualidad precisa que se requiere para mantener la tradición y la revelación, principio de creatividad, en equilibrio.

Para conocer una última idea de las responsabilidades que recaen sobre el Maestro Masón diremos que sus aspiraciones no se dirigen hacia el Este -su orientación ha cambiado, como indicaban los puntos cardinales del compás del Cuadro del Tercer Grado -. El Maestro Masón mira hacia el Oeste, desde donde ha venido con la actitud de la tercera de las virtudes teologales, la claridad, que representa el estado anónimo apropiado de los pocos que, de hecho, alcanzan ese Grado. En  el Cuadro del Primer Grado, la caridad se sitúa en el peldaño más alto de la escalera de Jacob, principalmente en la parte del Cuadro que representa la psique, pero con la cabeza en la zona que representa el espíritu e iluminada por la gloria de la divinidad. La Caridad amamanta a un niño, que simboliza la responsabilidad del Maestro Masón de educar a todo lo que le siga.

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Esta ideas nos dan una idea de que el Maestro Masón, una persona que puede considerarse madura en el contexto de la psicología en proceso de desarrollo que hemos derivado de los símbolos de la orden de la francmasonería. El Maestro Masón se encuentra a la luz del espíritu, con los pies en el terreno del mundo de lo cotidiano, y reconoce, de hecho, la manifestación única e integrada de la voluntad divina en todos los mundos. El desarrollo de estos individuos es el objetivo de la orden. Encontrar nuestro lugar en  esa manifestación única e integrada es una experiencia enriquecedora, satisfactoria y profundamente gratificante. Es como llegar a casa.

A todos los masones pobres y afligidos, en cualquier lugar de la tierra y el mar en que se encuentren, con el deseo de que todos sus sufrimientos se alivien pronto y que regresen sanos y salvos a sus países de origen; ellos también lo desearían.

El saludo de el Guardián.                         

 

FIN