Comentario crítico selectividad - 'Saber o no saber'
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COMENTARIO CRÍTICO “SABER O NO SABER” DE ELVIRA LINDO
Por Martín de la Rosa
Alumno de 2º de Bachillerato del IES Zoco (Córdoba)
CURSO 2013/14
En una librería neoyorquina, McNally Books, en donde la literatura en castellano ha
conquistado un espacio, nos reunimos para hablar en torno a un libro. Muchos españoles, la
mayoría jóvenes, y la mayoría de esos españoles, científicos. Investigan sobre sida, memoria
emocional, cáncer, memoria espacial... En los primeros tiempos disfrutan de su experiencia, a
partir del tercer año comienzan a preguntarse por qué no pueden ejercer su profesión en casa.
Vivir en Nueva York es excitante pero duro, agotador. Lo paradójico es que conforme su nivel
de capacitación va subiendo, las posibilidades de encontrar trabajo en nuestro país decrecen.
Les escucho y pienso en lo frecuente que es leer en la prensa dos juicios de valores del todo
contradictorios sobre el nivel de preparación de los jóvenes. Por un lado, tenemos al optimista
inquebrantable que afirma que nunca la juventud española ha estado tan preparada; por otro,
el tozudo catastrofista que piensa que de esta enseñanza media solo brotan ignorantes. Las
dos opiniones son tan reduccionistas que la visión más cercana a la realidad se consigue
sumándolas.
Lo tremendo es que hay una parte de esa juventud, sobrada de talento, a la que no le
dejamos otra oportunidad que regalárselo, por ejemplo, a los Estados Unidos, que lo reciben
sin preguntar de dónde viene.
Y otra juventud que, como consecuencia dramática de los años burbujeantes de la
construcción descontrolada, se encuentra con que ahora tiene las manos en los bolsillos por
haber sido diabólicamente adiestrada para obtener beneficio sin tener oficio. La extraña
convivencia de esas dos realidades, tan dispares la una de la otra, son las que definen un país
en el que se abre un inmenso abismo entre los que saben mucho y no tienen dónde demostrarlo
y los que no saben casi nada y no tienen dónde emplear su ignorancia.
Elvira Lindo, en El País
El texto es un artículo de opinión extraído del periódico nacional “El País” y cuya autora es
Elvira Lindo. Presenta una visión pesimista de la cuestión del empleo en nuestro país. El
artículo está impregnado de la subjetividad de la escritora, que ha empleado un buen número
de modalizadores y subjetivemas.
La autora de Manolito Gafotas critica la impasividad del gobierno y, en general, del Estado
español ante el paro juvenil, impasividad que recuerda la actitud que adopta el Dios del poema
“La carbonerilla quemada” de Juan Ramón Jiménez. No cabe duda de que la situación es
preocupante. La tasa de desempleo juvenil en nuestro país ha llegado a superar el 50%, lo cual
nos ha convertido en el país con más jóvenes parados de la zona euro.
No obstante, lo que más parece desconcertar a la autora es la existencia de dos juventudes
completamente opuestas, ambas con altas tasas de paro. Por una parte, la representada por el
individuo con estudios, plenamente capacitado; por otra, la simbolizada por la que carece por
completo de dichas cualidades. Asimismo, se pone de manifiesto la indignación causada por un
dato paradójico: la situación laboral de los que tienen formación no es más favorable que la de
los que no gozan de ella.
¿Cómo es esto posible? En un Estado ideal se debería conceder mayor control y poder a
aquellos que tienen una mayor capacitación y que, por ende, es más probable que lleven a
cabo su trabajo de forma eficiente. Esto se desprende, por ejemplo, de la teoría del Estado que
elaboró Platón. Un filósofo posterior que concibió un Estado muy distinto al platónico,
Maquiavelo, argüía que, en ocasiones, era beneficioso actuar con maldad, pues el ser humano
es malvado por naturaleza. Con razón protestan los españoles con el pretexto de que la forma
de actuar del gobierno se ha tornado demasiado maquiavélica.
A la luz de esto parece, pues, que España es un país de extremos y no precisamente en sentido
positivo. En el artículo también se hace referencia a esto cuando la autora saca a colación las
dos opiniones contrapuestas ante la formación de los jóvenes: “el optimista inquebrantable” y
el “tozudo catastrofista”. ¿Podría esto aplicarse a toda la nación española?. Si bien siempre
aconsejan decantarse por estar a favor o en contra, el extremismo y el radicalismo no suelen
dar buenos resultados. Como decía Aristóteles: “en el término medio está la virtud”.
Es más, ¿podría ser que fuese este maniqueísmo lo que haga que nuestro país esté abocado al
desastre? Nuestra política, basada en el bipartidismo, se ha convertido en un simple juego de
pelota, en una actividad centrada en la búsqueda del culpable en lugar de en la reparación del
daño propiciado. No podemos olvidar, además, que el término “política” se ha convertido en
sinónimo de “fraude”. Como todos, opino que este incesante trapicheo de culpas no tendrá
ninguna utilidad para la regeneración del Estado. España está sin pulso, como afirmaba
Francisco Silvela cuando aconteció lo que se dio a conocer como Desastre del 98.
Así pues, el gobierno ha de preocuparse por el progreso y por el futuro, no por el pasado. Esto
no sería posible, por supuesto, sin la ayuda de los españoles. Sólo a través de la cooperación
de todos podremos combatir problemas como el desempleo juvenil. Cierro con una cita de
Ortega y Gasset: “Españoles, vuestro Estado no existe. Reconstruidlo”