Reflexiones Diarias de Adviento

PAPA FRANCISCO

AbretuCorazon

INTRODUCCIÓN

Existe una imagen maravillosa en el Libro del Apocalipsis (3:20) de Jesús parado frente a nuestra puerta tocando, solamente esperando que le abramos y le invitemos a entrar. Esta imagen también captura el espíritu del Adviento. Nuestra tarea es abrir la puerta de nuestro corazón y darle la bienvenida a Jesús una vez más a nuestras vidas para así poder entrar en una relación más profunda con él. Este encuentro es lo que hemos estado esperando durante toda nuestra vida. Una vez que él cruce el umbral de nuestros corazones, todo cambiará- nosotros mismos, nuestra relación con él, nuestras relaciones con otros y nuestra relación con nuestro mundo. Por su-puesto que queremos esperar pacientemente su llamado a nuestra puerta, pero también queremos estar preparados y no tener miedo de abrirnos a nosotros mismos y a nuestras vidas a su presencia. Mas cu-ando de verdad encontramos a Jesús, nos damos cuenta de que él nos reta a diario con dos preguntas: ¿Crees? Y si es así, entonces ¿Cómo vas a vivir tu vida? Espero que estas reflexiones del Papa Francisco te ayuden a con-testar estas dos preguntas cruciales y a abrir tu corazón a una nueva experiencia con Cristo que viene una vez más a vivir contigo y a cambiar tu vida. Así que mientras comenzamos el trabajo de abrir nuestros corazones a Jesús durante este Adviento, encontremos alien-to en estas palabras del Papa Francisco:

“Les deseo a todos una buena jornada de adviento para encon-trarse con el Señor. Que sea un tiempo de esperanza: para tener un encuentro con el Señor, quien viene a tener un encuentro con nosotros. Que no pongamos resistencia cuando Cristo venga a cambiar nuestras vidas, más bien que estemos listos para que él nos visite, el invitado tan esperado y tan bienvenido, aunque venga a interrumpir nuestros planes.”

Steve Mueller, Editor

AbretuCorazon

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Un Tiempo de Esperanza“¡Que tu amor, Señor, nos acompañe,

tal como esperamos de ti!” (Salmos 33:22)

En este tiempo de Adviento, el cual es un tiempo de espera y en el cual nos preparamos para darle la bienvenida una vez más al consola-dor misterio de la encarnación y a la luz de la Navidad, es importante reflexionar sobre la esperanza cristiana. Es muy importante, ya que la esperanza nunca nos defrauda. ¡El optimismo nos defrauda, pero la esperanza no! Tenemos tanta necesidad en estos tiempos que parecen oscuros y en los cuales a veces nos sentimos desorientados por la maldad y la violencia que nos rodean y por el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas. ¡Necesitamos esperanza! Nos sentimos desorientados y hasta desanimados porque somos impotentes y parece que esta oscu-ridad nunca terminará. Pero no debemos permitir que la esperanza nos abandone, porque Dios, con su amor, camina con nosotros. Todos podemos decir “Tengo esperanza porque Dios está a mi lado; tengo esperanza porque Dios camina conmigo.” Dios camina y me lleva de la mano. Dios no nos deja solos. El Señor Jesús ha vencido al mal y ha abierto el camino hacia la vida para nosotros. El nacimiento del Salvador es la luz que penetra y desvanece la más profunda oscuridad. La presencia del Señor en medio de su pueblo elimina la tristeza de la derrota y la miseria de la esclavitud y abre paso al gozo y a la felicidad.

¿Cómo puedo yo reafirmar mi esperanza y tratar de descubrir de nuevo la presencia de Dios en mí y en mi vida durante este Adviento?

PRIMER DOMINGO DE Adviento

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La Esperanza nos Alienta“Con toda mi alma espero al Señor,

y confío en su palabra.” (Salmos 130:5)

El Adviento nos ofrece un tiempo para reflexionar acerca de cómo la esperanza vino al mundo por medio de la encarnación del hijo de Dios. Isaías anunció el nacimiento del Mesías en varios pasajes: “La joven está encinta y va a tener un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel.” (7:14); y “De ese tronco que es Isaí, sale un retoño, un retoño brota de sus raíces” (11:1). El significado de la Navidad brilla a través de estos pasajes. Dios cumple la promesa al convertirse en humano. Por no abandonar a su gente, Dios se acerca hasta el punto de de-spojarse a sí mismo de su divinidad. De esta manera Dios muestra su fidelidad y da la inauguración a un reino nuevo, el cual ofrece una nueva esperanza a la humanidad. El nacimiento de Cristo, inaugu-rando la redención, nos habla de una esperanza distinta, una esperanza confiable, visible y comprensible, porque está fundada en Dios. Él vi-ene al mundo y nos da las fuerzas para caminar con él. Dios camina con nosotros en Jesús, y al caminar con él hacia la plenitud de la vida encontramos la fortaleza de vivir en el presente de una nueva manera. Por consiguiente para un cristiano tener esperanza significa tener la certeza de que estamos en una jornada con Cristo hacia el Padre que nos espera. La esperanza nunca está inmóvil, la esperanza siem-pre está de jornada. Esta esperanza que nos da el niño de Belén nos ofrece un destino- una meta segura y constante de bienaventuranzas- para aquellos que confían en un Dios misericordioso.

¿Cómo podré invitar a Jesús a caminar conmigo durante este Adviento?

PRIMER LUNES DE Adviento

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Los Motivos de Nuestra Esperanza“Yo voy a hacer algo nuevo,

y verás que ahora mismo va a aparecer.” (Isaías 43:19)

C uando todo parece haber terminado, cuando, al tener que en-frentar muchas circunstancias negativas, la fe se vuelve exigente y llega la tentación a decir que ya nada tiene sentido, es mejor acoger las maravillosas buenas nuevas: Dios viene ya a cumplir algo nuevo, a establecer un reino de paz. Dios viene a traer libertad y consuelo. La maldad no triunfará para siempre; habrá un fin para el dolor. El desaliento será derrotado porque Dios está entre nosotros. Y como a Jerusalén, también a nosotros se nos exhorta a despertar un poco, porque somos llamados a convertirnos en hombres y mu-jeres de esperanza, a cooperar en la llegada de este reino hecho de luz y destinado para todas las personas. ¡Qué malo es encontrarse con un cristiano que ha perdido la esperanza! “Pero, no tengo esperanzas en nada; todo ha terminado para mí” dice un cristiano que es incapaz de buscar los horizontes de esperanza, y que tiene solo un muro enfrente de su corazón. ¡Pero Dios destruye dichos muros con el perdón! Y por esta razón debemos orar, para que cada día Dios nos dé la esperanza a nosotros y a todos; esa esperanza que surge cuando vemos a Dios en el pesebre de Belén. El mensaje de las Buenas Nuevas que se nos ha encomendado es urgente porque el mundo no puede esperar, la humanidad está hambrienta y sedienta de justicia, verdad y paz.

¿Cómo puedo hoy compartir mi esperanza con alguien más?

PRIMER MARTES DE Adviento

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Enviado para Perdonar“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo,

sino para salvarlo por medio de él.” (Juan 3:17)

E l juicio final de Dios ya está en progreso. Comienza ahora y se hace evidente en cada momento durante el transcurso de nuestras vidas, y se muestra ya sea por medio de la fe en la salvación que está presente y activa en Cristo, o en nuestra falta de fe, cuando nos encer-ramos dentro de nosotros mismos. Pero si nos cerramos al amor de Jesús, nos condenamos a nosotros mismos. La salvación significa abrirse a uno mismo a Jesús, ya que él nos salva. Si somos pecadores- y lo somos- le pedimos perdón y si ten-emos el deseo de ser buenos, él nos perdona. El amor de Jesús es grande, el amor de Jesús es misericordioso, el amor de Jesús perdona. Pero uno debe de abrirse a sí mismo, y abrirse a sí mismo significa arrepentirse, acusarse a uno mismo de las cosas malas que ha hecho. El Señor Jesús se dio a sí mismo y continua dándose a sí mismo a nosotros para poder llenarnos de la gracia y la misericordia del Padre. No debemos cansarnos de vigilar nuestros pensamientos y nuestras actitudes, para que así se nos dé desde ahora un anticipo de la calidez y esplendor del rostro de Dios, el cual contemplaremos en su pleni-tud durante la vida eterna. Prosigamos de tal manera que nuestros corazones se abran a Jesús y a su salvación. Avancemos sin miedo, ya que el amor de Jesús es muy grande y si pedimos perdón por nuestros pecados, él nos perdonará. Así es Jesús

¿Por qué y de quién necesito más pedir perdón?

PRIMER MIÉRCOLES DE Adviento

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Jesús nos espera“Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la

puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.” (Apocalipsis 3:20)

E l peligro más grande en el mundo de hoy, invadido como está por el consumismo, es el desaliento y la agonía que nacen de un corazón egoísta y a la misma vez avaricioso, la febril búsqueda de placeres frívolos y una consciencia debilitada. Siempre que nuestra vida interior se vea atrapada por sus propios intereses y preocupacio-nes, no habrá lugar para los demás, no habrá lugar para los pobres. La voz de Dios ya no se escucha, ya no se siente el tranquilo gozo de su amor, y el deseo de hacer el bien se desvanece. Este es un peligro muy real también para los creyentes. Muchos caen presa de esto y terminan resentidos, enfadados e indiferentes. Esa no es manera de vivir una vida digna y plena. No es la voluntad de Dios para nosotros y tampoco es la vida en el Espíritu que tiene su raíz en el corazón del Cristo Resucitado. Durante este Adviento, invito a todos los cristianos de todo el mundo a que tengan un encuentro personal renovado con Jesucristo, o por lo menos que se abran a permitir que él les encuentre. Les pido a todos ustedes que hagan esto infaliblemente cada día. Que nadie piense que esta invitación no es para él o para ella, ya que nadie está excluido del gozo que trae el Señor. El Señor no decepciona a los que se arriesgan a hacer esto. Siempre que damos un paso hacia Jesús, nos damos cuenta que Dios ya está ahí, esperándonos con los brazos abiertos.

¿Cómo puedo invitar a Jesús a acercarse a mí y ayudarme a renovar mi relación con él?

PRIMER JUEVES DE Adviento

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Dale la Bienvenida a Jesús en tu Hogar

“Anduve como forastero, y no me dieron alojamiento; sin ropa, y no me la dieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no vinieron a visitarme.”

(Mateo 25:43)

Cada familia cristiana puede primero que nada –como María y José lo hicieron- darle la bienvenida a Jesús, escucharle, hablar con él, cuidarle, protegerle, crecer con él y de esta manera mejorar el mundo. Hagamos un espacio en nuestro corazón y en nuestro día para el Se-ñor así como lo hicieron María y José, aunque no siempre fue fácil. ¡Cuántas dificultades tuvieron que superar! Ellos no eran una fa-milia superficial, no eran una familia irreal. La familia de Nazaret nos invita a redescubrir la vocación y la misión de toda familia. Y lo que aconteció durante esos 30 años en Nazaret puede también acontecer-nos a nosotros mientras que busquemos hacer que el amor, y no el odio, sea la norma, hacer que la ayuda mutua sea lo común, y no la indiferencia o la enemistad. Desde entonces, cada vez que haya una familia que mantenga este misterio, aunque se encuentre en los confines de la tierra, el misterio de Jesús, el hijo de Dios que viene a salvarnos, estará en acción. Él viene a salvar al mundo. Y esta es la gran misión de la familia: hac-erle un espacio a Jesús quien viene, darle la bienvenida a Jesús en la familia, en cada miembro: en los niños, el marido, la mujer, los abue-los. Jesús está ahí. Dale la bienvenida ahí, para que así él pueda crecer espiritualmente en tu familia. Que el Señor nos conceda esta gracia en estos días de Adviento.

¿Qué puede hacer mi hogar para darle la bienvenida a Jesús más plenamente durante este Adviento?

PRIMER VIERNES DE Adviento

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Abriéndole Nuestros Corazones a Jesús

“Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que ustedes estén unidos con nosotros.” (1 Juan 1:3)

E l motivo principal de la evangelización es el amor que hemos re-cibido de Jesús, la experiencia de la salvación que nos invita a amarlo con un amor cada vez más grande. ¿Qué tipo de amor no sentirá la necesidad de hablar acerca del amado, mostrarlo, darlo a conocer? Si no sentimos un deseo intenso de compartir este amor, necesitamos orar insistentemente para que él toque nuestros corazones una vez más. Necesitamos implorar su gracia a diario, pedirle que abra nuestros corazones fríos, y sacuda nuestra existencia tibia y superficial. De pie ante Jesús con el corazón abierto, dejándolo que nos mire, observamos esa mirada de amor que deslumbró a los discípulos cuan-do él los llamó. ¡Qué bueno es pararse frente a un crucifijo o quedarse de rodillas ante el Santísimo, y simplemente estar en su presencia! ¡Qué bien nos hace cuando una vez más él toca nuestras vidas y nos impulsa a compartir su nueva vida! El mejor incentivo de compartir el evangelio viene de contemplarlo con amor, entreteniéndose entre sus paginas y leyéndolo con el corazón. Si lo abordamos de esta manera, su belleza nos sorprenderá y nos emo-cionará constantemente. Necesitamos recuperar un espíritu contempla-tivo, el cual nos ayudará a recordar de nuevo que se nos ha confiado un tesoro que nos hace más humanos y nos ayuda a vivir una vida nueva. No existe algo más precioso que podamos darle a los demás.

¿Cómo podría yo compartir hoy con alguien más las buenas nuevas del amor de Jesús?

PRIMER SÁBADO DEL Adviento

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SEGUNDO DOMINGO DEL Adviento

Preparen el Camino del Señor “Preparen al Señor un camino en el desierto,

tracen para nuestro Dios una calzada recta en la región estéril.” (Isaías 40:3)

I saías se dirige al pueblo con un mensaje de consuelo. “El Dios de ustedes dice:Consuelen, consuelen a mi pueblo; hablen con cariño a Jerusalén y díganle que su esclavitud ha terminado, que ya ha pagado por sus faltas.” Dios Padre nos consuela al nombrar consoladores, a quienes les pide que alienten al pueblo, sus hijos, proclamando que la tribu-lación ha terminado, los sufrimientos han terminado, y los pecados han sido perdonados. Esto es lo que sana al corazón afligido y tem-eroso. Y por eso el profeta les pide que preparen el camino del Señor, para que estén listos para recibir sus dones y su salvación. Para el pueblo, el consuelo comienza con la oportunidad de cami-nar en el sendero de Dios, un camino nuevo, hecho recto y transit-able, un camino preparado en el desierto, el cual es posible cruzar para regresar a la patria. El profeta se dirige al pueblo quien está viviendo la tragedia del exilio en Babilonia, y ahora en cambio es-cuchan que pueden regresar a su tierra por un sendero hecho plano y ancho, sin los valles ni las montanas que hacen que las jornadas sean arduas, un sendero parejo a través del desierto. Así que, al preparar ese sendero, se prepara un camino hacia la salvación y liberación de todo obstáculo e impedimento.

¿Cuáles obstáculos necesito eliminar hoy para permitir que Dios se acerque más a mí?

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Él Viene“El que viene después de mí los bautizará

con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco

llevarle sus sandalias.” (Mateo 3:11)

No podemos negar que el mundo de hoy se encuentra en una crisis de fe. Alguien dice “Creo en Dios, soy cristiano.” ¡Pero tu vida está lejos de ser cristiana; está muy alejada de Dios!“¿Creo? ¡Sí!” Esto significa regresar a Dios, haciendo una conversión de corazón hacia Dios y emprendiendo el sendero para encontrarle. Él nos espera. Esta es la proclamación de Juan el Bautista: prepárense. Prepá-rense para el encuentro con este niño que nos devolverá la sonrisa. Cuando El Bautista proclama la venida de Jesús, es como si los Is-raelitas todavía estuvieran en el exilio, porque están bajo el dominio romano, lo cual los hace extranjeros en su propia patria, gobernados por invasores poderosos quienes deciden el rumbo de sus vidas. De cualquier manera, la verdadera historia no es la que han hecho los poderosos, sino la que ha hecho Dios junto con sus pequeños. La verdadera historia- la que perdurará hasta la eternidad- es la que escribe Dios con sus pequeños: Dios con María, Dios con Jesús, Dios con José, Dios con los pequeños. Los pequeños, hechos grandes por su fe, son capaces de seguir teniendo esperanza. La esperanza es la virtud de los pequeños. Los grandes, los que están satisfechos, no saben lo que es la esperanza. Llenémonos de confianza y de esperanza mientras esperamos la venida del Señor.

¿Qué podría hacer hoy para descubrir la presencia de Dios en mí mismo y en los demás?

SEGUNDO LUNES DE Adviento

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La Presencia de Jesús Lo Cambia todo

“Manténganse ustedes despiertos, porque no saben qué día va a venir su Señor.” (Mateo 24:42)

La escritura enfatiza el contraste entre el desarrollo normal de los acontecimientos, la rutina diaria, y la inesperada venida del Señor. Las horas antes de un gran desastre, todos están en calma, y siguen llevan-do su rutina normal sin darse cuenta de que sus vidas están a punto de dar un giro completo. La escritura nos pide abrir nuestros horizontes a otra dimensión más grande, una dimensión que por un lado pone a la perspectiva las cosas cotidianas mientras que al mismo tiempo las hace preciosas, cruciales. La relación con el Dios-que-viene-a-visitar-nos le da a todas las cosas un significado y un valor diferentes. Desde este punto de vista también nos llega una invitación a es-tar sobrios, a no dejarnos controlar por las cosas materiales de este mundo, sino más bien a gobernarlas. Si, al contrario, nos permitimos ser influenciados y dominados por estas cosas, no podremos advertir que hay algo más importante: nuestro encuentro con el Señor que viene por nosotros. En ese momento, se nos invita a estar vigilantes, porque al no saber cuándo vendrá, debemos estar siempre listos. En este tiempo de Adviento, somos llamados a extender los hori-zontes de nuestros corazones, a dejarnos sorprender por la vida que se nos presenta cada día con novedad. Para poder hacer esto, debe-mos aprender a no depender de nuestras propias certezas, de nuestras propias estrategias ya establecidas, porque el Señor vendrá cuando menos nos lo imaginemos.

¿Cómo podré estar más abierto a lo que Dios está haciendo en mí para poder acercarme más a él?

SEGUNDO MARTES DE Adviento

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Dios está Cerca“Ya se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca.

Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.” (Marcos 1:15)

Jesús proclamó un nuevo mensaje de gozo: ¡El reino de Dios se aproxima! ¡Está cerca, y está dentro de nosotros! ¿Pero qué es este Reino de Dios? De algún modo ya está presente y podemos experi-mentar su poder espiritual de hoy en delante. Dios viene a establecer su señorío en nuestra historia hoy, cada día, en nuestras vidas; y ahídonde es bienvenido con fe y humildad- el amor, la alegría y la paz florecen. La condición para entrar y ser parte de este reino es implementar un cambio en nuestra vida, y ese cambio es convertirse, convertirse diariamente, dar un paso hacia enfrente cada día. Se trata de de-jar atrás las maneras cómodas pero engañosas de los ídolos de este mundo y en lugar de eso preparar el camino del Señor, el cual no nos arrebata la libertad, sino que nos ofrece la verdadera felicidad. Con el nacimiento de Jesús en Belén, es Dios mismo quien viene a vivir entre nosotros para liberarnos de nuestros intereses propios, pecados y corrupción, liberarnos del deseo de ir en búsqueda del éxito a cualquier costo, de buscar poder a costa del agravio de los débiles, de anhelar riquezas y de buscar placer a cualquier precio. En este tiempo de Adviento, preparamos el camino del Señor y hac-emos sus senderos rectos al examinar nuestra consciencia, al analizar nuestras actitudes para así eliminar esos hábitos pecaminosos.

¿Cuáles cambios en mi vida y en mi persona creo que Dios me está pidiendo que haga hoy?

SEGUNDO MIÉRCOLES DE Adviento

14

María: Modelo de la Fe“Yo soy esclava del Señor;

que Dios haga conmigo como me has dicho.” (Lucas 1:38)

María era una chica judía que esperaba con todo su corazón la redención de su pueblo. Pero en su corazón había un secreto que ni ella misma sabía: en el plan amoroso de Dios ella fue destinada a convertirse en la madre del redentor. Durante la Anunciación, el mensajero de Dios la llama “llena de gracia” y le revela este plan. María responde “sí” y desde ese momento la fe de María se concentró en Jesús, el hijo de Dios, quien se encarnó de ella y en quien todas las promesas de la historia de la salvación fueron cumplidas. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel, y por eso ella es el modelo de la fe de la iglesia, la cual tiene a Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios, como su centro. María vivió su fe en medio de la simplicidad de las miles de tareas y preocupaciones cotidianas de toda madre. Su vida normal sirvió como base de la relación única y el diálogo profundo que se desar-rolló entre ella y Dios, entre ella y su hijo. Su “sí”, ya perfecto desde el comienzo, creció hasta la hora de la cruz. Ahí su maternidad se extendió para acogernos a cada uno de nosotros, para así guiarnos hasta su hijo. María vivió perpetuamente sumergida en el misterio del Dios-hecho-humano, como su primera y perfecta discípulo, al meditar todo en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para poder comprender y vivir la voluntad de Dios.

¿Cómo puedo mostrar mi fe de una mejor manera por medio de mis pensamientos y acciones diarias?

SEGUNDO JUEVES DE Adviento

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La Plenitud de Creer“Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único,

que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.” (Juan 1:18)

En la fe, Cristo no es simplemente en el que creemos, la mani-festación suprema del amor de Dios; él es también con el cual es-tamos unidos precisamente para poder creer. La fe no simplemente contempla a Jesús, sino que ve las cosas como Jesús las ve, con sus propios ojos. Es una participación en su manera de ver. En muchas áreas de nuestra vida confiamos en otros que saben más que nosotros. Confiamos en el arquitecto que construye nuestra casa, el farmacéutico que nos da medicamento para sanar, el abogado que nos defiende en el juzgado. También necesitamos de alguien ex-perto y confiable en lo que a Dios concierne. Jesús, el hijo de Dios, es quien nos da a conocer a Dios. La vida de Cristo, su modo de conocer al Padre y su vivir en una relación constante y completa con él, abre nuevas y apetecibles vistas para la experiencia humana. El evangelio de Juan presenta la importancia de una relación per-sonal con Jesús para nuestra fe usando varias formas del verbo “creer”. Además de “creer que” lo que Jesús nos dice es cierto, Juan también habla de “creerle a” Jesús y “creer en” Jesús. Nosotros “le creemos a” Jesús cuando aceptamos su palabra, su testimonio, porque él está lle-no de verdad. Nosotros “creemos en” Jesús cuando personalmente le damos la bienvenida en nuestras vidas y en nuestra jornada hacia él, aferrándonos a él con amor y siguiéndole las huellas por el camino.

¿De qué manera puedo darle la bienvenida más plenamente a Jesús en mi vida hoy?

SEGUNDO VIERNES DE Adviento

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El Poder del Amor de Dios“Dios revela las cosas profundas y secretas;

conoce lo que está en la oscuridad, pues la luz está con él.” (Daniel 2:22)

Para permitirnos conocerlo, aceptarlo y seguirlo, el hijo de Dios se hizo carne. De esta manera también pudo ver al Padre humana-mente, dentro de un escenario de una historia que se desenvolvió en el tiempo. La fe cristina es una fe en la encarnación de la Palabra y su resurrección corporal. Es una fe en un Dios que está tan cercano a nosotros que se introdujo en nuestra historia humana. Lejos de divorciarnos de la realidad, nuestra fe en el hijo de Dios hecho humano, que es Jesús de Nazaret, nos permite comprender el significado más profundo de la realidad y ver cuánto Dios ama a este mundo y cómo constantemente nos guía hacia él. Esto nos lleva, como cristianos, a vivir nuestra vida en este mundo con mucho más compromiso e intensidad. Solo Dios puede salvarnos. Solo la miseri-cordia de Dios puede liberar a la humanidad de las tantas formas de maldad, a veces hasta maldad monstruosa, que el egoísmo engendra en nosotros. La gracia de Dios puede convertir a los corazones y of-recerle a la humanidad una salida de las situaciones humanamente imposibles. Preparémonos para celebrar la Navidad contemplando a María y a José. María, la mujer llena de gracia quien tuvo el valor para fiarse totalmente de la palabra de Dios; José, el hombre fiel y justo quien eligió creerle al Señor, en lugar de escuchar las voces de duda y or-gullo humano. Con ellos caminemos juntos hacia Belén.

¿De que egoísmo o maldad quiero que Jesús me libere?

SEGUNDO SÁBADO DE Adviento

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Domingo Gozoso “Alégrense siempre en el Señor.

Repito: ¡Alégrense!” (Filipenses 4:4)

En este domingo, la iglesia espera la alegría de la Navidad, por eso se le llama “Domingo Gaudete”, de la palabra en Latín que significa regocijarse. Durante esta temporada, que es un tiempo de prepara-ción para la Navidad, usualmente se llevan puestas vestimentas color violeta, pero hoy son color rosado a causa del florecer de la alegría Navideña, el cual es un gozo especial, no solo por el día de Navidad, sino por la vida entera de un cristiano. Este gozo sereno y tranquilo por siempre acompaña al cristiano. Hasta en los momentos difíciles y de sufrimiento, este gozo se convierte en paz. Así que, para poder obtener este gozo mientras te preparas para la Navidad, primero ora: -Señor, permíteme vivir esta Navidad con gozo verdadero, no con el gozo del consumismo que me lleva hasta el 24 de diciembre con ansiedad, porque -me falta esto, me falta aquello.-Segundo, dale gracias a Dios “¡Gracias Señor, por tantas co-sas hermosas!” Tercero, piensa en cómo puedes acercarte a aquellos que tienen dificultades y problemas para traerles un poquito de paz y de gozo. Oremos, entonces, pidiendo el gozo de la Navidad. Démosle gra-cias a Dios por las cosas buenas que nos ha dado, sobre todo por la fe. Preguntémonos, ¿Qué puedo hacer para traer un poco de alivio, un poco de paz a aquellos que sufren? Así que oremos, demos gracias y ayudemos a otros a llegar al nacimiento del Ungido, el Cristo.

¿Cómo puedo hoy orar, dar gracias y ayudar a otros de una mejor manera?

TERCER DOMINGO DE Adviento

18

Jesús es nuestro Gozo“Ahora voy a donde tú estás; pero digo estas cosas mientras estoy

en el mundo, para que ellos se llenen de la misma perfecta alegría que yo tengo.” (Juan 17:13)

E l corazón humano anhela el gozo. Todos anhelamos el gozo- toda familia, toda persona aspira a la felicidad. ¿Pero cuál es el gozo al cual está llamado el cristiano a vivir y a atestiguar? Es el gozo que viene de la cercanía de Dios, de la presencia de Dios en nuestras vidas. Desde el momento en que Cristo entró en la historia con su nacimiento en Belén, la humanidad recibió la semilla del reino de Dios como la tierra recibe la semilla, la promesa de una cosecha fu-tura. Jesús ha venido a traer gozo a todo el mundo por todos los tiempos. No es solamente un gozo que se anhela a futuro, o un gozo pospuesto hasta el paraíso- como si aquí en la tierra debiésemos estar tristes para en el paraíso estar llenos de alegría ¡No! Es un gozo ya real y palpable ahora, porque Jesús mismo es nuestro gozo, y con Jesús el gozo encuentra su verdadero hogar. ¿Y sin Jesús habrá gozo? ¡No! Él vive, es el Resucitado, y él trabaja en nosotros y entre nosotros espe-cialmente a través de la Palabra y de los sacramentos. Somos llamados más que nunca a aceptar la presencia de Dios renovada entre nosotros y a ayudar a otros a descubrirle, o a re-des-cubrir lo que han olvidado. Es una misión tan hermosa dirigir a la gente a Cristo- ¡No a nosotros mismos!- Ya que Cristo es el destino que añora el corazón humano cuando busca gozo y felicidad.

¿Cómo puedo hoy compartir mi gozo y acercar a alguien a Cristo?

TERCER LUNES DE Adviento

19

Misioneros de Gozo“Estén siempre contentos. Oren en todo momento.

Den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:16-18)

San Pablo nos indica las condiciones para ser “misioneros de amor:” orar constantemente, dar siempre gracias a Dios, abrirle camino a su Espíritu, buscar el bien y evitar el mal (1 Tesalonicenses 5:17-22). Si esto se convierte en nuestro modo de vida, entonces las Buenas Nuevas podrán entrar en muchos hogares y ayudar a las personas y a las familias a redescubrir que en Jesús está la salvación. En Cristo es posible encontrar la paz interior y la fortaleza para en-frentar diferentes situaciones de la vida diaria, hasta las más difíciles. El corazón del cristiano está lleno de paz porque él sabe cómo de-positar su gozo en el Señor, aun cuando atraviese por los momen-tos difíciles de la vida. Tener fe no significa que nunca pasarás por dificultades, pero sí tendrás la fortaleza de enfrentar esos momentos sabiendo que no estás solo. Y esta es la paz que Dios da a sus hijos. Con su mirada puesta en la Navidad que ya se acerca, la Iglesia nos invita a ser testigos de que Jesús no es una persona del pasado sino que es la Palabra de Dios que hoy continua iluminando el sendero de la humanidad. Sus expresiones –los sacramentos- son la manifestación del amor que el Padre tiene para cada ser humano. Que la virgen María nos vuelva aun más gozosos en el Señor, quien viene a liberar-nos de tantas formas deprimentes de esclavitud interior y exterior.

¿Qué necesito cambiar en mi estilo de vida para poder dar testimonio de la presencia de Dios en mí?

TERCER MARTES DE Adviento

20

Renovación Interior“Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto;

y ahora, creyendo en él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no pueden expresarla con palabras.” (1 Pedro 1:8)

E l gozo cristiano no es un entusiasmo superficial o puramente emocional. Tampoco es el entusiasmo de lo mundano o del consum-ismo. Es más bien un gozo autentico, es el gusto que somos llamados a redescubrir. Este gozo nos toca hasta lo más profundo de nuestro ser, mientras que esperamos a Jesús, el Mesías prometido, nacido de la virgen María en Belén, que ha venido ya a traer la salvación al mundo. La salvación que nos trae Jesús toma al ser humano y lo regenera. Dios se ha introducido en la historia para liberarnos de la esclavitud del pecado. Dios estableció su campamento en nuestra presencia con la intención de compartir nuestra existencia, sanar nuestras lesiones, vendar nuestras heridas y darnos una nueva vida. El gozo es el fruto de esta intervención de la salvación y del amor de Dios. Se nos invita a dejarnos ser atraídos por el sentimiento de jubilo y gozo, un gozo de corazón, un gozo que nos empuja hacia enfrente y nos da valor. ¡Pero un cristiano que no tiene gozo es un cristiano a quien le falta algo, o simplemente no es cristiano! El Señor viene a nuestras vidas como un libertador para liberarnos de todas las formas de esclavitud interior y exterior y mostrarnos los senderos de fe, de paciencia y perseverancia porque, cuando él regrese, nuestro gozo será desbordante. Ahora podemos compartir este gozo con los demás, dándole consuelo y esperanza a los pobres, a los enfermos y a aquellos que están solos e infelices.

¿De qué y para qué quiero que Jesús me libere hoy?

TERCER MIÉRCOLES DE Adviento

21

Buscando el Gozo Verdadero““Cristo se manifestó en su condición de hombre, triunfó en su

condición de espíritu y fue visto por los ángeles. Fue anunciado a las naciones, creído en el mundo y recibido en la gloria.” (1 Timoteo 3:16)

E l evangelio, radiante con la gloria de la cruz de Cristo, constan-temente nos invita a regocijarnos. Estoy consciente, por supuesto, de que el gozo no se expresa de las mismas maneras en todo mo-mento de la vida, especialmente en los momentos de gran dificultad. El gozo se adapta y cambia. Pero siempre perdura, aunque sea como un destello de luz, nacido de nuestra certeza personal de que, a pesar de todas las cosas, somos infinitamente amados. Mas comprendo la pena de la gente que tiene que soportar grandes sufrimientos. A pesar de eso, lento pero seguro, todos debe-mos permitir que el gozo de la fe vuelva a vivir poco a poco dentro de nosotros, como una confianza quieta pero firme. Aun en medio de un gran sufrimiento. A veces nos vemos tentados a buscar excusas y quejarnos, actuando como si solamente pudiésemos ser felices si se cumpliesen mil condi-ciones nuestras. Puedo asegurar que las más hermosas y naturales ex-presiones de gozo que he visto en mi vida las he visto en gente pobre con muy pocas pertenencias. También me viene a la mente el gozo real que se muestra en otros quienes, aun en medio de muchas y constantes obligaciones profesio-nales, son capaces de perseverar. En el desapego y la simplicidad, un corazón lleno de fe. En su propio modo, todos estos ejemplos de gozo fluyen del amor infinito de Dios, quien se ha revelado a sí mismo a nosotros por medio de Jesucristo.

¿Cómo puedo hoy de una mejor manera compartir mi gozo con los demás?

TERCER JUEVES DE Adviento

22

Temor a ser Libres“Si el Hijo los hace libres,

ustedes serán verdaderamente libres.” (Juan 8:36)

L a actitud de dar gracias nos incita a la humildad, para reconocer y recibir los dones del Señor. El motivo fundamental de ofrecerle nuestro agradecimiento a Dios es que Dios nos ha hecho sus hijos. ¡Este regalo in-merecido nos llena de una gratitud desbordada de asombro! Pero el mismo regalo por el cual damos gracias, también es el motivo para hacernos un examen de consciencia, para hacer una revisión de nuestra vida personal y comunitaria, para preguntarnos: ¿Cuál es nuestro estilo de vida? ¿Vivimos como hijos o como esclavos? ¿Vivimos como personas que han sido bau-tizadas en Cristo, ungidos por el Espíritu, rescatados y libres? ¿O vivimos de acuerdo a la lógica corrupta y mundana, haciendo lo que el diablo nos hace creer que está a favor de nuestros propios intereses? En nuestras jornadas diarias, siempre existe la tendencia a resistirnos a la liberación. Le tememos a la libertad y paradójica y un tanto inconsci-entemente preferimos la esclavitud. La libertad nos aterra porque nos hace enfrentar nuestra responsabilidad y vivirla bien. Por otro lado, la esclavitud nos hace sentir más seguros, ya que nos impide vivir el presente de una forma plena y verdadera, porque lo vacía del pasado y lo cierra al futuro, hasta la eternidad. La esclavitud nos hace creer que no podemos soñar, volar, esperar. Para nosotros los cristianos, la calidad de nuestras acciones, de nuestras vidas, de nuestra presencia en la ciudad, de nuestro servicio al bien común, de nuestra participación en las instituciones publicas y eclesiales, también depende de este examen de consciencia.

¿Qué resistencia necesito vencer para poder aceptar la libertad que Cristo me ofrece?

TERCER VIERNES DE Adviento

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Escucha al Espíritu Santo“El Espíritu Santo que el Padre va a enviar en mi nombre,

les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho.” (Juan 14:26)

E l Espíritu Santo nos enseña a ver con los ojos de Cristo, a vivir la vida como Cristo la vivió, a entender la vida como Cristo la entendió. Por eso el agua viva, que es el Espíritu Santo, sacia nuestra sed, por eso nos dice que somos amados por Dios como hijos, que podemos amar a Dios como sus hijos y que por su gracia podemos vivir como hijos de Dios, como Jesús vivió. ¿Escuchamos al Espíritu Santo? ¿Qué nos dice el Espíritu Santo? Nos dice: Dios te ama. Nos dice esto. Dios te ama, a Dios le agradas. ¿Verdaderamente amamos a Dios y a los demás como Jesús los ama? Dejémonos guiar por el Espíritu Santo, dejémosle hablarnos al corazón y decirnos: Dios es amor, Dios nos está esperando, Dios es padre, Él nos ama como un padre verdadero ama. Él nos ama verdaderamente y solamente el Es-píritu Santo puede decirle esto a nuestro corazón. Debemos escuchar al Espíritu Santo, que está dentro de nosotros y oírlo. ¿Qué nos está diciendo? Que Dios es bueno, que Dios es pa-dre, que Dios nos ama, que Dios siempre nos perdona. Escuchemos al Espíritu Santo. Permitámonos oírlo y sigamos hacia delante en este sendero de amor, misericordia y perdón. Escuchemos cuidadosa-mente al Espíritu Santo.

¿Qué puedo hacer hoy para escuchar más atentamente al Espíritu Santo?

TERCER SÁBADO DE Adviento

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Estás Cerca“El Señor está cerca de los que lo invocan,

de los que lo invocan con sinceridad.” (Salmos 145:18)

Esta temporada del Adviento se caracteriza por el tema de la cer-canía, la cercanía de Dios a la humanidad. María y José son las dos personas quienes, más que nadie, fueron parte de este misterio de la cercanía de Dios a la humanidad. El hijo de Dios entra en el vientre de María para hacerse humano, y ella le da la bienvenida. Así, de una forma única, Dios se acercó y se hizo carne a través de una mujer. De una forma distinta, también se acercó a nosotros con su gracia para entrar en nuestras vidas y ofrecernos el regalo de su hijo. ¿Qué hacemos? ¿Le damos la bien-venida, le permitimos que se acerque, o le rechazamos y le hacemos a un lado? José enfrenta este evento extraordinario que ciertamente levantó muchas dudas en su corazón. Confiando totalmente en Dios, quien se ha acercado a él, no repudia a María. Al aceptarla, José recibe a su hijo consciente y amorosamente. María y José, quienes fueron los primeros en darle la bienvenida a Jesús por medio de la fe, nos presentan al misterio de la Navidad. María nos ayuda a adoptar una actitud de abertura para recibir al hijo de Dios en nuestra vida concreta, en nuestra carne. José nos enseña a que siempre busquemos la voluntad de Dios, que la sigamos con plena confianza. Ambos permitieron que Dios se les acercara.

¿Cómo y cuándo he experimentado más la cercanía de Dios durante este Adviento?

CUARTO DOMINGO DEL Adviento

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Conmovidos desde Adentro“Pues tan pronto como oí tu saludo,

mi hijo se estremeció de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú por haber creído.” (Lucas 1:44-45)

Con estas palabras, Isabel ungió la presencia de María en su hogar. Palabras que nacieron de su vientre, que venían desde adentro; pa-labras que hicieron eco de todo lo que ella experimentaba con la visita de su prima. Dios nos visita dentro del vientre de una mujer al conmover el vientre de otra mujer con una canción de bendición y alabanza, con un canto de gozo. Esta escena del evangelio conlleva toda la dinámica de la visita de Dios: cuando Dios viene a nuestro encuentro, Dios nos estremece por dentro hasta transformar nuestra vida en alabanza y bendición. Cuando Dios nos visita, nos deja inquietos, con la inquietud salu-dable de los que sienten que han sido llamados a proclamar que Dios vive y está en medio de su pueblo. Esto es lo que vemos en María, la primer discípulo y misionera, la nueva arca de la alianza quien, más allá de permanecer en los espacios reservados para ella dentro del templo, sale a visitar y a acompañar la gestación de Juan con su pres-encia. De esta manera ella es el ícono del discípulo, de la mujer crey-ente que ora y que puede acompañar y alentar a nuestra fe y nuestra esperanza durante las diferentes etapas que debemos atravesar.

¿Qué inquietud he sentido más durante este Adviento por causa de la presencia de Dios que se mueve en mí?

LUNES DE LA SEMANA DE Navidad

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La Paciencia de Dios“El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz; una luz ha brillado para los que vivían en sombras de muerte.” (Mateo 4:16)

Durante este Adviento, hemos pasado a través de la oscuridad que envuelve la tierra, guiados por la antorcha de fe que ilumina nuestros pasos y animados por la esperanza de encontrar la “gran luz.” Al abrir nuestros corazones también podemos contemplar el milagro de ese niño/sol quien al levantarse a lo alto, ilumina el hori-zonte. El origen de la oscuridad que envuelve el mundo se ha perdido en la noche de los tiempos. Como resultado el paso de los siglos ha sido marcado por la violencia, las guerras, el odio y la opresión. Pero Dios, quien ha puesto un sentido de expectativa en los humanos que fueron hechos a su misma imagen y semejanza, esperaba. Dios esperó por tanto tiempo que quizá en cierto momento parecía que se había dado por vencido. Pero Dios no se podía dar por vencido, sino que siguió esperando pacientemente ante la corrupción del mundo. Es tan difícil comprender la paciencia de Dios hacia nosotros. A través del curso de la historia, la luz que rompe las tinieblas nos revela que Dios es padre y que su paciente fidelidad es más fuerte que la oscuridad y la corrupción. Este es el mensaje de la Navidad. Dios no conoce arrebatos de ira o impaciencia, mas siempre está ahí, como el padre en la parábola del hijo pródigo, esperando pacientemente a su hijo amado que estaba perdido para verlo a lo lejos cuando él regrese.

¿Cómo puedo agradecerle a Dios por ser paciente conmigo mientras busco mi camino de regreso hacia Él?

MARTES DE LA SEMANA DE Navidad

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Ofreciéndonos a Nosotros Mismos como Ofrenda

“Que el Señor los ayude a amar como Dios ama y a tener en el sufrimiento la fortaleza de Cristo.” (2 Tesalonicenses 3:5)

E l amor de Dios trae luz a nuestras vidas y paz a nuestros cora-zones. Los pastores comprendieron esto la noche en que Jesús nació. Ellos eran parte de los marginados de aquellos tiempos. Mas nadie es marginado ante los ojos de Dios, y esa Navidad, ellos mismos fueron los invitados. La gente que se sentía segura de sí misma, autosufici-ente, se encontraba en casa con sus pertenencias. Fueron los pastores quienes “se encaminaron con prisa.” Que también nosotros seamos retados y llamados por Jesús. Ac-erquémonos a él con confianza, comenzando con todas esas cosas que nos hacen sentir marginados, desde nuestras limitaciones hasta nuestros pecados. Permitámonos ser tocados por la ternura que salva. Acerquémonos más a Dios quien se acerca más a nosotros. Hagamos una pausa para mirar el pesebre y revivamos en nuestra imaginación el nacimiento de Jesús: luz y paz, extrema pobreza y rechazo. Junto con los pastores, introduzcámonos en la verdadera Navidad, trayéndole a Jesús todo lo que somos, nuestro aislamiento, nuestras heridas no sanadas, nuestros pecados. Entonces, en Jesús, disfrutare-mos el sabor del verdadero Espíritu de la Navidad: la belleza de ser amados por Dios. Con María y José, hagamos una pausa ante el pese-bre, contemplando el amor humilde e infinito de Jesús. Simplemente digámosle: gracias. Gracias porque has hecho todo esto por mí.

¿Cómo puedo hoy hacer una ofrenda de mi vida y de mí mismo para Dios?

MIÉRCOLES DE LA SEMANA DE NavidadE

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Retados por este Niño “El que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí;

y el que me recibe a mí, no solamente a mí me recibe, sino también a aquel que me envió.” (Marcos 9:37)

Hoy, ante el pequeño niño Jesús, debemos aceptar que le necesita-mos para que nos ilumine, porque muchas veces terminamos siendo de mente cerrada o prisioneros de una actitud de todo-o-nada que obliga a los demás a amoldarse a nuestras ideas. Necesitamos esta luz, la cual nos ayuda a aprender de nuestros errores e intentos fallidos, para poder me-jorar y superarnos; esta luz nacida del conocimiento humilde y valiente de aquellos que encuentran la fortaleza, una y otra vez, para levantarse y comenzar de nuevo. ¡Hacemos bien en contemplar al niño Dios! El hacer esto nos invita a volver a los comienzos y raíces de nuestra fe. En Jesús, la fe se convierte en esperanza; se convierte en levadura y en bendición. Con una ternura que nunca decepciona sino que es siempre capaz de restaurar nuestro gozo, Cristo hace posible que levantemos la cabeza y comencemos de nuevo. Pero también permitamos que el niño del pesebre nos rete en lo que concierne a todos aquellos niños en el mundo de hoy quienes están recostados, no en una cuna, rodeados del amor de sus padres y madres, sino en miserables pesebres que devoran su dignidad. Niños que se esconden bajo tierra para escapar los bombardeos, en los pavimentos de las grandes ciudades, en las bodegas de los barcos sobrecargados de inmigrantes. Dejémonos ser retados por esos niños a quienes no se les permite nacer, por aquellos que lloran porque nadie sacia su hambre, por aquellos que sostienen en sus manos no juguetes, sino armas.

¿Cómo puede la vulnerabilidad del Niño Cristo conmoverme a ayudar a los niños necesitados?

JUEVES DE LA SEMANA DE NavidadE

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Una Actitud de Gratitud“Y por todo ello bendice a tu Creador,

que te colmó de bienes.” (Eclesiástico 32:13)

Conforme el Adviento llega a su fin, hagamos una pausa frente al pesebre y expresémosle nuestra gratitud a Dios por todas las muestras de su generosidad en nuestras vidas y en nuestra historia, vistas en innumerables maneras a través de los testimonios de esa gente que se arriesga silenciosamente. Una gratitud que no es una nostalgia estéril ni un recuento vacío de un pasado idealizado y desapegado, sino un recuerdo viviente, uno que nos ayuda a generar creatividad personal y comunitaria, porque sabemos que Dios está entre nosotros. Hagamos pausa para contemplar como Dios ha estado presente durante este año y para recordarnos que en toda época, cada momen-to nos trae gracias y bendiciones. El pesebre nos reta a no rendirnos ante nada ni perder nuestra fe en nadie. Mirar el pesebre es encontrar la fortaleza para tomar nuestro sitio en la historia sin quejarnos ni llenarnos de resentimientos, sin encerrarnos dentro de nosotros mis-mos o buscar una ruta de escape, sin buscar atajos para nuestro pro-pio interés. Mirar al pesebre es reconocer que los tiempos venideros requieren iniciativas audaces y optimistas, así como el renunciar a la vana autopromoción e interminable preocupación con las aparien-cias. Mirar al pesebre es ver como Dios se involucra al involucrarnos a nosotros, haciéndonos participes de su obra, invitándonos a dar la bienvenida al futuro con valentía y decisión.

¿Cómo ha estado Dios más presente para mí durante este tiempo de Adviento?

VIERNES DE LA SEMANA DE NavidadE

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Los Hijos Amados de Dios“No se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo

y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres.” (Filipenses 2:6-7)

D ios quiere que vivamos como sus hijos e hijas. Y lo que hace que esto sea tan sorprendente es que Dios lo logra a través de la pequeñez y la vulnerabilidad de un niño recién nacido. Él personalmente decide acercarse a nosotros y en su carne acoger nuestra carne, en su debilidad acoger nuestra debilidad y en su pequeñez sujetar nuestra pequeñez. En Cristo, Dios no se puso una máscara humana. En lugar de eso se convirtió en humano y compartió completamente nuestra condición humana. Más allá de seguir siendo una idea o una esencia indefinida, Él quiso seguir cerca de todos aquellos que se sienten perdidos, menos-preciados, lastimados, desanimados, inconsolables y temerosos. Cerca de todos aquellos quienes en su cuerpo llevan la carga de la separación y la soledad, para que el pecado, la vergüenza y el dolor, la desesperación y la exclusión no tuviesen la última palabra en las vidas de sus hijos e hijas. El pesebre nos invita a hacer nuestra esta “lógica divina.” No es una lógica centrada en privilegios, exenciones o favoritismo sino en el en-cuentro y la cercanía. El pesebre nos invita a romper la lógica de las exen-ciones para algunos y exclusiones para otros. Dios mismo viene a romper las cadenas de privilegio que siempre causan la exclusión, para así poder introducir la caricia de la compasión que nos trae la inclusión, que logra que la dignidad de cada persona brille, la dignidad para la cual ella o él ha sido creado. Un niño en pañales nos muestra el poder de Dios quien se aproxima a nosotros como un regalo, una ofrenda, la levadura y opor-tunidad de crear una cultura de encuentro.

¿De qué manera más significativa me ha cambiado la cercanía de Dios durante este Adviento?

SÁBADO DE LA SEMANA DE Navidad

E

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ReconocimientosTodas las reflexiones fueron adaptadas de las muchas encíclicas, exhortaciones apostólicas, audiencias papales semanales, discursos y homilías del Papa Francisco. Los versos bíblicos fueron tomados de Dios habla hoy®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Regocijémonos por la inminente venida de nuestro Redentory compartamos este gozo con los demás,

ofreciendo consuelo y esperanza a los pobres, a los enfermos,y a las personas que se sienten solas e infelices.

Démosle la bienvenida al Señor quien siempre vieney llama a nuestra puerta, llama a nuestros corazones,

para poder acercarse a nosotros.Él nos invita a reconocer sus pasos

entre los hermanos y las hermanas que pasan a nuestro lado,especialmente los más débiles y los más necesitados.

Ayúdanos a oír la voz de Dios con compasiónhacia nuestros hermanos y hermanas,

especialmente los más débiles y los más necesitados,para así estar preparados para nuestra cita Navideña,

preparando nuestros corazones para darle la bienvenida a Jesús.

—Papa Francisco

NUESTRA ORACIÓN DIARIA DE Adviento

El Misterio de la Navidad“Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador,

que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo.” (Lucas 2:11-12)

E l misterio de la Navidad, que es la luz y el gozo, nos reta y nos inquieta, porque es un misterio de esperanza y a la misma vez de tristeza. Tiene un toque de tristeza en el momento en que el amor no se acepta y la vida se descarta. Así fue el caso de María y José, quienes se reunieron a puerta cerrada y pusieron a Jesús en el pesebre “porque no había lugar para ellos en la posada.” Jesús fue rechazado por muchos al nacer y tratado con indife-rencia por otros. También hoy, esa misma indiferencia puede existir, cada vez que la Navidad se convierta en un día festivo con nosotros en el centro, en vez de Jesús; cada vez que las luces de los aparadores empujen la luz de Dios a las sombras; cada vez que nos entusiasmem-os con regalos pero seamos indiferentes a las necesidades de nuestro prójimo. Esta mundanalidad ha secuestrado la Navidad. ¡Necesita-mos liberarla! Sin embargo y por encima de todo la Navidad tiene un sabor a esperanza porque, a pesar de toda la oscuridad de nuestras vidas, la Luz de Dios brilla. Su luz gentil no nos asusta. Dios, quien está en-amorado de nosotros nos atrae hacia él con ternura, al haber nacido pobre y frágil en medio de nosotros, como uno de nosotros. Él nace en Belén, que significa “casa de pan.”De esta forma, parece decirnos que nace como pan para nosotros. Él entra en nuestras vidas para darnos su vida. Él viene a nuestro mundo para darnos su amor.

¿Cómo puedo entusiasmarme más para compartir el amor de Cristo con los demás durante los días venideros?

Navidad

Abre Tu Corazón, Reflexiones Diarias de Adviento por el Papa Francisco fue traducido por Deisy Andrew y editado por Steve Mueller, © 2017 All Saints Press PO Box 190825, St. Louis, MO 63119. (800) 923-8618 y AllSaintsPress.com. Impreso en Estados Unidos 14-389