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179 Ciencia y feminismo ~-ase ,— Sandra Harding, Madrid, Ediciones Morata, 1996 En los últimos años, una de las fuentes de cues- tionamiento de la ciencia ha sido el trabajo de numerosas feministas. La cuestión del género deja- ba de ser así un campo de interés limitado a las mujeres, y los efectos de sus conclusiones empeza- ron a socavar los cimientos de los marcos que las sustentaban, ya fueran las teorías marxistas o las doctrinas positivistas. Desde este contexto es desde donde podemos valorar el libro de Harding, sus propuestas de futuro, su visión de la ciencia, la ubi- cación de su compromiso. Harding, radical unas veces, un tanto tibia en otras ocasiones, nos anima a seguirla en un «tira y afloja», en un camino jalo- nado por los limites a los que ella misma somete el hilo argumental que maneja. Tras la publicación de Kuhn sobre las revolucio- nes científicas, donde aún se podía encontrar una visión intemalista de la ciencia y de la comunidad científica, otras personas fueron más allá y. defen- diendo que la ciencia era una actividad social y, por tanto, mediada, empezaron a aplicar al estudio de la ciencia las mismas categorías, metodologías y con- ceptualizaciones que la ciencia proponía para otras actividades sociales. Este es precisamente uno de los puntos de partida de Harding: «La ciencia no es sólo un conjunto determinado de enunciados ni un método único, sino un conjunto global de prácticas significativas» (p. 81). En Ciencia y feminismo. Harding analiza, a lo largo de los diez capítulos del libro, las diferentes posiciones feministas criticas de la ciencia, los pro- gramas epistemológicos postulados y, como conse- cuencia de todo ello, los cambios en la considera- ción de la ciencia. Manteniendo parte de su herencia marxista, plantea una tríada para entender y desentrañar los efectos de la vida social «genera- lizada», con la que pretende ir más allá de, por ejemplo, los estudios sobre la equidad. Cuando hablamos de género, dice Harding, debemos tener en cuenta tres niveles diferentes en los que éste se manifiesta: el simbolismo (o totemismo) de género, la estructura de género y el género individual. Con el primer término hace referencia a las metáforas dualistas de género para dicotomías percibidas (naturaleza-cultura, sujeto-objeto, etcétera); esa «dicotomización constituye una ideología en el sentidofuerte del término: en contraste con las cre- encias falsas, sesgadas a favor de unos valores, que carecen de poder social, estas creencias estructuran las políticas y prácticas de las institu- ciones de la ciencia» (~. 1 19). La estructura de género refleja las relaciones sociales entre hombres y mujeres, en este caso, en el seno de la actividad científica. Por último, el género individual, social- mente construido, es una forma de identidad cuya correlación con la realidad es, con frecuencia, imperfecta. El análisis de estos tres procesos y la considera- ción de la ciencia como actividad social son las pre- misas necesarias para superar los discursos pluralis- tas sobre el género, y los dogmas del empirismo, desde el reduccionismo y la oposición entre verda- des analíticas y sintéticas (Quine), a la sacralización de la ciencia o la posición paradigmática de la físi- ca y las matemáticas. Como respuesta a la idea cien- tífica, filosófica y popular de la ciencia natural y a su hostilidad a las críticas feministas, Harding argu- ye que «el feminismo afirma también que el género es una categoría fundamental en cuyo ámbito se asignan significado y valor a todas las cosas, una forma de organizar las relaciones sociales huma- nas. Si considerásemos la ciencia como una activi- dad plenamente social, empezaríamos a compren- der las múltiples formas en las que, también ella, se estructura, de acuerdo con las expresiones de géne- ro. Todo lo que media entre nosotros y ese proyecto son las teorías del género inadecuadas, los dogmas del empirismo y una importante proporción de lucha política» (p. 57). Tres han sido las respuestas fundamentales a lo largo de la historia reciente a la relación problemá- tica entre ciencia y género: el empirismo feminista; las epistemologías del punto de vista y las tenden- cias feministas postmodernas. Si en libros anterio- res el interés de Harding se centraba en la conside- ración crítica del empirismo feminista, ahora va un poco más allá y reconsidera también la que ha sido su propia posición epistemológica y metodológica: el feminismo del punto de vista. Repasa los presupuestos del empirismo feminis- ta y de su confianza en la «ciencia». Desde esta posición se considera que el sexismo y androcen- trismo de la ciencia son corregibles «mediante la estricta adhesión a las normas metodológicas

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Ciencia y feminismo

~-ase ,—

SandraHarding,Madrid, EdicionesMorata, 1996

En los últimos años,una de las fuentesde cues-tionamientode la ciencia ha sido el trabajo denumerosasfeministas.La cuestióndel génerodeja-ba de serasí un campode interéslimitado a lasmujeres,y los efectosde sus conclusionesempeza-ron a socavarlos cimientosde los marcosque lassustentaban,ya fueran las teoríasmarxistaso lasdoctrinaspositivistas.Desdeestecontextoesdesdedonde podemosvalorar el libro de Harding, suspropuestasdefuturo, suvisión de laciencia,la ubi-cación de su compromiso. Harding, radical unasveces,un tanto tibia en otrasocasiones,nosanimaa seguirlaen un «tira y afloja», en un caminojalo-nadopor los limites a losqueellamismasometeelhilo argumentalquemaneja.

Traslapublicaciónde Kuhn sobrelas revolucio-nes científicas,dondeaún se podíaencontrarunavisión intemalistade la cienciay de la comunidadcientífica,otraspersonasfueronmás allá y. defen-diendoque la cienciaeraunaactividadsocial y, portanto,mediada,empezarona aplicaral estudiodelaciencialasmismascategorías,metodologíasy con-ceptualizacionesque lacienciaproponíaparaotrasactividadessociales.Este esprecisamenteuno delospuntosdepartidade Harding:«Lacienciano essólo un conjuntodeterminadode enunciadosni unmétodoúnico,sino un conjuntoglobal deprácticassignificativas»(p. 81).

En Ciencia y feminismo.Harding analiza,a lolargo de los diez capítulosdel libro, las diferentesposicionesfeministascriticasde la ciencia,los pro-gramasepistemológicospostuladosy, comoconse-cuenciade todoello, los cambiosen la considera-ción de la ciencia. Manteniendo parte de suherenciamarxista,planteaunatríadaparaentendery desentrañarlos efectosde la vida social«genera-lizada», con la que pretende ir más allá de, porejemplo, los estudios sobre la equidad. Cuando

hablamosde género,dice Harding,debemosteneren cuentatres nivelesdiferentesen los queéstesemanifiesta:elsimbolismo(o totemismo)degénero,la estructuradegéneroy el géneroindividual. Conel primer término hacereferenciaa las metáforasdualistas de género para dicotomías percibidas(naturaleza-cultura,sujeto-objeto, etcétera); esa«dicotomizaciónconstituye una ideología en elsentidofuertedel término: encontrastecon lascre-enciasfalsas, sesgadasa favor de unos valores,que carecen de poder social, estas creenciasestructuranlaspolíticasy prácticasde las institu-ciones de la ciencia» (~. 1 19). La estructuradegéneroreflejalas relacionessocialesentrehombresy mujeres,en estecaso,en el senode la actividadcientífica. Porúltimo, el géneroindividual, social-menteconstruido,es una formade identidadcuyacorrelación con la realidad es, con frecuencia,imperfecta.

El análisisde estostresprocesosy la considera-ción dela cienciacomoactividadsocialsonlaspre-misasnecesariasparasuperarlos discursospluralis-tas sobreel género,y los dogmasdel empirismo,desdeel reduccionismoy la oposiciónentreverda-desanalíticasy sintéticas(Quine), a lasacralizaciónde la cienciao la posiciónparadigmáticade la físi-cay lasmatemáticas.Comorespuestaa la ideacien-tífica, filosófica y popularde la ciencianatural y asuhostilidada las críticasfeministas,Hardingargu-yeque «elfeminismoafirma tambiénqueel géneroes una categoríafundamentalen cuyo ámbito seasignansignificadoy valor a todaslas cosas,unaforma de organizar las relacionessocialeshuma-nas. Si considerásemosla cienciacomounaactivi-dadplenamentesocial, empezaríamosa compren-der las múltiplesformasen lasque,tambiénella, seestructura,deacuerdoconlas expresionesdegéne-ro. Todo lo quemediaentrenosotrosy eseproyectosonlas teoríasdel géneroinadecuadas,losdogmasdel empirismo y una importante proporción deluchapolítica» (p. 57).

Treshan sido las respuestasfundamentalesa lolargodela historia recientea la relaciónproblemá-ticaentrecienciay género:el empirismofeminista;las epistemologíasdel puntode vistay las tenden-ciasfeministaspostmodernas.Si en libros anterio-resel interésde Hardingsecentrabaen la conside-racióncríticadel empirismofeminista,ahorava unpocomásallá y reconsideratambiénla quehasidosu propiaposiciónepistemológicay metodológica:el feminismodel puntode vista.

Repasalos presupuestosdel empirismofeminis-ta y de su confianzaen la «ciencia». Desde estaposición se consideraque el sexismoy androcen-trismo de la ciencia son corregibles«mediantelaestricta adhesión a las normas metodológicas

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vigentesdela investigacióncientífica».Sin embar-go, algo aparentementetan sencilloe inocentecon-lleva un paradójicocuestionamientodel empiris-mo. Así, las feministas empiristas subviertenelempirismofundamentalmenteen tresaspectos:enprimerlugar,la identidaddel sujetodeja deserirre-levanteen labúsquedadel conocimientocientífico;en segundolugar, la omnipotenciade las normasmetodológicasy sociológicaspierde vigor, y, entercerlugar, se recuperala relaciónentrecienciaypolítica al defenderqueuna políticaemancipadorapuedeaumentarla objetividad de la ciencia. Ladudaque se puedeplanteara la argumentacióndeHarding es si todasy cadauna de ellassonconse-cuenciasdirectasde laprácticaempiristafeministao interpretacionesmediadaspor la construccióndeunahistoria coherentede las relacionesentrefemi-nismoy ciencia.

Las epistemologíasfeministasdel puntode vista,por su parte, pretendenrecogerprecisamenteesasparadojas y fundamentaren ellas su posícion.Herederasde Hegel,Marx, Engels y Lukács,defien-den la superioridaddel conocimientode los subyu-gados sobreel conocimientodel «amo», siempreparcial y perverso.Pero,y aquíestála novedaddeCienciayfeminismocon respectoa las compilacio-nesanterioresdeHarding,tambiénlas epistemologí-as del punto de vista se encuentrancon paradojasimposibles. Representantede esasepistemologías,en estaocasiónHarding, tras leer, como ella mismacomenta,a Harawayy aotrasautorasescépticasanteenunciadosuniversales,semueveenunainestableeinteresantecuerdafloja. Las cuestionespostmoder-nassobrelos sujetosfragmentarios,la unidadde laciencia, la deconstrucciónde las «esencias»,sedejan sentir en esta nueva publicación, al menoscomo talesproblemas,y le hacenrevisaralgunosdelos presupuestosfundamentalesdesu posiciónante-rior, aunquesin alcanzarla radicalidaden el ejerci-cio reflexivo característicadel cyborg y de otrasvisualizacionespostmodernassimilares.

Pero,además,las conflictivas relacionesentreciencia y género se manifiestantambién en laestructurasocial de la ciencia y en su historia. Elanálisis de los cambiosen la división del trabajoyde la integraciónde las relacionessocialesde laciencia con las relaciones sociales en generalintroduce«una dosisde realismoen elfantásticoypeligrosocuadro del genioaisladoquesuelenpre-sentar lascorrientesdominantesenla historia y lafilosofía de la ciencia. Y trata de alertamosparaqueno entendamosel génerocomosimplecarac-terística de los individuosy de sus conductasnicomo una forma de organizar los significadossociales—comototemismodegénero—,y tengamostambiénencuentacómoconfigurany sonconfigu-

radas estasformasdel orden de géneropor lasdivisiones concretasdel trabajo en función delgénero, la clase social y la raza» (p. 72). En esemarco, repasalos diferentesenfoquescríticos einterpretacionesdel androcentrismoen biologíayen las ciencias sociales (Milíman y Kanter,Longinoy Doelí, Haraway)y las imágeneshistóri-casy contemporáneasde la cienciamodernaapar-tir de la consideraciónde las diferentes teoríassobre la construcción social de la sexualidadhumana(Rubin, Cucchiari,Chodorw,Dinnersteiny Flax). Suconclusión,similara la de Pee,es queinclusola posición«menosamenazadora»paralaciencia, la discriminación positiva, «requiere lareducciónradical del estereotipode género,de ladivisión del trabajo segúnel géneroy de lafragi-lidad defensiva de la identidad masculina —y,quizá, la completaeliminación del géneroy, enconsecuencia,de la estratificación de géneroenlas sociedadesqueproducenciencia»(p. 95).

Así, a pesarde su innegableherenciadel mar-xismo y su utilización de los significantesdel psi-coanálisis,despuésdecomentarlas epistemologíasfeministasdel punto de vistarepresentadaspor «launidadde la mano,el cerebroy el corazón»carac-terísticadel trabajoartesanode Rose,la actividadsometidade las mujeresde Hartsocky el «retornode lo reprimido de Flax, concluye el capítulo VIcon la afirmaciónde que «Elfeminismoliberal, elfeminismomarxistay, quizáincluso, lasramasmásdoctrinariasde losfeminismosradical y socialistade mitad de los años setenta carecen de unosesquemasconceptualeslo bastantericos yflexiblespa-a captar la adaptabilidadhistórica y culturalde la dominación masculina,ni suscapacidadescamaleónicaspara prosperar dentro de otrasjerarquíasculturales, comoel clasismoy el racis-mo» (p. 139). La preguntaquequedaen el aireessi debemosbuscar un nuevo marco conceptualcapazde hacerloo si debemosrenunciara él. Susrespuestasse muevenen ambasdirecciones,avan-zandolentamente,como si con su marchahaciadelantey haciaatrásno quisieradejarsea ningúnlectorincrédulopor el camino.

Comocolofón avanzatres ideasanalíticasposi-bles para construir esemarco de referenciay, denuevo,es una tríadade lo simbólico,lo estructuraly lo individual. En el primer nivel sitúalas catego-rías de oposición, que recogede Haraway,peroalas quedotade un contenidopsicoanalíticoen tantoque «retornode lo reprimido», revelación de looculto, en unaaproximación,un tanto superficial,máscercanaaFlax quea los fundamentospolíticosde Haraway. En el segundonivel, el estructural,colocala división del trabajo, en tanto que oposi-ción entrecompiladoresy ejecutores.La herencia

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marxistaaquíesevidenteal defenderla ideade quela basematerialgeneraunasrelacionessocialesquesustentanunosdeterminadosestiloscognitivos.Porúltimo, otra idea para la reconstrucciónde unmarcoanalíticoapropiadose sitúaen el nivel de loindividual; setratadelosprocesosevolutivos,delaaculturación infantil que produce la adhesiónaunas formas de identidad u otras.Estastres suge-rencias se defiendenen el contexto de las ideasbásicasde las epistemologíasdel punto de vista yde la afirmación de la relación existente,aunqueoscurecidapor la sacralización,y necesariaentrecienctay política: «En lasdisertacionesmoralesypolíticas encontraremoslos paradigmasdel dis-curso racional y no en los razonamientoscient(fi-cos queafirman haberprescindidodela moraly lapolítica» (p. 216).

No se le escapa,sin embargo,laconclusiónradi-cal a la que le conduceestepostuladoy que,en unnuevovaivén, le acercaa las ideaspostmodernasalasque no se adhiereexplícitamente.Y así,en lasúltimas páginasleemosalgo que se ha estadotra-mandoa lo largo de todo el libro y que nosdes-piertael interéspor los próximosdesarrollosde lacrítica feministaa la ciencia: «Estaafirmacióndela prioridad de la moraly la política sobrela teo-

ría y la actividad científicas y epistemológicashace menosimportantes,menosfundamentaleslaciencia y la epistemologíade lo que eran en lavisióndel mundode la Ilustración. Denuevoaquí,el feminismohacesupropia aportación importan-te alpostmodernismo;en estecaso,a nuestracom-prensiónde quela filosofía centradaen la episte-mología y, podemosañadir la racionalizacióncentradaen la ciencia no constituyensino un epi-sodio de tres siglosen la historia del pensamientooccidental»(p. 217).

Al contrarioqueenlanovelanegra,dondecono-cer el desenlacepuededesanimarla lectura com-pleta,enestecasoel final es lo másabiertoy suge-rente del libro y el procesopor el que Hardingalcanzaesta conclusión, paradójica incluso conalgunasde las ideasexpuestasen los capítulospre-vios,es uno de los mayoresalicientesparaojearlaspáginasdeestelibro. Sin duda,unaexcelentecom-pilación de las epistemologíasfeministasy de lascríticasal velo mixtificadorde laciencia;unacien-cia que,definitivamente,estáperdiendolasmayús-culas a manosde pensadorespostcoloniales,femi-nisíasy sociólogosde la ciencia.

ElenaCasadoAparicio

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