Candilejas en el mar

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UNA HISTORIA ENTRELAZADA

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En aquella época del año, era tiempo de calmas, recién salido de su casa como solía hacer durante tantos años

Isidoro, con paso farragoso… casi arrastrando los pies, se acerco al pequeño supermercado que había en el pueblo, un pueblo costero a orillas del mar,con profundos y perfumados acantilados, donde las espumas del agua ,componían una bella sinfonía , mezclándose con las rocas , derritan los oídos de quienes se acercaban

La gente más mayor del pueblo comentaba que,había una fabula en esos acantilados, que eran mágicos! en sus profundas aguas centelleantes, habitaban las nereidas ,las ninfas marinas si lanzabas al mar un objeto personal, de algún ser querido, que estuviera lejos o desaparecido,las sirenas con sus cantos, los acercarían.

Isidoro, no era natural de aquel pueblo.Él había viajado por todo el mundo, acompañado de su mejor e incondicional amigosu ya gastado violín... era músico.

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Había formado parte de muchas compañías sinfónicas ,siempre en segundo plano,pero a él, no le importaba, solo gozaba cuando sus dedos suavemente aferrabansu violín, alimentaba sus fantasías con él, nunca pretendió ser un renombrado músico, aunque era muy exigente consigo mismo, y en sus melodías buscaba la dosis necesaria de su supervivencia.

Amaba la música, era innato en él, desde que sus grandes ojos verdes se abrieron por primera vez.

Al llegar a la puerta del supermercado, ¡retrocedió!Su rostro parecía una equivoca contradicción.Giro su espalda a la puerta y encamino su mirada hacia el mar, acto seguido, sus pies cruzaban el enfilado sendero hacia los acantilados.

En una mano… su fiel amigo, en la otra su puño cerrado apretando los dedos,casi cortando la circulación. Deseaba algo más en su vida, sabía que le pertenecía.

Había una gran explanada en la cima del acantilado... un bello paisaje con hermosas geometrías, plenas de luz matices del mar y las olas con tonos suaves y cálidos,acariciando los rincones naturales, el mar, rendía tributo con sus destellos de candilejas en las rocas.

Isidoro, adoraba ese lugar, era el rincón perfecto para evocar su letanía.Él, no creía en la fabula de las ninfas marinas, nunca quiso echar al mar, el único objeto que de ella tenía, una diminuta caja de música que desde hacía años atesoraba en su bolsillo.

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Ensimismado en sus recuerdos, miro más allá del rompiente horizonte…y toco una melodía¿Cómo podía olvidar la única verdad de su existencia?

Ella! siempre ella en su sien, y en ese reducido paraje de su mente volvió a pronunciar su nombre…Violette!

DamaNegra

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Aquellas melodías se convirtieron parte del paisaje al atardecer, unos días con brillantes y cálidos tonos, otros con oscuras y grisáceas notas, según sintiera la melancolía en su corazón o como influyera aquel espectáculo en su piel. Isidoro acariciaba las cuerdas de su violín como si la tuviese a ella en entres sus brazos, le hablaba, le trasmitía el desasosiego, el ansia por rozarla una vez más, la añoranza, la soledad de su alma, la felicidad al recordarla. Era su más íntima confidente y él se reconfortaba pensando en que la destinataria de su melodía, disfrutaba como él de ese momento tan mágico y conmovedor.Alguna vez tenía la sensación de que la veía danzar sobre las aguas, vestida con tules y suaves sedas, como una ninfa, de una belleza exquisita y delicada. Él esos días se enardecía en su concierto y las notas subían y subían como un torbellino, viéndola girar y girar, casi volar. Su corazón se disparaba, se notaba vivo, la sentía tan feliz, alegre y hasta que no desaparecía, coincidiendo con la total puesta de sol, no dejaba de entonar su letanía.Entonces, miraba al horizonte, le daba las buenas noches y se despedía hasta el día siguiente. Acomodaba su violín en la funda con tanta delicadeza como si estuviese arropando a su amada y la energía que recuperaba en esos ratos lo hacía marchar con paso más firme, con una sonrisa en la mirada y serena calma en su corazón.

(Inquieta)

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Isidoro, como cada mañana, encaminó sus pasos hacia el acantilado, pues, no podía dejar de pensar en Violette, en esos ojos que le encandilaron. Cuando se tumbaba en la arena miraba al cielo y allí veía el color de los ojos de Violette, que volaban del mar al cielo. Se preguntaba cual de los dos colores era el mas bello, si el color del mar o del cielo.

Cerró los ojos, y la vio caminar hacia él, como cuando eran jóvenes. Con su larga melena que solo se recogía para bailar esa danza que él tocaba para ella. Esa música divina, como la bautizo su amada. Y allí en medio del mar la vio danzar para él. Parecía una diosa elevándose, no tocaba el agua, solo volaba.

Isidoro comprendió que era la señal que estaba esperando y saco de su funda vieja y raída por el paso de los años, su viejo violín, y empezó a tocar una melodía de amor, que ella tanto conocía.

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Ella se giró, le miró y su sonrisa, fue tan hermosa que el corazón del viejo trovador se iluminó. Sin pensar en nada solo en esa parición, se levanto de la arena y se encaminó hacia ella.

No se daba cuenta que sus pies se introdujeron en el mar y las olas alrededor de él, dejaron de moverse. sus pies se llenaron de espuma de cristales. Estos sólo se movían cuando se oía una estrofa de amor, y ellas, con movimientos dulces, hacían remolinos de pasión. Porque el mar también ama, no sólo los mortales. Ellas todos los días le esperaban, sabían que aunque hiciera frio o calor el Viejo del violín. siempre estaría allí.

No tenían envidia de la "ninfa del agua", como ellas la llamaban. Sabían que cuando ella desapareciera, el viejo trovador no volvería más.

Las olas, celosas, entraron en la mar y con la melodía que el viejo corazon entonaba, al lado de la joven empezaron a bailar. El mar en bellas damas del agua las convirtió, para placer de unos ojos cansados, a tanta hermosura pudiera ver.

Violette las vio llegar y feliz, sabiendo que su amado no la dejaba de mirar, danzaba y danzaba jugando con las olas del mar.

Del Violín emocionado, un suspiro salió, ya que llevaba tanto tiempo esperando esa visión. Era tan hermoso todo, que se emocionó.

(Akemi Seiyu)

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Estaba tan absorto en su magnánima visión que,no oyó la delicada música que provenía de su bolsillo,con la última estrofa ...que el mar replicó,al chocar el ya fuerte oleaje en sus pies… su mente tembló,dejo de dibujar melodías en su sien, por un segundo dejo de respirar…entre los topacios del mar.

Apenas se asomaba la claridad, y sus dedos vibraron,sintió de nuevo las señoriales candilejas...las candilejas de ese remoto y áureo teatro

¡Aquí estoy! ...Aquí!

Balbuceo Violette, asomando la cabeza de entre las bambalinas.

Fue la primera vez que Isidoro escucho su voz,en ese teatro de Paris…la compañía donde estaba, buscaba la primera bailarinapara representar la obra que querían llevar a cabo,Isodoro formaba parte del jurado para evaluar a las candidatas.

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Era una mujer bellísima, larga melena negra ondulada,sus ojos profundos ...hechizaban como el néctar de una flory sus labios derramaban...el ascendente deseo a ser besados,proyectando toda su juventud.

Violette se situó en el centro de la escena, de pronto... una dulce música sonó,entre tanto silencio… ella suavemente se sonrojoy saco de su bolso una diminuta caja de música.Con las prisas se le había abierto, Violette…se excuso y la cerro,nunca salía sin ella, esa cajita era su talismán.

Isidoro, no podía apartar sus ojos de Violette….La orquesta empezó a sonar y como una ninfa de mar…Violette se deslizaba enroscada en una nube de espumas,entre las miradas perplejas y las luces de candilejas

Habían pasado muchos años ,y aun en su carne sentía el remolino de su cuerpo…imposible dejarla de amarla!Miro de nuevo esas olas con añoranza, creyendo verla danzar entre el mar y el cielo y,busco en su bolsillo la cajita de música,que delicadamente abrió,era su más preciado tesoro,- la caja de música de su amada Violette.-

Con manos firmes beso la diminuta cajitaY el mar, con voz ronca… con él lloró

DamaNegra

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La acariciaba como tesoro, como talismán de su existir, como si así ella pudiera sentir la acariciaría en su mejilla y oir con qué emoción susurraba su nombre…. Violette…..Violette…. mi adorable Violette.

Se sumergía en su añoranza, deseando tocarla, oírla, danzar alrededor de ella con su afinado violín y así soñar y amarse hasta desfallecer.El sol se escondía y con él la ninfa de sus sueños se desvanecía sobre las aguas frías y oscuras.Se despedía como cada noche, besando imaginariamente sus labios, acariciando su delicada piel y susurrándole…. Violette, mi adorable Violette, hasta mañana mi amor.

(Inquieta)

Y allí se quedó … Cayendo sus lágrimas en el interior de la caja, atrapándole su intenso sentimiento mientras escuchaba extasiado la melodía que le hacía ver a Violette danzar y danzar sobre la calma del mar.Aquella caja lo había acompañado en su largo caminar, en ella se encontraban sus más intensas emociones, sus mas dolorosas añoranzas, sus más deliciosas sensaciones, anhelos y esperanzas.

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Isidoro se encontraba mal, la visión de Violette y los recuerdos al sentir la música hizo que su corazon se resintiera.

Cuando se estaba desnudando, miro su cuerpo viejo y su cara marchita por los años, sus arrugas de pasar tanto tiempo, sentado en el acantilado mirando el mar.

Se miro en el espejo y la imagen que le devolvió, era la, de un triste y abatido anciano.

Su amor por ella fue tan grande, que no le importo los años vividos, solo el recuerdo de ella y de su fiel amigo el violín le hacían seguir viviendo,

Se acostó, cogio la almohada, como si fuera el cuerpo de Violette, la estrecho en sus brazos y recordó cuando era un hombre, muy atractivo y tenia tanto éxito con las mujeres ¡¡fue casi pasando la treintena, cuando conoció a Violette!!

La joven salía de la academia de ballet, al verla salir con sus pantalones tejanos y su moño con una red de bailarina. Se enamoro de ella, fue un flechazo, la chica se quedo parada mirándole y le sonrió.

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Estando allí sentado paso una bella joven, ¿No podía ser ella? la misma que le cautivo hace meses, reconoció su sonrisa y su voz.-El corazón de Isidoro latió tan de prisa, que se tuvo que apretar el pecho con las manos.

Pasaron unos años, Violette ya famosa.Bailo en San Petersburgo el lago de los cines, de Tchaikovsky, como primera bailarina.Cuando salio al escenario, con esa belleza que solo puede tener un Cisne blanco, el publico enmudeció, empezó a sonar la música y Violette, empezó a bailar.El movimiento de sus manos, se asemejaban a las alas de los cines cuando van a echar a volar, era de una belleza majestuosa.

El extasiado, no podía dejar de mirarla, era un sueñoSus movimientos tan delicados, le llenaron el alma.

Pasaron varios meses. Isidoro, siguió con su vida de músico de un país a otro, cosechando triunfos y grandes aplausos por parte del público y de la prensa.Cuando le llamaron para ser jurado, en un certamen, como músico famoso de orquesta, declino la invitación.Tenían que escoger a la primera bailarina del ballet para representar “El lago de los cisnes” y esas cosas no le gustaban, él no era quien para decidir, la vida de una joven.

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Era fantasía la que ella le trasmitió, cuando su cuerpo danzo en círculos como una mariposa posándose en una flor.

-Él sentía melancolía, cuando ella se tapaba la cara, en un gesto de dolor. Queria acariciarla, decirle que no estaba sola que su querido músico subirá a raptarla.

Violette desapareció por unos momentos, las luces se apagaron y solo se veía el reflejo de la luna.Apareció más bella que nunca, alrededor de ellas las demás bailarinas con “tutus negro y su mirada perdida en el horizonte. Empezó a danzar cada vez más de prisa, con cara llorosa y desesperada, al entregarse a una danza de amor y muerte. De pronto se paro y se quedo mirando la pálida luna, con los brazos en alto y juntas sus manos, como suplicándola, que le ayudaseEl la hubiera abrazado para que no sintiera miedo, en la noche oscura.Empezó a danzar en medio de los demás “Cisnes negros”Su belleza resaltaba en medio de todos ellos.Cuando saltaba, era como ver a un Ángel volar, sus pies juntos no caminaban era como si la música, la hiciera deslizarse como un “Cisne Negro” en el agua!!

Cuando empezó a girar y girar, su cuerpo se desplomo en el suelo.

Isidoro estuvo a punto de saltar al escenario y coger a su amada en sus brazos.

Al terminar la actuación los ojos del joven estaban humedecidos por la emoción, miro a su alrededor, vio al publico puesto en pie, aplaudiéndola y cientos de rosas caían sobre el escenario.

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Mas tarde paso por el camerino para esperarla.

Allí estaban todos sus admiradores y la prensa, pero ellos se escapaban corriendo como dos crios, por la puerta traseraSalían riéndose y se metían en un coche qué los llevaba lejos del bullicio de la gente.Se marchaban a las afueras, donde nadie les conocía, allí en un restaurante, al aire libre, llenos de todas clases de flores como si fuera un jardín botánico.

Cenaban a la luz de las velas, mientras un violinista tocaba para ellos una sinfonía de amor, el concierto para violín de Tchaikovsky.

Era la misma melodía que todos los días tocaba para ella, Isidoro en prueba de su amor y devoción.El la regalaba sus flores preferidas, las flores del amor, la flor de la pasión, una Orquídea que ella siempre guardo!!En la habitación de un hotel hacían el amor hasta el amanecer, cuando los rayos del sol entran en la habitación.

Se quedan dormidos, abrazados sus cuerpos, con tanta suavidad como la sinfonía que el violinista tocaba para demostrarle todo su amor.

Isidoro apretó contra su corazon la cajita de música.Que una noche de pasión su musa le regalo, y mirando su viejo amigo el violín con una sonrisa se durmió. (Akemi Seiyu)

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Y como si en su sueño la vida tuviese sentido, su mente durmió.Acariciando en su pecho la cajita, intentado usurpar de ella,el último halo de perfume que emanaba aun de su amor eterno... Violette.

Devant! Derriere!Croise derriere, ecarte devant… a la seconde!

Era la voz de la profesora de danza ,como cada día…Violette, daba clases, a los alumnos más jóvenes,eran clases muy estrictas ,la base para ser un buena bailarina de ballet,ello comportaba muchos años de preparación y sacrificio.las forma técnica... hasta conseguir que los huesos de los piesfueran los suficiente fuertes, para soportar las zapatillas de pointe(pues llevan yeso en la punta)y así poder coordinar las gráciles y fluidas formas de la danza,y con ello expandir en el cuerpo, la flexibilidad necesaria para mostrar ..en el rostro todo lo bello que se siente cuando se baila.

Violette sabía muy bien, lo que se sufría para llegar a lo más alto,en sus alumnos se reflejaba, ya lejano sus comienzos.

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Un haz de luz proviniendo de los amplios ventanales, le cegó la mirada,y retrocedió unos pasos, cerca del inmenso espejo.. que casi ocupaba toda la sala,esa ráfaga de luz…la retorno al pasado, a las luces de sus candilejas...cuando aún era, una de las más grandes bailarinas,había pisado los mejores teatros San Petersburgo, opera city Tokio,royal opera house de Londres, coliseo Madrid, liceo Barcelonay como no! el garnier opera de parís, su ciudad natal…habían sido tantas funciones ,en cada una de ellas dejaba un trozo de su alma.Ella ,que había tenido cientos de admiradores ,su camerino se llenaba de exquisitas flores,las más hermosas joyas lucia su cuerpo,la más benévola critica en los periódicos de más tirada,era ya ..reconocida mundialmente.

Isidoro ..fue en aquellos años su puntal, su propulsor hacia esa descomunal fama,su historia de amor, se mosraba mas allá de las bambalinas…eran jóvenes... enamorados , se habían jurado amor eterno hasta el fin de sus días,los poros de sus cuerpo.. se dilataban con una sola caricia,las estrellas declinaban su luz sobre el sena,ocultando sus sombras escondidas.. en la eternidad de su infrenable pasión.Sus besos.. dibujaban el nacimiento de sus gemidos,los dos revoloteaban como olas entrechocando en su piel.

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Fue una noche, al caer el telón, como solían hacer se escabullían entre el gentío,para dar rienda a su puro amor, buscaron un restaurant discreto ...acogedorfuera de los curiosos, Isidoro, sin decir palabra la beso dulcementey le entrego una flor, su flor prefería.. una orquídea,las líneas del rostro de violette.. caminaba en lagrimas ..como si presintiera en la bella orquídea litigio a despedida.No obstante, tal pensamiento se difuminó, al mirar los verdes y enamorados ojos de Isidoro,

Entonces ella le entrego lo que tanto apreciaba su cajita de música.

En esos días , le propusieron a Isidoro, ejercer de profesor lejos de Paris,era todo un reto para él, pero ...denegó tal oferta,necesitaba estar en las mismas candilejas que violette...compartir aunque fuera en segundo plano su gloria.

Los días transcurrían en idioma de danza y acordes de música,estrechaban lo que prometía ser y no fue!

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Vagando en el umbral de la platea... Isidoro buscando inspiración para una nueva melodía,de pronto oyó la voz de violette.¿Qué estaría haciendo allí aquellas horas? –Se pregunto-no se lo pensó y fue corriendo hacia donde venia el eco de la voz.

Lo que vislumbro le recorrió la espina dorsal como látigo de hierro,su violette en brazos que no eran los suyos!Enmudecido dolorido con lagrimas de sangre…se fue para siempre de la vida de violette.nunca le dio opción a preguntarle lo sucedido, era demasiado orgulloso.Ella, lo busco pregunto en todas partes, investigo pero nada obtuvo su búsqueda fue infructuosa.

En los años venideros ,sus vidas habían sido casi paralelas,en ese mar de candilejas que les distanciaba,dedicándose a lo que más querían, ella a dar clases de danza y..él, a ser un solitario profesor, con el corazón lleno de espinas en un pequeño pueblo lejos de su país.

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Ya amanecía, pero Isidoro no pudo apenas dormir,punzadas como cristales clavados en su alma…golpeaba su lastimado corazón,estaba cansado... agotado de preguntarse a sí mismo¿el porqué se alejo de lo que más amaba?,ahora en su vejez, exento de orgullo, necesitaba saber más que nunca de violette,ir hacia ella y pedirle perdón, habían pasado muchos años...pero precisaba su compasión!obró miserablemente!…había sido paranoico!... un loco!Se vistió con rapidez, y sus pasos de nuevo ...se encaramaron hacia el hermoso acantilado, cuyo sendero pleno de florestaparecía otra tierra, el mar como candilejas... bramaba un canto de esperanza,ya no había llanto en sus ojos, la volátil brisa por primera vez en tantos años las secó,de su ígneos labios solo pronunciaba violette mi eterno amor.

Saco de su bolsillo la cajita de música y la echo en el surco ...que dibujaban las olas al aplastar las rocas,al fin comprendía el grave error que cometió, ella nunca había estado allí,fue su ardiente ansia divisando en ese mar, lo que él quería poseer…

Recorrería con su aliento las candilejas de ese mar hasta su amada Violette

(DamaNegra)

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Fin

Un placer haber bailado al son de la dulce melodía que habéis creado con vuestras letras.