Compania_Jesuitas2007

1
26 El documento conocido como Fórmula del Instituto, redactado por San Ignacio y aprobado por Paulo III el 27 de septiembre de 1540, acta fundacional de la Compañía, indica: “Quien en nuestra Compañía, que deseamos sea desig- nada con el nombre de Jesús, quisiere militar por Dios bajo la bandera de la Cruz…”. En los primeros momentos se utilizaba la denomi- nación “Compañía del Nombre de Jesús”, en línea con una larga tradición de devoción al Nombre de Jesús, extendida, entre otros por San Bernardino de Siena, hasta que quedó fija- do el de “Compañía de Jesús”. En latín se tra- dujo por “Societas Iesu”, en inglés por “Society of Jesus”, en francés “Societé de Jesús”, lo que explica que en malas traducciones del inglés y francés al español se haya introducido la pésima denominación “Sociedad de Jesús” en lugar de “Compañía de Jesús”. Las siglas SJ o SI que acompañan el nom- bre del jesuita no significan “sacerdote jesuita”; son abreviatura de “Societatis Iesu”, es decir “de la Compañía de Jesús”, por lo que se utiliza con todos los jesuitas, tanto sacerdotes como no sacerdotes. En las primeras generaciones rubri- caban su firma, frecuentemente, con una simple cruz detrás, y a veces también con otra delante del nombre. Francisco Javier, desde la India, ter- mina una larga carta en 1548 a los compañeros “que están en Roma y en todo el mundo” con la frase: “Minimus servus servorum Societatis nominis Jesu, Franciscus”. Las cubiertas de libros escritos por los jesuitas hasta el siglo XVII des- criben a sus autores como “e Societate Jesu”, “Societatis Jesu” o sus respectivas expresiones vernáculas. Parece que la costumbre de añadir las iniciales SI (o SJ) a su nombre se hizo bas- tante común desde el siglo XIX. En el Annuario Pontificio se introdujeron estas siglas en 1926. Como parecía a algunos que los ‘socii Iesu’ “se alzaban a Jesús” como en exclusiva, esto indujo a que, con el tiempo, jesuitas como Polanco y Pedro de Ribadeneira tendiesen a una interpretación militarista de “compañía”. Según esta interpretación ya no había tal apropia- ción exclusivista de los “compañeros de Jesús”, sino un simple reconocimiento y adherencia al “Capitán de los buenos”. Con esto se daba pie al mito militarista. El nombre de la Compañía Compañía Los primeros compañeros reunidos en Vicenza en septiembre en 1537, “trataron entre sí cómo se llamarían a quien les pidiese qué con- gregación era la suya; comenzaron a darse a la oración y pensar qué nombre sería más conve- niente” y optaron por el nombre de Compañía de Jesús. “Compañía” no tiene ninguna intención ni sentido militar, aunque existe el mito de que San Ignacio, que había sido capitán, le puso el nombre de “Compañía” para indicar la obe- diencia y estilo castrense que debía distinguir a la Orden religiosa. En la Italia del siglo XVI, “compañía” era equivalente de congregación o asociación piadosa, y eran muchas: Compagnia del S. Salvatore, della Nunziata, del Smo. Crocifisso, della Madonna del Pianto. Incluso había, en Parma, una Compagnia del nome di Gesú, a la que Pedro Fabro dio, instrucciones en 1540. Ignacio habla de las “compañías” que instituyeron San Francisco y Santo Domingo. Él mismo fundó otras compañías, una de Gracia, para redención de prostitutas; trata de la forma- ción de una “compañía” de prelados para llevar adelante la obra de las arrepentidas en Santa Marta; y de la Compagnia de SS. XII Apostoli, para atender a pobres vergonzantes. Compañía de Jesús El nombre “de Jesús” lo explica Juan A. de Polanco, secretario de S. Ignacio, así: “visto que no tenían cabeza ninguna entre sí, ni otro prepósito, sino a Jesucristo, a quien sólo desea- ban servir, parecióles que tomasen nombre del que tenían por cabeza, diciéndose la Compañía de Jesús”. Esta denominación expresa el núcleo de la espiritualidad cristocéntrica ignaciana. El mismo Ignacio temió que pareciera una deno- minación pretenciosa y ofensiva a los demás cristianos como, de hecho, ocurrió después. A pesar de eso, Ignacio tenía una gran seguridad sobre el nombre, sin duda, por la visión de La Storta en noviembre de 1537. La acusación de arrogancia no cesó, y la oposición por parte de algunos fue tan recia que, en 1590, el papa Sixto V insinuó al General Claudio Aquaviva que, por propia iniciativa, suprimiese el nombre de Compañía de Jesús, aunque no ponía objeciones al uso del término jesuita. Pero murió sin tomar ninguna decisión en concreto. Wenceslao Soto Artuñedo, SJ Revista Jesuitas 92 (2007) 26

description

Compania_Jesuitas2007Compania_Jesuitas2007Compania_Jesuitas2007Compania_Jesuitas2007

Transcript of Compania_Jesuitas2007

  • 26 27

    El documento conocido como Frmula del Instituto, redactado por San Ignacio y aprobado por Paulo III el 27 de septiembre de 1540, acta fundacional de la Compaa, indica: Quien en nuestra Compaa, que deseamos sea desig-nada con el nombre de Jess, quisiere militar por Dios bajo la bandera de la Cruz. En los primeros momentos se utilizaba la denomi-nacin Compaa del Nombre de Jess, en lnea con una larga tradicin de devocin al Nombre de Jess, extendida, entre otros por San Bernardino de Siena, hasta que qued fija-do el de Compaa de Jess. En latn se tra-dujo por Societas Iesu, en ingls por Society of Jesus, en francs Societ de Jess, lo que explica que en malas traducciones del ingls y francs al espaol se haya introducido la psima denominacin Sociedad de Jess en lugar de Compaa de Jess.

    Las siglas SJ o SI que acompaan el nom-bre del jesuita no significan sacerdote jesuita; son abreviatura de Societatis Iesu, es decir de la Compaa de Jess, por lo que se utiliza con todos los jesuitas, tanto sacerdotes como no sacerdotes. En las primeras generaciones rubri-caban su firma, frecuentemente, con una simple cruz detrs, y a veces tambin con otra delante del nombre. Francisco Javier, desde la India, ter-mina una larga carta en 1548 a los compaeros que estn en Roma y en todo el mundo con la frase: Minimus servus servorum Societatis nominis Jesu, Franciscus. Las cubiertas de libros escritos por los jesuitas hasta el siglo XVII des-criben a sus autores como e Societate Jesu, Societatis Jesu o sus respectivas expresiones vernculas. Parece que la costumbre de aadir las iniciales SI (o SJ) a su nombre se hizo bas-tante comn desde el siglo XIX. En el Annuario Pontificio se introdujeron estas siglas en 1926.

    Como pareca a algunos que los socii Iesu se alzaban a Jess como en exclusiva, esto indujo a que, con el tiempo, jesuitas como Polanco y Pedro de Ribadeneira tendiesen a una interpretacin militarista de compaa. Segn esta interpretacin ya no haba tal apropia-cin exclusivista de los compaeros de Jess, sino un simple reconocimiento y adherencia al Capitn de los buenos. Con esto se daba pie al mito militarista.

    con todos los jesuitas, tanto sacerdotes como no

    nominis Jesu, Franciscus. Las cubiertas de libros

    Polanco y Pedro de Ribadeneira tendiesen a una

    Capitn de los buenos. Con esto se daba pie al

    Jos Garca de Castro, SJPedro Fabro: Orar y servirSal Terrae, Santander 2006, 141 pgs.

    A partir de la obra ms ntima de Fabro, el Memorial, y no pocas de sus cartas, el libro nos ofrece un recorrido por la interioridad mstica de este beato, que fue maestro de conversacin y sabio orientador de los Ejercicios Espirituales.

    Cardenal Tomas Spidlik, SJEl starets IgnacioMonte Carmelo, Burgos 2005, 165 pgs.

    Este cardenal jesuita, nacido en Moravia y dedicado a los estudios de los santos Padres orientales, se acerca a la persona de Ignacio para estudiar un nico aspecto: cmo es su paternidad espiritual con los hijos que ha engendrado en el Espritu. Seala las actitudes comu-nes con los antiguos padres, y los rasgos tpicos de la manera de actuar de Ignacio como padre espiritual.

    Jos M Olaizola, SJIgnacio de Loyola, nunca soloSan pablo, Madrid 2006, 287 pgs

    No es una biografa cientfica sobre Ignacio, ni un trabajo enciclop-dico de erudicin ignaciana. Se trata de una semblanza que presenta a Ignacio desde una mirada contempornea. Quiere meterse en su vida desde la sensibilidad de alguien que se pregunta de qu manera la figura del santo puede iluminar las vidas de los que se acercan a l. Estupendo para jvenes, como estupendas son las introducciones a los nueve captulos en que se divide su vida.

    Pedro Miguel Lamet, SJDezAlegra, un jesuita sin papelesTemas de hoy, Madrid 2005, 478 pgs.

    Esta magnfica biografa, fruto de largas conversaciones entre DizAlegra y el periodista Pedro M. Lamet, es un estudio documentado y exhaustivo de la obra y de la apasionante trayectoria vital de este polmico ex jesuita. El subttulo La aventura de una conciencia indica sus peripecias polticamente incorrectas, que en otra poca probablemente le hubieran llevado a la hoguera por hereje.

    Sol, Apstol, Peregrino, San Fco. Javier en su centenarioGob. de Navarra. Fondo de Publicaciones, Pamplona 2005, 372 pgs.

    A esmeradas publicaciones sobre Javier nos tiene acostumbrados el Gobierno de Navarra. En ocho captulos se recorre la vida y misin de San Francisco, y en seis se presentan varios estudios sobre el santo en la literatura y el arte.La abundancia de fotografas hace de este libro un verdadero museo sobre el apstol de Javier.

    Antonio VillacortaLa Jesuita, Juana de AustriaAriel, Barcelona 2005, 575 pgs.

    La princesa Juana de Austria (15351573), hija de Carlos V, herma-na de Felipe II, madre del rey Don Sebastin de Portugal, fundadora del convento de las Descalzas Reales de Madrid, fue adems una jesuita preclara, protectora y generosa. No lleg a ser reina, pero reuna los ingredientes necesarios para que muchos de su tiempo as la consideraran. Aqu se nos presenta la biografa de la nica mujer jesuita que reconoce la Compaa.

    El nombre de la Compaa

    Compaa

    Los primeros compaeros reunidos en Vicenza en septiembre en 1537, trataron entre s cmo se llamaran a quien les pidiese qu con-gregacin era la suya; comenzaron a darse a la oracin y pensar qu nombre sera ms conve-niente y optaron por el nombre de Compaa de Jess.

    Compaa no tiene ninguna intencin ni sentido militar, aunque existe el mito de que San Ignacio, que haba sido capitn, le puso el nombre de Compaa para indicar la obe-diencia y estilo castrense que deba distinguir a la Orden religiosa. En la Italia del siglo XVI, compaa era equivalente de congregacin o asociacin piadosa, y eran muchas: Compagnia del S. Salvatore, della Nunziata, del Smo. Crocifisso, della Madonna del Pianto. Incluso haba, en Parma, una Compagnia del nome di Ges, a la que Pedro Fabro dio, instrucciones en 1540. Ignacio habla de las compaas que instituyeron San Francisco y Santo Domingo. l mismo fund otras compaas, una de Gracia, para redencin de prostitutas; trata de la forma-cin de una compaa de prelados para llevar adelante la obra de las arrepentidas en Santa Marta; y de la Compagnia de SS. XII Apostoli, para atender a pobres vergonzantes.

    Compaa de Jess

    El nombre de Jess lo explica Juan A. de Polanco, secretario de S. Ignacio, as: visto que no tenan cabeza ninguna entre s, ni otro prepsito, sino a Jesucristo, a quien slo desea-ban servir, pareciles que tomasen nombre del que tenan por cabeza, dicindose la Compaa de Jess. Esta denominacin expresa el ncleo de la espiritualidad cristocntrica ignaciana. El mismo Ignacio temi que pareciera una deno-minacin pretenciosa y ofensiva a los dems cristianos como, de hecho, ocurri despus. A pesar de eso, Ignacio tena una gran seguridad sobre el nombre, sin duda, por la visin de La Storta en noviembre de 1537. La acusacin de arrogancia no ces, y la oposicin por parte de algunos fue tan recia que, en 1590, el papa Sixto V insinu al General Claudio Aquaviva que, por propia iniciativa, suprimiese el nombre de Compaa de Jess, aunque no pona objeciones al uso del trmino jesuita. Pero muri sin tomar ninguna decisin en concreto.

    Wenceslao Soto Artuedo, SJ

    Revista Jesuitas 92 (2007) 26