Capitalismo y Lucha de clases en el campo canario

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José Miguel Pérez y Guillermo Ascanio CAPITALISMO Y LUCHA DE CLASES EN EL CAMPO CANARIO (1931-1936) 1 ENSAYO PRELIMINAR 2 Ignacio Reyes I. INTRODUCCIÓN El proceso de formación de la clase obrera canaria quizá no haya registrado un momento tan intenso y definitivo como el que concurre durante el período republicano (1931-1936). El movimiento obrero y popular emprende un formidable combate político e ideológico contra el capitalismo, en el que adquiere una especial relevancia el papel jugado por los comunistas. Tanto en el terreno organizativo y propiamente político, con la fundación del Partido Comunista en 1933, como en el terreno ideológico a través de la redacción, por ejemplo, de las Bases del Frente Único Revolucionario, su actividad denota un esfuerzo constante en dos direcciones complementarias: comprender y divulgar las verdaderas condiciones de realización del capitalismo en Canarias, así como la estrategia de su transformación revolucionaria. En las páginas que siguen se tendrá ocasión de valorar una pequeña muestra, pero muy significativa, de la producción ideológica que elabora el movimiento comunista canario. Para ello acudimos a dos de sus más cualificados representantes: José Miguel Pérez, primer secretario general del Partido Comunista de Cuba (1925) y figura señera del comunismo canario durante la Segunda República; y Guillermo Ascanio, oficial al mando de la única brigada que, realmente, defendió del golpe del coronel Casado el Madrid sitiado por las tropas fascistas, ya en las postrimerías de la Guerra Civil española. 1 El trabajo, redactado por el autor en 1992, fue publicado en Tenerife por Ediciones del Baile del Sol en 1997. 2 Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a cuantos amigos y compañeros han tenido algo que ver en la elaboración y edición de este ensayo. En especial, agradezco a Miguel Ángel Cabrera Acosta y a Sergio Lojendio Quintero la amable atención que han dispensado a su lectura y a su discusión.

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José Miguel Pérez y Guillermo Ascanio

CAPITALISMO Y LUCHA DE CLASES EN EL CAMPO CANARIO (1931-1936) 1

ENSAYO PRELIMINAR 2 Ignacio Reyes

I. INTRODUCCIÓN

El proceso de formación de la clase obrera canaria quizá no haya registrado un momento tan intenso y definitivo como el que concurre durante el período republicano (1931-1936). El movimiento obrero y popular emprende un formidable combate político e ideológico contra el capitalismo, en el que adquiere una especial relevancia el papel jugado por los comunistas. Tanto en el terreno organizativo y propiamente político, con la fundación del Partido Comunista en 1933, como en el terreno ideológico a través de la redacción, por ejemplo, de las Bases del Frente Único Revolucionario, su actividad denota un esfuerzo constante en dos direcciones complementarias: comprender y divulgar las verdaderas condiciones de realización del capitalismo en Canarias, así como la estrategia de su transformación revolucionaria. En las páginas que siguen se tendrá ocasión de valorar una pequeña muestra, pero muy significativa, de la producción ideológica que elabora el movimiento comunista canario. Para ello acudimos a dos de sus más cualificados representantes: José Miguel Pérez, primer secretario general del Partido Comunista de Cuba (1925) y figura señera del comunismo canario durante la Segunda República; y Guillermo Ascanio, oficial al mando de la única brigada que, realmente, defendió del golpe del coronel Casado el Madrid sitiado por las tropas fascistas, ya en las postrimerías de la Guerra Civil española.

1 El trabajo, redactado por el autor en 1992, fue publicado en Tenerife por Ediciones del Baile del Sol en 1997. 2 Quiero dejar constancia de mi agradecimiento a cuantos amigos y compañeros han tenido algo que ver en la elaboración y edición de este ensayo. En especial, agradezco a Miguel Ángel Cabrera Acosta y a Sergio Lojendio Quintero la amable atención que han dispensado a su lectura y a su discusión.

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Con todo, los estudios sobre el desarrollo del capitalismo en Canarias apenas fueron esbozados por el movimiento comunista durante el quinquenio republicano. La prensa obrera (principal soporte de su actividad propagandística) se concentra en reflejar todas las manifestaciones de la coyuntura económica, que encuadran la situación concreta de las masas trabajadoras del Archipiélago, bien en el plano sociolaboral o bien en el sectorial. Pero escasean los análisis estratégicos referidos a la dinámica particular que desenvuelven las fuerzas capitalistas en Canarias, su nivel de desarrollo y las formas y métodos de su organización social. No obstante, dos brillantes aportaciones se apartan de esta regla. Una de estas contribuciones pertenece a la breve pero esclarecedora descripción del campo canario que recrea el histórico dirigente palmero José Miguel Pérez3, con motivo de celebrarse en el verano de 1932 el debate parlamentario sobre la Ley de Reforma Agraria, y en abierta polémica con la intervención que protagoniza el diputado republicano radical Alonso Pérez Díaz, también natural de la isla de La Palma. La otra aportación es mucho más densa y trasciende los meros límites de un pormenorizado análisis socioeconómico, para convertirse en una propuesta programática de carácter netamente político. Se contiene en la serie de cuatro artículos que, bajo el título "La crisis económica y el proletariado canario", publica el ingeniero gomero Guillermo Ascanio en el otoño de 1933, también desde las páginas del semanario Espartaco4, que -como es sabido- añade a su condición de órgano de expresión de la Federación de Trabajadores de La Palma (desde su fundación en 1930), la de portavoz oficioso del Partido Comunista a partir de 1933. Como es natural, tales análisis sobre el desarrollo capitalista en Canarias tienen que ver con la implantación de este modo de producción en el campo, debido al predominio histórico que ejerce el sector agrario en la formación y evolución de la economía del Archipiélago. Ahora bien, la naturaleza y la finalidad políticas de ambos textos no pueden ser soslayadas, sin riesgo evidente de amputar en dichas argumentaciones su contenido metodológico más importante, a saber: que la organización social de cualquier sistema productivo, se configura históricamente en torno a la contradictoria relación que entablan las clases sociales en su lucha por controlar el desarrollo de las fuerzas productivas y de la acumulación de excedentes. La necesidad, por tanto, de fijar las relaciones de producción en función de los intereses materiales que se adscriben a los distintos agentes sociales, requiere considerar los elementos políticos de una relación de poder tan dialéctica como históricamente antagónica.

3 "La Reforma Agraria en Canarias", Espartaco, 27 de agosto de 1932. 4 Espartaco, 28 de octubre y 4, 11 y 18 de noviembre de 1933.

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Hechas estas matizaciones de orden metodológico sobre el discurso comunista, que oportunamente será contrastado con las manifestaciones que arman las fuerzas capitalistas, podemos abordar ahora la reconstrucción de su posición en relación con la cuestión agraria y la caracterización de la formación social canaria que la contiene durante el período republicano.

II. LA FORMACIÓN SOCIAL

El análisis que efectúa Guillermo Ascanio proporciona, con toda seguridad, el modelo más completo elaborado por los comunistas acerca de la naturaleza de la formación social canaria en ese primer tercio del siglo XX. El diseño de ese modelo está penetrado -cómo no- de la teoría leninista sobre el desarrollo imperialista del capitalismo. Es desde esta perspectiva teórica que cobra pleno significado su afirmación del carácter semicolonial de la formación social del Archipiélago. Ahora bien, sus tesis arrancan siempre de la observación de la realidad concreta. Para caracterizar el proceso de realización histórica de ese "régimen semi-colonial", examina detenidamente la participación de tres factores que expresan el estado de desarrollo y el nivel de organización de las fuerzas productivas: 1) La producción frutera constituye la base de la economía canaria, pero en absoluto representa su factor preponderante. La dominación efectiva del proceso económico corresponde al sector capitalista dedicado a la exportación frutera, claramente diferenciado de los elementos productores. 2) La mayor parte de la producción se verifica en régimen de pequeña y mediana propiedad, bien a través de la medianería, bien empleando jornaleros agrícolas, pero siempre en directa relación de dependencia con las casas exportadoras o "trust extranjeros". 3) Un grupo no muy numeroso de grandes capitalistas isleños y de compañías extranjeras controlan los más importantes factores económicos de Canarias, convirtiendo el Archipiélago en una semicolonia que explotan al amparo de la situación de dependencia que administra el Estado español. Pero ¿cuál es realmente el modo como se vertebra este régimen de explotación semicolonial, que -por demás- se vendría imponiendo al Archipiélago "durante años y años"? Ascanio afirma que el fundamento de toda la dinámica de la economía canaria se desenvuelve alrededor de las actividades exportadoras y en beneficio de quienes ejercen

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su control, esa clase que, formada por "grandes burgueses isleños" y "trust extranjeros", califica de "gran burguesía". Así, hasta la aparición de nuevos núcleos exportadores en América y la costa occidental africana, el movimiento de la exportación frutera canaria hacia los mercados europeos se había realizado en "régimen de cuasi-monopolio" y con una tasa de beneficios formidables para las compañías extranjeras. Esta privilegiada posición en el control de la circulación del excedente confiere a esa gran burguesía, y en especial a las casas exportadoras extranjeras, una poderosa palanca de acumulación de capitales. De este modo, están dadas las bases para que el capital extranjero, en su doble condición de arrendatarios y de prestamistas usurarios, desencadene un vasto proceso de modificación de las relaciones de producción en el campo. Y tanto Guillermo Ascanio como José Miguel Pérez convienen en admitir el contenido capitalista de tal proceso, que -en tan sólo "veinte años"- habría penetrado ampliamente en el sector agrario, eje en torno al que gira toda la economía de Canarias. En consecuencia, ¿cuáles son las vías que sigue este proceso de penetración del capitalismo en el campo? Según se deduce del planteamiento expuesto por ambos autores, los mecanismos que tiende a utilizar el capital extranjero para operar dicha modificación son básicamente tres: 1) La movilización de las tierras a través de los arrendamientos capitalistas, incorporadas al mercado y organizadas en razón de la ley capitalista del valor. 2) La proletarización de los pequeños y medianos productores independientes, sometidos a una estrecha dependencia de las casas exportadoras. 3) La concentración de los "negocios" agrarios (créditos, importación de materiales, etc.) en manos del capital extranjero. Sin embargo, ¿dónde quedan las peculiaridades semicoloniales de esa "liberalización" de las fuerzas productivas (tierras y mano de obra en particular), que distingue a dichos procesos de transición? En definitiva, ¿cuál es la forma predominante que adopta la explotación del trabajo social, criterio central -para el materialismo histórico- en la determinación de la naturaleza de una formación social? Ninguno de estos autores comunistas hace referencia a un proceso de expropiación masiva que afecte a pequeños y medianos propietarios. Estamos ante un fenómeno de proletarización sin expropiación de los medios básicos de subsistencia de la fuerza de trabajo. Lo que invariablemente se traduce, en el discurso comunista más cercano a las tesis defendidas por Marx y Lenin en este terreno, en un freno objetivo a la creación de un mercado interior5, en correspondencia con su condición de formación extravertida o semicolonial dentro del desarrollo mundial (imperialista) del capitalismo. 5 Ver MARX, Karl: El Capital. Libro I, vol. 3, Madrid, Siglo XXI, 2ª ed., 1980, págs. 932 a 937 (y en particular la pág. 935). Así mismo, ver LENIN, V.I.: El desarrollo del capitalismo en Rusia, Moscú, Progreso, 1975, págs. 25 a 27.

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En este sentido, José Miguel Pérez constata ese fenómeno de asalarización, pero referido al campesinado pobre: «Los campesinos pobres de Canarias, de arrendatarios y medianeros que eran en la fincas del señor, se han convertido en peones asalariados que sufren la explotación de los propietarios y de los arrendatarios capitalistas»6.. Y añade en relación al proceso de pauperización que recae sobre los pequeños propietarios: «que se han visto obligados a arrendar sus tierras, a las casas extranjeras, bajo contratos mezquinos y usurpadores, porque ellos no tenían el dinero suficiente para ponerlas en condiciones de dar una producción mejor»7. Es decir, se habla de empobrecimiento de las clases medias, en las que se encuentra el volumen fundamental de la producción agraria de Canarias, pero no se hace referencia a modificaciones radicales de su estatuto en las relaciones de producción, como no sea el incremento de su dependencia respecto de las casas exportadoras extranjeras. La conclusión que se sigue de esta argumentación es terminante: ese proceso de asalarización de las clases trabajadoras no es -como se ve- ni global ni mucho menos absoluto; luego, las relaciones capitalistas no se han constituido todavía en la forma principal o dominante de explotación de la fuerza de trabajo. Por lo que otra cuestión se nos revela inmediatamente como inevitable: ¿qué objetivos persigue la proletarización y qué sentido tiene la concentración de los "negocios" agrarios en manos del capital extranjero, si no es la imposición general de las relaciones capitalistas en el campo? La explicación aparece entonces estrechamente ligada a razones de coyuntura. De una parte, la obtención de una fuerza de trabajo suficiente y barata, que se consigue "desvinculando por completo al campesinado de todo derecho a la producción y la tierra"8. Y complementariamente, arruinar la producción agrícola interior en beneficio de sus intereses monopolistas. De este modo, una vez eliminada la competencia y controlados todos los factores del proceso de intercambio comercial, la maximización de beneficios carecía de obstáculos consistentes. Esta es la política que despliegan las grandes compañías exportadoras extranjeras, que en la mayoría de los casos resultan ser filiales de los "trust fruteros" que compiten con las producciones canarias en el mercado internacional. Por eso termina José Miguel Pérez su artículo sobre "La Reforma Agraria en Canarias" con la siguiente reflexión: «Ya veremos si aqui en Canarias los arrendatarios

6 Ver PÉREZ, José Miguel: op. cit. 7 Ibídem. 8 Ibídem.

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extranjeros, prestamistas usurarios a la vez, se deciden a pasar al plano de propietarios legítimos...» 9. O lo que es lo mismo: el capital extranjero aún no ha tomado en sus manos la tarea de imponer al Archipiélago la organización de la producción agraria, y por extensión de la economía en general, sobre una base capitalista. Sin embargo, su predominio en la esfera de la circulación de los excedentes no se cuestiona. ¿Acaso se adivina aquí alguna suerte de formulación dualista en el planteamiento comunista? En absoluto. Ni el salario ocupa por completo la parte substancial en la reproducción de la fuerza de trabajo campesina, ni la agricultura de subsistencia se configura como un sector independiente del sector exportador. La interconexión entre ambos, más allá de la tradicional provisión de mano de obra al sector dinámico (o capitalista) por parte del sector atrasado (o de subsistencia), proviene de la incorporación de éste a las relaciones de intercambio capitalista que despliega el sector exportador, y que terminan por dominar el movimiento general de la economía canaria. Una economía que presenta en la tenencia de la tierra y en las obligaciones en cierto modo serviles que pesan todavía sobre el campesinado (caciquismo), el marco más eficaz para la realización de esas condiciones de explotación capitalista de las fuerzas productivas. Porque, ahora, los pequeños y medianos campesinos están obligados no sólo a satisfacer las rentas tradicionales al terrateniente (debido a su condición de arrendatarios y medianeros), sino que han de participar de las fórmulas capitalistas que rigen la circulación del excedente (como consecuencia del control casi monopólico que ejerce la gran burguesía sobre el comercio exterior). Naturalmente, su ruina y consiguiente proletarización, como advierten Ascanio y Pérez, serán sólo cuestión de tiempo. Por descontado, ni las formas de propiedad ni las formas de circulación del excedente definen la naturaleza de una formación social; sólo el carácter de las relaciones de producción, el tipo predominante de explotación de la fuerza de trabajo, determina el estatuto de una formación social. Bien es verdad que sobre la explotación del trabajo no inciden exclusivamente factores económicos, aunque la importancia de éstos en el modo de producción capitalista adquiera un protagonismo realmente hegemónico. Pero no se olvide que la explotación capitalista del trabajo, la obtención de plusvalor, viene fijada por la relación entre el tiempo de trabajo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo (cuyo valor se contiene -poco más o menos- en el salario) y el tiempo de trabajo excedente. Y, en consecuencia, la pervivencia de esas fórmulas precapitalistas contribuye a mantener los salarios por debajo de su valor real, incrementando la tasa de plusvalor (sobreexplotación). De ahí que el proceso de

9 Ibídem.

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acumulación se verifique tendencialmente según las reglas de valorización capitalista. proceso que, en definitiva, induce y promociona la gran burguesía tanto en el terreno económico como desde instancias políticas: «La gran burguesía canaria ejerce no solamente un dominio y una explotación económica sobre el proletariado y los pequeños y medianos propietarios agrícolas, sino que ejerce, además, la total dominación política del país»10. Y he aquí el problema que más preocupa a los dirigentes comunistas canarios: la extensión que alcanza ya el control capitalista sobre "toda la vida del país". Es decir, esa tendencia totalizante del capitalismo que cristaliza en todos los frentes con el soporte del "aparato represivo del estado burgués" español, así como por medio de "su influencia ideológica sobre grandes capas de la población"11. Por lo que la dimensión política absorbe de forma inevitable el primer plano de cualquier estrategia alternativa.

III. LA LUCHA DE CLASES

Como queda expuesto, el análisis comunista de la formación social canaria se despliega a partir de dos premisas muy claras: 1) La economía del Archipiélago se sostiene en la producción frutera, mayoritariamente organizada en régimen de pequeña y mediana propiedad. 2) La producción agraria deviene cautiva del sector exportador, debido al doble control, orgánico y político, que ejerce sobre: a) las condiciones de realización (producción y circulación) del excedente, y b) el aparato de Estado. Por consiguiente, el sector exportador (con presencia, directa e indirecta, e intereses indudables en la producción) determina el desarrollo de las fuerzas productivas y, en consecuencia, de las relaciones de producción. Y se podría pensar, no sin cierta razón, que esta situación viene identificando a la formación social canaria desde que la conquista europea incorpora el Archipiélago al mercado mundial. Sin embargo, mientras la actuación del capital se circunscribe a las relaciones de intercambio, tan sólo condiciona las relaciones de producción en las colonias induciendo un reforzamiento necesario de las exacciones serviles sobre la fuerza de trabajo, como medio de optimizar las condiciones de concurrencia al mercado mundial de esas economías extravertidas. Pero cuando el capital se decide a participar en la organización social del sistema productivo, mediante el arriendo de tierras y su conversión en empresas capitalistas, se abre el verdadero proceso de modificación de las relaciones de

10 Ver ASCANIO, Guillermo: op. cit., IV. 11 Ibídem.

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producción que hará variar substancialmente la propia naturaleza de la formación social. A partir de entonces, emerge ese capitalismo lastrado por la desarticulación de los sectores productivos y custodiado por la intervención casi hegemónica de agentes externos a la formación social, pero siempre fundado en la valorización continua del capital. Convenientemente fijado el grado de penetración del capitalismo en la producción, la determinación de la contradicción principal que atraviesa a la formación canaria de la época se hace evidente para ambos políticos comunistas: entre la enorme capacidad económica de las fuerzas productivas y la absorción estructural del excedente por agentes externos, opera la regla del expolio colonial. Por eso los comunistas repiten con insistencia que el problema que en realidad se ventila en la sociedad canaria se refiere al control de la distribución o circulación del excedente, y no tanto a las condiciones de su origen propiamente dicho. A partir de aquí se formulan tanto la constelación de intereses materiales que están en la base de la definición clasista de los diversos agentes sociales, como la misma caracterización de sus estrategias económicas y políticas. Unos intereses tan dialécticamente vinculados como abiertamente antagónicos, dividen la sociedad canaria en dos bloques cuyo enfrentamiento objetivo madura con extraordinaria rapidez hacia posiciones de neta radicalidad. Unos, la gran burguesía, que apuesta por detener la caída de la tasa de sus beneficios incrementando la explotación sobre las clases medias y a través de la concentración del capital en sus manos12; otros, la población laboriosa de las siete islas, unificando esfuerzos en la conquista de un "gobierno propio" que destruya el poderío burgués13. Pero examinemos con más detalle el estatuto económico de las clases sociales, tal y como se nos presenta por el movimiento comunista. Reiteradamente se ha invocado ya el tejido de exportaciones, y de la misma importación de bienes subsidiarios de la producción, como el grueso del movimiento económico sobre el que edifica su predominio social la gran burguesía. Las compañías exportadoras, se aduce, controlan tanto las operaciones propiamente financieras como todo el negocio derivado del transporte y tráfico de mercancías por los puertos canarios. Los capitalistas exportadores señalan en cada época del año el precio de los frutos, cubiertos de todo riesgo por un amplio conocimiento de los mercados (evolución de la producción y de la demanda, etc.). En cambio, el pago de la fruta a los productores se

12 Ver ASCANIO, Guillermo: op. cit., I. 13 Ver ASCANIO, Guillermo: op. cit., IV.

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aplaza siempre hasta que los exportadores han vendido la mercancía, lo que les permite disponer de enormes masas de capital sin ningún interés. La intervención, por el contrario, de los pequeños y medianos productores de frutos en el proceso económico se concreta al cultivo, procediendo luego a la venta del producto a las compañías exportadoras. Sin embargo, su dependencia respecto del capital extranjero arranca desde el momento que comparten la concurrencia al mercado internacional con las casas monopolistas. La capitalización de la empresa agraria obliga al cosechero a contraer las deudas que han de lastrar definitivamente su autonomía. Los exportadores facilitan créditos a corto plazo, con un elevadísimo interés, a los productores independientes, "dinero que en realidad les pertenece" (pues se trata del capital circulante que recibe el exportador de manos del cosechero en forma de mercancías). Y entablan así un régimen de estrecha dependencia que se extiende también a la compra de guanos, abonos y otros materiales, dando lugar a ese otro negocio de importación que levantan las casas extranjeras "a expensas de la exportación frutera". En consecuencia, a través del pago diferido y la contratación de préstamos o anticipos (que pueden ser en forma de materias primas auxiliares de la producción) y de créditos usurarios con las casas exportadoras a las que vende sus frutos, el pequeño y mediano productor queda atrapado en una densa red de extorsión y de clientela económicas. Como resulta evidente, todo este extenso negocio de exportación e importación pone a su vez en movimiento otro negocio no menos rentable, el del transporte, "generalmente en manos de las mismas empresas, y cuando no ocurra así beneficiando [a] los exportadores por medio de primas por bulto embarcado, etc."14. Es por eso que se puede reconocer en las patronales portuarias de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas de Gran Canaria el "núcleo básico de nuestra gran burguesía", que completa de esta forma un predominio económico que abarca los principales rubros de una economía esencialmente exportadora. Una dominación oligárquica que, como resume Guillermo Ascanio, se funda en la siguiente relación de beneficios:

1º El obtenido por la diferencia entre los precios de compra y venta de la fruta, generalmente exorbitante.

2º El de los transportes. 3º Los intereses obtenidos al capital circulante propiedad de los agricultores, pero

manejado por los exportadores en su provecho. 4º El negocio de los guanos, azufre, etc.

14 Ver ASCANIO, Guillermo: op. cit., II.

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Aún a estos "negocitos" habrá que agregar en algunos casos el proveniente de la carga y descarga de estas mercancías en los puertos de Santa Cruz y Las Palmas15.

La única competencia interior a este casi monopolio del comercio exterior que detenta la gran burguesía proviene de los "sindicatos de exportadores", que agrupan básicamente a los cosecheros más renuentes al control comercial de las casas extranjeras, pero que Ascanio asimila al sector capitalista por el tipo de su organización empresarial. Prácticamente ningún papel relevante se reserva ya a la terratenencia histórica, que despreocupadamente habría contribuido a poner los recursos del Archipiélago en manos de las compañías extranjeras por medio de los arrendamientos. Bien a través de las rentas que percibe por esos arrendamientos, o bien por la explotación de sus fincas con campesinos reconvertidos de "medianeros a peones asalariados". De este modo, los grandes propietarios no sólo pueden seguir sustrayéndose a la dominación de los trust, sino que precisamente la gran burguesía se configura como su aliado inmediato, según advierte José Miguel Pérez16. Y en oposición a ese gran bloque oligárquico que dirige la burguesía, nada menos que el "resto de la población canaria". Una población trabajadora igualmente compuesta por diferentes clases sociales: de una parte, esa masa de pequeños productores, "perezosa e inconsistente", que se ha dejado arrastrar a tal situación de dependencia y sumisión al capitalismo arrendatario extranjero, que ha condenado al campesinado pobre a la proletarización (debido al activo apoyo que presta a la gran burguesía); y de otro lado, ese proletariado agrícola que se resiste a la dominación burguesa, "pobres mujeres de dos o tres pesetas de jornal y obreros agrícolas de cinco o seis"17. Y aunque el discurso comunista es tajante por lo que hace referencia al programa que deben defender las clases trabajadoras, queda lugar para una crítica muy concreta al movimiento obrero organizado. Se le acusa de estrechez, cuando no de inhibición, en la comprensión del "alcance político y social de la crisis económica", que no se ataja con un programa meramente reivindicativo. La necesidad de concentrar los intereses y la acción política de las clases trabajadoras opuestas a la dominación burguesa, es traducida por los comunistas en un llamamiento a la "unidad de acción entre las masas del proletariado y de la pequeña burguesía urbana y rural, siendo su finalidad inmediata la constitución de un gobierno

15 Ibídem. 16 Ver PÉREZ, José Miguel: op. cit. 17 Ibídem.

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obrero y campesino canario, que instituiría inmediatamente el monopolio total, en sus manos, del comercio exterior, y por lo tanto, de toda la exportación frutera"18. Sin embargo, de persistir esa política de aislamiento del proletariado respecto de las masas pequeñoburguesas de la ciudad y del campo, desaparecerían por completo las posibilidades de contener, y mucho menos transformar, la situación de dependencia política y económica que sujeta a Canarias al poder del capital y de su estado burgués, coartando de forma irremediable su desarrollo integral. El programa comunista, presentado como la alternativa revolucionaria de las grandes masas obreras y campesinas, retiene expresamente todo el énfasis de su línea política en la lucha contra esas tres realidades hostiles a la clase trabajadora y al progreso de la nación: 1) La situación política de las Islas Canarias dentro del Estado español en calidad de provincias totalmente dominadas. 2) El obstáculo que esta "posición de impotencia" imprime a la formación y desarrollo de una "conciencia regional propia", sumiendo en la pasividad y la degeneración la actuación de las masas trabajadoras. 3) Y, naturalmente, el control monopólico del comercio exterior, y de la economía en general, por la gran burguesía. En definitiva, sólo la "segregación respecto del Estado capitalista español" se prefigura entonces como el medio principal de liquidación de la base material y política que sostiene a la gran burguesía, ya que, como "fracción del capitalismo español", se cobija en todos los resortes y aparatos represivos que el Estado burgués pone a su disposición. De todo lo cual concluyen los dirigentes comunistas que el control de los "elementos fundamentales" de la economía, presenta una dimensión preferentemente política, escenario donde se ha de ventilar un importante momento del desarrollo de la lucha de clases en Canarias (como se venía demostrando con cierta intensidad, por lo menos, desde 1932 y como a partir de 1934 y, sobre todo, de 1936 quedaría plenamente confirmado).

IV. LA COYUNTURA

Como corresponde a una formación extravertida, la economía del Archipiélago ha vivido desde la conquista continuamente sujeta a la eventualidad de cualquier variación desfavorable en el mercado internacional. El más leve desajuste en el transporte, en los

18 Ver ASCANIO, Guillermo: op. cit., IV.

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precios o en los mercados, por ejemplo, fue siempre motivo más que suficiente para desencadenar recesiones y crisis de consecuencias la mayoría de las veces catastróficas para la población. El estudio de la evolución del comercio exterior canario ha de suministrar, por tanto, indicadores preciosos acerca del estado de la lucha de clases durante los escasos cinco años de régimen republicano. Una lucha de clases que, como exponen Guillermo Ascanio y José Miguel Pérez, tiene como eje cardinal el control de las exportaciones. Así lo atestigua el enconado enfrentamiento que sacude a las dos fracciones principales de la burguesía canaria, la agraria y la comercial, durante toda la coyuntura republicana19. Enfrentamiento que sólo quedará amortiguado a partir de 1936, cuando se les presente la oportunidad de contener el ascenso del movimiento obrero y popular. Ambas fracciones burguesas se disputan la hegemonía en el sector exportador, concitando el agrupamiento de pequeños y medianos productores en torno a las fórmulas de actuación que cada una promueve. En esta línea, bajo la denominación genérica de sindicatos agrícolas se confunden asociaciones de productores, de productores que acometen tareas exportadoras y de exportadores compradores de fruta (intermediarios). Naturalmente, los más fuertes y mejor organizados corresponden a los intereses plataneros y fruteros en general. Es el caso, en la provincia de S/C de Tenerife por ejemplo, que estos sindicatos llegan a disponer de unas 2.500 fanegadas, algo más de 1.200 hectáreas de las casi 4.000 que entonces se dedican a este cultivo en Canarias. Aunque bien es verdad que 1.978 fanegadas pertenecen a los más de quinientos socios del Sindicato Agrícola del Norte de Tenerife (S.A.N.T.), dirigido por la clase dominante de La Orotava (caciquismo). El auge de estos sindicatos hará que en poco menos de dos años la organización de las exportaciones deje de estar monopolizada por los intermediarios. En 1931, el 17,23% de la fruta exportada en la provincia de S/C de Tenerife estaba en manos de las asociaciones sindicales y de esos agricultores-exportadores. mientras los exportadores compradores de fruta totalizaban el 82,76%. Dos años más tarde, en 1933, las cifras se habían acercado ostensiblemente: un 40,23% para los agricultores y sindicatos agrícolas y un 59,76% para los intermediarios20. Pero el aislamiento del pequeño productor se mantuvo siempre en niveles muy altos, lo que inevitablemente le convertía en presa fácil de prestamistas y exportadores (las más de las veces representados por la misma persona o empresa). Es el caso, por citar

19 Para los aspectos políticos de este enfrentamiento, ver CABRERA ACOSTA, Miguel Ángel: La Segunda República en las Canarias Occidentales, Tenerife, 1991. 20 Cfr. SANT: Las soluciones precisas a nuestra crisis platanera, La Orotava, 1934, pág. 14.

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quizás el más significativo, de la actuación "perniciosa" de la casa Fyffes, filial europea de la multinacional norteamericana United Fruit Corporation que, en determinado momento, comunica a sus arrendatarios la rescisión de sus contratos, "dejando libertad a éstos para disponer de su fruta dentro de un plazo convenido inferior al señalado en el contrato siempre que le fueran abonados los créditos que tuvieran recibidos. Los que no pudieron redimir sus créditos quedaban obligados a venderles su fruta a los precios señalados en el listín de Fyffes, hasta la cancelación total de la deuda. Dicha medida no fue comunicada a los arrendatarios solventes y dueños de buenas tierras"21. En realidad, como explica al Congreso de los Diputados Ramón Gil Roldán22, parlamentario tinerfeño por el Partido Republicano Radical, las fincas que se arrendaran por espacios de tiempo superiores a doce años acabarían por pertenecer a las compañías extranjeras, cuya arquitectura capitalista moviliza formidables masas de recursos financieros. Recursos que emplea también -cómo no- en anticipar préstamos usurarios, con un interés de hasta un 60%, a los pequeños propietarios que pretenden capitalizar su "pegujal" para hacerlo competitivo frente a la gran empresa capitalista de las compañías extranjeras. Como es lógico, en la mayoría de los casos el resultado no será otro que la esclavización de este pequeño y mediano campesino, condenado a contratarse por un salario en las tierras que explota alguna de esas casas extranjeras para subvenir las deudas contraídas. Esta situación induce a los sindicatos agrarios a demandar de las autoridades del Estado la incorporación de Canarias al circuito de crédito agrícola español, con objeto de permitir a esos pequeños cosecheros liquidar sus lastres financieros. Sin duda, la dirección de los sindicatos tiene muy presente que sin esta medida que desbroce el camino, la sindicación forzosa o voluntaria -que también reclaman del Gobierno- carecería por completo de eficacia. Tales medidas se añaden a otras dos no menos importantes en el programa que defiende la burguesía agraria a través de los sindicatos: a) La concentración de la comercialización en torno a las Asociaciones. b) La rebaja de los fletes y de los gastos de transporte en general, llegando incluso a establecer una compañía propia de navegación. Un programa, en definitiva, que constituye un ataque en toda regla a la línea de flotación de la burguesía comercial, a la base misma de su palanca de acumulación: las condiciones de realización de las relaciones de intercambio.

21 Ídem, pág. 6. 22 Ver "Intervención de Gil Roldán en el debate agrario", La Prensa, 16 de septiembre de 1932.

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Precisamente alrededor de los fletes estalla una de las pugnas más intensas entre las dos fracciones de la burguesía. Aunque nunca fueron rebatidas de forma consistente por la burguesía comercial, el SANT aduce cifras contundentes relativas a los ingentes beneficios que reporta a las consignatarias y navieras los fletes y retornos cargados a las mercancías exportadas. Cifras, por demás, que proporcionan una información considerablemente valiosa a la hora de calibrar el verdadero alcance de la tesis central que postula Guillermo Ascanio: la naturaleza semicolonial de la formación social canaria. Aunque la balanza comercial canaria presenta un déficit crónico durante el período republicano23, las compañías navieras no sufren mermas de consideración en sus beneficios. El aumento del coste de sus fletes garantiza en todo momento la sustentación de su tasa de ganancia, más allá de la episódica caída que sufren las exportaciones canarias a partir de 1932 (alcanzando niveles inferiores a los registrados en 1930). Claro que a esta regularidad en su proceso de acumulación contribuye también la ligera insinuación alcista que recorre los volúmenes de mercancías importadas desde 1930, a pesar de perder un 36% de su valor y de reducirse en un 60% el valor del saldo a favor de las importaciones desde los primeros momentos del período republicano (que coincide con la primera gran crisis de sobreproducción capitalista de los años 1929 a 1931). Por ejemplo, la propia Compañía Transmediterránea, que monopoliza los fletes a España, utiliza dos baremos distintos según se apliquen las tarifas a embarques canarios o españoles. Así lo explica el SANT en uno de los innumerables artículos con que inunda las páginas de cualquier publicación periódica de la época:

Bueno es recordar que la Transmediterránea devuelve a los embarcadores de Baleares el treinta por ciento de su flete anual, cuando éste llega a 150.000 pesetas. Para los embarcadores canarios tiene una escala en que sólo los excesos sobre un volumen determinado alcanza el tipo superior máximo, que es el diez por ciento sobre las cantidades que exceden a 150.000 huacales, o sea, sobre un flete mayor de 800.000 pesetas; es decir, la tercera parte de los concedido a Baleares sobre fletes más de cinco veces menores24.

El registro de citas podría hacerse interminable, por lo que resumiremos algunos datos significativos en relación con el coste medio de los fletes:

23 Cfr. ALONSO LUENGO, Francisco: Las Islas Canarias, Madrid, 1947, págs. 305 y 308, y RODRÍGUEZ Y RODRÍGUEZ DE ACUÑA, Fernando: Formación de la economía canaria (1800-1936), Madrid, 1981, págs. 131 y ss. 24 Ver SANT: "La solución de la crisis platanera no admite dilación", La Prensa, 5 de abril de 1934.

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a) A los puertos franceses (principal mercado para el plátano), entre 12 y 15 pesetas por huacal, lo que equivale a unas 140 pesetas de media el transporte de la tonelada25. b) A los puertos españoles, entre 6 y 8 pesetas por huacal, lo que hace una media de 75 pesetas la tonelada. c) A Hamburgo, 12 pesetas por huacal y a Londres, 8 pesetas por huacal26. Sirva de comparación que el cargo por fletes en el transporte de cereales de Buenos Aires a Tenerife era inferior a 32 pesetas la tonelada27. En consecuencia, el valor de los fletes que satisfacían los embarcadores canarios a los armadores de estos buques dedicados al transporte y tráfico de mercancías ascendía anualmente a una cifra que ronda los 50 millones de pesetas:

Resulta que estamos pagando 47 millones de pesetas, por un transporte que puede hacerse con 17 millones. Perdemos, por tanto, 30 millones de pesetas anuales. Esto, sin contar el producto de las cargas de retorno y del pasaje. [...] El resultado de las expediciones realizadas en el presente año [1934], desde enero a mayo [...] Se han efectuado en ellos 188 expediciones a Inglaterra, Francia, Alemania y España, abonando por fletes un total de 22.898.923 pesetas. El coste de estas expediciones a 1.200 libras esterlinas cada una, al cambio de 37 pesetas, representan 8.347.200 pesetas. Se ha pagado de mas en esos meses, 14.552.723 pesetas o sea 97.000 pesetas diarias28.

A la vista de estos datos, se comprenderán con facilidad las diversas maniobras que formalizan ambas fracciones de la burguesía canaria para tomar el control del tráfico de mercancías. Maniobras que incluyen hasta la exportación de capitales, como es el caso del sector comercial de la provincia de Las Palmas que financia el cultivo del plátano en la colonia francesa de Guinea (Conakry). Y es que el volumen de negocios que había movilizado el sector platanero en Canarias hasta 1934 se calculaba ya en un capital no inferior a los 2.000 millones de pesetas oro, según las estimaciones que expone José Mateo Díaz, profesor mercantil ayudante de la cátedra de Economía Política y Estadística de la Escuela Profesional de Comercio de Las Palmas, en su obra Esquema de historia económica de las Islas

25 La tonelada está constituida por una media de 11 huacales que ocupan aproximadamente tres metros cúbicos y medio. 26 Ver SANT: Las soluciones precisas a nuestra crisis platanera, La Orotava, 1934, pág. 12. 27 Ver FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Daniel: "Sobre la crisis de la exportación frutera y sus soluciones", La Prensa, 22 de agosto de 1934. 28 Ver PADRÓN MORALES, F.: "Cartas", La Prensa, 28 de julio de 1934. Reproduce estos datos también Luis BENÍTEZ DE LUGO Y VELARDE, presidente del SANT, en La riqueza exportadora de la Provincia, La Orotava, 1934, s./p., donde expone interesantes reflexiones e informaciones acerca de los antagonismos entre las fracciones comercial y agraria de la burguesía.

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Canarias, publicado ese mismo año de 193429. Unas cifras que hablan con absoluta claridad de la fantástica capitalización que requerían los cultivos de exportación y, por consiguiente, del completo dominio que imprime este sector a la organización social del sistema productivo. Debe tenerse en cuenta que "una hectárea de plátanos con agua propia en la isla de Tenerife [...] [vale] De 30.000 a 40.000 duros, de 150.000 a 200.000 pesetas una hectárea; más que lo que valen en Castilla algunas fincas de pasto y labor"30. Si a esto agregamos que el funcionamiento de la agricultura canaria absorbe cerca de 2.000 toneladas métricas de materias primas auxiliares (entre abonos químicos, insecticidas, rafia o papel kraft para el empaquetado, madera para los huacales, etc.), tendremos que tanto el mercado como la propia capitalización de las empresas agrarias operan, con extraordinaria violencia, a modo de factores organizadores de la economía. Bajo estas condiciones, los pequeños y medianos propietarios no sólo quedan marginados de las posiciones de control económico, sino que se ven abocados al endeudamiento y a la proletarización más irremediables. Lo cual, en absoluto podía resultar ni mínimamente atractivo, teniendo en cuenta las duras condiciones de existencia de la clase obrera del campo. La dinámica del comercio exterior canario, azotado por las fluctuaciones de los precios, la evolución de la demanda en los mercados internacionales, los sistemas de contingentación de las importaciones impuestos por muchos de estos mercados, junto a los mecanismos de compensación y de protección de sus propias producciones coloniales, tampoco podemos decir que se aparte radicalmente del conjunto de problemas que afecta al comercio exterior español (o al de cualquier economía dependiente en general). Como afirma M. Tuñón de Lara, "la economía agraria [española] no tenía problemas de producción, sino de sostenimiento de precios"31. Lo que influye necesariamente en el descenso de los salarios en el campo, que en 1931 el ministerio de Largo Caballero estableció en 5 pesetas, y en el aumento del paro, que no

29 Sobre estos datos y las equivalencias de las pesetas oro en pesetas de moneda corriente que se expresan seguidamente, ver MATEO DÍAZ, José: op. cit., págs. 46 y 275 (respectivamente). Equivalencias de las pesetas oro: 1930 = 1,61 ptas. moneda corriente. 1931 = 2,02 ptas. moneda corriente. 1932 = 2,40 ptas. moneda corriente. 30 Ver MORALES DE LAS POZAS, Gustavo: Captación de aguas subterráneas y su influencia en la economía nacional, citado por La Prensa, 27 de agosto de 1932. 31 Ver TUÑÓN DE LARA, Manuel: La II República, Madrid, Siglo XXI, vol. 2, 3ª ed., 1976, pág. 100.

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deja de crecer desde finales de 1933 hasta totalizar el sector primario más de la mitad de la población activa desempleada32. La situación en Canarias, con un predominio mucho más acuciante y extenso -estructural- de las fórmulas de extraversión, llega a ser verdaderamente insostenible para los obreros campesinos que, en 1934, protagonizan en Tenerife una de las huelgas más firmes y consecuentes de la historia del movimiento obrero canario. Espoleadas por la crítica coyuntura del negocio frutero, las patronales agrarias deciden liberalizar los salarios y las modalidades de contratación, soslayando los acuerdos y compromisos legales adquiridos con los trabajadores. Éstos responden durante un mes con una huelga que pone en marcha muestras de combatividad y de solidaridad en el seno de la clase obrera de un alcance desconocido hasta entonces. Bajo la dirección de Florencio Sosa Acevedo, anterior alcalde socialista del Puerto de la Cruz, y un nutrido grupo de cuadros socialistas radicalizados (que terminan por integrarse en el Partido Comunista), los obreros campesinos (de la tierra y de empaquetados) se lanzan a una sistemática campaña de sabotaje: de líneas del tendido eléctrico, de las fincas, atarjeas, estanques, pajares, viviendas de los propios patronos y enfrentamientos contra esquiroles y fuerzas de Orden Público33. Pero, además, estas medidas se combinan con la asistencia a los hijos de las familias de huelguistas en peores condiciones económicas por familias obreras de otros municipios. En esta ocasión, todo termina con la implantación del estado de guerra en la totalidad del territorio del Estado español, como respuesta de la clase dominante a los acontecimientos revolucionarios de octubre de 1934. Tan sólo un alarde antes de su definitiva embestida dos años más tarde.

32 Ídem, págs. 102 a 104. 33 Según informa La Prensa, 16 de noviembre de 1934, se crean dos compañías de la Guardia Civil: una con residencia en la capital, Santa Cruz, y la otra en La Orotava.

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LA CRISIS ECONÓMICA Y EL PROLETARIADO CANARIO

Guillermo Ascanio Moreno

I 34

La economía canaria ha sufrido en estos últimos meses un golpe rudísimo a consecuencia de la tremenda contracción del negocio frutero. Ya desde hace años se venían precisando los síntomas primeros de la actual crisis, pero ha sido, en realidad, la última acentuación catastrófica la que ha colocado abiertamente ante las grandes masas laboriosas del pais la cuestión de buscar rapidamente una salida a la actual situación, ya que es sobre ellas, principalmente, que recae la acción de la crisis. Paro forzoso, hambre y miseria en la clase obrera; ruina y pauperización del campesino que vivía del cultivo de una pequeña parcela, propia o arrendada; quiebra del pequeño comerciante exportador, cuyos negocios van a parar a las manos de unos cuantos grandes capitalistas, únicos que pueden resistir los embates de la crisis; ruina y miseria por una parte, negocios fabulosos por la otra, tal es aspecto que presenta la crisis y su única solución en manos de los capitalistas. La gran burguesía canaria tratará, naturalmente, de dar a la crisis esa "solución": ruina y proletarización total de las clases medias y mayor concentración del capital en sus manos. La gran burguesía también se lamenta de "que los negocios están mal", pero todo el pais puede ver bien claramente que los millones acumulados en la época de prosperidad por los trust y grandes casas exportadoras no salen ahora de sus cajas para beneficiar a las masas productivas, sino que permanecen allí a disposición de los capitalistas, dispuesto para la usura al ciento por ciento ante el pequeño productor asfixiado por la crisis. Una cosa es clara, no solamente para los obreros, sino también para los campesinos, pequeños propietarios, etc., y es que esa gran burguesía, en gran parte formada por trust extranjeros, que ha explotado nuestra economía en régimen de semi-colonia durante años y años, no puede de ninguna manera salvaguardar los intereses de la masa trabajadora canaria. Para ellos, cuando el negocio no les resulte, les bastará abandonar las islas con sus millones, importándoles bien poco que sus explotados de ayer se mueran de hambre. Muy por el contrario, puede asegurarse que son muchos de esos trust los que han organizado y propagado la introducción en Europa de la fruta de Jamaica, Brasil, Kamerun, etc., con la consiguiente disminución de 34 Espartaco, S/C de La Palma, 28 de octubre de 1933.

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nuestra exportación. Es indudable que si los obreros, los campesinos, las clases medias esperan de estos elementos la solución al problema aterrador de su ruina y miseria, entonces van a tener que esperar pacientemente, tomando el hambre con calma. Por eso puede asegurarse que solamente la unión de todas las clases que padecen o van a padecer muy pronto las consecuencias de la crisis; la unificación de los esfuerzos de los obreros, de los campesinos, de toda la clase media; el esfuerzo inteligente y metódico de todos estos elementos; su labor diaria y enérgica para la reconstrucción de nuestra economía sobre bases nuevas que hagan posible un resurgimiento económico como hasta ahora no se podía soñar, son las únicas bases sobre las que puede asentarse un programa de acción que trate verdaderamente de resolver el problema económico de la población canaria. La gran burguesía ha mostrado su incapacidad absoluta para prevenir la crisis de la exportación y muestra actualmente su desorientación y su incapacidad para encontrarle una solución. Su posición es de que hay que esperar a que los mercados se arreglen, para entonces recomenzar la explotación en grande. Y esperar significa en este caso el hambre para muchos y la ruina para otros. Hay que confesar que en nuestros medios proletarios no se ha considerado con la debida atención este problema de la crisis económica, en general, y se establecen reivindicaciones con relación a ella, pero no se considera la enorme importancia que la crisis de la exportación frutera, o séase la crisis de toda nuestra economía, tienen en relación con todo el desenvolvimiento político, económico y social de las islas. Más bien se da la sensación de un criterio según el cual esta cuestión no le incumbe en nada al proletariado, sino que los "negocios" fruteros son problema que sólo corresponde resolver a la burguesía, limitándose el proletariado a exigir sus reivindicaciones. Criterio este, a mi juicio, extremadamente erróneo y que tendría como primera virtud la de aislar totalmente al proletariado de las masas pequeño-burguesas de la ciudad y el campo, que serían inmediatamente utilizadas por la gran burguesía como masa de maniobra para asegurarse su dominación. Por el contrario, creo que el papel del proletariado es el de ligarse estrechamente con estas masas, mostrándoles claramente que su única salida es la lucha por el derrocamiento del dominio económico y político de la gran burguesía y el establecimiento de un nuevo orden de cosas en consonancia con las necesidades obrero-campesinas. Esto supone, evidentemente, que la solución de la crisis económica no es una cuestión aislada que puede resolver tal o cual clase, sino que es un problema estrechamente ligado a toda la situación económico-social de nuestros días y que por tanto su solución, como ya dijimos, se halla subordinada a la acción revolucionaria de las grandes masas obreras y campesinas. Lograr que estas masas obtengan un control eficaz sobre los elementos fundamentales de nuestra economía, ha de ser el final inmediato de esta lucha, así como

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determinar su línea política justa y las consignas fundamentales una labor previa. De toda la situación actual, quizás el hecho más destacado y más importante es el de la posición de impotencia en que se encuentran las islas para resolver sus problemas, debido a su condición política de provincias españolas, cuyos problemas dependen exclusivamente de la acción del Gobierno de Madrid. Esta cuestión merece, a mi juicio, y por su gran importancia, ser tratada detenidamente, como así lo haremos en otro artículo. Anotemos, sin embargo, por el momento el hecho de que la situación política de Canarias dentro del Estado español ha impedido e impide la formación de una conciencia regional propia en torno a nuestros problemas, al estudio detenido de estos y de sus posibles soluciones, etc., puesto que todos ellos son remitidos a la acción del Gobierno de Madrid, limitándose en canarias, cuando mucho, a la expedición de los consabidos telegramas de protesta o de recomendación. Sin embargo, es bien claro y notorio que nosotros necesitamos una política propia en nuestro comercio exterior, así como en nuestra vida interior. La exportación frutera, las aguas, los montes, la pesca, la instrucción pública reclaman urgentemente una acción en consonancia con nuestras características especiales. Esperar la resolución de estos problemas del Gobierno español es una posición pasiva cuya primera acción es la degeneración entre las grandes masas del pais del sentido de lucha y de trabajo por su mejoramiento. Colocada la población laboriosa canaria ante esa posición de espera pasiva, jamás podrá salir al campo de las grandes conquistas revolucionarias, limitándose a la pequeña lucha de gremio. Por eso me parece que toda política revolucionaria en el Archipiélago habrá de cimentarse sobre el hecho de que los problemas de nuestras islas somos nosotros mismos quienes tenemos que resolverlos. Esto quizá parezca una perogrullada y, sin embargo, véase que en toda nuestra vida jamás se ha intentado resueltamente ese camino, sino que siempre se ha seguido el contrario: esperar pacientemente a que nos resuelvan los problemas desde Madrid. La posibilidad de una política inmediata de gran envergadura dirigida en ese sentido debe ser considerada y estudiada por todos los elementos interesados, especialmente por las organizaciones obreras y campesinas. También a la joven intelectualidad canaria, que ha mostrado repetidas veces su inquietud y su interés por estos problemas, se le ofrece la ocasión de aportar su labor entusiasta a la obra de renovación del archipiélago.

Berlín, Sepbre. 33.

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II 35

Hace ya bastantes años que la economía, y por lo tanto toda la vida canaria, ha venido desenvolviéndose bajo el símbolo de su exportación frutera. Plátano y tomate han sido los productos en que se fundamentaba nuestra vida, y su exportación a los mercados europeos la fuente de donde provenía nuestro florecimiento. La crisis total de esa exportación o su reducción a límites muy estrechos supone, por lo tanto, la paralización de casi toda nuestra vida interior y el estancamiento de cualquier afán progresivo del pais. Es obvio remarcar la importancia que tiene el estudiar concienzudamente las causas de la crisis actual y la posibilidad de sobrepasarla. La producción frutera es el fundamento, la base de nuestra economía, pero de ninguna manera su factor preponderante. Ante cualquier observador objetivo resalta claramente el hecho de que no es el productor de fruta, ni los productos de fruta tomados en conjunto, quienes tienen preponderancia en nuestra economía, sino que la dominación efectiva de ella se encuentra en manos del sector capitalista correspondiente a la exportación frutera, claramente diferenciados de los elementos estrictamente productores del fruto. Este hecho tiene una importancia capital para el futuro proceso de nuestra transformación económica y por eso hemos de analizarlo con alguna detención. La mayor parte de la producción agraria se verifica entre nosotros en régimen de pequeña propiedad. El volumen más importante de la producción de plátanos y tomates procede también de la pequeña y mediana propiedad, cultivada en régimen de medianería unas veces, o bien utilizando los jornaleros agrícolas. La característica de toda esta masa de pequeños y medianos productores de frutos es que su intervención en el proceso económico se limita al cultivo de la fruta, que una vez madura vende a las compañías exportadoras. El pago de la fruta queda diferido, bien hasta el fin de la zafra, como en el tomate, bien hasta fechas determinadas, como en el plátano, en cuyas fechas la casa exportadora liquida al propietario el importe de su fruta, descontando los guanos y otros materiales que le ha ido suministrando a cuenta. El precio de la fruta se ha encontrado siempre al arbitrio de las casas exportadoras, obedeciendo solamente y en pequeña escala a la competencia existente entre ellas. Debido a esta misma competencia las casas exportadoras hacían también a sus cosecheros anticipos y préstamos, generalmente a extinguir con la fruta entregada, lo que cada vez colocaba a éstos en un régimen de más estrecha dependencia respecto a la casa a quien entregaban sus frutos. Esta situación ha encontrado en el campo su expresión en la frase tan corriente que el cosechero fulano es de la casa Fyffes o de la casa Yeoward, según a quien vende su

35 Espartaco, S/C de La Palma, 4 de noviembre de 1933.

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fruta. Junto a estos productores existen también los grandes propietarios que, por sus medios económicos, no se encuentran en una situación de tan estrecha dependencia respecto del capitalista exportador, así como en algunas grandes explotaciones agrícolas en manos de los trust explotadores (Tecina, Hoya Grande, etc.). Pero es lo cierto que el volumen fundamental de nuestra producción agraria, y por tanto de toda nuestra economía, procede de la gran masa de medianos y pequeños propietarios, cuya característica común más importante es la estrecha dependencia en que se encuentran respecto de las casas exportadoras. En esa masa de productores incluimos tanto al campesino que vive del trabajo de sus brazos en una parcela de terreno propio o arrendada, como al que poseyendo alguna cantidad de tierras vive del trabajo de los medianeros o jornaleros agrícolas en ellas. Frente a estos productores del fruto examinemos ahora la forma y los elementos que verifican el negocio de exportación. Lo primero que notamos es que aquí no nos encontramos en forma alguna con elementos pequeño-burgueses, sino que, por el contrario, la inmensa mayoría de nuestra exportación se verifica bajo la égida de los grandes trust fruteros y en general adoptando las formas capitalistas más desarrolladas. El negocio de estas compañías o capitalistas exportadores se halla siempre a cubierto de todo riesgo y para comprenderlo basta que consideremos las siguientes razones: 1º Siendo los capitalistas exportadores quienes señalan en cada época del año el precio de los frutos, lo hacen naturalmente con pleno conocimiento de los mercados, y por lo tanto a cubierto de todo riesgo. 2º El hecho de que el pago de la fruta se aplace siempre por un término que a veces llega hasta medio año (en el tomate), pone en manos de las compañías exportadoras grandes masas de capital, sin interés de ninguna clase y que por regla general constituyen toda la base de su negocio. Así resulta que el exportador dispone de una gran cantidad de capital circulante que en realidad pertenece a la masa de pequeños productores que le entregan su fruto. Como al mismo tiempo resulta que el exportador facilita créditos a corto plazo (con interés, naturalmente) a sus cosecheros, nos encontramos con el hecho formidable de que, por regla general, el exportador le presta a los cosecheros un dinero que en realidad es de éstos, ¡y todavía les cobra interés!... Pero esto no es, todavía, más que una pequeña parte del negocio de los grandes exportadores. Ya hemos dicho que también facilitan guanos, azufre, etc., a "sus" cosecheros. Este negocio de importación se verifica naturalmente a expensas de la exportación frutera y le sirve de base al capital circulante que manejan como propio las empresas exportadoras. Al mismo tiempo resulta que el negocio frutero da lugar al del transporte de la frutas, generalmente en manos de las mismas empresas, y cuando no ocurra así beneficiando [a] los exportadores por medio

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de primas por bulto embarcado, etc. Vemos así que una gran compañía exportadora de frutos hace, sin ningún riesgo y con un capital inicial insignificante para su volumen de negocios, los siguientes beneficios: 1º El obtenido por la diferencia entre los precios de compra y venta de la fruta, generalmente exorbitante. 2º El de los transportes. 3º Los intereses obtenidos al capital circulante propiedad de los agricultores, pero manejado por los exportadores en su provecho. 4º El negocio de los guanos, azufre, etc. Aún a estos cuatro "negocitos" habrá que agregar en algunos casos el proveniente de la carga y descarga de estas mercancías en los puertos de Santa Cruz y Las Palmas, que no es tampoco despreciable según saben perfectamente las organizaciones obreras de ambas poblaciones. Claro que no toda la exportación frutera canaria se verifica en esta forma totalitaria, abarcando completamente todos los factores del negocio, pero sí puede afirmarse que es su parte preponderante, pues los sindicatos de exportadores no varían gran cosa de este tipo de empresa y el pequeño exportador carece de importancia, encontrándose, por otra parte, totalmente sometido a las casas a quienes envía su fruta para la venta en comisión. Para reconocer estos grupos capitalistas nos basta echar una ojeada a los puertos de Santa Cruz y Las Palmas, donde encontraremos en las patronales respectivas los núcleos básicos de nuestra gran burguesía, que mantiene una dominación oligárquica sobre toda la economía canaria. Esta dominación se verifica mediante la posesión de casi todo nuestro comercio exterior, lo que supone el control absoluto de nuestros grandes puertos, que es precisamente donde más se ha dejado sentir su dominio. La oposición de intereses entre las grandes masas, -el proletariado, la pequeña burguesía urbana y los pequeños y medianos productores agrícolas-, y el núcleo dominante de capitalistas oligárquicos es clara y patente. Para esas grandes masas la única solución es la destrucción de esa oligarquía como tal, a fin de tener en sus manos todos los factores que ésta posee hoy. El problema es el siguiente: El valor total líquido de la exportación canaria es, supongamos, de 100 millones anuales. De estos 100 millones, 50 van a parar actualmente a mansos de dos docenas de capitalistas, los otros son la renta anual del resto de los habitantes del archipiélago. Si se trata de beneficiar a las masas del pueblo, que han creado esa riqueza, es bien claro que el problema no tiene otra solución que restarle millones a los capitalistas para repartirlos entre el resto de la población. Claro es que aquí suponemos que el total de la producción permanece invariable, puesto que no siendo así la mejor solución será aquella que logre la máxima

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producción junto a la mayor justicia distributiva. Es interesante hacer notar que a esto último sólo ha de darse el valor de una exposición esquemática de lo referente a la solución de la crisis, puesto que esa solución es un problema más vasto que no se encuentra solo en el terreno económico, sino principalmente en el político. Esto quedará bien aclarado si observamos que la dominación económica de la gran burguesía, lleva aparejado su predominio político en el pais, de donde resulta que toda la lucha económica contra ella habrá de transformarse inevitablemente en una lucha por el derrocamiento de su dominio político. Vemos, pues, que la situación de conjunto de las fuerzas económicas del archipiélago es, a grandes rasgos, la siguiente: 1º Un grupo no muy numeroso de grandes capitalistas isleños y de trust extranjeros, que hemos llamado la gran burguesía canaria, y que tienen sometidas las islas a una fantástica explotación mediante el control de sus más importantes factores económicos. 2º El resto de la población canaria, en la cual, naturalmente, existen diversas capas sociales, pero cuyo interés común se halla en oposición directa al de la gran burguesía. Esta oposición económica fundamental entre ambos grupos no se ha manifestado en la práctica más que por las luchas que el proletariado ha sostenido contra la gran burguesía, mientras que los pequeños productores han formado siempre un bloque de apoyo a esta gran burguesía que les explota. Pero aunque no se haya manifestado practicamente la oposición entre estos grupos, también existe, como hemos visto claramente, y es en su desenvolvimiento donde se encuentran todas las posibilidades para resolver la crisis y superar toda nuestra vida económica anterior.

III 36

El desenvolvimiento de la exportación frutera canaria a los mercados europeos, que debido a nuestras especiales condiciones geográficas se efectuaba al principio en un régimen de cuasi-monopolio y con un margen de ganancia elevadísimo para las casas exportadoras, no podía menos de atraer a este negocio grandes capitales que iniciaron la competencia a nuestros frutos, creándose en esta forma grandes centros de exportación bananera a los mercados europeos, tanto en América como en la costa occidental de Africa. Sobre esta base, nuestros frutos fueron paulatinamente desalojados del mercado inglés por los de otras procedencias, que al mismo tiempo se introducían en la Europa central, muy poco trabajada por los exportadores canarios mientras que la exportación

36 Espartaco, S/C de La Palma, 11 de noviembre de 1933.

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del archipiélago se iba replegando al mercado francés y al español. La coincidencia de esta situación con una gran disminución de la capacidad de consumo de los mercados europeos, debido a la crisis económica mundial, han ocasionado la catastrófica situación actual. Es interesante estudiar esta cuestión de las causas de la crisis frutera más al detalle, a fin de plantear claramente su situación real. Eliminando por el momento lo referente a la crisis mundial, estudiaremos la competencia de los frutos de otras procedencias y los factores de nuestra organización exportadora. Sobre la importancia que esta competencia ha tenido y tiene para Canarias no es necesario insistir. Ahora bien, hay que señalar claramente que dicha competencia no es una cosa esporádica, procedente del proteccionismo de algunos estados europeos para los frutos de sus colonias, sino que es un hecho normal e inevitable de la economía capitalista que tiende a nivelar las tasas de interés en los diversos sectores de la industria y el comercio. Es decir, que inalterablemente la exportación canaria habrá de contar con esa competencia en los mercados europeos, probablemente e incluso en el propio mercado español. Por otra parte, está bien patente el hecho de que esa competencia dispone de una organización de venta y de propaganda en los mercados muy superior a la de la exportación canaria, puesto que ha sabido desalojar a esta de sus mejores posiciones e introducirse en los mercados donde no se conocían nuestros frutos. Podrá suponerse que esto sea debido a condiciones excepcionales de la fruta conque ellos trapean, o bien a su extraordinaria baratura, y sin embargo resulta que la calidad del plátano es notoriamente inferior al de Canarias, y si bien es probable que su precio de costo sea más bajo es lo cierto que esta diferencia no tiene repercusión en la venta al público. Resulta por lo tanto que, en circunstancias no superiores a las nuestras, las frutas de otras procedencias han logrado desalojarnos de los mejores mercados. Este hecho no tiene otra explicación que por la circunstancia de una superior organización de la propaganda y venta de las frutas en los mercados europeos. A primera vista podrá hallarse esto en contradicción con lo que dijimos en nuestro artículo anterior de que el factor preponderante en nuestra economía es la exportación frutera organizada en grandes compañías, o como capital muy desarrollado. Pero esta contradicción aparente desaparece enseguida si observamos que precisamente el factor más importante de nuestro tráfico frutero, las grandes compañías exportadoras extranjeras, son las mismas o bien están estrechamente ligadas con los trust fruteros que nos hacen la competencia, por lo cual su interés no está en mantener nuestra exportación, sino aquella que le produzca mayores ganancias. Estas grandes compañías, por lo tanto, no se interesaban gran cosa en mantener nuestra exportación ante la competencia y en buscar nuevos mercados para colocar nuestra fruta, puesto que en realidad eran ellas mismas quienes

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iban sustituyendo nuestras frutas por las de otras procedencias. El resto de los exportadores canarios seguían esta norma de conducta sin preocuparse gran cosa del problema que posiblemente a ellos no se les aparecía tan grave como en realidad se iba planteando. Ni siquiera han existido los órganos más elementales de coordinación y enlace de las empresas exportadoras, ni de control de la exportación, ni de propaganda en los mercados. Y eso en el sector más desarrollado del negocio, porque si miramos a los pequeños y medianos exportadores todavía el panorama es peor, ya que éstos se limitan a empaquetar el fruto enviándolo para su venta n comisión a una casa establecida en el mercado respectivo. Una vez que han embarcado el fruto ya no vuelven a saber de él hasta que le envían la cuenta-venta, alguna que otra vez con saldo en contra. Si esta ha sido la situación de nuestras fuerzas económicas aún se gravaba la situación debido a nuestra situación política, convertido el archipiélago en dos provincias dependientes del gobierno de Madrid y carente por ello de un organismo capaz de percibir la gravedad del problema y de buscarle soluciones. Esta situación no podrá menos de colocarnos en posición de neta inferioridad frente, por ejemplo, a los grandes trust que importan plátano de Centro América en los mercados europeos. Estos trust poseen una organización colosal que comprende tanto los terreno de cultivo en América, como el transporte de la fruta en flotas propias y su venta en Europa, así como el suministro de maderas, guanos, etc., lo que les proporciona medios más que sobrados para la propaganda y penetración en los mercados. El mantenimiento por parte de Canarias de esta situación de inferioridad conduce inevitablemente a la ruina total de su exportación frutera. Aún suponiendo la rápida desaparición de la crisis mundial, esto sólo nos aportaría un alivio momentáneo, pues en las mismas condiciones de hoy nuestra exportación irá cada vez perdiendo terreno. ¿Quiere esto decir que tenemos que resignarnos a la pérdida de nuestra principal riqueza, por la competencia de otras frutas? Yo creo que el mantenimiento de nuestra actual situación político-social ha de conducir a esto en un plazo más o menos largo. Pero también creo que existe una solución capaz no solamente de salvar a nuestra exportación de su ruina, sino también de colocarle en una situación muy superior a todo lo que hasta aquí habíamos viso. Esa solución consiste en unificar los factores fundamentales de nuestra economía, la exportación frutera y la importación de los materiales correspondientes, en un gran consorcio frutero que elimine todos los intereses particulares en la exportación para constituirse en su organización única, al servicio del pueblo y controlada por el pueblo. Este consorcio tendería a organizarse poseyendo todos los factores del negocio: medios propios del transporte marítimo, lo mismo que de venta y propaganda en los mercados. Es decir, que sería un verdadero trust frutero canario, disponiendo de todos los medios

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necesarios para asegurarse una venta remuneradora del fruto exportado. Véanse las principales ventajas inmediatas de una organización semejante: 1º Supresión de las ganancias descomunales que hasta hoy ha venido haciendo la gran burguesía exportadora, que por sí sólas eran capaces de arruinar a cualquier pueblo, y que pasarían a beneficiar a las masas productoras. 2º Supresión de todos los beneficios "extras" que esta burguesía obtenía por intereses de préstamos, carga y descarga, fletes y comercio de materiales, que en conjunto alcanza una elevada cifra de muchas decenas de millones, y que también pasarían a beneficiar al pueblo. 3º Nueva organización racional de la exportación, suprimiendo toda suerte de intermediarios y gastos inútiles. Esto supone la ordenación de los embarques para los distintos mercados según su situación real en cada momento, la creación de un sistema propio de venta, la organización de campañas metódicas de propaganda, la posibilidad de reducir al mínimo los gastos de transporte, etc., etc. Todas esas ventajas suponen la posibilidad de pagar el fruto en Canarias a precios siempre remuneradores, mientras que actualmente para alcanzar esos precios tienen que alcanzar la fruta en Europa cotizaciones exorbitantes. Todo esto nos muestra claramente la enorme explotación económica a que se ha encontrado sometida la población canaria por parte de lo que hemos llamado su gran burguesía. Pero el hecho principal no lo constituye sólo esa explotación, sino que la subsistencia de nuestra actual situación, atados al carro de la burguesía canaria y del capitalismo español, conduce inevitablemente al archipiélago a su ruina total. Conduce, principalmente, a la ruina y la miseria a toda esa masa de pequeños productores agrícolas que siempre se han manifestado prestos a sostener sobre sus espaldas el poderío de nuestra gran burguesía. También trae la crisis el hambre a los hogares proletarios. Por eso el proletariado necesita luchar y trabajar para salvar la exportación frutera. Pero no salvarla en beneficio de la patronal de exportadores, sino en beneficio de todo el pueblo trabajador. El proletariado necesita equiparar en torno suyo a todas las clases laboriosas haciéndoles ver que para salvarse y salvar a sus hijos de la miseria no hay más remedio que agruparse y luchar unidos contra los explotadores comunes; que no hay otra solución que organizarse y convertirse en jefes, en directores colectivos de nuestra economía. Este es, además, el único camino posible para crear entre nosotros una verdadera conciencia colectiva de nuestros problemas, frente a la desorientación y a la abulia que nos domina actualmente. Camino que conduce también a la creación de nuevas formas de vida de desenvolvimiento para todas las clases laboriosas del pais.

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IV 37

Hasta aquí hemos examinado la crisis frutera en su aspecto puramente económico. El problema estaba planteado en esta forma: Canarias necesita centralizar su comercio frutero, eliminando a la gran burguesía y organizando un consorcio interinsular único, capaz de oponerse a la organización de los trust competidores. Este es el fondo del problema, pero considerarlo desde este punto de vista únicamente sería un error imperdonable. Obsérvese, precisamente, que todas las soluciones que dentro de los medios de nuestra grande y pequeña burguesía se ofrecen a este problema están concebidas, exclusivamente, en un terreno económico y que, además, tratan también de centralizar en lo posible la exportación. Estas soluciones, que mantienen toda nuestra actual armadura económica de la exportación por un lado y la producción por el otro, sólo servirían para consolidar la posición privilegiada de nuestra gran burguesía. Resulta, en efecto, indiscutible que todo proceso de concentración económica que no se efectúe contra la burguesía ni tratando de destruir su poderío, sólo puede ser un movimiento de mayor concentración en manos de quien posee ya gran parte de los resortes económicos, es decir, en manos de esa gran burguesía. Si por el contrario esa concentración económica, como nosotros pensamos, ha de efectuarse a expensas de esa gran burguesía, suprimiendo a la gran burguesía exportadora del mapa de nuestra economía, entonces el problema no se plantea ya en un terreno puramente económico, sino que se transforma en una cuestión política, en un problema revolucionario. Este es, precisamente, el planteamiento real del problema, o sea que la gran burguesía ejerce no solamente un dominio y una explotación económica sobre el proletariado y los pequeños y medianos propietarios agrícolas, sino que ejerce, además, la total dominación política del pais. Esta dominación está fundamentada en el hecho de que la gran burguesía canaria, como fracción del capitalismo español, tiene a su disposición todo el aparato represivo del Estado burgués, -policía, guardia civil, ejército, justicia, etc.-, para impedir cualquier intento de derrocamiento de su poderío. Más claramente expresado, esto significa que en Canarias existe un orden social determinado, en relación con el existente en toda España, en este caso el capitalismo, orden social que se fundamenta en las fuerzas represivas del estado capitalista, así como en su influencia ideológica sobre grandes capas de la población, especialmente de la pequeña burguesía urbana y rural. El problema de resolver la crisis económica aniquilando el poderío de la gran burguesía, es por lo tanto el planteamiento de una revolución que pretende trastornar el orden social existente, puesto que aniquilar a la gran burguesía supone

37 Espartaco, S/C de La Palma, 18 de noviembre de 1933.

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también destruir todos sus soportes y medios de defensa, especialmente los del actual Estado. Este es planteamiento real de la situación canaria, con toda su vida económica en las manos de unos cuantos capitalistas, en su mayoría trust extranjeros al estilo de Fyffes, convertida en una semicolonia que explotan estos elementos al amparo de los poncios que nos envian de Madrid, para gobernar a los pacíficos isleños. No se diga que los canarios somos españoles y tenemos el derecho de intervenir y hasta de formar parte del Gobierno español, porque esta es precisamente la prueba de lo que digo, ya que cuando los canarios son ministros en Madrid, entonces tienen que ser forzosamente ministros del Estado capitalista español y por lo tanto gobernar por y para los capitalistas españoles, sino que necesitan tener la posibilidad de dirigir sus propios negocios, precisan reclamar urgentemente el derecho a gobernarse por sí mismos. Es caminando y luchando en este sentido que se encuentran todas las posibilidades de desenvolvimiento económico y político de Canarias. La población laboriosa de las siete islas necesita urgentemente unificar sus esfuerzos para luchar por la conquista de un gobierno propio, acomodado a todas sus características geográficas, económicas y sociales y sobre la base de destruir el poderío económico de las grandes casas exportadoras, y en general toda la gran burguesía. Es indudable que en Canarias existen ya los gérmenes para un movimiento de esta naturaleza. Bien claras están las luchas de la clase obrera contra las omnipotentes patronales de los grandes puertos canarios, núcleo fundamental de nuestra gran burguesía. Todos los que han intervenido en esas luchas saben también perfectamente cual es el papel que en ellas han desempeñado los órganos del Estado español -gobernadores, guardia civil, juzgados, etc.- y que no es otro que mantener a toda costa la explotación sobre las clases laboriosas, acribillando, si es preciso, a quienes piden pan y trabajo. Por eso todos los obreros canarios, ya sean anarquistas, comunistas o socialistas tienen que tener en cuenta esa experiencia y dirigir su lucha decididamente contra la gran burguesía y contra los órganos del Estado español, conjuntamente. Un movimiento de esta naturaleza sólo puede ser llevado a cabo sobre la base de una estrecha unidad de acción entre las grandes masas del proletariado y de la pequeña burguesía urbana y rural, siendo su finalidad inmediata la constitución de un gobierno obrero y campesino canario, que instituiría inmediatamente el monopolio total, en sus manos, del comercio exterior, y por lo tanto, de toda la exportación frutera. La enorme importancia que para toda la población laboriosa de Canarias tendría este cambio se percibe claramente. La monopolización del comercio exterior, en manos de un gobierno obrero y campesino, supone no solamente la destrucción de todo el poderío de nuestra gran burguesía, sino además el hecho de cortar de raiz con todo interés

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privado en los fundamentos de la vida económica del pais y que el Estado dispusiera de las enormes sumas que ese tráfico proporciona, para dedicarlas a la misma reorganización económica, así como a la cultura del pueblo y su bienestar material. El panorama del desenvolvimiento de Canarias en este sentido es tan vasto, que requeriría muchas páginas el esbozar sus líneas generales. A este propósito sería interesantísimo conocer, siquiera sea aproximadamente, el total de contribuciones que satisface actualmente Canarias, la cifra de negocios y beneficios de las principales compañías fruteras y el total cobrado por carga y descarga en los puertos para establecer con aproximación la cifra total que se le sustrae actualmente al pueblo y que pasaría luego a ser el fundamento de su desenvolvimiento. Seguramente que entre las dos provincias no bajaría de doscientos millones de pesetas anuales, sumas verdaderamente colosales en relación con la población del archipiélago. A nadie se oculta la diversidad de problemas que plantea el desarrollo de un movimiento de tal índole, que supone la segregación respecto del Estado capitalista español, la destrucción, como clase, de la gran burguesía canaria y la estructuración de un nuevo Estado sobre una base económica conteniendo elementos capitalistas y socialistas conjuntamente. Es claro, también, que estos problemas habrían de ser tratados separadamente y con la amplitud que merecen, para lograr su esclarecimiento. Por el momento, sin embargo, me interesa destacar lo siguiente: 1º La constitución de un gobierno obrero y campesino canario y la instauración del monopolio del comercio exterior, significan la destrucción de la gran burguesía canaria, puesto que desaparece la base económica que la sustenta actualmente. 2º La nueva situación representaría claramente los intereses de las clases medias y del proletariado. Para estos supone el liberarse de la opresión del capitalismo y convertirse en clase dirigente de todo el futuro desenvolvimiento canario. Para las clases medias supone que de su situación actual, sufriendo la miseria y el hambre a consecuencia de la crisis y teniendo que asistir a ellas, impotentes para remediarlas, pasarán a ser miembros conscientes de una economía dirigida, capaces de actuar sobre ella y por lo tanto de evitar las crisis, y teniendo por delante todas las perspectivas de desenvolvimiento que es capaz de operar el trabajo humano. 3º El control del comercio exterior pone en manos del gobierno obrero y campesino la parte preponderante de nuestra economía, cuestión fundamental para su lucha política y social contra la reacción y para el ulterior desenvolvimiento del mismo. No quiero terminar sin aclarar una cuestión fundamental, que es la referente a la unión entre el proletariado y la clase media. En las líneas anteriores he hablado profusamente sobre la necesidad de esa "unión". La realidad nos demuestra, sin embargo, que uniones de tal índole no existen, sino que lo que ocurre es que la clase

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media es arrastrada por el proletariado a la lucha contra la gran burguesía, cuando su descontento no es utilizado por esa gran burguesía para aplastar a las organizaciones obreras. Es a este hecho al que nos referíamos al hablar de "unión". Por lo tanto resulta que la "unión" entre el proletariado y la pequeña burguesía sólo es una consecuencia de la capacidad de acción, de la aptitud organizada y de la unidad orgánica de que dé muestras la clase obrera. Sólo, en efecto, cuando la pequeña burguesía oscilante vea claramente, prácticamente, la combatividad de la clase obrera y su espíritu de organización en la lucha contra la gran burguesía, se decidirá a unir sus esfuerzos a los del resto de los trabajadores. Si esta combatividad y esta unidad proletaria no existen, lo probable es que la pequeña burguesía se entregue en brazos de los grandes capitalistas. Es por esto, entre otras cosas, que todas las cuestiones referentes al frente único y a la unidad sindical proletarias, tienen una importancia fundamental en todo proceso revolucionario.

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LA REFORMA AGRARIA EN CANARIAS

José Miguel Pérez y Pérez

II. DE ARRENDATARIOS A PEONES 38

La intervención del Sr. Pérez Díaz en el Parlamento al discurtirse ciertos apartados de la Ley Agraria, la hemos considerado oportuna desde el primer momento, por cuanto vino a aclarar ciertas características del problema agrario en Canarias. Desde aqui lo felicitamos por esto. Pero desde aqui también, queremos decirle sinceramente que, en este problema, hay algo más de lo que él vió y que nosotros consideramos lo más fundamental. Esto aparte de que las soluciones que él quiere dar al problema agrario en España, no nos satisfacen en ninguna manera. El Sr. Pérez Díaz cree que para solucionar este problema no es necesaria la expropiación de tierras que están en arrendamiento. Tal como está en los apartados de la ley agraria ya aqui en Canarias, no resuelve nada esa expropiación. Para el campesino canario, para el que verdaderamente trabaja y hace producir las tierras, llega tarde esa ley... y más bien le perjudica por lo que tiene de engaño para su verdadera reivindicación y de favorecimiento para el capitalismo explotador. Llega tarde esa ley, porque los campesinos pobres de Canarias, de arrendatarios y medianeros que eran antes en las fincas del señor, se han convertido en peones asalariados que sufren la explotación de los propietarios y de los arrendatarios capitalistas. Bien hizo don Alonso Pérez Díaz en decir que la tal expropiación venía a favorecer a los arrendatarios extranjeros: pero el egoísmo de los propietarios ricos y la pereza e inconsciencia de los propietarios pequeños, ha sido lo que ha creado esa situación de dependencia y sumisión al capitalismo arrendatario extranjero, que ha venido a convertir al campesino pobre de Canarias, en simple peón asalariado. Veinte años atrás, nosotros hubiéramos aplaudido esa expropiación a favor de los arrendatarios, que eran, entonces, los campesinos que trabajaban y hacían producir las tierras; y, con seguridad, el Sr. Pérez Díaz, como hoy lo hace, la hubiera combatido sin tener a su favor el argumento de que los arrendatarios eran extranjeros. La hubiéramos aplaudido, porque veinte años atrás, como hemos dicho antes, eran los propios campesinos que trabajaban y hacían producir las tierras, ya de medias, ya arrendadas, los arrendatarios. Y convengo con don Alonso Pérez Díaz en decir que el que trabaja las tierras siente apego a éllas, aunque sea de medias o arrendadas. Y 38 Espartaco, S/C de La Palma, 27 de agosto de 1932.

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entonces sería muy justo, sí, que después de cincuenta, treinta, veinte años de trabajo y esfuerzo, de sudor sobre la tierra productiva, el campesino se sintiera con un lógico derecho sobre éllas mientras las trabajara e hiciera producir, cesando el derecho del señor propietario que no las trabajaba, sino que con el sudor de los que la fecundaban, hacía su carrera para vivir de ella y de las rentas que le pagaba el campesino. Entonces, el apartado de la Ley Agraria que tanto escozor produce al Sr. Pérez Díaz, vendría a traer a aquellos campesinos arrendatarios y medianeros, un poco de justicia reivindicadora, que no sería la justicia completa, pero sería una necesidad de los tiempos, que la monarquía feudal y absolutista no quiso que fuera una realidad bajo su dominio. Y lo que no quiso hacer la monarquía, lo viene a hacer la República tardíamente con su Reforma Agraria que no responde a las realidades, problemas y cuestiones, que se plantean hoy en los campos peninsulares y de Canarias. Esa reforma, veinte años atrás, hubiera evitado, tal vez, que lo dudamos porque el Estado burgués no hubiera ayudado a los campesinos pobres, una expoliación mayor llevada a cabo por los propietarios de fincas en Canarias y por los arrendatarios capitalistas extranjeros. No queremos referirnos aqui al dueño de la finca que la hace producir con su propio esfuerzo. Para ese propietario no rezan los apartados de la Ley Agraria... Nos referimos a ese propietario que ayer vivió de las rentas y medianías que le pagaban las compañías extranjeras explotadoras o del dinero que les dan sus fincas trabajadas por peones o jornaleros. Y aqui es donde está el quid de la cuestión y el verdadero egoísmo e injusticia de los propietarios ricos de fincas en Canarias. Estos señores propietarios, al hacer su aparición por estas islas el arrendatario capitalista extranjero, prometedor de negocios en gran escala y de riquezas fruteras, no vacilaron en arrendarles sus fincas sin miramientos de ninguna especie, sin pararse a pensar siquiera en los viejos arrendatarios y medianeros, en los campesinos pobres que le habían trabajado 50, 30, 20 o más años sus fincas. Si estos viejos campesinos eran arrendatarios, bastaba una pequeña valoración de los frutos en producción (que en aquella época poco valían) y... a los caminos a ofrecerse como peones a los nuevos arrendatarios de las fincas, donde éllos habían dejado muchos años de su vida, de esfuerzo, de sudor y de sufrimiento. ¿No tenían, Sr. Pérez Díaz, en su alma esos campesinos, el sentimiento del apego a la tierra? Sí, éllos sí lo tenían, pero los que no tenían entrañas eran los propietarios. Estos no veían sino su negocio... y a vivir a costa de las rentas que les pagaban los nuevos arrendatarios, y, éstos, a quitar esas rentas y sus grandes beneficios del sudor del campesino convertido en peón o jornalero, desligado por completo del sagrado derecho de propiedad de la tierra y de lo que la tierra producía con su trabajo. Un mísero jornal vino a ser todo el derecho de propiedad y toda la parte de producción de los campesinos

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y de los hijos de los campesinos que habían trabajado esas tierras muchas decenas de años. Y es más: la enfermedad de egoísmo de los propietarios, ante el negocio prometedor de los plátanos, ha llegado hasta el límite de no querer ya, para sus fincas, ni arrendatarios ni medianeros (que sean generalmente campesinos), sino peones, que plantan, riegan, cuidan, abonan, cortan en sus fincas, a cambio de un mísero jornal que apenas dá para comer. Así se ha ido desvinculando por completo al campesino de todo derecho a la producción y a la tierra. El propietario se siente más propietario, sin amenazas a su sagrado derecho de propiedad y con derecho a la explotación y expoliación injusta. El Teide, Sr. Pérez Díaz, no se vendrá abajo si ciertos apartados de la Ley Agraria se aprueban: los propietarios ricos sabrán ponerse de acuerdo con los arrendatarios extranjeros, para burlar esa ley estúpida, que no ataca el mal en su raiz y seguirán acumulando rentas y beneficios a costa del pequeño cosechero y de los campesinos pobres de Canarias, convertidos en peones o jornaleros asalariados. No tema, no; los propietarios ricos de Canarias han aprendido en la escuela de los buitres capitalistas extranjeros. Con empleados adulones, pobres mujeres de dos o tres pesetas de jornal y obreros agrícolas de cinco o seis, no se corre el peligro de que el derecho de propiedad y explotación se vea alterado por la ocurrencia de votar en las actuales Cortes reformas agrarias que no mejoran en nada la situación de los campesinos peninsulares y canarios. Los de aqui ya se encuentran en un plano de explotación capitalista, bajo el yugo de los propietarios ricos y de los arrendatarios extranjeros. De esta explotación no han podido escaparse ni siquiera los pequeños propietarios, que se han visto obligados a arrendar sus tierras, a las casas extranjeras, bajo contratos mezquinos y usurpadores, porque éllos no tenían el dinero suficiente para ponerlas en condiciones de dar una producción mejor. El arrendatario capitalista, si las trabaja, no es por espíritu generoso de acrecentar el valor de la propiedad y pagar más renta al campesino; lo que persigue es obtener beneficios para su sólo provecho pagando simples jornales a los obreros y una renta mezquina al pequeño propietario. ¡Así existen verdaderos arriendos canallescos aqui en Canarias, hechos por los arrendatarios capitalistas extranjeros! ¡Así ha hecho millones y millones de beneficios los buitres del capitalismo usurpador bajo la capa de prestamistas bancarios y arrendatarios de tierras! Y aqui es verdad lo que dice Carlos Marx al estudiar la génesis del arrendatario capitalista: "El arrendatario se enriquecía, pues, a la vez, a expensas de sus asalariados y a expensas de los propietarios"39. Y esto es lo que sucede en Canarias, 39 Ver MARX, Karl: "La llamada acumulación originaria", El Capital, libro I, capítulo XXIV, 4. En la 7ª edición en español, publicada por Siglo XXI, Madrid, 1980, págs. 930-931. [Nota del editor].

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donde el peso de esa explotación, lo llevan los pequeños propietarios indefensos y los asalariados, porque los propietarios ricos, dueños de grandes fincas mejor cuidadas y trabajadas de antiguo, con mayor cantidad de agua y mejor suelo, han arrendado sus tierras en mejores condiciones y recogen una renta que les dá para vivir bien y les sobra incluso para comprar otras tierras. Unase, además, al martirio del pequeño cosechero la incertidumbre de la venta de sus frutos, que se pagan a como quieran y les venga en gana a los arrendatarios y exportadores y a una taifa de intermediarios que ha surgido a última hora. El pequeño cosechero queda estrujado entre una serie de abusos e iniquidades que todos conocemos. Y aqui en Canarias puede pasar, a la larga, lo que ha pasado en algunos pueblos de América bajo el yugo del imperialismo capitalista yanki. Nosotros hemos visto a muchos miles de pequeños colonos arruinados, perder sus fincas, en virtud de contratos canallescos y de préstamos usurarios que les hacían los capitalistas arrendatarios y financieros, con la promesa, que nunca llegaba, de pagar sus cosechas a precios elevados, pagándolas después a precios tan reducidos, que no alcanzaba el importe de éllos ni para pagar el importe de las deudas contraídas. Y todos los años pasaba lo mismo... Y al fin, las tierras pasaban a poder de los capitalistas usurpadores. Ya veremos si aqui en Canarias los arrendatarios extranjeros, prestamistas usurarios a la vez, se deciden a pasar al plano de propietarios legítimos... Hoy, por lo pronto, porque el negocio está claro, se conforman con explotar a los propietarios, a los asalariados de las fincas y almacenes. La Ley Agraria, y en esto tiene razón el Sr. Pérez Díaz, no viene a evitar esta inícua explotación ni a solucionar el problema agrario en Canarias ni en España. Entonces, ¿qué hacer? ¿Dejar las cosas tal cual están? Tal parece que es el deseo del Sr. Pérez Díaz al pedir que Canarias quede excluída de la Ley Agraria. Y así continuarán los buitres capitalistas extranjeros y los propietarios ricos de Canarias explotando miserablemente a los campesinos pobres, a los peones y jornaleros agrícolas, a los pequeños cosecheros de frutos... Sin la Ley Agraria y con la Ley Agraria.