Cómo Manejar La Hiperactividad Motriz de Niños Hiperactivos en El Aula

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Cómo manejar la hiperactividad motriz de niños hiperactivos en el aula Una de las características más llamativas del niño hiperactivo es, precisamente, la excesiva actividad motora que sobrepasa los límites normales para su edad y su nivel madurativo. Este exceso de actividad motriz se manifiesta normalmente por una necesidad de moverse constantemente y por la falta de autocontrol corporal y emocional. A pesar de ser éste el síntoma más llamativo de todo el trastorno y el que con mayor frecuencia hace que los profesores alerten a los padres. En la mayoría de los casos la inquietud motora desaparece una vez entrada la adolescencia, mientras que los problemas de atención y la impulsividad persisten hasta la edad adulta. A pesar de todo, cuando la conducta hiperactiva es muy exagerada puede resultar incompatible con el aprendizaje escolar, llegando a deteriorar las relaciones con el entorno (el profesor, los compañeros de clase, la familia y los amigos). Las conductas hiperactivas más frecuentemente observadas son: 1. Mueven en exceso manos y pies. 2. Se implican en actividades peligrosas.

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Cómo manejar la hiperactividad motriz de niños hiperactivos en el aula

Una de las características más llamativas del niño hiperactivo es, precisamente, la excesiva actividad motora que sobrepasa los límites normales para su edad y su nivel madurativo. Este exceso de actividad motriz se manifiesta normalmente por una necesidad de moverse constantemente y por la falta de autocontrol corporal y emocional. A pesar de ser éste el síntoma más llamativo de todo el trastorno y el que con mayor frecuencia hace que los profesores alerten a los padres.

En la mayoría de los casos la inquietud motora desaparece una vez entrada la adolescencia, mientras que los problemas de atención y la impulsividad persisten hasta la edad adulta.

A pesar de todo, cuando la conducta hiperactiva es muy exagerada puede resultar incompatible con el aprendizaje escolar, llegando a deteriorar las relaciones con el entorno (el profesor, los compañeros de clase, la familia y los amigos).

Las conductas hiperactivas más frecuentemente observadas son:

1. Mueven en exceso manos y pies.

2. Se implican en actividades peligrosas.

3. Les cuesta quedarse sentado.

4. Se retuercen en el asiento

5. Van de un lado a otro sin motivo aparente.

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6. Corren o trepan en situaciones inapropiadas.

7. Les es difícil jugar de forma tranquila.

8. Actúan como si tuviera un motor-"está en marcha".

9. Hablan en exceso.

10. Mordisquean, chupan objetos.

11. Rompen los materiales.

La hiperactividad motriz, es decir, la actividad constante sin un fin claramente definido, es el síntoma más destacado en los niños de 3 a 10 años. Este intervalo de edad, se caracteriza por una actividad motriz gruesa que implica mantenerse en situaciones en las que se espera que permanezca sentado, removerse en el asiento, sentarse sobre un pie, balancearse en la silla, gritar, correr en sitios donde no es esperado hacerlo, dar volteretas o trepar. Se puede decir que durante los primeros 3 años de escolaridad los niños aprenden a "sujetarse" en sus asientos, descargándose a través de una infinidad de movimientos más finos como: rascarse la cara, estirarse el labio, cambiar constantemente de mano para apoyar la cabeza, juguetear con la goma y el lápiz, estirarse la ropa, rascarse el ojo, sentarse sobre uno y otro pie, o volverse a hablar con el de al lado. A partir de los diez años, pasará a caracterizarse por el predominio de una actividad motriz fina, que implicará movimientos en las manos, hablar en exceso, risas, canturrear. En muchos casos, sobre todo en niños a partir de los 9 años, la hiperactividad motriz en el aula ya no se manifiesta con carreras, subirse a las mesas o levantarse constantemente del asiento, sino que es sustituida por excusas constantes para poderse poner en pie como, enseñar una y otra vez la tarea inacabada al profesor, preguntarle una cosa a un compañero, ir a buscar algo a la mochila o sacar punta al lápiz.

En los niños con TDAH se dan dos tipos de movimientos, el movimiento de desplazamiento - levantarse de la silla, saltar, correr? - y el movimiento en el asiento.

El movimiento es una dificultad que normalmente no perjudica a los niños con TDAH ya que el movimiento es algo que favorece la activación cerebral y por lo tanto es algo que necesitan. Este tipo de conductas se tratan de mejorar en todos los entornos, se les dice continuamente que

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se estén quietos, que paren? porque es una conducta molesta para los demás y sobre todo para los adultos, en este caso para el profesorado. El movimiento en el asiento puede permitirse e incluso, en ocasiones, favorece la ejecución de una tarea, si este movimiento no interfiere en la realización de dicha tarea. Es conveniente dejarle que se mueva, que se levante, que pasee?, pero respecto a este movimiento de desplazamiento, es necesario enseñarle a levantarse en momentos más adecuados ? termina el ejercicio y levántate- o que el movimiento tenga un propósito ? en el aula, ¿puedes levantarte y borrar la pizarra? Se trata de reconducir de una forma más ajustada y adaptativa la necesidad de moverse.

Pautas para el manejo de la inquietud motora

Dar un propósito a su necesidad de movimiento

Validar al alumno/a más allá de esta característica.

Alternar el trabajo que debe realizar en el pupitre con otras actividades que le permitan levantarse y moverse un poco (recoger el material, repartir los cuadernos, avisos fuera de clase?) a los que denominaremos "desplazamientos funcionales".

Se trata de darle actividades que supongan para el alumno con TDAH, un "respeto motor" en el momento adecuado, como ir a dar un recado, repartir material, etc.

Permitir pequeñas actividades en clase (jugar con el lápiz o la goma mientras escuchan, tomar notas, subrayar cuando leen?etc.).

Fomentar la actividad controlada (presentarle la tarea conforme vaya finalizando la anterior, dándole un tiempo para su realización y corrigiéndola inmediatamente.

Controlar los estímulos (darle menos cantidad de ejercicios de modo que se centre más en la calidad que en la cantidad.

Extinción de la conducta inadecuada. Ignorar movimientos incontrolados y acordar con el alumno una señal que le ayude a la reconducción sin necesidad de llamarle la atención.

Evitar que los compañeros imiten o animen al alumno a realizar movimientos inadecuados.

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Permitir cierto grado de movimiento y murmullo.

Ayudarles a destacar en aquello que saben hacer bien.

Transmitir calma: hablar despacio, suave, contacto físico, etc.

Proporcionarle modelos adecuados de conducta tranquila y reposada.

Hacerle tomar conciencia de sus dificultades para estar sentado.

Ayudarle a evitar las situaciones que le causan descontrol (las esperas, por ejemplo) mientras no pueda controlarlas.

Exigirle autocontrol en la medida de sus posibilidades reales.

Entrenarle en autocontrol utilizando auto-registros que le permitan valorar sus progresos.

Planificar actividades que involucren el cuerpo en movimiento.

Las actividades de enseñanza que fomentan respuestas activas tales como la expresión oral, dramatizaciones, la creación, organización de murales o el trabajo en la pizarra, sirven para ayudar mucho a los alumnos con TDAH.

Permitir pequeños intervalos para la actividad física, ya sea dentro de la tarea programada o de forma espontánea sin que interrumpa la actividad principal.

No privarlos del recreo o la actividad física.

Si corre por los pasillos o escaleras, la estrategia a seguir sería encargarle el cierre y apertura de la clase.

Enseñarle a respetar los turnos de participación en tareas grupales.

Permitir que realice explicaciones a otros estudiantes.

BIBLIOGRAFÍA

"Entender y atender al alumnado con déficit de atención e hiperactividad (tdah) en las aulas"

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Departamento de Educación del Gobierno de Navarra (Servicio de Igualdad de Oportunidades, Participación educativa y Atención al Profesorado. CREENA)

Seminario Regional de Orientadores de Centros de Secundaria de la región de Murcia. "Estrategias para el profesorado con alumnado con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH)".

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Estrategias básicas que debe usar un profesor para mejorar la conducta de un alumno/a con TDAH

Hemos hablado muchas veces de la importancia que tiene un docente en el aula en general, siempre. Pero cuando hablamos del TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) su papel se vuelve mucho más relevante. Es indiscutible que para que un docente pueda mejorar la conducta de un alumno con TDAH en el aula es preciso, primero, que conozcan el trastorno, para tener toda la información relativa a lo que se van a encontrar en el aula, y segundo, que sepan que estrategias y recursos tienen a su alcance para poder modificar la conducta del alumno.Son muy numerosas, variadas y flexibles las pautas y estrategias que podemos seguir en el aula con los niños con TDAH, y por ello, conocer qué tipo de percepción tienen ellos, como se comportan o como reaccionan ante determinadas circunstancias nos será de mucha ayuda para aplicar la metodología más adecuada en cada caso.

Mantener un ambiente estructurado, con rutinas, organizado y motivador. Esto es prioritario para aumentar la seguridad del alumno en el aula. Con ello, vamos a conseguir que el alumno sepa que tiene que hacer en cada momento, por ejemplo con horarios de clases y calendarios de actividades a la vista, nos aseguraremos de que el alumno `no se pierde` o al menos tiene un lugar al que acudir cuando sienta que no sabe lo que le toca después. Es importante que sepamos que la inseguridad respecto al futuro les afecta mucho, por lo que anticiparles visualmente lo que ocurrirá a continuación aumentará su

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seguridad y confianza, por lo que podrá actuar de una manera mucho más relajada, dentro de lo que cabe.Mostrar una actitud tolerante, flexible y paciente. Para afrontar adecuadamente las situaciones que se produzcan en el aula va a ser imprescindible que separemos al niño del acto que ha llevado a cabo. Decimos esto porque en muchas ocasiones, las acciones que realiza no son adrede, sino que simplemente no puede controlarlas (debido a la impulsividad principalmente y a la falta de reflexión).En relación al comportamiento que tiene y sus consecuencias, ellos no son conscientes de ellas. Por ello, como profesionales que trabajan directamente con ellos, debemos enseñarles a reflexionar, proporcionarles pautas correctas y adecuadas, hacerles ver los fallos que tienen en su comportamiento y pedirle reflexión y feedback sobre él, para que poco a poco sea capaz de realizar una observación de sí mismo y autoevaluarse, aprendiendo a reflexionar sobre su propia conducta, el método de ejecución que ha llevado a cabo y las consecuencias que ha presentado dicho hecho.Emplear el refuerzo positivo nos ayudará a aumentar poco a poco las conductas que deseamos mantener y eliminar las que resultan disruptivas. Esto, evidentemente, es algo que se puede trabajar también de manera grupal. Pongamos el caso de que tenemos un alumno en el aula con TDAH, que de manera habitual emplea algunos comportamientos disruptivos en el aula con el fin de llamar la atención de sus compañeros. Si estos son capaces de ignorar dicho comportamiento, el niño no recibirá el feedback que busca, por lo que es probable que poco a poco vaya disminuyendo dicho comportamiento hasta su total extinción.Estas son solo algunas pautas que podemos emplear, pero lo más importante es conocer a nuestro alumno, separar las conductas a mantener de las que deseamos eliminar y plantearnos un proyecto para llevarlo a cabo.Bibliografía.Vaello Orts, J. "Cómo dar clase a los que no quieren". Editorial Grao (2011).Artículos relacionados

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TDAH: Proceso de modificación de conducta. Pautas para llevarlo a cabo.

Patrones de conducta de los niños inatentos

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TDAH: Proceso de modificación de conducta. Pautas para llevarlo a cabo.

Cuando nos planteamos realizar un proceso de modificación de conducta con un niño con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e hiperactividad) tenemos que tener presente el proceso lógico a seguir para que el resultado sea óptimo.En primer lugar deberemos conocer al niño, realizar una observación detallada de su conducta, de su comportamiento, para identificar cuáles son las conductas que resultan problemáticas, es decir, sobre las que deseamos realizar la modificación. Debemos centrarnos en las que resulten más disruptivas y comenzar con ellas, ordenarlas según las prioridades que tengamos en el momento que se inicie el proceso.

Una vez las tenemos identificadas, nos centraremos en una o dos de esas conductas para empezar a trabajar sobre ellas. ¿Por qué no es recomendable centramos en más a la vez? Pues porque debemos ser muy constantes en su control, debemos llevar un seguimiento exhaustivo de aquellas conductas sobre las que estemos trabajando, y si abarcamos muchas, es probable que no podamos ser tan específicos en su control como si comenzamos con pocos objetivos.Cundo tenemos las conductas sobre las que vamos a trabajar, tenemos que realizar una lista de consecuencias, tanto positivas como negativas. Consecuencias positivas que tendrá el no realizar la conducta a modificar, y consecuencias negativas para cuando sí se produzca.Es importantísimo informar al niño del proceso que se va a llevar a cabo, de lo que se espera de él y por supuesto de las consecuencias que sus actos tendrán. Es algo fundamental, puesto que obviamente no podemos esperar a que el niño adivine lo que pretendemos, debemos explicárselo detalladamente, el porqué de haber elegido esas conductas, por qué creemos que deben ser modificadas y los beneficios que le reportará a él.

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Una vez tenemos todo el planteamiento realizado, es hora de ponerlo en práctica. Para ello los primeros que debemos concienciarnos somos nosotros, puesto que nuestra constancia será un elemento indispensable para el éxito. Tenemos que controlar las conductas, emplear todo el plan que hemos diseñado y no rendirnos a la primera de cambio. Si no somos constantes con los objetivos que nos hemos propuesto, no podemos esperar que el niño lo sea. Somos un elemento indispensable en este proceso, y nuestro trabajo se verá recompensado.Tendremos que realizar un listado con los reforzadores que se van a emplear en el proceso. Ya sabemos que estos pueden ser sociales, materiales o de obtención de privilegios y que dependerán de las características de cada niño. En unos casos, y dependiendo también de la personalidad, funcionarán unos reforzadores u otros. Tanto padres como profesores conocen muy bien al niño, por lo que sabrán en cada caso que tipo de reforzadores resultará más efectivo.Los reforzadores se emplean para afianzar los comportamientos que queremos instaurar o mantener, pero no podemos caer en el error de hacer que el niño se acostumbre a ellos o que sepa qué va a conseguir después de la conducta adecuada, por lo que además de ir combinándolos, deberemos ir retirándolos poco a poco, para que de manera paulatina el comportamiento permanezca y los reforzadores vayan desapareciendo.Para comprobar la evolución del niño, podemos llevar un registro de los progresos, donde aparezcan las conductas a modificar, la frecuencia con qué aparecen o no, etc. Dependiendo de la edad, puede ser el propio niño el que lleve el control de estos registros, tomando él mismo nota de sus progresos y responsabilizándose de ello. De esta forma le estaremos dando la responsabilidad y será incluso más consciente de sus actos al tener que anotarlos y llevarlos controlados.Estos pasos son aplicables tanto en casa como en el colegio, teniendo presente que es recomendable que en el colegio, este esté incluido dentro del plan de acción tutorial para ser puesto en práctica en cualquier momento que sea necesario.

Rocío Meca MartínezMaestra de Pedagogía Terapéutica de Fundación CADAH.

Bibliografía:Kazdin A. E. (1994): `Modificación de la conducta y sus aplicaciones práctica`. Manual moderno. México.Artículos relacionados

¿Cómo modificamos las conductas poco adecuadas? Qué hacer cuando un adolescente con TDAH comienza a

mostrar conductas antisociales. TDAH: Disciplina positiva

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¿Cómo modificamos las conductas poco adecuadas?

Tras mi experiencia con niños con TDAH, me pareció necesario hacer un artículo que nos diera algunas pistas sobre cómo podemos mejorar la conducta de estos niños.Los modelos de conducta ayudan a modificar comportamientos que no son adecuados o conductas poco saludables como las derivadas de la ansiedad. Como sabemos, los niños con TDAH pueden desarrollar conductas poco apropiadas y esto vinculado a los problemas típicos del desarrollo madurativo de cada edad, puede desembocar en problemas en el clima familiar.Uno de los modelamientos más populares es el condicionamiento clásico de Paulov, proceso a través del cual, una persona aprende a responder a un estimulo frente al que antes no reaccionaba (estimulo condicionado) gracias a una relación temporal de dicho estimulo con otro (estimulo incondicionado) que si provoca en la persona una respuesta de forma natural. Por ejemplo:Cuando en casa una madre escucha música (estimulo condicionado) solamente cuando está realizando la comida (estimulo incondicionado), en este caso el hijo, va a asociar la música con la comida, ya que él está acostumbrado a que a su madre le gusta escuchar música mientras prepara la comida, en este proceso si el niño está encerrado en su cuarto y llega a escuchar que su madre pone música se va a dar cuenta de que la comida se está preparando.

En el caso de un niño con TDAH: si asocia leer con algo negativo, originaremos que no quiera leer en otras ocasiones. Por tanto, tendremos que provocar en el niño un sentimiento favorable en el momento de la lectura, buscando que relacione esto con leer, para que lo repita de forma autónoma.

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El condicionamiento clásico se propone principalmente para tratar la ansiedad, las fobias etc.Algunas técnicas basadas en el condicionamiento clásico son:

La Desensibilización Sistemática, que consiste en enseñar al niño a enfrentarse, de manera gradual, a las fuentes estimulares de determinadas conductas poco adaptativas, como la ansiedad. Los principales componentes del procedimiento son:

Entrenamiento en la relajación muscular. Establecimiento de una jerarquía de las situaciones o estímulos de

ansiedad, ordenados de acuerdo al grado de ansiedad que el sujeto estima que le provocan.

Presentación gradual en imaginación o en vivo de los estímulos evocadores de ansiedad.

La inhibición reciproca que busca el condicionamiento del estimulo que provoca una respuesta condicionada indeseable a otra reacción positiva. Por ejemplo: Si el niño puede tener su juguete favorito su primer día de escuela, ayudara a que disminuya el grado de ansiedad.

La Implosión (usando estímulos imaginarios), la Inundación (usando estímulos reales) y la Inoculación de Estrés (Con situaciones de pensamiento), siendo técnicas que se basan en la exposición continuada a un estimulo provocador de ansiedad, mientras se previene la aparición de respuestas de evitación y se dota al niño de recursos para sobrellevar la situación. Son técnicas que se deben de utilizar con la orientación de un profesional.

Sin embargo uno los modelamientos más efectivos es el condicionamiento operante, que lo que hace es aumentar la probabilidad de que una persona actué de una forma determinada en función de las consecuencias que se derivan de hacerlo.

Se consideran las siguientes posibilidades: Aumentamos la probabilidad de que la conducta se repita

mediante el refuerzo, que puede ser: Refuerzo Positivo: Dar un premio Refuerzo Negativo: Quitar algo que no le gusta al niño. Disminuye la probabilidad de que la conducta se repita mediante

el castigo, que puede ser: Castigo Positivo: Darle algo que no le gusta Castigo Negativo: Quitarle algo que le gusta.

Algunas técnicas relacionadas con el condicionamiento operante son: El contrato de conductas, es decir, establecer la previsión de

contingencias positivas y negativas de determinadas conductas. El tiempo Fuera, en la que un comportamiento inapropiado tiene

como consecuencia la ubicación del niño en un contexto en donde no puede obtener ningún reforzador.

Otras técnicas positivas para el control de la conducta de los niños con

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TDAH son las basadas en el aprendizaje observacional referido al entrenamiento de habilidades sociales. También hay que mencionar técnicas como el autorregistro, donde el propio niño observa su conducta y le ayuda a modificarla.Todas estas técnicas son algunas de las que nos podrán ayudar a mejorar la conducta de vuestros hijos, pero lo principal es que os dejéis asesorar por un profesional que os guíe en la evolución satisfactoria de aquellos conflictos más severos. Además no olvidéis que la comunicación y un clima familiar cálido y afectivo os ayudaran a que la eficacia de estas técnicas, sean más positivas.Bibliografía:"Fundamentos de la intervención Psicopedagógica" de Ángel Fernández Hernández, Docente de la Universidad de Cantabria.Artículos relacionados

Economía de Fichas: Como convertirlo en un sistema eficaz para modificar la conducta.

Como realizar un contrato conductual TDAH: Proceso de modificación de conducta. Pautas para

llevarlo a cabo. TDAH: Disciplina positiva

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TDAH: Disciplina positiva

La Inteligencia Emocional podría definirse como la capacidad que tiene una persona de manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y las de los demás con eficiencia y generando resultados positivos.Es decir, es la habilidad para gestionar bien las emociones. Tanto las nuestras como las de los demás.

Una persona que se enfada con facilidad, que se pone triste con frecuencia o que no es capaz de controlar sus impulsos... es alguien con mala inteligencia emocional. Por el contrario, una persona que se conoce bien a sí mismo, que es capaz de pensar antes de actuar, que entiende sus impulsos, que los expresa con educación siendo sincero pero, a la vez, consiguiendo no afectar negativamente a la gente que le rodea...o que es capaz de relativizar y sentir las cosas de una forma sana...sería una persona con MUY buena inteligencia emocional.El uso de la Inteligencia Emocional vuelve a ser una herramienta fundamental en situaciones de comportamientos desafiantes de los afectados de TDAH.Mantener la calma y la compostura es la primera vía para que, ante una situación de enfrentamiento, el niño/a también se calme. Este y otros recursos, de lo que podemos nombrar como Disciplina Positiva nos permitirán mantener el control y evitar un alto estado de nerviosismo, que resulta en la mejor gestión del conflicto.El tiempo que tarda un niño en volver a un estado de calma, depende de muchos factores, pero si atendemos a los que dependen exclusivamente del adulto que este gestionando la situación, podríamos destacar tres:

Las habilidades comunicativas tanto verbales como no verbales. La capacidad personal y el tiempo empleado para afrontar la

situación.

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Las herramientas y recursos para resolver problemas en general.Por ello es necesario, mejorar estas habilidades/herramientas. Esto puede hacerse siguiendo estas pequeñas pautas:Utilizar menos palabras (o ninguna): En estos momentos, los niños/as no reaccionan a lo que decimos, sino más bien a cómo lo decimos. Por eso es mejor permanecer en silencio. Cuando se haya tranquilizado se le puede repetir de manera calmada y en voz baja las órdenes o la petición.Darle como máximo dos o tres alternativas: Está bien ofrecer alternativas, pero si son demasiadas se pueden sentir abrumados para elegir. Si no hay alternativa, se rebelará. Las alternativas a ofrecer deben mantener una equidad en cuanto a su conveniencia, para que sea cual sea la elección, resulte beneficiosa.Avisar con antelación cuando debe hacer su tarea: En los niños con TDAH es necesario adelantarles que deben hacer, ya que no podemos esperar a que actúen de manera autónoma. Es recomendable realizar pre-avisos para que se vayan mentalizando que deberán iniciar una nueva actividad.No dar órdenes preguntado: Esto provoca en el niño la sensación de tener elección a la hora de cumplir el mandato. Se deben dar las órdenes con tono de voz neutral dirigiendo lo que se debe hacer y cómo debe hacerse.Haz el seguimiento: Si después de avisarlo 3 veces, el niño no se mueve, debes cogerlo cariñosamente e iniciar con él la acción, dejándole que continúe solo. Si empieza a quejarse, no le contestes, ignóraloTodos estos consejos son algunos de las que nos podrán ayudar a mejorar la conducta de los niños, pero lo principal es que os dejéis asesorar por un profesional que os guíe en la evolución satisfactoria de aquellos conflictos más severos. Además no olvidéis que la comunicación y un clima familiar cálido y afectivo os ayudaran a que la eficacia de la disciplina, sean más positiva.BIBLIOGRAFIA:Álvaro Tineo `¿Qué es inteligencia emocional?` www.alvarotineo.comÁngel Fernández Hernández, Docente de la Universidad de Cantabria. "Fundamentos de la intervención Psicopedagógica"Artículos relacionados

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