Clientelismo Político- Resumen texto de Bárbara Schröter

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Clientelismo Político: ¿Existe el fantasma y cómo se viste? Bárbara Schröter- Resumen Decir de Schröter, existen múltiples nociones de Clientelismo político, interdisciplinarias todas ellas. No obstante difícilmente se logra dar cuenta fehacientemente sobre el fenómeno. Así y todo, la autora pretende realizar una revisión bibliográfica y elaborar una definición de Clientelismo, transversal a todas las disciplinas académicas. A I.- Clientelismo, ¿un concepto Social y/o Político? Clientelismo denota el intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos .” La noción es ampliada: “Clientelismo denota una categoría analítica para la investigación de relaciones informales de poder que sirven para el intercambio mutuo de servicios y bienes entre dos personas o grupos socialmente desiguales. Ello determina su carácter de relación diádica, en la cual una persona poderosa (El patrón) pone su influencia y sus medios en juego para dar protección y ciertas ventajas a una persona socialmente menos poderosa (El cliente) que le ofrece respaldos y servicios al patrón. Los actores en juego disponen de diferentes recursos que utilizan en un beneficio recíproco. En la bibliografía política es lugar común la utilización del concepto de Patronazgo, no obstante, el sentido semántico es símil. Clientelismo se utiliza en un sentido “desde abajo” (El punto de vista del cliente), mientras que patronazgo se ejerce “desde arriba” (Punto de vista del patrón). No obstante, el término alude comúnmente para denominar una forma particular de clientelismo, centrado en el intercambio de recursos públicos. Asimismo, autores como Pritzl, puntualizan que el patronazgo se condice con formas de restricción, basada en criterios de discriminación irregular, al acceso de cargos públicos o servicio de un cargo público. Así pues, la particularidad del patronazgo, estriba

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Clientelismo Político: ¿Existe el fantasma y cómo se viste?

Bárbara Schröter- Resumen

Decir de Schröter, existen múltiples nociones de Clientelismo político, interdisciplinarias todas ellas. No obstante difícilmente se logra dar cuenta fehacientemente sobre el fenómeno. Así y todo, la autora pretende realizar una revisión bibliográfica y elaborar una definición de Clientelismo, transversal a

todas las disciplinas académicas.A

I.- Clientelismo, ¿un concepto Social y/o Político? “Clientelismo denota el intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos.” La noción es

ampliada: “Clientelismo denota una categoría analítica para la investigación de relaciones informales de poder que sirven para el intercambio mutuo de servicios y bienes entre dos personas o grupos socialmente desiguales.

Ello determina su carácter de relación diádica, en la cual una persona poderosa (El patrón) pone su influencia y sus medios en juego para dar protección y ciertas ventajas a una persona socialmente menos poderosa (El cliente) que le ofrece respaldos y servicios al patrón. Los actores en juego disponen de diferentes recursos que utilizan en un beneficio recíproco.

En la bibliografía política es lugar común la utilización del concepto de Patronazgo, no obstante, el sentido semántico es símil. Clientelismo se utiliza en un sentido “desde abajo” (El punto de vista del cliente), mientras que patronazgo se ejerce “desde arriba” (Punto de vista del patrón). No obstante, el término alude comúnmente para denominar una forma particular de clientelismo, centrado en el intercambio de recursos públicos.

Asimismo, autores como Pritzl, puntualizan que el patronazgo se condice con formas de restricción, basada en criterios de discriminación irregular, al acceso de cargos públicos o servicio de un cargo público. Así pues, la particularidad del patronazgo, estriba en detentar acceso a recursos públicos o el abuso que le prodiga la posición de su cargo.

Ya que la bibliografía politológica aún no extienden una conceptualización universal de clientelismo, el texto propone el esquema de dimensiones del clientelismo, de autoría de Weber-Pazmiño. Dichas dimensiones son:

A) Clientelismo Estructural (¿Quién?). B) Clientelismo Funcional (¿Qué?). C) Clientelismo Cualitativo (¿Cómo?). D) Clientelismo Social (¿Dónde?). E) Clientelismo Cultural (¿Cómo? [sic]).

Sin embargo, dado que los estudios más recientes, aún, no se inclinan por una definición universal, se propone en su lugar el siguiente concepto de clientelismo:”Es el intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos. Dado que intenta resolver problemas de distribución y mediar entre intereses diversos, siempre es político”.

A lo anterior, se añaden ocho atributos del clientelismo:

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Asimetría social de los contrayentes (Socios). Reciprocidad del intercambio y dependencia mutua. Carácter personal. Informalidad. Voluntad limitada.A ello, se le suman dos vínculos que posibilitan esta relación paradójica, en cuanto características definitorias adicionales: Confianza mutua. Lealtad.

II.- La Estructura del Clientelismo

La asimetría social de los actores del intercambio (Patrón y Cliente), refiere al control de los recursos a los cuales el patrón tiene un acceso privilegiado. Por tal condición, la diferencia de poder entre las personas se basa más en roles adquiridos que en su estatus social real.

Es lugar común señalar la victimización y explotación de los clientes por los patrones, mas, en el principio de una relación clientelar puede existir una idea caritativa y/o protección, del patrón, respecto a su protegido.

El patrón satisface las necesidades del cliente y representa sus intereses. Si no es capaz de organizar los recursos necesarios o no dispone de contactos necesariamente influyentes, el mismo se torna en cliente y busca un patrón, a fin de satisfacer las necesidades de su cliente.

Por lo tanto, y dado lo anterior, es factible graficar las relaciones clientelares como un modelo de díadas patrón-cliente apiladas. (Fomento de la competencia horizontal)

Ampliación del Esquema de Díada: La díada patrón-cliente puede ser extendida con un agente adicional, hacia una tríada, por el denominado broker. Éste actúa como instancia de mediación entre los intereses del patrón y del cliente, distribuye los bienes puestos por el patrón a disposición del cliente, como al mismo tiempo, está movilizando y controlando la contrapartida del cliente. De acuerdo a Graziano, tiene la función de un gate-keeper, que tanto como para el patrón como para el cliente restringe y acota el acceso al socio del intercambio.

Idealmente, es leal tanto como al patrón como al cliente, ya que ambos socios están sujetos a la confianza en su quehacer. Sin embargo, este no debe ser el caso necesariamente, ya que el broker es un tipo de empresario que gana por la mediación.

El objeto del intercambio entre patrón y cliente puede ser de tipo material o inmaterial: El patrón, respaldado en su capacidad y recursos económicos, personales o político-administrativos, ofrece protección material segura en caso de suscitarse un escenario de crisis. El cliente, por su parte, o bien ofrece servicios de trabajo (Por ejemplo, trabajo campesino, conocimientos técnicos o artesanales) o bien apoyo político a través de su voto.

Por otra parte, es factible la transacción de bienes (o beneficios) inmateriales: el patrón puede representar los intereses jurídicos de sus clientes (Bajo la forma de asuntos jurídicos y administrativos), como intermediación de trabajo o cargos públicos, o la representación de intereses frente a terceros. A cambio, el cliente queda sujeto a un compromiso de seguir su patrón, y serle leal. Por sobre todo debe garantizar la buena reputación y prestigio del patrón en sociedad, recabarle información y brindarle apoyo político en campañas electorales.

Para efectos de la definición de la relación clientelar, no es necesario determinar la naturaleza de los bienes intercambiados (públicos o privados), dado que el valor de los bienes intercambiados es

Las barras horizontales de la pirámide del esquema de díadas se encuentran en un mismo nivel (por ejemplo, amigos y familiares). Por ello, la autora plantea que esta esquematización de los sistemas clientelares favorece la competencia horizontal.- Cumple las funciones de agente que mediatiza en la evaluación, toma de decisiones y acceso a determinados intercambios clientelares.-

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subjetivo. Sin embargo, es recurrente que los bienes intercambiados tiendan a consolidar la legitimidad del patrón y el nivel de vida del cliente.

La relación entre cliente y patrón es personal: Ambos agentes deben conocerse bien a fin de consolidar una relación de lealtad y confianza. (lop-sided friendship, amistad interesada). Weber-Pazmiño introducen la salvedad de que esta relación es impersonal siempre que los agentes se vincularan por asuntos de negocios, detentar una función específica o por la obtención de una posición especial (cargo), dentro de una institución.

La relación patrón-cliente es informal: No está normada oficialmente, ni mediante algún tipo de legislación, ya que únicamente se adscribe en un aplano de relaciones basadas en valores étnicos y normativos. Ello hace que no pueda ser evaluada en cifras morales o ser afecta a sanción.

Hasta cierto punto la relación es voluntaria: No debe ser forzada por condiciones de vida precaria, violencia física ni psicológica. Así pues, resulta más factible la diferenciación de nociones como clientelismo, esclavitud y servidumbre. No obstante, la voluntad estriba en la existencia de alternativas (escoger entre dos patrones, o el nivel de decisión de los actores). Cuando la relación es forzada, se aleja de su naturaleza clientelar, ya que no puede garantizar ni seguridad ni protección, como asimismo no existe un piso de confianza (Desmedro en la potencia de patrón y cliente). No obstante, el margen de libertad no debe ser demasiado alto, ya que haría disminuir la lealtad del cliente.

Confianza Mutua: Dado que los intercambios clientelares se dan con cierto margen de desfase, la relación clientelar debe cimentarse en un presupuesto de confianza mutua, a fin de compensar la inseguridad respecto del cumplimiento del intercambio. De no existir dicha confianza, el patrón debe entregar incentivos para generar una motivación adicional, las cuales fácilmente pueden transformarse en coacción, Asimismo, resulta necesario vigilar el intercambio (monitoring), ya que el cliente suele incumplir su parte del contrato, si no considera que exista el nivel de confianza adecuado.

La confianza mutua decanta en lealtad al superarse las inseguridades previas, como asimismo, las relaciones de intercambio se establecen de manera duradera por el apoyo mutuo experimentado.

Por último, es necesario distinguir las dimensiones de la relación patrón-cliente frente al fenómeno del paternalismo: Éste refiere a una relación social entre agentes desiguales, dentro de cuyas dinámicas el más poderoso en términos sociales apoya al que lo es menos por su conducta solicita; el menos poderoso corresponde con confianza y lealtad en virtud de una actitud de cautela. Caso contrario, el clientelismo se distingue por la dependencia y el nivel o grado de libertad, más reducido: la asimetría es funcional del más poderoso y la conducta de los socios es más normativa que racional. Sin embargo, la relación patrón-cliente puede ser a su vez paternalista.

III.- Subtipos Clientelares

Dentro de la definición propuesta de clientelismo, raras veces se cumplen los requisitos de la definición, debido a los atributos mencionados, que a su vez, complementan la definición básica del concepto. Por ello, se trata de atributos que son mayoritariamente continuos y no categoriales: Su existencia no simplemente está o no está, sino que existe más bien en grado mayor o menor. De esta continuidad de los atributos deriva la potencia del concepto clientelismo.

De acuerdo a las variaciones de los atributos, es factible distinguir tres tipos de clientelismo: A).- Clientelismo Moderno: Se da en el caso de cambio o disolución del carácter personal de la

relación clientelar. Más en profundidad, esta categorización manifiesta el hecho que, dado el anonimato de la vida moderna (sobre todo en el medio urbano), las relaciones personales entre partido y cliente difícilmente logran sostenerse. El grado de sociabilización y conocimiento personal entre los socios varía, calificándose como un clientelismo sin compromisos (Ej.: Un cliente puede acudir en busca de un gestor o funcionario de la administración pública para solucionar determinado aspecto de sus necesidades, sin necesariamente conocerlo).

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B).- Clientelismo Forzado: Da cuenta del nivel de voluntad que caracteriza la relación clientelar. El intercambio puede ser forzado por la precarización material de la vida del cliente; el patrón por falta de confianza puede acondicionar mecanismos para monitorear el actuar del cliente, a fin de amenazarlo. Por otra parte, en una disputa o competencia entre varios patrones, los clientes pueden presionar y extorsionar al patrón.

C).- Clientelismo Ilusionario: Resulta del grado de confianza y lealtad entre los socios, el cual puede ser variable. Si existen dudas respecto el cumplimiento del contrato, la entrega de bienes y servicios queda en un plano de promesa, más que en el de un intercambio real; la confianza del cliente se diluye, y en consecuencia, su lealtad. Domina la ilusión sobre la relación clientelar existente, porque tampoco el patrón obtiene seguridad respecto a la lealtad del cliente. Sin embargo, se mantiene la oferta, por la ilusión de que se realice el intercambio. Con el grado de disolución de esos dos atributos, se disuelve a su vez la conceptualización de clientelismo.

IV.- Las Dimensiones del Clientelismo

La relación clientelar presenta dos dimensiones distintas: una dimensión racional y una dimensión normativa. Ayuero las expone como la concepción instrumental y la concepción normativa del clientelismo.

Concepción Normativa: Refiere al código de honor, en cuanto base del intercambio, el reconocimiento mutuo y el aprecio de los socios del intercambio. La dimensión normativa da razón de ser al clientelismo (“El clientelismo es tradicional o no lo es”), ya que las instituciones deben ser subjetivamente aceptadas, pues una institución depende de la confianza de los actores para su legitimidad.

Dimensión Racional: Las relaciones clientelares son alianzas con una finalidad y objetivo predefinido (convenios informales para perseguir fines personales). La reciprocidad del apoyo se mide por el cálculo costo-beneficio personal. El cliente debe mantener su estatus, su sustento e integridad física, por lo que su vulnerabilidad es material y estructural, mientras que la vulnerabilidad del patrón es funcional: El patrón debe generar y prodigarse ganar legitimidad, y por ello está expuesto constantemente a la evaluación crítica del cliente, por lo que determinaría que ambos socios dependiesen recíprocamente unos de otros (“ambos intentan acercarse a sus fines mediante la instrumentalización del otro”). La relación deja de ser efectiva cuando patrón o cliente dejan de reportar beneficios y los costos de transacción se tornan en extremo costosos (Limitación de la voluntariedad de la relación). Lo anterior, manifiesta el carácter de estrategia racional intrínseca a la relación clientelar, cuya aceptación se determinará por la existencia y acceso a alternativas aptas para la consecución de los fines propuestos. Su aceptación radica en el hecho de que la relación clientelar representa la opción más accesible y económica, y dada su naturaleza confidencial, la más segura.

Diferencias entre Estrategia y Estructura clientelar: Estructura clientelar: Presuponen que las estrategias clientelares funcionan y que tanto

patrones como clientes actúan de acuerdo a sus respectivos roles. Estrategia clientelar: Por el contrario, la estrategia clientelar contempla que el patrón o el

cliente ofrecen un intercambio clientelar, lo cual, cliente o patrón, no necesariamente deben aceptar.

Por otra parte, la dimensión normativa refiere al valor simbólico del intercambio clientelar. Éste es percibido en cuanto obligación moral (frente a amigos, conocidos, familiares, etc.) con la cual se expresa el aprecio mutuo. Así pues, desde esta perspectiva, los actores involucrados valoran la relación clientelar como moralmente correcta (Y de hecho, frecuentemente entendido como parte de la cultura política).

Relación entre Clientelismo y cultura política:

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A).- Cultura política como explicación para el clientelismo: Estima que una confianza baja en las instituciones políticas formales fomenta la confianza en las instituciones informales, o caso contrario, en un régimen democrático, existe mayor confianza en las instituciones que en las personas.

B).-Clientelismo equiparado con cultura política, o parte de ella: Propio de estudios más antiguos, el clientelismo es homologado dentro de las prácticas de la cultura política (Se precia como parte de ella). En las relaciones clientelares se ve el afecto de los actores con su destino: Situaciones socio-económicas de baja extracción se consideran como un destino colectivo insoslayable, que es mitigado por la práctica del clientelismo como práctica racional de supervivencia.

El concepto Clientelismo:Concepto ClientelismoDefinición: Intercambio de bienes y servicios por apoyo

político y votos.-Atributos: Asimetría, reciprocidad, dependencia mutua,

carácter personal, informalidad, voluntad, confianza, lealtad.-

Subtipos: a).- Clientelismo Forzado.-b).- Clientelismo Ilusorio.-c).- Clientelismo Moderno.-

Dimensiones: Dimensión Racional:- Alianza para conseguir fines personales.-- Cuenta coste-beneficio personal.-- Superación de vulnerabilidades.-

Dimensión Normativa:- Valor simbólico.-- Obligación moral.-- Lealtad.-- Código de honor.-

V.- Tipos Históricos

Mario Caciagli distingue entre Clientelismo Antiguo (o Clientelismo Vertical) y Clientelismo Nuevo (Clientelismo Horizontal):

Clientelismo Antiguo: Describe los mecanismos de poder de notables y caciques locales. Clientelismo Nuevo: Refiere al intercambio de recursos públicos y beneficios por parte de los

políticos a cambio de votos. Los cambios introducidos a las formas históricas estriban básicamente en el hecho de que el intercambio

ya no tiene lugar cara a cara entre patrón y cliente, y su naturaleza se despersonaliza (en sus formas modernas).

Asimismo, los modelos religiosos precian las estructuras autoritarias y las religiones (Catolicismo, por ejemplo) como fomentadoras del clientelismo, dada su sujeción a jerarquías y postura fatalista. Se añade también el colonialismo, en cuanto relación de dependencia desigual, la cual a menudo se explica en lo que se ha denominado como una tradición de clientelismo, que a su vez, explica su existencia (Weber-Pazmiño).-

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En el Clientelismo Nuevo, el actor principal es el partido político en su forma predominante de machine politics [sic], una estructura no ideológica administrada por jefes locales que asumen el papel del broker o del empresario político.

No obstante lo anterior, el poder de los patrones se expone a un factor mayor de inseguridad, lo cual aumenta los costos del intercambio.

Como segunda característica de las nuevas modalidades del clientelismo, es que sobretodo se intercambian bienes públicos.

Cazorla elabora una distinción similar respecto del clientelismo tradicional de los caciques rurales y del clientelismo de partido: Arguye que, para alcanzar un nivel de educación y bienestar más alto, los ciudadanos necesitan menos a las elites como al padre, el médico, el abogado, el cura, etc. En la modernización, la demanda se traslada: ya no se requiere de los bienes del patrón, sino los servicios de la burocracia, para lo cual se requieren mediadores (gestorías o partidos políticos) con una clientela especial.

De acuerdo a Cazorla, la transacción más importante en el clientelismo moderno es la compra y venta de ventajas institucionales.

Así pues, resulta factible afirmar que el clientelismo nuevo es un clientelismo de masas en contraste con el antiguo clientelismo particular. El intercambio mutuo se lleva a cabo colectivamente y ya no personalmente (clientelismo impersonal).

Las características del nuevo tipo, son que la relación entre patrón y cliente es una relación burocrática sin dependencia personal, sin obligaciones morales e inferioridad social o económica. Por ello, subjetividades como sentimientos, emociones y enlaces familiares, ya poco o nada pesan.

Dada la mutabilidad que ha presentado la práctica clientelar, resulta problemático hablar de clientelismo tradicional y moderno, ya que aún perviven practicas propias del clientelismo tradicional. De hecho, pueden coexistir con formas modernas. Pueden existir varias estructuras clientelares a varios niveles (Ej: nivel nacional o subnacional de un estado).

El clientelismo moderno, se inscribe en un concepto instrumental, el cual se concentra en los costos y beneficios reportados a partir del intercambio. Los políticos profesionales, las organizaciones centralizadas y los burócratas (partidos de masas) desplazan a los antiguos patrones. De esta forma, el clientelismo está vinculado al proceso electoral, implicando, por lo tanto, el intercambio de favores por votos. Las elecciones integran a las masas en la política institucional, lo cual resulta en nuevas demandas y un aumento de la presión en el sector publico.

La forma del clientelismo moderno es impersonal: “La relación se manifiesta en una identidad entre clientes, en plural, con un líder sustituible que no tiene por qué ser un individuo solo”. La relación es esporádica entre el cliente y un funcionario y una autoridad. Dicho así, la relación es temporal y pragmática, existiendo poca confianza entre los actores.

La contraposición entre una relación personal e impersonal entre patrón y cliente también se puede describir como circulo interno y circulo externo, de acuerdo a Auyero:

Circulo interno: Las personas tienen una relación directa con el patrón y mantienen contacto cercano, personal, amistoso, familiar y confiable en él.

Circulo externo: Tienen enlaces débiles e instrumentales con el patrón, porque se trata de clientes potenciales y esporádicos. Scott los denomina núcleo y periferia de una relación clientelar (Core and Periphery).

La naturaleza impersonal de las nuevas formas de clientelismo se deben observar críticamente, ya que el intercambio clientelar siempre se adscribe en una dimensión de dos personas. Si se suprime el componente personal, ya no se puede calificar de clientelismo (De acuerdo a la definición de Schröter). Este puede ser el caso, si la relación patrón-cliente está mediada por la intervención de un broker.

Dado que los protagonistas son representantes de instituciones, el clientelismo nuevo puede ser denominado clientelismo institucionalizado. No obstante, dificultaría la diferenciación entre instituciones formales e informales, ya que el clientelismo de por sí es una institución informal.

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Autores tales como Axelrod teorizan respecto las nociones clientelismo abordadas desde la perspectiva de etnólogos y politólogos: Los etnólogos ven la relación clientelar como una relación personal duradera, mientras que la politología la encuadra en el corto plazo durante campañas electorales.

Frente a lo anterior, algunos autores advierten en el clientelismo tradicional (relación personal patrón cliente), como un clientelismo a nivel micro, ad hoc en cuanto campo de investigación para la antropología y la sociología, no obstante, el clientelismo moderno afecta el nivel macro de los sistemas políticos (nivel institucional y sistemas de representación partidarios)-favores por votos en los sistemas electorales-concitando, mayor interés entre los politólogos. Sin embargo, estas diferenciaciones de enfoque interdisciplinar no son razonables ya que estudian el mismo fenómeno, aunque desde distintas perspectivas.

Contrapuesto al punto precedente, la definición de clientelismo del texto de Schröter apunta hacia una definición que represente un lugar común, entendiéndose opuesto a la despersonalización de la noción de clientelismo, ya que la naturaleza de las relaciones clientelares existen indisolublemente entre individuos, y que son establecidas mediante contacto directo y personal. Puesto así (en el contexto del clientelismo moderno), no es el partido el que representa al patrón, sino que aun son los actores concretos dentro de la estructura del partido. Las lealtades se vinculan y establecen a determinadas personas, ya que en la lógica del cliente, prima en primer lugar la persona y luego el partido político.

En este sentido pues, las promesas cumplidas por los partidos políticos democráticos, que también poseen clientela electoral, deben ser evaluados como clientelares.

Así pues, destaca el hecho de que los tipos históricos son en cuanto categoría conceptual, inadecuados, ya que eliminan la variable de la personalidad de la relación (eliminando de paso la instancia para la creación de confianza y lealtad). Por otro lado, no es necesario distinguir entre las relaciones patrón-cliente tradicionales y las relaciones clientelares entre partido y votantes, ya que ambas pueden presentarse al mismo tiempo (no son excluyentes unas de otras), allende estar situados en contextos diferentes (municipio rural o la política de partido respectivamente).

VI.- Tipos Postmodernos

De acuerdo a Hernández Corrochano, el clientelismo postmoderno reúne elementos del clientelismo tradicional y del moderno:

Elementos tradicionales: Patrón actúa como empresario y el cliente legitima la relación. Elementos modernos: Interacción esporádica e impersonal entre los actores y el intercambio de

favores por votos. El elemento nuevo es que el cliente tiene una racionalidad condicionada y que dispone de cierta

información, así que es capaz de medir y comparar las ventajas del intercambio. Se tensa el concepto de clientelismo estribando en que existe por un lado, la autonomía individual y la participación, y por el otro, la igualdad democrática y la desigualdad económica del mercado.

“El cliente cede su autonomía como ciudadano y el patrón debilita su control jerárquico”: el cliente no es explotado por el patrón sino que voluntariamente escapa de su responsabilidad y participación en la política formal.

Lo anterior cimenta la hipótesis de acuerdo a la cual, las relaciones clientelares pueden fortalecer la participación de la ciudadanía y la rendición de cuentas de los políticos (accountability), ergo, fortalecen la democracia.

El balance de poder (asimetría y desigualdad en la relación patrón-cliente) se ha desplazado a favor del cliente.

Lo anterior redunda en la puesta en una visión de centralidad del cliente, ya que se están enfocado esfuerzos para captar su voto y mantener su apoyo, trasladando el balance de poder entre patrones y

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clientes (En ello han influido factores tales como los procesos de democratización política, extensión de los derechos ciudadanos, y la burocratización de los liderazgos políticos). Esta tendencia se ve preconizada en grupos u organizaciones que demanden (En un pie de derecho considerado legítimo) la focalización de recursos públicos que reporten beneficios privados.

A su vez, el afianzamiento de la traslación de poder en beneficio del cliente, se visualiza en dinámicas tales como la negociación con varios patrones a fin de ampliar su poder en la relación (Líder que ofrezca las condiciones más ventajosas, a su vez, es afecto de ser sustituible de acuerdo a los intereses del cliente). Ello aumenta el nivel de presión que los clientes pueden ejercer, reduce la dependencia con el patrón, al cual puede retirar su apoyo o tranzar el contenido del intercambio a favor del mejor postor.

Lo anterior ha provocado en giro en la estrategia de los patrones (“virtuosos”), ya que han volcado su interés en la satisfacción de las necesidades de la comunidad local (Public patronage), aportando tanto bienes a su favor, como de sus clientes y los clientes de sus competidores. Así, al recurrir a la representación de toda la comunidad, a mismo tiempo los patrones monopolizan el origen de los bienes del gobierno central, y guardan su posición de poder y su rol de intermediador.

Zuckerman emplea el término enlighted clientelism: Mezcla de clientelismo, modernización y política de bienestar, con la cual los patrones llegan al bienestar de su municipalidad o región.

Ya que pocos ciudadanos quedan excluidos de la distribución en la comunidad, estos conceptos clientelistas del clientelismo postmoderno, virtuoso e ilustrado coinciden con la democracia, como asimismo, el aumento de las libertades y de las obligaciones de los clientes constituyen otro factor que incrementa la compatibilidad con la democracia. Esto (cambio de patrón), en una relación clientelar tradicional, implicaría altos costos, carencias y enemistades, haciendo inviable un tipo de clientelismo competitivo.

Clientelismo Competitivo: Estructuras clientelares dentro de un partido. Existen al menos dos “máquinas” del mismo partido que compiten en la captación de clientes. Los patrones o mediadores necesitan mayores bienes particulares para distribuir, así que las condiciones de competencia tornan más caras las estrategias clientelares.

En el caso de la asimetría en la relación clientelar, nuevamente el cliente reporta beneficios, trasladándose a su favor, quien puede arrancar una política de bienestar en el sentido del interés común.

Al aumentar el poder de los clientes, se disuelve el clientelismo en estructuras de redes, obstaculizando separar los términos.

VII.- Subtipos Económicos

Énfasis en el desarrollo estructural que toma en cuenta el tipo de bienes intercambiados. Cazorla distingue los siguientes:

Clientelismo Laboral: Creación de empleos en el sector público. Clientelismo Concesional: Concesión de licencias, subvenciones, liberaciones, derechos de

utilización y proyectos. La relación clientelar es eminentemente política, porque no es exclusivamente económica, amigable o

solidaria. El proceso del intercambio y los actores siempre son iguales, solo cambia el objeto del intercambio.

Corzo distingue entre: Clientelismo electoral: Se intercambian votos por promesas electorales hechas frente a clientes

colectivos. Clientelismo de partido: Se intercambia apoyo por apoyo (político/ el voto también puede ser

considerado una forma de apoyo)

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Clientelismo burocrático: Se intercambian bienes públicos por apoyo. Esta noción incluso borra a los actores, y no puntualiza en quién es el patrón o cliente. Implica que la burocracia actúa como patrón, probablemente indica que el intercambio se restringe a bienes públicos, los cuales, en una democracia que funciona, son puestos a disposición y distribuidos adecuadamente por la burocracia/política. Por ello, los actores infieren que el clientelismo usualmente es homologable con la función de la burocracia, aunque de manera informal.

Los tipos económicos permiten la diferenciación de acuerdo a la naturaleza de los bienes intercambiados.

VIII.- Tipos Espaciales

Esta categoría mide el alcance y la franqueza del clientelismo. La naturaleza del clientelismo es excluyente, tomando en cuenta un número reducido de seguidores (las

personas sin los contactos necesarios para concretar el intercambio de derechos por bienes, son marginadas). La escasez de bienes es aprovechada para fines particulares en lugar de universales.

No obstante, en la práctica, el clientelismo presenta aspectos incluyentes, ya que los clientes mencionan el deseo de todos los ciudadanos de que los bienes públicos sean usados universalmente (ciudadanía, municipio, etc.)

Heredia distingue las siguientes categorías: Clientelismo Incluyente/Distributivo (Inclusionary/distributive clientelism): Presenta como fin

la movilización social y la integración política, se basa en incentivos. Se distribuyen bienes públicos, sobre todo en circunstancias de abundancia económica.

Clientelismo Excluyente/Extractivo (Exclusionary/extractive clisntelism): En lugar de distribuir bienes públicos, se impone el derecho como bien de intercambio, sobre todo bajo condiciones de rezago económico. En lugar de la movilización social, fomenta la desigualdad y la fragmentación.

J. Fox acuña la categoría de semiclientelismo: “Relaciones sociales que caen entre el clientelismo autoritario y los derechos pluralistas de la ciudadanía”. Es un aspecto presente en las transiciones democráticas. La diferencia cualitativa más importante frente a clientelismo autoritario se da por la forma del intercambio, que consiste en los unenforceable deals (“tratos inaplicables”): en lugar de amenazas y la coerción del clientelismo autoritario, se interceptan bienes públicos entre las elites políticas y la sociedad civil, acompañados de la movilización pública y protestas. Los actores estatales, al seguir intentando violar el derecho a la libertad de asociación (associational autonomy), se coartara el pluralismo.

Sin embargo, los términos de clientelismo autoritario y clientelismo democrático, conllevan dificultades, ya que dada la naturaleza del clientelismo, no es ni lo uno ni lo otro. La relación clientelar es voluntaria, sin coerción. Ergo, no es ni autoritaria, ni democrática, porque obstaculiza una participación política real.

Al transferir el concepto de clientelismo a la relación entre partidos políticos y ciudadanos se vislumbran dos dimensiones- racional y normativa-: en la movilización del electorado y en la estructura orgánica del partido.

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IX.- La Relación Clientelar Entre El Partido Político y Los Ciudadanos

Las relaciones clientelares se encuentran en la relación entre partido político y ciudadanos (clientelismo hacia afuera), y se reconocen en las estrategias de movilización con las cuales los partidos logran ganar electores.

Posibilidades de movilización (de acuerdo a Carroll y Lyne) a través de las cuales los partidos captan votantes:

Promesas programáticas de campaña-Lobbying.- Constituency-service/pork barreling: La preferencia de una propia constitución o de una región

en la distribución de bienes públicos.- Patronage: Adjudicación de plazas de trabajo en la administración pública a seguidores leales en

cuanto estrategias clientelares.- La compra de votos.- El uso selectivo de programas sociales.-

Disminución del alcance de la representación de intereses: Son cada vez menos las personas a las que se les permite participar de bienes públicos, así que la compatibilidad y la legalidad de las estrategias de movilización disminuyen con la democracia.

Mientras e pretende apelar a una clientela de votantes en el nivel nacional mediante promesas programáticas/lobbying, el constituency-service/pork barreling se dirige al distrito electoral y a la región. El patronage se concentra en los vecinos, la familia, los conocidos, la compra de votos y el acceso selectivo a programas sociales solamente a pocos electores (clientes).

Estrategias clientelares para la movilización de recursos, dependiendo de cuales actores distribuyen y qué tipo de bienes y servicios son intercambiados:

Creación de clientela mediante la distribución de: Estructuras partidarias obtenidas:1).- bienes particulares.- 1).-territoriales.-2).-obras públicas.- 2).-organizativas.-3).-programas sociales.- 3).-populistas.-

Creación de clientela mediante la distribución de: Bienes particulares: Obviedad del intercambio clientelar mediante la compra de voto directa

(ilegal/cohecho), la votación por un candidato o un partido político por dinero o regalos (especies), promesas financieras o enmiendas diferentes durante periodo de campañas electorales.

Bienes públicos (programas sociales estatales): Los partidos políticos utilizan bienes públicos para fines particulares (distribución de programas sociales estatales) como recompensa por el apoyo electoral o otros mecanismos de acceso y legitimación del poder. En sentido contrario, se niega el acceso a beneficios y programas sociales como castigo por la pérdida de votos.

Obras públicas: Construcción de escuelas o pavimento urbano, u otras obras publicas que coopten el voto de los habitantes de una delegación del municipio.

Organización territorial: Unidades básicas que tiene un partido en un determinado territorio, de cierto tamaño, tal como un distrito electoral. Dichas unidades se forman en torno a la figura de líderes vecinales/comunales o delegaciones (unidades básicas de representación popular, posteriormente integradas en la estructura partidaria como subunidades)que median entre el partido político y su comunidad, ejerciendo el papel de broker. Compran votos para los partidos o fuerzas, o incurren a la coerción del electorado, en cuanto broker entre partidos políticos y ciudadanía. Los líderes de organización están aliados al partido de manera formal/informal, mediando los intereses de su grupo frente a los del partido. De existir un intercambio directo entre un militante del partido y los ciudadanos (usualmente un candidato a un cargo público), es denominado estructura populista: No median líderes, y es factible que el partido no pueda controlar la actitud de sus candidatos.

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Dada la observación de estas estrategias de movilización electoral y estructuras partidistas, se precia la adaptación del clientelismo a panoramas políticos cambiantes (Combinación de estrategias de movilización no clientelares. Como programas de partidos, carisma, ideología, campañas electorales, medios de comunicación y coerción). Así pues, se configura la flexibilidad y capacidad de adaptación de la noción de clientelismo a ámbitos cambiantes.

X.- Conclusión

Los adjetivos utilizados en las diversas categorizaciones del término clientelismo aportan escasamente a explicar la mutabilidad del concepto, de hecho crean mayor confusión, ya que los autores reseñados no se atienen a un concepto único (entrecruzamientos conceptuales).

El concepto presentado en este texto (Schröter), determina que: “(…) a partir de su núcleo, el intercambio de bienes y servicios por apoyo político y votos, con ocho características [atributos] (asimetría, reciprocidad, dependencia mutua, carácter personal, informalidad, voluntad limitada, confianza y lealtad)”, constituyendo el entramado estructural para explicar cambios históricos, estructurales o funcionales.-

Fecit me Patricio Hidalgo.-