Comunicarse en Familia - Marie Madeleine Martinie

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COMUNICARSÍ EN FAMILIA ESCUCHAR PARA ENTENDER EDICIONES MENSAJERO

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Familia

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  • COMUNICARS EN FAMILIA ESCUCHAR PARA ENTENDER

    EDICIONES MENSAJERO

  • Marie-Madeleine Martinie

    COMUNICARSE EN FAMILIA

    Escuchar para entender

    Seccin: Pedagoga

    BOLSILLO MENSAJERO

  • Traducido al castellano por Jess MENDIBELZUA del original francs "Communiqueren famille".

    Las ilustraciones del presente libro son de FLORIS GABRIEL

    Portada: Alvaro Snchez

    Librairie Arthme Fayard, Pars (Francia) Ediciones Mensajero, S.A. - Sancho de Azpeitia, 2 - 48014 BILBAO

    Apartado 73 - 48080 BILBAO ISBN: 84-271-1918-6 Dep. Legal: BU.-563.-1994 Printed in Spain Impreso en Ediciones Aldecoa, S.L. Pol. Ind. Villalonqujar. CA Condado de Trevio, s/n. Naves C.A.M. n.9 21 09001 BURGOS

    A mi hija Rozenne que, al mecanografiar este manuscrito,

    me sugiri atinadas correcciones.

  • PREFACIO

    La comunicacin en familia: Duelo o do?Enfren-tamiento con hostilidad o armona con amor? "Familia, te odio" o "Familia, te amo"?

    Todo depender de la manera en que la clula fami-liar sea capaz de establecer en su propio seno el dilo-go, ef intercambio y fa confianza.

    Con todo, cuan frgil resulta semejante construc-cin! Un paso en falso, y puede sobrevenir el fracaso. Una palabra desafortunada, y ya tenemos a la incom-prensin asentndose y creciendo, hasta provocar un distanciamiento duradero. Cualquier ausencia, cualquier fallo precisamente en el momento en que era necesario esmerar la atencin, y tendremos que enfrentarnos con una espalda que se vuelve o con un adolescente que se marcha en busca de influjos extrafamiliares, tal vez con no pequeo riesgo.

    Al abordar la preciosa obra de Marie-Madeleine Mar-tinie, se adentra uno en este universo, tan sensible y lle-no de matices. A partir de ese momento, ya no lo aban-dona, toda vez que se siente vinculado a la ancdota, a la situacin conflictiva o a las cuestiones que plantea el nio y que requieren respuestas tan delicadas.

    Una palabra clave, la ternura, abrir infinidad de puertas. Y es que no cabe duda de que la familia, nu-

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  • merosa o no, jams ser un jardn fecundo y acogedor sino cuando se d en ella la tierra frtil de la ternura, in-visible pero omnipresente, cual una "segunda naturale-za", confiriendo consistencia a la raigambre de la que, al fin, depender todo.

    Cada captulo de la presente obra est henchido de una experiencia que se ha visto confrontada con cente-nares de casos y figuras.

    Se advierte que el autor ha conocido todas las eta-pas que han contribuido a formar, al correr de los aos, el juicio de una esposa, una madre y una abuela. A to-do ello viene a sumarse esa competencia, fruto de sus investigaciones en psicologa, que le otorga a la Sra. Martinie una serena autoridad en estas materias. De ah que el lector se vaya dejando llevar, entre interesado y curioso. Y, en ocasiones, maravillado ante la sencillez de una observacin o la lucidez de una mirada dirigida al otro.

    Hay que reconocer que no se ha eludido nada de cuanto pertenece al futuro en los datos referentes a la familia moderna: desde el famoso "padre ausente, hijo fracasado" hasta las vinculaciones juveniles, y desde las separaciones hasta las frustraciones femeninas y las so-licitaciones exteriores. Cada anlisis se beneficia de un inalterable sentido comn y de la discreta ayuda de la fe que posee la Sra. Martinie.

    Me ha agradado adems sobre manera, dado lo ra-ro que ha pasado a ser el tema, el nfasis especial que se hace sobre la importancia de lo escrito. De la comunicacin por carta. Se da en ellas, en efecto, y con independencia de las consideraciones de estilo y composicin, un insustituible medio de intercambio, ms meditado y ms rico que cualquier otro. Convena hacerlo notar.

    En este libro, queda resumida ms o menos de esta manera la historia de una pareja cualquiera por parte de la esposa dirigindose a su marido: "No como t, sino para ti y contigo".

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    En el fondo, un resumen as podra valer para definir las relaciones de no pocos dos con miras a evitarles que se conviertan en otros tantos duelos.

    Por lo que a m toca, lo he adoptado. Y es que con-sidero que este libro, que va dirigido a todas las familias, est elaborado en realidad "para ti y para m"; y que ha de hacer su camino "contigo y conmigo". Para y con ca-da una y cada uno.

    Yves LA PRAIRIE

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  • PROLOGO

    Cuando mis hijos eran pequeos (por aquel tiempo tena cuatro), escrib un libro acerca de los dilogos en familia1. El tema me interesaba. A lo largo de varios aos, haba trabajado en la "recuperacin" de nios y adolescentes, tanto desde el plano propiamente escolar como en lo referente a su actitud general ante la vida. Ha transcurrido casi un cuarto de siglo. El tema sigue sindome muy querido. Y hasta puede ser que ms que antes.

    En efecto, una ingente cantidad de conferencias so-bre el dilogo entre las diversas generaciones o sobre otros asuntos prximos me han permitido conectar con muchos jvenes inquietos o agresivos -y con muchos padres angustiados, que no saben cmo pasar del due-lo al do a causa de mutuas incomprensiones. Y en no pocas ocasiones, la caracterologa -esto es, ese mto-do de conocimiento de uno mismo y de los dems que sirve para caer en la cuenta de la diversidad de los se-res humanos- me ha ayudado, cuando determinados in-dividuos parecan opacos respecto a los dems, a arro-jar luz sobre sus diferencias e inducirles a aceptar dichas diferencias como un tesoro.

    1. Dialogue en famille, ditions Universitaires, Paris, 1967.

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  • El carcter no constituye toda la personalidad, infini-tamente ms rica. Ahora bien, conocer un carcter su-pone comprender cmo la historia de una persona ha podido ser integrada por esa persona. Las disputas en-tre los especialistas acerca de lo innato y lo adquirido, consideradas as, resultan por dems ftiles: cuanto ad-quirimos viene a incorporarse sobre lo innato.

    Y esto ltimo difiere segn las personas. (Es lo que, al margen de otras causas, explica la asombrosa diver-sidad de los santos. Todos escucharon la llamada de Dios, pero respondieron a ella segn su carcter. Y eso es lo que les confiri unas personalidades tan variadas).

    Si esta pequea gua puede ayudarles a los que la manejen a aceptarse y a aceptar como distintos a aque-llos a quienes aman, no habr resultado intil. Y hasta tal vez contribuya a luchar contra la divisin de nuestra sociedad en capas impermeables unas respecto a las otras, divisin mortal tanto desde el punto de vista social como en lo espiritual.

    Un hombre muy anciano, al leer el presente manus-crito poco antes de su muerte, me confesaba: "Si hubie-se sabido esto mucho antes, habra sido ms carioso con mi mujer y ms firme respecto a mis hijos, y habra compartido mejor mi fortuna con ellos. Pero nadie me condujo por este terreno".

    Como no era practicante, no conoca las siguientes frases de Juan Pablo II, tomadas de su encclica Fami-liaris Consortio:

    "Todos los miembros de la familia, cada uno de acuerdo con sus propios dones, poseen la gracia y la responsabilidad de construir, da a da, la comunin de personas, haciendo de la familia una 'escuela de huma-nidad ms completa y ms rica'. Esto se lleva a cabo a travs de los cuidados y el amor otorgados a los hijos pequeos, a los enfermos y a las personas ancianas; a travs de los servicios recprocos de cada da; en el compartir los bienes, las alegras y los sufrimientos.

    "Para construir una comunin como sta, existe un elemento fundamental: el del intercambio educativo en-

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    tre padres e hijos, que le posibilita a cada uno el dar y el recibir. Por medio del amor, el respeto y la obediencia para con sus padres, los hijos aportan su parte espec-fica e insustituible para la edificacin de una familia au-tnticamente humana y cristiana. Todo ello resultar f-cil si los padres ejercen sin desfallecer su autoridad como un autntico 'ministerio', o, mejor an, como un servicio ordenado al bien humano y cristiano de los hijos y, ms en concreto, destinado a que stos adquieran una libertad en verdad responsable, y si esos mismos padres conservan una conciencia escrupulosa del 'don' que reciben sin cesar de sus hijos".

    El dilogo supone el mutuo enriquecimiento. T me enriqueces con lo que t eres, con eso que yo no soy.

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  • ESCUCHAR

    Cuenta seis meses. Si le hablo con dulzura, hace gorgoritos a media voz.

    Pero, en cuanto sus hermanos y hermanas irrumpen en la habitacin, se pone a su altura, estalla en risas y gri-ta con ms intensidad que los dems.

    Ayer, por primera vez, oy junto a su cunita el timbre del despertador. Sorprendido al principio y encantado luego, respondi con todos los "feu, feu" y los "greu, greu" de su repertorio.

    Esto supuesto, es que est siempre dispuesto al dilogo?

    Y, por lo que a nosotros toca, seremos capaces de escucharle como l nos escucha y de responderle como l nos responde?

    La cosa es tan difcil que muy pronto llevamos todos a cabo el aprendizaje de cierta soledafk Haciendo co-mo que hablaba por telfono, una pequea de cuatro aos le confiaba al auricular: "Ya sabes, mi mam no me escucha".

    Las mamas no pueden escuchar todas las charlata-neras. Eso no obstante, deben tener buen cuidado de no dejar en exceso sin respuesta las de sus hijos. Por-que, "la prctica de las grandes soledades te convertir

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  • en un mudo cuando, al fin, se presente quien no pida ms que escucharte 1".

    Y ciertos adultos parlanchines, aquellos (y, de los que solemos huir, no sern otros tan mal-escuchados que, por falta de atencin hacia su persona, se han vis-to reducidos desde su infancia al sempiterno comentario de sus hechos y gestos? La charlatanera acrecienta la soledad. Pretendiendo encontrar una respuesta, no oyen ms que su propio eco.

    "Si pudiera callarse siquiera un poco, sera capaz de escucharla!", suspiraba un marido.

    Ann MORROW-LINDBERG, Je promets de t 'aimer

    A lo cual, puede aadrsele este consejo:

    "Cllate mucho para tener algo que decir que me-rezca la pena ser odo. Pero, adems, cllate para orte a ti mismo".

    Lanza DEL VASTO, Prncipes et prceptes du retour l'evidence,

    Denoel, 1973

    Y, de ese modo, hacerte capaz de entender a los dems.

    Entender incluso aquello que no se dice. Una nia que me haban confiado durante unos das, hallndose desocupada, no paraba de dar vueltas en torno a m. Eso es algo que me molesta para escribir.

    "No tienes nada que hacer? - N o .

    1. Henri Bosco, Un oubli moins profond, Gallimard, 1961.

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    - Quieres dibujar? - S i lo quieres t. - Cmo que si lo quiero yo? Yo no lo quiero si a ti

    no te apetece. Toma tus lapiceros si tienes ganas de di-bujar. Y, sobre todo, pon mejor cara!"

    Y es que la pequea daba la sensacin de que se sen-ta desdichada, cosa que, de pronto, llam mi atencin.

    A qu poda ser debido que mostrara tal semblan-te? Nadie la haba regaado, ni molestado... Ahora bien, la vspera le haba prometido: "Si maana hace bueno y no estoy demasiado ocupada, iremos a la playa". Haca bueno... pero ella no saba si estaba "demasiado ocupa-da". En consecuencia, no peda nada.

    Esto supuesto, y con independencia de sus restantes defectos, qu fciles son de educar los nios "directos" que no experimentan dificultad en pedir, reclamar, supli-car o protestar! Pero qu difcil tiene que resultar ser la mam de una nia as, con sus peticiones encubiertas y sus confesiones sofocadas!

    Esta nia me induce a pensar en una adolescente que en otro tiempo sola venir a verme de manera irregu-lar y bajo pretextos sorprendentes. Llegu a comprender que no acuda a m sino cuando algo "no funcionaba bien". Con todo, nunca me confesaba abiertamente en qu consista ese "algo". Era preciso descubrirlo a travs de sus expresiones ms anodinas: or el relato de una obra de teatro y, de pronto, escuchar: "En el entreacto, mam se march y yo me qued sola con pap", y com-prender que eso significaba: "Pap y mam discutie-ron..." Haba aprendido a traducir!

    Pero con frecuencia ser muy cerca de nosotros donde debamos realizar ciertas traducciones. Qu nos quiere decir esa nia que nunca hace caso cuando la que la llama es su hermana mayor... o esa otra que, an-tes de las comidas, cambia de sitio los servilleteros... o ese chiquillo que no manifiesta nada cuando sus padres se marchan o regresan pero que, en cuanto se ausen-tan, no puede dormirse sin su osito?

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  • Y hay todava seales ms sutiles: un ligero tarta-mudeo, cierto leve parpadear, la repentina falta de ape-tito, una pesadilla reiterada... No hay por qu otorgar-les oficialmente importancia, pero considerarlas como algo despreciable supondra olvidar que "el cuerpo, la voz y el rostro no son slo meras seales, sino el ser mismo2".

    Eso no obstante, y con independencia de las seales mencionadas, sobre todo nos comunicamos por medio del lenguaje.

    Y ste, antes que expresin, es imitacin. Nuestros hijos hablan no slo como nosotros les ha-

    blamos a ellos, sino tambin como lo hacemos en su presencia. No hablan nicamente de aquello que les ha-blamos, sino tambin de lo que hablamos delante de ellos.

    Se trata de un poder horroroso: al cabo de unos aos, como consecuencia de que le hablamos y de que la idea nace junto con la palabra, ese nio recapitular cuanto ha aprendido intelectualmente la humanidad a lo largo de miles de aos. Nacimiento del lenguaje, naci-miento de la mente, nacimiento-del dilogo: he ah un nacimiento tan conmovedor como el de la carne.

    Ahora bien, esos que tienen necesidad de verse es-cuchados fuera de la familia no son los mismos que no reciben atencin en sus propia casa? No son ni escu-chados, ni respetados, ni aceptados. "Por qu no me dijiste eso? - Porque tenas demasiada prisa... - Porque tenas demasiadas ganas de saberlo... - Porque tenas miedo de que te lo dijera..." Es cierto que los distrados, los curiosos, aquellos que tienen miedo a la verdad no merecen que uno atraviese con ellos el umbral de la simple charla para adentrarse en el verdadero dilogo, se en el que cada uno acoge al otro, incluso aunque no lo apruebe.

    2. Louls Lavalle, L'erreurde Narcisse, Grasset, 1947.

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    "Nuestro interlocutor lo primero que exige es ser escuchado. Si toma la palabra es, en efecto, para que dicha palabra sea acogida. Por lo tanto, no cabe mos-trarse distrado, seguir con nuestra idea o cortarle la palabra, sino que hemos de situarnos a la escucha mientras el otro habla y para que pueda hablar. La experiencia demuestra que suele resultarnos raro a todos el habernos encontrado con alguien que nos haya escuchado hasta el final! Cuntas cosas no di-chas, que jams nos hemos atrevido a expresar como consecuencia de que nuestro interlocutor se precipita-ba a su vez en una palabra prematura, dndonos la sensacin de que no era capaz de escuchar ms!

    "Pero no basta con escuchar... Es preciso tam-bin descubrir, dentro del discurso de nuestro inter-locutor, los trminos significativos, aquellos precisa-mente que son los encargados de eso que todava tiene que decir".

    Louis BERNAERT, Exprence chrtienne et psichologie

    Nos hallamos ante un dilogo un tanto peculiar, el del enfermo que tiene delante de s a la persona que puede curarle.

    Ahora bien, cuan difcil es, en ocasiones, el iniciar y llevar adelante un verdadero dilogo! No basta la buena voluntad para que la corriente pase -ni siquiera el amor. "Mi marido no me comprende nunca", suspira una joven esposa. El tal marido, afligido, se encoge de hombros. "Hago cuanto puedo, pero da la impresin de que me encuentro siempre al otro lado de la placa". Estos dos individuos tienen una perentoria necesidad de explicar-se recprocamente. Cierta iniciacin en caracterologa les conducira, por lo menos, a comprender por qu re-sultan opacos el uno para el otro, y la joven no se dara por aludida cuando es atacada.

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  • Entre padres e hijos pueden darse opacidades an-logas. No existe ley alguna de herencia que impida que las relaciones entre ellos y nosotros se opongan ante cualquier incidente. Oposicin incomprensible, irritante y entristecedora para quien no conozca la diversidad de personas o la rechace. Oposicin que no hay que per-mitir que se convierta en enemistad. Oposicin, en oca-siones, llena de promesas para quien le da acogida.

    Georges Duhamel escriba en Lesplaisirs et lesjeux acerca de estas diferencias entre los individuos a pro-psito de sus hijos: "Lo que hace que el observador pier-da todos los frutos de su paciencia es la aficin a las ge-neralizaciones. Yo escucho, miro y no asigno ninguna regla en absoluto. Puesto que, aquello que es vlido pa-ra los mos, tal vez no sea bueno para los dems".

    Un caracterlogo encontrara en esta frase una serie interminable de derivaciones. "El carcter y el dilogo", qu tema tan precioso para una tesis doctoral!

    Me parece que todos los caracteres tienen su piedra de engarce dentro del edificio del dilogo:

    los emotivos vibran a la menor solicitacin, los no-emotivos dejan hablar, sin dificultad... los activos van de impulso en impulso, los no-activos son capaces de esperar, los primarios "se manifiestan" sin resistencia, los secundarios saben guardar los secretos, los liberales siempre se muestran disponibles, los estrictos son todo odos para quien les habla, los "Marte" estn prestos al ataque directo, los "Venus" se las ingenian para buscar puntos de

    contacto...

    Ahora bien, cada rasgo de carcter cuenta con su cara y su cruz. Y la dificultad para todos nosotros estriba en comprender a aquellos que no se nos asemejan. De ah que no est de ms hablar de tales rasgos de ca-rcter, que nos especifican a todos.

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    Primera Parte

    UN POCO DE CARACTEROLOGA

  • I

    HISTORIA Y GEOGRAFA

    Se suele hablar mucho, un poco por todas partes, hasta incluso en los peridicos ms frivolos, de las tc-nicas de estudios de la personalidad. Dichas tcnicas poseen las ms de las veces cierto predominante hist-rico, es decir pretenden descubrir lo que es un ser hu-mano inducindole a que relate su "historia".

    EJEMPLO: Ante nosotros se encuentra Marcos, que cuenta diez aos. Hasta el curso pasado, era de los pri-meros de su clase. Ahora bien, a lo largo de todo este curso, se ha mantenido entre los ltimos. Sus padres se sienten admirados por ello pues no ha estado enfermo, ni ha cambiado de colegio: en una palabra, que no pa-rece que tenga "excusa". Le han llevado a un psiclogo, que ha hecho cuanto ha podido por descubrir dentro de la historia de Marcos el motivo de su repentina pereza: Marcos era hijo nico. Esto supuesto, en julio del ao pasado, tuvo una hermanita, cuyo nacimiento no supie-ron anunciarle o hacerle desear. Bruscamente se vio apartado de su madre por primera vez en la vida. Y, cuando l regresa a casa, la pequea acapara la aten-cin de todos. Desde entonces, Marcos est celoso. Ce-loso y desgraciado. Le detesta a su hermanita, pero apa-

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  • renta amarla para no apenarle a su madre y no pasar por un monstruo. Con todo, los celos en cuestin y la duplicidad que entraan le han quitado por completo las ganas de vivir y todo ardor de cara al trabajo. Como es natural, la severidad de sus padres ante su repentina pereza no hace otra cosa que consolidar su sentimiento de abandono y, en caso de que no se intervenga, puede convertirse no slo en un cncer sino tambin hacer de l un nio mentiroso y malo.

    La historia de Marcos es banal. Y, sin embargo... to-dos conocemos hijos nicos para quienes el nacimiento de un hermanito o hermanita ha supuesto (a pesar de las torpezas de las personas mayores) una inmensa ale-gra. Entonces? No es algo fatal que un hermano ma-yor est larga y profundamente celoso de otro hermano mucho ms pequeo? No, no es algo fatal sino cuando el mayor en cuestin tiene ciertos rasgos de carcter.

    Las invasiones en la historia se explican por la rique-za relativa del pas invadido, por su carencia de fronte-ras naturales y por la falta de preparacin de sus habi-tantes tanto como por la avaricia de los vecinos. De igual manera, la invasin de un sentimiento lo bastante intenso como para transformar a un nio bien educado en un cncer, o a uno dcil en un revoltoso, no se expli-ca slo por determinadas circunstancias exteriores, sino tambin, y sobre todo, por ciertos rasgos del carcter de aquel que padece dicha invasin.

    Si estudiamos el carcter de Marcos, caeremos en la cuenta sin duda de que se trata de un nio posesivo. Domina cuanto tiene. Sus padres, con los que siempre se entendi bien, son lo ms querido que tiene. Hasta ese momento los crea para l por completo. Un nio menos posesivo, ante la necesidad de compartir, se "conformara". Pero en su caso, el compartir supone mu-tilarse. Tiene ms necesidad que nadie de que se le ayude a hacerlo. Experimenta tanta urgencia de poseer que no ser capaz de aceptar a su hermanita ms que si se le muestra que dicha hermana es "para l" y no s-lo para sus padres.

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    Adems, Marcos es sin duda un nio en el que las impresiones resultan duraderas, que tiene "sucesin de ideas". Un nio ms "cabeza loca" podra experimentar asimismo, si fuese tan posesivo como l, ciertos mo-mentos de odio y desesperacin. Pero se dejara llevar por la corriente de la vida. Es muy fcil que resultase desagradable en casa, entre sus padres y hermanita, al menos de cuando en cuando. Pero en clase, su com-portamiento no sera muy diferente al del ao anterior. Y es que en clase, lejos de la familia, olvidara su dra-ma, que Marcos, por el contrario, lleva a todas partes consigo.

    Y, al margen de eso, Marcos es un sensible. Su her-manita, a la que detesta toda vez que a sus ojos es la que le ha robado a sus padres, le atrae a pesar de todo. Fuera de eso, y con independencia de la inconsciente venganza que ejerce contra sus padres trabajando mal en clase, sigue siendo dcil y afectuoso en sus relacio-nes directas para con ellos. Un nio menos sensible, menos preocupado por no dar pesar, no hubiera sido capaz de ocultar sus sentimientos de cara a su herma-na, ni hubiera podido impedir el mostrarse, siquiera fue-ra en ocasiones, desobediente e insolente.

    La tendencia a poseer, la sucesin de ideas y la sen-sibilidad suponen otros tantos rasgos de carcter, com-parables dentro de una personalidad con esos grandes trazos que dibujan sobre un mapa las montaas y ros de un pas. Conocer tales grandes trazos geogrficos implica prepararse a comprender la historia de un pas. Ahora bien, la caracterologa es comparable al estudio geogrfico de los seres humanos, estudio mediante el cual se entiende mejor su historia.

    Se la comprende... y se la prev. Basta con mirar el mapa de Europa, a partir del Tratado de Versalles1, pa-ra ver que el corredor de Dantzig no poda por menos de originar dificultades entre Alemania y Polonia. De igual

    1. Firmado en 1919 y que puso fin a la Primera Guerra Mundial.

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  • manera, cuando uno conoce el carcter de un nio, sa-be cules son las deformaciones que le acechan.

    Si, antes del nacimiento de su hermanita, los pa-dres de Marcos hubieran estudiado el carcter de ste, habran pensado: este nio no es capaz, como lo han hecho millones de pequeos antes que l, de aceptar sin drama al beb que va a nacer. Si no se le ayuda, los celos le recomern. En consecuencia, habran po-dido evitar un buen nmero de torpezas. Y, tras el na-cimiento de la nena, se produciran, entre Marcos y su hermana, ligeros incidentes de frontera, pero no hubie-ra tenido lugar la invasin de los celos. Marcos se sen-tira un poco irritado de cuando en cuando, como lo suelen estar todos los hermanos mayores, y hasta a ve-ces apenado sin saber demasiado por que, pero, en su conjunto, se sentira feliz y orgulloso. Por lo que hace referencia a la pereza, nunca se habra visto cuestiona-do al respecto...

    Es cierto que, en la actualidad, Marcos, que se halla en manos de alguien que comprende su historia, intenta-r luchar contra los celos Pero no cabe duda de que se-rn precisos meses, y hasta acaso aos, para que vuel-va a ser el chico feliz y trabajador que era. Casi siempre la historia suele contarse demasiado tarde y cuando se presenta algn drama. Por otro lado, es de sobra conoci-do que: "Los pueblos felices no tienen historia".

    Por lo que se refiere a las familias numerosas, su his-toria se construye a base de relaciones armnicas tanto entre las generaciones como en las propias parejas. Ahora bien, dichas relaciones estn fundadas sobre el conocimiento intuitivo que cada uno tiene acerca de los dems. (Y es que, quin no es un poco caracterlogo, sin saberlo?).

    La caracterologa, esa geografa del ser humano, consolida y clarifica nuestras intuiciones, nos proporcio-na un vocabulario y, en una palabra, le.ofrece a quien lo desea... la teora de su prctica.

    "Todo es innato", dice uno. Y no cree en la conver-sin de las personas.

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    "Todo radica en lo adquirido, dentro de la historia hu-mana", dice otro. Y rechaza diferencias ajenas a las so-cio-profesionales.

    Para el caracterlogo, lo adquirido se incorpora so-bre lo innato. Una personalidad es una historia, pero una historia que le concierne a cada uno, a cada uno que ha recibido, de partida, un capital no semejante a ningn otro.

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  • 2

    CARCTER Y PERSONALIDAD

    La geografa ayuda a comprender la historia de un pas, pero no la explica por entero.

    La explotacin concienzuda e inteligente del suelo, el genio en la organizacin econmica y social, la cohesin poltica y el entusiasmo militar de sus habitantes pueden hacer, de un pequeo pas con escasos recursos, una gran potencia... en tanto que, por el otro lado, no pocas riquezas siguen permaneciendo sin explotar por obra de determinados pueblos perezosos o inconscientes.

    De igual manera, el carcter no determina completa-mente la personalidad.

    Simplificando (ya que la realidad resulta ms com-pleja), podramos decir que la historia de un pas es lo que un pueblo (y las circunstancias) se hace a s mismo con sus recursos naturales. Asimismo, la personalidad es lo que las circunstancias y la educacin han he-cho de un carcter (y, por educacin, hay que enten-der no slo aquella que uno recibe de sus padres, ma-estros y profesin, sino tambin -y sobre todo- la que uno se da a s mismo).

    EJEMPLO: He aqu a un par de hermanos gemelos univitelinos, separados accidentalmente con ocasin de

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  • la guerra y educados de manera diferente: Juan, como hijo nico; Pedro, en un medio ambiente rodeado de hermanos y hermanas. Juan dentro de un contexto poco culto, Pedro en un ambiente refinado. Lo que los hace muy prximos el uno para el otro a los veinticinco aos es su carcter.

    "Salta a la vista" el parecido caracterolgico profun-do de estos dos hombres? No. Pedro, acostumbrado desde la infancia a ciertos contactos sociales ms diver-sificados, daba la impresin de ser ms flexible que su hermano gemelo. Pareca adems mucho ms inteli-gente, pues su inteligencia se haba ejercitado mucho antes y con mayor intensidad. Y la sensacin de haber alcanzado su desarrollo le otorga una seguridad de la que no goza su hermano.

    Con todo, un caracterlogo distinguira pronto, a tra-vs de una serie de diferencias, de no pequea impor-tancia social, ciertas estructuras idnticas:

    - Pedro y Juan experimentan la misma necesidad de anlisis y llegan a lo general a partir de lo particular.

    - Ninguno de los dos tiene aficin a un saber que no sea susceptible de convertirse en accin: si Pedro ha querido iniciarse en las finanzas y Juan no ha aprendido ms que mecnica, ha sido como consecuencia de que juzgaban que tenan necesidad de tales conocimientos.

    - Dentro del plano de la sensibilidad, ambos son muy poco emotivos, pero sus raras emociones tienen unas repercusiones inacabables. No frecuentan los mismos medios ambientes, pero cada uno de ellos, en el suyo propio, no tiene como amigos sino a compaeros de co-legio; los dos se han casado con amigas de la infancia. Y Juan en su sindicato agrcola desempea el mismo papel que Pedro dentro de su equipo de ingenieros: el del elemento estabilizador.

    Su eficiencia tranquila y perseverante, con no mucha amplitud pero segura, patentiza al caracterlogo su ta-lante de flemtico estricto \ carcter que no han alte-rado los factores de orden social e histrico personales.

    1. Vase cap. 5.

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    EN QUE CONSISTE EL CARCTER?

    De acuerdo con Rene Le Senne1, el carcter es "aque-llo que, en el hombre, es anterior a su historia y subyace bajo dicha historia, lo que es slido, permanente y resis-tente al cambio".

    "El carcter es anterior a la historia, subyacente a di-cha historia". Los celos del pequeo Marcos no se hu-bieran producido sin una circunstancia externa (el naci-miento de su hermanita), pero tampoco hubieran sido posibles si Marcos no hubiera sido un nio posesivo.

    "El carcter es slido, permanente y resistente al cambio. " Esto ya resulta menos evidente, pues todos conocemos personas "que han cambiado". Por otro la-do, aseverar que el carcter resiste al cambio, no su-pone condenar al fracaso cualquier esfuerzo educativo?

    Lo cierto es que el carcter es a un mismo tiempo permanente y perfectible. Ningn jardinero ha logrado jams transformar una flor de escaramujo en un jacinto. Ahora bien, todas las variedades de rosas se obtienen a partir de aqullas.

    1. Hago la cita de memoria, como me suceder, a lo largo del pre-sente libro, en otras ocasiones.

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  • Del mismo modo, un individuo profundamente inacti-vo no acudir al encuentro del trabajo sino en muy con-tados casos. Pero, si somos capaces, por un lado, de buscarle ocupaciones que pongan en juego sus cualida-des, y, por otro, de inducirle a que descubra determina-das motivaciones para trabajar, podr lograr un exce-lente "rendimiento" social y, a los ojos de aquellos que lo conozcan poco, pasar por un "trabajador".

    La justificacin de la caracterologa se fundamenta en esta doble propiedad del carcter:

    - su permanencia (cosa que hace posible conocerlo), - su plasticidad, es decir la capacidad no de trans-

    formacin, sino de orientacin y empleo (que da pie a mejorarlo).

    El carcter es permanente. Quiere esto decir que se mantiene idntico a s mismo desde la infancia hasta la vejez? No. Cada carcter posee su ritmo y sus mati-ces, de acuerdo con la edad y las circunstancias. Pero, por encima de las diferencias atribuibles a la edad y las circunstancias, los rasgos profundos del carcter per-manecen.

    Reconocer y aceptar tales rasgos supone hacer que el dialogo resulte ms fcil.

    El recurso a la caracterologa no significa etiquetarse ni, mucho menos, etiquetar a los dems, sino compren-der mejor la diversidad de las personas y, tambin, acep-tar mejor esa diversidad.

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    LOS RASGOS FUNDAMENTALES DEL CARCTER

    De entre los elementos constitutivos del carcter, los ms fundamentales son (segn el orden adoptado por los psiclogos):

    - la emotividad o la no-emotividad, - la actividad o la no-actividad, - la resonancia breve o duradera de las emociones.

    La actividad

    Comencemos por definir la actividad, puesto que el significado que le otorgan los psiclogos al adjetivo "ac-tivo" viene a ser, ms o menos, el que le atribuye el len-guaje corriente. Pero slo ms o menos, pues, en el len-guaje coloquial, una persona activa es simplemente aquella que acta mucho, con independencia de cules sean sus motivos para la accin, en tanto que para el caracterlogo un activo (A) es aquel que va al encuen-tro del trabajo, que busca y, si es preciso, crea situacio-

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  • nes para actuar. Es, en suma, no precisamente alguien que acta con una intencin concreta y a pesar de las dificultades para la accin, sino uno que lo hace por el placer de actuar tanto, y en ocasiones ms, que por po-ner en prctica una intencin concreta.

    El no-activo (nA) suele ser con frecuencia alguien que acta poco. Habr casos en los que trabaje inten-samente, ya que le obligar a hacerlo alguna necesidad o se sentir impelido por el amor, pero siempre es al-guien al que la accin se le presenta como una ocasin ms para vencerse que para expansionarse.

    Cuando uno se plantea la cuestin: "Soy activo?", conviene poner cuidado en no responder slo en fun-cin de la actividad desarrollada, sino teniendo en cuen-ta la tendencia que experimenta hacia la accin.

    EJEMPLO: Una mujer que mantenga su casa im-poluta, puede muy bien no ser activa sino, simplemen-te, tener propensin al orden y la limpieza y belleza, o, sin ms, querer contentarle a un marido muy cuidado-so. Ahora bien, aquella que experimenta satisfaccin en hacer la limpieza de la habitacin de un hotel que ocupa nada ms que unas horas es, sin duda, una mu-jer activa.

    La emotividad

    Para la caracterologa, en qu consiste un emotivo? No es emotiva en absoluto, y en contra de lo que suele pensarse de ordinario, una persona que se mueve mu-cho, habla con voz fuerte, da rienda suelta a sus alegr-as y temores, pasa de la risa a las lgrimas...

    Es alguien que, aun cuando est tranquilo en apa-riencia, vibra por nada. Es aquel que, ante el suceso ms anodino (y considerado como tal por l mismo), re-acciona ya de manera ostensible y, ante uno grave, lo hace con extraordinaria intensidad.

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    En comparacin con los no-emotivos, el emotivo es como un almo en medio de una serie de tejos: se es-tremece por cualquier causa... y hasta sin causa alguna. Acaso l mismo no le otorge demasiada importancia a dicho estremecimiento, pero no por eso lo experimenta-r menos.

    EJEMPLO: Al subir al tren, Santiago le empuja a otro viajero. El suceso es de lo ms trivial; al margen de eso, el viajero en cuestin, tras un primer movimiento de sor-presa, le sonre con cortesa. El incidente ha quedado zanjado para la razn... pero no para la sensibilidad de Santiago que sigue azorado, balbuce una serie de excu-sas y experimenta tal sensacin de malestar que se olvi-da del nmero del asiento que tiene reservado, ha de de-positar la maleta en el pasillo para dar con el billete y no recupera de verdad la calma hasta que el suceso ha que-dado olvidado (no por parte de la memoria sino por la sensibilidad).

    Un no-emotivo (nE), que se hubiera hallado en la situacin de Santiago, no se habra alterado en absolu-to; su sensibilidad habra funcionado totalmente sincro-nizada con la razn. Emotivo no es slo quien mani-fiesta ciertas emociones, sino, por encima de todo, el que siente con gran viveza. Hay emotivos manifiestos y otros que lo son mucho menos. Ahora bien, todos los que sienten intensamente el mundo (aunque sea para maldecirlo) son otros tantos emotivos, mientras que aquellos cuya sensibilidad no se altera ms que en las situaciones en que se lo permite la razn son unos no-emotivos.

    La resonancia

    Con objeto de definir la resonancia, volvamos al via-jero emotivo anteriormente mencionado. Lo encontra-mos instalado ya en su compartimento y sumido en la lectura de una novela policaca que le interesa mucho.

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  • Si se siente "conquistado" por entero por la lectura y no le queda de su torpeza anterior ms que un recuerdo in-telectual, esto es, localizado en la memoria y no en la sensibilidad, Santiago sera lo que suele conocerse co-mo un primario.

    Un primario es un individuo cuya conmocin psico-lgica originada por la emocin no dura ms all de los primeros momentos siguientes a dicha emocin.

    Cuando, como en el caso narrado, se trata de un in-cidente banal, tales momentos suponen slo unos bre-ves instantes.

    En circunstancias distintas, habra que pensar en das, semanas y aun meses. Por ejemplo, podramos ver cmo un individuo, desolado durante tres meses como consecuencia de haberse quedado viudo, nos presente alegremente al cabo de un ao a una segun-da esposa.

    Si, en lugar de ser un primario, nuestro viudo fuera un secundario, tal vez se hubiera tambin vuelto a ca-sar, pero despus de varios aos y, sin duda, no olvida-ra jams a su primera esposa (entendiendo aqu, una vez ms, por olvido el de la sensibilidad y no el de la memoria). Por lo que hace referencia a su insignificante torpeza, le dejara a un Santiago secundario una persis-tente sensacin de malestar. Al volver cualquier pgina de su novela, se evadira de pronto de la intriga para re-cordar sus torpes gestos, lamentar el no haberse excu-sado mejor... o echarse en cara por no haber sido capaz todava de olvidar tan anodino incidente.

    Dentro del vocabulario del caracterlogo, un pri-mario es una persona cuyo equilibrio roto por la emo-cin se recupera pronto. Un secundario es aquel en el que la alteracin persiste largo tiempo.

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    El primario es un individuo al que el pasado no le proporciona ms que unos recuerdos-informaciones, o recuerdos-enseanzas. Para el secundario, el pasado no muere nunca del todo; aunque su memoria lo olvide, la sensibilidad sigue conservando las huellas, y sus re-cuerdos estarn coloreados con alguna emocin.

    Suelen ser raros el primario-veleta o el secundario aprisionado en su pasado como en un collar de hierro. Ahora bien, entre uno y otro, qu cantidad de grados, en los que cada uno puede situarse! Y, de igual manera, entre un emotivo y un no-emotivo, entre un no-activo y un activo siempre ocupado y preocupado por modificar el universo.

    Por eso, los caracterlogos les atribuyen a cada uno de esos factores, dentro de una determinada per-sonalidad, una puntuacin que oscila de 1 a 9 (9 para la emotividad mxima, 9 para la actividad mxima y 9 pata la secundariedad mxima). La media es calificada como 51.

    1. Por supuesto que esas calificaciones no tienen nada que ver con el valor de una personalidad. Con todo, su empleo presenta un enorme inters practico.

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  • 5

    LOS OCHO TIPOS DE REFERENCIA

    Estos tres factores fundamentales: emotividad (E) o no-emotividad (nE), actividad (A) o no-actividad (nA), primariedad (P) o secundariedad (S) no hay du-da de que no definen una personalidad poT completo, pero basta su combinacin para perfilar un talante ge-neral.

    Hasta tal punto es esto as que los factores en cues-tin son lo nico que suele considerarse para clasificar a un individuo en alguno de los ocho tipos caracteriales.

    El caracterlogo intenta abarcar a la personalidad en todo su conjunto. Estima que el juego entre la herencia, las circunstancias y la libertad le convierte a cada indivi-duo en una persona nica. En consecuencia, no preten-der nunca reducir dicha persona a un mero esquema Eso no obstante, en aras de cierta simplificacin en el trabajo, s le es preciso valerse de un vocabulario en el que se est de acuerdo.

    Ahora bien, el vocabulario empleado en la literatura caracterolgica tiene un defecto: para definir los ocho ti-pos que origina la combinacin de los rasgos funda-mentales del carcter, tres por tres, a principios de siglo se utilizaron cuatro trminos en la doctrina de los "tem-

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  • peramentos", doctrina que, junto a intuiciones y obser-vaciones exactas, presentaba no pocas confusiones. Estos cuatro trminos: colrico, sanguneo, amorfo y aptico (que conviene mantener si no queremos hacer incomprensibles unos textos excelentes) se ven sustitui-dos hoy en da en no pocos casos por los de activo exuberante, realista, plstico y tranquilo.

    Cuatro tipos de Emotivos

    1) La combinacin E.A.S. da un apasionado para el cual lo ms importante de la vida es la tarea que hay que desarrollar.

    2) La combinacin E.A.P. da un activo exuberante (en otro tiempo se deca colrico) para el cual lo ms importante en la vida es la accin .

    3) La combinacin E.nA.S. da un sentimental para el cual lo ms importante en la vida es la intimi-dad, la interioridad.

    4) La combinacin E.nA.P. da un nervioso, una per-sonalidad inestable, que se las ve mal para dedi-carse a las cosas serias y duraderas, y que se siente atrado por cuanto suponga diversin.

    Por supuesto que las anteriores descripciones son tan slo otras tantas referencias. Y cabe estar "a caba-llo" entre dos tipos: sentimental para-nervioso, por ejem-plo, en caso de que la calificacin de resonancia no sea demasiado elevada.

    Cuatro tipos de no-Emotivos

    1) La combinacin nE.A.S. da un flemtico, para el cual el valor dominante es la ley.

    2) La combinacin nE.A.P. da un realista (en otro tiempo se le llamaba "sanguneo") para el cual lo que importa en la vida es ante todo el xito social.

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    3) La combinacin nE.nA.S. da un tranquilo (en otro tiempo se hubiera dicho "aptico", cosa que resultaba harto injusta). El tranquilo tiende a dar preferencia a "la paz", lo cual le confiere un modo de proceder atenuado y hace que, en no pocas ocasiones, se ocupe de actividades inferiores a las que le permitira su inteligencia.

    4) La combinacin nE.nA.P. da un plstico (en otro tiempo se hubiera dicho "amorfo". Semejante tr-mino resultaba poco grato y, etimolgicamente, quera decir "que no posee un contorno definido"). En efecto, el plstico apenas si ofrece resistencia a los ambientes y siempre corre el riesgo de atas-carse en el placer actual y lo fcil.

    Toda esta terminologa resulta cmoda. Pero con-viene utilizarla con prudencia, recordando que la per-sonalidad desborda el carcter, del que slo es el fun-damento.

    En la prctica, suelen concretarse las cosas hablan-do de "un apasionado de frmula 798", "un tranquilo de frmula 445"...

    Son tan numerosas las posibles combinaciones co-mo los conjuntos tres por tres de nuestras nueve cifras. Y, al margen de eso, entran en juego otros factores ma-tizando los caracteres hasta el infinito. Se les conoce como factores complementarios o factores de tenden-cia. Los captulos que siguen estudiarn someramente algunos de ellos, los ms importantes dentro del dilo-go familiar.

    Los caracterlogos suelen prestar atencin a esto, como tambin a la historia de cada persona. De ah que sea injusto acusarle a la caracterologa de que encierra a las personas dentro de unas casillas etiquetadas.

    Situarle a un individuo vivo en un tipo definido, no equivale a encerrarlo en ese tipo, puesto que la vida psi-colgica desborda nuestros esquemas ms pormenori-zados. Ello no obstante, esos "tipos" definidos suponen otras tantas modalidades explicativas y, por tal motivo,

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  • su estudio resulta necesario de cara al conocimiento de las personas reales, esas junto a las que vivimos y con las que mantenemos nuestros intercambios; hace posi-ble comprenderlas mejor y, en particular, comprender mejor cmo han reaccionado ante los acontecimientos de su historia.

    Intentar ver a qu tipo se asemeja uno no equiva-le a identificarle con ese tipo.

    Los tipos descritos por los caracterlogos ofrecen un cmulo de referencias, y eso es lo que los hace tiles.

    EJEMPLO: No solemos decir: "Juan es EL nervio-so", sino: "Juan es UN nervioso para-activo, que tuvo una infancia desgraciada".

    Intentamos ver cmo lo adquirido se ha insertado so-bre lo innato, un innato que hace que Juan se aproxime a dos tipos.

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    CUESTIONARIOS

    La caracterologa no profundiza en la intimidad de las conciencias. Lo que pretende es ayudarle a cada uno a comprender, ms all de su conducta de cada da, lo que le induce a ser as o de la otra manera.

    Poco antes de su muerte, Gastn Berger me dio au-torizacin para tomar, de cara a una iniciacin a la ca-racterologa que escriba yo por entonces, el cuestiona-rio del que l mismo se serva y que haba aparecido en su Traite pratique d'analyse du caractre? De suerte que, en el presente libro, podrn encontrarse muchas cuestiones propias de Gastn Berger; otras me han ve-nido sugeridas por la experiencia.

    Consejos para la utilizacin

    Para un mejor uso de estas preguntas, no las res-pondas con demasiada rapidez. Tmate tiempo para observarte.

    Una vez que, sin lugar a dudas, te reconozcas inclu-do en una de las proposiciones, califcate con la nota de

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  • 9 a 1. Si titubeas, ponte un 5 (sugerido, por otro lado, en ciertas ocasiones por el mismo cuestionario). Ahora bien, no tengas demasiada prisa en calificarte.

    Examina bien tu manera de proceder habitual, en cir-cunstancias ordinarias y teniendo en cuenta el detalle de que la educacin puede ayudar a reprimir las mani-festaciones externas de la emotividad, sin que, a pesar de todo, llegue a eliminarlas. O tambin puede que nos impulse a actuar, en tanto que, dejados a nosotros mis-mos, no haramos nada. Lo que interesa es lo que res-pondas de acuerdo con lo que sientes.

    EJEMPLO: la cuestin 7 que hace referencia a la emotividad no tiene por objeto saber si la gente que te rodea piensa de ti que eres de humor constante, sino si (al margen de los acontecimientos graves y estimados como tales por tu razn) t mismo te sientes, todos los das y a todas horas, en unas disposiciones interiores casi constantes.

    Sobre todo, no te dejes influir por la impresin de que, como ocurre en las clases, la calificacin alta es la mejor. Estas notas no se establecen ms que para dar-nos pie a ver con claridad, huyendo de las imprecisiones vagas. La emotividad no es ninguna "cualidad", sino ni-camente una manera de ser, que tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

    Cuestionario n.21: Eres emotivo (E) o no-emotivo (nE)?

    1) Tomas muy en serio cosas menudas que, a pesar de eso, sabes que son carentes de im-portancia? 9 O no te sientes perturbado ms que por los acontecimientos graves? 1

    2) Te indignas o entusiasmas con facilidad? 9 O tomas las cosas tal como son? 1

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    3) Te sientes herido con facilidad por una crtica un tanto viva o por alguna advertencia descorts, aun cuando exteriormente no lo manifiestes? 9 O soportas la crtica sin sentirte turbado ni he-rido? 1

    4) Ante cualquier suceso imprevisto, incluso mni-mo, te parece normal el ponerte colorado, pali-decer o sobresaltarte? 9 O se te antoja sorprendente tal cosa? 1

    5) Te acaloras al hablar? Se te hace difcil no elevar la voz, emplear palabras demasiado fuer-tes o cantidades exageradas ("te lo he dicho cien veces"), o manifestar ante tus interlocutores con energa tu conformidad o disconformidad? . 9 O hablas de forma sosegada, y ello sin esfuerzo? 1

    6) Te angustias ante una tarea nueva, al enfren-tarte con lo desconocido o ante la perspectiva de algn cambio? 9 O abordas lo desconocido con serenidad? 1

    7) Pasas -por lo menos en tu interior- de la exal-tacin al abatimiento, de la alegra a la tristeza, y viceversa, por cualquier nadera o incluso sin mo-tivo alguno claro? 9 O te sientes de igual humor en tu interior tanto como de cara a los dems? 1

    8) Se ve tu espritu obsesionado frecuentemente por las dudas y los escrpulos a propsito de ac-tos poco importantes? 9 O no conoces sino de modo excepcional ese penoso estado de preocupacin intil? 1

    9) Te suele acontecer que te sientas tan violenta-mente conmovido que se te antoja imposible lo que deseas hacer? (Confesar un error o simple-mente, responder a una prequnta, huir de algn peligro, etc.)? 9 O no te ha sucedido jams tal cosa? 1

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  • 10) Tienes con frecuencia la sensacin de ser des-dichado (cuando objetivamente reconoces que no lo eres) o, por lo menos, de no encontrarte a gusto (por ejemplo, en un medio ambiente que no te acepta o, sencillamente, en un sitio que te desagrada o, por lo menos te sorprende)? 9 O -al margen de los momentos de autnticos sufrimientos- sueles sentirte por lo general con-tento con tu suerte y te hallas a gusto en todas partes? 1

    TOTAL DE PUNTOS:

    Ese total, dividido entre 10, te dar tu calificacin probable de emotividad.

    Tal vez no lo hayas concretado con absoluta preci-sin, pero, a pesar de todo, estars siquiera en condi-ciones de situarte "poco ms o menos" dentro de la ga-ma que va del superemotivo al superinemotivo.

    Qu significado tiene tu puesto en relacin con la media de emotividad?

    Esto es lo que interesa saber. En efecto, un monitor de deportes inemotivo ser

    aquel que, cuando una canoa zozobra en su presen-cia, no pierde la calma, procura enviar un mensajero bien elegido para avisar a los socorristas y, en lugar de arrojarse al agua en el lugar en que se encuentra, suel-ta un bote, embarca junto con un ayudante y no se zambulle sino cuando se halla cerca de la canoa hun-dida. Ahora bien, tambin lo ser aquel que, incapaz de imaginarse el pnico de determinados nios en lo referente al mar, los lanza al agua en cuanto se aterran a l, los mantiene en ella a la fuerza y, creyendo que est curando su miedo, no logra otra cosa que conver-tirlo en terror.

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    Una madre emotiva ser aquella que siente y pre-siente la tristeza y el miedo de sus hijos y, como conse-cuencia de ello, es capaz de dar con las palabras y los gestos adecuados que tranquilizan y consuelan. Pero tambin lo ser aquella que pierde la razn ante un re-traso de diez minutos, toma por lo trgico futilidades ca-rentes de importancia, se desespera ante la menor in-solencia, declara "odioso" a un nio turbulento y, por fin, clama no pocas veces en el desierto.

    Ante un inemotivo, quin es el emotivo que no ha exclamado alguna vez: "Qu corto! Es un imbcil!"? Por contra, frente a un emotivo, cuan inerme se sentir el inemotivo! "De un momento a otro, ya no es el mis-mo! Resulta incomprensible!"

    Tanto en la exclamacin exasperada del uno, como en la constatacin estupefacta del otro, se da cierto su-puesto que se asemeja mucho a "Cmo puede uno ser persa?"

    Bastar una lectura atenta y comprensiva del prece-dente cuestionario para demostrarle a un superemoti-vo, no slo que existe el superinemotivo - lo sabe de sobra-, sino que se trata de un individuo normal. Y el su-perinemotivo aprender as que el superemotivo no tie-ne por qu ser por necesidad, contra lo que tiende a opi-nar, un candidato a enfermedades mentales.

    No existe dilogo autntico sin comprensin del otro.

    Ahora bien, entre grandes emotivos y grandes inemotivos suelen ser numerables las ocasiones pa-ra chocar, sea que se trate de padres e hijos o de marido y mujer. El observarse uno a s mismo y pre-guntarle al otro con delicadeza acerca de su propia manera de sentir los incidentes de la vida constituir un aspecto primordial de cara al dilogo.

  • Cuestionario n.9 2: Eres activo (A) o no-activo (nA)?

    1) Cobras por hacer un trabajo. Lo realizas a con-ciencia. Pero lo haces con entusiasmo, com-prometindote por entero, aunque dicho trabajo, en s mismo, no te apasione de verdad? 9 O te contentas con sentirte en regla con tu pa-trono... o con tu conciencia? 1

    2) Una vez que has concluido el trabajo impuesto (por tu profesin o por los deberes familiares), buscas otras ocupaciones para actuar (brico-laje en casa o en cualquier sitio, participacin en asociaciones diversas, asistencia social o re-ligiosa, etc.), yendo incluso ms all de las de-mandas? 9 O tiendes a pensar que las cosas se harn per-fectamente sin ti y que, en cualquier caso, ms vale esperar a que te lo pidan que implicarte por tu cuenta? 1

    3) Te sientes estimulado por las dificultades, exci-tado ante la dea de algn empeo que hay que llevar a cabo? 9 O, con la mejor buena voluntad en un principio, te desilusionas en cuanto se presentan las pe-gas o, simplemente, el cansancio? 1

    4) Pones en prctica aquello que tienes que ha-cer, sin dejarlo para ms tarde, y lo logras con facilidad (sea solucionar algn asunto importan-te o escribir unas lneas de cortesa)? 9 O tiendes a diferir, y hasta a rechazar, las tare-as sencillas? 1

    5) En los casos difciles, sueles adoptar decisio-nes en cuanto estimas que cuentas con todos los elementos del asunto? 9

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    O permaneces mucho tiempo indeciso, espe-rando de forma vaga que algn elemento nuevo te impulse en un sentido o en otro? 1

    6) Te gusta ms actuar que mirar? Cualquier trabajo, juego o deporte, practicado por otros, te infunde al instante deseos de comprometerte a tu vez? 9 O te resulta aqradable quedarte mirando, inac-tivo, sea una partida de naipes o un encuentro deportivo? 1

    7) Te gustan ms las actividades tiles que los juegos gratuitos (por ejemplo, cortar lea ms que correr)? 9 O lo pasas bien con los juegos? 1

    8) Se te antoja una lamentable prdida de tiempo cualquier espera imprevista que no puedes apro-vechar? 9 O eso constituye para ti una buena ocasin pa-ra relajarte, soar y divagar? 1

    9) Cuando sueas, suelen revestir con frecuencia tus sueos la modalidad de proyectos concretos que preparan el futuro? 9 O sueas por completo, sea sobre un pasado que ya no existe, sobre un futuro inconsistente o sobre lo puramente imaginario? 1

    10) Cuando das algunas rdenes referentes a un trabajo, te preocupas por su ejecucin e inten-tas controlar dicho trabajo aunque no sea estric-tamente deber tuyo? 9 O tienes la sensacin de que te liberas de una preocupacin? 1

    TOTAL DE PUNTOS:

    Este total, dividido entre 10, da tu probable califica-cin de actividad: siempre que hayas respondido al

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  • cuestionario con atencin -teniendo buen cuidado en poner la nota a lo que haces espontneamente y no a aquello que la necesidad o la costumbre, originada por la educacin, te impone que realices- sers capaz de situarte, poco ms o menos, dentro de la escala que va del superinactivo al superactivo.

    Qu significa sto en lo referente a tus cualidades de cara a la educacin?

    Advirtamos, en primer lugar, que los no-activos suelen ser raros entre los educadores de profesin. Con todo, pueden serlo los padres Su tendencia, en general, ser la de "dejar hacer" algo ms de lo debido, sobre todo si su emotividad no es demasiado fuerte. Por consiguiente, conviene que se cuestionen si no debern intervenir ms en la vida de sus hijos procurando entrevistarse con los maestros, supervisando su trabajo, preparndoles una vacaciones interesantes, etc.

    Por lo que se refiere a los activos, les acechan una serie de peligros!

    - El primero consiste en no comprender ni poco ni mucho la pereza, tratndole al perezoso con des-precio y dureza, en lugar de consagrarse a la ar-dua tarea de adiestrarle en el trabajo.

    - El segundo es hacer que los hijos vivan sumidos en una especie de torbellino de ocupaciones en el que se pierde la aficin por el silencio y el sentido del descanso (esto cuando el educador es un pri-mario), o bien aherrojados dentro de un anillo de hierro de organizacin, en el que incluso las diver-siones estn reglamentadas (si el educador es hi-peractivo y secundario).

    Con todo, si la superactividad de un educador puede aplicarse a aquellos que forma, tambin cabe que haga de l un ausente de sus tareas educativas. Este es el motivo por el que una madre superactiva, tentada en to-

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    do momento por nuevas ocupaciones, puede no encon-trarse casi nunca en casa. O que un profesor -al fren-te de todo cuanto en la escuela exista de actividades accesorias- no prepare sus clases de forma suficiente.

    La tendencia del hiperactivo es pensar, y hasta a ve-ces decirle al no-activo: "No has hecho MAS QUE eso...", siendo as que, en ocasiones, debera admirarse y con-fesar: "Has hecho TODO eso!", ya que cada accin lle-vada a buen puerto por parte de uno cuya actividad ca-racterolgica es muy dbil, supone una pequea o gran victoria.

    Cuestionario n 3: Eres secundario (S) o primario (P)?

    1) En tu accin, te dejas llevar con frecuencia por la idea de un futuro lejano (ahorrar para la vejez, preparar materiales para algn trabajo de larga duracin...) o por las consecuencias que pueden tener tus actos? O te interesas sobre todo por los resultados in-mediatos?

    2) Tienes en cuenta todo "lo que puede sobreve-nir" y te preparas con cuidado para ello (equipa-miento minucioso, estudio de itinerarios, previ-sin de posibles incidentes, etc.)? O te remites a la inspiracin del momento? ....

    3) Con independencia de los morales, posees otros principios estrictos a los que procuras aco-modarte? O prefieres irte adaptando con flexibilidad a las circunstancias?

    4) Eres constante en tus propsitos? Te esfuer-zas por concluir lo que has empezado? O sueles abandonar con frecuencia una tarea antes de que haya quedado concluida, y eso sin

  • ningn motivo, simplemente porque ha cado el mpetu? 1

    Con independencia de que tu infancia haya sido feliz o desgraciada, haces muchas alusiones a ella, escapndote con dificultad a la emocin (grata o desagradable) que te causa la evoca-cin de ciertos sucesos? 9 O -aunque en no pocos casos recuerdes con perfeccin los hechos- eres... otro individuo, que los contempla con despego (por lo menos en lo tocante a aquellos que no han tenido una importancia determinante)? 1

    Mantienes con fidelidad las relaciones con per-sonas o grupos que han dejado de serte prxi-mos, queridos y tiles? 9 O cambias fcilmente de amigos (abandonan-do, por ejemplo, sin razones graves, a personas que frecuentabas)?0 por lo menos desearas cambiarlos? 1

    Luego de un acceso de clera (o, si nunca te lle-gas a encolerizar, despus de haber sufrido al-gn enfrentamiento), te sueles reconciliar al ins-tante (volviendo a ser como antes, sin pensar ya ms en ello)? 9 O permaneces por espacio de algn tiempo de mal humor? 5 O eres difcil en reconciliarte, persistiendo el rencor en tu interior, aunque no hagas jams nin-gn gesto contra el ofensor? 9

    Te suele acontecer con frecuencia, y a propsi-to de sucesos carentes de importancia, el pen-sar: "Ayer a esta hora pensaba... Hace exacta-mente un mes me hallaba...", con la impresin de revivir tales incidentes? 9 O bien el pasado en cuestin -aunque sigas recordndolo perfectamente y saques de l da-

    tos y enseanzas- ha perdido para ti su colori-do y peso emocional, al menos por lo que se re-fiere a los sucesos menores? 1

    9) Aunque las circunstancias no te lo impongan, te gusta hacer planes, programas u horarios? 9 O piensas con frecuencia: "Ya los veremos!"? . 1

    10) En el fondo, te chocan las ideas nuevas (aun las que consideras interesantes) y eres reacio ante los temas inesperados (aunque te parezcan seductores)? 9 O te dejas convencer con facilidad por un razo-namiento o seducir por un proyecto, de cara a los cuales nada antes te haba preparado? 1

    TOTAL DE PUNTOS:

    Este total, dividido entre 10, da tu probable califica-cin de secundariedad.

    Ahora conoces aproximadamente en qu medida eres secundario. Hasta llegars a saberlo muy bien si tienes cuidado en distinguir las actitudes impuestas por las circunstancias de aquellas que adoptas de manera espontnea.

    EJEMPLO: Resulta por dems evidente que, aun cuando un padre sea muy primario, si sale de acampa-da con sus hijos prever que puede sobrevenir algn in-cidente y llevar consigo un botiqun... Entra en juego el sentido de su responsabilidad para hacer que acte co-mo un secundario.

    Asimismo, una mam primaria es fcil que se au-toimponga acabar un jersey antes de empezar otro... En tanto que un profesor intensamente secundario com-batir contra su rencor procurando parecer -y ser- "co-mo antes" con un alumno que se haya mostrado inso-lente o calificar con una buena nota una disertacin

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  • original, a pesar de la palmaria ausencia de plan, que resultar molesta a su mente.

    Si eres primario, en qu fallars como educador?

    Por ser impulsivo, en particular si eres emotivo. Clamars: "Cllate o te doy una paliza!"... aun a ries-

    go de sentirte molesto por tener luego que llevar a cabo tu amenaza.

    Te las vers mal para comprender a los nios secun-darios. Su rencor, en particular, se te antojar abomina-ble. Y, con frecuencia, ni sers capaz de imaginarte si-quiera la pena y decepcin que les causars con tus menudas promesas no cumplidas. ("Vuelvo en un minu-to" o "Te cantar una cancin si trabajas bien"). Pero so-bre todo, confundirs su dificultad para adaptarse con mala voluntad. Cuntos nios secundarios son tratados como "malos caracteres" o hasta considerados asoca-les sencillamente porque les hacen falta semanas para dejar de sufrir el impacto de un medio ambiente nuevo y empiezan justamente a sentirse a gusto en una colonia de vacaciones cuando hay que regresar!

    Si eres secundario

    Los primarios te molestarn en todo momento (y tan-to ms cuanto que, a primariedad caracterial equivalen-te, un nio es ms primario que un adulto).

    Les reprenders por su falta de puntualidad, por sus promesas no cumplidas, por su atolondramiento, por sus imprudencias... y hars bien, con tal de que tampo-co juzgues nunca a un primario como lo haras con un secundario. "Me prometi venir y no lo ha hecho. Por lo tanto, me minti cuando lo prometa. O bien ha intenta-do ofenderme al no venir". No! Era sincero cuando pro-meti, pero ha olvidado su promesa... Hzselo notar: pero no lo humilles con tu reprobacin, cosa que le sor-

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    prendera sin lograr su curacin. Y adems, sobre todo, no emplees con l argumentos en los que entrara en juego un futuro lejano. Ya es meritorio cuando un au-tntico primario piensa en maana a la maana. El fu-turo lejano (aquel en el que ser mayor, tendr una pro-fesin o hijos) no supone para l sino una especie de sueo y no una realidad que haya que preparar. Esto resulta cierto con los nios, y apenas si sufre variante al hablar de los adultos; a pesar de que la experiencia les haya enseado a mirar el futuro y reflexionar sobre el pasado, si su primariedad es intensa, siguen mante-niendo esa misma capacidad de vivir en plenitud el mo-mento presente.

    "Es posible que haya olvidado hasta qu ex-tremo fue ayer injusto, a mi juicio?", piensa el se-cundario.

    "Es posible que ella me siga queriendo todava despus de mi desagradable salida de ayer a la ma-ana?", piensa el primario.

    Resulta difcil armonizar sus ritmos. Ahora bien, cada uno de ellos puede, al menos, esforzarse por imaginar cul es el ritmo del otro.

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  • 7

    LOS FACTORES COMPLEMENTARIOS

    Amplitud del campo de conciencia

    Una esposa joven se quejaba ante m de lo que con-sideraba como egosmo de su marido: "Cuando le pido que me ayude en algo, por ejemplo que vaya a buscar el pan o que mire si los nios estn tranquilos, hace co-mo si no me oyera, as, puede seguir leyendo tranquila-mente su peridico". Le propuse que hiciera esta senci-lla experiencia: "Cuando se encuentre leyendo el peridico, procura darle alguna noticia agradable que le afecte en especial, as vers si aparenta no or o de verdad no oye". Unos das ms tarde, volv a verla: "Es-toy sorprendida -me dijo- ya que le anunci la prxima venida de su hermano, a quien quiere mucho, en el mo-mento en que lea el peridico, y, fjese!, no me hizo caso!".

    Ah tenemos a una mujer que ya no hablar con desconsideracin del egosmo de su marido, sencilla-mente porque ha comprendido que ste tena un cam-po de conciencia estrecho. Comoquiera que el suyo es muy amplio, no se imaginaba que una simple lectu-

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  • Absorbido por su lectura, no oye.

    ra fuera capaz de absorber por entero la atencin de alguien.

    De suerte que no pocos malentendidos se deben a las diferencias de amplitud de conciencia. A qu pro-fesor no le ha ocurrido preguntarle de improviso a un alumno que ostensiblemente no escuchaba sus explica-ciones... pero que, a pesar de todo, las haba odo y res-ponda de manera correcta, para enorme satisfaccin del resto de sus condiscpulos?

    A la inversa, no pocos nios estrechos son castiga-dos por presuntas desobediencias, que no lo son. En efecto, captados por entero por sus ocupaciones o sue-os, no oyeron nada acerca de la prohibicin que han transgredido.

    Por lo tanto, convendr examinarse cada uno a s mismo para saber si es amplio o estrecho.

    Para los amplios, el tiempo supone ms una co-rriente continua que una sucesin de instantes. Con fre-

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    cuencia un amplio no suele necesitar analizar para com-prender: tiene una captacin global de las cosas. El am-plio es capaz de realizar varias cosas a la vez, y, en cualquier caso, de pensar en una cosa mientras est haciendo otra. Las interrupciones apenas si le pertur-ban. Ahora bien, tender a despreciar los detalles.

    Un estrecho, a su vez, se sentir dominado particu-larmente por lo que est haciendo. No ver sino aque-llo que mira ni oir ms que lo que escucha. Dentro de una demostracin, ser incapaz de dejar sin atender ningn paso. En cualquier trabajo, se sentir molesto con las interrupciones. Casi seguro que ser un perfec-cionista, para el que el menor detalle tendr su impor-tancia, y que, incluso, en ocasiones, se aferrar a un pormenor en la accin o a un aspecto del problema en el pensamiento.

    Amplios y estrechos son complementarios, tanto en la vida profesional como en la de la familia. Pero entre ellos, cuntas ocasiones para chocar, si no se aceptan mutuamente!

    El "amplio"!

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  • Eres amplio (Am) o estrecho (nAm)?

    1) Si me hablan cuando estoy haciendo la maleta, me ocurre que, mientras respondo, sigo selec-cionando y guardando mi ropa? 9 O tal cosa me perturba y me obliga a elegir en-tre responder de verdad o seguir preparando la maleta? 1

    2) Cuando contesto al telfono, me suele suceder que, mientras me estn hablando, hago con la mano libre gestos no relacionados con la con-versacin (acabar una carta, ordenar unos pa-peles o recoger unos clips)? 9 O se me antoja imposible semejante cosa sin un enorme esfuerzo? 1

    3) Si, mientras trabajo ntelectualmente, llega a m una msica, me intereso en ella (siquiera sea para maldecirla) sin que ello me perturbe de ver dad en mi trabajo? 9 O me resulta imposible cualquier trabajo? 11

    O -ya que esto puede implicar tambin una demostracin de gran estrechez- me encuentro tan concentrado que ni siquiera oigo la msica? 11

    4) Cuando salgo para realizar un asunto importan-te -y concreto- suelo llevar tambin... un libro para devolvrselo a no s qu amigo, "por si acaso est en casa", o la ropa para dejar en la lavandera, "por si acaso est abierta la tienda"? 9 O me parece suficiente el asunto que tengo que llevar a cabo como para justificar la salida, ya que mi lema es "cada cosa a su tiempo"? .... 1

    5) Cuando algn detalle de lo que se dice o hace ante m, me resulta molesto, aguardo para vol-ver sobre l a poseer una visin de conjunto? .. 9

    1. No elijas ms que una sola respuesta.

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    O me cio a ese detalle que hay que corregir, con intencin de pararlo todo para conseguirlo? 1

    6) Al hablar de aquellos con los que trabajo, me suele suceder con frecuencia que los evoco en su contexto no profesional? 9 O tiendo (con independencia de algn aconteci-miento grave que les haya ocurrido) a no mencio-narlos sino como "la secretaria que es capaz de localizar siempre el documento que se precisa" o "el responsable que te inunda de consignas"? ... 1

    7) Soy capaz de leer dos o tres libros a la vez, dejando uno en una habitacin, otro en otra, pa-sando sin dificultad de uno a otro, y todo ello va-rias veces al da? 9 O semejante forma de proceder me resulta sorprendente, tpica de los individuos que se dis-persan? 1

    8) Con independencia de mi profesin, poseo in-tereses variados, sea en mis lecturas, mis ocu-paciones o los ambientes que frecuento, o fre-cuentara de buena gana? 9 O soy un especialista, con uno o dos intereses casi especficos? 1

    9) Si relato una historia que me atae, o expongo alguna idea, pero, al hacerlo, advierto que el au-ditorio no me sigue, me resulta fcil abreviar o, incluso, desviarme? 9 O sigo hasta el final de mi historia o razona-miento (aunque no haya la menor urgencia en hacerlo) porque no soy capaz de desviarme? .. 1

    10) El tiempo, presente o pasado, se me ofrece en su conjunto, como en grandes cuadros? 9 O lo veo ms bien como compuesto de una su-cesin de acontecimientos bien detallados? .... 1

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  • TOTAL DE PUNTOS:

    Hay que dividir entre 10 para conocer si eres amplio: por encima de 5, lo sers mucho; por debajo de 5, poco.

    Polaridad

    "Las chicas tienden a agradar; los chicos, a mandar". Este tpico, que est expandido por todas partes ba-

    jo diversas formas,expresa, al igual que otros muchos, parte de la verdad, pero patentiza en quienes lo repiten una capacidad de observacin bastante superficial.

    En realidad, aquellos a los que les gusta mandar, hombres o mujeres, son los que los caracterlogos co-nocen como de polaridad Marte. Y los que les gusta agradar, asimismo hombres o mujeres, son conocidos como de polaridad Venus.

    Parece demostrado que existen algunos ms hom-bres Marte y unas pocas ms mujeres Venus (aun habida cuenta de la presin social que aprueba a los hombres Marte y las mujeres Venus) y de ah que tenga su parte de verdad el tpico antes citado 2. Eso no obstante, las mujeres pueden ser intensamente Marte, y los hombres Venus abundan en todas partes 3.

    Un individuo de polaridad Marte es aquel que, cuando quiere conseguir algo de otros, procura redu-cirlos. Uno de polaridad Venus es el que, cuando quiere conseguir algo de otros, intenta seducirlos.

    2. Los trminos que se emplean para designar estas dos maneras de ser lo sugieren, ya que Marte, dios de la guerra y smbolo de la vi-rilidad, se casa con Venus, diosa de la belleza y del amor, smbolo de la feminidad.

    3. Hace unos das me encontrado con uno particularmente tpico. Ahora bien, se trataba de un militar de carrera!

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    "Reducir" o "seducir"? Marte o Venus?

    EJEMPLO: "Qu chiquilla tan agradable!", se suele decir con frecuencia refirindose a Brgida. No cabe du-da de que da siempre la impresin de que hace lo que t quieres, pero en no pocos casos se las arregla para que quieras... lo que ella quiere. Jams choca de frente con sus padres.

    Si le prohiben salir porque hace fro, en principio no insiste y, sobre todo, nunca arma jaleo ni pone mala ca-ra; ahora bien, al cabo de una hora, vuelve a la carga: "Me parece que hace mejor tiempo que hace poco, no piensas que, abrigndome bien, podra salir un momen-to?" Tal vez esta nia no d nunca la impresin de man-dar de verdad a nadie. Pero no es menos cierto que conseguir que muchas personas hagan, sin que pro-testen ni acaso reparen en ello, lo que ella haya decidi-do hacer que hagan.

    Entre sus primas, hay una de polaridad Marte acen-tuada que "no puede ni verla". "Brgida es una hipcri-ta", proclama a quien quiera orla. Y es que Martina, a la que le gusta mandar y goza con la trifulca por la tri-

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  • fulca, se preocupa muy poco de saber si agrada o no. Lo que quiere es ser obedecida. Aquello que no logra obtener por la fuerza, jams intentar conseguirlo de otra manera.

    Brgida adopta espontneamente el modo de ser de las personas entre las que se encuentra. Martina es en todas partes semejante a s misma.

    Brgida pretende siempre, incluso en ambientes indi-ferentes, hacerse consolar por sus menores contratiem-pos. Martina detesta que la consuelen y, a sus cuatro aos, ante el doctor que se le aproxima con una jeringa, grita: "No tengo miedo!" (afirmacin que desmienten su palidez y sus temblores).

    Como es natural, Brgida le considera a Martina una bruta... lo cual no es obstculo para que procure sedu-cirla mediante atenciones que a la otra le tienen sin cui-dado, cuando menos en apariencia.

    Si nos autoobservamos bien, todos podemos ver si nos asemejamos a Martina o a Brgida o estamos si-tuados en un "justo medio". Pero pongamos buen cui-dado de no incluirnos con excesiva celeridad en ese justo medio! Y es que la cortesa constituye una prolon-gada lucha contra las manifestaciones de la polaridad Marte... lucha siempre inconclusa. Con todo, tambin los seguidores de Venus mantienen sus luchas ocultas. Aunque abominan causar disgustos, se deciden a ha-cerlo cuando su deseo de verdad les impulsa a ello. Pe-ro tambin tengamos mucho cuidado con ese rasgo tan llamativo en los emotivos de polaridad Venus: son ca-paces de combatir con tanto mayor encarnizamiento cuanto que, al detestar la lucha, tambin detestan al enemigo que se la impone, no menos que los fieles de Marte, para quienes la gresca constituye un juego, sin que tengan nada contra ella ya que les proporciona la ocasin de divertirse.

    Cabe que un educador de polaridad Marte hiera en no pocos casos la sensibilidad de un nio de polaridad Venus. Si este ltimo es emotivo, se preguntar fatal-

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    mente: "Por qu me quiere as?", puesto que no actua-ra de otra forma un enemigo.

    Pero un educador de polaridad Venus puede perder la estima de sus alumnos del tipo Marte si se deja llevar en exceso por su tendencia a la seduccin en sus rela-ciones para con ellos, o simplemente en su presencia. Acaso no se cacen moscas con vinagre, pero tampoco la miel atrae a todos los insectos. Y los seguidores de Marte pueden sentirse exasperados ante las precaucio-nes oratorias de los de tendencia Venus: "Se dira que mi mujer me tiene miedo. Nunca me pide nada de forma directa. Es algo que acaba por resultar ofensivo", deca un marido joven en quien la profesin militar haba de-sarrollado el aspecto... marcial de su carcter.

    Eres Marte (M) o Venus (V)?

    1) Dejando aparte toda cuestin de cortesa ele-mental, cuando quieres alguna cosa tiendes a formularla sin atenuantes oratorios: "Esta cha-queta est mal cortada, enseme otra"? 9 O acudes, sin que repares en ello, a frmulas atenuantes, como: "Me puede ensear una cha-queta con un corte que me vaya mejor"? 1

    2) Cuando tu lugar dentro de la jerarqua (familiar, profesional o asociativa) te convierte en jefe, te parece normal afirmar sin ningn acuerdo pre-vio: "He decidido esto o aquello"? 9 O procuras, en la medida de lo posible, unir a la toma de decisin al menos a tus subordinados directos? 1

    3) Cuando alguien de tu entorno hace algo que es de su incumbencia, pero que t habras realiza-do o procurado que hicieran con otro mtodo, sueles llegar muchas veces a decir (aunque el resultado final no haya sido malo): "No es as co-mo habra que haber procedido"? 9

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  • O te sientes propenso a juzgar que -en el su-puesto de que se haya conseguido el resultado apetecido (una comida adecuada... una manio-bra exitosa... un balance equilibrado...)- todo el mundo es susceptible de disponer de su mto-do, y que todos ellos son correctos (aunque el tuyo se te antoje el mejor), en la medida en que logren el xito? 1

    Cuando te enojas por un error de alguno de tus subordinados (o de tus hijos), te suele aconte-cer con frecuencia que... comuniques tu repro-bacin a gritos? 9 O, a pesar de tu descontento, llegas con facili-dad a conferir a tus censuras una severidad con-corde con la importancia del error? 1

    Cuando una reunin expone los "problemas" de unos y otros y procura que sean discutidos no slo por las personas implicadas y competentes sino por otras muchas, te resulta insoportable-mente intil? 9 O, aunque la juzgues poco provechosa desde el punto de vista de la eficacia inmediata, estimas que la reunin en cuestin ha sido til toda vez que ha permitido expresarse a todo el mundo? ... 1

    Si uno de tus compaeros tiene que hacerte al-guna recriminacin, encuentras normal que te diga las cosas con franqueza? Y, por lo que a ti se refiere, te expresas con facilidad para decir qu es lo que no funciona bien? 9 O te sientes contrariado por la vertiente ingrata de las recriminaciones que t, en la situacin inversa, no formularas de manera tan cruda -ya que stas suelen ser, en su mayora, atenuadas, veladas e indirectas? 1

    Detestas que te compadezcan? 9 O te gusta contar tus preocupaciones, miserias y dificultades? 1

    8) En una discusin importante, aun defendiendo con energa tus opiniones, aciertas a no abo-rrecer al adversario que te hace frente? Dicho de otra manera: te resulta una situacin normal la de la trifulca, sin querer ver en ella nada de penoso? 9 O lamentas el sentirte en contradiccin con el prjimo, aun cuando se trate de personas hacia las que no sientes afecto ni estima particular? . 1

    9) Una vez que llegas a aceptar una responsabili-dad nueva, tiendes (aun en los puntos en los que no haba que formular ningn reproche a tu predecesor) a querer cambiar la cosa? 9 O te implicas sin dificultad en los proyectos del que te ha precedido, aceptando hasta la modifi-cacin de tus propios planes y manera de actuar para no chocar intilmente con los que te ten-drn en el futuro como jefe o colaborador? 1

    10) Eres de esos que piensan, o por lo menos tien-den a hacerlo: "Es preciso tomarme como soy" y -dado que no hacen nada mal- apenas si se preocupan por acomodarse al medio ambiente en el que se hallan? 9 O bien te esfuerzas (sin que, a pesar de todo, cambies en tu fuero interno) por acomodarte al ambiente que te acoge, y procuras no chocar ni por tu manera de vestir, ni por tus ideas, sopor-tando mal cualquier desfase? 1

    TOTAL DE PUNTOS:

    Dividiendo entre 10, te indicar si eres ms bien Mar-te (por encima de 5) o Venus (por debajo de 5).

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  • "Acta as! Y al instante! Qu? Opinas que sera mejor proceder de otra manera? Pero es que te pide alguien tu punto de vista?" Caricatura de las ideas tpicas de los Marte cuando son jefes... de cualquier cosa. Cabra pensar que, en la medida en que acojan una opinin, su autoridad quedar dismi-nuida.

    A un Venus puede caricaturizrsele de otra ma-nera: "X me dice esto, Y lo otro y Z me sugiere una tercera cosa. En consecuencia, no puedo decidir".

    Al margen de cualquier caricatura, cada uno po-seemos nuestro estilo, y apenas si es posible cam-biarlo! Eso no obstante, y sobre todo en familia, conviene tener cuidado con los excesos de polari-dad Marte. "Mam no deja de gritar. Hay que hacer-le caso", deca un muchacho a su estupefacto primo ante la manera de proceder de su ta, y que se cre-a culpable al ver cmo le gritaba.

    "Volando!"

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    LOS FACTORES DE TENDENCIA

    De los cinco factores que acabamos de estudiar, dos: la emotividad y la actividad suponen otros tantos factores de intensidad.

    Los restantes, la secundariedad o primariedad, la po-laridad Marte o Venus y la amplitud o estrechez de cam-po de conciencia, son factores de funcionamiento.

    Si comparamos a la persona humana con un pro-yectil, podra decirse que sus calificaciones de emoti-vidad y actividad indican la fuerza con la que dicho proyectil es lanzado; en tanto que su nota de secun-dariedad, amplitud y polaridad indicaran el funciona-miento de su trayectoria. Quedara por ver hacia dn-de se dirige el proyectil en cuestin, con qu fuerza y de acuerdo con qu curva. Esto es lo que estudian los factores de tendencia.

    EJEMPLO: Imaginmonos dos emotivos activos pri-marios, de polaridad Marte y campo de conciencia es-trecho.

    Ocupados sin descanso, siempre prestos a llevar a cabo una leva de tropas que partan a la guerra, opti-mistas y llenos de proyectos, confiados, capaces, ex-

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  • presivos por dems y generosos, pero sin olvidarse de s mismos, honestos pero no veraces, autoritarios y, sin embargo, influenciabas, a la par imprevisibles y capaces de precisin... se podran encontrar hasta ms de veinte adjetivos que les cuadraran a ambos personajes.

    Pero, mientras el Sr. Beltrn, interesado por la belle-za en cualquiera de sus modalidades, funda una socie-dad para la defensa de los parajes y monumentos de su provincia, un coro infantil, un cursillo de arte para adultos y un concurso anual de escaparates, Jorge milita en una agrupacin que no se preocupa ni poco ni mucho por la esttica: cooperativa de compras, oficina de prensa, ayuda mutua... todos los servicios de dicha agrupacin cuentan con sus cualidades. Y, para l, constituye un escndalo que una capilla gtica, abandonada, que Bel-trn ha convertido en museo, no pueda servir como lo-cal para la guardera infantil organizada siguiendo sus directrices.

    Podemos asegurar de Jorge y Beltrn que se ase-mejan como dos botellas idnticas, una de ellas llena de moscatel y la otra de vino blanco.

    En consecuencia, cuando se intenta comprender de verdad un carcter, es necesario tener presentes sus factores de tendencia. Entre stos, dos se muestran co-mo particularmente importantes para la vida familiar: la actividad (o la no-actividad) y la afectuosidad (o la no-afectuosidad).

    "Quin eres t?" Eso equivale a decir: "Cul es tu carcter, cul es tu historia?". Pero tambin: "A qu valores sirves?"

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    La avidez

    La avidez, en principio, supone un impulso merced al cual el ser humano es capaz de conservarse y lograr su desarrollo: el impulso de tomar y retener para s... No es posible imaginar un individuo normal adulto que est desprovisto de avidez. Esto es, dentro del lenguaje ca-racterolgico el trmino no posee ninguna resonancia peyorativa.

    La avidez reviste dos formas:

    - la que consiste en querer tomar, - la que consiste en querer conservar.

    Ambas modalidades pueden hallarse reunidas en un mismo individuo o darse la una sin la otra. Por acudir a un lenguaje claro, las llamaremos avidez-codicia y avi-dez-avaricia. Ahora bien, pensar slo en la avidez cuan-do se habla de dinero supondra un grave error.

    Puede muy bien estar uno vido de buena comida, de amores o de dinero. Tambin cabe tener avidez de las personas a las que uno ama y desea tener cerca de s. Hasta es posible ser vido de consideracin o de fa-ma. En fin, puede darse avidez de conocimientos.

    Lo que busca todo vido es incrementar sus pose-siones. Pero no se trata siempre de poseer por poseer, poseer por la satisfaccin que se busca en el aumentar, sino de poseer para ser, de tener como medio para de-sarrollarse. Por eso, con objeto de conocer si uno es vido o no, hay que plantearse una serie de cuestiones que hacen referencia a este nivel.

    Cabe, por otro lado, que hayamos luchado tan perfec-tamente contra la avidez a nivel del poseer que la respues-ta actual a la mayora de las cuestiones sea que no, al ha-berse refugiado la avidez caracterial dentro del mbito del acrecentamiento del ser, acrecentamiento controlado...

    Redactar un cuestionario acerca de la avidez resulta ms difcil que hacerlo sobre otros factores del carcter. Pero tambin lo es responder a dicho cuestionario, ya que desde la infancia venimos luchando contra las formas

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  • ms molestas de ella. He aqu, con todo, diez preguntas que pueden ayudar a ver claro dentro de uno mismo.

    1. Cuestinario: Eres vido (Av)?

    1) Suelo tener clara en la mente, de manera habi-tual (o, por lo menos, bien escrita en algn cua-derno) la lista de mis pertenencias (muebles, li-bros, ttulos bancarios o cualquier otra cosa)? .. 9

    2) Cuando se presenta una "ocasin propicia", me vienen ganas de aprovecharme de tal ocasin aunque su objeto no me interese en par-ticular? 9

    3) Me resulta desagradable prestar mis cosas, aun a personas cuidadosas? 9

    4) Si alguien me dice: "Detesto que mi mujer (o mi marido) se divierta sin m", se me antoja abso-lutamente normal semejante sentimiento? 9

    5) Suelo tener deseos de aprovechar lo ms posi-ble el tiempo (sea para trabajar, sea para diver-tirme)? 9

    6) Me interesan mis progresos hasta el punto de que me siento descontento(a) si tal da o tal ao, he hecho menos, o menos bien, que lo que hu-biese querido hacer? 9

    7) Si alguien me dice: "Crea que tena derecho a tal honor, y le han preferido a X. Reconozco que X lo mereca ms an que yo, pero, a pesar de eso, me siento ofendido, aunque en mi fuero in-terno le aprecio a X, que no tiene ninguna cul-pa", se me antoja que ese acceso de envidia es natural? 9

    8) Cuando voy a cualquier sitio, suelo sentir siem-pre ganas de enriquecerme all con nuevos co-nocimientos y relaciones gratas o tiles? 9

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    9) Cuando entrego algn trabajo que juzgo logrado y que, en cualquier caso, no habra sido capaz de realizar mejor, me siento ofendido si aquel a quien se lo entrego no me da la impresin de que lo aprecie en su justo valor? 9

    10) He solido llevar desde mi infancia, de manera regular (y no slo como consecuencia de un consejo pronto olvidado) pequeos cuadernos que dejaran constancia de los pesos que llega-ba a levantar, los puntos logrados en los ex-menes, el nmero de libros ledos al cabo de un ao... o, incluso, la cantidad de veces que con-tuve una palabra desagradable, renunci a un cigarrillo o prest algn objeto? 9

    TOTAL DE PUNTOS:

    Dividiendo entre 10, te indicar si eres ms bien vi-do (por encima de 5) o no-vido (por debajo de 5).

    Comentario educativo

    Cuando se observa a un nio o a cualquier persona desde el punto de vista de la avidez, hay que tener cui-dado con no incurrir en dos errores.

    A) El primero consiste en no ver en los dems sino la forma de avidez que uno, a su vez, tiene. "Cmo puede estar tan preocupado por ganar dinero!", piensa Eduardo de su compaero Antonio, mientras que este, que gasta todo lo que gana, se extraa de que Eduardo pueda ser tan "avaro". Semejante opo-sicin entre avaros y despilfarradores puede llegar lejos, excediendo con mucho lo referente al dinero. Tal director de un Colegio quiere obtener por lo me-nos tres cuartas partes de xito en los exmenes de bachillerato en junio. Para eso, se esfuerza todos los aos en eliminar ya con anterioridad a los alumnos que no parecen capaces de triunfar en la primera

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  • convocatoria. Otro director, por el contrario, no se acaba de decidir, sino muy a su pesar, a suspender a los alumnos, ni siquiera despus de los mayores fra-casos. Ambos pueden acudir a excelentes razones (digni-dad de la enseanza, para el primero, o caridad, pa-ra el segundo). Por lo dems, nada hay que garanti-ce que dichas razones no sean vlidas. Ahora bien, tampoco impide nada que puedan superponerse a un impulso profundo, inconsciente, derivado de la avidez, de esa avidez que cada uno de tales directo-res vislumbra con ms claridad en su colega que en s mismo.

    B) El segundo error relacionado con la avidez consiste en no descubrir en el prjimo sino aquello que reper-cute sobre los intereses que uno no comparte. "Mam, mira qu malos son los primos! Se han co-mido todo el chocolate!" Tan virtuoso nio jams ha-ra tal cosa... porque su propensin a los dulces es nula. Pregntale, en cambio, si quiere prestarles sus juguetes a esos primos que acaban de escandalizar-le y vers cmo tal vez sea ms vido de lo que uno habra esperado.

    De igual suerte, esa madre que no piensa casi en comprarse nada para s misma en tanto que todas sus hijas no estn perfectamente ataviadas de pies a cabeza, tan slo da pruebas aparentes de no avi-dez. Una vez que se haya casado alguno de sus nu-merosos hijos, no soportar que se sienta tan dicho-so con su nueva familia poltica como en casa, y se le antojar evidente que sus nietos le pertenecen en exclusiva, sin la menor posible divisin con la otra abuela.

    Algunos caracteres de verdad muy poco vidos, no manifiestan el menor instinto de posesin sino cuan-do se trata de sus intereses dominantes. "Podra sentirme celoso respecto a mi mujer" -confesaba un no-avido, en quien en vano intentara uno obtener un

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    gesto de despecho si perd dinero, sufr cualquier in-justicia en su carrera o era vctima de una herida en su reputacin. Ahora bien, los no-vidos suelen ser muy raros. Conviene tenerlo presente, en primer lugar, para desterrar la propia avidez y, luego, para observar mejor a los nios que tengamos a nuestro cargo, ya que la avidez suele ser fuente de no pocos fracasos en educacin, sea como consecuencia de que el educador ha ignorado la suya, sea porque, al com-batir o utilizar la del nio, se ha valido de mtodos errneos.

    El amor que los padres profesan hacia sus hijos sue-le producir con frecuencia una cierta cristalizacin de la avidez: todos los restantes intereses quedan subordina-dos al bien del hijo. Por eso el amor materno pasa por ser el modelo del amor oblativo. Con todo, hay "madres posesivas" y no slo en las novelas. Y los mejores pa-dres no salen siempre indemnes del deseo de posesin respecto a sus hijos. Cuntas madres dicen: "Me han cogido el sarampin..."! Y cuntas se sienten no slo afectadas (lo cual es normal), sino el centro de las mira-das por las faltas de sus hijos! ("Que t nos hayas he-cho esto...!", le echan en cara al hijo que ha copiado en un examen o robado en un supermercado).

    Una nueva prueba de avidez es el deseo de sentirse amado, o hasta obedecido, en exclusiva: "Este nio no le obedece a nadie ms que a m!" Hum! Hay certeza de que se le ha presentado como algo deseable la obedien-cia a otros? La divisin en la familia procede en ocasiones de la torpeza de uno de los padres; de ordinario, nacer de la avidez: "Tu madre me ha dicho esto, pero yo te di-go esto otro". Y el mismo fallo se repite en lo referente al colegio cuando en casa s