César González Ochoa Espacio, diseño, identidad

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Espacio, diseño, identidad César González Ochoa En un trabajo previo hemos caracterizado la actividad de diseñar o la actividad proyectual como el proceso que genera el marco de vida del ser humano, es decir, el proceso de construcción del entorno, de lo que aquí vamos a llamar el espacio social. 1 Por tanto, las distintas disciplinas que conforman lo que llamamos de manera genérica el diseño, cada una a su manera y desde su posición particular, se ocupan de construir una porción de ese marco de vida. Si así fuera, tendríamos que convenir en que un estudio del diseño tendría como uno de sus posibles puntos de partida dilucidar qué es el espacio social o espacio construido. Sin embargo, cuando se intenta abordar el estudio del espacio, lo primero que se manifiesta es que éste no puede analizarse de manera separada del de otras nociones tales como son las de lugar, territorio, frontera, vecindario, comunidad, región, nación, entre otras, y este camino conduce a la compleja noción de identidad. Si se puede asociar el espacio con nociones tan variadas como la de la identidad, también es posible enfocarlo desde múltiples puntos de vista y disciplinas. Las páginas siguientes pretenden iniciar la discusión acerca de este problema, que es anterior a toda consideración acerca del diseño: cuál pudiera ser un camino para pensar el espacio desde las disciplinas humanas, por un lado, y con las físicas, por el otro. Asimismo, cómo se podrían pensar las relaciones entre la identidad de los grupos y el territorio, la región o la nación. Muchos autores, desde la teoría social o la filosofía, entre otras disciplinas, han reconocido que el espacio es una idea básica para la experiencia y el ejercicio de la imaginación; por otro lado, antropólogos, geógrafos, historiadores del arte, etc., sin mencionar aquí a quienes lo usan o, lo que es nuestro caso, a quienes lo construyen, como es el caso de los urbanistas, arquitectos y diseñadores en general, todos ellos, se interesan en mayor o menor medida en las diversas facetas del espacio. Aunque desde perspectivas y supuestos diversos, quienes estudian esta escurridiza noción concuerdan, sea que se asuma esto como una condición, sea que se asuma como un resultado, en que el espacio es construido y que la concepción que tienen quienes lo habitan es histórica; es decir, que la concepción que se tiene del espacio no permanece igual en el transcurso del tiempo. Otra idea más o menos general es que la noción del espacio no permanece neutral respecto al poder; de hecho, se dice que es por su mediación como los poderes se ejercen sobre los individuos y contribuye a su conformación. En otras palabras, se relaciona con la identidad, sea individual o colectiva. Por tanto, todas estas nociones: espacio, territorio, poder e identidad, configuran una entidad difícil de analizar y comprender si se consideran de manera separada, especialmente en nuestro mundo moderno. De manera general, la primera pregunta que surge cuando se aborda este problema es, como es de esperarse, la de qué es el espacio, la cual remite inevitablemente a otra cuestión, igualmente fundamental, asociada con ella, a la de qué es el tiempo; a partir de ellas surgen otras, por ejemplo: ¿son el espacio y el tiempo cosas o ideas?; ¿son formas del mundo real o son más bien categorías del entendimiento?; ¿son el reflejo de las propiedades de lo real o manifiestan las relaciones entre los seres humanos y la realidad? Desde la antigüedad, las nociones de espacio y de tiempo han sido temas constantes de reflexión; y en todas las épocas encontramos intentos de respuesta, desde los filósofos presocráticos, aunque de manera más sistemática a partir Platón, hasta llegar a la física contemporánea. Las preguntas por el espacio y por el tiempo no pueden evitar intervenciones tanto desde la filosofía como desde las ciencias físicas; no importa desde dónde se plantee el problema, tarde o temprano tiene lugar el enfrentamiento tanto con la primera como con las segundas; sin embargo, por medio de un replanteamiento del problema, quien lo aborde puede por lo menos posponer este enfrentamiento con las ciencias o con la filosofía. Ese replanteamiento consistiría en asumir que lo que se quiere investigar 1 El diseño, un saber hacer hacer racional, en prensa.

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  • Espacio, diseo, identidadCsar Gonzlez Ochoa

    En un trabajo previo hemos caracterizado la actividad de disear o la actividad proyectual como el proceso que genera el marco de vida del ser humano, es decir, el proceso de construccin del entorno, de lo que aqu vamos a llamar el espacio social.1 Por tanto, las distintas disciplinas que conforman lo que llamamos de manera genrica el diseo, cada una a su manera y desde su posicin particular, se ocupan de construir una porcin de ese marco de vida. Si as fuera, tendramos que convenir en que un estudio del diseo tendra como uno de sus posibles puntos de partida dilucidar qu es el espacio social o espacio construido. Sin embargo, cuando se intenta abordar el estudio del espacio, lo primero que se manifiesta es que ste no puede analizarse de manera separada del de otras nociones tales como son las de lugar, territorio, frontera, vecindario, comunidad, regin, nacin, entre otras, y este camino conduce a la compleja nocin de identidad. Si se puede asociar el espacio con nociones tan variadas como la de la identidad, tambin es posible enfocarlo desde mltiples puntos de vista y disciplinas. Las pginas siguientes pretenden iniciar la discusin acerca de este problema, que es anterior a toda consideracin acerca del diseo: cul pudiera ser un camino para pensar el espacio desde las disciplinas humanas, por un lado, y con las fsicas, por el otro. Asimismo, cmo se podran pensar las relaciones entre la identidad de los grupos y el territorio, la regin o la nacin.

    Muchos autores, desde la teora social o la filosofa, entre otras disciplinas, han reconocido que el espacio es una idea bsica para la experiencia y el ejercicio de la imaginacin; por otro lado, antroplogos, gegrafos, historiadores del arte, etc., sin mencionar aqu a quienes lo usan o, lo que es nuestro caso, a quienes lo construyen, como es el caso de los urbanistas, arquitectos y diseadores en general, todos ellos, se interesan en mayor o menor medida en las diversas facetas del espacio. Aunque desde perspectivas y supuestos diversos, quienes estudian esta escurridiza nocin concuerdan, sea que se asuma esto como una condicin, sea que se asuma como un resultado, en que el espacio es construido y que la concepcin que tienen quienes lo habitan es histrica; es decir, que la concepcin que se tiene del espacio no permanece igual en el transcurso del tiempo. Otra idea ms o menos generales que la nocin del espacio no permanece neutral respecto al poder; de hecho, se dice que es por su mediacin como los poderes se ejercen sobre los individuos y contribuye a su conformacin. En otras palabras, se relaciona con la identidad, sea individual o colectiva. Por tanto, todas estas nociones: espacio, territorio, poder e identidad, configuran una entidad difcil de analizar y comprender si se consideran de manera separada, especialmente en nuestro mundo moderno.

    De manera general, la primera pregunta que surge cuando se aborda este problema es, como es de esperarse, la de qu es el espacio, la cual remite inevitablemente a otra cuestin, igualmente fundamental, asociada con ella, a la de qu es el tiempo; a partir de ellas surgen otras, por ejemplo: son el espacio y el tiempo cosas o ideas?; son formas del mundo real o son ms bien categoras del entendimiento?; son el reflejo de las propiedades de lo real o manifiestan las relaciones entre los seres humanos y la realidad? Desde la antigedad, las nociones de espacio y de tiempo han sido temas constantes de reflexin; y en todas las pocas encontramos intentos de respuesta, desde los filsofos presocrticos, aunque de manera ms sistemtica a partir Platn, hasta llegar a la fsica contempornea.

    Las preguntas por el espacio y por el tiempo no pueden evitar intervenciones tanto desde la filosofa como desde las ciencias fsicas; no importa desde dnde se plantee el problema, tarde o temprano tiene lugar el enfrentamiento tanto con la primera como con las segundas; sin embargo, por medio de un replanteamiento del problema, quien lo aborde puede por lo menos posponer este enfrentamiento con las ciencias o con la filosofa. Ese replanteamiento consistira en asumir que lo que se quiere investigar

    1 El diseo, un saber hacer hacer racional, en prensa.

  • no es tanto el espacio en s mismo, sino los sentidos que genera, las ideas que produce en nosotros; es decir, que no es el espacio fsico o la extensin lo que se debe estudiar, sino el espacio vivido, el representado; en otros trminos, el espacio construido o producido, que algunos llaman simplemente espacio social.

    As, si se aborda no el espacio en general sino las representaciones del espacio, sobre todo la nocin de espacio construido culturalmente, rpidamente se comprueba que las diferentes pocas y culturas poseen distintos modos de concebirlo, maneras distintas de construirlo y representarlo. Por ello la bsqueda de respuestas acerca de la naturaleza del espacio requiere no slo de la especulacin filosfica y del acercamiento cientfico, sino de ponerlo en relacin con las acciones humanas, con eso que algunos llaman la prctica social. En otras palabras, entender el espacio no como un a priori o un absoluto sino como resultado de una relacin entre sujetos y objetos, y que existe porque tales sujetos yobjetos se relacionan.2 De all que el problema pertinente sea por qu distintas prcticas sociales producen distintas concepciones del espacio; que la pregunta pertinente sea por qu cada poca o cada cultura tiene su propia nocin del espacio y produce sus propias formas, sean arquitectnicas, de los objetos cotidianos o de cualquier otro tipo. Este cambio en la manera de plantear el problema, este cambio de terreno, permite dejar de lado ciertos supuestos del sentido comn, como aquellos que ven elespacio como una realidad neutra, previamente dada, en la cual se inscriben realidades de otro orden, como las relaciones o los acontecimientos.

    Algunas disciplinas sociales, tales como la geografa o la economa, asumen en parte la tarea de estudiar el espacio; sin embargo, en general lo consideran como preexistente, como algo dado de antemano; ambas lo ven de una manera fundamentalmente emprica: la geografa lo reduce a un conjunto de datos acerca de la naturaleza, sin alcanzar a realizar el trabajo terico necesario para su construccin conceptual; la economa, por su parte, lo ve tambin como algo dado previamente, o comodice Lipietz, un espacio homogneo e isotrpico, neutro, en el cual se desarrollan los hechos econmicos.3 Este empirismo respecto a las maneras tradicionales de entender el espacio va paralelo con la concepcin del mismo por parte del sentido comn, que lo considera, igual que al tiempo, como una realidad neutra, previamente dada, en la cual se inscriben otro tipo de realidades, tales como las relaciones sociales y los acontecimientos. Toda realidad material posee tanto una dimensin temporal como una dimensin espacial; igualmente las relaciones sociales, las cuales, al tener una forma materialde existencia, poseen por tanto esas dos dimensiones. Muchos estudiosos del urbanismo como Lefevbrey sus continuadores han asumido tambin una visin empirista del espacio, sin demasiada preocupacinpor la reflexin filosfica; sin embargo, es notorio que los filsofos de todas las pocas, desde los presocrticos y los pitagricos, se han preocupado por la nocin de espacio; el problema obtiene una formulacin precisa en uno de los ltimos dilogos de Platn: el Timeo, donde se pregunta por el origendel mundo.

    Aunque escapa a los lmites de este trabajo, habra que realizar un recorrido histrico acerca de las distintas visiones del espacio, desde Platn y Aristteles, cuyas concepciones quedaron como las nicaspor muchos siglos, al menos hasta la poca de Descartes y Spinoza que desemboca en Newton en el siglo XVII e inmediatamente despus llega a Kant. La visin cambia radicalmente en el siglo XX con la llegada de la teora de la relatividad. Segn Platn, existen tres entidades: el ser absoluto, el lugar donde nacen los seres no absolutos, y estos seres. Al primero, al absoluto, le corresponden las formas ejemplares, o Ideas, que son inmutables, que no son generadas y no se pueden percibir por medio de lossentidos; son tambin indestructibles. Lo que se s puede percibir es lo que nace, lo que est sujeto al devenir, es decir, lo generado, que es siempre cambiante. Entre esos dos extremos, entre las ideas-

    2 A grandes rasgos, sta es la idea bsica con la que se inicia el libro de David Harvey, Urbanismo y desigualdad social, Mxico: Siglo XXI, 1973, p. 5.

    3 Alain Lipietz, El capital y su espacio, Mxico: Siglo XXI, 1979, p. 18.

  • forma que estn ms all del mundo, y el devenir que es el mundo sensible, all se sita al espacio, que proporciona una sede a todos los objetos que nacen. ste, sin embargo, tampoco se puede percibir. Es, pues, una mediacin: se sita entre el ser, que es inmutable, y el devenir cambiante; ese espacio, adems, es eterno e indestructible y proporciona una sede a todo lo que posee un origen; es el receptculo, donde todo tiene su lugar, donde se sitan las cosas y los seres. En esto es diferente de las Formas, que se alcanzan por medio del uso de la razn, sin ayuda de la percepcin sensible; y tambin diferente del devenir, el cual se puede captar por los sentidos pero no por la razn. Por tanto, se localizaes un lugar intermedio entre la razn y los sentidos, pero fuera de ambos. As entendido, el espacio carece de figura o de forma, pero es la condicin de posibilidad, el marco necesario para poder distinguir y delimitar toda forma o figura.

    Aunque esa idea de espacio es muy abstracta, concebible slo dentro de una reflexin cosmolgica y que se aprehende por medio de un razonamiento matemtico, su formulacin se hace a partir de la experiencia de las formas del habitar, y en este aspecto son muy importantes las formas de construccino las formas de la arquitectura puesto que, desde las pocas ms remotas, en todas las sociedades humanas ha sido fundamental la cuestin del refugio, de la seguridad, del hogar. Los productos resultantes de la actividad constructiva o de la arquitectura constituyen uno de los primeros ejemplos deespacio construido.

    A diferencia de Platn, para quien materia y extensin es lo mismo, Aristteles hace del lugar la envolvente del cuerpo y no el cuerpo mismo; esa envolvente tiene un lugar definido en el mundo inmutable, mientras que los cuerpos se mueven y cambian de lugar. Estas ideas dominaron durante muchos siglos hasta que Descartes postula que no puede existir el lugar sin la sustancia y que la extensin (longitud, altura y profundidad) no puede tener existencia ms que como parte de una sustancia material. Spinoza concuerda con este punto de vista pero distingue dos extensiones: la que se da a los sentidos y se representa a la imaginacin y la que se percibe por el entendimiento; la primera esdivisible e indefinida como los cuerpos son infinitamente numerosos, la segunda es indivisible y plenamente infinita, y constituye de hecho la propiedad esencial del ser.

    Newton, sin embargo, no asume la primera nocin de extensin, la del espacio de las cualidades sensibles y mensurables, sino que para l el espacio es un absoluto as como el tiempo es decir, es algo que existe en s, independiente de la materia, y que funciona como marco de referencia inmutable para toda la escena del mundo y de los acontecimientos fsicos que en l se desarrollan, sin relacin conlas cosas exteriores. Es cierto que para l hay una representacin sensible del espacio, la posicin relativa de los cuerpos, unos respecto de los otros, y las formas de los cuerpos slidos, pero sta no se confunde con el espacio inmvil. Slo as puede construir una descripcin del movimiento y relacionar esos movimientos con causas llamadas fuerzas bajo la forma de enunciados o de ecuaciones entre vectores del espacio euclidiano. Cuando quiere justificar la existencia del espacio absoluto o del tiempo, independientes de las cosas materiales, Newton dice que espacio y tiempo no pueden preexistiral hombre y a la materia ms que ligados a Dios; es decir, que espacio y tiempo son atributos divinos, consecuencia necesaria de su omnipresencia y de su eternidad. Por tanto, el problema epistemolgico se sustituye por un postulado metafsico.

    Kant tiene como programa delimitar los dominios del saber y la fe y, con ello, fundar una teora del conocimiento sin apelar a prstamos metafsicos; por ello no puede aceptar el acercamiento de Newton.Nuestro conocimiento, dice Kant, procede de dos fuentes bsicas: la primera es la facultad de recibir sensaciones, mientras que la segunda es la capacidad de reconocer un objeto mediante estas percepciones. Por medio de la primera, se da el objeto, y por la segunda se puede pensar este objeto en relacin con otras percepciones, como una simple determinacin de la mente. De esta manera, los elementos centrales de la mente son la intuicin y los conceptos.4 Nuestro comportamiento es pasivo al

    4 Immanuel Kant, Crtica de la razn pura, edicin de Pedro Ribas, Madrid: Taurus, 2006, Libro I Doctrina trascendental

  • recibir las impresiones por medio de la intuicin, y activo al tratarlas por medio del pensamiento. La intuicin se compone de dos partes; una emprica, a posteriori, que procede de la experiencia y conforma el contenido de la intuicin (colores, sonidos, olores, sensaciones); la otra es a priori, independiente de toda experiencia, y es la forma de la intuicin. Existen dos formas intuitivas de este tipo: el espacio, la forma intuitiva de nuestro sentido externo mediante el cual nos representamos objetos como exteriores a nosotros y estando todos en el espacio..., y el tiempo, la forma intuitiva de nuestro sentido interno. esto es, del intuirnos a nosotros mismos y nuestro estado interno.5 Dice enseguida: El espacio, en cuanto forma pura de toda intuicin externa, se refiere slo, como condicina priori a los fenmenos externos. Por el contrario, toda representacin, tengo o no por objeto cosas externas, corresponde en s misma [...] al estado interno. Ahora bien, ste se halla bajo la condicin formal de la intuicin interna y, consiguientemente, pertenece al tiempo.

    Las formas intuitivas de espacio y tiempo constituyen estructuras a priori, a las cuales ajustamos todos los acontecimientos fsicos que la experiencia nos presenta. Todo acontecimiento fsico tiene un lugar determinado en el espacio y en el tiempo. En este aspecto, las ideas de Kant corresponden a la fsica de Newton. Para l, espacio y tiempo no necesitan preexistir a la materia o al ser humano sino que basta entender que existen a partir de una relacin recproca de las cosas y los hombres. La cosa en s, dice, que se distingue de las cosas que se perciben, no est ni en el espacio ni en el tiempo; el espritu humano, en el acto de la percepcin, asume las categoras de espacio y tiempo como propias y sin las cuales la percepcin no sera posible; stas no son ideas puras, sino que se imponen al espritu humano en un contacto emprico con la naturaleza; por tanto, no son tampoco arbitrarias. Las cosas en s (los noumena) constituyen el mundo real; los fenmenos, nicos objetos de conocimiento, constituyen el mundo mediado por el espacio y el tiempo, formas a priori de la sensibilidad. Al no estar ni en el espacio ni en el tiempo, las cosas en s no estn realmente sometidas al determinismo de la mecnica. Por tanto, el espacio y el tiempo estn en algn lugar entre los noumena y los fenmenos, o entre las cosas y la mirada que se apropia de ellos en el acto de percepcin; ms cerca del hombre, ciertamente, que de las cosas. Pero en su mirada sobre los fenmenos, el hombre puede ver las estructuras o figuras puras, que en su pureza no le pertenecen, y que no puede atribuir ms que al espacio mismo, lo que explica que este ltimo parezca prefigurar los objetos: tal es el caso de la geometra, y de all el por qula matemtica sea, a ojos de Kant, la ms pura de las ciencias. Como se dir enseguida, las ideas de Kant reciben su primer ataque serio con la teora de la relatividad puesto que para aqul, el espacio y el tiempo no se relacionan puesto que proceden de fuentes muy diferentes: el espacio como forma intuitiva del sentido externo y el tiempo como la forma intuitiva del espacio interno. El espacio es absoluto y est fijo; el tiempo tambin es absoluto pero siempre en movimiento. La teora de Einstein dice que no hay ni espacio ni tiempo absoluto sino que uno existe slo en relacin con el otro; es decir, que solamente existe el espacio-tiempo.

    Los desarrollos de la mecnica ponen en segundo plano las especulaciones filosficas sobre la naturaleza del espacio y del tiempo. Las objeciones de Descartes, Leibniz y Spinoza, a los ojos de los fsicos, se solucionan por las respuestas de Kant, pero, a fines del siglo XIX, Mach revel el carcter dogmtico de la posicin kantiana, sobre todo a partir de que la nocin de espacio absoluto se haba consolidado y sustancializado bajo la forma de ter, un concepto til para admitir filosficamente las acciones a distancia y para hacer comprensibles varios fenmenos, como la propagacin de la luz y las acciones elctrica y magntica, entre otras.

    Einstein se dio cuenta que en la teora fsica se requera de un concepto de espacio contrario al del espacio kantiano y propone considerar que el espacio y el tiempo son creaciones de la inteligencia

    de los elementos, Segunda parte: Lgica trascendental. La discusin sobre el espacio est entre las pginas 67-73, en el mismo libro I, en la primera parte: La esttica trascendental.

    5 Ibid., pp. 67 y 76.

  • humana, instrumentos del pensamiento que deben servir para establecer una liga entre las experiencias. Es cierto que esas construcciones del espritu se apoyan, como es el caso de muchos conceptos, en un sustrato emprico, pero las nociones de tiempo absoluto y de espacio ordenado segn la geometra euclidiana se revelan a sus ojos como extrapolaciones injustificadas sobre la base de ese sustrato emprico. De all que intente remplazar la fsica de Newton y sus conceptos fundamentales (espacio y tiempo absoluto, fuerza de gravedad, etc.) por una geometra, de tal modo que las leyes de la naturalezase expresen en proposiciones simples de naturaleza geomtrica. La posicin de la fsica relativista es que el espacio y el tiempo, tal como se utilizan por la teora, son productos de la inteligencia humana para describir ciertas propiedades, ciertas relaciones dinmicas entre los objetos, propiedades o relaciones cuya realidad objetiva no puede ser puesta en duda.

    Pero, sin entrar en mayores detalles, incluso sin definir el espacio fsico, podemos entender que existen estrechas relaciones entre ste y el espacio social, que, como se dijo antes, es siempre una produccin, y el espacio es el percibido y representado. Es la sociedad la que produce el espacio social a travs de la apropiacin de la naturaleza, de la divisin del trabajo y de la diferenciacin puesto que todas las representaciones del espacio fsico son construcciones sociales operadas por los diversos grupos sociales; la misma nocin de espacio fsico o natural es una construccin del imaginario individual y colectivo. El concepto de espacio social se usa en el campo de los estudios de las disciplinas sociolgicos sobre todo para designar el campo de interrelaciones sociales; todo el sistema de relaciones se inscribe en un espacio en el que se asocian el lugar, lo social y lo cultural. Segn Bourdieu, la sociologa puede pensarse como una topologa social en la medida en que representa elmundo social en forma de un espacio (de varias dimensiones) construido sobre la base de principios de diferenciacin o de distribucin constituidos por el conjunto de las propiedades que actan en el universo social considerado.6 El espacio social es entendido, en esta perspectiva, como un campo de fuerzas donde los agentes sociales se definen por sus posiciones relativas; as, el mundo humano se vuelve un espacio de relaciones construido de acuerdo con los lugares que ocupan los actores sociales ycon la evaluacin que hacen de ellos mismos.

    Las ms profundas estructuras de una sociedad son las que corresponden a las del espacio y del tiempo pues la vida humana se desarrolla en el marco de coordenadas espacio-temporales. El espacio y el tiempo son factores determinantes de la constitucin y desarrollo de los grupos sociales y a este proceso estn ligadas tanto la produccin de cultura y de civilizacin como la constitucin del medio ambiente. De hecho, no existe estrictamente una naturaleza bruta; por tanto, el anlisis del espacio social tiene como condicin considerar que la naturaleza misma es moldeada por la actividad colectiva.

    En general, la reflexin sobre el espacio nos lleva a destacar dos ideas fundamentales subyacentes a la concepcin misma del espacio. La primera es que la produccin de nuestro entorno y nuestra propia realizacin como seres humanos constituyen dos caras del mismo proceso. La segunda es que el espacio social no existe previamente a la intervencin de los agentes humanos sino que se constituye a travs de su propia accin; es decir, que es un producto del hacer humano. Estos dos postulados tienen incidencia sobre todo en la accin de los profesionales de la produccin del espacio (arquitectos, urbanistas y diseadores), ya que todas las formas espaciales que son construidas y diseadas tienen un carcter no arbitrario. La produccin del espacio as entendido requiere de una materia prima, que sera el territorio, la extensin territorial, o sea un lugar con caractersticas geogrficas o topogrficas, pero que, en tanto que lugar, esas caractersticas son solamente el soporte de una trama de relaciones sociales. Son esas relaciones sociales las que configuran el espacio. Si es as, entonces todo espacio construido ser portador de una cierta visin de mundo, de una cierta manera de ver y entender la

    6 Pierre Bourdieu, Langage et pouvoir symbolique. Pars: Points, 2001. El concepto de espacio social fue inicialmente postulado por Georg Simmel en 1908 en Sociologa (Madrid: Alianza Universidad, 1986) y utilizado posteriormente por Raymond Ledrut en Lespace social de la ville, Pars: Anthropos, 1968.

  • realidad que nos rodea; y no slo es portador sino que una de las funciones de ese espacio es la de inculcar esa visin, ensear o imponer esa manera de ver; en suma, educar a los dems.

    Los estudiosos de la arquitectura, del diseo y de las artes plsticas reconocen desde hace mucho tiempo la dificultad de hablar del espacio; dice un especialista en esas reas que cuando se habla acercadel espacio no se hace referencia a la realidad objetiva, definida, como una estructura estable, sino a un concepto, es decir, a una idea que tiene un desarrollo histrico propio y cuyas transformaciones son expresadas o en parte, por las formas arquitectnicas en particular y por las formas artsticas en general.7 Por tanto, en el anlisis de este concepto contina se tendran que buscar las partes que lo constituyen, y un componente esencial de este concepto es la concepcin del mundo, de la naturaleza en su relacin con el individuo y con la sociedad.

    Lo primero que se comprueba cuando se empieza a pensar acerca del espacio es que de l slo podemos percibir sus contenidos: acontecimientos, objetos, personas pero no el espacio en s mismo. Los griegos postularon una visin abstracta de la naturaleza y sus formas, que es la geometra como una manera de percibir el espacio. El nacimiento de la geometra es parte de la concepcin racional del conocimiento, cuyo resultado es la sustitucin de un sistema mtico de representaciones por un sistema donde las matemticas y el nmero ocupan un lugar central.8 Fueron, pues, los griegos quienes, ms all de las nociones mticas del lugar (topos) y de la casa primero de la casa habitacin y luego de la casa del soberano hasta llegar al templo, la casa de los dioses acuaron la idea de espacio, la cual se convirti en una de las mayores categoras del pensamiento occidental.9 La idea de espacio requiere de la actividad configuradora de la mente racional y matemtica; slo con esa base ha sido posible la existencia de los usos literarios, plsticos o musicales es decir, estticos de esa actividad intelectual.

    En las sociedades tradicionales, es muy marcada la frontera, la demarcacin fundamental por medio de la cual los individuos adquieren su identidad, y es la que separa un espacio interior, el de la casa, de un espacio exterior, que es el resto, lo que la rodea. Incluso en las sociedades actuales, esta divisin se mantiene vigente. Vamos a describir brevemente algunos de los determinantes que fundamentan esta separacin.

    La divisin entre los dos espacios fundamentales que dividen la vida social es muy clara: por un lado, el mundo de la casa; por el otro, el mundo externo, que para simplificar podemos llamar el mundo de lacalle. Lo primero que se observa es que, en contraste con la calma y la tranquilidad de la casa, el hogar o la morada, la calle es el lugar de movimiento, el lugar donde est el trabajo, la sorpresa y las tentaciones. En la casa somos parte de un grupo cerrado con fronteras y lmites bien definidos que es la familia; el ncleo de este grupo est formado por personas hechas de la misma sustancia -carne, sangre,pasado y proyecto de futuro- que se manifiesta en las propiedades y las cosas en comn. En ellas se encarna la idea de un destino comn y de ciertos objetos, relaciones, valores (las tradiciones familiares)que todos los que integran el grupo saben que es importante resguardar y preservar. Llamamos tradicin a esos smbolos colectivos que distinguen una casa y le dan cierto estilo y cierta manera de sery de estar; estos valores, que hasta hace unas dcadas podran relacionarse con el honor, configuran las familias como entidades con un alto sentido de grupo, como colectividades que actan con una personalidad definida como algo que acta de manera unitaria y corporativa como un individuo entre otros. De all la idea de que las fronteras de la casa, consideradas ya sea en un sentido material o ya sea en un sentido moral, deben ser protegidas, lo que trae como consecuencia el alto sentido de defensa queposee el grupo acerca de sus bienes, muebles e inmuebles y, junto con ello, de la proteccin de sus miembros ms frgiles.

    7 Giulio Carlo Argan, El concepto de espacio arquitectnico desde el barroco a nuestros das, Buenos Aires: Nueva Visin, 1980, p. 13.

    8 Cfr. Michel Serres, Los orgenes de la geometra, Mxico: Siglo XXI, 1996.9 Cfr. Csar Gonzlez Ochoa, La polis. Ensayo sobre el concepto de ciudad en Grecia antigua, Mxico: UNAM, 2004.

  • No es posible hablar de la casa como un objeto con un sentido nico ya que no es slo el lugar de dormir o de comer o de abrigo sino que hablar de la casa es referirse a un espacio total en sentido moral, una dimensin de la vida social permeada de valores y de realidades mltiples. La nocin de casa es, como dira Mauss, un hecho social total; de ella participan entidades que vienen del pasado y entidades que estn en el presente; es morada de personas que ya no existen y de otras que stn llegando al mundo; personas relacionadas con el hogar desde mucho tiempo atrs y otras que apenas inician esa relacin. No se trata slo de un lugar fsico sino que es la esfera donde nos realizamos comoseres humanos, seres con cuerpo fsico y tambin con una dimensin social. En la casa somos nicos e irrepetibles; tenemos un valor singular en una red de relaciones marcadas por muchas dimensiones sociales, como por ejemplo las de sexo y edad. Pero si en la casa somos clasificados por edad o sexo, viejos o jvenes, hombres o mujeres, tambin estamos determinados por lo que los valores grupales determinan. Es el amor filial y familiar, que se extiende a la familia ampliada y a los amigos, para los que las puertas estn siempre abiertas.10

    La conjuncin de todo eso hace que tengamos una percepcin de nuestras moradas como lugares singulares, espacios exclusivos, puesto que cada casa, aunque consista de los mismos espacios y bsicamente posea los mismos objetos que todas las dems, es diferente de todas ellas. Todas son nicas, si no como espacio fsico, por lo menos como dominio donde se realiza una convivencia social profunda. De ah la posibilidad de diferenciar profundamente la casa o la morada el edificio fsico del hogar. Incluso cuando son casas construidas de modo idntico, algo marca y revela su identidad y, con ello, la identidad del grupo que la ocupa.

    Por ser un espacio inclusivo pero que simultneamente es exclusivo (es nuestro espacio, de los miembros del grupo pero slo de ellos), la casa puede tener tambin sus agregados. Personas que viven all, pero que no son parte de la familia. Un pariente que viene en busca de mdico; un amigo en dificultades financieras o en crisis matrimonial; un conocido que no tiene donde ir ni lugar para quedarse o que necesita empleo; a veces un extrao que es perseguido por sus ideas y convicciones polticas, etc. Incluso los animales domsticos pueden incluirse en esa definicin, pues de hecho participan del espacio de la casa y ayudan a definirla de modo socialmente positivo o negativo: nuestros animales domsticos, nuestras plantas, cumplen una funcin estrictamente simblica pues sirven para diferenciar esta casa de las dems; nos ayudan a establecer nuestra ms profunda identidad social, como miembros indiferenciados de un mundo annimo donde nadie conoce a nadie ese mundo tenebroso de la selva de concreto; y como miembros diferenciados que residen en un determinado lugar, pueden transformar el local donde viven en algo nico, especial, singular. Esto es algo que contrasta de manera patente con otros tipos de moradas colectivas como son las prisiones, los alojamientos y hoteles, donde no se puede efectivamente proyectar nuestra identidad social en las paredes, en las puertas, en el piso y las ventanas.

    Como espacio moral importante y diferenciado, la casa se expresa en una red compleja y fascinante de smbolos que son parte de un orden ms profundo y perenne. As, la casa demarca un espacio definitivamente amoroso donde la armona debe reinar sobre la confusin, la competencia y el desorden. Dentro de la casa, todos lo sabemos, el comercio est excluido; no se debe comprar, vender ocambiar. Del mismo modo, las discusiones polticas o religiosas, que revelan e indican posiciones individualizadas y casi siempre discordantes entre los miembros de una familia, estn excluidas de la mesa y de la sala, sobre todo de los dormitorios. Si tales discusiones no se pueden evitar, deben al menos realizarse en las reas marginales de la casa, entre el interior (donde hay igualdad de sustancia y de opiniones de las personas que all residen) y la calle.

    10 Este tema de la oposicin entre la casa y la calle ha sido ampliamente trabajado por Roberto Damatta, especialmente en sus textos A casa & a rua. Espao, cidadania, mulher e morte no Brasil, Rio de Janeiro, 1997 (5 edicin), y O que faz oBrasil, Brasil?, Muchas ideas que estn aqu expresadas son de l.

  • Por su parte, la calle es el mundo exterior; en ella est presente la lucha, la competencia y el anonimato cruel de individualidades e individualismos. En la casa y en el cdigo familiar existe una tendencia de reproducir un discurso conservador, donde se defienden los valores morales tradicionales, sobre todo por los ms viejos; la casa es un espacio marcado por total reconocimiento personal el cual contrasta con su total ausencia en la calle. En la casa tengo todo y soy reconocido en mis ms nfimos deseos; soy miembro de un grupo que permanece y que, con su red de familiares y amigos, tiene ms vitalidad y permanencia que otros grupos externos, como los relacionados con el gobierno y la administracin pblica.

    No podemos, sin embargo, oponer tajantemente los dos espacios, casa y calle, puesto que toda sociedadmoderna tiene est formada por ambos espacios; pero aun as, se trata de enfatizar el hecho que la casa ordena un mundo aparte; que es un universo donde el tiempo no es lineal, sino cclico, tiempo que vive de duraciones que no se miden por relojes, sino por retratos amarillentos y gastados. Un tiempo que que se mide por la muerte de los mayores y por el bautismo de los que llegan. Un tiempo cuya duraciny experiencia pueden ser revertidos por la nostalgia de los das en que la familia se reuna en torno de alguna figura importante para su unidad y supervivencia, en cuanto grupo integrado. Cuando observamos que la casa contiene todas esas dimensiones, nos damos cuenta de que vivimos en una sociedad donde casa y calle son ms que meros espacios geogrficos: son maneras de entender el mundo, son modos de explicar y hablar del mundo.

    La calle es el espacio del movimiento; como un ro, la calle se mueve siempre en un flujo de personas indiferenciadas y desconocidas, que de modo peyorativo llamamos masa o pueblo. Las palabras son reveladoras: dentro de la casa encontramos a las personas, a las que son gente, a nuestra gente; pero en la calle slo nos topamos con grupos desarticulados de individuos, con esa masa humana que puebla nuestras ciudades y que remite siempre a la explotacin y a una concepcin de ciudadana y trabajo claramente negativa. Hablamos de la calle como lugar de lucha, de batalla, de un espacio cruel por el hecho de contrariar frontalmente todos nuestras gustos; de all por qu se dice que la calle equivale a la dura realidad. El flujo de la vida, con sus condiciones, durezas y sorpresas est ciertamente en la calle, donde el tiempo se mide por el reloj y la historia se hace sumando acontecimiento tras acontecimiento en una cadena compleja e infinita. En la calle, el tiempo corre y pasa, mientras que en la casa el tiempo est suspendido entre las relaciones placenteras o amorosas. En el espacio de la calle, en la negrura del asfalto, en el calor de la caminata para llegar a algn lugar, en el nerviosismo de estar frente a policas, vigilantes, porteros, etc., es decir, con individuos cargados de autoridad que nos tratan como cosas o como individuos sin nombre ni cara, all estamos ante el imperio de la lucha y la sangre. En la calle no hay amor, ni consideracin, ni respeto, ni amistad; es un lugar peligroso como lo muestra la afliccin de la madre cuando sale un nio por primera vez para ir a la escuela o al cine; nos domina la incertidumbre cuando un pedazo nuestro y de nuestra casa va al encuentro de ese ocano de maldad que es la calle. Por eso, cuando alguien se aventura en esa selva est solo, en el espacio del engao y dela confusin, donde nadie nos respeta como persona, como entidad moral dotada de cara y voluntad.

    Pero an as, casa y calle no son lugares opuestos, sino complementarios; son como dos lados de una moneda: lo que se pierde en un lado se gana en el otro; lo que es negado en la casa, como el sexo o el trabajo, se tiene en la calle. Ambos polos configuran uno de los ejes fundamentales para clasificar los hechos, las personas y los acontecimientos: la comida, por ejemplo, es mala en la calle, mientras que la comida buena por definicin es la comida casera. Incluso hasta la objetos y las personas, como los nios, pueden ser interpretados de modo diferente si son de la casa o de la calle. La mujer de la casa es buena, no as la de la calle, a la que se denomina mujer de la vida, pues calle y vida forman una ecuacin importante en nuestro sistema de valores. En la casa se dan las condiciones para promover el entendimiento, pero si la discusin es en la calle, entonces es casi seguro que puede degenerar en conflicto.

  • Por todo eso, tal como ocurre con el mundo de la casa, el universo de la calle es ms que un espacio fsico demarcado y universalmente reconocido. La calle proporciona un punto de vista desde el cual el mundo puede ser ledo e interpretado; es un un punto de vista opuesto, aunque complementario, a la de la casa, donde predominan la desconfianza y la inseguridad. All no gobierna ya el padre, o el hermano,el marido, la mujer; all no hay redes de parentesco y amistad sino que gobierna la autoridad, con ayudade la ley. En la calle no se juega con los representantes del orden, pues se corre el grave riesgo de ser confundido con cualquiera, es decir con nadie. Y entre ser alguien y ser nadie hay una gran distancia, un abismo, como el que hay entre el espacio de la casa, con su red de clidas relaciones, y el espacio dela calle, con su anonimato e inseguridad, sus leyes y su polica.

    La calle es tambin el espacio que permite la mediacin hacia el trabajo, cuyo nombre lo dice todo: la palabra trabajo se deriva del latn tripaliare, que significa castigar con el tripalio, instrumento que, en la Roma antigua, era un objeto de tortura que consista en una especie de yugo usado para el suplicio deesclavos. A diferencia del espacio de la calle, la casa es un espacio donde no debe haber trabajo (puestoque no se entiende el trabajo domstico como tal, sino como servicio) El trabajo se concibe, sobre todo en nuestros pases latinos y catlicos, como castigo, como un horror (ganars el pan con el sudor de tufrente), de modo muy diferente al de la tradicin anglosajona, que hace equivalente el trabajo a actuar y hacer, de acuerdo con su concepcin original; el calvinismo transform el trabajo de ser castigo a ser una accin destinada a la salvacin. No es por accidente que tengamos en tan alto sitio a los que viven en la calle sin trabajar, que ganan el sustento con un mnimo esfuerzo. El hecho es que no tenemos ninguna admiracin por el trabajador ni vemos que la calle y el trabajo sean lugares donde se obtenga la dignidad.

    Muchas cosas pueden decirse sobre el trabajo en nuestras sociedades que son originadas por la compleja relacin entre casa y calle; porque stas se refieren a algo ms que simples lugares fsicos; son tambin espacios desde donde se puede juzgar, clasificar, medir, evaluar y decidir sobre acciones, personas, relaciones y moralidades. Ambas se compensan mutuamente (o que falta en la calle existe en abundancia en la casa, y viceversa) y se complementan por el espacio del otro mundo, donde residen dioses y espritus. No obstante que esta tradicional oposicin entre casa y calle permanece vigente, los cambios en la sociedad han introducido transformaciones en las concepciones del espacio y del tiempo.Esas transformaciones en la manera como vivimos y entendemos el espacio (as como el tiempo) han sido mucho ms notorias en nuestra poca, desde la llamada modernidad; de hecho es la separacin del espacio y el tiempo, que es una caracterstica de esta poca, el mecanismo responsable por el dinamismo de la modernidad, es decir, ese estilo, costumbre de vida o de organizacin social que se impuso en Europa a partir del siglo XVI y que tuvo influencia en todo el mundo.

    Es sta la tesis que postula el socilogo ingls Anthony Giddens en su libro sobre las consecuencias de la modernidad: que lo que proporciona el manifiesto dinamismo al mundo moderno es precisamente la separacin entre tiempo y espacio y su posterior recombinacin en formas que permiten el recorte espacio-temporal de la vida social. En las sociedades premodernas exista mucha mayor vinculacin entre los aspectos temporales y los espaciales del todo social. Antes de la difusin del reloj mecnico a fines del siglo XVIII, las maneras imprecisas y variables de medir el tiempo siempre estaban vinculados con el lugar en donde se meda ya que era imposible decir la hora del da sin hacer referencia a ciertos marcadores espaciales; en otras palabras, el cundo estaba casi universalmente conectado con el dnde. Hasta que se uniform su medicin por medio del reloj, el tiempo estuvo conectado con el espacio y con el lugar, lo cual coincide con la expansin y la consolidacin de la modernidad en el siglo XX. El uso del reloj expresaba una dimensin uniforme del tiempo 'vaco' cuantificado de maneratal que permita la designacin precisa de 'zonas' del da, como por ejemplo de la jornada de trabajo.11

    La existencia de ese tiempo vaco, propiciada por el reloj, es condicin para la aparicin de un espacio

    11 Anthony Giddens, The consequences of modernity, Londres: Polity Press, 1991, p. 21.

  • igualmente vaco, el cual puede comprenderse por la separacin entre espacio y lugar, entendido ste como el escenario fsico de la actividad social. En las sociedades anteriores a la modernidad, espacio y lugar coinciden en la medida en que las dimensiones espaciales de la vida social estaban determinadas por la presencia; es decir, las actividades estaban localizadas. La modernidad, por el contrario, separa elespacio del lugar y fomenta las relaciones entre otros ausentes, localmente distantes de la interaccin cara a cara; es decir, el lugar se hace cada vez ms fantasmagrico pues es penetrado y moldeado por influencias sociales distantes.

    El carcter dinmico de la poca moderna es producto de la separacin entre el espacio y el tiempo y a su formacin en dimensiones estandarizadas vacas las cuales cortan las conexiones entre la actividadsocial y su insercin en las particularidades del contexto de presencia. Las instituciones modernas aumentan la distancia entre tiempo y espacio. Esa separacin proporciona los mecanismos de engranajepara la organizacin racionalizada, rasgo distintivo de la moderna vida social.

    Las organizaciones de la sociedad (entre las cuales se incluyen los estados modernos) tienen un efecto transformador pues pueden conectar lo local y lo global y, con ello, afectan las vidas de grandes grupos de personas. Adems, la historicidad asociada con la modernidad depende de ciertos modos de insercin en el espacio y en el tiempo que no existan en el pasado.

    El espacio y el tiempo no son solamente temas de constante especulacin por parte de la ciencia, de la filosofa o del sentido comn, sino que tambin, dada su estrecha relacin con la construccin de la nocin de lugar, el tiempo y el espacio son factores fundamentales en la definicin que individuos y colectividades hacen de ellos mismos. No sorprende entonces que tales conceptos se encuentren en el ncleo mismo de las discusiones acerca de la identidad. Dice Charles Taylor que hablar de identidad, eshablar de quin soy (quines somos) y de dnde vengo (venimos): Como tal, constituye el trasfondo en el que nuestros gustos y deseos, y opiniones y aspiraciones, cobran sentido. Si algunas de las cosas alas que doy ms valor me son accesibles slo en relacin a la persona que amo, entonces esa persona seconvierte en algo interior a mi identidad.12 El mismo autor dice en otro lugar que la cuestin de la identidad est asociada con los espacios que habitamos, a los cuales asignamos significado; son los lugares con los que nos identificamos: Defino quien soy al definir desde dnde hablo, en el rbol familiar, en el espacio social, en la geografa de los status sociales y funciones, en mi ntima relacin con los que amo, y tambin crucialmente dentro de los cuales defino y vivo mis ms importantes relaciones.13

    Mientras algunos crticos de la sociedad, como el citado Giddens o incluso Foucault, reconocen como primaria la nocin de espacio para la experiencia y la accin, otros estudiosos, sobre todo los que provienen de la disciplina de la geografa, ponen ms nfasis en la nocin de lugar; en general, se mantienen ms alejados de la de espacio o las relaciones espaciales y se inclinan por la asociacin de lugares. De hecho, ellos invierten la concepcin comn entre las ciencias humanas de pensar el espacio como un lugar al cual se ha asociado un o unos significados. En ese sentido, tratan de entender la dimensin espacial de la vida social en el contexto de los diferentes lugares y cmo, desde all, aparece la nocin de identidad: desde su perspectiva, no son los espacios los que dotan de identidad sino los lugares. Segn se sugiere en un estudio de la identidad desde la esta perspectiva, se produce o genera una identidad cuando las personas se comprometen en la construccin de ste, es decir en la forma en que los seres humanos transforman los lugares en que se encuentran en lugares en los que viven.14 El lugar se construye dentro de realidades particulares, socialmente construidas y en escalas espaciales diferentes: espacio de alojamiento, espacio de la comunidad y espacio de la nacin.

    12 Charles Taylor, La tica de la autenticidad, Barcelona: Paids, 2002, p. 70.13 Ch. Taylor, The sources of the self: the making of the modern identity, Cambridge: Harvard University Press, 1989, p.

    35.14 L. Schneekloth y R. Shibley, Placemaking: the art and practice of building communities, Nueva York: John Wiley, 1995.

  • De acuerdo con estas consideraciones, la primera pregunta que cada uno se plantea no es la de quin soy sino la de dnde estoy, y slo a partir de esta segunda pregunta se puede plantear la primera. En este paso del dnde estoy al quin soy se encuentran marcos de referencia que posibilitan el apego al lugar que crean fronteras de diversos tipos, las cuales dibujan territorios que se vuelven indispensables para la supervivencia tanto fsica como psquica. La fortaleza o vulnerabilidad de las fronteras que separan el grupo del nosotros del grupo de los otros es la condicin para dicha supervivencia. Las diferentes fronteras, sean socioeconmicas, geopolticas o psicolgicas -segn se sugiere en un artculo sobre la identidad canadiense-15 desempean un importante papel en la construccin de la identidad ya que representan fuerzas estructurales opuestas, ya que, por un lado, proporcionan unidad a un pas pero,por el otro, lo impulsan en diferentes direcciones; aun cuando tales fuerzas son contradictorias, son ellas las responsables por la creacin de un pas. Lugar e identidad son interdependientes y ambos se definen por fronteras.

    Y ya que aparece la cuestin del pas, conviene aqu reflexionar en esta escurridiza nocin. Los mapas nos muestran un territorio con sus fronteras, un lugar geogrfico, pero tambin el pas es una cultura. En trminos menos abstractos, la nocin de pas nos lleva tambin a la casa, al pedazo de suelo caldeado con el calor de nuestros cuerpos, el hogar, la memoria y la conciencia de un lugar con el cual se tiene un lazo especial y nico, casi sagrado. Pero no slo es unidad espacial; es tambin un tiempo singular cuyos hechos son slo suyos, una temporalidad que puede ser acelerada en las fiestas, que puede ser detenida en la muerte y en la memoria y que regresa en el recuerdo y en la nostalgia. Tiempo y temporalidad de ritmos localizados e insustituibles. Es un espacio y un tiempo donde las personas tienen ciertos valores y juzgan las acciones humanas con un patrn que es slo suyo.

    Un pas no es algo inerte sino una entidad viva, autorreflexiva y consciente; algo que se extiende hacia el futuro y hacia el pasado, con un movimiento propio, que es la historia. Es un ser en parte conocido y en parte misterioso, pero para poder sentirlo en trminos concretos se necesita alguna manifestacin. Eslo mismo que ocurre cuando queremos conocer las sociedades, especialmente la nuestra: slo es posible hacerlo a travs del conocimiento de sus objetos, de su arquitectura, de su arte, de sus modos dehacer y de actuar, en suma, de sus manifestaciones.

    El pas est en todas partes, el las leyes, en la poltica, la economa, pero tambin en la comida que comemos, en la ropa que vestimos, en la casa. Puede encontrarse en los rituales de los palacios de justicia, en las cmaras y los juzgados, donde la letra clara de la ley define sus instituciones ms importantes, pero tambin por otras vas, por formas que rechazan la vida regulada y planificada, o por los planes sexenales de los tecncratas e idelogos; por ejemplo, en las leyes no escritas de la amistad yel parentesco, que actan por las emociones del dar y el recibir, y dentro de las casas de la vida de todoslos das. Ser de un determinado pas aparece en un modo de ser particular, el cual puede estar fundado en cosas universales pero la combinacin es nica. Hombres y sociedades se definen por sus estilos, por sus modos de hacer las cosas. Si la condicin humana determina que todos los hombres deben comer, dormir, trabajar, reproducirse, etc., no llega al punto de especificar qu comida comer, cmo producir. En esa zona indeterminada pero necesaria, nacen las diferencias y, en ellas, los estilos, los modos de ser y de estar. Cada grupo humano, cada colectividad concreta, slo puede poner en prctica una de las posibilidades de actualizar lo que la condicin humana presenta como universal.

    La cuestin de la relacin de las determinaciones universales con un sistema especfico desemboca en la cuestin de la identidad, de saber quines somos y cmo somos, de saber por qu somos. Sobre todo cuando nos damos cuenta de que nos distinguimos de los animales por tener esa capacidad de identificarnos, de justificar y singularizar qu somos. Pero la cuestin importante no es tanto buscar qu o quin somos, sino tambin de cmo construyo mi identidad, como me distingo de los otros, cmo

    15 Randy William Widdis, Borders, borderlands and canadian identity: a canadian perspective, International Journal of Canadian Studies / Revue internationale dtudes canadiennes nmero 15, 1997.

  • me asocio con una serie de atributos y con ellos formo una historia, mi historia.

    As, pues, la construccin del lugar y la construccin de la identidad estn relacionados, y esa asociacin produce el territorio; por tanto, el espacio y el comportamiento se fundamentan en la territorialidad. Esta nocin, entendida como la expresin geogrfica bsica, es la que eslabona la sociedad, el espacio y el tiempo. El territorio, que es una construccin social, siempre posee lmites, fronteras, que pueden ser ya sea sociales, econmicas, geogrficas, religiosas, tnicas, etc. El canadiense Northrop Frye, uno de mayores estudiosos de la cultura de ese pas, investig tambin las cuestiones relativas a la identidad del ser canadiense y una de sus conclusiones es que, en un pas tan grande y diverso, la identidad no se refiere tanto a lo nacional como a lo regional: la identidad es localy regional, enraizada en la imaginacin y en palabras de cultura; la unidad es nacional en referencia, internacional en perspectiva, y con races en el sentimiento poltico.16 Es Frye quien plantea que la tensin entre unidad nacional e identidad regional hace que la cuestin importante para los canadienses no sea quin soy? sino ms bien dnde es aqu?, y esa pregunta da dimensin geogrfica a la cuestin de la identidad, anclada en la experiencia territorial.

    Slo para la modernidad la cuestin de la identidad es un problema ya que en las sociedades tradicionales este problema prcticamente no existe, en particular el de la identidad individual; como Taylor lo ha hecho ver, en esas sociedades, los individuos, al menos la gran mayora, se pensaban comomiembros de un grupo; dice Taylor que la palabra misma identidad es un anacronismo en las culturas premodernas.17 No solamente en lo privado sino tambin en lo pblico, la identidad est relacionada principalmente con la filiacin: la identidad depende del lugar que se atribuye a cada individuo ya sea por su nacimiento, por su linaje o por su pertenencia a un grupo. Es fcil entender por qu la cuestin de la identidad como un problema aparece como una reaccin a la disolucin de las redes sociales y al desvanecimiento de los puntos de referencia tradicionales, lo cual llega aparejada con la modernidad; adems, est directamente relacionada con la emergencia de la nocin de individuo en el mundo occidental.

    En sntesis, la cuestin de la identidad es definitivamente un fenmeno moderno; se desarroll en el siglo de las luces, sostenida por el individualismo burgus que se origina en la valoracin cristiana del alma, por el racionalismo cartesiano, por el privilegio de la vida ordinaria y de la esfera privada, y finalmente por la teora de Locke, que favorece el albedro individual sobre las obligaciones sociales.

    La construccin de la identidad social tiene qu ver con el hecho de que en el medio de una multitud deexperiencias dadas a todos los hombres y sociedades, algunas necesarias para la propia supervivencia, otras accidentales o superficiales: histricas, geogrficas, etc., cada sociedad y cada individuo slo utiliza un nmero limitado de ellas para construirse como algo nico. La construccin de una identidad social, entonces, como la construccin de una sociedad, est hecha de afirmaciones y negaciones con respecto a determinadas preguntas.

    16 Cfr. Northrop Frye, The bush garden: Essays on the canadian imagination, Toronto: Anansi, 1971.17 Charles Taylor, The sources of the self: the making of the modern identity, op. cit., p. 65.

    Espacio, diseo, identidad