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El compromiso, una acción que da poder (*) Por Marcelo Molina Es muy común usarla o escucharla varias veces por día, en diversas situaciones y con distintos significados, por ejemplo: - “mírelo…, sin compromiso” - “compromiso asumido?” - “Esto es muy comprometedor…” - “Hemos cumplido con el compromiso electoral…” - “no me comprometas…” - “vos te habías comprometido a…” - “No querrás comprometerme…” - “ y…? dónde está tu compromiso…?” - “Yo me comprometo si vos…” - “No me vayas a poner en un compromiso…” Sin embargo, es posible que en la mayoría de las veces no estemos siendo totalmente conscientes del poder que se confiere a quien utiliza la palabra “compromiso” con responsabilidad. Veamos un poco más en detalle toda la riqueza y profundidad que abarca esta palabra. El Diccionario de la Real Academia Española nos refiere como significado de la palabra “compromiso”, las siguientes acepciones: 1. Obligación contraída 2. Palabra dada De un breve estudio etimológico de la palabra, descubrimos que “compromiso” se compone de dos sufijos latinos más un verbo: -Com (cum)= con, compañía -Pro (pro)= a favor de -Miso (mito-mitis-missi-missium)= enviar La palabra obligación, a su vez, está compuesta por un sufijo y un verbo: -Ob- (ob) = por causa de, a fuerza de -ligación- (ligare) = unir, atar, dejar ligado Este descubrimiento nos permite reflexionar acerca de los orígenes de la palabra “compromiso”, a partir del cual aventuramos las siguientes consideraciones: 1. Existe dentro del compromiso un componente sustancialmente importante, que es el de la existencia de una relación. El prefijo “cum” denota una compañía, un otro, al cual quedamos ligados, unidos por medio de este compromiso. Este

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El compromiso, una acción que da poder(*) Por Marcelo Molina

Es muy común usarla o escucharla varias veces por día, en diversas situaciones y con distintos significados, por ejemplo:

- “mírelo…, sin compromiso”- “compromiso asumido?”- “Esto es muy comprometedor…”- “Hemos cumplido con el compromiso electoral…”- “no me comprometas…”- “vos te habías comprometido a…”- “No querrás comprometerme…”- “ y…? dónde está tu compromiso…?”- “Yo me comprometo si vos…”- “No me vayas a poner en un compromiso…”

Sin embargo, es posible que en la mayoría de las veces no estemos siendo totalmente conscientes del poder que se confiere a quien utiliza la palabra “compromiso” con responsabilidad. Veamos un poco más en detalle toda la riqueza y profundidad que abarca esta palabra.

El Diccionario de la Real Academia Española nos refiere como significado de la palabra “compromiso”, las siguientes acepciones:

1. Obligación contraída2. Palabra dada

De un breve estudio etimológico de la palabra, descubrimos que “compromiso” se compone de dos sufijos latinos más un verbo:-Com (cum)= con, compañía-Pro (pro)= a favor de -Miso (mito-mitis-missi-missium)= enviar

La palabra obligación, a su vez, está compuesta por un sufijo y un verbo:-Ob- (ob) = por causa de, a fuerza de-ligación- (ligare) = unir, atar, dejar ligado

Este descubrimiento nos permite reflexionar acerca de los orígenes de la palabra “compromiso”, a partir del cual aventuramos las siguientes consideraciones:

1. Existe dentro del compromiso un componente sustancialmente importante, que es el de la existencia de una relación. El prefijo “cum” denota una compañía, un otro, al cual quedamos ligados, unidos por medio de este compromiso. Este tipo de relación indica mutualidad, es decir, el compromiso es mutuo, de ambas partes.

2. La expresión de la voluntad que queda explícita en un compromiso, tiene un destinatario que es parte de esa relación, que queda explícito por el prefijo “pro” = a favor de. Notemos que esta relación de la que hablábamos, no necesariamente debe darse entre 2 o más personas: yo puedo comprometerme conmigo mismo, por lo cual, una persona basta para que exista compromiso. Y en ese caso particular, el destinatario sería yo mismo.

3. Por último encontramos la misión, el envío, que se entiende como la facultad que se otorga a alguien para ir a desempeñar algún cometido. Esto nos acerca la idea de un poder, una capacidad, una

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autorización, un derecho, una aptitud, una potencia, que nos permite llevar a cabo una determinada acción.

El compromiso orienta nuestras acciones

Toda esta introducción sobre el origen de la palabra compromiso, nos sirve de marco para comprender la magnitud del poder que encierra la acción de comprometerse, la acción de declarar un compromiso con un otro. Cuando declaramos un compromiso, estamos prometiendo a un otro la realización de una acción. Esta declaración, una vez puesta en palabras, es el comienzo de una aventura de la cual conocemos su puerto de llegada, que es la acción realizada, la meta alcanzada, el objetivo logrado, el proyecto finalizado, el plan completado, etc., pero hacia el cual no conocemos aún la ruta exacta, es decir, cuáles serán todas las acciones concretas que nos llevaran a buen puerto. Podemos conocer algunas de las acciones requeridas, que estarán incluidas en un plan general, pero como en toda aventura, siempre habrá “inconvenientes”, “transversalidades”, “contingencias”, etc., que requerirán de nosotros volver una y otra vez a recordarnos cuál fue el compromiso asumido, la promesa realizada, la palabra empeñada. Y este compromiso será la brújula que vuelva a guiar las futuras acciones para el logro de los resultados planeados.

El compromiso, espacio de riesgo e incertidumbre

Todo compromiso, al igual que toda empresa, conlleva implícito un riesgo. Este riesgo, la exposición a perderse o a no verificarse el compromiso acordado, puede tener diferentes dimensiones. Si quisiéramos representar el riesgo tomado al acordar un compromiso en un gráfico de ejes cartesianos, podríamos verificar una curva que comienza con un bajo o nulo riesgo, y ampliando poco a poco su valor, finalizaríamos con un riesgo alto o máximo.En esta representación, entre un riesgo cero o nulo, y un riesgo alto o máximo, hay una zona que podríamos llamar de “Riesgo Medido”. Esta es la zona en la que vive la persona comprometida, es la zona de la “incertidumbre”, evitando el riesgo máximo, para no ser “temerario”, y el riesgo cero, para no ser “temeroso”. Y es una zona de incertidumbre precisamente dada la inexistencia de “certezas”. No sabemos cómo las cosas van a ser, solo sabemos qué es lo que queremos que pase, y ahí reside nuestro poder, cuando nos instalamos en la única certeza posible para el Ser Comprometido: la declaración de su compromiso.

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El compromiso, una manera de relacionarnos

Como dijimos anteriormente, en todo compromiso hay implícita una relación, entre yo y un otro (que, como también dijimos, puedo ser yo mismo). Es decir, siempre que hay un compromiso, existe de antemano una relación creada. Como seres relacionales, no podemos no estar en relación con algo o alguien coexistente. Ya sea por medio del involucramiento o de la indiferencia, siempre estamos relacionados con el entorno, las personas o cosas con las que convivimos, en cada uno de los sistemas de los que formamos parte: familia, trabajo, estudio, club, asociación, barrio, ciudad, país, planeta, universo…Considerando que siempre tomamos una posición frente a todo lo que nos rodea, que siempre estamos emitiendo alguna opinión al respecto de todo lo que observamos que existe o sucede en el mundo, se puede desprender de esto que siempre existe un compromiso con todo lo que nos rodea o nos sucede. Es decir, podemos mirar al compromiso como una forma de estar relacionados con el entorno, con lo que acontece, con las personas y con los sistemas dentro de los cuales co-existimos.De este modo, podríamos concluir que no podemos no estar comprometidos. O lo que es lo mismo: siempre estamos comprometidos a algo, o con algo, o con alguien (aunque no nos sea del todo presente en nuestra conciencia, o permanezca en transparencia, en el trasfondo).

El compromiso, intención de permanecer ligados en la relación

Dado que todo lo que experimentamos en la vida se encuentra dentro de nuestro universo relacional, no podemos escapar a la certeza de que, una vez comprometidos, queda sellada la intención de permanecer ligado a aquello a lo que nos comprometemos, unido a aquellas personas con las cuales nos comprometemos, atado a las consecuencias de nuestras acciones (estén ellas acompañadas del compromiso o no). Por esto mismo, por la extrema ligación que nos une a la/las persona/s involucradas en el compromiso, es que decimos que el compromiso es una palabra con mucho poder: con el poder de afianzar la relación, o de dañarla o destruirla, dependiendo de cuán alineadas estén nuestras acciones en relación al compromiso declarado. Es muy importante tener esto en cuenta, ya que nos permiten distinguir que empeñar la palabra, declarar un compromiso, va a requerir de nuestra parte tener en cuenta algunos requisitos previos.

El compromiso presupone nuestra reflexión responsable

Determinar cuál es nuestra responsabilidad (no en el sentido de “culpabilidad” sino entendida como habilidad-para-responder), requiere haber utilizado previamente una de las capacidades más claramente distintivas del ser humano, que es la reflexión. Mediante la reflexión, podemos vernos “reflejados”, salirnos de nosotros mismos y observarnos en nuestro decir y hacer cotidiano.Frente a una oferta o pedido de alguien, podemos acordar, y juntos formalizar una promesa. Esa promesa es la expresión del compromiso de quienes se comprometen a dar/recibir lo ofrecido/pedido. Antes de acordar con un pedido u oferta, para dar una respuesta “responsable”, es necesario reflexionar acerca de nuestras capacidades y habilidades (o recursos en general) frente a la decisión de cumplir con dicho compromiso.Ese es el momento en el cual evaluar el riesgo derivado del compromiso a asumir. Para poder responder efectivamente, es necesario considerar si estoy siendo “temeroso” o “temerario”. Y si nos encontráramos en alguno de los dos extremos, sería el momento ideal para considerar si necesitamos generar nuevas relaciones con las cuales generar nuevos compromisos, que aumenten nuestros recursos, que nos asistan para entrar en la zona de “riesgo medido” y luego sí, ofrecer un acuerdo responsable al compromiso solicitado o a declarar.

El compromiso presupone elección y exclusión

“Yo soy responsable por algo que ocurrirá

en el futuro, que no ocurrirá en ausencia de mi compromiso”

(James Selman)

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Otro de los requisitos previos a la declaración de compromiso, es distinguir cuáles serán las acciones que no estarán disponibles de realizar una vez acordada la promesa y comprometida la palabra. El compromiso comporta el acto manifiesto de una elección. Y cuando realizo una elección por algo, o por alguien, todo el resto de las opciones disponibles al momento de la elección quedan excluidas, quedan fuera del rango de acciones posibles, limitadas por mi propia declaración de compromiso. Cuando existe un compromiso matrimonial, por ejemplo, el compromiso es con la fidelidad y al amor conyugal con una y solo una persona. Este compromiso excluye la posibilidad de expresar mi amor conyugal con cualquier otra persona. Mientras el compromiso exista, las acciones disponibles para mí se orientarán hacia ese compromiso y se limitarán solo a esa persona.Del mismo modo, si el compromiso es con una visión declarada, todas mis acciones estarán orientadas a conseguir ese resultado, y el rango de acciones posibles estará delimitado por mi compromiso.

El compromiso presupone incondicionalidad

Otro de los pre-requisitos para declarar mi compromiso es tener en cuenta que las acciones comprometidas no aceptan otras condiciones que las declaradas por mí. Esto es, cualquiera sean las condiciones del entorno, las circunstancias del momento, las consecuencias derivadas de otros factores ajenos a mí accionar, o provenientes del mismo, no podrán ser condicionantes para mantener o no mi palabra, para cumplir o no con mi compromiso. Esta incondicionalidad es la plataforma de lanzamiento de mi compromiso. Es el fundamento sobre el que se basa mi compromiso. Tener en cuenta este requisito nos permite, frente a la aparición de eventualidades o sucesos no previstos, estar parados en una posición de responsabilidad, es decir, ser capaces de responder a estos imprevistos de manera de seguir manteniendo mi palabra, en línea con mi compromiso.

El compromiso presupone integridad con valores

Todos los actos que el ser humano ejecuta en su vida son conducidos por la razón y la voluntad, y estos, a su vez, son regidos por valores personales, algunos de ellos elegidos conscientemente, otros, adquiridos por costumbres o tradiciones, y otros, bueno, podríamos decir que no los elegimos, sino que hemos sido elegidos por ellos…Sin entrar en la discusión de qué son los valores y sin discriminar si son éticos o morales, podemos acordar que existen en nuestra vida y que son fundamentales para la coherencia de nuestro diario quehacer.Y por esta misma situación, por el hecho de que nos acompañan día y noche, es que no podemos dejarlos afuera de esta exploración acerca del compromiso.Se hace necesario observar previamente si la palabra empeñada está en línea con los valores personales, ya que si en algún punto se verificara un conflicto de intereses entre mis valores y mi compromiso, existiría la posibilidad de dejar de lado mi compromiso para alinearme nuevamente con mis valores. También existe la posibilidad inversa, es decir, dado mi compromiso, frente al conflicto de intereses emergente, puedo hacer una revisión de mis valores y tal vez encontrar que tal valor ya no tiene valor para mí, y continuar manteniendo mi promesa. Podemos considerar que, para mantener mi compromiso vivo, necesito mantener mi coherencia de vida, evidenciar mi integridad, es decir, que lo que prometa vaya en línea con lo que hago, con lo que digo, y con lo que pienso.

“Para la persona comprometida, no

existe ninguna posibilidad de que

“Si soy mi compromiso, dejo

de ser mis circunstancias y

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El compromiso transforma la promesa en realidad

Y aquí volvemos un poco al principio, cuando hablábamos de la riqueza y profundidad de esta palabra. Decía que el compromiso es una palabra que da mucho poder. ¿Y qué es el poder? Entendemos al poder como la “capacidad de generar acción”. En la medida en que tengo la capacidad, de que soy capaz de determinadas acciones, tengo mayor poder. En este sentido, cuando nos comprometemos, estamos utilizando una fuente de poder formidable, que es el de transformar una promesa en una realidad. Esto, por supuesto, no es mágico ni inmediato. Depende de muchos factores, pero principalmente de nuestra capacidad de aprendizaje, que es también una manera de obtener mayor poder, en tanto capacidad de acción efectiva. Si somos capaces de hacer algo que en el pasado no podíamos, decimos que hemos aprendido algo nuevo. Y este aprendizaje nos permite otras acciones que antes nos estaban vedadas, o sea, expandimos nuestra capacidad de acción. Por eso, ahora, luego del aprendizaje, podemos decir que incrementamos nuestro poder.

El comprometernos nos posiciona en un lugar de liderazgo. Liderando la propia vida a partir del compromiso. Este compromiso que no solo me liga con la/s relación/es involucradas, sino que además me da mayor poder de acción efectiva, siempre y cuando mis acciones vayan en línea con ese compromiso. Y decimos que el compromiso va más allá que el involucramiento porque hay en ello una elección. Porque no hay una presión que ejerce la razón sobre la voluntad frente a un valor, sino que hay una elección responsable de hacer realidad la promesa, de hacer que las cosas pasen. El ejemplo del desayuno de huevos con tocino nos lo muestra claramente: la gallina se involucró, en cambio, el cerdo se comprometió.

La invitación desde este espacio es a observar la vida como un enorme red de relaciones, en donde el compromiso sea la forma habitual de relacionarnos con las personas en co-existencia y con el medio ambiente que nos rodea, en donde el compromiso sea el que oriente nuestras acciones, amando la incertidumbre, moviéndonos por ese espacio de riesgo medido, con la intención de siempre permanecer ligados, eligiendo responsablemente y aceptando los desafíos que los compromisos encierran, sabiendo que cuando los aceptamos lo hacemos incondicionalmente y demostrando siempre nuestra coherencia e integridad con valores. La invitación es a comprometernos para transformar las promesas en realidades.

(*) Marcelo MolinaProfesional del Coaching Ontológico. Experto en entrenamiento sistémico relacional. Facilitador de procesos de aprendizaje en individuos y en organizaciones. Docente, tutor y mentor en instituto de formación de profesionales del coaching. Autor de artículos relacionados con el desarrollo y la transformación personal. Miembro activo de la

Asociación Argentina de Profesionales del Coaching, adhiriendo a los estándares de la International Coach Federation (USA).

“El único lugar en donde vive el

compromiso, es en el lenguaje”

“La capacidad de comprometernos es probablemente el

aspecto más destacable y

constructivo de nuestra existencia