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LOS MOLINOS DE VIENTO DEL LLANO CENTRAL DE MALLORCA. CARTOGRAFÍA, ICONOGRAFÍA Y PAISAJE Gabriel Alomar-Garau 1 Josep Fortesa Bernat 1 1 Departament de Ciències de la Terra. Universitat de les Illes Balears [email protected] RESUMEN El llano central de la isla de Mallorca, la mayor del archipiélago de las Baleares, constituye un territorio idóneo para el análisis exploratorio referido al paisaje del viento y sus formas de representación cartográfica e iconográfica. Esto es así porque la red principal de molinos de viento harineros de Mallorca, creada entre los siglos XVI y XVII, encontró en esta región un espacio óptimo para su implantación, tanto por su tradicional vocación agraria como por la presencia de un régimen de vientos singularizado. Los molinos de viento del Pla denominación local de esta comarca interior– constituyen hoy en día una realidad completamente periclitada, pero esto no impide reconocer sobre el terreno el protagonismo que adquirieron estas infraestructuras eólicas en el pasado, como actores de una realidad económica de base cerealística, y la creación consecuente de uno de los paisajes del viento más representativos del Mediterráneo. Ese protagonismo se pone de manifiesto en la cartografía histórica y la imagen iconográfica urbana examinada en el presente trabajo. PALABRAS CLAVE: Molinos de viento, paisaje del viento, brisas marinas, geografía cultural, cartografía histórica, Mallorca. ABSTRACT 1

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LOS MOLINOS DE VIENTO DEL LLANO CENTRAL DE MALLORCA. CARTOGRAFÍA, ICONOGRAFÍA Y PAISAJE

Gabriel Alomar-Garau1

Josep Fortesa Bernat1

1 Departament de Ciències de la Terra. Universitat de les Illes [email protected]

RESUMEN

El llano central de la isla de Mallorca, la mayor del archipiélago de las Baleares, constituye un territorio idóneo para el análisis exploratorio referido al paisaje del viento y sus formas de representación cartográfica e iconográfica. Esto es así porque la red principal de molinos de viento harineros de Mallorca, creada entre los siglos XVI y XVII, encontró en esta región un espacio óptimo para su implantación, tanto por su tradicional vocación agraria como por la presencia de un régimen de vientos singularizado. Los molinos de viento del Pla –denominación local de esta comarca interior– constituyen hoy en día una realidad completamente periclitada, pero esto no impide reconocer sobre el terreno el protagonismo que adquirieron estas infraestructuras eólicas en el pasado, como actores de una realidad económica de base cerealística, y la creación consecuente de uno de los paisajes del viento más representativos del Mediterráneo. Ese protagonismo se pone de manifiesto en la cartografía histórica y la imagen iconográfica urbana examinada en el presente trabajo.

PALABRAS CLAVE: Molinos de viento, paisaje del viento, brisas marinas, geografía cultural, cartografía histórica, Mallorca.

ABSTRACT

Windmills of the central plain of Majorca (Spain). Cartography, iconography and landscape.

The central plain of Majorca, the largest island of the Balearic archipelago, is a suitable territory for the exploratory analysis of the wind landscape and its cartographic as well as its historical iconographic representation. This is the result of the network of flour windmills, dating from the 16th to the 19th centuries, established because of the traditional agricultural vocation of the Pla –local name of this interior region– as well as the presence of a particular wind regime. The location is justified by the need to maximize performance and profitability, so the main factor of its location is the quantity and quality of the wind resources available. Hence, these infrastructures are away from mountains and located on the plains and mounds, better ventilated by breezes and other local winds.

KEY WORDS: Windmills, wind landscape, sea breezes, cultural geography, historic cartography, Majorca.

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1. INTRODUCCIÓN

El carácter polisémico del concepto de paisaje, si bien complica el consenso sobre su definición, permite diferentes acercamientos metodológicos y epistemológicos a su estudio, así como nuevos y meritorios modos de expresar aquello a lo que aspira a describir. Es el caso del ‘paisaje del viento’, un enunciado que sirve para referirse a la organización escénica de un conjunto relacionado de elementos naturales y antrópicos cuya presencia, localización y distribución territorial se explica por la acción del viento.

En el caso de los elementos antrópicos, el presente trabajo brinda un retrato geográfico, a mesoescala, del llano central de la isla de Mallorca como espacio dedicado a una intensa actividad molinera, que se mantuvo viva hasta el primer tercio del siglo XX, y que aprovechó la relativa bondad de las condiciones eólicas para instalar en el territorio un conjunto de molinos de viento, que representan la última fase del proceso por el cual el cereal sembrado en el campo de cultivo se cosecha, se lleva a las eras en las que se obtiene el grano, y éste se lleva a los molinos para su transformación en harina. Este proceso, aunque se ha ido sofisticando, no es otro que el que nace con la revolución neolítica –la aparición y el desarrollo de la agricultura–, y se extiende por toda el área Mediterránea sin que apenas se hayan producido cambios en el esquema descrito, si se exceptúa la relativa automatización de la molienda y la producción masiva de harina, a partir de la construcción de molinos de grandes dimensiones, movidos mediante el aprovechamiento de la energía hidráulica o la eólica.

El llano central de Mallorca –el Pla, según la denominación catalana local– totaliza un área de 592,12 km2 (el 16,3% de la superficie total de la isla, que suma 3.620,04 km2), cómputo extraído de la suma de la superficie de los catorce municipios que lo conforman, en sentido estricto, y que son, en orden alfabético: Algaida, Ariany, Costitx, Lloret de Vistalegre, Llubí, Maria de la Salut, Montuïri, Petra, Porreres, Sant Joan, Santa Eugènia, Sencelles, Sineu y Vilafranca de Bonany. Esos valores de superficie provienen de las operaciones al respecto realizadas para una capa digital de municipios de Mallorca, en formato vectorial, de escala 1:5.000.

Ciertamente, el Pla es una adscripción geográfica flexible, sometida al debate relativo a las distintas propuestas de comarcalización del territorio mallorquín (SEGUÍ PONS, 1988). A pesar de su diversidad paisajística, no existe en la isla una conciencia comarcal, y son variados los criterios que se han utilizado a la hora de proponer las distintas divisiones comarcales, siendo el criterio fisiográfico el que acaso responde mejor a la realidad insular. A pesar de esto, cabe acotar el ámbito de estudio del presente trabajo, para lo cual se ha optado por definirlo por aquellos municipios del interior de la isla tradicionalmente dedicados a la agricultura, y cuya topografía es la menos accidentada del solar insular, cuando no llana. El Pla, en definitiva, es una denominación que en Mallorca se utiliza más por oposición a la montaña que por el carácter relativamente llano de su extensión.

El llano interior de la isla de Mallorca, la mayor del archipiélago de las Baleares, ha formado hasta poco menos de la segunda mitad del pasado siglo uno de los ‘paisajes del viento’ activos más distintivos de la región occidental mediterránea, ámbito en el que cabe incluir la península Ibérica. Por analogía, puede compararse a las ya conocidas regiones molineras del Campo de Criptana (Ciudad Real), el Campo de Cartagena (Murcia), Consuegra (Toledo), Mota del Cuervo (Cuenca), Santa Eufemia del Arroyo (Castilla y León), Aguilar de Campos (Castilla y León), Quintanilla del Molar (Castilla y León) o Torrevieja (Valencia), por poner sólo unos ejemplos de espacios en los que históricamente han proliferado los molinos harineros de viento.

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En el caso de Mallorca, el paisaje eólico aquí descrito se asienta en un espacio fundamentalmente rural, dedicado desde siglos atrás a la agricultura y la pequeña ganadería, si bien ambas funciones se hallan actualmente en franca decadencia, sustituidas paulatinamente por la localización de nuevas infraestructuras de servicios, que conviven con los elementos constructivos que conformaron el paisaje agrario de la región, y que, por su carácter residual, su desfuncionalización y la desagrarización del espacio rural, hoy se hallan mayoritariamente periclitados. Esto es especialmente evidente en el caso de las eras de trillar y de los molinos, de los que ya sólo podemos ver sus restos.

Por último, en los últimos años han venido publicándose no pocos estudios geográficos dedicados a las huellas del viento en el paisaje, aunque en general se refieren a los paisajes energéticos que provienen de la instalación de aerogeneradores para la producción de energía eléctrica, y a la cuestión de la problemática social sobre los impactos visuales que producen, y su encaje paisajístico (FROLOVA, 2010). No obstante, son todavía pocos los trabajos en los que se analizan los procesos históricos de implantación y organización territorial de ciertas infraestructuras para el aprovechamiento humano de la energía eólica, y las transformaciones territoriales que ello conllevó, junto con las transformaciones socioculturales, aun a costa de enfrentarse a un problema de gran complejidad –el de los aprovechamientos energéticos como forma de conformación cultural de una sociedad, y por ende paisajística–. La importancia de la impronta paisajística de los molinos de viento se ha plasmado, además, en la existencia de una magnífica iconografía en forma de mapas históricos, pinturas o dibujos, no suficientemente explorada, y que suscita y merece una mirada geográfica.

2. LA CONFORMACIÓN HISTÓRICA DEL PAISAJE DEL VIENTO DEL LLANO CENTRAL DE MALLORCA

La conformación histórica del paisaje del viento del Pla de Mallorca, como escenario en el que la presencia y la distribución territorial de molinos harineros de viento se explica por la acción del viento, comienza en el siglo XVI, sin menoscabo de la presencia de molinos en épocas anteriores, tal como parece que lo confirman algunas fuentes documentales. SEGURA (2005: 471) afirma que el molino de viento más antiguo documentado en Mallorca es del año 1262, que estaba localizado en s’Alqueria Blanca (Santanyí). Por su parte, SANCHIS GUARNER (1955: 46) consigna la existencia documental de un molino de viento en el año 1395, situado cerca de la antigua puerta de Sant Antoni, en la ciudad de Palma. En cualquier caso, la red principal de molinos harineros de viento de Mallorca se crea entre los años 1550 y 1650 (DEYÀ, 2010: 172), y es la part forana –denominación mallorquina para referirse al territorio rural opuesto a la capital de la isla, Palma– el espacio que más se consagra a la actividad molinera. Esta consagración de ciertos espacios al emplazamiento selectivo de molinos, sobretodo en las periferias urbanas de los núcleos de población rural, se traduce toponímicamente en el nombre de ‘molinares’.

La expansión de los ingenios harineros de viento a partir del siglo XVI encuentra su principal causa en el aumento de la población mallorquina durante la segunda mitad de ese siglo. Las necesidades alimenticias creadas comportaron el aumento de la producción de cereal, y con ello la habilitación de nuevos campos de cultivo, debidamente parcelados, unida al masivo despliegue territorial de infraestructuras destinadas a la producción de harina. Es el caso, obviamente, de los molinos, a los que

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se transportaba el grano producido previamente en las eras, en las que se seguía un método de trabajo humano bien estipulado (ROKSETH, 1923).

A esto se añade la idea de que la proliferación de molinos harineros de viento en Mallorca vino motivada por el progresivo desuso de la fuerza hidráulica, cosa que se ha relacionado con un cambio del régimen pluviométrico de la isla, gradualmente más desigual, y, por tanto, inseguro en cuanto a la disponibilidad de agua en la red hidrográfica superficial. Una posible inversión climática reseñada por FONTANA TARRATS et al. (1974-75), hace que a finales del siglo XV los caudales de agua disminuyan. A medida que se agota la capacidad de los sistemas hidráulicos existentes para sostener más molinos de agua, condicionados por la disponibilidad hídrica, avanza el éxito de los molinos de viento. Con los años, este avance se pone de manifiesto en el hecho de que en el año 1636 se constituye en Mallorca un gremio de molineros de molinos harineros emancipado del de los molineros de molinos hidráulicos. En definitiva, la fuerza del viento es la menos recurrente hasta los siglos XVI y XVII, y, en cambio, es la más utilizada durante el primer tercio del siglo XX, cuando el modelo hidráulico ya no puede competir con el eólico en eficiencia y rendimiento. En el municipio meridional de Campos, el último molino funcionó hasta 1933, mientras que en Felanitx, en la parte oriental de la isla, lo hizo en 1929. Sin embargo, durante la posguerra española es probable que volviesen a operar algunos molinos, con el incentivo del estraperlo, unido a la resistencia a desaparecer del oficio de molinero.

En lo que se refiere a la tipología de los molinos de viento mencionados en esta comunicación, es oportuno recordar que la tipificación básica se establece en base a una diferencia entre el modelo ‘nórdico’ o ‘atlántico’ (construcción de madera de planta cuadrangular o rectangular, que se orienta girando sobre un eje inferior simple), y el modelo ‘mediterráneo’ o molino ‘de torre’, instalado en el interior de una edificación de piedra de planta circular y cubierta móvil, que gira y se orienta manualmente en la dirección del viento. Se trata del tipo de molino harinero típico de Mallorca, cuyas torres se pueden diferenciar por sus características arquitectónicas. El aparato externo presenta dos tipologías básicas: por un lado, la de los molinos de vela latina triangular, que suelen tener ocho o seis antenas; por otro lado, la de los molinos ‘de grellat’ (Foto 1), con seis aspas o brazos enrejados, sobre los que se extienden las velas, y en los que el aparato mecánico exterior se cubre con una corona cónica para protegerlo de las inclemencias del tiempo. El árbol descansa y se sujeta sobre un anillo circular móvil o congreny, que se mueve para orientar las aspas en la dirección del viento. La circunferencia de seis antenas emparrilladas es, de hecho, la que predomina en Mallorca (SANCHIS GUARNER, 1955: 15).

3. DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE LOS MOLINOS DE VIENTO

A partir de una exhaustiva prospección del territorio mediante trabajo de campo y consulta a las fuentes cartográficas disponibles, se han georeferenciado y mapificado en el área de estudio 167 torres de molinos de viento, siendo la densidad de 0,28 molinos por km2. Porreres, con 37 unidades y una densidad de 0,43 molinos por km2, y Algaida, con 26 unidades, son los municipios con una mayor presencia de construcciones. En Montuïri se han observado 20, en Sineu 14, en Petra 13, en Llubí 10, en Sant Joan 10, en Sencelles 9, en Ariany 8, en Costitx 5, en Lloret 5, en Santa Eugènia 5, en Maria de la Salut 4 y en Vilafranca 1. El número total de molinos es sin duda menor del que debió de ser antes de la completa desaparición de algunos otros. La gran mayoría de los que todavía perviven, aunque totalmente desfuncionalizados, no dispone ya de las correspondientes antenas.

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El inventario de molinos harineros de viento en Mallorca ha sido abordado por diferentes autores, con resultados algo distintos, aunque coincidentes en ciertos casos. En el año 1784, la Real Sociedad Mallorquina de Amigos del País contabilizaba 363 en el conjunto de la isla, mientras que en el siglo XIX, el Archiduque Luis Salvador de Austria (ARCHIDUQUE, [1871] 1980-1993) elevaba la cifra a 556. Más recientemente, CAÑELLAS (1993) cita un inventario del periodo 1990-1993 (Associació d’Amics dels Molins de Mallorca) según el cual en Mallorca se documentan 786 molinos. Contradiciéndolo parcialmente, la IDEIB (Infrastructura de Dades Espacials de les Illes Balears) reduce la cifra a 629. En cualquier caso, la importancia de la industria molinera dedicada a la transformación del trigo en harina se pone de manifiesto en el hecho de que, según ROCA (2006), ya en la segunda mitad del siglo XIX el 50% de los molinos harineros de España se encontraba en las islas Baleares, la mayor parte en Mallorca.

La Figura 1 ilustra la localización de los 167 molinos eólicos harineros del llano central de Mallorca, que frecuentemente coincide con los núcleos de población y su periferia. Una cartografía hipsométrica de detalle permitiría apreciar, además, que la localización preferente de esos molinos coincide con lugares topográficamente sobreelevados en relación con las áreas circundantes. Ya que los molinos de viento son construcciones diseñadas expresamente para aprovechar la energía cinética del viento y convertirla en energía mecánica, sus emplazamientos coinciden con aquellos lugares en los que la ventilación es constante, o cuando no regular, circunstancia que encuentran con frecuencia en los vientos locales representados fundamentalmente por las brisas costeras diurnas.

Al analizar los aprovechamientos energéticos del viento como causa de la disposición territorial de estas infraestructuras agrarias, se advierte la estrecha relación entre el régimen de vientos imperante y la actividad humana, y se comprueba, además, la dependencia que en otras épocas se manifestó entre el clima del lugar y las actividades económicas desarrolladas en él. Así, la disposición territorial de los molinos se justifica por la necesidad de maximizar su rendimiento y su rentabilidad, siendo el principal factor de la su localización la cantidad y la calidad del recurso eólico disponible, de manera que estas construcciones rehúsan las áreas montañosas y encuentran su emplazamientos privilegiados en las llanuras y colinas mejor ventiladas por las brisas y otros vientos locales. En este sentido, el llano interior de Mallorca se ajusta a estas circunstancias. Si bien la isla no puede considerarse especialmente ventosa, esto no es así cuando nos referimos al régimen de brisas. Por su tamaño (~100 km de largo × 80 km de anchura) y su latitud media (39º N), cercana al mundo subtropical, la isla constituye un escenario geográfico ideal para que se manifieste y opere un sistema de brisas marinas típico durante el ciclo diurno.

Las brisas diurnas de Mallorca son centrípetas –confluyen hacia el interior de la isla desde diferentes emplazamientos costeros–, mientras que las nocturnas son centrífugas –divergen desde el interior hacia las periferias litorales– (ALOMAR-GARAU, 2012). Además, el sistema de brisas se define en Mallorca por su comportamiento espacial pluridireccional, de modo que, como consecuencia de la insularidad física del terreno, las brisas tienen una orientación múltiple y normalmente opuesta, de manera que operan simultáneamente desde las diferentes costas y penetran tierra adentro hacia áreas del interior, en las que convergen típicamente. En el mapa de la Figura 2 se señalan las líneas de corriente de las brisas costeras, tal como las establecieron los meteorólogos JANSÀ y JAUME (1946) en un estudio sobre el sistema de brisas de Mallorca, considerado de referencia. De acuerdo con estos autores, el aire marítimo penetra tierra adentro desde distintas y opuestas procedencias costeras –es decir radialmente– y “se arrastra completamente pegada al suelo y está sometida a la

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servidumbre del relieve incluso por debajo de los 50 metros” (JANSÀ y JAUME, 1946: 318). Siendo el alcance horizontal de la brisa de unas pocas decenas de kilómetros –teniendo en cuenta que en Mallorca la máxima distancia a la costa corresponde a un punto situado a 24,14 km–, el viento marítimo llega a barrer también el interior de la isla, circunstancia bien aprovechada por los molinos construidos en la zona. Por lo demás, la teórica convergencia de las brisas costeras en esta parte del territorio insular puede haber favorecido aquí una relativa mayor densidad de molinos eólicos.

El factor de localización de molinos de viento harineros no se reduce a la presencia de viento en el lugar, sino que se combina con factores de proximidad a los núcleos urbanos, y de proximidad de la red clientelar que proporcionaba el grano para molerlo. Por eso, la distribución territorial de los molinos parece seguir tres pautas geográficas diferentes, aunque combinadas. La primera es la proximidad relativa a las zonas de cultivo, buscando además una buena accesibilidad. La segunda es la proximidad a los lugares de consumo y venta de harina, es decir los núcleos de población; a veces, los molinos se encuentran asociados a grandes explotaciones agrarias –las possessions–. La tercera y última pauta es la amortización de las condiciones topográficas del lugar con el objeto de aprovechar al máximo el recurso energético que proporciona el viento. Por todo ello, los molinos han de considerarse protagonistas de una realidad económica, al tiempo que lo son también de una realidad eólica que en buena parte se centra en el régimen de brisas. Así, el viento llegó a constituir un elemento cardinal de la geografía mallorquina, ya que condicionaba la elección del emplazamiento de unas infraestructuras agrarias de primer orden. Es en este sentido que, para los habitantes y los trabajadores del espacio agrícola mallorquín, en el que las fuerzas energéticas de la naturaleza han condicionado históricamente la producción de alimentos, el conocimiento de la dinámica atmosférica en el entorno de trabajo –el campo– ha sido indispensable a la hora de interpretar correctamente y de forma utilitaria las evidencias empíricas relativas al viento, y diseñar así estrategias productivas y constructivas de actuación. De hecho, como ha señalado PITA (2003), el clima es neutro, y es el hombre quien, con sus actividades, le otorga una carga valorativa. Son precisamente las circunstancias climáticas de Mallorca las que advierte DEYÀ (2010: 173) para afirmar que, desde un punto de vista aerológico, los molinos harineros de viento podían trabajar unos 300 días al año, y que esto permitiría moler anualmente una cantidad equivalente a 80,25 toneladas de grano.

Si los molinos necesitan y utilizan la fuerza del viento para impulsar las antenas, la elección de su emplazamiento prefiere, como se ha dicho, los lugares abiertos y elevados, buscando con ello la mínima fricción del aire con el terreno circundante. El aprovechamiento de la intensidad del viento –es decir, la potencia– se consigue de dos maneras: ampliando la superficie de la circunferencia de las ruedas del molino, y emplazándolo en un lugar óptimo. La idea es que, en virtud de la fórmula de la potencia máxima Pmax = 0,37 · s · v3 · Cr, la potencia que se imprime a una rueda de molino depende del área (s) de su circunferencia y del cubo de la velocidad del viento (v3). Esto significa que con unas ruedas de molino del doble de área que otras, se obtiene el doble de potencia, y que, sin recurrir necesariamente a la ampliación de la superficie de la circunferencia, la potencia también puede ser incrementada si se consigue un emplazamiento óptimo para mejorar el rendimiento del viento. Esto es así porque la potencia no sólo depende del área del rotor perpendicular al viento, sino de la velocidad del viento en una relación cúbica, de forma que un emplazamiento del molino en el que se consigue duplicar esta velocidad, proporciona una potencia ocho veces mayor (así, en un emplazamiento en el que el viento alcanza los 2 m/s, su potencia se multiplica por 8, mientras que en un emplazamiento en el que se alcanzan los 4 m/s, la potencia

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pasa a multiplicarse por 64). Esto explica la razón por la que los molinos harineros se sitúan en sectores elevados topográficamente, ya que su eficacia proviene no tanto de la amplitud de las antenas como de su correcto emplazamiento.

4. CARTOGRAFIA ICONOGRÀFICA

La distribución espacial –insular y municipal– de los molinos harineros de viento encuentra una de sus más útiles expresiones geográficas en la cartografía, pero también en representaciones artísticas de distinta índole. De hecho, el primer molino de viento del que hay constancia en la obra iconográfica referida a Mallorca es el del retablo de Sant Jordi, de Pere Niçard, de 1468 circa, exponente del estilo flamenco en Mallorca. En el retablo se retrata una visión general de la ciudad de Palma, y la escena muestra un molino de viento, al lado de una muralla frente al mar, de tipo ‘mediterráneo’, es decir con torre cilíndrica y cubierta cónica, con antena de seis aspas, el habitual de los molinos mallorquines o sicilianos –los de La Mancha tienen cuatro brazos–.

Los molinos han constituido históricamente unidades de molienda preindustrial a los que se trasladaba el grano, en ocasiones desde relativas grandes distancias. Esto favoreció su concentración espacial en forma de conjuntos molineros de carácter urbano o periurbano –los mencionados molinares–, reduciendo así el denominado coste de la distancia. Localizaciones de este tipo se constatan con cierta facilidad en algunos de los planos iconográficos que acompañan el manuscrito de Gerónimo de BERARD (1983) Viaje a las Villas de Mallorca, publicado en el año 1789, y por el que se verifica el esplendor y la consolidación de la cartografía de Mallorca el último cuarto del siglo XVIII. Sirve como ejemplo el caso del Plan ichnographico de la villa de S. Juan en la isla de Mallorca (Figura 3), en el que se consigna el emplazamiento geográfico de 8 molinos de carácter rururbano, reforzado por la indicación “Molinos de Viento”, que se señalan en el mapa con una simbología específica. Por este mismo procedimiento, en el Plan ichnographico de la villa de Sineu en la isla de Mallorca se señalan al menos 3 molinos. De igual modo, en Francia, la Carte de Cassini, confeccionada entre los años 1750 y 1815, recoge también las ubicaciones de los molinos de la época.

Por otro lado, del año 1785 es la grabación y burilado, por Josep Muntaner Moner, del mapa de Mallorca del Cardenal Antoni Despuig y Dameto. Este mapa, de escala ca. 1:72.000, constituye la obra cartográfica referida a Mallorca más importante del siglo XVIII (PICORNELL et al., 1988). En él, la referencia al paisaje del viento se pone de manifiesto en varias de las 36 viñetas que bordean el mapa, y que representan vistas de ciudades que incluyen una descripción escrita sobre aspectos sociodemográficos y económicos. La vista de Palma representa el fondo de la bahía, con barcos y la estampa de la Catedral, además de molinos de viento harineros al este y el oeste de la ciudad amurallada. Este tipo de molinos también aparece representado en las viñetas de los términos municipales de Alaró y Petra.

La impronta de los molinos de viento en las iconografías y cartografías de los siglos XVIII, XIX y XX se debe, por una parte, a su elevada visibilidad en el horizonte escénico, mientras que, por otra, este tipo de fuentes cartográficas históricas dan cuenta de la importancia de las estaciones molineras en las sociedades que, como la mallorquina, practicaron economías ‘de subsistencia’. Pero es que, además, la información pictórica relativa a la presencia y ubicación geográfica de estos molinos permite deducir que el lugar elegido para su emplazamiento tiene el potencial eólico local que se reclama para hacer girar las aspas y maximizar el rendimiento de la muela.

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5. CONCLUSIONES

El paisaje eólico –el eolopaisaje– del llano central de la isla de Mallorca es un paisaje energético que se concreta en forma de un parque de molinos de viento formado, hoy en día, por 167 torres, cifra insuficiente si se considera la desaparición física de muchas de ellas. Para comprender las causas y la dinámica de la distribución espacial de los molinos hay que atender, en primera instancia, al viento. En el área interior rural de Mallorca, se ha comprobado que la localización y distribución geográfica de estas infraestructuras encaja necesariamente con la configuración espacial de los vientos locales, en especial las brisas marinas, que en la isla tienen un carácter prototípico. El viento ha generado una respuesta social específica que se concreta en la construcción de molinos de viento, y cuya disposición territorial ha tratado de adaptarse al potencial aerológico del lugar, en un sentido climático, para hacer posible el desarrollo económico de la sociedad de esta parte de la isla. En este sentido, la energía eólica ha tenido aquí un papel estructurante del paisaje, hasta el punto de que los molinos de viento no han pasado desapercibidos en la cartografía iconográfica mallorquina del siglo XVIII.

6. BIBLIOGRAFÍA

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Figura 1. Llano central de Mallorca y división municipal. La ubicación de los molinos de viento se señala con puntos negros. Elaboración propia.

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Figura 2. Líneas de corriente de la brisa marina en Mallorca y zonas de convergencia en el interior de la isla, sobre un Modelo Digital de Elevaciones. Reelaboración propia a partir de la Carta I Líneas de corriente y la Carta II Zonas de convergencia (Jansà y

Jaume, 1946). La ubicación de los molinos de viento se señala con puntos blancos.

Figura 3. Plan ichnographico de la villa de S. Juan en la isla de Mallorca. Gerónimo de Berard, Viaje a las Villas de Mallorca (1789). Los molinos están señalados con una

simbología específica, y el número 7.

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Page 11: Congreso AGE 2013 · Web viewLocalizaciones de este tipo se constatan con cierta facilidad en algunos de los planos iconográficos que acompañan el manuscrito de Gerónimo de BERARD

Foto 1. Molinos harineros de viento en actividad, envelados al completo, en el término de Sineu, hacia el año 1916 (Sanchis Guarner, 1955: III).

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