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CHUCHOS O CUTIS Y CHACPAS. EL CULTO A LOS CADÁVERES DE INFANTES Y ADULTOS DENTRO DE OLLAS SEGÚN LOS EXTIRPADORES DE IDOLATRÍAS ANDINAS Mariel Alejandra López* Introducción Las exhortaciones e instrucciones escritas en el Perú del siglo XVII para luchar contra las idolatrías del mundo andino coinciden en describir a los entierros de los Chuchos o Cutis y Chacpas como idolatrías a las cuales era preciso extirpar. Se trata de los característicos entierros de niños y adultos en ollas, frecuentemente hallados en el mundo andino y, en particular, dentro de nuestra región en estudio, Quebrada de Humahuaca, dentro de los recintos domésticos de los sitios conocidos como “pueblos viejos o antigales”y pukaras. Las fuentes consultadas revelan la naturaleza y origen de esta costumbre que no se habría generalizado a todos los niños y adultos y que constituiría, desde el punto de vista de la cosmovisión europea, parte de un ritual funerario pero también ceremonial en tanto se consideraba a estos individuos como “seres sagrados”. En este trabajo se presentan datos etnohistóricos y procedentes de fuentes relativos a lo que en arqueología denominamos “contexto de uso” de este tipo de prácticas rituales y/o ceremoniales, su vinculación con el problema de la extirpación de idolatrías y observaciones y datos actuales referidos a registros arqueológicos de colección y de excavaciones contemporáneas, a fin de poner en relieve la necesidad de llevar a cabo una arqueología orientada a explicar las prácticas más allá de los indicadores observables en el registro arqueológico 1 . Para ello será de utilidad poner en perspectiva histórica la problemática abordada. Con la caída del Tawantinsuyu y la autoridad de los Inkas bajo el dominio español, las expresiones colectivas vinculadas con el ritual y las creencias andinas habrían quedado más que suprimidas, tal como expresan algunos autores 2 , suspendidas públicamente u ocultas y clandestinas3 . Esto sería así ya que si bien lo deseable hubiera sido su total eliminación, como consecuencia de las sugerencias que el Rey de España comienza a recibir hacia mediados del siglo XVI, es claro que la eliminación de las idolatrías no habría sido posible hasta aquel entonces. Es por esta razón que el Rey ordenó la creación de un equipo especial cuya función fue la de erradicar las idolatrías. Así, si bien los Concilios limeños de 1551-52, 1567-68 (ambos convocados por el obispo Jerónimo de Loaiza, fraile dominico) y el de 1582-83 (convocado por el obispo 1 Dietler, M. e I. Herbich, “Habitus, Techniques, Style: An Integrated Approach to the Social Understanding of Material Culture and Boundaries”, en M. Stark (ed.), The archaeology of social boundaries, Smithsonian Institution Press, Smithsonian Series in Archaeological Inquiry, Washington D.C. 1998, pp. 232-263. Ver un ejemplo de este tipo de arqueología en López, Mariel A., “De los estilos tecnológicos a las identidades de los alfareros. Propuesta teórica y metodológica para la identificación de distintos productores de piezas cerámicas consumidas en un mismo sitio arqueológico”, en Pacarina, EdiUnju, San Salvador de Jujuy, en prensa en N° 6. 2 Ver por ejemplo, Bunster, Cora, “Las autoridades indígenas y los símbolos de prestigio”, en Andes, CEPIHA, UNSa, Salta, Argentina, 2001, N° 12, pp. 83-122. 3 Ver por ejemplo, Duviols, Pierre, La destrucción de las religiones andinas (conquista y colonia), Universidad Autónoma de México, México, 1977, pp. 168-169; o Gruzinski, Serge, La guerra de las imágenes, De Cristóbal Colón a “Blade Runner” (1492-2019, Fondo de Cultura Económica, México, 1995, p. 65.

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  • CHUCHOS O CUTIS Y CHACPAS.EL CULTOA LOS CADVERES DE INFANTES Y ADULTOSDENTRO DE OLLAS

    SEGN LOS EXTIRPADORES DE IDOLATRAS ANDINAS

    Mariel Alejandra Lpez*

    Introduccin

    Las exhortaciones e instrucciones escritas en el Per del siglo XVII para luchar contralas idolatras del mundo andino coinciden en describir a los entierros de los Chuchos o Cutis yChacpas como idolatras a las cuales era preciso extirpar.

    Se trata de los caractersticos entierros de nios y adultos en ollas, frecuentementehallados en el mundo andino y, en particular, dentro de nuestra regin en estudio, Quebradade Humahuaca, dentro de los recintos domsticos de los sitios conocidos como pueblosviejos o antigales y pukaras.

    Las fuentes consultadas revelan la naturaleza y origen de esta costumbre que no sehabra generalizado a todos los nios y adultos y que constituira, desde el punto de vista de lacosmovisin europea, parte de un ritual funerario pero tambin ceremonial en tanto seconsideraba a estos individuos como seres sagrados.

    En este trabajo se presentan datos etnohistricos y procedentes de fuentes relativos alo que en arqueologa denominamos contexto de uso de este tipo de prcticas rituales y/oceremoniales, su vinculacin con el problema de la extirpacin de idolatras y observaciones ydatos actuales referidos a registros arqueolgicos de coleccin y de excavacionescontemporneas, a fin de poner en relieve la necesidad de llevar a cabo una arqueologaorientada a explicar las prcticas ms all de los indicadores observables en el registroarqueolgico1. Para ello ser de utilidad poner en perspectiva histrica la problemticaabordada.

    Con la cada del Tawantinsuyu y la autoridad de los Inkas bajo el dominio espaol, lasexpresiones colectivas vinculadas con el ritual y las creencias andinas habran quedado msque suprimidas, tal como expresan algunos autores2, suspendidas pblicamente u ocultas yclandestinas3. Esto sera as ya que si bien lo deseable hubiera sido su total eliminacin,como consecuencia de las sugerencias que el Rey de Espaa comienza a recibir haciamediados del siglo XVI, es claro que la eliminacin de las idolatras no habra sido posiblehasta aquel entonces. Es por esta razn que el Rey orden la creacin de un equipo especialcuya funcin fue la de erradicar las idolatras.

    As, si bien los Concilios limeos de 1551-52, 1567-68 (ambos convocados por elobispo Jernimo de Loaiza, fraile dominico) y el de 1582-83 (convocado por el obispo1 Dietler, M. e I. Herbich, Habitus, Techniques, Style: An Integrated Approach to the Social Understanding ofMaterial Culture and Boundaries, en M. Stark (ed.), The archaeology of social boundaries, SmithsonianInstitution Press, Smithsonian Series in Archaeological Inquiry, Washington D.C. 1998, pp. 232-263. Ver unejemplo de este tipo de arqueologa en Lpez, Mariel A., De los estilos tecnolgicos a las identidades de losalfareros. Propuesta terica y metodolgica para la identificacin de distintos productores de piezas cermicasconsumidas en un mismo sitio arqueolgico, en Pacarina, EdiUnju, San Salvador de Jujuy, en prensa en N 6.2 Ver por ejemplo, Bunster, Cora, Las autoridades indgenas y los smbolos de prestigio, en Andes, CEPIHA,UNSa, Salta, Argentina, 2001, N 12, pp. 83-122.3 Ver por ejemplo, Duviols, Pierre, La destruccin de las religiones andinas (conquista y colonia), UniversidadAutnoma de Mxico, Mxico, 1977, pp. 168-169; o Gruzinski, Serge, La guerra de las imgenes, De CristbalColn a Blade Runner (1492-2019, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1995, p. 65.

  • Toribio de Pea Mogrovejo, clrigo menor) reglamentaron los castigos y organizaron el modoen que deban de conducirse los extirpadores de idolatras, es recin en el siglo XVII cuandocomienzan las llamadas campaas o visitas de idolatras en Amrica.

    Segn Duviols, las verdaderas campaas de extirpacin habran comenzado a partir de1610 con Francisco de vila, quien por entonces fue nombrado primer juez extirpador deidolatras, y como consecuencia de sus denuncias sobre las prcticas idoltricas observadashacia 1608 en Huarochir, cuando l era su cura doctrinero. El tardo inicio de estas campaasse habra debido, fundamentalmente, a que como en un principio no hubo un criterio precisopara identificar los verdaderos cristianos de aquellos que seguan siendo idlatras, el clero sehaba apresurado en suponer que el problema de la idolatra de los indios haba sido resueltouna vez realizada la instruccin y los bautismos.

    Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de vila, del pedido de ayuda a la Compaa deJess, a la creacin de un cuerpo de Visitadores Generales de las Idolatras para llevar a cabouna primera misin oficial, el Snodo de 1613, otras visitas y campaas llevadas a cabo porlos primeros arzobispos de Lima, fue recin en la tercera campaa llevada a cabo por el sextoarzobispo de Lima, Don Pedro de Villagmez (1641-1671), cuando se concibi un plan deextirpacin sistemtica y ms ambicioso que el de sus antecesores en el cargo4.

    Villagmez redact en 1649 una Carta Pastoral en la cual insisti una y otra vez sobrela importancia de la realizacin de las visitas de extirpacin dando a entender que solo conuna presencia activa y reiterada podran ser suprimidas dichas idolatras. Es por ello que,segn Duviols, fue durante su actividad misionera que aparecieron textos tan indispensablespara la extirpacin como lo fueron los catecismos y sermonarios del tercer Concilio en 1585,aunque en esta oportunidad la diferencia con ellos fue que las obras fueron especialmentedestinadas a los extirpadores de idolatras. As, su Carta Pastoral es considerada como elnico texto que, despus del clebre libro de Pablo Jos de Arriaga, trat en conjunto lascuestiones de la extirpacin. Segn Duviols, este documento vale ms por sus cualidades desntesis que por su originalidad5 y, lo que es ms importante para este estudio, por haberconcluido su obra justificando la generalizacin de la extirpacin a todo el mundo andino y nosolo a los alrededores de Lima.

    Para poder lograr una mejor comprensin de los diversos mecanismos que pudieronhaberse desencadenado frente a la presencia del espaol en el mundo andino en general y, enparticular en su porcin ms meridional, interesa entonces comparar esta fuente limea con elanlisis de la fragmentaria, pero no por ello poco importante, documentacin eclesistica denuestra regin en estudio, la Quebrada de Humahuaca. Asimismo, ser de suma utilidadcomparar ambas fuentes documentales con la cultura material correspondiente a los registrosarqueolgicos funerarios y rituales que han quedado en sitios indgenas de la Quebrada deHumahuaca, donde podemos suponer, en algunos casos, que los indgenas continuaronhabitndolos luego del contacto con el espaol. Es de este modo que habran persistido en suscreencias, conservando y ocultando algunos de sus dolos u objetos que participaban en susrituales.

    Al respecto, tanto en la documentacin eclesistica publicada o indita a nuestroalcance y en relacin con nuestra regin de estudio, como en textos publicados por algunosestudiosos del tema desde el punto de vista religioso, algunos datos puntuales nos aseguranque, al menos desde el Tercer Concilio limeo, habra existido una clara preocupacin por laextirpacin de las idolatras en el Tucumn colonial, ya que es a partir de ese concilio que4 Duviols, Pierre, La destruccin de las religiones andinas (conquista y colonia), Universidad Autnoma deMxico, Mxico, 1977, pp. 176-198.5 Ibid., pp. 199-201.

  • realmente comienza a organizarse la iglesia en Amrica.

    Por ello es que este Tercer Concilio, considerado El Trento Hispanoamericanodebido a su sentido pastoral en los pases de misin6, tuvo una importancia decisiva en nuestraregin en estudio. Un ejemplo de ello es la participacin activa en el mismo, aunque algocuestionada, que tuvo el primer Obispo del Obispado del Tucumn, Francisco de Victoria(Dominico y obispo entre 1582 y 1587), bajo cuya responsabilidad se encontraba la Quebradade Humahuaca7. Respecto de su participacin es interesante sealar que algunos documentosdel Archivo General de Indias contienen interesantes datos respecto de las dificultades queeste obispo tuvo para participar en dicho concilio y sobre sus reclamos respecto de lasinjusticias en Indias8.

    No obstante, las conclusiones del Tercer Concilio limeo entraron en vigor realmenterecin y por Cdula Real en 15919 y, entre las ms relevantes a nuestro problema de estudio,se encuentra la idea de la necesaria visita que los obispos deban realizar en su dicesis paramisionar en doctrinas o reducciones, de modo que los indgenas abandonaran suscostumbres brbaras y salvajes, viviendo con orden y costumbres polticas. Elloimplicaba, por ejemplo, que en sus casa tengan mesas para comer y camas para dormir, quelas mismas casas o moradas suyas no parezcan corrales de ovejas sino moradas de hombresen el concierto, limpieza y aderezo y las dems cosas....

    En este sentido, este concilio edit un Catecismo escrito por el Padre Jos de Acosta ytraducido en lenguas quechua y aymara y dos cartillas en castellano, quechua y aymara (Laexhortacin breve para los indios que estn muy al cabo, para que el sacerdote o algn otrolos ayude a bien morir y la Pltica breve en que se contiene la suma de lo que ha de saberel que se hace cristiano). Tambin aprob el Sumario de los privilegios concedidos a losindios y una Introduccin de las ceremonias y ritos que deben usarse con los indios10.

    Dando continuidad al marco de reformas que pretendi imponer este concilio seefectu el 1 Concilio Provincial en La Plata (1627-1629), donde particip el Obispo delTucumn, Fraile Toms de Torres (dominico y obispo entre 1626 y 1630). Si bien lassesiones, constituciones e impresiones originales de este Concilio provincial se encuentran enel Archivo Eclesistico de Sucre (Bolivia), estudiosos del tema como Dussel sealan que deeste concilio surge claramente que seran los curas y doctrineros de indios quienes deberanocuparse de la tarea de evangelizacin a travs de su propio ejemplo (evitando hacer trueques,comercio, etc.) pero, tambin, hablndoles en su propia lengua. De hecho, aunque la copia delcatecismo de 1583 que se conserva actualmente en el Museo Mitre de Buenos Aires,Argentina, se encuentra traducido al quechua y aymara, este Concilio provincial tambinautoriz a traducir el catecismo a otras lenguas si ello era necesario11.6 Dussel, E, El episcopado latinoamericano y la liberacin de los pobres 1504-1620, Centro de ReflexinTeolgica, Mxico, 1979, pp. 199, 212, 216.7 Obispo Mario Poli, comunicacin personal, 2005. Ver tambin Alen Lascano, L. C., Historia de la Compaade Jess en Santiago del Estero, capital del Tucumn. Siglos XVI-XVIII, en Archivum, Buenos Aires, 1970, T.IX, pp. 5-53 y Dussel, E, ob.cit., pp. 201, 215.8 Dussel, E, ob.cit., p. 216.9 Ibid., pp. 203, 222.10 Ibid., p. 222. Ver, Doctrina Cristiana y catecismo para instruccin de los Indios y delas demas personas quehan ensear en nuestra sante Fe. Con un confesionario y otras cosas necesarias para los que doctrinan, que secontienen, en la pagina siguiente. Compvesto por autoridad del Concilio Provincial, que se celebro en la Ciudaddelos Reyes, el ao 1583, y por la misma traducido en las dos lenguas generales de esta Region, Quichua yAymara. Impresso con licencia de la Real Audiencia, en la ciudad de los Reyes, por Antonio Ricardo primeroImpresor en eftos Reynnos del Piru. Ao de MDLXXXIIII. Efta taffado vn Real por cada pliego, en papel,(Concuerda con el original segn firma de Jofeph de Acosta), Lima, Per, 1583.11 Dussel, E, El episcopado latinoamericano y la liberacin de los pobres 1504-1620, Centro de ReflexinTeolgica, Mxico, 1979, pp. 249-251

  • De este Concilio Provincial surge, ms especficamente, que las visitas al Tucumntendran por objeto examinar las doctrinas imponiendo la legislacin del Tercer Conciliolimeo en casos de crmenes, borracheras, idolatras, incestos, entre otras idolatras y, conespecial referencia al tema de nuestro inters, en estas visitas se corregira especialmente lacostumbre de deformar el crneo a los nios y el culto a los muertos en general12.

    Segn Dussel, hasta 1629 son entonces tres los obispos del Tucumn que visitaronefectivamente el territorio del Tucumn. El criticado Vitoria, quien lo hizo acompaado dealgunos jesuitas, Hernando de Trejo y Sanabria, Franciscano y obispo entre 1596 y 1614 yJulin de Cortzar, Clrigo menor y obispo entre 1618 y 162613.

    Entre los snodos diocesanos hispanoamericanos llevados a cabo entre fines del s. XVIy comienzos del s. XVII se destacan los llevados a cabo por el Obispo del Tucumn Trejo ySanabria publicados por Levillier14. El primero de ellos de 1597, el segundo de 1606 y eltercero de 1607, todos llevados a cabo en la ciudad de Santiago del Estero. El cuarto, de 1637,fecha prxima a la Carta Pastoral de Villagmez, analizada con particular detalle en estetrabajo, fue realizado en Crdoba bajo la convocatoria del Obispo Melchor de Saavedra.

    Entre las cosas ms importantes que de ellos surge resalta un prrafo, en el prlogo alPrimer Snodo, donde el Obispo Trejo y Sanabria seala como obligacin primera: antetodas cosas acavar de visitar por nuestra persona todos los pueblos de espaoles y tambinde los yndios15. Esta frase deja expresamente aclarado que las visitas en el Tucumn fueronno solo necesarias sino, tambin, obligatorias a fin de guardar lo mandado por los concilioslimeos, en particular el tercero. De hecho, el Padre Vergara indica que en el mismo ao enque la bibliografa y documentos coinciden en marcar como el ao en que se llev a cabo elPrimer Snodo, es decir en 1597, el obispo Trejo y Sanabria visit la provincia del Tucumny, segn este autor, es probable que l haya sido quien insisti en la necesidad de laconstruccin de una iglesia matriz en Jujuy16.

    Es en este contexto de situaciones, y a partir de algunos de los datos provistos por lamencionada Carta Pastoral del arzobispo Villagmez y algunos documentos vinculados a ella,que puede analizarse el supuesto rebrote de las idolatras por un lado, y las visitas comonica herramienta capaz de controlarlas por el otro.

    Para el caso de anlisis en nuestra regin de estudios, los nios y adultos enterrados enollas (muy habitualmente interpretados por los arquelogos como los contextos funerarioscaractersticos de la poblacin infantil o como casos funerarios excepcionales para el caso dealgunos adultos) sern reinterpretados aqu como referentes materiales de los casos deidolatras a los conocidos nios huaca los cuales, segn Ondegardo, fueron objetos de cultoo dolos debido a sus particulares caractersticas de nacimiento17.

    Este tipo de entierro o huacas mviles, factible de hallar en los registros12 Ibid., p. 252.13 Ibid., p. 168.14 Levillier, R, Papeles Eclesisticos del Tucumn, Juan Pueyo, Madrid, 1926, T. I, pp. 8-78.15 Dussel, E, El episcopado latinoamericano y la liberacin de los pobres 1504-1620, Centro de ReflexinTeolgica, Mxico, 1979, p. 276.16 Vergara, M. A., Jujuy eclesistico en el siglo XVII, en Boletn del Instituto de Investigaciones Histricas,FFyL, UBA, Imprenta de la Universidad, 1932, T. XV,Ao XI, N 53-54, pp. 352-431.17 Ondegardo, P. de, Los errores y supersticiones de los indios sacadas del tratado y aueriguacion que hizo elLicenciado Polo, en Informaciones acerca de la Religin y Gobierno de los Incas por el Lic. Polo deOndegardo (1571) seguidas de las Instrucciones de los Concilios de Lima, Coleccin de Libros y documentosreferentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera Sanmart y Cia., Lima, 1941, T. IIII, pp. 3-43.

  • arqueolgicos de la Quebrada de Humahuaca, habra sido entonces uno de los tantos tipos deobjetos buscado por los espaoles para su destruccin.

    La Carta Pastoral de Villagmez, arzobispo de Lima y su vinculacin con datosdocumentales y arqueolgicos de la Quebrada de Humahuaca

    Nacido en la provincia de Zamora en Espaa, Villagmez curs sus estudiossuperiores en la Universidad de Salamanca, Sevilla, y posteriormente se orden sacerdote.Fue nombrado Juez del Tribunal de la Inquisicin y visitador de monasterios, mereciendo enpremio a sus servicios una canonja en la Catedral de Sevilla y el ser instituido caballero de laOrden de Calatrava.

    Felipe IV lo present por Real Cedula de fecha 31 de marzo de 1631 para Obispo deArequipa en Per y le dio al mismo tiempo por comisin la visita18 de la real Audiencia deLima, tribunales y Universidad de San Marcos. Como nuevo prelado fue preconizado por elPapa Urbano VIII y consagrado en Lima por el Arzobispo de Ugarte el 25 de septiembre de1633, tomando posesin de su iglesia por intermedio del Den don Francisco Godoy, mientrasdaba cumplimiento en Lima a las visitas que le haba encomendado el soberano.

    Cuando fallece el Padre Ugarte (27/1/1638) pastor de la Iglesia de Lima, el Rey FelipeIV present para el arzobispado al Doctor Villagmez el 31 de marzo de 1640, siendopreconizado para este cargo por el Papa Urbano VIII recin el 17 de julio del mismo ao. Seestableci en Lima el 20 de mayo de 1641 donde gobern la iglesia por casi 30 aos, perodoen el cual realiz la visita general del Arzobispado a partir de marzo de 1646. Segn subigrafo, bajo su mandato dict prudentes y acertadas medidas para la catequizacin yextirpacin de idolatras de los naturales19.

    En su Carta Pastoral de exhortacin, e instruccin contra las idolatras de losindios, del arzobispado de Lima, Villagmez sistematiz para la regin una serie deprocedimientos y pasos a seguir por los extirpadores de idolatras o visitadores bajo la formade un edicto precedido de una serie de captulos en los cuales describi y trat de explicarmuchas de las ceremonias y objetos de culto que los indgenas tenan bajo la dominacin delimperio incaico.

    En dichos captulos el arzobispo enfatiz sobre la importancia de realizar las visitas amodo de controles, an cuando se sostuviera que en esa regin los indios son ya antiguos enla fe presumindose que, como ya haba pasado un buen tiempo desde la primeraevangelizacin, stos habran abandonado totalmente las idolatras. Asimismo, objet eseargumento citando al conocido Padre Arriaga quien, como jesuita y extirpador de idolatras,en su relacin sobre la extirpacin de la idolatra en el Per (1621) tambin remarc lanecesidad de continuar con las visitas.

    Entre las principales causas de la persistencia indgena en la idolatra y que claramenteadvierte Villagmez, el arzobispo seala algunas que resultan de importancia en un anlisisantropolgico e histrico pero tambin arqueolgico:

    el hecho de que persisten en la idolatra porque son hijos de idlatras.18 De acuerdo con el Concilio de Trento era necesario efectuar cada ao y, segn Villagmez, cuando menoscada dos aos, visitas ordinarias. Ver Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de lasidolatras de los Indios, en Coleccin de libros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta yLibrera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919 [1649], T. XII, p. 83.19 Ibid., V-XII.

  • la frecuente embriaguez que es vista como un vicio y las visiones imaginariasa consecuencia de ello.

    la gran cantidad de ministros de idolatras y sus habilidades. la constante visibilidad de muchas de las cosas o seres que idolatran. la falta de doctrina y/o el mal ejemplo que reciben de los espaoles.

    En el desarrollo que el arzobispo realiza de cada una de estas causas es fcil advertirque los hombres de Iglesia, al menos los del clero secular, solan sentirse algo impotentesfrente a las tradiciones y costumbres arraigadas en el mundo andino. En este sentido, loshombres de Iglesia fueron concientes de que no bastaba con la destruccin de los objetos.Algunas frases del arzobispo son evidencia de ello:

    Aado yo en esta parte, para confirmacin de lo dicho, que visitando elobispado de Arequipa, cuando era indigno Obispo de aquella santa Iglesia,hall ser necesario derribar muchas huacas antiguas, sepulcros de los Indiosgentiles, que haba en unas doctrinas del corregimiento de Arica, porque eranocasiones de algunas idolatras, y superticiones, y para que acudiesen debuena gana a derribarlas (pagndoles sus jornales por manos de los caciques,y en presencia de los curas) hallndome presente en uno de los pueblosprincipales al tiempo de hacerles saber mi mandato, advertimos casi todos losespaoles que estbamos presentes, que mucho de los Indios, especialmentelos viejos, se entristecieron dello.Todo, y cada parte de lo dicho descubre, y manifiesta lo que los Indios en looculto de sus corazones aman, y veneran las memorias de sus antepasados, ylo que desean conservarlas20.

    Siguiendo con las posibles causas de la persistencia de las idolatras, la embriaguezpor consumo de vino o chicha sera otra fuerte causal de la persistencia en las idolatras. Conrespecto a esta causa, en un trabajo anterior21 he sugerido que los objetos tpicos para losbrindis o libaciones con chicha, los vasos keros, fueron objetos que en la Quebrada deHumahuaca funcionaron y entraron a formar parte de los contextos funerarios de lospersonajes o actores sociales con cierta importancia (jefes tnicos, o curacas), an enmomentos donde pudo existir algn tipo de contacto con alguno de los actores socialesespaoles. Esto puede observarse, por ejemplo, en algunas tumbas como las del sitio LaHuerta (N 88, 89, 90, 93 y 94) donde junto a ellos tambin se hallaron cuentas de vidrio. Losbrindis ceremoniales del tipo de los descriptos por Guaman Poma de Ayala22 continuaronllevndose a cabo con toda seguridad, an frente a la presencia del espaol, y en particular enaquellos rituales de ndole ms privada como pudieron ser los rituales funerarios llevados acabo en los llamados pueblos viejos o antigales.

    El arzobispo en cuestin seala, adems, una importante cantidad y variedad deministros de idolatras que no solo propiciaban dichas borracheras sino que, tambin enrelacin con las ceremonias funerarias, propiciaban las ofrendas de comidas a los muertos:

    porque en cada parte tienen su ministro mayor, que cuida, no solamente dehacer su oficio, sino tambin de hacer llevar las ofrendas, echar los ayunos, ymandar hacer la chicha para las fiestas, y contarles sus fbulas, y ensearlessus idolatras, y reprender los descuidados en el culto, y veneracin de las

    20 Ibid., p. 52.21 Lpez, M. A., Persistencia o resistencia: los ritos libatorios en contextos fnebres de la Quebrada deHumahuaca, Repblica Argentina. El caso del sitio La Huerta, siglos 16 y 17, Buenos Aires, M. S.22 Poma de Ayala, G. F., Nueva crnica y buen gobierno, Biblioteca Ayacucho, Venezuela, 1980 [c. 1615], p.172, f. 246; p. 174, f. 250; p. 204, f. 287; p. 208, f. 293.

  • huacas.[...] cuando se ofrece alguna borrachera, de las muchas que hacen, y cuandoen ellas llegan estar tan entorpecidos sus cuerpos, como queda dicho que lospone su embriaguez [...], fcilmente le persuade el Demonio (...) uno le diceque si tiene su hijo, su hija enfermos; si le ha sucedido otro semejantetrabajo, es porque l se ha hecho christiano, y no adora, ni da de comer susdifuntos, porque no adora los Dioses de sus antepasados, no ha acudido sus supersticiones23.

    Otra causa, no menos importante que las anteriores y que ser objeto de discusin enun trabajo aparte, es la visin permanente en el paisaje, natural pero tambin social oconstruido por los indgenas, de muchas de aquellas cosas que idolatraban. Creo que esta era,sin lugar a dudas, la causa ms difcil de eliminar y tal vez ello sea lo que explique por qu loseclesisticos del clero secular, an a costa de que se confundiera el culto a las imgenesreligiosas europeas con el culto a los dolos, trataron de reemplazar a estos ltimos porimgenes cristianas, dando lugar de este modo a lo que algunos autores como Gruzinski(1995) denominaron la guerra de las imgenes. Entre las cosas que el arzobispo mencionacomo imposibles de erradicar se destacan:

    ... saber, el Sol, la Luna, las estrellas, especialmente las siete cabrillas, y ellucero de la maana, el rayo, y el trueno, la mar, los manantiales, los ros, laslagunas, la tierra, los cerros altos, y los montes, y algunas piedras, y peascosgrandes, las sierras nevadas, y los lugares de sus paccarinas, y ninguna deestas cosas se les puede quitar delante de los ojos. Y aunque tambin hay otrashuacas mviles, y instrumentos de su idolatra que se les puede quitar, ymuchas destasse les han quitado; les es muy fcil volver a tener otras algunastales en su lugar, como lo diremos ms por extenso adelante; y el Demonio seaprovecha de todo esto para que con la vista dello hagan de continuorecordacin de sus supersticiones, y de las de sus antepasados24.

    Cmo combatir las imgenes entonces? Segn el arzobispo no solo era precisoerradicarlas de sus ojos sino mucho ms del corazn. Por ello es que a pesar de la falta deconfianza en ello, lo cual se deja entrever en esta fuente, el arzobispo propone y hace hincapien los continuos sermones, y catecismo25, tctica por la que tambin se habran inclinadoinsistentemente los jesuitas en la regin de Humahuaca26.

    La ltima de las causas aqu enumeradas es, por fin, el mal ejemplo o maltratamiento que muchas veces daba al indgena o natural de la regin andina, el espaol quecumpla distintas funciones, incluyendo desde luego a los eclesisticos27.

    En este ltimo sentido es de destacar que la economa comercial inicial que se instalaen el Per de aquella poca, an con poca mano de obra libre y asalariada, gener una especiede ambicin desmedida que llev a los europeos a buscar oportunidades para enriquecerse no23 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin delibros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919[1649], T. XII, pp. 55-56.24 Ibid., p. 58.25 Ibid., p. 59.26 Lpez, M., Anlisis de la cultura material en documentacin jesuita edita e indita referida a la Misin deOmaguacas en la regin del Tucumn, en VI Congreso Argentino de Americanistas, Editorial Dunken, BuenosAires, 2008, T. 2, pp. 237261.27 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin delibros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919[1649], T. XII, pp. 77-79.

  • slo de la minera sino tambin de la agricultura, la ganadera, las manufacturas y el comerciomismo. Esa ambicin no excluy a los hombres de Iglesia28, por ello ni siquiera el mismoobispo del Cuzco pudo resistir a la tentacin de vender miles de cestos de coca en losmercados de Potos, cultivo que oficialmente era prohibido por la Iglesia29. En ese contexto elmismo Villagmez, quien enjuici este comportamiento, participaba del enriquecimiento desus curas mediante la Cuarta Fueral, que era la cuarta parte del ingreso de los doctrineros paraciertas ocasiones especiales, y que era recolectado por los visitadores episcopales. Del mismomodo, por documentacin conservada en el Archivo de la Prelatura de Humahuaca, es posibleobservar que los curas doctrineros del pueblo de reduccin o encomienda de Humahuaca,fundado hacia 1594, muy tempranamente a comienzos del siglo XVII ya explotaban lasganancias que las cofradas de indios obtenan de sus estancias y fincas, tanto mediante laobtencin directa de productos primarios (ganado en pi o cereales), como mediante elaumento de objetos de culto y ornamentos que la primitiva iglesia obtena a travs de ellas30.

    Pero, volviendo a Villagmez, el resto de los captulos preliminares al edicto recalcanla importancia de que los que estn encargados de perseguir y destruir las idolatras seanconcientes de ello y lo ejecuten. Tambin se da detalles de cmo deben hacerse las visitas, elvalor que deben tener los extirpadores de idolatras y por contraposicin a la ltima de lascausas aqu mencionadas, las virtudes que deban tener estos espaoles que eran hombres deIglesia: sinceridad, rectitud, fidelidad, prudencia y desinters, pero tambin experiencia,destreza, ciencia y sabidura respecto de la lengua y las cosas de indios31.

    A continuacin, y para el mejor conocimiento de los rituales o ceremoniales quedeban tener los visitadores o extirpadores de idolatras, el arzobispo aclara que, aunque en elSegundo Concilio de Lima (1567-1568) ya haban sido impresos dos largos tratados sobreestos temas, era importante resumirlos nuevamente. Para ello se vale de lo dicho por el PadreArriaga, cuya obra de 1621 cita y resume quitndole algunas cosas que no eran de su inters.

    En ese resumen Villagmez seala que no slo era necesario conocer estas creencias,sino adems, tambin era preciso saber cmo combatirlas:

    ... se ha de procurar quitrselas del corazn, ensendoles la verdad, ydesengandoles de la mentira; y ass es necesario ensearles muy depropsito las causas de las fuentes, y de los ros, y cmo se fraguan los rayosen las nubes, y se congelan las aguas, y otras cosas muy naturales, que hamenester saber quien las ensea32.

    28 Barriga Tello, M., Fe y realidad: adaptacin del religioso-conquistador, en Sequilao Revista de Historia,Arte y Sociedad, N 8, Ao 4, Lima, Per, 1995, 1 semestre, pp. 31-42. Lockhardt, J., El mundo hispanoperuano1532-1560, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1982.29 Stern, S., Los pueblos indgenas del Per y el desafo de la conquista espaola Huamanga hasta 1640.Alianza Editorial, Madrid, Espaa, 1986.30 Ejemplo de ello es lo que se narra en distintos documentos conservados en el Archivo documental de laPrelatura de Humahuaca en los cuales se establece que las cofradas colaboran ya sea con la compra de imgenespara la iglesia, ya sea con parte de los ornamentos o mobiliario (Por ejemplo, Constituciones de la Cofrada de laS Sma Virgen Nra Sra Copacavana del Pueblo de san Antonio de Omahuaca, 22 de Maio de 1634, Archivodocumental de la Prelatura de Humahuaca, Libro de las elecciones y cuentas de la Cofrada de la Virgen, f. 1-2).Los indios tambin colaboraban con ganado en pi o cereales para el cura doctrinero, especialmente aquellosque detentaban cierto prestigio y poder como el curaca de turno, aunque, muchas veces bajo la apariencia dedonacin testamentaria a los pobres del pueblo (Por ejemplo, Modificaciones y agregados al testamento deAndrs Choque, 1632, diciembre, 13. San Salvador de Jujuy, Archivo de Tribunales de Jujuy, Caja 6, Legajo112). Agradezco el acceso de este documento a la Pf. Clara E. Mancini.31 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin delibros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919[1649], T. XII, pp. 86-142.32 Ibid., p. 145.

  • Las huacas descriptas como huacas mviles son, segn este resumen, lasordinarias, generalmente hechas de piedra y sin figura alguna, aunque tambin las hay configuras de hombres y mujeres o animales. Se trata de las huacas de los ayllus ya que cada unode ellos posea una principal y otras menos principales. Poseen nombres y sacerdotesparticulares que son los nicos quienes les ofrecen los sacrificios y las pueden visitar enaquellos lugares en que descansan y donde ellos las invocan.

    Adems de estas huacas de piedra, la mayor veneracin y adoracin es la que losindios brindan a sus Malquis o Munaos (como le llaman en los llanos) que son los huesos ocuerpos enteros de sus progenitores gentiles y que, segn los indios, son hijos de las huacas.Estos ltimos se encuentran en los campos en lugares muy apartados, en los Machais, queson sus sepulturas antiguas, y algunas veces los tienen adornados con camisetas muycostosas; o de plumas de diversos colores, o de cumbi. Estos Malquis tienen tambin sussacerdotes o ministros particulares encargados de ofrecerles los mismos sacrificios yfiestas que a las Huacas.

    En este punto resulta interesante resaltar la diferenciacin de gnero que Villagmezestablece en relacin con los correlatos materiales que aparecen en lo que sera el contextofnebre a modo de ajuar y ofrenda, ya que esta dualidad ritual es posible de ver en muchos delos contextos funerarios de los sitios prehispnicos de la Quebrada de Humahuaca33.

    Dentro de lo que podramos considerar en trminos generales, y de acuerdo conmuchas de las crnicas, como ajuar o utensilios de oficio (en trminos de CornejoGuerrero34), los correlatos materiales segn el sexo del individuo muerto fueron: losinstrumentos que ellos usaban en vida, las mujeres usos, y mazorcas de algodn hilado, y loshombres las tacllas, o lampas, con que labraban el campo, o las armas con que peleaban.En cambio, en lo que respecta a la ofrenda, los relatos de la poca sealan la presencia devajilla para darles de comer y beber: que son mates, y vasos; unos de barro, otros demadera, y algunas veces de plata, y conchas de la mar35.

    33 A diferencia del concepto de acompaamiento mortuorio, sealado desde la arqueologa regional deHumahuaca por Palma (1993; 2003), mi anlisis sobre los contextos de uso funerarios a partir de los datosdocumentales y sobre los registros arqueolgicos mismos (Lpez, 2008) sostiene que es posible distinguirclaramente la dualidad ritual: ajuar/ofrenda en dichos contextos. Esta postura ya ha sido mencionada en Lpez,M. A., Tecnologa cermica en La Huerta, Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, Repblica Argentina,Tesis para optar al Doctorado de la Universidad de Buenos Aires, especialidad Arqueologa, defendida en laFacultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 2004, M.S; y difiere de lo publicado porPalma, J. R., Aproximacin al estudio de una sociedad compleja: un anlisis orientado en la funebria, enArqueologa, UBA, Buenos Aires, Argentina, 1993, V. 3, pp. 41-68 y Palma, J. R, La funebria de CampoMorado, Quebrada de Humahuaca (Depto. de Tilcara, Pcia. de Jujuy), en Relaciones, Buenos Aires, Argentina,2003, T. XXVIII, pp. 61-74.En este sentido, y desde mi perspectiva de anlisis, ajuar no necesariamente remite a lo que habra sidoelaborado intencionalmente para ser enterrado con el muerto. Dentro de esta categora y, tal como tambinaparece en varias fuentes, quedaran comprendidos aquellos instrumentos que utilizaron los individuos en vida(Villagmez, 1919 [1649]: 147). La complejidad del concepto de ajuar incluye entonces una variedad deobjetos de diverso origen y funcin. Un ejemplo de esto ltimo es el tratamiento que hace Cornejo Guerrero ensu anlisis sobre algunos contextos funerarios con sacrificios de nios en cuna de la costa peruana (2002-2005:232) donde como ajuar funerario de los individuos distingue varios tipos de elementos rituales: ofrendasmateriales (regalos materiales), ofrendas inmateriales (regalos inmateriales y de nula o muy baja visibilidadarqueolgica), adornos personales (utilizados en la preparacin del cuerpo), utensilios de oficio (herramientas yutensilios que el individuo utiliz en vida), objetos rituales (artefactos asociados al ritual) y objetos funcionales(manifestaciones fsicas del ritual funerario como por ejemplo literas o cunas). En este caso de anlisis, las ollasutilizadas como urnas funerarias podran ser interpretadas como objetos funcionales en el contexto de uso ritual.34 Cornejo Guerrero, M. A., Sacrificios humanos: El caso de nios sacrificados en cunas-literas en la costacentral del Per, en Xama, Mendoza, Argentina, 2002-2005, Vol. 15-18, pp. 229-239.35 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin de

  • Por otra parte, Villagmez habla de las conopas o canopas, objetos confeccionados endiversos materiales (piedra, madera) que pueden ser pequeos y distinguirse por sus colores opor sus figuras (como dado de echar suertes, piedras bezares, piedras pequeas de cristalal modo de puntas, en forma de figuras de carneros). La reverencia a estos objetos estabavinculada al bienestar general y la obtencin de mucha comida, siempre se heredaban depadres a hijos primognitos quienes deban cuidar de ellas y al igual que con los vestidos parala fiesta de las Huacas, las canopas nunca podan ser divididas entre los hermanos porqueeran cosas destinadas al culto y adoracin como a las Huacas. La diferencia entre estosobjetos y las Huacas consista, segn Villagmez, en que mientras que las Huacas eran objetode adoracin pblica, las de las canopas era secreta y particular de los de cada casa. En estesentido su culto era llevado a cabo por los de la casa junto con el hechicero que llamabanpara tal efecto. Con respecto a estos objetos es interesante destacar que en el sitioarqueolgico La Huerta uno de ellos ha sido hallado dentro de una Tumba (N 94)perteneciente a uno de los personajes de elite. La misma, localizada, al interior de un recintodomstico, se encuentra en el sector con edificacin de tipo incaica. El objeto en cuestinconsiste en una talla en madera de una especie de camlido36.

    Finalmente, Villagmez seala la adoracin a distintos tipos de objetos, algunos concaractersticas ms naturales que otros, o considerados como ms sagrados que otros. Porejemplo, describe el culto a un tipo de piedra larga que solan poner los indios parada al ladode sus Huacas y a otra que solan poner en los campos y/o acequias37. Tambin se refiere aespecies de muecas, las zaramamas, realizadas con caas de maz y vestidas como mujer consu anaca, hijita y sus topos de plata. Tambin tenan las Cocamamas para aumentar loscultivos de coca y tallas en piedra de choclos o mazorcas de maz que usaban al modo de lasconopas, lo mismo que ciertas caas de choclo o mazorcas de maz con caractersticas y/ocolores especiales y que eran guardadas por considerar que con ellas conseguiran buenascosechas. Algo similar a lo que ocurra cuando cultivaban papas que salan unidas y lasguardaban supersticiosamente para augurar ms cosechas38.

    El Edicto

    Entre los puntos sealados en el edicto de Villagmez, el primero de ellos comenzabapor resaltar la necesidad que exista de no solo leerles dicho documento sino tambin

    36 Raffino, R. A., Inka. Arqueologa, Historia y Urbanismo del Altiplano Andino, Ediciones Corregidor, BuenosAires, Argentina, 1993, p. 88, fig. 3.3. La funcin de estas miniaturas vinculadas a los conceptos de bienestar,abundancia y fertilidad o reproduccin ha sido recientemente analizada para nuestra regin de estudio en elmarco de un trabajo subsidiado por el Fondo Nacional de las Artes durante el ao 2008. Una sntesis de ello hasido escrita en Lpez, M. A., Miniaturas en contextos arqueolgicos andinos. Bienestar, fertilidad yabundancia, en Lpez, M. A, V. J. Acevedo, A. L. Espinoza y C. E. Mancini, Miniaturas en la TradicinAndina. De las piezas arqueolgicas a las Fiestas y Ferias contemporneas, Informe Final al FNA, Beca Grupal2008, M.S., cap. III, pp. 16-37. Disponible en la Biblioteca del Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires.37 En lneas generales puede decirse que los monolitos, mojones o Huancas fueron utilizados en distintos sitios ycontextos del mundo andino, especialmente en la queshua (2500 a 4000 msnm) y en la puna (ms de 4000msnm), como referente o doble mineral de un cadver sagrado, mallqui o ancestro fundador o hroe. En estesentido se estima que habran podido funcionar ya sea como seales o indicadores de la apropiacin opertenencia de un grupo humano o etna, aldea, e incluso, una provincia entera a un determinado espacio (nonecesariamente coincidente con el de una huaca), ya sea como elementos propiciadores de la fecundidad(agrcola/ganadera). Duviols, P., Un symbolisme de loccupation, de lamnagement et de lexploitation delespace. Le monolithe huanca et sa fonction dans les Andes prhispaniques, en Lhomme, Paris, Francia 1979,T. XIX, N 2, pp. 7-31, y en Perse, http://www.persee.fr.38 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin delibros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919[1649], T. XII, pp. 148-150.

  • explicarle a los Indios de qu se trataba el llamado Edicto de Idolatras:

    Despus de ser recibido, lo primero, que ha de hacer el visitador es requerirtoda la gente del pueblo por el padrn, y dar orden para que si entonces hanfaltado algunos vengan los dems das de la visita; y en el siguiente a surecibimiento habiendo juntado la gente por la maana en la forma, y a la horaconveniente se dir la misa principal, y en lugar del sermn se ha de leer eledicto de gracia de las idolatras, y se les ha de dar a entender todo a losIndios en su lengua con toda claridad, para que desta suerte no temiendo elcastigo presente, los culpados vengan a confesar sus culpas, y pedirmisericordia dellas39.

    Este paso resultaba de fundamental importancia ya que los Indios deban cobrarconciencia de la importancia de denunciar las idolatras propias y la de otros a fin de poder serreconciliados con la nueva fe. Por ello el mencionado edicto consista en un interrogatorioque, a modo de gua y de acuerdo a la usanza de los documentos de la poca, estaba formadopor una serie de preguntas que el visitador deba requerir a todo el pueblo.

    En este punto resulta de inters para este trabajo sealar que entre las diversaspreguntas que se hacan en estos interrogatorios, se encontraban aquellas referidas a lascostumbres y ceremonias funerarias en general, y a ceremonias gentilicias e idlatras connios nacidos bajo determinadas circunstancias:

    24. Si han hecho, o hacen ceremonias gentilceas en los entierros de susdifuntos.25. Si han llevado, o llevan los cuerpos de los Indios difuntos cristianos a lassepulturas, que llaman Machais donde estn sus Malquis, y para ello los handesenterrado de la Iglesia hurtando los dichos cuerpos de los Indios cristianos.26. Si han tenido, o tienen mucho tiempo de por bautizar a sus hijos siendo yagrandes, o si los que ya estn bautizados se han llamado, o llaman con elnombre de sus huacas, o con el del trueno, llamndose Curi40, o con el rayo,llamndose Libiac, o Santiago.(...)28. Si cuando alguna muger pare dos criaturas de un vientre, que llaman Curi,o Chucho, o alguna criatura de pies, que llaman Chacpa entonces la dichaparida ha ayunado, o ayuna ciertos das por ceremonia de su gentilidad sincomer sal, ni ag, y sin dormir con su marido, y encerrndose en su huasi41, oen otra parte secreta, donde nadie la vea29. Si despus a las dichas criaturas que nacieron de un vientre, o la que nacide pies las han sacado, o sacan en procesin con tamboril, y ciertasceremonias.30. Si cuando se muere alguna de las dichas criaturas, que nacieron de unvientre la han guardado, o guardan en alguna olla, o otra parte por ceremoniade su gentilidad.31. Si algunos han amoldado, o amoldan las cabezas de sus muchachos de laforma que los Indios llaman Caytuma, o Paltauma42.

    39 Ibid., p. 204.40 Segn notas de Horacio H. Urteaga al documento de Villagmez, los nios gemelos si moran en edad tiernaeran conservados en ollas y los reverenciaban como a seres sagrados. Los indgenas aseguraban que uno de ellosera hijo del rayo, de all que daban el nombre de Chuchos o Cutis a los cadveres de estos infantes. Del mismomodo conservaban a los nios que nacan de pies o Chacpas cuando fallecan en edad tierna, en Ibid., p. 212,nota al pie. Asimismo, este autor asegura que eran destinados a la hechicera aquellos quienes hubieran nacido enmedio de una tempestad o aquellos que hubieran nacido jorobados, ya que se los consideraba sealados por Dioscomo intrpretes de su voluntad. Arriaga y Cobo tambin hablan de ello, en Ibid., p. 211, nota al pie.41 Huasi significa casa.

  • Como puede apreciarse, las campaas o visitas de extirpacin de las idolatraspretendan barrer con todo aquello que formara parte de los rituales o ceremonias pblicaspero tambin privadas, como en un punto podan constituir los rituales funerarios ydomsticos en general. Como sostiene Gruzinski para el caso mexicano, en los Andes losespaoles tambin necesitaron sustituir los objetos de culto, ahora llamados dolos, desdeuna concepcin occidental pero, adems, especficamente espaola43, por las imgenescristianas. Para imponer a estas ltimas fue preciso llevar a cabo un proceso que deba serllevado a cabo en etapas y que comprenda primero la reificacin del dolo, luego sudemonizacin hasta llegar, finalmente, a la destruccin de los mismos. Un ejemplo de ellopuede verse en las explicaciones que da la Doctrina Cristiana y Catecismo de 158344, cuyacopia deba estar presente no solo en el obispado del Tucumn sino, adems, en todas y cadauna de las parroquias y doctrinas del mismo.

    Por todo ello es que tambin una parte de las campaas contra las idolatras estuvodedicada a la incineracin de aquellos objetos que el espaol consideraba dolos. La mismadeba realizarse en un lugar pblico y a la vista de todos. Con posterioridad a dichaincineracin se aseguraban, incluso, de que ningn residuo de esta quema quedara a la vistade los Indios de modo que nadie se los llevara. Para ello, dispersaban las cenizas y residuosen algn lugar donde nadie, ni siquiera los indios de confianza o confidentes pudieran verde qu lugar se trataba45.

    En el recordatorio constante sobre la necesidad de persuadir a los Indios,ganrselos con regalos y caricias y darles la doctrina y sermones donde se enfatizara laimportancia de no adorar dolos46, se refleja una y otra vez en este documento, lapersistencia de las costumbres y rituales o ceremoniales andinos, costumbres a la que es desuponer y tal como se seal anteriormente, salvando las distancias y las diferencias entre lassituaciones polticas y administrativas de cada regin en particular, no habran escapado lospueblos de la Quebrada de Humahuaca.

    Incluso, muchas veces, se seala que los mismos curas de pueblos toleraban lasidolatras con tal que los indgenas luego se arrepintieran y que, en algunas ocasiones, fueronlos mismos espaoles los que dieron mal ejemplo. Esto fue particularmente as cada vez quese propici las borracheras o las ceremonias o fiestas donde dejaban circular mucho alcohol, ycada vez que se trat mal a los indgenas47. De hecho, en nuestra regin de estudio, y en loque respecta al curato de Humahuaca, existen numerosos casos de abusos por parte del clero

    43 Para Gruzinski mientras los espaoles hablaban de dolos, los portugueses hablaron de fetiches, enGruzinski, Serge, La guerra de las imgenes, De Cristbal Coln a Blade Runner (1492-2019), Fondo deCultura Econmica, Mxico, 1995, pp.20-21.44 Tambin del 2 Concilio de Lima (1567-1568) se publicaron aproximadamente hacia 1585 dos relaciones quea modo de instrucciones para los curas de indios formaban parte de libros de catequistas. Segn H. Urteaga,las relaciones del Lic. Ondegardo eran tan exactas que los padres del Concilio limeo al redactar lasinstrucciones para los curas de indios habran intercalado las noticias que haba dejado este autor sobre laidolatra de los Incas, agregando sus informes a las disposiciones conciliares. Las relaciones mencionadas sonentonces de autora annima aunque se le adjudican al mismo Ondegardo, y se denominan: Instruccin contralas ceremonias y ritos que usan los indios conforme al tiempo de su infidelidad y Supersticiones de los Indios,sacadas del segundo Concilio provincial de Lima que se celebr el ao sesenta y siete, ambas publicadas enInformaciones acerca de la religin y Gobierno de los Incas por el Lic. Polo de Ondegardo (1571) seguidas delas instrucciones de los Concilios de Lima, Coleccin de Libros y documentos referentes a la Historia del Per,imprenta y librera Sanmarti y CIA, Lima, 1941, T. III, Ap. A, pp. 189-203 y Ap. B, pp. 205-208.45 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin delibros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919[1649], T. XII, p. 247.46 Ibid., pp. 233-238.47 Ibid., pp. 41-42 y pp.77-79.

  • desde pocas bien tempranas48 y hasta bien entrado el siglo XVIII49.

    Las procesiones hacia la pampa y las ceremonias con los Chuchos o Cutis y Chacpas.Abusiones y penitencias

    Uno de los 56 textos rituales contenidos en los procesos de idolatras de Cajatambo(1656-1663) los que, segn el lingista Itier50 (1992: 1027-1029), constituyen una de lasescasas fuentes paleogrficas de tradicin oral quechua primitivas, es la Oracin quepronuncia el aucay (confesor) del ayllu de llacuaz de Otuco, para que el enfermo quedelimpio de sus pecados.

    En este texto aparece la palabra chuchu inserta en un marco ritual donde se menciona alas estrellas gemelas (chuchu quyllur) como, segn interpreta Itier, aquella constelacin quemantendra los vnculos simblicos con la divinidad del Rayo, de quien las personas oanimales chuchu eran considerados como sus encarnaciones o hijos. En este sentido, debeconsiderarse que el nacimiento de gemelos o mellizos, era signo de que la colectividad estabaen peligro ya que estaba en pecado.

    En lo que concierne al objeto de idolatra planteado en este artculo, los nios nacidosde un mismo vientre y los nacidos de pi, es interesante destacar que su particular tratamientoritual comenzara desde el mismo momento del nacimiento de estas criaturas, persistira a lolargo de su corta o larga vida y continuara despus de su muerte:

    Los cuerpos Chuchos, y por otro nombre Curi, que es cuando nacen dos de unvientre, si mueren chiquitos, los meten en unas ollas, y los guardan dentro deuna casa como una cosa sagrada, y dicen, que el uno es hijo del rayo. Tienenen su nacimiento muchas supersticiones, todas enderezadas a hacerpenitencia, porque se les perdone el pecado, que entienden que fue el habernacido juntos.De la misma manera guardan los cuerpos Chacpas, si mueren pequeos queson los que nacen de pies, en lo cual tambin tienen grandes abusiones, y siviven, aaden al sobrenombre el de Chacpas, y a los hijos destos llaman alvarn Masco, y a la mujer Chacbi. Pero el mayor abuso que tienen en esto es,que ni a los Chuchus, ni a los Chacpas no los bautizan, si ellos lo puedenesconder de los curas51.

    En este sentido y, de acuerdo con la descripcin de estos sujetos-objetos de idolatra,las campaas de persecucin apuntaran no solo al culto de los nios o adultos muertos y48 En un documento localizado en el Archivo Obispal de Jujuy, AOJ, fechado en 1684 y que trata sobre el remitode 20 ejemplares de un despacho librado por el Virrey, se mencionan los abusos con que algunos curasaniquilan a los Yndios en Jujuy, y por ello se solicita que se haga publicar anualmente las instrucciones que seenvan para ser distribuidas en todos los partidos de la jurisdiccin de su mando. A tal punto es elreconocimiento de este tipo de abusos que tambin se exige que se cele su puntal cumplimiento castigando alos transgesores y que se de cuenta a esta superioridad todos los aos de que se est ejecutando y que seempiece aplicar de inmediato, Fondo de documentacin histrica del Obispado de Jujuy (1662-1950), Caja 6,Legajo 10, fs. 111-115.49 Ver, por ejemplo, Cruz, E. N., Oro, cera, trigo y sal. Cofradas de indios en Jujuy y sus curas doctrineros,siglo XVIII, en Anuario del CEIC, Jujuy, EDIUNJu, 2001, pp. 177-203.50 Itier, C., La tradicin oral quechua antigua en los procesos de idolatras de Cajatambo, en Bulletin delInstitut Franais dtudes Andines, Institut Franais dtudes Andines, Lima, Per, 1992, T. 21 N 3, pp.1009-1051.51 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin delibros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919[1649], T. XII, p. 150.

  • colocados en ollas, lo que podra identificarse ms fcilmente con un dolo, sino tambin atodas las ceremonias gentiles de las cuales participaban dichas criaturas durante su vida juntoa sus padres, el hechicero, el kuraka y la comunidad en general.

    En el edicto mencionado anteriormente, Villagmez hace constar en el interrogatorioque ambas categoras de criaturas eran sacadas en procesin con tamboril y participaban deciertas ceremonias pero nada aclara respecto de si estos rituales eran llevados a caboinmediatamente despus del nacimiento o si se repetan a lo largo de su vida. Lo mismorespecto de las particularidades del entierro en ollas que se haca a estos individuos.

    Es a travs de otras fuentes que se conocen algunos detalles ms de aquellasprocesiones que, de acuerdo con algunos autores, no seran de ndole privada ya que setrataran de rituales preparatorios para la purificacin de los mellizos, destinados a alejar elpeligro del grupo en el que aquellos haban nacido y de los cuales aparentemente tambinpodra haber participado el kuraka o jefe tnico del grupo.

    Siguiendo la fuente de Francisco de vila, Martnez sostiene que en dichos rituales sedesarrollaba la siguiente accin:

    Mientras tanto, los cinco masas que haban salido antes, atrapaban cualquieranimal salvaje, aunque fuera un venado pequeo y, en cuanto lo llevaban,hacan salir a los curi a la pampa; y ya eso es otro asunto. Permanecantocando el caracol, el llamado [...] paya52.

    A partir de estos datos lo que queda ms o menos claro es que esta procesin de losnios hacia la pampa implicaba un ritual pblico del cual participaran distintas categorasde personas y personajes sociales. Una de ellas, tal como se mencion anteriormente, sera eljefe tnico ya que, segn Martnez, entre sus objetos de uso ritual durante ceremonias decarcter colectivas y que adems entraaban algn peligro, tal como es el caso del nacimientode los Curi o la ida hacia a la guerra, las trompetas de caracol constituan no solo unemblema ms de la autoridad o parte de un conjunto emblemtico de objetos asociadoscon los jefes tnicos sino, adems, un instrumento o arma de guerra de uso generalmentemasculino.

    Una interpretacin ms o menos similar puede realizarse a partir de los dibujos deGuaman Poma de Ayala cuando representa estos instrumentos en situaciones tales como laprisin de Waskar y una procesin de ayuno y penitencia53. Segn Martnez, las trompetasconfeccionadas en distintas materias primas (caracol, cobre o plata) convocaban al ritual yeran objetos polismicos, es decir, cargados de significaciones.

    Por otra parte, interesa destacar que la presencia de un jefe tnico en estascircunstancias estara cargada de significados en cuanto a su actuacin como mediador yaque, siendo que la ceremonia deba ser llevada en la pampa, este personaje cumplira con lafuncin de allanar y perdonar al culpado reestableciendo el orden54.

    Este emplazamiento del ritual o procesin en la pampa asimismo revelara unasituacin de liminalidad y hasta de asocialidad ya que tambin aparecen asociados52 Martnez, J. L., Autoridades en los Andes, los atributos del seor, Pontificia Universidad Catlica del Per,Lima, Per, 1995, p. 90.53 Ibid., p. 91, nota 11.54 Ibid., p. 135. Segn Bertonio Pampa en aymara es: El campo, o todo lo que efta fuera del pueblo, ahora feacuefta, ahora llano. Todo lo baxo refpecto dela mefa, o poyo, la tierra llana. Bertonio, L., Vocabulario de lalengua aymara, Ed. Ceres, Cochabamba, Bolivia, 1984 [1612], p. 246.

  • elementos que, segn Martnez, podran vincularse con el dominio de lo salvaje y de lanaturaleza. Por ello, segn este autor, cobra sentido el uso de las masas que llevaban lospadres de los recin nacidos y que seran de utilidad para atrapar cualquier animal salvaje,tambin el uso del instrumento en caracol y la procesin de los mellizos a la pampa.

    Como hijos del trueno, los mellizos55 eran, asimismo, considerados illapas56 y tenanun carcter sagrado pero peligroso, interpretado como la consecuencia de una accinpecaminosa llevada a cabo antes de su nacimiento. En este sentido Martnez tambinencuentra algunos contenidos en comn entre el ritual de los Curis y el mito de Pachacuti57.

    Es por todo lo anteriormente expuesto que, para Villagmez, este tipo de criaturasformaban parte de los diversos abusos o abusiones de los indios y, como consecuencia deello, sus propios padres tambin tenan que cumplir con una serie de supersticiones antes delas procesiones a la pampa:

    Cuando nacen dos en un parto, que llaman Chuchus, o Curi, y en el CuzcoTaquihuahua, lo tienen por cosa sacrlega, y abominable. Y aunque dicen queel uno es el hijo del rayo, hacen grande penitencia como si hubiesen hecho ungran pecado; lo ordinario es ayunar muchos das ass el padre como la madre,no comiendo sal, ni ag, ni juntndose en ese tiempo, que en algunas partessuelen ser por seis meses. En otras partes ass el padre como la madre seechan de un lado cada uno de por s, y estn cinco das sin menearse de aquellado, el un pi encogido, y debajo de la corva ponen un pallar, o haba hastaque con el sudor comienza a brotar, y otros cinco das se vuelven del otro ladode la misma manera, y este tiempo ayunan al modo dicho. Acabado estapenitencia los parientes cazan un venado, y desollndole hacen uno comopalio de pellejo, y debajo dl pasean a los penitentes con unas soguillas alcuello, las cuales traen despus por muchos das58.

    Con respecto al vnculo que une a los vivos con los muertos y el culto que les profesanlos Indios a ellos, para los hombres de Iglesia era claro que las ofrendas a las cualestambin mencionan como idolatras tienen que ver con la necesidad de los indgenas de darde comer literalmente a sus muertos y no tan solo de adorarlos59. Por ello, entre lasprohibiciones que seala esta fuente se encuentran no solo el no ofrendar cosa alguna asada ococida a los muertos en general y a este tipo de dolos en particular sino, adems, no practicarculto alguno hacia los muertos en general60 y hacia los infantes en particular. Tambin se lesexiga que el da en que concurrieran a la plaza para mostrar sus dolos mviles, llevaran alos muertos con los cuales se hacan ceremonias gentiles, lo que inclua a los nios enterradosen ollas, y a aquellos otros antepasados que haban desenterrado de alguna iglesia dondefueron depositados luego de muertos por estar bautizados61.

    En cuanto a la destruccin de los entierros de nios en ollas, es interesante sealar que

    55 En aymara la palabra Mellizo es Pacha huahua, Ibid., p. 312.56 Albornoz, C. de, Instruccin para descubrir todas las guacas del Pir y sus camayos y haziendas, en P.Duviols, Un indit de Cristbal de Albornoz, Journal de la Socit des Amricanistes, T. LVI-1, Muse deLHomme, Paris, 1967 [c.1580], p. 19.57 Martnez, J. L., Autoridades en los Andes, los atributos del seor, Pontificia Universidad Catlica del Per,Lima, Per, 1995, p. 167.58 Villagmez, D. Pedro de, Exortaciones e instruccin acerca de las idolatras de los Indios, en Coleccin delibros y documentos referentes a la Historia del Per, Imprenta y Librera San Mart y CIA, Lima, Per, 1919[1649], T. XII, pp. 168-169.59 Ibid., p. 56.60 Ibid., pp. 163-166 y pp. 170-171.61 Ibid., pp. 245-246.

  • aparece su clara mencin en un documento jesuita contenido en el volumen VII de laMonumenta Peruana correspondiente a los aos 1600 a 1602 poca en la cual, ya se alargala mirada a nuevas zonas62. Esto fue especialmente as a partir de la sexta CongregacinProvincial del Per reunida en el Colegio Mximo de San Pablo, en Lima, donde ante laimposibilidad de gobernar -nulla retione- regiones tan distantes del Per, se propuso crearnuevas viceprovincias autnomas dentro de las cuales, la del sur, abarcaba las zonascorrespondientes a la Audiencia de Charcas, donde se encontraba el Tucumn y la zona deOmaguaca. Esta ltima sera zona de Misin de indios infieles, segn consta en un mapajesuita contenido en el volumen I de dicha Monumenta63.

    La mencin de destruccin de ollas con entierros de nios aparece especficamentedentro del relato jesuita de una misin que se realiz desde el Colegio Mximo a la provinciade los Chancas de Andahuaylas, en el departamento de Apurimac, provincia de Andahuaylas,con el objeto de predicar contra los ritos y abusos que tena esta provincia. La mencin a estetipo de nios aparece de la siguiente manera:

    ... a quien ava nacido un hijo de pies y consult un hechicero, el qual dixo erala criatura hijo de Santiago, que ans llaman al rayo, y le ofrecieron lacriatura, sacrificando dos animales, haziendo sus ceremonias antiguas64.

    En base a lo dicho por Arriaga, entre las notas aclaratorias a este texto se seala que secometen abusos y sacrificios contra los nios nacidos de pies o chacpas. Adems, se indicaque estos nios son los que se suelen esconder para evitar que se los bautice y que, si muerenchiquitos, se los entierra dentro de ollas en sus casas y, ... de stos se an quemado endiversos pueblos muchos. Asimismo se aclara que, en realidad, suelen dar el nombre deSantiago no a los nios nacidos de pies o chacpas sino a uno de los chuchos (hijos gemelos)por ser hijo del rayo65. Con respecto a esta ltima cita, es interesante notar que los jesuitashablan de ofrecer la criatura, con lo cual queda abierta la cuestin de si estos nios eransacrificados al nacer o solo se ofrecan al Dios Rayo en caso de que murieran pequeos. Es deesperar que las investigaciones arqueolgicas con sus mtodos de anlisis puedan dar62 De Espaa, A. (JS) y E. Fernndez (JS), Monumenta Peruana, Roma, Italia, 1981, Vol.VII (1600-1602), p. 1.63 De Egaa, A. (JS), Monumenta Peruana, Roma, Italia, 1954, Vol. I (1565-1575), p. 69, mapa 1. Es importanteobservar, arqueolgicamente hablando, que la identificacin en dicho mapa de una misin o puesto demisin en Humahuaca no implicara en principio la presencia de una residencia estable de jesuitas en la reginen estudio, al menos para aquellos primeros momentos (1565-1575). Por otra parte, en este mapa el smbolo deresidencia de Jesuitas aparece claramente indicado en Santa Cruz de la Sierra.De acuerdo con las primeras instrucciones que recibi el Provincial, Padre Portillo, el mejor puesto para suresidencia debera ser: donde ms se pueda comunicar a las otras partes; pero de tal manera que pueda ir aotra quando pareciere convenir; y los superiores de las otras partes muy remotas de donde l est, se procurarsean tales, que, no solamente en spritu, mas en prudentia puedan dar razn de su misterio y del officio de laCompaa a mayor gloria de Dios nuestro Seor. En este sentido los jesuitas deban: procurar hazer lsuresidencia donde tiene la suya el gobernador, o donde haya presidio seguro; y all procueren su iglesia yrecaudo para el ministerio de los sacaramentos y de la predicacin. Ibid., pp. 121 y 123, f. 42. Doc. N 21,Marzo de 1567. Expte. Reg. manu. P. 1. Fernndez in cod. Hisp. 68, ff. 41v-42v. Instruccin de las cosas quese encargan al padre Portillo y a los otros Padres que van a las Indias de espaa en maro 1567. Estasindicaciones tambin concuerdan con las que el mismo Rey Felipe II da a los provinciales de la Compaa deJess, segn las cuales deban buscar: sitios donde puedan hacer sus casas e iglesias. Ibid., p. 138. Doc. N 27Junio de 1567. Expte. Impr. In Arch. Prov. Tolet. Fasc. 3, n 14, f. 3v.Por lo anteriormente sealado no sera de extraar que el pueblo de Humahuaca, como primer pueblo dereduccin de encomienda pasara a ser en el siglo siguiente, siglo XVII, pueblo de indios donde los jesuitaspudieron asentarse aunque sin colegio. De hecho, el molino que actualmente se halla en el pueblo de Uqua, muyprximo a Humahuaca, es adjudicado por sus dueos y la tradicin oral a los jesuitas. Este tipo de resto omonumento arqueolgico es, por lo dems, altamente significativo respecto de la relativa estabilidad que debitener la misin jesuita en la regin en estudio.64 De Espaa, A. (JS) y E. Fernndez (JS), Monumenta Peruana, Roma, Italia, 1981, Vol. VII (1600-1602), p.72.65 Ibid., p. 72, nota al pie.

  • respuestas a este tipo de cuestiones en la medida que se disponga de registros biencontextualizados y completos, ya que, todas aquellas piezas cermicas de coleccin que hansido identificadas como urnas y que hoy forman parte de los principales museos del pas, noconservan, en su gran mayora, los esqueletos asociados por cuestiones metodolgicas de lapoca en que han sido recuperadas.

    No obstante, algunos avances han sido llevados a cabo a partir de estudiososteolgicos sobre restos y urnas provenientes de excavaciones contemporneas tal como sever en el siguiente apartado.

    El registro arqueolgico en la Quebrada de Humahuaca

    Qu suceda en el Tucumn y ms especficamente, en la regin de la Quebrada deHumahuaca? Hubo visitas y persecucin de idolatras? Fueron ellas tan severas como en elresto del Per?

    Tal como se mencion anteriormente, nuestra regin de estudio, la Quebrada deHumahuaca, form parte del Obispado del Tucumn desde sus comienzos y, segn Dusell, yadesde el ao 1582 particip del Tercer Concilio Lmense mediante la presencia del FraileFrancisco de Vitoria (dominico y obispo del Tucumn entre 1582 y 1587)66.

    Por la Recopilacin de Leyes de los Reynos de las Indias (1681), los textos del TercerConcilio Limeo deban ser respetados como ley (eclesistica y civil) por todas las provinciasde las Indias. Por ello, sus textos deban ser tenidos por cada doctrinero, parroquia o conventoy deban ser examinados en sus contenidos y puestos en prctica, principalmente a partir delos sermones y de las visitas67. En este sentido, el obispado del Tucumn no estuvo al margende sus instrucciones y debi llevar a cabo acciones concretas para implementarlas en lasregiones que formaron parte de su jurisdiccin. Un ejemplo de ello es la posesin que esteobispado tuvo de una copia de la Doctrina y Catecismo editada en 1583 en Lima y que poseelos catecismos en lenguas vernculas.

    Por datos aportados por Vergara68 se sabe que el Obispo Trejo y Sanabria habravisitado la provincia de Jujuy hacia 1597, es decir, apenas sometida la Quebrada deHumahuaca al control espaol. Sin embargo, tal como tambin seala este autor, no hay enJujuy documentos que recuerden esta visita del obispo. Al respecto es preciso aclarar que elhecho de que se obligara a realizar visitas y que se llevaran a cabo efectivamente, no debeconfundirse con la obligacin ni con la realizacin efectiva de campaas de extirpacin deidolatras en nuestra regin en estudio. Este punto, an algo oscuro en los documentos de lapoca para la Quebrada de Humahuaca, tal vez pueda aclararse a partir de aspectos de losregistros arqueolgicos que hasta el momento permanecieron invisibles, principalmentedebido a la ausencia de este problema de estudio en la regin y a la falta de manejo de datosdocumentales por parte de los arquelogos.

    En la Quebrada de Humahuaca y arqueolgicamente hablando, lo poco que se conocede este lapso en estudio proviene de los sitios indgenas caractersticos de los momentostardos e incaicos conocidos como antigales o pueblos viejos y pukaras. En varios de elloshan sido hallados entierros de nios y, ms escasamente, de algunos adultos o sub adultos en66 Dussel, E, El episcopado latinoamericano y la liberacin de los pobres 1504-1620, Centro de ReflexinTeolgica, Mxico, 1979, p. 201.67 Ibid., pp. 193-194.68Vergara, M. A., Jujuy eclesistico en el siglo XVII, en Boletn del Instituto de Investigaciones Histricas,Ao XI, N 53-54, FFyL, UBA, Imprenta de la Universidad, 1932, T. XV, p. 362.

  • ollas o cntaros (de acuerdo con el tamao del individuo) que fueron recicladas o reutilizadaspara tal fin.

    Estos entierros han sido usualmente interpretados por la literatura arqueolgica comouna prctica particular para el entierro de nios en condiciones rituales. Sin embargo, sta anno ha sido estudiada en profundidad en todo el noroeste a excepcin de los casos particularesinvestigados por Baldini y Baffi desde una perspectiva bioantropolgica en la provincia deSalta y publicados en trabajos recientes69 o el investigado por Williams y de Hoyos en laprovincia de Catamarca70 por citar algunos ejemplos.

    En este sentido, la mayora de los trabajos arqueolgicos que se han referido a estetema lo han hecho, la mayora de las veces, mediante una mencin al pasar y generalmentedesconociendo los casos de individuos enterrados de esta manera y que se identificaron comosujetos sub adultos o adultos o, solo lo han hecho enfatizando su aspecto ritual. Asimismo,unos cuantos han identificado sin dar mayores razones esta prctica de entierro en urnas comouna influencia proveniente de las tierras bajas u orientales. Entre los ms recientes ejemplosde este tipo de mencin se encuentra el ltimo trabajo de revisin de Rex Gonzlez71. Lapersistencia de esta creencia entre muchos arquelogos del NOA tal vez se explique debidoa los recientes avances que Baldini y Baffi han hecho sobre este tema en sus trabajoscentrados en sitios localizados en la sub rea conocida como Selvas Occidentalesadyacentes a los Valles Calchaques.

    Pero, volviendo a la Quebrada de Humahuaca, en un trabajo de sntesis que trata sobrela evolucin social en la Quebrada de Humahuaca, Nielsen72 se refiere a que los entierroshumanos entre el 700 al 1536 d.C. se habran realizado mayormente en reas domsticas(citando sitios como por ejemplo La Huerta, Campo Morado y Yacoraite), aunque en losregistros tambin existen cementerios definidos en sitios como el Pukara de Tilcara y en elVolcn.

    En ese trabajo Nielsen omiti la presencia de entierros de nios en ollas para laQuebrada de Humahuaca, aunque muchos de los sitios los poseen. Un ejemplo de ello es elcaso por l trabajado en estos ltimos aos, el sitio Los Amarillos. De hecho, recientemente seha dado a conocer el hallazgo de un nio enterrado en una urna, con un ajuar de dos hachitasmetlicas en miniatura y en un contexto o componente claramente incaico y ceremonial73.

    69 Ver por ejemplo, Baldini, L. y E. I. Baffi, Evidencias y percepciones. Acerca de los entierros tardos envasijas utilitarias del Valle Calchaqu, en Libro de resmenes del XIV Congreso Nacional de ArqueologaArgentina, Facultad de Humanidades y Arte, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, Argentina, 2001, p. 136.Baldini, L. y E. I. Baffi, Anlisis del continente y del contenido. Un examen de las tumbas de La Paya (ValleCalchaqu, Pcia. de Salta), en Libro de resmenes del XV Congreso Nacional de Arqueologa Argentina,Universidad Nacional de Ro Cuarto, Ro Cuarto, Argentina 2004, p. 214. Baldini, L., E. I. Baffi, L. Quiroga y V.Villamayor, Los desarrollos regionales en el Valle Calchaqu, en Relaciones T. XXIX, SAA, Buenos Aires,Argentina, 2005, pp. 59-80. Baldini, L., E. I. Baffi, M. T. Salaberry y M. F. Torres, Candelaria: unaaproximacin desde un conjunto de sitios localizados entre los cerros de las Pirguas y el Alto del Rodeo (Dto.Guachipas, Salta, Argentina), en La mitad verde del mundo andino. Investigaciones arqueolgicas en lavertiente oriental de los Andes y las tierras bajas de Bolivia y Argentina, editado por B. Ventura y G. Ortiz,EDUNJu, FHyCS, Jujuy, 2003, pp. 131-151.70 Williams, V. y M. de Hoyos, El entierro de Agua Verde. Variables bioarqueolgicas para el estudio de lacomplejizacin social en Intersecciones en Antropologa, N 2, UNCPBA, Argentina, 2001, pp. 19-34.71 Rex Gonzlez, A., La arqueologa del Noroeste Argentino y las culturas formativas de la cuenca delTtiticaca, en Relaciones, SAA, T. XXIX, Buenos Aires, Argentina, 2005, p. 29.72 Nielsen, A. E., Evolucin social en Quebrada de Humahuaca (A.D. 700-1536), en Historia ArgentinaPrehispnica, editado por E. E. Berberin y A. E. Nielsen, Editorial Brujas, Argentina, 2001, T. I, p. 207.73 Angiorama, C. J. Acerca de Incas y metales en Humahuaca. Produccin metalrgica en los Amarillos entiempos del Tawantinsuyu, en Relaciones, SAA, Buenos Aires, Argentina, 2005, T. XXIX, pp. 47-48.

  • En el trabajo anteriormente mencionado Nielsen menciona algo interesante y queconsiste en que los entierros en la Quebrada de Humahuaca son generalmente directos, tantopara el caso de los adultos como para los nios, aunque tambin considera frecuente el uso decmaras subterrneas de planta subcircular o cuadrangular, con muros de piedra y cierre enfalsa bveda. En este ltimo caso, se tratara de entierros colectivos, producto de eventos deinhumacin sucesivos en donde los individuos se presentan generalmente en posicingenuflexa, a veces envueltos en tejidos o asegurados con sogas y horquetas de atalaje. Menosfrecuentes, segn Nielsen, seran por una parte lo que denomina entierros secundarios queseran verdaderos osarios y, por la otra, el entierro de adultos en grandes vasijas. Tambinseala que, a veces, determinados sectores de algunos sitios ya deshabitados, habran sidoreutilizados como reas de inhumacin como en el caso de sitios Los Amarillos, Juella yTilcara y que, la manipulacin de los crneos trofeo (en trminos de Vignati74) habraalcanzado su mayor popularidad entre el 1200 y el 1430 d.C.

    En relacin con lo observado en los anlisis de contextos funerarios, Palma contabilizen el sitio La Huerta (sitio tipo Pueblo Viejo o Antigal) la presencia de 86 unidades funerariaso sepulcros a partir de los cuales interpret 172 inhumaciones. Estos nmeros implicanevidentemente que la mayor cantidad de entierros fueron de carcter colectivo. Tambindescribi que la mayora de ellos fueron practicados en cmaras funerarias, de planta circular,elptica o cuadrangular, revestidas en piedra, a veces pavimentadas y con cierre de grandeslajas o en falsa bveda. Por el contrario, los entierros en fosas simples, lo que para Palmaconstituyen inhumaciones directas, habran sido menos frecuentes.

    El predominio de estas inhumaciones colectivas en este sitio junto con la evidencia deque en el 40% de los recintos excavados se hall ms de una unidad funeraria llev a esteautor a suponer, adems, que estos sepulcros podran haber funcionado como criptasfamiliares, caracterizadas por una relativa homogeneidad en el tratamiento dispensado a losdifuntos de todos los niveles75.

    Otro caso de estudio es el anlisis que este mismo autor efectu 10 aos despus sobreel registro funerario del sitio Campo Morado (pukara) con similares objetivos que en el casoanterior. En este sitio Palma menciona que sobre un total de 49 tumbas o sepulcros, habraunas 86 inhumaciones y lo que es ms importante para este anlisis, a partir del uso deestadstica descriptiva aplicada sobre una muestra de coleccin obtenida a comienzos del sigloXX por Debenedetti, obviamente con criterios de excavacin dismiles a los actuales, esteautor ensay una interpretacin respecto de los entierros de nios en ollas observados endicho sitio76.

    Para este ltimo sitio arqueolgico Palma seala que hubo una gran proporcin denios inhumados en ollas (48,8% del total de la muestra)77, lo que no sera compatible con lapoblacin estimada para dicho sitio y que rondara los 250 habitantes (clculo para el cualremite a su Tesis indita 1987/88). En este sentido el autor destaca que para el sitio La Huerta,cuya poblacin fue calculada en ms de 700 habitantes78, hubo una menor proporcin de74 Vignati, M. A., Los crneos trofeo de las sepulturas indgenas de la Quebrada de Humahuaca (Provincia deJujuy), en Archivos del Museo Etnogrfico, UBA, Buenos Aires, Argentina, 1930, N 1.75 Palma, J. R., Aproximacin al estudio de una sociedad compleja: un anlisis orientado en la funebria, enArqueologa, UBA, Buenos Aires, Argentina, 1993, V. 3, pp. 41-68. Palma, J. R., Curacas y seores. Una visinde la sociedad poltica prehispnica en la Quebrada de Humahuaca, Instituto Interdisciplinario Tilcara,Facultad de Filosofa y Letras, UBA, Tilcara, Jujuy, 1998.76 Palma, J. R, La funebria de Campo Morado, Quebrada de Humahuaca (Depto. de Tilcara, Pcia. de Jujuy), enRelaciones, Buenos Aires, Argentina, 2003, T. XXVIII, pp. 61-74.77 Es de notar que este tipo de apreciaciones dependen fuertemente de los distintos criterios con que fueronrealizadas las excavaciones practicadas desde los comienzos del siglo pasado y las distintas caractersticas de lasmuestras disponibles.

  • nios inhumados de esta manera.

    Eludiendo la importancia de efectuar interpretaciones a partir de una estadsticadescriptiva, altamente susceptible al tamao de las muestras, Palma concluy que para CampoMorado la mayor presencia de entierros de nios podra relacionarse con la cercana delTrpico de Capricornio y el ushnu presente en dicho sitio79, confundiendo, adems, lasinhumaciones de nios en ollas con la prctica de sacrificios de nios o Capacocha y,vinculndolos con las celebraciones del solsticio de verano o fiesta de Capac-Raymi que sellevaran a cabo a un lado del ushnu80.

    Sin descartar la hiptesis de Palma acerca de que el contexto funerario oacompaamiento mortuorio en sitos de Quebrada de Humahuaca podra estar variandosegn la pertenencia a determinado grupo social, ni tampoco los datos que nos proporcionanfuentes como la aqu presentada y en la cual, adems, puede verse claramente que los ajuarestambin tienen que ver con el gnero; desde el anlisis que puede realizarse a partir de lascrnicas es ms que claro que en el mundo andino y con seguridad bajo la influencia incaica,en este tipo de sociedades, usualmente denominadas como complejas, existan variasposiciones sociales ms que el par de opuestos kuraka-gente del comn. Incluso, los jefestnicos tendran diversas jerarquas y sus insignias, aunque iguales, muchas veces sedistinguiran de acuerdo con la materia prima con la que estaban realizadas81. Este tipo dedatos tambin se desprenden de fuentes como la consultada cuando se comenta que solan

    79 Palma, J. R., A. Bueno, L. Capizzi, S. Fernndez Do Ro, P. Pupkin, R. Quinteros y M. A. Runcio, "Controlimperial inka en Campo Morado (Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy)", en Simposio Tawantisuyu 2001del XIV Congreso Nacional de Arqueologa Argentina, Rosario, Libro de resmenes, 2001, p. 319.80 Palma, J. R, La funebria de Campo Morado, Quebrada de Humahuaca (Depto. de Tilcara, Pcia. de Jujuy), enRelaciones, Buenos Aires, Argentina, 2003, T. XXVIII, p. 69.El ritual de la capacocha ha sido estudiado en estos ltimos aos en el NOA por algunos arquelogos de sitiosde alta montaa que, retomando los pioneros trabajos de Schobinger, se han dedicado a este tipo de sitios tantoen Argentina como en Chile. Entre ellos se destacan en la Argentina los trabajos llevados a cabo por el Dr.Reinhard y la Dra. M. C. Cerutti quienes, a partir de sus hallazgos, han podido constatar gran parte de lascaractersticas observadas por las crnicas con respecto a la capacocha.Los estudios interdisciplinarios ms recientemente llevados a cabo sobre los cuerpos de los nios muertos en uncontexto ceremonial de este tipo sealan que este tipo de ritual consisti en la ofrenda o el sacrificio deindividuos especialmente elegidos segn su belleza, estatus social y edad (la mayora de los cronistas los ubicanentre los 4 a 15 aos aproximadamente segn el tipo de vctima a sacrificar y el dios al que se sacrificaba cadauna de ellas), de all que fueran especialmente alimentados y vestidos. Los cuerpos hallados en las cimas de altospicos, siempre por encima de los 5000 m de altura se asocian, asimismo y recurrentemente, con hallazgosvinculados a elementos rituales especialmente producidos para el evento y muy posiblemente de elites talescomo textiles, metlicos y piezas cermicas de tipo incaicas (provenientes de centros ceremoniales como Cuzcoo Tiwanaku). Como dichas piezas son predominantemente en miniatura, se descarta la posibilidad de asociar estetipo de contextos con el hallazgo de nios dentro de urnas cermicas. Ver, por ejemplo, Bray; T. L., L. D. Minc,M. C. Ceruti, J. A. Chvez, R. Perea y J. Reinhard, A compositional analysis of pottery vessels associated withthe Inca ritual of capacocha, en Journal of Anthropological Archaeology, N 24, Elsevier Inc., Detroit, USA,2005, pp. 82-100. Ceruti, M. C., La capacocha del nevado Chani. Una aproximacin preliminar desde laarqueologa, en Chungara, Revista de Antropologa Chilena, N 33(2), Chile, 2001, pp. 279-282. Ceruti, M. C.,Llullaillaco: sacrificios y ofrendas en un santuario inca de alta montaa, edicin de la Universidad Catlica,Salta, Argentina, 2003. Ceruti, M. C., Human bodies as objects of dedication at Inca mountaintop shrines(northwest Argentina), en World Archaeology, N 36(1), USA, 2004, pp. 103-122. Ceruti, M. C., Actores, ritosy destinatarios de las ceremonias incaicas de capacocha: una visin desde la arqueologa y la etnohistoria, enXama, Vol. 15-18, Mendoza, Argentina, 2002-2005, pp. 287-299. Ceruti, M. C., A la sombra del VolcnLincancabur: Santuarios de altura en los cerros Toco, Juriques y Laguna Verde, en Xama, Vol 15-18, Mendoza,Argentina 2002-2005, pp. 301-313. Ceruti, M. C., C. H. Previgliano, J. Gonzlez Diez, F. Arias Aroz y J.Reinhard, Sntesis de estudios interdisciplinarios en las momias congeladas del Volcn Llullaillaco, en XVCongreso Nacional de Arqueologa Argentina, Libro de Resmenes, Universidad Nacional de Ro Cuarto,Crdoba, Argentina, 2004, p. 216. Reinhard, J. y M. C. Ceruti, Investigaciones arqueolgicas en el VolcnLlullaillaco, Ediciones Universidad Catlica de Salta, Salta, Argentina, 2000.81 Martnez, J. L., Autoridades en los Andes, los atributos del seor, Pontificia Universidad Catlica del Per,Lima, Per, 1995, p. 32.

  • hallarse, junto a los objetos de idolatra, elementos de valor identificados con materiasprimas como el oro y la plata.

    De acuerdo con hiptesis de trabajo como la anterior y con las metodologas deestudio utilizadas hasta ahora, slo se ha avanzado en las posibles interpretaciones deregistros actuales. Tal es el caso de las recientes interpretaciones hipotticas realizadas sobrenios en urnas hallados en el sitio La Huerta de la Quebrada de Humahuaca82.

    An as, la arqueologa an no ha explicado claramente, o utilizando ms lneas deevidencia que las procedentes de crnicas o documentos de la poca, por qu en la Quebradade Humahuaca algunos nios fueron sepultados directamente y otros dentro de ollas, muchomenos por qu fueron enterrados algunos adultos o sub-adultos, muy escasos, de este mismomodo. Es de suponer que ello se debe, tal como se anticip y en gran parte, no slo a quetodava no se ha constituido en un problema de estudio en s mismo sino, adems, a losmarcos tericos desde los cuales se ha abordado hasta el momento este tipo de registrosarqueolgicos.

    Para dar un ejemplo de cmo pesa la teora y la metodologa de trabajo en lainterpretacin de este tipo de hallazgos que se vinculan con el ceremonial o ritual, y conmuchos aspectos invisibles en el registro arqueolgico podra citarse el trabajo de Rowe enel cual se avanz sobre algunos aspectos de la poca del contacto con los espaoles. En untrabajo de caractersticas generales, pero centrado en ejemplos del Cuzco, Rowe caracteriz elentierro de nios en urnas como un tipo de entierro que, para los momentos incaicos y decontacto con el espaol, se realizara muy probablemente en las unidades domsticas aunquede manera ocasional83.

    A pesar de la gran trascendencia de su obra y de que menciona la accin depersecucin por parte de los espaoles a los indgenas, es interesante destacar que este autorno ha considerado a los entierros dentro de ollas como un elemento vinculado a la religino a los seres sobrenaturales, subttulos en los que incluy la vida ceremonial y los ritualescaractersticos de la poca como los referidos al Trueno, considerado por l como la segundadivinidad en importancia luego del Sol84. Tal vez por la misma razn es que tampoco hayaconsiderado a los entierros de nios en ollas bajo el subttulo de Huacas85 sino que, los hatratado simplemente bajo el ttulo de muerte y entierros.

    Ms all de este tipo de trabajos es interesante resaltar que, en lneas generales, laarqueologa de la Quebrada de Humahuaca tambin ha asumido y en muchos casos sigueasumiendo que, la prctica de entierros en ollas, ha sido producto de la influencia del oriente,es decir, de las tierras bajas o yungas. Un ejemplo de ello puede leerse en artculos como el deCocilovo y otros86, donde los entierros de nios y, excepcionalmente, el entierro de adultos enollas, se presenta como un rasgo relacionado, para las ocupaciones tardas en general (1000-1470 d.C.) e Inca (1470-1536 d.C.) de la Quebrada de Humahuaca, con los bosques82 Lpez, M. A., Enfants Huaca: Sepultures en ollas des enfants ns dans des circonstances spciales selon lesextirpateurs didolatries andines du XVII me sicle., en Bacvarov, Krum (ed.), Babies reborn: Infants/Childsburials in Pre and Proto-History ArchaeoPress, International Series 1832, British Archaeological Reports(BAR), Oxford, Inglaterra, Reino Unido, 2008, Vol. 24, pp. 205-213.83 Rowe, J. H., Inca culture at the time conquest of the Spanish; en Handbook of South American Indians, B.143, editado por J. H. Steward, Smithsonian Institute, Bureau of American Ethnology, Washington D. C., USA,1946, p. 287.84 Rowe, ob.cit., pp. 293-295.85 Rowe, ob.cit., pp. 295-297.86 Cocilovo, J. A., H. H. Varela y S. G. Valdano, Estructura de la poblacin antigua de la Quebrada deHumahuaca, en Historia Argentina Prehispnica, editado por E. E. Berberin y A. E. Nielsen, Editorial Brujas,Argentina, 2001, T. I, pp. 265-287.

  • subtropicales. Aunque por otro lado, la muestra estudiada por estos autores tambin seencuentra relacionada con restos culturales de distintos perodos anteriores, en trminostradicionales: Temprano y Medio. Entre los estudios ms recientemente llevados a cabocon materiales provenientes de excavaciones de enterratorios en la sub rea de SelvasOccidentales en el sudeste de la provincia de Salta adyacente a los valles Calchaques tambinpuede mencionarse el trabajo de Baldini y otros anteriormente citado.

    En todos los casos, considero que lo que deberamos rescatar del anlisis de loscontextos funerarios que vienen siendo publicados desde hace casi un siglo es lacaracterizacin que puede hacerse a partir del estudio de los rasgos epigenticos (por ejemplo,deformaciones craneales, en los dientes, entre las principales) de los cuerpos asociados a laspiezas cermicas que oficiaron de urnas funerarias. En trminos de arqueologa yetnicidad87 la presencia recurrente de este tipo de rasgos en contextos arqueolgicos denuestro inters es lo que mejor nos permitira acercarnos, como arquelogos, a lacaracterizacin de estos individuos especiales y determinar, adems, si fueron o nosacrificados mediante la observacin de golpes, agresiones u otro tipo de muertes provocadas.

    En este ltimo sentido es interesante sealar que, a partir de la bibliografa consultada,se sabe que los hallazgos esqueletarios para la Quebrada de Humahuaca se asocian msrecurrentemente con la deformacin tabular oblicua88 por sobre la deformacin circular otabular erecta.

    A modo de conclusin

    Segn Dussel89, hacia finales del 1620 se produjo un cambio de poltica en la Iglesiaamericana que favoreci la imposicin del castellano. Segn l esto condujo, a su vez, alendurecimiento de la frontera o muro que separ a los espaoles, criollos y mestizos delindio en el transcurso de los siglos XVII y XVIII y, en muchos casos hasta el presente mismo.

    Como nuevo arzobispo de Lima Villagmez participaba del enriquecimiento de suscuras mediante la Cuarta Fueral, la cuarta parte del ingreso de los doctrineros para ciertasocasiones especiales, recolectada por los visitadores episcopales. En este sentido, el arzobispono escap a los intereses econmicos de los espaoles de su poca.

    Villagmez fue quien tambin reanud hacia 1649 las campaas contra la idolatra.Por qu lo hizo? La documentacin al respecto no es del todo clara pero, al parecer, la raznpodra haber sido exterior al mundo de las doctrinas, quizs producto de la crisis queatravesaba el virreinato.

    En cuanto a nuestra regin de estudios, la Quebrada de Humahuaca, y tal como ya fuemencionado, no son muchas las fuentes en las cuales poder rastrear las prcticas idoltricas(en este caso vinculadas a los contextos funerarios), y tampoco hay trabajos antecedentes quevinculen documentacin con registros arqueolgicos en lo que respecta a este tema. Noobstante, algunos datos interesantes han ido saliendo a la luz.

    Sabemos, por ejemplo, que en nuestra regin en estudio y para la poca de la segundaoleada de campaas de extirpacin de idolatras, los jesuitas que estuvieron activamentepresentes en ella se negaron a participar de dichas campaas. En este sentido, y a travs de la87 Reycraft, Richard Martin (ed), Us and them. Archaeology and ethnicity in the Andes, Monograph 53, TheCotsen Institute of Archaeology, University of California, Los Angeles, 2005.88 Cocilovo y otros, ob.cit.89 Dussel, ob.cit., p. 142.

  • documentacin regional de los padres de la compaa pudo observarse que ellos prefirieronintentar que los indios declararan sus ritos ocultos por medio de sermones y confesiones, esdecir, prefirieron el mtodo de la persuasin. Sin embargo, tambin pudo observarse endocumentacin del clero secular que el maltrato hacia las comunidades originarias ha sidomoneda corriente en situaciones como las de las tantas veces mencionadas borracheras y, endocumentacin de ndole testamentaria, pudo verificarse que los abusos de las autoridadeseclesisticas se expresaron de diversos modos, incluyendo apropiaciones o ventajaseconmicas.

    Por todo ello es que considero que no sera extrao esperar hallar ms documentacinque mencione prcticas vinculadas a la extirpacin de idolatras aunque, indirectamentehablando y, de acuerdo con la historia regional, de maneras ms solapadas y msexpresamente ejercidas en el mbito de los pueblos de reduccin, en lugar de los antiguospueblos de indios y/o pukara, sitios en los que considero que an es posible hallar objetosvinculados a las idolatras fechados contextualmente entre los siglos XVI y XVII.

    A partir de los estudios de los historiadores del arte andino y ms precisamente en laprovincia de Jujuy y en relacin con nuestro objeto de anlisis tambin se ha podido constatarque, por ejemplo, la figura de Santiago fue y sigue siendo considerada como la quereemplazara al hijo del rayo. Segn Ricardo Gonzlez, refirindose a la