Carta de Julio Cortázar a Ponchi Mompurgo y Manuel Antín

3
Carta de Julio Cortázar a Ponchi Mompurgo y Manuel Antín Viena, 6 de octubre de 1965 Mis queridos Ponchi, María Marta y Manuel: Mi portera de la place du Général Beuret, la gorda y honrada Madame Boivin, quedó encargada de reunir la correspondencia y enviármela, cada veinte días, a mis diversos domicilios en este mundo, que han sido sucesivamente Saignon, Teherán y Viena. Esto explica que sólo me he enterado hace media hora de la llegada de María Marta, pero en esta media hora he acumulado tanta alegría por tener una nueva sobrina que no quiero dejar de mandarles este triple abrazo, al que se suma el de Aurora, igualmente triple. Me parece muy bien que mi sobrina haya ingresado en el mundo varios días antes de lo esperado, porque prueba un carácter enérgico y determinado, y desde ya estoy seguro de que todos los esfuerzos que hagan ustedes dos por educarla mal, enseñarle idiomas y danzas clásicas, darle una cultura humanística, etc., se estrellarán ante su sentimiento incontenible de libertad e independencia. Mi sobrina se les escapado antes de que pudieran aprisionarla en las redes que la familia y la sociedad tienden astutamente para hacer de todos nosotros ciudadanos eméritos. Lo profetizo: cuando en el futuro sus condiscípulas resuelvan laboriosamente ecuaciones de segundo grado, María Marta estará trepada en un sauce, estudiando un nido de horneros. Será amiga del viento, del pelo suelto, de los perros abandonados, de los libros sin tapas, de los chicos difíciles. Con todo eso, y un poco de suerte, será feliz. Yo, su tío, la toco con esta varita mágica y se lo anuncio. En cuanto a ustedes, padres meritorios, espero que ya habrán pasado los peores sustos pre y postnatales, y que habrán vuelto a sus órbitas normales (esta imagen de la órbita, tan original sobre todo, prueba en todo caso que estoy trabajando para el Organismo Atómico, y que su maldito vocabulario se me está contagiando).

Transcript of Carta de Julio Cortázar a Ponchi Mompurgo y Manuel Antín

Page 1: Carta de Julio Cortázar a Ponchi Mompurgo y Manuel Antín

Carta de Julio Cortázar a Ponchi Mompurgo y Manuel Antín                                                                                        Viena, 6 de octubre de 1965 Mis queridos Ponchi, María Marta y Manuel:                                                                        Mi portera de la place du Général Beuret, la gorda y honrada Madame Boivin, quedó encargada de reunir la correspondencia y enviármela, cada veinte días, a mis diversos domicilios en este mundo, que han sido sucesivamente Saignon, Teherán y Viena. Esto explica que sólo me he enterado hace media hora de la llegada de María Marta, pero en esta media hora he acumulado tanta alegría por tener una nueva sobrina que no quiero dejar de mandarles este triple abrazo, al que se suma el de Aurora, igualmente triple.         Me parece muy bien que mi sobrina haya ingresado en el mundo varios días antes de lo esperado, porque prueba un carácter enérgico y determinado, y desde ya estoy seguro de que todos los esfuerzos que hagan ustedes dos por educarla mal, enseñarle idiomas y danzas clásicas, darle una cultura humanística, etc., se estrellarán ante su sentimiento incontenible de libertad e independencia. Mi sobrina se les escapado antes de que pudieran aprisionarla en las redes que la familia y la sociedad tienden astutamente para hacer de todos nosotros ciudadanos  eméritos. Lo profetizo: cuando en el futuro sus condiscípulas resuelvan laboriosamente ecuaciones de segundo grado, María Marta estará trepada en un sauce, estudiando un nido de horneros. Será amiga del viento, del pelo suelto, de los perros abandonados, de los libros sin tapas, de los chicos difíciles. Con todo eso, y un poco de suerte, será feliz. Yo, su tío, la toco con esta varita mágica y se lo anuncio.       En cuanto a ustedes, padres meritorios, espero que ya habrán pasado los peores sustos pre y postnatales, y que habrán vuelto a sus órbitas normales (esta imagen de la órbita, tan original sobre todo, prueba en todo caso que estoy trabajando para el Organismo Atómico, y que su maldito vocabulario se me está contagiando).       No sé si los porteños habrán tenido ya noticias de algo que era un gran secreto hasta hace poco, o sea que Antonioni me escribió para decirme que quería filmar “Las babas del diablo”, un cuentecito mío que, junto con todos los otros, acaba de salir en italiano.  Todo hace suponer que la película se filmará dentro de dos meses, y que Ponti, el productor, se decidirá a pagarme suficientes liras como para que yo me digne a firmarle un contrato. Antonioni me telefoneó antes de que yo me fuera a Teherán a luchar contra el analfabetismo por cuenta de la Unesco, y me dijo que el cuento era la cristalización (sic) de un tema que andaba buscando desde hacía cinco años. Yo me quedé sumamente cristalizado al oír semejante afirmación, pero ya verás que poco quedará del original en la película. Te lo digo porque Italo Calvino, que es amigo mío, le escribió una vez un libro a Antonioni, y cuando llegó el momento de filmarlo, Italo descubrió que lo único suyo que había quedado era un tucán. Después supo que a Mónica Vitti le gustaba mucho la idea del tucán, y que por eso lo conservaron. Ya ves que no me hago ilusiones, pero tampoco me importa; el cine es siempre otra cosa, con sus derechos propios y sus limitaciones también propias; el que quiera leer mi cuento no tiene más que abrir el libro.      Lo de Teherán fue muy hermoso. Me gustó el Irán, su gente, los ojos increíblemente grandes y negros de las muchísimas Farah Diba que circulan por todos lados. Ví las ruinas de Persépolis, ví las mezquitas de Shiraz, bebí tanto vodka y comí tanto caviar que   

Page 2: Carta de Julio Cortázar a Ponchi Mompurgo y Manuel Antín

ahora estoy a agua mineral y a bife vuelta y vuelta. Pero pronto nos replegaremos a nuestro ranchito, hacia el 20 de este mes, y poco a poco reanudaré mi íntima amistad con la salvia, el romero, el orégano y el estragón, sin mencionar el pernod y el vino rosé de la región. (Todo esto es para mantener vivo en ustedes el deseo de venir alguna vez a quedarse largamente en estos valles provenzales donde muchas veces, a lo largo de las caminatas, se los nombra y se los recuerda).     Hasta pronto, sobrina, y portate mal sin miedo que tus papás son mucho más buenos de lo que parecen. Tu tío te alienta y estimula desde el otro lado del mar.                           Un gran abrazo, y toda la alegría de                                                                                           Julio