CLAUDIO CONTRERAS KOOB ISLA ISABEL - biodiversidad.gob.mx · Los pescadores y turistas que la...

20
ISLA ISABEL SANTUARIO DE AVES CLAUDIO CONTRERAS KOOB TEXTO INTRODUCTORIO DE HUGH DRUMMOND Y ROXANA TORRES

Transcript of CLAUDIO CONTRERAS KOOB ISLA ISABEL - biodiversidad.gob.mx · Los pescadores y turistas que la...

ISLA ISABELSANTUARIO DE AVES

CLAUDIO CONTRERAS KOOB

T E X T O I N T R O D U C T O R I O D E

H U G H D R U M M O N DY R O X A N A T O R R E S

jramirez
Typewritten Text
Nota: El libro Isla Isabel: Santuario de aves consta de 151 páginas. Por acuerdo entre las editoriales, aquí sólo se muestran 20 páginas.
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text

Concepto y diseño: Álvaro Figueroa

Producción: Héctor Martínez

D.R. © Claudio Contreras Koob, 2010

D.R. © Hugh Drummond Durey, 2010

D.R. © Laura Roxana Torres Avilés, 2010

Primera edición, Pluralia Ediciones e Impresiones, 2010

D.R. © COMISIÓN NACIONAL PARA EL CONOCIMIENTO Y USO DE LA BIODIVERSIDAD

Las características de esta edición son propiedad de:

Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad

Av. Liga Periférico–Insurgentes Sur 4903, Col. Parques del Pedregal,

Tlalpan, C.P. 14010, México, D.F.

D.R. © PLURALIA EDICIONES E IMPRESIONES, S. A. DE C. V.

Las características de esta edición son propiedad de:

Pluralia Ediciones e Impresiones, S.A. de C.V.

Av. Centenario No. 4, Col. Del Carmen, Delegación Coyoacán, C.P. 04100, México, D.F.

[email protected]

ISBN: 978-607-7655-03-9

Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio mecánico, químico

o electrónico sin la autorización escrita de los titulares de los derechos.

Impreso en México / Printed in Mexico

P. 2 : L A S O M B R A D E U N G A R Z Ó N C E N I Z O S E R E F L E J A

E N T R E L A S A G U A S D E U N A P O Z A D E M A R E A .

P. 5 : B O B O S C A F É S Y D E P ATA S A Z U L E S

L L E N A N E L C I E L O A L ATA R D E C E R .

P P. 6 - 7 : L A S F R A G ATA S S O N L A S A V E S

M Á S A B U N D A N T E S D E L A I S L A .

P P. 8 - 9 : F U E R T E S O L A S R O M P E N

E N L A P L A Y A D E L O C A S O .

P. 1 2 : L A G A V I O TA P L O M A E S

A LTA M E N T E T E R R I T O R I A L .

P. 2 9 : E L O L E A J E G O L P E A L A B A S E

D E L A C A N T I L A D O M A Y O R .

P. 3 0 : D E TA L L E D E L P L U M A J E D E U N

B O B O D E P ATA S A Z U L E S .

P P. 1 5 2 - 1 5 3 : L A G O C R Á T E R .

P P. 1 5 4 - 1 5 5 : P L A Y A D E L O C A S O .

Agradecemos a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad

(CONABIO), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), al Gobierno del

Estado de Nayarit a través de los Servicios de Educación Pública del Estado de Nayarit

(SEPEN) y el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit (CECAN), así como a la

Universidad Autónoma de Nayarit, su valiosa aportación para la realización de este proyecto.

Los editores.

Agradezco a la isla y sus pobladores permitirme conocer a Martha.

Claudio Contreras Koob.

10

PRESENTACIONES

Nayarit es una entidad privilegiada en cuanto a recursos

naturales se refiere. Con 300 kilómetros de costa, las

bellas aguas del Pacífico mexicano bañan sus playas.

Tierra adentro, el estado tiene lagunas, sierras, valles,

presas y pueblos con encanto único. Nayarit es un lugar

cautivador, y como prueba de ello, hoy muestra a todos los lectores de

esta magnífica obra uno de los secretos mejor guardados del Pacífico

nayarita: Isla Isabel. Santuario de aves.

Este libro ofrece una visión extraordinaria de una de las islas más nota-

bles de México: un paraíso ubicado frente a las costas de la entidad, un

lugar privilegiado no sólo por su belleza sino también por su importancia

ecológica. Con sólo ochenta y dos hectáreas de extensión, Isla Isabel es

única por su majestuosidad y trascendencia biológica a nivel mundial, al

ser refugio y sitio de anidación para un importante número de aves mari-

nas que sólo allí pueden ser observadas.

Isla Isabel se encuentra en la ruta de las ballenas jorobadas; su vegeta-

ción y ubicación estratégica han logrado que 92 especies de aves, la mayo-

ría transeúntes, usen el territorio insular como sitio de descanso durante

sus viajes migratorios o para visitas temporales.

La isla fue declarada Parque Nacional el 8 de diciembre de 1980 con el

objetivo de conservar su biodiversidad y belleza escénica, además de per-

mitir el desarrollo de la investigación científica.

Por esta razón, y como fruto de casi tres décadas de trabajo en la zona, la

Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Guadalajara,

así como otros centros educativos del país, han conseguido acrecentar el

conocimiento sobre la flora y la fauna, la ecología y la biología reproductiva

de diversas especies, además de los aspectos geomorfológicos y socioeco-

nómicos del lugar. En este sentido, Isla Isabel es un lugar emblemático que

ha aportado información trascendente para los investigadores de todo el

mundo en temas de la mayor relevancia para la Biología Evolutiva moder-

na, así como sobre el impacto del fenómeno del Niño en el Pacífico.

En Isla Isabel se reproducen de 17 mil a 20 mil aves de nueve especies;

allí pueden observarse la fragata magnífica, el bobo de patas azules, el

bobo café, el bobo de patas rojas, el pelícano café, el ave del trópico o

rabijunco —considerada una especie amenazada y sujeta a protección

especial para su conservación—, la gaviota ploma o parda, también bajo

protección especial, además de la pericota y la golondrina café o boba.

Gracias al hermoso libro que tienes en tus manos, podrás deleitarte con

la visión que tiene de la isla Claudio Contreras Koob, fotógrafo excepcio-

nal que ha dedicado su tiempo e imaginación a capturar con su lente este

refugio natural. Además, contiene un espléndido ensayo introductorio escri-

to por los destacados investigadores Hugh Drummond y Roxana Torres,

quienes aportan una visión global de la historia del lugar y los alcances

logrados por la investigación científica realizada ahí desde los años ochen-

ta del siglo pasado, además de presentar información detallada sobre cada

una de las aves marinas sujetas a estudio.

La lectura y la contemplación detenida de esta obra te transportará a esa

isla única para convertirte también en un observador privilegiado de las

maravillas que ahí existen.

Es un honor para mí darte la bienvenida a Nayarit y a Isla Isabel, uno de

los secretos mejor guardados del Pacífico mexicano.

Lic. Ney González SánchezGobernador Constitucional del Estado de Nayarit

La conservación de la naturaleza representa, por muchas razones

cada vez mejor comprendidas, la construcción de futuro para la

vida de todas las especies, incluyendo la humana. Esto quiere

decir que la naturaleza no necesita de nosotros sino somos noso-

tros quienes dependemos de ella. Sin embargo, esta noción tan

sencilla y contundente no es refrendada en la actitud que como humanidad

tenemos respecto de la misma.

El reconocimiento de nuestra dependencia es el que ha originado los

pocos visos de sostenibilidad que hemos sido capaces de elaborar y con-

tinúa siendo el aliciente y la esperanza para que eventualmente hagamos

caso de lo que como seres “racionales” vamos encontrando. Es por ello

que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas —como una ins-

titución que basa sus decisiones en el mejor conocimiento disponible—

fomenta y a la vez depende de que la base de dicho conocimiento se vaya

ampliando. Creemos firmemente que, además de conocimiento, la socie-

dad requiere ser transformada en su forma de vivir y apropiarse de la natu-

raleza hacia patrones más sostenibles, a través de una verdadera evolución

cultural que se dirija hacia la conservación del mundo natural.

Por esta razón, nos da mucho gusto ser testigos y participantes, junto a

los protagonistas, de la conjunción de conocimiento y cultura expresados

en este libro sobre el Parque Nacional Isla Isabel.

Isla Isabel fue reconocida desde hace décadas como un “santuario de

aves” y esa fue la principal razón de lograr su decreto en 1980. Si bien así

era definida, mencionada e incluida en valoraciones generales de la biodi-

versidad regional, no fue objeto de investigaciones específicas sino hasta

más tarde. Hace 25 años, cuando esta isla se encontraba abandonada de

la atención pública y amenazada por un afortunadamente fallido proyecto

turístico (el esqueleto de un “elefante blanco” que era más motivo de ver-

güenza que de potencial), iniciaron allí su labor investigadores de la UNAM.

A ellos, una vez que hubo una historia que contar, se han sumado un exce-

lente fotógrafo y un grupo editorial para quien el libro no es una simple

producción más sino un reflejo de su vocación.

En Isla Isabel se ha desarrollado un trabajo que desde el principio requi-

rió de gran disciplina para mantener el rumbo. Un rumbo alimentado por

una convicción y compromiso que proporciona a los investigadores una

energía que para muchos otros es difícil de entender. Sólo esa energía

puede explicar la persistencia —obstinación dirían otros— con que se logra

año con año, temporada tras temporada, con altibajos y riesgos, mantener

una investigación de largo plazo. En el investigador, la creatividad es nece-

saria para entender el momento y el sentido de su trabajo y para mante-

nerlo vigente sin sacrificar su objetividad y valor en el tiempo. Es la misma

creatividad que requiere el fotógrafo y el editor para lograr transmitir la

belleza de la naturaleza y aportar, más que un collage de imágenes y tex-

tos, una unidad de propósito que contribuya a la conservación con una

visión de futuro. De esta manera es posible abonar permanentemente a la

ampliación del conocimiento y la cultura para la conservación.

Gracias a todos por esta entrega de tantos años y de tanto esfuerzo, y

por hacer a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas partícipe

de este momento de concreción. Que sigan dando muchos frutos para

beneficio de Isla Isabel, de México y de nuestro planeta. A los lectores:

Disfruten de este bello libro y lo que representa.

Dr. Ernesto Enkerlin HoeflichComisionado de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas

11

jramirez
Typewritten Text
jramirez
Typewritten Text

13

En el horizonte azul de las costas del estado de Nayarit y sobre

la plataforma continental que rodea la costa del Pacífico se

encuentra una pequeña isla llamada Isabel. Su origen se

remonta hasta aproximadamente 3.5 millones de años, y sus

formas se deben a los restos de nueve antiguos cráteres vol-

cánicos. Con el paso del tiempo y bajo los efectos de la erosión marina,

eólica y pluvial, así como por los movimientos terrestres naturales, los crá-

teres se han ido moldeando hasta producir las elevaciones, los acantilados

y los isleos (fragmentos rocosos de la misma isla separados por el mar) que

configuran su territorio. Sólo un cráter conserva su fisonomía original y en

su interior mantiene un plácido lago con un diámetro de 270 metros. El

agua que contiene el lago cráter es 68 por ciento más salada que la del

mar que rodea la isla, probablemente debido a la falta de conexión con el

océano o algún otro drenaje. Aun cuando la mayor parte de la isla está for-

mada por cerros y acantilados, tiene también dos planicies de forma casi

circular, resultado del relleno de antiguos cráteres destruidos. Al este se

AVES MARINAS ENISLA ISABEL

HUGH DRUMMOND Y ROXANA TORRES

encuentran dos de los isleos más atractivos, dos enormes rocas de 20 y 30

metros de altura respectivamente, conocidas como Las Monas, y al noro-

este se aprecia un isleo en forma de media luna —de 15 metros de altura

y alrededor de 50 metros de largo— conocido como Cerro Pelón.

Isla Isabel se ubica en línea recta a 28 kilómetros de la costa de Nayarit

y a 61 kilómetros al suroeste de Islas Marías. Los pescadores y turistas que

la visitan viajan desde San Blas (a 70 kilómetros) y Boca de Camichín (a 35

kilómetros), ambos en el mismo estado de Nayarit. El clima es tropical sub-

húmedo con lluvias en verano, y la temperatura promedio mensual oscila

entre 22°C durante enero, el mes más frío, y 30°C en septiembre, el mes

más caliente.

La isla está circundada por acantilados y playas de formas muy diversas.

En la Playa de Las Monas, de arena color canela y granos finos, se pueden

encontrar restos de corales, cangrejos y moluscos de varias especies, así

como algunas aves playeras. En contraste, al sur de la isla, casi siempre

rodeada de pangas y cubierta por fragmentos de corales blancos debido

14

al efecto del sol y el agua de mar, se encuentra Bahía Tiburonera o Bahía de

Pescadores. Más pequeña, pero con un encanto particular, la Playa de Las

Iguanas tiene apenas 40 metros de largo y una parte de ella es una cueva,

mientras que Playa del Ocaso, formada por derrames de lava y restos de

coral y ubicada entre dos acantilados, es un lugar perfecto para deleitarse

con los sonidos y formas de las olas que rompen contra las rocas.

Pese a que cuenta con una superficie de sólo 82 hectáreas, la isla resul-

ta excepcional por su belleza y por su importancia biológica. La vegetación

está compuesta principalmente por un bosque tropical caducifolio forma-

do por dos especies, el roache y la tomeca o papelillo. El roache es la espe-

cie más abundante —llegando a formar bosques exclusivos— y la altura de

este frágil árbol varía entre los dos y los nueve metros, dependiendo del

suelo y la humedad, en tanto que la tomeca alcanza una altura entre los

dos y los cinco metros. Existen también zonas cubiertas por pastizales y

algunas especies que han sido introducidas como piña, plátano, limón,

coco, caña de azúcar y papaya.

En la isla se reproducen siete especies de reptiles: iguana café, iguana

verde, lagartija espinosa, lagartija rayada, cuija, culebra falsa coralillo y

culebra de cristal. Los cangrejos terrestres, como el cangrejo ermitaño, son

muy abundantes y se les puede encontrar casi en cualquier rincón.

Isla Isabel se encuentra en la ruta de las ballenas jorobadas, de ahí que

en las inmediaciones —durante los meses de diciembre a abril— sea posi-

ble observarlas mostrando sus enormes cuerpos fuera del agua o nave-

gando acompañadas de sus crías. En la zona marina cercana a la isla tam-

bién se pueden encontrar tortugas marinas (golfina, prieta y carey), delfi-

nes y orcas. Un estudio reciente reportó la presencia de 24 especies de

tiburones y rayas en los alrededores, lo que representa una diversidad

relativamente alta de este grupo de peces selacios tan diezmados por la

actividad humana.

La isla es un lugar particularmente especial por su importancia como

refugio y sitio de anidación para gran número de aves. Han sido reporta-

das allí 92 especies, la mayoría transeúntes que utilizan su territorio como

sitio de descanso durante sus viajes migratorios o para visitas temporales

que les permiten el aprovechamiento de los recursos disponibles.

Sin duda, los habitantes más notables son las aves marinas. En Isla Isabel

se reproducen alrededor de 17 mil a 20 mil aves pertenecientes a nueve

especies: la fragata magnífica, el bobo de patas azules, el bobo café, el

bobo de patas rojas, el pelícano café, el ave del trópico o rabijunco (consi-

derada una especie amenazada y sujeta a protección especial para su con-

servación), la gaviota ploma o parda (también bajo protección especial), la

pericota y la golondrina café o boba. Estas aves aprovechan la abundancia

de peces sobre la plataforma continental, cerca del límite sureño de las

frías y productivas aguas de la Corriente de California. Sin embargo, algu-

nas especies también sobrevuelan las profundas y menos productivas

aguas “azules” del Océano Pacífico, explotando los pequeños parches de

peces pelágicos más allá de la plataforma continental.

Acostumbradas a anidar en pequeñas islas oceánicas donde los depre-

dadores terrestres son escasos, las aves marinas son relativamente dóciles

y fáciles de observar. En consecuencia, durante los últimos 29 años algu-

nas especies se han convertido en modelos de estudio para el entendi-

El lago cráter es uno de los nueve cráteres que dieron origen a la isla Isabel.

15

miento de las relaciones de pareja y el conflicto y cooperación entre fami-

liares, así como otros temas de la Ecología Conductual moderna.

EL BOBO DE PATAS AZULES

En Isla Isabel anidan aproximadamente tres mil bobos de patas azules,

conocidos a lo largo del continente americano por sus despliegues sor-

prendentes y graciosos, además de la alegre conmoción en sus colonias. En

ellas, cientos de adultos parecen entretenerse continuamente gruñendo y

chiflando mientras posan y caminan exhibiendo sus brillantes patas. Los

machos pesan aproximadamente 1,280 gramos y las hembras 32 por cien-

to más. Durante el cortejo, que inicia entre los meses de noviembre a enero,

los machos establecen un territorio desde el cual despliegan una serie de

movimientos y vocalizaciones para atraer a las hembras. En la ejecución de

uno de los despliegues más llamativos y frecuentes, “apuntando al cielo”,

extienden sus alas rotándolas hacia adelante, levan-

tan las plumas de la cola, apuntan con el pico al

cielo y producen a la vez un llamado en forma de sil-

bido o gruñido; finalmente, terminan levantando las

patas alternadamente de forma exagerada y, en

algunos casos, realizando una pequeña caminata.

Por su parte, las hembras pasean entre los territo-

rios de los machos y, cuando encuentran un indivi-

duo atractivo, se acercan respondiendo también

con despliegues recíprocos. Una vez que la pareja

ha sido seleccionada, machos y hembras se cortejan

periódicamente hasta seis horas al día, intercam-

biando despliegues y exhibiendo ostentosamente

sus patas azules en lo que parece una danza rituali-

zada. Este sorprendente cortejo es un proceso

importante para las decisiones reproductivas de

ambos miembros de la pareja y puede durar hasta

seis semanas.

Las patas azules de los bobos

El color de las patas es una de las características más atractivas de estas aves.

En los animales, algunos rasgos extravagantes (llamados señales sexuales u

ornamentos, como el canto o el color del plumaje en aves) funcionan como

señales y son clave para la reproducción, ya que ayudan en la obtención y

defensa de la pareja. En el bobo de patas azules, el color de las membranas

de las patas varía de un azul turquesa a un azul oscuro y se ha descubierto

que este rasgo opera como una señal sexual. A diferencia del color en el plu-

maje de otras aves, el color en las membranas es una señal dinámica que

puede cambiar en cortos periodos. Por ejemplo, un mal día de pesca puede

reflejarse en un color de patas azul oscuro. El color de las patas cambia tam-

bién en relación con el periodo reproductivo: durante el cortejo es un azul

turquesa brillante y se vuelve azul más oscuro durante la incubación y la

crianza. En los machos, tal intensidad de color parece indicar su capacidad

para alimentar y cuidar a su progenie, ya que está

relacionado con el buen crecimiento de sus crías. En

estas aves entonces, el color de las patas indica la

condición nutricional y de salud, y podría señalar qué

tan buen padre es un individuo. Recientemente se des-

cubrió que el color de las patas varía con la edad:

durante el cortejo, las aves más jóvenes despliegan

patas de un azul turquesa muy intenso que, con el paso

de los años, va cambiando a un azul más oscuro. Todo

lo anterior sugiere que el color de las patas de los

bobos brinda información relevante para elegir o eva-

luar a una pareja, y para decidir, en función de la con-

dición de la pareja, cuánto será invertido en las crías.

Pero, ¿realmente utilizan las hembras el color de

las patas de los machos para elegir y evaluar a sus

parejas? ¿Son capaces de usar esta información para

decidir cuántos huevos poner o cuánto invertir en

las crías? Efectivamente, las hembras disminuyenUn macho de bobo de patas azules.

sus despliegues de cortejo y copulan menos cuando sus parejas cambian

de un color de patas azul turquesa a un azul más oscuro. Más aun, cuando

el color de las patas de sus parejas cambia a un azul oscuro durante el

periodo de puesta, las hembras ponen huevos más pequeños y menos

pesados, lo que disminuye las probabilidades que las crías tienen de

sobrevivir. Es decir, las hembras utilizan el color de las patas de los machos

para elegir y evaluar a la pareja, y pueden modificar su inversión en el

huevo cuando la pareja sufre un cambio dramático en el color de sus patas.

Las hembras también tienen las membranas de las patas de color azul,

aunque durante el cortejo muestran un tono más oscuro que el de los

machos. En muchas especies son los machos los que despliegan ornamen-

tos exagerados; no obstante, en algunos casos, las hembras también poseen

ornamentos menores, iguales o inclusive mayores a los que exhiben los

machos. Durante mucho tiempo se consideró que tales rasgos en las hem-

bras no constituían señales sexuales, ya que no cumplían ninguna función

en la elección de pareja y sólo resultaban como consecuencia de una corre-

lación genética con un rasgo que se presentaba en los machos. Aun así, en

especies donde el macho participa en el cuidado y crianza de la progenie,

es de esperarse que los machos también sean selectivos al elegir pareja. El

macho de los bobos de patas azules prefiere a las hembras con patas de

color azul turquesa brillante (las hembras con patas más oscuras reciben

menos cortejo de sus parejas y de machos vecinos). Tal preferencia del

macho podría resultar del hecho que las hembras con patas de color tur-

quesa brillante producen puestas más grandes y que las patas de color azul

oscuro indican una baja condición nutricional. Al preferir hembras con patas

azul turquesa brillante, los machos están eligiendo hembras más fecundas

y en mejor condición nutricional. En conclusión, en esta especie el color de

las patas parece ser una señal sexual favorecida por elección mutua.

Crianza y conflictos familiares

Los bobos de patas azules son socialmente monógamos; es decir, un macho

y una hembra crían juntos a sus pollos. Sin embargo, igual que con la mayo-

ría de las aves, la monogamia es combinada con infidelidad. Pese a que

algunas parejas pueden permanecer juntas a lo largo de varios años, en

cada época reproductiva los dos miembros de cada pareja suelen cortejar

y copular con individuos adicionales: sus amantes. Tanto el macho como la

hembra se protegen de dichas infidelidades vigilando de cerca a su pareja,

aunque de cualquier modo ocurren cópulas clandestinas (¡a veces flagran-

tes!) con los amantes. La infidelidad genera conflictos de intereses y los ries-

gos no son simétricos para los dos sexos. Si una hembra copula con un

macho extra, podría resultar que algunas de las crías en el nido no sean

hijos del macho pareja. Como la inversión en la crianza es larga y costosa,

los machos tratan de evitar ser engañados por una hembra infiel y terminar

alimentando a crías ajenas. En ocasiones, cuando un macho no ha podido

vigilar adecuadamente a su pareja y, por tanto, no está seguro de ser el

padre genético de la cría, expulsa al huevo sospechoso del nido, come-

tiendo infanticidio. Las hembras no están exentas de riesgos, dado que a

veces alguna vecina, aprovechando alguna distracción, intenta poner un

16

Dos crías de bobo patas azules con uno de sus padres.

huevo en su nido. La hembra, por supuesto, resiste este tipo de parasitis-

mo, expulsando a la vecina tan pronto como la detecta, pero el macho no

se muestra tan decidido, ¡tal vez porque a veces la vecina es su amante!

La mayoría de las hembras ponen sus huevos entre enero y febrero, aun-

que algunas lo hacen mucho más tarde; todavía en julio se pueden encon-

trar nidos con huevos recién puestos, a pesar de que estas puestas tardías

pocas veces tienen éxito. Dentro del territorio establecido por el macho y

luego de decidir en conjunto dónde conviene localizar el nido, el macho y la

hembra escarban una depresión somera en el suelo arenoso del bosque. Los

huevos que la hembra pone (uno a tres) implican un compromiso de medio

año de cuidado parental por parte de los dos padres: 40 días de incubación

seguidos por cuatro o cinco meses de cuidado, defensa y alimentación de

las crías. Los dos adultos se coordinan para atender continuamente a sus

polluelos, y hasta diez veces por día, incluida la noche, regurgitan en sus

bocas los peces que han capturardo en su última excursión océanica. En esta

etapa, el éxito depende de las condiciones ambientales; en especial si las

aguas calientes del fenómeno climatológico conocido como El Niño están

mermando los cardúmenes de sardinas y anchovetas en la plataforma conti-

nental. Cuando esto ocurre, suele desatarse una gama de conflictos violen-

tos que, con frecuencia, se resuelven por medio del fratricidio e infanticidio.

¡En pocas especies de animales quedan tan patentes los conflictos de inte-

reses entre familiares y los que surgen entre vecinos, así como las tácticas

adoptadas para obtener ventajas o matizar desventajas!

Conflictos entre hermanos

Las hembras suelen poner dos o tres huevos, aun cuando las perspectivas

de la pesca sean adecuadas para alimentar a sólo una o dos crías. Los hue-

vos extra funcionan como “pólizas de seguro”, pero también generan con-

flictos familiares. Estos huevos extra sustituyen a los que son depredados

por la gaviota ploma o que resultan ser infértiles y, en años de buena

pesca, es posible que la nidada completa pueda sobrevivir. Cuando la

nidada completa eclosiona es conveniente alimentar a todas las crías hasta

que emplumen o, si la pesca va mal, hasta comprobar que efectivamente

no alcanza para todas. En esta situación, lo conveniente para la familia es

que muera una cría para garantizar la supervivencia y el bienestar de las

demás, aunque obviamente a ninguna de las crías le conviene ser la victi-

ma, ¡mejor que muera un hermano! Este conflicto básico de intereses entre

hermanos es orquestado por la madre, quien pone y eclosiona sus huevos

a intervalos de cuatro días, poniendo en clara desventaja a los hijos de

menor edad.

En este marco de conflicto, en cada nidada de dos crías la mayor ase-

gura su prioridad en la repartición de alimento y su dominancia psicológica

sobre la menor, agrediéndola todos los días a partir de la eclosión. Los pico-

tazos y mordidas dirigidos principalmente a la nuca y el cráneo (¡inclusive a

los ojos!) no matan ni causan heridas, pero aplicados regularmente condi-

cionan al consanguíneo a aceptar el papel de hermano subordinado duran-

te la convivencia de varios meses en el territorio familiar. El hermano menor,

en cambio, luego de fracasar rápidamente en imponerse agresivamente,

defiende sus propios intereses sometiéndose a la agresión, lo cual aplaca la

violencia del hermano y asegura la armonía de una relación concertada de

dominancia-subordinación. Sin embargo, en una minoría de nidadas, si la

cría menor detecta señales de debilidad en su hermano, monta una cam-

paña de resistencia agresiva y, con el tiempo, logra derrocarlo. Dado que

las crías dominantes responden a la insubordinación aumentando los ata-

ques, una cría menor sólo puede invertir la relación de dominancia si es

capaz de sostener sus ataques durante varios días o semanas de repetidas

batallas. A pesar de ello, para la gran mayoría de las crías menores es más

conveniente conformarse con el papel de subordinada.

El éxito de los dos padres en la pesca es lo que determina si las crías

hermanas convivirán hasta emplumar e independizarse de los padres, o si

la cría más subordinada de la nidada será eliminada. La señal que desata

el fratricidio es el hambre de la cría dominante. Los padres casi nunca

intervienen abiertamente en el conflicto entre sus crías y si intentan influir

en la violencia fratricida es sólo de manera sutil, moderando su aportación

17

de alimento o la repartición del

mismo. Así, cuando las sardinas y

anchovetas transferidas a la cría

dominante son insuficientes y su

peso desciende 75 a 80 por cien-

to de lo normal, los picotazos y

mordidas dirigidos al hermano

subordinado aumentan hasta en

un 500 por ciento, provocando la

marginación y, con el tiempo, su

salida forzada. Algunas de las

crías subordinadas que huyen de

su nido logran burlar las defensas

de una pareja de vecinos y se

vuelven parásitos, colocándose

como hijos adoptivos que compi-

ten por alimento con los hijos genuinos. No obstante, la mayoría de las

crías expulsadas son detectadas y ferozmente atacadas por los adultos

vecinos y mueren debido a lesiones múltiples, inanición o estrés térmico.

Victimas de la sobreproducción de huevos y la agresión fratricida, termi-

nan como alimento de los cangrejos, las gaviotas, las ratas o, antes de que

fueran erradicados de la isla, los gatos ferales (gatos domésticos que se

convierten en montaraces).

Curiosamente, en la competencia entre crías hermanas, el entrena-

miento de los individuos en la dominancia-subordinación es tan fuerte que

el tamaño superior de las hembras tiene poca importancia. A partir de la

eclosión, las hembras de este bobo crecen más rápido que los machos

(¡aún cuando reciben la misma cantidad de alimento!), llegando a ser, en

promedio, 27 por ciento más pesadas. En consecuencia, a las seis semanas

de edad una hembra rebasa en tamaño a un hermano macho mayor, pero

en esa etapa el entrenamiento de los dos está completo, por lo que ella

sigue sometiéndose y él sigue dominándola.

Más sorprendente aún resulta que la dominancia-subordinación en la

infancia no deja grandes huellas en el adulto. Con el paso del tiempo, las

crías subordinadas y dominantes que sobreviven hasta el emplumado

regresan en números similares (37 y 41 por ciento respectivamente) para

anidar en la misma colonia, lo cual indica que no difieren en su capacidad

de pescar y sobrevivir. Pero es posible que no sean del todo equivalentes

en sus capacidades; hay indicaciones de que las ex-subordinadas logran

anidar más temprano en la época y producir más progenie propia que los

ex-dominantes. ¿Será que la experiencia de la subordinación durante la

infancia templa el carácter? ¿O que el ejercicio de la dominancia durante

la infancia desgasta a las crías? Y, ¿por qué será que en algunas genera-

ciones son los ex-dominantes quienes prosperan, mientras en otras gene-

raciones les ganan los ex-subordinados? Realizando análisis detallados de

los curricula vitae de miles de aves anilladas, los biólogos de la UNAM están

intentando contestar estas preguntas.

Algunas crías abandonan la isla y migran cientos de kilómetros al norte

para establecerse en otras islas; aunque son las menos. La mayoría de las

crías escoge reproducirse en su isla natal, colocando su primer nido a

menos de 30 metros del nido donde nacieron, dos y seis años antes ¡y a

una distancia similar de los nidos actuales de sus progenitores! Todo pare-

ce indicar que los bobos regresan a anidar año con año en Isla Isabel hasta

que mueren. Es probable que algunos individuos vivan hasta 20 o 30 años,

pero a partir de los diez a doce años muestran efectos de senescencia.

EL BOBO CAFÉ

En Isla Isabel hay entre mil y 1,500 nidos del bobo café, una ave más dis-

creta y pequeña que el bobo de patas azules. Los machos pesan poco

menos de un kilo y las hembras 31 por ciento más. Estas aves llevan a cabo

su cortejo a lo largo de varias semanas durante los meses de mayo a julio,

realizando despliegues aéreos y en tierra firme. Posiblemente más ágiles

que el bobo de patas azules, los machos son incluso capaces de realizar

despliegues elaborados durante el vuelo, como el despliegue “apuntando

18

Una pareja de bobos patas azules.

al cielo”. El macho es quien establece el territorio, aunque en algunos

casos son las hembras las que llegan primero y esperan hasta que aparez-

ca la pareja adecuada. Algunas parejas se mudan, pero otras regresan

exactamente al mismo sitio para reproducirse durante años sucesivos. Son

socialmente monógamas, y hay parejas que se mantienen juntas durante

varias temporadas reproductivas. Como ocurre con varias otras aves

monógamas, en el bobo café las cópulas extra-pareja son frecuentes y se

han reportado casos de bigamia, en los que un macho o una hembra cor-

tejan, copulan y tienen un nido con huevos de dos parejas diferentes.

El bobo café anida en plena época de lluvias, varios meses más tarde

que su congénere de patas azules. Tal vez para evitar la inundación de sus

nidos los construye amontonando pastos y los emplaza en laderas con

pendientes pronunciadas. Parecido a su congénere de patas azules en

muchos aspectos, el bobo café tiene que realizar excursiones más largas

con el fin de obtener suficientes peces para su progenie y el fratricidio

entre sus crías es incondicional.

Igual que el bobo de patas azules, el bobo café consigue toda su comi-

da echándose clavados y persiguiendo los peces bajo el agua pero, al

parecer, sólo aporta suficiente alimento para una cría. La mitad de las

parejas ponen un sólo huevo y la otra mitad, dos huevos. El segundo

huevo sirve únicamente como póliza de seguro, por si el primero es depre-

dado por una culebra o una gaviota o resulta infértil. Por ello, en las fami-

lias donde eclosionan dos huevos y ninguna de las dos crías es depredada,

una cría sale sobrando y debe ser eliminada. Lo más probable es que los

padres tengan la capacidad de alimentar dos crías, pero no están dispues-

tos a esforzarse tanto porque implicaría un desgaste que los podría con-

ducir a una muerte prematura o, al menos, a una reducción en el número

total de crías que podrían producir a lo largo de su vida. Así, los padres de

dos crías son probablemente cómplices del fratricidio que siempre ocurre

en sus nidos, y quizás justamente para facilitarlo es que crean nidadas en

las cuales la cría mayor aventaja a la menor con cinco días de edad; lo cier-

to es que nunca impiden la agresión desatada entre sus crías.

Las crías, por supuesto, discrepan respecto de quién debería ser la víc-

tima; la segunda cría de bobo café no asume el papel de subordinada,

como suele hacer la segunda cría del bobo de patas azules, quien tiene

una elevada probabilidad de sobrevivir y emplumar junto con su hermano

mayor. Frente a la perspectiva de la eliminación incondicional, la segunda

cría de bobo café está dispuesta a lanzarse contra su hermano mayor e

intentar, por poco probable que sea, matarlo antes de ser ella la que

muera. No tiene nada que perder, y sus ataques decididos contra un rival

más grande y poderoso son virtualmente el único camino posible hacia la

supervivencia. Por su parte, la primera cría, frente a un rival dispuesto a

atacar desesperadamente y cuya desventaja de edad y tamaño tenderá a

desaparecer progresivamente con el paso del tiempo, se ve obligada a ani-

quilarla a la primera oportunidad.

En contraste con el bobo de patas azules, las segundas crías del bobo

café nunca aprenden a ser sumisas y las crías mayores no usan amenazas

vocales para controlar a sus hermanos; más bien, es una lucha desatada,

desigual y casi siempre letal. Además de los picotazos y mordidas que

caracterizan a sus congéneres, los bobos café utilizan una conducta propia

19

Detalle de la cabeza de una macho de bobo café.

y que claramente es una adaptación para conseguir no el sometimiento

sino la muerte inmediata del hermano. A unos cuantos días de edad, tanto

la primera como la segunda cría intentan atrapar a su rival con las mandí-

bulas, levantarlo, caminar rápidamente hasta la orilla del nido y soltarlo al

precipicio. Así, las segundas crías (o raras veces las primeras) son expulsa-

das del nido y, careciendo de capacidad locomotora para subir por la lade-

ra y reingresar, mueren afuera en unas cuantas horas.

Extrañamente, los padres ocasionalmente cuidan a una cría expulsada,

tocándola con el pico y, cuando la cría queda sobre la ladera del nido, aco-

modan pastos en su alrededor. Sin embargo, dado que ésa es la única

ayuda que brindan y que no es suficiente para salvar a la cría, es poco pro-

bable que la selección natural haya favorecido el rescate parental de las

crías expulsadas.

EL BOBO DE PATAS ROJAS

En pocas visitas a Isla Isabel se logra observar a los bobos de patas rojas.

Se reproducen en la isla todos los años entre febrero y julio, pero la colo-

nia que allí existe nunca llega a más de diez parejas. El de patas rojas es el

más pequeño de los tres bobos que anidan en la isla: los machos pesan 880

gramos y las hembras siete por ciento más. Estas aves colocan sus nidos uno

cerca del otro en las ramas superiores de los árboles. El macho trae la mayo-

ría de las ramitas y es principalmente la hembra quien construye el nido.

Este bobo destaca por la

sutil belleza de los tonos de

su cara y el sorprendente

rojo de sus membranas digi-

tales, pero su característica

más excepcional es la exis-

tencia de dos morfos: algu-

nos individuos son blancos y

otros café, sin que existan

morfos intermedios.

Volando a 46 kilómetros por hora, este bobo realiza excursiones de pesca

hasta cientos de kilómetros sobre las poco productivas aguas azules del

Pacífico. Se echa clavados para atrapar a los peces y calamares que huyen

de los depredadores pelágicos, y aprovecha la agilidad que le confieren sus

alas y cola largas para capturar peces voladores en el aire. Parecido a los

otros bobos de la isla, el patirrojas puede usar tanto sus patas como sus alas

para impulsarse debajo del agua y pescar a sus presas; a veces desciende

varios metros para lograrlo.

En general, el bobo de patas rojas se reproduce por primera vez entre

los tres o cuatro años de edad; pone sólo un huevo y cuida una cría. Los

turnos de incubación de los padres varían entre uno y seis días, como con-

secuencia de sus largas excursiones de pesca. En contraste, los turnos del

bobo de patas azules y el bobo café, que duran unas cuantas horas, refle-

jan excursiones de pesca cortas, de sólo unas decenas de kilómetros.

Veintidós años es la vida más larga que se ha documentado de esta ave,

pero es probable que una minoría de bobos de patas rojas sobreviva bas-

tante más.

LA FRAGATA MAGNÍFICA

La fragata magnífica o tijereta es, sin duda, el ave marina más numerosa, vis-

tosa y bizarra de la isla. Aunque el número de individuos varía a lo largo del

año, en los periodos de mayor actividad pueden encontrarse entre seis mil

a siete mil tijeretas en la isla. En el aire parece un papalote delgado con cola

en forma de tijera y extraordinarias capacidades de vuelo. Es muy ligera gra-

cias a sus huesos porosos (todo el esqueleto seco pesa apenas 80 gramos) y

a que acumula muy poca grasa. La forma de su cuerpo es aerodinámica, con

un abdomen en forma de quilla semejante al que posee el diseño de un

barco. Es el ave que presenta la mayor envergadura de alas (casi dos metros)

en relación con su peso corporal (1,400 gramos el macho y 1,600 gramos la

hembra). Las plumas de la cola son largas (45 centímetros) y bifurcadas, y

funcionan como un timón y un freno, proporcionándole gran capacidad de

maniobra. Su vuelo combina largos periodos en los que las aves planean (un

20

Bobo de patas rojas.

tipo de vuelo muy económico en términos energéti-

cos) y periodos de aleteo activo en los que pueden

alcanzar velocidades muy altas.

A diferencia de otras aves marinas que se sumer-

gen para conseguir alimento, las fragatas nunca se

meten voluntariamente en el agua y sólo pescan en

la superficie. La mayoría de las aves presentan en la

base de la cola un saco llamado glándula uropigial,

que produce una mezcla de grasa y otras sustancias

que, con la ayuda del pico, aplican en sus plumas

para impermeabilizarlas mientras se acicalan. En las

fragatas esta glándula es muy pequeña, lo que les

impide engrasar sus plumas y, por tanto, sumergirse

en el agua para pescar. Realizan viajes de pesca de

cientos de kilómetros, muchas veces planeando a

gran altura mientras inspeccionan la superficie del

mar. Con frecuencia, antes de emprender un viaje,

se les ve planeando en círculos para ganar altura

aprovechando las corrientes de aire caliente que

suben desde la misma isla. Cuando se trata de pesca

directa, su dieta se compone de peces voladores y calamares que suben a

la superficie durante la noche. No obstante, aprovechando su capacidad

de vuelo y maniobra han desarrollado formas alternativas de alimentación:

robar las presas a otras aves y aprovechar los restos descartados por los

barcos pesqueros. Sólo las hembras y algunos juveniles practican la pira-

tería. Aun cuando las persecuciones son muy espectaculares por las pirue-

tas aéreas que realizan, el éxito es bajo y sólo seis por ciento de los inten-

tos de robo tienen éxito. En cambio, los desechos de barcos camaroneros

son presa fácil y representan aproximadamente 80 por ciento de la dieta

de esta especie.

La fragata magnífica anida por primera vez a edades de más de cinco

años y se ha especulado que puede sobrevivir más de 30 años.

Cortejo

Durante el cortejo, que ocurre entre los meses de

septiembre a febrero, los machos despliegan un

gran saco de color rojo en forma de globo, llamado

saco gular, que contrasta con su plumaje negro.

Dicho saco gular es una membrana inflable, locali-

zado abajo del pico. Por su parte, las hembras tie-

nen un plumaje con un gran parche blanco en el

pecho, que contrasta con su cuerpo negro. Al inicio

de la temporada reproductiva, los machos se man-

tienen perchados en las ramas de los árboles exhi-

biendo sus globos rojos con suaves movimientos

acompañados por el tamborileo de sus llamadas.

Las hembras sobrevuelan el área inspeccionando a

los machos antes de percharse junto al elegido. Una

vez juntos, hembra y macho permanecen perchados

en contacto físico por periodos de entre uno y 12

días. Durante este tiempo de “noviazgo” no se ali-

mentan ni dejan el sitio hasta que ocurre la primera

cópula. Con seguridad, cada quien demuestra su

calidad y su entrega, evaluando al otro (¡quedarse 12 días perchado bajo

los rayos del sol sin comer no debe ser tarea fácil!) Una vez iniciado el

periodo en que la pareja copula, el macho se aleja para traer ramas a la

hembra, quien dedica de siete a 23 días a la construcción del nido, entre-

tejiendo las ramas con su pico.

Cuidado parental y conflictos en la pareja

Ambos padres incuban su único huevo durante 56 días, alternándose apro-

ximadamente cada tres. Al nacer, las crías no pueden regular su tempera-

tura corporal, de modo que necesitan la presencia de un adulto para que

éste les proporcione calor durante la noche y las proteja de los intensos

rayos del sol durante el día. Aproximadamente a los 20 días de edad, el

21

Un juvenil de fragata posado sobre los árboles.

pollo es capaz de regular su temperatura y los padres empiezan a dejarlo

solo, regresando al nido únicamente para alimentarlo. Al principio, las ali-

mentaciones son frecuentes; sin embargo, en crías más grandes, éstas se

van espaciando y pueden transcurrir de tres a cinco días entre cada una

(aunque se tiene el registro de una cría que esperó durante ocho días para-

da en su pequeño nido bajo los intensos rayos del sol, antes de que sus

padres volvieran a alimentarla).

Para que una cría de fragata pueda sobrevivir hasta ser independiente,

necesita la alimentación de los padres por alrededor de un año y medio;

un periodo de crianza extremadamente largo en comparación con otras

aves. Durante las primeras semanas de la vida de un polluelo, el macho y

la hembra comparten de forma similar los cuidados y alimentación de la

progenie. Sin embargo, cuando la cría tiene entre uno y tres meses de

edad, el macho abandona el nido y se va de la isla dejando a la hembra

sola con la crianza por 12 a 15 meses más. Esta repartición de los cuidados

de la cría impone una limitación a las hembras, quienes sólo pueden repro-

ducirse cada dos años.

En contraste, los machos, al desertar temprano del cuidado de las crías,

pueden regresar a la colonia seis meses después (típicamente en octubre)

para intentar reproducirse en la siguiente temporada. De hecho, parecería

que hay una fecha límite para la deserción, puesto que hacia finales de

abril y principios de mayo todos los machos desertan de la crianza y de la

isla, dejando una colonia donde sólo pueden encontrarse hembras y crías.

Mediante el uso de radioemisores vía satélite sabemos que durante los

seis meses que se ausentan, los machos migran solos hacia otros sitios

(posiblemente de alimentación), incluso a varios miles de kilómetros de

distancia de la isla.

EL PELÍCANO CAFÉ

El pelicano café es enorme. Las hembras de esta subespecie pesan apro-

ximadamente 3,770 gramos y los machos 5,040 gramos, alcanzando un

máximo de 9.75 kilos. Es la única de las siete especies de pelícano en el

mundo que habita en el mar en lugar del agua

dulce, y la única que pesca sus presas echándose

clavados. Sus clavados no penetran tan profundo

como los de los bobos pero, en contraste, el peli-

cano café puede además pescar sentado sobre la

superficie del mar. Estas aves acostumbran clavar-

se desde una altura de hasta 20 metros, abriendo

las mandíbulas en el momento de entrar al agua y

cerrándolas al engullir los peces junto con una

cantidad de agua muy superior a su peso. Cuando

el pelícano levanta paulatinamente la cabeza, filtra el agua, tardando hasta un

minuto en drenar totalmente su buche y quedarse sólo con la carga de peces.

Los pelícanos pescan junto a la isla, y con frecuencia se agregan a la

pesca con los bobos y gaviotas plomas, cuando la comunidad de aves des-

cubre un manchón de peces en la superficie del mar. Además, hacen excur-

siones de decenas de kilómetros, casi siempre en pequeños grupos que

aletean y planean coordinadamente en formación de hilera o en “V”.

En el invierno, los pelícanos construyen alrededor de 100 nidos sobre el

suelo o sobre las copas de los roaches, formando pequeños manchones en

las aristas y las laderas escarpadas del valle central de la isla. El macho con-

sigue el material (ramitas) y la hembra construye. Ponen dos, o más común-

mente, tres huevos en intervalos de dos días, pero es raro que sobreviva una

nidada entera de tres crías. Igual que con el bobo de patas azules, las ter-

ceras y, ocasionalmente, las segundas crías suelen morir a través de fratrici-

dio, de modo que la nidada es “podada” para ajustarla a la capacidad ali-

menticia de los padres. En todas las nidadas, como rutina, ocurren picota-

zos, mordidas y amenazas vocales, siendo casi siempre la cría mayor quien

domina y lesiona a la otra con su enorme pico, mientras que la menor adop-

ta posturas de sumisión. Si el alimento que extraen las dominantes de las

cavernosas bocas de sus padres es insuficiente, intensifican sus ataques y

propician la muerte de sus hermanos por inanición o expulsión del nido, sin

que los padres hagan nada obvio para detener la agresión. Las crías exito-

22

Pelícano café.