Christine Hunefeldt - Las Manuelos, Vida Cotidiana de Una Familia Negra en La Lima Del Siglo XIX

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    LASMANUELOS, VIDA COTIDIANA DE UNAFAMILIA NEGRA EN LA LIMA DEL S. XIX

    Una reflexin histrica sobrela esclavitud urbana

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    CONTENIDO

    1. EL MARCO 9

    2. ENTRE ESCLAVITUD Y LIBERTAD:LA FAMILIA LASMANUELOS 19

    3. PENSANDO EN VOZ ALTA 47

    BIBLIOGRAFIA 55

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    1

    EL MARCO *

    En el camino que nos permita arribar a las con-clusiones de un trabajo mayor sobre los esclavoslimeos y el proceso de abolicin de la esclavi-tud, este pequeo ensayo representa una primera

    reflexin global acerca de lo que ese manus-crito ilustra a partir de episodios recogidos envarios archivos en Lima en los ltimos aos. Estees as, un intento de reflexionar, antes de con-cluir, sobre un complejo universo de conflictos yestrategias de sobrevivencia referidas a la pobla-

    cin negra de Lima. Muchas experiencias indivi-duales de los personajes histricos devienen enacciones legibles de largo plazo para el historia-dor. Entre ellas, la ms importante a pesar dela diversidad de caminos recorridos por hom-

    bres, mujeres y nios es la transformacin delsistema esclavista por accin de los esclavos apartir de su interrelacin cotidiana con institu-ciones y otros grupos sociales. Pero ese es el fi-nal de una historia cuyo recorrido intermedio esan ms interesante.

    * Ponencia presentada a la reunin sobre cultura negraen el Per, organizada por la Facultad de Ciencias Socialesde la Pontificia Universidad Catlica del Per y el Movi-miento Francisco Congo, Lima, 12-13 de abril de 1991.

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    12 C. Hnefeldt

    hombres y mujeres esclavos en personas libres.

    Uno de ellos es la campesinizacin esclava apartir de la "brecha camponesa" (Cardoso1982)1 generada por las necesidades de subsis-tencia de los mismos esclavos en plantaciones yhaciendas, y como solucin para abastecer de

    alimentos a ciudades y pueblos en expansincuando la tierra se utilizaba fundamentalmentepara sembrar cultivos de exportacin. Otro es laconversin del esclavo en jornalero libre de lamisma u otra hacienda. Un tercer proceso con-siste en su transformacin en trabajador libre a

    partir de una condicin de escravo ao ganho, y/oescravo de aluguel.2

    Lo que tenemos en el caso de Lima es un pro-ceso diferente, en la medida en que aqu encon-tramos una combinacin de varias alternativas

    paralelas y consecutivas de la transformacin delsistema esclavista. Las relaciones familiares y elnexo ciudad-campo determinaron el xito de es-ta transformacin. En todas las alternativas, latransferencia a la ciudad, en condicin de libre oesclavo, era una meta ansiada. Algunos afirmanque tambin fue resultado de la bsqueda deuna mayor rentabilidad para los amos (Romero1980). Esta auscultacin de alternativas dentrodel sistema se opone a otra modalidad que tam-bin revela sntomas de cambio: el cimarronaje o

    bandolerismo. Apostamos a que la primera mo-dalidad fue la ms importante, y que ella confir-ma, desde otra perspectiva, la propuesta de va-rios historiadores acerca de que el cimarronaje

    1. El trmino fue usado originalmente por Tadeusi Lep-kowski y retornado luego por Ciro S. Cardoso (1982), en No-gueira da Silva (1988: 115).

    2. Estos dos trminos se refieren al alquiler de mano deobra esclava, a veces iniciada por el amo y otras veces por el

    propio esclavo. El escravo de aluguelremite al alquiler para

    labores mineras.

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    1 / El marco 13

    fue una manifestacin social no slo diferente al

    bandidaje social hobsbawmiano, sino tambincon antesignos claramente reformistas (FloresGalindo 1990:67, Aguirre 1990).

    En un tercer nivel una creciente presenciaesclava y de poblacin negra en la ciudad signifi-

    ca no slo diversificacin y especializacin labo-ral sino tambin una cercana fsica y, por tanto,de comunicacin intragrupal. De aqu nace elespectro sobre una posible sublevacin contra ladominacin, contra la minora blanca; un espec-tro que oportunamente, y a un ritmo paralelo a

    la situacin del mercado laboral, era usado parareclamar recortes de prerrogativas a la pobla-cin negra, y que sola expresarse en tonos racis-tas.3 El racismo se manifiesta como una de lasreacciones al cambio promovido desde abajo,

    pero es un arma peligrosa porque a la vez puedeexacerbar el enfrentamiento.Desde el manejo de las emociones en las uni-

    dades domsticas hasta el accionar de las institu-ciones (beateros, Iglesia, Estado, crceles, pa-naderas), tenemos una variada y compleja es-tructura de dominacin y represin, ms all deldiscurso y de las actitudes racistas, pero tambincanales que abren camino y afianzan la enuncia-da dualidad. Las modalidades de control msefectivas si de lo que se trata es, tambin, de

    explicar por qu no hubo rebeliones fueron elpatrn de movilidad social y la porosidad del sis-tema. Expresin de movilidad y porosidad es,por un lado, el fraccionamiento interno de la so-

    3. Y el Per no fue la excepcin. Ver Toplin (1981:xxii):"The historical record shows that attitudes towards colorwere never fixed in either society [Brazil and the United Sta-tes): they envolved and were shaped by the forces of change[...]. As pressures toward abolition grew in the United Statesand Brazil, defenders of the status quo eagerly reached for

    racial concept to defend their endangered institution."

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    1 / El marco 15

    provoc una profunda recesin econmica, pero

    las haciendas pudieron resarcirse rpidamentereemplazando su produccin: del algodn y eltabaco a aquellos bienes para el consumo do-mstico. Los precios de los productos textiles su-frieron la cada ms fuerte en este perodo: 50%.

    y luego de la recesin vino una lenta reflacinentre 1846 y 1854, con el inicio de la exportacinguanera. Pero los precios de la produccin agro-ganadera permanecieron bajos hasta la nuevacrisis de 1854-1855.

    A los ciclos econmicos se agregan causas y

    consecuencias polticas que afectaron a la pobla-cin negra: la publicacin del cdigo negro de1879,5la abolicin de la trata esclava atlntica en1808, la Constitucin de Cdiz de 1812, la Cons-titucin liberal de 1820, las luchas por la inde-

    pendencia y los enfrentamientos civiles. Los res-pectivos contendores buscaron en ms de unaoportunidad el apoyo esclavo para dirimir susbatallas y rencillas. Este universo de "tiempo his-trico" se alterna y reproduce a menor escalacon y en el "tiempo familiar" (Hareven 1977).

    Estas tendencias macroeconmicas y polticastuvieron significado para la familia Lasmanue-los, un significado muchas veces mediado por losamos. Las paredes de las casas eran delgadas, loscallejones tenan muchos odos y los rumores

    infinidad de pies.Aparte de la cercana fsica en la ciudad, Li-

    ma era para aquel entonces una urbe con carac-tersticas rurales. Hacia 1884 (Clavero 1884) susuperficie alcanzaba los 608,500 metros cuadra-

    dos, mientras el hinterland rural de la ciudad era

    5. Real Cdula dada en Aranjuez el 31 de mayo de 1789,reproducida en Clementi (1974, apndice). Ver tambinRout (1976:87). Un caso de aplicacin: AGN (Archivo Ge-neral de la Nacin). RA (Real Audiencia). CCR (Causas

    Criminales). L 140. C1727, 1818-1819.

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    1 / El marco 17

    tentar demostrar que la explicacin central de la

    disminucin de la poblacin esclava fue la au-tocompra.8

    8. La importancia de este mecanismo tambin ha sido re-conocida en Harth-Terr (1962, 1973) y Bowser (1974), as

    como en otras regiones (Klein 1986:227ff).

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    2ENTRE ESCLAVITUD Y

    LIBERTAD: LA FAMILIA

    LASMANUELOS

    En 1800 Manuel y Manuela eran solteros y tra-bajaban en la hacienda de Pando, ubicada en ladoctrina de Magdalena. Manuel era un esclavobozal, comprado por el propietario de Pando di-rectamente del barco que lo trajo desde Angola.

    Manuela haba nacido en la hacienda. En 1813Pando albergaba a 45 esclavos, cifra con la que seaproximaba al promedio de esclavos que te-nan las 16 haciendas de la doctrina. Manuelaera una de las 13 mujeres que vivan separadas

    de los 21 esclavos-hombres

    9

    en un barracn en lahacienda y que estaban bajo el control directode la esposa del administrador-mayordomo. En1800 Manuela tena una hija de 3 aos y un hijode 7 meses, los nicos que sobrevivieron a varios.

    9. La presencia de hombres y mujeres en las haciendasfue altamente dispareja a nivel de cada unidad de produc-cin. Un promedio sobre esta disparidad arroja una relacincomo la que se describe para la hacienda Pando (213). A pe-sar de las disparidades, es curioso que en los tres curatos pa-ra los que tenemos informacin en 1792 y 1813, si sumamoshombres y mujeres en todas las haciendas el equilibrio entreambos es casi exacto. Esto puede ser una explicacin de lafluidez de relaciones entre haciendas, que, como se ver,ciertamente existi.

    Los datos para la hacienda Pando provienen del AA, se-rie Estadstica. L 2 (1790) y L 5 (1813).

    [19]

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    2 / Entre esclavitud y libertad 21

    del ncleo citadino. En otras palabras, hay ms

    esclavos por propietarios mientras ms nos ale-jamos de Lima, pero aun as estamos lejos de lascifras en las haciendas de la costa norte (1 a 600,en el caso de la hacienda Huaito) (CDIP, t.XXVII:227-35).

    El cuadro tpico de las haciendas limeas12

    noera aquel de las plantaciones norteas. El menornmero de esclavos otorgaba caractersticas pro-pias a las relaciones que se establecan en la ha-cienda tanto entre hacendado-mayordomo-es-clavos como entre los miembros de la propia co-

    munidad esclava. Eran ms prximas y estabanms individualizadas.13

    Las probabilidades de conseguir una parcelade tierra en la hacienda para cultivar maz, zapa-llos, camotes y frejoles y criar cerdos creca si los

    esclavos estaban casados.14

    As que Manuel yManuela decidieron contraer matrimonio. Laceremonia se realiz en la parroquia de la ha-cienda al mismo tiempo que la de otras dos pa-rejas de esclavos: una de la misma hacienda yotra de Mirones. Esta ltima hacienda, por serms pequea (slo contaba con seis esclavoshombres y dos esclavas), no tena su propia pa-rroquia, y el cura que se desplazaba para esteacto desde el pueblo de Magdalena, no queraduplicar esfuerzos. Adems la coordinacin de

    12. Las dos haciendas ms grandes en las tres doctrinaspara las que contamos con informacin censal para 1792 y1813 (Magdalena, Miraflores y Surco-Chorrillos) son Ma-ranga, con cerca de 300 esclavos y Villa, con 200. En oposi-cin a las confesiones que Juan Bautista Lavalle, propietario

    de Villa, le hiciera a Flora Tristn, esta hacienda parece quenunca cont con los 1,500 esclavos, ni tampoco con 900 (cita-do por Aguirre 1990:144).

    13. Ello tambin ha sido registrado para Martinique (To-mich 1990:243).

    14. En las haciendas vistas, aproximadamente 65 de cada100 esclavos estaban casados, y 5810 estaban con esclavas de

    la misma hacienda.

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    esta ceremonia fue tarea fcil: el mayordomo de

    Pando y el propietario "chino" de Mirones te-nan una casa en el pueblo de Magdalena.15 Enuna carta, el mayordomo inform al patrn de lacelebracin de la ceremonia, que se haba cum-plido con los preceptos divinos y con asignar

    parcelas a las nuevas parejas.De esta manera Manuel y Manuela, pasaronpor el ritual catlico. Luego hubo una gran fiestaen los barracones, para la cual el mayordomo su-ministr dotaciones especiales de carne, sal, ca-azo y nuevas mudas de ropa de tocuyo compra-

    das a los artesanos de Magdalena.A partir de entonces ambos dedicaban las ho-

    ras libres y los domingos a trabajar su parcela y acriar cerdos. Contaban para ello con las herra-mientas de la hacienda. Por costumbre estableci-

    da, los productos podran luego ser vendidos enel mercado del pueblo de Magdalena y/o inter-cambiados con otros productos dentro o fuerade la hacienda. Cada cerdo poda aportar 12 pe-sos.

    El valor de Manuela, de acuerdo a su conque,16era de 350 pesos; el de Manuel, 500, y el de Ma-nuelita, 80. Es decir, con la venta de 6.4 cerdosera posible comprar la libertad de la hija. Y nofueron pocos los esclavos que como Manuel yManuela lograban vender hasta dos cerdos al

    ao, aparte de lo que sobraba de su produccinagrcola. La intermediaria para la venta de ani-males y productos en el pueblo de Magdalena erauna partera mulata que haba asistido a Manuelay a la esposa del administrador en sus partos.

    15. Esta presencia de castas en el pueblo cercano a lashaciendas es legible en los padrones de los mencionados cu-ratos. Eran los "ciudadanos" empadronados para las elec-ciones constitucionales.

    16. Boleta en la que figuraban las condiciones de com-

    pra-venta del esclavo.

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    En Pando se trabajaba desde el amanecer

    hasta las 4 de la tarde, pero en pocas de siem-bra y cosecha este horario estaba determinadopor las necesidades de la produccin, pudiendollegar fcilmente a las diecisis horas diarias. Enotras palabras, la produccin en las parcelas es-

    tuvo sometida a los requerimientos de la hacien-da, y su cumplimiento fue una de las condicionespara mantener o incluso incrementar el ac-ceso a las tierras para el cultivo propio. Al mis-mo tiempo, la entrega de parcelas era el nicoaliciente para que los esclavos intensificaran su

    jornada de trabajo en pocas de punta.Cuando Manuelita cumpli 7 aos, la esposa

    del administrador la llev a la casa-hacienda pa-ra entrenarla en los quehaceres domsticos y pa-ra que acompaara a sus dos hijos. Es ms: por

    divisin de vientres, desde antes de su nacimien-to Manuelita haba sido asignada en propiedad ala hija mayor del dueo de Pando, cuyo nombreera Baltasara. Esta quera llevar a Manuelita aLima cuando hubiese aprendido a portarse ade-cuadamente. El traslado a la ciudad ocurri en1809, cuando Manuelita cumpli 12 aos. Segntasacin, su valor haba aumentado a 200 pesos.17Por el buen comportamiento de Manuelita alservicio de doa Baltasara, y porque la madre deManuelita haba nacido en su poder y le haba

    dado dos esclavos vivos ms (Manolo y Manoli-to), cuando la marquesa hizo su testamento, en1812, rebaj el valor de la cabeza de Manuela a180 pesos y determin que siempre y cuandoManuela pudiese pagar este importe, se le deba

    conceder la libertad. Tambin estipulaba quecuando Manuelita cumpliese 25 aos deba ser

    17. Esta fue una modalidad muy frecuente. ProtocolosNotariales. Testamento, muestra completa para Lima cadadiez aos (1800-1850).

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    liberada y dotada con una herencia de 200 pesos.

    Recomendaba que para entonces su marido ehijo deban asegurar que Manuelita estuviera"bien casada" con un hombre que la conservaraen la misma consideracin que ella le haba teni-do. Esta consideracin especial hizo que Ma-

    nuelita aprendiera no slo a limpiar y cuidar lacasa, sino tambin a coser, la actividad central (ya veces la nica permitida) de las mujeres blan-cas y de mestizas que queran ser blancas perocuyo estatus econmico no corresponda a suspretensiones raciales.

    Manuel y Manuela permanecieron por algntiempo ms en la hacienda. En 1812 sus hijos,Manolo y Manolito, tenan 7 y 11 aos respecti-vamente, y los padres saban que el tiempo co-rra en su contra. Mientras mayores fueran sus

    hijos, menor era su probabilidad de pagar suprecio. Este aumentaba y ellos se convertan enuna fuerza de trabajo til para la hacienda, loque a su vez generaba reticencias del hacendadoa aceptar el importe de sus cabezas.18

    Pero 1812 fue un ao especial en muchos sen-tidos. De manera directa, la marquesa, a travs desu testamento, dio un vuelco al destino deManue1a rebajando el valor de su cabeza y pro-metiendo una herencia. Desde ms lejos se oanrumores en torno de la Constitucin de Cdiz,

    que llegara a ser aplicada en territorio coloniala partir de 1813. En todo el Virreinato se prepa-raban listas de ciudadanos para votar por dele-

    18. Ninguna estipulacin legal obligaba al amo a vender

    a un esclavo. El nico argumento para cambiar de amo eraque ste propinara a aqul continuos maltratos. Empero,era mal visto, incluso por integrantes del Poder Judicial y dela Iglesia, si un esclavo pagaba su importe y el dinero era re-chazado por el amo. En Brasil, slo desde 1871 los esclavos

    podan comprar su libertad al margen de la voluntad delamo (Nogueira da Silva 1988:171).

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    de la ruina de la agricultura.20Las posiciones an-

    tagnicas en torno de la esclavitud en el seno delos sectores dominantes fueron parte de la doblejerarqua, la doble moralidad, y una seal de po-rosidad del sistema. Los muchos juicios entabla-dos en nombre de los esclavos reflejan una con-

    frontacin que no acabara sino despus de1854.21En la agricultura funcionaban dos circuitos

    de produccin: uno de productos de panllevar,encarado por los esclavos, y otro de productosproducidos sobre las tierras de la hacienda des-

    tinados a mercados mayores y de manera limita-da al mercado internacional. El nexo entre am-bos era la cantidad de tierras disponibles y lamano de obra esclava. Poco a poco, como hemosvisto, las haciendas ms pequeas del entorno li-

    meo reorientaron su produccin hacia el mer-cado domstico urbano; es decir, para sobrevivira la baja de precios comenzaron a producir loque ms se necesitaba, y con ello se acercaron ay compitieron con la produccin de los es-clavos. Lo "racional" en este caso hubiera sidoque los hacendados intentaran reducir o inclusoeliminar las parcelas entregadas a los esclavos.Ello hubiese permitido dedicar ms tiempo detrabajo a las tierras disponibles para la hacienda,

    20. "...es presiso desir V.S. que el Defensor de Meno-res es el enemigo ms grande y el obstculo ms terrible quetiene la agricultura. Un pequeo inters que le reporta cadauno de los esclavos basta para sostener contra sus amos jui-cios notoriamente injustos, y basta para formar una revolu-cin rural, entre los amos, los esclavos, y Livertos, siendo esto

    tan cierto y positivo que no hay hazendado a quien se lepregunte que no conteste por la afirmativa." Escrito del ad-ministrador de la hacienda Bocanegra, don Manuel Arsola,en AGN (Archivo General de la Nacin). Expedientes Judi-ciales. Causas Civiles. Expediente que sigue Juan Castro consus Esclabos Pedro Jos y otro por cantidad de pesos. L 96.

    1830.21. Ver, por ejemplo, caso 183.

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    con lo que se hubiera restringido la competencia

    entre hacienda y parcela esclava.22 Parece queello no pudo suceder, pues un recorte de los es-pacios ganados por los esclavos hubiera dado astos un motivo para abandonar la hacienda, co-mo efectivamente sucedi. As, desde una ptica

    microeconmica este proceso no slo registralas dificultades de controlar a la mano de obraesclava, expresadas en los clamores de los ha-cendados sobre la "soltura" y la "impertinencia"de sus subordinados, sino tambin explica, por ellado de un aumento de la oferta, la tendencia a

    la cada de los precios agrcolas.En oposicin a esta baja de precios a largo

    plazo, los precios agrcolas tuvieron fabulososrepuntes en medio de la peor crisis poltica entre1820 y 1825. O la demanda aument, o la oferta

    se redujo. La guerra produjo un cuadro de de-manda peculiar, con una concentracin en loslugares de paso de partidas y batallones (Altami-rano 1991); pero, en trminos agregados, la de-manda experiment una tendencia a la estabili-dad. En otras palabras: se dej de producir, hu-bo menor oferta de productos, lo que significaque se dej de cultivar. Quines abandonaronla produccin? Los esclavos o los amos? A pe-sar de que hay numerosas evidencias de la parti-cipacin negra en las luchas por la inde-

    pendencia,23 tambin es cierto que el manifiestoconflicto poltico abri los lazos de sujecin so-cial, razn por la que ms de un hacendado (so-

    22. Esta relacin entre parcelas y tierras de la hacienda,

    as como de los ajustes de mano de obra y de extensin detierras en funcin de los vaivenes de las condiciones delmercado, responde a un modelo planteado por Shane Hunt(1975) para explicar la transformacin de una hacienda tra-dicional en una plantacin con mano de obra asalariada.

    23. Ver, por ejemplo, Salas (1974:68), Vargas Ugarte(1984, vol.VI:l65), Memorias del General Miller (1829,t.I:214).

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    bre todo si era espaol) debi abandonar un lu-

    gar donde la correlacin blanco-negro era de 1 a34. Es probable que nunca sepamos lo que real-mente pas en cada caso, pero el registro nota-rial de las cartas de libertad nos dice que el rit-mo de automanumisin se mantuvo a una tasa

    constante en el seno de la poblacin esclava cita-dina y rural limea (ver cuadro 1). Ello es doble-mente notable si recordamos que nada indicaque los precios de los esclavos bajaron. Dada laescasez de mano de obra, debemos incluso asu-mir todo lo contrario. La rebaja del precio de un

    esclavo era resultado de un azar individual, co-mo en el caso de Manuela. Estas condiciones ge-nerales condujeron a probabilidades de acumu-lacin y de compra de la libertad muy individua-lizadas y frgiles, pero frecuentes.24

    Cuadro 1Frecuencia y modalidad de manumisiones

    Lima, 1830 - 18401850(porcentajes)

    Libertad 1830 1840 1850

    Esclavo paga 45 45 43Pariente paga 18 11 16"Graciosa" 31 36 30*Tercera persona 6 8 11

    100 100 100Universo total 130 139 106(casos registrados)

    Fuente: Protocolos Notariales. AGN.

    *Bowser (1987:375) registra un porcentaje promedio si-milar para los aos 1524-1650: 33.8%.

    24. La prueba es que en el registro de las cartas de libertadpara los aos indicados, el precio promedio de los esclavos enlos casos de automanumisin y de compra de la libertad por

    parte de parientes del esclavo es ms bajo que el precio

    promedio del esclavo.

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    En los aos transcurridos desde el matrimo-

    nio hasta 1812, Manuel y Manuela haban logra-do acumular slo lo suficiente como para liberara Manuela o a los dos hijos. Con la ayuda deManuel y de sus dos hijos, Manuela pudo mante-ner en pie la siembra de la parcela y la cra de

    cerdos, y era ella quien una vez por mes vendaproductos en el mercado de Magdalena.Liberar a los dos hijos no tena sentido. Se in-

    crementaran los costos de manutencin fuerade la hacienda, pagando por ejemplo a un fami-liar en Lima para que se hiciera cargo de los dos

    nios. Mientras los hijos estaban pequeos y am-bos padres permanecan en la hacienda, lo msrazonable era trasladar su manutencin al amo oen este caso a la unidad domstica de produc-cin. Siempre el aumento de precio sera menor

    que la inversin en mantenerlos.Siguiendo esta lgica, y teniendo en cuenta elmenor precio absoluto de Manuela, ambos es-clavos decidieron negociar la salida de Manuelade la hacienda. Adems, ella tendra mayoresoportunidades de encontrar una ocupacin re-munerada en la urbe. Podra amamantar a otrosnios, arrendar una chacra de alguna viuda osoltera que residiera en la ciudad a cambio de laentrega de un monto mensual,25 vender masa depan en las calles, abrir un puesto en el mercado y

    vender productos, preparar comida para lostransentes (CDIP:t.XXVII:vo1.2:196-7), o bus-car un lugar en el servicio domstico. En el peorde los casos podra conseguir a un amo urbanodispuesto a comprar la. Su poca especializacin y

    sus tareas tpicamente femeninas eran una com-binacin que prometa mayor xito que el quepoda alcanzar un hombre esclavo poco especia-

    25. Caso de fondo: AGN. L 16. C 255. 1809.

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    lizado o en todo caso con una especializacin

    que tena poca cabida en el contexto urbano.Manuela obtuvo su carta de libertad luego de

    dos aos de negociaciones con los amos, durantelos cuales debi luchar con los herederos de lamarquesa para conseguir una copia del testa-

    mento en el que figuraba la rebaja del valor desu cabeza. Uno de los herederos haba pedidouna nueva tasacin de la esclava, de modo que latestamentaria qued como deudora de variosacreedores una vez hecha la liquidacin de bie-nes.26 Finalmente Manuela logr salir de la ha-

    cienda, pero tuvo que dejar a sus hijos, a pesarde que alegaba que ella y Manuel se haban en-cargado de suministrarles sus alimentos y que,por tanto, el amo o deba reintegrarles lo inver-tido o tendra que renunciar a sus derechos de

    propiedad.27

    Pero el abogado de la Audienciaque defenda al marqus logr imponer su razo-namiento: los esclavos-hijos han vivido hastaahora en la hacienda, y lo que los esclavos invir-tieron en la crianza proviene de la entrega "gra-ciosa" que el hacendado ha hecho de las parce-las. Por tanto, los hijos nacidos de vientre escla-vo son de propiedad de la hacienda.

    El defensor de los intereses del hacendadodetall con meticulosidad los gastos en los queincurran su cliente y otros hacendados que deci-

    dan criar a los hijos de esclavos. Se dice que siel clculo del precio del esclavo fuera realista,un esclavo en edad til (14 aos) debera costaraproximadamente 1,500 pesos, un precio que na-die pagara y que estaba muy por encima del

    precio promedio (400 pesos) de los esclavos deLima (Reclamacin..., 1833). Este recuento sir-

    26. Casos de fondo: AGN. RA. OCI. L 70. C 720. 1807; yAGN. Cabildo. OCI. L 19. C 310. 1810.

    27. Caso 183. 1818-9 (Mana Andrea).

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    vi al hacendado para ganar la batalla legal, y los

    hijos de Manuela permanecieron con su padreen la hacienda. Ante esta nueva situacin, el ad-ministrador de Pando trat de evitar que Ma-nuela regresara con demasiada frecuencia a vera su familia, y condicion la entrega de la carta

    de libertad al compromiso de Manuela de no vi-sitar ms de una vez por mes a su propia fami-lia.28

    Caminando descalza, Manuela lleg a la pa-rroquia de San Lzaro. En el portal fue detenidapor un sargento de la Compaa de Dragones.Acusada de cimarrona, mostr al soldado sucarta de libertad. El soldado un pardo nosaba leer, y como no haba un formato definidopara las cartas de libertad, no entendi.29 As, aManuela se le colocaron grilletes y se le deposit

    en una panadera, donde un esclavo cimarrnall detenido, la reconoci.

    En 1807 Antonio tal era el nombre de di-cho esclavo se haba refugiado en la haciendaPando, pues era perseguido por las fuerzas del

    virrey. Cuando Manuela lleg, haca dos mesesque lo haban atrapado y enviado a la panadera.Pero Antonio era un esclavo con oficio, y duran-te mucho tiempo haba trabajado con un herma-no suyo, un mulato libre, en un taller-zapateramuy cerca de la panadera. Una noche el herma-

    no mulato oy gritos en la panadera, reconocila voz de su hermano y corri a buscar al alcaldedel barrio. Cuando llegaron a la alborotada pa-nadera, el mayordomo de sta acus a Antoniode sublevado y de ultrajes "de obra y palabra".

    Los presentes, entre ellos Manuela, dieron fe delos maltratos que el mayordomo haba inflingido

    28. Caso de fondo: AGN. Expedientes Judiciales. L 92.1830 (Hacienda Bocanegra).

    29. Caso de fondo: AGN. Protocolos Notariales, no 881,fs.920. Notario: Manuel Manuel Surez. 1826.

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    a Antonio, se quejaron de las condiciones insalu-

    bres de la panadera y de la mala comida, y sea-laron que la rencilla se produjo como resultadodel consumo de alcohol Estaban festejando elcumpleaos del mayordomo. Poco despus, eljuez dictamin que el mayordomo deba mode-

    rar su comportamiento y, ms all de ello, decre-t que se procedera a una visita de las aproxi-madamente 40 panaderas de Lima.30 Al pocotiempo Antonio fug, y con la intermediacin desu hermano zapatero localiz al marqus ex-amode Manuela para que intercediera a su favor y la

    liberara de la panadera. El marqus apadrin aManuela y ella sali libre.31

    Manuela tena varias amigas en la ciudad. En-tre ellas, una mulata que trabajaba en el serviciodomstico en la casa del marqus, y que frente a

    Manuela haba asumido el compromiso de cui-dar a Manuelita. Otra de sus amigas, era una ne-gra bozal que viva en una chacra de Amancaescomo esclava de una viuda que dependa de susrentas.32 Y una tercera tena un puesto de carneen la plaza de San Francisco y mantena relacio-nes con un esclavo de la hacienda Bocanegra.Este esclavo posea un caballo con el que regu-larmente hua de la hacienda para visitar a la no-via, actitud que le vali para que el mayordomode dicha hacienda le pusiese el apelativo de "ci-

    marrn consuetudinario".33Ayudada por las amigas, Manuela ide su

    propia estrategia de sobrevivencia. Su objetivo

    30. Caso de fondo: AGN. Cabildo. OCI. L 23. C 374.

    1812.31. El apadrinamiento de tercera persona a esclavos fu-

    gados o que sentan alguna culpa o eran maltratados por susamos, era una figura de comportamiento bastante comn.

    32. Caso de fondo: AGN. Cabildo. OCI. L 16. C 255.(Tavira/Maldonado).1809.

    33. Caso de fondo: AGN. Cabildo. OCI. L 5. C 51. (Ti-burcio Mara). 1802.

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    a saba que iba a ser difcil hallar un nuevo amo

    que estuviera dispuesto a pagar los 400 pesospor la cabeza de Manuel y los 300 y 350 pesosque pretenda obtener por cada uno de los hijos.Al elevar el monto total de adquisicin de los es-clavos, las posibilidades de retener a tres hombres

    en la hacienda aumentaban.Con la intermediacin de un corredor de es-clavos, Manuela abri un juicio en el que inicial-mente peda una tasacin de sus hijos reclaman-do por la arbitrariedad del precio pedido por elmayordomo. En el caso de su hijo menor aleg

    que ste era muy dbil y casi inservible para eltrabajo. Ninguno de los hijos tena conque, raznpor la cual nunca antes se les haba puesto pre-cio. Se eligi a dos tasadores: uno por la partedel hacendado, y otro en representacin de Ma-

    nuela, el corredor y los compradores interesa-dos. Pasaron diez meses antes de que los tasado-res se pusieran de acuerdo, pero finalmente elhacendado impuso al menos parcialmentesu voluntad.35

    Con la intervencin del corredor, Manuel ycada uno de los hijos que en 1819 tenan 14 y18 aos fueron comprados por amos distintos.Manuel lleg a la Casa de la Moneda, ubicadaen la parroquia de Santa Ana; Manolo, el hijomayor, fue colocado por su amo con un artesano

    para aprender el oficio de chocolatero; y Mano-lito fue comprado por una solterona que ya tenaun esclavo viejo dedicado a ganar jornales comoaguador. El corredor recibi 5% sobre el valorde la transaccin final. Los gastos judiciales fue-

    ron cargados a los nuevos compradores, es de-cir, no se tradujeron en un aumento del preciodel esclavo. Un ltimo y desesperado intento del

    35. Caso de fondo: AGN. Expedientes Judiciales. L 92.1830.

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    mayordomo para retener a sus esclavos fue acu-

    sar al corredor de complicidad con los esclavospor "ser de su misma condicin". El corredor seautocalificaba de moreno.36 Al final el adminis-trador entendi que su oposicin no tena aside-ro y decidi reemplazar a los esclavos por traba-

    jadores libres.37

    La familia Lasmanuelos ha dado ya, por en-tonces, el paso hacia la ciudad, cada cual en con-diciones distintas y en momentos diferentes.Ahora sus miembros estn fsicamente ms cer-ca, pueden verse ms seguido. El nico miembro

    de la familia que nunca ms vuelve a aparecer esel segundo hijo de Manuela, entregado en 1812 alos sacerdotes de la Buena Muerte.38 Manuelahaba logrado acumular 270 pesos a travs de susventas en el mercado, y en algn momento,

    cuando sus hijos y marido fueron trasladados aLima, pens que podra comprar la libertad desus dos hijos. Pero a causa de la presin del ha-cendado y del enorme aumento del precio pedi-do, ahora este dinero no alcanzaba ni siquierapara liberar a uno de ellos, y menos al marido.

    En 1814 Manuelita cumpli los 17 aos en lacasa del marqus y fue trasladada a la casa dedoa Baltasara, la hija del marqus, que paraese entonces estaba casada con un comerciantecriollo del Consulado de Lima.39Manuelita cum-

    pla as su destino de la "asignacin de vientres".

    36. Caso de fondo: AGN. Cabildo. OCI. L 11. C 140.1800.

    37. En las informaciones sobre las haciendas anterior-mente citadas, aparecen dos en las que se registra un bajo

    porcentaje de mano de obra libre.38. Los sacerdotes de la Buena Muerte tuvieron variashaciendas y chacras, y es probable que el esclavo si sobre-vivihaya regresado a trabajar en una de estas haciendas.

    39. Este tipo de alianza matrimonial (nobleza con ha-ciendas y comerciantes criollos) ha sido descrito como tpicode las "familias notables". Ver Balmori, Worman, Voss

    (1984).

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    Cuando tena apenas unos meses ah, el marido

    de doa Baltasara, aprovechando la salida de sumujer a misa, viol a Manuelita.40Con ayuda desu madrina, la amiga de su madre que trabajabaen la casa del marqus, y con conocimiento delpropio marqus, Manuelita present una denun-

    cia en la curia eclesistica, aduciendo que por"virginidad corrompida" su ama deba darle lalibertad. Agregaba que de todas maneras se lehaba prometido la libertad a los 25 aos, peroque para escapar de las acechanzas del maridode su ama y para que no se atropellen los pre-

    ceptos morales y religiosos era menester que sulibertad fuese dictaminada antes.

    Don Baltasar, el marido de doa Baltasara,argumentaba que era comn entre las esclavasde Lima acusara sus amos de violacin para ob-

    tener la libertad, y que si se hiciese caso de estosalegatos pronto los lazos de sujecin se derrum-baran.41Don Baltasar gan el pleito y Manuelitacontinu, "por la superioridad del amo", sometidaa sus apetitos sexuales.

    Doa Baltasara saba lo que estaba pasando,y su clera cay sobre la cabeza de la esclava.Ello se tradujo en ms trabajo, peor trato y en laexclusin de todas las pequeas prerrogativas dela que haba gozado en casa del marqus. Final-mente Manuelita sali embarazada, y doa Bal-

    tasara saba que la nia que naci poco despusera hija de su marido.

    Manuelita trat de probar la paternidad recu-rriendo al protomedicato, que especulara, ba-sndose en la coloracin de la piel, sobre los po-

    sibles padres. Si Manuelita era cuarterona, su hi-ja era ahora quinterona. Pero el amo era un per-

    40. Casos de fondo: Caso 564. AA (Archivo Arzobispal)L 1 (1765-1818); caso 74. AA. L 7 (1800-1809)

    41. Caso de fondo: caso 226. AGN. L 103. C 1095.

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    sonaje influyente. Por ello, el protomedicato se

    abstuvo de dictaminar lo obvio, y prefiri califi-car a la hija de Manuelita de "chola".42Manueli-ta atac la inmoralidad del amo, aleg que haabusado de su autoridad y declar que el hijo deun espaol no poda ser esclavo. Mientras libra-

    ba su batalla legal, San Martn desembarc enIca en 1820, y en 1821 lleg a Lima.Las crnicas sealan que el pueblo sali a las

    calles. Seguramente la familia Lasmanuelos estu-vo ah, para or que todos los nacidos a partir deesa fecha, todos los esclavos que tenan amos es-paoles que haban abandonado el pas y todoslos que se alistaran en las mas patriotas seran li-bres.

    En el marco de estos cambios, al cerrarse laCasa de la Moneda, Manuel fue incorporado

    junto a otros 60 esclavos al ejrcito realista almando de Pezuela; antes de la llegada de SanMartn. Durante las luchas Manuela sigui ven-diendo lea en el mercado de San Francisco,mientras Manuelita permaneci en la casa de lahija del marqus y perdi, con el regreso de stea Espaa, a un padrino e intermediador. Manolotuvo que dejar su oficio de chocolatero. Hastaantes de la independencia contribua con jorna-les a su amo: 7 reales diarios. Ello lo colocaba enel tercio superior de los ingresos provenientes

    por esta modalidad entre la poblacin esclava.Pero al margen de la entrega de jornales al amo,haba acumulado la mitad del importe de su ca-beza. En medio de la crisis, su amo le exiga se-guir pagando el jornal acostumbrado. Cuando

    Manolo incumpli con la entrega de los jornales,el amo lo mand colocar en una panadera acu-sndolo de cimarrn y ladrn. Manolo entoncesfug de la panadera, busc a su madre y se aso-

    42. Caso de fondo: caso 408. AGN. L 131. C 1343.

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    ci a la banda de cimarrones que provea la lea.

    Durante los aos de lucha sobrevivi al margende la contienda, asaltando haciendas, tambos ypueblos.

    Aun durante la guerra, lea y agua que Ma-nuela y su hijo Manolito vendan repre-

    sentaban dos necesidades fundamentales no slopara la poblacin civil, sino tambin para el ejr-cito. Como aguador, Manolito ayud a doaAgreda una mujer soltera de 49 aos y alviejo esclavo a sobrevivir. Doa Agreda no exi-gi un monto fijo de jornal diario. Slo le intere-saba tener algo que comer, y dej que sus dosesclavos organizaran la mejor forma de lograrlo.Su dependencia del ingreso esclavo fue tal queen su testamento peda que los dos esclavos seencargaran de costear sus funerales a cambio de

    la libertad para ambos. El ama muri en 1824.Manolito recibi su carta de libertad, y a cambiode mantener al viejo Esteban pudo quedarse conlos aperos de aguador, las pipas de agua y dosmulas.

    Poco despus de 1821 aparecieron en Limalas primeras protestas y pasquines contra lasfuerzas patriotas (Hnefeldt 1979). Estas protes-tas estuvieron encabezadas por los artesanos deLima, de los que la mayor parte era negra. Noles pagaban lo que consuma el ejrcito. La pa-

    tria se convirti en "patria ladrona". Y fue steel inicio de un proceso de desencanto frente alas promesas patriotas.

    Poco a poco los iniciales ofrecimientos a lapoblacin esclava fueron recortados. Socavando

    el decreto sanmartiniano, luego de las luchas al-gunos propietarios espaoles regresaron y recla-maron la devolucin de sus esclavos. Muchos delos que participaron en los combates regresarona manos de los amos, a veces con violencia. In-

    cluso esclavos que haban recibido sus cartas de

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    haba odo contar a los integrantes de la partida

    de Ninavilca que los realistas cortaban una orejaa los desertores; aprendi a manejar armas, yque se puede sobrevivir al margen de la legali-dad. Con estas nuevas experiencias, regres aLima. Don Baltasar lo encontr caminando en la

    calle; llam a los serenos y mand que lo apresa-ran y condujeran a la carceleta. Reclamaba lapropiedad del esclavo, mientras que Manolo ale-gaba que por su participacin en las luchas pa-triotas deba ser libre. Don Baltasar cuestion elpatriotismo de Manolo y lo acus de cimarrn ybandolero. Manolo sigui siendo esclavo por al-gn tiempo. Los comerciantes criollos del consu-lado imponan entonces las reglas del juego...

    Pero don Baltasar no quera al esclavo. Comocomerciante no le resultaba de tanto inters, y

    adems saba que tena entre manos a un esclavoproblemtico y rebelde. Con este pretexto solici-t trasladarlo a la hacienda de uno de sus sobri-nos. Pero cuando este pedido fue formuladoManolo tena 25 aos46, y pidi el consentimien-to de don Baltasar para casarse con Manola, unasamba libre que trabajaba en una tienda en elportal de Bodegones.

    Hasta antes de la independencia Manola ha-ba sido la reina de la cofrada de los Mondon-gos. Don Baltasar neg su consentimiento. Acto

    seguido Manolo se present ante el provisor ge-neral de la curia, y ste escribi una carta al amoen la que lo acusaba de no cumplir con los pre-ceptos divinos y de perpetuar el amancebamien-to de sus feligreses47.

    46. 23 aos para las mujeres esclavas y 25 para los hom-bres es la edad promedio matrimonial en la dcada del 30.AA. Licencias Matrimoniales.

    47. Caso de fondo: Caso 561. AGN. L 16. C 246. En estecaso es el propio arzobispo quien interviene a favor del es-

    clavo.

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    de recibir golpes haba contrado una enferme-

    dad venrea.Manola abri, entonces, un expediente de liti-

    gio matrimonial pidiendo que el provisor hicieraentrar en razn a su marido. Adems de gol-pearla, Manolo le quitaba todo el dinero y le de-

    jaba muy poco para "costearse su subsisten-cia"51. El era consciente, todo el tiempo, de quefue ella quien lo haba ayudado a conseguir su li-bertad. En el expediente sali a relucir todo elpasado de Manolo; entonces Manola atribuir laviolencia de su marido a sus aos vividos entre

    cimarrones. Incluso la haba amenazado con ar-mas punzantes. Manolo fue citado por el provi-sor, en busca de la reconciliacin matrimonial.Sin embargo, a los pocos meses se repiti unahistoria similar. Pero por entonces, en 1832, Ma-

    nola pidi salir de la casa matrimonial para evi-tar males mayores, lo que equivala a una sepa-racin temporal, plasmada en un expediente ba-jo el rubro "causas de divorcio".

    El padre de Manolo logr regresar a Lima s-lo en 1827, a la edad de 47 aos. Su destino conlos realistas lo haba conducido hasta el Alto Pe-r. Ninguna carta de libertad indicaba su partici-pacin en la contienda. El marqus su amono estaba ms.

    Achacoso y herido de un sablazo, toc las

    puertas de don Baltasar, quien no tard en reco-nocer que ste era un esclavo que no servirams para el trabajo de hacienda y que tampocopodra ser vendido con ventaja. Manuel tambinlo saba, razn por la cual regres a buscar la

    proteccin del amo. Para no perder todo y po-der venderlo, don Baltasar rebaj el valor de sucabeza a 200 pesos, pero su esposa no tena eldinero suficiente para comprar su libertad. Ella

    51. Caso de fondo: Caso 404. AA. L 83. (1802-1804).

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    misma haba estado enferma, y como persona sin

    amo pag su curacin en el hospital de San Bar-tolom. Su hijo Manolo haba perdido mucho di-nero en el juego, y el acceso a los recursos queprovea su mujer se acabaron con la separacin.Manuelita se haba casado con un maestro plate-

    ro, y ni ella ni su marido queran recordar losorgenes aunque ms blancos, siempre escla-vos de Manuelita. Manolito estaba enamoradode una negra esclava que trabajaba en una de lascasas de la parroquia de Santa Ana, donde dis-tribua su agua. Estaba empecinado en liberarla

    y convertir sus visitas de domingo en la casa delamo52en una convivencia fuera del control y lasacechanzas de un amo.

    Manuel, entonces, sali a las calles a buscarcomprador y encontr a una mestiza que se de-

    dicaba a comprar y vender hojalatera y zapatosentre Lima e Ica. A cambio del compromiso detrabajar para ella, la mestiza le prest el dineropara comprar su libertad Segn la legislacin,los libertos deban recibir un pago por su traba-jo. De lo que ganaba, Manuel iba entregando dea pocos dinero a la mestiza pensando que conello cancelaba "el principal" de la deuda. Pero lamestiza alegara ms tarde (luego de siete aosque Manuel estuvo a su servicio) que lo nicoque el esclavo haba pagado eran los intereses

    por el dinero prestado, lo que quera decir quesegua siendo esclavo53. Manuel muri en 1837en uno de los viajes a Ica, cuando la recua a sucargo fue asaltada por un pequeo grupo bando-lero. Sin enterarse de lo que pas con su marido,

    Manuela falleci en San Lzaro tres aos des-pus, a los 57 aos. Manolito pag los funerales

    52. Casos de fondo: Casos 592 y 194. AA. L 36 (1799-1814); caso 302. AA. L 86. (1810-1814).

    53. Caso de fondo: AGN. Corte Superior. OCR L 66.

    1840.

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    de su madre. No quera que fuera enterrada co-

    mo pobre. El funeral le cost 147 pesos, la mitadde lo que representaba la libertad de su consor-te, Mara. Mara tena 35 aos cuando Manolitopudo finalmente pagar por su libertad y costearun matrimonio. Por entonces (1583) Manolito

    cumpla 48 aos y segua siendo aguador. Todolo que haba logrado acumular fue invertido enla compra de la libertad de Mara y en el entie-rro de su madre. Es decir, no hubo capital parareponer herramientas de trabajo, ni mucho me-nos para cambiar de oficio o ampliar el existen-

    te. Lima era todava una ciudad con pocas cae-ras, por lo que sus servicios seguan siendo re-queridos, y su oficio no competa con el de losintegrantes de otros grupos sociales. Mara yManolito no tuvieron hijos. La larga permanencia

    en la casa del amo, la elevada edad a la quecontrajeron matrimonio y seguramente tambin elhecho de no querer reproducir esclavos expli-can quiz tal decisin.

    El destino de Manolo como artesano fue dis-tinto al de su hermano. Disuelto el matrimonio,continuo como chocolatero. Pero las condicio-nes del mercado no eran las mismas. Los iniciosde la exportacin del guano cambiaron los pa-trones de consumo. Se importaban chocolateseuropeos a chocolateros franceses. Sus consumi-

    dores quedaron reducidos a un puado de per-sonas de castas que podan pagar este artculode lujo. As, si bien trabajaba como artesano, uncomplemento importante de su subsistencia pro-vena de toda una serie de actividades al borde

    de la legalidad y a partir de sucesivas conviven-cias con diferentes mujeres.Estrechez econmica e inestabilidad lo acom-

    paaron toda su vida, incluyendo un juicio poralimentos para los hijos engendrados fuera delmatrimonio. Para l la abolicin de la esclavitud

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    signific romper el ltimo dique protector con-

    tra la competencia, tanto de sus propios cong-neres como de los nuevos inmigrantes que rpi-damente coparon las esferas artesanales ms so-fisticadas54. El crecimiento econmico a partirdel guano lo dej atrs. Las razones ms impor-

    tantes fueron probablemente su condicin racialy la descapitalizacin que significaba la comprade la propia libertad antes que la adquisicin deherramientas y el aprendizaje de nuevas tcni-cas. Pero inmediatamente despus surge comoexplicacin de una insercin fracasada lo que

    puede ser calificado, gruesamente, como la re-produccin de formas de convivencia en el senofamiliar usuales en el conjunto de la sociedad.En otras palabras, a nivel de la pareja, y los es-fuerzos conjuntos que a partir de aqu hubieran

    sido pensables, no hubo alternativas propias nioriginales que podran haber cambiado el destinoy las caractersticas de la insercin negra en lavida citadina.

    54. Para un recuento de varios de los quehaceres citadi-nos esclavos y negros en Lima, ver Patrn (1935:28). Para

    Brasil, ver Karasch (1987).

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    PENSANDO EN VOZ ALTA

    Los pequeos y grandes detalles que afectaron yforjaron la vida de la familia Lasmanuelos po-dran haber sido, tarde o temprano, las vivenciasde todos los esclavos y de la poblacin negra de

    Lima. Dejando de lado algunas cuestiones quepresentan casos nicos o aislados (y que tienenun peso propio dentro de otro tipo de anlisis),se ha tratado de crear una historia cercana a larealidad De qu nos informan esta realidad yesta historia cotidiana?

    A partir de varias modalidades de acumula-cin individual y familiar, el esclavo de haciendasobre todo, el de las haciendas en la circunfe-rencia de la ciudad de Lima logr comprar sulibertad e insertarse en una heterognea gama

    de actividades urbanas. La acumulacin masefectiva fue aquella que result de la venta deproductos dentro o fuera de la hacienda, activi-dad que involucraba un continuo intercambio deideas y productos entre haciendas, entre hacien-das y pueblo, y entre hacienda y ciudad.

    Las primeras en salir de la hacienda y las quetuvieron mayor xito fueron las mujeres, comoresultado muchas veces de una decisin familiar.Eran ellas las que tenan, a travs de la actividadmercantil, un cierto nivel de experiencia urbana.

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    estable. Slo con una esposa de "menor posicin

    social" era posible mantener el control de lanueva unidad domstica, someter a su voluntad ala mujer.

    Recordemos que el conflicto matrimonialsurgi en una unin como la de Manolo. Quizs

    por ser ste un matrimonio hipergmico, mien-tras que el de Manolito que aparentemente notuvo conflictos que pasaran por los tribunaleseclesisticos luch contra el amo para evitarque ste abusara sexualmente de su consorte, yno contra ella; as, y en la medida en que l eralibre y ella esclava, la subordinacin de la mujerestuvo definida desde el comienzo. De esta ma-nera, las opciones matrimoniales tambin regis-tran niveles ms sofisticados de fraccionamientointerno, esta vez a lo largo de lneas de gnero.

    Tal vez la imagen ms dramtica del fraccio-namiento interno sea la composicin misma dela familia que hemos descrito. En otras palabras,el fraccionamiento es visible en la historia fami-liar. Si tomamos a la familia Lasmanuelos en

    cualquier momento de su proceso durante losaos analizados, veremos que nunca su composi-cin y estructura estn determinadas por una so-la lgica. Siempre conviven esclavos y libres;sambos y negros cuarterones; miembros en laciudad y miembros en la hacienda.

    A pesar del complejo y mltiple universo defraccionamiento interno, queda clara la priori-dad de la poblacin esclava: la libertad. Todoslos esfuerzos estaban dirigidos a conseguirla, y elms importante de ellos era la negociacin.

    Esta negociacin tena dos salidas. La prime-ra era la rebaja del valor de la propia cabeza afin de aproximar lo acumulado a lo pedido porel amo, muchas veces con la intervencin de fa-miliares, cofrada, la Iglesia y el propio Estado.Resulta claro que la capacidad de negociacin

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    era ms amplia en el caso de que el ama fuese

    mujer. Como elementos ms dbiles de la socie-dad muchas mujeres limeas comparaban supropia vida a la de los esclavos, dependanms del trabajo esclavo y tal vez tambin eranotros sus sentimientos. La segunda salida era el

    trabajo jornalero. Ambas podan combinarse.La vasta esfera de negociacin iba desde elbuen comportamiento del esclavo hasta el testa-mento redactado por el amo, pasando por lacantidad de hijos que una pareja de esclavos te-na y por el hecho de haber o no nacido en po-der de un amo. Desde condiciones sobre las quepoco poda influir el esclavo, y que ms bien es-taban predeterminadas por la percepcin de losamos, hasta situaciones que el mismo esclavopoda forjar, muchas veces a lo largo de pero-

    dos interminables y que variaban de caso en caso,pero que tenan un rasgo comn: una hbilutilizacin de las contradicciones propias del sis-tema esclavista en beneficio propio.

    Es probable que fueran pocos los esclavosque pudieron elegir el oficio que queran apren-der, a pesar de que se poda fingir inhabilidadpara muchos oficios a fin de conseguir el que fi-nalmente se quera (obviamente, dentro de cier-tos lmites). Pero esta eleccin hoy comoayer determina el resultado, el relativo xito

    en la vida. Manolo y Manolita grafican bien estasalternativas. Los trabajos artesanales ms sofisti-cados quedaron vedados para la poblacin ne-gra, y probablemente con la construccin de ca-eras a fines del siglo XIX personas como Ma-

    nolito tambin perdieron su trabajo.Lo que tenemos como resultado, entonces, esun proceso inicial de xito, en el que se acumulay se usan las estrategias familiares para sobrevi-vir, pero al que sigue luego la debacle y la margi-nacin laboral. En el fondo de todo este proceso

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    estn las particularidades del sistema esclavista

    urbano limeo. A pesar de la enorme diversidadde las condiciones personales y el alto grado defraccionamiento interno (y, por tanto, de dife-renciacin) al final la poblacin negra tuvo undestino comn: la exclusin.

    En Lima el sistema esclavista se resquebrajporque los esclavos lo hicieron, y los amos lopermitieron. Todo ello en una coyuntura econ-mica y poltica que estaba mermando la capaci-dad de control del Estado (en oposicin a lo quesuceda por la misma poca en Estados Unidoso Brasil), donde insurga un ideario liberal ab-sorbido por la poblacin negra y donde, por laaccin de los precios y los arreglos productivosinternos a la hacienda, comenzaron a monetizar-se las relaciones esclavistas.

    En sntesis, y reto mando nuestros puntos ini-ciales, los sucesos en el mbito del hinterlandrural limeo no se entienden sin ver los nexosentre lo rural y lo urbano. Y en el marco de estosnexos, las relaciones establecidas por los propiosesclavos son fundamentales para entender la di-reccionalidad y el xito de los cambios del siste-ma esclavista. En oposicin a lo que fue la escla-vitud urbana en Estados Unidos y Brasil aqufue la accin de los esclavos y su consciente utili-zacin de las brechas morales y sociales en bene-

    ficio propio lo que explica no slo el aumento deesclavos trasladados a la ciudad, sino tambin ladisminucin de esclavos en trminos absolutos.En el caso de Lima, entonces, las transformacio-nes del sistema esclavista, basadas en la articula-

    cin urbana, si condujeron al derrumbamientodel sistema, promoviendo una especializacindel trabajo urbano y a la satisfaccin de una cre-ciente demanda. Los caminos recorridos por losesclavos hacia este final son mltiples, pero laactividad artesanal fue central y explica al mismo

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