Columna_mayo2010_Opciones y gente desechable

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BRANDO LETICIA LIC. EN PSICOLOGÍA Licenciada en psicología, coach y autora del libro “Las mujeres y los hombres que no aman demasiado. La hipermodernidad y las consecuencias de los cambios de roles” (ya editado en España y de próxima edición en la zona del Mercosur) Desde Barcelona Opciones en el presente y personas desechables EL ÁNGEL VISTE DE PRADA transformara su ser habitualmente paciente y bondadoso. Acostumbrado a desechar la información que va recibiendo en la bandeja de entrada de su mail, decidió que esta mujer debía ser desechada y olvidada, como uno de esos spam que uno recibe diariamente. No sólo se negó a tomar un café, sino que además terminó convencido que era una obsesiva al estilo Glenn Close en “Atracción fatal”. Si durante la relación esta chica se había mostrado cálida, comprensiva, empática y cariñosa, ¿qué había sucedido que Andreu ahora la consideraba un ser horroroso? Quizá porque parece que el reloj se detiene cuando sentimos peligro y miedo. Esa paralización hace que nos olvidemos el pasado feliz con una persona que en el momento presente nos está importunando. Cuando nos sentimos atacados por alguien que nos provoca, pode- mos ser emocionalmente eficaces y contestar con una frase llena de amor y paz. Pero tam- bién podemos actuar reactivamente y atacar con más fuerza al contrincante. Andreu suele ser muy hábil en sus relaciones, pero esta vez, sintió que ella sentía demasiado por él y atacó rechazando y repudiando la intención amistosa de ella. Mi amigo actuó como el niño que golpea a los menores en la escuela para proyectar fuerza en sus colegas de clase. Al final, no es más que la demostración de un rasgo femenino el hecho de buscar explica- ciones en asuntos del corazón. La necesidad humana de cerrar los asuntos hablando y hablando. No siempre esa pasión por las palabras dichas es entendida por algunos ánimos masculinos. Confío que Andreu descubra las trampas de la percepción de su cerebro, tome distancia y relativice. Eso es ma- durar. Eso es recordar y amar lo que vivimos y sentimos. Podemos desechar mails, links, información, objetos, pero nunca podemos desechar personas, salvo que hablemos de maltratadores y autores de similares bajezas. Las mujeres y los hombres no somos produc- tos desechables. Tenemos alma, voz y voto. A veces nos equivocamos. A veces acertamos. Pero al final de cuenta, como canta la gran Chavela Vargas, siempre volvemos al lugar donde amamos la vida. I nternet ofrece muchas opciones. En un click, entramos en la tienda Dior y compramos el bolso modelo Pochette. Seguimos nave- gando y compramos unas vacaciones en Pun- ta del Este. Desde Facebook, recibimos links a artículos de economía, belleza y política. De esa información, seleccionamos qué leemos, recomendamos y desechamos. También lo hacemos con las personas: seleccionamos a quién escuchamos, queremos y descartamos. Esta facilidad de elegir las opciones que nos da la vida tiene que ver con la selectividad. Tenemos los cinco sentidos que nos permiten percibir el mundo. Cada percepción depende de nuestra biografía, experiencia de vida y teorías que hemos internalizado de nuestra familia, escuela, sociedad y cultura. Al percibir diferente, también seleccionamos de forma diversa. Hay seres muy cuidadosos y otros más propensos a absorber apasionadamente los datos que el mundo les ofrece. De estos últimos es mi amigo Jordi, un arquitecto de treinta y cinco años, que reconoce que no puede estar solo. Termina con una novia y a los dos meses ya conoce otra chica que le endulza la vida, y así en un ciclo interminable. Cuan- do le preguntas cuál de esas novias ha sido realmente la chica con la que él se ha querido establecer, tener una familia y comenzar un proyecto juntos, él dice que quizá la segunda de sus ocho novias. Cuando se le pregunta si está enamorado de su actual pareja, dice que no lo suficiente pero reconoce que le resulta cómodo tener una pareja con la cual compartir salidas y fines de semana. Distinta es la actitud de mi amigo Andreu, un psicólogo de cuarenta años. Sólo sale con alguien si realmente siente atracción, deseo y un sentimiento cercano al amor. Cree que su tiempo vale oro y en cuanto percibe que no siente ni sentirá amor por la chica que está conociendo, toma distancia y se aleja. Suele ser sincero y comunica con lujo de detalles sus razones para no amar. Durante su última relación, Andreu se encontró con una cuestio- nadora de su saber y hacer. La chica abando- nada, reclamó amistad y consideración y pidió conversar personalmente. Él decidió dejarla por teléfono aunque ambos viven en la mis- ma ciudad. Esta insistencia hizo que Andreu BERNIK MAGAZINE 112

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BRANDOleTiCiaLIC. EN PSICOLOGÍA

Licenciada en psicología, coach y autora del libro “Las mujeres y los hombres que no aman demasiado. La hipermodernidad y las consecuenciasde los cambios de roles”(ya editado en España y de próxima edición en la zona del Mercosur)

Desde Barcelona

Opciones en el presente y personas desechables

el ángel visTe de prada

transformara su ser habitualmente paciente y bondadoso. Acostumbrado a desechar la información que va recibiendo en la bandeja de entrada de su mail, decidió que esta mujer debía ser desechada y olvidada, como uno de esos spam que uno recibe diariamente. No sólo se negó a tomar un café, sino que además terminó convencido que era una obsesiva al estilo Glenn Close en “Atracción fatal”.

Si durante la relación esta chica se había mostrado cálida, comprensiva, empática y cariñosa, ¿qué había sucedido que Andreu ahora la consideraba un ser horroroso? Quizá porque parece que el reloj se detiene cuando sentimos peligro y miedo. Esa paralización hace que nos olvidemos el pasado feliz con una persona que en el momento presente nos está importunando. Cuando nos sentimos atacados por alguien que nos provoca, pode-mos ser emocionalmente eficaces y contestar con una frase llena de amor y paz. Pero tam-bién podemos actuar reactivamente y atacar con más fuerza al contrincante. Andreu suele ser muy hábil en sus relaciones, pero esta vez, sintió que ella sentía demasiado por él y atacó rechazando y repudiando la intención amistosa de ella. Mi amigo actuó como el niño que golpea a los menores en la escuela para proyectar fuerza en sus colegas de clase.

Al final, no es más que la demostración de un rasgo femenino el hecho de buscar explica-ciones en asuntos del corazón. La necesidad humana de cerrar los asuntos hablando y hablando. No siempre esa pasión por las palabras dichas es entendida por algunos ánimos masculinos. Confío que Andreu descubra las trampas de la percepción de su cerebro, tome distancia y relativice. Eso es ma-durar. Eso es recordar y amar lo que vivimos y sentimos. Podemos desechar mails, links, información, objetos, pero nunca podemos desechar personas, salvo que hablemos de maltratadores y autores de similares bajezas. Las mujeres y los hombres no somos produc-tos desechables. Tenemos alma, voz y voto. A veces nos equivocamos. A veces acertamos. Pero al final de cuenta, como canta la gran Chavela Vargas, siempre volvemos al lugar donde amamos la vida.

Internet ofrece muchas opciones. En un click, entramos en la tienda Dior y compramos el bolso modelo Pochette. Seguimos nave-

gando y compramos unas vacaciones en Pun-ta del Este. Desde Facebook, recibimos links a artículos de economía, belleza y política. De esa información, seleccionamos qué leemos, recomendamos y desechamos. También lo hacemos con las personas: seleccionamos a quién escuchamos, queremos y descartamos. Esta facilidad de elegir las opciones que nos da la vida tiene que ver con la selectividad. Tenemos los cinco sentidos que nos permiten percibir el mundo. Cada percepción depende de nuestra biografía, experiencia de vida y teorías que hemos internalizado de nuestra familia, escuela, sociedad y cultura. Al percibir diferente, también seleccionamos de forma diversa. Hay seres muy cuidadosos y otros más propensos a absorber apasionadamente los datos que el mundo les ofrece. De estos últimos es mi amigo Jordi, un arquitecto de treinta y cinco años, que reconoce que no puede estar solo. Termina con una novia y a los dos meses ya conoce otra chica que le endulza la vida, y así en un ciclo interminable. Cuan-do le preguntas cuál de esas novias ha sido realmente la chica con la que él se ha querido establecer, tener una familia y comenzar un proyecto juntos, él dice que quizá la segunda de sus ocho novias. Cuando se le pregunta si está enamorado de su actual pareja, dice que no lo suficiente pero reconoce que le resulta cómodo tener una pareja con la cual compartir salidas y fines de semana.

Distinta es la actitud de mi amigo Andreu, un psicólogo de cuarenta años. Sólo sale con alguien si realmente siente atracción, deseo y un sentimiento cercano al amor. Cree que su tiempo vale oro y en cuanto percibe que no siente ni sentirá amor por la chica que está conociendo, toma distancia y se aleja. Suele ser sincero y comunica con lujo de detalles sus razones para no amar. Durante su última relación, Andreu se encontró con una cuestio-nadora de su saber y hacer. La chica abando-nada, reclamó amistad y consideración y pidió conversar personalmente. Él decidió dejarla por teléfono aunque ambos viven en la mis-ma ciudad. Esta insistencia hizo que Andreu

BERNIK MAGAZINE 112