Capitalismo Imperialismo y SAMIR AMIN

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    PRIMERAPARTEMUNDIALIZACIN CAPITALISTA,

    PODER Y ALTERNATIVAS

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    CAPITALISMO, IMPERIALISMO,MUNDIALIZACIN*

    Samir Amin**

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    E l discurso dominante impuso, desde hace veinte aos, el uso del trminomundializacin (a veces escrito en frangls, globalisation ) para designar,de manera general, los fenmenos de interdependencia a escala mundial delas sociedades contemporneas. El trmino nunca es relacionado con las lgicas de

    expansin del capitalismo, y menos an con las dimensiones imperialistas de su des-pliegue. Esta falta de precisin deja entender que se trata de una fatalidad, que es in-dependiente de la naturaleza de los sistemas sociales -la mundializacin se impondraa todos los pases de la misma forma, sea cual sea su opcin de principio, capitalistao socialista-, y que acta entonces como una ley de la naturaleza producida por el es-trechamiento del espacio planetario.

    Me propongo demostrar que este tipo de discurso es un discurso ideolgico des-tinado a legitimar las estrategias del capital imperialista dominante en la actual fase.Por lo tanto, los lmites objetivos de la mundializacin pueden ser reconsiderados ala luz de polticas diferentes a las que hoy son presentadas como las nicas posiblesy cuyos contenidos y efectos sociales tambin seran diferentes. La forma de la mun-dializacin depende entonces, en definitiva, de la lucha de clases.

    * Este artculo presenta una sntesis articulada de una serie de temas abordados ms en detalle en los si-guientes cuatro libros del autor: Itinraire intellectuel. Regards sur le demi-sicle, 1945-1990 . Pars, LHar-mattan, 1993; La gestion capitaliste de la crise. Pars, LHarmattan, 1995; Lethnie lassaut des nations . Pa-rs, LHarmattan, 1994; Les dfis de la mondialisation . Pars, LHarmattan, 1996.** Director del Forum du Tiers Monde (Dakar-Senegal) y presidente del Forum Mondial des Alternati-ves. Correo electrnico: [email protected]: Emilio H. Taddei.

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    1. La mundializacin no es un fenmeno nuevo, y la interaccin de las socieda-des es sin duda tan antigua como la historia de la humanidad (Arrighi, 1994; Bai-roch, 1994; Braudel, 1979; Gunder Frank, 1978; Szentes, 1985; Wallerstein, 1989).Desde hace por lo menos dos milenios las rutas de la seda vehiculizaron no sola-mente las mercaderas sino que tambin permitieron las transferencias de conoci-mientos cientficos y tcnicos, y de las creencias religiosas que marcaron -por lo me-nos en parte- la evolucin de todas las regiones del mundo antiguo, asitico, africa-no y europeo. Las formas de estas interacciones y sus impactos eran sin embargo di-ferentes a las de los tiempos modernos -los del capitalismo. La mundializacin no esseparable de la lgica de los sistemas que vehiculizan su despliegue. Los sistemas so-

    ciales anteriores al capitalismo, que califiqu en su momento de tributarios, estabanfundados en lgicas de sumisin de la vida econmica a los imperativos de la repro-duccin del orden poltico-ideolgico, en oposicin a la lgica del capitalismo queinvirti los trminos (en los sistemas antiguos el poder es la fuente de riqueza, en elcapitalismo la riqueza funda el poder, escrib en relacin a esto). Este contraste entrelos sistemas sociales antiguos y modernos establece una diferencia mayor entre losmecanismos y los efectos de la mundializacin en la antigedad y aquellos propiosdel capitalismo.

    La mundializacin de los tiempos antiguos ofreca o portunidades a las re gionesms atrasadas para que stas pudieran acercarse a los niveles de desarrollo de las msavanzadas (Amin, 1996). Estas posibilidades fueron o no aprovechadas segn los casos.

    Pero esto dependa exclusivamente de determinaciones internas propias de lassociedades en cuestin, sobre todo en cuanto a las reacciones de sus sistemas polti-cos, ideolgicos y culturales a los desafos que representaban las regiones ms avan-zadas. El ejemplo ms ilustrativo del notable xito de este orden es provisto por lahistoria europea, regin perifrica y atrasada hasta bien entrada la Edad Media encomparacin con los centros del sistema tributario (China, India y el mundo islmi-co). Europa recuper su atraso en un perodo breve -entre 1200 y 1500- para afir-marse, a partir del Renacimiento, como un centro de nuevo tipo, potencialmentems poderoso y portador de nuevas y decisivas evoluciones respecto a todos sus pre-decesores. Atribu esta ventaja a la mayor flexibilidad del sistema feudal europeo, pre-cisamente, porque era una forma perifrica del mundo tributario.

    2. En contraste, la mundializacin de los tiempos modernos asociada al capitalis-

    mo es por naturaleza polarizante (Amin, 1997). Con esto quiero decir que la pro pialgica de la expansin mundial del capitalismo produce una desigualdad creciente en-tre quienes participan del sistema. Es decir, que esta forma de mundializacin no ofre-ce una posibilidad de ra t t ra page1 que ser aprovechada o no segn las condiciones in-ternas propias de los pases en cuestin. El ra t t ra page de los atrasos re quiere siempre laimplementacin de polticas voluntaristas que entran en conflicto con las lgicas uni-laterales de la expansin capitalista; polticas que, en funcin de esto, deben ser califi-cadas de polticas antisistmicas de desconexin. Este ltimo trmino que he pro-

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    puesto no es sinnimo de autarqua o un absurdo intento de salir de la historia. De s-conectar significa someter los vnculos con el exterior a las prioridades del desarro llointerno. Por lo tanto, este concepto es antagnico al que es preconizado y que llamaa a justarse a las tendencias mundialmente dominantes, ya que este ajuste unilateralse traduce para los ms dbiles en una acentuacin de su p erif erizacin. De sconec-tar significa transformarse en un agente activo que contribuye a moldear la mundiali-zacin, obligando a sta a ajustarse a las exigencias del desarrollo pro pio.

    La demostracin de esta tesis reposa en la distincin que propongo realizar en-tre el mecanismo general a travs del cual se expresa la dominacin de la ley del va-lor, propia del capitalismo, y la forma mundializada de esta ley. En el capitalismo lo

    econmico se emancipa de la sumisin a lo poltico y se transforma en la instanciadirectamente dominante que comanda la reproduccin y la evolucin de la sociedad.De esta forma, la lgica de la mundializacin capitalista es, ante todo, la del desplie-gue de esta dimensin econmica a escala mundial y la sumisin de las instancias po-lticas e ideolgicas a sus exigencias. Por lo tanto, la ley del valor mundializada quecomanda este proceso no puede ser reducida a la ley del valor que opera a nivel mun-dial tal como ella opera en el plano abstracto del concepto de modo de produccincapitalista. La ley del valor, analizada a ese nivel, supone la integracin de los merca-dos a escala mundial solamente en las dos primeras de sus dimensiones: los merca-dos de productos y de capital tienden a ser mundializados, mientras que los merca-dos de trabajo permanecen segmentados. En este contraste se expresa la articulacin,caracterstica del mundo moderno, entre por un lado una economa cada vez ms

    mundializada, y por el otro la permanencia de las sociedades polticas (Estados inde-pendientes o no) diferenciadas. Este contraste por s mismo genera la polarizacinmundial: la segmentacin de los mercados de trabajo produce necesariamente elagravamiento de las desigualdades en la economa mundial. La mundializacin capi-talista es polarizante por naturaleza.

    3. La polarizacin que caracteriza a la mundializacin capitalista revisti formasasociadas a las caractersticas principales de las fases de la expansin capitalista, quese expresan en formas apropiadas de la ley del valor mundializada. Estas son produ-cidas, por un lado, por la articulacin de las leyes del mercado trunco (como conse-cuencia de la segmentacin del mercado de trabajo) y, por el otro, por las polticas deEstado dominantes, que se asignan el objetivo de organizar este mercado trunco ensus formas apropiadas. Separar lo poltico de lo econmico no tiene aqu ningn sen-tido; no hay capitalismo sin Estados capitalistas, salvo en la imaginacin de los ide-logos de la economa burguesa. Estas formas polticas apropiadas articulan los modosde dominacin social internos propios a las sociedades del sistema y sus modos de in-sercin en el sistema mundial, ya sea como formaciones dominantes (centrales) o do-minadas (perifricas).

    En la fase mercantilista (1500-1800) que precede a la revolucin industrial -yque por esta razn podemos considerar como una transicin del feudalismo al capi-

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    talismo acabado- encontramos la conjuncin entre formas polticas apropiadas -lamonarqua absolutista del Antiguo Rgimen, fundada sobre el compromiso socialfeudalidad/burguesa mercantil- y las polticas de implementacin de las primerasformas de polarizacin: la proteccin militar y naval de los monopolios del gran co-mercio, la conquista de las Amricas y su modelado como periferias del sistema de lapoca (que se especializa en producciones particulares tiles a la acumulacin delcapital mercantil), y la trata de negros que se encuentra asociada a sta (Braudel,1979; Gunder Frank, 1978; Wallerstein, 1989).

    De la Revolucin Industrial a los aos posteriores a la Segunda Guerra Mundial(1800-1950) se extiende una segunda fase de la mundializacin capitalista fundada

    en el contraste entre centros industrializados/periferias a las que se les niega la posi-bilidad de la industrializacin (Arrighi, 1994; Bairoch, 1994). Este contraste, que de-fine una nueva forma de la ley del valor mundializada, no es un producto natural delas ventajas comparativas invocadas por la economa burguesa. Este contraste tomaforma a travs de la implementacin de medios que revisten tanto dimensiones eco-nmicas (el libre cambio impuesto a los partenaires de la nueva periferia en forma-cin) como polticas (las alianzas con las clases dominantes tradicionales de la nuevaperiferia, su insercin en el sistema mundial, la intervencin de las caoneras y, porltimo, la conquista colonial). Estas formas de la mundializacin se articulan en ba-se a sistemas polticos propios de los centros industriales, nacidos ya sea de las revo-luciones burguesas (Inglaterra, Francia, Estados Unidos), o de unificaciones naciona-les que substituyen a stas en la constitucin de los mercados nacionales (Alemania,

    Italia), o, por ltimo, de modernizaciones despticas iluminadas (Rusia, Austria-Hungra, Japn). La variedad de las alianzas sociales hegemnicas propias de estasformas no debe hacernos olvidar su denominador comn: todas estas formas apun-tan a aislar a la clase obrera. Determinan igualmente las formas y los lmites de la de-mocracia burguesa de la poca.

    Este complejo sistema conoce una marcada evolucin, entre otras cosas, por elpaso a la dominacin de los monopolios en la economa industrial y financiera de loscentros -a partir de finales del siglo XIX- y, desde 1917, por la desconexin de laURSS. La mundializacin se caracteriza entonces por la acentuacin de los conflic-tos inter-centros (inter-imperialistas) y por la aceleracin de la colonizacin de las pe-riferias, una de las cuestiones ms importantes de esta competencia agravada (Amin,1993; Bellamy Foster, 1986). En conjuncin con esta evolucin se dibujan nuevasformas polticas que asocian al sistema -al menos parcialmente- a los representantespolticos de la clase obrera de los centros, aunque estos sistemas de social-imperia-lismo slo son embrionarios en aquella poca. Hasta el New Deal Norteamericanoy el Frente Popular francs -a finales de los aos 1930-, los bloques hegemnicossiempre haban sido anti-obreros.

    La Segunda Guerra Mundial modific las condiciones que guiaban la expansincapitalista polarizante de este siglo y medio de historia moderna. La derrota del fas-

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    cismo modificaba profundamente las relaciones sociales de fuerza a favor de las cla-ses obreras, que adquirieron en los centros posiciones que nunca haban conocidocon anterioridad en el capitalismo; a favor de los pueblos de las periferias, cuyos mo-vimientos de liberacin reconquistaron la independencia poltica de sus naciones; afavor del modelo sovitico del socialismo realmente existente, que apareca como laforma ms eficaz del proyecto de desconexin y de rattrapage . Al mismo tiempo, laconsolidacin de la predominancia norteamericana sobre todos los otros centros ca-pitalistas modificaba las condiciones de la competencia inter-imperialista.

    En otras oportunidades propuse una lectura del medio siglo de posguerra (1945-1990) fundada en la articulacin entre los sistemas poltico-sociales de los tres con-

    juntos que constituyen el mundo por un lado, y de las formas de la mundializacinque la acompaan por el otro (Amin, 1993). A nivel de la organizacin interna delas sociedades en cuestin, encontramos pues: (i) el gran compromiso social capital-trabajo que caracteriza a los antiguos centros (el Estado de Bienestar, las polticas key-nesianas, etc.); (ii) los modelos nacionalistas populistas modernizadores del TercerMundo; (iii) el modelo sovitico de socialismo (prefiero hablar de capitalismo sincapitalistas). La mundializacin que caracteriza a esta tercera gran fase de la historiamoderna es negociada (por los Estados), encuadrada y controlada por los compromi-sos que estas negociaciones garantizan. Sus condiciones no son dictadas unilateral-mente por el capital de los centros dominantes, como en las fases precedentes. Estaes la razn por la cual esta fase est dominada por el discurso del desarrollo (es de-cir, el del rattrapage ) y por prcticas de desconexin anti-sistmicas que estn en con-

    flicto con las lgicas unilaterales de despliegue del capitalismo.Esta fase se encuentra hoy terminada con la erosin y el posterior hundimiento

    de los tres modelos societarios que la fundaban (el debilitamiento del Estado de Bie-nestar en Occidente, la desaparicin de los sistemas soviticos, la recompradorisation 2

    de las periferias del Sur) y la recomposicin de relaciones de fuerza favorables al ca-pital dominante. Ms adelante volver sobre la cuestin de las alternativas a la mun-dializacin, y sobre los conflictos que resultan de stas.

    En este anlisis, el nfasis puesto en la polarizacin inmanente a la expansinmundial del capitalismo es esencial. Este carcter permanente de la mundializacincapitalista es simplemente negado por la ideologa burguesa dominante, que persisteen afirmar que la mundializacin ofrece una oportunidad que las sociedades pue-den aprovechar o no, segn razones que les son propias. Pero lo que segn mi pun-to de vista resulta ms grave, es que el pensamiento socialista (incluido el del marxis-mo histrico) comparti, al menos en parte, la ilusin de rattrapage posible en elmarco del capitalismo.

    La teora de la mundializacin capitalista que propongo, y de la cual esboc lasgrandes lneas, hace de este concepto un sinnimo de imperialismo. El imperialismono es pues un estadio -el estadio supremo- del capitalismo, sino que constituye su ca-rcter permanente.

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    4. El discurso de la ideologa dominante de las fases recientes del capitalismo, so-metido a las exigencias de las relaciones de fuerza propias a estas fases sucesivas, for-mula un concepto de la mundializacin que le es propio. El trmino mundializa-cin es aqu un sustituto del concepto imperialismo, prohibido en esos discursos.

    De 1880 a 1945 este discurso es liberal, nacional e imperialista (en el sentido le-ninista del trmino). Liberal en la medida en que est fundado sobre el principio dela autorregulacin de los mercados an si, de hecho, las polticas de Estado encua-dran su funcionamiento para ponerlos al servicio de la reproduccin de las alianzassociales dominantes (protegiendo la agricultura de los pequeos campesinos para ase-gurarse su apoyo electoral contra la clase obrera, por ejemplo). Nacional en la medi-

    da en que la reproduccin del mercado nacional auto-centrado constituye el eje delas polticas de Estado, en sus dimensiones interna y externa. Imperialista en la me-dida en que, en la poca de los monopolios dominantes, estas polticas acusan lacompeticin internacional que las transforma en conflictos violentos inter-Estados.A menudo, el discurso dominante admite las dos primeras caractersticas, que legiti-ma asocindolas al ejercicio de la democracia parlamentaria. Pero no ocurre lo mis-mo con el carcter imperialista, del que nunca se habla. Por otro lado, el propio tr-mino de mundializacin es desconocido, o bien confundido de forma oprobiosacon el de cosmopolitismo antipatritico. Por el contrario, lo que este discurso ve-hiculiza es un nacionalismo chauvinista que tiene por funcin lograr la adhesin dela mayora, si no de la totalidad de los ciudadanos, al Estado de los monopolios. Lamundializacin de hecho que domina la escena es entonces aquella definida por la

    colonizacin y el desprecio por los pueblos no europeos. Pero de esto no se habla, ose menciona muy poco; se da por sobreentendido. El quiebre que se inaugura en1917 a travs de la proclamacin de un objetivo societario socialista no es aceptado:slo se trata de una aberracin irracional y salvaje

    En el perodo de la posguerra el discurso dominante es otro; lo califico como so-cial y nacional operando en el contexto de una mundializacin controlada (Amin,1993). Por social entiendo el hecho de que est fundado precisamente en compro-misos sociales histricos que integran (o que se proponen integrar -y lo logran engran medida) las clases obreras en el centro, las clases populares en el Este y en el Sur.Social no es sinnimo de socialista, an si este calificativo ha sido empleado a dies-tra y siniestra al servicio de los proyectos societarios en cuestin. Nacional en el sen-tido de que los compromisos son definidos en el marco de los Estados polticos cons-

    truidos por polticas sistemticas de los poderes pblicos nacionales. El trmino demundializacin forma parte de este discurso, an si el mismo est reservado exclu-sivamente al mundo libre, excluyendo a los pases comunistas proclamados totali-tarios. Esta mundializacin es legitimada por consideraciones casi naturales prxi-mas a las que se encuentran en el discurso contemporneo: el achicamiento del pla-neta. Sin embargo, su dimensin imperialista es cuidadosamente desvinculada de laforma colonial anterior, que fue vencida por los movimientos de liberacin de lospueblos de la periferia. El conflicto de los imperialismos es tambin silenciado, el ali-

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    neamiento detrs de los Estados Unidos -que se transform en una especie de super-imperialismo- es aceptado y an publicitado en nombre de la defensa comn contrael comunismo. Inclusive la propia construccin europea no cuestiona esta jerarquamundial, aceptando articularse en torno a la OTAN.

    El capitalismo mundializado de la posguerra es particular por dos razones. Enprimer lugar, porque funciona en base a relaciones sociales que otorgan al trabajoun lugar que no re f i ere a la lgica propia del capitalismo, sino que expresa un com-p romiso entre esta lgica y lgicas populares y nacionales ant isistmicas. El cre ci-miento de los salarios que acompaa el de la productividad, el pleno empleo, la se-guridad social, el rol preponderante del Estado en el proceso de industrializacin, la

    redistribucin del ingreso a travs de los impuestos, sin contar las grandes re f o rmasagrarias o las colectivizaciones, no responden a la lgica del mximo beneficio, quees la que comanda al modo de produccin capitalista. Estos fenmenos, por el con-trario, expresan las ambiciones de proyectos societarios populares y nacionales. Es-te compromiso entre lgicas societarias conflictivas obliga al capital a ajustarse a lasreivindicaciones de los trabajadores y de los pueblos. Es este lmite el que permiti,paradjicamente, que este perodo histrico se caracterizara por un fuerte cre c i-miento, sin igual, a escala mundial. El modelo se sita pues en las antpodas del pro-puesto e impuesto hoy, que se funda en la lgica exc lusiva del capital y en la pre t e n-sin de que corresponde a los trabajadores y a los pueblos realizar el esfuerzo paraa j u s t ar s e, lo que a su vez confina a la economa al estancamiento. Como comple-mento de estos compromisos sociales, la mundializacin que los acompaa es con-

    trolada por los Estados que son sus garantes. El perodo es pues un perodo de re-duccin de los efectos polarizadores de la lgica unilateral de la expansin del capi-talismo, reduccin traducida por los fuertes ritmos de industrializacin de los pa-ses del Este y del Su r.

    Los modelos societarios que haban logrado imponer los compromisos evocadosalcanzaron sus lmites histricos como resultado de su propio xito. Habindose ago-tado sin haber creado las condiciones que permitieran a las fuerzas populares y de-mocrticas avanzar an ms, los temas que fundaban su legitimidad (el Estado deBienestar y el progreso material continuo, la construccin del socialismo, la afirma-cin de las naciones modernizadas del Tercer Mundo) aparecieron como ilusiones.En aquel momento estaban reunidas las condiciones para permitir una ofensiva ma-siva del capital, decidido a imponer su lgica unilateral. Luego del rechazo por parte

    de la OCDE del proyecto de Nuevo Orden Econmico Internacional, propuestopor los pases del Tercer Mundo en 1975 (un proyecto de rejuvenecimiento de lamundializacin controlada que hubiera permitido la continuacin del crecimientogeneral), la recompradorisation del Tercer Mundo recobra actualidad (Amin, 1989).Esta se manifiesta en los programas llamados de ajuste estructural, programas quetienden al desmantelamiento de las conquistas del nacionalismo populista de las d-cadas anteriores. Despus de que Thatcher y Reagan hayan proclamado su voluntadde desmantelar el Estado de Bienestar a partir de 1980, seguidos prontamente por

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    los pases de la OCDE, el neoliberalismo se transformar en la ideologa dominante.Por ltimo, el derrumbe de los sistemas soviticos de Europa y de la URSS a finalesde la dcada de 1980 permiti la reconquista de estas sociedades por parte de uncapitalismo salvaje que navega viento en popa.

    5. Restablecida la lgica unilateral del capital, sta se expresa en la implementa-cin de polticas que presentan las mismas caractersticas en todos lados: tasas de in-ters elevadas, reduccin del gasto pblico social, desmantelamiento de las polticasde pleno empleo y prosecucin sistemtica del restablecimiento de la desocupacin,desgravacin fiscal en beneficio de los ricos, desregulaciones, privatizaciones, etc. Elconjunto de estas medidas significa el retorno de los bloques hegemnicos anti-obre-

    ros, anti-populares. Esta lgica funciona en beneficio exclusivo del capital dominan-te y, singularmente, de sus segmentos ms poderosos -que son tambin los ms mun-dializados-, el capital financiero. La financiarizacin constituye de esta manera unade las principales caractersticas del actual sistema, tanto en sus dimensiones nacio-nales como en su dimensin mundial. Esta lgica exclusiva del capital se expresa enla supresin de los controles de las transferencias de capitales de toda ndole (los des-tinados a la inversin o a la especulacin), y por la adopcin del principio de cam-bios libres y fluctuantes (Amin, 1995; Amin et al , 1993; Braudel, 1979; Chesnais,1994; Kreye, Frobel y Heinrichs, 1980; Pastr, 1992).

    El restablecimiento de la ley unilateral del capital no inaugura una nueva fase deexpansin. Por el contrario, produce una espiral de estancamiento, en la medida enque la bsqueda de la mxima rentabilidad provoca, si no encuentra obstculos so-ciales importantes, la profundizacin de la desigualdad en la distribucin de las ri-quezas (ley de pauperizacin de Marx). Esta situacin se verifica en todos los parte -naires del actual sistema: tanto en el Oeste, como en el Este y en el Sur, al igual queen el plano internacional. Esta desigualdad produce a su vez la crisis, es decir, un sur -

    plus creciente de capitales que no encuentran salida en la expansin del sistema pro-ductivo. Los poderes de turno estn preocupados exclusivamente por la gestin de es-ta crisis y son incapaces de encontrarle una solucin. Detrs del discurso neoliberalmundializado se esconden, pues, polticas perfectamente coherentes de gestin de lacrisis cuyo nico objetivo es el de crear salidas financieras al surplus de capitales, co-mo manera de evitar lo que ms teme el capital: la desvalorizacin masiva. La finan-ciarizacin es la expresin de esta gestin, tanto a nivel nacional como a escala mun-dial. Las elevadas tasas de inters, los cambios fluctuantes y la libertad para realizartransferencias especulativas, las privatizaciones, al igual que el dficit de la balanza depagos de los Estados Unidos y la deuda externa de los pases del Sur y del Este, cum-plen estas funciones.

    El discurso sobre la mundializacin debe ser re-situado en el marco de la gestinde la crisis. A las dimensiones econmicas de la misma se suman las estrategias pol-ticas complementarias, que calificara de igual forma de medios de gestin de la cri-sis. El objetivo central de estas polticas es desmantelar las capacidades de resistencia

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    que podran representar los Estados, de forma tal de hacer imposible la constitucinde fuerzas sociales populares eficaces. El etnicismo es invocado a tales efectos, paralegitimar la explosin de los Estados: detrs de consignas como todas las Eslove-nias o Chechenias posibles, objetivo que se persigue con gran cinismo, se escondeun pretendido discurso democrtico de reconocimiento de los derechos de los pue-blos. Con este fin tambin se recurre a otros medios, que van desde el apoyo a losfundamentalismos religiosos hasta las manipulaciones de la opinin. Constatamosque las intervenciones en favor de la democracia y de los derechos humanos estnsometidas estrictamente a los objetivos estratgicos de los poderes imperialistas. Laregla es dos pesos, dos medidas. De manera general, estas polticas vacan de todo

    contenido las aspiraciones democrticas de los pueblos y preparan la gestin del caospor intermedio de lo que yo llamo una democracia de baja intensidad, en paraleloa las intervenciones -an las intervenciones militares de baja intensidad- que pro-mueven las guerras civiles.

    6. Ni la utopa reaccionaria de la mundializacin desenfrenada y del neoliberalismogeneralizado, ni las prcticas de la gestin poltica del caos (y no de cualquier nuevo or-den mundial) que esta utopa supone, son sostenibles. Para atenuar los efectos destru c-tores de la misma y limitar el peligro de violentas explosiones, los sistemas de poder in-tentan poner un mnimo de orden en medio del caos. Las regionalizaciones concebidasen este marco persiguen esta finalidad atando a las diferentes regiones de la periferia acada uno de los centros dominantes: el ALENA (NAFTA, en ingls) somete a Mxico(y, en perspectiva, a toda Amrica Latina) al carro norteamericano; la asociacin AC P-

    CEE, los pases de Africa al de la Eu ropa Comunitaria; el nuevo ASEAN podra facili-tar la implementacin de una zona de dominacin japonesa en el Sudeste Asitico(Amin, en prensa; Yachin y Amir, 1988). La propia construccin europea es arrastradaen el torbellino de esta reorganizacin neo-imperialista asociada al despliegue de la uto-pa neoliberal. La sumisin del proyecto europeo a los imperativos neoliberales, expre sa-da en el Tratado de Maastricht en la prioridad asignada a la creacin de una moneda co-mn (el euro) cuya gestin precisamente est fundada en principios neoliberales en de-trimento de la consolidacin de un proyecto poltico y social comn pro gresista, fragili-za al propio proyecto europeo, y lo fragilizar an ms a medida que los mov imientossociales de protesta y de re chazo a las polticas neoliberales en curso se amplifiquen.

    Las contradicciones de la mundializacin en curso son gigantescas y todo indicaque stas se agravarn, tanto por la resistencia de los pueblos -en los centros y en lasperiferias- como por la acentuacin de las divergencias en el seno del bloque impe-rialista dominante, que el aumento de las resistencias no har ms que profundizar.

    La ms importante de estas contradicciones reside en el llamativo contraste queoponen las dos nuevas mitades del sistema mundial. Constatamos en efecto que to-do el continente americano, Europa Occidental y su anexo africano, los pases de Eu-ropa Oriental y de la ex URSS, Medio Oriente y Japn, estn afectados por la crisisasociada a la implementacin del proyecto neoliberal mundializado. Por el contrario,

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    el Este asitico -China, Corea, Taiwn, el sudeste asitico- escapa a esta situacin,precisamente porque los poderes que all gobiernan rechazan el sometimiento a losimperativos de la mundializacin desenfrenada que se impuso en el resto del mun-do. India se encuentra a mitad de camino entre este Oeste y este Este nuevos. Es-ta opcin asitica -cuya discusin acerca de las races histricas nos alejara de nues-tro tema de anlisis- est ligada al xito de la regin, cuyo crecimiento econmico seacelera al mismo tiempo en que ste se frena en el resto del mundo. La estrategia delos Estados Unidos est guiada por la voluntad de quebrar esta autonoma que Asiadel Este conquist en sus relaciones con el sistema mundial. Esta estrategia se empe-a en desmantelar a China, en torno a la cual podra cristalizar progresivamente el

    conjunto de la regin del Este asitico. Apuesta por la independencia de Japn, quenecesita del apoyo de Washington para enfrentar no solamente a China, sino tam-bin a Corea e incluso al sudeste asitico, proponiendo para ello substituir la regio-nalizacin asitica informal en curso por una regin Asia-Pacfico (APEC).

    Europa constituye la segunda regin llamada a padecer las previsibles turbulen-cias. El futuro del proyecto de la Unin Europea est efectivamente amenazado porel empecinamiento neoliberal de sus clases dirigentes y por las previsibles y crecien-tes protestas de sus clases populares (Toulemon, 1994). Pero este proyecto tambinse encuentra amenazado por el caos en el Este, ya que a corto plazo la lgica del neo-liberalismo conduce a la opcin de la latinoamericanizacin de Europa del Este yde los pases de la ex URSS. Esta periferizacin, que funcionar quizs principalmen-te en beneficio de Alemania, contribuye a una evolucin global hacia una Europa

    alemana. En el mediano plazo esta opcin favorece el mantenimiento de la hegemo-na norteamericana a escala mundial, mientras que Alemania opta, al igual que Ja-pn, por permanecer bajo la influencia de Washington. Pero a ms largo plazo estaopcin arriesga despertar las rivalidades intra-europeas que hoy estn latentes.

    En otras regiones del mundo las cosas tampoco ests resueltas de antemano. EnAmrica Latina, el ALENA coincidi, no por casualidad, con la revuelta de Chiapasen Mxico. Y el proyecto de extensin del modelo propuesto por el ALENA al con-

    junto del continente se enfrenta ya en las capitales del sur al cuestionamiento de lamundializacin desenfrenada. Aunque el proyecto del Mercosur (Brasil, Argentina,Uruguay, Paraguay y abierto a Chile y Bolivia) haya sido concebido en sus inicios enlos marcos de la ptica neoliberal, no est dicho que no pueda evolucionar en direc-cin hacia una autonomizacin -an relativa- de la regin.

    Hasta ahora, la gestin de las contradicciones de la mundializacin ha dado unanueva oportunidad al mantenimiento de la hegemona norteamericana. Menos Es-tado significa menos Estado en todos lados, salvo en Estados Unidos, que, por el do-ble monopolio del dlar y de la potencia de intervencin militar, y sostenido por Ale-mania y Japn (que ocupan brillantemente su rol de segundos), mantiene su posi-cin hegemnica a escala global frente a Asia del Este, a quien Washington intentaprivar de alianzas posibles con Europa y con Rusia.

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    7. El futuro del sistema mundial sigue siendo una incgnita, al igual que las for-mas de la mundializacin a travs de las que se expresarn las relaciones de fuerza ylas lgicas que guiarn la eventual estabilidad del mismo. Esta incertidumbre permi-te -a quien lo desee- librarse al gratuito juego de los escenarios, ya que todo puedeser imaginado. Por el contrario, propongo concluir el anlisis de la mundializacinaqu presentado examinando por un lado las tendencias de la evolucin coherentescon la lgica interna propia del capitalismo, y por el otro los objetivos estratgicosanti-sistmicos que las luchas populares podran fijarse en las condiciones actuales.

    Ya he sugerido que las tendencias de la evolucin del capitalismo contempor-neo se articulan en torno al refuerzo de lo que he llamado los cinco monopolios

    que caracterizan a la mundializacin polarizante del imperialismo contemporneo:(i) el monopolio de las nuevas tecnologas; (ii) el del control de los flujos financierosa escala mundial; (iii) el control del acceso a los recursos naturales del planeta; (iv) elcontrol de los medios de comunicacin; (v) el monopolio de las armas de destruc-cin masiva (Amin, 1996; Amin, 1997; Amin et al , 1993; Gonzlez Casanova et al ,1994). La implementacin de estos monopolios es operada por la accin conjunta,complementaria pero tambin a veces conflictiva, del gran capital de las multinacio-nales industriales y financieras y de los Estados que se encuentran a su servicio (deall la importancia de los monopolios de naturaleza no econmica mencionadosaqu). Tomados en conjunto, estos monopolios definen nuevas formas de la ley delvalor mundializada, permitiendo la centralizacin en beneficio de este gran capital delas ganancias y sobreganancias provenientes de la explotacin de los trabajadores; una

    explotacin diferenciada fundada en la segmentacin del mercado de trabajo. Estanueva etapa del desarrollo de la ley del valor mundializada no permite pues el rattra - page a travs de la industrializacin de las periferias dinmicas, sino que funda unanueva divisin internacional desigual del trabajo en la cual las actividades de produc-cin localizadas en las periferias, subalternizadas, funcionan como subcontratistas delcapital dominante (un sistema que evoca el putting out del capitalismo primitivo).

    No es difcil, pues, imaginar el tablero de una mundializacin futura en sintona conla dominacin de esta forma de la ley del va lor. Los centros dominantes tradicionales con-servaran su ventaja, re produciendo las jerarquas ya visibles: los Estados Unidos conser-varan su hegemona mundial (por sus posiciones dominantes en el mbito de la inve sti-gacin-desarrollo, el monopolio del dlar y la gestin militar del sistema), flanqueados ensegundo trmino por Japn (por su contribucin a la inve stigacin-desarrollo), por Gr an

    Bretaa como socio financiero, y por Alemania por su control de Eu ropa. Las periferiasactivas de Asia del Este, de Eu ropa Oriental y de Rusia, India y Amrica Latina constitui-ran las principales zonas perifricas del sistema, mientras que Africa y los mundos rabee islmico, marginalizados, quedaran abandonados a conflictos y convulsiones que sloamenazaran a ellos mismos. En los centros del sistema, el nfasis puesto en las activida-des ligadas a los cinco monopolios mencionados implicara la gestin de una sociedad ados ve locidades, es decir, una marginalizacin a travs de la pobreza, de los empleos pre-carios y de la desocupacin de importantes sectores de la poblacin.

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    Esta mundializacin -que es aquella que se perfila detrs de las opciones encurso que el neoliberalismo intenta legitimar presentndola como una transicinhacia la felicidad unive r s a l- no es, por cierto, fatal. Por el con trario, la fragilidaddel modelo es evidente. Su estabilidad supone la aceptacin indefinida por part ede los pueblos de las condiciones inhumanas que les son re s e rvadas, o que sus pro-testas sean espordicas, aisladas entre ellas, se alimenten de ilusiones (tnicas, re-ligiosas, etc.) y que no logren salir de estos i m p a s s e s . Es obvio que la gestin pol-tica del sistema por la conjuncin de la movilizacin de los medios de comunica-cin y los medios militares intentar perpetuar esta situacin que an hoy es do-m i n a n t e .

    En contraposicin con esto, las estrategias de una respuesta eficaz al desafode esta mundializacin imperialista deberan tener por objetivo la reduccin delpodero de los cinco monopolios en cuestin, y las opciones de desconexin de-beran ser re n ovadas y definidas en esta perspectiva. Sin entrar en una detalladadiscusin de estas estrategias, que slo puede ser concreta y estar fundada en lam ovilizacin efectiva de las fuerzas polticas y sociales populares y democrticasque operan en condiciones propias a cada pas, podemos enumerar los grandesprincipios en torno a los cuales podra organizarse el frente de luchas populare sa n t i - s i s t m i c a s .

    La primera exigencia es la de la constitucin de frentes populares democrti-cos anti-monopolios/anti-imperialistas/anti-compradores, sin los cuales ningncambio es posible. Re ve rtir la relacin de fuerzas a favor de las clases trabajadoras

    y populares constituye la primera condicin de la derrota de las estrategias del ca-pital dominante. Estos frentes deben no solamente definir objetivos econmicosy sociales realistas acordes a la etapa junto con los medios para alcanzarlos, sinoque tambin deben tomar en consideracin las exigencias de un cuestionamientode las jerarquas del sistema mundial. Es decir que la importancia de sus dimen-siones nacionales no debe ser subestimada. Se trata de un concepto pro g resista dela nacin y del nacionalismo, lejos de todas las nociones oscurantistas, etnicistas,religioso-fundamentalistas y chauvinistas hoy pre valecientes y que son pro mov i-das por la estrategia del capital. Este nacionalismo pro g resista no exc l u ye la coo-peracin regional; por el contrario, debera incitar a la constitucin de grandes re-giones que son la condicin por una lucha eficaz contra los cinco monopoliosmencionados. Pe ro se trata de modelos de regionalizacin muy diferentes de aque-

    llos preconizados por los poderes dominantes y que son concebidos como corre a sde transmisin de la mundializacin imperialista. La integracin a escala de Am-rica Latina, de Africa, del mundo rabe, del sudeste asitico, junto a pases-conti-nentes (China, India), pero tambin la de Eu ropa (del Atlntico a V l a d i vo s t o k ) ,fundada en alianzas populares y democrticas que obliguen al capital a ajustarse asus exigencias, constituyen lo que yo llamo el proyecto de un mundo policntri-co autntico, otra modalidad de mundializacin. En este marco, podramos ima-ginar modalidades t c n i c a s de la organizacin de las interdependencias intra e

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    i n t e r - regionales, tan to en lo que hace a los m e rc a d o s de capitales (cuyo objeti-vo sera incitarlos a inve rtir en la expansin de los sistemas pro d u c t i vos) como alos sistemas monetarios o los acuerdos comerciales. El conjunto de estos pro g r a-mas fortalecera las ambiciones de democratizacin tanto a nivel de las sociedadesnacionales como a nivel de la organizacin mundial. Por esta razn los sito en lap e r s p e c t i va de la larga t ransicin del capitalismo mundial al socialismo mundial,como una etapa de esta transicin.

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    NOTAS DELTRADUCTOR1 El trmino rattrapage en francs refiere a la posibilidad de recuperar, de re-atrapar, el atraso respecto a cierto fenmeno o proceso en curso. En este caso,el trmino hace referencia a la imposibilidad de los pases perifricos de alcanzarniveles de desarrollo similares a los de los pases centrales. Esto se debe a que, se-gn explica el autor, a diferencia de lo que suceda en la antigedad, la lgica ac-tual de la mundializacin no otorga estas oportunidades a los pases perifricos.

    2 El trmino recompradorisation remite al complejo proceso de insercin subor-dinada que la nueva fase del capitalismo supuso para los pases perifricos y que

    refiere tanto al desmantelamiento de las estructuras y conquistas caractersticasde las experiencias del nacionalismo populista anteriores como a las polticas yprocesos que devienen de la constitucin de lo que el autor llama los cinco mo-nopolios.

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