Cosmos - Los Futuros Habitantes Del Cosmos R-006 Nº052 - Mas Alla de La Ciencia - Vicufo2

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esta razón, y teniendo en cuentaque su trabajo se desarrolla en unmedio hostil para la vida, los prime-ros integrantes de esta extraña fami-lia eran considerados por todos no-sotros como auténticos suPerhom-bres. Experiencia, habilidad, inteli-gencia, siempre impávidos frente alpeligro, amantes de la aventura y delriesgo, eran atributos frecuentes enel currículum de cada una de estaspersonas.

Con el tiempo y el avance de latécnica, que permitió volar cada vezmás alto, cada vez más ráPido, losastronautas han girado en innumera-bles ocasiones alrededor de la Tie-

rra, han viajado a la Luna, se hanpaseado por el espacio en el interiorde sofisticadas escafandras, hanpermanecido aislados durante me-ses (pronto serán años) a bordo depequeñas astronaves, y ya se Pre-paran vuelos hacia otros planetas yestancias en complejos orbitales deingentes proporciones.

Es cierto que, como decía KemalAtatürk, a los viajeros no les bastacon observar sólo el horizonte. Quie-ren, además, asegurarse de que hayalgo más allá. Pero también es cier-

to que, para conseguirlo, deberánestar cada vez más preparados inte-lectual y físicamente. Unicamenteasí podrán ver y entender aquelloque les espera tras esa invisiblefrontera. Son, pues, los nuevos obje-tivos los que están dando forma,moldeándolo despacio pero con ma-estría, al futuro hombre del espacio,al astronauta de las décadas quehan de venir.

Nos dirigimos hacia una era deestaciones orbitales, acaso coloniasespaciales en toda la regla, asenta-

mientos lunares permanentementeocupados, viajes hacia Marte y hacialos asteroides... Son metas desco-nocidas y ante ellas se abren nuevasnecesidades para quienes las hande emprender. El término "astronau-ta", navegahte entre los astros, em-pieza a ser poco apropiado -aunquesentimentalmente aceptable- paradefinir a quien ha de viajar al espa-cio. Ya no son sólo pilotos aquellosque se alejan de la Tierra. En la ac-tual Lanzadera Espacial, el transbor-dador o Shuff/e americano, vuelandesde hace años personas que ape-nas sabrían pilotar la nave en una si-tuación de emergencia: son los es-pecialistas de misión y de carga útil,e incluso invitados eventuales comopolíticos, maestros o científicos. Laespecialización ha llegado a los do-minios de la órbita terrestre y lo hahecho de forma imparable.

El astronauta como tal Parece envías de extinción. Ahora, los viajeros

El hombre seenfrenta a su futuroen el espacio y losasfronaufas seconvierten en losseres másmimados de lacreacton. bn lapágina siguiente, ala derecha, imágendel trabajo exterioren {as naves, cadavez más frecuente.

La bnta e inexorable expansión det ser humanomás allá del planeta que lo vio nacer puede

conducir a una pérdida progresiva de la identidadterrestre.

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son experlos dominadores de innu-merables disciplrnas científicas, es-pecialistas en el manejo de herra-mientas o reparadores de satélites.La respetada figura del comandantede misión, el encargado principal delmanejo de la nave, parece encami-narse hacia el mero rango de chóferinterplanetario. Esta evolución esineludible. Pronto, nadie será capazde dominar todas las facetas del via-je espacial, sobre todo si éste persi-gue otros objetivos que no sean laverificación de los sistemas detransporte. Las misiones, convenien-temente parceladas, darán cabida alos mejores expertos para conseguirel máximo rendimiento de las tripu-laciones e instrumentos de abordo.El papel ilel hombre, por tanto, co-mo inquilino y alavez pasajero, estácambiando a marchas forzadas.

EI astronauta del futuro será lomenos parecido al Buck Rogers o alFlash Gordon de las coloreadas pá-ginas de los periódicos dominicalesnofteamericanos de principios de si-glo. Exploradores e intrépidos, sí,pero especializados al máximo y se-leccionados a conciencia para reali-zar aquello que mejor saben hacer.

EL ESPECIALISTA SUSTITUYE ALHÉRoE

Gagarin, Glenn, e incluso las tripu-laciones lunares o las de las estacio-nes orbitales, habían sido siempreconsiderados hombres fuera de lonormal, embajadores que subieronhacia el cielo escalón tras escalón.En la actualidad las cosas han varia-do: la rutina y la experiencia nos per-miten subir la escalera mucho másrápido, de dos en dos peldaños, ypronto nos plantaremos alrededorde la Tierra como el que, seguro deencontrarlo allí, atraviesa una pueftaen busca de su destino. La tecnolo-gía está convirtiendo en realidadsueños que antes considerábamosimposibles. La vida y el comporta-miento del astronauta, por tanto, yano pueden ser iguales. Están cam-biando.

El viajero espacial se encuentraahora más arropado que nunca. Latécnica es su valedora. Sin ella, ocuando ésta falla, su trabajo se vuel-ve estéril y su presencia no sirve degran cosa. Desde un principio, he-mos elegido explorar un mundo que

no es el que nos vio nacer: el espa-cio exterior. No es tampoco un lugaramistoso. Las leyes físicas imponenallí el reinado de la microgravedad(la ausencia de peso), las variacio-nes térmicas más radicales, la inco-municación, la falta de aire... A pesarde todo, hemos aprendido a supe-rarlas y a recrearnos en la búsquedade situaciones todavía más inhóspi-tas.

El astronauta, pues, evolucionaránecesariamente ante la lucha que latécnica dirime frente a tan extrañomedio ambiente. El objetivo de éstaes hacer lo más placentera y pro-drlctiva posible la estancia en el es-pacio del viajero. Así, no es difícilaventurar que pronto se prestaráuna mayor atención a los aspectospsicológicos, psicosociales, psicofi-siológicos, medio ambientales y pu-ramente técnicos del viaje espacial.Fenómenos como la adaptabilidad,el liderazgo, la fatiga física y mental,la habitabilidad de las naves, la pri-vacidad, el propio aburrimiento, la

En nuestros días ha desaparecido Fra estera heroica 0""Íll33i:t1i: E t espacio exteriorno es un rugar amistoso y talos años sesenta. Aimerceo oe tos etementos extrate-rrestres, en et interio; ü;"ril'iA;i1 vida espacial supone para el hombre unanave construida al límile

!-e lo-9u9-11 verdadera lucha contra la adversidad física.

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autonomía personal, la capacidad dedecisión, el ocio, el entrenamiento,etcétera, conferirán un nuevo modusvivendi en el que el astronautaaprenderá a subsistir.

Quizás algunos ejemplos sirvanpara ilustrar lo que acabamos de ex-poner. La cuestión de la adaptacióndel hombre al espacio parecía unade las asignaturas pendientes de Iamedicina moderna. El brutal cambioque experimenta el cosmonauta alpasar de un ambiente terrestre aotro enteramente artificial, casi de-sorientador, ha provocado no pocostrastornos a lo largo de la historia dela Astronáutica. A pesar del entrena-miento pre-vuelo, no son raros losllamados "mareos espaciales", unasensación que suele dejar fuera decombate a los que se atreven a dejarla Tierra. Pues bien, la medicina halogrado combatir por fin esta enfer-medad temporal: una simple píldora

A la izquierda,aspecto deuna futuracoloniaespacial.Arriba, laastronautacanadienseRobertaBondar sesorrefea un duroentrenamiento.

está permitiendo a los actuales tripu-lantes del transbordador norteameri-cano el destierro de este mal endé-mico que reducía la operatividad delcientífico durante horas o días. Otrassituaciones, como la descalcificaciónde los huesos o la pérdida de masamuscular, empiezan a ser vistas conmayor optimismo ante los avancesde la ciencia de Hipócrates y Gale-no.

Como hemos dicho anteriormente,la vida espacial es para el astronautauna eterna lucha contra la adversi-dad física. Uno de los elementosmás característicos de esta activi-dad han sido, sin duda, los trajes es-paciales. Calificados también comoauténticas astronaves flexibles enminiatura, nos han permitido alejar-nos de la seguridad de la nave metá-lica, pisar la Luna o pasearnos librespor el vacío. Los avances efectua-dos hasta ahora en la técnica del

traje espacial han sido innumerables:mayor autonomía, mejor protec-ción... Ciertos accesorios como lasunidades de maniobra tripuladas,una especie de sillas volantes em-pleadas tanto por norteamericanoscomo por ex soviéticos, están exten-diendo el radio de acción de los as-tronautas que, libres del siempre en-gorroso cordón umbilical, puedenalejarse de la nave madre gozandode una gran maniobrabilidad. Sinembargo, los trajes actuales tienensus limitaciones: la mayor es que lapresurización interna es baja paraevitar tensiones en el material, con loque los astronautas tienen que "pre-respirar" oxígeno puro durante cua-tro horas para acostumbrar a sucuerpo. Todo esto implica una gravepérdida de tiempo, lo cual agudizaríaaún más la situación en un caso deemergencia. Por ello, los ingenierosse han lanzado a desarrollar trajes"rígidos", formados por elementosdiferenciados unidos por articulacio-nes, capaces de resistir presionestan altas como la que disfrutamos alnivel del mar. Esto eliminaría com-pletamente la necesidad de respiraroxígeno puro con anterioridad a unasalida al exterior. Por ahora, existendos modelos en desarrollo en losEstados Unidos. El primero es elAX-5, diseñado por el Ames ResearchCenter de la NASA, confeccionadocon aluminio y acero inoxidable. Apesar de su rigidez, los astronautasgozarán de una mayor movilidad yaque no deberán forzar las articula-ciones como ocurre en el traje habi-tual, flexible pero casi de una solapieza. El AX-S podrá usarse duranteaños sin apenas mantenimiento, loque lo hace adecuado para largosviajes, misiones en otros planetas,etcétera. El otro traje en desarrollo,una mezcla de piezas rígidas y flexi-bles, es el ZPS Mark 3, diseñado porel Johnson Space Center, también

a no existe ningún hombre que sea capaz dedominar por si soro todas las facetas del viajeespacial. La especializacion ha llegado de formaimparable y se impone la colaboración y eltrabajo en equipo.

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A ta izquierda, elZPS, trajesemirrí,gidoactualmente endesanollo y, a suderecha, el AX-S,traie rígido yaprobado encondlbrbnes demicrogravedad"Abajo, estaciónespacial previstaconstruir por laNASA en e/ Cosrnos.

de la NASA. Con este tipo de trajes,Ios astronautas del futuro trabalaránde forma más productiva en el espa-cio.

La técnica ha mejorado tambiénmucho el nivel de vida de los astro-nautas. Están ya disponibles nuevossistemas de evacuación fisiológica;es posible una mayor variedad ali-mentaria; mejores sistemas de pro-ducción eléctrica darán paso a cier-tas comodidades que ahora se con-sideran un lujo; las naves serán másamplias y habitables y podrá emple-arse gravedad artificial durante tra-vesías de largo período, etcétera.

HACIA UNA ÚNICA CULTURAESPACIAL

En un principio fue la curiosidadcientífica; lo sigue siendo en la ac-tualidad. Pero después vendrá la ex-plotación industrial y la búsqueda deaquello que escasea en la Tierra. Acontinuación, la colonización denuestro entorno. Finalmente, llegaránuestra expansión a través del Uni-verso y la creación de una verdaderae innovadora cultura: la llamada Cul-tura Espacial. En cada uno de estostrances, el Hombre/Astronauta ten-drá que evolucionar psicológicamen-te ante los nuevos retos y todo pare-ce indicar que esta evolución perdu-rará en el futuro. La conciencia deque este viaje hacia el Más Allá cós-mico es cosa de todos empieza ademostrarse de forma diáfana con lairrupción de Ia mujer como especia-lista en uno u otro campo de unaciencia tan multidisciplinaria como loes la Astronáutica. Con la incorpora-ción de ambos sexos en este am-biente donde reina la imponderabili-dad, se encuentran unidos por finlos ingredientes que pueden dar Iu-gar a una verdadera y casi revolucio-naria nueva cultura. Si el hombre y lamujer van a vivir permanentementeen el Cosmos, si van a dirigirse du-

rante mucho tiempo hacia otros pla-netas, puede que sea hora de sentarlas bases de nuestro futuro compor-tamiento. La colaboración, las rela-ciones sexuales, la procreación, eltrabajo, son aspectos esencialesque forman parte de un todo quedará forma a una más moderna con-vivencia humana encaminada a pre-pararnos como especie para el últi-mo paso: nuestro asentamiento defi-nitivo, científico, forzado, económi-co, no importa por qué razón, fuerade la Tierra.

La tecnología va a hacer todo loque esté en su mano para que nues-tra vida en el espacio sea lo más "te-

rrestre" posible. Es lógico. Es decir,lógico para nuestra actual genera-ción; quizás no tanto para las futu-ras, probablemente adaptadas deforma mucho más óptima a su me-dio ambiente. Pronto, esta naturalaproximación, la de hacer que elambiente cósmico se asemeje al delaTierra, podría dar paso a otra filo-sófía mucho más audaz: la utiliza-ción de técnicas de ingeniería gené-tica para adaptar al hombre, no suentorno, al ambiente elegido. Porejemplo, para largos viajes de explo-ración, alguno de ellos sin retorno, ydadas las condiciones de habitabili-dad proporcionadas por las claus-

i vamos a vivir permanentemente en el ,

espacio, puede haber llegado la hora de sentar/as bases de nuestro futuro comportamiento,El trabajo, la procreación, el ocio, las relacionessexuares... Todo cdmbiará.

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Aunque su construcción en estas mamentas todavíaes incierfa, la estación espacial Freedom *baia estaslíneas- representaría el primer paso de la humanidaden la conquista tecnalógica del Cosmas.

trofóbicas naves espaciales, podrÍaser interesante encontrar astronau-tas carentes de extremidades infe-riores (a menudo inservibles en esta-dos de microgravedad) o, en su de-fecto, crearlos. El cuerpo humanopuede adaptarse, pero no ha sidopensado (o no ha evolucionado) parapermanecer largo tiempo en ingravi-dez. Si lo que queremos es no tenerque combatir los efectos adversosque ello produce, quizás sería con-veniente conseguir al hombre másapto para soportar esta situación.

Si salimos al espacio, sobre todoen las proximidades de la Tierra, en-contraremos una serie de factoresque podrían influir en la creación ycaracterísticas de esta única CulturaEspacial a la que nos hemos referidoy que ahora sólo atisbamos. Jescovon Puttkamer, de la Oficina delVuelo Espacial de la NASA, nos losenumera brevemente: entre ellos es-tarían la falta de peso, una gran faci-lidad en el control artificial de la gra-vedad, la ausencia de atmósfera (al-to vacío casi ilimitado, muy superior

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a cualquiera posible usando máqui-nas terrestres), dominio total de lasuperficie de la Tierra, aislamientocon respecto a la biosfera terrestre(lo que permite una amplia experi-mentación, incluida aquella que su-pone una serie de procesos peligro-sos), luz, calor y energía librementedisponibles, reserva natural infinitapara usos de almacenamiento y dis-tribución, temperaturas superfrías,grandes volúmenes tridimensionalespara estructuras y almacenamiento,una gran variedad de radiacionesnaturales al alcance del científico,

presencia de campos magnéticos,materia prima extraterrestre, ausen-cia de muchos de los peligros de ori-gen terrestre (tormentas, terremotos,volcanes, temperaturas impredeci-bles, corrosión, polución, etcétera) y,por último, un medio ambiente po-tencialmente saludable y agradablepara el bienestar humano.

Todos y cada uno de estos facto-res podrían influir en el cóctel finalque daría lugar a la nueva cultura es-pacial. Una cultura que, por el mo-mento, extendería la actividad y larazón humana más allá de lo que ha-

ffi&*&* nergía libremente disponible, temperaturassupertrías, volúmenes tridimensionales,rs4iectpryeq ryqlqrele¡, ryqteriq pryryaextraterrestre y un ambiente potencialmentesaludable para el hombre son algunos de losaspectos gue deparará la nueva cultura espacial.

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I ;Seremos capaces de crear mundos herméticos' - ql órbita,'corno el respresentado en et dibuio

superior, hechos a imágen y semeianza de laTsn? Mientras tanfo, /os astronautas -a la dcha-

tabajan en tareas cada vez más especializadas.

bían estado acostumbradas, y que,en elfuturo, permitiría nuestra defini-tiva evolución como especie. Unacultura, en fin, que propiciase nues-tra migración hacia el espacio en unpaso revolucionario para la Humani-dad.

¿ESTAMOS PREPARADOS?

Pero, ¿estamos preparados paraesta nueva experiencia cultural? Hayuna serie de consideraciones, tipifi-cadas hace apenas unos años porHarris y Morgan, que bien merecenser tenidas en cuenta en este senti-do. En el espacio, en una cultura fu-lura avanzada, tendríamos que intro-ducir nuevos hábitos alimenticios,quizás nuevas vestiduras y aspecto(que siempre han influenciado ennuestra forma de vivir a lo largo de lahistoria), reencontrar nuevas relacio-nes familiares o de amistad, buscarun método de medición del tiempoadecuado (¡qué diferente sería nues-tra existencia si el ciclo vitalterrestreno implicase el día y la noche, elsueño, el calor y la luz de los rayosdel Sol!). Tendríamos que cultivarnormas y valores adaptados a lascircunstancias, crear nuestras pro-pias creencias, tradiclones o cos-tumbres, mejorar nuestros sistemasde aprendizaje ante la avalancha deinformación cósmica, encontrar há-

bitos de trabajo apropiados, acasoun lenguaje o sistema de comunica-ción adaptado a las infinitas posibili-dades sensoriales que ofrece el es-pacio, y por último, encontrar unnuevo sentido existencial, una inno-vadora concepción del espacio y eltiempo.

El ser al que ahora llamamos as-tronauta, el navegante espacial, elque vivirá allí fuera, deberá enfren-tarse a todas estas circunstancias ysuperarlas. Sólo de este modo crea-rá su propia cultura, tan distinta dela nuestra como lo pueda parecer elcomportamiento primitivo de algu-nas tribus africanas, las cuales, apesar de todo, tienen muchos máspuntos naturales en común con no-sotros que los que podrán tener estafutura generación de habitantes delCosmos.

Estamos, pues, ante la creaciónde una nueva raza, esta vez extrate-rrestre, colonizadora, exploradora,una raza que promoverá el creci-miento personal frente a un uso co-mún de los recursos, en su origen li-mitados e imprescindibles. Todo es-to, necesariamente, nos arrastraráhacia una nueva conciencia. En ellano tendrán cabida los comporta-mientos agresivos y sí una apertura

al cambio, un ensalzamiento de lohumano para el beneficio de la espe-cie. Desaparecerán las fronteras, seiniciará la colaboración entre las na-ciones, se emprenderá la explora-ción del espacio corporativamente.Este sería el principio de una nuevaera: una era que no debe excluir (loque añadiría una nueva dimensión altema que hemos tratado) el contactocon posibles culturas alternativas,extráterrestres en una palabra.

En todo lo expuesto podemosatisbar, lógicamente, un claro com-ponente económico. Parece difícilextender nuestra influencia a estosniveles de sofisticación y coste. Pe-ro, también el viaje de Colón a Amé-rica quedó mediatizado por estemismo elemento económico. Unavez superado, visto el potencial anüestra disposición, los viajes haciaAmérica han dejado de ser un pro-blema económico para convertirseen una simple cuestión de logísticaal servicio de nuestra cultura. Losnavegantes como Colón, verdaderosastronautas del siglo XV, han desa-parecido para dejar paso a pilotos,azaf atas, profesionales especializa-dos sin el rango de exploradores odescubridores.

¿Cómo serán los astronautas delfuturo? Bien, con toda probabilidad,ya no les llamaremos así; lo que sípodemo§ asegurar es que, de cual-quier modo, este futuro parece estaren manos de osados viajeros. Aun-que, ¿no lo había estado siempre?

Victor Arenas

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Q u¡res b ingeniería genética empiece a serpronto utilizada para adaptar el ser humano alCosmos,

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