Caminante Caminado, Galeano

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Caminante caminado Carlos Bonavita siempre me decía: “Si es verdad eso de que se hace camino al andar, vos tendrías que ser ministro de Obras Públicas”. A mis pies les gusta dejarse ir por la costa de Montevideo, a orillas del Río de la Plata. En 1656, Antonio de León Pinelo escribió en Madrid que éste era uno de los cuatro ríos del Edén. Creo que exageró un poquito, la verdad sea dicha, aunque allá en mi infancia, o al menos en mi memoria, sus aguas eran transparentes. Han pasado los años, y ya no son transparentes las aguas de este río ancho como mar, pero yo sigo caminando sus orillas mientras en mí camina, caminante caminado, la tierra donde nací. Camino y en mis adentros las palabras van y vienen, yendo al encuentro de otras palabras, para contar las historias que quieren contar. En mis análisis de sangre siempre aparecen más palabras que glóbulos. Y el médico me dice, frunciendo el ceño: “El colesterol está dentro de los límites, pero las palabras…”. Caminando escribo. O mejor dicho, los libros me escriben, poquito a poco, mientras caminando voy. Y en estos días unos amigos, recién llegados de Estambul, me cuentan que en lengua turca las dos palabras, caminar y corazón, tienen la misma raíz (yürümek, yürek). Galeano Brecha http://brecha.com.uy/index.php/contratapa/1133-caminante- caminado?highlight=WyJnYWxlYW5vIl0= La amenaza haitiana (Este artículo está dedicado a Jorge Marchini) Como de costumbre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas repite que mantendrá la ocupación militar de Haití porque debe actuar “en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión”. ¿A quién amenaza Haití? ¿A quién agrede? ¿Por qué Haití sigue siendo un país ocupado? ¿Un país condenado a vigilancia perpetua? ¿Obligado a seguir expiando el pecado de su libertad, que humilló a Napoleón Bonaparte y ofendió a toda Europa? ¿Será por aquello que los esclavistas brasileños llamaban “haitianismo” en el siglo xix? ¿El peligroso contagio de sus costumbres de dignidad y su vocación de libertad? ¿El primer país que se liberó de la esclavitud en el mundo, el primer país libre, de veras libre, en las Américas, sigue siendo una amenaza? ¿O será porque esa es la normalidad impuesta por un mundo devoto de la religión de las armas, que destina la mitad de sus recursos al exterminio del prójimo, llamando gastos militares a los gastos criminales? Las Naciones Unidas gastan 676 millones de dólares en la ocupación militar de Haití. Una millonada para sostener a 10 mil soldados que no tienen más mérito que haber infectado al país con el cólera que mató a miles de haitianos y seguir practicando impunemente violaciones y maltratos a mujeres y niños. ¿No sería mejor destinar ese dineral a la educación? Más de la mitad de los

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Caminante caminado

Carlos Bonavita siempre me decía: “Si es verdad eso de que se hace camino al andar, vos tendrías que ser ministro de Obras Públicas”.A mis pies les gusta dejarse ir por la costa de Montevideo, a orillas del Río de la Plata. En 1656, Antonio de León Pinelo escribió en Madrid que éste era uno de los cuatro ríos del Edén. Creo que exageró un poquito, la verdad sea dicha, aunque allá en mi infancia, o al menos en mi memoria, sus aguas eran transparentes. Han pasado los años, y ya no son transparentes las aguas de este río ancho como mar, pero yo sigo caminando sus orillas mientras en mí camina, caminante caminado, la tierra donde nací.  Camino y en mis adentros las palabras van y vienen, yendo al encuentro de otras palabras, para contar las historias que quieren contar.En mis análisis de sangre siempre aparecen más palabras que glóbulos. Y el médico me dice, frunciendo el ceño: “El colesterol está dentro de los límites, pero las palabras…”. Caminando escribo. O mejor dicho, los libros me escriben, poquito a poco, mientras caminando voy. Y en estos días unos amigos, recién llegados de Estambul, me cuentan que en lengua turca las dos palabras, caminar y corazón, tienen la misma raíz (yürümek, yürek).

GaleanoBrecha

http://brecha.com.uy/index.php/contratapa/1133-caminante-caminado?highlight=WyJnYWxlYW5vIl0=

La amenaza haitiana

(Este artículo está dedicado a Jorge Marchini)

Como de costumbre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas repite que mantendrá la ocupación militar de Haití porque debe actuar “en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión”.¿A quién amenaza Haití? ¿A quién agrede? ¿Por qué Haití sigue siendo un país ocupado? ¿Un país condenado a vigilancia perpetua? ¿Obligado a seguir expiando el pecado de su libertad, que humilló a Napoleón Bonaparte y ofendió a toda Europa?¿Será por aquello que los esclavistas brasileños llamaban “haitianismo” en el siglo xix? ¿El peligroso contagio de sus costumbres de dignidad y su vocación de libertad? ¿El primer país que se liberó de la esclavitud en el mundo, el primer país libre, de veras libre, en las Américas, sigue siendo una amenaza? ¿O será porque esa es la normalidad impuesta por un mundo devoto de la religión de las armas, que destina la mitad de sus recursos al exterminio del prójimo, llamando gastos militares a los gastos criminales?Las Naciones Unidas gastan 676 millones de dólares en la ocupación militar de Haití. Una millonada para sostener a 10 mil soldados que no tienen más mérito que haber infectado al país con el cólera que mató a miles de haitianos y seguir practicando impunemente violaciones y maltratos a mujeres y niños. ¿No sería mejor destinar ese dineral a la educación? Más de la mitad de los niños haitianos no van a la escuela. ¿Por qué? Porque no pueden pagarla. Casi toda la educación primaria es privada, y el Banco Mundial veta los subsidios a la educación pública y gratuita. ¿O no se podría destinar esa fortuna a casas habitables para las más de 300 mil víctimas del terremoto, que siguen viviendo en carpas provisorias? ¿Provisorias por siempre jamás?¿O consagrar esos fondos multinacionales a mejorar la salud pública, que todavía depende

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de la milagrosa solidaridad entre los vecinos de cada barrio y cada pueblo? Afortunadamente, esas tradiciones comunitarias de ayuda mutua siguen generando la misma energía creadora que ilumina las prodigiosas esculturas y pinturas de los artistas haitianos, capaces de convertir la basura en hermosura, pero mucho podrían mejorar si se destinaran a fines civiles los derroches militares.  Galeano

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