Carta de Un Ateo a Fernando González - Frank David Bedoya Muñoz - 2015 v2

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Carta de un ateo a Fernando González Esta semana se cumplen 51 años de la muerte de Fernando González, por este motivo quiero volver a compartir aquella “Carta de reproche a Fernando González por su carajada de seguir insistiendo en ios!" Cuando la pu#liqu$, esta carta no gust% mucho entre los actuales custodios de su pensamiento" &o' la comparto a los nuevos amigos ' la vuelvo a poner en consideraci%n de los viejos amigos" &e mejorado el te(to, he suprimido algunos pasajes que a)ea#an la carta con vanidades 'a superadas, pero en esencia la idea sigue siendo la misma, además el autor está más ateo que antes" Fran* avid +edo'a uñoz edell-n, )e#rero de ./15" V iejo, tú sabes cuánto te he amado. Te tomé como un padre, como un modelo de identifcación. En diversas ocasiones he deendido la idea de Página1 de 4

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Artículo - Ensayo

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Carta de un ateo a Fernando Gonzlez

Esta semana se cumplen 51 aos de la muerte de Fernando Gonzlez, por este motivo quiero volver a compartir aquella Carta de reproche a Fernando Gonzlez por su carajada de seguir insistiendo en Dios. Cuando la publiqu, esta carta no gust mucho entre los actuales custodios de su pensamiento. Hoy la comparto a los nuevos amigos y la vuelvo a poner en consideracin de los viejos amigos. He mejorado el texto, he suprimido algunos pasajes que afeaban la carta con vanidades ya superadas, pero en esencia la idea sigue siendo la misma, adems el autor est ms ateo que antes.

Frank David Bedoya Muoz Medelln, febrero de 2015.

Viejo, t sabes cunto te he amado. Te tom como un padre, como un modelo de identificacin. En diversas ocasiones he defendido la idea de que eres el nico filsofo de Suramrica, y lo seguir haciendo. Tu vida es la que ms me ha incitado a ilusionarme con la idea de ser escritor.Qu difcil es hacerle un reproche a los seres que ms amamos, pero lleg el momento.Me colm de alegra cuando descubr que tu obra la iniciaste al lado de Nietzsche. TusPensamientos de un viejoeran, en estilo y contenido, todo Nietzsche y, sin embargo, al poco tiempo, demostraste que eras un buen discpulo de Nietzsche: te alejaste de l. Te acuerdas viejo, de la palabras de Zaratustra: Alejaos de m se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre su discpulo. Qu bien y qu rpido lo hiciste t; en el segundo libro que escribiste ya no eran los estilos y contenidos de Nietzsche, eran los tuyos; qu tan bien lo hiciste, qu tanto hurgaste en ti que te volviste en Colombia el maestro de la autenticidad.Y lleg tuViaje a pie, quiz el nico libro en Colombia donde se puede respirar una mayor libertad. Ests ah, con tu compaero de viaje, caminando, filosofando, discerniendo sobre la vida, sobre el amor, sobre nuestros impulsos en esta desdichada Colombia. En este libro se siente un aire ms fresco; al leerlo, uno se siente ms ligero, ms jovial ay viejo!, con este libro hiciste que nos enamorramos de vos, despus de este libro, ya no te pudimos soltar.A Colombia, la comprend con vos. Aprend ms de Colombia en tus librosCorrespondencia con Carlos E. Restrepo y Cartas a Estanislaoy pude vislumbrar ms a este complejo pas en tuRevista Antioquia,digo, aprend ms de Colombia en tus libros, que en todos los aos de estudio de historia en la Universidad Nacional.Y qu decir de Suramrica. Ya antes se me haba aparecido este continente que anhela la libertad con Simn Bolvar, pero vos fuiste el maestro que nos hizo comprender la personalidad psquica de nuestros pueblos. Qu gran leccin nos diste conLos negroides,Mi Compadre,Mi Simn Bolvar,Santander.Sos viejito, vos tambin, el maestro de la identidad suramericana.Mucho antes, habas empezado a desacomodar nuestras almas, t, con tus calzoncitos de Tony enEl remordimientonos tocaste las fibras ms ntimas de la sensualidad y nos sealaste la dificultad que tenemos para hacernos dueos de nuestras pasiones, la dificultad que tenemos para gobernarnos a nosotros mismos. Cmo hacer fuertes a nuestros yoes, sin repudiar nuestros ellos. Ay viejito!, si Freud hubiera conocido tu obraEl remordimiento, sin duda hubiera reconocido en ti a un gran pensador y un gran poeta de la psicologa humana.Y despus llegas conDon Mircletes.No logro olvidar aquellas primeras palabras de Manuelito Fernndez. Esta novela magistral puede compararse con lasMemorias del subsuelode Dostoyevski. Viejo, despus nos haces palpitar y padecer, con la vida de Manjarrs,El maestro de escuela;qu sacudida nos pegaste con aquel espejo de los grandes hombres incomprendidos, con la vida msera de Manjarrs.Y ya, viejo, antes de morirte, nos regalaste elLibro de los viajes o de las presenciasyla tragicomedia del padre Elas y Martina la velera; qu calma se respira all. En cada una de las palabras de estos dos libros estn los pensamientos ms silenciosos, y por ello los ms perturbadores. Ah ests vos, viejo bufn, dando lecciones de cmo llega el hombre a descubrirse a s mismo, hasta las ltimas consecuencias. Lucas Ochoa, el padre Elas, finalmente t, amado maestro, con tus ltimos libros, expusiste de la manera ms calmada y franca las ms profundas reflexiones sobre la existencia que se han podido escribir en estas tierras.Pero viejo, hay un pero. Ahora viene mi reproche. Te empeaste en seguir invocando a Dios. Viejo, me repuls siempre ese misticismo tuyo, por ms elaborado y potico que lo presentaras. Te causaba mucha gracia escandalizar a monjas y a curas y vos, viejito religioso, seguiste engaando a los mismos jvenes que un da ayudaste a liberar, con patraas metafsicas; le fuiste infiel al ms ac, a la tierra, y seguiste t como los dems sacerdotes, prolongando la idea de un ms all, ese fatal y decadente falseamiento que se inventaron los despreciadores de la vida. Esa fue tu eterna contradiccin, t, que nos enseaste a amar la vida desnuda luego la volviste a vestir con ilusiones religiosas, con supersticiones. T, que conociste el alma humana como nadie lo ha hecho por aqu, en lugar de mostrar qu tanto un hombre se puede conocer a s mismo, alcanzar los ms altos grados de conciencia, superarse y ser artfice de su propio destino, preferiste volver a poner al hombre por debajo de un Dios, por debajo de aquella idea nefasta de Dios.Un da unos jvenes te preguntaron que si habas abandonado al humanismo por el misticismo y te enojaste, porque t no eras un converso, y les aclaraste que toda la vida estuviste buscando a Dios. Efectivamente no eras un converso, pero ese no es el problema, el problema es que seguiste vendiendo una ilusin, como si esta servidumbre fuera el fin de la existencia del hombre, seguiste siendo cristiano. Quiz no te diste cuenta -o no lo quisiste hacer- de que por la liberacin que produjo tu pensamiento en Colombia, muchos esperbamos que fueras ateo, pero no viejo, seguiste siendo un rezandero, a tu manera pero rezandero. Estuviste muy cerca de las alturas de Zaratustra el ateo, pero no quisiste dar el paso final: renunciar a esa perniciosa ilusin infantil que son las representaciones religiosas en el hombre. S que muchos telogos y filsofos cristianos, incluso curas amigos tuyos, celebraron que un poeta como t alabara a Dios; de hecho han escrito libros resaltando tu misticismo, telogos rebuscando argumentos filosficos para decir que tu obra conduce a Dios. Pero tu obra, t lo sabes, va ms all de tu propio misticismo; tu obra tiene ms profundidades, tu obra es liberadora. Por eso, viejo, yo no te acepto esa sumisin vergonzante ante un Dios. Que las masas crean en Dios y necesiten esas ilusiones, eso se entiende, pero en un hombre como vos eso no lo puedo entender; que t, despus de haber conocido la obra de Nietzsche y de Freud como pocos lo han hecho, hayas seguido con el misticismo, yo no lo puedo entender. Muchos elogiarn tus alabanza a Dios, pero a m me repugna esa exaltacin del cristianismo en tu obra.Te he amado, Fernando Gonzlez, viejo querido e imperioso, y nunca dejar de amarte, tu obra siempre tendr un lugar privilegiado en mi vida. Siempre estar orgulloso y feliz de que hayas existido. Pero cada vez que apareces insistiendo en el decadente Dios del judeocristianismo, yo, ateo, me alejo de ti. Este es mi reproche maestro, hasta all -hasta esa carajada mstica-, no te puedo seguir.

Frank David Bedoya MuozPgina 3 de 3