Carta 41 h p lovecraft

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Carta 41 A Alfred Galpin Noviembre/ 1918 Roma: Siglo XIV Ka; Nov.: M. Rinostio Clius: A Galpinio Secundo. Coss L. METADIUS. CAELO. A GALPINIO SECUNDO S.D. SI. TV. VALES. BENE. EST. EGO. QUOQUE. VALEO. Continuando en la línea de lo dramático, pero ascendiendo en la escala varios grados, encuentro en Hamlet un personaje muy absorbente, al igual que usted. Es difícil para mí darle una estimación u opinión originales dada la abundante existencia de ambas cosas por parte de otros comentaristas; no obstante, descubro en Hamlet una mentalidad rara, delicada, casi poética, plena de los más elevados ideales y lastrada con el error (algo común en todos los personajes gentiles y apocados, a menos que su temperamento sea científico y predominantemente racional ---- lo cual es más extraño en el caso de los poetas), decía, lastrada por el error de que toda la humanidad se aproxima a un nivel tal como él la concibe. Sin embargo, de inmediato, la inherente irracionalidad del hombre llega a ser evidente para sí bajo las circunstancias más agotadoras para el alma humana; exhibiéndose por sí misma no en el mundo lejano sino en las personas de su madre y su tío, de manera tal como para convencerlo de forma más repentina y vital que cualquier dios existente para la humanidad. Bien puede cuestionar la existencia cuando la perfidia de aquéllos a quienes tenía razones para creerles los mejores entre los mortales obstaculiza cruelmente tales circunstancias al enterarse de la verdad. Habiendo fundamentado sus teorías de la vida en concepciones medievales y pragmáticas, es a partir de entonces que ese algo sutil empuja a las personas a seguir por los derroteros ordinarios; específicamente, Hamlet llega al convencimiento que los motivos usuales y los propósitos de la vida no son sino apenas algo más que bagatelas o ilusiones vacías. Ahora bien,

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carta 41 tomo 1

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  • Carta 41

    A Alfred Galpin Noviembre/ 1918

    Roma: Siglo XIV Ka; Nov.: M. Rinostio Clius: A Galpinio Secundo. Coss

    L. METADIUS. CAELO. A GALPINIO SECUNDO S.D.

    SI. TV. VALES. BENE. EST. EGO. QUOQUE. VALEO.

    Continuando en la lnea de lo dramtico, pero ascendiendo en la escala varios grados, encuentro en Hamlet un personaje muy absorbente, al igual que usted. Es difcil para m darle una estimacin u opinin originales dada la abundante existencia de ambas cosas por parte de otros comentaristas; no obstante, descubro en Hamlet una mentalidad rara, delicada, casi potica, plena de los ms elevados ideales y lastrada con el error (algo comn en todos los personajes gentiles y apocados, a menos que su temperamento sea cientfico y predominantemente racional ---- lo cual es ms extrao en el caso de los poetas), deca, lastrada por el error de que toda la humanidad se aproxima a un nivel tal como l la concibe. Sin embargo, de inmediato, la inherente irracionalidad del hombre llega a ser evidente para s bajo las circunstancias ms agotadoras para el alma humana; exhibindose por s misma no en el mundo lejano sino en las personas de su madre y su to, de manera tal como para convencerlo de forma ms repentina y vital que cualquier dios existente para la humanidad.

    Bien puede cuestionar la existencia cuando la perfidia de aqullos a quienes tena razones para creerles los mejores entre los mortales obstaculiza cruelmente tales circunstancias al enterarse de la verdad. Habiendo fundamentado sus teoras de la vida en concepciones medievales y pragmticas, es a partir de entonces que ese algo sutil empuja a las personas a seguir por los derroteros ordinarios; especficamente, Hamlet llega al convencimiento que los motivos usuales y los propsitos de la vida no son sino apenas algo ms que bagatelas o ilusiones vacas. Ahora bien,

  • esto no es Locura ---- me enferma escuchar a crticos estpidos y superficiales parlotear acerca de La Locura de Hamlet. En realidad, es un destello de Verdad Absoluta. No obstante, a los efectos, tal cosa se aproxima a un trastorno o desarreglo psquico. La razn sigue intacta, pero Hamlet percibe que ya no tendr ninguna oportunidad de aplicarla. Percibe los elementos y objetos en derredor suyo, sus interrelaciones mutuas y para consigo mismo, tan claramente como antes; pero su nuevo nivel de consideracin para con los mismos, y su falta de deseo o propsito a seguir un curso ordinario de las cosas, imparte a su punto de vista una irregularidad tan irnica y despectiva que podra ser muy bien considerado como un demente por error. . . . .

    Vale: L. Metadius Caelo.