Capítulo 33 Los discursos de Eliú

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Capítulo 33 Los discursos de Eliú Una vez que Job había silenciado a sus tres amigos, habla el joven Eliú. Es un personaje por demás interesante. En este libro solamente él tiene genealogía, 32.2. Su nombre quiere decir, “Dios es Él”, o “Dios mismo”. Era descendiente de Buz, quien era sobrino de Abraham según Génesis 22.21. Job había expresado el deseo de contar con un mediador que actuara entre él y Dios; “No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre nosotros dos”, 9.33. Esta es la posición que Eliú asume. Él afirma hablar por inspiración del Espíritu de Dios, 32.8,18, 33.4. En algunos aspectos es un cuadro de Aquel de quien fue dicho, “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, 1 Timoteo 2.5. Él reta a Job en cuanto a cuatro de las declaraciones suyas acerca de sí mismo. “Yo soy limpio y sin defecto; soy inocente, y no hay maldad en mí”, 33.9. También se dirige a las cuatro acusaciones que Job había hecho contra Dios. “Él buscó reproches contra mí, y me tiene por su enemigo; puso mis pies en el cepo, y vigiló todas mis sendas”, 33.10,11. Como respuesta a las declaraciones de Job acerca de sí y de Dios, Eliú expone cuatro maneras en que Dios habla al hombre para hacerle ver su verdadera condición como pecador y quitar de él la soberbia, 33.17. Tenemos aquí el evangelio en miniatura. Él habla: en un sueño, v. 15 por preservar del peligro, v. 18 en una enfermedad grave, vv 19 al 22 por un mensajero o predicador, v. 23. Cuando un pecador confiesa, “Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado”, v. 27, entonces Dios interviene; “Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención”, v. 24. “Su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud. Orará a Dios, y éste le amará, y verá su faz con júbilo; y restaurará al hombre su justicia”, 33.25,26. Son cuatro consecuencias para la persona así librada: es hecho hijo de Dios ora ve la faz de Dios está justificada ante Dios. .Job había aprendido estas lecciones importantes cuando Dios le habló desde un torbellino, y con los mismos resultados felices, 42.5,6. Los grandes principios del evangelio son los mismos en nuestros días como eran en los de Job. Primero debe haber arrepentimiento, luego confesión, seguida por la aceptación por fe del remedio que Dios ofrece, el rescate pagado. Sólo por estos medios se encuentra la respuesta a la pregunta de 9.2: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?” Al ver los tres amigos de Job que éste se consideraba un hombre recto, dejaron de responderle. 2 Pero Eliú hijo de Baraquel de Buz, de la familia de Ram, se enojó mucho con Job porque, en vez de justificar a Dios, se había justificado a sí mismo. 3 También se enojó con los tres amigos porque no habían logrado refutar a Job, y sin embargo lo habían condenado. 4 Ahora bien, Eliú había estado esperando antes de dirigirse a Job, porque ellos eran mayores de edad; 5 pero al ver que los tres amigos no tenían ya nada que decir, se encendió su enojo. 6 Y habló Eliú hijo de Baraquel de Buz:

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Capítulo 33 Los discursos de Eliú

Una vez que Job había silenciado a sus tres amigos, habla el joven Eliú. Es un personaje por demás interesante. En este libro solamente él tiene genealogía, 32.2.

Su nombre quiere decir, “Dios es Él”, o “Dios mismo”. Era descendiente de Buz, quien era sobrino de Abraham según Génesis 22.21. Job había expresado el deseo de contar con un mediador que actuara entre él y Dios; “No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre nosotros dos”, 9.33. Esta es la posición que Eliú asume. Él afirma hablar por inspiración del Espíritu de Dios, 32.8,18, 33.4. En algunos aspectos es un cuadro de Aquel de quien fue dicho, “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, 1 Timoteo 2.5. Él reta a Job en cuanto a cuatro de las declaraciones suyas acerca de sí mismo. “Yo soy limpio y sin defecto; soy inocente, y no hay maldad en mí”, 33.9. También se dirige a las cuatro acusaciones que Job había hecho contra Dios. “Él buscó reproches contra mí, y me tiene por su enemigo; puso mis pies en el cepo, y vigiló todas mis sendas”, 33.10,11. Como respuesta a las declaraciones de Job acerca de sí y de Dios, Eliú expone cuatro maneras en que Dios habla al hombre para hacerle ver su verdadera condición como pecador y quitar de él la soberbia, 33.17. Tenemos aquí el evangelio en miniatura. Él habla: en un sueño, v. 15 por preservar del peligro, v. 18 en una enfermedad grave, vv 19 al 22 por un mensajero o predicador, v. 23.

Cuando un pecador confiesa, “Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado”, v. 27, entonces Dios interviene; “Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención”, v. 24. “Su carne será más tierna que la del niño, volverá a los días de su juventud. Orará a Dios, y éste le amará, y verá su faz con júbilo; y restaurará al hombre su justicia”, 33.25,26. Son cuatro consecuencias para la persona así librada: es hecho hijo de Dios ora ve la faz de Dios está justificada ante Dios. .Job había aprendido estas lecciones importantes cuando Dios le habló desde un torbellino, y con los mismos resultados felices, 42.5,6. Los grandes principios del evangelio son los mismos en nuestros días como eran en los de Job. Primero debe haber arrepentimiento, luego confesión, seguida por la aceptación por fe del remedio que Dios ofrece, el rescate pagado. Sólo por estos medios se encuentra la respuesta a la pregunta de 9.2: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?”

Al ver los tres amigos de Job que éste se consideraba un hombre recto, dejaron de responderle.2 Pero Eliú hijo de Baraquel de Buz, de la familia de Ram, se enojó mucho con Job porque, en vez de justificar a Dios, se había justificado a sí mismo. 3 También se enojó con los tres amigos porque no habían logrado refutar a Job, y sin embargo lo habían condenado. 4 Ahora bien, Eliú había estado esperando antes de dirigirse a Job, porque ellos eran mayores de edad; 5 pero al ver que los tres amigos no tenían ya nada que decir, se encendió su enojo. 6 Y habló Eliú hijo de Baraquel de Buz:

Primer discurso de Eliú

«Yo soy muy joven, y ustedes ancianos;    por eso me sentía muy temeroso    de expresarles mi opinión.7 Y me dije: “Que hable la voz de la experiencia;    que demuestren los ancianos su sabiduría.”8 Pero lo que da entendimiento al *hombre    es el espíritu[a] que en él habita;    ¡es el hálito del *Todopoderoso!9 No son los ancianos[b] los únicos sabios,    ni es la edad la que hace entender lo que es justo.

10 »Les ruego, por tanto, que me escuchen;    yo también tengo algo que decirles.11 Mientras hablaban, me propuse esperar    y escuchar sus razonamientos;mientras buscaban las palabras,12 

    les presté toda mi atención.Pero no han podido probar que Job esté equivocado;

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    ninguno ha respondido a sus argumentos.13 No vayan a decirme: “Hemos hallado la sabiduría;    que lo refute Dios, y no los hombres.”14 Ni Job se ha dirigido a mí,    ni yo he de responderle como ustedes.

15 »Job, tus amigos están desconcertados;    no pueden responder, les faltan las palabras.16 ¿Y voy a quedarme callado ante su silencio,    ante su falta de respuesta?17 Yo también tengo algo que decir,    y voy a demostrar mis *conocimientos.18 Palabras no me faltan;    el espíritu que hay en mí me obliga a hablar.19 Estoy como vino embotellado,    como vino en odre nuevo a punto de estallar.20 Tengo que hablar y desahogarme;    tengo que abrir la boca y dar respuesta.21 No favoreceré a nadie    ni halagaré a ninguno;22 Yo no sé adular a nadie;    si lo hiciera,[c] mi Creador me castigaría.33 »Te ruego, Job, que escuches mis palabras,    que prestes atención a todo lo que digo.2 Estoy a punto de abrir la boca,    y voy a hablar hasta por los codos.3 Mis palabras salen de un *corazón honrado;    mis labios dan su opinión sincera.4 El Espíritu de Dios me ha creado;    me infunde vida el hálito del *Todopoderoso.5 Contéstame, si puedes;    prepárate y hazme frente.6 Ante Dios, tú y yo somos iguales;    también yo fui tomado de la tierra.7 No debieras alarmarte ni temerme,    ni debiera pesar mi mano sobre ti.

8 »Pero me parece haber oído que decías    (al menos, eso fue lo que escuché):9 “Soy inocente. No tengo pecado.    Estoy limpio y libre de culpa.10 Sin embargo, Dios me ha encontrado faltas;    me considera su enemigo.11 Me ha sujetado los pies con cadenas    y vigila todos mis pasos.”

12 »Pero déjame decirte que estás equivocado,    pues Dios es más grande que los *mortales.13 ¿Por qué le echas en cara    que no responda a todas tus[d] preguntas?[e]

14 Dios nos habla una y otra vez,    aunque no lo percibamos.15 Algunas veces en sueños,    otras veces en visiones nocturnas,cuando caemos en un sopor profundo,    o cuando dormitamos en el lecho,16 él nos habla al oído    y nos aterra con sus advertencias,17 para apartarnos de hacer lo malo    y alejarnos de la soberbia;18 para librarnos de caer en el sepulcro    y de cruzar el umbral de la muerte.[f]

19 A veces nos castiga con el lecho del dolor,    con frecuentes dolencias en los huesos.20 Nuestro ser encuentra repugnante la comida;    el mejor manjar nos parece aborrecible.

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21 Nuestra carne va perdiéndose en la nada,    hasta se nos pueden contar los huesos.22 Nuestra vida va acercándose al sepulcro,    se acerca a los heraldos de la muerte.

23 »Mas si un ángel, uno entre mil,    aboga por el *hombre y sale en su favor,    y da constancia de su rectitud;24 si le tiene compasión y le ruega a Dios:    “Sálvalo de caer en la tumba,    que ya tengo su rescate”,25 entonces el hombre rejuvenece;    ¡vuelve a ser como cuando era niño!26 Orará a Dios, y él recibirá su favor;    verá su rostro y gritará de alegría,    y Dios lo hará volver a su estado de inocencia.27 El hombre reconocerá públicamente:[g]

    “He pecado, he pervertido la justicia,    pero no recibí mi merecido.28 Dios me libró de caer en la tumba;    ¡estoy vivo y disfruto de la luz!”

29 »Todo esto Dios lo hace    una, dos y hasta tres veces,30 para salvarnos de la muerte,    para que la luz de la vida nos alumbre.

31 »Préstame atención, Job, escúchame;    guarda silencio, que quiero hablar.32 Si tienes algo que decir, respóndeme;    habla, que quisiera darte la razón.33 De lo contrario, escúchame en silencio    y yo te impartiré sabiduría.»

Capítulo 33 Los discursos de Eliú

Una vez que Job había silenciado a sus tres amigos, habla el joven Eliú. Es un

personaje por demás interesante. En este libro solamente él tiene genealogía, 32.2.

Su nombre quiere decir, “Dios es Él”, o “Dios mismo”. Era descendiente de Buz,

quien era sobrino de Abraham según Génesis 22.21.

Job había expresado el deseo de contar con un mediador que actuara entre él y

Dios; “No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre nosotros dos”, 9.33.

Esta es la posición que Eliú asume. Él afirma hablar por inspiración del Espíritu de

Dios, 32.8,18, 33.4. En algunos aspectos es un cuadro de Aquel de quien fue dicho,

“Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo

hombre”, 1 Timoteo 2.5.

Él reta a Job en cuanto a cuatro de las declaraciones suyas acerca de sí mismo. “Yo

soy limpio y sin defecto; soy inocente, y no hay maldad en mí”, 33.9. También se

dirige a las cuatro acusaciones que Job había hecho contra Dios. “Él buscó

reproches contra mí, y me tiene por su enemigo; puso mis pies en el cepo, y vigiló

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todas mis sendas”, 33.10,11. Como respuesta a las declaraciones de Job acerca de sí y de Dios, Eliú expone

cuatro maneras en que Dios habla al hombre para hacerle ver su verdadera

condición como pecador y quitar de él la soberbia, 33.17. Tenemos aquí el

evangelio en miniatura. Él habla:

en un sueño, v. 15

por preservar del peligro, v. 18

en una enfermedad grave, vv 19 al 22

por un mensajero o predicador, v. 23.

Cuando un pecador confiesa, “Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado”,

v. 27, entonces Dios interviene; “Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de

descender al sepulcro, que halló redención”, v. 24. “Su carne será más tierna que la

del niño, volverá a los días de su juventud. Orará a Dios, y éste le amará, y verá su

faz con júbilo; y restaurará al hombre su justicia”,

33.25,26. Son cuatro consecuencias para la persona así

librada:

es hecho hijo de Dios

ora

ve la faz de Dios

está justificada ante Dios.

.Job había aprendido estas lecciones importantes cuando

Dios le habló desde un torbellino, y con los mismos

resultados felices, 42.5,6. Los grandes principios del

evangelio son los mismos en nuestros días como eran en los de Job. Primero debe

haber arrepentimiento, luego confesión, seguida por la aceptación por fe del

remedio que Dios ofrece, el rescate pagado. Sólo por estos medios se encuentra la

respuesta a la pregunta de 9.2: “¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?”

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