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1 CAPITULO 1 VALORACIÓN INICIAL DEL PACIENTE POLITRAUMATIZADO Dr.Jaime Andrés Roa Silva, Médico Especialista en Medicina del Deporte La mortalidad secundaria al trauma múltiple tiene tres periodos de alta incidencia posterior a un evento traumático: ocurre escasos segundos o minutos posteriores al evento y generalmente se debe a la apnea por lesiones severas del sistema nervioso central, ruptura cardiaca, ruptura aórtica o ruptura de grandes vasos. Se presenta entre los primeros minutos y primeras horas siguientes al trauma. Durante este periodo, las muertes se deben principalmente a hematomas subdurales y epidurales, hemo-neumotórax, ruptura esplénica, laceraciones hepáticas, fracturas pélvicas o la presencia de otras lesiones múltiples asociadas a pérdidas significativas de sangre. En este periodo de tiempo cobra gran importancia el abordaje y el manejo inicial del paciente politraumatizado (ABCDE del trauma). Ocurre varios días o semanas posteriores al evento traumático y frecuentemente se debe a sepsis o disfunción multiorgánica. El manejo que se da en las etapas anteriormente descritas tiene impacto sobre los resultados de esta fase y afectan el pronóstico de la víctima a largo plazo. Valoración Primaria en el Escenario Intrahospitalario La evaluación inicial del paciente politraumatizado en el escenario intrahospitalario debe consistir en una revisión primaria rápida, que permita la reanimación y restauración de las funciones vitales, y de una revisión secundaria más detallada y completa para llegar finalmente al inicio del tratamiento definitivo. En la valoración primaria, el objetivo principal es identificar lo más pronto posible los problemas que ponen en el peligro la vida de la víctima y se debe comenzar a manejarlos de acuerdo al entrenamiento del personal médico y recursos en el servicio de urgencias. Posteriormente, y si el tiempo y la condición del paciente lo permiten, se debe realizar una evaluación secundaria de las lesiones sin riesgo vital. De lo contrario, se procede a remitir al paciente a tratamiento quirúrgico con énfasis en el control de daños. Los pasos a seguir en la valoración primaria dentro del escenario hospitalario se describen a continuación: A. Control de la Vía Aérea y Estabilización de la Columna Cervical. B. Buena ventilación. C. Circulación y Control de Hemorragias. D. Discapacidad (Déficit Neurológico). E. Exposición y Control de Ambiental. A. Control de la Vía Aérea y Estabilización de la Columna Cervical. A toda víctima con trauma múltiple se le debe sospechar lesión de la médula espinal hasta que se demuestre lo contrario. Un movimiento excesivo del cuello o de la columna cervical puede agravar o producir daño neurológico porque puede provocar una compresión ósea en presencia de una fractura vertebral: asegurar de que el cuello del paciente se mantenga en posición neutra en todo momento y que el cuerpo del víctima esté alineado. Esto se realiza mediante técnicas manuales de estabilización de la columna cervical que consisten en sostener la cabeza del paciente con ambas manos y luego en alinear las extremidades del paciente para que éste quede en posición de decúbito supino

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CAPITULO 1

VALORACIÓN INICIAL DEL

PACIENTE

POLITRAUMATIZADO

Dr.Jaime Andrés Roa Silva,

Médico Especialista en Medicina del Deporte

La mortalidad secundaria al trauma múltiple

tiene tres periodos de alta incidencia posterior

a un evento traumático: ocurre escasos

segundos o minutos posteriores al evento y

generalmente se debe a la apnea por lesiones

severas del sistema nervioso central, ruptura

cardiaca, ruptura aórtica o ruptura de grandes

vasos. Se presenta entre los primeros minutos

y primeras horas siguientes al trauma.

Durante este periodo, las muertes se deben

principalmente a hematomas subdurales y

epidurales, hemo-neumotórax, ruptura

esplénica, laceraciones hepáticas, fracturas

pélvicas o la presencia de otras lesiones

múltiples asociadas a pérdidas significativas

de sangre. En este periodo de tiempo cobra

gran importancia el abordaje y el manejo

inicial del paciente politraumatizado (ABCDE

del trauma). Ocurre varios días o semanas

posteriores al evento traumático y

frecuentemente se debe a sepsis o disfunción

multiorgánica. El manejo que se da en las

etapas anteriormente descritas tiene impacto

sobre los resultados de esta fase y afectan el

pronóstico de la víctima a largo plazo.

Valoración Primaria en el Escenario

Intrahospitalario

La evaluación inicial del paciente

politraumatizado en el escenario

intrahospitalario debe consistir en una

revisión primaria rápida, que permita la

reanimación y restauración de las funciones

vitales, y de una revisión secundaria más

detallada y completa para llegar finalmente al

inicio del tratamiento definitivo.

En la valoración primaria, el objetivo

principal es identificar lo más pronto posible

los problemas que ponen en el peligro la vida

de la víctima y se debe comenzar a

manejarlos de acuerdo al entrenamiento del

personal médico y recursos en el servicio de

urgencias. Posteriormente, y si el tiempo y la

condición del paciente lo permiten, se debe

realizar una evaluación secundaria de las

lesiones sin riesgo vital. De lo contrario, se

procede a remitir al paciente a tratamiento

quirúrgico con énfasis en el control de daños.

Los pasos a seguir en la valoración primaria

dentro del escenario hospitalario se describen

a continuación:

A. Control de la Vía Aérea y Estabilización

de la Columna Cervical.

B. Buena ventilación.

C. Circulación y Control de Hemorragias.

D. Discapacidad (Déficit Neurológico).

E. Exposición y Control de Ambiental.

A. Control de la Vía Aérea y Estabilización

de la Columna Cervical.

A toda víctima con trauma múltiple se le debe

sospechar lesión de la médula espinal hasta

que se demuestre lo contrario. Un

movimiento excesivo del cuello o de la

columna cervical puede agravar o producir

daño neurológico porque puede provocar una

compresión ósea en presencia de una fractura

vertebral: asegurar de que el cuello del

paciente se mantenga en posición neutra en

todo momento y que el cuerpo del víctima

esté alineado. Esto se realiza mediante

técnicas manuales de estabilización de la

columna cervical que consisten en sostener la

cabeza del paciente con ambas manos y luego

en alinear las extremidades del paciente para

que éste quede en posición de decúbito supino

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(boca-arriba). El collar cervical puede ser

utilizado para complementar la estabilización

de la columna cervical, pero nunca remplaza

las técnicas manuales. Esto se debe a que los

collares cervicales sólo proporcionan una

inmovilización entre el 50-70% (disminuyen

el rango de flexión en un 75% y el rango de

lateralización en un 50%). Por lo tanto, a

pesar de que se coloque un collar cervical a

un politraumatizado, nunca se debe soltar la

cabeza del paciente hasta que pueda

descartarse lesión cervical.

En la evaluación del paciente traumatizado,

simultáneamente a la estabilización de la

columna cervical se debe examinar la vía

aérea superior para determinar si está

permeable. Esta evaluación rápida para

detectar signos de obstrucción de la vía aérea

debe incluir la inspección, buscando cuerpos

extraños y fracturas faciales, mandibulares o

de la tráquea y/o laringe que puedan causar

obstrucción. Los pacientes con trauma

craneoencefálico severo o escala de coma de

Glasgow igual o menor a 8 requieren la

colocación de una vía aérea definitiva o se

deben utilizar dispositivos alternativos para el

manejo de la vía aérea.

B. Buena Ventilación.

Garantizar oxigenación adecuada. Si hay una

respiración inadecuada, la falta de oxígeno

puede comprometer la vida de la víctima con

trauma múltiple. Cuando la vía aérea del

paciente está permeable, puede evaluarse la

calidad y la cantidad de la respiración del

paciente. Por lo tanto, se deben realizar los

siguientes pasos:

1. Inspección: Comprobar si el paciente

respira, evaluar la profundidad, frecuencia

y regularidad de la respiración y observar

con rapidez si el tórax del paciente se eleva

simétricamente.

2. Palpación: palpar el tórax en busca de

signos de trauma, dolor, fracturas costales,

crepitaciones y deformidades.

3. Percusión: La percusión comparativa de

cada lado del tórax permitirá descartar

posibles patologías que comprometan la

vida del paciente como neumotórax a

tensión o neumotórax masivo. Una

percusión timpánica puede sugerir

atrapamiento de aire en el espacio pleural,

mientras que una percusión con matidez

puede sugerir acumulación de líquido.

4. Auscultación: auscultar comparativamente

cada lado del tórax del paciente e

identificar los ruidos respiratorios

anormales, disminuidos o abolidos e

identificar la presencia de ruidos sobre-

agregados.

El objetivo principal de este paso dentro de la

valoración primaria es descartar la presencia

de 5 patologías que comprometen la vida

inicialmente en trauma: hemotórax masivo

(acumulación excesiva de sangre en la

cavidad pleural), neumotórax a tensión

(acumulación excesiva de aire en la cavidad

pleural), neumotórax abierto (herida soplante

que comunica el tejido pulmonar con el

exterior), tórax inestable (movimientos

paradójicos del tórax durante la respiración a

causa de múltiples fracturas costales) y

taponamiento cardiaco (acumulación de

sangre en el saco pericárdico). Si alguno de

estos diagnósticos se confirma, se procede al

manejo inmediato de la patología.

Finalmente, todo paciente víctima de trauma

múltiple debe recibir soporte con oxígeno

suplementario a una concentración igual o

mayor a 85% con el objetivo de mantener una

saturación de oxígeno por encima del 90-

95%.

C. Circulación y Control de Hemorragias.

En este punto se deben realizar los siguientes

pasos para determinar el estado

hemodinámico de la víctima y controlar

cualquier hemorragia visible: Control de

hemorragias externas. Evaluación de

hemorragias internas. Evaluación de signos de

perfusión (piel, llenado capilar y pulso

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periférico). Toma de signos vitales

(frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria,

presión arterial, temperatura). Monitorización

electrocardiográfica.

Canalizar preferiblemente dos venas

periféricas con catéter corto y grueso.

1. Control de Hemorragias Externas.

Cuando se valora inicialmente a un paciente

politraumatizado, se debe identificar y

controlar el sangrado externo. Si éste no se

controla lo antes posible, puede conllevar a la

muerte. Por este motivo, si desde la

valoración de la vía aérea y el control cervical

se observa cualquier tipo de hemorragia

externa, primero se maneja ésta última y

luego se continúa con la A del ABCDE del

trauma. Los pasos a seguir para controlar la

hemorragia externa son los siguientes:

1. Presión directa con apósito o compresa:

aplicación de presión en la zona de

sangrado colocando un apósito o una

compresa sobre la región afectada.

2. Vendaje elástico: se coloca sobre el apósito

o compresa que está realizando la presión

directa.

3. Cirugía: si la hemorragia no cede con los

medios anteriormente descritos, se debe

remitir al paciente a la posibilidad de

tratamiento quirúrgico. Si se encuentra en

una institución hospitalaria que no tiene

acceso a cirugía, temporalmente se puede

optar por el uso del torniquete como

medida salvatoria. Anteriormente, el uso

del torniquete se consideraba como el

último recurso para el manejo de

hemorragias. Sin embargo, experiencias

en las guerras de Afganistán e Irak

demostraron que el torniquete es efectivo

para controlar el sangrado que no cede a la

compresión directa, siendo más el

beneficio que el riesgo. Adicionalmente,

el torniquete se ha utilizado durante

muchos años en salas de cirugía sin

comprometer la extremidad ni la vida del

paciente. El torniquete debe tener ser de

mínimo 5 cm de ancho y no debe dejarse

continuamente durante más de 2 horas.

El control de la hemorragia es una prioridad.

El control rápido del sangrado es uno de los

objetivos más importantes en la asistencia de

la víctima politraumatizada. La valoración

inicial no puede avanzar hasta que se controle

la hemorragia.

2. Evaluación de Hemorragias Internas.

El sangrado interno que puede comprometer

la vida inicialmente en trauma se puede

localizar en tórax, abdomen, pelvis y huesos

largos. Por lo tanto, en la valoración inicial

del paciente politraumatizado, se debe palpar

el abdomen en busca de rigidez, se debe

valorar la pelvis en busca de inestabilidad y

crepitación y se deben palpar huesos largos

para descartar signos de fractura como

deformidad, crepitación e inestabilidad.

Todos estos signos pueden sugerir hemorragia

interna. Se debe realizar tacto rectal antes de

colocar una sonda vesical en busca de

presencia de sangre en la luz intestinal, una

próstata ascendida, fractura de pelvis,

integridad de la pared rectal y las

características del tono del esfínter rectal. En

la mujer, el examen vaginal debe ser

efectuado en las pacientes con riesgo de

lesión genital y se debe evaluar la presencia

de hemorragias y/o laceraciones vaginales.

3. Evaluación de Signos de perfusión (pulso

periférico, piel, llenado capilar).

El siguiente paso a seguir en el abordaje

inicial del paciente con trauma múltiple es

valorar la presencia de signos de perfusión,

que incluye la calidad y regularidad del pulso

radial, las características de la piel (color,

temperatura y humedad) y el llenado capilar.

Un pulso radial rápido o lento, débil e

irregular puede sugerir que el paciente se

encuentra en estado de shock

(descompensado), lo que requiere traslado

inmediato a sala de cirugía si no mejora con

infusión de líquidos endovenosos. La

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palpación de un pulso radial indica que la

presión sistólica se encuentra en al menos 80

mm Hg. Si no se palpa el pulso radial se debe

buscar la presencia de pulso femoral (indica

una presión sistólica entre 70 y 80 mm Hg), y

en caso de que éste no se palpe, se pasa a

buscar el pulso carotideo, que indica una

presión sistólica entre 60 y 70 mm Hg. Si el

pulso carotideo no es palpable, se considera

que el paciente se encuentra en paro cardio-

respiratorio. Adicionalmente se debe evaluar

el color, la temperatura y la humedad de la

piel, además del llenado capilar. Un color

pálido o violáceo, la frialdad y la alta

humedad de la piel pueden indicar un estado

de shock (no le está llegando suficiente

oxígeno a los tejidos del cuerpo). El llenado

capilar es el tiempo que se demora el lecho

ungueal en llenarse al haber sido presionado.

Un llenado capilar mayor a 2 segundos podría

indicar mala perfusión sanguínea es un mal

indicador de shock porque puede estar

influenciado por otros factores (frío), por lo

que es necesario usarlo en combinación con

otros hallazgos de la exploración física.

4. Toma de signos vitales.

En el medio intra-hospitalario, es fundamental

la toma inmediata de los signos vitales

(frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria,

presión arterial, temperatura, pulso-oximetría,

glucometría). Esto permitirá tener una mejor

evaluación del estado hemodinámico del

paciente.

5. Monitorización Electrocardiográfica.

Todos los pacientes politraumatizados

requieren de una monitorización

electrocardiográfica, ya que arritmias como

taquicardias inexplicables, fibrilación

auricular, extrasístoles ventriculares y

cambios en el segmento ST pueden indicar

lesión cardiaca por trauma cerrado. La

Actividad Eléctrica sin Pulso puede ser

indicativa de taponamiento cardiaco,

neumotórax a tensión y/o hipovolemia severa.

En presencia de bradicardia, conducción

aberrante y extrasístoles, se debe sospechar

hipoxia e hipoperfusión y/o hipotermia

severa.

6. Canalización de vena.

Se deben canalizar al menos dos venas

periféricas con catéter corto y grueso (calibre

14 o 16G). Se prefieren venas antecubitales.

Otras líneas periféricas, venodisecciones y

líneas venosas centrales se deben utilizar

según se necesiten de acuerdo al

entrenamiento del personal médico. Al

momento de instalar los catéteres

endovenosos se debe extraer sangre para

determinar la clasificación sanguínea, pruebas

cruzadas y estudios hematológicos y químicos

basales, incluyendo pruebas de embarazo para

todas las mujeres en edad fértil. Actualmente

se permiten máximos dos intentos de

canalización en un tiempo no mayor a 90

segundos. De lo contrario, se debe proceder a

técnicas más avanzadas de canalización como

la vía intraósea. Los líquidos endovenosos a

administrar deben estar calientes (39º C).

Frente a una hemorragia interna, se

recomienda realizar una reanimación

controlada (también conocida como

reanimación hipotensiva o hipotensión

permisiva), que consiste en suministrar bolos

de 250 cc solamente hasta que se recupere el

pulso radial, hasta que la presión sistólica esté

entre 80 y 90 mm Hg (presión arterial media

de 65-70 mm Hg) o hasta que el paciente haya

mejorado su estado de conciencia (al menos

de que haya sufrido de trauma

craneoencefálico). Si la presión se encuentra

por encima de los valores establecidos, no se

continúa con la infusión de líquidos con el

objetivo de no romper el coágulo que

posiblemente se ha formado internamente y

para evitar la dilución de los factores de

coagulación en la sangre. Los únicos grupos

a quienes todavía no se les recomienda la

reanimación controlada con líquidos son la

víctima con trauma craneoencefálico, la mujer

embarazada y el paciente pediátrico. Cuando

sólo hay hemorragia externa que conlleve a

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PARÁMETRO A EVALUAR PUNTAJE

1. Apertura O cular

Espontánea 4

Al llamado 3

Al estímulo doloroso 2

Sin apertura ocular (sin respuesta) 1

2. Respuesta Verbal

Orientado 5

Desorientado (Confuso) 4

Palabras inadecuadas 3

Sonidos incomprensibles 2

Sin respuesta verbal 1

3. Respuesta Motora

Obedece órdenes 6

Localiza estímulo doloroso 5

Retira al estímulo doloroso 4

Flexión anormal al estímulo doloroso

(Decorticación)3

Extensión anormal al estímulo doloroso

(Descerebración)2

Sin respuesta motora 1

signos de inestabilidad hemodinámica

(shock), se permiten suministrar 1000 a 2000

cc como bolo inicial hasta que la presión

sistólica se encuentre por encima de 90 mm

Hg (presión arterial media igual o mayor de

70 mm Hg).

Los líquidos recomendados para administrar

inicialmente son soluciones isotónicas o

cristaloides. Hasta el momento la evidencia

no ha mostrado mejoría en la sobrevida con

otro tipo de líquidos endovenosos como

coloides o soluciones hipertónicas en paciente

víctimas de trauma múltiple. Entre el uso de

la solución salina y el lactato de Ringer

tampoco se ha evidenciado diferencias en la

sobrevida. Como las víctimas de trauma

múltiple requieren frecuentemente grandes

volúmenes de líquidos, se prefiere el lactato

de Ringer para evitar la acidosis

hiperclorémica secundaria a la utilización de

grandes cantidades de solución salina. Si el

paciente se mantiene sin respuesta a la terapia

endovenosa de bolos, se puede requerir la

administración de sangre mientras se remite a

cirugía. La sangre y sus derivados no deben

ser calentados en un horno microondas.

D. Déficit Neurológico.

En este paso de la valoración primaria se

evalúa la función cerebral, un indicador

indirecto de la oxigenación del cerebro. Su

objetivo es determinar el estado de conciencia

del paciente y evaluar el riesgo de hipoxia.

Al valorar a una víctima de trauma múltiple,

se debe considerar que el paciente irritable,

combativo, agresivo y poco colaborador tiene

hipoxia (bajos niveles de oxigenación en los

tejidos) hasta que se demuestre lo contrario.

Una disminución del nivel de conciencia

podría indicar la presencia de una o más de

las siguientes situaciones: Disminución de la

oxigenación cerebral, lesión del sistema

nervioso central, sobredosis de alcohol o

drogas, trastorno metabólico (acidosis,

convulsiones, deshidratación).

La escala de coma de Glasgow es un método

sencillo y rápido para determinar el nivel de

conciencia y sirve como referencia para

evaluaciones neurológicos repetidas.

Consiste en valorar 3 componentes: Apertura

ocular, Respuesta Verbal y Respuesta Motora.

Cada componente tiene un puntaje mínimo y

máximo según la respuesta del paciente.

Tabla. Escala de Coma de Glasgow

Como se puede ver, el puntaje mínimo de

escala de Glasgow sumando los tres

componentes es 3 y el máximo sería 15.

Además del nivel de conciencia, se debe

valorar el estado de las pupilas con una

linterna. Las pupilas deben contraerse por

igual al estímulo luminoso y deben tener el

mismo tamaño. De lo contrario, debe

pensarse en un trauma craneoencefálico

severo.

E. Exposición y Control Ambiental.

El último paso que se debe realizar en el

abordaje inicial de la víctima de trauma

múltiple es explorar regiones del cuerpo que

no son fácilmente visibles, como la espalda, la

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región perineal, las axilas y toda la región

posterior del cuerpo. Esto se hace

protegiendo la columna cervical con

movimiento en bloque y retirando toda la ropa

del paciente según las circunstancias y

protegiendo toda evidencia para la cadena de

custodia.Finalmente, se debe proteger al

paciente de la hipotermia retirando toda ropa

mojada y cubriéndolo con una manta o

sábana. Una vez finalizada la valoración

primaria del trauma, se procederá a la

valoración secundaria o al traslado a

quirófano según la condición de la víctima

(Fases I y II de Control de Daños).

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CAPITULO 2 MANEJO DE LA VÍA AÉREA

Y VENTILACIÓN EN

TRAUMA

Dra. Nereida Quintero

Médico Especialista en Anestesiología

En pacientes víctimas de trauma, los

problemas para lograr una adecuada

oxigenación se deben generalmente a una

obstrucción de la vía aérea y ésta es una de las

causas más evitables de muerte en trauma,

convirtiéndose en una prioridad y un

procedimiento vital. El reconocimiento precoz

de los problemas de la vía aérea y de la

incapacidad para su manejo adecuado, son

los pilares básicos para la evaluación de la

misma además de una individualización de

acuerdo a cada paciente. La desobstrucción,

oxigenación, ventilación, prevención de la

aspiración pulmonar, el cuidado de la

columna cervical durante la instrumentación

de la vía aérea son los puntos a tener en

cuenta. Ante el riesgo de compromiso de la

vía aérea se debe asegurar y proteger la

misma de manera inmediata.

MANEJO INTRAHOSPITALARIO DE

LA VÍA AÉREA EN TRAUMA

Factores que afectan el manejo de la vía aérea

en el politraumatizado: frecuencia de las

intervenciones diagnósticas y terapéuticas a

las cuales se debe someter el paciente

politraumatizado mientras se trabaja en la vía

aérea; las propias lesiones pueden interferir en

las técnicas de rutina de tratamiento de la vía

aérea; las lesiones y hemorragia aumentan la

demanda de oxígeno y pueden interferir en el

intercambio gaseoso; si se resuelve controlar

la vía aérea, la solución debe hacerse

rápidamente, sin posibilidad de recurrir a

técnicas que involucren demasiado tiempo por

el riesgo de presentarse hipoxia; siempre se

debe considerar al paciente con estómago

lleno. El primer examen debe ser rápido,

sistematizado y secuencial y no debe exceder

más allá de los 3 minutos.

Se debe tener un esquema rápido y preciso

para su evaluación, manejo y toma de

decisiones:

1) evaluación;

2) manejo de la columna cervical;

3) desobstrucción;

4) apertura de la vía aérea;

5) oxigenación;

6) ventilación;

7) técnicas no invasivas;

8) manejo avanzado/invasivo de la vía aérea;

9) vía aérea quirúrgica.

1. Evaluación de la vía aérea

En el paciente politraumatizado la vía aérea

difícil está presente en un aproximado de 21%

alcanzando hasta siete veces más dificultad

que en el no traumatizado. La dificultad en el

manejo de la vía aérea se debe a varios

factores: a) las lesiones de la columna

cervical, b) inadecuada valoración de la vía

aérea, c) tiempo limitado de evaluación son

impedimentos en el contexto de urgencia, d)

traumas faciales y /o de la vía aérea, e)

pacientes no colaboradores o combativos.

Realizar observación externa completa, la

obstrucción y la movilidad del cuello. Evaluar

las estructuras que hacen parte del

componente de vía aérea: articulación

temporomandibular, mandíbula, labios,

dientes, lengua, movilidad de columna

cervical, nariz, tabique nasal y la nasofaringe.

Los sistemas de calificación de Cormack-

Lechane y Mallampati-Samsoon no son de

utilidad en el ámbito de la instrumentación de

la vía aérea en situaciones de emergencia en

trauma: la escasa posibilidad de realizar las

pruebas de predicción de vía aérea difícil y las

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bajas tasas de falla en la intubación, limita el

uso de estos predictores de vía aérea difícil en

el paciente politraumatizado.

2. Manejo de la columna cervical:

La protección de la columna cervical y la

médula espinal es un principio de manejo. Si

el paciente presenta politraumatismo con

alteración del estado de conciencia o trauma

cerrado por encima de la clavícula se

sospecha trauma de columna, se protege la

columna cervical con inmovilización manual

inicialmente y luego con collar. La

inmovilización del cuello en posición neutra

es mandatoria en todo paciente inconsciente,

en los pacientes conscientes que se quejen de

dolor o molestias en la nuca y el cuello y

siempre que existan otras lesiones dolorosas

que puedan enmascarar el dolor cervical. La

protección del cuello se debe mantener

después de la intubación hasta que la

gravedad de la lesión cervical o ausencia de la

misma esté bien establecida en Rx.

3. Desobstrucción de la vía aérea:

Los mecanismos de obstrucción de la vía

aérea son varios: por pérdida del tono de los

músculos del piso de la boca, de la lengua y la

epiglotis en paciente inconsciente; por trauma

facial; por trauma cervical. Se realiza

remoción de detritus, vómito, sangre,

secreciones, piezas dentales, fragmentos

desplazados de huesos o cartílagos u otros

cuerpos extraños que puedan obstruir la vía

aérea superior.

La cavidad oral se explora y mediante un

aspirador, preferiblemente rígido, se limpia

completamente. El sangrado entre la fascia

prevertebral y los tejidos blandos del cuello

pueden producir obstrucción por oclusión

directa por hematoma o por congestión y

edema de la nasofaringe y faringe, causado

por la compresión de las venas del cuello. En

las fracturas bilaterales de la mandíbula, algún

fragmento óseo puede ser desplazado hacia

atrás entre la faringe y la laringe; la simple

tracción manual o con una pinza de ese

fragmento hacia adelante aliviará la

obstrucción. La fractura bilateral, pero no la

unilateral, del cóndilo mandibular interfieren

con la apertura de la boca dificultando la

laringoscopia. En las fracturas tipo LeFort I

compromete la arcada y el seno maxilar y el

manejo de la vía aérea se facilita en estos

pacientes por cuanto el desplazamiento de

mandíbula superior amplia el campo de

entrada al laringoscopio. Los tipos LeFort II y

III comprometen los huesos de la nariz: la

apófisis pterigoides del esfenoides es el único

sostén que impide el desplazamiento posterior

de los huesos de la cara y cuando se fractura

por su base con el destrozo de estos pilares de

sustentación, la parte media de la cara se va

hacia atrás incrustándose entre la faringe. Las

contusiones laringotraqueales mayores no se

detectan porque el paciente está asintomático

o no responde o porque los signos se

enmascaran en la evaluación inicial. Los

signos típicos incluyen ronquera, voz

amortiguada, disnea, estridor, disfagia,

odinofagia, dolor y sensibilidad cervical,

equimosis, enfisema subcutáneo y

aplastamiento de la protuberancia del

cartílago tiroides. Dificultad para un cierre

hermético alrededor del tubo, presencia en la

Rx de tórax de una gran zona radio-lúcida en

la tráquea, correspondiendo con el manguito

inflable del tubo, puede sugerirnos una

ruptura de vía aérea.

Buscar signos de obstrucción de la vía

aérea:

a) agitación, obnubilación por hipoxia

cerebral

b) hiperventilación e hipercapnia;

c) retracciones intercostales, uso de músculos

accesorios;

d) sonidos anormales en la respiración,

estridor por obstrucción parcial de la laringe o

faringe, disfonía como obstrucción laríngea

funcional;

e) cianosis central o periférica;

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9

f) desplazamiento de la tráquea;

g) asimetría en el desplazamiento de uno o

ambos hemitórax.

4. Apertura de la vía aérea

Se realiza con dos maniobras: subluxación

mandibular (fig. 1) y maniobra de tracción

mandibular o elevación del mentón.

Fig. 1.Tomada de archivos Salamandra

5. Oxigenación

Indicaciones: a) aumentar sus concentraciones en sangre;

b) disminuir el esfuerzo ventilatorio;

c) mejorar el trabajo cardíaco;

d) compensar las necesidades celulares;

e) evitar el desarrollo de hipoxia, que en paciente

traumatizado se puede deber a la pérdida

sanguínea y a problemas respiratorios y

ventilatorios;

f) tratamiento de deficiencias de

ventilación/perfusión;

g) intercambio de gases; tratamiento de la

hipoventilación.

Si la vía aérea está comprometida o

semiobstruída intubar de inmediato al

paciente y en caso necesario realizar una

traqueotomía. Oxigenar de manera inmediata

a todo paciente traumatizado, tratando de

lograr saturaciones de oxígeno por encima de

95%. Suministrar oxígeno con FiO2 mayores

a 50% por periodos prolongados puede llevar

al desarrollo de toxicidad por O2.

La oxigenoterapia se utilizan de dos tipos: de

alto flujo (máscara venturi, tienda facial con

nebulizador, el adaptador para tubo T de

Briggs y ventiladores mecánico) y de bajo

flujo (cánula binasal, la mascarilla simple, el

catéter nasofaríngeo y la máscara con

reservorio).

6. Ventilación

Se puede ver alterada por obstrucción de la

vía aérea, alteración mecánica ventilatoria,

por depresión del SNC. Se deben descartar y

manejar las patologías traumáticas que

pueden comprometer la ventilación:

neumotórax abierto a tensión, hemotórax

masivo, taponamiento cardíaco,

broncoaspiración, contusión pulmonar,

contusión miocárdica, roturas

traqueobronquiales, rotura diafragmática,

lesiones de grandes vasos. Si la lesión es a

nivel de la médula espinal, puede encontrarse

respiración diafragmática que no es suficiente

para la demanda de oxígeno.

Ventilación con dispositivo bolsa-válvula-

mascarilla (BVM)

Se utiliza en pacientes despiertos o

inconscientes que son incapaces por si

mismos de mantener una adecuada

oxigenación (Fig. 2-4). Si se administra con aire

ambiente sólo se le dará 20,93% de O2 por lo

que se debe conectar a una fuente de O2 al

menos con flujo de 10L/min para una FiO2 de

60% o 15 L/min para FiO2 de 100%.

Fig. 2-4 tomadas de archivos Salamandra

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7. Técnicas no invasivas

Si el manejo de la vía aérea está a cargo de

personal no entrenado en técnicas avanzadas,

deberá utilizar técnicas no invasivas como las

que se mencionan a continuación:

a. Cánula orofaríngea: están indicadas en

pacientes obnubilados o inconscientes. Los

dos tipos más comunes son la de Guedel que

es tubular y la de Berman que tiene canaletas

a lo largo de los lados (Fig.5). Se debe

seleccionar el tamaño adecuado (fig. 6-9), es una

medida temporal mientras se prepara el

equipo para manejo definitivo de la vía aérea.

Si hay fractura maxilofacial severa o

hemorragia orofaríngea severa o edema de

glotis está contraindicado su uso en trauma.

Fig. 5 tomada de archivos Salamandra.

Fig. 6-9 tomadas de archivos Salamandra.

Fig. 6-9 tomada de archivos Salamandra.

b.Cánula nasofaríngea: en paciente consciente

o somnoliento pero pueden causar epistaxis,

distensión gástrica y vómitos, espasmo

laríngeo, lesionar la mucosa nasal y precipitar

sangrado. Está contraindicado su uso en caso

de lesiones nasales como fracturas, sospechas

de fractura de base de cráneo, hemorragias

locales, apnea, mujeres embrazadas ni tampoco

hay suficiente evidencia de uso en niños. Debe

medirse adecuadamente (10-12).

Fig 10-12. Tomadas de archivos Salamandra.

c. Máscara laríngea (fig. 13)

Contraindicaciones: apertura bucal limitada,

hematomas o traumas de la faringe, trauma

torácico, compliance pulmonar disminuida o

elevada resistencia en la vía aérea, lesiones

obstructivas por debajo de la glotis (estos

pacientes requieren altas presiones para ser

ventilados con lo que se incrementa la

insuflación gástrica y la bronco aspiración).

Para la colocación apropiada la cabeza del

paciente debe estar ubicada en la posición

neutra. La recomendación actual es utilizarla

menos de 2 horas. No protege vía aérea de

bronco aspiración.

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Fig. 13. Tomada de archivos Salamandra.

d. La máscara laríngea ProSeal (fig.14) es un

dispositivo desarrollado para el manejo

supraglótica de la vía aérea y fue diseñado

para adaptarse mejor a los contornos

anatómicos de la hipofaringe, con su lumen

situado al frente de la abertura laríngea.

Permite introducir a través del mismo, una

sonda gástrica N° 14.

Fig.14disponibleenhttp://www.tecnika.cl/portal/components/com_vir

tuemart/shop_image/product/Mascara_Laringea_4ddf34eaad194.jpg

e. Fastrach o Mascarilla laríngea de

intubación es un tipo especial de mascarilla

laríngea que está diseñada con el fin de lograr

la intubación a través de ella (fig. 15).

Conserva las características generales de la

máscara laríngea clásica, pero tiene un tubo

rígido a través del cual se puede insertar un

tubo de silicona anillado y con cuff que

permite asegurar la vía aérea del paciente. La

intubación se realiza a ciegas y se verifica la

posición correcta del tubo mediante la

observación de los movimientos torácicos y la

medición de CO2 espirado. Puede utilizarse

en la vía aérea difícil como una guía para la

intubación de la tráquea.

Fig. 15 Tomada de internet: URL http://fibroanestesia.com/wp-content/uploads/2012/06/fastrach-general.jpg

f. Tubo laríngeo: posee dos balones: uno

faríngeo y uno esofágico. Entre los dos

balones se encuentra anterior una luz

ventilatoria con dos aperturas principales (fig.

16). La cabeza del paciente debe colocarse en

posición neutra. Se utiliza en urgencias en

caso de vía aérea difícil, en situaciones en las

que no se permite movilizar el cuello.

Produce con frecuencia dolor de garganta,

distensión gástrica, trauma de la vía aérea,

posibilidad de aspiración y obstrucción de la

arteria lingual en un 3% de los casos, por lo

que es muy importante vigilar el color y

tamaño de la lengua.

Fig. 16 Tomada de internet: URL http://www.plenasaludchile.cl/wp-content/uploads/2013/11/TUBO-LARINGEO-2.jpg

g. Combitubo esofagotraqueal (fig. 17 y 18) es

una alternativa efectiva a los métodos

tradicionales de intubación/ventilación.

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Protege contra la regurgitación gástrica,

permite su uso en el trauma con sospecha de

lesión cervical (cabeza en posición neutra).

Actualmente en Colombia tiene poco uso.

Está contraindicado en pacientes con estatura

menor de 122 cm, patología esofágica

proximal conocida, ingesta de cáusticos u

obstrucción de la vía aérea superior. Las

complicaciones de uso incluyen perforación

esofágica, fundamentalmente causadas por

una técnica inapropiada de inserción o inflado

de los balones con volúmenes mayores que

los recomendados, enfisema subcutáneo,

neumomediastino y neumoperitoneo.

Fig. 17 y 18 tomadas de archivos Salamandra.

8. Manejo avanzado/invasivo de la vía aérea

Intubación endotraqueal: es el gold estándar

en el manejo definitivo de la vía aérea en

trauma. Indicaciones: ausencia de reflejos

protectores, compromiso de la vía aérea,

fracturas faciales, imposibilidad de mantener

una adecuada oxigenación y ventilación. Cada

intento de intubación no debe durar más de 30

segundos. El tamaño del tubo traqueal

apropiado para mujeres es, en general de 7,0 a

8,0 mm de diámetro interno y de 8,0 a 8,5

para la mayoría de los hombres. Es necesario

colocar al paciente en posición neutra.

La secuencia de intubación rápida se

recomienda en el manejo emergente de la vía

aérea en trauma: Preparación (10min): que

consiste en preparar todos los elementos

necesarios para la intubación como

medicamentos, equipo, ventilador manual,

aspirador, fuente de O2, laringoscopio, hojas.

Preoxigenación (5 min): con una mascarilla

al menos por 3 minutos de preferencia 5

minutos con FiO2 al 100%. No es

conveniente ventilar con presión positiva por

el riesgo de regurgitación, vómito.

Premedicar (3 min): uso de fármacos para

disminuir los efectos secundarios de la

laringoscopia e intubación, administrados

unos 3 minutos antes de la inducción como

lidocaína 1-1,5 mg/kg y fentanilo 1-3 mcg/kg.

Parálisis con inducción (0): Tiopental 3 a 5

mg/kg o propofol 1-2 mg/kg o etomidato 0,3

mg/kg o midazolam 1 a 5 mg. Succinilcolina

1-2 mg/kg, Rocuronio 0,6 mg/kg o vecuronio

0,08 mg/kg. Protección (20-30 seg): aplicar

maniobra de Sellick durante y después de la

pérdida de conciencia para prevenir la

regurgitación pasiva y el vómito.

Posicionamiento (45 seg): del paciente para

una endoscopia óptima, pasar el tubo con guía

y evitar bolsear durante la intubación,

verificar posición. Posintubación (1 min):

fijación del tubo. Verificar bradicardia

(intubación esofágica), hipertensión

(inadecuada sedación), o hipotensión

(neumotórax a tensión).

9. Vía aérea quirúrgica: en pacientes con

fractura combinada mandibular bilateral y

fracturas de LeFort, laceraciones extensas de

la boca o cavidad oral con obliteración de la

vía aérea, sangrado nasofaríngeo profuso,

lesiones por arma de fuego en el rostro,

lesiones faciales por aplastamiento,

quemaduras faciales con afección de las vías

bajas con dificultad para la ventilación y

oxigenación, lesiones raquimedulares o TEC

que dificulten el manejo de la vía aérea, en

oclusiones totales o en pacientes que no ha

sido posible intubar.

Cricotiroidotomía con aguja: se realiza con

yelco 14 G, se ubica la membrana, se realiza

asepsia y antisepsia y se punza la membrana

con aguja a 45° en dirección caudal con

cánula o jeringa externa montada para ir

aspirando y confirmar posición. Una vez en

cavidad se va retirando la guía metálica y se

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deja la vaina externa la cual se va avanzando.

El catéter se conecta con O2 a 15 L/min con

un conector en Y o con un tubo de O2

abriendo un orificio lateral entre la fuente de

O2 y la conexión al catéter. La insuflación

intermitente se hace ocluyendo con el pulgar

el extremo libre del tubo en Y o el orificio de

la tubería de O2 durante 1 segundo y

liberando durante 4 segundos. Con esta

técnica se puede mantener una oxigenación

por 30 a 45 minutos y únicamente en

pacientes sin trauma torácico y con

ventilación normal.

Cricotiroidotomía quirúrgica: se realiza con

una incisión cutánea transversal de 2 a 4 cm

hasta ubicar la membrana cricoidea, se dilata

con pinza hemostática, se coloca un tubo de 5

a 7 cms de diámetro o cánula de

cricotiroidotomía De ser posible, ventilar

siempre al paciente con oxígeno al 100%.

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14

CAPITULO 3

TRAUMA DE CUELLO

Dra. Ana María Lourido Gamboa

Médico General. Instructor Salamandra

El cuello aloja muchas estructuras que son

esenciales para la vida. En su interior

encontramos órganos y estructuras que

comunican el encéfalo con el resto del cuerpo

y pertenecen a diversos sistemas: respiratorio,

digestivo, nervioso vascular y endocrino. El

trauma cervical es alarmante, ya que el cuello

no está protegido por hueso o estructuras

musculares gruesas y se puede lesionar

fácilmente, amenazando la vida del paciente.

Aunque la tasa de mortalidad debida al

trauma de cuello en la población civil es de

tan sólo un 2% a un 6%, la lesión de grandes

vasos en el cuello acarrea consigo una

mortalidad cercana al 65% de los casos,

incluyendo dentro de éstos las muertes pre

hospitalaria.

Los limites superficiales superiores del

cuello son: borde inferior horizontal de la

mandíbula, borde posterior de rama

ascendente mandibular, línea horizontal desde

articulación temporomaxilar hasta

protuberancia occipital externa y línea curva

occipital superior.

Los límites superficiales inferiores: borde

superior del manubrio esternal, cara superior

de ambas clavículas, línea horizontal que une

ambas articulaciones acromioclaviculares

pasando por la apófisis espinosa de C7.

Los límites profundos superiores: base del

cráneo entre apófisis pterigoides, apófisis

estiloides, protuberancia occipital externa y

borde posterior de rama ascendente de la

mandíbula.

Los profundos inferiores: plano oblicuo que

pasa por el disco intervertebral, cara superior

de la 1a costilla borde superior del manubrio

esternal. Estos límites corresponden al vértice

del tórax.

Zonas Anatómicas

A la hora de abordar un paciente con trauma

penetrante de cuello, es indispensable

identificar las zonas anatómicas, las cuales

permiten una adecuada evaluación de las

heridas y guían la conducta específica.

La zona I de cuello comprende el área entre

las clavículas y el cartílago cricoides, área que

incluye vasos sanguíneos importantes como,

el origen de la carótida común, los subclavios

y la arteria vertebral, además el plexo

braquial, la tráquea, el esófago, los ápices

pulmonares y el conducto torácico.

La zona II está delimitada por el cartílago

cricoides y la proyección del ángulo de la

mandíbula, también contiene la carótida, las

arterias vertebrales, la yugular interna, tráquea

y esófago, es la zona de mayor facilidad para

examinar y para abordar quirúrgicamente, a

diferencia de las zonas I y III.

La zona III se extiende entre el ángulo de

mandíbula hasta la base del cráneo. Cómo

estructuras importantes incluye carótida

distal, arterias vertebrales y la faringe.

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15

En la tabla 1 se encuentran las zonas del

cuello, sus estructuras y las principales

características clínicas

Figura 2. Zonas del cuello. Imagen tomada de: Trauma Abordaje inicial en los servicio de urgencias. Laureano Quintero B. Capítulo 8 trauma de cuello Página 153. Quinta Edición. 2013

TRAUMA PENETRANTE DE CUELLO:

se considera trauma penetrante de cuello si

atraviesa el músculo platisma, este

mecanismo es más frecuente que el trauma

cerrado y producen a su vez mayores tasas de

mortalidad y morbilidad. Es importante tener

en cuenta diversos factores que influyen en el

grado de la lesión, entre ellos el mecanismo

del trauma, las heridas por arma de fuego

(HPAF) producen lesiones importantes con

mayor frecuencia que las heridas por arma

corto punzante (HPACP).

Manejo intrahospitalarios debe seguir con

la secuencia del A B D C E del ATLS:

A: vía área y control de la columna cervical

B:buena ventilación y descartar las patologías

asociadas que complican al paciente

(neumotórax a tensión, neumotórax abierto,

taponamiento cardíaco, tórax inestable,

hemotórax masivo).

C: circulación y control de hemorragias

D: déficit neurológico

E: exposición y control de hipotermia.

Aunque todas son importantes, se hará énfasis

en el control de vía aérea y de hemorragias.

Vía aérea: aproximadamente el 8%-10% de

los pacientes con este trauma presentan

compromiso de la vía área, de los cuales el

30% aproximadamente requieren manejo

avanzado. Los problemas pueden ser por el

trauma directo, edema laríngeo, traqueal o

compresión por un hematoma externo. La

mortalidad en pacientes con lesiones de la vía

aérea ha sido reportada entre un 15% y un

30%.

Signos de lesión traqueobronquial o

pulmonar: enfisema subcutáneo, tos,

dificultad respiratoria, hemoptisis,

generalmente secundaria a la disrupción de

una arteria bronquial, neumotórax a tensión,

ensanchamiento mediastinal, retracciones

intercostales, ruidos respiratorios

disminuidos, hiperresonancia a la percusión

del pulmón contralateral, taquipnea, agitación,

hipotensión, taquicardia, hipoxia.

Control de Hemorragias: El paciente debe

llevarse a posición de Trendelemburg para

disminuir el riesgo de embolismo aéreo, en

caso de injurias venosas. Las líneas

intravenosas deben evitarse en la extremidad

del mismo lado de la lesión en cuello, siempre

realizando compresión directa. Otras técnicas

como taponamiento con balón podrían ser

usadas. Los pacientes que llegan con injurias

mayores de vasos cervicales, inestables

hemodinamicamente, o en paro

cardiorrespiratorio, se benefician de

toracotomía, para clampear vasos subclavios

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y realizar aspiración de los embolismos

aéreos en ventrículos.

Para tomar conductas es necesario dividir a

los pacientes en tres grandes grupos:

1. Pacientes inestables

2. Paciente con signos que sugieran

lesión visceral

3. Pacientes sin sintomatología

Pacientes inestables hemodinamicamente

La inestabilidad hemodinámica del paciente

generalmente se da por pérdidas sanguíneas,

pero otras etiologías son por daño en laringe o

tráquea. Una vez el paciente ingrese al

servicio de urgencias, la situación que está

amenazando la vida del paciente debe ser

manejada inmediatamente; en caso lesión

vascular evidente, el paciente debe ser llevado

a cirugía. Si la inestabilidad está dada por

injuria en el área laringotraqueal, se debe

asegurar la vía aérea, si la intubación

orotraqueal no es posible se debe realizar

cricotiroidotomía percutánea. En ambas

situaciones, se debe llevar posteriormente a la

realización de una traqueostomía y/o reparo

quirúrgico de la lesión.

En la siguiente tabla se indican los signos que

requieren exploración quirúrgica.

Sistema Signos y síntomas

Vascular Sangrado activo. Hematoma

expansivo

Respiratorio Dificultad respiratoria grave

incontrolable. hemoptisis

Digestivo Salida de saliva por la herida.

Hematemesis. Aire o edema

retrofaríngeo.

Nervioso Déficit neurológico. Alteración

del estado de conciencia sin

trauma craneoencefálico

asociado.

Pacientes estables hemodinámicamente con

signos clínicos.

La conducta quirúrgica para los pacientes que

ingresan inestables hemodinámicamente es

bastante clara. La controversia radica en el

manejo del paciente que se encuentra estable,

con signos clínicos y más aún en el que se

encuentra totalmente asintomático. A la hora

de evaluar un paciente, tener en cuenta la

zona afectada y los signos que presenta para

definir la conducta a seguir. Los signos se

clasifican en ―duros‖ cuando muestran certeza

de lesión y en ―blandos‖ cuando hay sospecha

de lesión. Los duros se manejan en cirugía y

los blandos con estudios adicionales.

Sistema Vascular

Las lesiones vasculares son las más frecuentes

en el trauma penetrante de cuello, como se ha

mencionado anteriormente, los signos de

certeza de lesión vascular se llevan a cirugía.

Los signos que indican sospecha de lesión en

pacientes estables deben ser estudiados. Hasta

la fecha es un tema que continua bastante

controvertido, hay varios exámenes

diagnósticos entre ellos, la angiografía

convencional, la tomografía axial computada

por angiografía (AngioTAC) y la

ultrasonografía.

Los signos de certeza de lesión vascular son:

sangrado activo, hematoma expansivo o

pulsátil, choque refractario a líquidos, soplo o

thrill (se considera signos duro de lesión

vascular, pero debe estudiarse con

angiografía porque puede requerir manejo

endovascular).

Los signos sospechosos de lesión vascular

son: Historia de sangrado, Hematoma estable,

Choque previo, Déficit de pulso.

Lesión Neurológica. Signos de lesión de

pares craneales:

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17

• Nervio facial (VII par): Descenso de la

comisura labial del lado afectado

Nervio glosofaríngeo (IX par): Disfagia

(reflejo nauseoso alterado)

• Nervio vago (X par, laríngeo recurrente): Ronquera, disminución en la fuerza de la

voz

• Nervio espinal accesorio (XI par): Incapacidad para elevar el hombro

ipsilateral, y para lateralizar la barbilla

sobre el hombro contralateral

• Nervio hipogloso (XII par): Desviación de

la lengua con protrusión

Angiografía

La angiografía, es el Gold Standar para

detectar lesiones vasculares, las desventajas

de este examen son: es un procedimiento

costoso, invasivo, requiere medio de contraste

y generalmente no está disponible en horas de

la noche. Además se han reportado

complicaciones que oscilan entre un 0.16%-

2%, que pueden dejar secuelas neurológicas

severas y mortalidades de 1.2% cuando se

realizan en el arco aórtico y vasos del cuello.

Como ventajas puede ser usado para

intervenciones terapéuticas y no solo

diagnósticas, lo que evita llevar al paciente a

cirugía y todas las posibles complicaciones de

la anestesia y el estado posquirúrgico. Por

muchos años fue el método más recomendado

para la identificación de las lesiones de zona I

y III de cuello, pero las heridas penetrantes en

zona II seguían bajo conducta quirúrgica

obligatoria, incluso con estadísticas que

revelaban cervicotomías negativas que

llegaban hasta el 56%. Posteriormente se

revelaron buenos resultados usando la

angiografía como manejo conservador ante la

sospecha de lesiones vasculares en zona II de

cuello, estudios que se iniciaron después del

éxito de la angiografía en lesiones vasculares

en extremidades. Hoy en día se prefieren

otros estudios para evitar las complicaciones

de este procedimiento.

Ultrasonografía

El uso rutinario de la angiografía comenzó a

debatirse, por ser una técnica invasiva con un

alto número de resultados negativos. Fue la

ultrasonografía (US) la que empezó a

reemplazar al Gold Standar cómo método

diagnostico para descartar lesiones vasculares,

por ser un método no invasivo, menos

costoso, sin necesidad de medio de contraste

y adecuado para evaluar el flujo, el lumen y

la pared vascular. Este método diagnóstico es

excelente para diagnosticar lesiones

vasculares, presenta una especificidad del

100% y una sensibilidad 91.7% con valores

predictivos positivos del 100% y valores

predictivos negativos del 99%. La gran

desventaja es que es operador dependiente y

no siempre estará disponible un experto para

la realización del examen, obligando a utilizar

otros estudios que permitan confirmar o

descartar la lesión. Además tiene ciertas

dificultades técnicas en pacientes con grandes

hematomas, enfisema subcutáneo. No está

muy recomendado usarlo en zona I ni en zona

III por difícil acceso.

Tomografía helicoidal computada por

angiografía

La tomografía computada por angiografía, es

un excelente método para la evaluación de

lesiones vasculares en trauma penetrante y

arroja datos importantes sobre los otros

sistemas que componen el cuello. Un estudio

realizado con 60 pacientes compara la

angiografía convencional con la tomografía

helicoidal computada por angiografía

(AngioTAC) y reportan sensibilidad del 20%,

especificidad del 100%, valor predictivo

positivo del 100% y valor predictivo negativo

del 98%.

Sistema Digestivo

Las heridas de esófago tienen un incidencia

de aproximadamente el 5 % en trauma

penetrante de cuello. Varios estudios, han

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18

indicado la necesidad de realizar a estos

pacientes esofagograma y esofagoscopia. La

mayoría de estudios recomiendan la tríada

para diagnosticar las lesiones del tracto

digestivo: esofagograma, esofagoscopia y

examen físico, sobretodo en centros donde no

tiene mucha experiencia con trauma de cuello,

ya que al realizar los 3 se obtiene una

sensibilidad cercana al 100%.

Signos de certeza de lesión de vía digestiva:

Salida de saliva o alimento por cuello.

Signos sospechosos de lesión de vía digestiva:

hematemesis, odinofagia, disfagia, enfisema

subcutáneo, hematoma retrofaríngeo.

Sistema Respiratorio

Las lesiones laringotraqueales en el trauma

penetrante de cuello representan

aproximadamente el 10%. Se identifican por

medio del examen físico o por visualización

directa por medio de la

fibronasolaringoscopia. Una vez

diagnosticadas, deben repararse

inmediatamente, pues entre más tiempo pase

hay más riesgo de lograr reparo primario

porque el tejido se torna friable. Al examen

físico se encuentra: enfisema subcutáneo,

disfonía, ronquera, estridor, insuficiencia

respiratoria, hemoptisis, pérdida de la

prominencia tiroidea y desviación de la vía

aérea), existen reportes en la literatura que

muestran que hasta un 25% de los casos de

lesiones quirúrgicas de vía aérea no

presentaron hallazgos clínicos sino hasta 24

horas e incluso 48 horas después de la lesión.

Signos de certeza de lesión de vía aérea:

Herida soplante en cuello

Signos sospechosos de lesión de vía aérea:

Hemoptisis, Estridor, Disfonía.

El manejo de las heridas transcervicales por

arma de fuego, en pacientes que permanecen

asintomáticos hoy en día es un tema de

discusión. Uno de los primeros estudios

propone cirugía obligatoria a todo paciente

con este mecanismo de trauma, ya que se

observó que injurias que atravesaran línea

media, tenían mucho más riesgo de producir

lesiones. Luego Demetriades y col, realizó

otra investigación donde muestra que el 80%

de sus pacientes requirieron manejo no

quirúrgico, por lo que propone estudiarlos en

lugar de operarlos.

TRAUMA CERRADO DE CUELLO

En el manejo de los pacientes con trauma

cerrado de cuello, tener en cuenta los mismos

signos clínicos que en los pacientes con

trauma penetrante. Las causas más frecuentes

son los accidentes de tránsito, luego trauma

deportivo, estrangulaciones y por último,

lesiones secundarias o terciarias por

explosiones. Se debe recordar que las fuerzas

por desaceleraciones y aceleraciones pueden

causar daño por latigazo y aumentar la

presión produciendo injuria en los tejidos.

Las heridas del tracto digestivo se han visto

más frecuentes en los accidentes

automovilísticos. Las heridas

laringotraqueales y faringoesofagicas son

raras por este mecanismo de trauma, se

presentan en un 0.03% a un 0.04%.

Radiografía de cuello y tórax, son un buen

comienzo para guiarse en cómo abordar a los

pacientes, se realizan en busca de enfisema,

que indiquen lesiones de vísceras huecas,

deformidades óseas o fracturas de columna

cervical, que podrían sugerir lesión vascular.

Dependiendo de la sintomatología, se deben

realizar los diferentes métodos diagnósticos

como AngioTAC, Doppler, angiografía y/o

estudios para sistema digestivo.

Las lesiones de la zona I del cuello tienen el

peor pronóstico, con una gran

morbimortalidad.

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19

Las lesiones de la zona II son las de más alta

prevalencia, en cuanto a trauma penetrante se

refiere. A su vez, debido al fácil acceso las

lesiones de cuello en esta zona representan la

más baja morbimortalidad para los pacientes

y menores costos en cuanto a ayudas

diagnósticas.

Las lesiones de la zona III son las menos

frecuentes, pero a su vez representan un reto

diagnóstico y terapéutico para los cirujanos

debido a las estructuras vitales que allí se

comprometen y su localización (en su

mayoría protegidas por estructuras óseas, que

dificultan su abordaje).

La sección completa de la medula espinal por

encima de C4 es con frecuencia fatal. La

preservación de la función de los esfínteres

posterior a las lesiones cervicales mejora la

calidad de vida y el pronóstico de los

pacientes que las presentan. Las lesiones

vasculares que se presentan secundarias al

trauma cerrado del cuello tienen muy pobre

pronóstico y muy bajas tasas de sobrevida.

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20

CAPITULO 4 TRAUMA DE TORAX

Dra. Cristina Isabel Osorio

Médico General. Instructor Salamandra

El tórax contiene estructuras vitales que

pueden verse comprometidas de forma

abrupta por un trauma, y la agilidad y destreza

del personal médico, juega un papel vital en la

sobrevida de estos pacientes. El trauma de

tórax representa aproximadamente el 20-25%

de las muertes ocasionadas por trauma.

Existen dos mecanismos de lesión: trauma

cerrado y trauma penetrante:

Trauma cerrado: Corresponde a los

mecanismos que no generan comunicación

entre el espacio pleural o el mediastino con el

exterior; tales como aceleración,

desaceleración, compresión o cizallamiento.

Trauma penetrante: El mecanismo causante

de la lesión, produce comunicación definitiva

o temporal entre los espacios pleurales o el

mediastino con el exterior.

ANATOMÍA

Región Precordial: Limitada en el tórax

anterior por las líneas medioclaviculares y en

el tórax posterior por una línea imaginaria

que atraviese las escápulas hasta el reborde

costal inferior. Las heridas en esta zona,

tienen el potencial de lesionar el corazón o los

grandes vasos. Algunos autores, mencionan

dentro de la región precordial, la ―zona de

peligro” que va desde el epigastrio a la

horquilla esternal y lateralmente hasta 3 cm

del esternón.

Figura1: Región precordial

Región toracoabdominal: corresponde Al

espacio entre la línea intermamilar en la

región anterior, y una línea trazada a nivel

del ángulo de las escapulas en la zona

posterior, hasta el reborde costal en la parte

inferior. Una lesión ubicada en este espacio,

tiene la posibilidad de atravesar el diafragma.

La incidencia de lesiones diafragmáticas

asociadas a trauma penetrante en esta región,

es del 11 – 19%.

Figura 2: Región toracoabdominal

EVALUACIÓN INICIAL:

El abordaje inicial debe estar dirigido

conforme a los protocolos de Soporte vital en

trauma, realizar un examen físico breve

siguiendo el patrón ABCDE:

A manejo de la vía aérea con control de la

columna cervical,

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21

B valoración de la respiración con énfasis en

la detección y tratamiento de lesiones que

amenazan la vida,

C evaluación de la circulación, control de la

hemorragia externa y detección de hemorragia

interna,

D Déficit Neurológico y

E exposición del paciente con control

ambiental.

Neumotórax a tensión: hipotensión,

taquicardia, taquipnea, desviación de la

tráquea, ingurgitación yugular, enfisema

subcutáneo, timpanismo a la percusión y

ausencia unilateral de los ruidos respiratorios

en el hemitórax afectado. El diagnóstico es

clínico y no se justifica realización de

radiografías.

Se realiza inicialmente

descompresión con aguja, en el hemitórax

afectado, empleando un Angiocath (calibre

14), se punciona en el 2do o 3er espacio

intercostal con línea medioclavicular o

incluso en el 5to espacio intercostal con línea

medioaxilar. El tratamiento definitivo se

realiza con la inserción de un tubo de tórax en

el 5to espacio intercostal con línea

medioaxilar.

Hemotórax masivo: clínicamente es muy

similar al neumotórax, a excepción de algunas

características muy puntuales: la hipotensión

es consecuencia de la hipovolemia, por lo que

la ingurgitación yugular no es un hallazgo

frecuente, además, en lugar de

hiperresonancia, se encuentra matidez a la

percusión por la presencia de líquido en la

cavidad. El tratamiento consiste en pasar un

tubo de toracostomía, y el diagnóstico se

confirma con el drenaje inmediato de más de

1500 mL de sangre o de 20mL/Kg o el

drenaje continuo de 200mL/h por 4 h

(3ml/Kg/h), de ser así, al paciente se le debe

realizar una toracotomía, además de reponer

la volemia con la transfusión de componentes

sanguíneos.

Tórax Inestable: fractura de 3 o más costillas

consecutivas en 2 o más segmentos, lo que

genera un segmento musculoesquelético que

se mueve independiente de la pared torácica.

El movimiento respiratorio paradójico con la

respiración espontánea, causa un dolor

considerable, que le obliga al paciente a

mantener una respiración muy rápida y

superficial, lo que lleva a atelectasias e

hipoxia. Esta lesión ocurre en el 10 – 15% de

los pacientes con trauma torácico mayor; el

trauma craneoencefálico es la lesión

extratorácica asociada más frecuente, lo que

contribuye a la alta tasa de morbimortalidad.

Tratamiento: Paciente estable en parámetros

respiratorios: oxígeno, analgesia adecuada y

terapia respiratoria. Paciente en insuficiencia

respiratoria: intubarlo, administrar ventilación

con presión positiva, terapia analgésica más

agresiva y el reclutamiento alveolar y evita el

movimiento paradójico del tórax favoreciendo

la cicatrización. En raras ocasiones, se

necesita la reducción abierta con fijación

interna de las fracturas costales.

Taponamiento cardíaco: Los signos clásicos

de taponamiento cardíaco, conocidos como la

triada de Beck (hipotensión, ingurgitación

yugular y ruidos cardíacos velados) solo se

encuentran en el 30% de los pacientes, por lo

que es necesario la realización de una

ecografía tipo FAST (Focoused Assessment

with Sonography in Trauma) para

diagnosticarlo. Una vez confirmado, se libera

mediante una toracotomía. No se recomienda

la pericardiocentesis, debido a la alta

posibilidad de falsos positivos y negativos,

además de las lesiones iatrogénicas

secundarias al procedimiento.

Neumotórax abierto: Neumotórax soplante o

comunicante es un defecto torácico generará

colapso pulmonar, desplazamiento

mediastinal y complicaciones de carácter

respiratorio y hemodinámico que reclaman

medidas inmediatas. No requiere de estudio

radiológico torácico para su diagnóstico. Se

procede a limpiar muy bien, cerrar el defecto

y a pasar de inmediato un tubo de tórax por

una incisión distinta de la del defecto.

Evaluación Secundaria:

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La evaluación continua con los signos vitales,

presentación inicial, y mecanismo de la

lesión, ya que el manejo apropiado, depende

de estos tres factores específicos, teniendo en

cuenta siempre, que los signos vitales

anormales, tienen mayor influencia en la

gravedad de la lesión, y la disposición final

del paciente, que el mecanismo de la injuria

en sí.

Estaría indicada la realización de ayudas

diagnósticas, y deben descartarse otras

lesiones que eventualmente pudieran

ocasionar la muerte del paciente: contusión

pulmonar, contusión cardíaca, ruptura aórtica

(ensanchamiento mediastinal, borramiento del

botón aórtico, contorno aórtico anormal,

opacidad apical pleural por sangre pleural

sobre el ápex del pulmón izquierdo,

hemotórax masivo izquierdo, desviación de la

sonda nasogástrica a la derecha, desviación de

la tráquea a la derecha, elevación o desviación

hacia la derecha del bronquio fuente derecho,

ensanchamiento de la silueta paravertebral

izquierda), ruptura de diafragma, ruptura

traqueobronquial, ruptura esofágica.

MANEJO Y TRATAMIENTO DE

LESIONES.

La conducta médica es determinada por la

estabilidad hemodinámica del paciente.

Menos del 10% de los trauma cerrados y entre

el 15 – 30% de los penetrantes requieren

manejo quirúrgico: aproximadamente un 85%

responden adecuadamente a intervenciones

básicas como suplemento de oxígeno,

observación y toracostomía.

En paciente

hemodinámicamente estable (vía aérea segura

con o sin intubación, oxigenación y

ventilación aceptables) permite considerar

diagnósticos diferenciales y opciones

terapéuticas. Pacientes con evidencia de

shock o colapso inminente (presión arterial

sistólica < 90 mm Hg o taquicardia

persistente > 120 latidos por minuto, no

explicado por ansiedad o dolor; y/ o

hipoxemia persistente) deben ser manejados

en el quirófano tan pronto como sea posible,

minimizando el retraso por los exámenes

diagnósticos.

TRAUMA CERRADO

Contusión cardíaca: Los síntomas van desde

dolor retroesternal hasta shock cardiogénico.

El diagnóstico de lesión miocárdica puede

resultar difícil, por la escases de exámenes

específicos, y la dificultad para determinar si

las alteraciones son primarias (IAM previo al

trauma) o secundarias al trauma. El abordaje

ecográfico (eco-FAST) se usa una vez

descartado un derrame pericárdico,

ecocardiograma en pacientes con disfunción

cardíaca para diagnosticar la causa de la

disfunción, estimar la necesidad de reposición

de volumen o soporte inotrópico, e identificar

otras lesiones que requirieron intervención.

Ecocardiografía transesofágica (ETE) para

investigar la causa de la inestabilidad

hemodinámica persistente u otros problemas

relacionados a la contusión cardíaca. El

electrocardiograma (ECG) debe ordenarse en

todo paciente estable, con trauma cerrado y

presencia de dolor y sensibilidad directa en la

región precordial, fractura esternal, historia

sugestiva de enfermedad cardíaca (accidente

precipitado por síncope o dolor severo en el

pecho), síntomas o signos sugestivos de

enfermedad cardíaca activa, mecanismo de

lesión de alto impacto (volcadura, alta

velocidad, fatalidad en escena). Hallazgos

como una taquicardia sinusal inexplicable y

persistente, un nuevo bloqueo de rama,

arritmias, o alteraciones en el segmento ST o

en la onda T, sugieren contusión cardíaca. A

todo paciente con alteraciones en el ECG, se

le debe realizar una ecocardiografía.

Neumotórax: La presencia de aire en la

cavidad pleural, puede ocasionar

manifestaciones clínicas como taquipnea,

dolor torácico, hipoxia, disminución o

ausencia unilateral de sonidos respiratorios e

hiperresonancia a la percusión. Pacientes

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sintomáticos o con hallazgos al examen físico,

deben ser evaluados con una radiografía de

tórax PA con fase de inspiración y espiración

o una tomografía computarizada (TC). En

caso de que el paciente tenga riesgo de tener

un neumotórax, pero la radiografía inicial no

revele alteraciones, es conveniente repetir la

radiografía en seis horas.

Neumotórax oculto: no se visualiza en una

radiografía simple de tórax, pero se evidencia

en un TAC de cuello, tórax o abdomen. En

aproximadamente un 5 a 10 % de los

pacientes, el neumotórax oculto se expande y

se vuelve clínicamente significativo. Estudios

apoyan la observación en pacientes con

neumotórax oculto de menos de 8mm de

longitud determinados por la TC; se colocaría

un tubo a tórax, solo si el paciente presenta

síntomas o si el neumotórax aumenta.

Hemotórax: Para que se evidencie un

hemotórax en la radiografía, es necesario que

haya un volumen de 300 ml de sangre en la

cavidad pleural como mínimo. El hemotórax

se debe tratar con un tubo de toracostomía, de

mínimo 36Fr, colecciones pequeñas, pueden

ser tratadas con aspiración o drenaje según

criterio de cirujano. Se debe obtener una

radiografía de tórax, después de la inserción

del tubo a tórax para garantizar una posición

adecuada del mismo. Los criterios generales

para el retiro son ausencia de fístula

broncopleural y drenaje menor de 150mL en

un periodo de 24h.

Las indicaciones de toracostomía (tubo) son:

hemotórax mayor a 300 – 500ml,

hemoneumotórax, neumotórax a tensión,

neumotórax de más del 25%, neumotórax

menor al 25% en pacientes con síntomas,

empeoramiento de un neumotórax oculto,

cualquier neumotórax en paciente sometido a

ventilación con presión positiva (paciente que

vaya a ser llevado a cirugía o a ventilación

mecánica), cualquier neumotórax en paciente

que va a ser trasladado por vía aérea, herida

soplante del tórax.

Contusión Pulmonar: se desarrolla en las

primeras 24h y resuelve alrededor de una

semana. Se evidencia en la radiografía de

tórax, como opacidades regulares y difusas en

el parénquima pulmonar. En un tercio de las

veces la contusión no es evidente en la

radiografía inicial. El manejo consiste en

control del dolor y terapia respiratoria, no se

recomienda la intubación de rutina.

Lesión Traqueobronquial: ocurren en menos

del 1% de pacientes con trauma cerrado. La

mayoría de los pacientes mueren en la escena.

La lesión intratorácica puede ser sutil e

indolente, el paciente pudiera presentar

retención de secreciones, obstrucción y

neumotórax recurrente. La condición

característica es una fuga de aire importante y

neumotórax o neumomediastino que se

reacumula a pesar de la toracostomía. Los

signos de lesión traqueal cervical incluyen

disnea, ronquera, y enfisema subcutáneo. El

diagnóstico definitivo se realiza en cirugía o

por broncoscopia, si se sospecha una lesión

traqueobronquial se debe obtener una

Tomografía Computarizada Multidetectos

(TCMD) o consultar a un cirujano de tórax

para su evaluación. La reparación quirúrgica

se basa en el riesgo de obstrucción de las vías

respiratorias, la pérdida masiva de aire o la

mediastinitis.

Ruptura diafragmática: ocurren en el 1% de

los traumas cerrados, y hasta un 8% de estos

requieren laparotomía. Una intrusión

significativa (≥30 cm) en el compartimiento

de pasajeros después del colisiones frontales y

la desaceleración rápida (≥40 km / hora)

aumentan el riesgo de sufrirla. Se asocia con

dolor epigástrico y abdominal, dolor referido

al hombro, vómitos o disfagia. La radiografía

de tórax inicial es normal hasta en el 50% de

los casos. La TCMD para diagnosticar la

lesión diafragmática, es la prueba más

utilizada en pacientes hemodinámicamente

estables.

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Ruptura esofágica: Los posibles mecanismos

son compresión, tracción de hiperextensión

cervical, y la penetración directa de las

fracturas torácicas. Los signos de lesiones

pueden incluir: sangre en el aspirado

nasogástrico, aire subcutáneo cervical y

hematoma cuello, pero ninguno es sensible.

En las radiografías se puede revelar

neumomediastino, derrame pleural, cambios

en el contorno del mediastino o una burbuja

de gas en el tubo nasogástrico o el esófago, si

existe una comunicación traqueoesofágica. El

diagnóstico se realiza mediante endoscopia o

esofagograma usando contraste hidrosoluble.

La TC puede mostrar fugas de aire sutiles al

lado del lugar de la perforación, aunque la

sensibilidad o la especificidad de estos

hallazgos son poco claras.

Las indicaciones de toracotomía después de

una toracoscopia son: drenaje de más de

1500ml de sangre al paso del tubo, drenaje

persistente de sangre de 200ml/h por 4h, fuga

aérea persistente, sospecha de lesión grave de

vía aérea con colapso de pulmón contralateral.

TRAUMA PENETRANTE

El estudio inicial es una radiografía de tórax.

En caso de que el paciente se encuentre

asintomático, y la radiografía de tórax esté

normal, se debe repetir el examen físico y la

radiografía a las 6 horas, si continua sin

presentar hallazgos, se puede dar de alta al

paciente con instrucciones de volver por

urgencias en caso de presentar algún síntoma

de alarma.

Región Precordial: La evaluación se puede

hacer a través de 3 métodos diagnósticos:

ecografía subxifoidea, ecocardiografía y

ventana pericárdica. La ecografía

subxifoidea, sirve como evaluación inicial

para determinar la presencia de taponamiento

cardíaco. La ecocardiografía tiene una

sensibilidad del 90% con una especificidad

del 97% para detectar derrame pericárdico y

detecta líquido por encima de 50cc, presenta

inconvenientes cuando hay derrame pleural o

neumotórax asociado, pues puede confundir

al observador. La ventana subxifoidea, es el

Gold Standard para el diagnóstico de

hemopericardio, se realiza una incisión

vertical por la línea media sobre la apófisis

xifoides; se visualiza el pericardio y se

comprueba si existe sangre dentro de él. Es un

método invasivo, seguro, rápido y preciso.

La Asociación Americana para el Estudio del

Trauma, estableció una tabla para estratificar

el grado de lesión cardíaca en cirugía.

Escala orgánica de lesiones cardíacas

Grado Descripción de la Lesión

I Herida de pericardio por trauma

cerrado o penetrante sin lesión de

miocardio, taponamiento ni hernia.

II Trauma penetrante tangencial de

miocardio sin lesión de

endocardio, sin taponamiento.

III Trauma cerrado o penetrante con

ruptura septal, incompetencia

valvular pulmonar o tricúspide,

disfunción del músculo papilar, u

oclusión coronaria distal sin falla

cardíaca. Laceración cerrada de

pericardio sin herniación cardíaca.

Trauma cardíaco cerrado con falla

cardíaca.

Lesión penetrante tangencial de

miocardio sin lesión de

endocardio con taponamiento

IV Trauma cerrado o penetrante con

ruptura septal, incompetencia

valvular pulmonar o tricúspide,

disfunción del músculo papilar, u

oclusión coronaria distal con falla

cardíaca.

Trauma cerrado o penetrante con

incompetencia valvular mitral o

aórtica.

Trauma cerrado o penetrante de

ventrículo derecho, aurícula derecha

o izquierda

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V Trauma cerrado o penetrante con

oclusión de arteria coronaria

proximal.

Perforación de ventrículo izquierdo

por trauma cerrado o penetrante.

Lesión tipo estrellada con pérdida de

< 50% de tejido de ventrículo

derecho o aurículas.

VI Avulsión cardíaca por trauma

cerrado

Herida penetrante con pérdida de

más de 50% de tejido de cualquier

cámara.

La mortalidad entre los grados IV y VI la

mortalidad oscila entre 52 y 100%.

Región Toracoabdominal: las lesiones

diafragmáticas por trauma penetrante en el

hemitórax izquierdo, presentan una incidencia

del 30% cuando son por arma corto punzante

(ACP) y de 60% para lesiones por Proyectil

de Arma de Fuego (PAF). Toda herida

penetrante toracoabdominal, debe ser

sometida a estudio laparoscópico o

toracoscópico, a excepción de las

toracoabdominales posteriores derechas, ya

que en estas, el hígado ejerce un efecto

protector frente a la posibilidad de herniación,

en este caso, solo se recomienda un manejo

expectante para descartar lesiones asociadas.

Si el paciente presenta abdomen agudo o

shock refractario, se lleva a cirugía de forma

inmediata.

El abordaje propuesto es el siguiente:

Trauma en región toracoabdominal con

abdomen positivo o inestabilidad

hemodinámica no resuelta: Laparotomía.

Herida en área toracoabdominal con

hemotórax o neumotórax: Toracoscopia.

Herida en área toracoabdominal sin

hemotórax o neumotórax: Laparoscopia.

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CAPITULO 5

TRAUMATISMO

ABDOMINAL

Dr.Jesús Ignacio Tobar Eraso

Médico y Cirujano-Universidad Cooperativa

de Colombia

Definimos al traumatismo abdominal como

una lesión o impacto externo, que se genera

sobre la pared del abdomen con o sin

penetración, que puede generar repercusión

lesiva sobré él o contenido interno. El trauma

abdominal sigue siendo uno de los más

frecuentes y de mayor mortalidad, la tasa de

accidentes de tránsito continúan teniendo

impacto sobre los traumatismos abdominales,

el mecanismo de trauma abdominal cerrado

predomina sobre el penetrante, en este último

las lesiones por arma blanca predominan

sobre las causadas arma de fuego.

Una particularidad presente del traumatismo

abdominal, es la consecuencia de la capacidad

que tiene el mismo de mantener grandes

volúmenes de sangre, con manifestaciones

clínicas variables y duraderas de hasta 7 días,

causantes de Shock hemorrágico, que puede

ser debido a una lesión penetrante o contusa

en el abdomen y que puede llevar a la muerte

precoz, haciéndolo en el 60% de los pacientes

en las primeras 4 horas.

Mecanismos de lesión en el trauma

abdominal

En el traumatismo abdominal encontramos

dos mecanismos generales de lesión: Cerrado

y penetrante, cada uno de ellos involucra

componentes propios que dependen en gran

medida de la velocidad y fuerza del agente

agresor; no es infrecuente encontrar los dos en

un mismo paciente.

Trauma de abdomen cerrado: se produce

por impacto directo sobre el abdomen, con

superficies sólidas, que cause compresión, o

aplastamiento de los órganos internos. En el

traumatismo abdominal cerrado se presentan

tres componentes básicos: compresión, ―de

objetos fijos contra el abdomen,

―desaceleración ―según velocidad‖ y

cizallamiento, que ocasionan desgarros y

aplastamientos de los órganos así como el

desprendimiento de viseras solidas de sus

uniones, que pueden terminar en daño

permanente de un órgano vital intrabdominal.

En todo paciente con marcas, equimosis o

abrasiones abdominales debemos sospechar

lesión intrabdominal, su ausencia no la

descarta, y aunque los mecanismos de

restricción, como el cinturón de seguridad,

previenen en gran medida las lesiones

mayores, estos pueden producir lesiones si no

son utilizados adecuadamente. Los órganos

lesionados en el trauma abdominal cerrado,

con mayor frecuencia son: bazo (40 – 55%),

hígado (35% - 45%), intestino delgado (5 -

10%).

Trauma de abdomen penetrante:

encontramos elementos de baja, mediana y

alta energía, que desencadenaran la perdida de

la integridad de la pared abdominal y que

pueden o no ocasionar daños internos, según

la cinemática del elemento involucrado y no

siempre penetran por abdomen; se ha

encontrado hasta un 15% de penetración al

abdomen por heridas en tórax. Es

imprescindible realizar evaluación detallada

de los orificios de ingreso y salida. Dentro de

las heridas causadas por arma blanca, los

órganos lesionados con mayor frecuencia son:

Hígado (40%), intestino delgado (30%),

diafragma (20%) y colon (15%). En

contraparte las heridas provocadas por

proyectil de arma de fuego representan mayor

índice de lesión en los órganos como el

intestino delgado (50%), colon (40%), hígado

(30%), vasos sanguíneos (25%). Sin embargo,

solo el 33% de ellas penetran a la cavidad

abdominal, y solo el 50% de las heridas

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penetrantes requieren tratamiento quirúrgico.

Dentro de las heridas por arma de fuego

aproximadamente 85% penetran la cavidad

abdominal, y hasta el 95% requieren manejo

quirúrgico, esto determina que entre el 15% -

5% pueden resultar en laparotomías negativas

o no terapéuticas.

Enfoque diagnóstico: tanto para el abordaje

inicial del paciente con traumatismo

abdominal cerrado o penetrante,

indiscutiblemente iniciamos la valoración

recordando las normas internacionales de

bioseguridad al contacto con nuestros

pacientes: tapabocas, guantes, gafas de

seguridad.

Enfoque del traumatismo Abdominal

cerrado

Llevar a cabo el algoritmo de la atención

universal del paciente de trauma, ABCDE.

En el caso del traumatismo abdominal cerrado

se debe enfocar la atención en detectar la

hemorragia intrabdominal, mediante ayudas

diagnosticas como ECOFAST, TAC

abdominal, y laparotomía exploratoria como

indicador terapéutico para detener el

sangrado. El examen físico sigue siendo la

herramienta disponible eficaz y fundamental

en el trauma cerrado, observación minuciosa,

examen clínico detallado, evaluación continua

y apoyo diagnóstico para establecer el manejo

apropiado.

Ultrasonografía FAST: actualmente

conocido como FAST es fundamental para

descartar hemorragia intrabdominal en el

trauma de abdomen cerrado y se realiza en no

más de 2 minutos, se busca la presencia de

líquido en los siguientes cuatro puntos

estándar con el paciente en posición supina:

región subxifoidea, cuadrante superior

derecho, cuadrante superior izquierdo, y la

región suprapúbica.

Lavado peritoneal diagnostico

Actualmente se presenta con falsos positivos

que oscilan entre 0% y 17% y falsos

negativos que van de 2% a 29%. Continúa

siendo valioso en situaciones en que el

examen abdominal es equívoco, donde su

poder predictivo es mejor que el del examen

físico. Es invasivo, no evalúa el

retroperitoneo y tiene una significante tasa de

falsos negativos. La sensibilidad del LPD es

muy alta, pero disminuye cuando se trata de

mejorar especificidad mediante la reducción

en el límite de glóbulos rojos para

considerarlo positivo. Es un paso importante

en la evaluación del paciente gravemente

traumatizado, y por lo tanto debe ser

practicado tempranamente en el paciente

hipotenso ya que sus resultados orientan el

enfoque diagnóstico y el tratamiento a

realizar. Durante el procedimiento pequeñas

cantidades de aire penetran a la cavidad

peritoneal y esto puede ser interpretado como

falso positivo para perforación de víscera

hueca en la radiología convencional. De otra

manera la recuperación incompleta del líquido

infundido puede resultar en una falsa

interpretación de hemoperitoneo en la

tomografía o en el ultrasonido. No debe ser

desechado del todo, pues puede ser útil para

escenarios en donde no se cuente con otras

herramientas o demora en el diagnóstico.

Indicaciones de lavado peritoneal

diagnostico

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Politraumatismo con hipotensión persistente Politraumatismo con lesión craneoencefálica Traumatismo abdominal no penetrante con Estado comatoso, de embriaguez o bajo Politraumatismo con lesión de medula Lesión grave de la región inferior del tórax Heridas penetrante de un hemitórax por Politraumatismo con lesiones graves de los

Contraindicaciones de lavado peritoneal

Indicación de laparotomía exploratoria. Hemoperitoneo. Inestabilidad hemodinámica. Herida diafragmática. Abdomen agudo. Cirrosis avanzada. Cirugía abdominal previa.

Interpretación de lavado peritoneal

Presencia de mas de 100000 eritrocitos x Recuentos entre 20000 a 100000 Leucocitos » 500 células x ml Amilasa » 20u/l Fosfatasa alcalina » 3 u/litro Presencia de bilis, alimento, fibras, vegetales en el liquido

Tomografía abdominal computarizada: útil

para el paciente hemodinámicamente estable,

y alcanza a valorar regiones que la

ultrasonografía y lavado peritoneal no llegan.

Se ha demostrado sensibilidad hasta del 97%

y una especificidad entre el 98 -99 %. Esta no

es la mejor opción para evaluar víscera hueca,

ni lesiones en el mesenterio, pero ha

demostrado alta sensibilidad y especificidad

para lesión de víscera sólida, 97% - 98%

respectivamente.

Criterios de selección para manejo no

quirúrgico: Estabilidad hemodinámica.

Ausencia de lesión de víscera hueca

demostrada por ayudas diagnósticas.

Confirmación de lesión de víscera sólida por

TAC. Disponibilidad de equipo quirúrgico

permanente en la institución. Soporte de

banco de sangre en la institución.

Enfoque del traumatismo Abdominal

penetrante

Secuencia ABCDE, hacer hincapié en el

objeto lesional, anotar detalladamente las

heridas y/o lesiones teniendo en cuenta:

orificios de entrada, salida, trayecto probable,

longitud y tamaño de las mismas, así como

clasificar los objetos de lesión según sean: de

baja, mediana o alta energía, de igual manera

clasificar los proyectiles en alta, mediana y

baja velocidad.

Al examen físico detallar las amenazas

iniciales con respecto la circulación:

valoración conjunta de la piel, llenado capilar,

pulsos centrales y periféricos, identificación

de hemorragias externas y el control de las

mismas, evaluando cada una de ellas para

establecer trayectorias y lesiones probables;

valor de signos vitales para establecer

amenazas asociadas a la injuria inicial. La

valoración focalizada al abdomen debe incluir

forma y estado del abdomen, heridas con

evisceración que serían indicación quirúrgica

de inmediato, ausencia de ruidos intestinales,

dolor agudo, defensa abdominal asociado a

irritación peritoneal, que indicaría clara

intervención quirúrgica; tenga presente la

siguiente aseveración: ―heridas en abdomen

posterior, no deben causar sintomatología

anterior‖ en este caso se indica abordaje

quirúrgico para descartar lesiones internas

asociadas.

Exploración de herida

Bajo todas las medidas de asepsia y antisepsia

el médico o cirujano realiza evaluación de la

herida: si no penetra en cavidad abdominal la

orden indica salida del paciente; si la herida

penetra deberá quedar en observación y/o

evaluación seriada, la cual consta de

evaluación durante 24 hrs, en las cuales debe

ser valorado, el abdomen, por cirujano de

turno, 12hrs sin vía oral. Si hasta ese

momento no presenta inestabilidad

hemodinámica o abdomen agudo, se prueba

vía oral durante 12 hrs más y si continua

asintomático tiene indicación de salida; por el

contrario si durante este tiempo desarrolla

síntomas, debe ser llevado a laparotomía.

Abordaje en trauma penetrante de

abdomen En el paciente que se nos presenta con un

traumatismo de abdomen penetrante, debemos

en primer lugar, categorizar a la víctima en

uno de los tres a seguir: Agónico,

Hemodinámicamente inestable,

Hemodinámicamente estable.

Paciente agónico: no presenta esfuerzo

ventilatorio, no tiene pulso femoral y no

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responde a la estimulación externa. El

protocolo dependerá de si es penetrante o no y

si al ingreso presenta signos vitales, dando un

porcentaje de vida del 14% y 20%

respectivamente.

Paciente hemodinámicamente inestable: hipotenso (TA «90/60, taquicárdico) asociado

a signos de hipo perfusión tisular. Este tipo de

paciente, necesitan de la valoración primaria

para determinar la necesidad quirúrgica de

inmediato, si se presenta refractario a

reanimación hídrica lo más conveniente es no

retrasar el acto quirúrgico, pues estos

pacientes pueden tener una o más lesiones

extrabdominales asociadas o presentarse con

una lesión única abdominal que lleva a

deterioro orgánico subsecuente.

Paciente hemodinámicamente estable: nos

da más tiempo de evaluación y análisis

sistemático, pues no presenta amenazas

vitales latentes, por tal motivo este tipo de

pacientes difieren su condición quirúrgica a

menos que exista indicación clara de

laparotomía, como es el caso del paciente con

evisceración o abdomen agudo.

Heridas por proyectil de arma de fuego

Aun es frecuente encontrar protocolos en los

servicios de urgencias, que indican,

laparotomía a todas las heridas causadas por

proyectil de arma de fuego en abdomen, ya

que se puede encontrar lesiones viscerales

hasta en un 95%. Se han encontrado

laparotomías no terapéuticas o no necesarias

en pacientes con trauma abdominal penetrante

por proyectil de arma de fuego hasta en un

10% – 32%.

Criterios de laparotomía en pacientes con

trauma penetrante en abdomen:

Inestabilidad hemodinámica. Signos de

irritación peritoneal. Evisceración. Sangrado

por sonda nasogástrica, recto o vejiga.

Heridas toracoabdominales anteriores e

izquierda posterior. Imposibilidad de evaluar

el abdomen por deterioro de conciencia o

sección medular.

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31

CAPITULO 6

SHOCK HIPOVOLÉMICO Y

CONTROL DE

HEMORRAGIAS A NIVEL

INTRAHOSPITALARIO

Dra. Nereida Quintero

Médico Especialista en Anestesiología

El shock hipovolémico en la población de 1

año a 45 años, es la principal causa de muerte

en el trauma y es una causa prevenible. La

hemorragia masiva puede producir

inestabilidad hemodinámica, disminución de

la perfusión tisular y daño orgánico lo cual

puede llevar a la muerte del paciente. Los

objetivos del tratamiento es detener el foco

hemorrágico y restablecer el déficit de

volumen. No hay parámetros ni métodos

claros y establecidos en cuanto al manejo,

pero el uso de fluidos intravenosos y

productos sanguíneos son elementales en el

manejo. En la hemorragia masiva los

trastornos de coagulación se desarrollan muy

rápido, por lo cual se recomienda el uso de

plasma fresco congelado y plaquetas para

prevenir el mecanismo dilucional de la

coagulopatía y el manejo agresivo de ésta una

vez se ha establecido. Pese a los avances y

conocimientos en el manejo del shock

hipovolémico secundario a una hemorragia, el

80% de las muertes intraoperatorias y la mitad

de las muertes en el primer día después de un

trauma se deben a hemorragias traumáticas.

Definición

El shock hipovolémico es un trastorno

complejo, de etiología multifactorial, con

reducción del volumen sanguíneo, que se

caracteriza por una reducción de la perfusión

y del aporte de oxígeno por debajo de los

niveles mínimos necesarios para satisfacer la

demanda de los tejidos, a pesar de la

intervención de los mecanismos

compensadores. Es un fracaso en el sistema

circulatorio ya que lleva a al hipoxia tisular y

disfunción de órganos vitales. La forma de

shock más habitual es el shock hipovolémico,

y se caracteriza por un volumen intravascular

inadecuado debido a la pérdida o la

redistribución de la sangre, el plasma u otro

líquido corporal.

Fisiopatología Al disminuirse de manera aguda el volumen

sanguíneo, la relación de ésta con el tamaño

del contenedor, en este caso el sistema

circulatorio se desequilibra. Al salir la sangre

al torrente sanguíneo, las glándulas

suprarrenales comienzan a liberar adrenalina

lo cual estimula al corazón para que aumente

el gasto cardíaco por aumento de la frecuencia

cardíaca y la potencia de las contracciones. Al

mismo tiempo el sistema nervioso simpático

libera noradrenalina que genera constricción

de los vasos sanguíneos y reduce el tamaño de

los mimos y lo adapta a la cantidad de líquido

restante. La vasoconstricción provoca el

cierre de los capilares periféricos y favorece

el metabolismo aeróbico. El deterioro del

flujo sanguíneo a órganos y tejidos vitales

causa suministro insuficiente o distribución

inadecuada de oxígeno, responsable de las

graves alteraciones que genera este estado de

insuficiencia microcirculatoria. En conclusión

la secuencia de eventos es un círculo vicioso:

disminución del volumen sanguíneo-

disminución del retorno venoso - disminución

del volumen minuto cardíaco - descenso de la

TA- vasoconstricción periférica y sistémica -

hipoxia tisular – insuficiencia circulatoria

periférica aguda – disminución del retorno

venoso. La mortalidad en trauma depende del

tiempo en que se presentan las

complicaciones en relación al trauma,

severidad y tipo de lesiones (distribución

trimodal): 1. En los primeros minutos

secundarios al trauma directo: trauma

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craneoencefálico, lesiones medulares altas,

lesiones de corazón y grandes vasos. 2. En las

primeras horas del trauma: hipovolemia,

hematoma subdural e hipoxia, corresponde al

30% de mortalidad. 3. Primeros días o

semanas, del traumatismo: Falla orgánica

múltiple, sepsis. 20% de mortalidad

Fases del choque hemorrágico

Fase I. Vasoconstricción o anoxia isquémica

estrechamiento arteriolar cierre de esfínter pre

y postcapilar apertura de shunt arteriovenoso

produce disminución de la presión

hidrostática capilar.

Fase II. Expresión del espacio vascular, la

necesidad de oxígeno celular determina la

apertura de los capilares, esto determina

menor sangre circulante que lleva a una

disminución de la presión venosa central y

por ende disminución del gasto cardíaco. El

metabolismo celular pasa de aerobio a

anaerobio comenzando la acumulación de

ácido láctico y potasio en el espacio

intersticial.

Fase III. La acidez del medio, más el

enlentecimiento circulatorio, llevan a un

aumento de la viscosidad sanguínea que

favorece la coagulación intravascular con

consumo de factores de coagulación y

liberación de enzimas líticas que llevan a la

autolisis.

Fase IV. Choque irreversible. Se secretan

fibrinolisinas que llevan a la necrosis con falla

orgánica en relación a la extensión del

proceso.

TRIADA DE LA MUERTE: incluye

hipotermia, coagulopatía y acidosis.

Hipotermia: se define como la temperatura

central por debajo de 35°C y se clasifica en:

Leve= 36-34°C. Moderada: 34-32°C. Grave:

Debajo de 32°C. Severa < 28 grados. Grado

IV: T entre 28 y 24°C. Grado V: T entre 24 y

15°C. Grado VI: T por debajo de 15°C.

El índice de cambio térmico en las vísceras es

proporcional a la corriente sanguínea. La

pérdida calórica es directa por conducción

térmica de órganos situados a más de cinco

centímetros de la piel. La pérdida de calor de

los órganos profundos es por corriente

sanguínea.

Cero biológico. Parkinson EJ y cols., en

2004, mencionan que cada órgano tiene su

cero biológico. Es el cese de la actividad

funcional de un órgano de acuerdo a la

temperatura corporal: a 18 a 20°C SNC:

Silencio eléctrico en el EEG. A 24°C: Sistema

ponto-bulbar suspende su actividad. A 20°C:

Nivel medular. A 25°C: Pérdida de los

reflejos fotomotor y osteotendinoso. A 26°C:

Suprarrenales cesan su actividad. A 25°C:

Función respiratoria. A 19°C: Se pierde la

filtración glomerular y la absorción intestinal.

A 15 y 16°C: Para la actividad cardíaca.

Los efectos sistémicos de la hipotermia son,

entre otros: Cardiodepresión, originando

disminución de la frecuencia y del gasto

cardíaco. Aumento de la resistencia vascular

sistémica. Arritmias. Disminución de la

frecuencia de filtración glomerular y el

empeoramiento de la absorción del sodio.

Acidosis metabólica. Depresión del SNC.

Desviación hacia la izquierda de la curva de

disociación de la hemoglobina. Altera la

agregación y adhesión plaquetarias.

Disminuye el número de plaquetas al inducir

secuestro en el bazo e hígado. Reduce la

actividad de los factores en un 10% por cada

grado que disminuye la temperatura. Altera la

fibrinólisis. Disminuye la producción de

tromboxano.

Acidosis: la hemorragia produce una

disminución de la oxigenación tisular por una

disminución del gasto cardíaco y la anemia.

En trauma torácico y contusión pulmonar

puede haber un importante componente

debido a una inadecuada eliminación del

CO2. La acidosis metabólica en pacientes con

trauma ocurre primariamente como resultado

de la producción de ácido láctico, ácido

fosfórico y aminoácidos inoxidados debido al

metabolismo anaeróbico causado por la

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hipoperfusión. Entre los efectos de la acidosis

se encuentran: 1) coagulación intravascular

diseminada por inactivación de varias

enzimas de la cascada de la coagulación. 2)

depresión de la contractilidad miocárdica, por

disminución de la respuesta ionotrópica a las

catecolaminas. 3) arritmias ventriculares. 4)

prolongación del tiempo de protrombina y del

tiempo parcial de tromboplastina. 5)

disminución de la actividad del factor VIIa, x

y v de la coagulación. 6) inhibe la activación

de la trombina. 7) reduce la concentración de

fibrinógeno. 8) altera la forma y función de

las plaquetas 9) reduce el recuento plaquetario

10). Disminuye la formación del factor X.

Coagulopatía: es definida como la

imposibilidad de la sangre a una normal

coagulación como resultado de una depleción,

dilución o inactivación de los factores de la

coagulación. Su incidencia en pacientes

traumatizados es un importante predictor de

mortalidad con valores de TP mayores de

14.2 segundos o un tiempo parcial de

tromboplastina superior a 38.4 segundos, con

una trombocitopenia menor de 150,000/μL. El

estado de hipercoagulabilidad postraumático

es una respuesta fisiológica para el control de

hemorragia que ocurre tempranamente. La

coagulopatía por dilución de plaquetas y

factores de la coagulación ocurre

tempranamente como resultado de la

fluidoterapia, reducción de la consistencia del

coágulo así como el empeoramiento de la

polimerización del fibrinógeno. La hipotermia

es causa de disfunción plaquetaria mediante

una depresión de la producción de

temperatura dependiente de tromboxano B2, y

una cinética enzimática alterada, lo que

retrasa el inicio y propagación de la

agregación plaquetaria, inhibe varias enzimas

envueltas tanto en la vía intrínseca como en la

vía extrínseca de la cascada de la coagulación,

elevando tanto el tiempo de protrombina

como el tiempo parcial de tromboplastina, a

nivel de la cascada de la coagulación

(extrínseca); el endotelio cerebral dañado

activa las plaquetas y la vía intrínseca de la

cascada de la coagulación produciendo

trombosis vascular, con la consiguiente

depleción de plaquetas, fibrinógeno y demás

factores de la coagulación.

Clasificación del shock

El programa Advanced Trauma Life Support

(ATLS) recomienda una clasificación del

shock hipovolémico basado en signos clínicos

(frecuencia cardiaca, presión arterial,

frecuencia respiratoria y conciencia), para

estimar la pérdida sanguínea y definir el

tratamiento.

Fig.Tomado de Mutschler et al. Critical Care 2013, 17:R42

Aspectos esenciales en la valoración del

choque hipovolémico: Reconocimiento

rápido de la entidad y de su causa probable.

Corrección de la agresión inicial y medidas de

sostén vital. Corrección quirúrgica inmediata

(si ésta es la causa). Atención de las

consecuencias secundarias del estado de

shock. Conservación de la funciones de

órganos vitales. Identificación y corrección de

factores agravantes.

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CATEGORIZACIÓN DE LA

HIPOVOLEMIA.

Hay tres grados de hipovolemia:

Hipovolemia leve (grado I). Corresponde a

una pérdida menor de 20% del volumen

circulatorio; los fenómenos compensatorios

mantienen la PA, pero hay hipotensión

postural. La hipoperfusión afecta sólo a

ciertos órganos que la toleran bien, como piel,

grasa, y músculo esquelético.

Hipovolemia moderada (grado II). Corresponde a una pérdida de 20-40% del

volumen circulatorio. Se afectan órganos que

toleran mal la hipoperfusión: hígado,

páncreas, bazo, riñones. Aparece la sed como

manifestación clínica; puede haber

hipotensión en la posición de decúbito dorsal;

la hipotensión postural es manifiesta, y hay

oliguria y taquicardia leve o moderada.

Hipovolemia severa (grado III). El déficit

del volumen circulatorio es 40%, las

manifestaciones de shock son claras y hay

hipoperfusión del corazón y del cerebro. Se

observan hipotensión, marcada taquicardia

alteraciones mentales, respiración profunda y

rápida, oliguria franca y acidosis metabólica.

Si el estado de franco colapso cardiovascular

no es atendido, el cuadro evoluciona hacia la

muerte.

Manejo y estabilización inicial del shock

EVITAR la tríada de la muerte y tener un

control sobre la reserva fisiológica.

Localizar y controlar el foco de sangrado.

Colocar 2 angiocatéteres de grueso calibre

(14G ó 16G).

Toma de laboratorios inmediatamente:

clasificación de grupo y Rh con pruebas

cruzadas, hemograma, hematocrito y

Hemoglobina, recuento de plaquetas, tiempo

de protrombina y de tromboplastina parcial,

fibrinógeno, recuento de leucocitos, función

hepática y electrolitos, gases arteriales.

Asegurar la función respiratoria: soporte con

oxígeno.

Monitorización básica (ECG), presión arterial

no invasiva (PANI), pulsoximetría, (SpO2) y

catéter vesical para débito urinario, signos

vitales.

Reposición de la volemia independientemente

de la causa del shock, y si no existen signos

de sobrecarga de volumen, es imprescindible

restaurar el volumen circulante.

Soluciones cristaloides: se emplean SSN

0,9% y el Ringer Lactato. Son soluciones

baratas, mejoran parámetros hemodinámicos,

expanden al espacio extracelular (LEC), con

mínimas reacciones anafilácticas, pero se

requieren grandes volúmenes para conseguir

una volemia adecuada. Reducen la presión

oncótica lo que predispone a edema pulmonar

e interfiere en el intercambio de oxígeno,

formación de tercer espacio y solamente el

20% se mantiene en el espacio intravascular.

Los cristaloides empeoran la acidosis y la

hipotermia, producen dilución de los factores

de coagulación e inducen coagulopatía,

activan las citocinas proinflamatorias

interleucinas 1 y 6 y el factor de necrosis

tumoral alfa, edema intersticial con hinchazón

de los tejidos, favorecen la aparición del SRIS

y falla multiorgánica, alteración de la

microcirculación y la oxigenación, aumentan

la incidencia de SDRA.

Soluciones coloides: se utilizan como

expansores plasmáticos mejorando el gasto

cardíaco y la contractilidad, requieren menor

volumen de perfusión, mejoran el transporte

de oxígeno y producen una expansión

volémica. Sin embargo, predisponen a la

acumulación de líquido en el intersticio

pulmonar y tiene mayor índice de reacciones

anafilácticas.

REANIMACIÓN HÍDRICA

Hipotensión deliberada o hipotensión

controlada: se utiliza solo en el

intraoperatorio, en pacientes no

traumatizados, normovolémicos, que ingresan

normotensos a salas de cirugía. El propósito

es inducir hipotensión definida como una

presión sistólica entre 80 a 90 mm de Hg o

una presión arterial media entre 50 y 60 mm

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Hg., con la finalidad de reducir las pérdidas

sanguíneas y mejorar el campo operatorio en

cirugías como rinoplastia, de tímpano o

craneotomías por tumor o para clipaje de

aneurisma y en cirugía vascular mayor como

aorta. La hipotensión controlada no es el

propósito de paciente de trauma, pero se

menciona porque generalmente se confunden

los términos.

Resucitación retardada: el propósito es

retrasar todas las medidas de reanimación,

hasta que el paciente está en salas de cirugía y

se ha controlado el sangrado. Por lo tanto este

es un periodo hipotensivo intencional sin

ninguna clase de reanimación.

Hipotensión permisiva en trauma: se usa

terapia hídrica restringida, con el propósito de

aumentar parcialmente la tensión arterial sin

alcanzar la normotensión y así garantizar un

flujo sanguíneo mínimo a los órganos vitales.

En el tratamiento de pacientes

politraumatizados se recomienda ahora el uso

"controlado" de los líquidos en la reanimación

de estos pacientes, especialmente en aquellos

con heridas penetrantes. La idea de que una

agresiva reanimación con líquidos puede ser

perjudicial si la hemorragia no está controlada

no es nueva.

La hipotensión arterial permisiva consiste en

mantener una presión arterial sistólica (PAS)

en torno a 80-90 mmHg o una presión arterial

media (PAM) de 65 mmHg, durante un

tiempo no mayor que 1 h, para evitar el

sangrado y favorecer la formación de

coágulos; se recomienda además limitar la

infusión de líquidos, intentado mantener la

perfusión de los órganos. Son

contraindicaciones para realizarla los TCE

graves y lesiones medulares, en las que se

recomienda una PAS de 110 mmHg, los

niños, los ancianos y los pacientes con

hipertensión arterial de larga evolución. Un

aspecto clave de la hipotensión arterial

permisiva es la limitación del aporte de

líquidos, pues la reanimación agresiva podría

interferir con los mecanismos hemostáticos y

agravar la pérdida de sangre. El aumento de la

presión hidrostática sobre los coágulos de

sangre ya formados puede hacer que se

desprendan, se puede provocar inversión de la

vasoconstricción, acentuar la dilución de los

factores de la coagulación y desembocar en

un empeoramiento de la acidosis y la

hipotermia. La coagulopatía se observa en

más del 40% de los pacientes a los que se

administra más de 2 l de cristaloides, en más

del 50% de los que reciben 3 l y en más del

70% de los que reciben más de 4 l. Se

recomienda que en el traumatismo grave que

sangra la reposición con cristaloides se haga

de una forma contenida, empleando

volúmenes de 250 ml hasta que se recupere la

PA. Los objetivos son conseguir una PAS de

80-90 mmHg o que el paciente recupere el

pulso radial o la conciencia.

Si a pesar de una adecuada reanimación

hídrica persiste la inestabilidad

hemodinámica, se puede administrar

concentrado de hematíes o en caso de extrema

gravedad usar sangre 0 Rh negativo; en

hemorragias graves se debe transfundir 1

unidad de plasma fresco congelado por cada 5

unidades de concentrado de hematíes para

reponer factores de la coagulación y 1 unidad

de concentrado de plaquetas por cada 10 Kg

de peso si el recuento plaquetario es <

100.000/mm3. Una unidad de sangre contiene

un volumen de 500 ml con un 40% de Hto, y

una de glóbulos rojos contiene 300 ml con un

Hto de 70%.

Plasma: en traumatismo grave que sangra

puede ayudar a prevenir y tratar la

coagulopatía por hemorragia masiva. Una

relación plasma-hematíes-plaquetas de 1:1:1

aportaría un hematocrito de 29, unas

plaquetas de 87.000, una actividad de

protrombina del 65% y un fibrinógeno de 750

mg, muy similar a la sangre que está

perdiendo el paciente. Lier et al (24)

recomiendan administrar plasma a razón de

25-30 ml/kg.

Transfusión masiva: se recomienda que

mientras el paciente tenga coagulopatía y esté

sangrando se debe mantener una hemoglobina

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9-10 g/dl. Una vez controlado el sangrado,

establecer como límite transfusional una

hemoglobina de 7 g/dl, salvo en pacientes con

TCE, en quienes, a pesar de la falta de

evidencia en cuanto al mejor nivel de

hemoglobina, se recomienda un valor de 10

g/dl. Las guías europeas recomiendan

transfundir plaquetas a los pacientes con

traumatismo grave que sangran y tienen cifras

de plaquetas < 100.000. Una vez controlado el

sangrado, se deberían transfundir plaquetas

cuando sean < 50.000.

En el estudio CRASH 2, el ácido

tranexámico, inhibidor de la plasmina y del

plasminógeno, redujo la mortalidad general y

la mortalidad por hemorragia. En las guías

europeas aparece con un grado de

recomendación 2C y se recomienda utilizar a

razón de 10-15 mg/kg como dosis de carga,

seguido de una infusión continua (tiene vida

media corta) de 1-5 mg/kg/h.

La concentración de fibrinógeno es la primera

en disminuir en la hemorragia grave. Se

recomienda administrar fibrinógeno en forma

de concentrado a dosis de 3-4 g de

fibrinógeno o crioprecipitado a dosis de 50

mg/kg de peso.

La cirugía de control de daños y la

reanimación hemostática, es otro de los

pilares de la reanimación de control de daños:

realización de intervenciones de corta

duración con control de la hemorragia y la

contaminación y el cierre no definitivo, con

traslado rápido a la UCI para control de la

tríada mortal. Una vez normalizado el estado

fisiológico del paciente (días u horas), se

trasladará de nuevo a quirófano, para intentar

reparar anatómicamente los daños y realizar

cierre definitivo.

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38

CAPITULO 7

NEUROTRAUMA

Dr. Andrés Felipe Vela

Médico y Cirujano

Pontificia Universidad Javeriana

Instructor Salamandra

Dr. Jaime Andrés Roa Silva

Médico Especialista en Medicina del Deporte

La lesión traumática cerebral es una de las

principales causas de mortalidad y

discapacidad permanente en todo el mundo y

contribuye a la mitad de las muertes de todos

los pacientes politraumatizados. Las tasas de

mortalidad de las lesiones cerebrales

moderadas y graves son del 10% y 30%,

respectivamente. De aquellos que sobreviven

a una lesión cerebral moderada o grave, entre

el 50% y el 99% presenta cierto grado de

alteración neurológica permanente.

La fisiopatología de las lesiones traumáticas

cerebrales incluye lesiones primarias (que

ocurren en el momento del impacto) como los

hematomas epidurales, subdurales,

contusiones cerebrales, lesión axonal difusa

entre otros, y las lesiones secundarias

ocasionadas por hipoxia, hipotensión, edema

cerebral, hiperglucemia e hipertermia.

Valoración Primaria del Paciente con

Trauma Craneoencefálico

Consiste en valorar la A (vía Aérea y control

de columna cervical), B (Buena ventilación)

C (Circulación y control de hemorragias) y D

(Déficit neurológico).

La evaluación del déficit neurológico (D)

comprende tres aspectos fundamentales:

- Respuesta pupilar

- Signos de focalización

- Nivel de conciencia por medio de la

Escala AVDI y la Escala de Coma de

Glasgow

La evaluación pupilar se debe realizar

buscando diferencias en el tamaño de las

pupilas además de la reactividad pupilar,

teniendo en cuenta que diferencias de un

milimetro pueden sugerir una lesión

intracraneal.

La evaluación del nivel de conciencia se

realiza por medio de dos escalas que,

dependiendo del perfil del auxiliador se

utilizará una u otra. Sin embargo, se debe

promulgar la enseñanza y la unificación de

criterios respecto a la Escala de Coma de

Glasgow, la cual debe ser utilizada para

definir el estado neurológico del paciente.

ESCALA AVDI: Utilizada por personal con

poco entrenamiento, permite la clasificación

muy rápida del estado neurológico del

paciente en uno de los siguientes estados:

A: Alerta: Paciente despierto, orientado en las

tres esferas (Tiempo, espacio y persona)

V: Respuesta a la voz: paciente que presenta

respuesta al estímulo verbal como abrir los

ojos, obedecer órdenes.

D: Respuesta al dolor: paciente que responde

al estímulo doloroso de alguna manera,

abriendo los ojos o retirando al estímulo

doloroso.

I: Inconciencia: paciente que a pesar de

realizarle estímulos verbales y dolorosos no

emite ningún tipo de respuesta.

ESCALA DE COMA DE GLASGOW: es

una medida objetiva de la integridad

neurológica del paciente que se evalúa por

medio de tres parámetros, cuyo puntaje final

está entre 3 como puntaje mínimo y 15 como

puntaje máximo.

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PARÁMETRO A EVALUAR PUNTAJE

1. Apertura O cular

Espontánea 4

Al llamado 3

Al estímulo doloroso 2

Sin apertura ocular (sin respuesta) 1

2. Respuesta Verbal

Orientado 5

Desorientado (Confuso) 4

Palabras inadecuadas 3

Sonidos incomprensibles 2

Sin respuesta verbal 1

3. Respuesta Motora

Obedece órdenes 6

Localiza estímulo doloroso 5

Retira al estímulo doloroso 4

Flexión anormal al estímulo doloroso

(Decorticación)3

Extensión anormal al estímulo doloroso

(Descerebración)2

Sin respuesta motora 1

Tabla. Escala de Coma de Glasgow

Si existen situaciones como intoxicaciones,

embriaguez, paciente en estado de shock,

hipotensión posterior a la mejoría del estado

general del paciente se procede a realizar el

Glasgow para determinar empeoramiento o

mejoría del estado neurológico. En la escala

Glasgow se tiene en cuenta la mejor respuesta

del paciente.

En el trauma craneoencefálico, está

contraindicada la hiperventilación profiláctica

o terapéutica del paciente si no se tiene

monitoría invasiva y gasimetría que evite

complicaciones como la vasoconstricción

excesiva que pueda llevar al paciente a un

infarto cerebral.

CLASIFICACIÓN DEL TRAUMA

CRANEOENCEFALICO (TCE)

Mínimo: Glasgow de 15, sin pérdida del

conocimiento ó amnesia del episodio.

Leve: Glasgow de l4 o Glasgow de 15 con

pérdida de consciencia menor a 5 minutos y/o

alteración de la memoria.

Moderado: Glasgow de 9 a l3, o Pérdida de

la conciencia mayor a 5 minutos, o Déficit

neurológico focal.

Severo: Glasgow menor o igual a 8

Deterioro neurológico: Caída de 2 o más

puntos en la escala Glasgow. Lateralización

motora reciente. Midriasis reciente.

Manejo Inicial del Trauma

Craneoencefálico

Evitar condiciones que aumenten la

mortalidad o el déficit neurológico, siendo las

más importantes la presencia de hipotensión

(TAS < 90mmHg) o de hipoxia (SatO2 <

90%). Un solo episodio de hipotensión o de

hipoxia se asocia significativamente con un

peor pronóstico, ya sea en la forma de

aumento de la mortalidad o daño neurológico

significativo. Para ello, se debe mantener una

vía aérea permeable.

Una vez se ha hecho la estabilización inicial

del paciente, se debe proceder a determinar si

el paciente presenta o no signos de

herniación: posición de descerebración

(extensión anormal), flacidez, midriasis

unilateral o bilateral (pupila de más de 5mm),

anisocoria (diferencia en los tamaños

pupilares de más de 1mm), pupila no reactiva,

caída de 2 o más puntos en el Glasgow,

habiendo tenido un puntaje inicial menor o

igual a 9. Estos signos clínicos son indicativos

de un efecto de masa intracraneana, el cual

esta comprometiendo estructuras vitales.

El examen diagnóstico es la escanografía

cerebral. Indicaciones: trauma

craneoencefálico moderado o severo, perdida

del conocimiento >5 min, déficit neurológico

focal, presencia de convulsiones tardías (no

inmediatas al evento), cefalea intensa pos

trauma, sospecha de fracturas de cráneo.

Manejo expectante con observación 24 hs:

dudas sobre la magnitud del trauma o el

tiempo de perdida del conocimiento, y el

paciente se encuentra en el momento sin

ningún déficit neurológico y en GCS 15/15; o

por el contrario el paciente ingresa con un

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GCS 14/15, pacientes que se encuentran bajo

efectos de licor o de otras sustancias.

Evitar los aumentos de la presión

intracraneana (PIC). En condiciones

normales, esta oscila entre 0-10 mmHg; se

dice que existe hipertensión intracraneal

cuando esta supera los 20 mmHg por más de

5 minutos. Existen varias medidas que se

pueden tomar a fin de evitar los aumentos de

la PIC: uso de agentes sedantes, brindar

analgesia al paciente para disminuir la

descarga simpática, evitar medicamentos que

aumenten la PIC (ej.: succinilcolina),

mantener la cabecera a 30º (si se eleva más

compromete la perfusión cerebral), se

cuestiona sobre el uso de lidocaína al

momento de la intubación orotraqueal, evitar

el uso de soluciones hipotónicas (estas

favorecen el aumento del edema cerebral).

Vigilar la presencia de hiperglicemia e

hipertermia (ambas aumentan el daño

neurológico). Solicitar la valoración por el

servicio de neurocirugía o neurología. Los

pacientes con TCE moderado o severo deben

ser, idealmente, manejados en una unidad de

cuidados intensivos.

Medidas básicas ante un paciente con TCE

(sin HTEC documentada)

1. Mantener reposo en cama con la cabecera a

30° (excepto paciente con contraindicaciones

para esta posición) y en posición neutra para

evitar el colapso de las venas yugulares que

ocasionaría una disminución del retorno

venoso.

2. Vigilancia neurológica estrecha. En lo

posible hacer hoja neurológica.

3. Suspender la vía oral durante al menos 12 -

24 horas, para evitar el riesgo de bronco

aspiración, aumento de la presión abdominal

con HTEC secundaria por disminución del

retorno venoso, o ante la posibilidad potencial

de un paciente quirúrgico. Si pasadas las 12 -

24 horas el paciente está consciente y sin

déficit puede iniciársele dieta líquida.

4. Líquidos endovenosos solo para recuperar

volemia y las pérdidas insensibles con SSN

0.9%, ( ± 100 - 150 cc/hora más reposición de

potasio), dejando al paciente euvolémico o

ligeramente hipervolémico.

5. Mantener la tensión arterial sistólica mayor

a 90 mm.Hg. y la presión arterial media

(PAM) menor a 130 mmHg., (no bajar

abruptamente la PAM más del 20%).

6. Analgésicos tipo acetaminofén o codeína,

excepto si hay contraindicaciones.

7. Agresivo control de la fiebre (temperatura

debe ser menor de 38°C).

8. En caso de náuseas y vomito podrían darse

antieméticos.

9. No está indicada la hiperventilación

profiláctica o la colocación de soluciones

osmóticas ni hipertónicas, a menos que se

tenga una escanografía que muestre lesiones o

tenga signos indirectos de HTEC que

indiquen su uso, ya que su uso indiscriminado

puede aumentar la morbimortalidad en los

pacientes con TCE. Por lo tanto, su uso debe

reservarse a criterio de un neurocirujano o

neurólogo.

10. Prevenir la hiper e hipoglicemia.

11. Mantener SatO2, mínimo en 90%,

idealmente en 95%.

Valoración Primaria del Paciente con

Trauma Raquimedular

En general el trauma raquimedular se presenta

entre un 15% a un 30% de todos los pacientes

politraumatizados; de éstos, la distribución

más frecuente es la siguiente: 30% cervical,

30% toraco-lumbar, 15% lumbo sacro, 25%

otros. El trauma cervical se presenta en menos

del 5% de todos los pacientes

politraumatizados y el 70% son fracturas sin

compromiso medular, una cifra muy

importante en cuanto al riesgo de lesión

secundaria por un mal transporte. Hasta el

momento se calcula que de la totalidad de

pacientes con lesión, se agrava el 25% por

mala inmovilización tanto en la atención

prehospitalaria como intrahospitalaria, a lo

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41

cual se agrega un costo económico elevado

para mantener de por vida a una persona con

lesión medular.

En el trauma raquimedular se describen dos

lesiones: una lesión primaria, ocasionada por

el evento en si; y una lesión secundaria, en la

que se producen cambios fisiopatologicos que

aumentan la destrucción neuronal.

Los diferentes mecanismos que participan en

la lesión primaria involucran daños por

compresión, impactacion, distracción,

laceración y desgarros. De acuerdo a la

cinemática del trauma se pueden presentar

uno u otro mecanismo (o en algunas

oportunidades, más de uno). Es poco lo que el

personal de salud puede hacer para evitar

estas lesiones, y por eso la mayoría de

nuestros esfuerzos se aplican a evitar la lesión

secundaria.

MANEJO INICIAL DEL TRAUMA

RAQUIMEDULAR

1- Inmovilización, empaquetamiento y

remisión/traslado a lugar idóneo.

2- Estabilización hemodinámica (presión

arterial sistólica por encima de 90

mmHg).

3- Estabilización respiratoria (SaO2 >

90%, mucosas rosadas).

4- Posición de cabecera a 30 grados para

mejorar el drenaje de LCR y mejorar la

presión de perfusión espinal (si no

existen contraindicaciones).

En la evaluación inicial del paciente con

trauma raquimedular, se sigue el mismo

esquema ABCDE del trauma, haciendo

especial énfasis en evitar movimientos

innecesarios de la columna. Las metas del

personal de salud deben incluir:

Inmovilización adecuada, manejo de la vía

aérea y la ventilación con el fin de evitar la

hipoxia, soporte circulatorio del paciente con

el fin de evitar la hipotensión.

Aunque de entrada se recomienda que todos

los pacientes sean alineados e inmovilizados,

existen contraindicaciones para la alineación

cervical que deben ser tenidas en cuenta:

espasmo de la musculatura, dolor durante las

maniobras de alineación e inmovilización.,

compromiso de la vía aérea, aumento del

déficit neurológico (parestesias, hipoestesia,

paresias) durante las maniobras de alineación

e inmovilización, imposibilidad para la

alineación del eje de la columna torácica con

el eje de la columna cervical (implica un

traumatismo severo). En estos casos no se

debe intentar la alineación cervical sino que

se debe inmovilizar manualmente la columna

en la posición encontrada.

Existen varios puntos que se deben tener en

cuenta con respecto al uso de estos

dispositivos:

-Ningún collar inmoviliza por completo la

columna cervical, por lo que se debe

mantener la inmovilización manual hasta que

se descarte el trauma cervical o se coloquen

los inmovilizadores laterales.

-El elemento fundamental al momento de

manejar un paciente con TRM es la tabla

larga rígida, ya que permite un adecuado

soporte y brinda facilidades al momento de

trasladar al paciente.

-Si se utilizan inmovilizadores laterales, se

debe tener en cuenta que el paciente debe

estar fijo a la tabla antes de colocarlos

-Las correas, junto con un buen

empaquetamiento, permite el traslado de los

pacientes con un mínimo de movimiento. Hay

que revisar que las correas no limiten la

excursión torácica.

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42

INDICACIONES DE INMOVILIZACIÓN ESPINAL

Trauma Cerrado Trauma Penetrante

Alteración en estado de conciencia (tóxicos – licor – TCE asociado)

PRACTIQUE

INMOVILIZACIÓN

SI NO

Transporte a un centro de Trauma

¿Dolor a la palpación de

columna vertebral?

¿Déficit neurológico?

¿Deformidad anatómica en área

vertebral?

SI NO

PRACTIQUE

INMOVILIZACIÓN

Transporte a un centro de Trauma

Mecanismo de injuria que hace suponer riesgo

de lesión

SI NO

Presencia evidencia de alcohol/drogas o limitación

para la comunicación

SI NO

PRACTIQUE

INMOVILIZACIÓN

Transporte a un centro de Trauma

Transporte a un centro de Trauma

Transporte a un centro de Trauma

INMOVILIZACIÓN NO

INDICADA

INMOVILIZACIÓN NO

INDICADA

Déficit neurológico

SI NO

INMOVILIZACIÓN

NO INDICADA INMOVILICE

SI HAY DUDAS, INMOVILICE

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CAPITULO 8

TRAUMA DE

EXTREMIDADES Y TEJIDOS

BLANDOS

Dr. Jaime Andrés Roa Silva

Médico Especialista Medicina del Deporte-

Aproximadamente el 25% de los pacientes

evaluados en los servicios de urgencias

consultan por problemas en sus extremidades

asociados a su sistema musculoesquelético. El

trauma de extremidades es bastante frecuente

en los pacientes traumatizados, presentándose

en el 80-85% de los casos de trauma agudo

contuso. Aunque pocas veces supone un

riesgo inmediato para la vida, salvo ocasiones

donde se produce gran hemorragia externa o

interna, las lesiones en las extremidades

pueden estar asociadas a otras lesiones que si

amenazan la vida. Adicionalmente, las

lesiones en músculo, hueso o articulaciones

pueden causar discapacidad permanente de no

ser evaluadas y manejadas apropiadamente.

EVALUACIÓN Y MANEJO INICIAL DE

LESIONES ESPECÍFICAS EN LAS

EXTREMIDADES

Posterior a la valoración primaria del paciente

traumatizado, se debe realizar un examen

físico detallado cefalo-caudal en busca de

lesiones de tejidos blandos o signos de

fractura que no se evidenciaron en el ABCDE

inicial. Los pasos semiológicos que se deben

realizar son inspección, palpación y

valoración funcional de la extremidad.

EXAMEN FÍSICO DE EXTREMIDADES

EN LA VALORACIÓN SECUNDARIA

EXAMEN

FÍSICO

HALLAZGOS

Inspección Se buscan deformidades,

fracturas expuestas, estigmas

de trauma, color de la piel,

edema, heridas y

contracturas musculares.

Palpación Se busca la presencia o

ausencia de pulsos

proximales y distales a la

lesión, se evalúa

temperatura, dolor y zonas

de crepitación.

Movimiento Se inicia con movimientos

activos seguidos de

movimientos pasivos. Esta

valoración funcional sólo se

realiza en caso de que el

paciente no presente signos

de fractura. De lo contrario,

se inmoviliza la extremidad

afectada.

La evaluación y manejo inicial de las lesiones

en las extremidades va a depender de la

cinemática del trauma (agudo/macrotrauma o

por sobreuso/microtrauma), tipo de lesión

presentada y de la región afectada. El trauma

agudo se refiere al trauma directo o indirecto

que ocurre sobre la extremidad y que se

manifiesta de forma inmediata (ej.

contusiones y desgarros), mientras que el

trauma por sobreuso se produce por el

movimiento repetitivo y excesivo del tejido,

lo que va generando inflamación con el

transcurso de las horas, días, semanas o

inclusive meses (ej. tendinitis o bursitis).

HERIDAS: pueden convertirse en una

urgencia médica si no se tratan a tiempo. Su

manejo inicial es fundamental a la hora de

prevenir complicaciones, dentro de las cuales

se encuentran el sangrado excesivo, la

obstrucción de la circulación y la destrucción

de tejidos. Este manejo va a depender de tres

variables:

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Tiempo de producida la herida: Durante las

primeras 4 horas de producida una herida, el

crecimiento de gérmenes es lento. Después

de este lapso, aumenta considerablemente el

riesgo de infección.

El tipo de herida: El tratamiento de las

heridas sucias, con trauma severo, gran

contaminación y destrucción de tejidos debe

limitarse inicialmente al lavado y se deben

dejar abiertas.

El grado o potencial de contaminación: Una herida contaminada o con gran potencial

de contaminarse requiere un manejo distinto

en comparación a las heridas limpias.

Las heridas se deben cubrir con compresas o

gasas. Inicialmente, se realiza un adecuado

lavado de los tejidos alrededor de la herida

con abundante solución salina a presión. La

irrigación con solución salina disminuye el

riesgo de infección en proporción a la

cantidad de solución utilizada y su efectividad

estará determinada por la presión con la cual

se irriga la zona (idealmente entre 5-8 psi, que

se puede lograr utilizando jeringas de 30-60

cc con catéter de 19 gauge). Como regla

general se recomiendan 50-100 cc por cada

centímetro de laceración. Siempre se debe

lavar una herida desde el centro hacia fuera

para disminuir el riesgo de infección. No se

recomienda la utilización de detergentes,

peróxido de hidrógeno, alcohol o sustancias

yodadas como Isodine porque son tóxicas

para el tejido. Si no se tiene la posibilidad de

solución salina, se puede utilizar agua de

llave.

Hemorragias: se debe identificar y controlar

el sangrado externo. Si éste no se controla lo

antes posible, puede conllevar a la muerte.

Los pasos a seguir para controlar la

hemorragia son: Presión directa con apósito o

compresa: se realiza colocando un apósito o

una compresa sobre la región afectada.

Vendaje elástico: se coloca un vendaje

elástico sobre el apósito o compresa que está

realizando la presión directa. Torniquete:

utilizar si no se consigue detener la

hemorragia por compresión directa. El control

de la hemorragia es una prioridad. El control

rápido del sangrado es uno de los objetivos

más importantes en la asistencia del paciente

politraumatizado. La valoración inicial no

puede avanzar hasta que se controle la

hemorragia.

TRAUMA DE TEJIDOS BLANDOS:

ocurre en tejidos diferentes a hueso o

cartílago. Puede afectar piel, tejido celular

subcutáneo, músculo, tendones, ligamentos,

meniscos, bursas, entre otros y generalmente

se afectan por contusión directa. La

contusión es el resultado de un choque donde

la piel resiste mientras que los tejidos

subyacentes sufren una lesión más o menos

grave, hay ruptura de vasos sanguíneos,

produciendo una pequeña hemorragia que

infiltra los tejidos y se manifiesta en

equimosis. Si la colección de sangre es

grande, se forma un hematoma. Clínicamente,

las contusiones se presentan con dolor

localizado y edema. El tratamiento básico del

trauma de tejidos blandos (contusiones,

esguinces, inflamaciones, distensiones o

desgarros), se divide en manejo durante la

fase aguda (inmediato) y el manejo durante la

fase subaguda (mediato). El manejo

inmediato es el que se da en los primeros tres

días (72 horas) de la lesión y está dirigido a

disminuir el dolor y la formación de

hemorragia e inflamación. Esto se hace por

medio de la aplicación local de frío (hielo), la

utilización de vendaje elástico, elevando la

extremidad y dejándola en reposo. El uso de

analgésicos tipo AINES es opcional (no hay

estudios concluyentes acerca de su beneficio

en esta fase). Estas acciones que se realizan

durante la fase aguda de la lesión hacen parte

del concepto PRICE (protección, reposo,

hielo, compresión y elevación). No se

recomienda el uso de calor local durante la

fase aguda de la lesión por el riesgo de

aumentar el edema. La aplicación de frío

sobre la región afectada (10-15ºC) se puede

realizar utilizando una bolsa plástica con

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hielo, compresas frías, sumergiendo la

extremidad en agua fría o mediante el masaje

con hielo directo. Si se va a usar esta última

medida, no se debe hacer durante más de 7-10

minutos continuos por el riesgo de ocasionar

una respuesta refleja vasodilatadora o

quemadura. Además, se debe tener en cuenta

que algunas personas presentan una respuesta

de hipersensibilidad al hielo. Las demás

medidas se pueden realizar durante un

periodo continuo de 15-30 minutos, 4-6 veces

al día. El principal beneficio del frío local en

esta fase es más analgésico que anti-

inflamatorio, ya que el frío no llega a más de

1 cm de profundidad.

El manejo mediato se inicia a partir del 4º día

de la contusión y está destinado a aumentar la

circulación de la zona afectada mediante la

aplicación de calor (40-45º C) que reabsorbe

el hematoma y los restos inflamatorios; al

fortalecimiento muscular; a la mejoría del

rango de movimiento y a la recuperación o

mejoría de la propiocepción.

Tabla. Manejo del Trauma de Tejidos

Blandos

MANEJO FASE

AGUDA

(PRIMEROS 3

DÍAS)

MANEJO FASE

SUBAGUDA (A

PARTIR DEL 4º DÍA

DE LA LESIÓN)

1. Protección

2. Reposo

3. Frío (hielo)

4. Compresión

elástica

5. Elevación

6. Analgésicos

(AINES)?

1. Calor

local/Contrastes

2. Reposo activo

3. Fortalecimiento

(ejercicios

isométricos)

4. Modalidades

5. Propiocepción

SUBLUXACIONES Y LUXACIONES: la

luxación es la pérdida permanente de contacto

de las superficies articulares por un trauma

severo que supone ruptura de la cápsula y los

ligamentos articulares. La subluxación es la

pérdida parcial de esta relación articular. Los

signos clínicos de estas lesiones son: dolor,

incapacidad funcional, deformidad por

desplazamiento de los extremos articulares,

resistencia al cambio de posición (por

enclavamiento de los extremos y contractura

muscular), posición anormal de la extremidad.

Gran parte del diagnóstico es clínico, aunque

se puede confirmar mediante radiografía. Las

complicaciones más comunes de las

subluxaciones y luxaciones son la rigidez

articular y las calcificaciones periarticulares.

Estas se deben principalmente al tratamiento

inadecuado, consistente en retardo en la

reducción, maniobras de reducción incorrecta

o brusca o la práctica de masajes y

movimientos forzados en la etapa de la

recuperación. La luxación se debe reducir lo

más rápido posible y por personal entrenado.

Posteriormente, se debe inmovilizar la

articulación por el tiempo necesario para que

cicatricen la cápsula y los ligamentos

desgarrados. También se deben ejercitar

activamente los segmentos cercanos y los

afectados después de finalizar el periodo de

inmovilización. El periodo de inmovilización

varía de 2-3 semanas para el hombro y los

dedos y 4-6 semanas para la rodilla y el

tobillo. Lo más importante en el manejo de

las luxaciones es la reducción de urgencias

para evitar complicaciones.

Los objetivos de la reducción de las

luxaciones son los siguientes: vencer la

contractura y eliminar el dolor mediante la

anestesia. Eliminar la tensión exagerada de

músculos y ligamentos al dejar la articulación

en posición neutra (en algunos casos, en

posición de flexión forzada para evitar el

desgarro de tejidos). Tracción y contra-

tracción con las fuerzas correspondientes en

forma suave y a veces con ligeros

movimientos de rotación.

FRACTURAS: como regla general, ante la

presencia tanto de una fractura como de una

herida, se debe tratar ésta última primero. Las

heridas se deben cubrir mediante compresas

durante el transporte. Inicialmente, se realiza

asepsia y antisepsia de los tejidos alrededor de

la herida y se lava con abundante solución

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salina a presión. Siempre se debe lavar una

herida desde el centro hacia fuera. Si existe

hemorragia se debe realizar compresión.

Posteriormente, se inmoviliza la extremidad

afectada, se evalúan pulsos distales, función

motora y sensibilidad y se realizan los

estudios radiológicos correspondientes. Si el

paciente presente mucho dolor, se deben

administrar analgésicos. Al valorar cualquier

tipo de fractura, se debe tener en cuenta la

presencia concomitante de lesiones a nivel de

los tejidos blandos. Los diferentes signos que

se pueden presentar ante una fractura son:

dolor localizado intenso, deformidad,

hematoma, posición anormal de la

extremidad, desviación del eje óseo,

crepitación.

Clasificación:

A. CERRADAS

Incompletas. En leño verde, en rodete,

por compresión.

Completas. Transversal, oblicua,

espiroidea, conminuta, impactada,

avulsión.

Según su localización en el hueso, se pueden

clasificar como epifisarias, metafisarias y

diafisarias.

Las fracturas cerradas presentan gran riesgo

de sangrado interno que puede poner en

riesgo la vida. A continuación se describe la

hemorragia interna aproximada asociada a las

fracturas:

Costilla: 125 cc

Radio o cúbito: 250-500 cc

Húmero: 500-750 cc

Tibia o fíbula: 500-1000 cc

Fémur: 1000-2000

Pelvis: 1000 cc hasta toda la volemia

corporal.

B. ABIERTAS (EXPUESTAS).

Se clasifican (Clasificación de Gustillo y

Anderson) según el mecanismo de lesión,

tamaño de la herida, daño de partes blandas,

compromiso óseo, compromiso vascular,

compromiso nervioso, grado de

contaminación y tiempo de exposición:

Grado I: Lesión puntiforme menor de 1

centímetro, poco contaminada, con contusión

de la piel. La herida se produce de adentro y

hacia fuera por un fragmento óseo

puntiagudo. Aquí se incluyen las heridas por

proyectil de arma de fuego de baja velocidad.

Grado II: Lesión entre 1 y 5 centímetros, con

daño leve de tejidos blandos, contusión de la

piel, poca contaminación, sin aplastamiento.

La fractura es transversal, oblicua y corta.

Grado III: Aplastamiento de tejidos blandos,

lesión mayor a 5 centímetros, con pérdida de

piel y de músculo, amputaciones traumáticas

y compromiso vascular. Incluye fracturas

expuestas con más de 8 horas de haberse

producido.

Grado IIIa. Tiene posibilidad de cierre

(hay posibilidad de cobertura de la

fractura).

Grado IIIb. Desgarro extenso, pérdida de

tejidos blandos y contaminación severa.

No hay posibilidad de cobertura de los

fragmentos óseos.

Grado IIIc. Daño vascular que requiere

reparación quirúrgica, incluye las

amputaciones, con pérdida neurovascular

completa y con pérdida masiva de tejidos

blandos y óseos.

Las complicaciones más frecuentes de las

fracturas expuestas son la infección de la

herida, el tétanos y osteomielitis, lo que puede

provocar problemas en la consolidación.

MANEJO DE FRACTURAS

Debido a que los huesos están rodeados de

partes blandas (piel, tejido celular subcutáneo,

músculo, tendones, ligamentos), las fracturas

siempre presentan algún grado de

compromiso en el periostio, los músculos, los

nervios, los vasos sanguíneos, los tendones o

la piel. Estas lesiones pueden ser de mayor

importancia que la fractura misma, por lo que

si se está ante la sospecha de un compromiso

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óseo, se deben seguir los siguientes pasos en

el manejo de urgencias:

Tratar patologías o complicaciones que

comprometan la vida. Se debe recordar que

los huesos largos pueden presentar sangrado

interno que conlleva a shock, por lo que en

esos casos se deben reponer líquidos

endovenosos. Los huesos que más sangran

son, en su orden, la pelvis, el fémur, la tibia,

la fíbula y el radio.

Verificar la presencia de pulsos distales y

compromiso de la sensibilidad de la

extremidad afectada con el objetivo de

descartar lesión de vasos sanguíneos o nervios

periféricos. Si la circulación no se restablece

a tiempo, se puede presentar una gangrena

isquémica o un síndrome de compartimiento

(ver más adelante). Los huesos largos tienen

sólo hasta 5 horas de viabilidad sin

circulación sanguínea.

Aunque una extremidad fracturada debe

movilizarse lo menos posible y requiere

inmovilización precoz, a veces es necesario

alinearla cuando su posición es inusual,

impide el transporte adecuado del paciente o

no hay presencia de pulso distal. De lo

contrario, se inmoviliza en la posición en la

que se encontró.

1. Reevaluar presencia de pulsos distales

posterior a la inmovilización.

2. Traslado rápido del paciente al centro

hospitalario apropiado más cercano para

estudios radiológicos y tratamiento

definitivo.

Ante la presencia de cualquier fractura

cerrada o luxación, se deben inmovilizar las

articulaciones proximal y distal al sitio de la

fractura. La inmovilización de la extremidad

se puede lograr mediante el uso de férula de

yeso o con otras materiales como madera,

cartón o periódicos. Su objetivo es la de

reducir el dolor y reducir el riesgo de

complicaciones.

Las fracturas expuestas requieren tratamiento

quirúrgico (debridamiento) y

antibioticoterapia. Durante la fase inicial,

estas lesiones deben ser manejadas con lavado

extenso de la herida mediante solución salina

a chorro (sin hacer contacto con la piel), y

cobertura con un apósito estéril y húmedo

hasta que el paciente sea atendido en un

centro hospitalario adecuado.

LESIONES NEURO-VASCULARES:

pueden ser producidas por luxaciones

(especialmente en cadera posterior), fracturas

(por ejemplo, de húmero distal), luxofracturas

y heridas por proyectil de arma de fuego y

armas cortopunzantes. Se caracterizan por la

presencia de sangrado, hematoma,

disminución de pulsos, retardo en el llenado

capilar, disminución de la sensibilidad, dolor

y disminución de la temperatura. Se sospecha

al examen físico y se confirma mediante la

angiografía. Su tratamiento por lo general es

quirúrgico.

SÍNDROME COMPARTIMENTAL: es el

aumento de la presión dentro del

compartimiento de una extremidad. Produce

una isquemia por disminución de la perfusión

muscular, conllevando a hipoxia, acidosis y

necrosis tisular. Sus principales causas son

sangrado dentro del compartimiento, edema

muscular, compresión por vendajes circulares,

compresión postural prolongada y

extravasación de soluciones. Sus

manifestaciones clínicas son: dolor

desproporcionado a la magnitud del trauma

que aumenta a la movilización pasiva,

parestesias, disminución progresiva de la

sensibilidad, parálisis de los músculos

comprometidos, retardo del llenado capilar y

edema progresivo. Finalmente ocurre

parálisis muscular. El diagnóstico se realiza

por medio de la manometría directa. La

presión dentro del compartimiento no debe

superar el 25% de la presión sistólica del

paciente y la diferencia entre la presión

diastólica y la del compartimiento no debe ser

menor de 10 mm Hg. Sin embargo, en

pacientes en estado de shock, el síndrome

compartimental se puede producir con

presiones inferiores al rango descrito. El

tratamiento de elección para este síndrome es

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la fasciotomía, la cual debe realizarse en las

primeras 6 horas.

AMPUTACIONES: Ante la presencia de

una amputación o un muñón, se deben seguir

las siguientes recomendaciones:

a. Muñón: Lavar con solución salina estéril,

cubrir con gasas y si hay hemorragia,

realizar compresión directa.

b. Amputación: Envolver el miembro en una

compresa estéril y húmeda con solución

salina, colocarlo en una bolsa de plástico

sellada y sumergirlo en un termo con agua

y hielo. Nunca se debe congelar el

miembro amputado. La viabilidad del

miembro a una temperatura de 4º C puede

ser hasta de 18 horas.

LESIONES POR SOBREUSO: se producen

como consecuencia de una lesión tisular

generada por presión, fricción, cargas

repetidas y trauma externo y se manifiestan

por inflamación. Generalmente se producen

cuando se llevan a cabo más de 15-20 horas

semanales de una actividad específica con

alguna extremidad. Son difíciles de

diagnosticar y manejar. Las regiones más

frecuentemente afectadas son las

extremidades inferiores, principalmente

rodilla y tobillo (80% de los casos)

.

TENDINITIS/TENDINOSIS: es una

reacción inflamatoria y degenerativa del

tendón y se puede producir por movimientos

repetidos o por una irritación mecánica

persistente. El cuadro clínico con frecuencia

es crónico y muy difícil de manejar. Los

tendones más frecuentemente afectados son el

de Aquiles, la porción larga del músculo

bíceps braquial, el tendón del músculo

supraespinoso, los tendones extensores de la

muñeca y tobillo, los músculos aductores y

los flexores de la rodilla. Se caracteriza

porque en la inserción ósea del tendón hay

dolor localizado que se exacerba durante la

contracción del músculo respectivo contra

alguna resistencia. El dolor inicia de forma

esporádica o progresiva, posteriormente se

vuelve continuo y puede llegar a incapacitar

al paciente. Si no se trata a tiempo, el tendón

se debilita y el paciente se expone a su

ruptura.

SINOVITIS: inflamación de la bolsa sinovial

que rodea a un tendón. Se debe casi siempre a

traumatismos repetidos, produciendo

adherencias alrededor del tendón y generando

dolor, crepitación y disminución de la

capacidad de deslizamiento.

PERIOSTITIS: inflamación del origen

aponeurótico de ciertos grupos musculares.

Se produce más frecuentemente en el codo

(epicondilitis lateral o codo de tenista y

epicondilitis medial o codo de golfista); en la

ingle en el origen del aductor largo; en la

rodilla en la inserción proximal y distal del

tendón patelar; en la inserción calcánea del

tendón de Aquiles; y en la unión de la fascia

plantar en el tubérculo medial del calcáneo.

BURSITIS: Las bursas son pequeñas bolsas

con líquido localizadas entre tendón y hueso,

entre dos tendones o entre el tendón o hueso y

la piel. Su función es la de reducir la fricción.

Los diferentes tipos de bursitis se pueden

clasificar en friccionales, químicas y sépticas.

Las más comunes son las friccionales. Las

regiones frecuentemente afectadas son el

tendón de Aquiles, el hombro, el codo, la

cadera y la rodilla.

MANEJO DE LAS LESIONES POR

SOBREUSO: El tratamiento inicial de los

síndromes por sobreuso consiste en reposo de

la extremidad afectada, aplicación local de

compresas frías, analgésicos y

antiinflamatorios. Posterior al manejo inicial

se utiliza calor local.

En el caso de las bursitis, si el cuadro clínico

no mejora o es muy severo, a veces es

necesario recurrir a la infiltración anestésica

sobre la bursa (nunca intratendinosa) con

esteroides de depósito y luego realizar

rehabilitación precoz. Actualmente no se

recomienda el manejo con esteroides para las

inflamaciones tendinosas por el riesgo de

debilitar el tendón afectado y hacerlo

susceptible a la ruptura.

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CAPITULO 9 VALORACÍON Y MANEJO

DEL PACIENTE QUEMADO

Dra. Diana Ramírez. Médico General. Instructor Salamandra

Dra. Daniela Torres Médico General. Instructor Salamandra

INTRODUCCIÓN

Las quemaduras son lesiones caracterizadas

por el daño o lesión de piel y/o tejidos

subyacentes, que pueden ser consecuencia de

un mecanismo físico o químico. Las muertes

por quemaduras pueden producirse

inmediatamente después de la lesión, o

semanas después como resultado del fallo

multiorgánico. La mayoría de las lesiones por

quemaduras son por llama (55%) o por

escaldadura (40%).La edad de la persona se

correlaciona con el tipo de lesión, las

quemaduras por escaldaduras ocurren más

frecuentemente en niños y se relacionan con

maltrato infantil, mientras que las quemaduras

por llama es más común en los adultos. Las

lesiones por quemaduras afectan

desproporcionadamente a las personas en los

países en desarrollo y se estima que el 90% de

las quemaduras a nivel mundial, ocurren en

países de bajos y medianos ingresos. La

profundidad de la quemadura varía en función

del grado de lesión tisular, es un elemento

determinante que permite pronosticar la

capacidad de cicatrización y orientar las

elecciones terapéuticas. Se clasifica de

acuerdo con el alcance de la lesión en la

epidermis, la dermis, la grasa subcutánea y las

estructuras subyacentes. (Tabla 1, Figura 1).

FISIOPATOLOGÍA A nivel celular hay desnaturalización

proteica con hipoperfusión del tejido

circundante y vasoconstricción capilar,

necrosis por coagulación, trombosis

microvascular. En las zonas de estasis e

hiperemia se convierten en zonas de necrosis

incompleta y ante un mal manejo puede dar

lugar a pérdida de la integridad capilar con

desarrollo de extravasación de líquido con

pérdida de electrolitos, proteínas, formación

de edema entre las 8 y 12 horas después de la

lesión y aumento de la presión osmótica del

tejido quemado, lo cual también genera

hipotermia. A nivel molecular, la

microcirculación se ve afectada por una

activación masiva de mediadores

inflamatorios tóxicos, que incluyen histamina,

prostaglandinas, tromboxano, bradiquinina,

serotonina, catecolaminas, factor de

agregación plaquetaria, angiotensina II,

vasopresina, radicales de oxígeno y factor

liberador de corticotropina. A nivel

hematológico hay hemólisis intravascular,

aumento del hematocrito, con mayor riesgo de

trombosis, leucocitosis con neutrofilia,

trombocitopenia. A nivel renal puede haber

choque por mala resucitación con el

desarrollo de insuficiencia renal, disminución

de la filtración glomerular, aumento del BUN

y creatinina si hay 2/3 partes del riñón

dañado. A nivel cardíaco: taquicardia

compensada, aumento del gasto cardiaco,

hipovolemia, hiperviscosidad sanguínea,

hipotensión, vasoconstricción periférica,

aumento de la resistencia vascular,

disminución del retorno venoso. A nivel

pulmonar: daño directo por la quemadura:

edema de vías aéreas, colapso alveolar, edema

disminución del surfactante, si hay trauma por

inhalación la mortalidad aumenta a un 49,5%,

carboxihemoglobinemia. A nivel metabólico:

descenso de la insulina y aumento de

catecolaminas, aumento del glucagón, ACTH,

cortisol, mediadores de la inflamación y

aumento del gasto metabólico, requerimientos

nutricionales, aumento de neoglucogénesis.

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CLASIFICACIÓN DE LAS

QUEMADURAS:

La profundidad de la quemadura varía en

función del grado de lesión tisular, se clasifica

de acuerdo con el alcance de la lesión en la

epidermis, la dermis, la grasa subcutánea y las

estructuras subyacentes. (Tabla 1, Figura 1).

EPIDÉRMICAS – GRADO I:

Se caracterizan por la destrucción de la capa

más superficial de la piel, la epidermis.

Presentan aspecto eritematoso, no exudativas,

sin flictenas o ampollas y producen más que

dolor, molestia por la liberación de

prostaglandinas vasodilatadoras locales.

Evolucionan hacia la curación espontánea en

siete a diez días y no producen secuelas. Este

tipo de quemaduras se produce de forma

característica por exposición prolongada al

sol.

DÉRMICAS SUPERFICIALES - GRADO

IIA:

Afectan la capa más superficial de la dermis.

Son lesiones exudativas que se caracterizan

por la formación de flictenas, con fondo

eritematoso, muy dolorosas, conservan

folículos pilosos y las glándulas sebáceas.

Estas lesiones generalmente curan

espontáneamente por reepitelización en un

plazo inferior a 14 días sin dejar secuelas

importantes. Estas quemaduras son

comúnmente producidas por líquidos

calientes o por exposición breve a flamas.

DÉRMICAS PROFUNDAS – GRADO

IIAB:

Abarcan las capas más profundas de la

dermis. Se caracterizan por presentar lesiones

exudativas, de color rojo brillante o nacarado,

puede haber o no flictenas y el dolor podría

estar aumentado o disminuido dependiendo

del compromiso de las terminaciones

nerviosas. Comúnmente se asocian a

inmersión en líquido caliente o contacto con

llamas. La curación suele producirse entre los

10-18 días. Si pasado este tiempo no

cicatrizan de modo adecuado es posible

obtener mejores resultados y reducir la

morbimortalidad con injertos cutáneos, ya que

por encima de los 20 días existe un alto

porcentaje de aparición de cicatriz

hipertrófica o queloide.

SUDDÉRMICAS SUPERFICIALES –

GRADO III:

Afectan el espesor total de la piel, y por tanto

no dejan restos dérmicos o epidérmicos que

permitan la epitelización. Comúnmente son

producidas por exposición prolongada a

líquidos muy calientes, llama y agentes

químicos fuertes. Su aspecto varía según el

mecanismo de producción pueden ser blanco

o cetrino, carbonizado, con textura correosa o

apergaminada. Son indoloras por la completa

destrucción de las terminaciones nerviosas y

requieren un tratamiento quirúrgico precoz.

SUBDÉRMICAS PROFUNDAS – GRADO

IV Son las quemaduras que sobrepasan el

espacio dermicoepidérmico y dañan

estructuras subyacentes como tendones,

músculo y estructuras óseas. Son indoloras y

generalmente es el resultado de la energía por

electricidad. Requieren tratamiento

quirúrgico.

Figura 1. Profundidad de las quemaduras. Las quemaduras de primer grado están confinadas a la epidermis. Las quemaduras de segundo

grado se extienden hasta la dermis. Las quemaduras de tercer grado

abarcan el espesor total de la piel. Las quemaduras de cuarto grado implican lesiones de estructuras tisulares subyacentes como

músculos, tendones y hueso.

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Área 0-1 01-abr 05-sep oct-14 15 Adulto A AB B TO TAL

Cabeza 19 17 13 11 9 7

Cuello 2 2 2 2 2 2

Tórax anterior 13 13 13 13 13 13

Tórax posterior 13 13 13 13 13 13

Glúteo derecho 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5

Glúteo izquierdo 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5

Genitales 1 1 1 1 1 1

Brazo derecho 4 4 4 4 4 4

Brazo izquierdo 4 4 4 4 4 4

Antebrazo

derecho3 3 3 3 3 3

Antebrazo

izquierdo3 3 3 3 3 3

Mano derecha 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5

Mano izquierda 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5 2.5

Muslo derecho 5.5 6.5  8 8.5 9 9.5

Muslo izquierdo 5.5 6.5 8 8.5 9 9.5

Pierna derecha 5 5 5.5 6 6.5 7

Pierna izquierda 5 5 5.5 6 6.5 7

Pie derecho 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5

Pie izquierdo 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5 3.5

                                 TOTAL

Tabla 1. Tiempo de epitelización y calidad de cicatriz según tipo de

quemadura.

Grado Tip

o

Tiempo

epitelización

Calidad

de la

cicatriz

Grado I 7-10 días No hay

cicatriz

Grado II

superficia

l

A 12-15 días Cicatriz

mínima

Grado II

intermedi

o

AB 18-21 días Cicatriz

hipertrófi

ca

Grado III B No epiteliza Cicatriz

por

segunda

intención

Grado IV No epiteliza Cicatriz

por

segunda

intención

EXTENSIÓN DE LA QUEMADURA: se

valora habitualmente mediante la regla de los

nueves de Wallace (figura 2). Otro método de

estimar quemaduras más pequeñas es asumir

que el área de la mano extendida del paciente

(palma y dedos en extensión) equivale

aproximadamente al 1% de la SCT, y llevar

visualmente esa medida a la quemadura para

determinar su tamaño. Este método se utiliza

para evaluar quemaduras de distribución

mixta, o en aquellos casos con quemaduras

muy extensas el porcentaje de superficie no

quemada puede en ocasiones ser más exacto

que el cálculo de toda la superficie quemada.

Para mayor precisión, la extensión de la

superficie corporal quemada debe ser

determinada en niños utilizando la tabla de

Lund y Browder (Tabla 2).

Figura 2. Cálculo de la extensión de las

quemaduras con la regla de los nueves.

(Tomado de American Burn Association:

Advanced burn life support providers manual,

Chicago, 2005, American Burn Association)

Tabla 2. Cálculo de superficie quemada según la edad.

(Tomado de Trauma: abordaje inicial en los servicios de urgencias. 5th ed. de Quintero L. Colombia: Salamandra; 2014)

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CÁLCULO DEL ÍNDICE DE RIESGO:

los factores de mayor incidencia en el riesgo

de mortalidad son, en su orden, el porcentaje

de quemadura, la edad del paciente, la

profundidad de la lesión y la inhalación9. Se

puede utilizar la fórmula de pronóstico vital

descrita por Garcés y colaboradores:

1. Para individuos menores de 20 años:

(40-edad) + (QA x 1) + (QAB x 2) + (QB

x 3)

2. Para individuos mayores de 20 años:

Edad + (QA x 1) + (QAB x 2) + (QB x 3)

QA: Quemadura grado II superficial o tipo A.

Q AB: Quemadura grado II intermedio o tipo

AB. Q B: Quemaduras grado III o tipo B.

Criterios de Hospitalización en centro de

quemados: Superficie corporal quemada >

5% en el niño y > 10% en el adulto >50 años.

Quemadura de tercer grado superior o igual al

1%. Quemadura en la cara, ojos, cuello, zonas

periorales superior o igual al segundo grado

superficial o III grado. Quemaduras químicas

> 5% de superficie corporal. Paciente frágil:

niño, anciano, mujer embarazada,

comorbilidades graves. Lesiones traumáticas

o asociación de quemadura de la vía aérea.

Índice de gravedad mayor que 100 puntos.

Quemaduras por electricidad o por rayo, de

cualquier magnitud. Quemaduras de cualquier

magnitud en pacientes con falla de un órgano.

Adultos con quemaduras profundas de más

del 10% o superficiales de más del 20%

MANEJO INICIAL

El tratamiento inicial debe incluir la

valoración descrita en el Advanced Trauma

Life Support (ATLS) por el American college

of surgeons y en el Advanced Burn Life

Association.

Evaluación primaria: comprende la secuencia

nemotécnica ABCDE.

A: Vía aérea: sospechar inhalación de humo

si los hechos ocurrieron en un espacio

cerrado. Buscar lesiones faciales, vibrisas

quemadas, esputo carbónico y cambios en la

voz.

B. Ventilación: se puede utilizar ventilación

invasiva y no invasiva, si el paciente no es

candidato para este tipo de ventilación o

desarrolla insuficiencia respiratoria, estridor o

ronquera, la alternativa es realizar intubación

orotraqueal con ventilación mecánica, uso de

Beta agonistas para disminuir la

broncoconstricción.

C. Circulación: reposición de volumen;

incluso en niños y ancianos, si presentan el

10% de superficie corporal quemada se debe

iniciar fluidoterapia, obtener un acceso

vascular con catéter de calibre grueso 14G o

16G, cateterización urinaria con sonda Foley.

En el paciente quemado se presenta un tipo de

shock que se denomina ―burn shock‖ y es la

combinación de tres tipos de shock diferentes:

Shock hipovolémico, shock distributivo y

shock cardiogénico.

Una vez determinada el área de superficie

corporal quemada, se procederá a realizar la

fórmula de Parkland para calcular los líquidos

a administrar las primeras 24 horas. Estos

líquidos deberán ser cristaloides isotónicos.

La fórmula de Parkland es: 2-4 cc/kg/% de

superficie corporal quemada. El volumen

que resulte de esta operación se debe

fraccionar en dos partes: 50% se administra

durante las primeras 8 horas y el 50% restante

durante las siguientes 16 horas. Se debe ser

muy cuidadoso de no sobrecargar al paciente

de volumen ya que esto puede tener

consecuencias fatales como síndrome

compartimental abdominal el cual se asocia

con una mortalidad del 70-100%. El volumen

crítico asociado con hipertensión

intraabdominal es aproximadamente 300

cc/kg en 24 horas. El gasto urinario el cual

debe ser de 0.5-1 cc/kg/hora en adultos y 1-2

cc/kg/hora en niños. Mantener adecuada

0 a 40 Sin riesgo vital

41 a 70 Mortalidad mínima

71 a 100 Mortalidad inferior a 50%

101 a 150 Mortalidad mayor de 50%

151 Mortalidad superior al 95%

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hidratación las siguientes 24 horas se continúa

la reposición de volumen teniendo en cuenta

las pérdidas insensibles: (25% + %superficie

corporal quemada) x superficie corporal en

m2 = pérdidas insensibles (cc/hr).

D. Déficit neurológico: un paciente con

estado de conciencia alterado inicialmente

puede deberse a baja perfusión cerebral e

hipoxia. Como herramienta clínica se utiliza

de rutina la Escala de Coma de Glasgow que

evalúa respuesta ocular, verbal y motora,

puntaje total mínimo de 3/15 puntos en la

valoración global. El puntaje máximo de la

escala es 15/15. Evaluar la reacción y simetría

pupilar con una linterna. Se acepta que el

diámetro normal es de 3-5 mm.

E. Exposición y control ambiental: es

importante evaluar toda la superficie del

paciente tal como se explicó en el apartado de

la regla de los nueves.

Manejo de la herida

Tratamiento inmediato: Inicialmente, si el

paciente acaba de llegar al servicio de

urgencias, debe realizarse una irrigación

suave con solución tibia (20-25ºC) durante 15

minutos aproximadamente. Posteriormente,

está indicado envolver la quemadura con un

campo estéril o una sábana limpia sin aplicar

ningún tipo de ungüentos.

Tratamiento Secundario: Quemaduras Primer

y Segundo Grado Superficial

Lavar la herida con agua y jabón o

antiséptico que no contenga alcohol

Aplicar alguno de los siguientes agentes

tópicos según el caso

Pomadas analgésicas: puede aplicarse

cremas emolientes o vaselina. También

son útiles los ungüentos tipo trolamina o

calamina que disminuyen la inflamación

local. No contienen antibacterianos

Membranas hidrocoloides, hidrocelulares

o alginatos

Interfases o gasas con vaselina que deben

cubrirse con vendaje secundario tipo

hidrocelular o con compresas

Vendajes o cremas antibacterianos tipo

sulfadiazina de plata

Para el manejo de las quemaduras de primer

grado se prefieren las pomadas analgésicas

tipo trolamida, contrario al manejo de las

quemaduras de segundo grado en las que

están contraindicadas por el riesgo de

infección. En estas últimas se recomienda

utilizar alguno de los otros tipos de apósitos o

sulfadiazina de plata.

Para las quemaduras de segundo grado

profundas, se consideran dos posibles

estrategias:

1. Escisión precoz del tejido con injerto. Este

método consiste en extirpar de manera

tangencial con un dermatomo eléctrico

hasta obtener un punteado hemorrágico

para crear un lecho receptor y a

continuación se aplica un injerto de piel

fina tomada de una zona dadora del mismo

paciente.

2. Tratar la quemadura inicialmente con

sulfadiazina de plata y después de 21 días

evaluar cuáles zonas aún no han

cicatrizado para aplicarles un injerto de

piel fina. Tiene la ventaja de delimitar con

exactitud los tejidos viables y no viables.

El manejo de las quemaduras de tercer y

cuarto grado se debe realizar en servicios

especializados, con un equipo

multidisciplinario, el cual consiste en varias

etapas:

1. Escisión de los tejidos necrosados.

2. Injertos autólogos de piel fina extraídos de

zonas intactas.

3. Terapia compresiva cuando existen

cicatrices hipertróficas.

4. Férulas de postura.

Nutrición: el inicio temprano ha demostrado

modulación significativa de los niveles de

catecolaminas y se ha conservado la

integridad de la mucosa. La mejor manera de

iniciar la terapia nutricional es por medio de

una sonda nasoyeyunal o nasoduodenal

iniciando 6 horas después de la quemadura.

La nutrición enteral reduce la traslocación

bacteriana y la sepsis, mantiene la motilidad

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del tracto gastrointestinal y preserva el primer

paso de los alimentos al hígado. Los adultos

pueden mantener el peso corporal solo con

nutrición continua y agresiva a 25 kcal/kg/día

+ 40 kcal/ % de superficie corporal

quemada/día. Los niños requieren 1,800

kcal/m2 de superficie corporal + 2,200

kcal/m2 de superficie corporal quemada/día

para mantener el peso.

Protección Gástrica: los pacientes deben ser

tratados con bloqueadores de receptores

histaminérgicos H2, inhibidores de la bomba

de protones y/o antiácidos hasta que toleren la

nutrición enteral y estén en bajo riesgo de

desarrollar úlceras por estrés. Un régimen

aceptado de ranitidina es, 50 mg IV cada 8

horas o sucralfato 1 gr vía oral 4 veces al día.

El objetivo es aumentar el pH por encima de

5.0.

Analgesia: el majeo del dolor debe iniciarse

inmediatamente.

Antibioticoterapia: los gérmenes más

comúnmente reportados son Pseudomona

aureginosa en (23.1 - 67%) y Staphiloccocus

aureus (18.7-24%), no obstante se debe tener

en cuenta que su prevalencia varía

geográficamente. El uso de antibióticos no

debe ser rutinario en todos los pacientes y esta

terapia no está recomendada

profilácticamente. Las recomendaciones para

suministrar antibióticos son: infecciones en el

sitio de la quemadura, traslado desde otras

instituciones de salud, que la quemadura haya

sido apagada con líquidos contaminados. Lo

indicado es identificar tempranamente los

signos de infección, tomar cultivos de la

herida. El manejo antibiótico debe ser

enfocado según el cultivo y antibiograma. El

uso empírico o deliberado puede desarrollar

resistencia en los microorganismos.Toxoide

tetánico x 0,5 cc. Aplicar 1 amp. IM.

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}

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CAPITULO 10

TRAUMA EN POBLACIONES

ESPECIALES

Dra. Nereida Quintero

Médico Especialista en Anestesiología

TRAUMA EN POBLACIÓN

EMBARAZADA

El trauma es la causa principal no obstétrica

de muerte en gestantes. Aproximadamente 1

de cada 12 embarazos se complica por

trauma. Las principales causas de trauma en

las gestantes son los accidentes

automovilísticos (48), asaltos, caídas (25%),

violencia intrafamiliar (17%), suicidio (3,3%),

homicidio y HPAF (4%). 9 de cada 10

lesiones traumáticas en la gestante se

clasifican como leves, pero entre el 60 y el

70% de las muertes fetales se deben a traumas

leves en la madre, razón por la cual se

recomienda la monitoría fetal de 4 hasta 24

horas postrauma. La reanimación inmediata y

efectiva de la paciente embarazada es la

forma más efectiva de evitar lesiones al feto.

1 de cada 12 mujeres sufre lesiones

traumáticas significativas. En general entre un

7 y 10 % de las embarazadas sufren trauma.

El abuso representa el 10% de los casos, otro

10% de las lesiones ocurren en el primer

trimestre, 40% en el segundo y 50% en el

tercer trimestre. Los cambios en la fisiología

materna, como el aumento del volumen

sanguíneo, el gasto cardíaco, frecuencia

cardíaca, la ventilación por minuto, y la

disminución del volumen pulmonar y

vaciamiento gástrico afectan su respuesta a

una lesión traumática. El aumento en el

volumen circulante oculta signos de shock,

eleva el riesgo de retraso en la resucitación.

Los signos y síntomas de hipotensión no se

manifestarán hasta que se produzca una

pérdida del 30 al 40% del volumen sanguíneo.

Pacientes con respiraciones superficiales

debido a fracturas costales, contusiones

pulmonares u otras lesiones, tendrán afectadas

en alto grado la mecánica ventilatoria. La

disminución de la motilidad gástrica

predispone a la mujer embarazada a mayor

riesgo de broncoaspiración. El crecimiento

uterino ocasiona distensión peritoneal,

disminuyendo la presentación de irritación

peritoneal secundaria al trauma, permitiendo

que algunos traumas cerrados pasen

desapercibidos durante el examen abdominal.

La compresión aortocava, puede ocasionar

congestión venosa en las extremidades

inferiores, conduciendo a gran pérdida

sanguínea a través de laceraciones a dicho

nivel.

EVALUACIÓN PRIMARIA.

El principal objetivo de la atención es

estabilizar a la madre y preservar el bienestar

fetal. En el trauma materno las presentaciones

traumáticas pueden ser daño o ruptura uterina,

desprendimiento de placenta, hemorragia

transplacentaria, CID, muerte fetal

intrauterina, lesiones abdominales,

laceraciones del hígado o bazo, ruptura de

vejiga, laceraciones ureterales, contusiones

renales, trauma pélvico, hemorragias masivas

con caída del gasto cardíaco, estasis venosa o

TEP secundarias a la hipercoagulabilidad y la

inmovilización de la madre. La mayoría de las

lesiones directas fetales son las fracturas de

cráneo y hemorragia intracraneal. El abordaje

inicial de toda paciente embarazada víctima

del trauma debe seguir los parámetros

universales de la atención inicial en trauma.

La secuencia de evaluación de la embarazada

es ABCDE.

A-EVALUACIÓN DE LA VÍA AÉREA

CON CONTROL DE COLUMNA

CERVICAL: dificultad de laringoscopia y

visualización de la laringe, ingurgitación

capilar en la mucosa respiratoria con

presencia de cierto grado de tumefacción o

inflamación y nos vamos a encontrar vías

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aéreas edematizadas, sangrantes y muy

friables, congestión nasal frecuente. El

relajamiento del esfínter esofágico inferior y

del tono gástrico aumenta las posibilidades de

broncoaspiración. El incremento de la

circunferencia torácica en unos 5 a 7

centímetros con aplanamiento de las costillas

lleva como resultado el ensanchamiento del

ángulo subcostal, aumento del trabajo

respiratorio. Succionar las vías aéreas

superiores con cuidado, para no generar

traumatismos.

Maniobra de subluxación mandibular: en

víctimas de traumatismo y sospecha de

lesiones cervical, facial y cefálica, el paso

inicial para abrir la vía aérea es la elevación

de la barbilla o tracción de la mandíbula sin

inclinar la cabeza.

Dispositivos auxiliares para la vía aérea:

BVM. Debe utilizarse para ventilación inicial

con presión positiva a una paciente que no

respira o respira inadecuadamente, en

pacientes con hipoventilación.

Cánula nasofaríngea: el edema

nasofaríngeo, la vascularización y la

fragilidad de la mucosa son

contraindicaciones en la embarazada para la

utilización de esta vía. No se recomienda su

uso por el alto riesgo de hemorragia

nasofaríngea y mayor obstrucción de la vía

aérea, traumatismo de la nasofaringe, lesión

por erosión.

Cánula orofaríngea: en la gestante los

cambios del contenido de agua corporal, que

derivan en edema laríngeo, crecimiento e

inmovilidad de la lengua pueden contribuir a

lesiones con el uso de la cánula. Se podrían

presentar reflejo nauseoso y/o vómitos,

broncoaspiración de secreciones o de

contenido gástrico, obstrucción de la vía aérea

por mala ubicación de la cánula, traumatismos

con sangrado de las estructuras bucales,

erosión de la lengua.

Máscara laríngea: brinda un alto grado de

éxitos y es fácilmente maniobrable.

Constituye un verdadero sello de baja presión

alrededor de la laringe. Se usa para la

ventilación de las pacientes que no pudieron

intubarse por métodos convencionales. Es

aplicable como maniobra para salvar la vida,

cuando no es posible la intubación ni la

ventilación con BVM. La inserción es

recomendable con la cabeza en posición

neutra.

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Mascarilla laríngea i-gel): Su diseño tiene

forma de espejo de las estructuras faríngeas,

laríngeas y periglóticas, lo cual permite un

sellado adecuado en la vía aérea sin necesidad

de manguito de inflado, evitando de esta

manera el desplazamiento o trauma que

podría ocasionar el mismo en las estructuras

vecinas. No protege de broncoaspiración.

Intubación orotraqueal: Los tubos

orotraqueales deben ser de un tamaño más

pequeño debido al edema de las vías

respiratorias. El edema laríngeo, el

crecimiento de la lengua y su inmovilidad

contribuyen con la difícil visualización de las

cuerdas vocales. El embarazo es considerado

una “patología asociada a intubación

difícil”.

El proceso de preoxigenación con oxígeno al

100%, volumen corriente durante 5 minutos o

si no se dispone de tiempo maniobras de

capacidad máxima con oxígeno al 100% en 1

minuto, se consigue 3 minutos de apnea sin

desaturación. Posición de la mesa: ―posición

en rampa‖ tronco elevado unos 15-30º. De

esta manera la paciente respira mejor y se

reduce la regurgitación. Además el descenso

de las mamas por la gravedad facilita la

colocación de la pala del laringoscopio.

Desplazamiento uterino hacia la izquierda.

Mantener la oxigenación de la paciente.

Monitorización exhaustiva desde el inicio con

pulsoximetría, capnografía y monitorización

fetal. Maniobra de Sellick.

Control de columna cervical: se debe

realizar inmediatamente inmovilización

manual de la cabeza llevando la cabeza con

ambas manos a posición neutra y evitando

movimientos anterolaterales. Los collares

cervicales no inmovilizan completamente ya

que reducen el rango de flexión en un 75% y

el de rotación en un 50%. En la embarazada

es importante lateralizar el útero entre 15 a

30° hacia la izquierda.

Disponible en

https://www.google.com.co/?gfe_rd=cr&ei=d

g2lVfGDFuKa2QXsiraQBQ#q=trauma+de+c

olumna+cervical++en+embarazada

BUENA VENTILACIÓN Y BUSCAR Y

MANEJAR LAS LESIONES QUE

PUEDAN AMENAZAR LA VIDA:

Ante esfuerzo respiratorio excesivo a pesar de

las maniobras básicas de permeabilización de

vía aérea y soporte ventilatorio se deben

buscar las lesiones que amenazan la vida en la

B y darles manejo inmediato: TÓRAX

INESTABLE: O2 y analgésicos.

TAPONAMIENTO CARDÍACO: cirugía

inmediata. NEUMOTÓRAX A TENSIÓN:

drenaje con aguja y colocación de tubo

pleural 1 o 2 espacios intercostales por

encima de la referencia habitual.

NEUMOTÓRAX ABIERTO: oclusión con

parche de Heimlich. HEMOTÓRAX

MASIVO: cirugía inmediata.

C- CIRCULACIÓN Y CONTROL DE

HEMORRAGIAS: controlar las hemorragias

externas con presión directa sobre la herida,

buscar las posibles hemorragias internas e

identificar los signos de shock. Canalizar dos

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venas con Yelcos de gran calibre 14 o 16,

iniciar cristaloides calientes a 39°C en bolos

de 250 cc hasta estabilizar signos vitales, de

preferencia el pulso radial. No se deben dar

volúmenes premeditados de 2 litros de

líquidos. Si la mejoría es parcial se pueden

agregar coloides al manejo integral de la

paciente incluso si no se alcanzan las metas

de reanimación se deben agregar

hemoderivados. Si la respuesta es nula se

debe llevar a la gestante a quirófano

inmediatamente. En trauma obstétrico se

habla de la “hora dorada de la hemorragia

obstétrica” que determina evitar la

hemodilución excesiva, la acidosis iatrogénica

(SSN 0,9% > 30 cc/kg) y se debe tener

disponibilidad de hemoderivados. Buscar

signos de shock.

D. EVALUACIÓN NEUROLÓGICA:

evaluar la escala de coma de Glasgow,

pupilas y focalización, mantener PAS por

encima de 90 mmHg, SatO2 > 95% y no se

recomienda hiperventilar en caso de signos de

hipertensión endocraneana. En el examen

pupilar deben valorarse el tamaño y la

respuesta a la luz intensa de forma directa o

indirecta. Al evaluar la función motora se

busca debilidad o inmovilidad de alguna

extremidad o cuerpo.

E. EXPOSICIÓN Y CONTROL DE LA

HIPOTERMIA: realizar control ambiental

de la temperatura evitando el enfriamiento de

la paciente, calentamiento activo de la

misma, de los fluidos endovenosos, evitar

hipotermia ambiental en el entorno de la

paciente. Evitar las alteraciones en la

coagulación y realizar movimiento en bloque

para evaluar y buscar posibles lesiones en la

parte posterior del cuerpo.

Evaluación secundaria

La ecografía tiene una baja sensibilidad pero

una alta especificidad, por desprendimiento

de la placenta. La evaluación radiográfica

inicial de todas las pacientes embarazadas:

debe incluir imágenes de las cervicales de la

columna vertebral, el tórax y la pelvis. La

tomografía computarizada (TC) los estudios

del abdomen, la pelvis y la columna lumbar

deben obtenerse sólo si es absolutamente

necesario, ya que estos estudios someten al

feto con el más alto grado de radiación.

Debido a lesiones en la cabeza es una de las

principales causas de muerte materna y

debido a que un TAC de cerebro genera sólo

1 rad de la exposición con el blindaje

adecuado, esto debe hacerse cuando sea

necesario. La resonancia magnética (RM) se

puede utilizar cuando sea apropiado y no

proporciona la radiación ionizante para la

madre o el feto. Contrastes de radiación

marcada y gadolinio están contraindicados,

pero contraste yodado es relativamente

seguro.

TRAUMA EN EL ANCIANO

Un factor de riesgo para el trauma es la edad

avanzada. Sólo el 5,7% de las muertes

asociadas a trauma son en poblaciones de

edad avanzada. El aumento en la

morbimortalidad se debe al deterioro

fisiológico y a enfermedades crónicas de base.

El trauma en los ancianos se evidencia en el

30% de mayores de 65 años y principalmente

se da por caídas. 6% de ellos se fracturan, 10

al 30% resulta en un trauma significativo, 7%

muere y 50% sufre caídas desde su propia

altura. Los cambios más importantes en el

adulto se presentan en todos los sistemas

corporales y las alteraciones como agudeza

visual y auditiva, los reflejos disminuidos son

factores desencadenantes del trauma. A nivel

cardiovascular, hay disminución de la

capacidad de aumentar la frecuencia cardíaca

en respuesta a estrés y disminución de la

capacidad de vasoconstricción, aumento de la

resistencia vascular periférica, incapacidad de

aumentar el gasto cardíaco en respuesta a la

hemorragia, lo cual limita la capacidad para

adaptarse a los cambios de volumen y lo

predisponen al mayor desarrollo de

sobrecarga de volumen si se realiza una

reanimación agresiva. En el sistema

respiratorio hay importante disminución de la

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elasticidad de la pared torácica con lo cual

aumenta la dependencia a la respiración

diafragmática, posibilidad de aumentar la

retención de secreciones, menor superficie

alveolar lo que ocasiona una disminución en

la capacidad pulmonar hasta de un 50%,

menor saturación de oxígeno en estos

pacientes, mayor riesgo de broncoaspiración.

En el SNC hay disminución del flujo

sanguíneo cerebral, reducción de la velocidad

de los procesos mentales y deterioro de los

órganos de los sentidos, aumentan los

espacios intracraneanos y la posibilidad de

hematomas, duramadre adherida al cráneo,

disminuyendo la incidencia de hematomas

epidurales pero mayor estiramiento de las

venas puentes aumenta el riesgo de

hematomas subdurales. En el sistema

osteomuscular hay adelgazamiento de los

discos vertebrales, acortamiento de cuerpos

vertebrales y desarrollo de xifosis. Se

evidencia retracción muscular con pérdida de

la masa muscular hasta de un 30%, esto hace

que sean más propensos a fracturas y

modifica la respuesta al trauma (tiene menor

superficie para absorber la energía).

Evaluación y manejo del paciente anciano

traumatizado El abordaje debe ser agresivo, siguiendo los

lineamientos de ATLS. La secuencia de

manejo de trauma es el siguiente:

A. VÍA AÉREA Y CONTROL DE

COLUMNA CERVICAL: examinar la

cavidad oral en busca de cuerpos extraños,

obstrucción por relajamiento del piso

muscular de la lengua, succionar la boca y la

orofaringe, dientes avulsionados o partidos o

aparatos protésicos desplazados, los cuales se

retiran para prevenir aspiración. Si la lengua

está edematizada y bloquea la vía aérea, se

debe traccionar con una gaza para

inspeccionar la orofaringe con coágulos y

laceraciones en la base de la lengua. Luego

succionar la cavidad nasal con una sonda

delgada; si es necesario se puede colocar un

tubo nasoendotraqueal, o en su defecto un

tubo oroendotraqueal. Si requiere intubación,

la prótesis dental debe retirarse sólo

inmediatamente antes de la intubación, ya que

al ventilar los pacientes sin dentadura, lleva a

una limitación del sello con alto escape. Se

debe colocar collar cervical hasta que se

descarten lesiones cervicales.

Para el manejo de la vía aérea se utiliza la

maniobra de subluxación mandibular.

También se puede realizar la maniobra de

tracción mandibular. Ambas maniobras

deben intentarse antes de colocar dispositivos

auxiliares respiratorios y evaluar si el paciente

es capaz de respirar espontáneamente.

Ventilación con dispositivo bolsa-válvula-

mascarilla (BVM): logrado el sello adecuado

se realiza la compresión de la bolsa, lo

suficiente para obtener una adecuada

expansión torácica. Cada ventilación debe ser

de un segundo.

Dispositivos auxiliares. Cánula

orofaríngea: Se aplica a pacientes

inconscientes y sin reflejo nauseoso. Cánula

nasofaríngea: No debe aplicarse en caso de

lesiones nasales como fracturas, sospechas de

fractura de base de cráneo, hemorragias

locales.

Mascarilla laríngea clásica: manejo de

situaciones de imposibilidad de intubación y

dificultad de ventilación. No previene la

aspiración de contenido gástrico. Dispositivo

supraglótico i-gel: es similar a la máscara

laríngea. Recordar que en ancianos

desdentados los tejidos orofaríngeos son tan

laxos que se hace difícil colocar una máscara

laríngea si ésta no se encuentra previamente

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con el balón insuflado en un 50% o más de su

capacidad normal.

Intubación Endotraqueal: esta técnica es

considerada el gold standard para asegurar

una vía aérea y mantenerla permeable. Se

debe presumir que están afectadas las

articulaciones temporomandibular, columna

cervical, si hay cifosis torácica se desarrolla

una extensión compensatoria de la cabeza

sobre la columna cervical con limitada

extensión del cuello durante la intubación

endotraqueal. Los reflejos laríngeos, faríngeos

y otros de la vía aérea son menos efectivos,

hay incapacidad para prevenir la aspiración

pulmonar de elementos extraños, la salivación

disminuye con la edad. Estas dificultades

pueden originar desde un simple traumatismo

hasta lesiones cerebrales irreversibles o

muerte.

B. VENTILACIÓN Y BUSCAR LAS

CINCO PATOLOGÍAS QUE

AMENAZAN LA VIDA. Si la frecuencia de respiración está por debajo

de 10 o por encima de 30 el volumen minuto

será inadecuado y requerirá soporte

ventilatorio con presión positivo. En el

control de respiración y ventilación, recordar

que las lesiones torácicas, aún de escasa

cuantía, no suelen ser bien toleradas. Se deben

buscar las cinco patologías amenazantes para

la vida en la B y dar tratamiento inmediato a

cada una de ellas:

Neumotórax a tensión: descomprimir con

aguja en el segundo espacio intercostal por

línea media clavicular. El tratamiento

definitivo es la colocación de un tubo pleural.

Neumotórax abierto: el tratamiento es de

extrema urgencia y consiste en cerrar la

herida, se sugiere el ―parche de Heimlich‖, o

en su defecto cualquier apósito estéril, para

evitar el bamboleo mediastínico y sus

consecuencias. Requiere cirugía de urgencia

para realizar hemostasia y reparación

definitiva de la pared y posteriormente

drenaje pleural. Tórax inestable o volet

costal: es un diagnóstico clínico y se asocia

generalmente a fracturas múltiples, como la

fractura de dos o más costillas en dos o más

sitios contiguos ocasionando pérdida de la

continuidad de la pared torácica. El

tratamiento es oxigenación y manejo del

dolor. Hemotórax masivo: se debe a la

acumulación rápida de más de 1500 ml o un

tercio o más de la volemia del paciente en la

cavidad torácica debido a la lesión de vasos

intercostales o mediastínicos. La persistencia

de sangrado a un ritmo de 200 ml o más por

tres horas es indicación de hemotórax. El

diagnóstico se realiza cuando existe

asociación de shock con ausencia de ruidos

respiratorios o matidez a la percusión en un

lado del tórax. El tratamiento de esta

patología es de toracotomía urgente,

reposición de volumen, inhalación de O2 y la

descompresión torácica mediante tubos de

toracostomía únicos o múltiples.

Taponamiento cardíaco es una urgencia

vital. El diagnóstico de taponamiento se hace

a partir de la demostración de un deterioro

hemodinámico en presencia de un derrame

pericárdico moderado o importante, con los

criterios siguientes: ingurgitación yugular,

pulso paradójico e hipotensión arterial. El

tratamiento es el drenaje quirúrgico.

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C. CIRCULACIÓN Y CONTROL DE

HEMORRAGIAS.

El control de hemorragia y shock se hace

difícil ya que el paciente añoso tiene una

capacidad limitada para incrementar su

función cardíaca en respuesta a la pérdida de

sangre con lo cual una de los signos más

tempranos en la pérdida de volumen

sanguíneo es la taquicardia, pierde parte de su

valor. La hipotensión secundaria a pérdida

sanguínea es pobremente tolerada por estos

pacientes. Es preciso monitorizar

tempranamente los ingresos y egresos de

líquidos. La medida más efectiva es la presión

directa sobre el punto sangrante. Se deben

canalizar dos venas de calibre grueso 14 o 16

si el estado hemodinámico lo permite y

suministrar bolos de 250 ml de cristaloides

calientes hasta percibir un adecuado pulso

radial.

D. DÉFICIT NEUROLÓGICO: se deben

evaluar la escala de coma de Glasgow,

pupilas y focalización. Se deben mantener

PAS por encima de 90 mmHg, saturación de

oxígeno por encima de 95% y no se

recomiendo hiperventilar en caso de signos de

hipertensión endocraneana.

E. EXPOSICIÓN Y PREVENCIÓN DE

HIPOTERMIA. Se deben buscar lesiones

ocultas que comprometan la vida del paciente.

Se debe evitar la hipotermia y la pérdida de

calor ya que contribuye al incremento de la

mortalidad en el anciano. Exponer tórax,

abdomen y extremidades, remover prendas

que compriman u oculten sitios lesionados o

sangrantes, ropa mojada o que contenga

potenciales contaminantes. Prevenir

hipotermia con cristaloides tibios, calefacción

ambiental.

TRAUMA PEDIÁTRICO

En el trauma pediátrico la prioridad de

manejo sigue unas prioridades en la

evaluación y tratamiento con el objetivo de

lograr una recuperación sin secuelas. El

ATLS se basa en tres conceptos básicos: tratar

primero lo que pone en peligro la vida del

niño de acuerdo a las prioridades o causas

frecuentes, la falta de diagnóstico no debe

impedir la aplicación de un tratamiento y no

se requiere una historia detallada para iniciar

la evaluación del paciente.

Para una correcta evaluación y tratamiento de

un niño traumatizado es necesario conocer a

fondo las características propias del

crecimiento y desarrollo de los niños, y los

mecanismos propios de la lesión. La

incidencia de traumatismos contusos es

máxima en la población pediátrica con

respecto a los penetrantes que equivalen al

10%. Las caídas son la principal causa de

lesiones y se producen con mayor frecuencia

en los niños menores de 10 años; los

traumatismos de peatones golpeados por

vehículos constituyen el siguiente mecanismo

en frecuencia y suelen afectar a niños de 6 a

10 años. En niños mayores de 12 años el

mecanismo más frecuente de lesión es la

implicación como pasajero o conductor de un

vehículo motorizado. Según las estadísticas,

una lesión es «accidental» en el 87% de los

casos.

La lengua es grande respecto a la cavidad

oral; epiglotis menos rígida y obstaculiza la

glotis en la IOT; laringe más hacia arriba y

adelante; vía aérea subglótica más pequeña y

más deformable y el cartílago de apoyo está

menos desarrollado, importante en presencia

de obstrucción de la vía aérea; los tubos

endotraqueales (TET) sin manguito se usan en

niños menores de 8 años para evitar necrosis

por presión; tráquea de niños pequeños es

corta y puede haber intubación o lesión de un

bronquio, con la posibilidad de que aparezcan

atelectasia y neumotórax; en los lactantes las

costillas son muy deformables y quizá no

mantengan el volumen pulmonar,

especialmente cuando el retorno elástico de

los pulmones aumenta o disminuye la

distensión pulmonar, la respiración

diafragmática entorpece la ventilación eficaz;

la reserva de O2 en lactantes y niños es

limitada; el volumen sanguíneo en un niño es

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de 7 a 8% del peso corporal, y ello equivale a

80 cc/kg de peso corporal. Por eso en el niño

una pérdida de volumen de sangre puede

ocasionar un estado de shock profundo; los

niños son más susceptibles a la deshidratación

por mayor pérdida insensible y están

expuestos a mayor riesgo de hipotermia por

pérdida de calor corporal. Las lesiones por

trauma suelen ser graves y extensas ya que la

energía de impacto es absorbida por una masa

corporal más pequeña. La fontanela abierta en

el lactante, si está abombada o hay diastasis

de suturas, nos debe hacer sugerir una lesión

severa intracraneana. La elevación de la

presión intracraneana por edema cerebral es

más frecuente que en el adulto. El vómito y

convulsiones son frecuentes y autolimitadas

independientemente de la gravedad del

trauma. Si hay desviación mediastinal es

severa, el deterioro cardiovascular y

respiratorio es rápido. Se requiere una fuerza

importante para que se produzcan fracturas

debido a la absorción de la energía por las

partes blandas. Es común observar lesiones de

tórax sin fracturas costales. En niños todos los

sistemas deben ser considerados lesionados

hasta demostrar lo contrario.

Se utiliza el índice de gravedad por trauma,

los cuales pretenden cuantificar las lesiones

que sufre el paciente mediante graduación

numérica de los trastornos anatómicos y

funcionales. La cuantificación da como

resultado una categorización del paciente.

Fuente: Adaptada de: Tepas JJ 3rd, Mollitt DL, Talbert JL et al. The

pediatric Trauma Score as a predictor of injury severity in the injured

child. J Pediatr Surg 1987; 22(1): 14-18.

EVALUACIÓN Y MANEJO DEL

PACIENTE PEDIÁTRICO CON

TRAUMA

Evaluación primaria: las prioridades de

tratamiento se deben establecer de una

manera lógica y la secuencia de estas

prioridades se basa en la correcta evaluación

del niño. El manejo y reanimación inicial del

niño consiste en el ABCDE.

A: VÍA AÉREA CON PROTECCIÓN

CERVICAL: el manejo incluye

inmovilización manual y con collarín del a

columna cervical, siendo en los niños la

maniobra de tracción mandibular o la

subluxación mandibular las más usadas.

Para la inmovilización del niño se recomienda

tabla pediátrica especial o colocación de una

toalla bajo la espalda para mantener la

alineación de la columna cervical. Se deben

colocar inmovilizadores cefálicos.

Predecir el grado de dificultad en la vía aérea

de los niños no es fácil, ya que los predictores

que se usan en los pacientes adultos no

pueden ser aplicados a los niños. Los

predictores que han mostrado buena

sensibilidad y especificidad, como la

protrusión mandibular, la clasificación de

Mallampati y el movimiento de la articulación

atlantooccipital son muy difíciles de evaluar

en los niños, especialmente en los menores de

3 años.

Causas y tratamiento de las obstrucciones

de la vía aérea en niños

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65

La simple inspección nos aporta información

muy útil, sobre todo cuando el niño llora o se

está alimentando, pues podemos evaluar

simultáneamente la apertura oral, la lengua, la

dentadura, la coordinación velopalatina y la

permeabilidad de toda la vía aérea. Si hay

obstrucción anatómica de la vía aérea por

mala posición de la cabeza, debe alinear los

tres ejes, estabilizar la cabeza con un aro

alrededor, almohadilla debajo de los hombros.

Si hay presencia de cuerpos extraños en la

vía aérea: aspirar sangre y secreciones bajo

visión directa con laringoscopia, oxigenar al

paciente. La permeabilidad de la vía aérea se

puede lograr en paciente inconsciente

colocando directamente una cánula

orofaríngea o cánula nasofaríngea.

Tamaño de las cánulas orofaríngeas para el

niño

El uso de máscara laríngea es muy útil en el

manejo de la vía aérea pediátrica difícil;

puede utilizarse como dispositivo

supraglótico definitivo o como medio para la

intubación endotraqueal. En caso de

obstrucción glótica o subglótica, obstrucción

de la vía aérea, escenarios en los que la

presión en la vía aérea es más alta que la

presión de sellado de la máscara con la

faringe permitiendo que el aire se escape, en

trauma laríngeo o anomalías congénitas de la

laringe, abscesos y epiglotitis no debe usarse.

Es útil en situaciones en las que la ventilación

con máscara facial o la intubación traqueal es

difícil o en la situación ―no ventilación – no

intubación‖, como un puente entre la

ventilación con mascarilla facial y la

intubación y puede facilitar el uso de

dispositivos para la intubación endotraqueal

en situaciones de vía aérea difícil. La máscara

tiene múltiples tamaños de modo que es

posible utilizarla en pacientes de cualquier

edad y peso.

Una vez se logre despejar la vía aérea y se

garantice un adecuado plano anestésico, se

debe intentar la intubación traqueal. La

intubación forzada con la glotis cerrada se

debe evitar porque produce trauma en la vía

aérea y empeora la situación de obstrucción

con desaturación, hipoxia y bradicardia

secundaria.

El tamaño del tubo endotraqueal debe ser el

apropiado, teniendo preparados, además, uno

de tamaño superior y otro inferior, por si

fueran necesarios. Hay distintas formas para

estimar el diámetro adecuado según la edad.

Para > 2 años puede emplearse la siguiente

fórmula: Número del tubo (diámetro

interno) = 4 + edad en años/4. Un método simple puede ser la utilización de

diámetros de tubo endotraqueal iguales al

dedo meñique del niño. Igualmente, puede

calcularse la profundidad de introducción del

tubo orotraqueal multiplicando el diámetro

interno por 3 o mediante la fórmula edad

(años)/2 +12. El tubo debe introducirse hasta

dejarlo a 1-2 cms por encima de la carina, de

modo que podamos ventilar ambos bronquios.

Se debe elegir el tamaño adecuado para cada

paciente. López Herce, J.; Calvo, C.;Lorente,

M.J.; Baltodano, A. Manual de Cuidados

Intensivos Pediátiricos. 2ª edición.. Ed.

Publimed. 2004.

Una vez intubado se debe evaluar la

intubación buscando signos primarios como

expansión torácica simétrica, columna de aire,

auscultación en al menos 5 puntos del tórax,

mejoría de la saturación y color del paciente.

 EDAD Prematuro RN< 6

meses

6-12

meses

1-2 años 2-5 años 5-8 años >8años

Canula

Orofaríngea

0 0 1 2 3 4 04-may

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O la confirmación secundaria con dispositivos

para detectar CO2, radiografía de tórax.

B: VENTILACIÓN Y DESCARTAR LAS

PATOLOGÍAS QUE AMENAZAN LA

VIDA

El manejo inicial de la ventilación en los

niños empieza con una buena técnica con la

máscara facial y las maniobras iniciales para

permeabilizar la vía aérea, descartando la

presencia de cuerpos extraños, regurgitación,

sangre o secreciones en la vía aérea, que

requieren la remoción inmediata con succión

bajo visión directa con laringoscopia.

Apoyar la ventilación con bolsa – máscara

con reservorio, oxígeno al 100%. La

ventilación por BVM en los niños es un

medio eficiente de ventilación. Se puede

ventilar a una frecuencia de 8 – 10 por minuto

(1 ventilación cada 6 a 8 segundos) en caso de

disponibilidad de una vía aérea avanzada o 1

ventilación cada 3 a 5 segundos sin

dispositivo avanzado para la vía aérea. No se

debe hiperventilar al paciente con trauma

craneoencefálico.

El trauma cerrado de tórax (contuso)

representa la forma más frecuente de

presentación en niños (60-80%). El trauma

penetrante puede provenir desde la pared

torácica o a través de la vía aérea. El trauma

no penetrante de pared torácica inferior se

asocia a lesiones en cuello, abdominales, y

columna cervical.

Neumotórax a tensión: es más frecuente en

niños que en adultos. El diagnóstico es

clínico. Se observa ingurgitación yugular en

niños mayores, asimetría de la ventilación con

timpanismo a la percusión, ruidos

respiratorios ausentes en hemitórax afectado y

ruidos cardiacos desviados al lado

contralateral. La compresión de la vena cava

con dificultad para el retorno venoso produce

descenso del gasto cardíaco. El tratamiento es

la descompresión inmediata con aguja en el 2°

espacio intercostal, luego colocación de un

tubo de drenaje pleural. Neumotórax

abierto: Se trata inicialmente ocluyendo la

herida con un apósito lubricado o

impermeable, o bolsillo de Heimlich fijado

por tres de sus cuatro bordes de forma que

pueda salir el aire durante la espiración y se

impida su entrada en la inspiración. Tórax

inestable o Volet costal: es un hallazgo

infrecuente en niños (1%), debido a la

elasticidad de la caja torácica. El movimiento

paradójico y la contusión pulmonar

subyacente (80% de casos) son causa de

hipoxia, que se agrava por la hipoventilación

desencadenada por el dolor. Los niños toleran

bien los segmentos móviles anteriores pero

mal los posterolaterales al interferir con los

movimientos del diafragma. El diagnóstico es

EDAD Y/O

PESO

Nº Tubo

Endotraqueal

<1kg 2-2,5

1-2 kg 3

2-3 kg 3,5

>3kg 9--10

R.N y < 6

meses10--12

6-12 meses 4 12

1-2 años 4-4,5 13-14

2-5 años 14-16

5-8 años 16-18

> 8 años 18-22

Cms a introducir

por boca

6,5-7

7--8

8--9

3,5-4

Nº tubo x

3

4 +(edad / 4)(años)

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clínico. El tratamiento consiste en una

analgesia correcta y oxigenación del paciente.

Hemotórax masivo: es raro en niños, y se

define como la presencia de sangre en cavidad

pleural que compromete el estado

hemodinámico; si la cantidad de sangre

supera 20 mL/kg o el 25% de la volemia se

denomina hemotórax masivo. Es causado por

lesión de vasos de gran tamaño, estallido

pulmonar o rotura cardíaca. El diagnóstico es

clínico, se encuentra matidez a la percusión

en el lado afectado y la presencia de choque

casi constante. El tratamiento es el drenaje

urgente con tubo de toracostomía en el quinto

espacio intercostal y reposición enérgica de la

volemia. Está indicada la toracotomía si existe

un débito inicial de 20 mL/kg; gasto de 3

mL/kg/h, si supera el 20-30% de la volemia,

existe inestabilidad hemodinámica refractaria

sin otro foco o la presencia de heridas

penetrantes en el área medioesternal o

interescapular. La pérdida de 3% de la

volemia por el tubo de tórax en 1 hora o

durante un período de observación de 4 horas

de 2-4 mL/kg/hora también es indicación de

toracotomía. Taponamiento cardíaco: poco

frecuente en niños. El diagnóstico es clínico

con la triada de Beck (ingurgitación yugular,

hipotensión arterial refractaria a líquidos y

ruidos cardíacos velados) presente en un

tercio de los casos. Puede apreciarse herida en

tórax, signo de Kussmaul (aumento de presión

venosa en inspiración), pulso paradójico

(descenso de tensión arterial en inspiración).

El tratamiento inmediato consiste en colocar

un tubo a tórax en el cuarto espacio

intercostal, línea axilar media. No olvide

recolectar la sangre para autotransfusión (50

cc de citrato por cada 500 cc de sangre

recolectada en el frasco). Siempre avisar al

cirujano siendo necesaria la cirugía si persiste

un sangrado activo.

Contusión pulmonar: es la lesión más

frecuente en los niños con trauma torácico

cerrado (50%). El diagnóstico se basa en la

clínica de dificultad respiratoria progresiva

con posibilidad de dolor pleurítico y

hemoptisis, crépitos a la auscultación y un

infiltrado pulmonar en la radiografía. Las

manifestaciones clínico radiológicas pueden

tardar horas en aparecer con un máximo a las

24-36 horas; la radiografía de tórax puede ser

normal o mostrar condensaciones focales o

difusas. La resolución de la contusión se

produce entre el 2º y 6º día si no surgen

complicaciones (formación de atelectasias,

sobreinfección y SDRA). El tratamiento en

casos leves consiste en administración de

oxígeno, analgesia y fisioterapia, restricción

de líquidos.

Lesiones aórticas: son muy raras pero la

rotura aórtica lleva a la muerte inmediata en

el 75 a 90% de los casos. En el 10 a 20% de

los pacientes sobrevivientes se debe a que la

sangre aórtica es contenida por la adventicia,

pleura y tejido mediastínico subyacente. Para

el diagnóstico se debe tener un alto índice de

sospecha, ya que entre un 30% y un 50% de

los pacientes no tienen evidencia de lesión

externa en la pared torácica. El síntoma más

frecuentemente es el dolor retroesternal o

interescapular asociado a disfagia, disnea,

estridor, hipertensión en miembros superiores,

pérdida de pulsos femorales o paraplejia. El

tratamiento es la toracotomía urgente con

reparación quirúrgica precoz.

C: CIRCULACIÓN Y CONTROL DE

HEMORRAGIAS

En el niño sano una pérdida de la volemia de

10 al 15% puede ser bien tolerado por su

reserva fisiológica aumentada. La evaluación

de los pulsos centrales y periféricos, el

llenado capilar, el color y temperatura de la

piel, mala perfusión cutánea, la presión

arterial son los signos para reconocer la

hipovolemia en forma temprana. Un niño frío

y taquicárdico ante la usencia de brazalete

pediátrico para medir presión arterial, está en

shock hipovolémico hasta demostrar lo

contrario. Una presión arterial sistólica

normal no es indicativa de una adecuada

hemodinamia, ya que los niños poseen gran

reserva fisiológica (80cc/kg); la pérdida de

45% de la volemia puede generar hipotensión.

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Si hay un pulso periférico palpable se

correlaciona con una PAS mayor de 80

mmHg y un pulso central palpable con PAS

de 50-60 mmHg.

Hay que colocar dos vía venosas periféricas

con un máximo de tres intentos o canalizar

una vía intraósea. No se deben canalizar

extremidades fracturadas. Se debe iniciar

infusión de soluciones cristaloides isotónicas

2 bolos de 20cc/kg, calientes a 39 °C,

mantener al niño abrigado. No se deben

calentar hemoderivados, coloides ni

soluciones con glucosa. Si la glucometría

muestra menos de 45 mg/dl, se recomienda

administrar solución glucosada 10% 2 ml/kg

en bolo. Después de 2 bolos de 20 cc/kg debe

valorarse la necesidad de transfundir hematíes

y la conveniencia de seguir coloides. Se

deben controlar las hemorragias externas con

compresión directa sobre el sitio del sangrado.

No hay recomendaciones de hipotensión

permisiva en niños. Sólo se recomienda el uso

de torniquete en amputaciones traumáticas.

Tomado de An Pediatr (Barc). 2006; 65 (6):586-60

D: DÉFICIT NEUROLÓGICO

La primera evaluación neurológica deberá

identificar alteraciones del estado de

conciencia o signos de herniación cerebral y

debe incluir: Estado de conciencia: escala de

coma de Glasgow, Pupilas (tamaño, simetría

y respuesta a la luz), y signos de focalización.

Se deben evitar la hipotensión y la hipoxia ya

que son causa principal de daño neurológico

secundario.

Tomado de An Pediatr (Barc). 2006; 65 (6):586-606.

Hay otra escala básica para evaluar el nivel de

consciencia, la AVDI:

A- ALERTA

V- RESPONDE A ESTIMULOS

VERBALES

D -RESPONDE A DOLOR

I – INCONSCIENCIA

Evaluación pupilar: se debe evaluar la

respuesta pupilar a la luz, el tamaño de las

pupilas y la simetría de las mismas.

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E: EXPOSICIÓN Y CONTROL DE

HIPOTERMIA

Se deben retirar prendas de vestir, exponer el

cuerpo y realizar movimientos en bloque para

buscar posibles lesiones en la espalda del

niño. Hay que recordar que los niños pierden

más calor por lo cual se debe evitar la

hipotermia la cual puede agravar el shock,

calentar el ambiente donde se encuentre el

niño.

TRAUMA EN EL PACIENTE OBESO

La obesidad se asocia con un aumento en las

complicaciones y un factor de riesgo

independiente para la mortalidad hospitalaria.

Los pacientes obesos con trauma están en

mayor riesgo de choque hipovolémico

temprano. La obesidad es un problema en el

manejo del paciente en el servicio de

urgencias. El abordaje del paciente obeso es

el ABCDE. Los hombres obesos tienen un

riesgo mucho mayor de lesiones en la región

superior del cuerpo durante un accidente.

A-vía aérea y ventilación: aérea difícil.

Dificultades de manejo de vía aérea: flacidez

de la cavidad oral y pérdida de la anatomía, la

lengua afecta la laringoscopia y la obesidad

contribuye a esta dificultad, la presencia de

paladar blando redundante, es más difícil

encontrar las estructuras que determinan un

cuello corto y grueso y no aplicar adecuada

presión cricoidea y provocar insuflación

gástrica.

La nemotecnia LEMON se ha sugerido como

un método de evaluar la vía aérea previa a la

intubación y es recomendada en el paciente

obeso: L: Look: observar externamente para

identificar condiciones predictoras de vía

aérea difícil (Obesidad. Cuello corto, masas,

trauma de cuello a cara, lengua protruyente,

ausencia de piezas dentales, alteración de

oclusión, mandíbula pequeña, barba y

pacientes ancianos con pérdida de tejido

facial. E: Evaluate: evaluar regla de 3-3-2.

Esta regla puede detectar una vía aérea difícil.

En promedio se puede decir que la mayoría de

los pacientes cumplen los criterios. (3 traveses

de dedo de apertura oral y buen movimiento

mandibular – 3 traveses de dedo del mentón

al hioides y 2 traveses de dedo del piso de la

boca al cartílago tiroides). M: Mallampati:

clasificación de la relación de la lengua y las

demás estructuras del istmo de las fauces. O:

Obstruction: considerar posible obstrucción

de vía aérea. (Epiglotitis, hematoma del

cuello, trauma o malignidad, edema de la vía

aérea por alergia o quemadura) N: Neck

mobility: movilidad del cuello, trauma o

patología que imposibilite o limite la

extensión.

En el paciente obeso la vía aérea tiene

dificultades importantes: Apertura bucal

restringida; Infiltración grasa de partes

blandas (faringe y peri-glótico más

pequeñas); Laringe anterior más frecuente;

Movilidad cervical disminuida,

circunferencia cervical aumentada,

disfunción de centros respiratorios.

Síndrome de obesidad-hipoventilación o

síndrome de Pickwick: disminución de los

niveles de oxígeno en sangre y un aumento de

los de dióxido de carbono, somnolencia

diurna incontrolable.

Administrar siempre oxígeno a flujo alto, con

alta concentración a todos, ya que están

crónicamente hipóxicos. Ventilación manual:

es difícil sellar adecuadamente la mascarilla

de ventilación y se recomienda utilizar la

técnica de 2-personas 4-manos para ventilar,

esto debido al incremento del peso de las

paredes torácica y abdominal, aumento del

grosor facial, tejidos faríngeos redundantes,

longitud de la lengua aumentada y tendencia

del hombre obeso a tener vello facial. En

pacientes con obesidad severa o súper obesos,

la presión requerida para ventilar

manualmente con BVM puede simplemente

ser imposible.

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La Sociedad Americana de Anestesiólogos

sugiere el uso de un dispositivo supraglótico

en los casos de intubación traqueal y

ventilación con bolsa mascarilla en pacientes

obesos.

Intubación endotraqueal: Se puede utilizar

una mascarilla laríngea o fast Track, ésta es la

opción ideal para el manejo de la vía aérea en

estos pacientes.

Manejo quirúrgico de la vía aérea: la

cricotiroidectomía es más difícil por aumento

del grosor y circunferencia del cuello,

secundario a la cantidad de tejido adiposo,

pérdida de la anatomía y dificultad o

incapacidad para la hiperextensión.

Preoxigenación: Es vital, ya que en el obeso

parte de la desaturación de oxígeno es el

resultado de una reducción de la capacidad

residual funcional durante los periodos de

apnea; 90% de los obesos pueden sufrir

desaturación de oxígeno en menos de 3

minutos. La administración de oxígeno al

100% con CPAP a 10 cmH2O disminuye las

atelectasias durante 3 minutos y mejora los

periodos sin la apnea. La reserva de O2 es

disminuida, el consumo de O2 aumentado,

menor tolerancia a periodos de apnea y

desaturación rápida pos intubación todo eso

lleva a la necesidad de aplicar O2

precozmente en el paciente traumático.

B Ventilación: buscar las patologías que

amenazan la vida del paciente: neumotórax a

tensión, neumotórax abierto, taponamiento

cardíaco, tórax inestable y hemotórax masivo.

Un concepto importante a considerar cuando

vamos a tratar un neumotórax a tensión es el

largo de la aguja, para lo cual debemos

considerar el espesor de la pared torácica.

Lamentablemente no hay estudios con

respecto al diámetro del lumen de la aguja

para permitir la salida de suficiente aire. Pero

una 14G parece suficiente. La guja de

Descompresión Torácica – ARS es de

Calibre 14G x 8,25 cm, lo cual podría facilitar

el drenaje en ese 6% de los pacientes que

tiene un grosor de pared mayor a 6 cms como

es el caso del paciente obeso.

Tomado de http://ies-emergencias.com/aguja-de-descompresion-

toracica-ars/

Manejo cardiovascular: hay dificultades en

la disponibilidad de esfigmomanómetros

adecuados (el ancho del manguito debe ser

del 40-50% de la circunferencia del brazo

superior para que cubra el brazo en su

totalidad 80% de la circunferencia).

C. CIRCULACIÓN Y CONTROL DE

HEMORRAGIAS: la medida más efectiva

es la presión directa sobre el punto sangrante.

Se deben canalizar dos venas de calibre

grueso 14 o 16 si el estado hemodinámico lo

permite y suministrar bolos de 250 ml de

cristaloides calientes. Se requiere mayor

profundidad de inserción necesaria para la

venopunción.

D. DÉFICIT NEUROLÓGICO: se deben

evaluar la escala de coma de Glasgow,

pupilas y focalización.

E. EXPOSICIÓN Y PREVENCIÓN DE

HIPOTERMIA. Se deben buscar lesiones

ocultas que comprometan la vida del paciente.

Se debe evitar la hipotermia y la pérdida de

calor. Exponer tórax, abdomen y

extremidades, remover prendas que

compriman u oculten sitios lesionados o

sangrantes, ropa mojada o que contenga

potenciales contaminantes. Prevenir

hipotermia con cristaloides tibios, calefacción

ambiental. Bibliografía

Page 71: CAPITULO 1 - biblioteca.salamandra.edu.co...El siguiente paso a seguir en el abordaje inicial del paciente con trauma múltiple es valorar la presencia de signos de perfusión, que

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