Cornely 1958 Arqueología Chilena. Cultura "El Molle" y Expedición al "Cerro El Plomo"

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Cultura "El Molle" y Expedición al "Cerro El Plomo". Centro de estudios antropológicos Universidad de Chile. Publicación Nº4.

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  • A/- t/

    UNIVERSIDAD DE CHILECENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLGICOS

    Director: Prof. Dr. Luis Sandoval S.

    Publicacin N.o 4

    ARQUEOLOGA CHILECultura de "El Molle" y Expedicin al "Cerro El Plomo"

    CULTURA DE "EL MOLLE

    a) Cultura de "El Molle" por Francisco Cornely

    b) Nuevos hallazgos arqueolgicos en el cementerio indgena de La Turqua-Hurtado por Jorge Iribarren Ch.

    EXPEDICIN L CERRO "EL PLOMO"

    a) Hallazgos arqueolgicos en el "Cerro El Plomo" por Alberto Medina R.b) Informe sobre construcciones en la cumbre del

    "Cerro EL Plomo" y sus alrededores por Francisco Reyes C.

    c) Cermica de los sitios arqueolgicos "PiedraNumerada" y "Cerro El Plomo" por Gonzalo Figueroa G. H.

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    BIBLIOTECA NACIONAL

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    SANTIAGO DE CHILE

    1958

  • UNIVERSIDAD DE CHILECENTRO DE ESTUDIOS ANTROPOLGICOS

    Director: Prof. Dr. Luis Sandoval S.

    Publicacin N.o 4

    ARQUEOLOGA chileCultura de "El Molle" y Expedicin al "Cerro El Plomo"

    CULTURA DE "EL MOLLE

    a) Cultura de "El Molle" por Francisco Cornely

    b) Nuevos hallazgos arqueolgicos en el cemente- _ ..' r ..-

    A2

    i- a.-

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    B : -

    yai!*".

    4270 4176 4175

    Fig. 9. Molle Rojo, Pulido: Formas varias. I fila: Formas II C. D y F: 4289, 4288, inciso;Hurtado C, 4174. II fila: Formas XA e IB: 4270, fosa 7; Hurtado C 4176 y 4175.

    (Ver pgs. 22 y 23).

  • 4276 4287

    : \S

    4277 4284

    Fig. 10. Molle Rojo-Crema. I fila: 4276 4287, fosa 12. II fila: 4277, fosa 12, 4284 fcia 28(Ver pags. 22 y 23).

  • 42663089 4579

    m **l~-r

    :a,aa?:'

    45784267

    T'lga 11. Molle Negro Pulido y Molle Gris: Fcrmas varias. I fila: Formas Miscelneas: XIBl::;;. IA: L:is Breas 3089. XIC: 4579. foso. 27. II fila: Forma XD: 4573. fosa 10.Forma HA, 4267,

    (Ver pgs. 22 y 23).

  • Fig. 12. Tipo Molle Negro Pulido: Forma IIB: Cntaro perteneciente o la coleccin particulardel Dr. Jorge Alvarez Andrews. Fosa N.o 4, Grupo sepulcral, Hurtado B. (Ver pp. 16).

  • 866 223

    2331599

    714

    Fig 13: Alfarera de otros Cementerios de la Cultura de El Mohe. Fila I: Forma XB;Huanta

    Molle Negro Pulido. 886. Forma XC: l Molle. Tipo innominado 223. color marrn-chocolate,zonas C. "naranja baje ios dibujos, pulido. Fila II: Forma. 1ID: Guayacn Negro Pulido,2331. Forma IIB: El Bosque (La Cancha) Negro Pulido, incijo 599. Forma VII: Quebrada

    Honda, Molle Gris, 714.

  • v$M,

    .. a >a -

    a.

    Fig. 14. la. Feto. Esqueleto encontrado en una sepultura excavada por F. L. Cornely, enel Cementerio 1. de El Molle. 2.a Foto. Crneo del mismo esqueleto. 3.a Foto. Crneo,

    procedente de la fosa N.o 12. Hurtado B, 4294 MLS.

  • 2.

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    San Pecbar xLe /Jtcuea/mA,

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  • -

  • EXPEDICIN AL CERRO EL PLOMO

    A - HALLAZGOS ARQUEOLGICOS EN EL CERRO "EL PLOMO", por Alberto Medina R.

    B- INFORME SOBRE CONSTRUCCIONES EN LA CUMBRE DEL CERRO"EL PLOMO" Y SUS ALREDEDORES, por Francisco Reyes C.

    C- CERMICA EN LOS SITIOS ARQUEOLGICOS "PIEDRA NUMERADA" Y CERRO "EL PLOMO", por Gonzalo Figueroa G-H.

  • HALLAZGOS ARQUEOLGICOS EN EL CERRO EL PLOMO

    ALBERTO MEDINA ROJAS, investigadordel Centro de Estudios Antropolgicos.

    I INTRODUCCIN Y ANTECEDENTES

    El Cerro Ei Plomo

    El Plomo es una de las ms altas cumbres del trozo cordillerano de losAndes, que se eleva frente a la provincia de Santiago (5.430 metros). Ubicadoal N. E. de la ciudad, a 33"? 13' de latitud S. y 70? 13' de longitud O., viene aser la ms alta cumbre que se divisa desde la capital de Chile.

    El Plomo dista de la ciudad de Santiago, en lnea recta, unos 45 kilmetros;observada esta cumbre desde la Plazai Baquedano, de esta ciudad, durante losdas de atmsfera clara, sus ventisqueros relucen en invierno y verano. Puededecirse que Santiago de Chile tiene por respaldo esta montaa que domina ysobresale en su paisaje. El clebre panorama cordillerano de Santiago lo integran fundamentalmente el grupo de altas cumbres formado por El Plomo, ElAltar y La Paloma, ltimas estribaciones de la cadena de Quempo, cordnandino que corre de norte a sur al centro mismo de la cordillera.

    Don Pedro de Valdivia fund la ciudad de Santiago en las mrgenes delro Mapocho. Los habitantes indgenas con que aqu tropez regaban sus sementeras mediante canales que tomaban de ese ro, cuyas aguas nacen al piedel ventisquero de El Plomo. Quien desee remontar hasta las fuentes del Ma>pocho, forzosamente arribar al pie de este gran macizo. Huellas antiqusimaspenetran desde el valle de este ro siguiendo la quebrada de Molina (nombreque toma en esta parte la corriente), y continan ms arriba por el Cajn deEl Cepo, donde ahora el Mapocho adopta ese nombre para arribar hasta susfuentes al pie de El Plomo, en el borde del ventisquero visible desde Santiago.

    El Plomo desde la ciudad de Santiago tiene su acceso natural por el camino descrito. No obstante, existen otras rutas ms cortas; entre ellas, la actualy ms recomendable, comienza en el viejo casero de Las Condes, al N. E. deSantiago, se dirige por carretera hacia Farellones, balneario de invierno, a2.000 metros de altura. Desde aqu se prosigue por un sendero de muas, cruzando cordones de montaas que oscilan entre tres y cuatro mil metros de al

    tura hasta caer al cajn del ro Cepo, ya mencionado, en un punto donde steforma un vallecito que los andinistas conocen por "Piedra Numerada" (3.100

    metros). Desde aqu la ruta pasa a la ribera Este del Cepo por un sendero quese dirige hacia el N. E. por el que se puede llegar hasta una altura de 4.700metros, un poco ms arriba de la base del ventisquero de El Plomo. Desde este

    lugar, la ascensin slo es posible continuarla a pie, por lo escarpado y abruptoque se torna el sendero. Es mucha altura para los animales de carga y co

    mienza la "puna", mal inherente a la alta montaa. Los Andes en esta latitud, pasando de esta altura, se presentan completamente desprovistos de vegetacin y la vida orgnica parece no tener asidero permanente all. (Fig. 1)

    La ascensin a El Plomo por esta ruta o por la anterior, siguiendo las antiguas huellas, al alcanzar los 5.200 -metros de altura, tropieza obligadamente

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  • con una construccin semiderruda que los andinistas llaman "Pirca de losIndios" (1). A partir de este lugar, si se quiere continuar a la cima de El Plomo,es preciso atravesar una pequea depresin cubierta de hielo ise est ya enel filo de la cordillera de Quempo), especie de istmo que une el ventisquero deEl Plomo, que cae hacia el S. O. y el ventisquero Esmeralda, que vierte haciael S. E. Una vez atravesado este campo de hielo, se llega a la llamada "cumbrefalsa", a 5.380 metros. La cumbre propiamente tal est a poca distancia deall, unos 50 metros ms alta, y no es visible desde Santiago por hallarse msal Este y detrs de la cumbre falsa. Entre ambas cumbres, en la ladera noreste de la falsa, existen otras construcciones derruidas como la anterior.

    Las primeras ascensiones

    Como los Alpes, los Himalayas y otras montaas, los Andes tienen sus cultores a los cuales las cumbres ostentosas tambin desafan "porque estnall" (2).

    El Plomo ha sido escalado con esta aspiracin deportiva desde hace muchosaos. El se alza frente a Santiago provocando a su conquista.

    Con el tiempo, la ascensin de esta montaa ha tomado el carcter de unaverdadera competencia. En un comienzo, dieron el ejemplo alpinistas suizos,alemanes e ingleses avecindados en Chile. Antes, seguramente, llegaron a lmineros, buscadores del "tesoro del inca" y los que andaban en pos de unlegendario tesoro atribuido a cierto capitn argentino llamado Picarte, dequien se dice que extraa piezas de plata de una regin cercana al ventisqueroOlivares, al S. E. de El Plomo. (Existe una cumbre llamada de Picarte detrsde El Plomo, hacia el Este, dominando la sierra Esmeralda). La leyenda fantstica del reino de Paititi debi tambin atraer a muchos aventureros haciaesta cumbre, ya que la palabra "paititi" proviene del quechua y traducido alcastellano significara "aquel plomo". Por otra parte, el vocablo castellano"plomo", que encontramos como denominacin de numerosas alturas cordilleranas chilenas, tendra su origen en la acepcin que la jerga minera da a estapalabra, pues suele llamarse "plomo rico" al mineral argentfero, podemoscomprobar que ya en el siglo XVII el cronista Fray Martn de Mura habla de"minerales plomizos" para referirse a las minas de plata del Per (Mura,1590).

    Los antecedentes acerca de ascensiones deportivas a la cumbre de El Plomo datan del ao 1895, fecha en que, con ese carcter, fue ascendido por primera vez por los seores Brant y Luck. Los triunfadores en esta ascensincreyeron ser los primeros en realizar tal hazaa; pero al encontrarse con lasconstrucciones de piedra, adems de una lata de sardinas, comprendieron quealguien se les haba anticipado.

    Posteriormente, en el ao 1900, lleg a la cumbre el Dr. Reichert, tcnicode la Comisin de Lmites Chileno-Argentina y, poco despus, el profesor suizoAlberto Malsch y el dans O'Esdrup.

    Como un ejemplo del hechizo que produce El Plomo sore los habitantesdel valle del Mapocho y en especial sobre las personas que pasan por la ciudad de Santiago, conviene citar aqu las expresiones que el profesor Malschdej estampadas en su crnica sobre Chile, publicada en 1907. En efecto, allnos narra que para l era un gran placer observar con su telescopio el grandioso macizo que limita el valle de Santiago. Dice que su ms alta cima lotentaba con sus repliegues blancos y su cumbre majestuosa, alzndose sobreescarpadas pendientes cubiertas de bruma. Observando la montaa desde Santiago, la caracteriza como el remate del valle en cuyo centro se encuentra la

    1 1 ) Este nombre data de muy antiguo. Se origin probablemente a raz de las generalizacionescon que se explicaron la presencia de estas construcciones los primeros exploradores.

    1 2) Palabras con que contest Mallory al ser interrogado sobre su an por escalar el Everest,poco ante? de morir en :? empresa.

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  • principal avenida de la ciudad (3). Hace hincapi el autor: la ms alta de lascumbres que se alzan all arriba, al fin de La Alameda, no El Altar, sino elms alto del grupo, el de la derecha, El Plomo (Malsch, 1907).

    Malsch, refirindose en particular a su ascensin de El Plomo, nos describe su cumbre como una vasta plataforma barrida por el viento, espectcu:coanal si no se hubiera erigido sobre ella "tres construcciones humanas, tresrectngulos cuyas paredes han sido hechas con las piedras de la altura msbaja, mientras que la superficie est pavimentada con guijarros de la cumbre.El ms grande de estos rectngulos tiene cuatro metros de largo por dos deancho; los otros dos, distantes de se, algunos pasos, tienen las dimensiones delas tumbas de nuestros cementerios: sesenta centmetros de altura. Estn ligeramente orientados hacia el norte" (Malsch, 1907).

    Debo anotar que Malsch se pregunta si estas construcciones podran sertmulos o sepulturas" de algn jefe indio. Dice, adems, que esta suposicinla discuti con personas entendidas, quienes no la encontraron descaminada.

    Hay noticias de que en 1910 el coronel alemn Hans von Kiessling escalel cerro y habra encontrado en las pircas de la cima unos "dolos" de plata.

    En 1914 el ingeniero ingls N. Ridley Temperley realiz una ascensin aEl Plomo, alcanzando hasta las construcciones de los 5.200 metros (Pirca de josIndios). En un artculo publicado en el "South Pacific Mail", el 11 de febrerodel mismo ao, bajo el seudnimo de "Wayfarer", hace una descripcin muyinteresante de ellas:

    "En la ladera existe un muro perfectamente circular de piedras sin tra

    bajar, pero cuidadosamente dispuestas, recogidas del mismo sitio.El muro tiene 1 metro de espesor y la circunferencia exterior es de 15

    metros, dejando en su interior un espacio perfectamente circular, revestidotambin de piedras muy bien arregladas. El costado sur del muro es del altode un hombre, pero debido a la pendiente el lado norte sera ms alto si nofuera porque est abierto como una entrada, de modo que se puede subir fcilmente la ladera y penetrar en este edificio sin techo. Aqu las piedras estnderrumbadas y estorban el paso. El piso es parejo y a nivel y est cubierto de

    una capa de sal blanca, como si la nieve evaporada a travs de las edades

    hubiese dejado un depsito blanco o como si los leos de miles de fogatas hu

    bieran dejado sus cenizas. Pero no hay seales de fuego en las piedras, ni de

    habitacin humana".Temperley, adems, se pregunta si se habra encontrado en presencia de

    un atalaya, de una plataforma de seales, de un fanal, un lugar de sacrificio

    o un adoratorio para pasados dioses. Indica que la luz proyectada por un fuegoen este lugar sera visible no slo en Santiago sino tambin en Argentina, se

    pregunta otra vez si este -edificio fue construido por los espaoles o por los

    incas.

    Lo escrito por TemperJey es una pgina llena de sugerencias poticas ysugestiones histricas (4).

    En el ao 1923, buscando una mina abandonada, llegaron hasta El Piorno

    los mineros chilenos Guillermo Chacn y Ascensio Carrasco. Siete aos des

    pus, Chacn fue entrevistado por reporteros del diario "La Nacin" y "Los

    Tiempos". Declar que en la fecha indicada haba hecho un viaje a la cordi

    llera tras una mina de plata que trabaj su padre y que, mientras explorabaun planchn de nieve, se haba encontrado con una "pirca", que al escarbarladescubri unos "monitos" consistentes, al decir del reportero, en pequeos do

    los, algunos de plata maciza, otros "finamente tallados en piedra, mrmol ro

    sado o basalto".

    i-i Avenida aue hov se llama Bernardo O'Higgms y que el fundador de Santiago traz a lolar"o de la depresin formada por un brazo marginal del ro Mapocho, al costado Sur de la

    ciudad. La ampliacin de Santiago minino por cegar este cauce y transform su lecho er. aven.d;. ms* central de la capital.

    aJ,41 El seor N *? Temnerlev, que actualmente sid* en Inglaterra, nos escribi en abr

    1954 a proposito del* hallazgo del cadver de E: Plomo, expresndonos que cuarenta anosdespus de su ascensin l ha pensado que la realidad result ms elocuente que su inv?.-gineein romntica.

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  • Chacn, en aquella oportunidad, especific que tambin haba hallado enia cordillera un guanaquito y una estatuita de oro que representaba una persona masculina, objetos que no tena en el momento de la entrevista en si:poder, pues se los haba entregado a su compaero de empresa. Precisa elleportero que Chacn le mostr dos dolos, uno de plata y otro de basalto(5); de ambos, el vespertino "Los Tiempos", el 20 de mayo de 1929, publicauna mala fotografa. En el diario "La Nacin", de la misma fecha, se relataque Chacn observ en la cumbre de El Plomo una construccin extraa;un pequeo cuadrado de pircas, no superior a un metro, cubierto de tierra.que eran como una especie de "casitas de piedra", tres en total, de las cualesl registr slo dos.

    Durante los primeros intentos de ascensin a El Plomo, la montaa pareca casi inaccesible. Fue as como fracasaron prestigiosos escaladores, comolos seores Fickenscher y Trewhela; pero tenemos conocimiento que en 1929lo consiguieron dos alpinistas: el suizo Ddele y el alemn Shuerig, que en 1930,pretendiendo lo mismo fracason los seores Lders, Conrads (hijo) y Pfenniger.Sabemos que al ao siguiente el mismo Pfenniger y Duddie llegaron a lacumbre .

    Otra expedicin en demanda de este objetivo reviste especial inters paranosotros: la que integraron Jrgens Lders y Sebastin Krckel, en abril de1931. Las primeras fotografas publicadas de la Pirca de los Indios se tomaronen esta ascensin (Fig. 2). Posteriormente, el seor Lders public un artculo sobre dicha empresa en la revista "Andina", rgano de la DeutschenAusflug Verein. de Noviembre-Diciembre de 1931. All el seor Lders, juntocon relatar vicisitudes y dificultades tcnicas del escalamiento, hace referenciaa las construcciones de la cumbre propiamente dicha, esbozando a la vez unadescripcin de la Pirca de los Indios donde l supone deben haber estado iosdolos del Inca que existan antes que los retirara el minero Chacn.

    Despus del hallazgo del cadver de El Plomo, cuando el Centro de Estudios Antropolgicos de la Universidad de Chile y el Museo de Historia Natura!de Santiago preparaban una expedicin de carcter cientfico a ese lugar, losseores Lders y Krckel fueron entrevistados por nosotros y declararon quela cumbre de El Plomo estaba formada por una especie de pequea mesetaondulada donde existan varias construcciones, ms de dos, fabricadas a modo de pircas.

    Dijeron que la cumbre, a su juicio, permaneca parcialmente sin hiele aconsecuencia de los tortsimos vientos, por lo que dichas pircas siempre se hanobservado libres de nieve. Maniestaron que en opinin de los arrieros y mineros de la regin, tanto como en la de los escaladores Duddie, Pfenniger yBrant, que haban estado junto a esas pircas, estas construcciones haban sidohechas en la antigedad por los indgenas, opinin que ellos compartan am

    pliamente .

    La construccin, cuya fotografa aparece en la revista "Andina" (Pirca delos Indios), la ubican los entrevistados al sur de la cumbre. La describen como

    una herradura abierta hacia el N. E., formada por dos murallas concntricas

    hechas de grandes piedras puestas encima una de otra y el espacio entre ambas murallas relleno de cascajo mezclado con tierra. Recordaban que la estruc

    tura formada por esta especie de pared constituida por las dos murallas y surelleno interior alcanzaba a un metro de alto por dos o' tres de espesor, he

    rradura que dejaba en su interior un espacio libre donde se haba levantad"una pequea pirca que la atravesaba de muro a muro, como si se le hubies?

    querido dar la forma de un asiento o una mesa de unos 50 centmetros dealto, otro tanto de ancho y 1.50 m. de largo, aproximadamente.

    loi Tuve ocasin de conocer uno de estes idolcs. el que los periodistas citados, por ignoranca. describen como esculpido en Tfesaiao o mrmol rosado. La figurita en cuestin la encontr en peder ci una hija de Caacn. Es une. estatuilla que representa una persona desexo femenino, reliada en una concha marina rSpor.ylus i. de color rosado, vestida con ropa? v adornos en miniatura, muv .sem-iantes el de .a figurilla de plata encontrada Junte la "momia, en el hallazgo de 1954 Fig. 2).

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  • A partir de estas ltimas ascensiones, la montaa se torn ms accesibley la ruta de Duddie se utiliza casi todos los aos en la temporada de altamontaa para llegar a la cumbre.

    En un gua para los andinistas de la zona central de Chile, destinada apopularizar este deporte, su autor. Kurt Klemm, relata una expedicin a EiPlomo, siguiendo la ruta de los ros Mapocho, Molina y Cepo, destacando comopremio del esfuerzo el arribo hasta las construcciones de la cumbre, lugardonde l recuerda los hallazgos del minero Chacn en el ao 1922.

    El inters cientfico encauza el espritu de muchos exploradores de los Andeschilenos, gelogos, botnicos, etc., y desde el descubrimiento de este pas sesuceden expediciones de carcter semejante. Sin embargo, las noticias sobrela existencia de las misteriosas construcciones de la cumbre de El Plomo nohaban conseguido conmover a los arquelogos. Aficionados a esta ciencia,all por el ao 1940, se acercaban a su cumbre sin los medios adecuados nila experiencia suficiente como para conducir a una investigacin ms satisfactoria de los problemas planteados. Nosotros efectuamos varias excursionesa sitios cercanos con el objeto de conocer la ruta: una el ao 1945 en compaa del entomlogo Luis Pea Guzmn, en la cual alcanzamos hasta el cajndel ro Cepo, por la ruta del Molina. Posteriormente, siguiendo el mismo caminoanterior, realic dos expediciones que me condujeron hasta Piedra Numerada,donde hicimos campamento. En la primera de ellas, alcanzamos en El Plomo,por la ruta de Duddie, hasta una altura de 4.800 metros, y en la segunda llegamos hasta el portezuelo de las Pircas (nombre que no debe confundirse conel de Pircas de los Indios) paso de la cordillera de Quempo, ubicado un pocoal sur de El Plomo, que conduce desde el cajn del Cepo hasta el ro Olivareshacia el Este.

    En el verano de 1948 realizamos una cuarta expedicin que integraban,entre otros, los arquitectos Julio Machicao y Rene Brenes. Nos proponamosesta vez alcanzar la cumbre; fue un viaje apresurado que no permiti la aclimatacin, razn por la cual slo llegaron a la cima Brenes y Machicao. Elloshicieron observaciones que confirmaban de un modo irrefutable la existencia

    de construcciones cuya descripcin coincida con las que se haban publicado.No se pudo hacer en aquella oportunidad un estudio ms detenido, pues eltiempo amenazante y la proximidad de la noche los oblig a regresar al cam

    pamento. .A partir de esa poca, nuestro inters por el problema que representaban

    las construcciones de El Plomo se aviv con el conocimiento que tuvimos de un

    hallazgo realizado por el seor Elseo Pea Villaln, algunos aos atrs, enLa Serena. En la cumbre del cerro Juan Soldado, ubicado en la caleta El

    Arrayn, distante 6 kilmetros del mar, haba descubierto una especie de trazado de piedras donde practic una excavacin y encontr el esqueleto de un

    auqunido acompaado de varios idolitos zoomorfos y antropomorfos, de oro,plata y concha: un pectoral de lminas de oro, un collar de lminas de platay otro hecho, al parecer, con lminas obtenidas del carbonato de cal de con

    chas fsiles (6) .El cerro Juan Soldado es una cumbre aislada que domina un amplio es

    pacio de la costa y los llanos vecinos, donde estaba el asiento de una de^ lasms importantes concentraciones indgenas que los conquistadores espaolesencentraron al arribar a. la zona donde fundaron la ciudad de La Serena.

    A principios del ao 1953, el entomlogo Luis Pea, despus de cumpliruna exploracin cientfica en la zona cordillerana de Atacama, Tarapac y An-

    tofagasta, trajo informaciones muy valiosas obtenidas de los indios Kunza

    respecto de construcciones erigidas en las altas cumbres por los antepasadosde este pueblo. Los guas indgenas hablaban de una misteriosa "fortaleza"existente en el cerro Licancabur a 5.930 metros de altura, ubicado en la cordi

    llera de los Andes, provincia de Atacama, al norte del poblado de Toconao.

  • Esta fortaleza era conocida desde antiguo y se hace referencia a ella como aun "pucar" para refugio de los pobladores del llano en caso de peligro. Sedice que all haba antiguamente gran acopio de lea. De mayor importanciaan, eran las informaciones acerca de otra construccin existente en el volcn Llullaillaco, de 6.723 metros, ubicado en la provincia de Atacama, al estedel salar de Punta Negra. El inters principal de la informacin de estos indgenas resida en que ellos no consideraban ambas construcciones como fortalezas, sino como lugares especiales para la adoracin del sol, donde en tiempos antiguos se habran depositado ofrendas. Los informantes manifestaron,adems, que los Incas haban hecho otro tanto en algunas cumbres de ms alsur, especialmente en aquellas que se destacaban del conjunto y eran visiblesdesde los poblados inmediatos.

    Todos estos antecedentes evidenciaban la existencia de una costumbre precolombina de erigir estructuras en las altas cumbres desde donde adorar alsol u otras deidades.

    En el Per se conocan construcciones similares, pero las chilenas se distinguan por las ofrendas que de una u otra manera, con una u otra caracterstica, venan siendo descubiertas en ellas. Los arquelogos haban explorado numerosas cumbres peruanas famosas como lugares sagrados (huacas), sinencontrar en ellas nada de importancia, a excepcin de estructuras semiderrui-das. Arquelogos chilenos y de otros pases, al ser consultados sobre las construcciones de El Plomo, sostuvieron que la experiencia peruana haca innecesaria su exploracin, pues si durante el perodo incaico contuvieron ofrendas,la destruccin y el saqueo de los conquistadores espaoles las habran hechodesaparecer. Se argumentaba que durante la conquista, en los Reinos de Chiley Per, fue necesario dictar disposiciones que reglamentaban la explotacinde las huacas, estableciendo impuestos sobre su producto. Adems, los propiosindios desmantelaban sus santuarios para defenderlos de la profanacin durantela campaa para la extirpacin de la idolatra iniciada por el Virrey del Per,Francisco de Toledo, a mediados del siglo XVI.

    El cadver congelado de El Plomo

    La noticia del hallazgo realizado en El Plomo por unos arrieros, el l.o defebrero de 1954, no poda pasar inadvertida para el Centro de Estudios Antropolgicos de la Universidad de Chile. En efecto, el da 17 de marzo de 1954,consultada mi opinin por la seora Grete Mostny, arquelogo del Museo deHistoria Natural de Santiago, tocante a un hallazgo efectuado en la cima deEl Plomo, del cual haba sido informada por un zapatero de Puente Alto deapellido Ros, y despus de una descripcin y croquis que me hizo de una figurita de plata que ste le mostrara, no tuve ms que recordar mis investigaciones sobre las construcciones de la cumbre de ese cerro y el hallazgo realizadoanteriormente por el minero Chacn, para valorar la importancia de la noticia. El informante haba insistido en que, entre otras cosas, descubiertas enEl Plomo, guardaba en Puente Alto el cadver de una indiecita, y la seoraMostny me pidi que la acompaara a esa localidad al da siguiente.

    Ese mismo da inform sobre el particular al doctor Richard Schaedel, a lasazn Director del Centro de Estudios Antropolgicos de la Universidad de Chile, quien destac al seor Jorge Kaltwasser, ayudante de ese Centro, para quese dirigiera tambin a Puente Alto a fotografiar el hallazgo.

    La investigacin result sorprendente: las especies halladas en El Plomoestaban en casa del propio Guillermo Chacn, el de los legendarios hallazgosanteriores en esa cumbre, quien, nuevamente esta vez, haba tenido la iniciativa y encabezado la expedicin.

    Interrogado por m sobre el destino corrido por los objetos del primer ha

    llazgo, manifest que conservaba slo uno, y estaba en poder de su hija. Lohice traer y me mostraron la misma figurita tallada en una concha de Spon-dylus a que nos referimos en pginas anteriores.

    48

  • Enseguida se nos condujo a una pieza donde estaba el misterioso descubrimiento, que result ser el cadver semicongelado de un aborigen americano enel ms extraordinario estado de conservacin. El seor Kaltwasser procedi atomar las primeras fotografas del hallazgo (Fig. 3) y regresamos a Santiago,donde dimos cuenta al doctor Schaedel del valor excepcional que, a nuestrojuicio, tenan los objetos inspeccionados.

    En la tarde de ese mismo da, don Humberto Fuenzalida, Director del Museo de Historia Natural de Santiago, el doctor Schaedel y los integrantes delCentro de Estudios Antropolgicos, seores Gustavo Pea, Ruperto Vargas yyo, nos dirigimos a Puente Alto. En esa oportundiad solicit a los arrieros unarelacin de su expedicin ante una carta geogrfica de la zona. Luego se hizola adquisicin del hallazgo y se transport el cadver a los frigorficos del Instituto de Anatoma de la Escuela de Medicina de Santiago, desde donde sellev, posteriormente, al Museo de Historia Natural.

    Dos das despus obtuvimos de Chacn una relacin ms detallada y explcita de sus diversos viajes y descubrimientos. El viejo minero nos declarque aos atrs, en fecha que no recordaba con precisin, explorando la cumbre de El Plomo en una incursin en busca de minas, haba tropezado con unasconstrucciones que no le parecieron obra de la naturaleza; pens que ah haba"mano de hombre" y se puso a escarbar en ellas. Encontr cuatro "monitos",uno de los cuales, de plata maciza, pesaba ms de tres kilos. Este lo perdi.en una casa de empeos de Puente Alto. Los otros, una figurita masculina deoro hueco y un "guanaquito" de concha, se los dio a un compadre que lo acompa en el viaje; la cuarta figurita se la regal a su hija y era aqulla a lacual me refer en otros prrafos.

    Agreg Chacn que haba realizado un segundo viaje, encontrando esa vez,en las mismas pircas de la cumbre falsa, cuatro "medallones" hechos de lminas de oro. Estos se los haba obsequiado a un capitn de apellido Meza, quefuera el primer jefe del Retn de Carabineros de Puente Alto, recin inaugurado en aquella fecha.

    El tercer viaje, el ltimo, en el cual descubri el cadver, lo hizo acompaado de sus amigos Gerardo y Jaime Ros. Partieron el 27 de enero de 1954desde Bocatoma, poblado cercano a la desembocadura del ro Olivares, en ElColorado. Chacn, debido a su edad, no se sinti capaz de afrontar la ascencin y se qued con las muas en Piedra Numerada. Siguiendo las indicacionesdel viejo, sus compaeros prosiguieron hacia la cumbre premunidos de un chuzo y una pala; despus de grandes esfuerzos arribaron por fin a las pircas dela cumbre falsa, muy extenuados, casi sin fuerzas para excavar.

    La descripcin de Gerardo Ros es como sigue: las pircas estaban situadasal noreste de la cumbre falsa. Eran tres, dos de ellas erigidas paralelamenteuna a la otra y orientadas, a lo largo, de norte a sur; la tercera, ubicada perpendicular a las primeras, se hallaba orientada de este a oeste. Chacn explicque en sus expediciones anteriores los hallazgos haban sido hechos en una delas pircas paralelas, la situada al oeste. Ros seal que el hallazgo de febrerode 1954 lo hizo en la pirca del este. Esta ltima pirca meda entre tres y cuatrometros de largo, un metro de alto y 1.80 metro de ancho, aproximadamente. Elcadver estaba enterrado a ms de un metro de profundidad, ms abajo de latierra con que estaban rellenas las pircas, en un hoyo practicado bajo el nivelde la superficie del cerro, de suerte que las pircas podran ser una construccin

    erigida como seal sobre el enterratorio. Dijo Ros que hubo de remover muchas paladas de tierra, entre las cuales salieron el guanaquito de oro y el guanaquito de concha; al fin, despus de levantar unas piedras lajas, apareci el

    cadver, y junto a l, la. figurita de plata.Manifest Ros que la pirca paralela del oeste se encontraba totalmente

    destruida y casi no se distingua su forma. En cuanto a la pirca perpendiculara las dos paralelas, pareca no haber sido excavada.

    Concluida su tarea, Ros baj a Piedra Numerada cargando su hallazgo. Des

    pojndolo de los objetos que les parecieron de ms valor, el cadver fue escondido en ese mismo lugar, en un hueco entre las rocas, que cubrieron con

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  • piedras. All permaneci hasta el da 11 de marzo, fecha en que decidieron ira buscarlo, con la intencin de hacer en Puente Alto una exhibicin pblicapagada del extrao hallazgo.

    II

    EL CADVER DE EL PLOMO Y ALGUNOS ELEMENTOS DE SUCONTEXTO ARQUEOLGICO

    Aspecto fsico exterior

    De acuerdo con la relacin de sus descubridores, el cadver de El Plomofue entregado al Centro de Estudios Antropolgicos de la Universidad de Chiley al Museo de Historia Natural de Santiago, en idnticas condiciones fsicas yen la misma posicin en que fue encontrado en el enterratorio. El ajuar tambin estaba en su disposicin original, a excepcin de un cintillo con plumasque se da en el viaje y el cambio de ubicacin de un smbolo de plata en forma semejante a una H tendida, el cual los arrieros sacaron del cuello dondecolgaba, pendiente de un cordoncillo de lana, para amarrarlo sobre la frente,ante la imposibilidad de retornarlo a su verdadero sitio.

    Rgido, como se encontr en el momento de su descubrimiento, el cadverde El Plomo mantena la misma posicin en que seguramente fue enterrado.Daba la impresin de una persona sentada sobre el suelo, con las piernas cruzadas, atradas en flexin hacia el pecho mediante la traccin de los brazosque las rodeaban, entrelazando las manos delante de las rodillas. (Fig. 3).

    La cabeza se reclinaba, descansando sobre los muslos. Su rostro, con losojos cerrados, daba la sensacin de una persona sumida en profundo sueo.

    El abundante cabello, lacio y negro, haba sido ntegramente dividido engran cantidad, de pequesimas trenzas. Este curioso peinado parece habersido caracterstico de varios grupos indgenas de la cuenca del Lago Titicaca,y an hoy es usado por algunos individuos de grupos tnicos aborgenes sobrevivientes en Bolivia.

    Al referirse a los estilos de peinado entre los antiguos Aymar, HarryTschopik Jr. seala que en el rea Lupaca, esto es, en la ribera oeste del LagoTiticaca, mujeres y hombres se peinaban el cabello en mltiples trenzas.(Tschopik, 1946).

    A este propsito, conviene recordar las descripciones sobre el tratamientodel cabello que nos hace el cronista Pedro Pizarro, tocante a otros indgenasdel Altiplano, cuando dice que los charcas traen el cabello hecho "triznejas"(Pizarro, 1571). Tambin Cieza de Len nos habla en su Crnica acerca delos huanca, que llevaban los "cabellos entrenchados" (Cieza, 1551) .

    Esta costumbre parece haber estado muy esparcida en el Imperio de losIncas, pues an persiste entre los Uro-Chipaya, habifantes de los mrgenes delTiticaca y del ro Desaguadero. Weston La Barre (1946) confirma esta opininapuntando que entre los uros, actualmente, algunas mujeres usan el antiguoestilo de "trenzas del Titicaca", consistente en innumerables trencillas en toda la cabeza (Fig. 8).

    Los chipayas adoran an a la deidad de la Tierra, Pachamama (TierraMadre i, diosa femenina muy importante en todas las creencias primitivas del

    Altiplano. Arthur Posnansky afirma en su famosa obra sobre Tiahuanaco, quela estatua de Pachamama, la "diosa de la tierra de panllevar", excavada yanalizada por l en el ao 1932, tiene esculpido un peinado de numerosastrenzas y lo compara con el de una mujer chipaya actual (Posnansky, 1945).

    El rostro del cadver apareca pintado de rojo con rayas amarillentascerca de los ojos. Considerando las escasas noticias existentes acerca de la

    pintura facial entre los incas (Rowe, 1946), la pintura de este rostro es demucho inters para ia antropologa. Hasta aqu, por las menciones de algunos cronistas, se deduce que los incas acostumbraban a pintarse el rostro paralas actividades guerreras y ciertas ceremonias. Se supone que los colores ms

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  • empleados para este objeto eran el rojo del cinabrio (sulfuro de mercurio),llamado "paria" por los incas, y que se extraa de las minas de azogue deHuancavlica (Arriaga, 1621), y el rojo, obtenido del fruto del achiote (BixaOrellanai. El Padre Bernab Cobo se refiere a la costumbre de los sacerdotes incsicos de marcar el rostro del ofrendante con la sangre de las llamassacrificadas durante las ceremonias propiciatorias dedicadas a algunas divinidades (Cobo, 1653) .

    Prendas de vestir y ornamentos

    La vestimenta del cadver de El Plomo, en rasgos generales, correspondeal tipo caracterstico usado por los pobladores de las regiones sujetas al inca,los subditos del Tahuantinsuyo, el Imperio de las Cuatro Partes (7) .

    De su atavo, se destaca, en primer lugar, una especie de camisa o tnicade lana, no muy larga, sin mangas. Su confeccin es la misma de un saco:un trozo de tela doblado con ambos lados unidos por una costura, dejando,en este caso, una abertura en la parte superior, para dar paso a la cabeza, y,en ambos costados, un trozo sin coser en las partes correspondientes para pasar los brazos. Los nicos adornos de esta prenda lo componen cuatro cintasde piel blanca cosidas en la parte inferior de la tnica, y una orla de flecosque rodea su borde. Esta prenda se asemeja en todo al caracterstico ropajemasculino de los quechuas, el "unku"; sin embargo, en este caso, la camisano lleva dibujos alrededor de la abertura del cuello, ni su adorno ms usual,que consista en una banda con dibujos tejidos alrededor de la cintura.

    La prenda femenina, el "anaku", correspondiente a la tnica masculina,consista en una especie de manta rectangular que se arrollaba alrededor delcuerpo por debajo de los brazos, levantada y sujeta en la zona de los hombros por dos alfileres o "tupus". Era ms larga que el "unku" masculino yllegaba casi hasta los tobillos. Adems, las mujeres acostumbraban a usaruna faja tejida enrollada en la cintura, el "chumpi". Es evidente, por lo tanto, que las prendas de vestir del cadver revelan caractersticas indudablemente masculinas .

    Sobre esta saya llevaba el cadver un manto de lana cuyos dos extremos superiores se hallaban atados sobre el pecho mediante un nudo, prendatpica de la indumentaria incsica masculina, al que denominaban "yakolla".Las mujeres se cubran tambin con un manto semejante, ms pequeo, la"lliclla", y en tanto que los varones lo sujetaban por medio de un nudo sobreel pecho o el hombro, ellas prendan los dos extremos sobre el pecho con unalfiler de oro o plata que denominaban "quipqui" (Mura, 1590). Este alfiler,conocido generalmente por "tupu", se caracteriza por una cabeza aplanada,con los bordes muy afilados, y tal vez lo utilizaran las mujeres para cortarlos hilos en sus habituales trabajos de telar. (Fig. 4, fotos 1 y 3).

    El calzado consista en unos mocasines de cuero, al parecer sin curtir, enios que todava se ve el pelaje del animal en la parte del empeine. Los adornauna cinta bordada alrededor de la abertura (Fig. 3). Esta forma de calzadoofrece caractersticas valiosas para la arqueologa, debido a que, como es elcaso de la pintura del rostro, contribuye al esclarecimiento de ciertas incer-tidumbres sobre este tipo de prenda.

    Se sabe que en' el Imperio incsico el calzado ms corriente no eran losmocasines, sino unas sandalias de cuero cuello de llama, sin curtir, con todo su pelaje, provistas de amarras complicadas hechas de tirillas de lana trenzada ycardada: las "ushutas" (de donde derivan nuestras actuales ojotas). Sin embargo,los investigadores modernos sealan que en las tierras altas del sur del Im

    perio, la provincia que los incas denominaban Collasuyo, en la cual se com

    prenda Chile, usbanse una especie de mocasines en vez de estas "ushutas",aunque los arquelogos reconocen carecer de antecedentes sobre su forma precisa y confeccin. J. H. Rowe se refiere al hallazgo de algunos mocasines en

    {-) Tahuantinsuyo: Imperio de las Cuatro Partes o de los Cuatro Rumbos que partan de laPlaza Central del Cuzco haca los cuatro puntos cardinales. Comprenda las provincias deChinchasuyo. al norte: Condesuyo. al oeste; Antisuyo. al este; Collasuyo, al sur.

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  • tumbas de la costa peruana y afirma que todava se fabrican y usan en laprovincia de Chumpivilcas, al sureste de El Cuzco; aade que un estudio sobre el particular sera materia de inters para ios arquelogos (Rowe, 1946) .

    Flix Guarnan Poma de Ayala, en su Crnica Ilustrada de los albores delsiglo XVII, nos proporciona muchos dibujos descriptivos de los habitantes delCollasuyo (Figs. 4 y 5). Todos ellos se distinguen por calzar mocasines de manufactura indefinida. En otras ilustraciones tambin aparecen ciertos personajesdel Contisuyo (provincia oeste), calzados de la misma manera, lo que aclarara,en parte, el hallazgo de esta variedad de calzado en tumbas de la costa peruana.Reproducimos del lbum "Kunst und Kultur van Per" (Schmidt, 1929), unazapatilla encontrada en lea (regin de la costa peruana central, muy semejantea la que calzaba el cadver de El Plomo (Fig. 6, foto 3).

    Otro elemento importante del atavo es aquel smbolo de plata en formade letra H tendida a que nos referimos anteriormente. Su exacta posicin enel atavo del cadver nos fue descrita por sus descubridores. Ellos encontraroneste smbolo sujeto al cuello del cadver, colgando como de un barbiquejomilitar, mediante un cordn negro, bastante largo. Al desprender el objeto,desbarataron la forma en que estaba colocado el cordn en la cabeza y elcuello, y luego optaron por amarrar el smbolo en cuestin sobre la frente,utilizando el mismo cordn. (Fig. 3). /

    Guarnan Poma de Ayala nos presenta en los dibujos de su Crnica a losnaturales de la provincia del Collasuyo, portando esta misma insignia en forma de letra H tendida, idntica a la ostentada por el cadver de El Plomo. Enlos dibujos del cronista, este smbolo distintivo viene a ser el remate de uncordn que baja desde la cabeza y pasa por debajo de la mandbula (Fig. 4,foto 4 y Fig, 5). Guarnan muestra en otros dibujos a individuos del Imperioincsico ostentando una especie de barbiquejo militar, pero sin la insignia porremate (Guarnan, pginas 244 y 261).

    Sin entrar a suponer demasiado, slo como una observacin curiosa, meparece interesante hacer notar que el gigantesco dolo identificado por Posnansky como la representacin de Pachamama, ostenta esculpido un smbolopectoral que tal vez, mediante una estilizacin evolutiva, pudo dar origen alsmbolo que nos preocupa, y que parece propio de las tribus del Altiplano. Enefecto, Posnansky nos presenta un dibujo de la estatua en cuestin en la cualel collar que sostiene el pectoral baja sobre la mandbula, saliendo desde lacabeza. Posnansky se limita a decir que "en la estatua hay un signo de muchsima importancia que parece colgar del collar, se extiende debajo de laquijada y es algo como un "emblema". (Posnansky, 1945).

    En cuanto al uso de los cordones de lana en el tocado de los subditos delImperio incsico, existen relaciones de algunos cronistas que se preocupan deexplicar esta costumbre.

    Pedro Pizarro dice que los indgenas de la provincia del Collao (parcialidad comprendida en el Collasuyo) y de ellos, los charcas en particular, sujetaban las trencillas de su cabellera con unas redes enrolladas alrededor de su

    cabeza, confeccionadas con unos cordones de lana de los cuales una parte lesbajaba por debajo de la barba, permaneciendo asido a la redecilla (Pizarro,1571).

    La mayor parte de los habitantes del Imperio incsico acostumbraba aamarrarse el pelo, ya sea con una cinta tejida o trenzada, "el llauto", o simplemente con un cordel. Rowe aclara que la curiosa corona de oro que se veen algunos antiguos retratos de los incas, proviene de una errada interpretacin de los primitivos dibujos que se hicieron de ellos, en los cuales la pretendida corona de oro no era ms que un "llauto" de lana amarilla. AgregaRowe que el "llauto" no era por s mismo una insignia de realeza, sino un simple tocado usado corrientemente por los hombres de muchas tribus del Peri,Rowe, 1946). Esta conclusin resulta evidente despus de un anlisis de los

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  • dibujos en que Guarnan Poma de Ayala nos muestra los tocados de los naturales de diferentes regiones y tribus del Imperio incsico.

    Adems del cordn que envolva la cabeza, el cadver llevaba un cintillode cordones de lana negra, del cual colgaban cantidad de flecos tambin negros, a modo de casquete.

    La indumentaria de los pueblos primitivos casi siempre lleva -signos representativos de la condicin tribal, del sexo, edad y rango del individuo aquien pertenece. El cronista Pedro Pizarro sostiene que los naturales del Imperio de los incas ''eran conocidos por sus trajes, porque cada provincia lostraa diferentes de la otra y tenan por afrenta llevar traje ajeno" (Pizarro,1571) . Entre los actuales aymar, la edad y condicin social (status) se reflejan en el traje: "Los nios varones usan gorras blancas; las guaguas mujeres las usan rojas. Los nios pequeos usan sayas envueltas, blancas o rojas, segn el sexo. Las muchachas solteras llevan un tipo especial de gorra ysaya. Los muchachos, gorras rojas tejidas; los viejos, blancas" (Tschopik,1946) .

    Cieza de Len afirma que los subditos del Inca usaban, en todo el reino,seales en la cabeza que los diferenciaban a los unos de los otros: "Porque sieran yuncas, andaban arrebozados como gitanos, y si eran collas, tenan unosbonetes como hechura de mortero, hechos de lana, y si canas, otros bonetesmayores y ms anchos; los caares llevaban unas coronas de palo delgadocomo un aro de cedazo; los guaneas, unos ramales que les caan por debajode la barba y los cabellos entrenchados; los canchis, unas vendas anchas coloradas o negras por encima de la frente; por manera que, as stos :omo todos los dems, eran conocidos por estas seales que tenan por insignia, queera tan buena y clara que aunque hubiera juntos quinientos mil hombres, claramente se conocieran los unos a los otros" (Cieza, 1553).

    Al hacer entrega del cadver, los arrieros pusieron tambin en nuestrasmanos otro cordoncillo donde estaban prendidas plumas negras y blancas. Nosmanifestaron que este elemento estaba sobre la cabeza, pero no pudieron precisar con exactitud en qu forma, porque en el transporte a Puente Alto sesali de su lugar, desprendindose y dandose las plumas. Probablemente este cordoncillo o diadema formaba parte del tocado distintivo.

    El cadver de El Plomo luca un brazalete de plata en su antebrazo derecho. Sobre el uso de esta joya entre los incas, sabemos por las crnicas quelos hombres acostumbraban a llevarla, fabricada de oro y plata (Cobo, 1653).Despus de analizar la obra de Guarnan Poma de Ayala, se puede afirmarque dichos brazaletes los usaban como distintivo el inca, sus principales capitanes, algunos jefes, los curacas y los hechiceros; estos ltimos lo portabanen el antebrazo izquierdo, mientras el inca y sus capitanes, en el derecho(Fig. 4, foto 2 y Fig. 5, fotos 3 y 4). Se desprende como conclusin que esta joyaera usada slo por los varones, nunca por las mujeres, e indicaba un alto rangosocial, pues los individuos comunes nunca lo llevan en los dibujos de Guarnan.Se podra deducir, entonces, que el cadver de El Plomo, adems de pertenecer al sexo masculino, ocupaba un status elevado, o, tal vez, se le dio esta ltima condicin antes de su muerte.

    Entre los incas, los hombres usaban unos entrepiernas llamados "huaras",consistentes en un trozo de tela de ms o menos 15 centmetros de ancho quese pasaba por entre las piernas y se sujetaba con un cinturn. Esta prendaera smbolo de virilidad y se colocaba a la edad de catorce aos, como partedel rito de madurez, en una fiesta llamada "huarachicoy" (fiesta de las "huaras") . La ausencia de entrepiernas en el cadver de El Plomo, nos indicara

    que su muerte debi producirse antes de la pubertad, antes de la fiesta del"huarachicoy".

    Para limitar el lapso en que debi ocurrir la muerte, son tiles otros ob

    jetos que acompaan el cadver. Entre ellos una bolsa de lana tejida que,de acuerdo con los descubridores, estaba terciada sobre el pecho, colgando delhombro por medio de una cinta tejida (Fig. 6, foto 2). Es la caracterstica"chuspa" de los pueblos del Altiplano, que los incas utilizaban para guardar

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  • coca, amuletos y herramientas pequeas y que Mura ( 15901 . describe diciendo: "Traen debajo del brazo (los incas), unas chuspas muy galanas, ceidaspor una cinta a manera de liga, por encima del hombro derecho; sirven defaltriquera para guardar sus menudencias y algunas traen coca". El contenidode la "chuspa" del cadver de El Plomo presenta inters en este caso: consista en algunas hojas de coca y cinco bolsitas pequeas que guardaban recortes de uas, de pelo y dientes de leche (Fig. 6, foto 2). Si la ausencia deentrepiernas indica que el deceso se produjo antes de los catorce aos, el contenido de las bolsitas encontradas dentro de la "chuspa" lleva a la conclusin de que el nio inca ya haba pasado por las ceremonias correspondientesal primer corte de pelo, que se realizaba a los cinco o seis aos y constituala fiesta llamada "rutuchicoy" (reunin para trasquilar, de "rutuni": trasquilar).

    Cieza de Len describe el "rutuchicoy" en los siguientes trminos: "Juntndose la mayor parte de los parientes y amigos del padre, bailan a su usanza y beben que es su mayor fiesta, y, despus de pasado el regocijo, uno deellos, el ms anciano y estimado, trasquila al mozo o moza que ha de recibirnombre y le corta las uas, las cuales, junto con los cabellos, guardan congran cuidado" (Ciea, 1551). En algunas regiones, el cabello cortado se ofreca a las huacas, y, en otras, se guardaba en las casas como cosas sagradas(Arriaga, 1621).

    El "rutuchicoy" se practicaba todava en todos los valles Calchaqus, auna fines del siglo XIX. Segn Juan B. Ambrossetti, la fiesta se efectuabacuando el primer hijo llegaba a la edad de seis o siete aos. Los padres haban cuidado con esmero que el pelo le creciera en abundancia a la criaturay el da de la fiesta el nio apareca ataviado con su mejor traje y con lacabellera arreglada en innumerables pequeas trenzas que iban siendo cortadas, una a una, por la madrina, el padrino y los invitados ms importantes,hasta dejarlo enteramente trasquilado. (Citado por Latcham, 1929). AgregaLatcham que esta fiesta era idntica a las que todava se celebran en Bolivia

    y en los valles interiores de Tarapac.Entre los aymar se practicaba an ritualmente el primer corte de pelo de

    los nios, alrededor de los dos aos de edad. Antiguamente, esta costumbreera precedida por una ceremonia llamada "sukulu", que se efectuaba al cumplir el primer ao de edad. En ella se llevaba a los nios a la plaza, donde seles untaba la cara con sangre de vicua, rito del cual estaban encargados lostos paternos, si la criatura era varn, y las tas paternas, si era mujer.(Tschopik, 1946) .

    Exista tambin entre los quechua otra ceremonia que corresponda a lasalida del primer diente, una fiesta llamada "quiruchicoy" (de "quiru": diente), pero no hay informacin acerca de alguna fiesta relacionada con el cambio de dentadura de los nios. Sin embargo, el hecho de que hubiera dientesde leche dentro de las bolsitas mencionadas, indicaran una edad superior alos siete aos para el nio de El Plomo. En consecuencia, el lapso en quedebi ocurrir la muerte queda delimitado entre los siete y los catorce aosde edad.

    Otros elementos del contexto arqueolgico

    En el mismo enterratorio fueron encontradas algunas estatuillas y unabolsa tejida cubierta de plumas blancas y rojas. Los descubridores no pudieronprecisar, sin embargo, las exactas condiciones de su ubicacin con respecto alcadver.

    Se trata de dos figuritas zoomorfas y una antropomorfa, a saber: una lia-mita de oro laminado, hueca, de 7 cms.; otra, ms pequea fabricada de conchade spondylus, y una estatuilla femenina, de plata laminada, hueca, de 10 cms.de alto. Esta ltima estaba ataviada con dos mantitas rectangulares, de lana,tejidas primorosamente, con las orillas rematadas por un filete hecho, al parecer, con aguja. Dos fajas o ceidores en miniatura, de un tejido igualmente pri-

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  • moroso, ornadas con motivos geomtricos de colores vivos, tres alfileres o "tu-pus" pequeos y un tocado de plumas rojas y amarillas que caa sobre la espalda como una ancha coleta, completaban la vestimenta de la figurita de plata(Fig. 6, fotos 1 y 2).

    Estas figurillas no son extraas para los arquelogos: llamitas de oro yconcha, as como figuritas antropomorfas de ambos sexos, se han encontrado enChile, Argentina, Per y Bolivia (Fig. 7). Jos Toribio Medina reproduce ensu obra "Los aborgenes de Chile" una llamita de oro y otra de concha, halladas en Freirina, y una figurita antropomorfa femenina, sin vestimentas, proveniente de Elqui, que en nada difieren de las descubiertas en El Plomo. (Medina, 1882, figs. 108, 109 y 133). Medina considera estas piezas arqueolgicas como ejemplares de "conopas", nombre que los Incas daban a sus dolos familiares. Las "conopas" eran, efectivamente, dioses domsticos y se les llamaba tambin "huasicamayoc" (cuidadores de la casa) . Se heredaban en la familia yservan para proteger, a modo de santos patrones, las siembras de papas, maz yasegurar el aumento del ganado. Tenan formas que representaban el productoal cual propiciaban, y las del ganado reciban el nombre de "caullama" (Arria-ga, 1621). Despus de la conquista espaola, con la aparicin del ganado ovino,las "conopas" tomaron tambin estas formas, como consta por algunas figurillas actuales que representan ovejas machos, usadas entre los indgenas contemporneos del Altiplano.

    La adoracin de las "conopas" era secreta para los de cada casa; no obstante, todos los sacrificios estaban rodeados de estos idolillos. Los hechiceros losofrendaban a sus huacas, junto con oro, cinabrio, metales fundidos o "llacsa" yprincipalmente, una gruesa concha de mar que llamaban "mullu" o "moli", dela cual los Incas acostumbraban a tener pedacitos, pagados a altos precios(Arriaga, 1621).

    Fray Martn de Mura da an ms luz sobre el carcter de ofrenda detodos estos objetos. Luego de describir los carneros (llamas) vivos que se dedicaban para el sacrificio, sealando que los llevaban "vestidos de pies a cabeza conunas ropas chicas muy pintadas de colores", contina diciendo: "tambin ofrecan bultos de estos carneros, de oro y plata, macizos y pequeos; otros bultosde hombres y mujeres de oro y plata. . . ofrecan polvos de almejas de mar, mo

    lidas, que llamaban "pancarmollo" y "yarguarmollo", y cantidad de ropa de hombre y mujer, muy fina, pequeita, a la medida de los dolos, de muchos colores,de plumera, con otras muchas curiosidades que ellos usaban para este efecto

    [Mura, 1590).

    Durante su campaa para la extirpacin de la idolatra, el padre Jos da

    Arriaga, relata que en la provincia de Huarochiri, habindose informado delasesinato de un indgena por no participar de las creencias idlatras, se demostr que entre los naturales de ese lugar se adoraba a ms de seiscientas fi

    gurillas pequeas, de forma humana, vestidas con pequesimas ropillas y ornamentos de "cumbi" (8), muy curiosas. Estas figurillas de piedra eran imgenesy representacin de algunos cerros, montes y arroyos, tanto como de sus progenitores, de quienes esperaban el bien

  • Se sabe que los Incas hacan una variedad de tela, agregando superficialmente plumas al material tejido, tela que era particularmente fina. Cobo (1653)hace hincapi en que el "cumbi" se fabricaba tambin insertando pequesimasplumas en la trama del tejido. La importancia de esta pieza reside en que losarquelogos declaran tener cierto desconocimiento acerca de la tcnica del trabajo de plumas, en el perodo especficamente incaico (Rowe, 1946), pues slo soconocen ejemplos de ella por el hallazgo de piezas de este tipo en tumbas de lacosta peruana.

    El carcter de ofrenda que posee esta bolsita de plumas, portadora de coca, se confirma a travs de las pginas de los cronistas. Mura dice que losIncas ofrecan en sus sacrificios "toda suerte de lanas, algodn, plumera y eosfaleos de coca . . . ofrendas que repartan desde la ciudad del Cuzco hasta llegara los llanos y a lo postrero de los Andes, de modo que era general en todo elreino y cada provincia y pueblo sacrificaban como mejor podan a sus huacas,a las que tenan puesto nombre y sealadas cada uno en su trmino". (Mura,1590) .

    La ofrenda de plumas hecha en los sacrificios, consista especialmente enuna- variedad de plumas coloradas, blancas y amarillas que se traan de los Andes, llamadas "paucarpillco parahuana", segn Mura (1590), o bien "parihua-na o pariana", de acuerdo con Arriaga (1621).

    La Parina o Pariguana, es el nombre local del flamenco Andino (Phoeni-coparrus Andinus), denominado tambin Parina Grande. Esta variedad de flamenco se distribuye en la zona de la Puna, desde Atacama hasta la fronteraperuana, habitando tambin idntica zona argentina, sur del Per y Bolivia.Es de mayor tamao que el comn; las plumas de toda la parte anterior delcuello y del pecho son de un rojo vinoso, con la parte inferior menos rosada;la punta de las alas es negra; las cubiertas alares son ms claras y menos colorsangre. (Philippi, 1951).

    III. REFERENCIAS HISTRICAS

    Construcciones en las cumbres

    Carlos Darwin, con gran perspicacia, haba observado a su paso por Chile,en el ao 1834, restos de construcciones indgenas en muchas partes de la cordillera, donde no pareca probable que hubiesen sido destinadas a simples lugares de habitacin, porque la tierra era all extraa a toda clase de cultivo. Oyhablar de que en la Quebrada de Jahuel, cerca de Aconcagua, donde no habaresto de senda, quedaban demostraciones de construccin, a gran altura, dondeel fro era intenso. Comenta el gran naturalista en sus memorias de viaje queno ignoraba que los indios peruanos frecuentemente habitaban las regiones msfras y elevadas, pero le parecen casi inexplicable la funcin de estas construcciones en el lmite de las nieves eternas, en partes donde no existen pasos, donde la tierra no produce absolutamente nada y, lo que es ms extraordinario,donde no hay agua. (Darwin, 1839).

    El padre Diego de Rosales (1674) dice que, adems de los tambos y lugares de alojamiento que el Inca eriga a modo de postas a lo largo de caminos ysenderos y en los pasos cordilleranos, haba otras construcciones distantes delos caminos, en los cerros y cordilleras; presume que stas se construyeron comorefugio para los mineros del Inca, porque en algunas partes quedan seales dehornillos, lavaderos y piedras en que molan sus metales.

    Los cronistas de la conquista del Per hablan de famosas huacas erigidasen la cumbre de los cerros. El poder sobrenatural de un cerro variaba en proporcin directa a su altura y todas las cumbres coronadas de nieve eran tenidas por deidades importantes. Los poderosos picachos de Ausangata (visibledesde el Cuzco), Vilcanota, Coropuna y Pariacaca eran ampliamente reverenciados. La montaa es un elemento muy importante en la religin quechuacontempornea. En los tiempos actuales, los picachos de las montaas son 11a-

    56

  • mados "apo"' (seor), aunque este ttulo no parece haber sido usado en la religin antigua. (Rowe, 1946).

    El cronista Fray Martn de Mura (1590j dice que era muy comn entretodos los indios peruanos adorar huacas, dolos, quebradas, cerros y cumbresde monte, en especial aquellas cosas de la naturaleza que se destacaban de lasdems. Tenan reverencia particular por las altas sierras, especialmente lasnevadas. Los mineros adoraban a los cerros y a las propias minas, velando denoche, bebiendo y bailando, para que la naturaleza, a travs de estas deidades,les brindara su metal- Afirma el cronista que los indios, entre las cosas que sacrificaban en sus santuarios, la primera y principal eran nios de diez aospara abajo, aunque esto no era comn, pues se practicaba siempre que se tratara de asuntos de mucha importancia, como para aplacar la peste, la mortandad u otras calamidades.

    En el Cuzco, la veneracin por la huaca del cerro Guanacaure sucedaen importancia al culto del santuario de Curicancha. Cieza de Len (1553) refiere que haba en este cerro un orculo por donde hablaba el demonio; estaban enterrados a su alrededor gran suma de tesoros y se le sacrificaban hombres y mujeres, .los que se ponan muy galanos y ataviados con sus ropas de lana fina, llautos de oro, patenas y brazaletes. Los sacrificados ofrendaban voluntariamente sus vidas: los sacerdotes les daban de beber chicha en grandes vasosde oro, les colgaban en el hombro la maletilla de camino, para despus ahogarlos y enterrarlos, finalmente, a la redonda del orculo en sepulturas, dondeseran venerados como santos.

    El inters de los espaoles por las huacas no tena slo relacin con laextirpacin de la idolatra; les interesaba sobremanera dar con los tesoros queall se escondan, de los cuales explotaron algunos muy valiosos. Las huacas delas cumbres fueron las que ms fcilmente se salvaron de la profanacin, porque los espaoles no siempre eran capaces de llegar a ellas por s mismos oporque los naturales las guardaban en el ms profundo secreto.

    Cieza (1553) nos habla de una huaca muy famosa llamada Coropuna, enla provincia del Condesuyo (regin occidental del Incanato), erigida en un cerro de gran altura cubierto de nieve eterna, pero que, a pesar de ello, era visitada por los reyes del Per con sus principales para hacerles ofrendas y presentes.Entre los dones para este santuario se destacaban muchas cargas de oro, plata ypedrera, guardados en un lugar que, hasta esa fecha, permaneca desconocidopara los espaoles, pues, a causa de la nieve, los indios peruanos no podan subira lo alto, ni atinaban a encontrar su ubicacin.

    El cronista Polo de Ondegardo (1561) tambin da detalles sobre sacrificioshumanos consumados por los Incas en las altas cumbres. Relata que en la cor

    dillera de los Andes veneraban los cerros sacrificndoles hombres o nios y queen la huaca del cerro Guanacaure y en la de Chuquipalpa, erigida en un cerrode gran altura, se perpetraba un sacrificio universal de nios junto con ofrendar figuritas pequeas hechas de oro. Explica que cuando asuma el poder unnuevo soberano y se le entregaba la insignia real (la borla), entre otras celebraciones realizadas, se sacrificaba hasta la cantidad de doscientos nios de cua

    tro a diez aos.En ciertas oportunidades, el Inca llamaba a los sacerdotes de las cuatro

    provincias del Imperio para repartirles las ofrendas destinadas a los sacrificios

    hablndoles de esta manera: "Tomad cada uno de vosotros su parte en estas

    ofrendas y sacrificios y llevadla a la principal huaca vuestra y all sacrificad-

    la"; los sacerdotes obedecan llevndose las ofrendas, entre las que haba nios

    que estrangulaban y enterraban en sus huacas, junto con figurillas de oro y

    plata que representaban ovejas y personas. (Molina, 1570). Este sacrificio

    se efectuaba al comienzo del reinado del Inca para que las huacas le concedie

    sen salud y paz. Para este efecto se elegan cerros, lagunas y rboles, aunqueMolina seala que cuando algunos cerros, por su aspereza, impedan la ascen

    sin, hacan llegar las ofrendas hasta la cumbre, lanzndolas mediante una

    honda. Deja constancia el cronista que las criaturas slo se sacrificaban a la;

    principales huacas sustentadas por las provincias o las generaciones.

    57

  • Se tiene conocimiento de que en la provincia del Collasuyo (donde se hallaba incluido Chile) existieron famosas huacas. Entre otras, la de Hatuncoila,al norte de Puno; la de Purinacolla, cerca de Arequipa; la de Urucolla: la de Pa-caxi, al sur del Titicaca; la de Pomacanchi, la de Quispi, la de Llacta. de Ca-llahuaya, Charcas, Chui, Chiriguana- En toda esta provincia se sacrificaban comnmente auqunidos (llamas, guanacos, vicuas), cestos de cocas, cuyes, plumas de suri y nios de corta edad. Segn Guarnan Poma de Ayala, a la Huacadel Titicaca le ofrendaban con oro, plata, vestidos y con veinte nios de dosaos. Los pomacanches, en esta provincia, segn el mismo cronista, sacrificaban en el cerro de Canchi ofrendas de la misma especie quemndolas o enterrndolas con un nio y nia de dos aos. Cada pueblo, cada provincia, sacrificaba todos los aos como estaba ordenado por el Inca a quien respondan de!cumplimiento del ritual a travs de corregidores (tocricoc) y de jueces (michoc).quienes informaban a su soberano de su labor por medio de los correos de postas (chasquis) .

    El padre Bernab Cobo escribe en su crnica que en el camino del Collasuyo, en una huaca llamada Churucana, cerro pequeo y redondo encima delcual haba tres piedras tenidas por dolos, los quechuas ofrendaban de ordinarioplumas, coca, ropa y tambin nios para que el sol no perdiera su fuerza, yen la huaca del cerro Llucpacturo, dice, se le ofreca a Ticciviracocha un sacrificio de nios, mayor -que en otras partes, y que ste, como otros a los que se refieren cronistas ya citados, iba acompaado de la ofrenda de vestidos en miniaturas y figuritas de nios fabricadas de oro y plata.

    Ceremonias religiosas en las huacas

    Conforme a sus costumbres religiosas, los Incas celebraban diversas ceremonias destinadas a propiciar sus divinidades. Estos actos de adoracin se realizaban por diferentes motivos, ya sea en fechas determinadas o en casos denecesidad inmediata, e iban desde la veneracin manifestada en actos personales y privados hasta las grandes ceremonias religiosas efectuadas en sitiosespecialmente destinados para el objeto. Estas ltimas eran las ms importantes y adquiran los caracteres de una fiesta colectiva dirigida por un oficiante designado por el Inca.

    En las ceremonias de mayor significacin haba cierta distancia entre eloficiante y el pueblo. Este ltimo no tena, en estos casos, acceso directo a lahuaca; slo el sacerdote estaba en contacto con ella, y cuando dentro del ritual estaba contemplado un sacrificio humano, dicha separacin debe habersido, indudablemente, mucho ms grande.

    El padre Jos de Arriaga, uno de los ms activos participantes en la campaa de extirpacin de las antiguas creencias religiosas de los naturales delPer, efectuada a fines del siglo XVI, dice que todas las huacas principalesde cada regin eran consideradas como guardas y abogados de sus pueblos, ysu nombre era conocido y reverenciado por todos los habitantes. En cuanto a

    la forma de adoracin de estas huacas, agrega textualmente Arriaga: "Estashuacas tienen todas sus particulares sacerdotes que ofrecen los sacrificios, yaunque todos saben hacia donde estn, pocos las ven, porque ellos suelen quedar atrs y slo el sacerdote es el que habla y ofrenda". (Arriaga, 1621).

    El da sealado para la ceremonia, el sacerdote con sus ayudantes se di

    riga a la huaca principal y, sentndose en el suelo, tenda la mano izquierdahacia ella, la invocaba por su nombre y haca con los labios un sonido como el

    que se produce al chupar (que era lo que propiamente llamaban "mochar",aunque esta palabra se convirti en sinnimo de adorar). Enseguida deca:"Aqu vengo y te traigo estas cosas que te mandan tus hijos, recbelas y no ests enojado. Dales vida, salud y buenas chacras"; al mismo tiempo untaba lahuaca con la sangre de las llamas y cuyes degollados para el sacrificio. Lasdems ofrendas, consistentes en chicha, coca, plumas, sebo, metales preciosos,conchas marinas, eran derramadas, quemadas o esparcidas alrededor de lahuaca .

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  • Los sacrificios humanos no eran cosa comn, y slo se cumplan en oportunidades muy especiales. Es de suponer, entonces, que el ritual sera mucho msrgido en estos casos y mayor la trascendencia de la ceremonia, aumentando elmisterio y la veneracin que rodeaban a la huaca. El cadver del sacrificio pasaba a ser, por as decirlo, tab; objeto de reverencia unida al temor. De igualmanera, ciertas tumbas se transformaban en sitios sagrados, a los que se rodeaba de igual misterio. El mismo Jos de Arriaga (1621) nos relata en suobra que el cura Hernando de Avendao, su colaborador en la empresa de desarraigar la idolatra del Per, descubri en un cerro muy escarpado, dentrode una cueva, en la provincia de Charcas, a una legua del pueblo de San Cristbal de Rapaz, una huaca muy famosa, temida y reverenciada en una extensacomarca, a la cual nadie haba osado mirar. Consista en el cadver de un curaca antiqusimo que yaca debajo de un estandarte donde se haba figuradoun halcn; el cuerpo estaba tocado con una diadema de oro en la cabeza y vestido con siete camisetas muy finas de "cumbi", que, al decir de los naturales,haban sido enviadas como presente por los reyes Incas antiguos. El cronistarefiere que, cuando se llev este cadver a Lima y se le quem, caus granespanto y reverencia entre los naturales, que no le haban visto jams.

    La religin (incsica en Chile

    Tal como ha ocurrido con los diversos criterios sostenidos acerca de la ex

    tensin, duracin e influencia general que la dominacin de los Incas tuvo enChile, est en tela de juicio la magnitud e importancia de su penetracin religiosa.

    El historiador Jos Prez Garca (1810) sostuvo que los reyes del Per, ensus conquistas de Chile, no introdujeron la adoracin del sol, ni construyerontemplos, ni tuvieron sacerdotes, ni cultos, ni sacrificios. Sin embargo, despus.el ilustre historiador Jos Toribio Medina (1882) cree indudable que los Incas

    erigieron en Chile a sus divinidades "uno o ms templos", los que no se hallaran edificados en los pueblos, sino en sitios relativamente aislados. Cita enfavor de su opinin el testimonio del jesuta Jos de Acosta (1590), quien escribi que "en cada provincia del Per haba una principal huaca o casa deadoracin", y el testimonio del historiador Marino de Lovera, cuando relata

    que Pedro de Valdivia, a su llegada a Copiap, en signo de posesin, hizo plantar una cruz en una huaca, "lugar que los espaoles miraban como adoratoriodel demonio" (Marino, 1549). Se apoya tambin Jos T. Medina en un pasajede la obra del padre Rosales, que dice: "Yendo a Colina el capitn Rodrigo deOrgez (que vino a Chile con Almagro), llegando al lugar en que residan loscaciques y el gobernador del Inca, se aposentaron los soldados en una grancasa de paja, que era templo y adoracin de los indios peruanos, donde hallaron nuevos dolos, de manera que les pegaron fuego y derribaron los altares"

    (Rosales, 1674) .Se encuentran en la historia de Diego de Rosales otras referencias relati

    vas a prcticas religiosas de los Incas en Chile. Al describir el perodo prehis-pnico del reino de Chile, seala que las huestes conquistadoras del Inca, despus de cruzar el ro Maule y de penetrar en las tierras del gran seor Quin-tichipai, a cinco leguas de la ciudad de Concepcin, luego de erigir una fortaleza, levantaron en dicho lugar una especie de pirmide, utilizando siete piedras labradas, e hicieron la ceremonia anual, que l la denomina "Colpa Inca",para la salud de su rey; explica enseguida que este rito consista en el sacrificio de dos nios, varn y mujer, de edad de seis aos cada uno, los que, vestidos en traje de Inca, despus de embriagados y atados entre s, eran enterrados vivos para que los pecados cometidos por su seor fuesen pagados cor.ese sacrificio.

    Mas adelante, cuando trata del arribo de las avanzadas de Almagro al valle del Mapocho, el padre Rosales nos proporciona una notable informacin:"...los espaoles robaron las casas de sus depsitos (de los Incas i en el Ma

    pocho y se apoderaron de las vrgenes mamaconas que ac haba en un mc-

    59

  • nasterio y estaban consagradas a la deidad del sol en Chile, como en el Per,de las doncellas que ac haban nacido a los indios peruanos".

    Ricardo E. Latcham piensa, por su parte, que en Chile no se estableci elculto al sol por los conquistadores Incas, porque en ninguna parte se han encontrado restos de sus obras de arte y de sus grandes templos. Estima que losidolillos y otros objetos referidos a ese culto seran una manifestacin de la

    religin profesada en forma particular y privada por las fuerzas que durantesesenta u ochenta aos dominaron el territorio (Latcham, 1924) .

    En cambio, don Toms Guevara sostiene a este respecto que si bien los

    Incas no alcanzaron a cimentar su culto solar entre los aborgenes chilenos,las representaciones heliogrficas halladas en varias localidades indicaran claramente que ese culto "estuvo implantado en el territorio" Critica a don (Ri

    cardo E. Latcham por su rechazo de la influencia incsica en Chile y le tacha

    de despreciar la autorizadsima opinin de Jos T. Medina: "La influencia quela conquista peruana ejerci en Chile fue, por lo general, benfica, y debidasobre todo al grado superior de adelanto que haban alcanzado los pueblos del

    Inca" (Guevara, 1929).

    Por nuestra parte, pensamos que si se aceptan las cronologas ms re

    cientes y autorizadas que sealan el ao 1480 para la conquista de Chile por

    Topa Inca Yupanqui, el corto lapso comprendido entre esa fecha y la llegadade Pedro Valdivia en 1540, unido a la enorme extensin de ese territorio hacia

    el sur, se hace perfectamente comprensible la debilidad de la influencia religiosa incsica entre los aborgenes de este pas.

    Tiene razn Medina, en opiniones vertidas en seguida del prrafo citado

    por Guevara, y que ste omite. En efecto, dice Medina que, sin tiempo para con

    solidarse y distrada la dominacin incsica, a cada paso por las necesidades de

    la guerra, y los dilatados desiertos a travs de los cuales deba asentar su do

    minacin, bast el primer empuje de los soldados castellanos para que el edi

    ficio que comenzaba a levantarse fuera dispersado en muy pocos das. "De aqueltiempo de seoro de una nacin extraa en Chile, inmediatamente anterior a

    la conquista espaola, no queda sino una que otra palabra en el idioma del pueblo, cuya conquista se intent, usos y costumbres alterados por el tiempo, piedras ligadas con deleznable barro en las alturas de algunos cerros y uno queotro utensilio de arcilla y de metal confundidos con los cadveres de sus dueos

    en las honduras de las fosas sepulcrales... Apenas si al concienzudo trabajodel historiador le es dado descifrar un recuerdo. . . De aquella decantada civili

    zacin, apenas si el arquelogo puede desentraar, arrancando a la podredumbre, unos cuantos objetos que conserven su figura original". (Medina, 1882).

    Analizando los resultados alcanzados por la arqueologa durante el tiem

    po en que escribi su extraordinaria obra sobre los aborgenes de Chile, el histo

    riador se pregunta si todos los dolos producto de esos hallazgos, son de procedencia peruana; considera explicable que, por la duracin y asentamiento de la

    conquista incsica en el Norte, de Chile, sea all donde estas figuras se encuen

    tren ms corrientemente. Culpa a las lluvias ms frecuentes en las provinciascentrales y al mayor desarrollo de la agricultura, del desaparecimiento ms r

    pido de estos vestigios. Dice textualmente: "Sea como quiera, el hecho es que,salvo los objetos de cobre, los de plata y oro han debido conservarse igualmentebien en Copiap, como en Santiago. Cmo es pues, que los de esta clase faltantotalmente al sur de Coquimbo?

    El celo que los virreyes del Per demostraron en desarraigar todo rastro

    de religin nativa entre los antiguos pobladores de ese reino, no parece haber

    tenido mayor trascendencia en Chile, lo que se explicara tambin por la pozaimportancia que dicha religin debe haber alcanzado en este pas.

    A la llegada de los conquistadores a Chile, las prcticas religiosas de los

    Incas habran, si no cesado completamente, por lo menos disminuido a conse

    cuencia de la guerra civil entablada entre los sucesores del Inca Huayna Capac,

    sus hijos, Huscar y Atahualpa, nietos de Topa Inca Yupanqui.Se sabe que Huscar durante aquella contienda se vio obligado a levan-

    60

  • tar ejrcitos en todas las provincias, a excepcin de la parte norte del imperioque obedeca a su hermano. Sarmiento de Gamboa escribe que como consecuencia de esta guerra, Huscar dividi su campo en tres partes, obteniendo de losnaturales del Condesuyo, Charcas, Collasuyo, Chuys y Chile, la tercera parte dssus fuerzas. (Sarmiento, 1572).

    En Chile, esta circunstancia debilit al resto de las fuerzas del Inca antelos ataques de los araucanos, nueva dificultad que se torn en otra razn mspara abandonar el pas y desamparar aqu su influencia. El capitn Miguel deOlaverra tuvo noticias por boca de indgenas viejos que encontr en su viajea Chile, de una batalla ocurrida cerca del ro Maule, donde los araucanos derrotaron a las fuerzas del Inca, las que, tanto por huir del vencedor, como oorlas noticias de la entrada de los espaoles al Per, se fueron hacia el otro ladode los Andes por el cajn del ro Putagn.

    El padre Diego de Rosales nos dice que a la llegada de Almagro a Chile,los indgenas peruanos de dotacin en esta provincia, al comprobar que los Incas le haban dado la tierra a este capitn espaol, la fueron desamparando, encaminndose unos a su patria, y otros hacia los puelches de la otra banda dela cordillera y slo qued en Colina, Culacante Inca.

    Significacin de los hallazgos de El Plomo

    En los distintos trabajos que fcrinan parte de esta publicacin, se comprueba fehacientemente el origen incsico de la momia de El Plomo, y su contexto ceremonial.

    El padre Diego de Rosales refiere que en Colina, lugar situado al norte delMapocho, en las inmediaciones de la regin donde se fund la ciudad de Santiago, haba un templo dedicado al culto incsico, ms propiamente un recintotechado, una especie de casa de los dioses, que fue quemada por los espaoles

    Don Jos T. Medina describe y juzga como incsicos, una serie de pequeos dolos de formas zoomorfas y antropomorfas hallados en distintas oportunidades en Chile, siempre en regiones ubicadas al norte de Coquimbo. Le sor

    prende que hallazgos similares no se hubieran realizado tambin ms al sur,donde se saba que tambin alcanz la dominacin incsica. El historiador Me

    dina busca para este hecho diversas explicaciones, que citamos igualmente.El antroplogo Ricardo E. Latcham, concede escasa importancia a dichos

    hallazgos los estima espordicos y, en cierta manera, ms bien fetiches personales, que elementos de un culto establecido.

    Admitido sin discusin el origen incsico de los hallazgos de El Plomo, ssinfiere de ellos que la religin de los Incas se extendi y dej vestigios tambinen Santiago, constituyendo, entonces, el eslabn cuya falta haca notar JosT. Medina.

    Podemos afirmar que el hallazgo de El Plomo viene a ser la comprobacin ar

    queolgica de ritos sobre los que tanto escribieron los primeros cronistas del Per. Las aseveraciones de las crnicas encuentran aqu una correspondencia arqueolgica notable .

    Asimismo, a falta de otros descubrimientos de esta naturaleza, el hallaz

    go de El Plomo es, hasta este momento, una comprobacin, al margen de lascrnicas, de que en Chile, igual que en otras localidades del imperio incsico,exista por lo menos un templo dentro de los poblados como se desprende dla crnica de Cieza, recin recordada y haba, adems, huacas en las cumbres

    nevadas, sobre todo en alguna, notable por su altura y situacin respecto delvalle habitado.

    Al llegar a Santiago de Chile, inmediatamente llama la atencin de los

    viajeros la magnificencia de El Plomo. Tal debe haber ocurrido con los Incas,a quienes no podemos atribuir entusiasmo por el paisaje, pero si inters y veneracin por los accidentes notables de la naturaleza que los rodeaba.

    Aparte de la gran significacin arqueolgica del hallazgo, l tiene unaenorme importancia cientfica, si se considera que el indiecito permaneci guar-

    61

  • dado en su "sarcfago" de pircas, en las cumbres de El Plomo, por lo menos durante cuatrocientos aos, en el ms extraordinario estado de conservacin, tantode sus ropas, cerno de su propio fsico. En este aspecto, el hallazgo posee tambin un carcter sensacional, pues no se trata propiamente de una momia, sino de un cadver congelado encontrado a una altura que lo convierte en undescubrimiento arqueolgico nico en el mundo.

    Por ltimo, el descubrimiento arqueolgico de El Plomo constituye algras como un ejemplar tpico del genio que animaba toda la tradicin espiritualde las "culturas andinas", especialmente del Altiplano, la regin de los Collas.donde mucho antes.se encontrara el centro de la cultura Tiahuanaco.

    El Plomo, con su magnificencia y enorme altura, su proximidad al valledel Mapocho, y su visibilidad desde los poblados, representaba el habitat idealpara el misticismo de un pueblo, cuya religin surga principalmente del misterio ofrecido por la naturaleza rida, empinada y hostil que rodeaba sus vallesregados.

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    ^*

    Fig. 2. Foto superior: estatuilla tallada en concha marina, descubierta en El Plomo, en1922. (Ver pg. 46). Foto inferior: la Pirca de los Indios, en 1931. (Foto Sebastin Krckel).

    (Ver. pg. 46).

  • Fia;. 3. Foto superior: el cadver de El Plomo 5' su ajuar. Primera fotografa. (Tomadaen" Puente Alto por el seor Jorge Kaltwatser). (Ver pgs. 48 y 49!. Foto inferior: el cadver

    de El Plomo. Los mocasines y la orla de flecos de la tnico. (Ver pg. 51).

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    4. Gu.un. -i Poma de Ayala. 1) Damo del Ccndesuyo. 2) El Inca Pachacutee. 31 Subditadel Condesuyo. 4) Subditos del Collasuyo. (Ver pg. 52).

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    Fig. 7. Estatuillas encontradas en tumba) de la costa peruana. (Ver pg. 55).

  • Fig. 8. Mujer Uro Chlpaya actual. (Ka.ndbook of S. A. Indians). (Ver pg. 50).

  • INFORME SOBRE CONSTRUCCIONES EN LA CUMBRE DEL CERRO EL PLOMO(5.430 m.) Y SUS ALREDEDORES

    Francisco Reyes O, profesor de la Facultadde Arquitectura e Investigador del Centro

    de Estudios Antropolgicos.

    Ubicacin y relaciones:

    El cerro El Plomo se encuentra situado al nor-oriente de la ciudad de Santiago. Su cumbre falsa es fcilmente visible desde cualquier lugar del valle, especialmente el planchn del ventisquero que cas en direccin surponiente hacia la ciudad. Es el cerro mas alto de la zona cordillerana que cierra el vallepor el oriente .

    Distintos caminos conducen a esta cumbre siguiendo el curso de las quebradas o atravesando diferentes cordones de cerros. El seguido por nuestra expedicin, es el ms frecuentado en la actualidad por andinistas o personas quese dedican al deporte del ski.

    Nuestro grupo, integrado por miembros del Centro de Estudios Antropolgicos y andinistas del Club Andino de Chile, parti en camin desde Santiago,rumbo a Farellones, primera etapa de nuestro viaje. En este lugar, distante deSantiago, unos sesenta y cinco kilmetros, se contrataron las muas necesariaspara continuar nuestro camino. (Ver Plano 1).

    Al da siguiente, nos dirigimos desde Farellones al lugar denominado Piedra Numerada, ubicado en el cajn del ro Cepo, donde el camino se divideen dos: uno, contina a la base del cerro El Plomo; el otro, atraviesa el Portillo El Cepo hacia el valle del Olivares (ro Olivares), en el interior de la cordillera. En Piedra Numerada, que dista aproximadamente 25 kimetros de Farellones (seis horas en mua) se instal el Campamento Base, centro de operaciones para los diversos trabajos y ascenciones que se realizaron. Este sitio posee excelentes condiciones naturales de agua y pastoreo en el verano, aqu elestrecho cajn se ensancha hasta alcanzar unos dos kilmetros de superficiesplanas, con pastos, agua y abrigado de los vientos.

    El survey realizado en este lugar, dio dos sitios de ocupacin primitiva,con restos de cermica y fogones. Se trataba de dos abrigos rodeados de pircaselementales, colocados al borde deh camino de muras que viene desde Farello

    nes, aqu la huella desciende al fondo del cajn (unos veinte metros ms abajo) en direccin a la roca que da el nombre al lugar, llamada Piedra Numerada. Estas pircas son similares a las descritas como pircas seculares en la

    parte alta del cerro El Plomo.Un grupo de andinistas, continu al da siguiente hasta la base del cerro

    El Plomo para instalar all el Campamento N.o 1. La altura a que se encontrabaeste campamento era de 4.250 metros y separado del Campamento Base porunas cuatro a cinco horas en mua.

    Posteriormente, desde el Campamento N.o 1 se ascendi a instalar un

    Campamento en la parte alta, prximo a la cumbre, a una altura de 5.250 mts.,en un sitio denominado Pirca de Indios. Este Campamento N.o 2, servira paraque el grupo posterior compuesto por miembros del Centro, realizara las inves

    tigaciones de la cumbre.

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  • PLANO N.o 1

    MAPA GENERAL DE LA ZONA DE UBICACIN DEL CERRO EL PLOMO

    Sitios y lugares principales recorridos por la Expedicin de la Universidad deChile. Ruta y diversos campamentos.

  • Todo este camino seguido, es un antiguo sendero, hoy frecuentado por andinistas, cateadores y viajeros y que, segn pudimos constatar ms tarde, lofue en otro tiempo por los primitivos ocupantes de estas regiones. (Ver Plano 1).

    Adems, de esta ruta, existen diferentes caminos para llegar a la cumbre.los cuales son utilizados en la actualidad y posiblemente lo fueron tambin enel pasado. Desde lo alto se pueden contemplar estos accesos: uno, desde

  • ADOC3A-TOQIO

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  • que incluye la presente publicacin. De este modo, ha sido posible, medianteuna labor de 'equipo, reconstruir en sus distintos aspectos este complejo cultural, descrito en general, como Adoratorio de la Cumbre del Cerro El Plomo.

    Antes de describir en particular cada una de las construcciones existentes,El Adoratorio, El Enterratorio y Las Pircas Seculares, es indispensable haceralgunas consideraciones respecto a la forma de ocupacin espacial del terrenodisponible y la manera cmo se resolvi este complejo, ajustndose a las condiciones existentes. En otros trminos, pretenderemos una explicacin del desarrollo funcional de las construcciones en relacin con la posible ceremonia.

    Los Incas, al ocupar estas regiones, destinaron, de acuerdo con sus costumbres, el sitio ms alto que dominaba el valle de Santiago para realizar sucomplejo ceremonial. (Revisar estudio de cronistas). El estudio comparativo dela cermica, los tejidos y las descripciones de los cronistas, determinaron caaauno de estos rasgos como tpicamente incsicos. Sin embargo, para confrontarlas construcciones y su tcnica, como tambin su distribucin en el terreno, nose ha encontrado algo similar.

    A pesar de tratarse de una realizacin dirigida y utilizada por ios incas,stos tuvieron que resolver de acuerdo a la tcnica local de la mano de obra

    y del material existente. No haba en estos lugares talladores de piedra o eficientes albailes.

    No se haba desarrollado an en las culturales locales, la Arquitectura enun grado que necesitara operarios especializados, este fenmeno afecta prcticamente, adems de otros problemas, el desenvolvimiento de nuestra arquitectura, tanto en el perodo colonial como posteriormente.

    En cuanto al emplazamiento de cada una de las construcciones (PlanoN.o 2), este parece determinado por las caractersticas del terreno utilizadas

    de modo que el desarrollo de la ceremonia tuviera una mayor elocuencia.

    La divisin de las actividades es posible que se realizara de la siguientemanera: para ir a esos lugares era necesario un largo viaje, con albergues oestacionamientos en su trayectoria. Al llegar a la cima (sities con restos cermicos) descrita con sus cuatro cumbres, el camino consista en piedras laj^.sordenadas en forma de 'esca