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LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA Y EL CONCEPTO PARTICIPACIÓN AL INTERIOR DEL URBANISMO Arq. HERNANDO CARVAJALINO BAYONA E-mail: [email protected] Tesis para optar al título de maestría en urbanismo 1999 ____________________________ INTRODUCCION A continuación, se expondrán los argumentos preliminares que respaldan la tesis. Estos se sustentarán, tanto en la experiencia vivencial del autor en diversos barrios populares de la ciudad, como también, en las razones e ideas que fundamentan el tema, entendido éste, como la necesidad de tender los hilos que conecten una nueva relación entre el urbanismo, la arquitectura y la participación popular, como estrategia para intervenir en la periferia de nuestras ciudades. Así mismo, se explicará la estructura adoptada para desarrollar el trabajo de investigación y una síntesis de cada uno de los capítulos, los cuales necesariamente, atenderán los planteamientos teóricos propuestos en las hipótesis de la tesis y en cada uno de los objetivos señalados en la misma. 1

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LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEAY EL CONCEPTO PARTICIPACIÓN

AL INTERIOR DEL URBANISMO

Arq. HERNANDO CARVAJALINO BAYONAE-mail: [email protected]

Tesis para optar al título de maestría en urbanismo 1999

____________________________

INTRODUCCION

A continuación, se expondrán los argumentos preliminares que respaldan la tesis. Estos se sustentarán, tanto en la experiencia vivencial del autor en diversos barrios populares de la ciudad, como también, en las razones e ideas que fundamentan el tema, entendido éste, como la necesidad de tender los hilos que conecten una nueva relación entre el urbanismo, la arquitectura y la participación popular, como estrategia para intervenir en la periferia de nuestras ciudades.

Así mismo, se explicará la estructura adoptada para desarrollar el trabajo de investigación y una síntesis de cada uno de los capítulos, los cuales necesariamente, atenderán los planteamientos teóricos propuestos en las hipótesis de la tesis y en cada uno de los objetivos señalados en la misma.

“Se debería esperar y saquear toda una vida, a ser posible una larga vida, y después, por fin, mas tarde, quizá se sabrían escribir las diez líneas que serían buenas”. Rainer María Rilke.

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A. Inicialmente, un sesgo desde lo vivencial...

La ciudad en el contexto de su periferia, de sus barrios, ha sido el escenario en el que he

desarrollado mi práctica como arquitecto en estrecha relación con el tema del hábitat popular,

tanto a nivel de estudios e investigaciones, como también, en el diseño, planeación, gestión y

ejecución de proyectos con pobladores urbanos. En este escenario, desconocido para un

arquitecto que la universidad formó para desarrollar otro tipo de proyectos, atender una población

distinta, y a quien entregó unos conocimientos académicos muy distantes de este nuevo

escenario, van surgiendo en un principio diversos conflictos entre lo académico y lo popular,

entre lo puramente técnico y la complejidad social y urbana de la ciudad periférica, conflictos que

necesariamente, obligaron a repensar mi papel como arquitecto y como asesor de procesos

habitacionales populares, a redefinirlo a partir de la experiencia cotidiana en diversos barrios y

asentamientos, y mediante una búsqueda conceptual que le permitiera a la arquitectura abrirse

otros caminos en este contexto, recorrido planteado como proyecto de vida personal durante

varios años de ejercicio profesional (1983 - 1998), en los cuales uno de los replanteamientos

fundamentales - y objeto de estudio de la tesis - fue la necesaria aproximación y participación de

los pobladores urbanos en la concepción de sus propios proyectos espaciales - tanto

arquitectónicos, como urbanísticos -, campos asignados por la academia, como territorios casi

exclusivos de arquitectos y urbanistas.

Esta proximidad al tema del hábitat popular y al de la ciudad en su periferia, y la imprescindible

búsqueda de propuestas participativas a la crisis de alojamiento en nuestras ciudades

latinoamericanas, resultan ser ejes fundamentales que me motivan a proponer el presente tema de

tesis, Urbanismo, arquitectura y participación popular, como estrategia para intervenir en la

ciudad periférica.

No obstante, estas precisiones preliminares a partir de lo puramente personal y vivencial frente al

tema, también serán planteadas, las necesarias justificaciones académicas que deben formar parte

de una propuesta estructurada de tesis al interior de una Maestría en Urbanismo.

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B. Y una idea a partir de la arquitectura y el urbanismo.

Para la arquitectura y el urbanismo se debe plantear la ciudad periférica y el barrio popular,

como un escenario que requiere de diversos análisis sobre su propia complejidad, de múltiples

miradas, de nuevas herramientas y propuestas metodológicas, y de otras maneras, desde las

cuales asumir programas y/o proyectos que se conciban para abordar la problemática del déficit

habitacional de carácter cualitativo, habitualmente dejado a la deriva por las Políticas de

Vivienda del Estado.

El tradicional énfasis tecnocrático - o técnico - en la planeación del territorio, ha sesgado la

producción espacial hacia la mirada exclusiva del urbanista y el arquitecto, desconociendo al

futuro grupo de usuarios, quienes habitualmente no son tenidos en cuenta en la concepción del

futuro espacio que van a habitar. Para el caso de los pobladores de los barrios populares ubicados

en la periferia de la ciudad, si bien desde lo urbano no tienen la posibilidad de escoger el mejor

sitio en el cual les gustaría vivir y tampoco la idea de concebir espacialmente su propio barrio - el

primero se los predetermina la aguda segregación socio - espacial de la ciudad capitalista y sus

limitados recursos económicos, y la segunda, se las asigna el urbanizador pirata, a quien se le

compra un terreno en el contexto del mercado informal de la vivienda -, en la parte arquitectónica

la casa es concebida a su manera, y las difíciles condiciones de supervivencia lo obligan también

a vincularse a redes de apoyo mutuo al interior de su barrio, y así sacar adelante el derecho a un

cobijo propio en algún lugar de la periferia urbana.

A diferencia de otras capas sociales, en este contexto los pobladores no son ajenos al desarrollo

urbano de su territorio, y se ven obligados individual y colectivamente, a involucrarse en los

procesos de legalización urbana y predial, en la gestión de los servicios públicos, en el trazo y

apertura de vías, y paralelamente, en la concepción y autoconstrucción de su propia casa. En fin,

participan activamente en la conformación de un entorno urbano bastante precario en el cual

sobreviven.

La tesis apunta entonces, a insertarse en este contexto, y desde allí profundizar en la relación

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urbanismo, arquitectura y participación popular, como estrategia de intervención urbana

en la ciudad periférica y como posible línea de investigación a formular al interior de una

Maestría en Urbanismo. Tal propósito, nos exige tanto una profundización teórica en la

evolución histórica y conceptual del tema, como también, definir sus alcances prácticos en

algunas experiencias locales - estudios de caso - que se tendrán como referente, para llegar

finalmente a formular una serie de ideas y recomendaciones, en torno a la perspectiva y vigencia

del concepto al interior de las disciplinas.

Con el objeto de precisar los alcances y el contexto en el que se desarrolla la tesis, a

continuación, se formulan unas precisiones preliminares que hacen referencia a los conceptos

mas utilizados a lo largo del documento.

Al referirnos al urbanismo y a la arquitectura, lo hacemos desde el rol participante que estas

disciplinas deben jugar en los diversos procesos de intervención urbana y arquitectónica en los

contextos que estamos estudiando, entendiendo de antemano las relaciones que estas deben tejer

con otras disciplinas del conocimiento humano y con el saber popular que está inmerso en los

territorios de periferia. Los planes de desarrollo local, los programas de rehabilitación y

mejoramiento urbano, como también, los proyectos arquitectónicos específicos relacionados con

vivienda, espacio público y servicios complementarios, entre otros temas, precisan de arquitectos

y urbanistas que entiendan nuevas dimensiones de la complejidad urbana – entre otras la de la

participación popular -, que nos exige conceptos, instrumentos y metodologías renovadas, más

acordes con los tiempos que hoy vivimos y con los espacios en que pretendemos intervenir.

La participación popular, se propone a nivel de los espacios que debemos generar desde estas

disciplinas, en los cuales los pobladores urbanos y sus organizaciones comunitarias puedan

incidir en la formulación, concepción y toma de decisiones de los distintos programas y proyectos

urbanos desarrollados en su territorio. Espacios relacionados con la planeación y el diseño, la

gestión y la construcción, el presupuesto y las veedurías, en los cuales se deben concebir diálogos

permanentes entre diversos saberes, entre otros, el académico y el popular, el técnico y el social,

y en esa perspectiva abrirse a la complejidad de lo urbano.

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Situación que propone una doble vía participativa, la aproximación de los pobladores a los

programas y proyectos urbanos, pero también, la de arquitectos y urbanistas a estos contextos de

periferia, habitualmente desconocidos, territorios que exigen profesionales muy estructurados

conceptual y operativamente, especializados en una espacialidad que es distinta a la de otros

fragmentos de ciudad.

Ciudad periférica, mas que una categoría conceptual debidamente argumentada, es un término

que se escogió para referirnos a aquellos territorios urbanos conformados por innumerables

barrios populares en proceso de consolidación y de distinto origen, que en el caso bogotano están

localizados en la periferia de la ciudad y son habitados por núcleos familiares económicamente

pobres.

C. Acerca de los objetivos de la tesis.

Finalmente, es importante reiterar que la tesis tiene un énfasis teórico y exploratorio, por

cuanto pretende dar una visión aproximativa respecto a la relación entre las disciplinas antes

mencionadas y la participación popular, superando la dificultad de no contar con experiencias

investigativas previas sobre el tema al interior de la Maestría. De allí, la intensión de abrir

caminos, de posibilitar la generación de una nueva línea de investigación en este campo.

Con el objeto de evitar ciertas prevenciones que en el ambiente del urbanismo y la arquitectura

surgen en relación con lo participativo - tema central de la tesis -, es necesario aclarar

previamente lo que no se quiere, y posteriormente, plantear algunos de los objetivos que se

pretenden alcanzar.

Los alcances de la relación urbanismo, arquitectura y participación popular, no pretenden

siquiera insinuarse en esta tesis como una panacea - la participación lo resuelve todo? -; tampoco

que ésta pueda ser entendida, como un discurso demagógico y populista - en el que se ha caído en

muchas ocasiones -. Así mismo, las conclusiones o recomendaciones finales, que surgen de este

estudio, mas que un catálogo de buenas intenciones, respuesta del posible memorial de agravios –

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que así puede ser entendido por algunos -, planteado inicialmente a la postura tecnocrática de la

disciplina; busca por el contrario, la formulación de una serie de ideas - posibles de

llevar a la práctica -, con las cuales abrir ventanas que permitan nuevas miradas a la

imprescindible relación entre urbanistas, arquitectos y pobladores.

En tal sentido, se formulan como hipótesis centrales de la tesis las siguientes ideas:

A. Una relación mas estructurada entre el urbanismo, la arquitectura y la participación

popular, permitirá el diseño de estrategias de intervención urbana más coherentes con el

contexto de la ciudad periférica.

B. Esta relación no ha sido relevante en el caso colombiano, requiriéndose la formulación de

planteamientos conceptuales e instrumentales participativos, desde los cuales elevar la

calidad espacial de nuestras ciudades.

A continuación, se describen los objetivos a alcanzar:

* Precisar la pertinencia del concepto participación popular, sus limitaciones, posibilidades y

perspectivas, al interior del urbanismo y la arquitectura, en el contexto de la periferia de nuestras

ciudades.

* Discutir una serie de discursos teóricos acerca de la crítica al sesgo tecnocrático de las

disciplinas, y en torno, a los planteamientos participativos que se han venido aplicando en

diversos procesos de planeación y diseño de la espacialidad urbana.

* Determinar los alcances y limitaciones del concepto y su aplicación, al interior del

urbanismo y la arquitectura en Colombia, en particular, en experiencias relacionadas con el

hábitat popular.

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* Evaluar algunas experiencias recientes de desarrollo local en Santa Fe de Bogotá, D.C., en

las que uno de cuyos ejes estructurantes haya sido la participación de los pobladores en la

gestión, diseño y planeación del territorio.

* Formular una serie de recomendaciones e ideas a partir de las cuales repensar la relación

urbanismo, arquitectura y participación popular, en la perspectiva de una posible línea de

investigación al interior de la Maestría en Urbanismo.

D. Una síntesis del contenido de cada capítulo.

Para precisar el desarrollo de la misma, ésta estará conformada por tres partes gruesas que a

su vez se subdividirán en capítulos, que nos permiten ir de la teoría a la práctica, del aporte

conceptual a la experiencia, y de lo general a lo específico; de esta manera se le pretende brindar

un marco global al análisis de los proyectos locales, los cuales están necesariamente conectados.

Un primer recorrido histórico y conceptual de la relación urbanismo, arquitectura y participación

popular en este siglo, nos ubicará en los distintos discursos formulados sobre el tema; a

continuación, el análisis de la realidad local y de los estudios de caso específicos, a partir de

experiencias recientes con énfasis participativos en los procesos de conformación del territorio,

nos aproximarán al problema urbano real que se vive en la periferia en torno a lo participativo; y

finalmente, se formularán desde la tesis las ideas, recomendaciones y preguntas que surgen de

cada capítulo, encaminadas estas a abrir caminos a un tema que resulta novedoso para la

disciplina, y necesario para el desarrollo de la ciudad informal.

Una vez desarrolladas en la introducción, las motivaciones e intensiones personales – tanto

vivenciales, como académicas -, con las cuales se asume el tema de tesis y una breve descripción

de los diversos contenidos a desarrollar; en el primer capítulo, precisaremos algunos de los

discursos críticos que se anteponen a las maneras como se produce habitualmente el espacio

urbano en la ciudad contemporánea, discutiendo el producto (el problema del espacio como

producto y sus implicaciones para la vida social urbana), las formas de producción, y en

especial, el papel del urbanismo y la arquitectura, en los procesos de planeación y diseño del

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territorio urbano.

Así mismo, revisaremos el concepto participación al interior del urbanismo, a partir de los

enfoques establecidos por diversos autores, como una de las respuestas a la crisis de legitimidad

e incapacidad técnica y conceptual de la disciplina frente a la complejidad urbana. El análisis de

las distintas formas como es aplicado el concepto, sus escenarios, la pertinencia y los resultados

desde cada uno de los enfoques, permitirán evidenciar lo que los urbanistas han pensado y el

alcance de sus planteamientos; en tal sentido, nos centraremos inicialmente, en autores de la

década de los setenta - Goodman, Turner y Alexander, entre otros -, para posteriormente,

aproximarnos a nuestros días en torno a corrientes de pensamiento mas contemporáneas, que

proponen una nueva lectura sobre lo participativo, al interior del urbanismo y la arquitectura.

Profundizaremos en el caso colombiano en el segundo capítulo, en el que se estudiará la

producción espacial de la ciudad periférica - Caso Santa Fe de Bogotá, D.C. -. Se planteará una

crítica a la ciudad colombiana y a la periferia en particular, para centrarse de nuevo en la

identificación de los agentes sociales productores del espacio urbano y las implicaciones para sus

habitantes, a partir del análisis de la forma en que se toman las decisiones sobre su diseño y

posterior formalización. Referenciaremos brevemente, el papel jugado por las Organizaciones

Populares Urbanas (OPU) en los últimos años en el desarrollo de nuestras ciudades, como gestión

propia de los pobladores y de sus instancias de organización comunitaria.

Así mismo, se harán diversas lecturas en torno a la manera como en el contexto local, se han

adelantado en las últimas dos décadas, experiencias con énfasis participativos en el diseño y la

planeación del espacio urbano, desde la arquitectura y el urbanismo. Una discusión crítica a los

distintos enfoques y al marco jurídico - político actual, dentro del cual se inserta el concepto en la

planeación del territorio, nos permitirá determinar los avances y limitaciones de la participación

al interior de la disciplina.

Los estudios de caso en torno a experiencias urbanas locales recientes, uno de cuyos ejes haya

sido la participación, será el centro de interés del tercer capítulo. En principio, se definirá una

estrategia metodológica y se explicarán las correspondientes fichas técnicas relacionadas con el

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análisis de cada caso y los resultados a alcanzar (Contexto en el que se desarrolla; objetivos,

motivaciones e intereses de los usuarios en cada proyecto; cómo se introduce el concepto

participación al interior del proceso: quienes participaron, en qué instancias, de qué manera,

cuáles los resultados sobre el diseño y la planeación del territorio en cuestión? ; qué nivel de

satisfacción se alcanzó; cómo se enfocó el concepto participación en el proceso; qué

contribuciones hizo dicha modalidad a cada proyecto).

En el cuarto capítulo, profundizaremos en la revisión crítica de las experiencias - estudios

de caso -, y desde allí, precisar los alcances y limitaciones de los procesos y resultados

obtenidos. Se analizarán los enfoques con los que se abordó la relación urbanismo, arquitectura y

participación popular, y el nivel de satisfacción de los pobladores, para llegar a establecer un

ambiente favorable o desfavorable al tema, sus efectos y sus implicaciones. Dentro del contexto

de las experiencias estudiadas, se hará una discusión crítica del concepto a partir de las hipótesis

formuladas en la tesis y de las consideraciones preliminares planteadas por el autor.

El análisis de lo participativo a nivel del primer recorrido histórico y conceptual, además de la

mirada sobre las experiencias y los enfoques aplicados en el contexto local, permitirán en el

capítulo quinto, la formulación de una serie de consideraciones preliminares propias, una

especie de declaración de principios: Lo que en nuestra opinión, es necesario aclarar y/o redefinir

en torno al concepto y al tipo de participación con el cual intervenir la ciudad periférica (Para

qué la participación de los pobladores urbanos?), consideraciones que se desarrollarán alrededor

de cinco ejes: La disciplina, el contexto, la participación, la calidad espacial y referentes más allá

de lo espacial, en los cuales el autor, aportará lo que a su juicio, son los argumentos

fundamentales a tener en cuenta en la relación urbanismo, arquitectura y participación popular.

Finalmente, en el capítulo sexto se establecerá - como resultado de la tesis -, la pertinencia real y

las perspectivas del concepto participación los procesos de diseño y planeación del espacio

urbano, y la manera como éste debe ser abordado por parte del urbanismo y la arquitectura, con

miras a pensar y construir ciudades mejores y/o formular diversas posibilidades para la ciudad

construida, en particular en la periferia urbana, que requiere de propuestas que permitan superar

la precariedad espacial y ambiental en la que conviven miles de pobladores de las ciudades

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latinoamericanas.

Así mismo, como complemento de los aspectos conceptuales planteados en este capítulo, es

preciso formular algunas ideas y recomendaciones que puedan abrir nuevos caminos, nuevas

perspectivas a líneas futuras de investigación sobre el tema, impulsando espacios a la pregunta

que surge de problematizar el quehacer de las disciplinas en el contexto del hábitat popular,

dando prioridad a los retos a asumir en torno a los asentamientos humanos de la periferia.

....................…………………………...……………..……..….URBANISMO, ARQUITECTURA Y PARTICIPACION POPULAR

CAPITULO I

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LA CIUDAD CONTEMPORANEA LA CIUDAD CONTEMPORANEA Y EL CONCEPTO PARTICIPACION AL INTERIOR DEL URBANISMO Y EL CONCEPTO PARTICIPACION AL INTERIOR DEL URBANISMO

Entendiendo los procesos de producción a partir de los cuales se concibe la ciudad contemporánea, - dentro del marco del capitalismo y las reglas del libre mercado -, se exploran los enfoques y consecuencias de este modo de producción, en el que tradicionalmente no se han posibilitado opciones participativas a los futuros usuarios, quienes pasivamente consumen el espacio planeado y construido por los expertos, o en otros casos, lo terminan transformando y/o destruyendo con elevados costos económicos y sociales. Un breve repaso histórico, permitirá precisar los puntos de vista críticos al rol del urbanismo y la arquitectura, desde una perspectiva sesgadamente técnocrática.

Así mismo, en este capítulo se busca entender la manera como surge el concepto participación al interior de la disciplina y en la producción del espacio urbano, tanto en una perspectiva histórica desde la discusión crítica de diversos autores, como también, desde la construcción conceptual de la participación, mas allá de la posición contestataria inicial. Se aportarán evidencias de lo que los urbanistas han pensado y el alcance de dichos enfoques, justificando a partir de ello la necesidad de construir un nuevo enfoque que logre superar las limitaciones que estos encierran.

“ Si hay ciudades horrorosas que se han hecho siguiendo un Plan, ello es debido a que el Plan era horroroso y no a que hubiera un Plan”. B. Brecht 1

1.1. Ciudad contemporánea, urbanismo y tecnocracia: Crisis técnica y de legitimidad.

“La sociedad industrial es urbana. La ciudad es su horizonte. A partir de ella surgen las

metrópolis, las conurbaciones, los grandes conjuntos de vivienda. Sin embargo, esa misma

sociedad fracasa a la hora de ordenar tales lugares. La sociedad industrial dispone de

especialistas de la implantación urbana. Y a pesar de todo, las creaciones del urbanismo, a

medida que aparecen, son objeto de controversia y puestas en tela de juicio”, con este

párrafo, Francoise Choay comienza su libro: El Urbanismo: Utopías y Realidades,2 el cual nos

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? Mencionado por Borja Jordi y Castells Manuel en “Local y Global”, La gestión de las ciudades en la era de la información. Taurus Pensamiento. Grupo Santillana de Ediciones. Madrid, 1.997.

2 Choay, Francoise. El Urbanismo, Utopías y Realidades. Editorial Lumen, Barcelona, 1976. “ El Diccionario Larousse define al urbanismo, como < ciencia y teoría del establecimiento humano>. Este neologismo corresponde a la presencia de una realidad nueva: hacia finales del siglo XIX, la expansión de la sociedad industrial produce el

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sirve de preludio para comenzar a precisar la estrecha relación entre la disciplina del urbanismo,

el rol asignado en la ciudad moderna y su responsabilidad en la crisis técnica y de legitimidad que

se le reclama, a partir, de sus posturas eminentemente tecnocráticas3.

La ciudad moderna – capitalista y/o industrial -, le entrega al urbanismo la tarea de ordenar

desde la razón y desde el “punto de vista verdadero”4, que según Le Corbusier (1959, p.13)

debería guiar de aquí en adelante, el papel de arquitectos y urbanistas, encaminado a “ La tarea

de arrancar a la sociedad moderna, de la incoherencia: Llevarla hacia la armonía. El mundo

tiene necesidad de armonía y de hacerse guiar por los armonizadores” (p.10). A estos últimos,

los especialistas – a los que se refería Francoise Choay -, arquitectos y urbanistas, se les

encomendaría, de aquí en adelante, la tarea de ordenar y armonizar la ciudad futura, con sus

refinados instrumentos y conceptos técnicos sobre lo urbano, los cuales consolidarían además, la

idea de progreso, paradigma del Movimiento Moderno.

Y si bien se plantean conceptos de armonía y bienestar colectivo, es claro que se debía ordenar

una ciudad para el mercado capitalista, la idea de modernidad y de progreso, necesariamente

debía estar ligada, a organizar racionalmente el espacio urbano, zonificarlo, estandarizarlo,

volverlo mas productivo y funcional, eficiente y adecuado al avance industrial y tecnológico que

se venía acelerando permanentemente. Según la Choay, “ Para el Urbanismo Progresista, la

ciudad industrial es también industriosa, es decir, una herramienta de trabajo. Para que la

ciudad pueda cumplir esta función instrumental, debe ser clasificada, analizada; cada función

ha de ocupar en ella un área especial”. (p. 46)

En tal sentido, los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, realizados entre

1928 – La Sarraz- y 1956 – Dubrovnik- ), y en particular, la Carta de Atenas (CIAM IV- 1933),

nacimiento de una disciplina que se distingue de las artes urbanas anteriores por su carácter reflexivo y crítico, y por su pretensión científica” (p. 11)

3 “Ellos toman las decisiones tecnológicas por cuenta de la sociedad, ante la que en última instancia, son responsables. Este modelo de control social se basa así en la responsabilidad de los expertos o <tecnócratas> ante el público, y esta forma de organización ha sido llamada <tecnocracia> - una sociedad controlada por el experto, en virtud de sus conocimientos técnicos”. (p.22). En Elliott David y Nigel Cross “Diseño, Tecnología y participación”. Editorial Gustavo Gili Barcelona, 1980. 4 Le Corbusier. Cómo concebir el urbanismo. Ediciones Infinito, Buenos Aires (Argentina), 1959.

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determinan al urbanismo rumbos precisos en torno a conceptos que buscan alcanzar aquella

idea de progreso, desarrollo y armonía, la cual anteponen, a la idea de caos y desorden, que

criticaban a la ciudad de finales del siglo anterior.5

Alrededor de esos planteamientos, es fundamental el rol asignado a arquitectos y urbanistas, que

al proponerse planear y diseñar una “ ciudad – herramienta” (Choay, p.46), asumen el papel de

especialistas de tal empresa, quienes con sus propios conocimientos técnicos, se consideran

capaces de armar ese “ artefacto ” funcional, para lo cual, pueden acudir a otras disciplinas del

conocimiento6, prescindiendo del futuro habitante, el cual se tipifica, se abstrae, y por tanto se

desconoce de paso, su ciudad como propiedad exclusiva de urbanistas y arquitectos, pensamiento

que se validará de aquí en adelante.

A estos planteamientos, le surgen miradas críticas que comienzan a señalar la crisis técnica y de

legitimidad, - objeto de análisis de este capítulo - que se acentúa entre otros aspectos, en una

radical separación entre lo racional y lo espiritual, entre lo técnico y lo humano, crítica que

inicialmente se esboza desde los arquitectos que conformaron el TEAM X (1956), y desde las

tendencias culturalistas7, planteadas por Francoise Choay.

El análisis de la crítica al sesgo tecnocrático de la disciplina, dentro del contexto esbozado

anteriormente, y del énfasis físico - territorial, que desconoce la ciudad como construcción social,

y por tanto, colectiva, tendrá más adelante, el discurso político e ideológico de otros autores,

como también, la formulación crítica al rol de la disciplina en la propuesta de ciudad capitalista,

que plantea como resultado que ni el mercado, ni las regulaciones normativas, ni de

5 En tal sentido, la Carta de Atenas define el urbanismo como “la ordenación de los lugares y de los locales diversos que deben abrigar el desarrollo de la vida material, sentimental y espiritual en todas sus manifestaciones, individuales o colectivas. Abarcando tanto las aglomeraciones urbanas como los agrupamientos rurales. El urbanismo ya no puede estar sometido exclusivamente a las reglas de un esteticismo gratuito . Es por su esencia misma, de orden funcional”. Le Corbusier, Principios de urbanismo (La carta de Atenas), Editorial Planeta – De Agostini S.A. Barcelona, 1993. 6 Refiriéndose a las Unidades de Habitación, Le Corbusier, Op.cit.p..67, define parte del rol de otras disciplinas del conocimiento en función de “Constantes psico fisiológicas” del ser humano que deben ser “reconocidas e inventariadas por personas competentes”.7 Para Francoise Choay, Op.cit.p.29, en las tendencias culturalistas, la clave de ese modelo no es ya el concepto de progreso, sino el de cultura (…) la preeminencia de las necesidades materiales desaparece ante la de las necesidades espirituales.

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“planificación”, producen una forma urbana satisfactoria para los usuarios y los

pobladores, en parte, por desconocer sus intereses, y ser estos, ajenos a la toma de decisiones

cruciales en el momento de la organización y planeación del espacio urbano.

La ciudad capitalista debidamente regulada por el libre mercado, y por tanto, con un énfasis

acentuado en el ánimo de lucro, la propiedad individual y en una radical división público -

privado, ha conllevado una serie de consecuencias e implicaciones sobre el espacio urbano

construido, acentuándose el desequilibrio y la segregación social en el territorio, como también,

una incoherente propuesta espacial, sustentada en conceptos tales como la homogeneización, el

funcionalismo, la zonificación8, la estandarización y en los modelos de organización territorial,

implementados desde la tecnocracia urbanística. Esta tendencia la percibe Francoise Choay,

desde el mismo preurbanismo9 progresista, a quien le formula una fuerte crítica, rotulando

entre otros, a Proudhon como “ campeón del funcionalismo” y a Fourier como “

promotor de las ciudades estándar”, y precisando su crítica en los siguientes aspectos: “ Sin

embargo, todos ellos imaginan la ciudad del porvenir en términos de modelo. En todos los

casos, la ciudad, en lugar de ser pensada como proceso o como problema, es siempre planteada

como una cosa, como un objeto reproducible” (p.32), conceptos e ideas preliminares que serán

retomadas y profundizadas posteriormente, por el Movimiento Moderno o urbanismo progresista,

como categoría de la Choay, a partir de las cuales, éste formulará sus propios principios urbanos.

Ya desde 1967, también el Simposio de Portsmouth10, realizado en la Escuela de Arquitectura

del Portsmouth College of Technology, al cual asistieron arquitectos de varios

8 En este sentido, La carta de Atenas, Op.Cit.p.45, plantea que “ la zonificación, concepto que guiaba la planeación, como la operación que se realiza sobre un plano urbano con el objeto de asignar a cada función y a cada individuo su lugar adecuado”. En el mismo texto (p.128) se asegura que “la ciudad cobrará el carácter de una empresa estudiada de antemano y sometida al rigor de un plan general. Sabias previsiones habrán esbozado su futuro, descrito su carácter, previsto la amplitud de su desarrollo y limitado de antemano sus excesos”. 9 “El urbanismo difiere del preurbanismo en dos puntos importantes. En lugar de ser obra de generalizadores (historiadores, economistas o políticos), es, bajo sus dos formas, teórica y practica, patrimonio de especialistas, generalmente arquitectos”. Choay, Op.cit.p.39.

10 J. Christopher Jones et al. El Simposio de Portsmouth. (Problemas de metodología del diseño arquitectónico) Temas de Eudeba, Arquitectura. Editorial Universitaria de Buenos Aires, Serie El proceso de diseño. Buenos Aires (Argentina), 1969. En este texto, se refieren a la crisis técnica del diseño en los siguientes términos: “La súbita aparición de estos métodos en diversas partes del mundo constituye de por sí una llamativa evidencia de que los problemas de diseño han crecido hasta tal punto que ya son demasiado grandes y complejos para ser confiados al juicio privado del diseñador, aun del mas experimentado”.

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países con el objeto de analizar los diversos problemas en torno a la metodología del diseño,

empezaba a cuestionarse como una de las ideas centrales del evento académico la de “cómo

tornar público lo que hasta ahora era pensamiento privado de los diseñadores: externalizar

el proceso de diseño…”; agregando, uno de los conferencistas que: “ Sin duda, el propósito

es traer a la luz el acto de diseño, para poder ver su funcionamiento y agregarle

información e intuiciones ajenas al conocimiento y a la experiencia del diseñador” (p.1).

De esa manera J. Christopher Jones, profesor del Manchester Institute of Science and

Technology, dejaba planteada la necesidad de espacios abiertos y complejos, mas allá de la

racionalidad y de los campos exclusivos del diseñador, los cuales serían argumentados y

reforzados en el mismo simposio, y en otros sentidos, por Amos Rapoport y Ian Moore, quienes

proponían desde esa época el “ conferir al entorno cierta complejidad y ambigüedad, que

permitiese a la gente elegir cómo adaptarse a él…”,(p.36) en momentos en los que

paradójicamente, Christopher Alexander – mas adelante, con planteamientos propios sobre lo

participativo- era discutido por su propuesta de diseño fundamentada en la claridad geométrica,

en redes matemáticas, sistemáticas y racionales, de su libro Ensayo sobre la síntesis de la forma,

publicado por primera vez en 1966, por Harvard University Press.

Rapoport años mas tarde, ahondaría de una manera más radical en el rol del urbanista y del

arquitecto11 en torno al diseño: “ …toda la evidencia acumulada apunta hacia la misma

conclusión: el medio ambiente ha de ser capaz de absorber las variaciones que no pueden ser

previstas o diseñadas. No se trata de algunos cambios posibles concretos: se trata de la

potencia al cambio de todo el sistema para mucha gente. Por tanto, está también claro que los

diseñadores diseñan demasiado” (p.309)12.

Estos planteamientos, confrontan abiertamente las ideas planteadas desde el Movimiento

Moderno, en las cuales las nociones de diseños tipo y estandarización, “ se proponen, según

Choay, como objetivo un hombre perfecto, lo hacen en nombre de una concepción del

individuo humano como tipo, independiente de todas las contingencias y de todas las

11 Para Le Corbusier, (Op. Cit.p17) arquitecto y urbanista es lo mismo: “El urbanista no es otro que el arquitecto (…) En el plano del acto creador, arquitecto y urbanista son sólo uno” 12

? Rapoport, Amos. Aspectos humanos de la forma urbana. Editorial Gustavo Gili. Barcelona (1978).

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diferencias de lugares y de tiempos, y que se puede definir por unas necesidades – tipo,

científicamente deducibles “ (p. 21)13.

A partir de este análisis preliminar a la ciudad moderna, al papel de la disciplina del urbanismo y

a su sesgo tecnocrático, es pertinente, complementar una serie de lecturas a la crítica que se le

hace a la disciplina y a la planificación urbana en los años sesenta y setenta. En esta perspectiva,

se encontrarán en diversos autores las ideas que empezaban a transformar la tendencia

tecnocrática de ese entonces, en la búsqueda de un urbanismo más cercano a los futuros usuarios,

más contestatario frente al poder y el Estado, muy próximo a las situaciones de sectores

marginales urbanos, y fundamentalmente, mas participativo, en la medida en que desde sus

discursos, pretende abrir espacios y miradas, mas allá de la del especialista en temas urbanos.

Discursos con un profundo sentido político, que en algunos casos caían en producciones

panfletarias, comprometidos socialmente con sectores populares de Europa y

Norteamérica, y con intenciones de transformar el planteamiento y la concepción del urbanismo,

se encuentran en autores, tales como Robert Goodman, John Turner, Giancarlo de Carlo y

Giuseppe Campos Venuti, entre otros. Se hace necesario, buscar los hilos conductores que

conecten la pura reacción contestataria inicial, con tintes políticos bastante

acentuados especialmente en Goodman y Campos Venuti-, y la posterior construcción

conceptual y metodológica de la participación al interior del urbanismo. Con diferentes sesgos y

matices, cada uno aborda una postura crítica, propia de una época convulsionada, que se

encamina a la búsqueda de nuevas opciones, mas allá del capitalismo y del socialismo

burocratizado, pensando el urbanismo y la arquitectura desde una encrucijada entre lo político y

lo urbano.

Es una época en la que se cuestiona profundamente el papel de las disciplinas, frente a una

problemática urbana cada vez mas compleja, en un momento histórico en el que se buscan

múltiples contrapropuestas frente al Estado y la empresa privada. Complejidad urbana que no se

resuelve exclusivamente con los refinados instrumentos de la tecnocracia urbanística, ni con la

13 Pezeu- Massabuau, “La vivienda como espacio social”. Fondo de Cultura Económica, México, 1988. Al respecto plantea lo siguiente: “…es el arquitecto quien decide la forma de construir y aplica a las necesidades individuales a las que le son sometidas el vocabulario abstracto del cual es el misterioso poseedor. En la fluida diversidad de las necesidades y de los gustos, el arquitecto propone los tipos - esa abstracción de propiedades espaciales comunes a una clase de edificios - de los cuales sus manuales y normas le dictan el enunciado”.

16

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mirada homogeneizante y tipologizada que se le hace a la ciudad y a la sociedad en general. La

ciudad como construcción socio-cultural, como hecho colectivo que involucra a los grupos

sociales que la habitan, supera aquella otra, en la que los pobladores urbanos, son concebidos

como actores pasivos en escenarios en los que supuestamente no intervienen, ni transforman,

pues estos son transformados e intervenidos exclusivamente por especialistas.

Esta primera fase de los años sesenta, estará matizada por conceptos radicales de autores como

Robert Goodman14, en los que se manifiesta la necesidad de repensar la disciplina desde una

opción fundamentalmente contestataria, y también, de forma paralela, transformar el sistema

político y las relaciones de poder implícitas en un modelo capitalista, mucho mas evidentes en

una sociedad como la norteamericana. En palabras de Goodman, éste describe a continuación, lo

que según su criterio era el rol de los urbanistas:

“Somos algo mas sofisticado, mas educado, socialmente más consciente que los generales - somos la poli blanda. Los urbanistas quieren el <cambio social>; manejan palabras, dibujos, programas y edificación, no fusiles y napalm. Pero, por lo común, el tipo de <cambio social> del que se trata, lo reconozcan o no, consiste en organizar a los oprimidos dentro de un sistema incapaz de asegurarles una existencia humana, pacificándolos con las exiguas concesiones de la asistencia social, destinadas a mantener el statu quo”. (p. 38)

Y en relación con la mirada aguda y crítica este autor, además de abordar el rol del urbanista,

analiza la disciplina misma, no solo como postura tecnocrática de esa época, sino también, la

manera como la ciudad era pensada desde el urbanismo. Veamos:

“Extirpar, injertar - en eso consistía la pseudociencia de los urbanistas, al servicio de los prejuicios culturales y económicos de los que controlaban la renovación urbana. Al racionalizar un programa consistente en la expulsión de los pobres en beneficio del mundo de los negocios, la metáfora fue puesta en circulación: La ciudad estaba enferma y era necesario curarla. El usar metáforas médicas de este tipo era como si se estuviese hablando de fenómenos orgánicos. La ciudad como cuerpo funciona bien, pero, aquí y allá, padece de alguna aberración - de un cáncer. Extirpa el cáncer, así se argumenta, y el cuerpo continuará funcionando adecuadamente”. (p.88)

14 Goodman, Robert. Después de los urbanistas qué? Serie Arquitectura, urbanismo y sociedad. H.Blume Ediciones. Madrid, 1977.

17

Page 18: capitulo1

A pesar de las fundamentadas razones de carácter estructural que se pueden encontrar en el

discurso de Goodman, no es claro el aporte propositivo – mas allá de lo puramente contestatario –

a la disciplina del urbanismo y a una propuesta coherente de ciudad. La transformación del

sistema político, como premisa ineludible para la transformación urbana, - recordándonos la

dicotomía clasista planteada por Federico Engels15 en torno al problema urbano, para quien junto

con Carlos Marx, “ antes de cualquier toma de poder revolucionario, es imposible e inútil

tratar de prever el ordenamiento futuro” (Choay, 1970, p.34) - impide la formulación de

propuestas a la cuestión urbana, de las cuales pudiésemos retomar sus ideas hoy en día, mas allá

de la razonable crítica a la tecnocracia del urbanismo.

Desde otra orilla, la Italia de los setenta, Giusepe Campos Venuti (1981) plantea la crisis

urbanística también a partir de lo político, pero en contextos distintos. Mientras Goodman

participa en movimientos contestatarios estadounidenses, en favor de los slums, ghetos y

sectores marginales urbanos, al interior de la < advocacy planning > (Intercesión urbanística),

tendencia que criticaría posteriormente; en el caso de Campos Venuti, a mediados de la década de

los setenta, en Italia la izquierda tiene una gran influencia en el espectro político del país,

posibilitando un discurso mas propositivo que contestatario, aunque igualmente crítico frente al

sistema capitalista y al rol del urbanismo, éste se centra en la necesidad de un discurso de

austeridad desde el urbanismo, austeridad frente al despilfarro del suelo urbano y del patrimonio

edificado, sentando una posición fuerte en favor de la clase trabajadora, la cual consideraba al

margen de las decisiones urbanísticas:

“Austeridad popular que no puede ser sinónimo de una simple restauración del mecanismo capitalista en crisis, a fin de extraer ventajas marginales para los trabajadores, sino que, por el contrario, ha de significar la transformación radical de estructuras económicas enfermas, atrasadas e injustas que son las causantes de la crisis que hay que combatir”16. (p.4)

Unos y otros acentúan su crítica al rol del urbanismo, su sesgo altamente tecnocrático amarrado

al poder del Estado y del capital privado, y alejado de los sectores marginales urbanos, serán

lugar común, en estas lecturas. Como también, van surgiendo las posiciones políticas radicales en

15 Engels, Federico. El problema de la vivienda y las grandes ciudades. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1974. “No es la solución de la vivienda la que resuelve al mismo tiempo el problema social, es decir, la abolición del modo de producción capitalista, la que hará posible la del problema de la vivienda”. (p. 47)

16 Campos Venuti, Giuseppe. Urbanismo y austeridad. Siglo XXI Editores. Madrid 1981.

18

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favor de transformaciones profundas del sistema y de la sociedad, asumiendo que para

transformar la ciudad, no basta con transformar la disciplina del urbanismo, ni el rol del

urbanista.

En este capítulo, se puede concluir que la crítica central al urbanismo tiene que ver con su énfasis

técnico, con su aislamiento de la realidad socio – cultural y del contexto, y el desconocimiento

de la ciudad como construcción colectiva, que va mas allá de unos planteamientos de

exclusividad de especialistas del urbanismo y la arquitectura17. La técnica y la razón se

imponen a la complejidad urbana, con propuestas bien distantes, a los que románticamente

son descritas por el mismo Le Corbusier, en su libro Cómo concebir el urbanismo (1959):

“ Las técnicas han ensanchado el campo de la poesía; de ningún modo han reducido los horizontes, matando los espacios y metiendo los poetas en calabozos. Con la precisión de los instrumentos de medición han abierto fantásticamente los espacios ante nosotros y por consiguiente el sueño: Los mundos estelares y las profundidades vertiginosas de la vida en nuestra tierra. Sueño y poesía brotan a cada instante de esta progresión técnica” (p. 22).

No obstante, los cuestionamientos que se fueron formulando desde distintas vertientes, abrieron

fisuras a una verdad establecida como dogma, a un Movimiento Moderno que fue haciendo

presencia en cada rincón del planeta, y se empezó a plantear la necesidad de involucrarle al

urbanismo y a la arquitectura, argumentos e ideas mas allá de la razón pura, la necesidad de

buscar espacios de participación y concertación en los que tuviesen posibilidad de opinar

los no–especialistas, y ampliar, de forma paralela la mirada socio - cultural que requiere la

dimensión urbana, y por tanto, la participación de múltiples saberes y conocimientos que

superaran la mirada técnica que sesgó el pensamiento urbano durante muchos años.

1.2. La participación en el urbanismo y la arquitectura: De la propuesta contestataria

inicial a la construcción conceptual.

17 En relación con la ausencia de una correspondencia entre proyecto y contexto, Francoise Choay, Op.cit.p.22, anota críticamente que “ el análisis racional va a permitir la determinación de un orden - tipo, susceptible de aplicarse a cualquier grupo humano, en cualquier tiempo, en cualquier lugar”.

19

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Superando la actitud contestataria inicial desde la que se formula la crítica tecnocrática al

urbanismo y a la arquitectura, al interior de las disciplinas, se van construyendo nuevos conceptos

alternativos a los planteados por el Movimiento Moderno, entre otros, el de la participación,

entendida como propuesta en la que los procesos de planeación del territorio y de diseño del

espacio urbano, incluyan como protagonistas de los proyectos a sus propios habitantes, en

trabajos conjuntos con urbanistas y arquitectos.

“ Quién decide qué y para quién en el terreno de la vivienda y de los asentamientos

humanos”18 (p. 29), es una de las preguntas centrales que se hace Jonh Turner (1977), desde una

perspectiva en la que la ciudad es concebida, planeada y construida por especialistas.

Cuestionándose además, acerca de cómo en dicho proceso, se toman las decisiones sobre la

planeación del territorio, de una manera tan ajena a quienes posteriormente van a habitarlo.

Entonces, frente a la posición tecnocrática del urbanismo, esbozada anteriormente, en la cual los

especialistas son los que tienen en sus manos el poder del conocimiento, la planeación y la

concepción de los espacios urbanos, es necesario encontrar qué otras corrientes o pensamientos

se situaron en posiciones contrarias, asumiendo el papel participante que la sociedad tiene o debe

asumir, en la conformación de sus territorios, y la apertura de espacios que la disciplina del

urbanismo tiene que concebir para estos nuevos protagonistas o actores en el escenario urbano

contemporáneo: La sociedad civil y/o comunidad, los habitantes de la ciudad, los ciudadanos y/o

pobladores urbanos de la periferia.

En tal sentido, es claro que en la actitud contestataria y propositiva que desde distintos

autores se fue generando hacia el Movimiento Moderno, no fue exclusivamente lo participativo la

única contrapropuesta al sesgo tecnocrático que éste formulaba, pero sí el centro de interés que

se ha escogido para la presente investigación, por lo cual el subtítulo de este texto, y el énfasis a

profundizar en cada autor.

Inicialmente, se tomarán cinco autores que consideramos relevantes, tanto por la mirada crítica a

la crisis urbana, como también, por el interés que desde sus propuestas le hacen al concepto

18 Turner, John F.C. Vivienda, todo el poder para los usuarios. H.Blume Ediciones, Madrid (1977).

20

Page 21: capitulo1

participación al interior del urbanismo, son ellos: Patrick Geddes (1915), cuyas ideas son

planteadas a comienzos del presente siglo; y por otra parte, Robert Goodman (1977), Cristopher

Alexander (1978), Amos Rapoport (1978) y John Turner (1977), con planteamientos formulados

en la convulsionada década de los setenta. De cada uno de ellos, se hará una breve referencia de

su pensamiento sobre el tema, y posteriormente, unos comentarios críticos sobre los discursos

propuestos.

Referenciado por Francoise Choay19, destacamos a Patrick Geddes (1854 - 1932), biólogo de

formación, quien se dedicó posteriormente a la historia, la sociología y al estudio de las

ciudades; y que según la autora, quedaría marcado “con la idea darwiniana de la evolución y

por la imagen de organismo vivo, en la doble correlación de sus funciones entre sí y con el

conjunto del medio” (p.76). A pesar de las ideas tan tempranas de parte de Geddes, formuladas

hacia los años veinte del presente siglo, cuando apenas comenzaban a crecer los embriones del

Movimiento Moderno, en sus textos - posteriormente retomados por John Turner y referenciados

por Goodman - afirma la necesidad absoluta de reintegrar “al hombre concreto y completo”

(p.76) a la formación de la planificación urbana, tal como lo formula en “Ciudades en

evolución”, (Edimburgo, 1915). Del cual Colin Ward (1976), en la introducción al libro

“Vivienda, todo el poder para los usuarios” de John Turner, identifica como “un verdadero

manual de participación ciudadana en la toma de decisiones sobre el medio”(p.21); no obstante

haber sido escrito en años previos a la primera guerra mundial, Geddes agudiza su crítica al

urbanismo en los siguientes términos:

“Los urbanistas están acostumbrados a pensar en el urbanismo en términos de regla y de compás, como una materia que debe ser elaborada únicamente por los ingenieros y por los arquitectos, y destinada a los ayuntamientos. Pero el verdadero Plan... es la resultante y la flor de toda civilización, de una comunidad y de una época”. (p.76)

Planteándose además, en la posición Geddesiana, posteriormente ampliada y desarrollada por

19 En Choay, Francoise, Op.cit.p.75, A Geddes lo ubica junto a Mumford, Jacobs y Lynch, en la Antropópolis, - Hacia una ordenación humanista -, crítica que se podría catalogar de humanista, desarrollada fuera del marco especializado de los urbanistas y de los constructores. Es mas bien, obra de un conjunto de sociólogos, economistas, juristas y psicólogos, pertenecientes por lo general a países anglosajones.

21

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Lewis Mumford, una fuerte crítica al papel mutilador y alienador de lo que Francoise Choay,

llamó urbanismo progresista20, que pone en juego un proceso de ruptura y discontinuidad,

antítesis del método de intuición de Geddes “ solidario de una concepción de tiempo y de la

historia como creación permanente y como continuidad”. (p.82)

Desde otra visión del urbanismo y la arquitectura, y en una época más reciente -

década de los setenta -, Cristopher Alexander21, critica la rigidez del Plan General, señalando

que al concebirlo corrientemente, éste “…no puede crear un todo. Puede crear una totalidad,

pero no un todo. Puede crear un orden totalitarista, pero no un orden orgánico”, podrá mas

bien, “…crear un conjunto nuevo de problemas, mucho mas devastadores en términos

humanos que el caos que intentaba gobernar” (p.15). Plan General, que según Alexander,

impide la participación de los miembros de una comunidad, y que los obliga a un “futuro

congelado, que solo puede ser modificado en sus detalles más triviales” (p.23)

A partir de esta crítica, el concepto participación lo empieza a integrar en sus propuestas

posteriores a los esquemas lógico – matemáticos expuestos en el Ensayo sobre la síntesis de la

forma (1966), en la trilogía de libros, en los que desarrolla éste y otros conceptos sobre lo

urbano, son estos: Urbanismo y participación. El caso de la Universidad de Oregón (1975), El

modo intemporal de construir (1979) y Un lenguaje de patrones (1977), en los que

pretende, según sus palabras, “ permitir a la comunidad fijar su futuro no a partir de un

mapa, sino, a partir de un lenguaje común, el de los patrones ( Patterns ).”

Para Alexander, el “principio de participación”, se sustenta en que todas las decisiones sobre lo

que se ha de construir y cómo hacerlo deben estar en manos de los usuarios, acompañando dicho

principio de otros cinco que lo complementan: Principio del orden orgánico, del crecimiento a

pequeñas dosis, de los patrones, de diagnósis y de coordinación. Y argumenta dicho principio,

20 Por Preurbanismo Progresista, Francoise Choay, Op.cit.p.21, se refiere al modelo racionalista que considera que “la ciencia y la técnica deben permitir resolver los problemas planteados por la relación de los hombres con el mundo y de los hombres entre sí. Este pensamiento optimista se orienta hacia el porvenir y está dominado por la idea de progreso”.

21 Alexander Christopher, et alt. Urbanismo y participación (El caso de la Universidad de Oregón). Colección Punto y Línea, Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona, 1978.

22

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el de la participación, en dos razones:

“ En primer lugar, participar es algo bueno en sí mismo; ayuda a la gente a relacionarse entre sí y a relacionarse con el medio ambiente, crea un sentimiento de enraizamiento entre la gente y el mundo, ya que es un mundo hecho por ellos mismos. En segundo lugar, los usuarios del territorio conocen como nadie las necesidades reales por lo que los lugares creados a través de un proceso de participación tienden a estar mucho más adaptados a las funciones humanas que los creados desde una administración central”. (p. 31)

Para el caso de Alexander, el principio de participación está relacionado a nivel de los procesos

de diseño, con el principio de los patrones, por cuánto estos se conciben colectivamente por el

grupo de futuros usuarios y sirven de brújula, de guía en el proceso de creación colectiva. Como

lo señala Josep Muntañola en el prólogo de “Urbanismo y participación”, se “ pretende

recuperar la capacidad individual y colectiva del hombre para diseñar su medio ambiente

armónicamente consigo mismo, y con la naturaleza circundante” (p.9). Un ejemplo de su

propuesta metodológica, es la aplicación en el Plan General de la Universidad de Oregón, en

Estados Unidos. Así mismo, aborda experiencias posteriores, en países latinoamericanos, entre

otros Perú y Colombia, como también, en el caso dominicano22 y otros tantos, en los que

urbanistas y arquitectos retoman sus ideas y aplican su propuesta metodológica, en la que según

Alexander, “la esencia del diseño, es un producto de los usuarios”. (p.30).

En Robert Goodman, (Después de los urbanistas qué?, 1977), la participación planteaba un sesgo

más radical y político:

“ El problema por lo tanto, no consiste en cómo acercar los urbanistas a la gente, como se viene diciendo, sino en cómo crear ese tipo de cambio cultural por el cual la gente se libere de su dependencia frente a tales expertos. Eso significa la creación de situaciones de diseño en las que la gente ya no se vea obligada a emular los valores estéticos enunciados por los mas recientes árbitros del buen gusto arquitectónico, sino, que se sienta en libertad de descubrir por ella misma sus propias necesidades rededoristas ”.

22 Referencia al caso Plan CIGUA, de Ciudad Alternativa en Santo Domingo (R. Dominicana). En Revista Pobreza Urbana y Desarrollo, número 18, Buenos Aires, 1998.

23

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La crítica a una “aproximación” de los urbanistas a la gente y a la liberación frente a “tales

expertos”, puede ser leída desde Goodman a la Planificación Mediadora (Advocacy Planning)23,

en la cual él participó directamente en Estados Unidos, con “la gente de los barrios, pobre por lo

general y, a veces negra”, tal como anotaba en uno de sus escritos. Si bien, ésta se planteaba

como movimiento contestatario a las formas tradicionales con que el urbanismo abordaba el

problema de las ciudades, para el autor, tal estrategia no era suficiente, por cuanto, si bien se

lograba involucrar participativamente a los pobladores urbanos, no se podía incidir en las

decisiones más importantes sobre lo urbano, las cuales seguían en manos de niveles de poder

muy elevados, - tanto económicos, como políticos -, frente a los cuales el urbanismo no

dejaba de ser la “poli blanda” que siempre criticó, concepto al cual nos referimos en páginas

anteriores.

En tal sentido, lo participativo, debía ser entendido como un componente profundamente

político, que sirviera no sólo para democratizar los proyectos urbanos, sino, para apuntalar,

cambios en la estructura social y política, mas allá del socialismo burocrático de la antigua Unión

Soviética y del capitalismo rapaz de Estados Unidos y Europa, a los que criticó simultáneamente.

Encaminando sus ideas y propuestas, hacia un socialismo comunitario, el cual formaba parte del

conjunto de utopías que rondaban en los setenta, del que apuntaba lo siguiente:

“ Desde mi punto de vista, no podemos esperar a que los que hoy nos rigen satisfagan esas necesidades de cambio, simplemente, tienen mucho que perder con solo intentarlo.Lo que la gente puede hacer es empezar el proceso de cambio ella misma. Es un proceso en el que, al mismo tiempo, necesita analizar las causas de la situación actual y plantear nuevas vías para la construcción de lugares para vivir mas humanos”. (p.42).

Retomando a Amos Rapoport, ya referenciado en páginas iniciales, quien planteaba la idea de

que los “diseñadores diseñan demasiado” (p.309); en su propuesta encaminada a establecer

nuevos conceptos alternativos a esa especie de monopolio que urbanistas y arquitectos han

23 Elliott, David et al. Op.cit.p.61, definen Advocacy Planning (Planificación mediadora), como un sistema en el que el profano y el grupo desfavorecido, pueden influir indirectamente sobre la estrategia. Esto no es tanto participación, como representación. “La idea básica es designar un especialista para cada grupo de intereses y permitirle actuar como portavoz del grupo, es decir, como abogado del grupo.”

24

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institucionalizado sobre la espacialidad urbana, destaca conceptos como la flexibilidad, la

complejidad y la participación en los procesos de diseño, ganando para el usuario lo que para él

significa “dejar la propia huella” (p. 316), y así sentirse poseedor del territorio, de un territorio

que no le es ajeno en la medida en que lo ha ayudado a concebir y a construir, dejando de ser, lo

que según sus propias palabras, “…hasta hoy, en la mayoría de estudios la gente ha sido un

mero consumidor” (p.316). Amos Rapoport24 señala en torno a lo participativo que:

“ La congruencia entre los diseñadores y los usuarios no es nunca perfecta. Los conflictos que se producen pueden ser conscientes o inconscientes, pasivos o activos. La gente se adapta al medio a través de las mismas estructuras, y la mejor forma de resolver estos problemas parece ser la participación, consciente, activa y creativa (De lauwe 1965b, p.164). Todo ello parece aplicable no sólo a la vivienda, sino, en menor escala, a todo el proceso de planificación” (p.316)

De esta manera, señala aspectos habitualmente ignorados por el urbanismo y la arquitectura, en

el campo de las relaciones entre las estructuras sociales y las infraestructuras físicas, auxiliándose

en su análisis, de la psicología antropológica, reiterando en la necesidad de resolver los “ dos

universos del discurso.” (Rapoport. 1970a) entre diseñadores y usuarios, para lo cual sugiere:

“ De ahí que las presunciones que los diseñadores y planificadores realizan son falsas. Parte de la solución está involucrada en un proceso participativo de diseño flexible, ya que no solo permite la variación, y la experiencia cultural diferenciada y evolutiva en el tiempo, sino que dé el máximo de opción en un momento dado. En él, cambio y adaptación son congruentes el uno con el otro” (p. 309)

Finalmente, a la pregunta planteada por John Turner, en páginas anteriores, Fernando Román

(1977), en la introducción de “Vivienda, todo el poder para los usuarios” del mismo Turner,

responde, diciendo que “Hoy en las sociedades mas desarrolladas, la gente no se aloja, es

alojada, en un proceso según el cual, en la mayoría de los casos, toda participación le está

vedada” (p.8). Para Turner, catalogado según Colin Ward, como el “abogado mas autorizado y

persuasivo a favor del alojamiento de la gente por sí misma” (p.10), la participación la concibe

de la siguiente manera:

24 Rapoport, Amos. Op.cit. p.316.

25

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“Cuando los usuarios controlan las decisiones mas importantes y son libres para aportar su propia contribución al diseño, construcción o administración de su vivienda, ambos, proceso y medio ambiente producidos, estimulan el bienestar individual y social. Cuando los usuarios no tienen control sobre las decisiones clave ni son responsables de ellas, el rededor de alojamiento puede convertirse en un impedimento para la realización personal y una carga para la economía”25

En su planteamiento general, Turner determina una serie de principios, en cada uno de los cuales

se inserta la participación de los usuarios, mas allá de la autoconstrucción, con la que algunos

críticos, mal entendieron y sesgaron sus propuestas, las cuales se sintetizan a continuación:

Principio de autogobierno en la vivienda, pretende que “únicamente se puede lograr la

diversidad necesaria en los rededores, cuando la vivienda venga determinada por los

mismos usuarios y las instituciones locales”.

Principio de las tecnologías apropiadas para la vivienda, que entiende que “la economía es

mas una cuestión de ingenio personal y local, que de productividad industrial concentrada

centralmente”

Principio del planeamiento de la vivienda por medio de límites, según el cual se recomienda

que “el usuario posea la autoridad última sobre su vivienda, pues la inversión en

alojamiento y su posterior cuidado dependen de recursos que solo él es capaz de aplicar

económicamente”(p.115).

Si bien esta serie de autores no trascienden aquella estructura sólida que impuso el Movimiento

Moderno a la arquitectura y al urbanismo, si proponen una serie de discursos y planteamientos

que abren la discusión y nuevos caminos, desde los cuales abordar experiencias con sectores

urbanos marginados social y económicamente. Desde la década de los setenta, trascendieron

estos discursos, que sin duda servirán de referente en diversos países, en los cuales, se

emprendería la tarea de construir colectivamente proyectos habitacionales urbanos, en los que se

aplicarán estas nuevas propuestas y metodologías con énfasis en la participación popular.

25 Turner, John F.C. y Fichter, Robert (Eds), “Libertad para construir”, Editorial Siglo XXI, México, 1976.

26

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1.3. El concepto en las nuevas tendencias contemporáneas.

Mas allá de la visión de los autores antes mencionados y de la lectura del discurso

contestatario de los setenta, queda por preguntarse, en torno a la vigencia y perspectivas del

concepto, y de la relación urbanismo, arquitectura y participación popular en el contexto actual

de la ciudad contemporánea. De hecho el contexto internacional es distinto, la lucha ideológica y

política ha cambiado, la problemática urbana se ha acrecentado y adquiere dimensiones mas

complejas, nuevos desarrollos de pensamiento se han venido planteando; y en este escenario, el

concepto participativo posiblemente ha ganado un mayor protagonismo, se han ampliado sus

estrechos marcos jurídicos y políticos, y desde las mismas disciplinas, se escuchan voces que

acogen el concepto, y lo plantean como posibilidad para intervenir y planear la ciudad futura.

En últimas, nos encontramos en un contexto global distinto, en donde las economías de mercado

se imponen y las ideologías prácticamente desaparecen, pero también, en una situación en la que

conceptos como participación, concertación, descentralización, cultura ciudadana y democracia

local, entre otros, han cobrado una mayor vigencia, y forman parte de la agenda urbana para el

próximo milenio.

Retomando el hilo del capítulo anterior, es a partir de mediados de los setenta y a lo largo de la

década de los ochenta, - como continuidad de los nuevos planteamientos que se proponen desde

diversas orillas del urbanismo, y desde las disciplinas sociales -, cuando surgen experiencias

urbanas alternativas, especialmente al interior de la arquitectura europea, y a nivel de

experiencias de ONGs latinoamericanas que se insertan en sectores periféricos urbanos y barrios

populares, en los cuales, se proponen aplicar diversos programas y proyectos de desarrollo con

comunidades y/o pobladores económicamente pobres.

Desde la arquitectura, son relevantes experiencias que especialmente en Europa, desarrollan

algunos arquitectos, que comienzan a considerar como eje estructural de sus propuestas, -

novedoso para la disciplina -, la participación de los usuarios en los procesos de diseño. Y que si

bien, estos no trascienden conceptualmente, en lo referente a la relación urbanismo, arquitectura

y participación popular, sí avanzan en la concreción de proyectos con una visión participativa

27

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del diseño, como respuesta a las formulaciones conceptuales, que ya habíamos descrito en la

década de los setenta.

Lucien Krol en Belgica, Ralph Erskine en Inglaterra, Hassan Fathy en Egipto, Roger Katan en

Francia y Christopher Alexander en Estados Unidos, son algunos de los arquitectos mas

destacados en establecer la relación participativa en los procesos de diseño, con los futuros

usuarios de sus proyectos26. En este sentido, se destacan los ejercicios de diseño y las obras

arquitectónicas, en las que se aplicaron propuestas metodológicas participativas, mas allá, del

discurso puramente contestatario de los setenta. No obstante, arquitectos como Aldo Van Eyck y

Giancarlo De Carlo, que también desarrollan experiencias semejantes en Holanda e Italia, ya

habían sido protagonistas importantes del TEAM X, desde donde establecieron una crítica

radical y profunda al Movimiento Moderno y a los CIAM. En el caso de Katan, éste proviene de

experiencias de Planificación Mediadora (Advocacy Planning), y una larga trayectoria en países

africanos y de América Latina.

Las experiencias de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en América Latina, en el

período comprendido entre 1975 y 1990, son innumerables los proyectos y programas

impulsados por estas, en los que la participación era eje fundamental de desarrollo, - quizás a

diferencia de la experiencia europea -, además de los alcances territoriales y espaciales de los

proyectos, toman como propios, o por lo menos coinciden, con algunos de los principios del

“contra – urbanismo”, planteado entre otros por Goodman; haciendo suya, la opción política

encaminada a la transformación de la sociedad y a la toma de consciencia de los pobladores,

como nuevos actores urbanos, intensiones que se ven enriquecidas desde las disciplinas sociales,

por la Educación Popular y la Investigación Acción Participativa, que de forma paralela se

desarrollan en las barriadas de las principales urbes latinoamericanas.

“ Fortalecer las organizaciones territoriales de base para impulsar un desarrollo local

gestionado por los pobladores dentro del ámbito comunal”27, era uno de los objetivos de una

experiencia chilena (1986) de planificación desde la comunidad (p. 8); otra ONG colombiana, se

26 Al respecto, es posible conseguir material bibliográfico referido a las experiencias de Fathy en el pueblo egipcio de Gourna, de Lucien Krol en Lovaina (Belgica), de Katan en países africanos, de Erskine en Newcastle y de Alexander en la Universidad de Oregón en Estados Unidos.

28

Page 29: capitulo1

proponía como uno de los objetivos de la participación en ejercicios de planeación zonal y de

autodiagnósticos comunitarios “una concepción esencialmente política de la participación,

como parte fundamental de un proceso político de transformación de la sociedad, en el cual los

sectores populares son sujetos de una relación participativa que busca acrecentar su poder y

sus capacidades. para mejorar las condiciones de vida”28(p. 46).

Estos dos ejemplos, nos precisan el lugar común que al interior de las experiencias de ONGs

latinoamericanas, tenían – y aun tienen en muchos casos – un énfasis social y político, de

capacitación y conscientización de los pobladores urbanos y sus organizaciones comunitarias, en

torno a cambios estructurales de la sociedad, como objetivo paralelo, a los procesos de

planeación del territorio.

En este último período que estamos analizando, es importante también, tener presente el viraje

que en torno a la participación, tienen organismos internacionales que financian proyectos para el

desarrollo en países del tercer mundo, nos referimos a organismos como el Banco Mundial o el

Banco Interamericano de Desarrollo. Así mismo, se hace necesario revisar la perspectiva

planteada a la cuestión urbana desde la reciente Cumbre de las ciudades (Hábitat II, Estambul

1996) y los retos que nos exige el actual proceso de globalización mundial.

Los organismos internacionales de crédito, para quienes hasta hace pocos años el tema de la

participación estaba rodeado de innumerables prevenciones políticas y que era etiquetado con

rótulos ideológicos, al día de hoy, paradójicamente, instituciones de la dimensión del Banco

Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y la Fundación Interamericana, ven con

buenos ojos, la participación comunitaria en los proyectos de desarrollo urbano y social.

Hasta el punto de llegar a publicar sus propios manuales que favorecen los espacios de

participación, e incluso, en algunos casos la adoptan como política oficial para los programas de

cooperación técnica en el campo económico y social29. No obstante, desde hace mas de una

27 Walker, Eduardo et al. “Planificando desde la comunidad”. Ampliando el campo de lo posible. CIPMA (Centro de Investigación y Planificación del Medio Ambiente), Santiago de Chile, 1987.

28 HABINET, Tercer Seminario Internacional : Participación comunitaria. En el artículo: “La planeación zonal, los autodiagnósticos y la concertación” de Luis Fernando Correal. CEHAP, Universidad Nacional de Medellín, 1993.

29 El BID editó en 1997 un Libro de consultas sobre participación, en el que señala que “La participación no es

29

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década, este tipo de políticas ya había sido adoptada por Agencias Internacionales para el

Desarrollo, especialmente europeas, que apoyaban y financiaban, proyectos de desarrollo

comunitario, con el acompañamiento de ONGs.

El documento final de Hábitat II (La cumbre de las ciudades, Estambul 1996), que establece

como prioridades la vivienda adecuada para todos y el desarrollo sostenible de los asentamientos

humanos en un mundo en proceso de urbanización, sugiere en los artículos 30 y 31 que “la

necesidad de pertenecer a una comunidad y la aspiración a vecindarios y asentamientos más

habitables por parte de la población, deberían orientar el proceso de diseño, ordenación y

mantenimiento de los asentamientos humanos” hacia un papel más participante de la

población, recomendando que “al planificar los asentamientos humanos se debe tener presente

el papel constructivo de la familia en el diseño, el desarrollo y la ordenación de esos

asentamientos”.

El proceso de globalización mundial, que se vive en este fin de milenio, globalización no solo

económica y de mercados, también cultural e informática, ha conllevado a que en casi todos los

países se determinen cambios internos, para acomodarse a tal fenómeno, entre otros, los

acelerados procesos de descentralización política y presupuestal, que según Marcelo Balbo,

Profesor de la Universidad de Venecia en Italia30, son procesos que tienen estrecha relación y se

conectan con el proceso global, por cuanto la descentralización busca volver más eficiente, el

pesado lastre de las decisiones y la planificación centralizada de años anteriores, facilitando de

paso, la eficiencia y competitividad de la ciudad futura.

Y en este contexto, los espacios de participación ciudadana, resultan ser los mejores aliados

para los nuevos procesos descentralizadores que de alguna manera vinculan lo global y

simplemente una idea sino una nueva forma de cooperación para el desarrollo de la década de los noventa…”; el Banco Mundial publicó en 1996 un libro “maestro sobre participación”, en el que resalta “la nueva dirección que el Banco está tomando en apoyo de la participación” y señala que “ la gente afectada por intervenciones para el desarrollo debe ser incluida en los procesos de decisión”. Referencia de Bernard Kliksberg, en “Seis tesis no convencionales sobre participación”, publicado por la Revista Pobreza Urbana y Desarrollo, número 18, página 72, Buenos Aires (1998).

30 Conferencia del Profesor Marcelo Balbo, en la Universidad Nacional de Colombia, Seminario Gestión Urbana, Maestría de Urbanismo, Santa Fe de Bogotá, D.C. Abril de 1999.

30

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lo local31 como procesos complementarios. Lo cual, para Jordi Borja y Manuel Castells (1997),

conlleva “responder a la globalización del sistema mediante la localización de instituciones de

gestión y representación, que aúnen democracia participativa y desarrollo informacional, con

descentralización administrativa e integración cultural” (p.20), escenario en el cual el

urbanismo debe cumplir trascendentales tareas en la búsqueda de proyectos estratégicos de

ciudad futura.

Finalmente, revisaremos los planteamientos de la Planeación Estratégica y los ejes de

concertación y participación ciudadana que ésta plantea, como propuesta de intervención urbana

en el contexto de la globalización.

La planeación estratégica, que concibe como proyecto de ciudad futura, la acción concertada

entre sectores públicos y privados, experimentada en varias ciudades del mundo – entre otras,

Santa Fe de Bogotá, D.C. -, se propone dar respuestas a la internacionalización de la economía, a

los cambios introducidos por la aceleración de las innovaciones tecnológicas y a la globalización

en su conjunto, la cual ha puesto en evidencia que no queda otra posibilidad, sino la de competir

como ciudades en el nuevo circuito global, para lo cual se debe definir un conjunto de estrategias

que respondan a cinco retos: nueva base económica, infraestructura urbana, calidad de vida,

integración social y gobernabilidad, según lo planteado por Castells y Borja, en su reciente libro

“Local y global” (p.144).

En la propuesta de planeación estratégica, volviendo al tema central de la tesis, se manejan entre

otros, tres conceptos, novedosos para la planeación urbana: concertación, participación y

consenso; que a criterio de quienes la concibieron teórica y metodológicamente, resultan

fundamentales en la apuesta de un proyecto de ciudad común, que movilice al conjunto de

organizaciones urbanas y a los ciudadanos como colectivo. En tal sentido, el Plan Estratégico no

se plantea como una norma, ni como un conjunto de estas o un programa de gobierno, sino más

bien, como “un contrato político entre las instituciones públicas y la sociedad civil” (p.165).

31 Borja, Jordi y Castells, Manuel. Op.cit.p.33. “ Sin un anclaje sólido en los ciudadanos, los gobiernos de las ciudades no tendrán la fuerza necesaria para navegar los circuitos globales. En ese sentido, lo local y lo global, son complementarios, no antagónicos. Esa integración social requiere mecanismos políticos democratizados, basados en la descentralización administrativa y en la participación ciudadana en la gestión municipal”.

31

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Para Borja y Castells, el planeamiento estratégico es una forma de conducción al cambio, basada

en un análisis participativo de la situación urbana y de definición de consensos sociales,

distinguiéndolo de otras formas de planeamiento, entre otras, por la participación de los agentes

públicos y privados como condición indispensable para su realización.

Planteándole al urbanismo, nuevos retos en el sentido de una mayor apertura a otros

conocimientos, “Nadie tiene el monopolio del saber urbano, pero todos tienen fragmentos

necesarios para construir la ciudad. No se trata de colocar un fragmento al lado del otro, sino

de combinarlos según las posibilidades de cada momento y de cada espacio”; exigiendo de

paso, una mayor aproximación a la realidad urbana, como lo plantea Jordi Borja:

“Para transformar la ciudad hay que conocerla. Las ciudades se conocen con los pies. Para proponer programas viales y sistemas de transporte hay que andar la ciudad y mezclarse con sus gentes. El urbanismo no trabaja en un laboratorio sino en la calle, no se traslada todo el tiempo en coche sino que salta de un medio a otro, no habla solamente con colegas y profesionales, sino con las diversas personas que viven la ciudad. Hay que pisar en algún momento cada barrio y cada obra y entrar en las casas y hablar con la gente. Transformar la ciudad supone un estilo de vida.”. (p. 265)

Hasta aquí una síntesis de planteamientos contemporáneos en torno a pensar y concebir un

proyecto de ciudad futura, en los cuales es posible observar, la relevancia que se le propone a la

relación urbanismo, arquitectura y participación popular, como campo por explorar, mas allá de

la simple cooptación negativa32 de lo participativo, a la cual se puede tender, si ésta no es

asumida de una manera coherente, seria y sistemática que posibilite caminos distintos para la

ciudad latinoamericana, y en particular, para los amplios territorios de ciudad periférica en los

cuales se plantea una tarea quijotesca que evite una mayor marginalización, frente a la

nuevas dinámicas de globalización mundial.

32 Concepto utilizado en las conclusiones del Congreso Mundial de Convergencia Participativa en Conocimiento, Espacio y Tiempo, realizado en Cartagena de Indias, en Junio de 1997. “Participación popular: Retos del futuro” Compilación y análisis de Orlando Fals Borda. ICFES, IEPRI y Colciencias, Santa Fe de Bogotá, D.C. 1997 (p.203).

32

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Consideraciones finales del primer capítulo...

En el recorrido histórico expuesto en este primer capítulo, es evidente que al interior del urbanismo y la arquitectura, se han desarrollado discursos alrededor de la participación en los procesos de diseño y planeación urbana. En este sentido, las disciplinas no han estado ausentes de voces que de manera contestataria inicialmente, como respue--sta al sesgo tecnocrático, y más estructurada conceptualmente en años posteriores, hayan formulado propuestas participativas, a partir de experiencias que diversos autores tuvieron con sectores marginales urbanos de otras latitudes, especialmente de Europa y Norteamérica, en los años sesenta y setenta.

Si bien, este grupo de autores le formulan nuevas aperturas a un posible y necesario trabajo colectivo de los especialistas con los pobladores urbanos, estos no logran trascender, ni movilizar estructuralmente a las disciplinas, las cuales se mantienen en una posición vertical bajo los principios que le señala el Movimiento Moderno.

No obstante, estas novedosas propuestas son replicadas de diversas maneras, en países en desarrollo, al interior de los cuales se viene impulsando una búsqueda de alternativas a la problemática creciente de los asentamientos humanos de la periferia de las ciudades, especialmente las latinoamericanas.

En tal sentido, las experiencias de ONG’s y de grupos asesores de procesos habitacionales populares, ha enriquecido esta perspectiva de vincular a los pobladores y a las organizaciones comunitarias, a procesos de diseño y planeación participativa. Sin embargo, han sido en su mayoría, experiencias micro, atomizadas, difícilmente replicables, y sin una mayor rigurosidad, en su sistematización y posterior conceptualización.

Al finalizar este milenio, paradójicamente, aquellas voces que en los setenta planteaban tales esquemas participativos, y que se miraban hasta hace poco tiempo de una manera despectiva al interior de la arquitectura y el urbanismo, al día de hoy, parecen haber recuperado su importancia y son consideradas relevantes, no solo a partir de voces alternativas al interior de las disciplinas, sino también, desde organismos internacionales para el desarrollo, o de políticas urbanas recientes, e incluso, desde nuevas corrientes de planeación urbana, entre otras, la de la planeación estratégica que pretenden recuperar la idea de construcción colectiva de un proyecto de ciudad futura.

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Hernando Carvajalino BayonaArquitecto – Urbanista

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