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Ciudad de México, a 6 de octubre de 2016 Sesión V “Cultura Democrática y Educación para la Paz”, en el marco del VII Foro de la Democracia Latinoamericana, realizado en el Palacio de Minería Coordinador de Asuntos Internacionales del INE, Manuel Carrillo Poblano: vamos a dar inicio al siguiente panel, nuestra siguiente sesión va a ser moderada por el Consejero Electoral del INE, el Consejero Ciro Murayama, por favor Consejero. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias, muy buenas tardes a todos los presentes, quiero dar la bienvenida a esta quinta sesión titulada: Cultura Democrática y Educación para la Paz, a nuestros panelistas, ustedes tienen la semblanza de ellos, así que, no voy a extenderme en la presentación, porque creo que es más valioso para todos nosotros, escuchar lo que ellos tienen que decir, así que bienvenida en primer lugar a Claudia Salcedo, quien es directora de la red internación de universidades para la paz. A mi derecha está Luis Mario Rodríguez, director del departamento de estudios políticos de FUSADES, la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social, nos acompaña también Gustavo Palomares, presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos y Carlos Valenzuela, experto electoral internacional. Quiero señalar que lamentablemente no nos podrá acompañar Alejandra Barrios, directora de la misión de Observación Electoral de Colombia, esta sesión, cultura democrática y educación para la paz, nos refiere creo yo, a un tema fundamental que tiene que ver con que es precisamente la paz, el ecosistema óptimo para que los derechos y las libertades, se ejerzan, se reproduzcan y se expandan y justo en sentido contrario esta la violencia como el veneno para la convivencia social y para el ejercicio de las libertades y los derechos básicos. En América Latica hemos avanzado en la construcción de Sistemas Democráticos pero no necesariamente vivimos en sociedades en paz, hay distintos elementos disruptivos que están dañando la paz y la vida cotidiana de la gente, como pueden ser desde conflictos sociales de larga data, todos hemos estado los últimos días siguiendo el desenlace del plebiscito en Colombia, que justamente tenía en su contenido acuerdos para la paz y observaciones por supuesto, acerca de que si eran los mejores acuerdos y sobre eso se pronunció el pueblo colombiano, este domingo 2 de Octubre. Pero no sólo son estos temas de conflictividad política y social los que corroen este ecosistema para la reproducción de los derechos y las libertades en países como en México, como en Salvador, lo comentábamos hace unos días precisamente en San Salvador, la presencia de la violencia que ejercen bandas

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Ciudad de México, a 6 de octubre de 2016 Sesión V “Cultura Democrática y Educación para la Paz”, en el marco del VII Foro de la Democracia Latinoamericana, realizado en el Palacio de Minería

Coordinador de Asuntos Internacionales del INE, Manuel Carrillo Poblano: … vamos a dar inicio al siguiente panel, nuestra siguiente sesión va a ser moderada por el Consejero Electoral del INE, el Consejero Ciro Murayama, por favor Consejero. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias, muy buenas tardes a todos los presentes, quiero dar la bienvenida a esta quinta sesión titulada: Cultura Democrática y Educación para la Paz, a nuestros panelistas, ustedes tienen la semblanza de ellos, así que, no voy a extenderme en la presentación, porque creo que es más valioso para todos nosotros, escuchar lo que ellos tienen que decir, así que bienvenida en primer lugar a Claudia Salcedo, quien es directora de la red internación de universidades para la paz. A mi derecha está Luis Mario Rodríguez, director del departamento de estudios políticos de FUSADES, la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social, nos acompaña también Gustavo Palomares, presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos y Carlos Valenzuela, experto electoral internacional. Quiero señalar que lamentablemente no nos podrá acompañar Alejandra Barrios, directora de la misión de Observación Electoral de Colombia, esta sesión, cultura democrática y educación para la paz, nos refiere creo yo, a un tema fundamental que tiene que ver con que es precisamente la paz, el ecosistema óptimo para que los derechos y las libertades, se ejerzan, se reproduzcan y se expandan y justo en sentido contrario esta la violencia como el veneno para la convivencia social y para el ejercicio de las libertades y los derechos básicos. En América Latica hemos avanzado en la construcción de Sistemas Democráticos pero no necesariamente vivimos en sociedades en paz, hay distintos elementos disruptivos que están dañando la paz y la vida cotidiana de la gente, como pueden ser desde conflictos sociales de larga data, todos hemos estado los últimos días siguiendo el desenlace del plebiscito en Colombia, que justamente tenía en su contenido acuerdos para la paz y observaciones por supuesto, acerca de que si eran los mejores acuerdos y sobre eso se pronunció el pueblo colombiano, este domingo 2 de Octubre. Pero no sólo son estos temas de conflictividad política y social los que corroen este ecosistema para la reproducción de los derechos y las libertades en países como en México, como en Salvador, lo comentábamos hace unos días precisamente en San Salvador, la presencia de la violencia que ejercen bandas

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delincuenciales, el crimen organizado, está afectado la coexistencia pacífica y la calidad de vida de los ciudadanos de manera muy lastimosa. Así que desde las instituciones democráticas es necesario tener una respuesta a estas violencias, yo le llamaría en plural, no hay una sola violencia, no hay un sólo tipo de violencia, están surgiendo y expresándose distintos tipos de violencia que cuestionan a la paz, y que por supuesto, lesionan los derechos de los ciudadanos y lesionan a las democracias. Entonces, desde esta reflexión muy preliminar, yo quiero justamente provocar, en el sentido positivo, digamos, la reflexión de nuestros expertos, de nuestros especialistas, acerca de cómo construimos una cultura democrática que se vuelva alérgica a la violencia, en la cual, las distintas violencias no tengan cabida y los distintos problemas sociales que aquejan a la región, la pobreza, la desigualdad, la corrupción. Pueden ser enfrentados en código democrático, es decir, en código pacífico y cómo en las sociedades contemporáneas se puede edificar una cultura democrática, una cultura para la paz, frente al desafío ominoso de las violencias. Claudia Salcedo, vamos a dar una ronda como está programado de 10 minutos y luego, aprovechando la ausencia de una de nuestras panelistas, yo aprovechare para tener más tiempo en la ronda de respuestas para que puedan atender con mayor holgura las preguntas y los puntos de vista que nos haga llegar el público que nos acompaña. Adelante, Claudia, bienvenida nuevamente. Directora de la Red Internacional de Universidades para la Paz, Claudia Salcedo: Muchas gracias. Quiero agradecer la invitación a participar en este foro, saludar a mis compañeros de panel, saludarlos a ustedes. Manifestarles que estoy muy feliz, los felicito a los organizadores por haber pensado en este tema y me congratulo de estar aquí. Y le voy a contar por qué, durante todo mi ejercicio profesional yo he estado meditando, reflexionando, trabajando acerca del tema de la educación como un pilar fundamental para que todos estos problemas que atañen a nuestra sociedad actual, puedan ser solucionados, y desde luego, en todos los ejercicios que yo hago con mis alumnos, ejercicios académicos para diagnosticar las situaciones de los países, de los diferentes países. Siempre llegamos a la conclusión de que la educación es la panacea, digamos, para solucionar muchos de estos problemas; sin embargo, parece un tópico, siempre hablamos de la educación, pero nunca hablamos de qué educación, cómo la educación, quien se va a responsabilizar de la educación, cuánto dinero necesita la educación, para qué, sobre qué, y por eso, me congratulo de

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estar aquí, porque por fin, se le da a la educción, a la educación ciudadana, a la educación democrática, a la educación para la paz, la importancia que tiene. Desde esta consideración, me gustaría avanzar en los problemas que tiene la educación, a pesar de ser esa panacea no es algo muy simpático para todas las sociedades, por qué razón, porque no conviene, tal vez, tal vez no conviene que todos sepamos qué es lo que podemos ejercer como derecho para que reclamemos. La educación siempre ha sido, como llamamos en Colombia, junto con la justica “la cenicienta”, el sector que menos tiene dinero para desarrollarse y desde luego, al no haber una política pública de educación que llene de contenido con los recursos suficientes, estamos hablando de una educación parcial, así que todos los resultados y todos los problemas sociales que vemos, para mí son consecuencia de esa falta de educación. Qué pasa, hay una cosa que hay que señalar y que es muy preocupante y es que hay una crisis de la educación actualmente y es una crisis bastante severa que amenaza las democracias actuales, ¿por qué razón?, porque los pensum en las naciones, generalmente ya están enfocándose, desde hace mucho tiempo, se han enfocado hacia el desarrollo económico pensado como la obtención de recursos; el lucro. Entonces, en la pensum, se está retirando todo lo que tiene que ver con humanidades, con arte, con los problemas de la mujer, con esas cosas tan rara que ¿para qué nos sirven?, si eso no nos da dinero, eso nos lo quita. Entonces, lo que estamos creando son máquinas de hacer dinero, que no permiten pensar en que ese dinero y esas cosas que aprendemos, son para seres humanos, se nos olvidó que en centro de todo el debate estamos los seres humanos. Los seres humanos, tenemos que ser respetados, dignificados, visibilizados, pero evidentemente la educación que estamos recibiendo actualmente nuestros jóvenes en todo el mundo, se dirige más hacia el recurso de cómo vivir una vida con recursos, pero no cómo enseñar a pensar, cómo enseñar a crear, cómo enseñar a resistirse incluso a todo lo que sea indigno para el ser humano. Esa es una crisis a la que hay que ponerle cuidado, ¿por qué razón?, fíjense ustedes que el arte es uno de los principales elementos que una sociedad tiene para sentirse arraigado, para sentirse identificado con su nación y al sentirse identificado, evidentemente las personas no obran de la misma forma. Entonces, esa falta de arraigo, ese desinterés de los ciudadanos por la política, por la democrática, es una cuestión que nosotros mismos nos hemos encargado de hacer cuando no los educamos o los educamos para que no tengan ese arraigo.

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Hay otras cuestiones muy importantes, que se tienen que tener en cuenta aquí cuando hablamos de educación, cultura de paz, cultura democrática y es que justamente la política que es tan rechazada en todas las sociedades porque se asigna a la cuestión de corrupción, la política es la forma como se resuelven civilizadamente los conflictos y entonces resulta que, ahora hablamos de la educación para la paz y hablamos de una forma de resolver los conflictos de una forma democrática, de una forma no violenta. Entonces, aquí lo que estamos hablando es que a las palabras se le quita el significado y el alcance, por lo tanto, a mí sí me gustaría que, para no lanzar mensajes cerrados, no hablemos de que las democracias están fallando y que entonces podemos pensar en otro régimen, en otros sistemas políticos, sino es que las democracias, se conciben de acuerdo con el tipo de cultura en el momento determinado en frente a una situación histórica determinada. Las democracias no son perfectas, pero como ya los han dicho son la mejor forma que se ha inventado para convivir en paz. Y hablando de términos, también hablo del alcance del término política y del término paz, la educación para la paz, vamos a hablar de una cuestión más profunda, más allá de la democracia, porque la paz exige más de nosotros mismos. Yo vengo de una sociedad que ha vivido toda su vida independiente de la violencia. La violencia ha sido la forma en como se ha llevado a cabo la política y ninguna de las personas que estamos vivas en este país, que se llama Colombia, hemos tenido un momento en paz. Como la situación de Colombia es de múltiples actores diferentes para la violencia, nosotros hemos tenido simultáneamente, en los últimos 50 años, procesos de paz con posconflictos y con conflictos vivos, hemos tenido que soportar, además de eso y además de los conflictos sociales, hemos tenido que soportar el narcotráfico y la violencia del narcotráfico, la influencia del narcotráfico que cambio nuestra cultura de una forma tal que hasta físicamente los cuerpos cambiaron. Es decir, a eso hay que ponerle muchísimo cuidado, muchísimo cuidado, eso nos hizo insensibles, nos hizo indiferentes porque, no porque seamos una raza de personas enfermas, sino porque era demasiado el conflicto que teníamos, era demasiado lo que teníamos que administrar, que tuvimos que personalmente inventarnos cosas para poder sobrevivir, entonces, teníamos no solamente toda esa guerra, toda esa guerra que estaba dentro de nuestras casas, en nuestras televisiones, en nuestros colegios, en nuestros niños, sino que también hemos tenido que administrar la forma cómo los diferentes gobernantes han llevado a cabo la situación. Incluso, hemos podido tener un conflicto que no existía por decreto, entonces, esta locura, digamos, que nos generó a los colombianos, esa esquizofrenia

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para poder seguir viviendo de una manera más o menos llevable, nos llevó a inventarnos, a pensarnos, a crear otras cuestiones para poder vivir como les comento. Y, ¿cómo lo hicimos? Como Colombia no es un Estado terminado, porque el principal conflicto de Colombia es que las cuatro condiciones que se les da a un estado es la presencia del Estado, el legítimo uso de la fuerza, la justicia justa, la repartición de la riqueza, de la pobreza lo hacemos, sí, de la repartición de la riqueza, entonces, Colombia no ha tenido en todo su territorio presencia del estado e incluso, en el territorio puede haber algunos sitios donde ni siquiera hay democracia. Donde ni siquiera hay democracia, no se puede decir que la democracia es imperfecta, es que no ha existido, esos huecos los ha llenado esos movimientos armados, que han hecho una presencia en el territorio y han venido administrando el territorio. Entonces, ¿qué pasa? Como el Estado colombiano con todos estos problemas que ha tenido no ha sido capaz de educar, no ha sido capaz de apoyar, no ha sido capaz de enfrentar todas esas cosas que la ciudadanía ha tenido que hacer, la ciudadanía, motu proprio, creó esas formas para poderse defender, crearon muchas formas que, unas fueron muy malas y otras fueron muy buenas, las malas fueron la creación de esos grupos paramilitares y las muy buenas son la creación de esas asociaciones de todos los sectores de la Sociedad Civil para poder formar programas de paz y desarrollo dentro de las regiones, dentro de las cuales se podría estudiar exactamente cuáles eran los problemas de las regiones que se debía enfrentar, qué recursos teníamos, cómo lo podíamos hacer, qué podía hacer la iglesia, qué podía hacer el sector económico, qué podría hacer la cooperación internacional, y así nacieron los laboratorios de paz en Colombia, que fueron durante más de 25 años, subvencionados por la Cooperación Europea. De esos laboratorios, uno de los resultados más importantes, es la red internacional de universidades para la paz que yo dirijo, y que se formó con las universidades regionales, de los lugares más violentos de Colombia, junto con las universidades europeas, en su mayoría españolas, que le dieron contendido, apoyo y respaldo a esas iniciativas. Entonces, dentro de esa red, lo que hemos hecho, durante toda nuestra existencia, es construir la paz, a través de la formación, y cómo nace el movimiento o la educación, la cultura de paz. La educación para la paz, inicia con la escuela nueva, que luego fue apoyada por la UNESCO que, además, encuentra su desarrollo, su apoyo en todos los movimientos contra la violencia, y que se desarrolla científicamente en las investigaciones para la paz. Esta cultura de paz que promueve la UNESCO, y que es una cuestión mundial ya, solamente es para estados-naciones, donde existan conflictos armados, sino para la sociedad en general, por qué, porque estamos, nuestra educación,

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es una educación violenta, nuestra cultura es una cultura patriarcal de dominio, que ha usado la fuerza, como forma de relacionarse, como forma de acceder al poder y, por lo tanto, somos todos productos de esa cultura. Esa cultura que también ha hecho que las mujeres vivíamos excluidas de la participación en las decisiones importantes, que la visión de las mujer más conciliadora, más consensuada, más sensible, más preocupada por el bienestar de la sociedad, de la familia, sea llevada a un segundo plano, y el primer plano sea el del dominio, del poder, de la fuerza, de la violencia. Y en ese sentido, pues lo vemos en todo, lo vemos en la televisión, lo vemos en las películas, lo vemos en la forma de relacionarnos, lo vemos en todos los sitios. Es más, nos han enseñado a ser violentos desde pequeños, nos han dicho: si a usted le pegan, pegue, si a usted le dicen una cosa, usted no se deje, usted tiene que imponer su forma y tienen que cuidar que no se le metan delante, y si tienen que hacer zancadilla, hágala, porque hay que llegar a un sitio, etcétera. Entonces, todos somos productos de una cultura violenta, pero esta cultura violenta nos está llevando a la muerte, nos está llevando- ya voy a terminar- nos está llevando a una cuestión fundamental que es, encontramos que la peor arma de destrucción masiva, es un sólo ser humano, un solo ser humano que puede ser marginado, que puede ser equivocado, que puede haber tomado una decisión equivocada o que está bajo los efectos de la educación, que le han dado en su casa, en su país, en su cultura. Ya sé que el tiempo es corto, me ha quedado hablar sobre el tema de la mujer, pero sí quería aprovechar un minuto, para decirles que, en Colombia conozco decenas de miles de hombres y mujeres que, durante años, han trabajado calladamente, para que esta violencia, esta injusticia, a la que hemos sido sometidos los colombianos, y estas regiones que han sido mayormente golpeadas por unos y otros, ha sido posible que estas regiones, hoy día, puedan mostrar cierto desarrollo gracias al trabajo desinteresado de esas personas. Y quiero rendir un tributo a todos aquellos que durante tantos años han trabajado por la paz, a todos los que trabajaron en La Habana, a todos los que trabajaron en los procesos anteriores, a todos los que estábamos trabajando en Colombia, en territorio con la cooperación internacional para que la paz sea posible en Colombia. Y quiero transmitirles que Colombia no votó por “La No Paz”, Colombia siempre vota por la paz, necesitamos el apoyo de la comunidad internacional para que estos desavenencias, estas equivocaciones, estas cuestiones, esta falta de comunicación que se ha suscitado entre los colombianos que, evidentemente, por eso es que se ha producido esto, por una falta de información, por una falta de educación y de inclusión de todos en las decisiones se ha provocado que esto no lleve a errores.

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Todos los colombianos queremos la paz, incluso, los 22 millones de colombianos que no votaron y no votaron no porque no quieren, no votaron por muchas circunstancias que en otra ocasión con más tiempo se las voy a contar. Muchas gracias. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias Claudia Salcedo. Es el turno de Luis Mario Rodríguez. Hace apenas dos décadas y media, El Salvador vivía una guerra civil con un saldo de violencia y de destrucción del tejido social muy lastimante, muy dañino que fue dejada atrás gracias a los acuerdos de paz, y hoy, si bien hay un sistema democrático que, incluso, ha permitido que el frente ocupe la Presidencia de la República, es decir, la incorporación a la vida pacífica, política, institucional de Farabundo Martí, las secuelas de aquella guerra en términos de la destrucción de núcleos familiares, la emigración fue el caldo de cultiva para la expansión de las pandillas que hoy son parte de uno los principales problemas, lo decíamos, de la vida de El Salvador. Así que hay mucho que aprender en términos de la construcción de acuerdos políticos de paz, pero creo que también retos muy evidentes para en democracia hacer frente a la violencia que se gestó en aquellos años, que sigue expresándose y que en un contexto de exclusión social y falta de oportunidades de los jóvenes tiende a reproducirse. Es tú turno, gracias por acompañarnos, gracias por estar de nuevo en México. Adelante Luis Mario Rodríguez. Director del Departamento de Estudios Políticos de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social, Luis Mario Rodríguez: Muchas gracias. Agradezco al Instituto Nacional Electoral y particularmente a su presidente, nuestro buen amigo Lorenzo Córdova, así como a Manuel Carrillo y a Carlos Navarro, por la gentileza de invitarme a participar en este importante conclave en el que año con año podamos pasar revista al estado de la democracia en América Latina. Agradezco también al resto de las instituciones que han hecho posible la realización de esta Séptima Edición del Foro de la Democracia. Saludo a los colegas panelistas que me acompañan y con especial aprecio al moderador de este panel, el Consejero Ciro Murayama, que junto al Consejero Presidente Lorenzo Córdova han visitado El Salvador como profesores invitados de la Escuela Centroamericana de Gobierno y Democracia que me honro en presidir y el Centro de Pensamiento en el que colaboro como Director del Departamento de Estudios Políticos.

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En Centroamérica, El Salvador y Guatemala alcanzaron la paz en la década de los noventa; el primero en 1992 y el segundo en 1996, ambos tuvieron como antesala a los Acuerdos de Esquipulas, convocados por el ex presidente guatemalteco Vinicio Cerezo. Nicaragua encontró la celda democrática en 1990, cuando el gobierno revolucionario entrego el poder por la vía electoral a Violeta Barrios, viuda de Chamorro; en este último caso, el regreso de Daniel Ortega en 1996 y la manipulación de la institucionalidad democrática descarrilaron un proceso en el que, ahora no hay instituciones sólidas, no hay oposición política, la sociedad civil no reacciona, parte del sector privado actúa en complicidad con el régimen y a los pocos que actúan, los reprimen. Por el contrario, la firma de los acuerdos de paz en el Salvador, detonó una explosión de consensos, que se materializaron en reformas constitucionales para garantizar la transparencia de las elecciones, la participación política de la insurgencia, la renovación de buena parte de la institucionalidad democrática, la subordinación de las fuerzas armadas al poder civil, el desmontaje de las fuerzas de seguridad que atropellaron con lujo de barbarie los Derechos Humanos y la modernización del Sistema Judicial. Los procesos de negociación en Guatemala y el Salvador, silenciaron las armas y terminaron con un conflicto de carácter político, los espacios para alcanzar el poder eran limitados, o más bien inexistentes, porque estaban reservados para las élites militares o para grupos privilegiados que ganaban las elecciones a través de escandalosos fraudes electorales. Los pactos de paz en el caso salvadoreño, abrieron la posibilidad para que la ex guerrilla accediera a los gobiernos locales, a la Asamblea Legislativa, hasta llegar el 2009 a una alternancia pacifica en la Presidencia de la República. Es irrefutable que la firma de la paz hizo mutar a nuestra sociedad, de un estado de convulsión, represión y falta de participación a otra en el que se prometió proteger y promover los derechos políticos y los fundamentales, el próximo año cumpliremos el 25 aniversario de la firma de los acuerdos de Chapultepec; sin embargo, aún persisten características del antiguo régimen, que han obstaculizado la implementación de una cultura democrática y de la educación para la paz. La coyuntura política salvadoreña, se caracteriza por ser un compendio de tenciones políticas, económicas y sociales, consecuencia de una nueva fase y de transición en su evolución estructural desde una sociedad predemocrática, posconflicto y tradicional, hacia una sociedad democrática y nueva. En la sociedad de hoy conviven rasgos de tres grandes momentos de la historia salvadoreña: los atributos de la sociedad que resultaron de los acuerdos de paz, la persistencia de algunos rasgos genéticos y prácticas cotidianas de la sociedad que la precede y una todavía, en emergencia donde conviven rasgos de ambos.

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En El Salvador, después de la firma de los Acuerdos de Paz, hemos tenido 14 procesos electorales, cinco elecciones presidenciales y nueve para elegir diputados de la Asamblea Legislativa y a los 262 consejos municipales, sin conato de rompimiento del orden constitucional, a pesar de su historia autoritaria, pero todavía con procesos inconclusos y rasgos propios de sociedades prodemocráticas. Esos rasgos se manifiestan, por ejemplo, en la dificultad sistemática particularmente de la firma del acuerdo de paz de alcanzar acuerdos que permitan al país, encaminarse en una agenda consensuada de desarrollo y modernización. Transitar entre un tipo de sociedad y la otra, no es tarea simple y unidireccional, demanda además de nuevos consensos, avanzar en la posibilidad real de resolver problemas persistentes que empatan el bienestar de las personas. En El Salvador se valora la alternancia política, la cual, en la medida que se vuelva un rasgo estable, se convierte en una de las principales características de la nueva sociedad emergente. Otro de los giros valorados son los avances en materia de política social, que parece estar marcando un cambio en la evaluación que hace el ciudadano del Estado. Un tercer elemento fundamental del cambio, es la visión positiva sobre los órganos de control, los cuales son entendidos como más independientes y con mayor capacidad de garantizar un Estado de Derecho y de regular la competencia política. Sin embargo, existen demandas con respuestas inefectivas a los problemas que atraviesa la sociedad salvadoreña, principalmente los de violencia y la inseguridad, el bajo y lento crecimiento, los problemas fiscales y de deuda pública, y la precariedad del empleo. Esta es una imagen que, sin lugar a dudas, la comparte nuestra América Latina, una imagen que brillantemente vaticino Carlos Fuentes y que sito la ex Presidenta de Costa Rica, doña Laura Chinchilla, en una conferencia magistral que dicto en la escuela de gobierno de El Salvador, hace pocas semanas. En uno de sus mejores ensayos escrito en 1992, el espejo enterrado, Carlos Fuentes recreaba la evolución de Hispanoamérica, indicando que América Latina para él, era una especie de edificio permanentemente en construcción. Lo que nos decía Carlos Fuentes, es que era esa una imagen que él en algún momento había visto en su querido México, de un edificio que simplemente no se terminaba, era una imagen más bien decadente de esa construcción que no lograba nunca culminarse y agregaba en ese gran ensayo que nos regaló ya hace muchos años, que así era América Latina, una región creciendo, siempre

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creciendo, pero inacabada, enérgica, pero llena de problemas, en apariencia y resolubles. Y concluía que los problemas en Amerita Latina, de alguna manera, son un negocio inacabado, una democracia tiene que ver con valores tan importantes como la promoción del Estado de Derecho, la independencia de poderes, el ejercicio de la libertad de expresión y la protección de los derechos humanos fundamentales. De manera que cuando ya revisamos las tareas que tenemos pendientes en todos estos campos, sin lugar a duda vemos que ese ímpetu que se inició en la década de los 80 y que se plasmó en los Acuerdos de Paz Centroamericanos en los 90, pareciera que fue perdiendo fuerza, y el edificio de la democracia latinoamericana, es también y lamentablemente, un asunto inacabado. No podemos educar en democracia, ni promover una cultura democrática, ni mucho menos educar para la paz, en contextos donde a pesar de haber finalizado los conflictos armados, y sigo parafraseando a doña Laura Chinchilla, nos quedan pendientes retos como el de la equidad, el de la gobernabilidad, el de la seguridad pública y el de la sostenibilidad. El reto de la equidad, es aprender a compartir la riqueza, que de alguna manera tenemos en una sociedad y cuánto nos cuesta a los latinoamericanos hablar de reformas fiscales, de reformas tributarias, cuanto nos cuesta hablar de conceder y ceder privilegios, para que otros puedan vivir mejor. Cuando hablamos de gobernabilidad, no se trata tan sólo de organizar elecciones cada cuatro o cinco años, los ciudadanos están pidiendo mucho más, están pidiendo integridad, transparencias, rendición de cuentas, combate a la impunidad, poderes judiciales que funcionen como tales, de manera que es un reto también de profundo calado. Cuando hablamos del reto de la seguridad, no se trata de salir cada cuatro años con la policía de mano dura y seguir añadiendo ideas al calor de una campaña, que creemos que complace en el ánimo de la gente. En el fondo, el reto de la seguridad es el reto de la prevención, sobre aquellas causas que provocan escenarios violentos y escenarios de criminalidad, como los que golpean a algunos de nuestros países. Según, el tantas veces citado en este foro, informe 2016 de Latinobarómetro, la mitad de la región latinoamericana piensa que vale la pena un gobierno no democrático para resolver los problemas. Cómo podemos educar para la paz, si para resolver el problema de la violencia que generan las pandillas, en el caso salvadoreño. Las autoridades realizan ejecuciones sumarias y extrajudiciales. Y finalmente, el reto de la gobernabilidad, porque estamos obligados a hacer todo, procurando que ese desarrollo sea un desarrollo que se sostengan en el tiempo y para las futuras generaciones.

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Por otra parte, los esfuerzos que requiere la educación para la paz y la promoción de una cultura democrática, están siendo obstaculizados, si no es que ahogados por tres contagiosas epidemias, el populismo, el clientelismo político y el inmediatismo. Frente al tema de inmediatismo, no cabe la menor duda de que tenemos la obligación de propiciar, de cultivar un liderazgo que logre ser visionario y un liderazgo que logre apostar al rigor. Nos cuesta mucho en América Latina, pensar en el largo plazo. Frente al tema del populismo, tenemos el reto de cultivar un liderazgo, igualmente responsable, un liderazgo que como decimos en el argot popular, este dispuesto a comprarse los pleitos que hay que comprarse, en un momento determinado. Tenemos que tratar de salir de las posiciones complacientes y hacer lo que hay que hacer. Y finalmente, el clientelismo político. Es de las peores enfermedades de la política latinoamericana y si hay algo que, de alguna manera ha puesto en evidencia lo desastroso del modelo, es precisamente la situación tan dramática por la que está en este momento, atravesando Venezuela, es decir, se acabó la repartición y, en consecuencia, no hay nada que repartir, no hay nada que celebrar. De manera que ahí tenemos un reto que apela, por supuesto, a los líderes políticos, pero que también apela a los ciudadanos. Estoy convencido que una de las tareas más urgentes que tiene la democracia latinoamericana, no es seguir aprobando leyes, ni reformando constituciones ni creando nuevas instituciones, no, en absoluto; no es ni siquiera seguir buscando a ese súper hombre o esa súper mujer que Ferreira nos comentaba en el Salvador hace pocas semanas, que nos va a sacar de los problemas que tenemos. En América Latina, en todo caso, debemos empoderar a los ciudadanos de sus derechos, también ellos deben tener una clara noción de sus propias responsabilidades, porque cuando no se valoran una serie de bienes y de obligaciones que tiene la sociedad, pues claro que la sociedad se vuelve terriblemente vulnerable al liderazgos de responsables, populistas o clientelistas, de manera que a construcción de ciudadanía es quizá, una de las principales tareas que, en este momento tenemos pendientes, si queremos seguir construyendo ese edificio de la democracia. No podemos educar para la paz, en contexto donde la violencia, la corrupción, la inequidad, la falta de transparencia, el inmediatismo, el populismo y el clientelismo político, son los ejemplos a los que están expuestas las nuevas generaciones. Muchas gracias.

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Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchísimas gracias. Quisiera, antes de dar la palabra a Gustavo Palomares, su intervención. Señalar que, de acuerdo al Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-14, Seguridad con Rostro Humano: Diagnóstico y Propuestas para América Latina, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en la región crecieron los homicidios de manera significativa entre 200 y 2010, lo que representa más de un millón de personas muertas por la violencia. Es un incremento del 12 por ciento, cosa que no se había registrado en momentos previos y que tampoco se dio en otras regiones. Quiero citar una idea de Gustavo Palomares, publicada a propósito, en la prensa del plebiscito en Colombia hace unos días. Publicó antes de que se levara a cabo, pero creo que la reflexión de fondo sigue vigente. Colombia, probablemente no ha iniciado la inevitable pedagogía de la paz, para avanzar hacia una superación colectiva del conflicto, porque los colombianos sospechan que, gane quien gane y por mucho que cesen las armas, continuaran los mismos grados de injusticia, desigualdad, corrupción e impunidad que engendra la violencia en ese país. Gustavo, adelante. Presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos, Gustavo Palomares: Muchas gracias, Ciro y muchas gracias por la cita. En primer lugar, expresar mi agradecimiento al Instituto Nacional Electoral, por permitirme la posibilidad de estar con ustedes y compartir unas reflexiones que yo creo que nos pueden ayudar un poco a entender lo que ha sido nuestra experiencia, no tanto en el pensamiento y en la relación de lo que puede ser la cultura de paz y cómo se puede ejercer esa pedagogía de la paz. Tanto y en cuanto a las dificultades y obstáculos que hemos encontrado prácticamente a la hora de ejercerlo y comprenderán también que es una satisfacción doble, porque siendo el Director del proyecto europeo de pedagogía de la paz y gestión del pos conflicto en Colombia y después del resultado de plebiscito, pero seguro que va a ser una terapia bien interesante que nos ayudará a comprender las dificultades del proceso y del papel que ocupa la pedagogía de paz en la superación progresiva en la superación progresiva de la violencia en situaciones históricas como es la situación de 52 años que ha vivido Colombia. En primer lugar, yo creo que Ciro ha sacado unas cifras que son bien interesantes, esta semana hemos vivido también esas estadísticas que todos los años saca el índice de paz global que señala que, hay seis países de América Latina que se encuentra en el ranking de los 25 países más violentos del mundo, esto es, estamos en la primera división, América Latina ocupa la primera división justamente en el tema de la violencia y en el tema de los asesinatos, 135 mil asesinatos en la región en el año 2015 y no solamente 135

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mil asesinatos en la región, es que nuestros estados dedican más de 135 mil millones de dólares, justamente para combatir esa situación endémica, ese mal endémico que supone ya, yo diría que con la desigualdad, los dos elementos fundamentales coincidentes en toda la región. Básicamente, nos encontramos no solamente en la región más violenta del mundo, sino que también dedicamos, somos la región que dedica una mayor parte de su presupuesto justamente a gestionar y administrar esas cuotas de violencia. Primera conclusión científica derivada de los datos, es cierto que la región ha sabido construir en estos 30 años un acervo institucional democrático, fundamental, importante este propio foro es un producto justamente de ese crecimiento y de esa maduración, no solamente para darnos una institucionalidad democrática sino para evaluar cuáles son las carencias y los déficit democráticos de nuestras instituciones y de las dinámicas sociales pero es cierto que aún persisten dinámicas previas que por más de que tengamos una institucionalidad sólida, ocupan un papel protagonista en la preocupación de toda la ciudadanía Latinoamericana. El Latinobarómetro lo señala bien claro, siete países de la región señalan la inseguridad como el elemento fundamental de la preocupación de la ciudadanía, luego por lo tanto, parece que es un problema determinante que tenemos que afrontar, aún persisten a pesar de nuestra institucionalidad democrática, aún persiste en dinámicas previas verticales que supone la afirmación de una cultura violenta que le debía decir yo, viniendo a las palabras de un español, de un gen violento que aún persiste de forma importante en nuestras sociedades y en nuestro comportamiento. Y ese elemento fundamental, a la hora de establecer qué tipo de cultura política queremos, qué tipo de cultura democrática queremos, y a partir de ahí, qué tipo de cultura de paz tenemos que desarrollar para que, efectivamente, sea eficaz y eficiente y podamos construir esa caja de herramientas que nos permite esos valores y aptitudes, que nos permiten gestionar nuestro conflicto para que, verdaderamente, la solución sea lo más armónica y podamos ganar ese espacio a la paz y a la convivencia. Partiría por señalar una hipótesis de los trabajos que hemos realizado y han realizado nuestros equipos de investigación: En primer lugar, voy a señalar una obviedad, pero que muchas veces olvidamos. Existe una relación directa, me atrevería a decir una relación matemática entre la cultura política, la cultura de paz y la seguridad humana. O, dicho de otra forma, no podríamos establecer una verdadera cultura de paz, tanto y en cuanto no consolidamos y fortificamos la cultura política y nuestra cultura democrática. Primera hipótesis que parece inevitable, a la hora de establecer un programa de pedagogía de la paz, tenemos que saber perfectamente, cuáles son los valores, las aptitudes fundamentales que

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tenemos que fortalecer para que, efectivamente, esa cultura de paz sea resistente a esos espacios, fundamentalmente ganados por la violencia. Segunda cuestión fundamental que es teórica, pero también tiene un componente práctico que ustedes lo entenderán cuando se lo explique. En primer lugar, todos señalamos que la cultura política que domina la región, es una cultura democrática y que, básicamente, el fin fundamental y nuestra labor, es fortalecer esa cultura democrática. Pero, ¿qué tipo de cultura democrática queremos? Claro, para establecer la cultura de paz, tenemos que establecer si la cultura democrática liberal, neoliberal o la que hemos ido estableciendo en estos 30 años en la región, ha sido suficiente, efectivamente, para a partir de ahí, estructurar una cultura de paz. Y parece claro que no ha sido así, anterior de las cifras y de los datos. Luego, por lo tanto, esa cultura democrática liberal o posliberal, tendremos que rectificarla para que, efectivamente, la cultura de paz sea eficaz, eficiente y logremos ganar esos espacios a la convivencia, a la vida y a la paz. Señaladas esas dos hipótesis básicas, me van a permitir que les señale cuál ha sido nuestra experiencia a la hora de valorar y analizar los escenarios de conflictividad, los escenarios de violencia, ¿saben por qué es fundamental? Porque las hipótesis ya las tenemos claras, pero tenemos que saber, efectivamente, palpando la realidad tangible de esos espacios de violencia, qué elementos tenemos que fortalecer dentro de la cultura de paz y qué otros no, para que efectivamente, podamos saltar esos obstáculos y transformar esa cultura violenta que somos, en una verdadera cultura de paz, en sociedades en paz. En el análisis de los escenarios y de esas sociedades en situaciones de conflicto, hay una primera brecha que es fundamental, en esos escenarios, básicamente se aprecia una gran brecha que tiene que ver con la desigualdad y ustedes van a decir: profesor, ese tópico ya lo hemos repetido aquí. Pero fíjense que nosotros hemos llegado a constatar que los incrementos actuales en los últimos tres años, en los espacios de violencia, vienen determinados no por la desigualdad, sino porque existe una institucionalización de la desigualdad. No es que ya sean desiguales, sino que, a pesar de todas las políticas públicas que hemos desarrollado, existe una institucionalización de la desigualdad, que nos lleva a una institucionalización de la violencia, luego por lo tanto, sí existe esa relación fundamental que tiene que ver, en relación directa con que la cultura de paz tendrá que afrontar elementos que tienen que ver con el principio de igualdad social, de igualdad de oportunidades, de igualdad en derechos, etcétera, que redunda en lo que ya señalaban nuestros clásicos, la esencia y valor de la democracia, radica en la igualdad, en el principio de la igualdad.

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Un segundo elemento que me van a permitir destacar de esos escenarios de conflicto. En segundo lugar, parece claro que en esos escenarios de conflicto, el ámbito de lo público ha casi desaparecido, esto es, la falta de presencia del Estado, la falta de políticas públicas que ejerzan un control legítimo de la violencia, un control legítimo de nuestras políticas educativas, legítimo en cuanto a la prestación de servicios fundamentales que esa sociedad tiene que articular métodos para satisfacerlo, ante la falta de la presencia del estado, incluso, la falta de la responsabilidad de los sectores privados para asumir la cuota de responsabilidad de estos ámbitos de los público. Luego, ya tenemos un segundo elemento que va articulando nuestros, a la hora de articular esa pedagogía de la paz como un elemento fundamental a la hora de estructurar una verdadera cultura de paz. Un tercer elemento que es un elemento que yo diría fundamental que tiene que ver con esa brecha generacional y que hemos podido constatar, justamente, en esos escenarios y situaciones de conflicto, y es el problema de los jóvenes. Si hay un punto coincidente en todas las agendas que hemos revisado, es justamente el problema de la falta de oportunidad y del desempleo juvenil, un elemento determinante de esos jóvenes que no tienen nada que perder, todo lo demás que tienen que perder es la vida, ya sea de una pandilla, ya sea asociarlos a una guerrilla urbana, ya sea formando parte de los ejércitos armados que lo que venden es la ideología de revolución. Los jóvenes, básicamente, ante esa falta de oportunidades son el motor, son, les diría el combustible fundamental que determina la violencia en la región. Luego, por lo tanto, parece inevitable que, dentro de nuestra pedagogía de paz tengamos que poner nuestro foco fundamental en esos jóvenes, elementos fundamentales que no solamente están construyendo una sociedad de violencia, sino que van a construir por mucho tiempo, por muchas generaciones, sociedades de violencia. Un último elemento que hemos constatado también, existe una brecha cultural, una brecha cultural que no solamente tiene que ver con la desigualdad, se hablado ahora mismo de la situación de las mujeres en la región, sino también pues de otras minorías que en algún caso son mayoritarias y que tienen que ver con, hasta qué punto esa discriminación racial, esa discriminación cultural y étnica, son elementos que determinan que, justamente, esas zonas de conflicto, situaciones de conflicto sean también las que sufren una mayor discriminación en estos ámbitos culturales y raciales. A partir de ahí, a partir de esa identificación de escenarios, intentamos estructurar nuestra pedagogía de la paz y gestión del post conflicto en Colombia.

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Me vienen ahora mismo, la Profesora Claudia Salcedo, nuestra Directora del Instituto y la Red Internacional de Universidad para la Paz, me lo ha recordado, me viene ahora esa frase que decía tácito cuando hablaba de las campañas del emperador Augusto, cuando decía: “hacen una carnicería inmensa después de muchos años, y ahora firman un acuerdo y a eso le llaman paz”. Este razonamiento sirve para subrayar dos elementos fundamentales que me gustaría destacar, justamente, en este momento después de conocido y el resultado del plebiscito, me gustaría destacar en este momento. Cuando nosotros pusimos y cuando la cooperación europea puso en marcha el proyecto de pedagogía de la paz, pensábamos en un elemento fundamental y es que esa pedagogía de la paz tenía que ser una apuesta a 10, 15, 20 años que no estaba supeditada a los acuerdos de paz, o sea, separar, dar un margen de distancia de esa labor fundamental como una apuesta que, en sociedades que hemos tenido que vivir y sufrir el conflicto, como es el caso de la sociedad española, sabemos que es una apuesta, al menos, en tres generaciones. Luego, por lo tanto, nuestra apuesta educativa, nuestra apuesta de pedagogía de la paz venía terminada fundamentalmente, por esa apuesta a medio y largo plazo, lo que sí nos da un margen fundamental para separar los resultados del plebiscito de la futura labor que vamos a hacer, vamos a seguir haciendo exactamente lo mismo que hemos desarrollado a los largo de estos tres años en Colombia. Segundo elemento fundamental que me gustaría destacar con usted, básicamente en este conflicto, y por lo tanto, nuestra pedagogía de la paz, nuestra construcción de la cultura de paz en Colombia, en ese conflicto, después de 52 años, tenía que ser justamente en esas sociedades que han vivido y han sufrido y han puesto los muertos fundamentalmente, en ese conflicto, que no han sido las grandes ciudades, no ha sido ni Bogotá, ni Medellín, ni Cali, sino que ha sido justamente, esos terrenos, ese medio rural, ese medio castigado fundamentalmente, tanto por las guerrillas, como por los paramilitares, por el bandidaje y los grupos armados delincuenciales. Por lo tanto, tenemos claro que nuestra pedagogía de paz, y así lo hemos proyectado, ha tenido una labor fundamental, en esos departamentos que han sido, los departamentos principalmente castigados por el conflicto, que casualmente, son las que han votado por el sí. Si ustedes ven esos siete, ocho municipios, de las grandes matanzas, son los que mayoritariamente han votado por el sí y por la superación de ese dolor terrible, que ha desgarrado a esta sociedad, por más de 52 años. Bien, dicho esto, pasemos al axioma fundamental de nuestra pedagogía de paz, el axioma fundamental de nuestra pedagogía de paz, después de señalada las brechas es que, no puede existir paz en ninguna sociedad, invadido por el conflicto y por la violencia, tanto y en cuanto no se superen las causas fundamentales que provoca la violencia en nuestras sociedades.

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Por lo tanto, esa paz con mayúscula tiene que venir determinado por un afán reformador fundamental. Y yo creo que así lo supimos transmitir al gobierno colombiano, de hecho, en este acurdo de paz, ahora de forma inevitable en profunda revisión, el elemento reformador, ha sido un elemento fundamental. Incluso, diría más, esas seis leyes fundamentales que articulan el Estado colombiano, estaban bajo el presupuesto fundamental reformador, y me atrevería a decirles una cosa. Pase lo que pase con este acuerdo de paz, esas reformas fundamentales, tienen que realizarse, antes o después, si verdaderamente, antes o después, ese pueblo quiere dejar la violencia y quiere pasar la página, esa página de la historia que ha asolado este país, en estos 52 años. Dicho esto, les podría contar los más de 30 proyectos que hemos desarrollado en ese país, proyectos que van, desde nuestros gestores de paz, en la formación de los líderes de las autodefensas y de las guerrillas, para que efectivamente esos líderes, se transformaran, en un elemento fundamental para que esos señores de la guerra, se transformaran en mensajeros de paz. Hemos tenido y hemos vivido la satisfacción de ser ese proyecto, que por primera vez, logró que los líderes de las autodefensas y de las guerrillas, estuvieran juntos, dentro de un aula virtual, luego en un aula real, y por primera vez en el mismo salón, escucharan el mismo himno nacional, con un compromiso para reinsertarse y para reparar el dolor causado. Hemos tenido también hemos sido probablemente uno de los elementos fundamentales en los actores que, yo creo que han ocupado el lugar fundamental en nuestro trabajo, institucional, diplomático y político, que han sido las víctimas. Las víctimas de ese conflicto, que me atrevería decirlo, no han sido esas familias de los 250 mil muertos de este conflicto, ni tan siquiera les diría, ese 12 por ciento de la población desplazada, en ese país. Yo creo que las víctimas de ese conflicto, han sido todos los colombianos, y seguimos trabajando con el sector privado, para que efectivamente, esos actores de inmovilizados, que antes o después de estos acuerdos de paz, que antes o después los acuerdos de paz que tengamos que revisar, van a ser, necesariamente, un elemento a tener en cuenta, dentro de la construcción y dentro de la reconciliación imprescindible. Dentro de un marco de memoria histórica que de forma inevitable va a ser un marco de memoria histórica de reconciliación, que no sea un marco de memoria histórica impuesta por los vencedores, saben por qué, porque en este conflicto como la mayoría de los conflictos no hay ni vencedores ni vencidos y saben también por qué, porque la mejor guerra es justamente la guerra que no se libera nunca.

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Muchas gracias. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias, Gustavo. Carlos Valenzuela, ha participado en la organización de elecciones en entornos de guerra, tiene una amplia experiencia en elecciones en periodo de transición, voy a citar un par de ideas de él. “… las elecciones en periodo de transición, no son un proceso cualquiera, no sólo se elige a los gobernantes, sino que se cristalizan o no las aspiraciones de cambio, es un momento en que se definen la nuevas fuerzas políticas y sociales y se da paso a la redacción de una nueva constitución que definirá el rumbo de la transición. Por eso las elecciones son tan importante y tan frágiles, porque las expectativas son muy altas y es mucho lo que está en juego”. Y aprovechando que entre el público está buena parte de las autoridades electorales de nuestro país que encabezan los institutos electorales de las 32 entidades de la República Mexicana, quisiera hacer una cita más. “…antes insistía mucho en que la educación cívica estuviera a cargo del Órgano Electoral, sin embargo, fue claro que estos órganos no tienen la capacidad operativa ni financiera para ejecutar programas de educación cívica, ni siquiera a corto plazo, mucho menos programas estructurados y de carácter permanente. Por ello considero que los órganos electorales deben ser los lideres no en ejecución, si no en convocatoria y coordinación”. Bienvenido, Carlos Valenzuela, es tu turno. Experto Electoral Internacional, Carlos Valenzuela: Muchísimas gracias. Quiero agradecer al Instituto Nacional Electoral, por la amable inclusión y quiero disculparme dos veces, la primera por mi voz, estoy bastante ronco, gracias a Dios, por estos maravillosos micrófonos. La segunda, porque siendo colombiano, no voy a tocar el tema de plebiscito en Colombia, afortunadamente ya hay miembros de esta mesa que lo han hecho de manera brillante, y de hecho, ni siquiera voy a referirme a la América Latina, porque cuando me invitaron, me invitaron a hacer una reflexión a partir de mi trabajo con las Naciones Unidas, durante 24 años, en asistencia electoral, en donde de manera pomposa en Naciones Unidas, llamemos en situaciones particularmente difíciles, quiere decir, en situaciones donde se acaba de firmar un acuerdo de paz, en situaciones donde se empieza una transición política. Yo empecé, mi entrada al mundo de las elecciones y al mundo de las Naciones Unidas, se dio a través de una participación que tuve en 1991 en Colombia, a

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través de una campaña masiva de educación cívica, de educación para el ciudadano, alrededor de la Asamblea Nacional Constituyente de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente en Colombia y una vez la Asamblea elegida, se trabajó mucho en la misma campaña como parte de la educación de crear nexos entre la comunidad organizada y los parlamentarios electos para escribir la Constitución. Y después, una vez la Constitución establecida, trabajar con esas mismas comunidades organizadas para hacer, informar y hacer reflexionar sobre el contenido de la constitución del 91. Esta campaña estaba dinamizada por una alianza de ONG’s, pero con participación de agencias estatales, yo hacía parte de la representación de la ciudad de Bogotá y con la participación de organizaciones internacionales, incluidas las Naciones Unidas. Y fueron representantes de las Naciones Unidas, que me dijeron: en Camboya, se acaba de montar una misión de mantenimiento de la paz, porque se están implementando los acuerdos de paz, de Paris, donde se trataba de dar fin al conflicto en este país, que había sido bastante violento y que había durado muchos años. Entonces, yo llegue para trabajar sobre educación cívica, en medio de esta misión de paz, pero instalado en el componente electoral y accidentalmente fue esa una entrada a lo que eran las elecciones del mundo de las elecciones. Como estamos implantados en el componente electoral, el trabajo de educación física realmente estaba dividido en dos, la información electoral, exclusivamente la información sobre las elecciones, etcétera, y un poco lo que nosotros llamamos la educación electoral, que era explicar el porqué de las elecciones, explicar un poco el sentido de las elecciones. Todo esto se consideraba muy importante porque en Camboya no existía una cultura ni una práctica electoral. Ahora, 24 años más tarde y haciendo un poco alusión a la cita aquella, yo pienso que la información electoral es un mandato que tiene que ser exclusivo de las autoridades electorales, porque es información oficial, en cambio, la educación electoral, tiene que estar liderada por las autoridades electorales, pero sí se puede hacer una alianza más amplia de diferentes agentes estatales, pero sobre todo con la sociedad civil. Sin embargo, en Camboya, en 1992, nos dimos cuenta que estos esfuerzos de educación electoral e información electoral, no eran para nada suficientes y que realmente, si queríamos lograr el éxito de nuestra misión, que era apoyar la construcción de la paz y la democracia en este país y la implementación de los acuerdos de manera satisfactoria, las tareas de educción tenían que ir mucho más allá, que es sencillamente de lo electoral. Además, nos dimos cuenta, que parece un poco caricaturesco decirlo ahora, pero en aquella época, aunque no se reconociera teóricamente, en la práctica

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si se daba la ecuación, elecciones igual democracia, y por lo tanto nuestro trabajo a través de las misiones de paz era organizar elecciones, y si la elección era exitosa, qué maravilla, ahora empacamos las maletas y nos vamos. Y pronto nos dimos cuenta del problema que había en ese enfoque, empezando porque había, el trabajo nuestro no podía ser enfocado de manera a largo plazo y como lo acaban de decir mis compañeros de mesa, un trabajo de consolidación de la paz y de la democracia, es algo que se tiene que hacer realmente pensando a largo tiempo. Entonces, el trabajo que nosotros hacíamos, éramos conscientes, era muy limitado, precisamente porque el tiempo que tenía una misión de paz, por decisión era muy corto. Durante los años hemos evolucionado y entonces, lo que hemos tratado de hacer es crear alianzas con organizaciones locales, con las autoridades locales, para que el trabajo que se inicia conjuntamente, se pueda mantener cuando nosotros nos vayamos. Esta cuestión de las elecciones, además, nosotros hablamos de elecciones de primera generación, las que pasa, apenas se ha firmado los acuerdos de paz o apenas ha habido la transición democrática, pero, nos tardamos un tiempo en ver que estas elecciones realmente, aunque parecían difíciles, no eran las más difíciles, las elecciones más difíciles son las que vienen después, las elecciones de segunda o tercera generación. Por muchas razones y después voy a tratar de explicar por qué, pero entonces, por eso fue que nosotros entendiendo que elecciones no era lo mismo que democracia, empezamos un trabajo de ver, cómo podíamos apoyar la consolidación de la verdadera democracia, que no fuera meramente formal, que no fuera únicamente el establecimiento de las elecciones o de un sistema donde se distribuyera el poder a través de las elecciones. También fue para nosotros muy importante en Camboya y se ha ratificado a través de los años, que no es porque se firmó un acuerdo de paz que se llegó a la paz, o sea, que la ausencia de guerra o la ausencia de conflicto armando no constituye la paz, es precisamente en ese momento, que la paz se empieza a construir, y entonces empezamos a trabajar mucho en ese concepto de construcción de la paz y consolidación de la democracia, a largo plazo. Y fue donde se empezó a ver que teníamos nosotros que salir muy, mucho más allá del ámbito electoral y trabajar en lo que era apoyar el arraigo de valores democráticos, finalmente, de una cultura democrática que tomaba unos aspectos especiales al estar trabajando en áreas donde la sociedad estaba traumatizada por años de guerra o años de conflicto violento. Esta sociedad traumatizada, está caracterizada en general por el temor y eso es algo que nosotros nos dimos cuenta, teníamos que empezar a apoyar a

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trabajar, ¿cómo se trabaja con una población que está atemorizada y que es fácilmente manipulada por el temor? Está los resentimientos, los deseos de venganza y francamente, donde la tolerancia no es un valor que esté, de alguna manera consolidado, al contrario. Entonces, el trabajo nuestro de educación para la paz, a través de las misiones de paz de las Naciones Unidas, se concentró en fomentar valores que nosotros consideramos fundamentales, en particular el de la tolerancia, acompañado con los procesos de reconciliación. La tolerancia, explicándole a la gente que o explicando trabajando con la gente y vengo también más tarde en eso que, aunque hay acuerdos de paz, aunque haya cesado la violencia y el conflicto armado no significa que los conflictos ya no existan y ya se hablaban allí antes. Además, que es importante en una democracia, no que haya una sola idea, sino que aprendamos a convivir con las diferentes ideas, en una sociedad siempre va a ver diferentes ideas y conflictos entre ideas, y conflictos entre visiones del mundo de la sociedad, etcétera. Entonces, el conflicto en sí no es el problema la diversidad de ideas, no es un problema, lo que se tiene que hacer y lo que nos lleva a construir paz y democracia es el manejo que se hace de esa diversidad de ideas y del conflicto. Y, ¿cómo se puede trabajar de manera pacífica en el marco de la ley? Esas diferencias y la diversidad de visiones que se tienen para la sociedad. No tengo tiempo para entrar aún con más detalle a un punto que es muy importante, que es el de la reconciliación, que también se trató de fomentar a través de procesos educativos pedagógicos, como decía la colega Claudia, hablamos de educación para la paz, pero qué tipo de educación, qué tipo de metodologías pedagógicas. Nosotros al interior de Naciones Unidas fuimos reflexionando durante los años, empezando en Camboya, pero siguiendo en Afganistán, en la República del Congo, en Sierra Leona, en Timor Oriental, etcétera, etcétera. En nuestro caso las actividades educativas formales no funcionaban para nada y el enfoque de enseñanza tradicional de venir a enseñarle a la gente valores o enseñarle cosas no funcionaba o de imponer ideas, tampoco funcionaba. En la metodología a la que finalmente llegamos y que nos ha dado mucho más éxito es el de promover espacios de reflexión, de diálogo, y sobre todo de encuentro. Existe mucha polarización en las sociedades que vienen de un periodo de guerra, en un conflicto traumático políticamente y una de las cosas importantes era y ya se ha mencionado, el poner a los diferentes actores políticos y sociales en una misma mesa para discutir. Y entonces, en lugar de venir a enseñar

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cosas, lo que nosotros tratamos de hacer es promover el encuentro de ideas, el intercambio de experiencias y facilitar la creación de nexos, no que las ideas se cambien las unas por las otras, sino que se puedan trabajar las unas con las otras. Rápidamente, en los últimos cinco años yo estuve trabajando, apoyando las tareas de naciones unidas de apoyo de transición política en los países de la primavera árabe que se ha mencionado varias ves aquí. Nosotros entendíamos que nuestro trabajo era limitado pero lo enfocamos de esa manera, era una estrategia pedagógica pero bajo los principios que acabo de comentar entre otras cosas con la colaboración muy cercana de las autoridades mexicanas que nos ayudaron a fomentar esos esos espacios de reflexión, de intercambio de ideas, de intercambio de experiencias y de crear nexos entre los diferentes actores locales que estand0o allá y después de las experiencias que habían tenido, no lograban conectarse de alguna manera. Finalmente porque ya se acaba el tema, hay un punto que quiero también mencionar, que desde un principio en Camboya en el 92 nos preocupaba muchísimo y que fue fundamental en ayudarnos a reflexionar sobre esta manera de promover educación para la paz, para la democracia que era cómo manejar las expectativas, después de que hay un acuerdo de paz o que ha habido una transición política, las expectativas son increíblemente poco realistas, es impresionante preguntar qué esperas tú de la instalación de la democracia, de la paz y más o menos es, bueno, todo el mundo va a ser rico, todo el mundo va vivir contento, el sol siempre va a brillar, etcétera, etcétera. Entonces era muy importante manejar las expectativas porque lo que pasa muchísimas veces y es una de las razones por la que las selecciones de segunda y tercera generación son mucho más complicadas tan exageradas como son las expectativas así de rápido y de fuerte es el desencanto y la decepción y el sentimiento casi que de traición y entonces hay una reacción caso de volver al antiguo régimen porque dicen, allí por lo menos como decía en la Italia después de la guerra, en el tiempo de Mussolini por lo menos los trenes llegaban a tiempo y es un poco eso, lo vimos mucho, por ejemplo en Egipto el colega Rafael Pinto estuvo trabajando con nosotros muy cercanamente y había tal expectativa pero tan poco realistas en Egipto después de la revolución de enero del 2011 que se convirtió el desencanto rápidamente en caldo de cultivo para pensar donde se trabajaron esos temores de los que yo hablaba antes, el tema de la seguridad se volvió fundamental y eso justificó el que la mitad de la población apoyara un retorno a un régimen autoritario mucho más fuerte que el que se había sacado en enero del 2011. Entonces, esto de las expectativas es algo también que es fundamental y pienso que me quedo allí porque ya me pase el tiempo. Gracias. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias, Carlos.

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Tenemos seis minutos en el horario previsto, entonces voy a dar lectura a las preguntas que han llegado, algunas de ellas que creo representa en el sentir del conjunto de opiniones y cuestionamientos. ¿Qué estrategias debe implementar el estado ante escenarios de violencia como medio de solución?, hay varias sobre el papel del estado. Preguntan sobre el gen violento si es biológico o cultura y cómo combatirlo, ¿considera que fue adecuado poner a consulta los acuerdos de paz?, menciono Claudia que faltó información a la sociedad colombiana, ¿qué información habría que haber dado?, ¿qué sigue para Colombia?, ¿cómo motivar al 60n por ciento que no salió a votar?, ¿qué papel juegan los medios digitales en la construcción y fortalecimiento de la paz?, y con ellas yo les daría ahora la palabra para una intervención necesariamente telegráfica por el tiempo, un minuto y medio a cada participante. Adelante, Claudia por favor. Directora de la Red Internacional de Universidades para la Paz, Claudia Salcedo: Vamos a ver, en Colombia tenemos la costumbre de irnos reduciendo de acuerdo a las circunstancias, para poder llevar a cabo lo que necesitamos, si hay 22 millones de personas que son abstencionistas y eso ya se sabe, es necesario que a esas personas se les haga una labor de pedagogía, porque claramente, esas personas no es que no existan, están ahí, trabajan ahí, también mandan mensajes sobre determinadas cosas y, entonces, existen ahí, no se les está teniendo en cuenta, cual es el problema que yo le veo a esto. El Estado, las exigencias se redujeron, sabiendo que había ese umbral de abstencionismo, se redujo al 13 por ciento, el umbral para que el plebiscito pudiera pasar, eso, muy seguramente es una fórmula en el papel, es una fórmula formal, pero la gente queda descontenta, no se puede marginar a nadie ni se puede excluir a nadie de estos temas porque ahí es donde se empiezan a surgir las violencias. Entonces, ¿cuál es la idea? A pesar de que a la gente se le dio la oportunidad de participar y de enviar las cosas a La Habana y sus preguntas, sus inquietudes, a la gente no se le respondió, ese es un rango cultural que es bastante molesto en nuestra sociedad colombiana, es decir, a la gente hay que tratarla dignamente, hay que contestarle, hay que hacerla sentir de que alguien se preocupa por ella, muy seguramente no es que no se preocupen, pero, eso es un rasgo de la cultura colombiana que genera muchísima violencia y muchísima resistencia. Ahora, otra cosa, ¿qué otra cosa paso ahí? Paso que había mensajes cortos, mensajes que resonaban con necesidades de las personas, que calaron en el fondo y que fueron efectivos, por ejemplo, lo mostraba una compañera esta mañana, el tema de las iglesias, las iglesias están organizadas, tienen una disciplina, saben cómo transmitir lo que quieren transmitir, ellos son muchos,

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están muy organizados y transmitieron esa idea de que dios no estaba en el acuerdo, de que el acuerdo estaba afectando a la familia, porque se le estaba dando una prerrogativa en el enfoque de género, a la población LGBTI. Entonces, eso caló en el fondo y eso hizo la mella que hizo, hubo mensajes desinformantes completamente que, no tenían nada que ver con los acuerdos, eso fue lo que paso, entonces, hay el Estado tiene que tener más cuidado y tiene que, evidentemente, son temas de educación, son temas de pedagogía, pero que no se hacen de un día para otro, tienen que haber una política para hacerlos, sobre todo teniendo en cuenta que todo lo que se habla aquí requiere de una reforma profunda del Estado colombiano. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias, Luis Mario. Director del Departamento de Estudios Políticos de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social, Luis Mario Rodríguez: Muchas gracias. A los firmantes de la paz en el Salvador, se les reclama por que no previeron la post época que tendríamos después de la firma del acuerdo y la violencia que generarían las pandillas. Por su puesto que los firmantes, cuando se le reclaman hoy día, ante un ambiente de violencia extrema que generan las pandillas, únicamente esbozan una sonrisa, porque obviamente, no podían prever en lo que iba luego a desembocar el acuerdo en el ámbito de la debilidad institucional y principalmente instituciones como la Policía Nacional Civil o la misma fuerza armada, que en teoría tenía que apartarse de la política de seguridad pública. No firma antes, lo que señalan es que el gran error que cometimos en El Salvador, después de la firma de los acuerdos de paz y que nos llevó a una violencia extrema y a que las pandillas estén ahora, básicamente secuestrando buena parte del territorio nacional, fue la falta de seguimiento a la modernización institucional que impulsamos en el acuerdo de paz. Ahí transformamos a las instituciones, creamos nuevos cuerpos de seguridad, ahora totalmente supeditados al estado de derecho, pero no le dimos continuidad, no le depuramos y eso de alguna manera, y no les fortalecimos también presupuestariamente. De alguna manera eso ha hecho que parte del problema se profundice. Y el otro aspecto en el tema de violencia en escenarios como el salvadoreño, que firmaron un acuerdo de paz, es por supuesto la disfuncionalidad familiar, muchas migraciones, mucha desintegración familiar, muchos jóvenes que están básicamente creciendo solos en los barrios y colonias o con las abuelas porque sus padres han tenido que emigrar.

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Fenómeno que en México también está latente, pero que en el caso salvadoreño ha sido, sin duda alguna un detonante importante para que la violencia se siga expandiendo. ¿Cómo atacamos la violencia? Con la ley en la mano, con el estado de derecho, cumpliendo institucionalmente las normas y sometiendo a la justicia a aquellos que la violentan, no podemos combatir la violencia a través de un estado que actué al margen de la ley, porque de lo contrario o haciendo eso estamos retornando a esas prácticas autoritarias que precisamente a través del acuerdo de paz, intentamos finalizar en el que terminara. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias, Gustavo. Presidente del Instituto de Altos Estudios Europeos, Gustavo Palomares: Yo creo que el resultado fundamental del plebiscito en Colombia, diría que en primer lugar ha sido fruto del dolor, del odio, del rencor, porque es mucho el dolor que se ha producido en esa sociedad, porque es profunda la herida que se ha dado en todas y cada una de las familias colombianas y porque ese dolor es muy fácil de manipular, es muy fácil de manipular cuando verdaderamente lo que se intenta provocar es una respuesta electoral, que pase o no por la cabeza, sino que pase por el corazón, que pase por las tripas. Y yo creo que, en gran parte, porque, claro traducir lo que encierran 279 páginas que es el acuerdo de paz, cinco o seis mensajes que entendiera la gente era bien complicado o si no era bien complicado, probablemente no se ha puesto todo el esfuerzo institucional para explicar a gran parte de los colombianos, la importancia de ir a votar ese día. Y también, cómo efectivamente esos argumentos que iban torpedeando del no, que iban torpedeando el corazón de los colombianos, eran o medias verdades o grandes falsedades, alguien, algún ponente ha expresado en la reflexión que ha realizado cómo evidentemente la mentira en los procesos electores tiene en este momento un significado muy diferente a otros momentos históricos. Por lo tanto, decirles que en gran parte de los resultados han sido eso, fíjense si es así, que probablemente ya es alegórico, inspirado además como una idea que nos planteó la profesora Claudia Salcedo, la única explicación de todos y cada uno de los puntos en un mensaje de tres minutos, la dieron nuestros profesores. Escogimos a los ocho profesores que tenían un conocimiento mayor sobre los contenidos de cada uno de los ocho puntos y en un mensaje de tres minutos, explicaron a la sociedad colombiana, al pueblo colombiano el porqué era inevitable ese acuerdo y cómo efectivamente, algunos de los argumentos que se estaban utilizando, eran argumentos que no eran del todo exacto. Por lo tanto, está claro que se ha juntado una serie de factores y ése ha sido uno.

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Y les voy a decir que la realidad colombiana, la refrendación promedio de la consulta directa no es que fuera conveniente, era inevitable y les voy a decir por qué, porque nos lo recordaba el otro día nuestra compañera Jimena Osorio de la Registraduría, compañera del Foro, en otras situaciones históricas anteriores esos actores de movilizarlos y que dejaban las armas fueron eliminados físicamente, fueron todos asesinados; luego, por lo tanto, era necesario encontrar una refrendación lo más amplia posible, para que efectivamente esos actores que se iban a desmovilizar encontraran un consenso general dentro de la sociedad colombiana. Hay antecedente de no haber realizado consulta de que una parte de esa sociedad no aceptara la desmovilización de esos actores y que esa parte de la sociedad financiara grupos armados que asesinaran uno a uno a los líderes que habían dejado las armas y que eran líderes anteriores de la guerrilla, por lo tanto, la consulta era directa, y a los otros cuando volví de Colombia nos lo consultó, si esa refrendación podía ser no de forma directa, sino probablemente con otro tipo de consulta y las elecciones regionales o municipales recomendamos que era un elemento tan fundamental para la historia de Colombia que merecía un tratamiento específico, singular, que requería un consenso nacional que antes o después es inevitable. La responsabilidad de los medios evidentemente, y me atrevería a decir que la responsabilidad no sólo de los medios en un conflicto de 52 años, en un conflicto en donde hemos tenido secuestrados a personas, más de 12 y 15 años en un conflicto en donde hemos sido capaces de irlo modificando en primer lugar o un conflicto ideológico, luego, un conflicto de intereses, luego un narco conflicto, luego, etcétera, etcétera, etcétera, cómo no va a existir una responsabilidad colectiva, por lo que hicimos o por lo que no hicimos o por lo que dejamos de hacer y evidentemente ese acto de contrición, probablemente recordando esa frase, Günter Grass, cuando decía, recordando la responsabilidad de las generaciones posteriores a lo que fue los horrores del nacismo. Evidentemente, todos los colombianos no son culpables, pero todos los colombianos y todos los medios que han vivido durante todo este periodo son responsables, los que lo han vivido y también las generaciones venideras, responsables de ese desarrollo tan largo y también responsable de que esos horrores no se vuelvan a producir. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Gracias. Carlos, por favor. Experto electoral internacional, Carlos Valenzuela: Gracias. Yo me limito a la cuestión de los escenarios de qué puede hacer el estado para promover la paz y ya se ha dicho muchas veces, yo quiero decir algo que parecerá banal, pero es fundamental, tiene que haber voluntad política, si no hay voluntad política nada se puede hacer.

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Es necesario, ya lo han dicho, llevar a cabo reformas que ataquen las causas del conflicto, etcétera, pero también, me parece a mí que es importante, programas educativos, que es allí donde nosotros hemos trabajado, para que trabajen los valores democráticos que han sido atacados durante el conflicto y que han sufrido por razón del conflicto. Y vuelvo a la cuestión de los valores de respeto de los derechos humanos, de los derechos fundamentales en general y aquel de la tolerancia y la reconciliación, el poder vivir con ideas distintas. Hay algo que no dije antes, pero que ha sido la base fundamental de nuestro trabajo y es pensar, así como las elecciones no significan democracia, para nosotros la democracia, dentro del concepto de nuestro trabajo no era, fundamentalmente o exclusivamente y una forma de gobierno, sino que es, y se ha dicho ya en este foro, un estilo de vida, un estilo de convivencia social y es allí donde se tiene que trabajar también, se tiene que mirar las causas, se tiene que trabajar los resultados del conflicto, especialmente en términos de valores, esto de los valores es fundamental, porque sí, el odio, es precisamente el dolor, el resentimiento, es lo que queda después de un largo periodo de conflicto y de guerra. Y eso es responsabilidad del estado, pero no sólo del estado, sino de formar alianzas que promuevan la consolidación de esos valores democráticos que son esenciales. Muchas gracias. Consejero Electoral del INE, Ciro Murayama Rendón: Muchas gracias a todos ustedes. Creo que sus aportaciones han sido muy ricas en términos intelectuales y políticos, porque dan luz acerca de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer. Yo diría, lo que debe hacer el estado para favorecer una cultura de paz, en primerísimo lugar, es no violar la ley, el estado tiene que ser garante de los derechos humanos y, por lo tanto, combatir la violencia sin ilegalidad. Creo que se ha puesto en relieve que la desigualdad como problema estructural es del componente donde se está reproduciendo y extendiendo la inseguridad pública y la violencia. La desigualdad social en América Latina, es un problema que las democracias no se pueden dar el lujo de no querer resolver frontalmente. Otro aspecto que me parece, no podemos perder de vista y que nuestros expertos han puesto sobre la mesa, es el papel de los jóvenes como víctimas, pero también como protagonistas de la violencia, yo suelo decir, parafraseando a Marx, cuando él hablaba del ejercito industrial de reserva, que estas

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sociedades con tantos jóvenes sin inclusión educativa y sin inclusión al empleo, están convirtiendo a los jóvenes en el ejército delincuencial de reserva. Y por supuesto, el estado tiene responsabilidad, pero una agenda de pedagogía para la paz, no puede quedar solo en manos del Estado, las universidades, la sociedad organizada y por supuesto, los medios también son responsables, no son culpables, pero son responsables de que la violencia y la cultura de la violencia este extendiéndose. Muchas gracias, por su participación y a ustedes por estar aquí.

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