¿Cesárea o parto natural? Un dilema capitalista

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POR JESSICA DOS SANTOS FOTOGRAFÍAS SUI KING CHANG ¿CESÁREA O PARTO NATURAL?: UN DILEMA CAPITALISTA MIRADAS Edición Número Uno. Año 01. ÉPALE CCS 09 Caracas, 30 de septiembre de 2012.

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Revista Épale CCS #1 - 30 de septiembre de 2012 Por Jessica Dos Santos - Fotos: Sui King Chang

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POR JESSICA DOS SANTOSFOTOGRAFÍAS SUI KING CHANG

¿CESÁREA O PARTO NATURAL?: UN DILEMACAPITALISTA

MIRADAS

Edición Número Uno. Año 01. ÉPALE CCS

09

Caracas, 30 de septiembre de 2012.

Gabriela Aray estaba decidida a parir con-forme a los dictámenes de la naturaleza: la mujer se embaraza, transcurre el tiempo de gestación —cuatro semanas desde el día de su última menstruación o póngale 38 des-de la fecundación para que salgan los nueve meses justicos de los que siempre nos hablan pero que casi nadie llega a cumplir con exac-titud—, sufre cambios físicos y emocionales, entre gustos y antojos, engorda y le crecen los senos, sortea achaques y felicidades, pasa de la fatiga a la euforia máxima hasta que, llegado el momento, siente la rebelión del cuerpo que la convoca para el tiempo de parir…

Inserte aquí el sonido de un disco rayado.

Sí, ya sé, se supone que así debería empezar esta crónica, pero es que en realidad esta es la historia de un sinfín de venezolanas que han permanecido en el anonimato y quizás nunca puedan tornarse en protagonistas de un cuentico periodístico sino hasta que sean víctimas de la muerte —una de esas bien feas—,para que ocupe la contraportada de algún diario de circulación masiva.

Aquí empieza la historia de una mujer que representa a tantas otras que caminan con el tumba o sabroso que caracteriza a las nuestras y en cada paso va pensando cómo ganarse el oxígeno para dar el siguiente —una temerosa que se la tira de arrecha y tiene la cabeza lle-na de extrañas filosofías, de las que aún creen en la humanidad, la intuición y los llamados de la madre tierra—, para no discriminarla y decir que es tan solo una pobre soñadora que aún no se ha expuesto demasiado a las garras

del capitalismo feroz que poco a poco destro-za cualquier indicio de ilusión o esperanza.

Esta mujer se ha puesto a “pensar” en tener un hijo. Ha escudriñado en libros que hablan desde cómo escoger el nombre de un bebé, guía sobre el embarazo, parto, y primer año de vida, hasta llegar al último rinconcito al que la condujo su navegador, en el que se ha alarmado con experiencias ajenas y ha son-reído ante desenlaces felices quedándose par-ticularmente enganchada con la historia de Josefina Kurbage de Kassabji.

MÁS HIPÓCRITA QUE HIPOCRÁTICOJosefina era una mujer apenas unos años ma-yor que ella. En 1997 dio a luz un niño sano al que no pudo amamantar y mucho menos ver crecer pues falleció tan sólo 40 días después de aquella cesárea. Antes de morir padeció grandes sufrimientos: vómitos, fiebre, el bra-zo izquierdo doblado, sensación de piernas ausentes, un ojo apagado, la voz lejana y un maldito fogonazo en la columna que conclu-yó con la paralización del 80% de su cuerpo, y todo por culpa de una inyección epidural que le había lesionado la mielina.

“¿Por qué uno de cada cinco bebés nace por cesárea? ¿Por qué ese anestesiólogo no espe-ró unas horas más de dilatación y procuró un parto natural? ¿Acaso el parto natural no es un acontecimiento ineludible de la mujer, no tiene menos riesgos y representa la forma fisiológica y natural de parir? ¿Por qué los ginecólogos y obstetras no mencionan que el riesgo de mortalidad por parto mediante

cesárea es siete veces mayor que el parto natu-ral o que después de una cesárea las infeccio-nes que afectan al útero y órganos adyacentes son entre 5 y 20 veces más frecuentes que con un parto normal y los bebés tienen mayores posibilidades de no eliminar el líquido de los pulmones? ¿Qué se oculta tras ese silencio? ¿La ruptura del Juramento Hipocrático? ¿La victoria del mercantilismo? ¿Sabía acaso que la Federación Médica de Venezuela no hizo nada ante el caso de Josefina? ¿Qué hace hoy? ¿Adónde acude un pobre ante semejante aten-tado de los ricos y poderosos?”.

EN OTRA PARTE DE LA CIUDAD…Gabriela Aray, una carajita de 22 años que cursa Relaciones Públicas en la UCAB gracias a un trabajito patético como promotora, y al esfuerzo de sus viejos que aún siguen engan-chados en esa obsoleta creencia de que solo las universidades “reconocidas” son buenas, sale preñadísima sin planificarlo, de un man-ganzón llamado Oscar, de quien ella jura que esta enamoradíííísima.

Gabriela abandonó las pastillas anticoncep-tivas ante la preocupación, que más tarde se convertiría en superflua, de engordar y verse esclava del acné, pero una tarde se presen-tó la oportunidad de echar un rapidito en el baño de la casa de unos panas, mientras todos se preparaban para lanzarse un viaje a Chuspa. Ante lo excitante del momento e ignorando la jodedera que se escuchaba afuera, no hubo precaución que los frena-ra: “Mami, después te tomas una postinor” y colorín colorado. En el momento exacto

EL CAPITALISMO NOS HA TORNADO EN ANALFABETAS DE LOS PROCESOS NATURALES DE LA VIDA. PARA CAMBIAR EL SISTEMA PRIMERO DEBEMOS CAMBIAR NUESTRA FORMA DE NACER. NO SE TRATA DE NEGAR LOS AVANCES DE LA MEDICINA SINO DE PREGUNTARSE POR QUÉ LA MEDICINA NOS PONE A JUGAR A CARA O SELLO

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que separa la noche de la madrugada par-ten los dos carritos rumbo a la aventura y a esas horas y en medio de algunos tragos ¿quién carajos iba a acordarse de una farma-cia? Después fue demasiado tarde.

Gabriela usó fajas hasta acercarse el quinto mes, no sólo para ocultarle el paquete a su madre sino para evitar perder aquel traba-jito donde el cuerpo es lo único que impor-ta. Cuando ya no hubo vestuario que valiera llegaron las amenazas, el sermón, el llanto, y por supuesto el desempleo.

LA HORA DE LOS NÚMEROSGabriela tenía una realidad que enfrentar y cero bolívares en su haber. Oscar movió algunas de las pocas neuronas que tenía y le propuso a la futura madre de su hijo que firmaran un con-cubinato para que así ella pudiera convertirse

en la beneficiaria de su seguro médico. La afi-liación al seguro debía realizarse dentro de los 30 primeros días después de contraído el nexo legal y fueron varias las artimañas que Oscar debió usar pues luego de contratado el servicio la aseguradora establecía un plazo de espera de 10 meses para que el embarazo de la mujer pu-diera ser atendido. Esto último, por supuesto, para evitar que una persona, sabiéndose emba-razada, pudiera reclamar el pago.

De esa manera, Gabriela se hizo acreedora de un seguro de 14 mil bolívares que en pri-mera instancia sonó a “Mami, la pegamos del techo” y en cuestión de días se convirtió en “Qué cagada”. Resulta que, en Venezuela, las cesáreas alcanzan hasta los 40 mil bolos, y los 14 mil del HCM (Hospitalización, Cirugía y Maternidad) no estaban destinados única-mente al parto, sino al costo de todas y cada

EL ESTRÉS EMPEZÓA INHIBIR LA PRODUCCIÓN DEOXITOCINA, HORMONAQUE DIRIGE EL PARTO Y ADEMÁS CONTRAE LA MUSCULATURA, POR LO CUAL LA DILATACIÓN SEBLOQUEÓ—

Las mujeres, los hombres, la familia, están indefensos ante la garras del capitalismo

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una de las consultas, ecos, citologías y demás servicios hospitalarios.

De la mano de este descubrimiento vino el momento en el que Gabriela pasó abierta-mente de ser una paciente a convertirse en una simple clienta. La recomendación de su doctora fue: “No escatime en gastos, recuer-de que está en juego su salud y la de su bebé. ¿Usted va a parir dolorosa y traumáticamen-te o prefiere que la anestesiemos, no sienta nada y se despierte cuando todo haya ter-minado? Ahórrese el dolor y las eventuales complicaciones”.

Sin embargo, Gabriela lo único que deseaba era ahorrarse los pocos reales que tenía dis-ponibles: “¿Cómo le explico a ésta que yo lo que estoy es mamando y loca? Yo no entiendo esta vaina, que si las pruebas prenatales… que si la hematología completa, tres mil; el ben-dito ecosonograma intravaginal, 800 más; el obstétrico, 500, y ni hablar de cuánto saldrán las dizque «aproximadamente siete citas gine-cobstétricas». ¿Yo estoy preñada o enferma?”.

Y así fue como la valiente pelabolas de Gabriela decidió meterse par de vitaminas, hierro, ácido fólico y calcio y olvidarse por completo de las pelvis estrechas, las cabezas grandes, los carajitos que vienen sentados, parados o de cuclillas, y todos esos gritos y gestos fingidos de aquellas mujeres que du-rante décadas aparecieron en nuestras tele-novelas y películas adoctrinando a las futuras madres, para abrirle paso a un parto natural que de presentar complicaciones estaría -tal y como lo manifestó la especialista médica-, “bajo la responsabilidad del paciente”.

LA HORA DE LA VERDADGabriela pasó largas noches de insomnio y decenas de días mirándose el cuerpo ante el espejo, dándose aliento al recordar las pala-bras de su abuela, una vieja matrona, que so-lía decirle “muchacha usted tiene caderas de paridora y manos de partera”, pero una ma-drugada el insomnio se vio invadido por una serie de contracciones y una gran cantidad de agua que en cuestión de segundos mojó una buena parte del colchón.

A medianoche ingresó en la clínica para es-perar en una diminuta camilla la llegada de su doctora. La fulana hizo acto de presencia,

constató la dilatación, anunció que debía es-perar un par de horas, y por supuesto arrojó la esperada pregunta “¿estás segura de que no deseas una cesárea y reducimos esto a media hora?”, pero, contra toda suposición, entre respiraciones, gritos y un par de insultos re-cibió un rotundo “¡No!”.

El estrés empezó a inhibir la producción de oxitocina, hormona que dirige el parto y ade-más contrae la musculatura, por lo cual la dilatación se bloqueó. El trabajo de parto se había prolongado 8 horas y los dolores eran casi tan grandes como sus deudas, así que entre inhalaciones y exhalaciones Gabriela sentía la rebelión del cuerpo y decidía conti-nuar la espera cuando, de pronto, apareció la doctora diciendo: “Quizás haya que aplicar una cesárea de emergencia... Será sencillo, una pequeña inyección en la espalda, cor-tamos la piel, la grasa, la aponeurosis mus-cular y el peritoneo parietal y listo. La cica-triz ni se notará. Además, Gaby, yo necesito irme. Tengo un consultorio en otro centro médico que atender”. Esta vez sólo se escu-charon insultos, seguidos de un “me saben a mierda sus consultorios. Mi carajito es el único que tiene derecho a decidir en qué mo-mento va a nacer y, es más, chica, pa’ eso te estoy pagando”.

Unas dos horas después, Gabriela fue lleva-da al pabellón con la suficiente dilatación, valentía y pobreza para traer al mundo a su robusto primer hijo que, minutos después del nacimiento, fue trasladado a una sala de in-cubadoras para que le aplicaran los cuida-dos y el procedimiento de rigor y no fue sino hasta unas semanas después que conoció a la doctora que “ayudó” a que naciera, pues la susodicha decidió adelantar todas las ce-sáreas con fecha de abril para marzo para así poder tomarse sus vacacioncitas en santa paz.

LAS GARRAS DEL CAPITALISMOPor su parte, la mujer que representa a tan-tas otras, empieza a contradecir a más de un sesudo izquierdista: “Coño, pero en el capi-talismo de bolas que la vida vale, y vale que jode”. El nacimiento se ha convertido en un negocio. Hay un engranaje que funciona a la perfección y del que todos formamos par-te, pero por supuesto la industria médica y la farmacéutica sacan la tajada más grande de las ganancias.

CENTRO MÉDICO MATERNIDAD LEOPOLDO

AGUERREVEREESTA CLÍNICA SE NIEGA A BRINDAR

PRESUPUESTOS SIN QUE ANTES ASISTAS Y CANCELES UNA

PRIMERA CONSULTA Y CHEQUEO MÉDICO.

CLÍNICAS CARACAS2 DÍAS DE HOSPITALIZACIÓN,

ATENCIÓN MÉDICA, NO INCLUYE EL MEDICAMENTO “ZAAP”.

CESÁREA: BS. 32.000.00 PARTO NATURAL: BS. 27.000.00

VIDAMEDDE 2 A 3 DÍAS DE HOSPITALIZACIÓN,

OBSTETRA, PEDIATRA Y RETÉN.CESÁREA: BS. 37.000.00

PARTO NATURAL: BS. 30.000.00EL COSTO DEPENDE DE CÓMO

SALGA EL PARTO.

CENTRO MÉDICO CARACAS2 DÍAS DE HOSPITALIZACIÓN,

OBSTETRA, PEDIATRA, Y RETÉN.CESÁREA: BS. 35.000.00

PARTO NATURAL: BS. 32.000.00

CENTRO ÁVILA2 DÍAS DE HOSPITALIZACIÓN,

ATENCIÓN MÉDICA.CESÁREA: BS. 32.000.00

PARTO NATURAL: BS. 26.000.00

DANZA DE MILLONES

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Es así como surge el auge de las pólizas de Hospitalización, Cirugía y Maternidad (HCM) que fueron impulsadas paulatinamente e in-troducidas en los contratos laborales como “conquistas”, sí, conquistas de dos sectores poderosos que se unían una vez más para da-ñar al pobre. Seguros Horizonte, Caracas, La Previsora, Mercantil y Mapfre son las empre-sas que lideran el segmento de primas cobra-das, y éstas, junto con otras cinco compañías del sector, concentran más del 70% del mer-cado venezolano. Entonces es evidente, ¿no? Los médicos prefieren la cesárea por su ren-tabilidad económica y esto guarda una estre-cha relación con estas aseguradoras que es-tablecen una menor cobertura para un parto normal y no contemplan el pago de un ayu-dante, eso significa que si un parto normal se complica entonces el médico debe llamar a su ayudante para que lo asista y darle una parte de la tajadita que le tocaba solo a él.

La cesárea, en cambio, es mucho más rápi-da, genera mayores honorarios y de una vez se establece el pago del ayudante. ¿Quién se cuestiona si la cesárea de verdad es necesaria? Nadie. La Sociedad de Corretaje de Seguros afirma que, independientemente de las moti-vaciones ocultas en la determinación de prac-ticar una cesárea, la decisión la toma el mé-dico, el cual entrega un informe que incluye todos los exámenes necesarios que avalen la intervención quirúrgica y, listo, el seguro nun-ca pone en duda esos informes.

¿QUIERES UNA CESÁREA? VETE A AMÉRICA LATINAEl problema no se limita a nuestras fronteras y es que, ¿cuál país de la patria grande no ha sido maldecido por el capitalismo? En muchos otros países latinoamericanos, como Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, México, República Dominicana y Guatemala, el promedio de na-cimientos por cesárea se ubica entre el 20% y 30% en los hospitales públicos y entre 40% y hasta 80% en el sector privado. Estamos ha-blando de que unas 850.000 cesáreas se prac-tican innecesariamente cada año en América Latina, la región con mayor índice de partos quirúrgicos del mundo.

El tema ha despertado la atención de mu-chos sectores y es así como nace la Red Latinoamericana Relacahupan, la cual atri-buye esta epidemia de cesáreas a factores mer-cantiles y ha comprobado a través de diversas

investigaciones un incremento notable de ce-sáreas en vísperas de feriados, fines de semana largos, fiestas navideñas, y grandes congresos médicos. Los médicos no quieren quedarse en la ciudad esperando un parto, prefieren la certeza de la cesárea, donde pueden fijar la fe-cha y la hora para la operación a las caracte-rísticas aleatorias del parto natural.

¿LAS CAUSAS?¿Las causas? Muchas. El capitalismo nos ha tor-nado en analfabetas de los procesos naturales de la vida. A las mujeres se les ha hecho creer que el embarazo y el parto son una enferme-dad, se las llama pacientes. Pacientes que no se cuestionan si existe o no la necesidad real de una intervención quirúrgica, el porqué de una cesárea o incluso el porqué del uso ruti-nario de la episiotomía –corte para aumentar la abertura de la vagina–, la introducción de suero con oxitocina artificial para acelerar el parto, la restricción de movimientos, la prohi-bición del sexo durante el embarazo o de estar acompañada al momento de parir. Es más, ¿por qué debemos ayunar o realizarnos enemas y de cuándo acá es un requisito el tener la “niña” afeitada al momento de parir? ¿Y antes? ¿Cómo eran las cosas antes? Siempre que las condicio-nes físicas de la madre y del pequeño permitan el alumbramiento natural, ambos resultarán beneficiados, y la mujer tiene derecho a optar por él. Más allá de los aspectos emocionales asociados al parto, la mujer está en condiciones de atender y amamantar de forma inmediata a su bebé, la recuperación es más rápida y me-nos dolorosa, el período de hospitalización es más corto y los costos del procedimiento son menores. El recién nacido, por su parte, es es-timulado con cada contracción, además de que la presión ejercida por su paso a través de la va-gina libera las vías respiratorias y los pulmones para que pueda acostumbrarse paulatinamente a respirar. Para cambiar el sistema, primero debemos cambiar nuestra forma de nacer.

LA CESÁREA, EN CAMBIO, ES MUCHO MÁS RÁPIDA, GENERA MAYORES HONORARIOS Y DE UNA VEZ SE ESTABLECE EL PAGO DEL AYUDANTE. ¿QUE QUIÉN SE CUESTIONA SI LACESÁREA DE VERDAD ES NECESARIA? NADIE—

LA REALIDAD

En Venezuela, los números de cesáreas rozan el 90% en instituciones privadas y sólo el 30% en las públicas. ¿Cuántas de ellas eran realmente necesarias?Solo existen tres criterios médicos que determinan la realización de una cesárea:

MATERNOS— Estrechez pélvica o poca dilatación del cuello uterino— Enfermedades como hipertensión previa, diabetes, preeclampsia (elevación de la presión arterial durante el embarazo sumada al aumento de las proteínas en la orina) o eclampsia (cuando la preeclampsia se agrava y genera convulsiones)— Infección por herpes vaginal o VIH

FETALES— Posición anormal del bebé (de nalgas o cruzado)— Feto macrosómico (con peso superior a los 3,5 kg)— Anomalías como hidrocefalia o espina bífida— Signos de sufrimiento fetal, entre ellos alteración del ritmo cardíaco o hipoxia (disminución del oxígeno en la sangre) — Embarazos múltiples— Varias vueltas del cordón umbilical alrededor del cuello del bebé— Prolapso o salida del cordón umbilical a través del cuello uterino

OVULARES— La existencia de una placenta previa (implantada en la parte inferior del útero) o el desprendimiento prematuro de ésta, además de fisuras que puedan generar pérdida importante de líquido amniótico antes de arribar a las 40 semanas de embarazo.